Hinkelammert - Democracia y Totalitarismo
Hinkelammert - Democracia y Totalitarismo
Hinkelammert - Democracia y Totalitarismo
y
TOTALITARISmo
SEGUNDA EDICION
DEfflOCRACIA
y
TOTAUTARUfflO
CONSEJO EDITORIAL
Franz J. Hinkelammert
Pablo Richard
Cannelo Alvarez
Jorge David Alllj
EQUIPO DE INVESTIGADORES
Eisa Tamei
Victorio Araya
Amoldo Mora
RaquelRodríguez
Helio Gallardo
Franz J. Hinkelammert
DemOCRACIA
-Y
TOTAllTARISmo
colección
•
economía- teología
321.4
H663d2 Hinkelammert. Franz J.
Democracia y totalitarismo/ Franz J. Hinkelammert.
-2a. ed.- San José, Costa Rica, DEI, 1990.
280 p. , 21 cm. -(Colección Economía-teología)
1. Democracia
2. Teología
3. Totalitarismo
L Título. II. Serie
EDITORIAL DEI
Depanamento Ecuménico de Investigaciones
Apartado 390-2070
SABANIU..A
SAN JOSE- COSTA RICA
Teléfonos S3-02-29 y S3-91-24
Télex 3472 ADEI CR
Fax53-15-41
Prefacio ........................................ XI
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Por tanto, los condicionantes de la solución económica serán también
los condicionantes de la estructura política posible. Ningún ilusionismo
o utopismo democrático podrá cambiar este hecho: la democracia
posible, es aquellaque es capaz de generarestructuraseconómicasque
funcionen en favor de los interesesde lasmayor(as.
El libro que presentamos se orienta en esta línea. Se trata de un
conjunto de artículos, conferencias y manuscritos escritos en los últi-
mos al'ios (desde 1979) y que están orientados a elaborar ideas referen-
tes a la formación de las democracias posibles en América Latina. De
hecho, todos forman un conjunto. Aunque cada uno se puede leer,
en sí, como un trabajo completo, de hecho solamente en el conjunto
de todos ellos se puede revelar la intención del autor. Fueron concebi-
dos y escritos con la perspectiva de formar un conjunto, para ser inte-
grados en este trabajo mayor sobre la democracia, que ahora presenta·
mos.
El trabajo central del libro es el artículo Democracia,Estructura
Económico-Socialy Formación de un sentido común legitimador.
De hecho, todos los otros trabajos se ordenan alrededor de la problemá-
tica esbozada en éste. Se trata de una presentación de la democracia a
partir de los derechos humanos, incluyendo entre éstos los derechos
económicos y sociales. Pero la democracia no está entendida como un
conjunto de valores, sino como una estructura política que administra
el poder en la sociedad. Aunque contiene valores, la democracia es nece-
sariamente la institucionalización de éstos. Al institucionalizar los valo-
res democráticos -que, al fin, son los derechos humanos- los vincula
con el ejercicio del poder. Se trata, por tanto, de la pregunta por el
ejercicio democrático del poder. Eso explica la dimensión económica de
la discusiQn sobre la democracia.
El ejercicio democrático del poder, tiene que asegurar que todo
poder se e_jercite ·en función del conjunto social, de todos los sujetos.
Por lo tanto, tiene que asegurar un orden económico tal que todos
puedan integrarse en la sociedad sobre la base de su trabajo, del cual
derivan un ingreso que les permite un nivel de vida digno según el
juicio de todos.
Esta problemática económica, desde. el punto de vista del ejercicio
del poder democrático, se trata en la primera parte del libro: Economía
y reproducciónde la vidahumana. En un primer capítulo sobre Proble-
mas actuales de la economía política, se analiza el tratamiento de la
reproducción de los factores de producción y, especialmente, de la
fuerza de trabajo en el pensamiento económico. De hecho, solamente la
economía política -sea burguesa o marxista- trata el problema eco-
nómico como un problema de reproducción. La teoría económica
neoclásica rechaza el aspecto de la reproducción, lo que hace imposible
siquiera concebir derechos humanos económicos.
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La Transformación de la naturaleza
en valores de uso
También una teoría de la división social del trabajo se refiere a la
relación entre medios y fines. Sin embargo, para desarrollar todos los
componentes de la división social del trabajo, tiene que insertarse en
una concepción adecuada del trabajo mismo, del productor-i!ujeto y de
los fines. El trabajo es una actividad encaminada hacia un fin. El sujeto
del trabajo ~l trabajador o productor- es el hombre. Este hombre es
un ser natural y, como tal, parte de la naturaleza y dirige su actividad
hacia la transformación de la misma naturaleza. Esta transformación
de la naturaleza por el hombre -de la que él mismo es parte-= es una
necesidad del hombre, porque sin ella el hombre no puede satisfacer
sus necesidades materiales, siendo para él, una cuestión de vida o muer-
te. Este trabajo produce productos, que pueden ser valores de uso en el
grado en que sean capaces de satisfacer necesidades materiales. La base
de la definición del trabajo, por lo tanto, es el carácter material de la
naturaleza y de los productos.
De esta forma, para que el hombre pueda satisfacer sus necesida-
des materiales tiene que transfonnar la naturaleza material en productos
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TrabajoHumano
ley autoafirmada
/que ordena impulsos
~
supeditación~
/ valores fonnales
áctividad ~ (atenci6n) --..........
del sujeto fin ámbito de
(trabajo) ~ necesidad
edlos técnicos
materiales 7
especificación
proyecto
~ anticipativo
(voluntad)
abundancia
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medios de vida
(condición de la dimensión espacial
posibilidad de la vida
del productor}
hl
PJ (CC)
h2
P2 (CC)
hl
PJ (CC)
____________ h P4 (MP)
MP medios de producción
ce canasta de consumo
h = hora de trabajo
P(CC) = producto de consumo
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Hablamos de un sistema de división del trabajo cuando nos referi-
mos a un conjunto de procesos de trabajo entrelazados entre sí, que
producen todos los medios de producción que se utilizan en cada uno
de los procesos de trabajo y todos los medios de vida que entran en la
canasta de consumo de sus productores. En ténninos estrictos, la eco-
nomía actual constituye un solo sistema de división del trabajo, que es
un sistema mundial. Históricamente, en cambio, aparecen sistemas de
división del trabajo múltiples, a partir de la economía tribal primitiva,
que ya constituye tal sistema. La historia de la división del trabajo
es la historia del entrelazamiento entre sistemas de división del trabajo,
hasta llegar a la constitución de un sistema mundial. Tales sistemas de
división del trabajo son sistemas de división social del trabajo, siempre
que los procesos de trabajo correspondan a la especialización de fun-
ciones de trabajo entre varios productores. De hecho, todos los sistemas
de división del trabajo son sociales. Solamente en términos de un mode-
lo de Robinson se puede pensar un sistema de división del trabajo, que
no sea social.
