58 Alberich
58 Alberich
58 Alberich
Emilio Alberich1
Estamos en busca de un nuevo paradigma para la catequesis. ¿Por qué? ¿Por qué
necesitamos un «nuevo paradigma» catequético?
Una primera razón fundamental está bastante clara: hoy existe una crisis evidente del
sistema catequético tradicional. Vivimos una sensación generalizada de fracaso, de
ineficacia, de impotencia, de situación muy problemática.2
Pero no podemos negar la existencia de una crisis generalizada del sistema catequético,
manifestada en toda una serie de situaciones problemáticas o francamente negativas. He
aquí algunas de estas situaciones:
1
Profesor emérito de la Universidad Pontificia Salesiana. Roma.
2
Cf. J. Martín Velasco, La transmisión do la fe En la sociedad contemporánea, Sal Terrae, Santander 2002; E.
Alberich, “¿Tiene futuro la catequesis?” Sinite, 45 (2004), 135, pp. 73-84.
Como consecuencia de todo esto tenemos a un pueblo cristiano no catequizado, no
evangelizado, no formado en su fe. No podemos negar la existencia de mucha ignorancia
religiosa, de representaciones religiosas inaceptables, de una preocupante separación entre
fe y cultura3, de una situación de subjetivización exasperada, de verdadera crisis de
identidad religiosa.
No estamos solamente ante una «época de cambio», sino más bien ante un «cambio de
época». La comunicación de la fe, y toda la acción pastoral de la Iglesia tienen que encarar
hoy nuevos e importantes retos.4 Vivimos «el malestar religioso de nuestra cultura»5.
Resulta imposible prever el futuro. Estamos realmente ante una «terra incognita» que no
nos deja ver con claridad hacia que meta tenemos que caminar. ¿Cómo será el mundo
dentro de cinco o diez años? ¿Con qué problemas habrá que contar en la comunicación de
la fe? ¿Hacia qué modelo de cristiano y de comunidad cristiana debemos orientar nuestros
esfuerzos pastorales?
3
Cf. Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (EN, 8-12-1975), 20.
4
Cf. L. González-Carvajal Santabárbara, Los cristianos del siglo XXI. Interrogantes y retos pastorales ante el
tercer milenio, Sal Terrae, Santander 2000.
5
Cf. J. Martín Velasco, El malestar religioso de nuestra cultura, Paulinas, Madrid 1993.
6
Cf. E. Alberich, «Catequesis de adultos hacia la madurez de fe. Nuevos acentos y perspectivas de unas
Jornadas parisinas (Paris, febrero de 2005)», Catequética, 46 (2005), 4, pp. 209-216.
7
Es la expresión utilizada por Denis Villepelet, director del Instituto de Pastoral Catequética de Paris, en las
jornadas antes citadas.
La situación es compleja y las causas, múltiples. Pero no se puede negar la responsabilidad
de un sistema catequético claramente inadecuado.
Pare evitar equívocos, podemos resumir con rápidos trazos lo que entendemos por
«paradigma tridentino». Es la concepción de la catequesis, en un contexto relativo de
«cristiandad», como instrucción religiosa o enseñanza de la doctrina cristiana, recogida
por lo general en los catecismos, dirigida principalmente a los niños y extendida,
idealmente, también a los adultos.
De este paradigma debemos afirmar, por lo menos, que hoy nos resulta insuficiente,
inadecuado, incapaz de responder a los nuevos retos que el mundo nos lanza.
Pero digamos enseguida que el problema parece alcanzar proporciones más amplias que las
propiamente catequéticas. La búsqueda de un nuevo paradigma para la catequesis resulta
enmarcada en búsquedas más amplias a importantes. Por lo menos estas dos: el tema del
futuro del cristianismo y la necesidad de repensar el planteamiento pastoral de la Iglesia,
hoy.
Hoy es muy frecuente hacerse esta pregunta9. Y constituye un reto apasionante digno de la
mayor atención.
