Buenos Hábitos Alimentarios
Buenos Hábitos Alimentarios
Buenos Hábitos Alimentarios
- Los cereales integrales y sus derivados deben formar parte de la dieta de manera
primordial. Esto se traduce en 4-6 raciones diarias de alimentos ricos en este nutriente
(Una ración sería, un plato de pasta, arroz o patatas, 60 g de pan, etc.).
Unos malos hábitos alimentarios son aquellos que no proporcionan la energía y los
nutrientes que necesitamos para que nuestro organismo funcione correctamente y
para que podamos desempeñar nuestras actividades cotidianas.
También se incluyen aquí las pautas alimentarias que determinan un aporte excesivo
de uno o varios nutrientes y también de calorías que pueden determinar la aparición
de enfermedades metabólicas como obesidad y diabetes tipo 2, además de aumentar
el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Usted puede haber tenido ciertos hábitos alimentarios por tanto tiempo que no se da
cuenta de que son malsanos. O sus hábitos simplemente se han vuelto parte de su
estilo de vida cotidiana, así que usted no piensa mucho en eso.
Lleve un diario
Un diario de los alimentos es una buena manera de ayudarlo a conocer sus hábitos
alimentarios. Lleve un diario de los alimentos durante una semana.
Apunte lo que come, qué cantidad y a qué horas del día lo consumió.
Incluya notas acerca de qué más estaba haciendo y cómo se sentía, como con
respecto a sentirse hambriento, estresado, cansado o aburrido. Por ejemplo, quizá
usted estuvo en el trabajo y estaba aburrido. Así que consumió un refrigerio de un
expendedor automático al pasar caminando por el pasillo desde su oficina.
Recuerde, los pasos pequeños hacia el cambio llevan a mayor éxito al hacer cambios
más prolongados. Trate de no agobiarse con demasiadas metas. Es buena idea limitar
su enfoque a no más de 2 a 3 metas a la vez.
Además, dele un vistazo a los hábitos saludables que tenga y siéntase orgulloso de
estos. Trate de no juzgar sus comportamientos con mucha severidad. Es fácil
enfocarse sólo en sus hábitos malos. Esto puede llevarlo a que se sienta estresado y
que renuncie a intentar cambiar.
Tome leche desnatada o baja en grasa (al 1%) en lugar de leche entera o al 2%.
Coma fruta para el postre en lugar de galletas (u omita el postre la mayoría de los
días).
Programe horas para las comidas y refrigerios.
Ahora reflexione
Piense en qué desencadenantes, o indicadores, pueden estar causando algunos de
sus hábitos alimentarios.
¿Hay algo en su entorno que lo lleva a comer cuando no tiene hambre o a escoger un
refrigerio malsano con frecuencia?
Cuando ve televisión.
NO camine por donde está el expendedor automático para llegar a su oficina, de ser
posible.
Decida temprano lo que va a cenar, de manera que tenga un plan para después del
trabajo.
Excluya los refrigerios malsanos de su casa. Si alguien más en la casa compra estos
refrigerios, ingéniese un plan para mantenerlos fuera de la vista.
Sugiera que se consuman frutas y verduras en lugar de dulces durante las reuniones
de trabajo o lleve opciones más saludables para usted.
Si usted tiene el hábito de comer dulces hacia el final de su día laboral para obtener
energía, pruebe tomando una taza (240 mililitros) de té de hierbas y un pequeño
manojo de almendras.
Controle el tamaño de las porciones. Es difícil comerse unas pocas papitas fritas u
otros alimentos tentadores cuando hay tanto frente a usted. Tome sólo una pequeña
porción y guarde el resto. Coma en un plato o un tazón en lugar de hacerlo
directamente de la bolsa.
Coma lentamente.
Espere hasta que haya tragado su bocado de alimento antes de tomar el siguiente.
Comer demasiado rápido lleva a comer en exceso cuando el alimento que usted ha
ingerido no ha llegado a su estómago todavía y no le ha indicado a su cerebro que
usted está lleno. Usted sabrá que está comiendo demasiado rápido si se siente lleno
aproximadamente 20 minutos después de dejar de comer.
Dele tiempo a su cerebro y a su cuerpo para relajarse del estrés de la vida diaria.
Tome un descanso mental o físico para que lo ayude a sentirse mejor sin acudir a los
alimentos como recompensa.
Sepa con antelación lo que va a comer para que pueda abstenerse de comprar
alimentos malsanos (compra por impulso) o comer en restaurantes de comida rápida.
Planee las cenas al principio de la semana para que pueda preparar comidas bien
equilibradas y saludables todas las noches.
Prepare algunos componentes de la cena por adelantado (como picar verduras). Esto
le permitirá preparar una comida saludable más rápidamente al final del día.
Cuando deba tener alimentos malsanos en su casa, póngalos en un lugar que sea
difícil de alcanzar en lugar de en el mostrador de la cocina.
Un viejo refrán dice: "desayune como un rey, almuerce como un príncipe y cene como
un mendigo".
Evite saltarse las comidas. Omitir un refrigerio o una comida regular a menudo lleva a
comer en exceso o hacer elecciones malsanas.
Una vez que haya cambiado 1 o 2 de sus viejos hábitos malsanos, trate de cambiar 1
o 2 más.
La práctica ayuda
Puede pasar un tiempo antes de que usted pueda convertir sus hábitos malsanos en
hábitos nuevos y saludables. Recuerde, a usted le llevó un tiempo formar sus hábitos y
puede tomarle simplemente el mismo tiempo cambiarlos. NO se rinda.
Si vuelve a caer en un viejo hábito, piense en por qué reincidió. Trate otra vez de
reemplazarlo por un nuevo hábito. Un desliz no significa que usted sea un fracaso.
¡Siga intentándolo!