Rafael Aguirre
Rafael Aguirre
Rafael Aguirre
Hay tres libros que tengo en espera de comentario, pero que no puedo comentarlos de momento en
el Blog, porque he quedado con Amalia Iglesias, subdirectora de la excelente revista de crítica
literaria “Revista de libros”, de la Fundación CajaMadrid (dos de ellos son encargo suyo y uno a
propuesta mía) en que se hará en la revista, y en su momento oportuno una crítica para un público
más numeroso.
Pero se me ha ocurrido que para no tener tales libros mucho tiempo en el “congelador”, voy a hacer
algo especial: en tres semanas consecutivas ofreceré la ficha completa y prácticamente una copia del
mero índice sin comentario alguno. Así, al menos, los doy a conocer.
Del primero hice un leve adelanto (sólo) en una postal anterior, y su título es el de la postal:
Rafael Aguirre (coordinador y editor literario, Así empezó el cristianismo, 597 pp. Editorial Verbo
Divino, 2010. ISBN: 978-84-9945-119-0
El libro está hecho en colaboración, y sonocho autores que iré nombrando. Paso a describir el
índice:
Rafael Aguirre, “Introducción” (propósito del libro y coautoría), y cap. 1: “El proceso de
surgimiento del cristianismo”:
Actualidad del tema y características de los estudios actuales. La reconstrucción de los orígenes del
cristianismo ("el mito de los orígenes" y "el reto de estudiar este tema críticamente").- El proceso
formativo del cristianismo dividido en cuatro etapas (desde el año 30 hasta el año 190/200); elenco
de las fuentes para reconstruir estos orígenes.- Jesús y los orígenes del cristianismo (la Iglesia y su
relación con Jesús desde una perspectiva histórica y teológica).
Santiago Guijarro Oporto, cap. 3º, “La primera generación en Judea y Galilea” (del año 30
hasta el 70)".
Carlos Gil Arbiol cap. 4º, “La primera generación fuera de Palestina”
La cruz y el Imperio. La creación de las comunidades paulinas. La estrategia de la misión paulina. Las
asociaciones voluntarias. La ekklêsía de la ciudad. La casa. La construcción de la ekklêsía. La
resocialización del creyente. La definición de la ekklêsía y sus fronteras. La organización interna de la
comunidad. El conflicto y la desviación. Los roles en la comunidad .Los fundamentos de la autoridad.
Otros grupos no paulinos
Rafael Aguirre, cap. 5º, “La segunda generación y la conservación de la memoria de Jesús:
el surgimiento de los evangelios”
La segunda generación cristiana. La guerra judía. La desaparición de los testigos directos. Las
narraciones sobre Jesús: los evangelios sinópticos. Memoria social, oralidad y escritura. Los evangelios
sinópticos
El evangelio de Mateo. Mateo como «reescritura» de Marcos. Trayectoria petrina y contacto crítico
con la tradición paulina. Situación social del evangelio de Mateo
La obra lucana. El tercer evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Situación social de la obra lucana.
Objetivo de Lucas y desarrollo de su obrad. El lugar de la obra lucana en la evolución del cristianismo
de los orígenes
Las creencias y las formas rituales. Respuesta teológica de Col y Ef ante las amenazas de la segunda
generación. Respuesta teológica de las pastorales ante las amenazas de la tercera generación.
Recopilación de las cartas de Pablo.
Como ven Ustedes, el libro aborda temas interesantes, sobre los que hay mucho que hablar y discutir.
Seguiremos mañana con la transcripción de este índice.
La autoorganización supuso para estas comunidades la necesidad de releer el Evangelio Base diseñado para
estas comunidades. El grupo se está cerrando más, de ahí que aparezca un texto retocado, como es el del
"editor". La comunidad cristiana cerrada ve aparecer otros problemas relacionados con un cierto dualismo,
influencias gnósticas, que ya están presentes. Dentro del dualismo es posible que la tendencia sea más
sociológica que teológica, tiene una relación con el dualismo de Qumram, que no olvidemos se encuentra muy
cerca geográficamente de estos grupos.
