Alternativas A La Agricultura Moderna Convencional
Alternativas A La Agricultura Moderna Convencional
Alternativas A La Agricultura Moderna Convencional
Bellagio, Italia
© 1999 Cornell International Institute for Food, Agriculture and Development (CIIFAD).
Solicite copias adicionales de este informe a CIIFAD, Box 14, Kennedy Hall, Cornell
University, Ithaca, NY 14853, teléfono (607) 255-1005; e-mail ciifad@cornell.edu; página
web http://ciifad.cornell.edu//ciifad.
Agricultura sostenible:
Bellagio, Italia
Segunda fila, de izquierda a derecha: Dennis Garrity (ICRAF, Indonesia), Ed Ruddell (ex
miembro del Programa Andino de World Neighbors), Arie Kuyvenhoven (Universidad de
Agricultura, Wageningen, Holanda), Randy Brummett (ICLARM), Keith Jones (Universidad
de Greenwich e Instituto de Recursos Naturales, Reino Unido, y CARE/Sri Lanka), Per
Pinstrup-Andersen (IFPRI), Erick Fernandes (Universidad de Cornell e ICRAF), Peter
Kenmore (Programa de Protección de Plantas, FAO), Alice Pell (Universidad de Cornell),
Jules Pretty (Universidad de Essex, Reino Unido), Pedro Sanchez (ICRAF), y Mamby Fofana
(Unitarian Service Committee of Canada, Programa de Mali).
Fotos: Estudio y Centro de Conferencias, Bellagio, esta página. Lourdes Brache, p. 11; IITA,
carátula; Terry Tucker, p. 7 y 25; Norman Uphoff, p. 17.
Prefacio
La propuesta que Altieri y Uphoff prepararon, para llevar a cabo una conferencia que
evaluara estas interrogantes, fue aceptada por el Comité de la Fundación Rockefeller, de
Bellagio a comienzos de 1998. La Fundación cubriría los costos de alimentación, alojamiento
y apoyo logístico para realizar la conferencia en Villa Serbelloni. El Departamento de
Desarrollo Rural del Banco Mundial proporcionó fondos para cubrir los gastos de viaje de
algunos de los participantes de los países en desarrollo. Varias organizaciones
internacionales costearon el viaje de sus representantes: el Servicio de Protección de
Plantas de la FAO; el Centro Internacional de Investigaciones en Agroforestería (ICRAF); el
Instituto Internacional de Investigación en Política Alimentaria (IFPRI); y Recursos para el
Futuro. CIIFAD cubrió el resto de gastos y brindó el apoyo administrativo necesario para
organizar la conferencia. Los organizadores agradecen a todas las instituciones mencionadas
porque su apoyo hizo posible esta conferencia, y a Virginia Montopoli por manejar tan bien
la planificación y operación de la reunión.
Altieri preparó una declaración de la conferencia que fue distribuida en una reunión del
Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) en Beijing, en mayo
de 1999. Upjohff preparó un borrador del informe de la conferencia que fue entregado a
todos los participantes a fin de recabar comentarios y aportes. Altieri está preparando una
edición especial en el journal Environment, Development and Sustainability, en la cual serán
publicados muchos de los estudios de caso presentados en la conferencia. Uphoff está
editando un libro que integrará la esencia de los temas y las discusiones y conclusiones en
un volumen que reúne y documenta las ideas aquí presentadas.
Las nuevas tecnologías agrícolas desarrolladas y extendidas en las tres últimas décadas han
contribuido a un crecimiento sin precedentes de la producción mundial de alimentos. Sin los
frutos de la revolución verde, habría un gran déficit de alimentos, o un impacto
medioambiental adverso debido al cultivo de grandes áreas de terrenos poco apropiados.
Pero hay una preocupación creciente acerca de que este modelo se agota y que la
trayectoria del desarrollo agrícola, que conlleva tanto costos como beneficios, pudiera no ser
la mejor ni la única alternativa para el futuro (Conway, 1997).
