LECTURA. La Coeducacion Hoy Marina Subirats
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Educación
Número 6
Género y Educación
Septiembre - Diciembre 1994
A partir de 1970, una fecha muy tardía en comparación con otros países, va
generalizándose en España la escuela mixta. La implantación de la escuela
mixta no es consecuencia de un debate pedagógico o de la lucha
reivindicativa de las mujeres, sino de la necesidad de legitimar un sistema
educativo en el que formalmente hayan desaparecido las diferencias de trato
a los individuos. En términos generales, la reflexión sobre la problemática
escolar se centrará -hasta bien entrada la década de los setenta- en las
desigualdades provocadas por su carácter clasista, en la falta de
equipamientos y en la crítica a los contenidos y métodos de la enseñanza
tradicional. El tema de la coeducación y su trasfondo social no aparecen en
la escena de los debates pedagógicos: se da por sentado que la escuela ya
trata por igual a niños y niñas, puesto que van unificándose los programas.
En el supuesto de que se constate la existencia de la desigualdad sexual, se
atribuye a diferencias naturales, individuales o psicológicas, que la
educación debe respetar, o simplemente no se toma en consideración,
porque otras desigualdades consideradas prioritarias no dejan lugar a la
reflexión sobre el significado real y los efectos que produce la escuela mixta.
El primero de ellos se refiere al hecho de que las mujeres acceden muy poco
a los estudios de tipo técnico, precisamente los considerados más
prestigiosos y en los que existen mayores posibilidades profesionales de
obtener en un futuro remuneraciones más elevadas.
Desde otra posición muy distinta, pero importante como paso para llegar a la
concepción actual del papel de la naturaleza y de la cultura en la formación
de las personalidades femeninas y masculinas, se produce la aportación de
T. Parsons, un sociólogo que elabora una teoría de los roles sexuales en los
años cincuenta. Parsons considera que es la sociedad la que, por
necesidades de funcionamiento, determina los papeles que deben
desarrollar los hombres y las mujeres. Las instituciones socializadoras
fuerzan a los individuos hombres y a los individuos mujeres a interiorizar los
roles que se les han destinado respectivamente, de tal manera que no sean
asumidos como imposiciones externas, sino como características de la
personalidad diferenciada de cada uno. De este modo, la familia moderna
realiza la crianza y educación de los hijos bajo la división de roles sexuales:
los hombres asumen la responsabilidad de los ingresos económicos y
desarrollan el tipo de personalidad adecuada; las mujeres, que deben
asegurar el cuidado de los hijos y transmitirles las normas sociales básicas,
adquieren a su vez la personalidad apropiada para esta función. En la
concepción de Parsons hay un equilibrio entre los roles del hombre y de la
mujer que aparecen como complementarios e igualmente valiosos para la
sociedad, y no como una imposición de unos individuos sobre otros. Sin
embargo, la teoría de Parsons -que ofrece una buena base para distinguir
entre papeles sociales y determinación biológica, y que podría encajar con
las formulaciones de las feministas de principios de siglo que afirmaban la
igualdad de sexos bajo la idea de la complementariedad positiva- ha sido
abandonada a partir del desarrollo de las formulaciones teóricas feministas
más recientes.
El sexismo
Los trabajos realizados para detectar las formas de sexismo que todavía
subsisten en la educación formal han incidido fundamentalmente en cinco
temas:
El androcentrismo en el lenguaje
La interacción escolar
¿Qué ocurre, en cambio, con el «portarse bien» de las niñas?. Sus actitudes
aparentemente positivas son en realidad consideradas como un signo de
falta de personalidad, de docilidad. Ello no significa que se las estimule a
portarse mal. En una niña, un comportamiento conflictivo es mucho menos
tolerado que en un niño y recibe a menudo sanciones más duras. Esta
distinta valoración, negativa para las niñas y positiva para los niños, se repite
en relación a la pulcritud en el trabajo, la curiosidad por las cosas y las
personas, ejemplos a través de los cuales queda claro que hay mucha
diferencia entre lo que la escuela presenta como valor positivo y lo que
realmente valora como tal. El orden genérico implícito es jerárquico y, por
tanto, todo aquello que hacen los niños es más valorado que lo que hacen
las niñas, a pesar de que muchas veces los comportamientos de éstas se
acerquen más al cumplimiento de las normas explícitas en el sistema
educativo.
Para alcanzar una enseñanza realmente coeducativa hay que partir no sólo
de la igualdad de los individuos, sino también de la integración de los
modelos genéricos; es decir, hay que facilitar el acceso de las niñas y las
muchachas a las profesiones que siguen siendo reductos masculinos,
esencialmente las de carácter técnico, y hay que reforzar su seguridad en
ellas mismas para que se sientan capaces de desempeñar un mayor papel
en el ámbito público. Al mismo tiempo, es necesario introducir en el
currículum escolar y en las relaciones en el aula un conjunto de saberes que
han estado ausentes de ellos, así como una mayor valoración de las
actitudes y capacidades devaluadas hasta ahora, que deben ser convertidas
en conductas a proponer tanto para las niñas como para los niños.
Las resistencias ante un proyecto de este tipo, que subvierte muchos valores
arraigados en la sociedad, son muy diversas. Vale la pena señalar algunas
de orden pedagógico. Una de ellas, esgrimida en general ante cualquier
intento de reducir las desigualdades sociales en la escuela, es la que se
apoya en el carácter desigual de sociedad: la escuela por sí sola no puede
cambiar esta realidad mientras toda la sociedad no cambie. Es un
argumento fácil de responder, puesto que si bien es cierto -y los análisis
sociológicos lo han mostrado repetidamente- que el sistema educativo no
puede eliminar las desigualdades individuales cuando están insertas en el
conjunto social, también es cierto que no hay cambio social si no empieza a
producirse en algún punto de la sociedad, y que todo cambio habido en una
parte del sistema repercutirá en las otras partes.
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