El dualismo sociológico se manifiesta en las expresiones: hijos de la luz, hijos de las tinieblas. Supone para el
grupo una legitimación frente a la sociedad que mantiene una hostilidad para con la comunidad joánica. Ese
dualismo sociológico se transformaría en un dualismo soteriológico, es decir, los salvados son los que
pertenecen al grupo de los escogidos. El mundo es dividido cósmicamente entre los de arriba y los de abajo,
los de la luz y los de la tiniebla. La división del mundo se hace horizontalmente, la salvación es un camino
hacia arriba, hacia lo alto. Es un camino de un dualismo cósmico a uno antropológico, los escogidos y los que
se quedan fuera.
Este dualismo estuvo presente también en grupos y comunidades gnósticas, de ahí los problemas que
tuvieron estas comunidades para ser aceptados por la Gran Iglesia más tarde. El dualismo del "editor" es un
dualismo lógico en un grupo cerrado. Se parte de la esfera del judaísmo sapiencial para caminar hacia formas
más helenizadas.
En el futuro este grupo se verá necesitado de respirar el aire del resto de la comunidad eclesial, la apertura
está en su misma raíz, no se puede excluir a los que creen en Jesús, aunque estén lejos y sean distintos. Esto
supuso un enfrentamiento dentro de la misma comunidad, como así reflejan las cartas.
La comunidad joánica, tras ese periodo de aislamiento tuvo que abrirse a la Gran Iglesia. Este encuentro
tampoco fue fácil, es posible que durante estos conflictos muriera el Discípulo Amado, la travesía estaría
completada, y en manos de presbíteros, ancianos de ese grupo, cofundadores y miembros desde el principio.
El choque con la Gran Iglesia traería un nuevo problema, el que un sector de estas comunidades ya estaba
instalada en su aislamiento docetista, su cercanía a grupos gnósticos era equidistante a estos grupos de la
Gran Iglesia.
La obra del redactor, de los redactores últimos era la de corregir y matizar los textos del Evangelio Base,
ampliado por el "editor", que ahora podrían presentar tendencias docetistas. Quieren evitar este peligro de
malas interpretaciones, tendenciosas y peligrosas para los creyentes. La cristología del redactor será
antidocetista, resalta la muerte como elemento soteriológico, Jesús verdaderamente muere. La comunidad
está más cerca de Pedro, que aparece con fuerza al final del Evangelio. Es inferior al Discípulo Amado en
profundidad y fe, pero superior en lo misionero y organizativo. Pedro es también aquí piedra sobre la que
edificar la Iglesia. Una Iglesia a la que la comunidad joánica se quiere vincular.
La división de estas comunidades se ponen de manifiesto en las cartas, pertenecerían todas ellas a este
periodo. En todas se refleja el antidocetismo y el enfrentamiento entre misioneros recomendados y entre
comunidades más o menos heterodoxas.
Esta comunidad joánica quedó dividida en dos grupos, que hoy podemos llamar herético uno y ortodoxo el
otro. El herético no dejó rastros en la tradición, desaparecieron, por eso sólo contamos con el testimonio de
los más ortodoxos a la fe apostólica. En 1 Jn 2, 19 habla de que salieron de los nuestros, eran de nuestra
comunidad, que ahora están alejados. Han convivido juntos y ahora parecen de nuestras comunidades, pero
están fuera. Esta discrepancia afectaría a otros grupos, al menos hablaríamos de tres: el ortodoxo, el
heterodoxo, y el tercero que puede ser engañado por los herejes.
Parece que estos grupos heterodoxos son docetas, espiritualistas que niegan que Jesús haya venido en la
carne, realzan su divinidad. Son además grupos muy "pneumáticos", entusiastas de su vinculación con la
divinidad, son hijos de Dios, garantizados por el Espíritu. Por eso se tienden a considerar impecable,
inmaculados y poco atentos a la ética y a la vida moral. Es semejante a los grupos a los que se enfrentó San
Pablo.
