Escrito Por Julián de Zubiría Samper
Escrito Por Julián de Zubiría Samper
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ÍNDICE
<!--[if !supportLists]-->2. ¿Por qué se dice que el Merani es una innovación pedagógica?
<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->5. ¿Es diferente el currículo del Merani al que rige en la educación
en general?<!--[endif]-->
16. ¿Cómo se evidencia ese mejoramiento progresivo de los resultados del IAM?
<!--[if !supportLists]-->17. ¿Bajaron los resultados del Merani cuando comenzó a trabajar
con niños y jóvenes de todas las capacidades intelectuales?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->18. ¿Salen a muy temprana edad del bachillerato los niños del
Merani? <!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->19. ¿A qué se deben los buenos resultados del IAM en las pruebas
ICFES <!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->22. ¿Cómo se da la homologación de los cursos del Merani, con los
cursos de otros colegios?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->28. ¿Se tienen en cuenta las opiniones de los padres para reubicar a
un niño de curso? <!--[endif]-->
V. MECANISMOS DE PROMOCIÓN DE LA
EXCELENCIA
<!--[if !supportLists]-->37. ¿Por qué algunos estudiantes son invitados a tomar asignaturas
en el curso siguiente?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->43. ¿Qué características presentan los padres de familia de los niños
de mayor éxito académico en el Merani?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->44. ¿Qué características presentan los padres de familia de los niños
con menor rendimiento académico en el Merani?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->45. ¿De qué manera evalúa el Merani la empatía de los padres de
familia con la institución?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->46. ¿Hay inconveniente en que los padres de un estudiante del IAM
estén separados?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->47. ¿Cuáles son entonces los factores por los que un niño no ingresa
al IAM?<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->48. ¿Cuáles son los factores por los que sale un niño del Merani?
<!--[endif]-->
<!--[if !supportLists]-->49. ¿Se estudia inglés en el IAM? ¿Qué resultados obtienen en esta
área los estudiantes del IAM?<!--[endif]-->
IX. REFERENCIAS
Una innovación pedagógica se presenta cuando existe una gran insatisfacción con los
propósitos, los contenidos, las formas de enseñanza, las secuencias, los textos o los
sistemas de evaluación de la escuela tradicional. En consecuencia, una innovación
pedagógica implica una manera diferente de pensar, organizar y trabajar en la escuela.
Con ello, la innovación crea nuevas maneras de pensar y hacer en la educación.
Los innovadores ponen a prueba otras maneras de organizar las escuelas, otros
contenidos, otras metodologías, otros textos y otros sistemas de evaluación. Se trata de
encontrar modelos y maneras diferentes para aprehender y enseñar de los que ha venido
utilizando desde siglos atrás la escuela tradicional.
La escuela activa, por ejemplo, representó a comienzos del siglo XX una profunda
innovación pedagógica, porque quiso enseñar partiendo de las experiencias, vivencias e
intereses de los propios estudiantes. Innovó las metodologías, creó los talleres y las
excursiones, incorporó el aula de clases las manualidades, los museos y los laboratorios.
De esta manera, la escuela activa, representó en su momento una profunda innovación
pedagógica, aunque no alcanzó a implementarse sino en muy pocos colegios en
Colombia, América Latina y el mundo entero. La finalidad principal que le asignó a la
escuela fue la de conseguir la felicidad y la de favorecer la socialización de los niños, y
no tanto la de buscar el aprendizaje.
Sin embargo, a comienzos del siglo XXI, en un mundo globalizado, flexible, cambiante, con
potentes redes de información que lo intercomunican, y en el que predominan las
imágenes y realidades virtuales, la tesis de defender la experiencia y la vivencia no
representa la innovación que hoy necesita la escuela, ni la que se requiere para preparar
a los niños y jóvenes para que vivan de mejor manera en el siglo que se inicia. Hoy en día
se requiere una escuela que desarrolle el pensamiento, la creatividad, la autonomía, la
comprensión y el interés por el conocimiento. Y por ello, se requieren nuevos modelos
pedagógicos que den respuesta a las necesidades del siglo XXI. Se requiere una profunda
transformación de la escuela que todos hemos conocido de tiempo atrás, y la cual sigue
siendo ampliamente dominante en Colombia y América Latina.
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En estos veinte años, hemos puesto a prueba una nueva propuesta pedagógica, la que
hemos llamado Pedagogía Dialogante (De Zubiría, 2006b). Inicialmente la denominamos
Pedagogía Conceptual (De Zubiría y De Zubiría, 1986); sin embargo, los desarrollos que le
hicimos en la última década a la propuesta inicial nos obligaron a cambiarle de nombre,
para que reflejara en mayor medida la propuesta pedagógica que hoy día defendemos.
Pero para llegar hasta acá fue necesario que pusiéramos a prueba cada una de las ideas
iniciales y que, gracias al seguimiento y a la investigación, fuéramos revisando, ajustando
y validando, la propuesta inicial.
Aún se recuerdan las expresiones de los primeros maestros que nos acompañaron en la
gestación del IAM cuando decían que la institución les generaba una enorme angustia y
temor al saber que lo que hoy era verdad, mañana podría no serlo y que lo que hoy se les
decía a los padres, docentes y estudiantes, mañana podría interpretarse de manera
contraria. La mayor parte de los seres humanos no soporta la ambigüedad, no puede
caminar en terrenos inciertos y se estresa al tener que moverse en terrenos poco firmes,
cambiantes y flexibles.
La creatividad en una cultura conformista es mucho más escasa de lo que se cree. Y las
innovaciones son profundamente creativas, ya que ponen a prueba nuevos propósitos,
nuevos contenidos y nuevas maneras de enseñar. Y al hacerlo, tienen que someterlas a
validación. Algunas de ellas funcionan y otras no. Las innovaciones que tienen sistemas
de seguimiento y de investigación –como el Merani– pueden ir corrigiendo y mejorando las
ideas iniciales poco a poco; pueden ajustarlas y modificarlas, de manera que con el
tiempo van madurando y se van consolidando. Sin embargo, la mayoría de innovaciones no
logra realizar programas de seguimiento e investigación, y debido a ello, tienden a
desaparecer. Se calcula que a los cinco años de creadas, el 95% de las innovaciones en
Colombia deja de existir ya que han sido absorbidas por la escuela tradicional, en buena
parte, porque aceptan las presiones que reciben desde el MEN (Ministerio de Educación
Nacional) y desde los padres de familia. Eso no le ha sucedido al Merani, y veinte años
después sigue innovando y sigue buscando nuevas maneras se seguir mejorando la
calidad de la educación que brinda.
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3. ¿En qué ha innovado el Merani?
La escuela tradicional ha estado centrada en la enseñanza de múltiples informaciones,
impertinentes para la época actual, descontextualizadas y desarticuladas. La gran
mayoría de dichas informaciones no logra almacenarse en el cerebro de los niños, y en la
mayor parte de los casos, la escuela se torna en un espacio profundamente aburrido para
aprender datos que no le dicen casi nada a los estudiantes, y los cuales están al alcance
de la mayoría de ellos en las redes globales de la información. La escuela tradicional está
pensada para un mundo que ya no existe, y en el cual se supone que no había
computadores, calculadoras, textos o memorias externas; un mundo en extremo diferente
al mundo veloz y profundamente cambiante en el que nos tocó vivir.
Desde su creación, el Merani quería construir una escuela muy diferente. Una escuela
que tuviera otros fines, otros contenidos, otros textos y otros sistemas de evaluación.
Desde su inicio pensamos que había que crear una escuela que favoreciera el desarrollo
del pensamiento, que formara jóvenes más autónomos, más creativos y más interesados
por el conocimiento. Queríamos crear una escuela en la que los niños entendieran y
comprendieran cada uno de los contenidos trabajados y en la que los desarrollos que se
alcanzaran no fueran sólo cognitivos. Este cambio en las finalidades educativas generó
una modificación necesaria en los contenidos y secuencias curriculares y un nuevo tipo
de institución educativa. Ahí está la innovación del Merani. En una sola palabra, el Merani
privilegió el desarrollo sobre el aprendizaje, tal como lo postula hoy en día su propuesta
pedagógica: la Pedagogía Dialogante (De Zubiría, 2006b).