¿Pueden cubrirse las futuras necesidades de alimentos usando más de los mismos tipos de
inversiones agrícolas promovidos en las tres últimas décadas -basados en investigación,
extensión, infraestructura y política? ¿O es que los productores y quienes toman las
decisiones deberían buscar otras formas sostenibles para el medio ambiente,
económicamente eficientes y socialmente equitativas en cuanto a incrementar la oferta
mundial de alimentos? ¿Existen tales alternativas? ¿Cuál es el potencial de las estrategias
de producción que dependen más de un manejo agroecológico que de inversiones de
capital; más de recursos locales que de insumos externos, y más de procesos biológicos que
de aplicaciones de químicos?
La situación
Las proyecciones difieren sobre cuándo exactamente, en el próximo siglo, los productores
de todo el mundo necesitarán doblar el actual nivel de producción agrícola para satisfacer
los requerimientos de una población más grande y, como todos esperan, más próspera. En
el presente hay grandes necesidades de alimentos no cubiertas.
Contribuciones tecnológicas
Esta pregunta ha sido respondida con optimismo al señalar que la producción de los
principales cereales (arroz, trigo, maíz) se ha duplicado en los últimos 30 a 35 años. Esta
importante aceleración sin paralelo en la producción de alimentos se logró con el uso de las
tecnologías de la "Revolución Verde" –semillas mejoradas de variedades de alto
rendimiento, irrigación, fertilizantes y otros agroquímicos- (Crosson y Anderson, 1999).
No está muy claro, sin embargo, qué se necesita hacer de aquí en adelante para lograr la
seguridad alimentaria, para todos, en los años venideros. En la década pasada, el aumento
de los rendimientos gracias a la tecnología de la Revolución Verde se ha venido
desacelerando y en algunos casos se ha detenido (Pingali et al., 1995). Los rendimientos
más altos se han obtenido por el uso cada vez mayor de fertilizantes y agua de riego, que
en muchos lugares ha sobrepasado el límite de los retornos decrecientes. Por lo tanto, el
incremento en el uso de estos insumos ha devenido en una menor productividad. Más aún,
con el uso de altos niveles de insumos se han registrado impactos medioambientales
adversos en los sistemas de producción bajo uso intensivo de químicos y combustible fósil.
A mediados del próximo siglo habrá aproximadamente un tercio menos de tierras cultivables
per capita y tal vez una reducción equivalente en la disponibilidad de agua para fines
agrícolas. Para duplicar la provisión de alimentos será necesario incrementar la
productividad de la tierra y el agua, pese a la menor disponibilidad de estos recursos
naturales clave. Asimismo, a menos que se realicen grandes y exitosos esfuerzos,
continuará la reducción de la biodiversidad, que es la fuente del material genético necesario
para lograr mayores avances en el mejoramiento de plantas y animales. Los cambios
climáticos globales podrían verse acelerados, con consecuencias indeseables para la
agricultura.
Los demógrafos han retrocedido en sus estimados sobre la máxima población humana
esperada, de un pico de 15-18 mil millones a 8-10 mil millones de personas. Pero incluso
este crecimiento reducido significa que habrá la mitad o dos tercios más de personas sobre
la tierra de las que ahora viven en ella. Casi todo el aumento de la población se concentrará
en los países menos desarrollados y en gran parte bajo condiciones de pobreza y
desnutrición.
Según estimados de FAO, unos 800 millones de personas sobre la tierra viven bajo
condiciones de hambre y desnutrición perpetuos (Pinstrup-Andersen y Cohen, 1999).
Asegurar la alimentación para ellos y sus descendientes será más difícil si la provisión total
de alimentos no crece lo suficiente. La forma en la cual se producen los alimentos debería
contribuir a cubrir las necesidades de quienes tienen mayor inseguridad alimentaria.
Aunque los más ricos gastan proporcionalmente una menor parte de sus ingresos en
alimentos, en total consumen más cantidad de comida, lo cual en gran parte contribuye a
las diferentes clases de enfermedades que sufren los pudientes.