Los síntomas de una grave crisis son más que evidentes: disminución masiva de la práctica
religiosa, secularización, indiferencia religiosa, desinterés de los jóvenes, escasez de
8
Cf. H. Derroitte, Por una nueva catequesis. Jalones para un nuevo proyecto catequético, Sal Terrae,
Santander 2004; H. Derroitte (Ed.), Theologie, missión et catéchèse , Montreal/ Novalis/Lumen Vitae,
Bruselas 2002; L. Aerens, La catéchèse de cheminement. Pedagogic pastorale pour mener la transición en
paroisse, Lumen Vitae, Bruselas, 2002; G. Routhier, Le devenir de /a catéchèse , Mediaspaul, Montreal 2003;
D. Villepelet, L’ avenir de la catéchèse , Les Ediciones de l'atelier/Les Ediciones ouvrieres/Lumen Vitae,
Paris / Bruselas 2003; M. Villers Marcel, «D'une catéchèse de transmissión a une catéchèse d' initiation»,
Lumen Vitae, 56 (2001), 1, pp. 75-96.
9
Sobre el tema del futuro del cristianismo véase, por ejemplo: J. M. Mardones, La indiferencia religiosa en
Espana. ¿Que futuro tiene el cristianismo? HOAC, Madrid 2003; M. Bellet, La quatrieme hypothese. Sur
l'avenir du christianisme, Desclee de Brouwer, Paris 2001; S. Breton, El porvenir del cristianismo. La laicidad
y el espacio interreligioso. Mensajero, Bilbao 2002; B. Forte, ¿Dónde va el cristianismo?, Ed. Palabra, Madrid
2001; D. Hervieu-Leger, Catholicisme, la fin dun monde, Bayard, Paris 2003; J. Martin Velasco,
Metamorfosis de lo sagrado y futuro del cristianismo, Sal Terrae, Santander 1998; E. Poulat, Ou va le
christianisme?, Plon/blame, Paris 1999; R. Remond et al.. Chretiens, tournez la page, Bayard, Paris 2002; J.-
M. Tillard, Sommes nous les derniers chretiens?, Fides, Paris 1997; A. Tomes Queiruga, Fin de/ cristianismo
premoderno. Retos hacia un nuevo horizonte. Sal Terrae, Santander 2000; P. Valadier, Un cristianismo de
futuro. Por una nueva alianza entre razón y fe, PPC, Paris 2001.
vocaciones y crisis de credibilidad de la Iglesia. En definitiva: crisis profunda del
cristianismo.
En el fondo, la situación religiosa actual puede ser caracterizada con rasgos de complejidad,
ambivalencia y ambigüedad. No faltan en ella aspectos positivos, como tampoco los
negativos: formas de superstición, fanatismo, fundamentalismo, formas ambiguas de
religiosidad popular, etcétera.
Se puede decir que la crisis actual del cristianismo es en gran parte de orden cultural: no
tanto del cristianismo como tal, cuanto de una suya concreta modalidad histórica, crisis por
tanto de «este cristianismo».
Contribuye a esto el terrible desfase cultural que se ha producido entre la cultura moderna y
las expresiones de la fe cristiana. La modernidad ha introducido nuevos paradigmas
10
Véanse, por ejemplo, la descripción y las referentias de J. Martin Velasco, El malestar religioso de nuestra
cultura, pp. 18-20; L. González-Carvajal, Evangelizar en un mundo poscristiano, Sal Terrae, Santander 1993.
11
Hervieu-Lager, Catholicisme, la fin d'un monde, p. 288.
12
Tillard, Sommes-nous lea derniers chretiens?, o.c.
13
El año 2000 ha registrado, por primera vez en la historia, un hecho significativo: los musulmanes han
llegado a ser, en el mundo, más numerosos que los católicos: J. GonzalezAnleo, «El hecho religioso: en
visperas del tercer milenio», Sinite, 40 (1999), 120, p. 34.
14
Cf. E. Bueno de la Fuente, España, entre cristianismo y paganismo, San Pablo, Madrid 2002.
interpretativos, pero la Iglesia se ha mantenido por lo general al margen de la nueva
sensibilidad15.
Esta situación problemática –por ser en gran parte un problema de orden cultural- puede y
debe encontrar soluciones. No tiene sentido pensar que nuestra época sea más desfavorable
para el Evangelio que las anteriores. Incluso se puede constatar que, paradójicamente, en el
mundo actual se abren nuevas posibilidades para el cristianismo16.
