Las Bacteriocinas
Las Bacteriocinas
Las Bacteriocinas
MODULO VII
ASIGNATURA:
TECNOLOGÍA DE LA LECHE
AUTOR:
SÁNCHEZ MARCELIANO JHORDAN
DOCENTE:
Ing. GUAPI ALAVA GINA
AULA:
AGROINDUSTRIA VII - A
Uno de los grupos bacterianos mayormente estudiado es el de las bacterias acido lácticas
(BAL), grupo diverso filogenéticamente de bacterias Gram positivas caracterizado por
tener algunos rasgos morfológicos, metabólicos y fisiológicos en común. Las
bacteriocinas producidas por bacterias ácido lácticas pueden ser divididas en tres clases:
I. antibióticos, II. Péptidos pequeños estables a altas temperaturas y III. Proteínas
inestables a altas temperaturas (Camargo, Gómez, & Salazar, 2009).
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Los principales componentes químicos de las bacterioncinas son aminoácidos cargados
positivamente como arginina y glicina que pueden interactuar con las membranas
celulares de bacterias o células facilitadoras (Ogunbanwo & Sanni, 2003).
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Sin embargo, se han encontrado estudios sobre el espectro de acción de Lactobacillus
plantarum BS que puede actuar ante bacterias Gram-Negativas. Esto permite considerar
la acción de las bacteriocinas ante un espectro más grande de microorganismos de
deterioro presente en la industria alimentaria (Rojas & Vargas, 2008)
Clase II a: Son péptidos activos contra Listeria, tienen la secuencia consenso en la región
N-terminal TGNGVXC (Tyr-Gly-Asn-Gly-Val-Xaa-Cys), ejemplos de éstas son
pediocina PA-1 y sakacina P.
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Clase II b: Formadores de complejos, requieren de dos péptidos para una mejor actividad
antimicrobiana y dar paso a la formación de poros, miembros de este grupo son
lactococcina G, plantaricinas EF y JK, Lactacin F (Zacharof & Lovitt, 2012).
Clase III: Reúne grandes péptidos (>30kDa) termo-lábiles, con actividad y estructura
compleja. Helveticina J. V, acidofilicina A y lactacinas A y B son ejemplos de estas
bacteriocinas.
Clase IV: Bacteriocinas complejas son péptidos con una parte proteica y una o más
Fracciones de lipídicas o glucídicas necesarias para su actividad biológica. Algunos
ejemplos son lactocina S (glicoproteína) y mesenterocina 52 (lipoproteína) (Mondragón,
y otros, 2013)
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Las consecuencias de lo anterior se traducen en la disminución del potencial de membrana
y en la escasa disponibilidad de las reservas energéticas de la célula, lo que conlleva a la
disminución de la síntesis de ADN, ARN y proteínas, que finalmente desencadena la
muerte de la célula. Algunas bacteriocinas de clase I, como la nisina, han demostrado
tener un modo de acción dual, ya que pueden formar poros en la membrana celular
uniéndose a ella y atravesándola (por su carácter anfipático) y/o por unirse al lípido II
(principal transportador de las subunidades de péptidoglicano) evitando la formación de
la pared celular (Heredia, Hérnadez, Gonzáles, & Vallejo, 2017).
Las bacteriocinas sintéticas son más estables e inclusive, de 10 a 1000 veces más potente,
debido a la ausencia de contaminantes como las proteasas; sin embargo, algunas pierden
actividad después de meses de almacenamiento (Fimland, y otros, 1996).
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La bacteriocina más conocida del grupo I es la nisina, producida por especies de
Lactococcus lactis lactis, la cual tiene un amplio espectro de actividad antimicrobiana
hacia las bacterias Gram-Positivas, incluyendo Staphilococcus aureus y Listeria
monocytogenes. Esta bacteriocina previene la esporulación y células vegetativas de
Bacillus spp y Clostridium spp. Su aplicación ha sido muy estudiada y ya ha sido aceptada
como preservante ante FDA – Codex Alimentarius.
Para alimentos cárnicos, las bacteriocinas pueden llegar a sustituir el uso de nitritos, sin
embargo es necesario determinar la bacteriocina adecuada que no requiera de una elevada
concentración de aplicación.
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apropiada para el control de B. cereus, ya que en estudios realizados por Grande y otros
autores (2005), se demuestra su estabilidad y efectividad adistintas temperaturas de
almacenamiento, iniciando con un 90% de actividad y luego de 14 días presenta una
actividad de 71% en muestras almacenadas a 6 ˚C. Al inocular estas muestras con B.
cereus, se refleja una rápida reducción del recuento de bacterias en tan solo 8 horas.
Las bacteriocinas son una opción atractiva como conservadores naturales para el
desarrollo de alimentos mínimamente procesados. Actualmente, se ha demostrado que
presentan alto potencial en la biopreservación de carne, productos lácteos, alimentos
enlatados, pescado, bebidas alcohólicas, ensaladas, huevo, productos de panificación,
vegetales fermentados, entre otros, ya sea solos o en combinación con otros métodos.
De acuerdo con lo propuesto por Cleveland y otros autores (2001), las bacteriocinas
pueden ser utilizadas en los alimentos de las siguientes maneras:
Sin embargo, las bacteriocinas deben cumplir con importantes criterios de regulación para
su aplicación en los alimentos (Gautam & Sharma, 2009) describiéndose a continuación:
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c) Deben cumplir con un espectro de inhibición que puede incluir microorganismos
patógenos o tener actividad contra uno en particular.
d) Su adición en los productos debe de presentar efectos benéficos, tales como
mejorar la seguridad, calidad y/o sabor.
e) Alta actividad antimicrobiana a bajas concentraciones.
b) El uso de las bacteriocinas en los productos del mar es muy complejo, debido a la
constitución del producto (matriz baja en azúcares), por lo tanto, la bacteriocina
que se adicione, no debe ocasionar un deterioro en el producto, por la baja
acidificación que ésta puede proveer. Sin embargo, en estos alimentos retoma
importancia ya que las investigaciones actuales han demostrado la inhibición de
L. monocytogenes en langosta y C. botulinum en alimentos marinos empacados
con atmósferas modificadas (Pilet & Leroi, 2011).
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disminución del pH del producto que causa defectos como la mucosidad y el
exceso de acetato, que promueven un efecto negativo en la calidad del vino. En la
cerveza, inhiben el crecimiento de lactobacilos y pediococos que conducen a una
cerveza con exceso de acidez y sabores extraños, debido a la producción de
diacetilo (Naidu, Unal, & Tulpinski, 2006).
e) El uso de las bacteriocinas en productos lácteos es más común. En los quesos, las
bacteriocinas controlan el crecimiento de las BAL ya que un exceso de ellas
proveerá de sabores extraños a los productos, por otro lado su aplicación
promueve la aceleración de su maduración (Beshkova y Frengova, 2012). En los
postres lácteos, se utilizan para extender su vida útil, ya que éstos no pueden ser
completamente esterilizados sin dañar sus características sensoriales. En la leche,
previene la esporulación de bacterias termofílicas resistentes al calor que pueden
sobrevivir a la pasteurización (Ekbal et al., 2012). Principalmente, la actividad
antimicrobiana de las bacteriocinas en estos productos es inhibir microorganismos
como Clostridium y Listeria (Cleveland, Monteville, Nes, & Chikindas, 2001).
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