Los cambios en la dieta que a menudo acompañan a las personas de mayores ingresos
requerirán mayores incrementos en la producción de animales, y no sólo de granos
comestibles, ya que los alimentos de origen animal desplazan parcialmente a los de origen
vegetal. De modo que haríamos un estimado conservador si decimos que para cubrir las
necesidades económicas y sociales en las próximas tres o cuatro décadas, el mundo debería
estar produciendo por lo menos el doble de los alimentos que hoy produce.
Con sólo aumentar la oferta de alimentos no se asegura la alimentación a todos los hogares,
comunidades y naciones. Es esencial una distribución más equitativa de los ingresos y de
los alimentos porque el acceso a los comestibles finalmente depende del poder de compra,
obtenido de cualquier forma. La pobreza, y no la oferta insuficiente, es la primera y la más
importante causa del hambre. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que una adecuada
oferta de alimentos sigue siendo una condición necesaria, aunque no suficiente, para
eliminar el hambre y la pobreza. El acceso a la tierra por los pobres para producir sus
alimentos también es fundamental.
Debido a que los pobres se alimentan pobremente, son muy débiles y propensos a
enfermedades como para sacar el máximo provecho de los recursos que poseen. Esto
reduce su escaso poder y por lo tanto reciben una pobre compensación por su trabajo (Hart,
1986).
Cuando hay escasez de alimentos, lo que se recorta es el consumo de los pobres. En forma
figurativa, y algunas veces literal, ellos están "al final de la cola" dentro de una distribución
de alimentos que empieza en la máxima jerarquía socioeconómica. Cuando se ha repartido
todo el alimento disponible, quienes permanecen en la cola pasarán hambre.
Más aún, cuando la demanda excede la oferta, los precios de los alimentos aumentan,
muchas veces en forma drástica. Esto reduce el ingreso real y en especial reduce aún más
los pequeños ingresos de los pobres y también afecta los modestos ingresos de la clase
media.
Está claro que se necesita revisar el tema socioeconómico y político para reducir la pobreza
y el hambre. Pero la preocupación por el incremento de la oferta se justifica en términos
prácticos y éticos. Quienes están subalimentados necesitan alimentación adecuada y buena
nutrición para alcanzar sus potenciales productivos y humanos, lo cual no sólo los
beneficiará a ellos mismos sino también a otros miembros de la sociedad.
El cambio y la oportunidad
Pero la conferencia no fue convocada para evaluar los futuros potenciales y limitaciones de
las tecnologías de la Revolución Verde. Los datos y análisis considerados en Bellagio se
relacionan con los potenciales y problemas de diversas alternativas o complementos a estos
enfoques intensivos en capital para aumentar la producción agrícola.
La característica más importante que hemos considerado es que los nuevos enfoques deben
estar basados en el pensamiento agroecológico, tácita o explícitamente, para lograr una
producción incrementada. Esto significa que deben capitalizar en procesos biológicos y
naturales más que depender principalmente de la innovación química, de ingeniería o
genética.
Los enfoques agroecológicos buscan crear condiciones óptimas de crecimiento para las
plantas y los animales, no como especímenes individuales sino como parte de ecosistemas
más grandes, donde se provee y recicla nutrientes y otros servicios ecológicos en forma que
les permita beneficios mutuos (Altieri, 1995). En particular, no se ve al suelo como un
repositorio para la producción de insumos o como un terreno sujeto a explotación, sino
como un sistema viviente donde macro y microorganismos interaccionan con la materia
orgánica y mineral.
Tales enfoques alternativos pueden ser descritos como tecnologías de bajos insumos (e.g.
Sánchez y Benites, 1987), pero esta denominación se refiere a los insumos externos
requeridos. La cantidad de mano de obra, habilidad y manejo que se requiere como insumos
para hacer más productivo el terreno y otros factores de la producción es muy sustancial.
Por tanto, en vez de centrarse en lo que no se está usando, es mejor enfocar aquello que es
más importante para aumentar la producción de alimentos – mano de obra, conocimientos y
manejo.
Como cualquier buen productor en cualquier lugar, los agricultores pequeños y marginales
deben esforzarse para optimizar su producción dentro de las limitaciones reales que
enfrentan, Aunque ellos tienen necesidades inmediatas y urgentes para la producción (una
tasa de descuentos elevada), la mayoría saben que necesitan conservar la base de los
recursos de la cual dependen sus posibilidades de producción.
Los sistemas agroecológicos no están limitados a lograr una baja producción, como algunos
críticos han aseverado. El aumento de la producción de 50% a 100 % es bastante común
con la mayor parte de los métodos de producción alternativos. En algunos de estos
sistemas, los rendimientos de los cultivos de los cuales dependen más los pobres –arroz,
frijoles, maíz, yuca, papa, cebada- se han multiplicado varias veces gracias a la mano de
obra y el conocimiento, y capitalizando en los procesos de intensificación y sinergia más que
comprando insumos caros.
Que se pueda aumentar el rendimiento al doble o más en estas áreas se debe en parte a la
escasa base de la producción a partir de la cual comienzan estos agricultores. Sin embargo,
los niveles de rendimiento absolutos también pueden ser mayores. Estas son áreas donde la
necesidad de incrementar la producción es mayor y donde el suelo, clima y otras
condiciones son más desfavorables. Muy relacionado a escasa dotación de recursos y a las
necesidades humanas urgentes, los niveles de producción recién obtenidos son bastante
significativos y proporcionan alimento directamente a los hogares que son más vulnerables
a la inseguridad alimentaria.
No todas las innovaciones agrícolas funcionan bajo las mismas condiciones. Por ejemplo,
cuando el suelo carece de ciertos nutrientes o la lluvia es escasa o poco confiable, las
buenas prácticas agroecológicas pueden superar tales limitaciones y alcanzar niveles de
producción razonables. Es indudable que algunas de estas prácticas mejoran el estado de
los nutrientes del suelo y la capacidad de retención de agua, introduciendo así la posibilidad
de restauración o aprovechamiento del suelo. Las especies leguminosas silvestres como
canavalia o tephrosia pueden crecer e incluso enriquecer el suelo, donde parece imposible
que crezcan plantas.
En los lugares donde la mano de obra constituye una limitación, algunas de estas
innovaciones no son prácticas porque requieren más trabajo. Sin embargo, cuando se
combina frijol terciopelo (mucuna) con maíz, usados como cultivo de cobertura añadido al
suelo después de cortado, se reducen los requerimientos de mano de obra y al mismo
tiempo el suelo se protege de la erosión y se enriquece por la fijación del nitrógeno en las
raíces de las leguminosas, lo cual incrementa el rendimiento en 35 –40 por ciento (Thurston
et al., 1994).
Todas las tecnologías que hemos considerado requieren manejo y conocimiento intensivo, y
la mayoría de ellas necesita un tiempo considerable para desarrollar y diversificarse en
forma satisfactoria para los usuarios. El éxito depende, en gran medida, del mejoramiento
de la capacidad humana para tomar decisiones, manejar los recursos, adquirir información y
evaluar los resultados. Aunque tales actividades se ven sólo como un costo de producción
desde el punto de vista convencional, cuando los agricultores las adoptan, se incrementa su
nivel de pericia, conocimientos y toma de decisiones. Esto permite a los agricultores ser
más productivos en el futuro.
Por tanto, las actividades que mejoran los recursos humanos deben ser consideradas como
beneficiosas para los agricultores y no solamente como un costo. Practicar una agricultura
con mayor intensidad de manejo y conocimientos e involucrarse en la experimentación y
evaluación que aumenta el capital humano en el sector agrícola, es una forma más
progresista de agricultura. Esto también tiene el efecto de dar mayor confianza y habilidad a
los agricultores para resolver problemas.
