Xavier Hernandez Cardona - Texto para Trabajar en Clase
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Tiempo
El tiempo constituye otro de los conceptos básicos para el aprendizaje de los niños y adolescentes.
En el caso de las ciencias sociales la noción de tiempo es fundamentalmente la histórica; sin embargo,
no debe olvidarse que las categorías del tiempo, junto con las del espacio, constituyen el marco
fundamental del pensamiento humano: desde la noción de causalidad hasta la concepción del universo,
pasando por ciertas categorías lingüísticas y las nociones de física elemental, así como para la
comprensión de los ciclos vitales biológicos. El tiempo resulta una categoría cognitiva extremadamente
importante para el pensamiento humano, pero a la vez sumamente compleja. El hecho de que los
científicos todavía discutan acerca de qué es el tiempo y cuál es su origen subraya la complejidad que
supone para niños y adolescentes la adquisición de este concepto.
En cuanto a la noción de tiempo histórico, las investigaciones señalan que su adquisición por parte
de niños y jóvenes es lenta y gradual, aunque puede iniciarse ya desde los primeros estadios de su
educación. En cualquier caso el tiempo histórico, mínimamente asumido, es la culminación de un
desarrollo que comienza con la adquisición de las nociones de tiempo vivido (personal), continúa con el
tiempo físico (mensurable) y a través del tiempo social llega a la plena comprensión del tiempo
histórico que adquiere consistencia en la medida en que se tipifica o relaciona con determinadas
imágenes del pasado.
Durante las etapas de educación infantil y primaria el trabajo para la adquisición de conceptos
temporales debe partir de la experiencia del propio niño. Para ello, su historia personal, la historia de su
familia u otros elementos historiables próximos y concretos resultan idóneas. Al final de esta etapa
resultará fundamental el trabajo con líneas temporales (representación gráfica del tiempo), que permitan
situar los acontecimientos ligados a la experiencia del niño o la niña a modo de hitos a lo largo de la
línea.
Por otra parte, en esta etapa también se introducen algunos conceptos básicos relativos a la
medición convencional del tiempo (referentes naturales, máquinas o instrumentos para medir el tiempo).
El aprendizaje del sistema de medición que proporciona el reloj es importante, ya que enlaza con la
noción de número y ciertos cálculos elementales de aritmética que se empiezan a trabajar paralelamente.
En los últimos cursos de primaria o en los primeros de enseñanza secundaria puede desarrollarse y
consolidarse el trabajo con los ejes cronológicos relativos a sus propias vidas y las de sus familias. Es
esencial trabajar a fondo las nociones de antes-después, simultáneamente, etc. que el alumnado todavía
no domina por completo. También se amplía el sistema de medición convencional del tiempo. En el
ciclo superior de primaria y el primero de enseñanza secundaria, el alumnado es capaz, en general, de
comprender matemáticamente el tiempo y manejarlo como una categoría abstracta, pero una
comprensión verdadera del tiempo histórico tarda en consolidarse. La comprensión del tiempo histórico
se basa en el estudio de la cronología, la sucesión causal y una continuidad temporal.
En cuanto a las dificultades intrínsecas que presenta la causalidad histórica podemos destacar las
siguientes:
El intervalo temporal entre causa y efecto suele ser mayor en historia que en otros dominios
causales. En historia es frecuente que un hecho tenga consecuencias a corto plazo, pero también
presente consecuencias a medio y largo plazo.
Generalmente los acontecimientos históricos tienen más de una causa y tienen más de una
consecuencia. Además, pueden ser causas y consecuencias que se sitúen en diversas sucesiones
y etapas temporales. Las relaciones que se establecen no son simples y lineales sino, al
contrario, complejas y dinámicas.
En el primer ciclo de enseñanza secundaria obligatoria pueden empezarse a trabajar los problemas
causales históricos globalmente, es decir, estableciendo una red de relaciones causa-efecto entre
diversos hechos o situaciones. Para lograr este objetivo resulta muy útil iniciarse en la investigación
histórica a partir de la simulación (y problemas) de casos reales y próximos suficientemente acotados.
No obstante, se necesita cierta madurez para atribuir un fenómeno a varias causas que actúan
conjuntamente y para tratar cada causa como una variable que, pese a que puede actuar interrelacionada
con otra variable, debe ser analizada independientemente del resto.
Nociones sociales
Los estudios sobre el desarrollo de las nociones sociales en niños, niñas y adolescentes constituye,
a pesar de su gran interés, uno de los campos de la psicología cognitiva menos explorados. Hasta los
años setenta los estudios se basaban en el desarrollo de la conducta social, más que en el conocimiento
que adquiere el individuo sobre la sociedad. Acerca de esta problemática podemos distinguir tres
categorías de fenómenos sociales:
2. El conocimiento moral/social, es decir, de las normas sociales que definen las relaciones con
los demás en ámbitos generales y básicos de justicia y respeto a los derechos humanos.
Es esta última categoría la que ha suscitado el interés de los investigadores en los últimos años. Con
todo, todavía no es factible una conclusión global acerca del desarrollo de las nociones sociales en
general.
Por otra parte los campos de representación del mundo social que pueden establecerse son
diversos:
Pese a que existen algunas investigaciones acerca de los problemas mencionados, carecemos de
una perspectiva general de la concepción social de niños y jóvenes. En cualquier caso pueden avanzarse
tres niveles de desarrollo:
Primer nivel: los elementos sociales aparecen aislados y tienen rasgos perceptivos muy
evidentes.
Segundo nivel: se empiezan a construir sistemas que organizan conjuntos de hechos, pero
permanecen limitados en un terreno determinado y pueden coexistir sistemas independientes.
Tercer nivel: la sociedad se concibe como sistemas múltiples que están en interacción y lo que
sucede en uno de ellos tiene repercusiones sobre los demás.
Los factores que determinan o incluso limitan este aprendizaje pueden resumirse en dos aspectos:
1. El propio desarrollo cognitivo del niño o del joven, con las limitaciones que comporta. La
mayor consiste en la dificultad para percibir y entender el cambio social. El niño o la niña, y en
ocasiones incluso el joven, está muy centrado en la realidad que le rodea, y tiene dificultades
para efectuar una descentración. Los cambios que se han producido a lo largo de la historia son
percibidos como anecdóticos, siendo difícil comprender que las cosas no han sido siempre de la
misma forma y que pueden volver a cambiar. También, sobre todo en el pensamiento infantil,
parece que el orden social es heterónomo, es decir, como si las normas vinieran generalmente
«de fuera» y no pudieran cambiarse aunque todo el mundo se pusiera de acuerdo para hacerlo.
Estos factores configuran un pensamiento social fundamentalmente conservador. Por otra parte,
el nivel de desarrollo de las habilidades sociales centradas en la comunicación e interacción
personal, la empatía o la toma de decisiones condicionan también la representación del mundo
social y su comprensión. No es hasta la adquisición del tercer estadio (que coincide con el
período del pensamiento formal) que el alumnado empieza a ser potencialmente capaz de
concebir un mundo distinto. Esta concepción requiere ciertas habilidades cognitivas
(razonamiento hipotético-deductivo, imaginación de mundos posibles) propias del pensamiento
formal. Así pues, el período de adolescencia suele coincidir con el momento en que los
alumnos y alumnas descubren e inventan mundos nuevos, y son capaces de imaginar y por
tanto desear el cambio social.