Modulo I Principios Rectores Del Proceso
Modulo I Principios Rectores Del Proceso
Modulo I Principios Rectores Del Proceso
Los principios procesales son directivas o ideas básicas sobre las cuales se estructura un
ordenamiento jurídico procesal. En efecto para que el proceso se desarrolle con éxito y
logre su finalidad es necesario organizarlo adecuadamente y estructurarlo sobre ideas
básicas que llamamos "principios procesales”.
El derecho a la tutela judicial efectiva (Art. 8 CPC) se puede enfocar desde tres estadios
del proceso:
3. Que esta sentencia se cumpla, es decir sea ejecutoriada el fallo (después del
proceso).
Las partes son iguales en el proceso, gozando de las mismas obligaciones, cargas y
oportunidades, en función de la posición procesal que ocupen.
El juez está obligado a preservar la igualdad de las partes en el proceso y a evitar toda
discriminación contra o entre ellas por razones de sexo, raza, religión, idioma, o condición
social, política, económica o de otra índole.
Este principio es el que asigna a las partes, y no al juez, la iniciativa del proceso, el
ejercicio y el poder de renunciar a los actos del proceso, por lo que el proceso civil solo
puede iniciarse mediante acto procesal valido de parte que sea consecuencia de la
autonomía de la voluntad consagrada en la constitución y en las leyes de derecho
privado, con dicho principio las partes pueden iniciarlo libremente y tienen la posibilidad
de este y de sus diversos actos. Es entonces al ciudadano que solicita dicha tutela a
quien se atribuye la carga de pedirla, precisarla, alegar y probar los hechos y argumentar
en derecho.
El principio de aportación de parte hace referencia a que la ley asigna a las partes el
poder de reunir y traer al proceso el material de hecho, limitando la función del Juez a
recibirlo para valorarlo después, en modo tal que el Juez no puede fundar su decisión en
otros hechos distintos ni prescindir de lo que las partes sometan a su juicio. Igualmente se
refiere a que el Juez debe de juzgar según lo probado por las partes. El principio de
aportación de parte se recoge, pues, en el viejo brocardo: “iudex secundum alligata et
probata partium iudicare debet”. El referido principio, supone que el dominio sobre el
material procesal que constituirá fundamento de hecho de la sentencia corresponde a las
partes litigantes, en consecuencia recae sobre ellas tanto la tarea de introducir los hechos
en el proceso, como la de probarlos.
Las partes, los profesionales del derecho que les asistan y representen procesalmente
y, en general, todos los partícipes en el proceso, adecuarán su conducta a la
veracidad, probidad, lealtad y buena fe procesales.
El juez hará uso de su poder para prevenir o sancionar cualquier acción u omisión
contrarias al orden o a los principios del proceso.
Rechazará cualquier solicitud, petición o acto que implique una dilación manifiesta o
ineficaz del litigio, o cuando cualquiera de las partes o ambas se sirvan del proceso
para realizar un acto simulado o para perseguir un fin contrario a la ley.
Este principio nace como contrapartida al principio dispositivo, donde el juez era un mero
espectador y cuya función era legitimar la actividad de las partes, quienes eran los
protagonistas indiscutibles de la relación procesal.
En el proceso civil moderno el juez no puede conservar una actitud pasiva que tuvo en
el proceso de otros tiempos. Es un principio del derecho público moderno que el estado
hallase interesado en el proceso civil; no ciertamente en el objetivo de cada pleito, si no
en que la justicia de todos los pleitos se realice lo más rápidamente y lo mejor posible ( )
El juez, por tanto, debe estar provisto también en el proceso civil de una autoridad
que careció en otros tiempos (Chiovenda, 1992, Pág. 136)
Esta es una de las principales novedades del CPC, pues constituye un cambio radical en
todo lo que concierne al proceso civil, desapareciendo el tradicional procedimiento escrito,
siendo sustituido por audiencias en presencia judicial. El principio de oralidad significa
que, en primer lugar, que en los actos procesales predomina lo hablado sobre lo escrito,
como modo de expresión y comunicación entre los diferentes sujetos que intervienen en
el proceso.
Este principio exige que el sentenciador tenga el mayor contacto personal con los
elementos subjetivos y objetivos que conforman el proceso. Por ello, esencial que el juez
que debe pronunciar la sentencia haya asistido a la práctica de las pruebas de que extrae
su convencimiento, y haya entrado, por lo tanto, en relación directa con las partes, con los
testigos, con los peritos y con los objetos del juicio, de forma que pueda apreciar las
declaraciones de tales personas y las condiciones de los sitios y cosas litigiosas,
fundándose en la impresión inmediata recibida de ellos y no en referencias ajenas. Lo
anterior constituye una atribución exclusiva a la autoridad judicial de la capacidad de
dirección directa, efectiva o inmediata del proceso y del debate procesal con criterios de
legalidad e imparcialidad, es por ello que la oralidad es el mejor medio para alcanzar la
inmediación, de manera más eficiente que la escritura, pues la comparación y el análisis
se facilitan bastante más cuando los elementos de prueba son recibidos por todos los
sujetos del proceso, de manera concentrada y continua, como se realizara en el juicio
oral.
Este principio también es consecuencia de la oralidad que debe de presidir todo el nuevo
sistema procesal civil. La doctrina distingue en el principio que analizamos dos puntos de
vista complementarios: el que se refiere a la actividad procedimental y el que atañe al
contenido del proceso.
El primero supone que los actos procesales se desarrollen en una sola audiencia, y si
ello no es posible, en varias próximas temporalmente entre sí, de modo que el juez, en
el momento de dictar sentencia, conserve en su memoria las manifestaciones
realizadas por las partes y el resultado de las pruebas prácticas.