Los grupos joánicos más ortodoxos se muestran abiertos a una tradición apostólica diferente a la propia. Su
cristología tiende a ser moderada en el docetismo, incluso resaltan en contraste la carne de Cristo, la
encarnación en el himno, la expiación de la muerte en cruz. Eclesialmente se vinculan a sus orígenes:
Discípulo Amado y Gran Iglesia en la figura de Pedro. Tratan de volver a dar contenidos éticos a sus
comunidades, la clave es el amor y el amor fraterno entre unos y otros.
Estos grupos se disolvieron, tanto unos como otros, de forma que nos es difícil reconocerlos años después,
perdemos su rastro. Estos grupos están en una zona amplia, se han extendido, en mi opinión por Samaria,
Galilea y Perea, Decápolis y Traconítide. Implicados en la Gran Iglesia se funden con ella, perdiendo su
identidad específica, pero aportaron lo mejor que tenían: sus escritos. Los heterodoxos desaparecerían,
aislados, o puede que se vincularan a grupos gnósticos, Valentiniano hace un comentario de San Juan, lo cual
nos induce a pensar que se fundieron algunos con estas comunidades heréticas.
Los libros joánicos sufrieron una cierta sospecha en contacto con la Gran Iglesia, de hecho hasta San Ireneo,
que los apoya y acepta, no parece haber unanimidad sobre su naturaleza, Papías parece no apoyarlos
mucho, posiblemente por su utilización por parte de los heterodoxos y los docetistas de esta iglesia del siglo II.
Admitidos por la Iglesia universal, incorporados al canon de libros sagrados, hay que decir que siempre han
sorprendido y gustado, por su profundidad y sencillez a la vez. La reforma no discutió estas obras, queridas y
estimadas por todos.
La Segunda Carta de San Juan se presenta como tal, aunque hay autores que opinan que es una falsa
epístola, siguiendo el criterio aplicado a Primera de Juan. Podría ser un escrito epistolar perfectamente válido
y verdadero si atendemos a la forma inicial y final. No hay mención de nombres, pero sí de personas
concretas que están detrás: el presbítero, anciano y la señora elegida, que entendemos la comunidad
cristiana. Después se inicia con las intenciones del escrito, y al final habla desde la hermana elegida, desde
una comunidad fraterna a otra. En los contenidos no podemos deducir que no tenga intención epistolar. Se
podría pensar que usaron este género literario para indicar una serie de cosas a otras comunidades joánicas,
pero eso ya es una carta, circular, pero una carta.
La terminología del escrito es joánica, pero más eclesial. Esto lo apreciamos en la terminología, los grupos
están más formados, con una tradición fija que conservar y cuidar, un anciano escribiendo, un presbítero,
alguien con autoridad eclesial, en el ejercicio de un ministerio. Parece además, verso 12, que se dirige a un
igual, a otro anciano presbítero encargado de la comunidad receptora del escrito. Estamos en una Iglesia más
organizada, algo más avanzada en el tiempo. La organización y estos grupos no son cerrados, son abiertos y
con contactos entre sí.
El tema central del escrito es la advertencia ante la llegada de misioneros heréticos, que no pertenecen a los
nuestros ni a nuestras tradiciones. No parece una comunidad muy amplia, más bien es pequeña. Está
acosada o con cierto peligro de ser seducida por algunos que han ido demasiado lejos, la exhortación alude a
las tradición aprendida desde el principio.
La carta es breve, podemos clasificarla como un escrito de advertencia ante los herejes misioneros. Es
posible que aún no se haya llegado a la situación de exclusión real, de ruptura de una comunidad en dos,
estaríamos en un momento de discusión fuerte, incluso con la intención de acercarse comunidades más sta
carta es un escrito de recomendación para el misionero Demetrio. Nadie duda que se trate de una verdadera
epístola. El problema está en comprender cual era la situación de trasfondo, cuál es el problema real y
quienes los personajes que intervienen. En este sentido ha habido varias tesis.