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La información está al alcance de todos los niños en las redes de comunicación, en los
textos, en las bibliotecas y en las memorias externas. Todo lo que hoy en día aprenden los
niños en un colegio cabe en una memoria electrónica o en un sistema computarizado de
almacenamiento. Sin embargo, la competencia para argumentar, para deducir o para
interpretar, tiene que formar parte del lector mismo, para que lo leído pueda ser
interpretado y analizado. Y esa competencia no puede estar en la memoria externa, ni en
el computador, ni en las redes; sino que tiene que estar en el propio cerebro del niño y del
joven.
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Debido a lo anterior, en el Merani fue necesario crear un nuevo currículo, con nuevas
áreas del conocimiento y nuevas asignaturas.
Pensar requiere tanto de los instrumentos como de las competencias cognitivas, y debido
a ello la escuela tendrá que abordar ambos aspectos: desarrollar el pensamiento y dotar a
los estudiantes de instrumentos o herramientas para pensar.
En este sentido, en el IAM nos hemos propuesto que los estudiantes accedan a los
conceptos y redes de conceptos fundamentales de cada una de las ciencias. Así, frente a
una escuela regular concentrada en la extensión y la superficialidad, hemos opuesto una
escuela que privilegia la profundidad y la esencialidad. Se enseñan así mucho menos
contenidos que en la escuela regular, pero los que se enseñan son mucho más
importantes y se alcanza en ellos mayor nivel de comprensión y profundidad.
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De allí que el Merani haya creado un área de Valores que tiene como finalidad desarrollar
la inteligencia socioafectiva de sus estudiantes. Un área que debe favorecer su
sensibilidad, sus principios y criterios éticos, y sus relaciones consigo mismo y con los
demás. Un área que debe ayudarlo a conocerse a sí mismo y a elaborar su propio
proyecto de vida, y que al hacerlo, tenga en cuenta el proyecto de los demás.
Así mismo, contamos con un proceso de evaluación actitudinal que nos permite
acercarnos periódicamente al nivel de formación valorativa y a detectar las fortalezas y
debilidades presentes en cada uno de nuestros estudiantes. Bimestralmente se evalúa el
interés por el conocimiento, la autonomía y la solidaridad, definidas como las tres
actitudes esenciales del perfil institucional y las cuales deben estar presentes en todos
los estudiantes de la institución.
También hemos creado mecanismos mediante los cuales los estudiantes menores que
recién ingresan a la institución cuenten con un tutor o “hermano mayor” para que los
acompañen y apoyen en su proceso adaptativo en la nueva institución. De esta forma, el
estudiante mayor acompaña durante uno o dos bimestres la adaptación del estudiante
recién ingresado a la institución. Se convierte en su tutor para garantizar que el proceso
adaptativo se realice de la mejor manera posible.
Cada uno de los mecanismos anteriores –y otros más– están orientados a cumplir con la
máxima de Alberto Merani, quien decía que la escuela debería servir a la humanización
del ser humano; es decir, a que pensara, amara y actuara de mejor manera.
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En primer lugar, nos pareció que una propuesta pedagógica no podría enfatizar
exclusivamente en una dimensión humana, ya sea la cognitiva, la valorativa o la
praxiológica. En este sentido, no era conveniente un sesgo y un privilegio a lo cognitivo,
tal como también le venía sucediendo a las propuestas constructivistas transferidas de la
psicología y epistemología a la educación. Y si ello era verdad, no podría existir una
propuesta pedagógica que tuviera por nombre Pedagogía Conceptual; como tampoco
podría existir una Pedagogía Afectiva, ya que las tres dimensiones humanas son todas
ellas responsabilidad simultánea y conjunta de la educación.
Desde la óptica meranista actual, el proyecto de vida es potestad de los estudiantes, las
opciones para la vida son ilimitadas y las opciones para investigar también lo son; por
todo lo anterior, no hay que casarse ni con un solo proyecto de vida ni con un solo tipo de
investigación. De otro lado, el programa valorativo que inicialmente se adoptó en la
institución y el cual había sido propuesto por la Fundación Internacional de Pedagogía
Conceptual, se denominaba “Análisis valorativo”, evidenciando con ello el sesgo cognitivo
que inicialmente tenía nuestra propuesta valorativa.
Estos ajustes en su conjunto nos condujeron a un nuevo modelo pedagógico, el cual viene
siendo implementado en la Institución desde el año de 1998, y que, en buena medida,
explica los resultados obtenidos en el Merani. Se trata de la Pedagogía Dialogante. Este
modelo se centra en el desarrollo como principio esencial del trabajo educativo, reconoce
la interestructuración entre el sujeto y la cultura, reconoce la diversidad de inteligencias
humanas y la necesidad que tiene la escuela de brindar estrategias de desarrollo a cada
una de ellas (De Zubiría, 2006b).
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Así mismo, un joven de aproximadamente doce años que recién ingresara al IAM, tendría
que asumir un requisito para demostrar desarrollo en sus competencias inductivas y
deductivas, en lo que llamamos un requisito de pensamiento, sin haber estudiado
previamente asignaturas para el desarrollo de su pensamiento conceptual. También
tendría que afrontar un sistema que le exige decidir si presenta o no exámenes y trabajos
cada día para una asignatura diferente sin los niveles de autonomía suficientes. El
requisito de pensamiento y el sistema por niveles para un estudiante que ya lleve tres o
cuatro años en la institución resultan relativamente sencillos y claros de comprender y
asumir, pero para un estudiante nuevo, no es fácil adaptarse académica y
actitudinalmente a una innovación pedagógica tan profunda y radical como el Merani. De
allí que prácticamente está suspendido el ingreso de estudiantes mayores de doce años,
porque el aspirante ingresa en una notoria desventaja frente a los compañeros que llevan
más tiempo en la institución, tal como ha sido verificado en estudios de seguimiento
sobre ingreso de estudiantes al Ciclo Formal (De Zubiría, Jordán y Sánchez, 2005).
Con los padres sucede algo similar a lo que sucede con los estudiantes mayores, y tal
como explicaremos más adelante, el enfrentarse a una innovación que ha transformado
de manera profunda los propósitos, los contenidos, las secuencias, los sistemas de
evaluación y la misma institución educativa, genera unos niveles de ansiedad y estrés en
general bastante altos<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]-->.
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El trabajar durante los primeros años con un pequeño grupo de niños que presentaba
resultados superiores en las pruebas de inteligencia que se usaron durante el siglo
pasado, le ayudó al Merani a crear su propuesta pedagógica y le permitió trabajar de una
manera totalmente independiente del Ministerio de Educación Nacional. Sin embargo, lo
que hicimos con pocos niños en sus inicios quisimos hacerlo con muchos más niños y
jóvenes desde el año 2000. De esta manera, la experiencia que llevamos a cabo
inicialmente con niños que supuestamente tenían una inteligencia analítica muy superior,
lo pusimos a prueba desde el año 2000 con niños de todas las capacidades intelectuales,
y los resultados con ellos obtenidos han llegado a ser bastante superiores a los que
obtuvimos inicialmente con niños que puntuaban excepcionalmente en las pruebas de CI.
Cuando en el año 2000 decidimos recibir a niños y jóvenes de todas las capacidades
intelectuales, pudimos verificar que la capacidad intelectual no es un buen indicador de
la inteligencia, que los niños con capacidades intelectuales más bajas podían llegar
mucho más lejos que niños con capacidades intelectuales más altas si contaban con
buen apoyo familiar y escolar, y concluimos que no sirve evaluar a un niño la capacidad
intelectual, ya que no se puede evaluar la inteligencia de una persona con una prueba
diseñada hace cien años o con una conversación de una hora o menos entre un niño y un
psicólogo.
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Hoy en día, resulta casi ridículo pensar que un psicólogo hablando con un niño de cuatro
o cinco años pueda decir si ese niño es inteligente y muchísimo menos que pueda
pronosticar cómo le irá a ese niño uno, dos o veinte años después. La inteligencia ha sido
seriamente reconceptualizada durante las últimas tres décadas, en especial, en lo que
tiene que ver con el reconocimiento de la existencia de diversos tipos de inteligencias,
con su alto grado de modificabilidad y con el papel que en ellas cumplen los conceptos y
los mediadores.
