Pasado y Presente de Las Finanzas Corporativas
Pasado y Presente de Las Finanzas Corporativas
Pasado y Presente de Las Finanzas Corporativas
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
ABSTRACT
Since the early days of last Century, when finance got independent
from economy, the expansion of corporate finance has been a success
story. After its consolidation as a scientific discipline in the middle of the
50», corporate finance changed their traditional external perspective,
legal and institutional, and moved to a new one purely economic, much
more analytical and focused on the financial decisions made in firms and
their market valuation. This change favoured one of the times more fruitful
in both theoretical and empirical research although it said little about the
practice of corporate finance. In the 80», the approximation between
theoretical developments and practice lead to a stronger knowledge
on the management and financial policies incompanies that cannot be
compared to the neoclassic theoretical focus. However, when it seemed
that corporate finance were going through their best times, the financial
crisis has questioned quite a lot of their fundamentals and predictions.
KEYWORDS
1. Introducción
8. Valoración, estructura de capital y gobierno corporativo son para Zingales (2000) las tres
áreas principales de las finanzas corporativas.
9. En este marco teórico, inversores, empresas y mercados financieros son los tres compo-
nentes en los que se abstrae y simplifica la realidad.
10. Para Zingales (2000), el objeto de las finanzas corporativas no es otro que el estudio del
modo en que las empresas se financian.
11. La revisión del estado actual de la investigación que nos ofrece el manual de Constanti-
nides, Harris y Stulz (2003), Handbook of the Economics of Finance (Vol. 1A – Corporate
Finance y Vol. 1B – Financial Market and Asset Pricing), deja pocas dudas acerca de que en
los albores del siglo xxi la dicotomía entre finanzas corporativas y finanzas de mercado si-
gue perviviendo.
12. O dicho de otra manera: «El progreso en la teoría de las finanzas corporativas procede
del solapamiento de las predicciones de la teoría con las observaciones empíricas de la prác-
tica de las finanzas corporativas» (Mayer, 1994).
13. Como Jensen y Smith (1984) subrayaron, este cambio en el énfasis de la investigación
proporcionó una base científica para la formación de una teoría positiva de las decisiones
financieras de la empresa.
14. No son pocos los autores que posponen el nacimiento de las finanzas como disciplina
científica hasta los años cincuenta, haciéndolo coincidir con la publicación en el Journal of
Finance –cuyo primer número había visto la luz en 1946- del trabajo de Markowitz (1952)
sobre selección de carteras.
15. El estudio de las finanzas corporativas venía perfilándose desde finales del siglo xix
ante la necesidad de describir y documentar los instrumentos y las instituciones financieras,
que evolucionaban rápidamente. También en esa época comienza a desarrollarse el estudio
de las inversiones en títulos como una disciplina eminentemente práctica, orientada a la
evaluación del rendimiento financiero.
16. También para Merton (1987), el contenido de las finanzas corporativas anterior a los
años sesenta era «una conexión esencialmente imprecisa de creencias basadas en prácticas
contables, reglas de decisión y anécdotas».
17. Veinte años más tarde, Modigliani y Miller (1958) hicieron suya esta argumentación y
formalizaron por primera vez la ley de conservación del valor para demostrar que en un
mercado perfecto, el valor de una empresa es independiente de su estructura de capital.
18. Véanse las notables contribuciones de D. Durand (1952) y M.J. Gordon (1963).
19. El tipo de interés es, pues, una tasa de equilibrio entre inversión productiva y asignación
de recursos monetarios, además de una tasa de intercambio entre los valores monetarios
presentes y futuros.
Como señala Van Horne (1988), la década de los cincuenta vino mar-
cada por la ampliación del marco de análisis de las finanzas corporativas
que, a partir de entonces, iban a volcar su atención sobre los métodos de
selección de inversiones y las relaciones existentes entre la dirección finan-
20. Se dice que un mercado es perfecto cuando no existen impuestos ni costes de transac-
ción, se puede prestar y endeudarse al mismo tipo de interés, los activos son divisibles, la
información es simétrica y puede accederse a ella sin costes, y todos los inversores mantie-
nen expectativas homogéneas respecto a la rentabilidad de los activos.