En principio el escrito está dirigido a Gayo, que está enfrentado a Diotrefes. El escritor de la carta está de
parte de Gayo, e indica cómo Diotrefes no ha hecho caso a su autoridad. En la carta al final hace una
recomendación de Demetrio, un misionero, para Gayo. El grupo de Gayo parece muy reducido. ¿Quiénes son
todas estas personas y ante qué discusión estamos?
Hay dos posturas, dos grandes opiniones entre los exégetas: los problemas de esta comunidad son de tipo
organizativo, es una comunidad local con dos líderes, Diótrefes y Gayo en disputa. La otra hipótesis responde
al criterio de un enfrentamiento dogmático, Diotrefes es un hereje y Gayo el ortodoxo, aunque algunos autores
los colocan al revés.
La conservación de la carta es fácil de explicar, este escrito es la justificación de la autoridad que tiene Gayo,
y que depende de una tradición eclesial, recibida de fuera de su entorno, estamos ante la aceptación de la
Gran Iglesia, sus primeros encuentros. Aun no siendo el fondo de la polémica, el escrito es conservado por
Gayo, que lo pasaría a la Gran Iglesia, unos pocos años después.
En mi opinión es un enfrentamiento organizativo de las comunidades joánicas. No hay razón para no pensar
que detrás también haya una cuestión dogmática o al menos unas tendencias dentro de la Iglesia, de las que
es difícil sustraerse, pero no son determinantes en el conflicto. Es interesante, además, constatar como
Diotrefes, en el ejercicio de su autoridad, expulsa a miembros de la Iglesia, en una especie de episcopado
monárquico, con un cierto fondo rupturista y cismático, al no reconocer tampoco la autoridad del redactor de la
carta. Llevado por una autoridad despótica expulsa a Gayo, minoría en la comunidad, que recurre al redactor
de la carta como autoridad semejante para que resuelva el conflicto. La respuesta del redactor de la carta es
que Diotrefes está yendo demasiado lejos, rompiendo la unidad. También con el envío de Demetrio, un
misionero de este grupo recomendado, quiere no abandonar a Gayo, sino incorporarle a otra comunidad local,
reconocerle como verdadero sucesor de la tradición y autoridad recibida.
El escrito es muy breve, un saludo a Gayo y un elogio por su sinceridad y amor, una crítica a Diotrefes y la
recomendación final en favor de Demetrio.pequeñas a favor de sus tesis.
Abordamos el último libro de la Biblia y del NT. Esta obra se estudió siempre con San Juan, porque se
identificó al profeta Juan, mencionado en el libro con Juan el Zebedeo, autor además del Evangelio que lleva
su nombre y las cartas. San Justino, en el siglo III y San Ireneo vincularon todos estos escritos, para defender
la apostolicidad de los mismos.
Hoy la crítica moderna no se acaba de poner de acuerdo sobre el posible autor de Apocalipsis. Se dan
argumentos para hablar de literatura joánica, de esa escuela, pero también hay indicios, creemos que muy
sólidos para hablar de un escrito ajeno a la escuela y comunidades joánicas.
Aparentemente es un libro difícil, por su género, que hoy resulta extraño en nuestra mentalidad.
Profundizando más, descubrimos que el estilo de griego empleado es duro, difícil, con equívocos
gramaticales. El autor escribe en este idioma, pero no lo domina perfectamente, su origen es semita. Es un
libro que parece remitir a las comunidades cristianas de Asia Menor, que menciona, es distinto al círculo en el
que hemos encuadrado el Evangelio y las Cartas de San Juan, de ámbito Palestino. El autor del Apocalipsis
parece ajeno a las tradiciones de Asia Menor, Pablo, Bernabé, Apolo,... Estamos en una época distinta,
posterior.
Es un libro con concepciones y manejo simbólico muy especial, colorista, imaginario, con ideas cristianas
distintas: doble resurrección, reino de mil años,... No es un escrito hecho por las comunidades del Discípulo
Amado, que mantienen otras concepciones y otra evolución. El lenguaje usado es muy diferente en unos y
otros, por eso creemos que está escrito desde comunidades cristianas distintas, de la zona de Asia menor,
posiblemente.