Si queremos una renovación seria de la acción pastoral y vislumbrar los rasgos de un nuevo
paradigma eatequético, se impone el esfuerzo de imaginar el contexto global de la empresa:
el modelo de cristianismo que se anuncia y por el que hay que afanarse.
¿Tiene futuro el cristianismo? Podemos responder tranquilamente que si, y no solo por
razones de fe. Claro que con ciertas condiciones y, ciertamente, con rasgos muy distintos de
los del pasado. No, por ejemplo, como aparecía en la situación de «cristiandad», ni con
muchos aspectos institucionales heredados de los siglos pasados. Pensamos en un
cristianismo que no se presente solo como patrimonio histórico y cultural en nuestros
pueblo; o como legado europeo que los misioneros difunden por el mundo.
El cristianismo del futuro podemos imaginarlo con al menos estos rasgos característicos:
- Cristianismo con una nueva relación con la cultura. Esta relación esta
pidiendo una seria reformulación de la fe, una valiente revisión del mensaje
moral, un esfuerzo de discernimiento y revitalización de las tradiciones
cristianas.
15
Para una seria presentación de este desfase cultural remitimos a la rica producción teológica de A. Torres
Queiruga.
16
Cl. M. Gauchet, Le religion dens la démocratie. Parcours dans la société, Galimard, Paris 1998, pp. 109-
110.
17
Cf. C. Geffre, «La crisis de identidad cristiana en la época del pluralismo religioso», Concilium (2005),
311, pp. 297-310.
ejercicio del papado y la actuación de la colegialidad); promoción de las iglesias
locales y particulares; etc.
18
Cf. A. Fossion, La catéchèse dans le champ de la communicación. Ses enjeux pour l’inculturación de la foi,
Cerf, Paris 1990, pp. 341.
- La teología de la revelación nos presenta hoy una nueva visión de la Palabra de
Dios y de la fe, como respuesta a la Palabra. Esta y la fe son categorías
fundamentales para la concepción de la catequesis. Y repensadas en las condiciones
concretas del mundo actual nos llevan a forjar un modelo nuevo de cristiano, de
creyente adulto hoy.
- La eclesiología renovada nos invita a asumir una nueva visión de Iglesia, como
terreno vital y sujeto principal de la catequesis, y a concebir un proyecto renovado
de Iglesia como mete a alcanzar19. Particular relevancia revisten hoy, en el contexto
sociocultural de nuestro tiempo, los nuevos retos y exigencias eclesiales.
Esto supone ante todo la revisión valiente de la pastoral «tradicional», centrada en los
sacramentos, en el culto, en las devociones20. Algunos rasgos de la nueva visión pastoral
son, entre otros:
por ejemplo: Les Éveques de France, Proposer la foi dans la société actuelle. III. Lettre aux catholiques de
France, Paris, Cert. 1997 [Ed. esp.: «Proponer la fe en la sociedad actual, Ecclesia (1997) n.° 2.8351;
Conferenza Episcopale Italiana, Comunicare II Vangelo in un mondo the cambia. Or entamenti pastorale
de/PEpiscopato italiano peril primo decennio del 2000, Leumann (Turin), Elledici 2001; Die Deutschen
Bischöfe, «Zeit zur Aussaat"; Assembles des Eveques du Quebec, Proposer aujourd'hui la foi aux jeunes, une
force pour vivre, Fides, Mon, Montreal 2000; Conferencia Episcopal Española, Plan pastoral de la
Conferencia Episcopal Española 2002-2005. Una Iglesia esperanzada “Mar adentro” (Lc 5,4). LXXVII
Asamblea Plenaria 19-23 de noviembre de 2001, EDICE, Madrid 2002.
Es frecuente hoy señalar toda una serie de desplazamientos o aspectos de novedad en la
concepción de un nuevo paradigma catequético. Teniendo presente de alguna manera el
panorama actual de la reflexión catequética, intentamos resumir ahora, en forma sintética y
ordenada, los que parecen
Ser los rasgos del rostro renovado de la catequesis, es decir, aquellos principales
desplazamientos a realizar con vistas a forjar un nuevo paradigma catequético. Al
presentarlos, subrayamos especialmente los aspectos de novedad, respecto al pasado, que
contienen.