21. El teorema de la separación de Fischer establece que en un mundo cierto con mercados
perfectos de capitales, las decisiones de consumo e inversión de un agente económico indi-
vidual son independientes entre sí.
ciera y la valoración de activos, dos campos de las finanzas que hasta ese
momento habían evolucionado por separado.
Los cambios que durante esos años tuvieron lugar en la función finan-
ciera de la empresa, traerían consigo la aplicación de los principios y mé-
todos analíticos de la microeconomía a la resolución de los problemas de
las finanzas corporativas. Era el comienzo de una nueva etapa en la evolu-
ción del pensamiento financiero que, apoyándose en la teoría microeco-
nómica de la elección individual, devendría en una auténtica teoría para la
asignación eficiente de recursos dentro de la empresa, caracterizada por un
enfoque analítico de la toma de decisiones, con especial interés en el análi-
sis del valor (Weston y Woods, 1974).
El razonamiento deductivo y formal, característico de la teoría eco-
nómica, no era el habitual en el mundo de las finanzas22. Irrumpió en la
disciplina de la mano del trabajo seminal de Franco Modigliani y Merton
Miller (1958) y de la teoría de la elección de carteras desarrollada en pa-
ralelo por Harry Markowitz, James Tobin y William Sharpe (economistas
todos ellos galardonados con el Nobel de Economía). Con sus contribu-
ciones hicieron posible que comenzase a emerger una teoría coherente,
capaz de analizar tanto la financiación de las decisiones de inversión de las
empresas como la asignación del ahorro por parte de las economías domés-
ticas: Una teoría basada en la hipótesis de comportamiento racional de los
inversores y en el supuesto de equilibrio de mercado. Como señala Pagano
(2005), en cuanto estos elementos básicos de la disciplina fueron entrela-
zados de una manera lógica y sistematizada, la economía financiera pudo
desarrollarse de un modo tan rápido como espectacular.
El hito más destacado de los años sesenta fue el desarrollo de la teoría
de carteras y su eventual aplicación a la dirección financiera de la empre-
sa. Expuesta inicialmente por Markowitz en 1952, la teoría de carteras se
vio generalizada y perfeccionada con las aportaciones de Sharpe, Lintner,
Mossin, Treynor, Fama y otros muchos autores. Básicamente, esta teoría
plantea que el riesgo de un activo individual no debe medirse en términos
de la variabilidad de su rentabilidad esperada sino, más bien, en función de
su contribución marginal al riesgo global de una cartera de activos. Un
activo será más o menos arriesgado, según el mayor o menor grado de co
rrelación entre su rentabilidad esperada y la de los restantes activos de la
cartera.
22. El punto de vista metodológico según el cual la bondad de una teoría no depende del
realismo de las hipótesis sino de su capacidad para explicar los fenómenos empíricos, goza-
ba de aceptación generalizada en el ámbito de la investigación económica, pero no así en el
ámbito de la investigación financiera.
23. Black y Scholes (1973) se basaron en los argumentos del arbitraje, tipo MM, para deri-
var su célebre fórmula de valoración de opciones. Como observó y demostró con elegancia
el propio Miller (1988): «El conocido teorema de la paridad put-call realmente no es más que
la proposición I apenas oculta bajo su disfraz».
24. Sobre Modigliani dijo Paul Samuelson «que debería haber ganado varias veces el Pre-
mio Nobel...cuando falleció, era el economista más importante del mundo». De Miller se
dijo que «así como en física existe un antes y un después de Albert Einstein, en medicina hay
un antes y un después de Alexander Fleming, en finanzas existe un antes y un después de
Merton H. Miller».
25. El valor de la empresa depende únicamente de la capacidad de su cartera de proyectos
para generar renta, no de los títulos que la empresa emite para financiar sus inversiones. Esto
es, la creación de valor viene determinada únicamente por esa amplia gama de decisiones
estratégicas y operativas que afectan al lado izquierdo del balance y a las que los profesores
de finanzas solemos referimos con el término política de inversión de la empresa, pero no
depende de su política financiera.
26. Irving Fisher había demostrado que en un mundo cierto «el plan de producción que
maximiza el beneficio de la empresa no se ve afectado por las decisiones de préstamo/en-
deudamiento de sus propietarios», es decir, el plan de producción es independiente de la
decisión de financiación.