Dentro del género apocalíptico que abundó en aquellos años, éste es el único libro que ha pasado al canon
con esta consideración. Hubo otros pertenecientes al judaísmo y al cristianismo. Es un género que se
divulgaba popularmente, pero que no era apreciado oficialmente. Por eso no hay ningún libro apocalíptico
judío que haya pasado al canon bíblico, y este sería el único aceptado por el cristianismo como tal.
El origen de la apocalíptica es discutido, al menos se barajan dos hipótesis con matices. La primera
y más sostenida es que sería una especie de evolución de la profecía. Es normal por eso, que en la
apocalíptica aparezca un vidente, el que tiene la revelación novedosa. En el Apocalipsis sería el
profeta Juan. Para otros autores pertenecería a la corriente sapiencial del pensamiento hebreo y
helénico. Quizás podríamos refundir ambas añadiendo el especial ambiente religioso y cultural
tras las sucesivas derrotas militares del mundo Judío. La destrucción de Jerusalén y la deportación
del siglo IV a. C. sumieron a la población en la búsqueda de la esperanza, en el Mesianismo, y en la
literatura apocalíptica.
Detrás de la apocalíptica hay un grupo humano, que confía en lo trascendente, pero que concibe
la visión de las cosas desde un pesimismo histórico, es necesaria la intervención especial, divina de
lo alto. Una ratificación de que lo que sucede está previsto, pero que el final es singularmente
opuesto a la tendencia actual. Normalmente podemos pensar en grupos poco aceptados por lo
oficial, críticos con el aburguesamiento de las comunidades, algo marginal en su situación
sociológica.
En el cristianismo creemos que esta línea de pensamiento fue aceptado entre cristianos
itinerantes que ven como la Iglesia se va adaptando e instalando en las estructuras sociales del
helenismo. Son apóstoles que han evolucionado desde su sentido primero, se sienten profetas,
con carisma de profecía que siguen hablando al pueblo. En este contexto está escrito el libro del
Apocalipsis de San Juan, quiere denunciar el inmovilismo de las comunidades cristianas, exaltar la
fe en momentos de persecución y dificultad.
La apocalíptica tiene unos elementos básicos que se repiten. En primer lugar siempre aparece un
dualismo sobre las cosas, una contraposición entre el mundo presente y el futuro, Dios sigue
siendo uno, pero hay una tensión en la historia, que se resolverá en el futuro favorablemente para
los creyentes, que ahora sufren. El pesimismo es típico de la apocalíptica, no hay solución según la
humanidad, de ahí que se espera la intervención divina definitiva. Cuánto más maldad hay, más
cerca está la llegada del Señor. Nuestro tercer elemento básico sería el determinismo de la
historia, que está prefijada por Dios, no hay margen para el error, está escrito, no es posible un
cambio de rumbo por sí sólo, la libertad del mundo está totalmente coaccionada.
Finalmente, y como último elemento, la esperanza ahora trasciende para todos los hombres, es
universal, no está limitada para un pueblo como Israel, es para todos los pueblos.
Dentro del Nuevo Testamento hay restos de género apocalíptico, el único libro completo, escrito
en este género es el que lleva su nombre, el que estamos estudiando.
Estas tradiciones hablan del número de los que se salvan: 144.000 que es resultado de multiplicar
12 por 12, número del pueblo restaurado. El sello de protección bautismal, como algo mágico y
protector. Otras tradiciones como el niño, la madre y el dragón, puede tener alguna referencia al
culto Egipcio de Osiris, asesinado, pero recuperado por su hijo, que ha huido en manos de su
madre Isis de las garras del mal. Es evidente que los cristianos de Egipto identificaron su fe en
estos cultos coptos, eran mitos ya presentes en las categorías religiosas de algunas personas, se
había difundido por todo el oriente estos mitos. Es semejante a Santa María que huye con Jesús a
Egipto, ante la persecución de Herodes, símbolo del mal. Ahora el símbolo se transforma, los
perseguidos son los cristianos, que les aguarda la resurrección final.