Sin embargo, conviene tener presente la diferencia, porque no es
necesario que a cada uno de los procesos de trabajo corresponda siem-
pre una especialización del productor. Cuanto menos desarrollada
está la división social del trabajo, más procesos de trabajo diversos son
manejados por un solo productor. El carácter social de la división del
trabajo se deriva, sin embargo, del hecho de que las interdependencias
entre los procesos de trabajo obligan a interdependencias entre los suje-
tos, en el grado en el cual los procesos de trabajo están distribuidos
entre varios productores. Estas interdependencias, transforman enton-
ces la relación entre procesos de trabajo en relación social entre produc-
tores, y su actividad económica en acción objetivamente social,es decir,
independientemente del sentido subjetivo que estos productores dan a
su actividad económica.
Tal sistema de división social del trabajo es necesariamente, siempre
un sistema cerrado. Una teoría económica y social que se basaen una
teoría de la división del trabajo, no puede conocer sistemas "abiertos".
Un sistema de división social del trabajo "abierto", es un sin sentido,
un absurdo. La idea de sistemas sociales abiertos solamente puede
aparecer si se abstrae de la división social del trabajo. Pero ni siquiera
en este caso es coherente. Cualquier sistema aparentemente abierto es
siempre y necesariamente, parte de un sistema global cerrado. Esto es evi-
dente en el caso del sistema mundial de división social del trabajo. Si efec-
tivamente ·hoy hemos llegado a tal sistema, este es necesariamente cerrado
-siendo redonda la tierra-y cualquier economía nacional o regional no
constituye sino un subsistema semiabierto de este sistema cerrado. Una
economía nacional es "abierta", porque se encuentra en intercambio con
otras economías nacionales. Exportaciones e importaciones son los
indicadores. Sin embargo, estos mismos indicadores, senalan precisa-
mente, que la economía nacional es subsistema semiabierto de un siste-
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Advertencia Previa
Las consideraciones siguientes sobre el entrelazamiento de la políti-
ca del desarrollo, del medio ambiente y de la paz, hacen el intento de
formular ésta su conexión interna a partir de un elemento, que desde
el punto de vista de los países sub-desarrollados se muestra cada vez
más como decisivo: se trata del problema del desempleo. Más que en los
países desarrollados centrales, el desempleo resulta el problema decisivo
en la política económica de los países sub-desarrollados. Resulta, que la
pauperización creciente en estos países se puede solamente entender
como una consecuencia del desempleo y que la represión política y
policíaca es orientada cada vez más a la supresión de las muchas conse-
cuencias del desempleo masivo, que en muchos países llega a cifras de
alrededor del 40%de la fuerza de trabajo. Desde el punto de vista de los
países sub-desarrollados, el desempleo aparece, de manera creciente,
como la amenaza principal para el sistema capitalista mundial, sin negar
que también en los últimos aflos se ha transformado en un problema
clave del capitalismo en los países desarrollados centrales.
Este hecho tiene una influencia decisiva sobre el carácter de los
movimientos revolucionarios en los países sub-desarrollados. Ya no se
componen predominantemente por el proletariado organizado, sino
por grupos sociales excluídos del status de un proletariado integrado y
asegurado por relaciones de trabajo duraderas y de largo plazo. La
dinámica revolucionaria parte más bien de grupos que viven en rela-
ciones de trabajo sumamente precarias, que no permiten una existen-
cia humana segura. Hasta el término desempleo es poco exacto, porque
este presupone relaciones de trabajo predominantemente duraáera. Sin
embargo, tal situación no está dada para la mayoría de la poblacióu de
los países sub-desarrollados.
El hecho de que este sub-proletariado haya llegado a ser un nuevo
grupo dinámico, se mostró especialmente en Centroamérica, en la revo-
lución Sandinista de Nicaragua, en la cual el sub-proletariado toma la
• Conferencia pronunciada el 5/6/1982 en el "Forum far Frieden, Okolo¡le
und Entwicklung'' del Gustav Stresemann-Institut Bonn y de la redacci6n del
periódico Entwlcklunppolltik (EPD), Frankfurt.
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iniciativa y el proletariado propiamente tal, solamente participa de una
manera mucho más esporádica. Algo parecido se da hoy en la situación
de El Salvador y Guatemala.
Esta situación de fondo ha llevado a un cambio de las expresiones
ideológicas de tales movimientos revolucionarios. Cada vez más, el dere-
cho a la vida se transforma en un criterio decisivo y una exigencia
primordial, a partir de la cual se entiende la sociedad actual como una
sociedad que condena a muerte a la mayoría de sus miembros. El
derecho a la vida implica, naturahnente, el derecho frente a las arbitra-
riedades de la policía y de los aparatos estatales, pero es entendido,
ante todo, como el derecho de vivir en una sociedad en la que cada uno
de sus miembros pueda satisfacer sus necesidades básicas por un trabajo
seguro. No cabe duda de que esta forma del derecho a la vida es incom-
patible con la existencia de la sociedad burguesa capitalista y, por lo
tanto, tiende a llevar hacia la afirmación de movimientos socialistas
revolucionarios. Sin embargo, en su centro se encuentra un movimiento
radical de reforma, que no se dirige tanto a la nacionalización de los
medios de producción, sino más bien a una planificación económica
capaz de asegurar el derecho a la vida, en oposición a un mercado que
es considerado como una amenaza para la vida humana.
Al derecho a la vida, así entendido, le corresponde un concepto de
libertad, según el cual, las posibilidades materiales de la existencia
humana son la condición de una sociedad libre, su base material, sin la
cual no es posible la libertad humana.
Especialmente en Centroamérica, pero también en toda América
Latina con su fuerte tradición cristiana, este énfasis especial en el
derecho a la vida encontró una expresión específicamente religiosa.
La interpretación tradicional del cristianismo en América Latina enfati-
za la muerte, lo que se evidencia, particularmente, en el énfasis qui: da
la religiosidad popular a la Semana Santa y al Viernes Santo. No hay
ninguna otra región del mundo en la que el cristianismo haya sido en-
tendido, tan exclusivamente, como religión de la cruz, como lo es,
precisamente, en América Latina. La celebración de la Semana Santa
ha sido el centro de la religiosidad y ésta termina el Viernes Santo,
con el resultado de que el Domingo de Resurrección no juega casi ningún
papel. En el grado en que aparecen movimientos populares que luchan
por una nueva sociedad basada en el derecho de todos a la vida, resulta
una transformación interna de este aspecto central de la religiosidad
popular. En el curso de los aftos setenta se percibe cada vez más a la
resurrección como el centro del cristianismo y se llega a transformar
así, la celebración de la Semana Santa. Mientras en la ideología políti-
ca de los movimientos populares, la polaridad vida o mu?rte llega al
primer plano, en la médula de la religiosidad popular aparece esta
misma polaridad, pero en la forma de resu"ección y crucifixión. La
resurrección aparece como victoria sobre la cruz, la vida como victoria
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criterio formal de decisión. Este criterio no orienta, necesariamente,
hacia la maximización absoluta de las ganancias. Orienta hacia la
ganancia en el sentido de, que no se pueden realizar acciones de cual-
quier índole, orientadas a cualquier fin, sin poder esperar una ganancia
mínima correspondiente. Resulta así la pregunta obvia de en qué
grado esta orientación por las ganancias influye sobre los fines de la
actividad subordinada a esta orientación y en qué grado excluye deter-
minados fines.