27. Si bien esta segunda vía puede parecer más general pues no requiere asumir la hipótesis
de que para cada empresa existe otra perteneciente a la misma clase de riesgo, la ausencia de
arbitraje es sin embargo una hipótesis más convincente y mucho más realista que la existen-
cia de un determinado equilibrio.
28. Merton (1987) considera que el teorema MM es el equivalente de la dinámica newto
niana.
29. De acuerdo con este principio, el valor actual de la combinación de dos activos es igual
a la suma de sus respectivos valores actuales, separadamente considerados.
30. La ley de conservación del valor establece que el valor de un activo se conserva indepen-
dientemente de los derechos sobre el mismo. Por consiguiente, una empresa no podrá modi-
ficar el valor total de sus títulos –que son activos financieros– con tan sólo fraccionar sus
flujos de tesorería en distintas corrientes de renta, pues el valor de la empresa vendrá deter-
minado por la capacidad de sus inversiones productivas para generar riqueza, y no por los
títulos que haya emitido para financiar su cartera de proyectos.
31. Las hipótesis de mercados completos e información perfecta fueron centrales para el
teorema MM de separación de las decisiones financieras.
Con la perspectiva que nos brinda el paso del tiempo, una forma de va
lorar la contribución del paradigma neoclásico a la consolidación de las fi-
nanzas corporativas es ir al «estado del arte» que, bajo el sugerente título de
«lo que sabemos y no sabemos en finanzas», nos ofrecían Brealey y Myers
en el capítulo final de la primera edición de su obra, Principles of Corporate
Finance, publicada en 1981.
El compendio de lo que sabíamos se estructuraba en torno a las cinco
grandes contribuciones que habían sido cruciales en el desarrollo de la
moderna economía financiera: el valor actual neto, el modelo de equilibrio
de activos financieros, la eficiencia de los mercados financieros, el prin-
cipio de aditividad del valor y la teoría de opciones. Por aquel entonces,
estos cinco principios o construcciones teóricas constituían el armazón de
la teoría financiera y eran múltiples sus potenciales aplicaciones a la toma
de decisiones financieras, básicamente en materia de selección de inver-
siones, política de financiación, política de dividendos y valoración de la
empresa.
El estado del arte se completaba con la lista de los diez problemas, a
modo de interrogantes, considerados fundamentales por Brealey y Myers
(1981) para entender la política financiera de las empresas, pero hasta la
fecha no satisfactoriamente resueltos –lo que no sabemos- por las finanzas:
¿Cómo se toman las decisiones financieras? ¿Cuáles son los factores que
determinan el valor actual neto y el riesgo de los proyectos de inversión?
Rentabilidad y riesgo: ¿Nos hemos olvidado de algún factor relevante?
¿Hay excepciones importantes a la teoría de los mercados eficientes? ¿Cómo
se valoran las opciones complejas? ¿Cómo pueden explicarse los proce
dimientos de emisión de acciones ordinarias? ¿Cómo podemos explicar la
estructura de financiación? ¿Cómo resolver la controversia sobre la política
de dividendos? ¿Cuál es el valor de la liquidez? ¿Cómo pueden explicarse
las olas de fusiones?
En suma, un balance que a grosso modo pudiera valorarse como muy
positivo para las finanzas de mercado, pero que era también revelador de lo
poco que la moderna economía financiera se había ocupado de resolver los
problemas de las finanzas corporativas. Afinando más esta valoración, ca-
bría afirmar que, en el dominio de las finanzas de mercado, las contribu-
ciones del paradigma neoclásico resultaban incuestionables y su utilidad
estaba fuera de toda duda. El carácter fuertemente competitivo de los mer-
cados financieros permitía colegir su cuasi-eficiencia y confirmar la vali-
dez de los modelos teóricos a través de sus aplicaciones al campo de la
innovación financiera.
32. Una teoría de carácter positivo cuya concepción de la empresa, como señala Zingales
(2000), prevalece desde entonces en las finanzas corporativas.