- Catequesis iniciática o «de iniciación» (DGC 65-68). Y para ello, premisa indispensable
es redescubrir la verdadera naturaleza de todo proceso iniciático. La catequesis debe asumir
con decisión los aspectos típicos de toda autentica iniciación: centralidad de la conversión
como proceso de transformación y de inmersión en el misterio pascual de «muerte-
resurrección»; atención a las personas y a la comunidad; relación vital entre la memoria, la
tradición y la innovación; proceso de etapas que se suceden en el tiempo; experiencia fuerte
de vinculación comunitaria27.
En esta catequesis «al servicio de la iniciación cristiana», a la prioridad de la enseñanza
doctrinal (primacía del «saber» de la fe), sucede el descubrimiento de la importancia
insustituible del proceso iniciático (prioridad del «ser» creyente). Esto implica
normalmente la preferencia por una pedagogía de la «inmersión», del «contagio», de la
«ósmosis» y, como consecuencia lógica, la urgencia del «primer anunció» y del
catecumenado bautismal como instrumento de iniciación o re-iniciación en la fe cristiana.
En esta línea, la opción por el catecumenado de adultos constituye hoy un imperativo
prioritario.
26
DGC, Congregación para el clero, Directorio General para la Catequesis, EDICE, Madrid 1097.
27
Cf. M. Villers, D’une catéchèse de transmissión à une catéchèse d'initiation, o.c.
- Catequesis sobre todo de adultos y «adulta». De la tradicional catequesis infantil a
infantilizante se debe pasar decididamente a la catequesis de adultos y «adulta». La
preferencia tradicional por el mundo de los niños tiene que ceder el peso a la prioridad de la
catequesis de adultos y verdaderamente «adultos», es decir, aquella que, sin abandonar la
educación religiosa de niños y jóvenes, pone en el centro de la atención al mundo adulto y,
sobre todo, trata cuidadosamente de respetar las reales condiciones y exigencias de los
hombres y mujeres de hoy. Esto representa hoy, a no dudar, un gran reto cultural y
pedagógico. En este ámbito de problemática, una catequesis que quiera ser de verdad
«adulta» tendrá que reconocer la situación de crisis de la figura tradicional del «buen
cristiano», y promover un nuevo modelo de cristiano adulto, de fe personalizada,
actualizado culturalmente, activo y corresponsable, comprometido y critico28.
Se trata, por tanto, de una experiencia catequética llevada a cabo en forma armónica y
global por toda la comunidad cristiana en estado de formación permanente en la fe. Esta
catequesis queda abierta a la libre participación de todos, sin separación de edades o
condiciones, en una dinámica compartida de escucha de la palabra y de reflexión
comunitaria sobre el camino de la fe. Por esta condición de libertad y apertura es llamada
también «catequesis de proposición».
Dicho con otras palabras: la catequesis hoy no puede ser «sólo» catequesis. Y si el
Directorio prevé que la catequesis en la Iglesia particular está organizada y coordinada
globalmente por medio del «proyecto diocesano de catequesis» (DGC 274-275), no hay
28
Cf. E. Alberich - A. Binz, Catequesis de adultos. Elementos de metodología, 2ª ed. Editorial CCS, Madrid
2005, pp. 113-118.
29
Cf. Afrens, La catéchèse de cheminement; Derroitte, Por una nueva catequesis, pp. 118-121
30
Cf. H. Derroitte, Por una nueva catequesis, p. 118.
31
Cf. Die Deutschen Bischofe, Katechese in veränderter Zed, Nº 5
que olvidar que tal proyecto debe ser considerado parte de un proyecto mas amplio y
global.
- Hacia una nueva relación entre catequesis y liturgia.32 Necesitamos repensar y acentuar
más la relación entre catequesis y liturgia, que no siempre ha recibido la atención que
merece. La catequesis debe conservar siempre una relación estrecha con la celebración
eucarística dominical y con el curso del año litúrgico. Y para esto será importante cuidar
bien la iniciación en la liturgia, a través de la educación para los gestos, símbolos y
sentimientos propios del tejido celebrativo litúrgico.