El criterio de la ganancia no es el único criterio formal de decisión
a partir del cual se puede constituir el sistema de coordinación de la
división social del trabajo. El criterio formal de decisión contrario al
criterio de la ganancia, es el criterio del crecimiento, que también puede
tener la forma de maximización absoluta del crecimiento, sin que eso
sea necesario. Mientras el criterio de ganancias parte del resultado cuan-
titativo de la ganancia empresarial, el criterio del crecimiento parte del
resultado cuantitativo de la economía entera. Este criterio es tan formal
como el criterio de la ganancia y al igual que éste, sólo puede ser expr~
sado en términos de dinero y precios. Precisamente, a las relaciones de
producción socialistas corresponde un sistema de coordinación que es
constituído por este criterio formal del crecimiento económico. Los
criterios formales de la ganancia y del crecimiento pueden describir
los sistemas de coordinación correspondientes a las relaciones de pro-
ducción capitalistas o socialistas en forma polarizada.
Esto implica, que un sistema de coordinación orientado por el
criterio de las ganancias, produce determinados procesos de crecimien-
to, mientras que un sistema de coordinación orientado por el criterio
del crecimiento, tiene que tomar en cuenta la rentabilidad de sus empre-
sas. Sin embargo, nuestro problema es el siguiente: ¿en qué grado las
metas políticas son condicionadas por el propio sistema de coordina-
ción y en qué grado estos sistemas de coordinación son compatibles,
promueven o imposibilitan una política eficaz del desarrollo, del medio
ambiente y de la paz?
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La historia de esta doctrina social en sentido amplio es sumamente
diversa. Su constante parece ser más bien la convicción profunda, de
que la tierra es de todos los hombres, para que vivan de ella. A partir de
allí se formula el derecho al uso de la tierra por parte de todos, lo que
implica el derecho de todos a las posibilidades de la vida. Al ser fonnu-
Iada como una emanación directa de la voluntad de Dios y como un
derecho natural, esta afinnación es punto de partida de toda la reflexión.
Pero esta afinnación no es doctrina, aunque sea su base. La doctrina se
pronuncia sobre estructuras políticas en su referencia al derecho natural.
Por eso contiene efectivamente un pensamiento político, tan accidenta-
do y tan variado, como lo es la política que se ha llevado a cabo en
nombre del cristianismo. Así, la historia de la doctrina es una historia
de luz y de tinieblas, tal como la historia real, a la cual se refiere.
Incluso la esclavitud ha sido legitimada en determinados períodos -y
períodos largos- por esta doctrina.
Sin embargo, como cuerpo doctrinal cuya validez se sostiene hoy
en día, la doctrina social de la Iglesia católica data de la fecha de
aparición de la Rerum Novarum,aunque se conocen muchos anteceden-
tes, sobre todo durante todo el siglo XIX. Si bien también esta doctrina
se encuentra en un desarrollo continuo, no todos los cambios que se
introducen tienen igual trascendencia. Hay un período de relativa
estabilidad, que va desde la Rerum Novarum hasta el Concilio Vaticano
II. Sin embargo, a partir de Gaudium et spes, aparecen pensamientos
que significan cambios profundos en esta tradición, que irrumpen en
esta doctrina coherente y casi arquitectónicamente construida, vigente
hasta este concilio. Por lo tanto, podemos referimos a esta formulación
como la doctrina clásica, que era la doctrina establecida. En su formula-
ción nítida de los años cincuenta, es la doctrina que inspira a los gobier-
nos demócrata-<:ristianos de la postguerra en Europa.
El Concilio Vaticano II no da una nueva formulación coherente de
la doctrina, sino que introduce más bien elementos nuevos, que resultan
discordantes con el cuerpo doctrinal establecido. Aunque esta doctrina
establecida sigue siendo difundida, ha perdido mucho de su poder de
convicción. A partir de los elementos discordantes, en cambio, empie-
zan a darse nuevas reflexiones sobre la política, sin la aspiración de
constituir una doctrina. Surgen la teología política en Europa, y la
teología de la liberación en América Latina, las que buscan una nueva
relación con lo político, lo cual resulta incompatible con la doctrina
social establecida.
Aparecen así críticas sumamente duras a esta doctrina. Muchas
veces prevalece la creencia de que se puede prescindir completamente
de una reelaboración de la doctrina en vista de las nuevas perspectivas.
Po~ lo menos en América Latina, se puede decir que la preocupación
por la elaboración de una doctrina social, pasó a un nivel secundario, e
incluso, desapareció. La crítica de la doctrina social establecida se
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::Fm~
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-
Economía capitalista
de mercado
bi<n común --- ~·-~ --- ¡
Estado
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intermedios
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libertad
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l. derechos sociales
2. propiedad privada
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Burocraciay racionalidadformal
Nítidamente la racionalidad formal, como Weber la concibe, se
expresa en el cálculo de capital, hecho en ténninos de dinero. Sin
embargo, Weber percibe la burocratización de la dominación política y
de la propia empresa capitalista como una condición más del funcio-
namiento de esta racionalidad fonnal. Concibe por tanto la burocracia
misma como un instrumento de la racionalización formal. Su evolución
fonnal llega a ser la condición del desarrollo capitalista mismo. La
burocracia es competente, en cuanto se organiza en términos modernos,
y se organiza en tales ténninos, en cuanto se apoya en un derecho
fonnal:
Superior a la competencia de la burocracia lo es sólo la competencia
de los miembros de una empresa privada en el terreno de la "econo-
mía" (Economía y Sociedad, 11,p. 746).
Sin este desarrollo de la burocracia no habría sido posible el alto
desarrollo de la empresa capitalista. Es esta burocracia racional quien
recién hace efectivo el derecho racional. Como tal, el derecho se hace
calculable y la empresa capitalista puede llegar a los niveles de calcula-
bilidad que ha alcanzado. Lo que necesita el capitalismo ...
es un derecho con el que se pueda contar lo mismo que con una
máquina; los puntos de vista religioso-rituales y mágicos no han de
jugar en él papel alguno (op. cit, p. 1050).
Y como el dinero margina a la racionalidad material, el derecho
fonnal remplaza al derecho material:
El derecho romano fue aquí (lo mismo que en el resto) el medio que
siJvió a la erradicación del derecho material en beneficio del formal
(op. cit, p. 1050).
En el sentido de este derecho fonnal la burocracia moderna puede
actuar:
La estructura burocrática es en todas partes un prod,ucto tardío de
la evolución ... la burocracia tiene un carácter i.racional": La
norma, la finalidad, el medio y la impersonalidad "objetiva" domi-
nan su conducta. Por lo tanto, su origen y su propagación han
influido siempre en todas partes "revolucionariamente" en su sentido
especial . . . tal como suele hacerlo el progreso del racionalismo
en todas partes ( op. cit, p. 7 52).
