Biografia Mengs

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Mengs, Anton Raphael

Detalle de un Autorretrato de 1773

(Aussig, Ústi nad Labem,


República Checa, 1728-
Roma, 1779). Pintor y
tratadista alemán, el más
destacado del primer
neoclasicismo, comenzó su
formación artística en
Dresde bajo la severa
dirección de su padre, -
Ismael Mengs, pintor de la
corte sajona. Entre 1741 y
1744 residió en Roma con
su padre y hermanas, y
tuvo la oportunidad de estudiar la Antigüedad clásica y las obras de
Miguel Ángel y Rafael en el Vaticano. En esta primera estancia romana
acudió a la escuela de Marco Benefial para el aprendizaje del desnudo.
De regreso en Dresde, pintó diversos retratos al pastel influidos por
Rosalba Carriera y Louis de Silvestre, y en octubre de 1745 fue
nombrado pintor de corte del elector de Sajonia, Federico Augusto. En
junio de 1746 inició su segundo viaje a Roma, y de este tiempo son sus
primeras composiciones al óleo, influidas por el arte de Rafael. En julio
de 1749 abjuró del luteranismo y se convirtió al catolicismo, y un mes
después contrajo matrimonio con Margarita Guazzi, joven romana que le
había servido de modelo para una Virgen. En las Navidades de 1749
regresó a Dresde, y el 23 de marzo de 1751 recibió el nombramiento de
primer pintor de la corte sajona. Medio año después, en septiembre,
abandonó definitivamente Dresde y emprendió con su familia el tercer
viaje a Roma, pasando por Venecia y Florencia. El 20 de agosto de 1752
ingresó en la Academia de San Lucas, y en 1755 inició su amistad con el
teórico del neoclasicismo Johann Joachim Winckelmann. Como
destacado defensor del concepto de «belleza ideal», tomó por modelos la
Antigüedad clásica y las obras de Rafael -para el dibujo y la expresión-,
de Antonio Allegri, el Correggio -para la gracia y el claroscuro- y de -
Tiziano Vecellio -para el colorido-, aunque en sus obras también se
advierten influencias de Guido Reni, Domenichino, Nicolas Poussin y -
Carlo Maratta, entre otros. Su ideario estético fue publicado en
las Gedanken über die Schönheit und über den Geschmak in der
Malerey (Zúrich, 1762) y en las ediciones póstumas de sus Obras, a
cargo de su amigo José Nicolás de Azara y de Carlo Fea, que fueron
traducidas al francés, al alemán y al inglés. Por otra parte, sus juicios
sobre las colecciones reales españolas quedaron reflejados en
su Carta a Antonio Ponz publicada en el tomo VI del Viage de
España (Madrid, 1776), que fue asimismo traducida a varios idiomas. Por
encargo de la corte sajona viajó en 1759 a Nápoles, en donde fue
presentado a Carlos III antes de que este soberano partiese hacia
España. En 1760 retrató al nuevo rey de Nápoles, Fernando IV (Prado) y
más tarde pintó a la prometida de este hijo de Carlos III, María Josefa
Gabriela, y a la que fuera finalmente su esposa, María Carolina, reina de