35. Como subraya Jensen (1983), el problema metodológico se plantea a la hora de contras-
tar las hipótesis derivadas de un teoría positiva con la realidad o con los datos extraídos de
ella. Dado que la mejor evidencia sobre la mayor parte de las prácticas organizativas, finan-
cieras y contables es evidencia cualitativa e institucional y dado que este tipo de evidencia
no es conmensurable ni susceptible de agregación, a partir de ella no podemos calcular me-
didas formales de la tendencia central y errores estándares de la estimación.
36. El método del caso se muestra especialmente adecuado cuando el fenómeno a explicar
es el resultado de la interacción compleja de múltiples factores, en cuyo caso la validez de
una teoría no depende únicamente de la convergencia de sus predicciones con los hechos
reales, sino también de que sea plausible la explicación de la naturaleza de la relación causal.
Con el método del caso no se persigue, pues, una generalización estadística de la validez de
nuestras proposiciones, sino una generalización analítica de la validez de nuestros modelos
ante distintas situaciones.
37. La invitación realizada por los editores del Journal of Financial Economics a los inves-
tigadores en finanzas para remitir estudios de casos a la revista, fue sin duda el espaldarazo
definitivo al empleo de esta metodología: «Los estudios clínicos pueden orientar los trabajos
de los formalizadores y de los económetras hacia teorías más pertinentes para el análisis en
profundidad de las dimensiones más importantes de los fenómenos organizacionales en el
mundo real» (Jensen et al., 1989).
38. La concesión en 2002 del Nobel de Economía a Daniel Kahneman y Vernon Smith
(Amos Twersky, fue sólo mencionado por razón de su reciente fallecimiento) constituyó el
espaldarazo académico a esas dos corrientes del análisis económico que hoy conocemos
como economía behaviorista y economía experimental.
39. Entre los cambios producidos podía apreciarse que cuatro de los diez viejos problemas
que engrosaban la lista de cuestiones no resueltas en 1981, a saber: ¿Cómo se toman las de-
cisiones financieras? ¿Cómo se valoran las opciones complejas? ¿Cómo pueden explicarse
los procedimientos de emisión de acciones ordinarias? ¿Cómo podemos explicar la estruc-
tura de financiación?, habían recibido respuesta, si no definitiva, sí al menos satisfactoria.
En su lugar, se abrían otros cuatro nuevos interrogantes: ¿Cuál es el valor de la dirección?
¿Cómo puede explicarse el éxito de las más recientes innovaciones financieras? ¿Qué ries-
gos debe asumir una empresa? ¿Cómo podemos explicar las diferencias internacionales en
la arquitectura financiera? De este modo, el número de cuestiones no resueltas incluidas en
la lista de 2010 seguía siendo diez.
do. Cabría colegir entonces que en materia de finanzas corporativas los in-
terrogantes siguen siendo los mismos y sólo han variado las respuestas.
Sea como fuere, no parece arriesgado afirmar que el recorrido seguido
por las finanzas ha situado a la disciplina ante una encrucijada de caminos.
A un lado, se halla el paradigma de corte neoclásico, durante muchos años
dominante, basado en la racionalidad y la optimización del comporta
miento de los agentes, y apoyado en el argumento del arbitraje. Al otro, el
paradigma contractual de corte institucionalista que, en clara ruptura con
la corriente neoclásica, proporciona respuestas de distinta naturaleza argu-
mental a los viejos y nuevos problemas de las finanzas (Azofra y Fernán-
dez, 1999).
40. Desde mediados de los años ochenta, la economía mundial seguía una senda de creci-
miento estable solo perturbada por algunas suaves fluctuaciones.
41. Véase el ensayo de Carmen Reinhart y Kenn Rogoff «This Time Is Different: Eight
Centuries of Financial Folly».
42. Y en particular, los que constituyen su más reciente y sofisticada expresión: los modelos
DSGE (Dynamic Stochastic General Equilibrium).
la Dehesa (2009), que los mercados financieros son eficientes y sus precios
son correctos en cuanto que reflejan el valor fundamental de los activos
que se contratan, que los inversores, operadores y agentes son totalmente
racionales y toman las decisiones correctas dada la información disponi-
ble, y como consecuencia de todo ello, que los mercados financieros son
neutrales para la actividad económica porque son cuasi perfectos.