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Una parte de la realidad sería algo así como una empresa determi-
nada, como la IBM, sacada del contexto de todas las empresas. Pero el
dinero no es parte de la realidad, y tampoco lo es de la burocracia. Es
un aspecto de la totalidad. Y cuando Weberhabla sobre el problema de
la abolición del dinero, habla del dinero como aspecto de la totalidad de
los fenómenos sociales. Si le parece que las ciencias no pueden hacer
eso, que no lo haga. Pero hacerlo y a la vez prohibirlo resulta ser la
prohibición de c.riticarlo.
Sobre la realidad infinita solamente puede hablar la mente humana
finita, si habla de un aspecto de esta totalidad. Por eso la totalidad sigue
siendo inconocible, sin estar totalmente fuera del al~ance de la razón.
Y cuando Marx habla de la totalidad, también habla de un aspecto de la
totalidad y también con mente finita. Pero habla desde otro aspecto
de esta misma totalidad de la cual Weber también habla. Si éste se
hubiera mantenido en el marco de su metodología explícita, sus análisis
mencionados anteriormente no los podría haber hecho.
Interesa por tanto ahora ver cómo Weber escoge el aspecto de la
totalidad a partir del cual hace su análisis. Sin mayor justificación parte
del dinero. Relaciona con el dinero el cálculo de capital. Con los dos
relaciona los valores que son condiciones del funcionamiento del dinero
y del cálculo de capital, y va después al análisis de la burocracia como
condición del funcionamiento de este cálculo de capital a nivel de la
empresa capitalista. Se trata de todo un edificio de condicionamientos
que Weber construye a partir del dinero y del cáJculo de capital. Vía
análisis de sus implicancias llega a la ética del mercado, a la burocracia y
a la moral del funcionario. Todos estos pasos los hace en términos
formales de funcionamiento del dinero. En estos términos, el hecho de
que la ética del mercado sea cqndición de funcionamiento del dinero,
no indica ninguna relación causal. No indica ni que el dinero es causa
de esta ética, ni que la ética es causa del dinero. Es válido aún en el
caso en el cual a veces el mismo Weber parece confundir esta relación
de condicionamiento formal con causación. Pero de por sí no indica
nada sobre alguna causación.
En términos formales, por tanto, todas estas relaciones dé condi-
cionamientos son invertibles. La ética del mercado es condición del
funcionamiento del dinero. Eso se puede invertir, diciendo que el fun-
cionamiento del dinero es condición de la ética del mercado. Lo mismo
ocurre con la burocracia como condición del cálculo de capital. El
cálculo de capital es condición del funcionamiento de una burocracia
formal del tipo que Weber conoce. Sin embargo, Weber no habla en
términos invertidos. Constantemente se refiere a dinero y cálculo de
capital como si fueran una especie de última instancia del edificio
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EL CONCEPTO DE LO POLITICO
SEGUN CARL ScHMITT*
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DEMOCRACIA,EsTRUCTURA ECONOMICO-SOCIAL
Y FORMACIONDE UN SENTIDO COMUN LEGITIMADOR
Introducción
Voy a partir de la tesis básica de que toda democracia actual
parte de la afirmación de los derechos humanos y se constituye como
la realización de un régimen de derechos humanos. Por lo tanto, las
democracias actuales -que aparecen desde el siglo XVII- se basan
en diferentes conceptualizaciones de diversos humanismos universales.
Eso, por supuesto, no excluye que sean conflictivas entre sí, denun-
ciándose muchas veces una a la otra como no-democráticas o de demo-
cracia aparente, sosteniendo cada una ser la verdadera democracia o su
realización más acabada. De esta manera, en cuanto al fenómeno de las
democracias actuales, podemos -en una primera visión- enfocarlo
como sistemas políticos que en sus teoretizaciones y en sus declaracio-
nes se guían por un universalismo de los derechos humanos, lo que
siempre implica que se legitiman por el interés de todos y que generan,
pretendida o realmente, sus poderes políticos a partir de la voluntad de
todos, siendo considerados todos como sujetos que generan el propio
poder político, y por lo tanto, todos los poderes. En esta percepción
amplia, incluimos en el conjunto de las democracias actuales tanto las
sociedades socialistas de hoy como también las sociedades capitalistas,
y en caso extremo, hasta los regímenes de Seguridad Nacional, que se
entienden como regúnenes de excepción dentro de la sociedad demo-
crática burguesa. Con eso, la democracia actual incluye prácticamente a
todos los regúnenes políticos. Hay solamente una importante excep-
ción de una sociedad, que ni pretende ser ni es democrática y que no se
inspira, bajo ningún punto de vista, en una raíz democrática de este
tipo. Se trata del fascismo del tipo del Nazismo alemán que niega cual-
quier validez a los derechos humanos universales como también a las
relaciones democráticas. En el mundo actual río se presenta un movi-
miento de este tipo, aunque no hay ninguna garantía de que no pueda
volver a aparecer.
Si, entonces, definimos la democracia en términos tales que todas
las sociedades actuales aparecen enraizadas en una tradición democrá-
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Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
tica, esta defuúción no puede servir para discernir entre los diferentes
tipos de democracia. Tenemos que ir más allá de esta definición para ver
las fonnas en las cuales estas democracias se diversifican y generan la
especificidad de las sociedades, que se entienden como democráticas y
que posterionnente se pueden enfrentar en conflictos a muerte sobre el
carácter democrático de sus instituciones correspondientes. Recién en
esa discusión es posible el análisis de la legitimidad de democracias espe-
cíficas en relación con otras sociedades, que se autointerpretan igual-
mente como democráticas, pero que lo hacen sobre la base de especifi-
caciones diferentes o contrarias. En este mismo contexto, entonces,
aparece el análisis de los derechos humanos, cuya especificación se
produce en el propio proceso de institucionalización de la democracia.
Vamos a discutir esta especificación de los derechos humanos
universalista y de las instituciones democráticas a partir de algunas
raíces fundantes del pensamiento sobre la democracia. Se trata de las
teorías de la democracia en la línea del pensamiento de John Locke, de
Rousseau y de Marx-Lenin. En estas líneas se han formado tradiciones
de pensamiento sobre 1a democracia que siguen vigentes hasta hoy y se
reflejan en la constitución de las democracias del mundo actual.
Todas estas teorías de 1a democracia tienen en común el hecho de
que no discuten acerca de mecanismos electorales, aunque todas supo-
nen su existencia. Ninguna declara la decisión mayoritaria, ni siquiera la
decisión unánime, como legítima de por sí. Todas se dedican más bien
a la elaboración de criterios que permitan juzgar las decisiones democrá-
ticas en cuanto a sus resultados, estableciendo, por tanto, elementos de
juicio para determinar hasta qué grado las decisiones mayoritarias son
efectivamente decisiones válidas o descartables. 1 Parahacer eso, parten
de una declaración de los derechos humanos, elaborando en seguida los
casos de suspensión de estos mismos derechos en situaciones de emer-
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El Estado y la suspensión
de los derechos humanos
Las teorías de la democracia se centran todas en la legitimación de
este principio de jerarquización, derivado de las relaciones sociales de
producción. No se interesan mayormente ni en el mecanismo de las
elecciones ni en completar algún listado de derechos humanos, aunque
todas tengan la soberanía electoral y los derechos humanos corno su
punto de partida. Por eso no declaran jamás ningún derecho de las
mayorías de por sí, derivado del hecho formal de ser mayorías. Derivan
más bien este derecho fundamental, que sirve corno principio de jerar-
quización de todos los derechos humanos, y lo transforman en la
voluntad objetiva irrenunciable de todos los seres humanos. El derecho
fundamental aparece por tanto como la garantía en última instancia de
todos los derechos humanos, cualesquiera que éstos fueran.