También se subraya hoy la importancia de la dimensión mistagógica de la catequesis, como
profundización y explicitación de lo que se ha vivido en la celebración. De esta manera, la
catequesis no solo precede la liturgia sino que en ocasiones le sigue, según la lógica de la
exigencia hermenéutica: primero se hace experiencia, se vive; después se explica lo vivido.
32
Cf. Villepelet, L’avenir de la catéchèse, pp. 43-51.
33
K. H. Schmitt, Erfolgreiche Katechese. Ermutigungen für die Praxis, Kösel-Verlag, Munich 2000.
- Catequesis abierta al diálogo interreligioso e intercultural. A una catequesis celosa por
la defensa a ultranza de la propia identidad, debe suceder un talante abierto y dialogante,
sensible al problema ecuménico y capaz de promover el entendimiento y la convivencia
pacifica entre personas de creencias y opiniones diversas.
Cada vez se destacan con más evidencia dos lugares privilegiados para la catequesis: la
comunidad cristiana y la familia.
La comunidad cristiana
Todo ese anhelo comunitario -Denis Villepelet lo llama «défi communautaire»35 trae
consigo muchos problemas y exigencias: la necesidad de crear un nuevo tipo de
comunidad; de promover comunidades vivas, abiertas, convincentes, con «sentido de la
comunidad» y «sentido de Iglesia»; el peligro, nada imaginario, de comunidades con graves
síntomas de inautenticidad, síntomas patológicos (espíritu de secta, absolutización del
Propio carisma, formas deformadas de ejercicio de la autoridad, etc.). No por nada se dice a
veces que, en vez de tener «comunidades de comunidades», nos encontramos más bien con
«archipiélagos de comunidades».
La familia
34
Departamento de Catequesis (DECAT) [...], Líneas comunes de orientación para la catequesis en América
Latina, 2ª ed., Centro de Publicaciones CELAM, Bogota 1986, p. 41.
35
CF. Villepet, L'avenir de la catéchèse, pp. 71-86.
La familia tiene que volver a ser un lugar privilegiado de educación en la fe, de despertar
religioso y de integración comunitaria de las nuevas generaciones. Esta valoración
catequética de la familia (DGC 226-227) debe llevar a superar la posición absentista y
pasiva de los padres, que con demasiada frecuencia «delegan» en otros la educación
religiosa de los hijos. Se trata de delegar y acrecentar las posibilidades educativas y
catequéticas de la familia, en cuanto célula eclesial y lugar privilegiado de educación de la
fe, por media de una catequesis sobre todo experiencial y ocasional.
Es verdad que hoy estamos ante una evidente crisis de la familia, ante la presencia de
muchas familias irregulares, de situaciones problemáticas, a veces dramáticas. Y existe
también una fuerte crisis de la función educativa y la quiebra de la transmisión de valores
de los padres a los hijos. El problema afecta de modo especial al sector concreto de la
educación religiosa o de la comunicación de la fe. El tradicional proceso de socialización
religiosa en la familia no funciona por lo general: la fe ya no pasa de padres a hijos.36
Y sin embargo, no obstante las dificultades, tanto la experiencia como la reflexión
pedagógica y sociológica actual siguen considerando a la familia como el ambiente ideal
más capacitado para poner las bases de una auténtica educación, tanto general como
religiosa. Pese a la crisis, la familia sigue siendo el primer agente de socialización de niños
y adolescentes.37 Por eso hay que estar convencidos de que la familia no sólo puede, sino
que debe ser lugar de educación religiosa. No solo: debe estar convencida de poder
desempeñar un papel imprescindible, único, en gran medida insustituible.
A este respecto contamos hoy con muy valiosas experiencias de «catequesis familiar», en
sus distintas versiones.38
Hoy día resulta cada vez más problemática la escuela -en una sociedad pluralista y en gran
parte secularizada- como ámbito de educación de la fe y lugar de ejercicio de la catequesis
eclesial. De ahí que se afirme por lo general la distinción y complementariedad entre la
catequesis eclesial y la enseñanza religiosa escolar (ERE; cf. DGC 73-75). Esta tiende a
asumir los rasgos de una aproximación educativa y cultural al hecho religioso. En la
globalidad de sus manifestaciones.