La creencia de que los mercados financieros y, en última instancia, la
cantidad de dinero43 no afectan a la actividad económica ha sido parte nu-
clear de la corriente teórica dominante durante las tres últimas décadas y, por
ende, de los modelos DSGE (Dynamic Stochastic General Equilibrium).
Todo lo contrario de lo que pensaban los economistas clásicos, para quienes
las expansiones monetarias o crediticias estaban siempre en el origen de las
fluctuaciones económicas. Poco a poco, sin embargo, esta consideración fue
perdiendo vigencia en el pensamiento económico ya que, como señala Ca
prio (2009), a medida que los economistas comenzaron a formalizar mate-
máticamente sus modelos y a simplificar los supuestos de partida, dejaron
de considerar relevante la existencia del dinero y, por ende, de los mercados
financieros.
La pretensión de que la ciencia económica se convirtiese en una «ciencia
pura» basada en el criterio matemático como criterio de verdad científica, es
probablemente el supuesto metodológico más endeble del programa intelec-
tual de la disciplina pues, como argumenta Bejarano (1996), a diferencia de
lo que ocurre en las ciencias físicas, en economía no cabe suponer que exista
correspondencia entre la estructura matemática y el orden de la realidad.
Argumento que también hace suyo De la Dehesa (2009) cuando advierte que
los modelos derivados de la matemática y de la física que están en la base de
las hipótesis de mercados eficientes y expectativas racionales no deben de
tomarse como fieles representantes de la forma de actuar y de tomar deci-
siones de las personas ya que, aunque reflejan perfectamente y se aplican
correctamente a las condiciones de la materia, no pueden reflejar ni aplicarse
en el caso de las condiciones y tomas de decisión de los seres humanos.
Pero es que, además, cuando se asumen las hipótesis de mercados efi-
cientes y de expectativas racionales, se está presuponiendo que el futuro se
conoce y puede calcularse como una sombra estadística del pasado, o dicho
de otra manera, que las muestras de datos del pasado y del presente son
43. La asunción del «axioma de neutralidad del dinero» condujo a que en la denominada
«nueva macroeconomía», la creación de crédito bancario no tenga papel alguno en los ciclos
económicos y, por ende, a que en los modelos dinámicos estocásticos de equilibrio general
–utilizados por muchos bancos centrales para su toma de decisiones– no tengan cabida las
burbujas de precios de los activos financieros e inmobiliarios.
equivalentes a las muestras de datos del futuro44, esto es, se asume también
el «axioma ergódico».
A este axioma subyace una concepción «positivista» de la ciencia
económica, según la cual el conocimiento verdadero tiene que ser siempre
de carácter científico, entendiendo por tal que debe consistir en la des
cripción de un conjunto de fenómenos coexistentes y concatenados en el
tiempo y siempre observables.
Asumiendo esta ficción metodológica pero olvidando –o simplemente
ignorando– que la creación de riqueza no es un proceso meramente físico
ni reducible a una concatenación de relaciones causa-efecto, los economis-
tas del paradigma neoclásico centraron sus esfuerzos en el análisis del
equilibrio y en el desarrollo «cientista» de modelos formales en los que,
como señaló Hayek (1990), se presupone la disponibilidad centralizada de
una información que, en realidad, se encuentra fragmentada y dispersa en
la sociedad y está siendo reelaborada continuamente.
Pese a todo, durante los últimos treinta años, esta forma de entender el
conocimiento científico fue adueñándose paulatinamente del pensamiento
económico hasta convertirse en la corriente dominante. Sin embargo, cuan-
do parecía que la economía atravesaba una etapa de normalidad científica, el
estallido de la última crisis financiera ha venido a recordarnos que los fenó-
menos económicos no pueden explicarse como simple consecuencia de ante-
riores acontecimientos y que no deja de ser una arrogancia del conocimiento
creer que el único método científico es el utilizado en las ciencias físicas.
Referencias bibliográficas
44. Para validar las hipótesis de eficiencia del mercado y de expectativas racionales, los
economistas suponen que las probabilidades calculadas a partir de los datos de mercado
disponibles en el momento presente son equivalentes a las que obtendríamos de una muestra
de datos extraída del futuro.