Siendo irrenunciable, ninguna mayoría, en ningún lugar ni en
ningún momento, tiene la legitimidad de ponerse por encima de este
derecho fundamental, es decir, de las relaciones sociales de producción.
Por lo tanto, las teorías postulan un criterio objetivo que limita la
legitimidad de la decisión mayoritaria, independientemente del sistema
de elección. Las mayorías pueden decidirlo todo, excepto lo funda-
mental, que es la vigencia del principio de jerarquización. Las teorías
de la democracia elaboran por lo tanto una mayoría objetiva que vale
en principio, en contra de la cual ninguna mayoría de hecho, puede ser
legítima.
En términos de Rousseau, se trata de la distinción entre la volun-
tad general, que es una voluntad a priori, y la voluntad de todos, que
es una voluntad a posteriori. En caso de conflicto entre ambas, preva-
lece la voluntad general corno raíz de todas las legitimidades. Aunque
las otras teorías de la democracia nó usen las mismas palabra1, tienen
infaliblemente distinciones análogas entre un interés general a priori y
mayorías a posteriori, cuya legitimidad depende completamente de si
se mantienen dentro del marco de lo postulado por el interés general
a priori.
De esta manera, pasamos desde los derechos humanos a la consti-
tución de un derecho fundamental, que es principio de jerarquización
de todos los demás derechos humanos y que se identifica con las rela-
ciones sociales de producción como forma de acceso a la producción y
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S. Locke pone la propiedad encime del mundo entero. De esta manera y conside-
rando la propiedad privada como ley natural, ley de Dios y del género humano,
transforma imaginariamente toda resistencia en contra de tales relaciones de pro-
ducción en un acto de agresión en contra del género humano y de Dios mismo.
Crea una imaginación tal, que cualquier acto de conquista, de expansión o coloni-
zación se transforme en un acto de legítima defensa del género humano, represen-
tado por el propietario privado. Toda agresión burguesa aparece ahora como acto
de defensa legítima frente a agresores, que ni tienen le mis mínima intención de
agredir a nadie. La conquista de todo el mundo se transforma en un acto de defen-
sa propia, en guerra justa. Todo el mundo, hasta en el caso de ni conocer la pro-
piedad privada, es transformado en agresor.
De esta guerra justa Locke deriva la legitimación de poderes absolutos,
arbitrarios y despóticos frente a cualquier grupo humano, que no tenga relaciones
capitalistas de producción.
El enfoque viene del teólogo español Vitoria, que tiene ye una imaginación
idéntica a la de Locke, con la única diferencia de que pone en el lugar de la pro-
piedad privada de Locke al cristianismo. Locke da una secularización del pensa-
miento de Vitoria, sustituyendo el cristianismo por la propiedad privada. Sobre el
pensamiento de Vitoria ver: Francisco Morales Padrón, Teor,'a y Leyes de la Con-
quista, Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación,
Madrid. 1979.
De esta guerra justa Locke deriva su legitimación de la esclavitud, del poder
absoluto y del despotismo. Se trata de la legitimación más descarada del trabajo
forzoso por esclavitud y del despotismo que existe en el pensamiento humano. Al
lado de le legitimación de la esclavitud y del despotismo hecha por Locke, la
legitimación de la esclavitud hecha por Aristóteles parece paternal Locke declara
la arbitrariedad absoluta frente a aquellos que pierden esta guerra juste de los
vencedores. Trabajo forzoso por esclavitud 1(Secc. 22), arbitrarla mutilación
(Secc. 23), despotismo absoluto (Secc. 178, /180). Los que pierden esta guerra
son como "lobos" o "leones", como "fieras", "criaturas peligrosas y dañinas",
(Secc. 16) son "enemigo comlin y la peste del género humano, y como tal tratado".
(Sece. 230). Al amo del esclavo le concede la propiedad absoluta sobre la vida del
esclavo, la que puede terminar en cuanto le plazca (Secc. 22).
Tiene su lógica que el mismo Locke invirtiera una parte de su fortuna en el
negocio de esclavos. (Según Maurice Cranston, John Locke, a Biography. 19S7,
citado por C.B. Macpherson, The Political Theory o.f possesive lndivldualism.
Oxford University Press, 1983, p. 2S3, nota S). Sin embargo, el anállsis de Mac-
pherson, que en otros aspectos es sumamente lúcido, es perfectamente ciego en
relación a la apologética del trabajo fonoso por esclavitud de parte de Locke, y
a toda la problemática de la inversión ideológica de los derechos humanos. Habla
más bien de "extravagancia de su lenguaje" (p. 240). Sobre la apolodtica de la
esclavitud dice: "Locke, obviamente (of course) justificaba también la esclavitud,
pero no lo hizo sobre la bese de una racionalidad Inherentemente diferente.
Solamente justificaba la esclavitud cuando un hombre hab{a perdido su propia
vida por faltas propias, por algÚn acto que merece la muerte (Secc. 23). Parece
que Locke pensaba de ella como un castigo adecuado pera sus criminales natura-
les." (p. 246, nota 1). El libro no tiene ninguna referencia más al problema, como
en general ocurre con la literatura sobre Locke.
Pero no es nada obvio, que el fundador del pensamiento democrático, que
declar6 "que todos los hombres son iguales por naturaleza" (Secc. S4), sea un
partidario ferviente de la esclavitud. Igualmente no es nade obvio, que hubiera en
EEUU en 1776 una declaración de derechos humanos en este mismo sentido,
cuyos autores ni siquiera percibieron que la igualdad humane declarada podría
estar en conflicto con til trabajo forzoso por esclavitud que exist{a en la sociedad
de Estados Unidos, que se mantuvo todavía casi cien años. Tampoco es obvio que le
Inglaterra liberal conquistó a comienzos del siglo XVIll el monopolio del mercado
de esclavos y lo mantuvo por 100 años, el peor per{odo de esclavitud de le histo-
ria humana. El liberalismo nació como una ideología que legitimaba de una
manera completamente nueva el trabajo forzoso por esclavitud y que tiene por
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Pero el hecho de que todas las sociedades actuales tienen sus raíces
en el movimiento democrático como aparece al final de la Edad Media
europea, no las une sino que las divide. Las divide por cuanto el punto
de partida común -los derechos humanos, no lleva a sociedades iguales,
dado el hecho de que las relaciones de producción, que sirven como
principio de jerarquización, son diferentes y hasta mutuamente exclu-
yentes. La raíz democrática común lleva al conflicto por la democracia
específica verdadera. Ideológicamente, este conflicto nuevamente se
presenta como conflicto por los derechos humanos, cuyo listado es
compartido, pero como se jerarquizan de maneras diferentes, el otro
siempre es visto como el violador de estos derechos humanos e incluso
como peligro a su misma vigencia en todas las dimensiones. Cada uno
aparece siempre con la humanidad misma de su lado y, por lo tanto,
con legitimidad absoluta en el enfrentamiento con el otro. El mismo
maniqueísmo que se da en las relaciones internas entre amigos y enemi-
gos, aparece ahora entre sociedades que se excluyen mutuamente y
que, en el mejor de los casos, pueden aspirar a una coexistencia pacífica.