36
Cf. J. Gevaert, Primera evangelización. Aspectos catequéticos, CCS, Madrid 1992, pp. 27-29; J. Martin
Velasco, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, Sal Terrae, Santander 2002.
37
Cf. J. A. Pagola, «La familia, "escuela de fe". Condiciones básicas», Sal Terrae 85 (1997) 1005, 743; H.
Derroitte, Por una nueva catequesis, pp. 122-123.
38
F. Garcia Ahumada - J. Silva Soler (Eds.), Congreso Internacional de Catequesis Familiar de iniciación
eucarística, Santiago de Chile, Facultad de Teología Católica de la Universidad de Tubingen, Alemania -
Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile - Instituto Superior de Pastoral
Catequética de Chile «Catecheticum» 2005; E. Alberich, Principales desafíos de la catequesis familiar de
iniciación a la eucaristía y caminos de respuesta, ibid., pp. 89-114.
tomar decisiones series y fundadas ante la religión; fomentar en las nuevas generaciones el
diálogo y la tolerancia entre personas de convicciones religiosas diferentes.39
- El mensaje de una verdad «dada y prometida». Debemos pasar, por decirlo con una
formula típica de los catequetas holandeses, de la catequesis de la verdad «dada», a la
catequesis de la verdad «dada y prometida». Con esta expresión se subraya el peso de una
catequesis de la verdad ya poseída (verdad «dada»: catequesis solamente de certezas) a una
catequesis en cierto sentido inacabada, abierta a la búsqueda, a la oscuridad de la duda, a la
paciencia de la espera, sin olvidar los elementos seguros y definitivos de la fe cristiana. Se
presta atención así a la dimensión escatológica (dialéctica del «ya» y del «todavía no») de
la revelación cristiana.
39
No obstante, hay que reconocer que en el panorama actual sigue abierto el problema de la confesionalidad
de la ERE, y que muchos abogan por una ERE no confesional, obligatoria, pluralista y multidisciplinar. Para
una visión más completa de la problemática, cf.: E. Alberich, Catequesis evangelizadora, pp. 220-233.
sensibilidad de la cultura de hoy. Habrá que hacer de manera, como diría Juan Martín
Velasco, que la fe y la Iglesia sean de verdad «una casa intelectualmente habitable».
-Un mensaje «significativo». Más que una catequesis de la «verdad», necesitamos una
catequesis de la «significación». A la obsesión por la doctrina teológicamente correcta,
debe suceder la preocupación por asegurar el carácter «significante», vital, existencial,
«interesante», del mensaje transmitido. No es que decaiga el interés por la verdad revelada,
pero se considera más importante que se perciba en el mensaje transmitido su carácter
prevaleciente de «Evangelio», de buena noticia que da sentido a la vida y responde a sus
demandas. Ya un texto famoso de una carta mandada en nombre del papa a Paris, en 1964,
decía que la palabra de Dios debe resonar para cada uno como una apertura a sus
problemas, una respuesta a sus preguntas, la dilatación de los propios valores y al mismo
tiempo la satisfacción de sus aspiraciones más profundas: en una palabra, «como el sentido
de su existencia y el significado de su vida». Estas palabras, dichas hace más de 40 años,
constituyen todo un programa de revisión catequética y un desafío que la catequesis actual
esta muy lejos de haber tomado en serio.
- Una pedagogía de creatividad. Ya hace tiempo que la reflexión catequética habla del
paso de una pedagogía de la asimilación a la pedagogía de la creatividad. Se solicita así el
paso de una catequesis de simple «asimilación», de pura recepción de un contenido
prefabricado, a una catequesis de creatividad y corresponsabilidad (DGC 157). Estamos
ante una tarea muy delicada, que requiere tacto y discernimiento. En la catequesis,
especialmente con los jóvenes y adultos, no se trata de intentar reproducir tal cual el
modelo de cristiano y de Iglesia que hemos heredado del pasado. Hoy se impone la
promoción do una realidad nueva, el ejercicio de una imaginación creadora que, sin
traicionar la identidad perenne de la fe cristiano, permite a los creyentes de nuestro tiempo
forjar una forma nueva de ser cristianos, de vivir en comunidad, de construir Iglesia.