El documento analiza el problema del "yo ensimismado" y cómo este puede llegar a ser patológico. Al abusar del diálogo interno, el yo se encierra en sí mismo y se aísla del mundo exterior y de los demás, viendo su cuerpo y pensamiento como entidades separadas. Esto lo imposibilita para actuar y relacionarse de forma adecuada, haciéndolo vulnerable. Del mismo modo, las sociedades modernas pueden fomentar este ensimismamiento al aislar al individuo de la naturaleza.
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El documento analiza el problema del "yo ensimismado" y cómo este puede llegar a ser patológico. Al abusar del diálogo interno, el yo se encierra en sí mismo y se aísla del mundo exterior y de los demás, viendo su cuerpo y pensamiento como entidades separadas. Esto lo imposibilita para actuar y relacionarse de forma adecuada, haciéndolo vulnerable. Del mismo modo, las sociedades modernas pueden fomentar este ensimismamiento al aislar al individuo de la naturaleza.
Descripción original:
Un ensayo donde habla sobre el ensimismamiento como una patología que inhibe la acción.
El documento analiza el problema del "yo ensimismado" y cómo este puede llegar a ser patológico. Al abusar del diálogo interno, el yo se encierra en sí mismo y se aísla del mundo exterior y de los demás, viendo su cuerpo y pensamiento como entidades separadas. Esto lo imposibilita para actuar y relacionarse de forma adecuada, haciéndolo vulnerable. Del mismo modo, las sociedades modernas pueden fomentar este ensimismamiento al aislar al individuo de la naturaleza.
El documento analiza el problema del "yo ensimismado" y cómo este puede llegar a ser patológico. Al abusar del diálogo interno, el yo se encierra en sí mismo y se aísla del mundo exterior y de los demás, viendo su cuerpo y pensamiento como entidades separadas. Esto lo imposibilita para actuar y relacionarse de forma adecuada, haciéndolo vulnerable. Del mismo modo, las sociedades modernas pueden fomentar este ensimismamiento al aislar al individuo de la naturaleza.
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Ramírez Pablo Millán.
El yo ensimismado.
La dialéctica interna llevada al exceso inhibe, dificulta, entorpece y muchas veces
imposibilita la acción. Es triste que la vida se nos vaya y se nos escape sólo en el pensar. Sin embargo, el pensamiento dialéctico con uno mismo llevado al exceso provoca el enclaustre en uno mismo, es decir, el yo se toma así y cubre consigo mismo formándose una barrera ante lo otro. Dicho de otro modo, encerrado el yo en la prisión del pensamiento se nos olvida lo otro, dejamos de sentirlo . En este encierro uno es solo, solamente yo y nada más. Pero en su encierro llega un determinado momento que el pensar enclaustrado por sí mismo se confunde y se cree independiente de lo corpóreo. El pensar se cree autosuficiente y pasea entre la dialéctica del yo que habla y del yo que escucha. Pero no sale de ahí. Desprecia el trato de su cuerpo en relación con los otros y lo otro.
A partir de este momento se origina una escisión en el individuo. En la confusión, el yo
se entiende como una realidad que comprende dos entidades ontológicamente distintas, es decir, cuerpo y pensamiento. Desde esta comprensión de su ser el individuo ensimismado en su pensar se encuentra en el problema fundamental de cómo relacionar su pensar con su hacer que siempre es corpóreo. Cómo y por qué se origina el encierro voluntario del yo en sí mismo no es materia de este escrito, aunque es claro que es relevante entender la causa que origina todo el proceso de escisión del individuo. Lo que importa resaltar del proceso es que este mismo encierro es patológico en el sentido social y práctico.
Abusar del diálogo ensimismado nos imposibilita muchas veces a ejecutar
nuestras acciones. Nuestro pensar se vuelve una especie de filtro por donde pasa todas nuestras percepciones que el cuerpo recoge del exterior. Siendo así, antes de ejecutar cualquier misión el yo ensimismado considera todas las opciones que se le ocurran para llevar a cabo el acto y así mismo despliega alternativas de posibles desenlaces a cada una de esas opciones. Abandonado a la consideración de las posibilidades el yo se pierde divagando. Este yo encerrado se desarraiga de la vida práctica y le resulta muchas veces confusa e inquietante, El yo prefiere seguir en su encierro que salir a sentir el mundo por sí mismo. La bronca esencial de este encierro es que hay muchas circunstancias que por necesidad obligan a salir al yo de sí mismo. En estos casos el yo entra en conflicto al no saber qué hacer ante tal circunstancia no pensada pues queda vulnerable al otro.
Tan habituado está el yo en su ensimismamiento que perdió la facultad de
improvisar en el acto. El yo ya no es seguro sin el filtro del pensar, y cuando sale a la intemperie su actuar es torpe, sin gracia ni delicadeza. El abandono de su cuerpo lo compromete a la incompetencia. Desde este punto se reinicia el proceso del ensimismamiento. Al no sentirse seguro con su corporeidad y con su capacidad práctica el yo huye a esconderse de nuevo en su pensamiento.
Este encierro es problemático en el hombre por qué lo imposibilita al ejercicio de
la comunidad, creyéndose solo, el yo intenta resolverse a sí mismo negándole la voz al otro. Algo de esto es trasferible a las sociedades modernas, haciendo la analogía, la ciudad bien podría cumplir esta función de encierro y ensimismamiento. El hombre se enclaustra en la ciudad porque ahí se siente cómodo y seguro ante la naturaleza. Encerrado el hombre pierde su vínculo con lo natural, así como el yo individual pierde el vínculo con su cuerpo. También se aplica la consideración de que el hombre se entiende en la ciudad como una entidad diferente a lo “natural” y modernamente se intenta una autosuficiencia respecto de ella, sin embargo esta distinción entre hombre y naturaleza como dos órdenes distintos es una mera ilusión producto de su aislamiento. Hombre es nataruleza en tanto que es un ser biológico. Es una misma entidad yo y cuerpo la distinción sólo es epistémica. Entender esto nos ayuda a estimular de un cierto modo un recuentro con esta otra instancia que creíamos diferente pero que en realidad no arraiga a un aquí y aun ahora. El yo ensimismado está enfermo de sí mismo y necesita eso otro para salir y escapar de sí.