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7. Se puede vincular este tipo de pensamiento con Carl Schmitt, un autor que hoy
recibe una nueva atención en América Latina (ver Carl Schmitt, El Concepto de lo
"poll'tico'; Folios Ediciones, Buenos Aires, 1984). Schmitt analiza muy lúcida-
mente los efectos desastrosos de la inversión ideológica de los derechos humanos.
"Maldecir la guerra como asesinato y después pretender de los hombres que
hagan la guerra y que en la guerra maten y se hagan matar a fin de que 'no haya
nunca más una guerra', es un engaño manifiesto" (p. 45). Se trata de un tipo de
inversión ideológica de derechos humanos, que es frecuente también en el pensa-
miento actual Schmitt piensa seguramente en la legitimación de la Primera Guerra
Mundial por el presidentll Wilson. Argumentaciones análogas las encontramos en
Stalin. cuando sostiene que, para que el Estado pueda desaparecer, hace falta
reforzarlo. En términos similares, Hayek se refiere al régimen de Pinochet en
Chile, justificando sus poderes absolutos en lm siguientes términos: "Poderes
absolutos que deberían usar. justamente, para evitar y limitar todo poder absoluto
en el futuro". (Friedrich A. Hayek. entrevista en El Mercurio, 12-4-81, Santiago
de Chile). El argumento de Hayek es el regreso a la legitimación del despotismo
absoluto por Locke.
Frente a estas inversiones de los derechos humanos Schmilt dellllara la no
existencia de tales derechos: "Si una destrucci6n física semejante de la vida huma-
na no deriva de la afirmación existencial de la propia forma de existencia frente a
una ~egación igualmente existencial de dicha forma, no puede tampoco encontrar
legltunación ••• Que la justicia no esté incorporada en el concepto de guerra es ya
ahora reconocido de manera general desde Crocio en adelante" (p. 45).
Schmitt contrapone tal concepto de guerra fuera de cualquier justicia a la
~ipocresía de la guerra derivada de la inversión ideológica que, según él, crea la
imagen del enemigo absoluto, que trae consigo la guerra absoluta. l'ero este enemi-
go absoluto es producto de la referencia a la humanidad, en nombre de la cual se
hace la guerra, se refuerza el Estado, se reclama poder absoluto. Lo que Schmilt
pretende se puede resumir: Dejemos las referencias a la humanidad, para ser real-
mente humanos. Que no haya derechos humanos para que el hombre sea respetado.
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10. Por tanto, las estructuras llevan a efectos no-intencionales de la acc,i6n Inten-
cional. Pero la intencionalidad sigue siendo lo básico y eJ punto departida de todo.
El cambio de estructuras de por sí no resuelve el problema, sino que permite resol-
verlo. Puede aseaurar, que las intenciones sean adecuadas para que los efectos se
logren. El cambio de estructuras no resuelve el problema ético, sino que lo presu-
pone. Sin un ethos que decida no excluir a ningún ser humano, las estructuras no·
pueden- efectuar tal inclusi6n. Pero sin estructuras adecuadas, el ethos no puede
realizarse y no puede llegar al efecto deseado. Por eso el etho, empuja al cambio
estructural. Ver Franz J. liinkelammert, "Befreiung, sozisle Sunde und sub-jektive
Verantwortung". In; Venetz/Vorgrimmler (ed.). Das Lehramt der Kirche und der
Schrei der Annen, Freiburg (schweiz) Munster 198S, p. 6076. Ver también
Carmelo E. Alvarez, Santidad y Compromiso, Casa Unida de Publicaciones,
México, 198S, que enfoca la santificación en este mismo sentido.
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14. Ver Max Weber, La Etica Protestante y el Esp{rltu del Capitalismo. Editorial
Diez, Buenos Aires, 1976.
El gran límite del enfoque de Max Weber está en el hecho de que .lamás logra
aplicar el método utilizado y los resultados de su análisis a su propio tiempo. La
lucidez, con la cual Weber analiza el tema, desaparece completamente cuando se
dirige al análisis del movimiento socialista de su tiempo, que en cuanto a una
nueva sociedad por venir, es algo análogo a lo que la ética protestante fue para el
capitalismo. Weber no logra descifrar sus propios análisis, para poder aplicarlos a
su tiempo presente. Eso explica también, por qué Weber puede interpretar su
análisis como refutación del materialismo histórico sin percibir y evaluar el hecho
de que sus principales resultados ya están contenidos en los escritos tanto de Marx
como de Engels. Pero los movimientos socialistas hacen de hecho un reordena-
miento del mundo mítico-religioso, que prepara en esta dimensión nuevas relacio-
nes sociales de producción. Ver Franz Hinkelammert. La afirmación de las estruc-
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16. Este sacrificio para que no hayan sacrificios, se ha vinculado muy temprana-
mente con la tradición cristiana. Se nota eso ya en la Ep{stola a los Hebreos. El
resultado general del análisis del sacerdocio de Cristo es: "Ahora bien, donde el
perdón es un hecho, se acabaron las ofrendas por el pecado" (Hebreos 10, 18). Se
declara el fin de los sacrificios. Pero a la vez se dice: '"Pues para los que fueron
iluminados una vez, han saboreado el don celeste y participado del Espíritu Santo,
han .saboreado la palabra favorable de Dios y los dinamismos de la edad futura, si
apostatan es imposible otra renovación, volviendo a crucificar, para que se arre-
pientan ellos, al Hijo de Dios, es decir, exponiéndolo al escarnio" (Heb. 6, 4-6). Se
declara que los apóstatas vuelven a crucificar, es decir, a sacrificar al Hijo de
Dios. Se regresa, por tanto al sacrificio, sin ser salv(fico. Pero aquellos que vuelven
a sacrificar al Hijo de Dios, son ahora, sacrificados de nuevo: '"Cuánto más castigo
piensan ustedes merecerá uno que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha juzgado
impura la sangre de la alianza que lo había consagrado y que ha ultrajado al Espí-
ritu de la gracia. Sabemos muy bien quién dijo aquello: 'Mío es e-1desquite, yo
daré a cada cual su merecido', y también: 'El Señor juzgará a su pueblo. Es
horrendo caer en manos del Dios vivo' (Hebreos 10, 29-31 ),
Es la crucifixión de los crucificadores, ahora presentada como el sacrificio de
los que sacrifican al Hijo de Dios. Es la raíz cristiana de la inversión del amor al
prójimo. Es terrorífica la historia de estos textos, que culminó en las llamas de
los herejes quemados por la inquisición, que ni hoy se han apagado. Se trata de
sacrificios humanos rituales, pero no aparecen así. Pero seres humanos son sacrifi-
cados ad mayorem Dei gloriam.