Nápoles, hermanas y archiduquesas de Austria (ambos en el Prado).
Desde 1761 y hasta su muerte en 1779 estuvo al servicio de Carlos III,
aunque su presencia en España transcurrió de septiembre de 1761 a
noviembre de 1769 y de julio de 1774 a enero de 1777. Pintor de cámara
del rey a partir del 23 de julio de 1761, cuando fue reclamado por Carlos
III en Roma, y primer pintor desde el 22 de octubre de 1766, ejerció una
decisiva influencia en el arte cortesano español y su huella se aprecia en
artistas como Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella y Francisco de
Goya. Tuvo, sin embargo, serias divergencias con la Real Academia de
San Fernando. En esos años dejó una amplia producción pictórica en las
alegorías de las bóvedas de los palacios reales de Madrid y Aranjuez, en
los cuadros de devoción y en los diversos retratos que hizo de la familia
real y de algunos particulares. Entre las pinturas religiosas destacaron
sus contemporáneos la gran tabla de la Lamentación (Patrimonio
Nacional), cuadro que, a juicio de Azara, se debería llamar «de la
filosofía» y que en cierta manera emula Caída en el camino del
Calvario, «el pasmo de Sicilia», de Rafael (Prado). A raíz de un encargo
para fuera de España, el retrato de cuerpo entero de Carlos III (1765-
1766, Statens Museum for Kunst, Copenhague), realizó diversos retratos
de la familia real española con la eventual colaboración de discípulos.
Pintó a los príncipes de Asturias, Don Carlos de Borbón y su mujer María
Luisa de Parma, a Carlos III y su difunta esposa María Amalia de
Sajonia y, en 1767, a los infantes Don Gabriel, Don Antonio
Pascual y Don Javier (todos en el Prado). Entre sus dos estancias en
tierras españolas pintó en la corte toscana los retratos de los grandes
duques Leopoldo de Lorena y María Luisa de Borbón, y los de sus hijos
los archiduques María Teresa, Francisco, y Fernando y María Ana de
Austria (todos de 1770 y en el Prado). En Italia terminó el retrato
de Isabel Parreño, que había iniciado en España (Museo de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid); en Nápoles retrató
a los miembros de aquella familia real, y en Florencia pintó a su
amigo José Nicolás de Azara (colección particular, Madrid) y dejó
su Autorretrato, mostrándose como dibujante, en la Galleria degli Uffizi.
De su segunda estancia en España es la tabla de San Pascual Bailón
adorando la eucaristía para la iglesia conventual de ese santo en
Aranjuez. Y entre sus últimas obras, realizadas ya en Roma,
sobresalen Perseo y Andrómeda, inspirado en diversos modelos de la
Antigüedad clásica, que concluye en 1778 para Watkin Williams-Wynn
(Museo del Ermitage, San Petersburgo) y la inacabada Anunciación que
estaba destinada a la capilla nueva del palacio de Aranjuez (Palacio -
Real, Madrid).
OBRAS