En segundo lugar, todos los psicólogos que intenten evaluar la inteligencia, y en mayor
medida de un niño o joven, encontrarán niveles muy altos de modificabilidad en la
inteligencia de una persona con el paso del tiempo, lo que demuestra la enorme
importancia de los maestros y del medio ambiente en la determinación de los niveles de
inteligencia que alcanza una persona. Una pareja que hoy se ama, mañana pueden
odiarse, un excepcional deportista puede dejar de serlo si no entrena, no tiene buenos
Directores técnicos o no cuenta con escuelas profesionales de calidad; y una pujante
empresa puede terminar por quebrar unos años después si no se adapta al medio, si no
comprende el cambio de los tiempos o si no cuida el clima laboral. La modificabilidad es
válida en todas las dimensiones humanas, ya que la vida misma, es altamente
impredecible, paradójica y multideterminada. Como concluye Feuerstein, discípulo de
Vigotsky, la modificabilidad es la característica esencial del ser humano (Feuerstein,
1994). Por ello, no se puede evaluar la inteligencia, y si se pudiera, no serviría para nada
evaluarla, ya que cambiaría profundamente con el tiempo; y por lo anterior, no tiene
sentido hoy en día creer que es más inteligente un niño que puntúa excepcionalmente en
unas pruebas diseñadas hace cien años para evaluar lo que hace cien años se creía que
era la inteligencia.
En tercer lugar, obtienen mejores balances académicos en el Merani los estudiantes más
autónomos, más interesados por el conocimiento y más reflexivos; los lectores más
profundos, los estudiantes más creativos y los que cuentan con mayores niveles de
comunicación, apoyo y resonancia familiar, independientemente de la capacidad
intelectual que presenten. Esta conclusión la pudimos verificar de manera empírica y
clara, en particular entre el año 2000 y el 2003 cuando recibimos estudiantes de diversos
niveles de CI y encontramos que en la institución el nivel de su CI no tenía nada que ver
con el rendimiento académico alcanzado por un estudiante (De Zubiría y Ramírez, 2004).
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Como puede verse, hoy en día existe un alto consenso en cuanto a considerar la
inteligencia como algo diverso, relativo, contextualizado y variable.
Desde esta perspectiva, parece bastante adecuado hablar de tres tipos de inteligencias:
una analítica, otra práxica y la otra socioafectiva. Cada una de ellas relativamente
independientes y autónomas entre sí, como podría verificarlo todo aquel que reconoce la
existencia de personas muy capaces para el análisis, la interpretación y la lectura, pero
muy torpes en la vida cotidiana o el manejo de sus relaciones socioafectivas. ¿Conoce
acaso usted a alguien muy brillante a nivel cognitivo, pero con serias limitaciones en su
vida afectiva, social y emocional? ¿Alguien capaz de leer, analizar e interpretar muy
adecuadamente, pero que presenta dificultades para la interacción social y afectiva con
su familia o sus compañeros de trabajo? ¿Conoce a alguien muy brillante analítica e
interpretativamente pero con indudables limitaciones para resolver problemas cotidianos
ligados con el manejo del dinero, los cronogramas, la organización y la planificación, e
incluso, su propio tiempo? Alguien, por ejemplo, ¿al que no le alcance el dinero a fin de
mes? ¿Conoce a alguien así?
En consecuencia, hoy por hoy no debería hablarse de una sola inteligencia, sino de tres:
analítica o cognitiva, socioafectiva, personal o valorativa y finalmente, una inteligencia
práxica.
Sternberg (1996) cuenta que Jack –quien se considera el más listo de la clase– se divierte
burlándose de su compañero Irvin, a quien ha identificado como el más estúpido del
salón. Cada vez que se encuentran, Jack le plantea el mismo problema a Irvin: “¡Hola,
Irvin! Aquí hay dos monedas. Coge la que quieras. Es tuya”. Tras observar las monedas –
una de cinco centavos, que es más grande, y otra de diez–, Irvin escoge siempre la de
cinco, para alegría de Jack. Un adulto que ha estado observando la escena se acerca a
Irvin para indicarle que, aun cuando la moneda de diez sea más pequeña, tiene mayor
valor que la de cinco.
“– ¡Ya lo sé!— responde Irvin. —Pero si cogiera la de diez, Jack nunca volvería a pedirme
que eligiera entre las dos monedas. En cambio, así seguirá pidiéndome una y otra vez. Ya
he conseguido más de un dólar de él sin otra cosa que hacer que elegir la moneda de
cinco centavos” (Sternberg citado por De Zubiría, 2002).
Irvin tiene lo que en América Latina llamamos “malicia indígena” o inteligencia para
resolver problemas prácticos y contextualizados con astucia. Inteligencia que a diario
vemos utilizar a tantos jóvenes y adultos que en las calles luchan contra el hambre por
subsistir en cualquier gran ciudad latinoamericana.
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Es cierto que los seres humanos pensamos con el cerebro. De igual forma, el número de
neuronas, las conexiones entre ellas, la velocidad de transmisión, entre otros, están
determinados genéticamente. Sin embargo, cada día existen más evidencias de los
altísimos niveles de modificabilidad y plasticidad del cerebro humano.
Diversos estudios en las últimas dos décadas han demostrado que las diversas
inteligencias son más variables de lo que se pensaba durante el siglo XX. Lo que
necesariamente significa que el medio ambiente cumple un papel más importante en la
determinación de la inteligencia que aquél que se había previsto durante el siglo anterior.
Con la escuela tradicional que hemos construido, con las familias autoritarias y
permisivas que hoy dominan el mundo, y con los medios masivos de comunicación que
tenemos, hemos formado jóvenes y ciudadanos poco críticos, poco analíticos, poco
creativos, poco autónomos y poco afectivos. Aun así, con una nueva escuela podríamos
formar jóvenes y adultos más reflexivos, pensantes, amorosos y profundos. Los niños y
los jóvenes llegan hasta donde los padres y los maestros les permitan, porque las
inteligencias dependen esencialmente del medio ambiente.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si sus hijos hubieran sido formados en otro hogar? ¿Qué
pasaría si hubieran nacido en otra cultura, o en otra época histórica; o si hubieran
recibido clases de otras escuelas y de otros maestros? Sencillamente que su inteligencia
analítica, socioafectiva y práctica serían diferentes; porque las inteligencias son
fundamentalmente formadas por los medios culturales, familiares y escolares en los que
se desarrollen los individuos, y en muy poca medida están determinadas por factores
genéticos.
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Con el mismo currículo, los mismos maestros y los mismos textos, hemos venido
formando a cientos de niños y jóvenes más desde el año 2000 en la institución. Y
estamos seguros de que también lo lograremos, porque se puede llegar mucho más lejos
de donde ha llegado la educación colombiana en el desarrollo de las dimensiones
cognitivas, socioafectivas y práxicas de todos los niños y jóvenes de nuestro país. Lo
único, es que cuando abrimos la institución a niños de todas las capacidades
intelectuales, teníamos más experiencia, más investigación y más claridad pedagógica. Y
es por eso, que los resultados han sido significativamente mejores trabajando con niños y
jóvenes de diferentes capacidades intelectuales. Cuando abrimos las puertas, ya
habíamos verificado que la inteligencia dependía casi en su totalidad del esfuerzo y la
calidad de los maestros, que era altamente modificable y que el medio ambiente
democrático, participativo y enriquecido, era su alimento principal. Y por eso los
resultados fueron mucho mejores.
La innovación del Instituto Alberto Merani se consolidó profundamente desde que nos
independizamos de la Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual en el año de
1997 y desarrollamos la propuesta de la Pedagogía Dialogante. Fue debido a un acuerdo
que hicimos con la Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual que en los años
iniciales trabajamos con niños y jóvenes de CI muy superior bajo la orientación exclusiva
de la Pedagogía Conceptual. Eran los miembros de la Fundación Internacional de
Pedagogía Conceptual quienes depositaban mayores niveles de confianza en la
psicometría y en una propuesta que daba tanto énfasis a los aspectos cognitivos que
incluso recibió por nombre el de Pedagogía Conceptual. A partir de la independencia
entre el Instituto Alberto Merani y la Fundación de Pedagogía Conceptual, el Instituto
abandonó el trabajo exclusivo con niños de CI muy superior, dejó de lado la confianza en
la psicometría, resaltó la necesidad de trabajar por la formación de un ser humano más
integral, conformó por primera vez un equipo estable de maestros, creó la Pedagogía
Dialogante y amplió considerablemente los programas de seguimiento e investigación, los
cuales inicialmente no había podido implementar. Y debido a este conjunto de factores,
nuestros resultados han ido mejorando progresivamente.