Lo verdaderamente horrendo es que se sostenga, que sea horrendo caer en
las manos del Dios vivo.
Sobre la crucifixión de los crucifica dores, ver Franz J. Hin kelammert, Las
Armas Ideológicas de la Muerte, op. cit., 111Parte.
La inversión ideológica de los derechos humano.~ no hace sino una seculari-
zación de este arquetipo agresivo. Esclavitud para los esclavizadores, dice John
Locke. Despotismo absoluto para los déspotas. Y hoy el gobierno de Reagan dice:
Terrorismo para los lerroristas. Lo que se hace es sacrificar, crucificar, esclavizar,
someter al despotismo y terrorismo a los seres humanos. Se lo hace, para que no
haya más sacrificio, crucifixión, esclavitud, despotismo absoluto y terrori~mo.
Pero todo eso que se pretende abnlir, se lleva a su culminación e infaliblemente
ad mayorem Oei gloriam o ad mayorem humanitatis gloriam.
Lo que se trata de disolver, y eso es el sentido tlel sacrificio de Cristo, es este
sacrificio ad mayorem Dei gloriam, aunque solamente sea posible en un marco
aproximativo. La inversión ideológica es precisamente Ja ley, que según San Pablo,
da mue-rte,
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18. Ver sobre esta interpretación a J on Sobrino, Crisrologra desde Amhica J.atirra,
Ediciones CRT, México, 1976. También Franz J. Hinkelammert, "El Dios Mortal:
Lucifer y la Bestia. La Legitimación de la Dominación en la tradición Cristiana".
En: Tamez/Trinidad, ed., Capitalismo: Viole,rc/a y Arrti-Vida,DEI-EDUCA, San
José, 1978, p. 199-314, especialmente p. 213-216.
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DELMERCADO TOTAL
AL IMPERIO TOTALITARIO*
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Y Trotski decía:
El promedio humano se va a erigir hasta el nivel de un Aristóteles,
Goethe, Marx. Por encima de esta cima se van a erigir nuevas cúpulas.
Reagan une esta utopía que él llama "la verdadera revolución de la
paz en libertad" con utopías de progreso técnico y con la utopía de una
paz considerada como resultado de un armamentismo desatado y sin
límites.
Todo eso lo presenta como la ley de la historia:
La historia no está al lado de aquellos que manipulan el significado
de palabras como revolución, libertad y paz. En cambio, la historia
está al lado de aquellos, que luchan en todo el mundo para una verda-
dera revolución de la paz en libertad.
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8. El ''perro con rabia" tiene historia. Wischinski el ftscal superior en los proce-
sos de las pur¡u stallnianu, terminó su dlscurso de acusaci6n en el proceso
contra Zinoviev y Karnenev etc. con la frase: "Fust"lenlos como perros con rabia".
Igualmente los declaró terroristas, dando a los procesos de la purps el caricter
de procesos anti-terroristas. Ver Theo Plrker (ed) Die Moakauer Schaupro%uae
1936-1938, DTV München 1963, p'g. 141.
9. Este tipo de referencia al adversario en realidad es muy vieja. Ya Cicerón
llama a los partidarios de CaWlna "basura" y su movimiento una "enfermedad
de la república (que) se aliviar, matando a ,ste, pero mientras sigan vivos los de-
mú contaparút el pell1Jo" ." ••• no hay nada suficientemente cruel sino que cual-
quier decisión que tomemos, es humanitaria y compasiva" y concluye con una
oración a Júpiter: "Cast{p)os, vivos y muertos, con los suplicios eternos". Catili-
na habla igual como Reapn de los sandinistas: "¿Hay alsún crimen ¡, maldad,
que il no haya tramado durante los últimos aJlos?". El imperio romano se refirió
de esta misma manen a los crisdanos de su tiempo. Posteriormente los cristianos
por su parte se nfirieron, MIÚn este mismo esquema, a sus propios adversarios.
Tambl,n la inquisición llamaba a los movimientos herejes ''úlceras". John Locke
pidió tralar a los adversarios como "bestlu salvajes". En el sipo XIX y XX los
papas llamaron a los movimientos marxistas "pestilentes" y "esencialmente
perversos".
En todoa estos casoa se trata de quitar al adversario su dl¡nidad moral,
antes de actuar en contra de '1. Lo nuevo de hoy ea que no se deriva de una
interpretación de la sociedad como 8ocleta.1 perfecta, interpretada en términoa de
una tecnolo1ía social, que lleva a niveles desconocidos de terror. (Ver Hannah
Arendt, The orlslru of tomlltarlanlnn, New York 1951). El precursor mú lmpor-
203
tante ea la lnquuicl6n cae la edad media, que uu por vez primera la iocteta& per-
fecm -referida a la lalllla- como punto de partida del terror, (Ver Franz 1,
Hlnkelammert: "El Dl01 mortal: Lucifer y la Besda: la leptmacl6n de la domina-
ción en la Tradlcl6n Crlldana" en Tamez/Trinldad (ed) Capltallamo: Ylolencfo y
Anti-Vida. Tomo 1, DEI, San 10114,C01ta Rica, ~ ... 200-313. Ver lpllmente
Cohn, Norman, Europe'a lnner demona, 1975), San '10114.
204
10. El totalitarismo, del cual estamos hablando, es una especie de espíritu de Jaa
instltuclonea. Sin embar¡o, no ea lnstltucl6n. Por tanto, ea Imposible evitarlo a
tnws de ¡arantíu lnatltuclonalea y de derecho fOM1al.Hoy ya no puede haber
duda de que tampoco la democracia bur¡uen -entendida como l111tltucl6n-
no forma de nln¡una manera una prantía en contn del totalitarismo. Puede desa-
rrollarse dentro de sus Instituciones l¡ualmente como lo puede hacer dentro de
otros tipos lnatltucionaleL Entendemos aquí por totalitarismo un movimiento
que polariza radlcalmene el mundo a partir de la lmapnacl6n de una lnatltuclona-
Hdad perfecta, paaando de la técnica social derivada de esta lnstltuclonalidad
perfecta al terror social. El totalitarismo reduce el sujeto a una sola relac16n social
y lo aísla, al hacer aparecer la lnatituclonalldad perfecta como única neceaaria. El
concepto de eata lnatltuclonalldad perfecta se deriva de lu relaciones sociales de
produccl6n dominantes en cada cuo.