 María Josefa de Lorena, archiduquesa de Austria, óleo sobre


lienzo, 128 x 98 cm, hacia 1767 [P002186]
 Antonio Pascual de Borbón y Sajonia, infante de España, óleo
sobre lienzo, 84 x 68 cm, 1767 [P002187]
 Carlos IV, Príncipe de Asturias, óleo sobre lienzo, 152,5 x 111 cm,
hacia 1765 [P002188]
 María Luisa de Parma, princesa de Asturias, óleo sobre lienzo,
152,1 x 110,5 cm, hacia 1765 [P002189]
 Fernando IV, rey de Nápoles, óleo sobre lienzo, 179 x 130 cm,
1760 [P002190]
 El archiduque Francisco de Austria, óleo sobre lienzo, 144 x 97 cm,
1770 [P002191]
 Los archiduques Fernando y María Ana de Austria, óleo sobre
lienzo, 147 x 96 cm, 1770 [P002192]
 La archiduquesa María Teresa de Austria, óleo sobre lienzo, 144 x
105 cm, 1771 [P002193]

Mengs es bien conocido por ser uno de los principales representantes de


la estética neoclásica en Europa. Junto a su faceta de pintor es
igualmente interesante y sobresaliente su papel como pedagogo, teórico,
coleccionista, estudioso de la Antigüedad e incluso arqueólogo. Dichos
aspectos pueden ilustrarse en gran medida a través de la recopilación de
vaciados en yeso de esculturas que donó a Carlos III para que fueran
útiles dentro del programa formativo de la Academia madrileña, en el que
su aportación había sido decisiva.
Esta colección no debe ser considerada sólo como una prueba de
generosidad del maestro con la Academia, o como un simple conjunto de
copias en yeso destinado a la enseñanza, sino que además, nos
hallamos ante un verdadero instrumento para educar el gusto y la
destreza de muchos artistas españoles, y ante un utensilio básico e
imprescindible para el estudio de la escultura antigua y determinante
para el cambio estético que se produciría en aquellos años.
Los vaciados responden y manifiestan a un tiempo los ideales estéticos y
las teorías del Neoclasicismo que tanto Mengs como su amigo
Winckelmann exponían en sus obras y escritos. Nombrado primer pintor
de Cámara de Carlos III, para Mengs sólo había un procedimiento válido
de acercarse al arte: imitar la Antigüedad. Los artistas griegos habían
alcanzado la perfección y, a juicio de Mengs, imitar sus obras conduciría
a la comprensión y asimilación de la excelencia absoluta. El propio artista
se atrevió a emprender una serie de experimentos arqueológicos
utilizando sus vaciados para entender el aspecto que habían tenido las
estatuas originales creadas por los clásicos.
Estos modelos escultóricos expresan también el interés hacia todo lo
antiguo que se estaba experimentando en el siglo XVIII y reflejan el
dinámico mercado anticuario romano, poblado de restos arqueológicos,
falsificaciones y souvenirs, en el que era fundamental la intervención de
restauradores y escultores.
A través de los modelos en yeso, dibujos del artista copiando o
interpretando la Antigüedad, libros, documentos y otros objetos, la
exposición Anton Raphael Mengs y la Antigüedad explora con rigor, a
partir de una profunda reflexión científica, los aspectos mencionados.
También se reconstruye el transporte de los vaciados a la corte
madrileña, así como la función que cumplieron en la vida didáctica de la
Academia y la influencia que ejercieron sobre sus discípulos y los
principiantes en la institución artística.
La exposición sólo es posible en el marco de la Real Academia, donde se
conservan los vaciados escultóricos recopilados por Mengs en Roma y
Florencia, porque la fragilidad de estos yesos históricos y su
vulnerabilidad imposibilita su traslado a cualquier otra sede. Ésta es la
primera exposición celebrada en España en torno al análisis de los
modelos estéticos de Mengs y su construcción crítica de los principios
clasicistas. La reunión de las obras que la conforman permite ilustrar un
momento histórico de gran relevancia en la evolución del arte occidental.

(Ustinad, Bohemia, 1728 - Roma, 1779) Pintor y teórico alemán. Su


padre, el pintor y miniaturista Ismael Mengs, se ocupó de que recibiera
una esmerada formación artística, que se cerró con un viaje a Roma en
1741.

A partir de 1745 trabajó como pintor de la corte de Sajonia en Dresde,


pero su amor a los clásicos le llevó a efectuar un nuevo viaje a Roma en
1748 y a establecerse definitivamente en la ciudad en 1752, después de
contraer matrimonio con una italiana.

Este hecho resultó decisivo, pues le permitió conocer a un hombre con


quien le unió una estrecha amistad, Winckelmann, por entonces uno de
los principales promotores de la nueva corriente artística del
neoclasicismo, a la que Mengs se adhirió con fervor y de la cual se
convirtió, a su vez, en uno de los grandes propagadores, con sus obras
teóricas (Reflexiones sobre la belleza) y sobre todo con su pintura.

Flagelación de Cristo (1769), de Anton Raphael Mengs


En 1761 pintó, en el techo de la Villa Albani, en Roma, el fresco de El
Parnaso, que se convirtió en una especie de manifiesto del
neoclasicismo por su evidente empleo de soluciones tomadas de los
maestros del Renacimiento, en particular de Rafael. Ese mismo año fue
llamado por Carlos III a Madrid, donde permaneció de 1761 a 1771 y de
1774 a 1777, trabajando en la decoración de los palacios reales de la
capital y de Aranjuez.
Sus frescos fríos, de colores desvaídos y desprovistos de emoción,
según el gusto de la época, triunfaron sobre los de Giovanni Battista
Tiepolo, a quien Mengs consiguió arrinconar. En la actualidad, más que
sus obras históricas y alegóricas se valoran los retratos que realizó para
numerosas cortes europeas. Son célebres, en particular, los de Carlos III
y los de su amigo Winckelmann. Fue el pintor más famoso y mejor
considerado de su tiempo y ejerció en sus coetáneos una influencia
notable.

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