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Y en lo que tiene que ver con los logros obtenidos mediante pruebas externas, los
resultados son todavía más impactantes. Hemos podido obtener el Primer Lugar Nacional
entre las diez mil instituciones educativas que han presentado las pruebas de Estado
ICFES para el acumulado entre el año 2000 y el 2007 de los dos calendarios, y el Primer
Lugar nacional de los calendarios A y B para los años 2003, 2005, 2006 y 2007 (Revista
Dinero, abril de 2004, noviembre de 2006 y noviembre de 2007). Para una institución que
trabaja con un currículo profundamente innovador, en el cual más del 60% de las
asignaturas son diferentes a las señaladas por el Ministerio de Educación Nacional en
sus estándares y lineamientos curriculares, en la que sus textos han sido elaborados en
la propia institución y cuyas prioridades han estado centradas en formar individuos con
mayor independencia de criterio, con muy altos niveles de interés por el conocimiento,
autonomía, capacidad investigativa y libertad de pensamiento, resulta un motivo de
profundo orgullo saber que ocupa un lugar tan destacado en las nuevas pruebas
diseñadas por el ICFES para la educación regular.
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Hoy en día, el Merani hace todo lo posible para que los estudiantes no se gradúen a
edades menores, ya que ingresar a la universidad es mucho más que asistir a las clases.
La vida universitaria demanda no sólo procesos cognitivos, sino también, y
especialmente, altos niveles de maduración socioafectiva. El joven universitario debe
tomar decisiones sobre el consumo de droga y alcohol, debe tener una posición clara y
definida en torno a las relaciones sexuales; y debe poder elegir entre miles de carreras y
universidades posibles. Es decir, enfrentar la vida universitaria implica estar preparado
para enfrentar la vida adulta. Y eso es algo que sólo se adquiere con el tiempo y con la
buena mediación familiar y escolar.
Tristemente, debo confesar que éste sigue siendo un problema que nos distancia de
algunos padres de familia, quienes siguen especialmente interesados en que sus hijos se
gradúen a edades muy tempranas del IAM para que puedan iniciar sus estudios
universitarios lo antes posible. A esos padres les formulo dos preguntas:
¿Está su hijo o hija preparado para tomar las decisiones adecuadas cuando se enfrente a
presiones para que opte ante el consumo de droga y alcohol, como seguramente le
sucederá en la vida universitaria? ¿Sabrá decidir su hijo o su hija lo más adecuado para
su desarrollo emocional y afectivo, cuando deba decidir en torno a las relaciones de
noviazgo, de pareja y a las relaciones sexuales, a las que se verá expuesto(a) en la vida
universitaria?
Varios padres me responden que aunque el Merani todavía no esté seguro de la madurez
de su hijo, de todas maneras ellos aceptarán el ingreso a la universidad de su hijo a
edades menores, ya que él ha obtenido un buen balance en el ICFES aun antes de
culminar sus estudios en la institución. Muy débil argumento, debo confesar; ya que es
evidente que dado el bajísimo nivel de la calidad de la educación en el país, y dado el alto
nivel de la calidad de la educación en el Merani, es evidente que un joven del IAM al que
le falten uno, dos o hasta tres años para graduarse, y que lleve varios años en la
institución, obtendrá un balance satisfactorio en unas pruebas que evalúan su nivel de
argumentación, interpretación y deducción, como sucede con las pruebas ICFES después
del año 2000. Las pruebas ICFES no pueden evaluar la madurez general del estudiante,
aunque hoy en día son buenas para evaluar las competencias cognitivas básicas. Son
buenas para eso, y punto.
A pesar de lo dicho, algunos padres siguen presos de la idea de que el mundo moderno es
muy rápido y que por eso se requiere graduarse joven para iniciar pregrado, maestría y
doctorado desde edades tempranas. Pobre argumento debo también confesar y para
contra argumentarlo haré una segunda pregunta:
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Las universidades nos piden que no graduemos jóvenes inmaduros para afrontar la vida. Y
eso será lo que haga el Merani, así no estén de acuerdo algunos padres y algunos
estudiantes. Del Merani no se graduará ningún estudiante si no está preparado para
tomar las decisiones esenciales sobre droga, sexo y alcohol que la vida adulta exige, o si
no está preparado cognitivamente para enfrentar el acercamiento a los paradigmas de
una ciencia; eso es algo que un joven de quince años muy difícilmente puede comprender.
Y desafortunadamente un padre colombiano actual tiene muy poco criterio para saber si
su hijo está o no preparado para graduarse de un colegio y para afrontar la vida
universitaria sin presencia de tutores, amigos, coordinadores académicos y actitudinales,
coordinadores de curso, o el seguimiento que le damos a cada uno de los estudiantes.
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Las pruebas ICFES que realizamos la mayoría de adultos fueron pruebas que evaluaban
informaciones de carácter muy particular; en especial, nombres, fechas y algoritmos.
Esto fue válido en Colombia hasta el año 1999. Pero a partir del año 2000, las pruebas
cambiaron de manera significativa y se convirtieron en pruebas de competencias,
calificadas frente a criterio y no frente a norma.
El ICFES realiza en el año 2000 una profunda y sensible transformación de las pruebas
aplicadas a todos los estudiantes cuando culminan su educación media en Colombia. Las
diferencias generadas en la nueva prueba ICFES a partir del año 2000 se encuentran en
los propósitos, la estructura y la utilización de los resultados. Mientras que la prueba
anterior al año 2000 evaluaba conocimientos específicos, particulares, profundamente
descontextualizados y aprendizajes rutinarios; la que inicia a partir del nuevo milenio
analiza competencias básicas, principalmente la interpretativa, la argumentativa y la
propositiva. Con ello, realiza una de las transformaciones más importantes a la educación
en las últimas décadas. Da un giro pedagógico muy importante a tener en cuenta al pasar
a priorizar lo general y abstracto y no lo particular y específico, como sucedía antes. En
las nuevas pruebas, la información es dada al estudiante; y a partir de allí, él trabaja con
ella; interpretando, infiriendo y argumentando. Es un cambio sensible, posiblemente el
más importante ocurrido en las cuatro últimas décadas en la educación colombiana. Pese
a ello, reitero que tales pruebas sólo evalúan algunos aspectos, y que dejan de lado
completamente las dimensiones socioafectiva y práxica en el desarrollo de un individuo,
ya que estas dimensiones son casi imposibles de evaluar por medio de una prueba
diseñada por el Estado para los egresados de la educación media.
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Así mismo, debe advertirse que el desarrollo de la inteligencia intra e interpersonal del
estudiante depende esencialmente del tipo de relaciones que establezca en el hogar. Del
diálogo, la orientación y el apoyo a la formación de la personalidad que reciba en el hogar,
dependerá en buena medida la estabilidad emocional general que muestre el niño en el
colegio y en la vida. Hogares más democráticos, dialogantes y participativos tienden a
favorecer niños más alegres, con mayor independencia de criterio y autonomía; de otra
parte, hogares permisivos debilitan la necesidad de logro, las interacciones del menor y
la calidad de su proceso de descentración. Así mismo, familias “abandónicas” refuerzan
los sentimientos de tristeza y soledad, al tiempo que los hogares sobreprotectores limitan
el proceso de maduración y no preparan al niño para enfrentar los complejos dilemas que
demanda la vida y la interrelación con los otros.
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21. ¿Cuáles factores institucionales inciden en la edad de
desarrollo de un estudiante?
La edad de desarrollo de un estudiante depende de factores personales, familiares e
institucionales. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los factores institucionales
tienden a ser similares para los diferentes estudiantes vinculados a una misma
institución y, debido a ello, son menos variables. Los profesores, los directivos, los
currículos, los textos y las dinámicas de las clases y extraclases son similares para los
estudiantes de una misma institución. Pero aunque sean similares, no son iguales. De allí
la necesidad para que también sean evaluados e intervenidos, si ello fuere necesario.
Teniendo en cuenta lo anterior, el Instituto Alberto Merani debe velar porque sus
profesores ejerciten de manera sistemática y dirigida las competencias cognitivas de sus
estudiantes, favorezcan el aprehendizaje de los instrumentos de conocimiento propios de
cada ciencia y contribuyan a la formación de individuos cada vez más autónomos,
sensibles ante los otros y con criterios éticos y colectivos para tomar sus decisiones. Así
mismo, el Merani debe velar por que dichos procesos cubran la gran mayoría de los
estudiantes y no sólo a algunos de ellos.