En el Interior de la sociedad soclallsta, el totalitarismo stallniano aparecl6 a
partir del concepto de planlftcacl6n perfecta, derivada de lu relaciones aoclallstu
de produccl6n. Su lnatltuclonalidad perfecta por tanto era la planlflcacl6n. En la
sociedad capitalista se dio el primer movimiento totaUtario en el nazismo alemÚI
que derivó su lnatltuclonalldad perfecta de la lmaginacl6n de una pureza nclal
conatltuyendo su sociedad totalitaria como sociedad de ¡uerrL En el movimiento
totalitario actual, la lnatltuclonalldad perfecta lle¡6 a aer el mercado proyectado
como mercado total, que aísla al sujeto reduciéndolo exclusivamente a relaciones
del mercado.
Este concepto de totalitarismo se bue en la teorla de Hannah Arendt, (77re
Orlgln, of the Totolltorlanllm, New York 1951).Ea contrario al concepto de tota-
litarismo de Carl J. Friedrlch y Zbl¡nlew K. Brzezlnskl, Totalltarl1111Dictatonhip
1111dautocracy, Cambridge, MaM1Chu.sea, 1956.
Frledrich parte simplemente de criterios Institucionales, lo que le Impide
puar por encima de una simple deacripci6n de slstemu políticos determlnadOL Se
eacopn arbitrariamente criterios, que aciertan pan el adversario polltico y que
por necealdad lntr{naeca Jamú se pueden dar para el slatema social en el cual vive
el autor. Por lo tanto, con necesidad deductiva puede denunciar al advenarlo
político como totalitario, mlentns por la misma raz6n deductiva al propio sistema
Jamú puede aerlo. Friedrlch soluciona el problema, haciéndolo desaparecer por
v{a de una definición arbltnrla. De esta manen, el concepto del totalitarismo se
transforma en un elemento de la polarlzacl6n totalitaria del mundo. Por tanto
pierde el valor crítico, que tiene en el an'11als de Hannah ArendL Sobre la bue de
la teoría de Friedrlch, por tanto, el totalitarismo actual puede presentarse como
lucha total en contra del totalitarismo. De esta manera, se lnte¡ra en el totalita-
rismo como uno de 1111 Instrumentos ldeol6¡icoa de lucha. Jeane Klrkpatrlck
popularizó este concepto de totalitarismo en América Latina con el resultado de
que hay re¡{menea totalitarios como lu cllctaduru militares de Chile, Arpntlna y
Uruguay, pero también loa re¡{menea de El Salvador y Guatemala son llamados
reg{mene1 autoritarios y libertarios, En realidad, después del fuclsmo Italiano,
que ae autodenominaba totalitario, aunque no lo era en los ténnlnos actuales del
concepto, nin¡Ún régimen totalitario se dl6 este nombre. Ya los nazis rechazaron
el nombre totalitario para au sistema y lo llamaron autoritario.
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Conclusión
De nuevo estamos enfrentados a un movimiento nihilista, motivado
por una tradición apocalíptica, que tiene sus raíces en la disposición
al suicidio colectivo de la humanidad.
11. Precisamente la fe en Dios ea la bue para la credibilidad de la disposición
al suicidio colecdvo de la humanidad. Creer, que la fe en Dios y la moralidad
tenpn al1P1nacorrelación a priori, es una leyenda. También 11 inmoralidad absolu-
ta presupone la fe en Dios. Parte de esta leyenda es la creencia frecuente en Amé-
rica Latina y en los EE.UU., se..Sn la cual el nazismo ha sido ateo. J1m'8 lo era.
En 11 juatificacl6n de la injusticia mú absoluta, que hicieron los nazis, jupron
un papel central el Dios Seiior de la Historia, el Todopoderosos y la Providencia.
La frue de Dostoyewald: "Si no hay Dios, todo es Uclto", se puede i111almente
Invertir. Si hay Dios, se hace posible la inmoralidad mú absolutL
Creer en Dios hace pOlible darle al suicidio colectivo de la humanidad una
racionalidad aparente, Puede ser declarado como voluntad de Dios y ¿no puede
Dios después de haber creado el mundo en siete díu, repetir esta creaci6n una
sepmda vez? De esta manera la creencia en Dios se transforma en la justlftc111:l6n
de la lrresponaabllidad m'8 absoluta. El obispo Pablo Vega, presidente de la confe-
rencia eplacopal de Nicaragua, dice: "Hay apeal6n militar, pero hay también
aareal6n ideol6pca, y obviamente, ea peor matar el alma, que matar el cuerpo"
(Amanece,, Manaaua, No. 36-37. Pi(g. 36). Eso se repite constantemente; por
ejemplo ", •• el hombre sin alma no vale nada y sin cuerpo vive" (Nuevo Diario,
13 de marzo de 1986), Quiere decir, que los contru matan solo el cuerpo, sin
el cual el hombre puede vivir, mientras los sandinlstu matan el alma, lo que hace
morir al hombre aunque vivL Esa ea la aplo1ética del genocidio desde la Inquisi-
ción medieval. De esta propapnda del pnocidlo aur,e la ima,en gloriosa de la
perfección, que en esta teolo1ía de 11 Contra no es de la lnstituci6n perfecta sino
de la penonaUdad perfecta: "Caerán mil a su diestra y diez mil a su siniestra,
pero a él (el cardenal) no lo tocarm los enemigos, porque es un escopdo del
Seftor ••• La vida del Cardenal Obando es un espejo, donde la gloria de Dios se
refleja ••• no habla en nombre propio, 1lno que por su boca habla el SeAor".
(La Prensa. Managua, 14 de julio de 1985). Ver el an'1isls de Pablo Richard "La
llllesia de los pobres en Nicaragua", RevlHa PtUOI No. 5, DEI, San José, Costa
Rica, abril de 1986, Lu frues citadas del obispo Vep llevan al suicidio colectivo
de la humanidad, 11se lea aplica a esta humanidad.
La fe en Dios solamente puede ser liberadora, al arranca de la aflrmacl6n
de la vida corporal presente. En cuo contrario se diri,e en contra de cualquier
humanismo.
De Nta manera, la relacl6n entre teísmo y ateísmo se hace mú comple-
ja. Ciertamente, el ateísmo puede llevar al "todo es líclton, como lo afirma
Dostoyewald. Sin embar10, por otro lado, precisamente el ateísmo es Incapaz de
racionalizar el 1ulcldlo colectivo de la humanidad como reallzaci6n del hombre
verdadero. Ver Franz J. Hlnkelammert, Loa Anna., ltüol6glctU de la Muerre,
DEI, la. ed. revisada y ampliada, San José, Costa Rica, 1981.
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EL ESTADO DE SEGURIDADNACIONAL
SU DEMOCRATIZACION
Y LA DEMOCRACIALIBERAL
EN AMERICALATINA
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EL CARISMACRISTIANO,SU INSTITUCIONALIZACION
Y LA REFORMA,UN INTENTO DE REFLEXION
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l. Ver Franz Hinkelammert, Cri'tica a la razón utópica, Editorial DEI, San José,
Costa Rica, 1984, Introducción pp. 19-30
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EcONOMIA Y TEOLOGIA:
F.LOJOS DE LA VIDA Y LA VIDA HUMANA
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260
La Teología conservadora
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264
El mesianismo corporal
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El mesianismo espiritualizado
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colección economía-teología
Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J."
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas