Nià Ez, Adolescencia y Problemas Sociales (2da. Ed.) - 2 PDF
Nià Ez, Adolescencia y Problemas Sociales (2da. Ed.) - 2 PDF
Nià Ez, Adolescencia y Problemas Sociales (2da. Ed.) - 2 PDF
NIÑEZ, ADOLESCENCIA
Y PROBLEMAS SOCIALES
Este libro se publicó con el apoyo del Programa Integral de Fortalecimiento Institucional
C/PIFI 2006-26-37-86.
Autores
Christopher Wenner
University of Arizona,
Estados Unidos de América
Índice
Introducción 13
Adolescencia y violencia 31
Pierre G. Coslin
13
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
14
INTRODUCCIÓN
las variaciones en la conducta general de los individuos, incluyendo aquélla que tiene
que ver con el origen y mantenimiento de problemas sociales.
En el capítulo 4, Pablo Valdez, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y
sus colaboradores, ofrecen una perspectiva neuropsicológica que podría ayudar a
entender por qué algunas personas adultas, los adolescentes y los niños son incapaces
de planear, tener iniciativa, anticipar, accionar, verificar y corregir muchos de sus
comportamientos. Esto podría llevarlos a involucrarse en actos que son proscritos por
la convención social. Su planteamiento es el de evaluar para prevenir y para procurar
el desarrollo de funciones ejecutivas cerebrales en niños, que permitan una actuación
madura y acorde a las reglas de la comunidad.
Pedro y Denise Campos, de la Universidade Católica de Goiás, Brasil, escribieron
el capítulo 5, el cual trata acerca de adolescentes, representaciones sociales, violencia
y exclusión. Los autores ofrecen una perspectiva psicoanalítica de la adolescencia en el
contexto de la modernidad, y plantean que esta etapa es un tiempo lógico en donde
el adolescente puede concebirse como un excluido (al menos temporalmente), por la
sociedad. Las implicaciones de lo anterior son analizadas por estos autores.
En el capítulo 6, Ileana Enesco, investigadora de la Universidad Complutense de
Madrid y sus colaboradoras en esa institución, la Universidad Autónoma de Madrid
y la UNED, abordan el tema del prejuicio racial, y la concomitante discriminación que
de éste se genera en niños españoles y latinoamericanos que viven en la Península
Ibérica. Las autores ofrecen datos interesantes que refuerzan teorías y hallazgos pre-
vios en diversos países en el sentido de mostrar que existe un periodo especial en el
que se incrementa el prejuicio racial en la niñez, pero reportan también que la cultura
puede atemperar el efecto de ese prejuicio.
Irene Solbes e Ileana Enesco, de la Universidad Complutense de Madrid, detallan,
en el capítulo 7, un estudio acerca de actitudes hacia la diversidad humana (razas y
complexión física) entre menores españoles y latinoamericanos, evidenciando un
rechazo especialmente hacia los niños obesos, quizá exacerbado por la cultura. Las
autoras señalan algunos programas que podrían reducir este tipo de prejuicio que va
en detrimento de niños y niñas.
El capítulo 8 inicia la serie de tres escritos en donde se aborda la relación entre
comportamiento de los menores y el cuidado o la degradación del medio ambien-
te. En este capítulo, Juan Ignacio Aragonés, María Amérigo y María Vercher, de la
Universidad Complutense de Madrid, detallan dos estudios en donde se muestran los
efectos positivos de un programa de educación ambiental aplicado a niños, los cuales se
manifiestan como valoraciones positivas a los aspectos verdes de un área de juegos.
En el capítulo 9, Leticia Magdalena Hernández, de la Universidad Autónoma de
Nuevo León y Víctor Corral, de la Universidad de Sonora, muestran que un progra-
15
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
16
INTRODUCCIÓN
las garantías de los menores, lo cual concuerda con las recomendaciones de organis-
mos internacionales. No obstante, se detecta que en la ley no se incluyen los derechos
procesales de los menores, lo cual es contradictorio con dicho sistema, porque si se
trata de una ley que pretende proteger los derechos de los niños, es contradictorio que
los derechos de los menores infractores no se hayan estipulado.
El capítulo 14, escrito por Elizardo Ramos y sus colaboradoras de la Universidad
de Sonora, describe de qué manera las leyes de una serie de países latinoamericanos,
entre ellos México, se apegan a los señalamientos de la Convención de los Derechos
del Niño. Aunque algunas de esas recomendaciones se incluyen en leyes regulatorias
de la adopción, la alimentación, la actividad laboral y la patria potestad, se observa
que el señalamiento que exige la integración de los derechos del niño en un código
de menores de edad no se cumple.
Por último, el capítulo 16, a cargo de Martha Frías de la Universidad de Sonora
y sus colaboradores en la UANL y la Universidad de Arizona ofrece los resultados
preliminares de un estudio empírico en donde se muestra que la falta de maduración
en las funciones ejecutivas cerebrales pudiera ser un inductor de delincuencia en los
adolescentes. Los menores infractores de su estudio exhibieron menos funciones
ejecutivas que los jóvenes de una muestra comunitaria control. Este efecto continuó
aun cuando se controlara la edad y el sexo, lo que parece indicar que los menores
infractores presentan un desarrollo menor de las funciones ejecutivas comparados
con adolescentes no infractores.
En resumen, el texto que aquí ofrecemos a la consideración de los lectores, trata
de ofrecer una variedad de situaciones, perspectivas, actores y metodologías incluidos
en el análisis de los problemas sociales en los que se ven afectados niños y adoles-
centes. Esperamos que este esfuerzo estimule el interés por la investigación de esta
interfase, y que provea ideas para la intervención, en la problemática social directa
que involucra a los menores de edad.
17
1
Ambientes que dañan a los niños
Robert B. Bechtel
University of Arizona, Estados Unidos de América
Pobreza
N o hay ambiente que dañe más a los niños que el de la pobreza. En las últimas
dos décadas el número de menores pobres se ha incrementado, de manera
que entre 25 y 80% de todos los niños en el mundo viven en circunstancias
de pobreza, dependiendo de la prosperidad de la nación en la que habiten. Cuatro-
cientos millones de niños se encuentran tan desnutridos que son susceptibles de su-
frir una variedad de problemas que van desde un crecimiento atrofiado hasta la muerte
debida a enfermedades comunes y corrientes. El padecimiento más común es la diarrea
causada por el organismo shigella. La cura para esta enfermedad tan común cuesta
menos de cinco dólares norteamericanos, aunque puede ser fácilmente aliviada por el
simple hecho de mantener hidratados a los niños. Cuando los menores mueren a
causa de la diarrea esto se debe a que se deshidratan. Entonces, hidratarlos puede
salvar a la mayoría de ellos. Sin embargo, este conocimiento tan simple no se posee en
la mayor parte de las regiones del mundo en donde se presenta dicha enfermedad.
Gary Evans (2004) cataloga la lista de elementos negativos que atentan contra los
niños en el ambiente de la pobreza. Éstos incluyen el conflicto familiar, la violencia, la
separación de los padres, la dureza de las respuestas paternas, los hogares caóticos,
las limitadas oportunidades de enriquecimiento cognitivo en el hogar (contar con
pocos libros o con ninguno, el exhibir un lenguaje limitado por el pobre número de
palabras utilizadas, etc.), los ambientes contaminados o insalubres, un número signi-
ficativo de riesgos a la seguridad, el tráfico agudizado el crimen y las instalaciones
19
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
inadecuadas para el cuidado infantil durante el día (guarderías y escuelas). Sin embar-
go, es la combinación de muchos de estos factores lo que produce la morbilidad
psicológica a partir de la pobreza. Evans argumenta que necesitamos reconceptuar el
cómo la pobreza impacta a los niños y a sus familias. La pobreza constituye una
combinación de aspectos físicos, como la contaminación y la nutrición, con aspectos
psicosociales —más reconocidos— como los patrones de crianza inadecuados y una
limitada educación.
Robert McNamara (1981), uno de los anteriores secretarios de defensa de los
Estados Unidos y ex-presidente del Banco Mundial (BM), definió a la pobreza como
"una condición de vida que se encuentra tan limitada por la desnutrición, el analfabe-
tismo, la enfermedad, los contextos físicos sórdidos, una alta mortalidad infantil y
una baja expectativa de vida, que la coloca por debajo de cualquier definición razo-
nable de decencia humana".
Kotlowitz (1991) cuenta la historia de dos niños pobres que vivían en alojamientos
de beneficencia pública de Chicago y que temían por sus vidas en el camino a la
escuela. Lobo (1982) describe la vida en las barriadas de Perú, en donde los "angeli-
tos" reposan en los cementerios, habiendo muerto casi la mitad de ellos antes de cumplir
los cinco años de edad. Lapierre (1985) habla de las familias pobres que viven en las
calles de Calcuta. Los así llamados países del tercer mundo tienen algo más que su
cuota de pobreza.
Remedios
20
AMBIENTES QUE DAÑAN A LOS NIÑOS
debajo de los niveles promedio de renta que se pagan por un cuarto menos espacioso.
También es importante la equidad en el esfuerzo que se requiere de cada futuro pro-
pietario, dado que se establece un número fijo de horas invertido en la construcción.
Habitat se encuentra actualmente en más de 100 países.
Estos programas no han eliminado la pobreza, pero señalan la forma de hacerlo al
crear nuevas organizaciones que se enfocan específicamente en apoyar a los pobres
para que ellos mismos puedan ayudarse.
Divorcio
Para 1993 la mitad de los matrimonios en los Estados Unidos había terminado en el
divorcio. Esto hace al divorcio un factor de peso en las vidas de los niños. Mavis
Hetherington (Hetherington, Cox y Cox, 1976, 1978, 1979) argumenta que no existe
el divorcio sin víctimas; y es claro que son los niños esas víctimas. La soledad y la
alienación de los padres se transmiten a los hijos y es común que éstos hagan causa
con uno poniéndose contra el otro o, algunas veces, los niños se culpan a sí mismos
del divorcio. Las madres frecuentemente se sienten atrapadas con los niños mientras
que los padres se sienten separados y aparte de sus hijos.
Amato y Keith (1991) efectuaron un meta-análisis de 72 estudios que mostró
que los niños de padres divorciados producían puntajes de. 14 desviaciones estándar,
en pruebas estandarizadas de logro por debajo de los hijos de los no divorciados.
Wallerstein y Kelly (1974,1975) encontraron que los niños de entre siete y ocho
años de edad fueron menos capaces de negar las circunstancias del divorcio y
mostraron una apariencia más triste que la de otros niños. Cherlin et al. (1991)
llevaron a cabo un estudio longitudinal en Inglaterra que fue similar a los de
Wallerstein y Hetherington, encontrando que muchos de los efectos a largo plazo
del divorcio pueden atribuirse a problemas existentes antes del divorcio.
Franklin, Janoff-Bullman y Roberts (1990) les pidieron a estudiantes universitarios,
hijos de padres divorciados, que les indicaran cuáles creían ellos que eran sus
posibilidades de éxito en el matrimonio. Sus repuestas fueron contrastadas con las de
hijos de no divorciados; los primeros fueron mucho más pesimistas acerca del
matrimonio y menos confiados en sus probables futuras parejas.
21
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
El hogar
En apariencia el hogar es el lugar más seguro para los niños, sin embargo, Viets
(1993) reporta que en los Estados Unidos mueren 100 niños diariamente en sus casas.
El sitio en el que ocurre la mayoría de los accidentes es la escalera con barandilla en
la que un niño puede meter la cabeza (entre las barandillas) y morir estrangulado; las
casas más antiguas tienen barandillas más próximas entre sí, por lo que no son tan
peligrosas. El cuarto del baño con sus medicinas y la cochera con sus venenos, como
los insecticidas, ocupa el segundo lugar en peligrosidad (obviamente, esos artículos
deberían guardarse bajo llave o colocarse fuera del alcance de los infantes). Las
plantas son otro peligro, especialmente las que tienen hojas tóxicas (la hiedra inglesa,
las azaleas, los botones de oro, los filodendrones, etc.) La tierra en sí misma es un sitio
favorito para algunos niños.
Otro peligro son las mesas pequeñas que pueden voltearse fácilmente, lo mismo
que aquéllas cubiertas con manteles. Las estufas calientes, las mesas de vidrio y los
aparatos eléctricos representan también peligros potenciales . Las cubiertas para es-
tos aparatos proveen una excelente medida de seguridad, siempre que éstas no sean
muy coloridas y llamen la atención. Los accesorios duros como las llaves del agua,
las esquinas filosas de las mesas, las chimeneas y otros aditamentos, deben ser acol-
chados por medio de envolturas que suavicen su superficie.
Es muy difícil lograr que las computadoras personales sean a prueba de niños
debido a la maraña de cables que las rodean, por lo que el mejor consejo aquí es
simplemente cerrar con llave la habitación que las contenga.
Las casas con alberca representan otro problema. Todas las piscinas deberían te-
ner rejas alrededor y la regla de oro es no permitir que ningún niño se acerque solo a
ellas. Un niño se puede ahogar en tan sólo dos pulgadas de agua.
El costo total para asegurar una casa contra riesgos que corren los niños es de
alrededor de 250 dólares norteamericanos, lo que es mucho más barato que el
costo de la atención médica debido a posibles lesiones leves, o a un trauma de
mayores proporciones.
En una nota muy reciente, Chamberlin (2004) señala que existe nueva evidencia
en el sentido de que las sustancias químicas en productos de uso muy común como
los limpiadores de baño, los pesticidas, los selladores, las pinturas y barnices pueden
afectar y contribuir a la aparición de desórdenes en el desarrollo en los niños. Tam-
bién se señala que sustancias químicas como el éter y los ftalatos frecuentemente no
se enlistan en las etiquetas y aun así se encuentran presentes en los productos. Un
reporte de Médicos para la Responsabilidad Social, del Fondo Ambiental Nacional y
de la Asociación Americana de Incapacidades del Aprendizaje (AAIA) estima que uno
22
AMBIENTES QUE DAÑAN A LOS NIÑOS
entre 200 niños padece de déficit neurológicos o del desarrollo causados por la expo-
sición a sustancias tóxicas conocidas.
Áreas de juego
Las superficies duras de las áreas de juego como los columpios, los pasamanos, y otro
en general (y las que se encuentran muy próximos entre sí en particular) tipo de
equipamiento que sea demasiado alto, pueden ocasionar múltiples tipos de lesiones.
Muchas resbaladillas y juegos para trepar presentan zonas de caída por las que un
niño puede precipitarse, otros juegos contiene garfios o prominencias que pueden
jalar la ropa. Alrededor de una tercera parte del equipo en un área de juegos presenta
aberturas en las que puede quedar atrapado un menor; por otro lado, 50% de dichas
áreas suele tener la pintura pelada o desgastada. En general estos problemas se deben
a que el equipo es viejo y se encuentra en decadencia.
Escuelas
23
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
de control, mientras que en la situación que el autor quería ilustrar las personas hacían
algo más que permanecer y observar de manera pasiva, profiriendo ocasionalmente
pullas al niño golpeado o maltratado y animando al abusón. El grupo alrededor era de
tan extrema importancia, que transmitía la alienación completa del niño intimidado.
Por su parte, él se encontraba aislado del resto de la sociedad y aun sus, por así
decirles, amigos lo abandonaban y se unían al resto de la turba. Como resultado de
esto, el niño intimidado sentía que el mundo entero estaba en contra de él.
Otro hecho característico de esta situación es que el abusón o intimidador no
elegirá a un niño que pueda responder. Y aunque muchos en la sociedad occidental se
adscriben a un darwinismo social en donde se piensa que los abusones cumplen
un servicio al endurecer a los niños más pequeños, se ignora el hecho de que los
abusones seleccionan víctimas indefensas en tanto que aquéllos quienes pueden res-
ponder a la agresión se alinean con el abusón y lo animan. Olweus hizo un seguimiento
de niños hostigados y de abusones a través de las diferentes etapas escolares y
encontró que la situación continuaba hasta la preparatoria. Con una N de 42 390 en
Noruega, Olweus (1999b) también encontró que el porcentaje de estudiantes
involucrados en la intimidación iba de 17.5 en niños y 16 en niñas de segundo grado,
a 6.4 para niños y 3.0 en niñas de noveno grado. El tiempo de intimidación también
cambió al pasar de ser mayoritariamente físico en los grados iniciales a más verbal y
sutil en los avanzados.
Las niñas no están excluidas del acoso, aunque con ellas es mucho más de tipo
verbal. Las niñas abusonas operan con críticas agrias y excluyen a sus víctimas de las
actividades del resto de las compañeras. La amistad se utiliza como arma, amenazan-
do a la intimidada con retirársela. Entre niñas, la abusona puede crear una corriente
permanente de odio que puede convertirse en un problema para la creación de rela-
ciones. Bower (2000) reporta, a partir de un estudio reciente, que las niñas del interior
de la ciudad están más expuestas a la violencia y que pueden desarrollar desorden de
estrés postraumático (DEPT). Este desorden se manifiesta a partir de tres síntomas: la
recreación de los eventos traumáticos a través de pesadillas o pensamientos intrusivos,
la evasión de gente o lugares asociados con el trauma y el desapego hacia personas
amadas. Un tercer conjunto de síntomas incluye la dificultad de concentración y la
cólera intempestiva. Otros problemas asociados que pueden ocurrir incluyen el bajo
rendimiento académico, la suspensión de la escuela y los arrestos. Las niñas están
expuestas a otra dimensión de la intimidación: los asaltos sexuales.
Ronnie Janoff-Bulman (1992) presenta evidencia que muestra que aquellos me-
nores más susceptibles al DEPT son los que no tienen una visión del mundo como un
buen lugar o los que no creen que su lugar en el mundo vale la pena. Un problema que
se encuentra al aplicar estos criterios es que los niños que no son intimidados a menu-
24
AMBIENTES QUE DAÑAN A LOS NIÑOS
do experimentan el trauma antes de que formen sus visiones del mundo o sus propios
autoconceptos. De hecho, ambos aspectos pueden formarse directamente a partir de
la experiencia de la intimidación.
Smith et al. (1999) reporta un estudio mundial acerca de la intimidación, desarro-
llado en un buen número de países, mostrando que este problema no respeta culturas
ni clases sociales. Los autores documentan la intimidación en Suecia, Noruega, Fin-
landia, Inglaterra y Gales, Escocia, Irlanda, Italia, España, Portugal, Bélgica, Holan-
da, Alemania, Suiza, Polonia, los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda,
y ofrecen un capítulo acerca de países en vías de desarrollo en donde los datos son
más escasos.
Otro aspecto sorprendente de los patrones de la intimidación es la popularidad del
niño agresivo. Los intimidadores no son vistos como delincuentes juveniles o perso-
najes aislados sino que son calificados como populares por sus compañeros de edad
(Winerman, 2004). Olweus (1999a) señala que esta popularidad decrece con el tiem-
po y que para el noveno grado ha desaparecido. Además, se tenía la idea en el pasado
de que los intimidadores eran realmente personas inseguras por debajo de su ostenta-
ción de bravura. Olweus (1978, 1999a) muestra que, por lo contrario, ellos son más
confiados y seguros de sí mismos que el promedio.
Otros estudios (Dickinson, 2000) señalan que los intimidadores son a menudo
chicos extremadamente antisociales y duros, estudiantes mediocres que, a pesar de
todo, dominan al salón. Es importante tener en cuenta que el comportamiento de un
niño en su casa puede ser completamente diferente del que despliega en el salón de
clases, muchos intimidadores son capaces de ocultar su conducta ante sus padres.
Olweus (1999a) encontró amplias diferencias entre escuelas al respecto de la can-
tidad de intimidación que se llevaba a cabo en ellas. Algunas de ellas tendrían de
cuatro a cinco veces más actos de intimidación que otras que se encontraban incluso
en la misma comunidad. Hasta el momento se desconoce qué puede explicar esas
diferencias. No se encontró que el tamaño de la escuela sea un factor explicativo, ya
que en las escuelas grandes de Noruega los intimidadores fueron tan comunes como
lo eran en las escuelas pequeñas.
Remedios
Olweus (ibid.: 21) señala que es "...«« Derecho democrático fundamental para
un niño el de sentirse a salvo en la escuela y que sea erradicada la opresión y la
repetida e intencional humillación implicada en la intimidación". Olweus (1992,
1993) tiene su propio programa de intervención y ha sido exitoso al lograr la aproba-
25
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
1. Le dice cosas malas o desagradables o se ríe de ella o él, o le llama con nom-
bres groseros o que le lastiman.
2. Le ignora completamente o le excluye del grupo de amigos o le deja fuera de
las cosas, a propósito.
3. Le golpea, patea, empuja, abusa o amenaza .
4. Dice mentiras o falsos rumores acerca de él o ella o envía notas con malas
cosas sobre su persona y trata de hacerle quedar mal con otros estudiantes.
5. Y cosas como ésas.
26
AMBIENTES QUE DAÑAN A LOS NIÑOS
ocho semanas a los estudiantes, se apoya a las víctimas y se les entrena en habilida-
des de solución de problemas y formas de fomentar amistades. Los intimidadores
también son entrenados y, finalmente, los padres se incorporan y el mantenimiento del
programa se lleva a cabo.1
Conclusiones
Los efectos nocivos de muchos ambientes comunes los comparten tanto adultos como
niños. Por lo tanto, los remedios afectan a todas las personas involucradas de la mis-
ma forma que a los menores. El problema serio es que los niños son más susceptibles
a exposiciones leves de sustancias químicas y que constantemente se introducen al
ambiente nuevas sustancias de este tipo. Más allá de esto, los ambientes como la
escuela sólo hasta ahora se están concibiendo como lugares que generan violencia.
Aún así, los remedios para todos estos males ya son conocidos. Lo que hace falta es
aplicarlos, aprobar leyes que prevengan la introducción de sustancias tóxicas y em-
pezar a socializar programas en las escuelas en donde se le enseñe a cada estudiante
cómo cultivar relaciones amistosas con sus compañeros.
Referencias
Amato, P. y B. Keith (1991), "Parental Divorce and the Well Being of Children: A
Meta Analysis", Psychological Bulletin, 110, pp. 26-46.
Bower, B. (2000), "Popular Boys Show Their Tough Side", Science News, 157, p. 52.
Chamberlin, R.W. (2003). "Developing a Statewide Network of Family Resource
Centers in New Hampshire: Lessons Learned", Pediatrics Review, 24, 285-288.
Cherlin, A. et al. (1991), "Longitudinal Studies of Effects of Divorce on Children in
Great Britain and the United States", Science, 252, pp. 1386-1389.
Dickinson, A. (2000), "Bad Boys Rule", Time, January 31, p. 77.
Evans, G. (2004), "The Environment of Childhood Poverty", American Psychologist,
59, pp. 77-92.
Flament, C. y Rouquette, M-L. (2003). Anatomie des idees ordinaires. Comment
étudier les représentations sociales. Armand Colin/ VUEF, Paris.
1
El manual puede adquirirse a un costo de 35 dólares y se ordena en Sopris West 1140 Boston Ave.,
Longmont, CO 80501 o se pide por teléfono: 303 651 2829.
27
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
28
AMBIENTES QUE DAÑAN A LOS NIÑOS
Wallerstein, J.; J. Kelly (1974), "The effects of parental divorce: The adolescent
experience", en J. Anthony; C. Koupernik (eds.), The child and his family:
Children at psychiatric risk, Nueva York, John Wiley.
Wallerstein, J. y J. Kelly (1975), "The Effects of Parental Divorce: The Experiences
of the Preschool Child", Journal ofthe American Academy of Child Psychiatry,
14, pp. 600-616.
Winerman, L. (2004), "Among Teens, Aggression Equals Popularity", Monitor on
Psychology, 35, p. 12.
Yunus, M. (1998), "Alleviating Poverty Through Technology", Science, 282, pp. 15-
16.
29
2
Adolescencia y violencia
Pierre G. Coslin
Université Rene Descartes-Paris V, Francia
Introducción
31
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
32
ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA
limitado a la fábrica o a las obras. Sin embargo, tales pandillas eran sólo un preludio a
la integración social. Ya no es el caso, hoy en día, cuando cada año muchos jóvenes
dejan la escuela sin formación, y se encuentran en una situación precaria, algunos
incluso desprovistos de la mínima perspectiva de un futuro, y sin esperanza de poder
integrarse socialmente, se hace fuerte la tentación de buscar, sin encontrarla, alguna
legitimidad en la acción antisocial o la violencia (ibid.).
Constatamos así que la delincuencia juvenil aumentó de manera drástica durante
las ultimas décadas; el número de menores en este caso se septuplicó en Francia
desde los años cincuenta y corresponde hoy a alrededor del 15 al 30% de la delin-
cuencia general según la naturaleza de los delitos. Considerando además que estos
datos se refieren solamente a individuos conocidos por los servicios de la policía.
Constatamos también que en 1999 aproximadamente 200 mil menores fueron presen-
tados ante jueces en virtud del Mandato de 1945 o del Artículo 375 del Código Civil.
Sabemos también que 120 mil adolescentes se beneficiaron de una medida de justicia
y que más de 4 mil fueron encarcelados cuando eran sólo 1 900 los que habían experi-
mentado la cárcel en 1995 (Coslin, 2003).
Tal evolución puede relacionarse con el aumento notable del número de agresio-
nes sexuales, con el aumento del número de niños de entre 11 y 15 años implicados en
actividades delictivas relacionadas con las redes de toxicomanía o de prostitución y,
finalmente, con el desarrollo cada vez más frecuente de una estructuración criminógena
en ciertos jóvenes de entre 13 y 14 años, estructura que se manifiesta por una viva
agitación psicomotora y que podría predecir un porvenir de vida en la delincuencia
(Coslin, 2000).
Se debe además constatar que ciertas poblaciones que parecían hasta ahora prote-
gidas de este pasar a la acción antisocial, hoy en día parecen afectadas. Se trata, por
una parte, de chicas y, por otra parte, de alumnos de educación secundaria. Se nota en
efecto la feminización de un segmento de la población delincuente, ya que cierto
número de casos causaron sensación a propósito de "chicas" que se comportaban
"como varones" agrediendo de manera muy violenta a otras niñas o instigando actos
de agresión sexual cometidos con la complicidad de elementos masculinos. Consta-
tamos también la presencia de una violencia a veces exacerbada en el seno de un
número cada vez mayor de secundarias y preparatorias técnicas. Tratándose a veces
de verdaderas infracciones a la ley, delitos y crímenes calificados por el código penal
que sufren maestros y alumnos: conductas inciviles, insultos y amenazas que pertur-
ban de manera importante la vida escolar.
33
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
34
ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA
35
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
36
ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA
la vida instintiva, una negación, o por lo menos una confusión de los límites
intergeneracionales, particularmente desestructuradores desde un punto de vista psi-
cológico (Coslin, 2002).
Es cierto que las circunstancias que favorecen el pasar a la acción son múltiples.
La democratización de la educación es por cierto loable al nivel de principios, pero
tuvo como efecto perverso el de conducir a una enseñanza masiva sin tomar en cuen-
ta las diferencias individuales más evidentes. La creación de establecimientos de
gran capacidad (escuelas masivas) que reúnen en condiciones difíciles a numerosos
jóvenes que provienen de medios ambientes también difíciles, puso en marcha situa-
ciones explosivas. Más aún cuando la sociedad conoció un contexto de recesión eco-
nómica que no daba esperanza a los jóvenes más desprovistos. Llegaron así a la
escuela secundaria niños que no pudieron o no supieron aprovechar la enseñanza
primaria, niños que no saben ni leer ni escribir ni efectuar operaciones aritméticas
correctamente. Jóvenes que se aburren ante la perspectiva de largas horas de clase
que no corresponde ni a lo que piden ellos ni a lo que pide su familia. Estos adoles-
centes que conocieron el fracaso escolar, que se aferran a este fracaso y lo integran en
lo más profundo de ellos mismos, no encuentran en la escuela ningún medio de valo-
rizarse cuando la relación con los padres se cuestiona; tienen que encontrar otras
fuentes para alimentar su autoestima. La violencia es una de éstas ya que inspira
temor y, así lo creen, respeto. Pero la creencia es falsa, el respeto sólo es miedo,
miedo que inspiran y miedo que los motiva.
No se trata por ello de caer en un determinismo social que niegue el peso de las
capacidades cognoscitivas del individuo para resistir tales influencias. Frente a la
violencia como frente a otros delitos, a la droga o al alcohol, otros chicos y otras
chicas son capaces de modular tanto sus juicios como sus acciones, tomando en cuenta
las circunstancias, las características de las víctimas, o cuestionando el contexto so-
cial. La violencia sigue siendo para algunos jóvenes el medio de expresión privile-
giado de sus angustias y de sus conflictos cotidianos. El cuerpo social al designarlos
decide su categorización pero también su gestión. Entran en juego entonces no sólo
la noción de justicia sino, tal vez más aún, la de moral. En efecto, estas conductas
afectan a la ley republicana pero también faltan a la moral. Este hecho debería incitar
al psicólogo pero también al magistrado, al educador o al pedagogo a interrogarse
sobre las relaciones entre lastimar y hacer daño y, por consiguiente, a preguntarse
acerca del hacerse cargo de lo ilegal y de lo amoral.
La violencia es tal vez un fenómeno tan antiguo como el mundo. No deja sin
embargo de ser nuestro problema diario.
37
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Referencias
Bergeret, J. (2000), "Violence", en D. Houzel; M. Emmanuelli y F. Moggio,
Dictionnaire de psychopathologie de l'enfant et de l'adolescent, París: PUF.
Chesnais, J.C. (1981), Histoire de la violence en Occident de 1800 á nos jours,
París: Laffont.
Coslin, P.G. (1997), "Les adolescents face aux violences scolaires", en B. Charlot y
J.C. Emin, La violence a l'école, Etat des savoirs, París: Armand Colin.
(1999 a), "Des délits et des jeunes", en P.G. Coslin, • Comportements
délictueux III, Bulletin de Psychologie, núm. spécial 52 (5), 443, pp. 519-22.
(1999 b), Les adolescents devant les déviances, París: PUF.
(2000), "Violence et délinquance á l'adolescence", en Perspectives Psy,
39, pp. 274-85.
(2002), Psychologie de l'adolescent, París: Armand Colin.
(2003), Les conduites a visque á l'adolescence, París: Armand Colin.
Courtecuisse, V. (1996), "Interactions entre violences agies et violences subies á
l'adolescence", en C. Rey, Les adolescents face a la violence, París: Syros.
Debarbieux, E. (1994), "Violence, sens et formation des maitres", en A.M. Drouin y
H. Hannoun, Pour une philosophie de l'éducation, París/Dijon: CNDP.
Fize, M. (1994), Lepeuple adolescent, París: Julliard.
Michaud, Y. (1999), "Violence", en Encyclopedia Universalis (CD ROM).
Selosse, J. (1990), "Pourquoi étudier la délinquance juvénile dans une perspective
développementale?", en Actes du Colloque Prévention et traitement de la
délinquance juvénile. Prévention. Réinsertion, Atenas: Editions Ant. N.
Sakkoulas.
Settelen, D. (1996), "Approche psychodynamique des violences á l'adolescence", en
C. Rey, Les adolescents face á la violence, París: Syros.
38
3
Consiliencia y la Teoría de Historia de Vida: de los genes
al cerebro y a la estrategia reproductiva
Aurelio José Figueredo, Geneva Vásquez,
Barbara H. Brumbach, Stephanie Schneider,
Jon A. Sefcek, Ilanit R. Tal,
Dawn Hill, Christopher J. Wenner,
y W. Jake Jacobs
University of Arizona, Estados Unidos de América
39
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
40
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
41
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
mente seleccionados por K, cuando se aplica la THV a los seres humanos ésta a
menudo se le conoce como la Teoría "K Diferencial" (Rushton, 1985). Existe un
intenso debate teórico al respecto del grado de contribuciones ambientales y genéticas
a estas diferencias individuales (Belsky, Steinberg y Draper, 1991; Chisholm, 1996;
Rowe, 2000). Por ejemplo, los teóricos que asumen una fuerte influencia ambiental en
las estrategias de historia de vida humana proponen que la ausencia del padre en el
hogar durante la niñez predispone a los individuos hacia una estrategia de vida baja en
K. En contraste, los teóricos que asumen fuertes influencias genéticas en esa estrategia
de vida predicen que un padre (voluntariamente) ausente le pasa los genes a sus hijos,
sesgándolos hacia una estrategia de historia de vida de corto plazo. Sin tomar parte
en este debate, nosotros consideramos que los correlatos biológicos de este efecto
incluyen un conjunto que se manifiesta en un desarrollo sexual relativamente rápido y
una fertilidad incrementada. Los correlatos psicológicos incluyen un apego adulto
relativamente bajo a parejas románticas y actitudes sociales de explotación y mani-
pulación más notorias. Los correlatos conductuales involucran un bajo grado de cui-
dado a los propios hijos, promiscuidad sexual, preferencia notoria por la variedad
sexual, comportamientos de riesgo y agresión social.
La investigación basada en las teorías de K Diferencial acerca del desarrollo hu-
mano, y los trabajos de genética conductual relacionados, describen diferencias indi-
viduales sustantivas en las características biológicas y comportamentales indicativas
de las diferencias en las estrategias de historia de vida (Belsky, Steinberg y Draper,
1991; Chisholm, 1996; Rowe, 2000). Aun así, la mayoría de estos análisis prueban
hipótesis causales específicas utilizando análisis de correlación univariados. Por lo
tanto, éstos no describen ni explican enteramente, el patrón más amplio de correla-
ciones entre variables predicho por la THV.
42
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Trabajo empírico
Nuestro programa de investigación en proceso (Figueredo et al, en prensa) involucra
el desarrollo de una serie de modelos de variables latentes con los cuales se identifica
un factor común, el Factor K, el cual subyace a una variedad de parámetros de histo-
43
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 1
Cargas en el Factor K
44
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Tabla 2
Tabla 3
45
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 4
Cargas en el Factor K
46
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Tabla 5
Cargas en el Factor K
47
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 6
Tabla 7
48
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Tabla 8
Factor K 1.00
Factor de Covitalidad .50 1.00
Factor de Personalidad .66 .36 1.00
49
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 9
Factor K .80
Factor de Covitalidad .55
Factor de Personalidad .72
50
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
51
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
52
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Tabla 10
Tabla 11
53
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 12
Tabla 13
Tabla 14
ria de vida medidos. Este hallazgo respalda la hipótesis de que la estrategia de historia
de vida se encuentra predominantemente bajo el control de genes regulatorios que
coordinan la expresión de un conjunto completo de rasgos de historia de vida. Se
presume que se requiere el control genético común, para integrar estos elementos
tácticos individuales dentro de una estrategia reproductiva consistente internamente.
La existencia hipotetizada de dichos genes regulatorios de orden superior no des-
carta una interacción adaptativa con el ambiente. Es muy probable que la expresión
de estos genes regulatorios sea condicional, es decir, que esté sujeta a disparadores
ambientales. La selección natural y sexual presumiblemente favorecería una sufi-
ciente plasticidad en el desarrollo, controlando la estrategia de historia de vida para
54
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
55
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 16
La tabla 17, que muestra las ambientalidades totales, con los efectos ambientales
compartidos y no compartidos de los indicadores convergentes del Factor de Perso-
nalidad, son los más bajos, pero aun así son mayores a cero. Aparentemente, los
efectos genéticos predominan.
Estos resultados señalan la existencia de un factor común latente único, altamente
heredable (el Factor K) que, tal y como lo predice la teoría ecológica evolucionista,
subyace tanto a las covarianzas fenotípicas, como a las genéticas en un amplio con-
junto de rasgos de historia de vida conductual y cognitiva. Adicionalmente, los resul-
tados piloto indican que el Factor K se asocia significativamente a un compuesto de
indicadores de salud mental y física (la Covitalidad); se correlaciona con un factor
general derivado de las "Cinco Grandes" dimensiones de la personalidad, lo que
quizá refleje las características percibidas de un alto valor de pareja o a una pareja
romántica "ideal" y se asocia significativamente a la relación que uno tiene, con el
propio padre biológico y quizá a otras experiencias de la niñez. Aun más, los resulta-
dos indican que una porción sustantiva de estas correlaciones fenotípicas son de natu-
raleza genética.
Tabla 17
56
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Para relacionar de manera más directa este trabajo con los datos empíricos de la co-
morbilidad de las conductas socialmente problemáticas, que citamos previamente,
llevamos a cabo otro estudio en el que relacionamos explícitamente el Factor K con
dicho complejo de rasgos. Aplicamos una batería de cuestionarios que medían un
conjunto de constructos teóricos relacionados a una muestra de 35 estudiantes de la
Universidad de Arizona.
Usamos una versión corta de medición de la Conducta Delincuente, la D-20, ex-
traída de un conjunto mucho más amplio de reactivos utilizados por Charles y Egan
(en prensa). Tales datos fueron usados para seleccionar los mejores reactivos, por
medio de un análisis de extensión, el cual inicia con las características esenciales
más comunes de la delincuencia, identificadas por un psicólogo forense experimen-
tado (el profesor Vincent Egan de la Glasgow Caledonian University). Complemen-
tamos lo anterior con una medida revisada de Conductas de Riesgo, basada en el Life
Experiences Questionnaire (LEQ), desarrollado originalmente por Zuckerman y
Kuhlman (2000). Esta medida muestreó conductas de riesgo en diversos dominios,
incluyendo ingestión de alcohol y de drogas, fumar, actividad sexual sin protección,
conducción punible y apuestas. También creamos una medida depurada de conductas
impulsivas clasificando reactivos de diversos cuestionarios ya existentes, como el
Plan de Auto-Control (Rosenbaum, 1980), el Cuestionario de Auto-Control (Rehm,
1988), y la Escala de Impulsividad Barrett (Barrett, 1983) en dos listas compuestas
de Conductas Impulsivas (stricto sensu) y reactivos de Control de Impulsos, respec-
tivamente. Esto también produjo una medida separada de Control de Impulsos, dis-
tinta de la de Conducta Impulsiva per se.
Posteriormente realizamos un análisis factorial de las medidas de las Conductas
Delincuentes, Conductas de Riesgo y Conductas Impulsivas. En las tres medidas
encontramos que un factor común único explicaba virtualmente 100% de la varianza
confiable. La tabla 18 exhibe el patrón factorial de este constructo, al que denomina-
mos Factor de Riesgo, para ser consistentes con la teoría criminológica (Gottfredson
yHirschi, 1990).
Relacionamos este Factor de Riesgo con una medida reducida de 20 reactivos del
Factor K, a la que le llamamos Mini K, basada en todo el trabajo previo reportado
para los indicadores convergentes de estrategia de historia de vida. Encontramos que,
como lo predice la Teoría de Historia de Vida, el Factor de Riesgo se correlacionó
significativa y negativamente (-.49) con el Factor K. El Factor de Riesgo también se
relacionó significativa y negativamente (-.40) con la medida independiente de Control
57
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Tabla 18
58
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
59
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
60
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
61
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
62
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
to normal (y por lo tanto, para la conducta social normal). En los seres humanos varias
subáreas de la Corteza Frontal, el Hipocampo y la Amígdala se encuentran directa,
densa y recíprocamente interconectadas. La alteración de estas vías produce síndromes
de desconexión que pueden ir desde la insensibilidad emocional a estímulos aversivos,
hasta dificultades para ajustarse a las demandas sociales (o sexuales) en diversas situa-
ciones (ver cualquier buen texto introductorio de Neuropsicología). Dados estos datos
ya bien establecidos, existe poca duda de que cada una de estas áreas cerebrales contri-
buye al funcionamiento social normal y cotidiano. Además, existen también pocas du-
das de que las variaciones en la manera en la que trabajan o se interconectan, estas áreas
tienen efectos profundos en las estrategias cognitivas y conductuales que una persona
utiliza en su historia de vida.
Por lo tanto, este modelo teórico integrado se basa en varias hipótesis a prueba:
Recapitulación
La idea fundamental que guía este modelo teórico integrado se conoce como
consiliencia. Wilson (1998) y Whewell (1840) escribieron acerca de este concepto,
entendiéndolo como la unificación del conocimiento. Además, propusieron que los
teóricos, los investigadores y otros pensadores integraran su base de conocimiento en
el ánimo de entender y explicar mejor una idea o un fenómeno natural. El curso
óptimo para minimizar la incertidumbre causal implica una alianza interdisciplinaria de
esfuerzo científico. Pensadores en campos como la antropología, la psicología, la biología
63
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
64
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
Referencias
Albus, K. E.; M. D. Weist y A. M. Perez-Smith (2004), "Associations Between Youth
Risk Behavior and Exposure to Violence, Behavior Modification, 28, pp. 548-565.
Alien, J. R; S. Philliber y S. Herrling (1997), "PreventingTeenPregnancy andAcademic
Failure", Child Development, 68, pp. 729-742.
Amato, RR. (1996), "Explaining the Intergenerational Transmission of Divorce", Journal
of Marriage & the Family, 58, pp. 628-640.
y B. Keith (1991), "Parental Divorce and the Well-being of Children: A
Meta-analysis", Psychological Bulletin, 110, pp. 26-46.
American Psychiatric Association (1994), Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Disorders, (4a. ed.), Washington DC: American Psychiatric Association.
65
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
66
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
67
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
68
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
69
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
70
CONSILIENCIA Y LA TEORÍA DE HISTORIA DE VlDA
71
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
72
4
Importancia de las funciones ejecutivas
en el comportamiento humano: Implicaciones
en la investigación con niños
Pablo Valdez, Guadalupe Nava, Hugo Tirado
Universidad Autónoma de Nuevo León, México
Introducción
73
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Sistemas funcionales
Primero es necesario entender cómo trabaja un sistema funcional. Básicamente éste
se refiere a un circuito formado por un grupo de estructuras nerviosas encargadas de
una función (Luria, 1974). Todo proceso cognoscitivo o conducta implica la partici-
pación de varias áreas cerebrales, por ejemplo: ver requiere de las áreas primarias de
la corteza occipital. Ésta es una zona pequeña adonde llegan directamente las co-
nexiones nerviosas que provienen de los ojos, pero el procesamiento de las imágenes
requiere de la participación de las áreas secundarias de los lóbulos occipitales. Si una
persona pierde los ojos ya no puede ver porque carece de los órganos que captan las
imágenes, pero una persona que tiene los ojos intactos puede tener problemas para
ver si sufre una lesión en los lóbulos occipitales; este trastorno se conoce como ce-
guera cortical. Una lesión en una parte de los lóbulos occipitales puede producir un
trastorno para reconocer las imágenes, en este caso la persona ve, pero no reconoce lo
que ve; a estos trastornos se les denomina agnosias. Dependiendo de la zona especí-
fica del cerebro que resulte dañada, las personas pueden tener agnosia a los objetos,
a los dibujos, a las letras, al color o a los rostros. Ver y reconocer las imágenes impli-
ca un sistema funcional que va de los ojos al nervio óptico, el tálamo y de ahí a las
áreas primarias y secundarias de los lóbulos occipitales. La lesión de cualquier ele-
mento del circuito afecta la detección y el procesamiento de las imágenes visuales, y
el efecto específico de la lesión depende de la parte del circuito que se altera. Otros
sistemas funcionales son la base del reconocimiento auditivo, el reconocimiento del
espacio, los movimientos aprendidos, el aprendizaje, la memoria, el lenguaje y la
atención.
74
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
La evaluación neuropsicológica
75
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
paciente tuviese problemas para reconocer otros objetos cuando se presentan de for-
ma visual, pero al mismo tiempo esperaríamos que el paciente no tuviese dificultades
para reconocer los objetos cuando se presentan los sonidos que producen o cuando el
objeto se presenta a través del tacto. Los errores de reconocimiento visual se pueden
verificar mostrando diferentes objetos, fotografías o dibujos. Estos errores constitu-
yen indicadores de la función neuropsicológica. Los indicadores pueden ser cuanti-
tativos, esto es, cuántos errores ocurrieron, y cuánto tiempo tardó el paciente en
proporcionar la respuesta; o cualitativos, esto es, la forma en la que el paciente res-
ponde, el grado de dificultad que demuestra, el tipo de errores que comete, la forma
en que observa el estímulo o proporciona su respuesta (Kaplan, 1988). Las pruebas
neuropsicológicas consisten en estímulos, condiciones o situaciones-problema en las que
el paciente tiene que usar la función que nos interesa, podemos documentar un trastorno
neuropsicológico específico cuando el sujeto presenta dificultades en una serie de
indicadores que contienen la función cerebral que estamos analizando (Lezak, 1983).
76
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
con fiínciones inespecíficas causados por lesiones hasta que se empezaron a observar
los efectos en esta zona. Cuando ocurre una destrucción extensa del área prefrontal
se producen cambios importantes en el comportamiento humano, la persona se vuelve
incapaz de tomar decisiones, de planear o de ajustar su comportamiento a los reque-
rimientos del ambiente personal o social, también manifiesta impulsividad y pérdida
del autocontrol. Las funciones ejecutivas se denominan de esta forma debido a que
son las que nos permiten la toma de decisiones, el autocontrol y la solución eficiente
de problemas. Los componentes de las funciones ejecutivas son similares a los pasos
que se requieren para tomar decisiones y resolver un problema, tales como: iniciativa,
planeación, acción conforme al plan, verificación y corrección (Luria, 1986). Sin em-
bargo, es necesario no confundir tales pasos con las funciones ejecutivas, ya que
éstas son funciones cerebrales. Las funciones ejecutivas pueden manifestarse en
forma verbal, pero lo más importante es la forma en la que se presentan en la acción.
Cuando el daño ocurre solamente en el área prefrontal los pacientes no presentan
trastornos motores o sensoriales evidentes, por lo que aparentan ser normales, sin
embargo, su comportamiento puede modificarse radicalmente, tanto que algunos de
estos pacientes parecen personas distintas de las que la familia y el grupo social
conocían, por esta razón se creía que padecían de trastornos en la personalidad.
Claro está, lo que se afecta son las funciones cerebrales, no la personalidad. Algu-
nos pacientes psiquiátricos que parecen tener trastornos de personalidad, resultan
con trastornos cerebrales cuando se les examina por medio de una evaluación
neuropsicológica. Cuando se descubren este tipo de trastornos es necesario un trata-
miento muy específico que implica la rehabilitación de las funciones cerebrales afec-
tadas. Los pacientes con daño prefrontal pueden presentar alteraciones en uno, varios
o todos los componentes de las funciones ejecutivas (Godefroy, 2003). Enseguida se
describen cada uno de los componentes de las funciones ejecutivas.
a) Iniciativa
77
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
b) Planeación
78
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
79
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
80
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
c) Acción
Este componente de las funciones ejecutivas implica actuar conforme al plan. Los
pacientes con lesión prefirontal pueden expresar un plan de acción, pero no proceder
a efectuarlo o hacer algo diferente de lo que planearon.
d) Verificación y corrección
Verificar implica que la persona observe lo que está llevando a cabo, es decir a sí
misma, sus acciones y el resultado de sus acciones. Corregir implica hacer los ajus-
tes que se requieren para que nuestro comportamiento logre el objetivo inicial.
Cuando hablamos, dibujamos, cantamos o escribimos nos auto-observamos, y de-
pendiendo de esa observación y de los efectos que se producen en el ambiente o en
el medio social, ajustamos nuestra conducta. Por ejemplo, si estoy hablando con
alguien cuando me encuentro en un lugar silencioso, detecto de inmediato que se
escucha fácilmente mi voz, por lo que ajusto su nivel a una intensidad más baja;
pero si estoy en una calle ruidosa y empiezo a hablar, de inmediato detecto que los
demás no me oyen y aumento el volumen de mi voz. Los pacientes con una altera-
ción prefrontal tienen dificultades para verificar o corregir lo que hacen. Algunos de
ellos hablan con un volumen muy bajo o hablan muy rápido, tanto que no se les
entiende; sin embargo no son capaces de ajustar el volumen o la velocidad de acuer-
do con las condiciones del ambiente social. Los pacientes pueden presentar también
errores en todas sus actividades, pero no los corrigen ni aprenden de ellos. Existen
muchas situaciones en la interacción social en donde los pacientes incurren en errores
y no los corrigen, pueden por ejemplo, mencionar algo inapropiado y no lo corrigen
enseguida o no ofrecen una disculpa por ello.
81
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
que intenta hacer. Este tipo de datos pueden convertirse en una prueba neuropsicológica,
que incluye mediciones (datos cuantitativos) y observaciones acerca de la forma en que
el paciente lleva a cabo la tarea (datos cualitativos).
Las pruebas neuropsicológicas se parecen a las pruebas psicológicas, pero parten
del conocimiento de las funciones cerebrales e incluyen datos cualitativos, esto es,
qué hace la persona y cómo lo hace. La mayor parte de la información crucial acerca
de las funciones cerebrales se obtiene a partir de cómo se intenta resolver la prueba.
Los pacientes con trastornos en las funciones ejecutivas pueden mostrar un desempe-
ño aceptable o muy bueno cuando se les aplican pruebas psicológicas. Incluso pueden
resolver bien una prueba neuropsicológica diseñada para evaluar otras funciones
cerebrales. Esto significó inicialmente un problema para los neuropsicólogos que in-
tentaban evaluar las funciones ejecutivas. Los pacientes con lesiones prefrontales
graves mostraban un desempeño "normal" en muchas pruebas, aunque se observa-
ban alteraciones importantes en su comportamiento en la vida cotidiana. Después se
encontró la explicación de este hecho aparentemente contradictorio: el evaluador y
las condiciones de la prueba proporcionan una guía al paciente con daño prefrontal.
Dicho de otra forma, la persona que aplica las pruebas proporciona una guía detallada
al paciente acerca de lo que tiene que hacer. Como parte de las instrucciones se le
señala: "diga esto", "marque esto", "dibuje esto", "repita estos números", etc., por lo
tanto, el evaluador sustituye al área prefrontal del paciente al proporcionarle todas las
indicaciones, paso a paso; no se ponen a prueba la iniciativa, ni la planeación, ni que
actúe conforme a un plan, ni que verifique o corrija. Además, las condiciones de
registro implican una limitación para los estímulos presentes y, por lo tanto, para
las respuestas que puede dar un paciente. Por ejemplo, se lleva a cabo en un cubículo;
solamente están presentes el paciente, el evaluador, la prueba y el material que se
requiere (Stuss y Alexander, 2000).
Las pruebas psicológicas, como las pruebas de inteligencia, tienen las caracterís-
ticas mencionadas y es común que los pacientes con daño prefrontal obtengan resul-
tados aceptables. Si no se conocen estos fenómenos, la aplicación de pruebas de
inteligencia pueden ofrecer resultados aparentemente contradictorios: ¿cómo enten-
der que un paciente obtenga un coeficiente intelectual normal o superior, con una
lesión en el área prefrontal? En la práctica clínica, el primer autor de este trabajo ha
atendido muchos pacientes que previamente habían sido evaluados por medio de
pruebas psicométricas. El resultado era "inteligencia superior a lo normal", por lo
que el psicólogo concluía en su informe que los trastornos del paciente en la vida real
eran trastornos de conducta.
Un cuestionario tampoco resulta útil para evaluar las funciones ejecutivas. Una
entrevista o un cuestionario demandan conocimientos o juicios acerca de algo, pero
82
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
83
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
La evolución del cerebro humano, al igual que la de los primates, presenta varias
etapas. Esta evolución ha implicado la formación de tres subdivisiones básicas: el
cerebro básico, el sistema límbico y la neocorteza. El cerebro básico corresponde a la
médula y al tallo cerebral, y se encuentra desde los peces hasta los reptiles. Esta parte
se encarga de los reflejos fisiológicos fundamentales para la vida, así como de los
reflejos sensoriomotores que son cruciales para las acciones instintivas. Se considera
que ésta es el área más primitiva del cerebro humano y que sigue realizando sus
antiguas funciones como la regulación de la respiración, la circulación sanguínea, la
digestión, las reacciones del sistema nervioso autónomo, las reacciones motoras como
la marcha, el reflejo de retirada y el control de la postura corporal.
Por encima de este cerebro primitivo, se encuentra el sistema límbico. Es ahí
donde se encuentra la memoria y las emociones, y es el asiento de la función cerebral
84
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
85
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Conclusiones
Las funciones ejecutivas del sistema prefrontal son muy importantes para el compor-
tamiento de las personas en la vida real, tanto individual como social. Las personas
con una lesión prefrontal o que no maduraron este sistema cerebral pueden presentar
dificultades de autocontrol o para solucionar problemas, lo que resulta en un riesgo
mayor de fracaso escolar, laboral, así como de drogadicción o delincuencia. Es impor-
tante estudiar con mayor precisión las funciones ejecutivas durante el desarrollo, así
como su relación con los riesgos mencionados. La neuropsicología nos permite medir
de manera precisa el grado de desarrollo de las funciones ejecutivas en los menores
de edad. Los indicadores que se proponen y la manera de medirlos ayudarán a esta
tarea, permitiendo establecer programas de intervención y prevención para los meno-
86
IMPORTANCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO
res con retardo en el desarrollo prefrontal. Esta intervención tendría que ser de natu-
raleza neuropsicológica.
Referencias
Barkley, R. A. (2003), "Issues in the Diagnosis of Attention-deficit/hyperactivity
Disorder in Children", Brain Dev, 25 (2), pp. 77-83.
Frías, M. et al. (2005), "Funciones ejecutivas y delincuencia juvenil: datos prelimina-
res", en M. Frías y V. Corral (editores), Niñez, Adolescencia y Problemas So-
ciales, México: Conacyt-UniSon.
Godefroy, O. (2003), "Frontal Syndrome and Disorders of Executive Functions", J
Neurol, 250 (1), pp. 1-6.
Goldberg, E. (2002), El cerebro ejecutivo, Barcelona: Crítica.
Heilman, K. M. y E. Valenstein (1985), Clinical neuropsychology, Nueva York:
Oxford University Press.
Hill, E. L. (2004), "Evaluating the Theory of Executive Dysfuntion in Autism",
Developmental Review, 24, pp. 189-233.
Hugdhal, K. et al. (2003), "Attentional and Executive Dysfunctions in Schizophrenia
and Depression: Evidence From Dichotic Listening Performance", Biol Psychiatry,
53,pp. 609-616.
Kaplan, E. (1988), "A Process Aproach to Neuropsychological Assessment", en T.
Boíl y B. K. Bryant (dirs.), Clinical Neuropsychology and Brain Function:
Research, Measurement, and Practice, Washington: American Psychological
Association, Inc., 125-167.
Lara, D. y M. Frías (2005), "Imputabilidad penal: el caso de los menores", en M. Frías
y V. Corral (eds.), Niñez, Adolescencia y Problemas Sociales, México: Conacyt-
UniSon.
Lezak, M. (1983), Neuropsychological Assessment, Nueva York: Oxford University Press.
Luria, A. R. (1974), El cerebro en acción, Barcelona: Martínez Roca.
Luria, A. R. (1986), Las funciones corticales superiores del hombre, México:
Fontamara.
Marsel, M. M. (1985), Principies ofBehavioral Neurology, Philadelphia: F. A. Davis
Company.
Miller, E. K. y J. D. Cohén (2001), "An Integrative Theory of Prefrontal Cortex
Function", Annu Rev Neurosci, 24, pp. 167-202.
Rains, G. D. (2002), Principios de neuropsicología humana, México: McGraw-Hill.
87
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Introducción
89
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
90
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
91
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
imagen social) del "excluido". Esto implica decir que los criterios por los cuales se
distinguen ricos y pobres en las sociedades modernas son más complejos que los
criterios dominantes en el pensamiento social de los inicios de la era industrial.
El concepto de exclusión nos muestra, dentro del "viejo" fenómeno (la pobreza,
la desigualdad, la exploración), cosas nuevas que no conocíamos y que no éramos
capaces de ver. La palabra exclusión desmitifica la palabra pobre. El hecho es que, al
distinguirse los aspectos económicos y sociopolíticos de la pobreza, al definirse que
los procesos de exclusión se fundamentan en pérdidas sociopolíticas, pérdidas de la
capacidad de participación y de los vínculos familiares y comunitarios, etc., se afirman
dos dimensiones: el no tener y el no ser. Con esto reconocemos que la palabra "pobre"
no es más capaz de afirmar, por sí sola, de cuál o de cuáles realidades estamos hablando.
No es suficiente hablar del pobre, pues justamente el uso generalizado de la palabra
sirve para eludir un conjunto de formas precarias, marginales e inestables de inclusión.
El problema de las sociedades modernas no puede definirse en términos de poseer o no
los bienes materiales, sino en términos de inclusión, es decir, que se hable de inclusiones
periféricas (Castel, 1995) o marginales (Martins, 1997).
Comprendiendo las relaciones sociales como sistemas cognitivos, socialmente
integrados y engendrados, capaces de posibilitar a los sujetos (a los grupos sociales)
la aprehensión y construcción de la realidad social, podemos lanzar la hipótesis de
que existe una descalificación social, es decir, la atribución de un valor negativo
acerca del pobre, y que este valor negativo traspasa la representación social del po-
bre, marcando de algún modo su estructura y su significado.
El gran mérito de la noción de exclusión se encuentra en el hecho de que transfie-
re el eje central de las atenciones para con la pobreza y los marginados, el cual ante-
riormente se centraba en el determinismo económico para factores políticos, sociales
y simbólicos. La noción de exclusión causa un gran impacto —agrade o no— no
solamente en las ciencias sociales, sino, sobre todo, en el seno de la sociedad, porque
ella, siendo vaga y polisémica permite "repensar" la situación de los pobres y de los
llamados "excluidos". No obstante, en buena parte de los usos de la noción, se puede
cuestionar la pertinencia o la procedencia de los análisis. Además de eso, lo que la
noción de exclusión introduce (o reintroduce) es la percepción de que existen proce-
sos, a través de los cuales los grupos o las poblaciones "pierden" la capacidad de
participar del orden de la normalidad en una determinada sociedad, y esto no puede
ser explicado exclusivamente como producto mecánico de las condiciones objetivas
de la vida. Al definir que a la exclusión la determinan directa y exclusivamente los
aspectos económicos —y en este caso pobre y excluido se tornan sinónimos—, la
psicología social y la teoría de las representaciones solamente contribuirán en el
análisis de una situación social de un modo secundario. En cambio, al introducir una
92
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
93
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
94
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
95
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
96
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
nios se convierten entonces en los autores del acto violento). Para redondear esta
falla en lo simbólico y poder inscribirse en la cadena significante, el sujeto, en el acto
de violencia, niega y rechaza la paternidad del mismo. Se inscribe siempre en la
posición de reaccionar, dejando para la historia y para los mitos la carga de la pater-
nidad de la violencia. Toda violencia cultural se puede desencadenar sólo a partir de
una falla en el orden simbólico. Pariente de esta violencia, toda promesa de gozo
puede surgir solamente de la falla en la castración simbólica (Houbbalah, 2001).
Lo que está en cuestión no es una incitación al hedonismo generalizado, como
sinónimo de consumismo, sino un conjunto de sujetos cuyas posibilidades de
subjetivación en el orden simbólico se ven negadas. La norma sin-padre entra en
complacencia con el tiempo lógico de la adolescencia.
97
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
98
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
brasileña, por ejemplo, solamente existiría en los lugares de tráfico, en los "bolsones
de miseria", etcétera.
Así, lo que nos interesa destacar son las posibilidades de gestión simbólica de la
adolescencia para el propio adolescente. Una característica de las sociedades mo-
dernas es el individualismo ideológico, por lo tanto, podemos suponer que la ges-
tión simbólica de la adolescencia encuentra, en el adolescente, una sobreimposición
de tendencias: el individualismo estructural y la concentración inherente a la ado-
lescencia. También podemos pensar que hay un exceso en esta sobreimposición. El
conflicto esencial de la adolescencia se sitúa entre el espacio de identidad de reco-
nocimiento (o de consolidación) en la relación yo-otro (que es el mismo espacio
del thema,l del mismo y del diferente). Es en este campo de conflicto, situado en la
frontera entre el yo y el otro, espacio donde la diversidad y el yo deben diferenciar-
se, sin disociarse, que el adolescente encuentra una grieta en la red de representa-
ciones sociales. Un exceso causado por la sobrevaloración del individuo y por la
opacidad (sombra) de la diversidad de los discursos sin autor, sin autoridad. Ese
exceso que promueve la violencia.
Si recuperamos nuestros propósitos de retomar a la violencia como un tiempo
lógico, en donde acontecen las experiencias (la simbolización de las posibilidades de
formación del síntoma y de las ideas sociales) necesarias y suficientes para la entrada
de la vida adulta, en la vida sexual adulta y en el mundo del trabajo, entonces se debe
preguntar ¿qué es la vida sexual adulta?, ¿la red de significaciones disponibles a
través de la red de representaciones sociales existentes?, ¿qué posibilidades se ofre-
cen al adolescente?, ¿cuál es el gozo posible y cuál sufrimiento soportable?
Debemos insistir en el hecho de que, en el centro de la psicología (viniendo de la
psicología clínica y social) persiste la noción de trazo fundamental de la identidad
entre trabajo y sexualidad. Para el adolescente, el mundo "adulto" ¿es el mundo del
trabajo o de la sexualidad adulta? el debate no es irrelevante: Evidentemente no es
la entrada concreta en el mercado de trabajo, sea el formal o el informal, lo que marca la
adolescencia, una vez definida como fenómeno cultural y como tiempo lógico de los
sujetos en nuestra cultura.
Finalmente, podemos proponer una segunda perspectiva en la que la adolescencia
es un tiempo lógico, en el que el sujeto no reconoce su voluntad en el colectivo, o su
voluntad se opone al otro generalizado. La razón de este no reconocimiento es una
falla (una grieta) en la división de las representaciones sociales. Esta grieta en los
procesos de división invita a un exceso de lo irracional, invita a un acto violento, sin
99
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
que la paternidad de este mismo acto sea reconocida, una vez que el yo o el otro, no
se diferencian o no se individualizan, como diría Resende (2003). La individualiza-
ción como proceso (y no el individualismo) encuentra como posibilidad, una grieta,
un fondo turbio (denso) de representaciones sociales, cuya división y poder están
obstruidos por la ideología.
No obstante que nuestros propósitos puedan parecer confusos, nos parece necesa-
rio "no dar la espalda a la realidad" (Moscovici, 1999), escaparse de las interpreta-
ciones apresuradas. Nos parece necesario avanzar en la comprensión de un discurso
adolescente, muchas veces reiterado en los conjuntos de entrevistas que venimos
realizando con jóvenes acerca de la violencia en las escuelas, y en trabajos de inves-
tigación de autores que estudian la violencia y la adolescencia. El discurso indirecto
que el adolescente exige o reclama (en el sentido exacto de reclamar o exigir) de un
exceso de control (de una voluntad excesiva de control) por parte de los padres, es, al
mismo tiempo, un reclamo por la falta de atención y el abandono. El discurso del
adolescente acerca de la sociedad es el de una sociedad con demasiadas libertades
(demasiadas, excesivamente "libres") y pocas oportunidades. No se trata evidente-
mente de un discurso contradictorio, en el sentido de un discurso inconsciente o de
un discurso sin hegemonía, que termina por reflejar y repetir mecánicamente parte
del discurso hegemónico. A nuestro parecer se trata de un discurso agrietado, un
discurso situado en un espacio inestable, transitorio, incierto. Un discurso preso en
una grieta dentro de la red de representaciones sociales, en donde ni el yo ni el otro
generalizado disponen de recursos para hacerle frente, para dirigir el campo de la
violencia estructural en nuestras sociedades.
Nos damos por satisfechos de una argumentación que, no obstante ser abierta y
extravagante, da importancia al estudio de las representaciones sociales en el conjun-
to de procesos que permean, y a veces permanecen en el sujeto púber, y excluyéndolo
de la posibilidad de individualización y de la posibilidad de dirigir colectivamente
los excesos de lo irracional (la violencia de los síntomas) o del exceso de lo racional
(la violencia de las ideologías, del Estado, de las creencias, de las instituciones, de la
miseria y de la riqueza). ¿Por qué adoptar una argumentación, un método tal que,
como diría Freud en Moisés y el Monoteísmo, no se limite a la "confíabilidad de sus
fuentes". El interés está en sus resultados. Nuestra intención era abrir una reflexión,
a manera de grieta, que nos permitiese al menos discutir, por dentro del sufrimiento
psíquico y sin desligarse del mundo social, por cuáles razones el adolescente es la
mayor víctima y el mayor agresor. Tal era nuestro propósito.
100
REPRESENTACIONES, VIOLENCIA Y EXCLUSIÓN
Referencias
Bauman, Z. (1998), O mal-estar da pós-modernidade, Rio de Janeiro: Zahar.
Birman, J. (2000), Mal-estar na atualidade, Rio de Janeiro: Civilizacao Brasileira.
Bourdin, A. (2001), A questao local, Rio de Janeiro: DP & A Editora.
Castel, R. (1995), Les métamophoses de la question sociale, París: Fayard.
Houbballah, A. (2001), "Logique de la violence et ordre symbolique", en A.
Houbballah, R. Gori & C. Hoffmann (eds.), Pourquoi la violence des adolescents?
Voix croisées entre occident et orient, Saint-Agne: Eres, pp. 31-42.
Ianni, O. (2002), A sociedade global, Rio de Janeiro: Civilizacao Brasileira.
Jovchelovitch, S. (2000), Representagoes sociais e esfera pública, Petrópolis, RJ:
Vozes.
Lesourd, S. (2001), "Violences réelles de l'adolescence", en A. Houbballah, R. Gori;
C. Hoffmann (eds.), Pourquoi la violence des adolescents? Voix croisées entre
occident et orient, Saint-Agne: Eres, pp. 127-138.
Martins, J. S. (1997), Exclusao: a nova desigualdade social, Sao Paulo: Vozes.
Moscovici, S. (1999), Noms propres, noms communs et représentations sociales,
Psychologie et Société, l,pp. 81-104.
Moscovici, S. y G. Vignaux (1994), "Le concept de thémata", en C. Guimelli (ed.),
Structures et transformations des représentations sociales, Neuchátel: Delachaux
et Niestle, pp. 25-72.
Rassial, J. J. (2001), "Le synthome adolescent", en A. Houbballah; R. Gori y C.
Hoffmann (eds.), Pourquoi la violence des adolescents? Voix croisées entre
occident et orient, Saint-Agne: Eres, pp. 43-52.
Resende, A. C. A. (2003), O processo de individualizacSo: alienacao do homem,
Estudos, Vida e Saúde, 30, pp. 201-215.
Velho, G. (1996), "Violencia, reciprocidade e desigualdade: urna perspectiva
antropológica", en G. Velho y M. Alvito (eds.), Cidadania e Violencia, Rio de
Janeiro: Editora UFRJ/FGV, pp. 10-24.
101
6
El conocimiento y las actitudes étnico-raciales
durante la niñez.
La investigación evolutiva en España (*)
Ileana Enesco
Universidad Complutense de Madrid
Alejandra Navarro
Universidad Autónoma de Madrid,
Silvia Guerrero
Universidad Complutense de Madrid
Marta Giménez
Universidad Nacional de Educación a Distancia, España
Introducción
1
Los estudios descritos en este trabajo han sido financiados por la Dirección General de Investiga-
ción Científica y Técnica de España (BSO2002-05130), y por la Consejería de Educación, Comunidad
Autónoma de Madrid, España (06/0053/2003).
103
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
2
Durante esos afios, la mayor parte de la investigación se realizó en Estados Unidos (y, en
menor medida, en otros países como Gran Bretaña, Canadá y Australia, centrándose fundamentalmente
en las actitudes y relaciones entre negros y blancos, los dos grupos raciales más representativos de la
historia norteamericana. Más tarde, se fueron incorporando otros grupos (hispanos, orientales, indios
nativos, esquimales, etc.) en el estudio de las actitudes étnico-raciales entre los ciudadanos norteamerica-
nos. En países como Gran Bretaña, las investigaciones han seguido un curso parecido, iniciándose con la
comparación de negros y blancos, y extendiéndose luego a otros grupos minoritarios (hindúes, orientales,
etc.). Actualmente, la investigación abarca ya a muchos otros países de distintos continentes.
104
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
partir de los 4-5 años hasta los 7-8 años, edades en que suelen detectarse los niveles
más elevados de favoritismo por el endogrupo y rechazo a los exogrupos entre los
niños pertenecientes al grupo mayoritario.3 De la revisión elaborada por F. Aboud a
varias decenas de investigaciones, realizadas entre los años 1960 y 1980 en países
como los antes mencionados, se desprende que la gran mayoría de los niños blancos
de 5 a 7-8 años de edad, atribuyen rasgos negativos a los negros, asiáticos o indios
nativos (Clark, Hocevard y Dembo, 1980; Williams, Best y Boswell, 1975, entre
otros). Éstos y otros estudios (Bigler y Liben, 1993; Ramsey, 1991) encuentran que,
a partir de los siete u ocho años, se inicia una disminución progresiva del prejuicio
racial. Hay que destacar que en la primera mitad del siglo xx no se observaba esa
tendencia, según se desprende de la revisión de E. Brand, R. Ruiz y A. Padilla
(1974) y que, por ejemplo, W. Wilson (1963) describió la evolución del prejuicio
entre la infancia y la adolescencia, en términos de una curva negativamente acele-
rada que alcanza su estabilidad en la edad adulta. Posiblemente, estas diferencias
sean resultado de los propios cambios políticos y sociales que se han producido en la
sociedad occidental a lo largo del siglo pasado. Valores como la tolerancia, la igualdad
de oportunidades y el respeto frente a la diversidad, no han arraigado en el discurso
social hasta bien avanzado el siglo xx.
Pese a estos cambios, que podrían explicar que con la edad los niños tiendan a dar
menos respuestas prejuiciosas, muchos autores advierten que tal tendencia puede
deberse por más a la deseabilidad social que a una disminución real del prejuicio. El
asunto es suficientemente complicado como para requerir todo un capítulo y, por
tanto, no poder abordarlo en este trabajo. Sin embargo, remitimos al lector a algunos
estudios empíricos en los que se trata este problema y, en particular, de la relación
entre el nivel cognitivo de los niños y su capacidad para dar respuestas socialmente
deseables o menos prejuiciosas (Clark, Hocevar y Dembo, 1980; Jahoda, Thomson y
Bhatt, 1972; Katz y Zalk, 1978). Parece evidente, en todo caso, que conforme los
niños son mayores aumenta su capacidad de adoptar perspectivas ajenas, conocen
mejor qué respuestas son o no adecuadas, tienen una comprensión más avanzada de
lo que significa socialmente el color de la piel y mayor información de los prejuicios
que circulan en su sociedad. Además, y en apoyo de la tesis de una disminución real
del prejuicio conforme aumenta la edad, algunos estudios que han comparado medi-
das del prejuicio con medidas de deseabilidad social, no han encontrado ninguna
correlación entre ambas (Doyle, Beaudet y Aboud, 1988).
3
Los resultados con niños pertenecientes a minorías o grupos subordinados muestran patrones a
veces muy distintos. Para una revisión, véase M. Giménez (2004) e I. Enesco et al. (1998).
105
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
4
El racismo es algo más que una actitud negativa hacia el grupo ajeno. Incluye, además, la creencia en
la superioridad inherente (biológica) de una raza (la propia) sobre el resto (Augoustinos y Walker, 1995,
p. 230)
106
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
107
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
A continuación describimos los problemas que hemos abordado con niños y ado-
lescentes. Un resumen de éstos puede encontrarse en la tabla 1 (que recoge algunos
de los temas estudiados, materiales empleados y ejemplos de preguntas); una visión
general de algunos de nuestros resultados se presenta en la tabla 2.
Entre los aspectos elementales de la conciencia étnica, hemos estudiado distintas
capacidades y, antes de resumirlas, debemos precisar que el nivel rudimentario de
conciencia5 étnico-racial sería un "darse cuenta" de las semejanzas y diferencias en-
tre personas en función de sus rasgos físicos raciales. No obstante, es evidente que si
concebimos este proceso como algo más complejo que la mera discriminación
perceptiva, hemos de buscar en el lenguaje y otros sistemas semióticos el fundamen-
to de esta toma de conciencia, si no, es difícil imaginar, cómo podría el niño captar
todo lo que va más allá de los datos visibles o más periféricos. Podemos aceptar,
pues, que existen distintos y sucesivos niveles de conciencia, en un sentido semejante
al propuesto por Piaget (1974), y que uno de los niveles elementales se sitúa más allá
de la mera percepción y discriminación, y más acá de la conciencia reflexiva.
Nuestros estudios se han centrado, por un lado, en la exploración de los compo-
nentes afectivos y actitudinales de la identificación y los sentimientos asociados tan-
to al propio grupo como a grupos ajenos (Giménez, 1999, Enesco et al., 1999, con
5
El término inglés awareness capta mejor este sentido que el de conciencia. De hecho, en la literatura
anglosajona se habla de racial awareness y no de consciousness. En español contamos con verbos que
expresan una idea similar, como "darse cuenta" o "percatarse", pero no con un adjetivo semejante a aware.
108
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
Figura 2
niños de tres a seis y tres a once años, respectivamente). Por otro lado, también
hemos estudiado aspectos que guardan relación con los procesos perceptivo-cognitivos
que subyacen a la categorización de personas (Guerrero y Enesco, 2008, con niños
españoles de tres a cinco años, y González (2005) con niños latinoamericanos), o a la
comprensión de que las características físicas superficiales, como las asociadas a la
raza, pertenecen al ámbito de lo biológico y se transmiten de padres a hijos sin ser
susceptibles de cambios, lo que se denomina constancia racial (Giménez, 1999;
Giménez y Harris, 2002 véase la tabla 2).
En investigaciones posteriores se estudiaron distintos aspectos de las actitudes y
el prejuicio en niños y preadolescentes españoles y latinoamericanos (Guerrero et al.,
2005; Solbes, 2004). La primera de estas investigaciones tuvo como objetivo estudiar
las actitudes intergrupales implícitas hacia miembros de distinta etnia, entre niños de 6
a 12 años. En este estudio se emplearon materiales semejantes a los del estudio realizado
en EEUU por H. McGlothlin, M. Killen y C. Edmonds (2005), consistente en una serie
de dibujos que representan diferentes situaciones ambiguas. La segunda investigación
(Solbes, 2004) abordó el estudio de los estereotipos asociados al color de piel así como
a la complexión física, en particular la gordura. El hecho de que tanto en este trabajo
109
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Conciencia étnico-racial
Ante una pregunta del tipo "¿tú qué eres?", los niños pequeños suelen contestar men-
cionando su género ("soy una niña") y no su nacionalidad o su etnia. Sólo si se les
pregunta "¿de dónde eres?" los niños (al menos desde los cinco años), responden
mencionando su origen nacional. Rara vez se describen a sí mismos mediante etique-
tas raciales del tipo "soy blanco", excepto si se trata de una situación de contraste con
figuras de otros grupos. En todo caso, la auto-descripción étnica parece ser más fre-
cuente entre los niños de grupos minoritarios o subordinados que entre los del grupo
mayoritario.
110
Tabla 1. Temas estudiados, materiales y edades
Tema Material empleado Ejemplo de preguntas Edades Muestra
Conciencia étnica
Identificación Fotografías y/o dibujos, que represen- Pon los negros en un lado, los blancos
Autoidentificación tan a niflos y niñas de diferentes eda- en otro y los sudamericanos en otro.
des, de distintas etnias y que varían en (Autoidentificación) Pinta un dibujo de tu
rasgos periféricos como el color y tipo cara con todos estos lápices de colores. 3-11 Españoles y latinoameri-
de ropa y el pelo. Si tuvieras que elegir a uno de estos canos
Autorretrato (para estudiar la auto- niños para que hiciera de tu hermano en
percepción) una obra de teatro, ¿a quién elegirías?
Detección de semejanzas Dibujos Pon juntos los que tengan que ir juntos.
y diferencias (descrip- ¿Cómo es este niño, qué es lo que ves?
ción, categorización)
Exclusión
Evaluación de la exclu- Descripción de la situación en la pro- ¿Crees que está bien que no quiera ser 9-16 Españoles (y estadouni-
sión étnica pia entrevista. Exclusión de un gitano su amigo porque es gitano? denses)
o un negro
Dibujo que representaba una escena ¿Crees que este niño ha hecho algo para 6-11 Latinoamericanos
en la que un niño/a latinoamericano que no le invite a su cumple?
no era invitado al cumpleaños de un
compañero/a
Actitudes y prejuicios
hacia la diversidad
Atribución de intenciones Dibujos de parejas de niños de distin- ¿Qué está sucediendo aquí? Españoles (y estadouni-
ta etnia. Se representan situaciones ¿Qué está haciendo Pedro? (el posible denses)
ambiguas en las que uno de los niños transgresor)
podría estar cometiendo una transgre-
sión.
6-12
Conocimiento y acuerdo Tarjetas con palabras que designan ¿Cómo cree la gente que son los gitanos? Españoles y Latinoame-
con estereotipos distintos estereotipos y recipientes que Antes me has dicho que la gente cree ricanos
designan diferentes grupos étnicos. que los sudamericanos "no trabajan
mucho", ¿tú estás de acuerdo?
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
a) Categorización social
113
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
pidió explícitamente que formaran grupos según su etnia ("pon juntos a los blancos, a
los negros") las respuestas fueron muy diferentes. Aunque todavía algunos niños de
cuatro años fueron incapaces de seguir este criterio (y se mostraron visiblemente
sorprendidos diciendo "no veo ningún negro aquí" o "no hay camisetas blancas ni
negras"), la mayoría consiguió formar grupos étnicos de forma coherente, aunque no
exhaustiva. En esta condición de clasificación dirigida, a partir de los cinco años
todos los niños fueron capaces de componer grupos de negros, blancos y chinos.
Estos resultados parecen indicar que los rasgos étnicos, aunque todavía no son tan
importantes como otro tipo de características de las personas, están ya disponibles
para aplicarse bajo ciertas circunstancias en la categorización de personas. Lo intere-
sante es que, comparados con niños de países multiétnicos, los españoles usan sensi-
blemente menos la etnia como indicio social; por ejemplo, en estudios con niños
británicos de tres años en adelante, se ha encontrado que a los cinco años surge con
fuerza la etnia como criterio de categorización de personas (Yee y Brown, 1988), y
sólo en tareas en las que el niño debe seleccionar parejas de juego, el criterio de
género supera al de raza (es decir, forman parejas atendiendo más a que sean del
mismo sexo que de la misma etnia). En nuestros estudios, al contrario, el criterio de
género ha superado en todas las condiciones al de etnia o raza.
En otras tareas parecidas, consistentes en agrupar figuras que representan a perso-
nas de distinta edad, género y color de piel, formando familias ("haz familias con
estas figuras, pon juntos los que son de la misma familia"), los niños de cinco años se
mostraron algo más sensibles a los rasgos étnicos de las figuras, en comparación con
la tarea anterior. A esta edad, algo más de la mitad se fijó en dichos rasgos para
componer familias mientras que a los cuatro años casi ningún niño prestó atención al
color de piel para formar grupos familiares, a pesar de que todos ellos utilizaron una
variedad de términos de parentesco al describir sus grupos familiares (madre, padre,
hijo(a), hermano(a), etc.). Así pues, con independencia de que sus agrupaciones si-
guieran o no un criterio de semejanza étnica, los niños se involucraron activamente
en la tarea de "hacer familias".
A medida que el niño se desarrolla, aparecen cambios sustanciales en las estrate-
gias al categorizar o agrupar familias. La inmensa mayoría de los niños de 6-7 años
de edad se guían por criterios étnicos y, en algunos casos, mencionan las relaciones
biológicas familiares como argumento para justificar las semejanzas de color de piel
y fisonomía. No obstante, todavía la mayoría de las explicaciones son circulares o
redundantes ("son familia porque tienen el mismo color", "tienen el mismo color
porque son familia"). En todo caso, para los niños de estas edades el color de piel se
ha convertido en algo tan sobresaliente que, tras haber clasificado figuras humanas,
les resulta difícil reagruparlas usando otro criterio.
114
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
b) Identificación y auto-identificación
115
Tabla 2. Porcentajes medios de respuestas basadas en claves raciales
(color de piel, fisonomía) en distintas tareas y edades
Auto-identificación étnica1 32 35 61 71 77 80 83
(figura blanca)
Auto-referencia (etiquetas 37 70 85 89 - - -
étnicas o raciales)2
"Soy español / soy blanco"
Preferencias por endogrupo1 45 53 65 78 78 68 53
(figura blanca)
Rechazos a exogrupos1 77 86 90 95 88 87 76
(figuras negra, china)
Constancia Racial (respecto 63 53 78 84 - - -
a sí mismo: niega que su color
de piel pueda cambiar)2
Constancia Racial 61 45 78 90 - - -
(respecto a otros)2
(Tendrá mismo color de piel
cuando sea mayor)
Emparejar padres e hijos 47 65 85 93 - - -
(por 'raza') 2
Categorización de personas 0 8 21 38 58 69 81
(espontánea) (usando
claves raciales)3 y4
Categorización de personas 31 75 92 100 100 100 100
(dirigida por el entrevistador
mediante etiquetas raciales)3 y 4
Descripción de personas (negra) 4 10 50 60 - - - -
mencionando su origen étnico-racia
Agrupamientos de familias^ - 25 53 92 100 92 100
(usando claves raciales^
1
N = 504. Nivel socioeconómico medio-bajo. Edades: 3 a 11 años. Participantes españoles del grupo
mayoritario, ciudad de Madrid.
2
N = 80. Nivel socioeconómico medio, medio-alto. Edades: 3 a 6 años. Participantes españoles del
grupo mayoritario, ciudad de Madrid.
3
N = 91. Nivel socioeconómico medio-alto. Edades: 4 a 11 años. Participantes españoles del grupo
mayoritario, ciudad de Madrid.
4
N = 78. Nivel socioeconómico medio. Edades: 3 a 5 años. Participantes españoles del grupo mayorita-
rio, ciudad de Madrid.
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
la de edad, aunque no comprendan aún cuál es su naturaleza precisa. Quizá para los
pequeños las claves étnicas son mucho menos importantes en su interacción con
los otros que las de género o edad. De hecho, ni siquiera disponen todavía de vocabulario
para etiquetar las diferencias étnicas, y cuando se les pregunta explícitamente "¿Y tú,
de qué color eres?", la mayoría de los de tres años muestra su desconcierto o responde
refiriéndose al color de su atuendo y no al de su piel, un "error" que sólo un tercio
de los niños de cuatro años sigue cometiendo. En su estudio sobre categorización de
personas con niños de tres a cinco años, S. Guerrero e I. Enesco (2008) encuentra
que ante consignas como: "pon los negros en esta caja y los blancos en esta otra"
cuando se muestran fotos o figuras de personas de distinta pigmentación, los niños de
tres años manifiestan no entender su sentido ya que fallan sistemáticamente. Aunque
con cuatro años aumenta el porcentaje de actuaciones correctas, es con cinco cuando
ya no se cometen prácticamente errores. Merece destacarse el hecho de que cuando se
les dice: "pon las niñas en esta caja y los niños en ésta otra", el éxito en la tarea está
presente desde los tres años, lo cual revela que las etiquetas ligadas al género y todo
10 que ello implica, se adquieren bastante antes que la asociadas al concepto de raza.
Resumiendo, nuestros estudios con niños españoles parecen indicar que antes de
los cinco años de edad, los individuos todavía no han construido categorías étnicas
estables en las que incluirse a sí mismos y a los otros como miembros.
En cuanto a los resultados con niños latinoamericanos, ya mencionamos las seme-
janzas con los niños españoles en el desarrollo del uso de claves étnicas en tareas de
categorización. Sin embargo, se han encontrado diferencias en relación con las tareas
de autoidentificación. En el estudio reciente de Gómez (2005), con niños latinos de 4 a
11 años, se ha podido observar que sólo un tercio de los pequeños de cinco años identifica
correctamente su grupo de pertenencia (mientras que más de 60% de los españoles lo
hace a esta edad). Pero lo que más llama la atención de este estudio ha sido comprobar
el escaso realismo de los niños latinoamericanos al dibujar sus "autorretratos"; la gran
mayoría de los niños de cuatro a ocho años y la mitad de los de 10-11 años se dibujaron
usando colores de piel mucho más claros que los propios.
En los primeros años de la escuela primaria, los niños españoles mejoran sensible-
mente su capacidad para identificar el grupo étnico al que pertenecen, además de iden-
tificar y nombrar a muchos otros grupos étnicos y nacionales. Esta capacidad de
autoidentificación empieza expresándose en la correcta selección de la foto o dibujo que
representa a un miembro del propio grupo étnico, pero sin que necesariamente el niño
señale de forma explícita la razón adecuada. Algo similar ocurre en relación con las
actitudes, donde los niños parecen actuar siguiendo criterios étnicos pero sin tomar
plena conciencia de ello. Este tipo de hallazgo no suele mencionarse en otros estudios,
posiblemente porque no incluyen las preguntas de justificación que planteamos en
117
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
nuestros estudios. Recordemos que estas preguntas tienen como fin precisamente
conocer la relación existente entre lo que el niño hace y lo que dice o verbaliza, lo
cual en cierto modo implica un análisis de la toma de conciencia de la propia conducta.
Volviendo a las justificaciones de los niños, pese a que la mayoría de los de seis y
siete años de edad eligen figuras de su mismo grupo étnico, en muchos casos no
explican su parecido con la figura elegida en términos de rasgos étnicos sino por
aspectos superficiales inestables, como el tipo de ropa o de peinado (por ejemplo, "se
parece a mí por el corte de pelo"; "su camiseta es como la mía"). Sin embargo, frente
a una pregunta explícita como: "y tú, ¿de qué color eres?" la inmensa mayoría responde
definiendo su grupo étnico, a diferencia de lo que veíamos en edades anteriores.
Prácticamente todos los niños españoles de ocho años en adelante, pertenecientes
al grupo mayoritario, se identifican como miembros de su grupo étnico, usan las
etiquetas apropiadas para autodefinirse, y justifican de forma objetiva su pertenencia
(étnica o nacional) en virtud de su origen biológico y geográfico ("soy blanco, bueno
español también por haber nacido aquí, pero de piel... soy blanco").
A partir de la preadolescencia ocurre un fenómeno curioso, y es que algunos jóve-
nes a quienes se les pregunta por su parecido con alguna de las figuras responden
señalando aquéllas de grupos étnicos ajenos (generalmente negros). Por supuesto,
esta conducta no es atribuible a ningún error de percepción ni a la confusión que
suele ser común entre los niños pequeños. Gracias a que hemos trabajado con entre-
vistas clínicas hemos podido conocer las razones por las que estos preadolescentes
"se identifican" con personas de otro grupo étnico. En todos los casos en que se
produjo este tipo de respuestas, los argumentos de los jóvenes revelaron claramente
que no se trataba de una confusión respecto al grupo de pertenencia sino de una
identificación emocional (y ciertamente romántica) con los miembros de ese grupo.
Por ejemplo, una de las preadolescentes que entrevistamos nos justificaba así su elec-
ción de una figura negra en la tarea de autoidentificación: "aunque yo sea blanca, me
siento más cerca de ella que de los blancos". Esta identificación afectiva suele ir
acompañada de juicios contra la discriminación de otros grupos (un asunto del que
hablaremos en un apartado posterior); esto significa que, aparte de identificar y com-
prender la existencia de la diversidad étnica, los preadolescentes muestran una cre-
ciente conciencia del significado social de la pertenencia a un grupo étnico.
c) Preferencias y rechazos
Son muchas las investigaciones con niños de etapa preescolar de cuyos resultados se
desprende que entre los tres y cinco años, se producen los primeros cambios significativos en
118
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
119
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
era mínima en todas las edades (siendo el porcentaje más alto a los 4-5 años, de 33%).
La mitad de los niños latinos de 4-5 años y casi todos los de 7-8 años mostraron una
preferencia clara por los españoles, tal y como nombraron a las fotos de niños y niñas
blancos, y un claro rechazo hacia los negros. Como en el caso de los niños españoles,
la edad de siete u ocho años resultó ser el momento de mayor polarización de las
actitudes; disminuyendo progresivamente en edades posteriores en los latinoamericanos,
así, hacia los 10 u 11 años, la mitad de los niños expresó no sentir rechazo por ninguna
de las figuras.
En general, el análisis de las elecciones y los argumentos que dan los niños a
partir de los ocho años revelan, efectivamente, una disminución de la orientación
pro-blanca que se veía en años anteriores. Entre los niños españoles del grupo mayo-
ritario encontramos que empiezan a preferir con más frecuencia figuras de otros gru-
pos, atribuyéndoles rasgos positivos que antes sólo se reservaban a la figura blanca.
En algunos preadolescentes aparecen respuestas que combaten estereotipos rígidos
("en todas las razas hay gente buena y mala, vaga y trabajadora"), así como los llama-
dos contra-sesgos. Estos contra-sesgos son respuestas que expresan una actitud posi-
tiva hacia otros grupos étnicos y negativa hacia el propio grupo de pertenencia, pero
en dirección opuesta a los estereotipos tradicionales; aunque a menudo caen en con-
tradicciones flagrantes que revelan su propia confusión (por ejemplo: "los negros
son más listos y mejor gente [...] que la gente normal").
Pero no creamos que éste sea el perfil de la mayoría de los preadolescentes ya que
muchos siguen rechazando a figuras de otros grupos étnicos. Sin embargo, merece la
pena señalar que entre quienes persiste el rechazo, al menos un tercio de ellos se
empeñan en aclarar que no es por racismo: "no tengo nada contra los chinos pero la
verdad es que son los que menos conozco y por eso me gustan menos...", es decir,
recurren a la idea de lo desconocido o al hecho de pertenecer a otro grupo étnico o
nacional para justificar su elección. La fuerza que llegan a tener estas respuestas se
comprueba en uno de nuestros estudios recientes con preadolescentes y adolescentes
(que comentaremos más adelante), sobre el modo en que juzgan la exclusión y discri-
minación étnica.
Por último, comentaremos con algo más de detalle el estudio de I. Solbes (2004),
sobre las actitudes de niños españoles y latinoamericanos hacia el color de piel y la
complexión física. A diferencia de la abundante investigación sobre el prejuicio étnico,
los estudios sobre el prejuicio hacia la obesidad (o hacia personas que no se ajustan
a los cánones estéticos imperantes en nuestra sociedad occidental) son aún muy escasos.
Para estudiar los estereotipos y actitudes hacia esas dos variables, Solbes presentó a
niños de 10 a 12 años ocho fotos de niños y niñas de dos grupos étnicos (blancos y
negros) y de dos complexiones físicas (gordos y delgados). Se les aplicó un cuestiona-
120
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
rio en el que se les pedía que eligieran una entre las siguientes fotos: a) un compañero
con el que les gustaría sentarse en el aula; b) uno con el que no les gustaría sentarse;
c) uno a quien invitaría a pasar el fin de semana a casa, y d) uno a quien no invitaría.
Luego, se les pidió que formaran dos equipos de tres personas para un juego competi-
tivo. El equipo propio debía estar compuesto por los tres mejores (el más inteligente, el
más justo y el más simpático), mientras que el opuesto debía constar de los tres peores
(el menos inteligente, el menos justo y el menos simpático). Finalmente, tenían que
elegir la foto del niño(a) que más se pareciera a ellos mismos para una obra de teatro en
la que debían desempeñar el papel de hermanos. Los resultados mostraron un efecto
muy marcado de la complexión física en las preferencias y rechazos, así como en
los estereotipos positivos y negativos. La gran mayoría de los participantes manifestó
sesgos positivos frente a las fotos que representaban figuras delgadas, y negativos fren-
te a las figuras gordas. El efecto de la etnia fue más moderado, aunque se encontraron
diferencias significativas entre los niños españoles y los latinos, ya que éstos últimos
expresaron más sesgos positivos hacia las fotos de los blancos y más negativos hacia
las de los negros que los españoles. En particular, los latinos atribuyeron inteligencia
a los blancos y poca inteligencia a los negros con más probabilidad que los españoles.
Estos hallazgos ponen de manifiesto, como en estudios realizados en otros países, que
los niños del grupo minoritario (latinos) tienden a expresar sesgos positivos hacia el
grupo mayoritario (españoles) más que hacia el propio.
d) Constancia racial
121
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
des para entender la constancia de esos rasgos, pero cuando se les preguntaba explí-
citamente sobre ellos mismos ("cuando tú seas mayor, ¿seguirás teniendo el mismo
color de piel?") la mayoría de los niños de tres años ofrecían respuestas aparente-
mente correctas. Sin embargo, el hecho de pedirles una justificación o aclaración de
sus respuestas nos dio alguna pista sobre qué podía estar pasando. En efecto, los
niños pequeños que conseguían explicar su respuesta, decían que no querían cambiar
de piel, sin añadir ninguna otra razón.
En otras tareas relacionadas con la constancia racial, como la adopción de un bebé
negro por padres blancos, los niños de tres y cuatro años no predijeron que el bebé man-
tendría sus rasgos raciales cuando fuera mayor, ni que un bebé blanco que se traslada
a vivir a un país donde la mayoría son negros u orientales, seguiría siendo blanco de
mayor. Por último, tampoco se guiaron por claves raciales cuando se les pidió que imagi-
naran cómo sería un bebé cuyos padres son de dos grupos étnicos distintos (padre
blanco y madre negra, por ejemplo).
En general, hemos comprobado que los niños de tres a cinco años de edad no
tienen ninguna intuición propiamente biológica sobre la constancia de las caracterís-
ticas raciales ni sobre su naturaleza hereditaria. Incluso los niños que emparejaban a
madres e hijos por el color de piel lo justificaban como una regularidad percibida en
su entorno {siempre es asi) y no en términos biológicos. De la misma manera, los
preescolares españoles pueden negar que un papá y una mamá tengan distinto color
de piel "porque eso nunca es así, los padres tienen que ser iguales" (en referencia al
color de piel). Probablemente, para los niños que nunca han tenido contacto con
familias multirraciales, puede resultar tan necesario que marido y mujer sean del
mismo color como que lo sean madre e hijo.
A partir de los seis años la gran mayoría de los niños entiende ya que los rasgos
asociados a la raza tienen una permanencia a lo largo de la vida, y aunque se den
cambios transitorios (como ponerse moreno por exposición al sol, etc.) éstos no im-
plican un cambio racial. Ahora, a diferencia de edades anteriores, los niños aplican
estas ideas tanto cuando se les pregunta sobre ellos mismos como en relación con
otras personas; además, algunos empiezan a expresar ciertas intuiciones biológicas
sobre el nacimiento y el papel de los padres ("se nace así y no cambias", "si los
padres son negros, él también será negro y no se va a volver blanco").
122
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
1
Recordemos que la Comunidad Autónoma de Andalucía tiene una de las mayores concentraciones
de población de esta etnia en la Unión Europea (y aproximadamente 45 % sobre el total de la población
gitana en España)
123
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
tanto por parte de los niños españoles del grupo mayoritario como por parte de niños
latinoamericanos residentes en Madrid (Enesco et al, 2005; Paradela, 2004). Junto a
los gitanos, el otro grupo peor valorado por los niños es el de los magrebíes (en con-
creto, marroquíes) a quienes se les atribuyen rasgos negativos muy similares a los
utilizados en los gitanos (ladrones, poco fiables, violentos, machistas, etc.). En suma,
encontramos que tanto los niños y preadolescentes españoles del grupo mayoritario
como los latinoamericanos, mantienen una perspectiva bastante diferente de los gita-
nos y los marroquíes, por un lado, y los grupos restantes (africanos subsaharianos,
asiáticos, etc.), por otro. Posiblemente, en el imaginario social, éstos últimos no repre-
sentan el mismo nivel de amenaza que los gitanos y marroquíes.
Pese a todo lo anterior, merece destacarse que durante las entrevistas más de la
mitad de los preadolescentes insistieron en distintas ocasiones que ellos no eran racis-
tas, sino que expresaban lo que otras personas suelen pensar acerca de esos grupos.
Evaluación de la exclusión
La exclusión y discriminación étnicas están en el origen de muchos conflictos entre
grupos a lo largo y ancho del mundo. Durante prácticamente todo el siglo pasado, los
psicólogos han dedicado buena parte de sus esfuerzos para entender la naturaleza del
prejuicio y los procesos que le subyacen, sin embargo, ha habido poca investigación
sobre cómo razonan las personas acerca de la exclusión y la discriminación sociales.
¿Por qué es ilegítimo excluir a una persona por el hecho de pertenecer a un grupo
social determinado? ¿Hay situaciones en las que tal exclusión puede considerarse
legítima? ¿Cómo razona la gente cuando debe tomar la decisión de excluir a alguien
de una relación o de una institución? Estas preguntas tienen un gran interés para los
psicólogos del desarrollo puesto que es precisamente durante la niñez cuando se de-
sarrollan los valores, las creencias y las teorías acerca del mundo social.
En los últimos años se han llevado a cabo algunos estudios en EEUU sobre el
razonamiento de niños y adolescentes acerca de estos temas (Killen y Stangor, 2001;
Killen et al., 2002). Entre otras cosas, se plantean problemas como el siguiente: ¿cómo
juzgan el que un compañero negro sea excluido de distintas actividades por el mero
hecho de ser negro?, ¿consideran igual de grave excluirlo de una relación de amistad
que impedirle ir a la escuela?
Como puede suponerse, los autores esperaban que los niños (de 9 a 16 años)
juzgaran peor la exclusión de la escuela que de la amistad, y eso fue precisamente lo
que encontraron. La gran mayoría emitió juicios negativos de tipo moral basados en
argumentos de justicia e igualdad, mientras que fueron más tolerantes frente a la
124
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
125
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
La primera hipótesis, es decir, de que los españoles son menos prejuiciosos que los
americanos, parece poco plausible considerando los resultados discutidos antes. Hemos
visto que el rechazo hacia grupos ajenos (negros, asiáticos, etc.) está presente en
niños de cinco años y llega a polarizarse de forma aguda entre los seis y ocho años. Se
podría pensar que existe un descenso del prejuicio en edades posteriores, como suele
encontrarse en estudios diversos, hasta el punto de desaparecer entre los preadolescentes
y adolescentes españoles. Sin embargo, como se ha visto en el apartado anterior, los
prejuicios étnicos siguen estando presentes entre los preadolescentes españoles, y de
forma muy notoria en lo que se refiere a los gitanos.
En cuanto a la hipótesis de la deseabilidad social, creemos que ésta puede expli-
car una parte de los hallazgos aunque no todos. Es cierto que las situaciones presen-
tadas en nuestro estudio plantean historias que ocurren a personajes desconocidos y
que, por ello, no implican ningún coste para el entrevistado. En otras palabras, se
trata de situaciones de exclusión en abstracto donde nadie de los que participan en la
entrevista está involucrado. Es posible que si los participantes tuvieran que elegir
amigos o nuevos miembros para su grupo de música, por ejemplo el gitano sería el
candidato menos elegido de entre todos los posibles; sin embargo, el que los
preadolescentes y adolescentes españoles evalúen como injustas e ilegítimas situa-
ciones de exclusión en abstracto no debe considerarse como un resultado menor. El
joven que razona de este modo revela haber tomado conciencia de los mensajes que
circulan en nuestra sociedad acerca de las diferencias, habiendo elegido expresar
unos por encima de otros. El tipo de discurso social que se ha articulado en España
durante los últimos lustros —y que ha penetrado muy especialmente en las escue-
las— gira en torno de los valores de la integración, la tolerancia y el respeto a las
diferencias. Es muy posible que los jóvenes españoles interpreten las situaciones que les
planteamos a la luz de esos valores, aplicándolos de forma estricta o incluso rígida sin
contemplar posibles atenuantes. Los estadounidenses, seguramente por las diferencias
históricas y culturales con España, experimentan la diversidad étnica de modo distinto.
No olvidemos que la cultura de EEUU es heterogénea en muchos sentidos, además de
que su historia ha sido muy diferente a la de otros países en lo que se refiere al origen de
su diversidad étnica; y es que tal diversidad se caracterizó durante un largo periodo en la
relación de esclavitud de los negros, un fenómeno ajeno a la cultura europea.
En España, los problemas de exclusión étnica han sido cualitativamente distintos
pues, como ya se ha dicho, pese a que la discriminación de la comunidad gitana es
una experiencia de siglos, la heterogeneidad de la sociedad española, producto de la
inmigración, es un fenómeno reciente. No estamos diciendo que no hayan existido ni
existan problemas de exclusión y conflictos intergrupales en España, sino que tales
problemas han cobrado importancia (por cierto, muy notable) en el discurso político
126
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
y social sólo en los últimos años. En este sentido, se puede decir que aunque la histo-
ria del prejuicio étnico en Estados Unidos no es más larga que la de España, el pro-
blema como tal ha penetrado en la conciencia de los estadounidenses a lo largo del
último siglo.
Para terminar este apartado, hemos de preguntarnos en qué medida los niños y
adolescentes españoles, que conviven en condiciones donde los conflictos interétnicos
surgen con frecuencia, mantendrán su oposición a la exclusión social o, al contrario,
tenderán a justificarla.
Una explicación es que, posiblemente, los participantes en nuestro estudio se en-
frentan a un conflicto entre los sesgos negativos que tiene el grupo mayoritario hacia
los gitanos, por un lado, y los valores sociales de tolerancia e igualdad de derechos, por
otro. La opción adoptada por la enorme mayoría de nuestros estudiantes de rechazar
cualquier tipo de exclusión podría indicarnos su comprensión de la necesidad de preve-
nir el racismo y, en particular, de no ser tachados como tales. Además, no puede olvi-
darse que la mayoría de adolescentes y adultos del grupo mayoritario no tiene
prácticamente relación ni contacto con personas de la comunidad gitana, por lo que sus
respuestas pueden representar más una imagen ideal de la sociedad —y de ellos mis-
mos— que una perspectiva realista de las relaciones sociales. Se podría conjeturar que
dependiendo del grado de contacto en la escuela con miembros de grupos ajenos, los
prejuicios surgirán con más o menos fuerza; sin embargo, el estudio mencionado se
realizó en distintos tipos de centros educativos (homogéneos y heterogéneos, desde el
punto de vista étnico-cultural) con resultados similares en todos ellos.
En otros estudios con una muestra de niños latinoamericanos de 6 a 16 años
residentes en Madrid (González, 2005; González et al., 2004, Troncoso, en
preparación), se presentó una escena en la que se veía cómo un niño o niña (según
el sexo del entrevistado) era excluido para ser invitado a una fiesta de cumpleaños
de un compañero del colegio; en la escena, el niño o niña excluidos tenían rasgos
físicos parecidos a un latinoamericano. Entre otras cosas, se quería saber si los
niños reconocían la situación de exclusión (en particular si entendían que se trataba
de una exclusión étnica), así como los juicios fueron capaces de emitir al respecto.
Se encontró que prácticamente todos los niños reconocieron la situación de exclu-
sión pero sólo a partir de los de 10-11 años identificaron en su mayoría que se
trataba de un caso de exclusión étnica (prácticamente todos los adolescentes
reconocen ya la exclusión y hablan explícitamente de racismo). Además, un resulta-
do inesperado, pero de gran relevancia, fue que los niños de menor edad se mostra-
ron poco solidarios con la víctimas llegando incluso a culparle de su situación ("algo
habrá hecho para que no lo inviten"). En otras palabras, los pequeños interpretaron
la situación como resultado de un conflicto meramente interpersonal entre iguales
127
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
("se han peleado antes", "no la había invitado antes a su cumple, por eso ahora no la
invita a ella"), mientras que los mayores vieron en la situación un conflicto interétnico.
Los juicios de éstos últimos fueron más severos y se basaron en su mayoría en argu-
mentos de igualdad y, en algunos casos, se explícito la necesidad de combatir la discri-
minación étnica.
Conclusiones
España ha sido hasta hace pocos años un país relativamente homogéneo desde un
punto de vista étnico. A excepción de la comunidad gitana, que durante siglos ha
sufrido discriminación y marginación por parte del grupo mayoritario, la sociedad
española estaba lejos de ser multicultural. En este sentido, a diferencia de otros paí-
ses europeos (como Gran Bretaña o Francia), la experiencia con la inmigración es un
fenómeno bastante reciente que en los últimos años ha aumentado notablemente. Por
otro lado, en pocos años los niños españoles han pasado de no tener mucha idea
acerca de otros pueblos y culturas, a tener cada vez más información y experiencia
directa con gente de otros países cuya cultura, tradiciones, lengua y apariencia física
es diferente. Los medios de comunicación, además, no suelen ahorrar esfuerzos en
hablar de los conflictos que a menudo surgen entre distintas comunidades asentadas
en España. Estas circunstancias justifican el interés, tanto desde un punto de vista
teórico como social, de estudiar en profundidad la evolución de las actitudes y creen-
cias respecto a los miembros de otros pueblos y culturas, y hacerlo tanto con niños
españoles del grupo mayoritario como con niños inmigrantes que residen en España.
En conjunto, hemos encontrado algunas diferencias pero también similitudes en-
tre nuestros resultados y los que suelen obtenerse en sociedades tradicionalmente
multiétnicas. En muchos aspectos, el patrón de desarrollo de los niños españoles es
similar al observado en otros países, aunque algunas habilidades relacionadas con la
categorización de personas surgen con posterioridad. Aproximadamente hasta los
cinco años de edad, los niños españoles del grupo mayoritario prestan una atención
limitada a las claves físicas raciales tanto a la hora de describir a las personas, formar
grupos o identificarse con uno de ellos. En cuanto a las actitudes básicas de preferen-
cias y rechazos, surgen algo más tardíamente que entre los niños estadounidenses,
canadienses o británicos (según las revisiones deAboud, 1988; Aboud y Amato, 2002)
pero siguen una evolución semejante, alcanzando el nivel máximo de sesgos alrededor
de los 7-8 años. La diferencia más notable se encuentra en el porcentaje de niños que
expresan favoritismo por el endogrupo, que en el caso de los españoles es menor que
en los de los países antes mencionados.
128
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
129
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Referencias
Aboud, F. E. (1988), Children and Prejudice, Cambridge: Basil Blackwell.
Aboud, F. y M. Amato (2002), "Developmental and Socialization Influences on
Intergroup Bias", en R. Brown y S. Gaertner (eds.) Blackwell Handbook in
Social Psychology, vol 4: Intergroup Processes, Oxford: Blackwell.
Aboud, F. E. y A. B. Doyle (1996), "Does Talk of Race Foster Prejudice or Tolerance
in Children?", Canadian Journal of Behavioral Science, 28, pp. 161-170.
Augoustinos, M. y Walker, I. (1995). Social cognition: An integrated introduction.
Londres: SAGE.
y D. L. Rosewarne (2001), "Stereotype Knowledge and Prejudice in
Children", British Journal of Developmental Psychology, 19, pp. 143-156.
Bennett, M. et al. (2004), "Young Children's Evaluation of the Ingroup and of
Outgroups: AMultinational Study", SocialDevelopment, 13, l,pp. 124-141.
Bigler, R. y I. Liben (1993), "A Cognitive-developmental Approach to Racial
Stereotyping and Reconstructive Memory in Euro-american Children", Child
Development, 64, pp. 1507-1519.
Brand, E.; R. Ruiz y A. M. Padilla (1974), "Ethnic Identification and Preference: A
Review", Psychological Bulletin, 81, 11, pp. 860-890.
Brown, R. (1995), Prejuicio: su psicología social, Madrid: Alianza Editorial.
Calvo Buezas, T. (1990), ¿España racista? Voces payas sobre los gitanos, Barce-
lona: Anthropos.
130
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
132
EL CONOCIMIENTO Y LAS ACTITUDES ÉTNICO-RACIALES DURANTE LA NIÑEZ
134
7
Actitudes hacia la diversidad humana
(color de piel y complexión física).
Un estudio con niños españoles y latinoamericanos
residentes en Madrid
Irene Solbes, Ileana Enesco,
Oliva Lago, Purificación Rodríguez
Universidad Complutense de Madrid
Introducción
135
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
pos minoritarios o con menor estatus y reconocimiento social que el grupo de perte-
nencia (Argyle, 1991; Tajfel, 1982). Los datos empíricos acumulados en este terreno
revelan una secuencia evolutiva común en los niños del grupo mayoritario (Aboud,
1988; Aboud y Amato, 2001; Nesdale, 2000; Ruble et al., 2004). Entre los tres y cinco
años surgen los primeros elementos de la conciencia racial, relacionados con la
capacidad de categorizar y discriminar a las personas de otros grupos étnicos y del
propio, identificarse como miembro de uno de ellos y, generalmente, expresar una
orientación positiva hacia las figuras del endogrupo. Los sesgos negativos hacia
miembros anónimos (es decir, personas que el niño no conoce) de grupos minoritarios/
subordinados se desarrollan a partir de los 4-5 años, encontrándose el pico máximo de
prejuicio manifiesto entre los 7 y 8 años. A partir de esta edad, la expresión abierta del
prejuicio suele disminuir progresivamente a medida que se acerca la adolescencia
(Bigler y Liben, 1993; Enesco et al., 2002; Enesco et al., 2005), si bien este descenso
en el prejuicio y la interpretación de los datos siguen siendo un tema de debate en la
investigación actual (Devine, 1989; Enesco etal., 2008, Giménez et al., 2003; Navarro
y Enesco, 2004; Rutland, 2004).
En cuanto a los hallazgos obtenidos con niños pertenecientes a grupos minoritarios
(negros, latinos, asiáticos, en el caso de EEUU), en las investigaciones realizadas hasta
los años setenta, era común encontrar que éstos expresaran sentimientos negativos
hacia el propio grupo y, a menudo, una preferencia por figuras del grupo mayoritario
(Brand, Ruiz y Padilla, 1974; Gregor y McPherson, 1966; Milner, 1973; Vaughan,
1964). Sin embargo, en los últimos 30 años se ha dado un cambio significativo en las
actitudes de las minorías, con una mayor valoración del endogrupo y un desplazamien-
to de las actitudes negativas hacia otros grupos minoritarios. Aún así, varios estudios
siguen encontrando que, a diferencia de los niños de grupos mayoritarios/dominantes,
los pertenecientes a minorías siguen expresando actitudes menos definidas o más
ambivalentes hacia el endogrupo y los exogrupos étnicos, al menos hasta los 8-9 años. En
todo caso, los cambios históricos que se dieron durante la segunda mitad del siglo xx
en países como EEUU respecto a la segregación racial, han transformado
sustancialmente las relaciones y actitudes intergrupales con consecuencias positivas
para el autoconcepto de los miembros de minorías (Hargrow, 2001; Giménez, 2002).
En contraste con la larga y fructífera tradición investigadora centrada en los pre-
juicios étnico-raciales, el estudio evolutivo de los prejuicios relacionados con la com-
plexión física2 de las personas ha sido más tardío y sigue siendo relativamente escaso.
Dado que se trata de un tema menos conocido en nuestro país y sobre el que existen
pocas revisiones, nos detendremos un poco más en los resultados de estos trabajos.
En líneas generales, la investigación, tanto en adultos como en niños, ha mostrado
que la complexión corporal es una variable muy significativa en cuanto a su influencia
136
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
en las actitudes de la gente. Así, se ha visto que las personas obesas o con sobrepeso
suscitan mayoritariamente actitudes negativas e incluso de hostilidad, en compara-
ción con personas delgadas o de complexión media (Brylinsky y Moore, 1994; Cohén
etal., 1989;CramerySteinwert, 1998;MadeyyOndrus, 1999;Powlishtaeía/., 1994).
Dichas actitudes descansan en estereotipos asociados a la gordura tales como pereza,
falta de voluntad, e ineptitud social e intelectual que, en el caso de los adultos en algunos
países desarrollados, pueden incluso poner en peligro sus oportunidades de empleo, su
acceso a la sanidad y a otros recursos sociales. Como señalan B. Blaine, D. Diblasi
y J. Connor (2002), las personas con sobrepeso están sujetas a discriminación en
casi todos los aspectos de su vida.
Respecto al curso evolutivo de los sesgos negativos asociados a la gordura, cabe
destacar que, en la actualidad, no hay estudios que abarquen amplios rangos de edad
y utilicen técnicas de investigación equiparables, por lo que los resultados de distin-
tas investigaciones deben compararse con cautela. El trabajo de S. Richardson et al.
(1961), fue uno de los primeros en analizar las preferencias de los niños hacia distintas
variables físicas de las personas. Presentaron a un grupo de niños de 10-11 años
dibujos de niños con distintos problemas físicos: un niño con muletas, uno en silla de
ruedas, uno manco, uno con sobrepeso o con la cara desfigurada. Los autores
observaron que la mayoría de los participantes situaba la figura del niño obeso en los
últimos lugares de preferencia, por detrás de otras opciones. Sucesivas investigaciones
en varios países han corroborado los datos obtenidos en este primer estudio con distintas
tipologías de participantes (Goodman etal, 1963; Maddox, Backy Liederman, 1968;
Rothblum, 1993; Sigelman, Miller y Witworth, 1986).
La investigación con niños más pequeños aporta datos variables sobre el momento
de aparición del prejuicio contra la gordura. Algunos autores han observado que este
tipo de sesgo surge en torno del primer año de escolarización formal (Brylinsky y
Moore, 1994; Goldfield y Chrisler, 1995), coincidiendo con la edad en que otros tipos
de prejuicio, como el étnico-racial, se expresan de forma abierta y sin matices. Sin
embargo, P. Cramer y T. Steinwert (1998) encontraron ya en niños de tres a cinco
años de edad un claro prejuicio hacia sus pares con sobrepeso. En dicho estudio se
2
Usamos el término de complexión física en referencia al volumen o masa corporal, y no a la
estructura corporal. Hemos evitado usar el tecnicismo "índice de masa corporal" (criterio médico que
permite definir las categorías coloquialmente nombradas como "delgados", "gordos", "obesos", etc.)
para facilitar la lectura del trabajo. Por otra parte, aunque es evidente que las fronteras entre algunas de
estas categorías son difusas, hemos optado por usar los términos que en castellano son de uso común
para definir a personas con sobrepeso ("gordos") y a personas de peso medio (average, "delgadas") o
por debajo del índice medio ("muy delgadas").
137
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
138
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
(Sigelman et al, 1986). Por ejemplo, se ha visto que las niñas presentan mayores
niveles de prejuicio que los niños ante tareas que requieren elegir compañero(a) de
juego o en la elección del self-ideal (Cramer y Steinwert, 1998), mientras que los
chicos muestran más prejuicio cuando se les pide que realicen una tarea de atribución
de adjetivos hacia personas con sobrepeso (Powlishta et al, 1994).
Varias investigaciones han mostrado importantes diferencias culturales en las ac-
titudes hacia las personas con sobrepeso y en los estereotipos asociados a la gordura.
Por lo general, el prejuicio hacia la gordura suele estar más extendido entre los miem-
bros de clases socioeconómicas medias y altas que entre los de clase baja, y más en
países desarrollados que en países subdesarroUados (Crandall et al, 2001; Cogan et
al, 1996; Furnham y Baguma, 1994). No olvidemos que, en el pasado, el sobrepeso
estaba asociado a la riqueza y el bienestar, y posiblemente este estereotipo sigue
manteniéndose en países menos desarrollados.
Por último, los estudios sobre el papel de la propia complexión física en la direc-
ción e intensidad del prejuicio hacia la gordura muestran que, a diferencia del prejui-
cio hacia otro tipo de grupos sociales (homosexuales, minorías étnicas, etc.), en los
que la actitud negativa suele dirigirse hacia el exogrupo y no al endogrupo, el rela-
cionado con la gordura también está presente entre personas obesas o con sobrepeso.
En suma, la forma que adopta el prejuicio y su desarrollo varía sustancialmente
según su objeto, contenido y, por supuesto, según las condiciones sociohistóricas.
Así, mientras que los prejuicios étnico-raciales tienden a disminuir o matizarse con la
edad, y su intensidad y dirección dependen significativamente de aspectos
sociodemográficos y contextúales (Aboud, 1988; Aboud y Amato, 2001; Rutland,
2004), el prejuicio contra la gordura parece persistir en distintas edades y géneros.
Respecto a la influencia del estatus socioeconómico, nivel cultural y origen étnico o
nacional en el prejuicio, aunque los hallazgos son menos claros, parece que, en con-
junto, las diferencias se encuentran en el grado o intensidad de aquél, más que en la
presencia o ausencia de prejuicio (Brylinsky y Moore, 1994; Crandall et al, 2001;
Crandall, 1991, 1994; Powlisha, et al, 1994; Latner y Stunkard, 2003).
Este tipo de hallazgos han promovido muchas investigaciones en los últimos años
con el objeto de comprender los factores que conducen al prejuicio, así como las
diferencias que se observan según su dominio u objeto. Algunos autores proponen
que, junto a los valores culturales asociados a un determinado rasgo o conducta (que
determinan el significado y las implicaciones de ser gordo, negro, homosexual, etc.),
un elemento central del prejuicio es la atribución de responsabilidad al individuo —
miembro del grupo derogado— de poseer dicho rasgo. Como señalan C. Crandall (et
al 2001: 34), para sentir prejuicio hacia un grupo social, la persona debe encontrar algo
censurable en el grupo y sus miembros, y debe creer que ellos son responsables de lo
139
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
que les ocurre o de lo que son. En apoyo de esta hipótesis, varios estudios han mostrado
que la atribución de responsabilidad a las personas con sobrepeso, junto a la idea de
que el individuo puede controlar su peso, están asociadas significativamente con el
rechazo a la gordura, tanto por parte de adultos (Blaine et al., 2002; Crandall, 1994;
Weiner, Perry y Magnusson, 1988) como de niños (Sigelman y Begley, 1987; Anesbury
y Tiggeman, 2000). Esto podría explicar el hecho de que el prejuicio contra la gordura
no disminuye con la edad, a diferencia del prejuicio étnico-racial, ya que no tiene sentido
responsabilizar a alguien de su color de piel o su origen étnico, pero sí de su peso (según
la creencia más extendida, aunque errónea). Desde esta perspectiva se podría explicar
también que haya gente que mantiene fuertes prejuicios hacia una pluralidad de grupos
sociales, basándose en responsabilizar al grupo de su estatus (pobreza, ignorancia,
etc.) y de su falta de voluntad para salir de esa situación. En esta línea, algunos
estudios han encontrado que el prejuicio hacia las personas con sobrepeso se asocia
con una amplia variedad de actitudes sociales conservadoras como el racismo, el
conservadurismo político, el autoritarismo, la creencia en un mundo en el que la gente
tiene lo que se merece y, en consecuencia, una tendencia a culpar al pobre y a todos
los miembros considerados marginales en la sociedad de su miseria (Crandall, 1994;
Crandall y Biernat, 1990; Crandall y Martínez, 1996).
Los resultados que hemos ido comentando tienen indudables implicaciones socia-
les. Por un lado, en el ámbito del prejuicio contra la gordura, los problemas relaciona-
dos con la imagen corporal en niños y adolescentes en el mundo occidental son crecientes,
y los trastornos de la alimentación surgen a edades cada vez más tempranas. Estudios
recientes sobre el autoconcepto en relación con la imagen corporal muestran hasta qué
punto el cuerpo ideal se asocia cada vez más a la delgadez, a veces extrema. Estos
resultados aparecen en niños ya desde los cuatro años, que pueden incluso padecer la
crítica de sus padres y con la agravante de compañeros cuando tienen algo de sobrepeso,
con efectos negativos en su autoestima (Davison y Birch, 2002). En particular, investi-
gaciones recientes con madres de preescolares, indican que éstas tienen una percepción
del cuerpo ideal con respecto a sus hijos, bastante sesgada hacia la delgadez y un fuerte
rechazo al sobrepeso (Musher-Eizenman et ai, 2003). Estos mismos estudios muestran
también que la influencia de dichas valoraciones en el autoconcepto del niño son tanto
más negativas y más permanentes cuanto mayor es quien los padece, siendo el paso de
la preadolescencia a la adolescencia la edad de mayor vulnerabilidad en este sentido. El
rechazo de los iguales, la victimización y la burla son riesgos frecuentes en estas edades
para aquellos niños que se desvían de la norma estética (Neumark-Sztainer et al,
2002).
Por otro lado, la obesidad se ha convertido en uno de los principales problemas de
salud que padece la población infantil en países como Estados Unidos. En España,
140
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
según los últimos datos del Ministerio de Sanidad (2005), 16% de los niños entre 6 y
12 años padece obesidad, mientras que 30% presenta sobrepeso.
El objetivo de este trabajo ha sido estudiar el grado de prejuicio en niños de 9 a 12
años hacia el color de piel y la complexión física de compañeros potenciales. Según
estudios previos, en estas edades los niños están muy sensibilizados ante el senti-
miento y la experiencia de rechazo entre iguales, con las consiguientes repercusiones
socio-afectivas que puedan tener en ellos. Por otro lado, como se ha comentado,
muchas investigaciones encuentran una sensible disminución de los prejuicios étnicos
a partir de los 7-8 años, coincidiendo con el aumento de ciertas capacidades cognitivas
(Aboud, 1988; Aboud y Amato, 2001), mientras que no parece observarse tal dismi-
nución en el caso de la gordura. Por tanto, un objetivo de este estudio ha sido compa-
rar la forma que adopta el prejuicio en cada uno de estos dos dominios.
En otro orden de cosas, considerando que algunos estudios previos muestran que
la intensidad del prejuicio hacia la gordura puede variar según la procedencia étnica
de los participantes, estudiamos a niños del grupo mayoritario en nuestra sociedad
(españoles) y de uno de los grupos minoritarios (latinoamericanos) más extensos en
nuestro país, todos ellos residentes en Madrid.
Dado que la magnitud de los prejuicios detectados en numerosas investigaciones pa-
rece estar determinada en parte por la forma de medirlos, consideramos relevante plantear
distintas tareas que permitieran analizar facetas diversas de las actitudes de favoritismo y
rechazo. Con este objetivo se diseñaron, por un lado, dos tareas de tipo sociométrico
(elección y rechazo de compañero en dos contextos: trabajo escolar y ocio) y, por otro,
una tarea de atribución de adjetivos (en forma positiva y en forma negativa).
Por último, teniendo en cuenta que la expresión del prejuicio puede depender también
del grado en que el sujeto es consciente de las intenciones del investigador, con el fin de
evitar en lo posible respuestas guiadas por la deseabilidad social, las tareas se presentaron
en un contexto realista, y no hipotético, de elección de futuros compañeros.
Teniendo en cuenta los hallazgos de la investigación previa sobre el desarrollo de
los prejuicios asociados al color de piel y a la complexión física, planteamos un
conjunto de hipótesis:
141
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Método
a) Participantes. Inicialmente, participaron un total de 214 alumnos y alumnas,
escolarizados en 10 aulas completas de cuarto y sexto grado de la educación primaria
de varios colegios públicos de Madrid. No se controló individualmente el nivel
socioeconómico de los participantes, aunque teniendo en cuenta la localización geo-
gráfica de los centros educativos y su composición étnica (zonas de nivel
socioeconómico medio y medio-bajo, con una alta proporción de población inmi-
grante), la inmensa mayoría provenía de clase media y media-baja.
La muestra inicial contaba con niños del grupo mayoritario de españoles y de
otras minorías étnicas (principalmente latinoamericanos). Con el fin de analizar las
posibles diferencias entre alumnos del grupo mayoritario y aquéllos del grupo de
extranjeros más numeroso en nuestro país (latinoamericanos), se excluyó un peque-
ño porcentaje de alumnos de otros orígenes nacionales (procedentes de Europa del
Este y del norte de África). Tras este recorte en la muestra, el grupo definitivo de
participantes estuvo compuesto por 81 niños de origen español (nacidos en España y
con padres españoles), y 100 de origen latinoamericano (con padres que habían naci-
do en distintos países de Latinoamérica y habían emigrado a nuestro país). Respecto
a los alumnos latinoamericanos, la mayoría procedían de Ecuador (75), seguidos de
Colombia (16), Perú (6), Venezuela (2) y Bolivia (1).
Los datos relativos a la edad, género y nacionalidad de los participantes seleccio-
nados pueden observarse en la Tabla 1. Entre los 181 escolares había 92 varones y 89
mujeres. Por otro lado, 76 niños cursaban el cuarto grado de primaria (9-10 años), y
105 cursaban 6o de Primaria (11-12 años).
b) Medidas. Se elaboró un material gráfico y un grupo de preguntas donde se
proponían diferentes tareas diseñadas expresamente para este estudio. El material
142
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
Edad
gráfico consistía en una lámina con ocho fotos en color de niños y niñas con edades
similares a las de los participantes. Las figuras de las fotos se diferenciaban entre sí
en tres variables: género (cuatro niños/cuatro niñas), color de piel (cuatro blancos/
cuatro negros) y complexión física (cuatro delgados/cuatro gordos). Cada foto medía
6 cm. x 7.5 cm. y aparecía con un nombre propio debajo que identificaba a la figura.
Utilizando estas ocho fotografías se elaboraron cuatro plantillas con distintas distri-
buciones aleatorias de las fotos, para evitar un posible efecto del orden de aparición
de éstas en las nominaciones realizadas por los participantes.1
En cuanto al material escrito, se elaboraron varias tareas con sus correspondientes
preguntas referidas a los niños y niñas que aparecían en las fotos. La prueba se aplicó
de forma colectiva a la totalidad de los alumnos que se encontraban en cada una de
las aulas que participaron en la investigación. Cada participante recibió un cuaderni-
llo de tres hojas que contenía las distintas tareas y la plantilla con las fotos.
El cuestionario comenzaba con la siguiente instrucción:
Tu colegio ha realizado un intercambio de alumnos con otro centro. A través de este intercam-
bio vendrán a estudiar a tu clase ocho estudiantes de este colegio durante unos meses. Como no les
conocemos, nos han mandado unas fotos para que podamos ver cómo son antes de que lleguen.
En la hoja que te han entregado están las ocho fotos de estos estudiantes con sus nombres.
143
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Preferencias y rechazos
Tras leer la instrucción, los participantes debían seleccionar dos de las fotos, según las
siguientes consignas: "Elige una persona que te gustaría que se sentara a tu lado para
trabajar juntos en clase"; "Elige una persona que NO te gustaría que se sentara a tu lado...").
A continuación se les pedía que eligieran nuevamente dos fotos, esta vez para realizar una
actividad ajena al contexto educativo ("Una persona que te gustaría invitar a tu casa para
pasar el fin de semana"; "una persona que NO te gustaría invitar a tu casa...").
Por último, se proponía una tarea de atribución de adjetivos en la que se explicaba a los
participantes que se iba a celebrar un concurso y se les pedía que formaran dos equipos.
Por un lado, debían formar su propio equipo (adjetivos en forma positiva), seleccionan-
do a los componentes en función de los siguientes criterios: "El que parece más inteli-
gente, para contestar las preguntas difíciles; El que parece más justo, para desempeñar
el papel de capitán del equipo; y El que parece más simpático, para que el público se
divierta". Por otro lado, se les pedía que hicieran también una propuesta para formar un
equipo contrario (adjetivos en forma negativa) eligiendo las fotos en función de los
siguientes criterios: "El que parece menos inteligente, para que no sepan contestar las
preguntas difíciles; "El que parece menos justo, para que tengan un mal capitán de
equipo", y "El que parece menos simpático, para que el público se aburra con ellos". El
orden de las tareas fue el mismo para todos los participantes.
Resultados
Los datos utilizados para este estudio fueron el número de nominaciones que recibió
cada una de las ocho fotografías en las distintas tareas. Aunque los datos mostraron
una preferencia por el propio género en la selección de compañeros de juego o de
trabajo, en los análisis aquí presentados se ha eliminado esta variable para centrarnos
en el objetivo de estudiar los sesgos relacionados con el prejuicio étnico-racial y la
complexión física. Para evaluar la influencia de las variables color de piel y com-
plexión física de las figuras, los análisis se realizaron sobre los dos grupos de figuras
resultantes (blancos/negros por un lado, y delgados/gordos por otro). Se han efectua-
do múltiples ANOVA de medidas repetidas y pruebas de diferencias de medias para
estudiar las relaciones entre las actitudes de los participantes hacia el color de piel y la
complexión física; y las variables intersujeto (género, nacionalidad y edad/curso escolar).
144
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
Con el fin de comprobar la igualdad de medias en las nominaciones recibidas por las
figuras blancas y negras, en relación con el curso, género o nacionalidad de los parti-
cipantes, se realizó un ANOVA de medidas repetidas: Color de piel (blancos /negros):
(2) x Elecciones/Rechazos (2) x Curso (2) x Género (2) x Nacionalidad (2).
El ANOVA reveló una interacción significativa entre Color de piel de la figura y
Elecciones/Rechazos, F(l: 170) = 68.567, p < .001. Los análisis mostraron que se
eligieron fotografías de niños(as)/blancos(as) (como potenciales compañeros de cla-
se) mucho más que de negros [í(179) = 9.201, p < .001]; y, correlativamente, se
rechazaron fotografías de niños(as) negros(as) más que de blancos(as) [t(177) = 3.250,
p<.001] (vertabla2).
Tarea 1 Tarea 2
Figuras blancas .78 (.41) .39 (.48) .75 (.43) .48 (.50)
Figuras negras .22 (.41) .61 (.48) .25 (.43) .52 (.50)
145
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
D Niños Españoles
0 Niños Latinoamericanos
O Niñas Españolas
• Niñas Latinoamericanas
Atribución de adjetivos:
a) Adjetivos positivos
146
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
nominaciones en los tres adjetivos positivos distintas para las figuras blancas y las
negras: F(1. 170) = 41.600, p < .001. Tal y como se puede ver en la figura 2, los
participantes asignaron adjetivos positivos a las figuras blancas con más probabilidad
que a las negras.
Por otro lado, la interacción Color de piel (2) x Adjetivos positivos (3) también fue
significativa: F(2. 169) = 12.729, p < .001. Concretamente, los participantes nominaron
a las figuras blancas considerablemente más que a las negras como más inteligentes"
(/[l 79] =8.684,p < .001) y más justa [/(l 78) =2.503, p< .01]. En cuanto al adjetivo
"simpático", no hubo diferencias importantes entre las nominaciones de figuras blan-
cas y negras.
Considerando los tres adjetivos de forma global, se detectó una interacción signifi-
cativa entre Color de piel de las figuras x Curso: F(\. 170) = 4.117, p < .04. Los
participantes de cuarto grado atribuyeron adjetivos positivos a las figuras blancas en
mayor proporción que los mayores (de sexto grado).
Por último, el efecto de la interacción Color de piel de las figuras x Género x
Nacionalidad resultó significativo: F(l. 170) = 3.967,p< .04. El análisispost hoc de
diferencia de medias detectó, por un lado, que los participantes latinoamericanos eligieron
a figuras blancas como la "más inteligente", con más frecuencia que sus compañeros
españoles (/[67.359] = 2.534,p < .02 y /[69.451] = 2.226,p < .03, respectivamente).
147
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Por otro lado, entre los latinoamericanos, las niñas eligieron más que los niños a las
figuras blancas como la "más simpática", /(97.266) = 2.226, p < .03.
b) Adjetivos negativos
El ANOVA de medidas repetidas Color de piel de la figura (2) x Adjetivos negativos (3)
x Curso (2) x Género (2) x Nacionalidad (2) mostró significación estadística para la
interacción Color de piel x Adjetivos (menos inteligente/justo/simpático), F(2,169) =
7.720,/? < .001. El análisis posterior de diferencia de medias, indicó que los participan-
tes eligieron a las figuras negras como "menos inteligentes", con más probabilidad que
a las blancas, ¿(177) = 3.394, p < .001. En cuanto al adjetivo "menos simpático", en
este caso fueron las figuras blancas las más nominadas, /(l78) = 2.503,/? < .02. Estos
resultados pueden observarse en la figura 2.
La interacción Color de piel x Género x Nacionalidad también resultó significati-
va, F(l. 170) = 6.405,/? < .02. El análisis post hoc de diferencia de medias puso de
manifiesto, una vez más, diferencias en la atribución del adjetivo "inteligente". Con-
siderando los adjetivos negativos en su conjunto, las niñas españolas los atribuyeron
a figuras blancas más que el resto de los grupos: sus compañeros varones españoles
(/[78] = 2.636,p < .01) y latinoamericanos (¿[85] = 2.201,/? < .03), y sus compañeras
latinoamericanas (¿[87] = 2.896,/? < .01). Más en particular, las niñas españolas
nominaron más que sus compañeros españoles (¿[78] = 2.276, /? < .03) y que sus
compañeros latinoamericanos (¿[85] = 2.930,/? <.01) a las figuras blancas como "me-
nos inteligentes".
Otra interacción significativa fue Color de piel x Curso x Nacionalidad, F(l. 170) =
4.036,/? <.05. Considerando todos los adjetivos negativos, los españoles de sexto grado
nominaron más a figuras blancas que los de cuarto, tanto españoles (¿[78] = 1.972, p
<.052) como latinoamericanos (¿[103] = 1.975,p <.05). Hubo también diferencias es-
pecíficas en la nominación de la figura "menos inteligente" y la "menos justa". En
cuanto a la primera, los españoles de 6o grado eligieron más a figuras blancas que sus
compañeros latinoamericanos del mismo curso (¿[100.808] = 2.289,/? < .03) y de 4o
grado (¿[102.989] = 2.450,/? < .02). Yen cuanto a la figura "menos justa", los españoles
de 4o grado eligieron con más frecuencia figuras negras que sus compañeros latinoa-
mericanos del mismo curso (¿[52.367] = 2.240,/? <.03) y que los latinoamericanos de
6o grado [¿(52.977) = 2.237,/? <.03].
148
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
Atribución de adjetivos
a) Adjetivos positivos
Tarea 1 Tarea 2
Figuras delgadas .93 (.25) .16 (.37) .88 (.32) .22 (.41)
Figuras gordas .07 (.25) .84 (.37) .12 (.32) .78 (.41)
150
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
b) Adjetivos negativos
151
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Discusión
Los participantes en este estudio, niños y niñas españoles y latinoamericanos de cuar-
to y sexto grado de primaria, han mostrado actitudes definidas hacia las dos variables
físicas que hemos analizado: la complexión física y el color de piel de las personas.
No obstante, los sesgos mostrados hacia la complexión física han sido bastante más
marcados que respecto al color de piel. Concretamente, una importante mayoría de
los participantes eligió como compañero o compañera a una de las figuras delgadas y
rechazó a las de complexión robusta. Cuando tuvieron que atribuir rasgos como la
inteligencia, la justicia o la simpatía, las fotos de niñas y niños delgados fueron las más
elegidas, siendo la inteligencia el rasgo más asociado a este perfil físico. Las caracte-
rísticas opuestas (menos inteligente, justo o simpático) tendieron a asignarse a las
figuras que representan a niños y niñas obesos, siendo nuevamente la inteligencia la
característica que más se asoció a esta variable; en este caso, la carencia de inteli-
gencia en relación con la gordura.
Respecto al color de piel, como decíamos, se encontraron orientaciones similares
aunque menos marcadas. La tendencia general de los participantes fue elegir a figu-
ras blancas como preferidas (para compartir trabajo o fin de semana). Asimismo, los
adjetivos en forma positiva (inteligente y justo), se adscribieron a las figuras blancas
con más probabilidad que a las negras. Sin embargo, en todas las tareas, la com-
plexión física determinó las elecciones de los niños en mucha mayor medida que el
color de la piel.
En cuanto a las comparaciones intergrupales, nuestros resultados han revelado
más semejanzas que diferencias entre cursos, género y nacionalidad de los partici-
pantes, en contra de nuestras hipótesis respectivas. Concretamente, en las dos prime-
ras tareas de tipo sociométrico, en las que se pedía a los niños que eligieran y descartaran
a compañeros de juego o de trabajo, las respuestas fueron prácticamente equivalentes
independientemente del género, nacionalidad, edad y curso de los participantes. Sólo
se observaron algunas diferencias en las tareas de atribución de adjetivos, que
comentamos a continuación.
Respecto al género, no hubo diferencias entre las actitudes de los niños y las niñas
hacia el color de piel, tal y como se ha encontrado en otros estudios revisados (Aboud,
1988). En cambio, sí las hubo en las actitudes ante la gordura ya que, como tendencia
de grupo, las niñas atribuyeron adjetivos positivos a las figuras delgadas en mayor
proporción que sus compañeros varones. No obstante, niños y niñas mostraron igual
predilección por las figuras delgadas y rechazo a la gordura, a la hora de elegir posi-
bles compañeros de trabajo o de fin de semana. Estos datos parecen corroborar la
152
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
idea de Sigelman (et al., 1986), según la cual las diferencias de género podrían depen-
der de la medida particular de prejuicio usada en la investigación.
En cuanto a la nacionalidad de los participantes, un resultado inesperado fue la
escasa variabilidad en las actitudes de los españoles y los latinoamericanos. En ningu-
na de las tareas analizadas se observó que los niños latinoamericanos mostraran me-
nor nivel de prejuicio hacia la gordura que los españoles, lo cual contradice los resultados
de algunos estudios transculturales con adultos, que muestran menor nivel de prejuicio
hacia la gordura en países menos desarrollados (Crandall et al, 2001; Furnham y
Baguma, 1994). La discrepancia entre nuestros hallazgos y los de estos estudios podría
deberse a que los niños latinoamericanos que han participado en esta investigación
residían en España y no en sus países de origen, indicando que han asimilado ciertos
valores culturales (entre ellos los estéticos) de la sociedad en la que viven. Posiblemente,
muchos de los gustos y preferencias de los niños y adolescentes se forman en
concordancia con los de sus iguales más que con los de su propia familia. Sin embargo,
algunos estudios realizados en EEUU con adultos afroamericanos y euroamericanos,
encuentran diferencias en sus actitudes hacia la gordura, lo que contradice la idea de
una asimilación de los valores del grupo minoritario a los de la cultura dominante
(Cogan et al., 1996). Lamentablemente, hay muy pocas investigaciones con niños de
distintos grupos étnicos en un mismo país, por lo que no se puede identificar qué otros
factores determinan las actitudes en este ámbito.
Por último, respecto a la edad/curso de los participantes, se observaron algunas
asociaciones significativas con las actitudes, aunque menos de lo esperado. En con-
creto, los niños de cuarto de primaria atribuyeron más adjetivos positivos a las figu-
ras blancas-delgadas y las asociaron con más frecuencia a la inteligencia y a la justicia
que sus compañeros mayores. Esta tendencia concuerda con la mayoría de las inves-
tigaciones que dan cuenta de un descenso evolutivo del prejuicio hacia distintas va-
riables de la diversidad humana (Aboud, 1988; Crystal, Watanabe y Chin, 1997; Zalk
y Katz, 1978; Powlishta et al., 1994). En particular, nuestros resultados y los de
Powlishta indican una misma tendencia, consistente en un tenue pero progresivo
aumento con la edad de valoraciones positivas de las figuras gordas. Aún así, la pre-
ferencia por las figuras delgadas para compartir trabajo de clase, o como compañero,
de juego sigue siendo masiva incluso entre los participantes mayores.
Para terminar, mencionemos brevemente dos interacciones interesantes observa-
das en nuestro estudio entre la edad y nacionalidad de los participantes, por un lado,
y el género y la nacionalidad, por otro. En cuanto a la primera interacción, se observó
que los españoles de mayor edad (sexto grado), expresaron significativamente más
contrasesgos que los restantes grupos (españoles de cuarto, y latinoamericanos de
ambos cursos); en concreto, atribuyeron adjetivos negativos a las figuras blancas y
153
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
delgadas con más frecuencia que los otros grupos. Al contrario, los españoles de
cuarto grado fueron quienes manifestaron prejuicios más marcados hacia las figuras
negras y gordas, en comparación con los grupos restantes. Estas tendencias, opuestas
y extremas, en los dos grupos de españoles, podrían interpretarse en términos evolu-
tivos, como indicio de una disminución del prejuicio o aumento de los contrasesgos
con la edad. Sin embargo, considerando la ausencia de diferencias asociadas a la
edad entre los participantes latinoamericanos, son necesarios estudios longitudinales
para poder desvelar si se trata de un cambio evolutivo o no.
Respecto a la interacción entre el género y la nacionalidad de los participantes, las
diferencias se encontraron también en la tarea de atribución de adjetivos. Concreta-
mente, las niñas latinoamericanas expresaron los mayores niveles de favoritismo por
las figuras de piel blanca, siendo el grupo que más atribuyó los rasgos de inteligencia
y simpatía a dichas figuras. Al contrario, las niñas españolas formaron el grupo que
más contrasesgos expresó en esta tarea, pues realizaron más atribuciones de adjeti-
vos negativos a figuras blancas que el resto de grupos.
Todos estos resultados requieren ahora una interpretación más global. En primer
lugar, el grado en que nuestros participantes de sexto grado (11-12 años) mantienen
prejuicios hacia las personas de piel oscura es algo mayor de lo que se esperaba, ya
que en estudios previos se suele informar de actitudes étnicas más matizadas en estas
edades. Como se vio en la descripción del procedimiento, las consignas del cuestio-
nario, las fotos y las propias preguntas indujeron a los participantes a creer que esta-
ban eligiendo realmente futuros compañeros de actividades, tanto en el aula como
fuera de ella. Por tanto, se involucraron en la tarea con una motivación presumi-
blemente elevada y, por otra parte, con menos inclinación a dar respuestas social-
mente aceptables que si hubieran estado respondiendo a una situación hipotética. En
este sentido, tal condición pudo contribuir a que se dieran respuestas más sinceras.
En situaciones poco comprometidas, los niños y preadolescentes son muy capaces de
razonar en función de valores socialmente deseables (Rutland, 2004), mientras que
cuando la elección puede afectarlos, es mayor la influencia de los estereotipos y los
prejuicios en sus decisiones. Esta idea concuerda con las tesis de Devine (1989),
según la cual los procesos cognitivos implicados en los estereotipos y las creencias
personales son de distinta naturaleza. Los primeros se activan de forma automática y
no controlada, y podrían estar determinando las elecciones de nuestros participantes
en esta investigación. Los segundos se desarrollan lentamente y dependen de facto-
res cognitivos, conscientes y controlados, además suponen una reflexión sobre los
valores socialmente compartidos, que pueden estar detrás de las respuestas más ajus-
tadas a lo socialmente deseable y a situaciones menos comprometidas.
154
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
155
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
razón advierten muchos autores que los niños con sobrepeso no sólo se enfrentan a
problemas de salud, sino también a graves problemas psicológicos derivados del re-
chazo de sus iguales. En este sentido, una consecuencia práctica de nuestro estudio, es
alertar de la necesidad de cambios importantes en la forma en la que la sociedad presen-
ta la información y promueve las actitudes hacia las personas con sobrepeso. Algunos
programas recientes de intervención enfocados a la reducción de este tipo de prejui-
cios, se orientan, precisamente, a cambiar la percepción del peso como responsabilidad
exclusiva del individuo, y a explicar la compleja etiología de la obesidad (Anesbury y
Tiggeman, 2000; Bell y Morgan, 2000; Cameron, 1999; Hague y White, 2005).
Terminamos comentando algunas de las limitaciones de nuestro estudio que, en
conjunto, debe considerarse como un primer acercamiento a dos formas de prejuicio
contra la diversidad física en niños que viven en España. Respecto al prejuicio contra
la gordura, hemos de destacar que, a pesar de la creciente incidencia de problemas de
sobrepeso en niños, no tenemos constancia de ningún estudio previo en España que haya
abordado el prejuicio de los niños hacia la gordura. Una de las limitaciones de nues-
tra investigación, que debe subsanarse en estudios futuros, es no haber controlado la
complexión corporal de los participantes para valorar la relación de esta variable con
la intensidad del prejuicio. Como vimos, estudios previos indican que la gordura es
denigrada por la mayoría de la gente, independientemente de su propia complexión
física.
Por otra parte, es muy posible que el procedimiento empleado haya facilitado la
expresión abierta de los prejuicios, reduciendo la probabilidad de respuestas social-
mente deseables. Sin embargo, el haber utilizado fotografías para hacer creíble y
realista la situación y las consignas, ha dificultado la equiparación del material en
cuanto al atractivo físico de los personajes presentados. Esta limitación no es fácil-
mente subsanable, ya que los propios valores asociados al atractivo físico facial están
muy mediados por una de las variables que hemos estudiado, la complexión. En un
estudio posterior hemos introducido material nuevo compuesto por dibujos, lo que
nos ha permitido un mayor control de las variables aunque, lógicamente, en detri-
mento del realismo de la situación.
Por último, respecto a la participación de niños latinoamericanos en nuestro
estudio, una limitación destacable es no haber podido recoger datos concretos so-
bre sus familias, para poder valorar en qué medida se ha producido el proceso de
aculturación en sus distintos miembros. Aunque los resultados nos hacen pensar
que los valores de la cultura de acogida tienen una influencia mayor en ciertas
actitudes intergrupales que los de su cultura de origen, esta afirmación puede confir-
marse sólo mediante estudios futuros que analicen aspectos de la aculturación que
aquí no hemos controlado.
156
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
Referencias
Aboud, F. E. (1988), Children and Prejudice, Cambridge: Basil Blackwell, 1994.
Aboud, F. E.; M. Amato (2001), "Developmental and Socialization Influences on
Intergroup Bias", en S. L. Gaertner (eds.), Blackwell Handbook of Social
Psychology, Intergroup processes.
Anesbury, T. y M. Tiggemann (2000), "An Attempt to Reduce Negative Stereotyping
of Obesity in Children by Changing Controllability Beliefs", Health Education
Research, 15, pp. 145-152.
Argyle, M. (1991), Cooperation: The Basis of Sociability, Londres: Routledge.
Bell, S. y S. Morgan (2000), "Children's Attitudes and Behavioral Intentions Toward a
Peer Presented as Obese: Does a Medical Explanation for the Obesity Make a
Difference?" Journal of Pediatric Psychology, 25, pp. 137-145.
Bigler, R. S. y L. S. Liben (1993), "A Cognitive-developmental Approach to Racial
Stereotyping and Reconstructive Memory in Euro-American Children", Child
Development, 64, pp. 1507-1518.
Blaine, B.; D. DiBlasi y J. Connor (2002), "The Effect of Weight loss on Perceptions
of Weight Controllability: Implications for Prejudice Against fat People", Journal
of Applied Biobehavioral Research, 7, pp. 44-56.
Brand, E. S.; R. A. RuizyA. M. Padilla (1974), "Ethnic Identification and Preference:
A Review", Psychological Bulletin, 81, pp. 860-890.
Brewer, M. B. (1999), "The Psychology of Prejudice: Ingroup Love or Outgroup
Hate?", Journal of Social Issues, 55 (3), pp. 429-444.
Brylinsky, J. A. y J. C. Moore (1994), "The Identification of Body Build Stereotypes in
Young Children", Journal of Research in Personality, 28, pp. 170-181.
Cameron, J. (1999), "Self-esteem Changes in Children Enrolled in Weight Management
Program", Issues in Comprehensive Pediatric Nursing, 22, pp. 75-85.
Cohén, R. etal. (1989), "A Developmental Analysis of the Influence of Body Weight
on the Sociometry of Children", Addictive Behaviors, 14, pp. 473-476.
Cogan, J. C; etal. (1996), "A Comparison Study of United States and African Student
on Perceptions of Obesity and Thinness", Journal of Cross-Cultural Psychology,
27(1), pp. 98-146.
Cramer, P. y T. Steinwert (1998), "Thin is Good, Fat is Bad: How Early Does it
Begin?", Journal of Applied Developmental Psychology, 19, pp. 429-451.
Crandall, C. S. (1991), "Do Heavyweight Students Have More Difficulty Paying for
College?", Personality and Social Psychology Bulletin, 17, pp. 606-611.
(1994), "Prejudice Against Fat People: Ideology and Self-Interest", Journal
of Personality and Social Psychology, 66, pp. 882-894.
157
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
158
ACTITUDES HACIA LA DIVERSIDAD HUMANA
159
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Powlishta, K. (1990), Children's Biased Views of Male and Female Traits, Trabajo
presentado en la segunda convención Anual de la American Psychological Society,
Dallas, TX.
Powlishta, K. et al. (1994), "Gender, Ethnic, and Body Type Biases: The Generality of
Prejudice in Childhood", Developmental Psychology, 30(4), pp. 526-536.
Richardson, S. A. et al. (1961), "Cultural Uniformity in Relation to Physical Disabilities",
American Sociological Review, 26, pp. 241-247.
Rothblum, E. D. (1993), "Til Die for the Revolution but don't Ask me not to Diet":
Feminism and the Continuing Stigmatization of Obesity", en P. Fallón y M. Karzman
(eds.), Feminist Perspectives on Eating Disorders, Nueva York, NY, US: Guilford
Press, pp. 53-76.
Ruble, D. N. et al. (2004), "The Development of a Sense of 'We': The Emergence
and Implications of Children's Collective Identity", en M. Bennett y F. Sani (eds.),
The Development of the Social Self East Sussex, Inglaterra: Psychology Press.
Rutland, A. (2004), "The Development and Self-regulation of Intergroup Attitudes in
Children", en M. Bennett y F. Sani (eds.), The Development ofthe Social Self,
Nueva York: Psychology Press, pp. 247-265.
Sigelman, C. K.; T. E. Miller y L. A. Whitworth (1986), "The Early Development of
Stigmatizing Reactions to Physical Differences", Journal of Applied
Developmental Psychology, 7, pp. 17-32.
Sigelman, C. K. et al. (1986), "Gender, Physical Attractiveness, and Electability: An
Experimental Investigation of Voter Biases", Journal of Applied Social Psychology,
16(3), 229-248.
Sigelman, C. K. y N. L. Begley (1987), "The Early Development of Reactions to
Peers with Controllable and Uncontrollable Problems", Journal of Pediatric
Psychology, 12, pp. 99-115.
Stager, S. F. y P. J. Burke (1982), "A Reexamination of Body Build Stereotypes",
Journal of Research in Personality, 16, pp. 435-446.
Tajfel, H. (1982), "Social Psychology of Intergroup Relations", Annual Review of
Psychology, 33, pp. 1-39.
Thelen, M. H. et al. (1992), "Eating and Body Image Concerns Among Children",
160
8
Evaluación de un programa de educación ambiental
realizado en el contexto escolar1
Juan Ignacio Aragonés
Universidad Complutense de Madrid, España
María Amérigo
Universidad de Castilla-La Mancha, España
María Vercher
Comunidad Autónoma de Madrid, España.
Introducción
1
Esta investigación ha sido financiada por la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad
de Madrid.
161
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
162
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
conducta humana en este tipo de programas; no tanto por su supuesto estado de equi-
librio entre ellas, sino porque se trata de realizar una intervención integral que actúe
sobre los diferentes planos del comportamiento.
El objetivo central de este trabajo consiste, por tanto, en mostrar la evaluación en
los tres niveles comentados del programa "Llena tu patio de verde", implementado
en colegios públicos. Asimismo, también se analizará la evaluación realizada por los
propios sujetos que pasaron por dicho programa. Este tipo de actividades tienen una
fuerte presencia en el sistema escolar español, tal y como recoge C. Herrero (1989)
en su trabajo sobre la educación ambiental en España, ya que en 1983 tiene lugar el
primer trabajo sobre huertos escolares y el número va aumentando progresivamente
con el devenir de los años, lo que hace relevante el objetivo que aquí se propone
sobre este programa.
163
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Los cuatro colegios que se utilizan en esta investigación tienen patios con una
estructura similar, y aunque en principio hubiera sido mejor aplicar la evaluación del
programa a dos grupos del mismo colegio, dadas las dificultades de encontrar mues-
tras comparables en términos de la misma edad y en el mismo espacio, la selección se
hizo en función de las semejanzas entre sus espacios abiertos. Otra característica
común en todos los centros educativos, es la gran dificultad de aprendizaje, que pre-
senta un elevado número de alumnos, debido a carencias de tipo social y familiar.
Como la implantación del programa "Llena tu patio de verde" tuvo lugar a co-
mienzos del curso escolar, se esperó a que éste hubiera finalizado para proceder a la
evaluación de sus resultados; así pues, durante la primera semana de junio de 1995 se
realizó el trabajo de campo respectivo.
Dado que el programa fue aplicado a niños de edades muy diversas y encontrando la
dificultad de aplicar pruebas estandarizadas para todos los tipos de sujetos,, se recurrió
a la realización de dos estudios con pruebas adaptadas a cada nivel evolutivo, para man-
tener los objetivos generales pero aceptando los matices que las pruebas dan en cada caso.
Estudio I
Método
a) Participantes. El número de sujetos que participaron en la evaluación del programa
correspondiente al intervalo de menor edad (seis a ocho años) fue de 45 niños. Éstos
estaban distribuidos en dos grupos: 23 realizaron el programa (grupo Prog) y perte-
necían al colegio Joaquín Dicenta; y 22 no lo realizaron (grupo No prog) y correspon-
dían al colegio Antonio Orozco. Ambos grupos se distribuyen de forma muy similar
en cuanto a las variables sexo y edad, aunque debe hacerse notar que la proporción de
varones es mayor que la de mujeres en el primer grupo (65.2 y 34.8%, respectiva-
mente) frente al segundo (59.1 y 40.9%).
b) Instrumento. Dado que los niños pertenecientes a este estudio poseen una edad
en la que carecen de la fluidez verbal suficiente, así como de la capacidad de abstrac-
ción necesaria para contestar a preguntas abiertas, se optó por pedirles un dibujo
como medio de expresión para posteriormente analizar los elementos más represen-
tativos del discurso generados por el programa. La tarea consistía, por tanto, en rea-
lizar un dibujo del patio de su colegio en una hoja blanca tamaño DIN A4.
c) Trabajo de campo. Dos entrevistadoras entrenadas, y provistas de una guía de
instrucciones donde se describía cómo debía realizarse la tarea, pedían a los alumnos
en el aula que realizarán el dibujo.
164
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
Resultados
165
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
166
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
Prog No prog
(N=21) (N=23)
Marco espacial
Carácter general 26.1 54.5
Específica o concreta 73.9 45.5
Tipos de escenas
Natural 65.2 14.3
Humano 26.1 -
Construido 8.7 52.4
Mixto - 33.3
Actividad humana
Relacionadas con el programa 33.3 -
Deportivas o de juegos 66.7 70.0
Otras — 30.0
como el patio de su colegio en términos de lo verde en mayor medida que los sujetos
de la misma edad que no pasaron por el programa.
Estudio II
Método
iprog) pertenecen al colegio Joaquín Dicenta y los 24 que no lo han pasado (no prog)
pertenecen al colegio Maris Stella. La distribución de los dos grupos respecto al sexo
es bastante similar: 57.1% de varones frente a 42.9% de mujeres en el primer colegio
y 54.2% de varones frente a 45.8% de mujeres en el segundo.
b) Instrumento. Como técnica, se recurrió a la elaboración de un informe
autoadministrado, es decir, un texto compuesto por preguntas abiertas y sin ninguna
estructuración, en las que el sujeto debía hacer una redacción libre; además, se les
pedía responder también algunas preguntas cerradas. El número de interrogantes que
contenía el instrumento diseñado, variaba en función de si el sujeto había o no pasado
por el programa; por lo tanto, quienes lo hicieron tenían que responder a otras cuatro
preguntas que versaban exclusivamente sobre el programa. En este trabajo tan sólo
se da cuenta de los resultados correspondientes a las dos primeras preguntas cuya
forma de registrar la respuesta era a través de una redacción libre, y a las cuatro
últimas que estaban referidas a la evaluación del programa.
c) Trabajo de Campo. Una vez finalizado el programa, dos entrevistadoras entre-
nadas y provistas del protocolo correspondiente aplicaron de forma colectiva el ins-
trumento diseñado.
Resultados
En un primer término, se analizan los discursos literarios realizados por los sujetos en
torno del patio de su colegio y, posteriormente, se presentan los resultados correspon-
dientes para la evaluación del programa que hacen los sujetos que participaron en él.
Con este análisis se trata de saber en qué medida el discurso sobre el patio es diferente
en los dos grupos; es decir, si es distinta la evaluación de la actividad humana en los
niveles de conocimiento, afecto y conducta, utilizando como marco de referencia la
redacción sobre el patio del colegio que hacían todos los sujetos como primera tarea.
Para llevar a cabo este análisis se tomaron tres elementos morfológicos del discur-
so de cada sujeto: los nombres comunes, los adjetivos y los verbos que supongan
cierta actividad; cada uno de ellos podrá suministrar información relevante a las tres
vertientes del comportamiento estudiado.
Por lo que respecta a los nombres mencionados, éstos se pueden relacionar con el
grado de conocimiento que posee el sujeto, aunque obviamente no sea el único ele-
mento gramatical que pueda serle atribuido. No obstante, al menos se puede aceptar
168
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
que los nombres comunes permiten saber cuáles son los elementos sobre los que se
puede predicar algo, y cuáles son los objetos que componen el espacio que se está
evaluando. Las categorías ad hoc que se utilizaron para analizar el discurso desde
esta vertiente aparecen reflejadas en la tabla 2.
Por lo que se refiere al componente connotativo analizado a través de los diferen-
tes adjetivos, se recurrió como criterio de categorización al clásico trabajo de Osgood,
Suci y Tannenbaum (1976) sobre la técnica del diferencial semántico.
Finalmente, para analizar la conducta que se presenta en el patio, se ha seguido un
procedimiento similar al llevado a cabo para el análisis de los nombres, resultando
las categorías que aparecen en la tabla 2.
Los resultados referidos a los elementos que componen la descripción del patio en
ambos grupos pueden observarse en la tabla 2, que da cuenta tanto del número de
nombres diferentes como de la frecuencia total y el porcentaje correspondiente
de nombres mencionados por cada grupo. Merece destacarse que los sujetos que han
pasado el programa mencionan 114 veces diversos tipos de nombres. De esa frecuen-
cia, más de la mitad (64.7%) se relaciona con elementos vegetales o con el programa
"Llena tu patio de verde".
Este resultado destaca positivamente cuando se compara con los sujetos que no
han pasado por el programa, ya que éstos ofrecen resultados de una frecuencia total
de 142 nombres, de la cual sólo 19% corresponden al programa o a temas vegetales.
Teniendo en cuenta que el número de sujetos del primer grupo es ligeramente menor
que el del segundo, puede concluirse que el programa se hace presente cuando los
niños tratan de "ver su patio".
Los sujetosprog hacen referencia a la categoría deportes y/o instalaciones depor-
tivas en dos ocasiones frente a las 37 veces que aparecen en los sujetos no prog. Este
resultado es opuesto al correspondiente a vegetación y elementos relacionados con el
programa. En la misma línea se producen los resultados de las categorías gente y
elementos constructivos, donde los sujetos prog hacen menores referencias a ambas
categorías que los sujetos no prog.
La evaluación afectiva del patio viene dada por los componentes connotativos
que se derivan de la técnica de diferencial semántico. En la tabla 2 se puede ver la
importancia del componente evaluativo de carácter positivo. Los sujetos prog seña-
lan seis adjetivos diferentes con connotación positiva y que suponen un porcentaje de
43.7% del total de adjetivos mencionados. Por su parte, los sujetos no prog sólo
mencionan tres adjetivos positivos que suponen 13.9% del total.
El componente potencia es mayor en los sujetos no prog frente a los prog desta-
cando las menciones prácticamente exclusivas del adjetivo grande con porcentajes
de 41.7 y 28.1%, respectivamente.
169
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Prog No prog
(N=21) (N=23)
(A) Número de elementos; (B) Frecuencia, y (C) Porcentaje sobre la suma total de frecuencias.
•"Continentes de la redacción: patio y colegio.
170
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
sido de 41, de las que sobresalen aquéllas relacionadas con el programa, y que repre-
sentan 75.6% del total. Por el contrario, los sujetos noprog mencionan un total de 20
actividades, de las cuales la mitad están dedicadas al juego y al deporte.
Mediante la pregunta dos del autoinforme, los sujetos tenían que pensar en cómo
era su patio hace un año y qué diferencias encontraban en él actualmente. Las res-
puestas a esta cuestión permiten tener conocimiento sobre la evaluación de la percep-
ción del patio una vez producidos los cambios generados por el programa.
Por otra parte, y a pesar de que la pregunta sólo pedía señalar las cosas nuevas, la
mayoría de los sujetos señalaron tanto los elementos presentes en el patio antes del
programa, como aquÉllos que aparecieron con posterioridad. Esta diferenciación hizo
que en el análisis subsiguiente se distinguiera entre el patio antes del programa ("pa-
tio antiguo") y después del programa ("patio nuevo"), ya que podría permitir analizar
en mayor medida analizar cuál era el sustrato del discurso manifiesto.
Tal y como puede apreciarse a simple vista en la tabla 3, el mayor número de
frecuencias hace referencia al patio nuevo, siendo la frecuencia más alta la que
corresponde a la categoría vegetación alcanzando un porcentaje de 58.8% en los
sujetos prog frente a 7.2% en los no prog. Asimismo, también es de destacar el
hecho de que los primeros señalan 10 elementos diferentes referidos o relaciona-
dos con el programa, frente a los segundos que tan sólo mencionan cuatro elemen-
tos distintos.
En el mismo sentido, los sujetos que no pasaron por el programa obtienen el por-
centaje más alto (51%) en la casilla correspondiente a elementos constructivos, de tal
forma que mencionan en mayor medida los deportes o las instalaciones deportivas en
relación a los sujetos que no pasaron por el programa.
Por lo que respecta a las referencias respecto a las cosas que había en el patio
antes de la implantación del programa, vale la pena llamar la atención sobre el hecho de
que la categoría vegetación alcanza 30% en los sujetos prog y un porcentaje nulo en
los no prog; sin embargo, este resultado se invierte en la categoría elementos cons-
tructivos. Parece que la comparación entre el patio nuevo y el antiguo hace referencia
a los elementos de vegetación en los sujetos que pasaron por el programa, mientras
que los que no lo hicieron utilizan más los aspectos constructivos.
La frecuencia de los elementos connotativos con que se describe el patio antes de
pasar el programa y el patio después del mismo, se recogen en la tabla 3. Entre ellos
destaca que la dimensión evaluativa es positiva cuando se hace referencia al patio
nuevo, y negativa cuando la descripción se refiere al patio antiguo. Además, los suje-
tos que han pasado por el programa utilizan mayor número de adjetivos negativos
para describir el patio antiguo, mientras que los individuos no prog utilizan más
adjetivos positivos para describir el patio nuevo. Este resultado podría deberse E que
171
Tabla 3. Número de elementos mencionados, frecuencias y porcentajes en la redacción
sobre la percepción del patio antes vs después del programa
Patio antig uo Patio luevo
Prog No prog Prog No prog
(N=21) (N=24) (N=21) (N=24)
(A) (B) (C) (A) (B) (C) (A) (B) (C) (A) (B) (C)
(A) Número de elementos; (B) Frecuencia; (C) Porcentaje sobre la suma total de frecuencias.
*Continentes de la redacción: patio y colegio.
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
los sujetos que han pasado por el programa destacan más lo negativo de lo antiguo,
quizás para hacer un énfasis mayor en el cambio conseguido a través del programa.
Los resultados de este apartado están referidos únicamente a aquellos sujetos que
realizaron el programa, tratando de conocer cuál era la valoración general del mismo
y qué actividades de las desarrolladas eran mejor evaluadas por los niños.
Para la primera cuestión se pidió a los sujetos que evaluaran el programa en una
escala de uno a 10 puntos. Los resultados son altamente positivos ya que alcanzaron
el valor medio de una puntuación de 9.5 y una desviación típica de 0.928. Este resul-
tado coincide con las referencias positivas que se hacen sobre el programa a lo largo
de las preguntas abiertas. De hecho, se trató de cuantifícar hasta qué punto en la
primera pregunta donde al sujeto se le pedía una redacción sobre su patio, se daban
referencias espontáneas sobre el programa y cuál era el signo de éstas. Uno de los
investigadores clasificó cada una de las redacciones atendiendo primero a la aparición
referencia al curso y, en segundo término, a si dicha referencia era positiva, negativa
o neutra. Los resultados de este análisis permiten afirmar que prácticamente todos los
sujetos que han pasado por el programa (90.5%) han hecho alguna referencia al
mismo cuando describían el patio, mientras que 66.7% de ese total lo hizo en sentido
positivo.
El aspecto particular que más les había gustado del programa está relacionado con
la actividad agrícola, ya que 76.2% así lo indicó, destacando entre ellas la de "plan-
tar" que alcanzó 33.3%. Por otro lado, aspectos como la interacción entre los partici-
pantes del programa apenas y tuvieron incidencia, pues sólo 19% indicó alguna cuestión
relacionada con este asunto.
Conclusiones
En el primer estudio se han obtenido resultados satisfactorios desde el punto de vista
de la eficacia del programa, al menos en referencia al espacio inmediato con el que
los niños interactúan: el patio de su colegio. Podría entenderse que los niños de seis
a ocho años de edad han desarrollado ciertas capacidades para captar la realidad en
términos de lo verde de forma más sobresaliente que los sujetos de la misma edad que
no pasaron por el programa.
173
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
174
EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
Referencias
Aragonés, J. I. (1990), "Conservación de recursos naturales: agua, suelo y energía",
en R. de Castro; J. I. Aragonés y J. A. Corraliza (comps.), La conservación del
entorno. Programas de intervención en Psicología Ambiental, Sevilla: Junta
de Andalucía.
Benayas, J. (1992), Paisaje y Educación Ambiental. Evaluación de cambios de acti-
tudes hacia el entorno, Madrid: MOPT.
y C. Mareen (1994), "El cambio de actitudes y comportamientos en educa-
ción ambiental", // Congreso Andaluz de Educación Ambiental. Ponencias y
Resúmenes de Comunicaciones, Sevilla: Junta de Andalucía.
Corraliza, J. A. (1994), "La cuestión ambiental y el comportamiento humano", //
Congreso Andaluz de Educación Ambiental. Ponencias y Resúmenes de Co-
municaciones, Sevilla: Junta de Andalucía.
De Castro, R. (1994), "Modelos y estrategias para el cambio de actitudes y compor-
tamientos ambientales", // Congreso Andaluz de Educación Ambiental, Ponen-
cias y Resúmenes de Comunicaciones, Sevilla: Junta de Andalucía.
Fernández Bermudo, A. (1994), "Evaluación de programas educativos en el campo
de la educación ambiental", // Congreso Andaluz de Educación Ambiental. Po-
nencias y Resúmenes de Comunicaciones, Sevilla: Junta de Andalucía.
Ford, P. M. (1981), Principies and Practices of Outdoor /Environmental Education,
Nueva York, John Wiley & Sons.
González Bernáldez, F. (1983), "Evaluación crítica y perspectivas", Comunicaciones
I Jornadas de Educación Ambiental, Barcelona: Sitges.
y J. Terradas Serra (1989), "La educación ambiental en España", en
Educación ambiental: Situación Española y Estrategia Internacional, Madrid:
MOPU.
Herrero, C. (1989), "La educación ambiental en España, en 1987. Balance y perspec-
tivas", en Educación ambiental: Situación Española y Estrategia Internacional,
Madrid: MOPU.
Osgood, C; G Suci y R Tannenbaum (1976), La medida del significado, Madrid:
Gredos.
Rico Vercher, M. (1992), El aprendizaje de valores en educación ambiental, Madrid,
MOPT.
Sureda, J. y A. J. Colom (1989), Pedagogía Ambiental, Barcelona: Ediciones Cea.
175
9
Enseñanza de valores a través de la literatura:
Un estudio con adolescentes mexicanos
Leticia Magdalena Hernández Martín del Campo
Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México1
Introducción
1
Los autores agradecen el invaluable apoyo de Ménica Ramírez en la fase de recolección de datos
del presente estudio. Correspondencia con la primera autora: Leticia Magdalena Hernández Martín del
Campo: letmag_mty@hotmail.com
177
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
178
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
de forma que dejó como resultado una enseñanza con base en un sistema modular;
sino un planteamiento que buscaba sobre todo rescatar la premisa de privilegiar una
educación integral eminentemente formativa, en la que la enseñanza de valores uni-
versales desempeña un papel fundamental. A través de ese programa, la UANL
plasma la convicción de la función esencial de la educación en el desarrollo continuo
de la persona y de la sociedad, por lo que busca, a través de diferentes medios y
estrategias, que sus estudiantes logren adoptar las habilidades de este perfil. Dicha
reforma se resume en lo siguiente:
Entre las modificaciones más relevantes que logró la Reforma Académica con
respecto al currículo, está la unión de dos asignaturas: Taller de redacción y Taller de
Lecturas Literarias. Ambas se fusionaron con el nombre de Español, el cual se divi-
dió en cuatro módulos, correspondientes cada uno a los respectivos cuatro semestres
que integran los dos años de preparatoria:
ESPAÑOL 1 Módulo l. Técnicas de comprensión de lectura.
ESPAÑOL 2 Módulo m. Estructura y formas de la comunicación escrita.
ESPAÑOL 3 Módulo v. La obra literaria y el sistema de valores.
ESPAÑOL 4 Módulo vm. El estudio de las variables sociedad, historia, econo-
mía, religión y arte en el texto literario.
Este trabajo centra su atención en el curso de ESPAÑOL 3 Módulo v: "La obra
literaria y el sistema de valores", que se imparte en el tercer semestre. Para llevar este
módulo, los estudiantes debieron aprobar los dos cursos anteriores: el Módulo i (80
horas), centrado en el desarrollo de habilidades de lectura y escritura con base en
técnicas de comprensión de lectura y redacción práctica y el Módulo ni (80 horas),
que enfatizó su atención en el acercamiento a los géneros periodísticos y la investiga-
ción documental. ESPAÑOL m Módulo v aproxima a los estudiantes a la literatura
con un enfoque axiológico. Este curso de 40 horas se divide en cuatro unidades:
179
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
El texto que se utiliza para este curso fue preparado por un grupo de especialis-
tas. Es único y oficial para todas las preparatorias de la UANL, y cada unidad inclu-
ye un marco teórico mínimo que orienta la experiencia de lectura. El valor del texto
estriba en la nutrida antología de obras literarias de diferentes géneros (cuento, ensa-
yo, relato, poesía y novela corta). Los autores de estas obras son escritores locales de
cierto reconocimiento, hasta autores de prestigio internacional. Entre éstos últimos
están Octavio Paz, Alfonso Reyes, Mario Benedetti, Elena Poniatowska, Antoine
de Saint'Exupery, Isabel Allende, José Emilio Pacheco, Pedro Garfias y Juan José
Arreóla.
Estudios previos han encontrado que la lectura de textos en general tiene efectos
positivos en comportamientos socialmente esperados. Por ejemplo V. Corral (1996)
detalla la influencia indirecta del consumo de literatura en conductas de rehuso y de
reciclaje en una muestra que combinaba adultos y adolescentes. La pregunta es si
esta lectura afecta además a los sistemas de valores y si éstos pueden influir en el
comportamiento prosocial.
De acuerdo con el objetivo general del programa de Literatura y Valores, el alumno
desarrollará la lectura comprensiva de los textos literarios para examinar en ellos el
sistema axiológico propuesto por los autores a través de la problemática del ser hu-
mano y su postura ante los valores, relacionándolo con los aspectos diarios de su vida
y otras manifestaciones artísticas, y desarrollando su pensamiento crítico mediante la
lectura analítica y la elaboración de juicios de valor manifestados en sesiones de
debate. Los objetivos específicos del programa de Literatura y Valores son:
180
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
El texto que se utiliza durante este curso fue preparado por un grupo de profesoras
(comité académico) elegidas para ese fin. La existencia de este programa obligatorio
y el hecho de que no haya reportes de su evaluación hasta la fecha, motivó el desarro-
llo del presente estudio. Con ese fin, consideramos un instrumento ampliamente co-
nocido: la escala de valores universales de S. Schwartz (1992, 2002), validada en un
buen número de países y diferentes culturas alrededor del mundo. Este instrumento
fue aplicado a dos grupos de estudiantes de la UANL, uno en una zona urbana de gran
población y otro en una semirrural, antes y después de desarrollar el programa de
Literatura y Valores. Adicionalmente, aplicamos un instrumento que mide la conduc-
ta proambiental, elaborada por uno de los autores del presente escrito junto con otros
investigadores, el cual serviría como referente del cambio conductual inducido por el
programa.
Hipótesis
1. Un curso de Literatura con un enfoque axiológico y de sólo 40 horas, puede
modificar la visión sobre los valores en jóvenes de preparatoria.
181
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Método
a) Participantes. Se eligieron 206 estudiantes (126 mujeres y 80 hombres) de nivel
medio superior pertenecientes a dos escuelas públicas de Nuevo León, México. Ciento
uno estudiantes asisten a una escuela situada en la zona metropolitana de la ciudad de
Monterrey (5 millones de habitantes) y los restantes 105 lo hacen en una institución
ubicada en una zona semirrural (Poblado de Santiago, Nuevo León, de aproximada-
mente 10 mil habitantes). La edad promedio de los participantes era de 15.6 años (D.E.
= .57) y su promedio de calificaciones de 82.7 (D.E. = 7.47) en una escala de 0 a 100.
Por otra parte, 71% de los jóvenes provenían de familias con ingresos mensuales
entre 2 500 y 12 mil pesos mexicanos. Ni la edad ni el promedio de calificaciones
difirió significativamente en las dos muestras. Tampoco hubo diferencias significati-
vas en la distribución del ingreso familiar.
b) Instrumentos. Se empleó un cuestionario que contenía la versión completa de
la escala de valores universales propuesta por Schwartz (1992). A los participantes se
les presentó el listado que contiene estos 56 valores y se les pidió que evaluaran en
qué medida cada valor era importante como guía para su vida. El listado se contesta
considerando un formato de respuesta tipo Likert de siete opciones en donde 1 es
"nada importante" y 7 "de suprema importancia". Schwartz identifica dos dimensio-
nes que subyacen a su listado. Una de ellas representa los valores de Autorrealce, que
promueven el bienestar y el desarrollo de las capacidades personales; entre éstos, se
encuentran los de Poder, Logro, Hedonismo, Estimulación y Autodirección. La otra
dimensión es la de los valores de Autotrascendencia, los cuales se dirigen hacia el
bienestar de los otros y hacia la preservación del ambiente; los valores considerados
en esta dimensión son los de Universalismo, Benevolencia, Tradición, Conformidad
182
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
y Seguridad. Por la similitud encontrada entre las respuestas a los valores de Hedo-
nismo y Estimulación, se convino en unirlos en un solo tipo, denominado Hedonis-
mo-Estimulación. Tres de los reactivos de la subescala de Universalismo (unión con
la naturaleza, un mundo de belleza y protección al medio ambiente) fueron separados
de la misma, para conformar una subescala aparte, a la que denominamos Valores
ambientales. Se consideraron de manera separada debido a que la conducta prosocial
de referencia a considerar era la proambiental.
Además, se emplearon, cinco reactivos de la escala de Conductas Protectoras del
Ambiente (CPA), de Corral et al. (2002). Éstos miden la frecuencia con la que los
participantes se involucraron en conductas proambientales (como rehusar, reciclar,
ahorro de agua en ducha rápida, etc.) en los últimos siete días. Aunque la escala
muestra mejor bondad de ajuste cuando se modela de manera multidimensional, los
indicadores son aceptables en un modelo unidimensional (idem), por lo que se decidió
emplear esos reactivos representando un constructo único de CPA. Al cuestionario se
le agregaron preguntas acerca de las características demográficas de los
participantes y de sus familias, del promedio de calificaciones en el periodo escolar
previo al que se cursaba, así como el número de libros extracurso (y los títulos de
éstos) que los estudiantes habían leído en los últimos seis meses.
c) Procedimiento. El instrumento se aplicó en dos ocasiones (pre y posttest) en
los salones de clase de los estudiantes, previa autorización de los directores de
escuela y de los profesores responsables de los cursos. Elpretest se administró una
semana antes del inicio del programa de Literatura y Valores. El pos test fue aplicado
un día después de finalizado este programa, lo cual ocurrió ocho semanas después
de su inicio. La duración del llenado del cuestionario fue de aproximadamente 20
minutos.
Resultados
En la tabla 1 se muestran las estadísticas univariadas y el alfa de Cronbach para las
subescalas que constituyen el instrumento aplicado, tanto en la situación del pretest
(PRE) como en la del postest (POST). En general, las subescalas de la dimensión de
Autotrascendencia produjeron los puntajes más altos, tanto en la situación de pretest
como en la de postest. Esto se manifiesta especialmente en los valores de Conformi-
dad y de Benevolencia. Los puntajes más bajos se encontraron en los valores de
Poder, Hedonismo-Estimulación, pero también en los valores ambientales.
Es de notarse que la consistencia interna, indicada por el alfa de Cronbach, se
incrementó ligeramente en cinco de las nueve subescalas probadas. Se produjo un
183
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
184
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
185
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
186
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
*p<.05 ***p<0001
187
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
188
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
Discusión
Los resultados de este estudio señalan una dirección promisoria a seguir en la ense-
ñanza de valores universales, al menos entre adolescentes. Un programa de Literatu-
ra y el Sistema de Valores de sólo 40 horas, parece haber promovido un desarrollo en
ese esquema en una de las dos muestras estudiadas. Aunque sólo se modificaron de
manera estadísticamente significativa las respuestas a tres de las nueve subescalas
de valores, todas las subescalas recibieron respuestas de mayor aceptación tras concluir
el programa. Esto se manifestó también en incrementos en las dos dimensiones de
valores propuestas por Schwartz (1992): la de Autorrealce y la de Autotrascendencia;
aunque sólo la primera lo hizo de manera significativa.
El que la muestra semirrural no haya producido los resultados esperados, revela
quizá problemas en la implementación del programa en esa escuela, los cuales debieran
ser evaluados por los instrumentadores del mismo. También es probable que los eleva-
dos niveles de valores (6.14 para Autotrascendencia y 5.45 para Autorrealce) que mani-
festaron desde el pretest los estudiantes de la escuela semirrural, hayan dificultado un
cambio hacia niveles aún mayores de respuesta. Es necesario evaluar con detalle las
condiciones en las cuales opera este programa en ambas escuelas, para determinar las
influencias que pudieran estar afectando el efecto positivo del mismo.
Si estos resultados son reveladores, los que lo complementan son de mayor inte-
rés pues arrojan los análisis de correlación entre variables, así como las estimaciones
de la confiabilidad de las escalas para las dos muestras de estudiantes combinadas.
De acuerdo con estos análisis, la consistencia interna de la mayoría de las subescalas
de valores se incrementó después del programa de literatura. Si bien es cierto que
esto pudo deberse, al menos en parte, a un efecto de la aplicación posterior del mismo
instrumento, es plausible suponer que los contenidos del programa hayan promovido
la congruencia al interior de cada dimensión de valores. El efecto es mucho más
notorio en el cambio experimentado en las respuestas a la escala de comportamiento
proambiental, la cual incrementó su índice de consistencia interna de un pésimo . l i a
un más aceptable .40. Esto pudiera indicar que el programa de Literatura y Valores
ayudó a transformar una serie de conductas ambientales esperadas que se encontra-
ban disgregadas, a una de mayor congruencia e integración, tal y como se espera de
un comportamiento proecológico (Cobb, 1999). Estos resultados avalan también la
189
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
idea de que los valores pueden (y deben) manifestarse como conductas abiertas y no
sólo como ideales abstractos (Gutiérrez, 1996; Kaiser, Woelfíng y Fuhrer, 1999).
Otro efecto positivo del programa se refleja en las correlaciones entre los valores,
la lectura de libros y la conducta proambiental, ya que encontramos un cambio noto-
rio en ellas tras la aplicación del programa de literatura y valores. En el pretest, a
pesar de que los valores de Autotrascendencia, de Autorrealce y los Ambientales se
relacionaron significativamente entre sí, sólo los valores ambientales covariaron con
una de las dos variables consideradas: la lectura de libros extraescolares. La correla-
ción fue pequeña, pero significativa y positiva, pues mostraba que antes del progra-
ma de literatura había una ligera tendencia hacia los valores ambientales entre aquellos
estudiantes que consumían un número mayor de libros extraescolares. Esto reforzó la
idea de que un programa de literatura específicamente estructurado para la enseñanza
de valores podría ser funcional. Y es que tras el programa de literatura y valores, el
peso de esa correlación se incrementó notoriamente, pero además, la lectura de libros
extraescolares pasó a adquirir una influencia significativa en el comportamiento
proambiental. Aparte, también como consecuencia del programa, se observó un efec-
to significativo de los valores ambientales en la conducta proambiental. Todos estos
efectos eran esperados y muestran que aún en las condiciones restringidas de aplica-
ción del programa (especialmente las temporales), es posible esperar la instauración
de congruencia entre el sistema de valores y la conducta socialmente deseada, como
la proecológica.
Las estudiantes produjeron niveles de respuesta mayores a los de los hombres
para los valores de Autotrascendencia, mientras que éstos exhibieron más valores de
Autorrealce que las mujeres. Por otra parte, las mujeres reportaron leer más libros
extraescolares que los estudiantes varones. Debido al efecto que parece tener la lec-
tura en el desarrollo de valores, así como en el despliegue de conductas socialmente
esperadas, estos resultados parecen indicar la necesidad de acortar (o hacer desapare-
cer) la brecha existente entre esa preferencia más notoria por los libros entre las
adolescentes y la menor que exhiben los hombres.
Los dos sistemas de valores, Autotrascendencia y Autorrealce, son igualmente
importantes para el desarrollo de un ser humano pleno, aunque parece existir un
sesgo cultural que privilegia a alguno de los dos en diferentes sociedades: los valores
de Autorrealce son predominantes en culturas individualistas (como las europeas o la
norteamericana), mientras que los de Autotrascendencia son enfatizados en las socie-
dades colectivistas, como la mexicana (véase Ros, 2002; Gouveia, 2002). Sin embar-
go, pareciera ser que ésta última deja caer el peso de los ideales de comportamiento
altruista en las mujeres, mientras que la auto-promoción y por lo tanto, la procuración
de más logros, (poder, libertad y hedonismo-estimulación), se deja preferentemente
190
ENSEÑANZA DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA
para los varones. Esto no sólo es injusto e inequitativo sino que puede impedir el
desarrollo de un potencial máximo para el despliegue de conductas socialmente es-
peradas (Corral, 2001).
En conclusión, a pesar de las limitaciones que este estudio presenta (pequeño
tamaño de la muestra, insuficiente representatividad de las escuelas seleccionadas,
uso de un autorreporte para medir el comportamiento proambiental, entre otras), nos
revela que un programa promotor del desarrollo de los valores, que emplea como
vehículo la Literatura, no sólo puede lograr ese objetivo central, sino que además, en
cierta medida, hace congruente una serie de conductas prosociales, al conectarlas
con los valores enseñados. Así, estas predisposiciones guían el comportamiento posi-
tivamente y dejan de ser meros ideales para manifestarse en acciones de provecho
para la sociedad y para el propio individuo que las aloja.
Referencias
Cardona S. (2000), Formación de valores: Teoría, reflexiones y propuestas. (2a.
ed. corregida), México: Grijalbo.
Cobb, T. B. (1999), "On the Miscibility of Science and Environmental Education",
Journal of Environmental Education, 31, pp. 5-10.
Corral, V. (1996), "A Structural Model of Reuse and Recycling in México",
Environment & Behavior, 28.
Corral, V. (2001), Comportamiento Proambiental. Una introducción al estudio de
las conductas protectoras del ambiente, Tenerife, España: Resma.
Corral, V. y N. S. Corral (2004), "Ambientes generadores de la delincuencia juvenil",
en M. Frías y V. Corral (eds.), Delincuencia juvenil, aspectos sociales, jurídi-
cos y psicológicos, México: Conacyt-UniSon.
Corral, V. et al. (2001), Conductas protectoras del ambiente, en V. Corral (ed.),
México: Conacyt-UniSon.
Gouveia, V. V. (2002), "El individualismo y el colectivismo formativo: comparación
de dos modelos", en M. Ros; y V. Gouveia (eds.), Psicología social de los valo-
res humanos, Madrid: Biblioteca Nueva.
Guevara, M. L.; M. Frías y I. Castell (2004), "Procesos cognoscitivos asociados a la
conducta antisocial en menores", en M. Frías y V. Corral (eds.), Delincuencia
juvenil, aspectos sociales, jurídicos y psicológicos, México: Conacyt-UniSon.
Gutiérrez, D. (1996), "Valúes and Their Effect on Pro-environmental Behavior",
Environment & Behavior, 28, pp. 111-133.
191
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
192
10
Medición de competencias proambientales
en adultos y en niños
Víctor Corral Verdugo, Blanca S. Fraijo Singy César O. Tapia Fonllem
Universidad de Sonora, Hermosillo, México
Introducción
193
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
1996; Corral 2001; Chawla y Heft, 2002). En todos los casos queda claro que el
propósito de la educación ambiental no es sólo el de informar, promover la conciencia
ecológica o dotar de habilidades de solución de problemas, sino de integrar un
conglomerado de variables disposicionales (actitudes, motivos, conocimientos, valores,
habilidades) que predispongan, guíen y posibiliten la preservación del ambiente. En el
ánimo de procurar esta integración, Corral (2001; 2002) propuso el concepto de Com-
petencias Proambientales, definiéndolas como "la posesión de habilidades en res-
puesta a requerimientos de protección ambiental". En este modelo conceptual, dichas
habilidades se manifiestan como respuestas efectivas de cuidado del ambiente, mien-
tras que los requerimientos ante los cuales se manifiestan, incluyen las normas y los
valores sociales, así como a las creencias, los motivos, las percepciones y los cono-
cimientos ambientales.
El propósito de este capítulo es exponer el desarrollo del concepto de competen-
cias proambientales, desde su planteamiento teórico y las bases que le sustentan,
hasta las pruebas del modelo mediante estudios empíricos con adultos, en primera
instancia, y en niños, en una aplicación ulterior. Mediante esta exposición se trata de
plantear las ventajas de operacionalizar la conducta proambiental como comportamiento
competente, abordar sus posibles limitaciones y señalar los aspectos de investigación
que pudieran o debieran abordarse para estudiar este constructo.
194
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
1
Las habilidades proambientales implican identificar los problemas del medio, razonar criticamente
para plantear soluciones adecuadas y actuar solucionando los problemas del ambiente (Corral-Verdugo,
Frías y Corral, 1996; Hungerford, Peyton y Wilke, 1980).
195
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
instalar dispositivos de ahorro de agua, reparar fugas del líquido, elaborar composta,
etc.). La tabla 1 muestra un ejemplo de medición de habilidades instrumentales del
cuidado del agua.
Investigador: Lleve ahora a la persona ante la situación que corresponda: Enfrente de un lavatrastos y
frente a una gotera.
Califique:
¿Cerró la llave del agua mientras no enjuagaba los trastos? Sí (1) No(0)
¿Abrió la llave a menos de la mitad de su capacidad? Sí(l) No(0)
¿Cerró el tapón del drenaje del zinc para enjuagar? Sí (1) No(0)
¿Lavó y enjuagó, todo a la vez? Sí(l) No(0)
¿Enjabonó todos los trastos a la vez? Sí (1) No(0)
¿Hizo otra cosa para ahorrar agua? ¿Qué? Sí (1) No(0)
Califique:
¿Identificó el problema de la gotera? Sí(l) No(0)
¿Empleó los materiales adecuados? Sí (1) No(0)
¿Reparó la gotera? Sí (1) No(0)
¿Hizo otra cosa para ahorrar agua? /.Qué? Sí(D No(0)
Aunque las HPA son importantes para producir conductas protectoras del medio, es
importante considerar el alcance de estas capacidades. Las habilidades son respues-
tas efectivas invariantes a requerimientos también invariantes. Esto significa que
una habilidad implica hacer bien una misma cosa (la invariabilidad de la respuesta)
ante el mismo problema (el requerimiento invariante). Esta característica, como
veremos, puede significar una diferencia a la hora de decidir trabajar con habilidades
o con competencias ambientales.
196
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
Competencias proambientales
F. Steele (1980: 225) definió por primera vez a la competencia ambiental como "la
habilidad de las personas para afrontar sus contextos inmediatos de una manera efec-
tiva y estimulante". Aunque este autor estaba más interesado en describir acciones
que produjeran un beneficio directo para el individuo (es decir, sacando ventaja del
ambiente), queda claro que algunas competencias ambientales pueden también resul-
tar en un beneficio para el ambiente si conducen a la preservación de los recursos
naturales. A su vez, este beneficio afectaría al individuo, dado que un ambiente físico
preservado promovería un bienestar para él.
La competencia proambiental implica la posesión de habilidades o destrezas en
respuesta a requerimientos de cuidado del ambiente (Corral-Verdugo, 2002). A dife-
rencia de las habilidades, las competencias pueden ser variantes, es decir, un indivi-
duo muestra su competencia al exhibir habilidades diversas ante problemas
cambiantes (Ibáñez y Ribes, 2001); cuando alguien actúa con efectividad en situacio-
nes novedosas se dice que es competente.
Un aspecto ligado a esta propiedad de varianza de la conducta y de las exigencias
ambientales en las competencias ambientales, es el grado de conciencia de estas
capacidades. Para algunos autores, como E. Geller (2002), el nivel más alto a alcan-
zar en el desarrollo de una competencia proambiental es el de la automaticidad, a lo
que él denomina el nivel de la competencia inconsciente. Según este autor, la educa-
ción ambiental debería promover la transición de un estado inicial de incompetencia
inconsciente (por ejemplo, la posesión de hábitos destructores no deliberados contra
la naturaleza), a uno final de competencia consciente (es decir, la conducta
proambiental automática, surgida del hábito), pasando por la incompetencia cons-
ciente (por ejemplo, ser consciente del derroche intencional de recurso del medio) y
la competencia consciente (dirigir la conducta, de manera deliberada y consciente al
cuidado del ambiente). Es decir, para Geller es más conveniente generar automaticidad,
eliminando el componente de deliberación y conciencia. Esto lo justifica con el he-
cho de que la conducta automática es más segura, eficiente y no encuentra tantos
obstáculos, como los que la mayoría de las personas reportan para no llevar a cabo un
comportamiento de cuidado del medio.
Sin embargo, no todos estarían de acuerdo con la prominencia que Geller le da a la
competencia inconsciente. Para K. Emmons (1997) por ejemplo, ninguna conducta
que se presuma de ser "proambiental" puede prescindir de la deliberación, ya que sólo
los actos dirigidos de manera consciente a la preservación del medio, pueden catalo-
garse como "proambientales", lo que se manifiesta en las definiciones de conducta
proambiental (Hess et al, 1996; Corral-Verdugo, 2001). El hábito o costumbre, así
197
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
198
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
Por lo tanto, de acuerdo con la definición planteada por Corral-Verdugo (íbid.: 531)
en el sentido de considerar a la competencia proambiental como "La posesión de habi-
lidades en respuesta a requerimientos de protección del medio" los requerimientos in-
cluirían a los factores disposicionales como creencias, motivos, valores, percepciones,
normas, conocimientos, o factores situacionales como la escasez de un recurso, así
como a los discursos didácticos o sociales empleados para tratar de inducir conductas
de protección del medio (Corral-Verdugo, Várela y González, 2004). ¿Cómo modelar
esa correspondencia entre habilidades y requerimientos proambientales? Corral-Verdu-
go (2002) plantea que una competencia proambiental debe integrar habilidades y
requerimientos proambientales, y afectar positivamente a la conducta protectora del
medio. De la misma manera, propone utilizar un modelamiento estructural en donde la
competencia sea un factor de segundo orden, resultante de correlaciones entre habilida-
des y requerimientos proambientales, que serían los factores de primer orden. En su
estudio realizado con 200 personas de la población general en dos ciudades mexicanas
(incluyendo adolescentes y adultos), Corral-Verdugo midió habilidades en el uso cuida-
doso del agua y un conjunto de constructos que identificó como requerimientos
proambientales, así como requerimientos negativos (es decir, disposiciones personales
para no cuidar el recurso). Entre los requerimientos proambientales se encontraban
motivos para ahorrar el agua y entre los negativos las creencias antropocéntricas utilitarias
y excepcionalistas (el ser humano como entidad "especial" y dominante en la naturale-
za), así como percepciones de que otras personas desperdiciaban el agua, a las que
ubicó en el centro de la "tragedia de los comunes" (véase Hardin, 1968).
De acuerdo con su modelo, los requerimientos positivos y los negativos deberían
relacionarse significativamente con las habilidades para constituir el factor de com-
petencia proambiental. Al estructurar y probar su modelo de medición corroboró este
postulado. La competencia se formó a partir de estas correlaciones e influyó positiva-
mente, como se esperaba, en la posesión de habilidades de cuidado del agua y en el
reporte de motivos para ahorrar el vital recurso. Además, esa competencia se relacio-
naba negativamente con el despliegue de creencias utilitaristas sobre agua y las creen-
cias excepcionalistas acerca del ser humano, afectando —también negativamente—
la percepción de que otros desperdiciaban el agua.
El estudio encontró además que la carestía de agua ayudaba a promover el desplie-
gue de competencias de cuidado del ambiente. Las personas que vivían en una ciudad
con dificultades para acceder al líquido poseían más competencia y, por lo tanto, sus
habilidades de cuidado respondían a los requerimientos conservacionistas (uno de los
cuales era, precisamente, la falta de agua). Finalmente, tal y como se esperaba tam-
bién, la competencia proambiental se correlacionó positiva y significativamente con una
medida de ahorro observado de agua en los participantes del estudio (véase figura 1).
199
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
200
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
pies como indicadores del desarrollo de competencias, tales como tareas de comple-
tar, seleccionar, desarrollar secuencias, dibujar, etcétera.
La última parte del estudio fue la fase de evaluación sumativa, en donde se aplica-
ron los mismos instrumentos de la fase diagnóstica, con el fin de medir posibles
cambios producidos por la intervención. Los resultados fueron muy ilustrativos. En
la fase diagnóstica los niveles de requerimientos captados en los niños fueron muy
bajos, lo mismo que sus habilidades y acciones por el cuidado del agua observados
201
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Comentarios finales
Uno de los problemas sociales de mayor relevancia encarados por la generación ac-
tual es, sin duda, la crisis ambiental. Las generaciones venideras deben enfrentar este
problema elaborando estrategias creativas y eficaces.
El concepto de competencia proambiental aborda ambas dimensiones, pues consi-
dera a la conducta de protección ambiental como conjuntos de acciones efectivas en
202
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
203
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Creencias cuidado del agua 2.3 0.7 3.3 0.6 8.99 <.0001
Conocimientos 0.8 0.4 2.5 0.2 24.3 <.0001
Habilidades 0.8 0.4 2.5 0.2 28.2 .0001
Motivos 3.4 0.5 3.6 0.4 12 .23
Consumo de agua 3.1 1.3 2.1 2.1 -4.8 <.0001
204
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
Figura 3. Resultados de la evaluación sumativa del estudio de Fraijo (et al, 2004).
Tras la intervención educativa el constructo de competencias proambientales
se conforma. El tratamiento afecta positivamente a las competencias
y éstas promueven el cuidado del agua en los niños. Bondad de ajuste:
X*= 479.78 (294 g.l.),/K.001; NNFI=M, CFT= 92, RMSEA=M
205
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Referencias
Boyatzis, R. E. (1982), The Competent Manager, Nueva York, John Wiley and Sons.
Boyce, T. y S. Geller (2001), "Encouraging College Students to Support Proenvironment
Behavior, Effects of Direct Versus Indirect Rewards", Environment & Behavior,
33,pp. 107-125.
Chawla, L. y H. Heft (2002), "Children's Competence and the Ecology of Communities:
a Functional Approach to the Evaluation of Participaron", Journal of
Environmental Psychology, 22, pp. 201-216.
Cobb, T. B. (1999), "On the Miscibility of Science and Environmental Education",
Journal of Environmental Education, 31, pp. 5-10.
206
MEDICIÓN DE COMPETENCIAS PROAMBIENTALES EN ADULTOS Y EN NIÑOS
207
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
208
11
Construcción y validación de un instrumento de
estrategias de aprendizaje en adolescentes
Cesar Walterio Várela Romero y Daniel González Lomelí
Universidad de Sonora, Hermosillo, México
Introducción
209
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
básicos, de entre los cuales pueden mencionarse la posición activa o directiva del alumno
en la construcción del conocimiento y el control por parte de éste sobre actividades
básicas como la planeación, monitoreo y regulación de las actividades académicas a
partir de un criterio previamente establecido.
Un parte esencial en esta vigorosa línea de trabajo, es la investigación sobre ins-
trumentos que permitan reflejar adecuadamente los estilos y recursos con los que el
estudiante enfrenta sus obligaciones escolares, esperándose que éstos posean las pro-
piedades psicométricas adecuadas, así como la capacidad de predecir su rendimiento
académico. Quizá los modelos más utilizados y representativos dentro de esta línea
de trabajo sean el Learning and Study Strategies Inventory (LASSI) de Weinstein y
Palmer (2002); el Motivated Strategies for Learning Questionnaire (MSLQ) de
Pintrich et al. (1993), y en México, el Inventario de Estilos de Aprendizaje y Orien-
tación Motivacional (EDAOM) de Castañeda (1995, 2004).
La finalidad del presente trabajo fue la elaboración y validación, a partir de la técnica
del modelamiento de ecuaciones estructurales, de un instrumento de lápiz y papel sobre
estrategias cognitivas y de autorregulación a partir del reporte elaborado por estudiantes
de nivel medio-superior; además, se realizaron comparaciones sobre el uso de estrate-
gias, de los resultados obtenidos y sobre el nivel de dificultad reportada entre alumnos
con calificaciones bajas y altas de dos planteles de una escuela preparatoria oficial.
210
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
Claves: 1 repito: "A manera de estudio, repito la información o contenidos relevantes de un texto":
2 anoto: "Cuando termino de estudiar un tema, anoto palabras clave que me ayuden a recordarlo".
3 aplico: "Aplico lo aprendido a tareas diferentes de aquéllas en las que lo aprendí". 4 resumen: "Hago
resúmenss sobre el material". 5 notas: "Después de estudiar los temas para un examen, organizo mis
notas desde los aspectos más generales hasta los más particulares". 6 esquema: "Hago esquemas sobre
los materiales o contenidos". 7 cómo voy: "Me pregunto, ¿cómo voy en mi estudio?". 8 procedo: "Me
pregunto, ¿cómo debo proceder en mi estudio?". 9 planifico: "Planifico mis tareas". 10 hace bien: "Al
terminar una unidad me pregunto, ¿qué tan bien lo hice?. 11 arregla: "Puedo encontrar y/o arreglar un
lugar tranquilo en casa o en otro sitio". 12 privacidad: "Identifico la presencia de condiciones físicas
apropiadas".
211
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Método
a) Tipo de estudio
b) Participantes
c) Instrumentos y medidas
Se aplicó un instrumento (véase anexo 1) de lápiz y papel que consta de dos partes.
La primera considera factores sociodemográficos, de organización y violencia familiar,
historia académica y comportamiento de los estudiantes, en ella se incluyen cinco
escalas que a continuación se describen.
La primera escala se denomina Visión del barrio y contiene reactivos que miden
la opinión de los estudiantes sobre aspectos físicos y sociales de su entorno, la cual se
contesta en una escala de tipo Likert de 10 opciones de respuesta, donde 0 correspon-
de a nada y "10" a demasiado; ejemplos de estos reactivos son: "¿Qué tan peligrosa
es tu colonia?", "¿Qué tan sucio es tu barrio?
La segunda escala se denomina Visión de la escuela y contiene reactivos que
miden la opinión de los alumnos sobre aspectos físicos y sociales de la escuela, la
cual se contesta en una escala de tipo Likert; ejemplos de estos reactivos son: "Veo a
mi escuela como algo agradable", "¿Qué tantos vagos hay en la escuela?"
La tercera se denomina Violencia intrafamiliar y se contesta con una escala tipo
Likert que va de "0" a "6", donde "0" corresponde a nunca, " 1 " a una vez, "2" a dos
212
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
veces, " 3 " a tres a cinco veces, "4" a seis a diez veces, "5" a once a veinte veces y
"6" a más de veinte veces. Son ejemplos de estos reactivos: "¿Qué tan seguido has
visto discutir a tus padres violentamente?", "¿Tu papá le ha roto la ropa o destruido las
cosas a tu mamá?".
La cuarta escala se denomina Problemas de conducta, y se contesta con una esca-
la de tipo Likert que va de "0" a "5", donde "0" corresponde a nunca, " 1 " a una o dos
veces, "2" a tres a cinco veces, " 3 " a seis a diez veces, "4" a diez a veinte veces y "5"
a más de 20 veces, ejemplos de estos reactivos son: "Te mandaron castigado con el
director "X" veces en el último año" y "Faltaste a la escuela en el ultimo año".
La quinta escala se denomina Situación económica familiar, la cual mide dificul-
tades económicas en la familia que afectan la condición del estudiante. Ésta se con-
testa en una escala tipo Likert que incluye como opciones de respuesta "nunca", "a
veces", "casi siempre" y "siempre"; ejemplos de estos reactivos son: "En mi casa se
compran medicinas sin afectar los gastos de mi escuela" y "En mi casa se paga el
teléfono sin afectar los gastos de mi escuela".
La segunda parte consta de 29 reactivos sobre estrategias de aprendizaje que se
contestan en tres momentos. El primero de ellos se refiere a si se usa o no la estrategia
en cuestión; el segundo se refiere al resultado obtenido al usarla (en caso de hacerlo),
y se contesta en una escala tipo Likert que va de " 1 " a "6" en un continuo de resultado
pobre en donde equivale a " 1 " y "6" a muy bueno, y el tercer momento se refiere a la
dificultad implicada en la utilización de la estrategia (en caso de haber contestado
afirmativamente en la primera opción) y se contesta en una escala de tipo Likert que
va de " 1 " a "6" en un continuo de mucha dificultad {\) apoca dificultad (6).
a) Procedimiento
213
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Resultados
Los 196 alumnos del estudio pertenecían al segundo semestre de bachillerato, de los
cuales 181 procedían de escuelas secundarias oficiales y el resto (15) de escuelas
214
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
215
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
En relación con el uso de las Estrategias de Aprendizaje, los alumnos del grupo con
calificación alta reportaron un mayor uso en la mayoría de las estrategias (notas,
seleccionar, preguntas, evaluar, subrayar, imaginar, tiempos, criterios, éxito, imagen,
ideas, enlistar, discutir, ventilación, arreglar, información, proceder, revisar, releer,
elaborar preguntas, revisión rápida, preguntar compañeros, significados); en el resto
216
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
de las estrategias, el grupo con calificación baja reportó un mayor uso de las estrate-
gias (ayuda, espacio, voy y elijo) (véase tabla 3).
Con relación a los resultados obtenidos a partir del uso de las Estrategias de Apren-
dizaje, el grupo con calificación alta reporta haber obtenido mejores resultados en
comparación con el grupo de calificación baja. De las 29 Estrategias de Aprendizaje,
en 28 se obtuvieron diferencias significativas, con excepción de la variable espacio,
en donde el puntaje, aun siendo mayor en el grupo con calificación alto, la diferencia
no resultó ser significativa (véase tabla 4).
En cuanto a la dificultad-facilidad reportada ante el uso de las Estrategias de Apren-
dizaje, el grupo con calificación alta reportó haber tenido menos dificultad en el uso
de dichas Estrategias. En la mayoría de ellas, se obtuvieron diferencias significativas
(notas, seleccionar preguntas, evaluar, subrayar, imaginar, tiempos, criterios de éxi-
to, imagen de ideas, enlistar, discutir, ayuda, ventilación, arreglar, voy y elijo, infor-
mación, proceder, revisar, releer, eligir, revisión rápida, preguntar a compañeros y
significados), con excepción de preguntas, privacidad, espacio y elaborar preguntas,
donde no se alcanza el criterio de significatividad estadística (véase tabla 5).
— Después de estudiar los temas para un examen, organizo mis notas Alta 5.1 .9 4.6 .0000***
desde los general a los particular. Baja 4.4 .9
— Cuando estudio un material nuevo, selecciono las ideas principales. Alta 5.2 .7 4.1 .0001***
Baja 4.6 1.0
— Organizo mi tiempo de estudio, programando actividades que tengo Alta 5.2 0.7 3.5 .0005***
que realizar. Baja 4.6 1.1
— Cuando leo al estudiar, escribo algunas preguntas que después Alta 5.2 0.9 2.5 .0148**
contesto en una segunda lectura. Baja 4.7 1.0
— Evalúo los conocimiento aprendidos al terminar la unidad. Alta 5.3 0.9 3.7 .0003***
Baja 4.7 1.03
— Cuando estudio un material nuevo, subrayo los materiales Alta 5.1 1.0 2.6 .0094**
(libros, artículos, etc.). Baja 4.6 1.1
— Cuando leo un material nuevo, me voy imaginando lo que se Alta 5.2 0.8 3.4 .0007***
describe en el libro que estudio. Baja 4.7 0.9
— Antes de elaborar un trabajo, me aseguro de tener claros los Alta 5.4 0.8 4.4 .0000***
criterios académicos que señaló el profesor. Baja 4.8 0.8
— Identifico el tiempo que le voy a dedicar a la tarea. Alta 5.4 0.7 4.7 .0000***
Baja 4.7 0.8
— Determino con facilidad los criterios de estudio en relación con el Alta 5.2 0.7 3.8 .0002***
éxito a obtener. Baja 4.6 0.9
Continúa...
217
NIÑEZ, ADOLESCENCIA y PROBLEMAS SOCIALES
...continuación
— Construyo imágenes de las ideas generales al escuchar una Alta 5.3 0.7 4.2 .0001***
clase sobre un tema nuevo. Baja 4.5 1.0
— Enlisto los materiales necesarios para tener éxito. Alta 5.3 0.8 3.95 .0001***
Baja 4.6 0.9
— Puedo discutir con alguien acerca de las estrategias de aprendizaje Alta 5.3 0.79 3.7 .0003***
que facilitan mi aprendizaje. Baja 4.8 0.8
— Recurro a un compañero o profesor para que me explique la Alta 5.4 0.9 3.9 .0001***
aplicación de la estrategia de aplicación que no sé. Baja 5 0.9
— Al estudiar, identifico condiciones de ventilación. Alta 5.3 0.8 3.9 .0001***
Baja 4.8 0.9
— Al estudiar, identifico las condiciones de privacidad. Alta 5.4 0.8 3.1 .0021**
Baja 5 1.1
— Al estudiar, identifico las condiciones del espacio físico. Alta 5.4 0.8 1.8 .73
Baja 5.1 1.0
— Puedo encontrar y arreglar un lugar tranquilo para trabajar Alta 5.6 0.6 4.1 .0001***
en casa o en otro lugar. Baja 4.9 1.2
— Frecuentemente me pregunto ¿cómo voy en mi estudio? Alta 5.2 0.7 7.1 .0001***
Baja 4.1 1.2
— Frecuentemente me pregunto ¿qué información es importante...? Alta 5.3 0.7 4.7 .0001***
Baja 4.6 1.1
— Frecuentemente me pregunto ¿cómo debo proceder en mi estudio? Alta 5.3 0.7 5.1 .0001***
Baja 4.5 1.0
— Me pregunto ¿qué necesito hacer si no entiendo algo? Alta 5.3 0.9 3.9 .0001***
Baja 4.7 1.1
— ¿Necesito revisar de nuevo la tarea para llenar vacíos en mis Alta 5.4 0.7 3.2 .0020**
conocimientos? Baja 4.7 1.1
— Cuando leo un material nuevo, para mejorar mi retención vuelvo a Alta 5.5 0.6 3.4 .0009***
leer las partes que considero importantes. Baja 5.1 0.9
— Elaboro preguntas sobre lo que creo que va a venir en el examen. Alta 5.5 0.7 2.5 .0128*
Baja 5.1 0.8
— De acuerdo al objetivo de la tarea que realizo, elijo la mejor Alta 5.5 0.6 4.8 .0001***
estrategia de aprendizaje. Baja 4.8 0.9
— Cuando estudio un material por primera ocasión, hago una revisión Alta 5.4 0.7 3.0 .0029**
rápida del texto antes de la lectura a fondo. Baja 4.9 0.9
— Pregunto a mis compañeros o a los profesores lo que no entendí. Alta 5.5 0.8 3.0 .0033**
Baja 5.1 0.8
— Entiendo el sentido particular de una palabra que tiene varios Alta 5.4 0.7 3.1 .0024**
significados a partir del contexto. Baja 5.0 0.9
218
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
— Después de estudiar los temas para un examen, organizo Alta 5.0 1.2 3.8 .0002***
mis notas desde lo general a lo particular. Baja 4.1 1.2
— Cuando estudio un material nuevo, selecciono las Alta 5.0 1.0 3.4 .0008***
ideas principales. Baja 4.2 1.4
— Organizo mi tiempo de estudio, programando Alta 4.9 1.0 2.2 .0268*
actividades que tengo que realizar. Baja 4.4 1.4
— Cuando leo al estudiar, escribo algunas preguntas que Alta 5.0 1.1 1.0 .314
después contesto en una segunda lectura. Baja 4.7 1.0
— Evalúo los conocimiento aprendidos al terminar la Alta 5.1 1.0 4.1 .0001***
unidad. Baja 4.1 1.4
— Cuando estudio un material nuevo, subrayo los Alta 5.0 1.2 2.8 .005**
materiales (libros, artículos, etcétera). Baja 4.2 1.6
— Cuando leo un material nuevo, me voy imaginando lo Alta 4.9 1.4 1.8 .07
que se describe en el libro que estudio. Baja 4.5 1.5
— Antes de elaborar un trabajo, me aseguro de tener Alta 4.9 1.1 3.6 .0004***
claros los criterios académicos que señaló el profesor. Baja 4.2 1.4
— Identifico el tiempo que le voy a dedicar a la tarea. Alta 5.2 1.2 2.5 .0117*
Baja 4.6 1.3
— Determino con facilidad los criterios de estudio en Alta 5.1 1.1 4.4 .0000***
relación con el éxito a obtener. Baja 4.1 1.2
— Construyo imágenes de las ideas generales al Alta 5.2 1.0 1.9 .05*
escuchar una clase sobre un tema nuevo. Baja 4.6 1.3
— Enlisto los materiales necesarios para tener éxito. Alta 5.1 1.1 2.5 .012*
Baja 4.5 1.2
— Puedo discutir con alguien acerca de las estrategias Alta 5.2 1.0 2.2 .0273
de aprendizaje que facilitan mi aprendizaje. Baja 4.8 1.2
— Recurro a un compañero o profesor para que me Alta 5.1 1.1 3.9 .0001***
explique la aplicación de la estrategia de aprendizaje que no sé. Baja 4.3 1.2
— Al estudiar, identifico las condiciones de ventilación. Alta 5.4 1.0 3.5 .0005***
Baja 4.8 1.2
— Al estudiar, identifico las condiciones de privacidad. Alta 5.1 1.3 1.3 .182
Baja 4.8 1.3
— Al estudiar, identifico las condiciones del espacio físico. Alta 5.2 1.1 1.5 .134
Baja 4.91 1.3
— Puedo encontrar y arreglar un lugar tranquilo Alta 5.2 1.2 2.5 .012*
para trabajar en casa o en otro sitio. Baja 4.7 1.4
— Frecuentemente me pregunto ¿cómo voy en mi estudio? Alta 5.2 0.9 5.1 .0001***
Baja 4.2 1.5
Continúa...
219
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
...continuación
Inicialmente se describirán las cinco escalas de la primera parte del instrumento (fac-
tores sociodemográficos, de organización y violencia familiar y comportamiento de
los estudiantes). La escala "Visión del barrio" obtiene un valor de alfa de .72 con una
puntuación media de 2.68 (tabla 6); la escala "Visión de la escuela" obtiene un valor
de alfa de .72 con una puntuación media de 1.08 (ver tabla 7); la escala "Violencia
intrafamiliar" obtiene un valor de alfa de .85 con una puntuación media de .20 (tabla 8);
la escala "Problemas de conducta" obtiene un valor de alfa de .51 con una puntua-
ción media de .48 (tabla 9) y la escala "Situación económica familiar" obtiene un
valor alfa de .92 con una puntuación media de 3.50 (véase tabla 10).
220
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
221
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PRQBLEMAS SOCIALES
— ¿Qué tan seguido discuten tus padres violentamente? 0.09 1.41 0.85
— ¿Cuántas veces tu padre insulta (malas palabras) a tu madre? 0.87 1.52
— ¿Cuántas veces tu madre insulta (malas palabras) a tu padre? 0.75 1.31
— ¿Cuántas veces tu padre le tira con cosas a tu madre? 0.12 0.56
— ¿Cuántas veces tu madre le tira con cosas a tu padre? 0.18 0.70
— ¿Cuántas veces tu padre empuja (violencia) a tu madre? 0.17 0.68
— ¿Cuántas veces tu madre empuja (violencia) a tu padre? 0.10 0.50
— ¿Cuántas veces tu padre cachetea a tu madre? 0.04 0.34
— ¿Cuántas veces tu madre cachetea a tu padre? 0.10 0.49
— ¿Cuántas veces tu madre lanza patadas o puñetazos a tu padre? 0.08 0.45
— ¿Tu padre le ha roto la ropa o destruido cosas a tu madre? 0.09 0.41
— ¿Tu madre le ha roto la ropa o destruido cosas a tu padre? 0.09 0.47
— ¿Tu padre ha quemado con cigarrillo u otra cosa a tu madre? 0.005 0.07
222
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
— En casa se compran medicinas sin afectar mis gastos escolares. 3.5 0.86 0.92
— En casa se paga el teléfono sin afectar los gastos de la escuela. 3.55 0.81
— En casa se paga renta sin afectar los gastos de la escuela. 3.63 0.86
— En casa se paga luz y agua sin afectar los gastos de la escuela. 3.64 0.69
— En casa se paga diversión sin afectar mis gastos escolares. 3.40 0.85
— En casa se pagan vacaciones sin afectar mis gastos escolares. 3.31 0.97
223
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Claves: preguA: Cuando leo al estudiar, escnbo algunas preguntas que después contesto en una segunda lectura \ elab: "Elaboro preguntas sobre lo que
creo que va a venir en el examen", notas: 'Después de estudiar los temas para un examen, organizo mis notas desde los aspectos mas generales hasta los mas
particulares", selec: "Cuando estudio un material nuevo, selecciono las ideas principales", imagA:' Cuando leo un material que para mi es nuevo, me voy
imaginando lo que se descnbe en el libro que estoy estudiando", imagB: ' Construyo imágenes de las ideas generales al escuchar una clase sobre un tema
nuevo", cexit:' Determino con facilidad los criterios en relación con el éxito a obtener", voy: "¿Como voy en mi estudio9", proce: " 6 Como debo proceder en
mi estudio'" hacer: ' ( Que necesito hacer si no entiendo algo7", revis: "¿Necesito revisar de nuevo la tarea para llenar vacíos en mis conocimientos7", elijo:
De acuerdo al objetivo de la tarea que reviso, elijo la mejor estrategia de aprendizaje", organ: "Organizo mi tiempo de estudio, programando las actividades
que tengo que realizar', tpo: "Identifico el tiempo que le voy a dedicar a la tarea", listo: "Enlisto los materiales necesarios para tener éxito", discu: "Puedo
discutir con alguien acerca de las estrategias que facilitan mi aprendizaje", ayuda: "Recurro a un compañero o profesor para que me explique la aplicación
de la estrategia de aprendizaje en la que no tengo experiencia", venti: "Identifico las condiciones de ventilación", priva: "Identifico las condiciones de
pnv acidad', arreg: "Puedo encontrar y arreglar un lugar tranquilo para trabajar en casa o en otro lugar"
224
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
Discusión
La búsqueda de instrumentos con adecuadas propiedades psicométricas es uno de los
objetivos más importantes en la investigación educativa. El objetivo del presente
trabajo, fue la elaboración y validación de un instrumento sobre estrategias de apren-
dizaje en adolescentes estudiantes de nivel medio-superior, así como la comparación
sobre este punto en estudiantes de calificación alta y baja. Los resultados de la com-
paración entre estos estudiantes indican que los adolescentes con altas calificaciones
utilizan en mayor cantidad las estrategias, obtienen mejores resultados ante su uso y
lo hacen con una menor dificultad, lo cual es consistente con numerosas investiga-
ciones en esta línea de trabajo (Wolters, Pintrich y Karabenick, 2003; Pintrich, 1999),
y acentúa la importancia de incluir este tipo de entrenamiento a lo largo de la forma-
ción académica de una manera más consistente y regular, ya que en la mayoría de los
casos, se hace de manera externa al currículo formal (Hofer y Yu, 1999; Roces, Tourón
y González, 1995).
En relación al análisis factorial, los resultados indican la falta de validez de constructo
convergente en algunas de las categorías de estrategias de aprendizaje. Esto a pesar de
poseer pesos factoriales altos y significativos, ya que entre algunas de las escalas no se
cumple con el criterio de la validez discriminante, es decir, las covarianzas entre los
constructos es mayor a las covarianzas entre los indicadores medidos en cada uno de
los factores (Corral, Frías y González, 2001). Si bien esta situación puede deberse a
problemas inherentes al instrumento utilizado (como a la manera de redacción de los
reactivos, o al tipo de reactivos que se confeccionaron), esto también puede deberse
a las características de la población en la que fue aplicado (estudiantes de preparato-
ria de segundo semestre).
Los resultados iniciales sobre la estructura general de este instrumento (Wolters,
Pintrich y Karabenick, 2003), refieren la obtención de las cuatro categorías de es-
225
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
El problema radica más bien en una falta de claridad en la determinación del constructo
subyacente a cada una de las estrategias de aprendizaje que se pretende medir. Esto pone
de manifiesto la necesidad de continuar realizando estudios sobre la validez de constructo
del cuestionario, para poder llegar a una definición más precisa de los componentes de
cada una de las estrategias y, de esta forma, delimitar claramente el conjunto de ítems que
mejor represente y permita medir cada una de ellas (pp. 108).
226
CONSTRUCCIÓN Y VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
Referencias
Bentler, P. M. (1993), EQS. Structural Equations Program Manual, Los Ángeles,
BMDP tatistical Software, Inc.
Butler, D. N. y P. H. Winne (1995), "Feedback and Self Regulated Leaming: A
Theoretical Synthesis", Review of Educational Research, 65, pp. 245-281.
De Corte, E. (1999), "Desarrollo cognitivo de innovación tecnológica. Una nueva
concepción de la enseñanza y el aprendizaje para el siglo xxi", Revista latina de
pensamiento y lenguaje, vol. 4, 2B, pp. 229-250.
Castañeda F. S. (2004), "Evaluación de estrategias de aprendizaje y orientación
motivacional al estudio", en S. Castañeda F. (ed.), Educación, aprendizaje y
cognición. Teoría en la práctica, México: Manual Moderno.
Castañeda, S. (1995), El inventario de estilos de aprendizaje y orientación
motivacional, Reporte de trabajo interno del Departamento de Psicología Educativa
del Posgrado de Psicología de la UNAM.
y M. López (1989), La psicología cognoscitiva del aprendizaje escolar.
Aprendiendo a aprender. México: UNAM.
y R. Martínez (1999), "Enseñanza y aprendizaj e estratégicos. Modelo integral
de evaluación e instrucción", Revista latina de pensamiento y lenguaje, 4,
pp.251-278.
Corral, V. V. (1995), "Modelos de variables latentes para la investigación conductual",
Acta Comportamentalia, 3, pp. 171-190.
Corral, V. V; A. M. Frías y L. D. González (2001), Análisis cuantitativos de variables
latentes, Hermosillo, México: Editorial UniSon.
González, L. D.; F. S. Castañeda y N. M. Maytorena (2000), "Estilos de aprendizaje
y aprovechamiento en ingresantes universitarios", Revista de psicología de la
PUCP, 2, pp. 200-225.
González, L. D.; G. M. Martínez y V. V. Corral (2004), "Estrategias de aprendizaje y
autorregulación en estudiantes novatos y avanzados", en E. A. Carlos M.; J. E.
Ramos, S. y L. A. Galván R, Anuario de investigaciones educativas, vol. 6;
Red de Investigación Educativa en Sonora, A.C. pp. 137-143.
Hofer, B. K. y S. L. Yu (2003), "Teaching Self-regulated Leaming Through a 'Leaming
to Learn"' Course'", Teaching of Psychology, 30, pp. 30-33.
McCoach, B., D. (2003), "SEM Isn't Justthe Schoolwide EnrichmentModel Anymore:
Structural Equation Modeling (SEM) in Gifted Education", Journalfor the Education
ofthegifted,21: 36-61.
227
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
228
12
Embarazo en la adolescencia:
un análisis psicojurídico
Patricia Corona, Martha Frías Armenia y
José Concepción Gaxiola Romero
Universidad de Sonora, México
Introducción
229
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
230
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
231
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Legislaciones existentes
Los derechos de los niños, y las normas a las que deben aspirar todos los gobiernos
para fomentar el cumplimiento de estos derechos, se encuentran legislados de forma
precisa y completa en un tratado internacional denominado Convención sobre los
Derechos del Niño. Reafirmando los derechos a la salud, la educación, la nutrición, el
saneamiento y la alfabetización; este tratado fue preparado durante 10 años con el
aporte de representantes de diversas sociedades, religiones y culturas; la Convención
fue aprobada como tratado internacional de derechos humanos el 20 de noviembre de
1989. Los gobiernos firmantes se han comprometido desde entonces a proteger y
asegurar los derechos de la infancia, aceptando su responsabilidad ante la comunidad
mundial por el cumplimiento de este compromiso. La Convención fue ratificada por el
Estado mexicano en 1990.
El Artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño contempla el acceso
a servicios médicos, incluyendo atención prenatal y posnatal a las madres; además
indica que los menores deberán recibir información y educación en materia de plani-
ficación familiar. Este Artículo eleva la prevención y atención del embarazo de las
menores de edad a un derecho humano protegido a escala internacional. Lo anterior
supone un compromiso por parte de los países firmantes para darle el mismo rango en
sus respectivas legislaciones.
232
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
1. La igualdad de género.
2. La ampliación de los medios de acción de la mujer.
3. El acceso universal a la educación primaria.
4. Servicios de salud reproductiva, incluidos los de planificación de la familia (CIPD
Cairo, 1994).
La Salud Reproductiva quedó definida como "el estado de completo bienestar físico,
mental y social de los individuos en todos aquellos aspectos relativos a la reproducción y
a la sexualidad". En relación con la salud reproductiva de los y las adolescentes, entre
las recomendaciones más importantes de la CIPD destacan las siguientes:
233
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y las
modalidades para acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la fede-
ración y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que
dispone la fracción xvi del Artículo 73 de esta Constitución (Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, 2003).
En abril del 2000, el Poder Legislativo en el ámbito Federal aprobó la Ley para la
Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, reglamentaria del
234
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
235
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
común estos embarazos son fuera del matrimonio (Consejo Nacional de Población,
2004). Ante la dimensión del problema, la Secretaría de Salud convocó en noviembre
de este mismo año a una reunión, en la que organismos públicos y privados, nacio-
nales e internacionales, aportaron sus experiencias en sus respectivos trabajos con
la población adolescente. En esta reunión resultó evidente que los esfuerzos en
materia de información y prestación de servicios de atención a la salud del adolescente
se realizaban fundamentalmente por el Centro de Orientación para Adolescentes
(CORA), y la Fundación Mexicana para la Planificación Familiar (MEXFAM), quienes
fueron precursores en lo que respecta a este tema (Secretaría de Salud, 2003).
236
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
237
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Una de las prioridades del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Fami-
lia es la de atender la problemática que enfrenta la población adolescente más vul-
nerable de nuestro país. Los adolescentes constituyen uno de los grupos poblacionales
más expuestos a situaciones de riesgo. Para responder a las necesidades prioritarias
de atención de este amplio sector de la población mexicana, el DIF, incorporó a su
trabajo desde 1997 el programa de Prevención y Atención Integral del Embarazo en
Adolescentes (PAIDEA), el cual considera para su ejecución dos grandes vertientes:
por un lado la atención a las jóvenes que estén en proceso de gestación o que ya son
madres y, por otra parte la prevención del embarazo en adolescentes en situación de
riesgo. Todo con el propósito de llevar a cabo acciones que no solamente atiendan el
fenómeno, sino que también busquen informar y formar a las y los menores. Esto para
lograr un impacto efectivo que se refleje en una disminución del fenómeno.
Estas acciones se llevan a cabo a partir de la formación de grupos de autoayuda de
madres adolescentes, que participan en el taller Salud Sexual y Reproductiva, con una
metodología que subraya la participación aditiva de cada una de las integrantes, con el
fin de promover un cambio de actitud frente a las circunstancias y al ejercicio responsable
de la sexualidad.
El programa PAIDEA de prevención se dirige a la población adolescente, de entre
12 y 18 años de edad, de zonas urbanas marginadas. A través de talleres, a este grupo
se le proporciona información y orientación sobre tres grandes rubros que compren-
den el desarrollo personal, el entorno social y la sexualidad entre otros aspectos, PAIDEA
se sustenta en tres ejes fundamentales: promover entre las y los jóvenes una cultura
de equidad de género; la defensa y la protección de sus derechos, como el derecho a
la vida, el derecho a la salud, y a una mejor salud nutricional que les permita a las
adolescentes condiciones idóneas para el sano desarrollo de su embarazo y parto, así
como el de sus hijos. Pero también a una información amplia, seria y desprovista de
mitos y perjuicios, que les facilite a las mujeres y a sus parejas, asumir el ejercicio
responsable de su sexualidad para hacer la planeación de sus familias de acuerdo a sus
expectativas y a sus posibilidades materiales y morales para sustentarlas.
En Sonora, el DIF estatal inició en el año 2001 su Programa para la Prevención y
Atención Integral en Embarazo en Adolescentes, siguiendo con el modelo estableci-
do a nivel nacional. Actualmente el estado cuenta con 10 módulos, en donde se
desarrollan charlas para escuelas primarias, secundarias y preparatorias. En gene-
ral, estas pláticas se ofrecen a aquellas instituciones que las soliciten. Además se
promueve la participación de las madres y padres de familia, para quienes se creó el
238
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
curso Escuela para Padres, en donde se abordan temas de interés para la familia
(PAIDEA 2 0 0 2 )
239
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Conclusiones
Son numerosas las leyes y los programas tendientes a la prevención del embarazo en
la adolescencia; sin embargo, el embarazo adolescente constituye un fenómeno nega-
tivo que cada día se presenta con mayor frecuencia convirtiéndose en un gran reto y
que forzosamente tiene que atacarse de manera eficaz a través de la prevención. El
embarazo adolescente es un problema de salud por los riesgos que implica tanto para
las madres como para sus hijos. De la misma manera, el embarazo en la adolescencia
es considerado como un multiplicador de la pobreza, dado que se presenta en la pobla-
ción más vulnerable.
240
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
Referencias
Alien, J. R; S. Philliber y S. Herrling (1997), "Preventing Teen Pregnancy and Academic
Failure, Child Development, 68, pp. 729-742.
Annie E. Casey Foundation (1998), When Teens Have Sex: Issues and Trenas—
KIDS COUNT special report, Baltimore, MD: Author.
241
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Boletín de Información Judicial del Estado de Sonora, (2002), "Ley para la Protección
de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes", Boletín Oficial No. 24,25 de
marzo de 2002.
Boyer, D. y D. Fine (1992), "Sexual Abuse as a Factor in Adolescent Pregnancy and
Child Maltreatment", Family Planning Perspectives, 24, pp. 4-11.
Casanueva E. et al. (1991), "Cambios en la composición corporal en el periodo perinatal
en un grupo de adolescentes", Perinatologíay Reproducción Humana, 5, pp. 28-32.
Cherrington, J. y Breheny, M. (2005), "Politicising Dominant Discursive Constructions
About Teenage Pregnancy", Health, 9, 89-111.
Consejo Nacional de Población (2004), "http://www.conapo.gob.mx/ OOcifras/
00salud.htm"
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1997), México: Ediciones Alf.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2003), México: Grupo edito-
rial Innova.
CIND (1989), "Convención Internacional de los Derechos de la Niñez", CIND, (http://
www.unicef.org/méxico/derechos/index.html).
Duncan, G. J.; J. Brooks-Gunn y P. K. Klebanov (1994), "Economic Deprivation and
Early-Childhood Development", ChildDevelopment, 65, pp. 296-318.
East, P. L. (1998), "Breaking the Cycle of Teenage Pregnancy: Prevention Opportunities
Focusing on the Younger Sisters of Teen Mothers", Education and Urban Society,
30,pp.157-171.
ENADID (1997), "Encuesta Nacional sobre la Dinámica Demográfica. Información de
la historia de embarazos", México, D.F.: Secretaría de Salud.
Encuesta Nacional de la Juventud (2000), "Transición, Educación, Mercado, Jóvenes
Mexicanos del siglo xxi", Encuesta Nacional de Juventud, México.
Feinholz D, y H. Ávila (1996), "Embarazo no deseado: el problema de la temporali-
dad", en T. Lartigue, H. Avila (eds.), Sexualidad y Reproducción Humana en
México, México, D. E: UIA-Plaza y Valdés, pp. 113-142.
Fergusson, D. M.; L. J. Horwood y L. Woodward (2001), "Unemployment and
Psychosocial Adjustment in Young Adults: Causation or Selection?", Social Science
and Medicine, 53, pp. 305-20.
Gerrard, M. y C. A. Luus (1995), "Judgments of Vulnerability to Pregnancy: The Role
of Risk Factors and Individual Differences", Personality and Social Psychology
Bulletin, 21, pp. 160-71.
Hammen, C. y K. D. Rudolph (1996), Childhood Depression, en E. J. Mash y R. A.
Barkley (eds.), ChildPsychopathology, Nueva York: Guilford Press, pp. 153-195.
Imjuventud, "Programa del Instituto Mexicano de la Juventud Departamento de Sexua-
lidad", (http://www.imjuventud.gob.mx/main.asp.)
242
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA: UN ANÁLISIS PSICOJURÍDICO
243
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
244
13
Inmutabilidad penal:
£1 caso de los menores
Daniela Lara Egurrola y Martha Frías Armenia
Universidad de Sonora, México
Introducción
245
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Presunciones legales
Desde 1983, algunos investigadores señalaron que las presunciones conductuales y
sociales en las que se basan las leyes deberían ser validadas científicamente por las
ciencias sociales y conductuales.
B. Sales (1985) propone una serie de pasos para medir la validez de las presuncio-
nes legales contenidas en la ley:
1. Examinar la ley, los procesos y los sistemas legales e identificar los tópicos
que se pueden someter a consideración.
2. Identificar las presunciones sociales y conductuales contenidas en la ley, los
procesos y los sistemas legales.
3. Cuando exista investigación, revisar las teorías preexistentes y la investiga-
ción que sea relevante para validar las presunciones legales.
4. En caso de que no exista investigación previa, desarrollar nueva investigación
para validar las presunciones.
5. Con los resultados de la investigación, medir la validez empírica de cada pre-
sunción identificada.
6. Basándose en la validación, hacer recomendaciones para que en caso de que
sea necesario se modifique la ley, proceso o sistema legal revisado, y analizar
las posibles consecuencias en caso de que se fallara en la modificación de la
misma.
Paso 1
De acuerdo con la metodología propuesta por Sales, el primer paso consiste en anali-
zar las disposiciones legales que se relacionan con la problemática en análisis Así,
tenemos que el Artículo 18 párrafo cuarto de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, señala la creación de tribunales especiales para menores (distin-
tos a los de los adultos) para darles un tratamiento adecuado (Constitución Política de
246
IMPUTABILIDAD PENAL: EL CASO DE LOS MENORES
Paso 2
247
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Figura 1
Paso 3
El paso tres conlleva a analizar las teorías existentes con relación a la problemática en
estudio. De acuerdo con las teorías jurídicas, para que una persona sea considerada
como imputable es necesario que sea capaz de comprender el significado de su
conducta y prever sus consecuencias. Según Rodríguez Manzanera (2002) esa ca-
pacidad se adquiere con el desarrollo de tres aspectos: afectivo, volitivo e intelectivo
(véase figura 2)
En este sentido, Alan Sroufe (2000) señala que la esfera afectiva se desarrolla a la
par que el área cognitiva. La cognición humana es la capacidad de entender los datos
que nos llegan del medio a través de nuestro sistema sensorial, (Aguirre Baztán, 1996).
La evolución de las emociones y las capacidades cognitivas en expansión transitan
juntas, lo cual a menudo se considera como si el desarrollo cognitivo residiera en la
base del desarrollo emocional.
Goldberg afirma que el alcance de nuestras responsabilidades está definido por el
alcance de nuestro control volitivo. "Este control implica la capacidad de anticipar
las consecuencias de una acción propia, la capacidad de decidir si debería o no llevar
a cabo la acción y la capacidad de elegir entre acción e inacción" (Goldberg, 2001).
Dichas funciones se llevan a cabo en los llamados lóbulos frontales, y esta parte del
cerebro alcanza una maduración relativamente completa a los 18 años de edad.
Hoffman, París y Hall (1996), señalan que durante la adolescencia los individuos
empiezan a desarrollar su capacidad de planear para el futuro, pueden pensar posibles
consecuencias antes de que sucedan las cosas, y que, por lo tanto, son capaces de
248
IMPUTABILIDAD PENAL: EL CASO DE LOS MENORES
tomar decisiones que les permitan alcanzar sus metas así como de resolver problemas
prácticos. Rice (1997) señala que el desarrollo del juicio moral puede ser considerado
como un proceso cognoscitivo gradual, estimulado por las crecientes relaciones socia-
les de los individuos conforme van creciendo.
Las teorías anteriores permiten afirmar que las capacidades mencionadas alcan-
zan un nivel de desarrollo base alrededor de los 18 años de edad. Sin embargo, la
edad no es suficiente para poder reprochar a un individuo su conducta. Es necesario
realizar el estudio empírico de dichos aspectos para estar en posibilidades de atribuir-
le las consecuencias propias de la imputabilidad o de la inimputabilidad a la conduc-
ta de los menores.
Paso 4
Este paso nos indica que en caso de que no exista investigación anterior, se deberá
desarrollar una nueva para validar las presunciones. Existen teorías que orientan las
249
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
bases en las que se sustenta la imputabilidad; sin embargo, hasta hoy no existe inves-
tigación de campo que las pruebe. Es por eso que en este trabajo se llevó a cabo una
investigación empírica preliminar.
Investigación empírica
Método
a) Sujetos. La muestra la constituyó un grupo de estudiantes cuyas edades oscilaban
entre los 12 y los 47 años de edad. La media de la edad de los participantes fue de 18
años, de entre ellos 96% eran solteros.
b) Instrumentos. Se consideraron algunas variables demográficas que incluían la
edad, el sexo, la escolaridad, el estado civil, así como el ingreso y nivel de estudios de
los padres. Se aplicó la subescala de Orientación al Futuro del inventario de Perspec-
tiva Temporal de Zimbardo (1999). Esta subescala contiene reactivos que abordan el
establecimiento y cumplimiento de metas, plazos y obligaciones, así como el autorre-
porte de puntualidad entre otros aspectos. A su vez, se utilizó la escala de Conducta
Antisocial y Delictiva de Vazsonyi et al. (2001), la que contiene 34 reactivos que
abarcan conductas como robar, decir groserías, pasarse altos, fumar en la escuela,
hacer daño en lugares públicos, etc. La impulsividad fue medida con la escala de
Grasmick et al. (1993). Este instrumento está compuesto por tres reactivos con opciones
de respuesta en una escala de siete puntos, donde el "0" significa nunca y "6" más de
20 veces. También se utilizó la misma escala para medir la propensión al riesgo,
empleando cuatro reactivos que presentaban acciones arriesgadas en donde los sujetos
contestaban la posibilidad de llevar a cabo esas conductas en una escala de siete
puntos.
c) Procedimiento. Los participantes fueron entrevistados en sus salones de clases
por estudiantes de la Escuela de Derecho. La entrevista duró entre 20 y 30 minutos, a
los entrevistados se les hizo saber que su participación era totalmente voluntaria y
que podían dejar de contestar la encuesta en cualquier momento.
d) Análisis de datos. Los datos fueron analizados por medio del programa esta-
dístico SAS. Primeramente se obtuvieron las medias y desviaciones estándar así
como los máximos y mínimos de las variables continuas, y posteriormente la fre-
cuencia de las variables categóricas. Además, se calcularon el alfa de Cronbach
para las escalas empleadas con el fín de determinar su confiabilidad (consistencia
interna). A su vez se probó un modelo estructural en el cual se formaron tres facto-
res: percepción del futuro, impulsividad y propensión al riesgo. El factor 1 se com-
250
IMPUTABILIDAD PENAL: EL CASO DE LOS MENORES
Resultados
251
Figura 3
IMPUTABILIDAD PENAL: EL CASO DE LOS MENORES
Paso 5
253
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Paso 6
254
IMPUTABILIDAD PENAL: EL CASO DE LOS MENORES
Referencias
Aguirre Baztán, A. (1996), Psicología de la adolescencia, México: Alfaomega grupo
editor, pp. 149.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y leyes complementarias
(2002), México: Porrúa.
Corral, V., M. Frías y D. González (2001), Análisis cuantitativo de variables
manifiestas, Hermosillo: Ed. UniSon.
Frías Armenta, M. (2002), "Evaluación del tratamiento de casos de delincuencia juve-
nil: Una perspectiva psicojurídica", en AMEPSO (ed.), La Psicología Social en
México, vol. 9, México: AMEPSO.
255
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
256
14
£1 Sistema Integral de Justicia para Adolescentes
Martha Frías Armenia, Claudia Olivas Reyes,
Graciela Jasa Silveira, y Dolores Ismene Figueroa López
Universidad de Sonora, México
Introducción
257
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
258
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
1
Artículo 1 bis. En la aplicación de esta ley se deberá garantizar el irrestricto respecto a los dere-
chos consagrados por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Constitución Políti-
ca del Estado Libre y Soberano de Sonora, las leyes que de ellas emanen y los tratados internacionales.
Se promoverá y vigilará la observancia de estos derechos por parte de los funcionarios responsables, para
prevenir cualquier violación a los mismos y, en su caso, para restituir al menor en su goce y ejercicio, sin
perjuicio de que se aplique a quienes los conculquen, las sanciones señaladas por las leyes penales y
administrativas". Artículo 48 bis. "Durante el procedimiento todo menor será tratado con humanidad y
respeto, conforme a las necesidades inherentes a su edad y a sus condiciones personales y gozará de las
siguientes garantías mínimas:
I. Mientras no se compruebe su participación en la comisión de la infracción que se le atribuya,
gozará de la presunción de ser ajeno a los hechos constitutivos de la misma;
II. Se dará aviso inmediato respecto de su situación a sus representantes legales o encargados cuan-
do se conozca el domicilio;
III. Tendrá derecho a designar a sus expensas, por sí o por sus representantes legales o encargados,
a un licenciado en derecho de su confianza, en el legal ejercicio de su profesión, para que lo asista
jurídicamente durante su procedimiento, así como en la aplicación de las medidas de orientación, de
protección o de tratamiento de externación y en internamiento;
IV. En caso de que no se designe un licenciado en derecho de su confianza en el legal ejercicio de
su profesión, de oficio se le asignará un defensor adscrito a la procuraduría de la defensa del menor y la
familia en el estado, para que lo asista jurídica y gratuitamente desde que quede a disposición del conse-
jo tutelar en las diversas etapas del procedimiento ante el mismo, así como en la aplicación de las
medidas de orientación, de protección o de tratamiento en externación y en internamiento;
V. Una vez que quede a disposición del consejo tutelar y dentro de las veinticuatro horas siguientes
se le hará saber en forma clara y sencilla, en presencia de su defensor, el nombre de la persona o personas
que hayan declarado en su contra y la naturaleza y causa de la infracción que se le atribuya, así como su
derecho a no declarar, rindiendo en este acto, en su caso, su declaración inicial;
VI. Se recibirán los testimonios y demás pruebas que ofrezcan y que tengan relación con el caso,
auxiliándosele para obtener la comparecencia de los testigos y para recabar todos aquellos elementos de
convicción que se estimen necesarios para el cabal esclarecimiento de los hechos;
VIL Será careado con la persona o personas que hayan declarado en su contra;
VIII. Le serán facilitados todos los datos que solicite y que tengan relación con los hechos que se le
atribuyan, derivados de las constancias del expediente".
259
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Antecedentes
Antes de 1985, las leyes que atendían los casos de los menores que infringían la ley
penal para el estado de Sonora, eran el Código Penales y de Procedimientos Penal
local (Colección de Leyes y Códigos, 2004). Este Código establecía tribunales para
menores, integrados por un presidente, un juez maestro y un juez médico (Código de
Procedimientos Penales del estado de Sonora, 1949). Los tres integrantes del tribunal,
en conjunto, dictaban una sentencia que, como última sanción, establecía el interna-
miento del menor en centros correccionales (ibid, Boletín Oficial, 1948).
En 1985 entró en vigor la Ley que crea el Consejo Tutelar para Menores. El
objetivo de dicha ley era la protección y prevención de los menores. Esta ley, no sólo
sancionaba a los menores que infringían las leyes penales, sino también a los que
manifiesten reiteradamente conductas antisociales que afectaran tanto a ellos mis-
mos como a su familia, o a la seguridad social (Art. 19 Ley que crea el Consejo Tutelar
para Menores, 1984).
En 1989 la comunidad internacional, preocupada por la seguridad de los niños,
creó la Convención sobre los Derechos del Niño (tratado internacional aprobado en
asamblea por la ONU). Dicha Convención, entre otros temas, trata sobre los derechos
procesales de los menores infractores y propone un sistema integral de justicia, con-
siderando a los menores como sujetos de derecho y reconociendo la responsabilidad
penal de los mismos. Este reconocimiento implica otorgar y reconocer a los menores
las mismas garantías procesales que se les otorgan a los adultos.
México firmó la Convención en 1989 y fue ratificada por el Senado de la Repúbli-
ca como tratado internacional el 21 de septiembre de 1990. La Convención sobre los
Derechos del Niño (CDN), trajo consigo cambios muy importantes en defensa de sus
derechos, en ámbitos como justicia, salud, educación, seguridad social, y trabajo. En
el caso de los menores infractores, la CDN incluyó un sistema de justicia integral
alejado del sistema tutelar. A partir de entonces México emitió diferentes disposicio-
260
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
nes contenidas en nuestro sistema normativo con el objetivo de tratar de darle total
cumplimiento al mismo. En el caso de los menores infractores los estados de la
República cambiaron su esquema de justicia no solamente con el otorgamiento de
garantías procesales mínimas sino con un cambio de fondo para cumplir con la pro-
tección integral que establecía la Convención.
En Sonora, en 1991, a raíz de esta ratificación, se adicionaron dos artículos a la
Ley que crea el Consejo Tutelar para Menores del estado de Sonora, en donde se
establecían los derechos procesales de los menores infractores (Artículo 1 bis y 48 bis
de la Ley que crea el Consejo Tutelar para Menores). Posteriormente entró en vigor,
en el año 2000, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adoles-
centes (Diario Oficial de la Federación, lunes 29 de mayo de 2000) de carácter
federal. Dicha ley instaura a nivel nacional los derechos procesales de los menores
infractores, al igual que en la Convención de los Derechos del Niño, haciendo referen-
cia a un sistema integral de justicia. Atendiendo a las mismas recomendaciones, el
estado de Sonora promulgó en el año 2002 la Ley para la Protección de los Derechos
de Niñas, Niños y Adolescentes para el estado de Sonora (Ley número 153, 1 de
octubre de 2002); en este caso la ley no asienta los derechos procesales de los meno-
res infractores, sino que establece otros derechos, como son a la vida, a la educación,
a la salud, etc. En diciembre de 2006 entra en vigor una nueva ley para la atención de
los menores infractores en el estado de Sonora en la que establece el sistema integral
de justicia para los adolescentes (2006) para armonizar con la Convención sobre los
derechos del niño.
261
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
padres y éste puede imponerle sanciones, mismas que no se reconocen como penas
sino como medidas de seguridad. Básicamente se trata de que los menores reciban
atención especializada y educación y suponen que los mismos no van a ser priva-
dos de su libertad, sino como último recurso. Al mismo tiempo, los menores no son
sujetos a un procedimiento de tipo penal, sino a un proceso en donde el Estado
actúa como tutor.
A diferencia del sistema tutelar o paternalista, en la doctrina garantista el menor
es considerado sujeto de derecho con capacidad jurídica propia. Esto implica que
los menores son capaces de ejercer derechos y cumplir obligaciones. Este funda-
mento sustenta el otorgamiento de las garantías procesales a los menores infractores,
las cuales incluyen: No ser privados de su libertad de manera arbitraria; ser trata-
dos con humanidad y respeto; derecho a un pronto acceso a la asistencia jurídica;
presunción de inocencia; derecho a ser informado de los cargos que pesan contra
ellos; derecho a ser careados con las personas que los acusan; derecho a apelar la
resolución ante un órgano de jerarquía superior; derecho a un intérprete si no domi-
nan el idioma o si no lo comprenden y derecho a que se respete su vida privada en
todas las fases del procedimiento.
En conclusión, las diferencias principales de ambos sistemas consisten en que
el tutelar o paternalista considera a los menores objeto de derecho e inimputables;
no otorga garantías procesales por no juzgarlas necesarias, ya que el Estado actúa
como un padre y los menores son vistos como incapaces y no autónomos. Por su
parte, el sistema garantista considera a los menores como sujetos de derecho y, por lo
tanto, como responsables de sus actos. Otro aspecto a destacar es que se sustenta en
el otorgamiento de garantías procesales a los menores quienes, bajo esa lógica son
capaces de ejercer derechos y cumplir obligaciones.
El sistema integral formaliza un nuevo paradigma global de la relación de los
niños con el derecho. Éste establece que los menores son sujetos de los derechos
humanos inherentes a toda persona. Las bases fundamentales de esta doctrina son: a)
el niño como sujeto de derecho, b) el derecho a una protección especial, y c) el dere-
cho a condiciones de vida que permitan su desarrollo integral, lo que comprende lo
físico, lo mental, y lo social. Existe otro principio que es el de la corresponsabilidad
y unidad familiar (O'Donnell, 2007). Los principios que conlleva la respuesta del
Estado a las infracciones de los menores son el de responsabilidad, la legalidad, la
2
Semanario Judicial de la Federación. Primera Sala, Quinta Época. Parte L; página 1352. Naturaleza
de los Tribunales de Menores. (...) Por medio de los Tribunales para Menores se substituye a quien debe
ejercer la patria potestad, cuando falta, no puede ejercerla, o no es capaz para ello.
262
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
263
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
protección de los adolescentes contra actos u omisiones que puedan afectar su desa-
rrollo biológico, psicológico, social y moral.
La Ley para la Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, publi-
cada en el Diario Oficial de la Federación el lunes 29 de mayo de 2000, es una ley
reglamentaria al Artículo 4o constitucional. En sus artículos transitorios dicha ley
obliga a los estados de la República mexicana a emitir leyes, reglamentos y disposicio-
nes para instrumentar en el país estas mismas disposiciones. De tal manera, la federación
otorga los derechos procesales a los menores, como lo estipula la Convención sobre
los Derechos del Niño.
Esta ley reconoce a los jóvenes sus derechos de alimentación, salud, educación
y sano esparcimiento para su desarrollo integral, señalando que el Estado proveerá
lo necesario para propiciar el respeto a la dignidad de la niñez y el ejercicio pleno
de sus derechos. La ley se basa en la denominada doctrina de la "Protección inte-
gral" que trajo consigo la Convención. Se entiende por protección integral el siste-
ma de justicia en el que se respetan los derechos de los menores considerándolos
como sujetos de derecho y otorgándoles garantías procesales básicas. La base prin-
cipal de esta ley es la protección de los derechos de los niños. La diferencia entre la
protección de los menores y la protección de sus derechos radica en que con ésta
última el Estado les reconoce obligaciones pero no les otorga derechos para ejercer-
los. Esta ley es reglamentaria a la Carta Magna y deja claras las garantías procesales
mínimas, ingresando, por lo tanto, un nuevo sistema de justicia, que no solamente
propone la inclusión de garantías procesales sino un nuevo modelo de justicia de
menores.
Esta norma entró en vigor en el año 2002, para cumplir con lo establecido por la
ley reglamentaria emitida por el Congreso de la Unión en el año 2000. En su
exposición de motivos (2002) dicha ley estipula que la legislación en materia de
garantías procesales fue inspirada en una protección integral de justicia. Sin em-
264
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
Sistema procesal
Bajo la Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes se aplica-
rá por primera vez el sistema procesal acusatorio. La ley anterior (Ley que crea el
Consejo Tutelar para Menores) utilizaba el sistema inquisitorio; este sistema se ca-
racterizaba por la concentración de funciones de investigación y juzgamiento en un
mismo órgano. Los Consejeros eran las personas que se encargaban de realizar esas
funciones. En el sistema acusatorio, en cambio, la investigación la realiza un órgano
y el juzgamiento otro. En la Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para
Adolescentes, la investigación corresponde al Ministerio Público especializado y el
juzgamiento al juez, por lo que esta medida pretende asegurar el derecho de los me-
nores a ser juzgados de manera imparcial y a que se respeten las garantías de debido
proceso. Otras de las diferencias del sistema inquisitorio es que la fase de instrucción
es fundamental para el proceso; las sentencias se basan en las pruebas producidas
bajo esta etapa. En cambio, en el sistema acusatorio ésta es sólo una etapa preparato-
ria del juicio.
La Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes abarca las
fases de investigación, instrucción, juicio y aplicación de medidas (Art. 24). El mi-
nisterio público (MP) especializado se encarga de la etapa de investigación (Art. 40).
El MP desarrolla las diligencias necesarias para allegarse de todos los datos y pruebas
que se requieren para comprobar si se acreditan el cuerpo de la conducta tipificada
como delito y la probable responsabilidad del adolescente (Art. 41). Las etapas de
instrucción y juicio le corresponden al juez especializado (Art. 50) y la aplicación
de medidas está a cargo del instituto de tratamiento. La fase de instrucción consiste en
diligencias previas que se llevan a cado para determinar la naturaleza y circunstan-
cias del hecho delictivo y las personas que han participado en él. Igualmente, la ley
establece los recursos de apelación, revisión, revocación y queja en incidentes diver-
sos (Art. 101) que se podrán ejercer ante un tribunal superior.
265
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Principio de la legalidad
Establece que para que una conducta sea calificada como delito, la misma deberá
estar previamente calificada como tal. La ley señala que ésta será aplicada únicamen-
te a adolescentes que lleven a cabo conductas tipificadas como delitos (Art. 2 de la
Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes del estado de
Sonora). La ley anterior (Ley que crea el Consejo Tutelar para Menores) establecía
su aplicación a menores que realizaran actos antisociales, pero no definía qué se
consideraba como tal.
Desjudicialización
Garantías procesales
266
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
proporcionen todos los datos requeridos para su defensa (Art. 9. fracción, xn) y a un
proceso que les administre justicia pronta, completa e imparcial (Art. 9. fracción, xm).
La ley que establece el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes indica que las
víctimas podrán coadyuvar con el ministerio público para establecer la responsabili-
dad del joven (Art. 33). Las víctimas tendrán derecho a recibir asesoría y a ser infor-
mados de sus derechos, a que se le repare el daño, y a recibir protección integral de su
integridad física y psíquica (Art. 33).
Tipos de Medidas
El sistema integral de justicia establece medidas muy diversas para los adolescentes
que infrinjan la ley penal, que se entienden desde la advertencia y amonestación
hasta los regímenes de semi-libertad o internación. Dos tipos de medidas serán apli-
cables a los adolescentes: las de intemamiento y las de orientación, protección, edu-
cación y tratamiento (Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para
Adolescentes, Art. 106). El intemamiento se considera como un último recurso y se
aplicará a los mayores de 14 años de edad (Art. 107). La ley establece dos tipos de
medidas: a) las de orientación, protección, educación y tratamiento; éstas consisten
en amonestación y apercibimiento, prestación de servicios en beneficio de la comu-
nidad, reparación del daño a la víctima, participación en programas de orientación y/o
rehabilitación, limitación o prohibición de residencia, prohibición de relacionarse
con determinadas personas, prohibición de asistir a determinados lugares, inscribirse
o asistir a un centro educativo para su regularización escolar, obtener un trabajo en el
caso de haber cumplido los 16 años de edad, abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas
o consumir sustancias psicotrópicas, prohibición de conducir vehículos motorizados, y
libertad vigilada; y b) las medidas restrictivas y de intemamiento que consisten en:
intemamiento para el tratamiento en tiempo libre; e intemamiento para el tratamiento
en los centros correspondientes (Art. 116).
La Convención sobre los Derechos de los Niños establece en el Artículo 40 que las
medidas deberán guardar proporción tanto con las circunstancias que llevaron a con-
267
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
formar el delito como con la infracción. La ley que establece el Sistema Integral de
Justicia para menores indica que para la determinación de la medida aplicable el Juez
deberá considerar primeramente el interés superior del adolescente y, posteriormen-
te, las características del caso concreto, las circunstancias y la gravedad de la conducta
delictiva realizada, la edad del adolescente y las condiciones particulares de desarro-
llo, la actitud del adolescente durante el procedimiento y los esfuerzos que realice
para reparar los daños, además de las posibilidades que tiene el éste de cumplir con la
medida (Art. 83). Con estas disposiciones la ley pretende cumplir con el principio de
proporcionalidad de la medida.
Especialización
Responsabilidad
268
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
Conclusiones
La Ley que establece el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes implantó
cambios substanciales en la atención a los menores, generando un sistema acusatorio.
La ley cumple con los principios de especialización, proporcionalidad de las medidas,
otorgamiento de garantías procesales y desjudicialización. Con esto México cumple
con lo establecido por la Convención sobre los Derechos del Niño, tratado interna-
cional firmado y ratificado por nuestro país en lo relacionado con el proceso de me-
nores que infringen la ley penal.
Sin embargo, el sentido de la protección integral es mucho más amplio que el
establecimiento de un proceso especializado que provea las garantías procesales a
los menores de edad infractores de la ley penal, ya que ésta conlleva la protección del
desarrollo del niño. La nueva ley no cumple con una base fundamental de la doctrina
de la protección integral, que es el establecimiento de condiciones de vida que le
permitan al menor su pleno desarrollo físico y mental. Éste es el soporte básico para
la prevención de la delincuencia juvenil.
En cuanto a la protección integral la referida Ley hace mención, en cuatro artícu-
los, a cómo se formará el sistema integral, y en uno solo a las funciones de éste,
estableciéndolo como el sistema que se encargará de la prevención y protección del
adolescente en contra de actos u omisiones que puedan afectar su desarrollo (Art.
15). Sin embargo, el ordenamiento legal no establece los medios o procesos para
llevar a cabo estas funciones.
El sistema integral comprende el establecimiento de políticas públicas para el
desarrollo integral de los menores. Por ejemplo, para respetar el principio de
corresponsabilidad familiar deberá establecer leyes y políticas públicas para fortale-
269
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Referencias
Amuchategui- Requena, G. (2005), Derecho Penal, México: Oxford Editorial.
Azaola, E. G. (1996), "Posibilidades y límites de dos modelos de justicia para meno-
res", Memoria del Coloquio Multidisciplinario sobre Menores. Diagnóstico y
propuestas, Cuadernos del Instituto de Investigaciones Jurídicas, México: UNAM.
270
EL SISTEMA INTEGRAL DE JUSTICIA PARA ADOLESCENTES
271
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
272
15
Convención de derechos del niño:
Un estudio comparativo entre México, a nivel local
y federal, y países hispanoamericanos
Elizardo Ramos Aguilera, Martha Frías y Graciela Jasa Silveira
Universidad de Sonora, México
Introducción
L a Convención sobre los Derechos del Niño (1989) establece una nueva pers-
pectiva en el tratamiento de los menores basada en el respeto de sus derechos
humanos. En este sentido los menores ya no son propiedad de sus padres, ni
personas indefensas a las que hay que cuidar, sino seres humanos destinatarios de
sus propios derechos y, por lo tanto, de sus obligaciones. Los cuatro principios
rectores de la convención son: a) la no discriminación; b) el interés superior de la
infancia; c) la supervivencia, el desarrollo y la protección de los niños y las niñas,
y d) la participación, o sea el derecho a expresar sus opiniones. La Convención
define a los niños y niñas como seres humanos menores de 18 años, y defiende a la
familia como el lugar natural de crecimiento de los (las) menores de edad, estable-
ciendo que los niños y las niñas deberán de ser escuchados, pero siempre conside-
rando los derechos de los padres; además se establecen una gama de derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales. Algunos de los derechos considerados
en esta convención son el derecho a la vida, al nombre, a la identidad, a que no sean
retenidos ilícitamente, a la libertad de expresión, de pensamiento, de conciencia de
religión y de asociación, protección en contra del maltrato infantil, a considerar la
adopción como un medio de cuidado del niño, protección en caso de ser refugiados,
273
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
274
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
En 1999 México presentó un informe (10/11/99) ante la Comisión, que fue respon-
dido con la recomendación CRC/C/15/Add.l3, párr. 15 de la Organización de las
Naciones Unidas. Esta recomendación establece la promulgación de un código sobre
protección de los derechos de los niños de carácter holístico. Según el documento,
dicho carácter implica una agrupación detallada y ordenada de los supuestos jurídi-
cos referidos a los menores de edad, que da pie al nacimiento del derecho de menores
como rama jurídica independiente. De ahí se desprende un código de carácter inte-
gral, en la que se incluyan todos los supuestos relacionados con los menores en la
Convención de los Derechos del Niño (como son los de salud, trabajo, educación,
familia, procesales, etc.). La respuesta de nuestro país al informe presentado a la
Comisión, fue que las medidas tomadas hasta entonces tenían un carácter fragmenta-
rio, no acorde con los principios de integración plasmados en el acuerdo (ídem).
La integración de un Código del Niño en Sonora nos obliga a: a) detectar las
carencias existentes en las leyes de cada uno de los países que son parte del Conven-
ción en general, y de las leyes que sobre el tema existen en México y Sonora en
particular, para contrastarla con la Convención de los Derechos del Niño; b) subsanar
el contraste existente entre las leyes locales y las recomendaciones internacionales
que la ONU ha hecho a los países que firmaron la Convención de los Derechos del
Niño; c) integrar en el estado de Sonora un código del niño tal como lo recomienda la
ONU. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo es comparar los derechos de menores
contenidos en la Convención del Niño con las leyes federales de Colombia, Uruguay,
Venezuela, Argentina, España, Costa Rica, la legislación de México Distrito Federal
(D.F.), y el estado de Sonora.