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Evidentemente, hemos llegado a acuerdos con el MEN para homologar los cursos por
necesidades de tipo práctico para los estudiantes y sus familias. Y de allí que los
estudiantes que vienen de colegios externos reciban una homologación en el Merani y
aquellos que tuvieran que salir recibirían una certificación en la que homologarían los
cursos aprobados en el Merani. Pero, dada la originalidad del currículo del Merani, dicha
homologación es bastante nominal. De allí que la frecuente pregunta de los padres de
familia, ¿A qué cursos corresponden Proposicional B, Conceptual C o Formal Alfa? Tenga
como respuesta que a Proposicional B, Conceptual C o Formal Alfa. Si fuera de otra
manera no hablaríamos de Proposicional, Conceptual o Formal, sino de 1º, 5º o 6º grado
de la educación básica. Para nosotros, para los padres, el MEN, los estudiantes y los
docentes, debe quedar claro que los cursos del Merani no tienen una clara homologación
en la educación regular.
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Las reflexiones anteriores intentan dar respuesta a una pregunta que reiteradamente
recibe la institución. Ojalá lo aquí planteado ayude a que los propios padres comprendan
que dichos mecanismos son totalmente connaturales a una innovación pedagógica como
el Merani y que el día que dejemos de usarlos será un claro indicador de que hemos
comenzado a tradicionalizarnos.
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En general, la lectura que hacen los padres de sus hijos es bastante y en extremo
subjetiva, lo mismo que la lectura que cada uno de nosotros hace de nosotros mismos.
Conocerse a sí mismo es profundamente complejo y de allí que la persona más fácil de
engañar sea uno mismo (de lo contrario, no existirían los psicólogos). Por el contrario, la
lectura que un grupo de docentes realiza de sus estudiantes es bastante más objetiva, y
lo será más, si ella cuenta con criterios claros, diferenciados y estables; si existen
buenos, amplios y diversos mecanismos para recoger la información; si es producto del
seguimiento de un grupo de docentes, y si la evaluación es revisada posteriormente,
como sucede en el Merani, en especial con las evaluaciones actitudinales.
De esta manera, si un padre de familia supone que su hijo es más autónomo de lo que
dicen los docentes, en general podemos pensar que el padre tiende a estar equivocado,
ya que su juicio es en extremo subjetivo, cargado emocionalmente y carece de la
diversidad de fuentes, criterios y parámetros para poder evaluar de manera objetiva el
nivel de autonomía, interés o solidaridad de su hijo. Por el contrario, la evaluación que
realizan los docentes, tiene la enorme ventaja de combinar criterios, momentos,
contextos y fuentes. De allí que podamos decir que las evaluaciones en el IAM son
intersubjetivas. Un ejemplo sencillo para comprender lo anterior, lo tomaremos del
terreno deportivo.
Cuando observamos un partido de fútbol, en un primer momento podemos pensar que una
falta no lo era; o lo contrario. Nuestra primera mirada nos engaña, y nos hace ver faltas
donde no las había, y dejamos de verlas donde sí existían. La situación cambia cuando
observamos desde diversas perspectivas una misma jugada. Y con diversas cámaras
fácilmente concluimos si había o no había falta. Los diversos observadores o las diversas
cámaras, permiten conformar una visión intersubjetiva, lo cual nos hace aproximarnos a
la objetividad. Así sucede con la evaluación de un grupo diverso de maestros, frente a la
mirada, por lo general en extremo subjetiva, del padre o la madre.
Podemos seguir con la analogía para explicar otros aspectos de la evaluación actitudinal.
¿Qué dicen al árbitro los jugadores que acaban de cometer una falta? Y ¿qué dicen los
Directores Técnicos cuando acaban de ver a un jugador de su equipo cometiendo una
falta?
Como regla general, los jugadores niegan la falta y no aceptan su responsabilidad en ella;
al tiempo que el Director Técnico tampoco reconoce que el jugador de su equipo ha
cometido la falta, y como regla general, mueve la cabeza en el sentido de la negación,
indicando que el árbitro está equivocado.
Algo análogo sucede a un niño a quien se le indica que presenta debilidades en interés,
autonomía o solidaridad. En términos generales tiende a no reconocer la falta y a ubicar
el problema en los otros. Por su parte un grupo relativamente amplio de familias actúan
como el Director Técnico de los partidos deportivos, desconociendo las faltas de sus
“jugadores” y pidiendo sanciones para faltas de jugadores de otros equipos.
Para terminar la analogía, insistiremos que hoy en día la objetividad sólo se consigue con
diversas lecturas intersubjetivas –lo cual no pueden hacer padres e hijos. La calidad de
una evaluación depende de la calidad de los criterios y parámetros, y de la diversidad de
fuentes para recoger la información. Eso es lo que intentamos hacer en el Merani cuando
realizamos una evaluación actitudinal.
Cada bimestre revisamos la información que tenemos de cada uno de los estudiantes en
distintas reuniones: de profesores, de coordinadores de curso y de ciclo, y de directivos
con coordinadores. Estas discusiones se llevan a cabo durante una semana y en ellas se
logra la revisión y actualización de la información de cada uno de los estudiantes de la
institución.
Según lo anterior, podemos afirmar que el seguimiento que hacemos de cada uno de
nuestros estudiantes es exhaustivo y cuidadoso, lo que nos permite tomar las medidas
más adecuadas en cada uno de los casos analizados.
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Según lo anterior, los mejores balances académicos obtenidos en el Merani suelen ser
alcanzados por estudiantes más autónomos, más creativos, más interesados, de mayor
comprensión lectora, que reciben un mayor apoyo por parte de la familia y que provienen
de familias esencialmente democráticas.
No parece necesario sustentar que los mejores balances académicos sean obtenidos por
estudiantes más autónomos e interesados por el conocimiento. Es bastante lógico que un
estudiante con mejor capacidad para planificar el tiempo, un estudiante más
independiente de criterio, con mayor capacidad de autogobierno y mayor pasión por
aprehender, mayor interés y mejor nivel de comprensión lectora, obtenga un buen balance
académico en una institución como el Merani. Resulta más complejo, sin embargo,
explicar las otras relaciones encontradas en la investigación; en especial, el papel de los
padres y de la creatividad.
“Como aprendí por experiencia propia, uno de los mayores obstáculos al desarrollo de lo
que llamo inteligencia exitosa son las expectativas negativas por parte de las figuras que
encarnan la autoridad.”
Sin embargo, el error de Terrassier fue no reconocer el efecto negativo para el desarrollo
de la personalidad que podrían generar unas expectativas excesivamente altas de sus
padres sobre sus hijos. El propio Alberto Merani nos advertía sobre los riesgos y las
principales dudas que le generaba la educación especial de niños y jóvenes
especialmente dotados. Merani centraba su preocupación en los padres de familia, y
manifestaba su temor de que llegaran a “…creerse progenitores de genios, con los graves
resultados para el futuro mental, afectivo y social de estos niños” (Merani, 1983, p. 56).
La identificación que tuvieron los primeros padres de estudiantes del Merani al suponer
que tenían un niño con “capacidades intelectuales muy superiores” les generó a algunos
de esos progenitores, expectativas por lo general desproporcionadas y los condujo a
creer y pensar que sus descendientes cambiarían la ciencia, la tecnología o la sociedad
en poco tiempo y con relativamente poco esfuerzo. Precisamente estas expectativas
generaron efectos negativos sobre el desarrollo de la personalidad de sus hijos; en
especial, porque terminaron bloqueando a algunos estudiantes, y porque a otros les
hicieron confiar en extremo en sus capacidades y talentos. Nunca hay que olvidar que
como decía Edisson, la creatividad es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.
En el Instituto Alberto Merani, un estudiante puede no ser promovido de año por factores
académicos o actitudinales. No se promueve un estudiante al grado siguiente por
factores académicos cuando no se aprueban dos asignaturas en el acumulado del año y
no se promueve actitudinalmente cuando en dos actitudes se obtiene durante el año un
balance inferior a aceptable En ambos casos estaríamos ante una edad de desarrollo,
cognitiva o valorativa, según sea el caso, menor a la del grupo. Esta medida se modifica
cuando estamos ante un cambio de ciclo, y en este caso se exige la aprobación de todas
las actitudes. En caso contrario, el estudiante no es promovido al ciclo siguiente.
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Un estudiante que repruebe dos actitudes estaría mostrando que presenta un menor nivel
de desarrollo que el de sus compañeros en la relación con los otros (solidaridad), consigo
mismo (autonomía) y con el conocimiento (interés). Es decir, tiene una edad de desarrollo
valorativo inferior a sus compañeros. Y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, una
sola actitud sería motivo suficiente para no ser promovido al ciclo siguiente.