La tradición de las fieras se refiere al poder político y al poder imperial, el número de la Bestia, no
es otro que las siglas de Nerón Cesar: 666. El Nerón redivivo que se habla más tarde podría ser
Domiciano. Se usa un lenguaje analógico, prostituta equivale a idolatría; Jerusalén es la salvación,
la ciudad celeste, un lugar más allá de nosotros, la nueva humanidad.
Si nos adentramos en el texto, observamos como es un libro que se ha escrito para ser leído, más
que proclamado, redactado por un profeta, un siervo, que era el título empleado. Este libro no se
presenta como un libro oculto, cosa que sí sucedía con otros apocalípticos. Es una obra pública
que se autopresenta como una carta a unas comunidades cristianas. El final del libro remite a que
sean enviadas, a no ser guardadas a que se difunda su contenido, dado que el tiempo final está
cerca. Es decir, el libro del Apocalipsis de San Juan es típico de esa literatura, pero no es un libro
esotérico, oculto, sino que está hecho para que sea leído, públicamente. Los cristianos tenían ya
una conciencia diferente a la de los judíos, se consideraban algo distintos.
Tras el prólogo nos encontramos con dos grandes bloques distintos, uno las cartas y otra la liturgia
celestial. Sobre esto se sigue discutiendo su redacción y composición. En la primera parte
encontramos un mensaje a las comunidades de Asia Menor, es una llamada de un legalista
cristiano a unas comunidades tibias y dominadas por grupos heréticos. Es posible que estemos
ante un paulinismo ya evolucionado, tardío y con tendencia al gnosticismo.
La segunda parte del texto, desde el capítulo 4 hasta el final, nos narra lo que va a suceder. Es la
visión celeste, la corte divina, en una liturgia celestial que se contrapone con la situación terrenal.
El centro de esa liturgia es Cristo, exaltado. Se inicia la apertura de los sellos, las siete trompetas, y
la tensión, el enfrentamiento entre la mujer y niño contra el dragón, las fieras que se adueñan del
mundo. Por supuesto el final es brillante, la derrota de las potencias enemigas que parecían
invencibles, Babilonia, la prostituta, la fiera y el falso profeta, el juicio y la recreación de la nueva
Jerusalén.
El Apocalipsis es un libro de consuelo ante una situación difícil, es la respuesta a una situación de
problemática interna, de ahí el escrito a las siete iglesias. Es por eso, una obra compleja.
Pensamos, que por la referencia a Nerón y al redivivo que está escrito en la época de Domiciano,
que instauró el culto al Emperador. Hay en esa época una persecución a los cristianos de Asia
Menor, y el autor, que dice estar en Patmos exiliado, escribe para alentar a las comunidades que
lo estaban pasando mal, advirtiéndolas de sus errores. Seguramente tenemos que hablar de un
profetismo ambulante en decadencia dentro del cristianismo. La comunidad cristiana se asienta y
va desapareciendo ese ministerio dentro de la comunidad. El libro no es pseudoepigráfico, un
anciano presbítero Juan relata esos acontecimientos, que después se identificará con Juan el
Zebedeo.
En ese intento centrará todo en Dios y en Cristo, que se convierte en la figura salvadora del libro.
Así la escatología ya está desarrollada en la exaltación. Por eso el libro, más que describir
acontecimientos futuros, expone el plan del Dios, en una estructura repetitiva, porque todo ha
sucedido ya. La eclesiología del Apocalipsis está ya avanzada, las comunidades funcionan y están
perseguidas, por eso el autor no quiere discutir sobre al organización de las iglesias, deja de lado
ese tema y se centra en lo martirial y testimonial de la comunidad cristiana, la Iglesia está
indefensa, los perseguidos, no se defienden, y sólo al final triunfan.