Estudio comparativo
Todos los países latinoamericanos han firmado la Convención de Derechos del Niño.
Algunos de ellos ya han modificado sustancialmente sus legislaciones y otros no.
Entre éstos últimos se encuentra México y por lo tanto Sonora. En el presente estudio
se comparan Colombia, Uruguay, Venezuela, Argentina, España, Costa Rica y la le-
gislación del D.F. y de Sonora en México. Los países estudiados establecen un Códi-
go del Niño, o del menor, o Ley de Protección al Menor.
Costa Rica tiene como legislación específica el Código de La Niñez y la Adoles-
cencia (2004) que integra varias materias, y la Ley de Justicia Penal Juvenil (2004).
En Costa Rica existen varios códigos que tratan sobre los menores y éstos son trata-
dos en tribunales judiciales y administrativos; su Código de la Niñez y la Adolescencia
(2004), establece que los tribunales administrativos y judiciales intervendrán en los
275
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
asuntos donde se vean afectados los intereses de los niños, ejemplo de ello es la
educación y violencia intrafamiliar respectivamente. La Ley de Justicia Penal Juve-
nil conoce de los actos de los menores infractores que tengan entre 12 y 18 años de
edad no cumplidos (2004).
Por su parte, Colombia cuenta con un Código del Menor (2004), el cual fue pro-
mulgado en 1989 y entró en vigor en 1990. Éste integra las materias de salud, familia,
trabajo, educación, menores infractores, menores discapacitados (entre otros dere-
chos y obligaciones), y es aplicado por los Jueces de Menores o los Promiscuos de
Familia a los menores situados entre los 12 y los 18 años (1990).
Argentina tiene como leyes específicas la Ley del Patronato de Menores, vigente
desde 1919, que trata sobre la patria potestad (2004) y el Régimen Penal de la Mino-
ridad, que fue promulgado en 1983 y modificado en 1989 (2004). En cuanto al proce-
dimiento, debe atenerse a lo dispuesto en el Código Procesal Penal de la Nación
respecto de los menores de edad. El régimen no es aplicable a los menores de 16
años, los cuales gozan de inimputablidad; los menores que queden sujetos al procedi-
miento, cuentan con el recurso de apelación ante el fallo que no consideren de acuer-
do a derecho.
España también posee una ley específica de menores la Ley Orgánica Reguladora
de la Responsabilidad Penal de los Menores de España (publicada 12 de enero de
2000), que dota a los menores de 14 años de irresponsabilidad, ya que considera y
expresa en la exposición de motivos que los actos cometidos por éstos son "general-
mente irrelevantes", y el proceso que prevé esta ley se realiza en dos instancias.
Uruguay modificó el Código de la Niñez y de la Adolescencia en el 2004 (Apro-
bado el 26 de agosto de 2004, promulgado el 15 de septiembre de 2004). El anterior
estuvo vigente por 70 años. El código incluye algunas materias como derechos pre-
natales, de salud, familiares, educativos, laborales y sobre menores infractores; el
procedimiento posee dos instancias y es competente ante los menores de 18 años.
Este código no señala edad mínima para la responsabilidad, sea civil o penal (Código
de la Niñez y de la Adolescencia, 2004).
Venezuela cuenta con algunas leyes específicas referentes a los menores, entre las
que se encuentra la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente
(Publicada: 2 de octubre de 1998, en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela),
que integra las materias familiar, laboral, así como de salud y seguridad social.
La tabla 1 compara el contenido temático de los códigos de Colombia, Uruguay y
Venezuela con la legislación de México D.F. y Sonora. Como se puede advertir, en
México se comparó Sonora con el Distrito Federal ya que éstas son las normas en materia
de derechos de menores que pudieran aplicarse en el primero.
276
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
Del análisis comparativo, podemos ver que los países que poseen una legislación
que contiene la mayoría de los derechos de los niños en un solo Código son Colom-
bia, Uruguay y Venezuela. Venezuela es el país que más ha conformado una ley inte-
gral de acuerdo con los principios de la Convención, entre ellos dar seguimiento a la
doctrina de protección integral de los niños y adolescentes. En este país se incluyen
casi todos las regulaciones referentes a los menores, excepto el abandono de perso-
nas. El resto de los países estudiados distribuye estos derechos y obligaciones en dos
Abandono Sí Sí
Adopción nac. Sí Sí Sí
Adopción int. Sí Sí
Alimentos Sí Sí Sí
Conciliación Sí
Derechos de la
infancia y adolesc. Sí Sí Sí
Derechos procesales Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí
Educación Sí
Guarda Sí
Hijos nat. Si Sí
Infr. Penal Sí Sí Sí Sí Sí Sí Si Sí
Obligaciones Sí Sí
Patria pot. Sí Sí
Trabajo Sí Sí Sí
Nota: *Costa Rica integró un Código del Niño que incluye supuestos sobre conciliación, derechos de la
infancia y la adolescencia, obligaciones de niños y adolescentes, así como cuestiones laborales. Sin
embargo continúa fragmentando el derecho de niños y adolescentes pues se encuentra vigente la Ley de
Justicia Penal Juvenil, siendo estas dos legislaciones las que conforman un todo específico.
*En Sonora y México, coexisten leyes específicas y normas contenidas en leyes o códigos de carácter
general. Las normas aplicables a los niños y adolescentes están contadas en los Códigos Civil y Penal,
las Leyes de Asistencia Social, Educación, Salud, la Ley Federal del Trabajo, la Ley que crea el Consejo
Tutelar para Menores y la Ley para la Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.
277
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
o más Códigos. El contenido temático de los códigos del niño o leyes de carácter
integral es el siguiente: derechos de la infancia, educación, adopción, patria potestad,
guarda, actividad laboral, infracción penal, abandono, filiación y conciliación.
El Código Civil de Sonora regula las cuestiones de patria potestad, filiación, adop-
ción, legitimación, alimentos y tutela (Código Civil del Estado de Sonora, 2004).
Este código tipifica el delito de abandono de personas (2004). La Ley Federal del
Trabajo reglamenta las relaciones de trabajo de los menores (2004), la Ley que crea
el Consejo Tutelar para Menores establece los procedimientos y tratamientos para
los menores infractores (1998). La Ley para la Protección de los Derechos de los
Niños, Niñas y Adolescentes (2002) establece los derechos de los menores en rela-
ción con la educación, la salud y la familia.
Adopción
En materia de adopción sólo Colombia, Uruguay y Venezuela la incluyen en el Código
del Menor, el Código del Niño y la Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adoles-
cente respectivamente, complementándose ésta última con la Ley de Adopción Venezo-
lana. En cambio Argentina, Costa Rica, España, México y Sonora regulan la adopción a
través del Código Civil o del Código de Familia, según sea el caso. Los límites de edad y
los tipos de adopción contemplados por estos países son los siguientes: Argentina,
Venezuela y Sonora contemplan dos tipos de adopción, plena y simple. Argentina prevé
como límite de edad inferior que sólo los mayores de 30 años pueden adoptar, sin
establecer ninguna diferencia de edad entre adoptado y adoptante. Venezuela y Sono-
ra establecen que sólo los mayores de 25 años pueden adoptar; sin embargo, la diferen-
cia de edad entre adoptado y adoptante no es la misma, ya que Venezuela estipula que
debe ser de 18 años, mientras que en Sonora se mantiene en 17. Por otra parte Colom-
bia, Costa Rica y España regulan sólo la adopción plena, sosteniendo los tres países
como edad mínima para adoptar los 25 años, al igual que Sonora, Venezuela y Costa
Rica, pero a diferencia de los demás, señala como límite de edad superior los 60 años y
no prevé diferencia de edad entre adoptante y adoptado, en tanto que Colombia y Espa-
ña lo establecen en 15 y 14 años respectivamente (véase tabla 2).
Alimentos
En cuanto a la alimentación, tenemos que Colombia (con el Código del Menor),
Uruguay (con el Código del Niño) y Venezuela (con la Ley Orgánica de Protección
278
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
Argentina La regula el Código Civil en los artículos 311 al 340; pueden adoptar quienes
tengan 30 años sin importar su estado civil. En los matrimonios para adopción
conjunta se requiere que el matrimonio tenga por lo menos tres años de duración;
contempla la adopción plena y la simple.
Colombia La establece como medida de protección en el Código del Menor, que regula la
adopción plena en los artículos 88 al 128; pueden adoptar los que tengan 25
años y que sean por lo menos 15 años mayores al adoptado.
Costa Rica La regula el Código de Familia del artículo 100 al 139; y está definida como
una institución jurídica de integración y protección familiar; pueden adoptar
los mayores de 25 y menores de 60 años, no acepta a los concubinos como
adoptantes y contempla sólo la adopción plena.
España La regula el Código Civil en sus artículos 175 al 180. Sólo considera la adopción
plena, el adoptante debe tener 25 años y ser por lo menos 14 años mayor que el
adoptado; los concubinos no pueden adoptar conjuntamente.
Uruguay La adopción regulada en Uruguay es la adopción simple. Se le contempla tanto
en el Código Civil (Art. 243 a 251) como en el Código del Niño (Art. 156 al 172).
Venezuela Considera a la adopción como institución de protección y la. regula por
medio de la Ley de Adopción (plena y simple) y la Ley Orgánica de
Protección del Niño y del Adolescente (simple) en sus artículos 406 al 442;
pueden adoptar los que tengan 25 años y sean por lo menos 18 años mayores
que el adoptado.
México La adopción se encuentra regulada en el Código Civil del Artículo 390 al 401.
Pueden adoptar los solteros de 25 años que a su vez sean 17 años mayores que
el adoptado, así como los matrimonios, cuando por lo menos uno de los cónyuges
cumpla con los mismos requisitos.
Sonora La adopción se encuentra regulada en el Código Civil del Artículo 557 al 563,
y está definida como un acto jurídico que contempla las adopciones plena y
simple; pueden adoptar los solteros de 25 años de edad y mayores que el
adoptado por 17 años, así como los matrimonios, cuando por lo menos uno de
los cónyuges cumpla con los mismos requisitos.
del Niño y del Adolescente), al igual que el caso de la adopción, son los únicos países
que la incluyen en la legislación específica para menores de edad. Por su parte, Ar-
gentina, España, México y Sonora establecen estos supuestos en el Código Civil y
Costa Rica en el Código de Familia. Por lo tanto, estos países lo siguen contemplan-
do como parte del derecho civil o de familia, y no como materia de derecho de la
infancia. Costa Rica, España, Venezuela, México y Sonora se apegan al principio de
proporcionalidad en lo referente a la cantidad que se debe de otorgar para alimentos;
279
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Uruguay en cambio señala que la cantidad podría llegar hasta 50% del salario del
obligado; mientras que Colombia y Argentina sólo lo determinan como "lo indispen-
sable" y "lo necesario", respectivamente. Sobre la duración del pago de alimentos,
Colombia, Costa Rica y Venezuela lo mantienen hasta los 18 años y Uruguay hasta
los 21, mientras que en España, México y Sonora se puede extender después de la
mayoría de edad por razón de los estudios que realice el acreedor alimenticio. En
tanto que Argentina no hace aclaración alguna al respecto (véase tabla 3).
Argentina El Código Civil Argentino regula en los artículos 367 al 376 lo referente a los
alimentos, determinando que incluyen lo necesario para la subsistencia, habitación,
vestido y asistencia médica de los hijos y que están obligados entre sí los parientes
por consaguinidad sin limitación de grado, y los parientes por afinidad sólo en
primer grado, siendo en ambas una obligación recíproca.
Colombia Lo regula en los artículos del 133 al 152 del Código del Menor, y queda establecido
como lo indispensable para el sustento, habitación, vestido, etc. Incluye gastos
del embarazo y el parto de la madre. El monto por alimentos debe proporcionarse
hasta los 18 años.
Costa Rica El Código de Familia contiene en los artículos 164 al 174 el material sobre los
alimentos, definiéndolos como lo que provea a los hijos menores de edad o
incapaces del sustento, habitación, vestido, asistencia médica, diversión,
transporte, etc. La cantidad debe ser proporcional a la posibilidad de quien deba
darlos.
España En el Código Civil de España se encuentran regulados los alimentos. Éstos
incluyen todo lo indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia
médica de los hijos menores de edad. La obligación se extiende más allá de la
mayoría de edad cuando el hijo continúe su formación educativa. La cantidad
debe ser proporcional a la necesidad del que los recibe y a la fortuna del que los
satisface.
Uruguay El Código del Niño establece en los artículos 204 al 222 lo referente a los alimentos.
Señala que la obligación corresponde a ambos padres, y en caso de que uno de
ellos se haga cargo, la obligación recae en quien no lo esté, pudiendo llegar hasta
50% del salario de éste, obligación que perdura hasta los 21 años o
permanentemente por incapacidad.
Venezuela La Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente establece en los
artículos 365 al 384 que los alimentos son un efecto de la filiación legal o
judicialmente establecida, por lo que los padres quedan obligados con sus hijos
para proveerles el vestido, sustento, habitación, cultura, asistencia médica,
recreación y deportes. La obligación a falta de los padres recae en segundo término
en los hermanos mayores de edad, en los demás ascendientes por orden de grado,
hasta llegar a los demás parientes colaterales.
Continua..
280
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
...continuación
México El Código Civil Federal del Artículo 301 al 323 contiene un apartado sobre los
alimentos, los cuales, deben ser proporcionales y recíprocos. Los hermanos y
parientes colaterales quedan obligados a falta de los padres hasta que el menor
cumpla la mayoría edad. Comprenden el vestido, comida, habitación, asistencia
médica y educación, caso en el cual se puede extender más allá de los 18 años de
edad.
Sonora El Código Civil en los Artículos 466 al 488 contiene lo referente a los alimentos,
de los cuales argumenta que son proporcionales y recíprocos; y que los padres (o
bien los ascendientes más próximos en grado), luego los hermanos y por último los
parientes colaterales, quedan obligados a falta de los padres hasta que el menor
cumpla la mayoría de edad. Comprenden el vestido, comida, habitación, asistencia
médica y educación, los que se pueden extender más allá de los 18 años de edad.
Actividad Laboral
La actividad laboral de los menores en Argentina es regulada en la Ley de Contrato
de Trabajo; en España en el Estatuto de Trabajadores, en México y Sonora en la Ley
Federal del Trabajo. En cambio Colombia, Costa Rica, Uruguay y Venezuela han
optado por darles un tratamiento aparte de los mayores, incluyendo los supuestos
laborales en la legislación minoril. Argentina, Colombia, Uruguay, Venezuela, Méxi-
co y Sonora establecen que sólo les es permitido trabajar a los mayores de 14 años,
Colombia y Uruguay disminuyen excepcionalmente la edad a 12 años, Costa Rica la
fija en 15 años y España en 16; Colombia, Costa Rica y Venezuela manifiestan de
forma expresa la igualdad de derechos de los menores de edad con los adultos, seña-
lándose expresamente en el caso de Venezuela la libertad sindical y de huelga.
Patria Potestad
Respecto de la patria potestad, solamente Venezuela la ha incluido en su Ley Orgáni-
ca de Protección del Niño y del Adolescente, definiéndola como un conjunto de de-
beres y obligaciones que los padres tienen en relación con los hijos menores de edad.
De igual manera, aunque no en la legislación de menores, Argentina, Colombia, Uru-
guay y Sonora la contemplan como ese conjunto de derechos y obligaciones de los
padres hacia los hijos menores de edad; Costa Rica se refiere a ella como una facultad
que tienen los padres de regir, representar y proteger a SUS hijos; España como lina
281
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Argentina La Ley de Contrato de Trabajo en los artículos del 32 al 35 señala que las personas
mayores de 14ymenoresde 18 años de edad se encuentran capacitados para trabajar,
siempre y cuando cuenten con la aprobación de sus padres o tutores, a menos que se
hayan emancipado, caso en el cual cuentan con capacidad laboral plena.
Colombia El Código del Menor en los artículos 237 al 264 hace referencia al trabajo de
menores, permitiendo trabajar a los mayores de 14 años y excepcionalmente a
los mayores de 12. El código les otorga igualdad de derechos respecto de los
adultos y en cuanto a las jornadas laborales de las cuatro a las ocho horas diarias,
según la edad, y nunca la jornada debe sobrepasar de las 8:00 PM.
Costa Rica El Código de la Niñez y la Adolescencia del Artículo 78 al 103 regula el trabajo
de los niños y adolescentes, permitiendo trabajar a los mayores de 15 años, los
cuales gozan en el trabajo de las mismas garantías que los adultos. La jornada
no debe exceder de seis horas diarias y el trabajo entre las 19 y las 7 horas queda
prohibido para ellos.
España Los artículos 6 y 7 del Estatuto de trabajadores regulan la actividad laboral de
los menores, donde sólo los mayores de 16 años pueden trabajar y ningún
menor de 18 puede trabajar nocturnamente. Cuentan con capacidad para contratar
los menores que vivan independientes, a los que los padres, tutores o institución
que los tenga a su cargo les den permiso.
Uruguay El Código del Niño en los artículos 62 al 68 regula el trabajo de menores,
permitiendo trabajar ruralmente a mayores de 12 años y en la industria a mayores
de 14, edad que puede disminuir a 12 si el fruto del trabajo ayuda al sostenimiento
familiar, deben contar con un certificado médico para poder trabajar. Las jornadas
diarias no deben exceder de seis horas.
Venezuela La Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente en los artículos 94 al
116 establece los ordenamientos que tutelan el trabajo de menores, los que
estipulan que la edad mínima para laboral es la de 14 años (excepcionalmente 12).
Los mayores de 14 años cuentan con plena capacidad laboral y gozan de los
mismos derechos que los adultos, de libertad sindical, de 22 días de vacaciones
remuneradas al año y de derecho a huelga. Además de que deben realizarse un
examen médico anual para comprobar su salud y capacidad física, también deben
inscribirse en el registro de adolescentes trabajadores.
México La Ley Federal del Trabajo en sus artículos 173 al 180 regula el trabajo de los
menores de edad, por lo que quedan facultados para trabajar los mayores de 14
años, debiendo contar con el certificado médico que los acredite aptos para
trabajar, además que los menores de 16 años no pueden prestar sus servicios en
horas extraordinarias o en día domingo.
Sonora La actividad de los menores de edad en la entidad queda regulada por la Ley
Federal del Trabajo.
282
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
Argentina La regula por medio de los Artículos 264 al 310 del Código Civil; la considera
un conjunto de deberes y obligaciones que los padres tienen en relación con los
bienes y la persona de sus hijos menores de edad y no emancipados; en el
matrimonio en principio corresponde a ambos padres, y en los hijos
extramatrimoniales al padre que los registre.
Colombia Se encuentra establecida en el Código Civil en los artículos 252 al 274, como el
conjunto de deberes y derechos que la ley otorga a los padres en función de
sus hijos menores de edad y de los bienes de éstos.
Costa Rica La regula por medio de los artículos 140 al 163 del Código de Familia; la contempla
como la facultad que los padres tienen de regir, representar y proteger a los
hijos menores de edad y de administrar sus bienes.
España Encuentra su regulación en los artículos 154 al 171 del Código Civil; la
contempla como la responsabilidad de los padres de velar por una formación
integral de los hijos, además de representarlos legalmente y de administrar
sus bienes; corresponde a ambos padres y que recae sobre los hijos no
emancipados.
Uruguay La regula por medio de los artículos 252 al 301 del Código Civil; la considera un
conjunto de deberes y obligaciones que los padres tienen en relación con sus
hijos menores de edad, y en principio corresponde a ambos padres.
Venezuela La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente en los artículos
347 al 357 la regula, considerándola un conjunto de deberes y obligaciones de
los padres en relación con los hijos; en el matrimonio corresponde a ambos
padres en principio; en los hijos extramatrimoniales corresponde inicialmente
al que lo registró primero, a ambos si lo hicieron conjuntamente, de igual forma
cuando el otro lo reconozca voluntariamente.
México La regula en los artículos 411 al 448 del Código Civil Federal, donde se le
determina como una relación de respeto y consideración mutua entre
ascendientes y descendientes; la ejercen los ascendientes sobre la persona y
los bienes (administración) de los hijos menores de edad no emancipados y a
falta de ambos padres la ejercen los abuelos.
Sonora El Código Civil del estado de Sonora en sus artículos 578 al 591 define a la patria
potestad como el conjunto de derechos y obligaciones que los padres tienen
para con los hijos menores de edad no emancipados incluyendo la correcta
administración de sus bienes; recayendo la misma en los abuelos en caso de
falta de los padres.
283
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
responsabilidad de los padres para velar por la formación integral de los hijos, y México
como una relación de respeto y consideración entre padres e hijos.
Conclusión
Algunos países latinoamericanos han avanzado en la integración de un código integral
del niño(a); sin embargo, ninguno de ellos incluye todas las propuestas planteadas en la
Convención de los Derechos del Niño. El código más incluyente es el de Venezuela,
pero aún así este país no considera todo lo propuesto por la convención. Por otra parte,
ningún país incluye lo referente a la protección de los(as) niños(as) refugiados(as).
La diversidad de supuestos que se incluyen en las legislaciones existentes en el que
estado de Sonora (de igual forma, en México), es similar a la vigente en otros países.
Esto lo confirma el resultado del estudio de la legislación específica de seis países y la
del estado de Sonora. Si bien es cierto que en Latinoamericana se ha legislado sobre los
mismos supuestos, éstos no quedan regulados bajo el mismo código, quedando al arbitrio
los límites y conceptos que consideren mejores para los menores. Por lo tanto, junto con
la legislación específica de menores, coexisten leyes y códigos que son aplicables a los
mayores de edad. Éstos son los códigos civil, familiar y la legislación laboral. Algunos
contemplan apartados referentes a los menores de edad, pero la mayoría se refiere a las
personas en general. Lo anterior lleva a que la legislación sonorense no se conforme a
las recomendaciones hechas por la ONU, en donde se plantea el establecimiento de un
código de carácter integral para los menores de edad.
Por lo tanto, y dado que el estado de Sonora pertenece a la comunidad internacio-
nal que exige la integración de un código de menores de edad, está obligado a anali-
zar y dejar atrás la dispersión de supuestos para constituir un mismo cuerpo legal
referente a niños y adolescentes que ahora forman parte de los códigos Civil (2004) y
Penal para el Estado de Sonora (2004), las Leyes de Asistencia Social (1986), de
Educación (2004), Salud (2003) y la Federal del Trabajo (1998). Así como a crear
tribunales especiales protectores de la infancia y la adolescencia, sean judiciales o
administrativos. La integración de un Código del Niño a nivel Estatal debe responder
en primer lugar a la recomendación CRC/C/15/Add. 13, párr. 15 de la Organización
de las Naciones Unidas, en el sentido de promulgar un código sobre protección de los
derechos de los niños con carácter holístico; y en segundo lugar, a cumplir con lo
establecido en el Artículo 124 constitucional, que prevé que las facultades no conce-
didas expresamente por la constitución a los funcionarios federales, se entienden
como concedidas a los funcionarios estatales, por lo que existe la obligación de crear
un código del niño que integre los supuestos relacionados a la minoría de edad, in-
284
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO: UN ESTUDIO COMPARATIVO
cluidos en el Artículo 84 fr. vil de la Constitución del Estado de Sonora (1917), que
otorga expresamente a los diputados locales poder para crear leyes sobre educación,
servicios de salud, así como de protección familiar y capacitación y adiestramiento
de trabajadores. Las recomendaciones mencionadas pretenden que se integren en un
solo código todos los supuestos relacionados con los menores, para que sea solamen-
te un tribunal, ya sea administrativo o judicial, el que atienda todo lo relacionado con
los menores.
Referencias
Código Civil para el estado de Sonora (2004), (http://www.congreoson. gob.mx/Le-
yes/Codigos/Codigo%20Civil%para%20el%20Estado%20de%20Sonora.pdf.).
Código del Menor Colombia (1989), Presidencia de la República, Instituto Colom-
biano de Bienestar Familiar, Bogotá, (http://www.iin. oea. org.).
Código de la Niñez y la Adolescencia, Costa Rica (2004), San José: Editec Editores
S.A. (http://www.iin.oea.org.).
Código De la Niñez y de la Adolescencia Uruguay (2004), (http://www.iin. oea. org.).
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2003), México: Ed. CEID.
Constitución Política del Estado libre y soberano de Sonora. Decretos 90 y 91 del 29
de marzo de 1917 (http://www.congresoson.gob.mx/Leyes)
Constitución Política del Estado de Sonora.
Convención sobre los Derechos del Niño (1989), (http://www.oea.iin.org), 03 de marzo
de 2004.
Código Penal y de Procedimientos Penales para el estado de Sonora (2004). México:
Anaya.
Ley deAsistencia Social Sonora (1986), Ley 35. B.O. núm. 48. Sección 1.16dejunio(http:/
/www.congresoson.gob.inx/I^yes/I^yes/Ley%2035%20De%
08 de sept. de 2004.).
Ley de Educación Sonora (2004), Decreto núm. 90 Publicada en el B.O. núm. 6 Sección
II. 19 de julio 2004 (http://www.congresoson.gob.mx/Leyes/Leyes/
Ley%2078%20De%20Educacion%20para%20el%20Estado.pdf.), 08 de sept. de 2004.
Ley de Justicia Penal Juvenil (1996), Ley Penal Juvenil. laed., San José: Imprenta
Nacional, 1996. p. 56 (Serie Publicaciones Oficiales La Gaceta; 9). Costa Rica,
(http://www.iin.oea.org.) 03 de marzo de 2004.
Ley de Salud Sonora (2003) (http://www.congresoson.gob. mx/Leyes/Leyes/
Ley%20109%20De%20Salud.pdf08), Ley 421. B. O. núm. 2 Sección IV, 7 de julio
2003.
285
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
286
16
Funciones ejecutivas y delincuencia juvenil:
datos preliminares
Martha Frías Armenia
Universidad de Sonora, México
Introducción
287
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
14.7 delitos por cada mil habitantes mientras que en 2003 se incrementó a 1 517 899
delitos, con una tasa de 14.6 delitos por cada mil habitantes. Los estados que mantie-
nen una alta proporción de criminalidad son Baja California y Baja California Sur,
con una tasa de 40 y 30 delitos, por cada mil habitantes respectivamente. Sonora,
que es un estado fronterizo, se ha mantenido con una proporción de 9.0 delitos por
cada mil habitantes (ídem). Estos datos nos indican que la delincuencia en México
se ha incrementado o mantenido.
La delincuencia es uno de los problemas más graves que enfrenta la sociedad
actual. Ésta ha emprendido acciones para prevenir y tratar a los delincuentes; sin
embargo, dichas acciones no se han traducido en resultados esperados. La crimi-
nalidad sigue aumentando y la sociedad se siente insegura. Del total de los críme-
nes cometidos, un porcentaje significativo es llevado a cabo por menores de edad.
Encontrar los factores que inciden en el desarrollo de acciones delictivas en este
sector de la población es una tarea de enorme relevancia para los investigadores
sociales.
Los tratamientos dirigidos a los menores, lejos de disminuir la reincidencia la han
mantenido o, en el peor de los casos, aumentado. Por lo tanto, el estudio de los facto-
res que causan o mantienen la conducta antisocial en los menores ayudará a proponer
formas efectivas de tratamiento para reducir la delincuencia juvenil. En el pasado se
ha estudiado este fenómeno desde diversas perspectivas, pero no se han incluido
variables neuropsicológicas para explicarlo. Actualmente, algunos teóricos han pro-
puesto la teoría de que los problemas neuropsicológicos podrían influir en la genera-
ción de la conducta antisocial (Moffit, 1993; Fishbein, 2000), sin dejar de señalar el
rol que podrían desempeñar las llamadas funciones ejecutivas en la inhibición de
ésta. Basado en estas teorías, el presente trabajo es uno de los primeros estudios en
probar el efecto de las funciones ejecutivas en la conducta antisocial y delictiva de los
menores de edad.
En el cuarto apartado de este libro, (Valdez et al, 2009) se expone que, al menos
en jóvenes, la falta de maduración de ciertos sistemas cerebrales (predominantemen-
te el neocórtex frontal), podría asociarse a la comisión de actos antisociales. Dicha
área cerebral es responsable de las funciones ejecutivas que incluyen la planeación, la
anticipación, la iniciativa, el accionar y la corrección del propio comportamiento, entre
otras actividades, todas las cuales se encuentran implicadas en el control de los actos
antisociales. En el estudio que se detalla en el presente capítulo, se pretende estable-
cer un modelo que especifique los factores neuropsicológicos asociados a la delincuencia
juvenil. Consecuentemente, el objetivo de esta investigación es determinar si la crimi-
nalidad se deriva, al menos en parte, de la inmadurez de las funciones ejecutivas.
288
FUNCIONES EJECUTIVAS Y DELINCUENCIA JUVENIL: DATOS PRELIMINARES
Antecedentes
La delincuencia en un fenómeno multicausal en el que variables biológicas y sociales
se interrelacionan y retroalimentan en procesos complejos. Goldberg (2001), conside-
ra a las funciones neuropsicológicas o superiores como cruciales para cualquier
comportamiento con un propósito finalista, como identificar un objetivo, proyectar
una meta y establecer planes para alcanzarla, organizar los medios para llevar a cabo
tales planes, juzgar y controlar las consecuencias. A estos comportamientos se le
denomina funciones ejecutivas y se identifican como la capacidad de representar
mentalmente alternativas de acción; se considera que estas capacidades se encuen-
tran reguladas por la actividad de los lóbulos frontales del cerebro.
La madurez en las funciones ejecutivas es la base de la planeación, el análisis de
riesgos y el uso eficiente de estrategias para la solución de problemas. Si estas fun-
ciones están inmaduras las personas tienen una mayor probabilidad de presentar
impulsividad, agresividad, conductas de riesgo, fallas en la planeación, en la previ-
sión y en la solución de problemas. Estos factores psicológicos se relacionan con la
conducta antisocial, y pudieran influir en la generación y mantenimiento de la con-
ducta delictiva, lo que concuerda con la curva de la delincuencia, ya que la mayor
parte de los delitos se cometen entre los 14 y los 25 años; y es que, a partir de esta
última edad empieza a declinar la incidencia de los delitos. Esto también coincide
con los reportes relacionados con la maduración de las funciones superiores
neuropsicológicas, como lo son las funciones ejecutivas (ibid.). Por otro lado, P. Giancola
(1995) argumenta que las deficiencias en las funciones ejecutivas pueden decrementar
las habilidades para generar alternativas sociales que se adapten a los ambientes
sociales, y ejecutar respuestas adecuadas para evitar la agresión. Al respecto, D.
Fishbein (2000) encontró que el retraso neuropsicológico estaba fuertemente relacionado
con el consumo de drogas y la delincuencia.
Las funciones ejecutivas están relacionadas con lo que la ley considera control
volitivo. Éste implica la capacidad de anticipar consecuencias y decidir si se lleva a
cabo o no una acción. Algunos autores plantean que el control volitivo no es innato,
sino que se va desarrollando a lo largo del crecimiento de los seres humanos, y es
considerado como un signo fundamental de la madurez social (Goldberg, 2001).
Las funciones ejecutivas se manifiestan como la habilidad para iniciar, inhibir o modular
la atención y la actividad mental; para interactuar con otros en discusiones y
conversaciones, y planificar y controlar la conducta dirigida al resultado. Actividades
psicológicas como la planeación, la adecuación emocional y el manejo del contexto
social se relacionan con estas funciones. Se considera que las actividades cognitivas de
mayor nivel implican el control ejecutivo (Case, 1992). La madurez de las funciones
289
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
290
FUNCIONES EJECUTIVAS Y DELINCUENCIA JUVENIL: DATOS PRELIMINARES
Método
a) Participantes
b) Instrumentos
291
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
292
FUNCIONES EJECUTIVAS Y DELINCUENCIA JUVENIL: DATOS PRELIMINARES
expresar en voz alta y lo más rápido posible lo que se les requiere en cada una de las
siguientes condiciones:
c) Procedimiento
d) Análisis de datos
293
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
(GLM) para observar diferencias de grupos en relación con las pruebas neuropsi-
cológicas, en donde se controló estadísticamente el sexo y la edad. Para predecir los
rasgos de antisocialidad se llevó a cabo otro GLM jerárquico, en donde el factor de
delincuencia fue la variable dependiente y los reactivos del Wisconsin y del STROOP,
que medían funciones ejecutivas, fueron las variables independientes, controlándose
por sexo y por edad.
Resultados
Se conformaron los tres factores de Rasgos de Antisocialidad, resultados del
Wisconsin y del STROOP. El factor de antisocialidad explicó 99% de la varianza,
cargando positivamente en la conducta antisocial, la carencia de autocontrol, la
impulsividad y el riesgo y con carga negativa en la resistencia a la presión de los
compañeros y en la propensión al futuro. El factor resultante del test Wisconsin
explicó 100% de la varianza, cargando negativamente en los errores perseverativos
y positivamente en los niveles de respuestas conceptuales y el número de catego-
rías terminadas. El factor del STROOP explicó 100% de la varianza de los cuatro
componentes que fueron el tiempo-palabra, el tiempo-color, el tiempo-punto-pala-
bra y el tiempo-punto-color que mide el tiempo en leer cada una de las palabras
dependiendo de las diferentes condiciones dadas. Todos estos indicadores recibie-
ron cargas negativas del factor. Los resultados del GLM indicaron diferencias de
grupos con relación a los rasgos de antisocialidad, controlando el sexo y la edad
(véase tabla 1).
De la misma manera, los grupos difirieron con relación a los resultados del test
Wisconsin, controlando el sexo y la edad (véase tabla 2).
294
FUNCIONES EJECUTIVAS Y DELINCUENCIA JUVENIL: DATOS PRELIMINARES
Los resultados del GLM mostraron también diferencias de grupos con relación a la
aplicación del Test STROOP (véase tabla 3).
El GLM jerárquico predijo 39% de la varianza de los rasgos de antisocialidad en
donde edad, el grupo y los resultados del STROOP fueron significativos en la predicción
de estos rasgos. En este caso el Wisconsin no mostró efectos significativos en los
mencionados rasgos.
295
NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y PROBLEMAS SOCIALES
Discusión
Los resultados de este estudio muestran que los grupos investigados difieren en los
indicadores de las funciones ejecutivas. Los menores infractores exhibieron menos
funciones ejecutivas que los jóvenes de la muestra comunitaria. El efecto continuó
aun cuando se controlara la edad y el sexo. Esto parece indicar que los menores
infractores presentan un desarrollo menor de las funciones ejecutivas comparados
con los de la muestra control. Lo anterior avalaría la propuesta teórica de Moffitt
(1993), quien anticipó que los delincuentes juveniles presentarían un retardo en su
desarrollo neuropsicológico. Esto pudiera deberse ya sea a la falta de estimulación
social, como lo sugiere Goldberg (2001) o a la determinación genética.
Desafortunadamente este estudio no fue diseñado para analizar dicho dilema y
únicamente diremos a que existen diferencias entre el grupo de infractores y de el
control. Cuando se realizó la regresión jerárquica, el efecto del Wisconsin no fue
significativo para predecir los rasgos antisociales juveniles. Esto se pudiera deber a
que la varianza es absorbida por los efectos del otro test. El STROOP SÍ predijo
significativamente los rasgos antisociales, lo cual sugiere que las funciones ejecuti-
vas predicen significativamente la delincuencia y sus correlatos conductuales
(impulsividad, falta de control, déficit en anticipación, etc.) al menos en una de sus
medidas. De la misma manera, los resultados de la regresión nos muestran un efecto
de la edad en las funciones ejecutivas. Este efecto era esperado.
Los resultados aquí mostrados son preliminares, sin embargo muy significativos.
Los menores infractores difieren del grupo de jóvenes que no se encuentran internos
y que representan en gran medida a la comunidad general. De replicarse este hallaz-
go, el mismo podría dar pauta para proponer diferentes tratamientos a los menores
infractores. Es probable que el tratamiento neuropsicológico encaminado a inducir la
maduración de las funciones prefrontales sea una medida efectiva para prevenir actos
antisociales. La prueba de dicho tratamiento podría constituir una línea de investiga-
ción fructífera para estimar la efectividad de una serie de medidas no consideradas
hasta ahora en la prevención de la delincuencia.
Referencias
Case, R. (1992), "The Role of the Frontal Lobes in the Regulation of the Cognitive
Development", Brain and Cognition, 20, pp. 51-73.
296
FUNCIONES EJECUTIVAS Y DELINCUENCIA JUVENIL: DATOS PRELIMINARES
297
Niñez, adolescencia y problemas sociales
se terminó de imprimir en noviembre de 2009,
en los talleres de Grupo H Impresores,
Sabino número 12, colonia El Manto,
delegación Iztapalapa. C.P. 09830, México, D.F.
La edición consta de mil ejemplares.