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Es por ello que diseñamos las recuperaciones y los TAD actitudinales, con el fin de
orientar la superación de las debilidades diagnosticadas. Pero, para que realmente
tengan éxito es necesario un alto compromiso de la familia, de la institución y del
estudiante.
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V. MECANISMOS DE PROMOCIÓN DE LA
EXCELENCIA
De otro lado, la invitación nos permite evaluar la posibilidad que tiene ese estudiante de
ser supranivelado al curso siguiente. Al invitarlo a tomar una asignatura, estamos
evaluando su capacidad de adaptación a una situación nueva, a un grupo y a un reto
nuevo; en suma, a un mayor nivel de dificultad. Según el éxito que tenga esta medida, la
institución podrá intentar o descartar una decisión general y permanente, como la
reubicación de curso.
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Como decía hace algunos años Rosalía Arteaga (2003), expresidente del Ecuador, luego
de su visita al Merani: “En el Merani se respira libertad y excelencia”. Por eso es
importante que un estudiante se destaque especialmente en una asignatura o
suficientemente en dos de ellas. No importa cuáles sean; lo significativo es que el
estudiante evidencie mayores niveles de profundidad, de dominio, de interés y de
dedicación cuando menos en una o dos asignaturas. Esto es lo que denominamos
Condición de Excelencia Académica.
Así mismo, existe una Condición de Excelencia Actitudinal, la cual se cumple cuando en
por lo menos dos indicadores actitudinales el estudiante obtiene un 8.0 o su equivalente,
o en una de ellas obtiene un 10.0 o su equivalente.
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40. ¿Por qué es frecuente que los padres de familia del IAM
tengan altos niveles de ansiedad?
La ansiedad de los padres de familia del IAM proviene del hecho de que sus hijos asisten
a una innovación educativa que cambió de manera significativa y radical la forma de
educar en el país. En el Merani hemos creado una nueva teoría de la inteligencia, un
nuevo modelo pedagógico, nuevos textos, nuevos sistemas de evaluación y capacitación,
y un nuevo currículo. Enfrentarse a una situación totalmente nueva genera una gran
ansiedad y, tanto mayor, cuanto más tradicionales sean las personas que se enfrentan a
ella.
El Merani genera en los padres tantas preguntas, y tan diversas, que éste es ya el tercer
documento elaborado para contestarlas; y se tienen preparados varios documentos más…
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Se deriva de lo anterior que necesitamos con urgencia mayores niveles de lectura de los
libros y de los documentos institucionales por parte de los padres de familia, así como
una más alta participación de los padres antiguos, con el fin de evitar que sean
exclusivamente los profesores y coordinadores de curso los encargados de resolver las
dudas que genera la innovación. Adicionalmente, hemos ampliado las Escuelas de Padres
y las reuniones de los coordinadores de ciclo con los padres de familia de estudiantes
menores, que son quienes presentan mayor número de inquietudes.
En este contexto, adquiere especial interés el sistema de Padres Tutores, que está
orientado a realizar un programa especial de capacitación para que los padres con mayor
permanencia, identificación y comprensión del proyecto, puedan actuar como
multiplicadores y resuelvan las inquietudes frecuentes de padres de familia que lleven
menos tiempo en la institución.
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De esta manera, las familias de los niños con mejor balance académico y actitudinal en el
Merani tienden a ser más estables, más funcionales y, especialmente, más democráticas
y resonantes. Una familia democrática es aquella que promueve una normatividad básica
clara, en la que todos sus miembros participan activamente en las decisiones, en se
respetan las diferencias individuales y en se dialoga de manera abierta y frecuente. Una
familia resonante es aquella que conoce los intereses, las fortalezas y las debilidades de
sus hijos, y que crea estrategias para promoverlos y para apoyar a sus hijos en la
superación de sus debilidades.
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En los últimos tiempos, el mundo, el país y la institución han asistido al aumento sensible
de disoluciones familiares, de ausencia de estructuras claras y de abandono psicológico y
socioafectivo de los menores.
Hasta los años 70 del siglo pasado, conocimos estructuras familiares profundamente
autoritarias; por el contrario, las actuales tienden a ser familias permisivas, en las cuales
la autoridad se encuentra diluida, los roles son imprecisos, las normas se quiebran con
facilidad alarmante y donde el menor tiende a imponer su voluntad, recurriendo al
chantaje del llanto o de la agresión. Algunos sociólogos hablan de una generación de
padres sumisos.
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Como tendencia general, los padres de niños menores presentan bajos niveles de empatía
con la institución. Esto es así ya que difícilmente un padre de familia que desconoce el
Merani y que no ha leído los documentos institucionales presenta tesis y argumentos
similares a los de la innovación. Por lo general, las posiciones de los padres son más
tradicionales y menos innovadoras. Es necesario un buen tiempo para que los padres
puedan apropiarse de la filosofía institucional y para que comprendan la magnitud, las
características y la dimensión de la institución. Lo anterior contrasta con la confianza de
los padres de niños que ingresaron al Merani durante los primeros años de su creación, ya
que tomar la decisión de ingresar un niño en una institución tan innovadora durante los
primeros años, cuando no se conocía ninguno de los resultados actuales, requería una
enorme confianza en la institución, en sus maestros y en sus directivos.
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Lo anterior no quiere decir que si los padres están separados entonces los hijos no
pueden ingresar al Merani. Eso no es cierto. Sin embargo, la funcionalidad del hogar, la
estabilidad, la comunicación y el diálogo que se observen en el hogar, sí es una de las
variables que observamos para decidir el ingreso de un estudiante a la institución.
Hogares con mayor diálogo y comunicación, con participación de todos los miembros,
pero con límites más claros, tendrán más posibilidad de que sus hijos ingresen, ya que los
estudios que hemos realizado hasta el momento nos demuestran que tienen mayores
posibilidades de éxito en la institución los hijos de familias democráticas que los hijos de
familias autoritarias, permisivas o sobreprotectoras.
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47. ¿Cuáles son entonces los factores por los que un niño
no ingresa al IAM?
Para el ingreso de un estudiante miramos su ambiente familiar, su historia escolar, sus
actitudes y el desarrollo que haya alcanzado en sus competencias interpretativas y en su
pensamiento. El ingreso está determinado por un conjunto de factores familiares,
actitudinales, cognitivos y escolares. Y dependiendo del balance general en estos cuatro
aspectos, el aspirante ingresa o no ingresa a la institución.
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48. ¿Cuáles son los factores por los que sale un niño del
Merani?
Un niño puede ser retirado de la institución por factores académicos y por factores
actitudinales.
Aun así, siempre, en todos los casos, un estudiante que presente las anteriores
debilidades actitudinales y académicas tendrá diversas oportunidades para superarlos.
Tendrá recuperaciones académicas y actitudinales al culminar cada uno de los
semestres. Tendrá el apoyo de un compañero de clase, o un compañero de uno de los
cursos superiores cuando es estudiante nuevo. Si el problema tiene una clara raíz
familiar, sus padres estarán invitados al Programa de Apoyo Familiar, denominado PAF.
Tendrá el apoyo especial de un docente tutor y participará en diversos Talleres de Apoyo
al Desarrollo (TAD) en las tardes o las mañanas de los sábados. Son talleres que intentan
abordar debilidades actitudinales, psicológicas y de pensamiento (ver al respecto la
pregunta: ¿Qué son los TAD?).
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Los resultados ratifican plenamente esta decisión. Según las pruebas ICFES del año 2007,
veinte colegios no bilingües obtuvimos en inglés mejores resultados que todos los
colegios bilingües del país. Y esto es así ya que los altos niveles de comprensión lectora
alcanzados en el Merani y en algunos colegios del país, les permiten a nuestros
estudiantes alcanzar niveles muy altos de comprensión en inglés.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la competencia para escribir o hablar en una
segunda lengua es una competencia que se puede adquirir de una manera relativamente
fácil mediante viajes al exterior o en cursos extracurriculares realizados en múltiples
instituciones. Por el contrario, ¿qué podrán hacer los miles de colombianos que presentan
debilidades en sus competencias para deducir, para interpretar o para argumentar? Según
el ICFES (2006), tan solo un 2% de los jóvenes del grado once alcanzan una buena
competencia interpretativa en el idioma español, ¿Dónde y cómo mejorarán dicha
competencia el 98% de los jóvenes egresados de la educación media? Según el ICFES
(2006), sólo tres de cada cien egresados de la educación media alcanza un nivel alto en
competencias deductivas, ¿Dónde y cómo mejorarán dicha competencia el 97% de los
jóvenes egresados de la educación media? Según el ICFES (2006), sólo cuatro de cada
cien egresados de la educación media alcanza un nivel alto en competencias
argumentativas, ¿Dónde y cómo mejorarán dicha competencia el 96% de los jóvenes
egresados de la educación media?
Educar es elegir. Educar implica jerarquizar y priorizar. La tarea fundamental que tenemos
los educadores es elegir el tipo de individuo y de sociedad que queremos formar, y para
ello tenemos que preguntarnos qué es lo esencial que debemos asumir. La respuesta del
Merani es clara y es diferente a la que dan los colegios bilingües. Para nosotros lo
fundamental es formar un individuo con altos niveles de pensamiento, formación
valorativa, desarrollo actitudinal, comprensión y con un claro proyecto de vida personal y
social. Por el contrario, los colegios bilingües privilegian la segunda lengua, y sacrifican
los años más importantes de la vida en el aprehendizaje de una lengua extranjera. Tienen
que dejar de lado el desarrollo del pensamiento, y tienen que dejar de lado la formación
valorativa para enfatizar la adquisición de una segunda lengua. Indudablemente lo logran,
la pregunta que vale la pena hacerse es a qué costo lo hacen. Sin duda, alcanzar una
segunda lengua implica unos sacrificios, y nosotros estamos convencidos de que no vale
la pena asumirlos.
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Según los resultados de las pruebas de Estado del año 2007, en Bogotá –ciudad que
obtiene los mejores resultados nacionales–, tan solo el 2% de los jóvenes del grado once
alcanza niveles satisfactorios en competencias interpretativas, el 3% obtiene resultados
satisfactorios en las competencias propositivas y el 4% obtiene resultados positivos en
las competencias argumentativas. Con estos resultados, es un despropósito que un país
en el que los estudiantes no alcanzan los mínimos niveles de comprensión lectora en su
lengua materna, se pretenda abordar el desarrollo de las competencias interpretativas en
una segunda lengua.
Estudios desarrollados por diversos investigadores (Vasco, 1986, Instituto Alberto Merani,
1986) han mostrado de tiempo atrás que los niveles alcanzados en el desarrollo de las
operaciones intelectuales inductivas y deductivas propias del pensamiento formal son
altamente preocupantes en el país. En promedio, sólo dos estudiantes por cada salón de
clase alcanzan un nivel satisfactorio en el desarrollo de las operaciones intelectuales
propias del periodo formal. Apenas el 6% de los estudiantes del grado once alcanzan un
nivel satisfactorio en el desarrollo del pensamiento formal.
Estudios más recientes que intentan diagnosticar el nivel alcanzado por los estudiantes
colombianos en el desarrollo de las competencias argumentativas, llegan a resultados
muy similares. Los resultados obtenidos por los estudios adelantados en la Universidad
del Valle concluyen que tan solo un 6% de los bachilleres colombianos está en capacidad
de establecer un debate argumentado de manera coherente (Martínez, 2001).
Los resultados de las pruebas SABER aplicados en los colegios del Distrito Especial de
Bogotá obtienen un resultado análogo. Para el grado noveno, tan solo el 2% de los
estudiantes alcanzaban un nivel de comprensión crítica de los textos y más de la mitad
de los estudiantes no podían realizar inferencias directas de lo escrito textualmente en el
documento que se les entrega.
Siendo éste el panorama cognitivo y valorativo, cabe preguntarse ¿qué sentido tiene que
el MEN de Colombia y que los Ministerios de Educación de América Latina adopten la
enseñanza obligatoria de la segunda lengua si en la primera no se obtienen los mínimos
resultados exigidos? ¿Será que con los resultados expresados unas páginas atrás, la
prioridad del país a nivel educativo es alcanzar mayores niveles de dominio en una
segunda lengua; o antes de ello será necesario un mayor trabajo en desarrollo del
pensamiento, formación valorativa y comprensión lectora? ¿Por qué legislar bajo la
presión de los padres de familia y no orientado por principios pedagógicos?
Cuatro años después de adoptada la medida, los resultados no pueden ser más
desalentadores para el MEN y para el país. Como las horas de inglés hay que sacarlas de
algún lado, el MEN ha solicitado a los colegios que las tomen del área de lenguaje.
Llevamos tres años seguidos en que los resultados de lenguaje, que ya eran bastante
bajos en el 2004, han seguido mostrando una tendencia a la caída, como se observa en la
siguiente gráfica, en la cual se socializan los resultados de lenguaje y de inglés para los
dos calendarios en los últimos cuatro años.
(2004 a 2007)
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Aprehender una lengua es aprender una lógica, una manera de pensar y de organizar el
pensamiento. Por algo decían los antiguos que una lengua es un carácter. De lo que se
deriva que mientras no se trabaje adecuadamente la relación entre pensamiento y
lenguaje, serán insuficientes todos los esfuerzos que se realicen para que los estudiantes
aprendan una segunda lengua. El Merani ha ratificado en su práctica lo que otros
investigadores mundiales han concluido: que el aprendizaje de una segunda lengua suele
resultar favorable cuando la primera está más consolidada, “puesto que permite a los
niños, los padres y las escuelas concentrarse en la primera lengua y cuando ya están
listos, entonces pueden tener esa clase de inmersión en la segunda” (Revista del
Magisterio, julio de 2007, Entrevista con Fred Genesse)
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Lo más triste del tema que estamos analizando es que los esfuerzos realizados por el
propio Ministerio de Educación Nacional, muy seguramente estén siendo condenados al
fracaso, porque pensar, hablar, escribir y leer en una segunda lengua, implica
modificaciones educativas mucho más complejas y amplias que las inicialmente
abordadas. No basta con asignar una horas más a un área, si previamente no se revisan
los fines, los contenidos, las secuencias o los textos; y si previamente no hay
modificaciones esenciales en los modelos pedagógicos dominantes o en los sistemas y
programas de formación de los maestros. ¿Dónde están –por ejemplo– los maestros que
enseñarán inglés, o más aun, los que enseñarán en inglés las asignaturas de historia o de
biología? ¿Dónde existen maestros con desarrollo en sus competencias interpretativas
para que las favorezcan enseñando matemáticas o lenguaje? ¿Dónde están escritos en
inglés los textos que favorecerán el desarrollo de las competencias argumentativas,
interpretativas y propositivas de los estudiantes, si todavía no existen en español?
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Teniendo en cuenta lo anterior, podemos afirmar que el papel de los jóvenes mayores en
el Merani es excepcionalmente positivo. Nunca pensamos que podíamos llegar al nivel tan
alto y positivo al que hemos llegado, porque muy difícilmente es tan buena la relación
entre mayores y menores. En la casi totalidad de colegios, los mayores maltratan,
humillan y se aprovechan de los menores; en el Instituto Alberto Merani, los mayores se
convierten en acompañantes que facilitan su proceso de adaptación a la institución; son
sus tutores, sus hermanos mayores.
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El Merani optó por la ruta más compleja. No está interesado en apagar las preguntas, sino
en cultivarlas; no está interesado en aplastar la impulsividad, sino en canalizarla; no está
interesado en frenar la energía, sino en orientarla. De allí que con frecuencia pregunten
los padres, ¿no son estos niños especialmente intensos e inquietos?
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De todas formas, es forzoso entender la necesidad que tiene todo joven de comunicarse
con sus amigos y compañeros de una manera diferente a la de los adultos; la tienen ellos,
la tuvimos nosotros y la tendrán los hijos de ellos. Como señalaba Merani (1958) medio
siglo atrás:
Para identificarse, un joven intentará crear su propio lenguaje, por oposición al lenguaje
adulto; en consecuencia, el joven buscará una subcultura que exprese maneras diferentes
de vestir, de hablar, de escuchar, de escribir y de pensar. Ello le permitirá superar su crisis
de identidad y de autoridad. De allí que por lo general los jóvenes se refieran de manera
brusca a sus amigos, lo que para el lenguaje adulto representan propiamente groserías,
pero que para el lenguaje juvenil representa una manera generacional y particular de
comunicarse. Hay que ver cómo se saludan dos jóvenes desde la China hasta el Cono Sur
(lo cual se deja a la imaginación).
¿Acaso ustedes como adultos no dijeron groserías en esas edades? ¿Cómo se saludaban
al encontrarse con un amigo de juventud? ¿Cómo se expresaban al fracasar en un intento,
en una jugada, o después de un esfuerzo prolongado?
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En el año 2003 realizamos un segundo estudio de seguimiento sobre los egresados para
averiguar su situación en el contexto universitario (De Zubiría, Ruiz y Vera, 2003). El
estudio permitió concluir que los promedios de los egresados eran claramente superiores
al promedio de los compañeros de semestre, que su estabilidad de carrera era superior y
que eran reconocidos por compañeros y docentes como estudiantes de buen perfil
académico y actitudinal.
Aun así, con las primeras promociones de egresados pudimos evidenciar que el contexto
familiar y sociocultural ejercía un impacto negativo en la formación de la sensibilidad
social y el autoconcepto, el cual no lograba ser suficientemente contrarrestado por
nosotros. Y que las transformaciones que realizábamos como institución también nos
obligaban a redoblar los esfuerzos en una formación más integral y que incluyera a la par
con lo cognitivo, aspectos de sensibilidad artística, competencias deportivas y
desarrollos emocionales.
En carreras, las áreas dominantes son la física, la biología, la música y la economía. Los
egresados han elegido estudiar fundamentalmente áreas básicas. Anualmente hacemos
una reunión en la institución para conversar cómo van sus proyectos y los nuestros.
Cerca de unos cincuenta egresados han estado vinculados al Merani en calidad de
profesores, tutores o autores de textos. En la actualidad, tres jefes de área y tres
coordinadores de curso son egresados de la institución.
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Hoy, la escuela tradicional sigue siendo la dominante en la mayor parte de países del
mundo y los leves vientos de cambio en la educación siguen siendo marginales, aunque
crecientes. Por ello, nuestro sueño de cambio en la educación sigue estando vigente.
Por otra parte, metodologías innovadoras como el sistema por niveles, las tutorías, los
TAD, los PAF, las recuperaciones académicas y actitudinales y los debates y seminarios
intercolegiados, entre otros, deberán generalizarse en el sistema educativo regular.
Del Merani también deberán transferirse a la educación regular –con los ajustes
pertinentes–, los textos escolares y los instrumentos de evaluación cognitiva y valorativa
que han sido probados, ajustados y validados en estos años de experiencia.
La defensa de una educación que parta de las fortalezas de sus estudiantes y que no se
dedique a sus debilidades, y la lucha por encontrar y promover las fortalezas de cada uno
de sus estudiantes, deben considerarse como grandes logros por los que ha luchado el
Merani en sus primeros quince años de labores. Esta lucha comienza a tener sus frutos
por fuera del IAM.
Como puede verse, el Merani tendrá que generar un mayor impacto en la educación
colombiana, si en verdad quiere cumplir con el compromiso con el que nació. Vamos bien,
pero hasta ahora estamos empezando, y no podremos sentirnos satisfechos hasta que los
propósitos, los contenidos y las metodologías implementadas en la escuela regular
promuevan un pensamiento libre, analítico y creativo; y hasta que formar individuos
interesados por el conocimiento, más autónomos y más solidarios, sea propósito
prioritario de la educación colombiana. Como puede verse, todavía falta mucho camino
por recorrer.
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Soñamos el Merani del 2020 como un centro de investigación y producción que esté
trascendiendo a nivel nacional e internacional en la producción de ideas y en las
prácticas pedagógicas.
Entender al Merani como un centro de investigación implica también que el trabajo de los
estudiantes, los docentes y las directivas sea apoyado por un grupo de investigadores
interdisciplinarios que nos permitan evaluar de manera cada vez más confiable los
impactos de diversas didácticas, actividades, textos, programas y esfuerzos comunes;
implica que sigamos reflexionando sobre la excepcionalidad, el desarrollo del
pensamiento y el desarrollo valorativo y encontremos algunas posibles respuestas sobre
sus determinantes, su naturaleza y sus causas; y que cualifiquemos los instrumentos
para evaluar los distintos procesos cognitivos y valorativos presentes en el desarrollo de
un estudiante.
Seguramente la educación en general tenga que asignar un papel mucho más importante
a los elementos virtuales y visuales. Como es natural, el Merani no podría quedarse atrás
en ello, e incluso somos de los pocos que ya hemos iniciado a trabajar con asignaturas
orientadas a comprender los lenguajes audiovisuales, imprescindibles en los inicios del
nuevo siglo.
El Merani del 2020 también tendrá que ser un centro que incorpore las tecnologías
modernas en su trabajo diario, con fines de elevación de la calidad educativa.
Seguramente podremos realizar evaluaciones académicas en la red, atender población de
diversos lugares del país y del planeta mediante sistemas de enseñanza virtual.
Dispondremos de salones que cuenten con bibliotecas virtuales y que puedan recurrir
fácilmente a conferencias, textos, videos, actividades y experimentos realizados en otros
lugares del planeta, y que ellos puedan también acceder de manera virtual a nuestras
reflexiones y producciones.
El Merani del 2020 deberá propender por una enseñanza más tutorial y menos presencial;
por una ampliación de convenios con centros de investigación y educación del más alto
nivel académico nacional e internacional. Tendremos estudiantes y docentes pasantes en
diversas innovaciones de Colombia y América Latina contando con el apoyo de un trabajo
interdisciplinario de profesores. Esa es la ilusión.
Concebimos un Merani que cuente con un excelente sistema de apoyo cuando los
estudiantes presenten debilidades académicas, psicológicas, familiares y actitudinales,
con un trabajo intensivo en las tardes que busque orientar de manera más clara y directa
a las familias y a los estudiantes que no han logrado llegar a los niveles de desarrollo
cognitivo y valorativo deseados y que, pese a los esfuerzos institucionales, sigan
presentando alguna debilidad en autonomía, solidaridad e interés por el conocimiento.
Necesitamos formar a jóvenes cada vez más sensibles frente al dolor nacional; que
sientan como propia la tragedia de los desplazados; que entiendan que una guerra no nos
puede seguir desangrando y que el hambre que sufren otros, también les debe doler.
Necesitamos formar jóvenes mucho más sensibles por las tragedias y los dolores de sus
contemporáneos. Que sientan que sus proyectos individuales no tendrían sentido si no
van de la mano de proyectos sociales. Necesitamos formar individuos, que como decía
Einstein, entiendan que “Casi todo lo que hacemos y deseamos está ligado a la existencia
de otros hombres (…) y que un individuo aislado al nacer permanecería en un estado tan
primitivo del sentir y del pensar, como difícilmente podríamos imaginarlo. Lo que es y lo
que significa el individuo no surge tanto de su individualidad como de su pertenencia a
una gran comunidad humana, que guía su existencia material y espiritual desde el
nacimiento hasta la muerte" (Einstein, 1932).
Como puede verse, aún estamos lejos de ver los sueños convertidos en realidad. Para
lograrlo, todavía nos falta más comprensión de los padres de que estamos ante una
institución que cambió profundamente los propósitos y los contenidos de la enseñanza;
todavía nos faltan niveles de autonomía mayores en nuestros estudiantes; todavía nos
falta consolidar nuestros instrumentos de evaluación por parte de los docentes y todavía
nos falta vincularnos en mayor medida con la comunidad académica nacional e
internacional. Pero cada día nos sentimos más seguros de que estamos recorriendo el
camino correcto. Hace quince años éramos solamente un sueño; hoy, somos una realidad
que sigue soñando con cambiar la educación colombiana…
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A mediados de julio del año 2008, hemos iniciado la construcción de la planta física
definitiva del Instituto Alberto Merani. Estas instalaciones contarán con dos plantas,
secciones independientes para preescolar, primaria y bachillerato, 28 aulas, cada una de
ellas del doble del tamaño actual, biblioteca con una extensión seis veces superior a la
actual, comedor y auditorio para 400 personas, laboratorios de tecnología, sistemas y
ciencias, salón de audiovisuales y amplios campos deportivos. La prioridad para los años
2008 y 2009 serán los nuevos 28 salones de clase, la mitad de los cuales está prevista
para febrero de 2009 y la otra mitad para febrero del año 2010.
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IX. REFERENCIAS
AGUILAR, J.F. (1998). De viajes, viajeros y laberintos. Innovaciones educativas y culturas
contemporáneas. Bogotá: Fundación CEPECS. Colombia.
BLANCO, R. y MESSINA, G. (2000). Estado del arte sobre las innovaciones educativas en
América Latina. Santiago de Chile: SECAB
_____________. (2000) Respuestas del Instituto Alberto Merani a preguntas frecuentes de los
padres. Bogotá: IAM.
INSTITUTO ALBERTO MERANI (2000). El sistema por niveles. Bogotá: Instituto Alberto
Merani. Colombia.
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