Una conclusión importante de la conferencia fue la preocupación por los procesos por medio
de los cuales se desarrollan, mejoran y difunden las nuevas prácticas agrícolas, más que por
los sistemas de producción y las tecnologías examinados. Estos nuevos enfoques han
surgido de la amplia experiencia y experimentación -parte de ella de los propios
agricultores- con frecuencia estimuladas por las organizaciones no gubernamentales (ONG),
instituciones de investigación y universidades. En algunos casos agencias gubernamentales
han empezado a trabajar en una nueva interrelación menos dirigida y más colaborativa con
los agricultores.
La práctica está muy por encima de la teoría en esta área, porque la agroecología
proporciona un fundamento teorético básico y válido para comprender y ayudar a establecer
estos cambios en las prácticas de producción. Lo que ahora se considera innovaciones, con
frecuencia no lo son, al menos no para los agricultores.
Como discutiremos más adelante, hay una metodología emergente para la innovación
agrícola que es tan importante como las tecnologías que resultan de ella. Este enfoque se
basa en una participación activa de los agricultores –indudablemente, en el liderazgo de los
agricultores- en un proceso de identificación de problemas y necesidades para comenzar y
guiar los procedimientos; de determinar y escoger entre posibles soluciones; de probar,
monitorear y evaluar los resultados de las nuevas prácticas; y de ayudar a difundir los
resultados considerados beneficiosos. Este proceso puede ser caracterizado como desarrollo
tecnológico participativo, investigación y extensión centradas en el agricultor, o
mejoramiento agrícola de agricultor a agricultor.
Esta metodología es más importante que cualquier otra, en particular porque la agricultura
sostenible requiere una continua adaptación y cambio en las prácticas y estrategias; algo es
necesario para lograr cambios en las condiciones ambientales, económicas y en otras que
afectan la productividad y las utilidades de actividades y cultivos específicos.
De este modo, los nuevos enfoques se distinguen tanto por la forma en que son
desarrollados por y para los agricultores, como por las tecnologías en sí. El conocimiento
local se complementa y se elabora a partir del conocimiento que científicos e investigadores
pueden aportar al proceso colaborativo de desarrollar posibilidades tecnológicas.
Hay una especial necesidad por la innovación en las áreas rurales a las cuales no han
llegado las opciones de la Revolución Verde. Para que sus problemas de seguridad
alimentaria sean resueltos, los medios para aumentar la producción deben estar dentro de
los alcances y la comprensión de los propios agricultores.
La Revolución Verde obtuvo sus mejores resultados de productividad en los lugares de más
fácil acceso, en áreas con las mejores condiciones de suelo y clima, y en general con
agricultores aventajados, de mayor nivel educativo. El mayor reto ahora es incluir y
beneficiar áreas y personas menos dotadas.
Tales regiones y personas son consideradas por lo general "marginales". Este término se
refiere apropiadamente a aquellos ubicados en márgenes de las áreas agrícolas más
prósperas y de la corriente económica. Con frecuencia el término implica, sin embargo, que
estas personas y lugares no son productivos y por lo tanto no es rentable invertir en ellos.
Esta visión es tomada por algunos como una justificación al hecho de ignorar tales áreas o
de darles ayuda en forma caritativa, sin esperar elevar su productividad en forma
significativa. Otros, incluyendo la comunidad internacional de investigadores, ven las áreas
marginales como oportunidades para obtener mejoras sustanciales en la seguridad
alimentaria, disminución de la pobreza y conservación del medio ambiente en una serie de
situaciones exitosas.
En consecuencia, no debe causar sorpresa que las inversiones en las áreas más pobres,
seriamente descapitalizadas, puedan producir retornos marginales mayores que las
inversiones en las áreas más ricas (Hazell y Fan, 2000). Aunque éstas no son las primeras
en términos absolutos, con inversiones apropiadas, es decir, favorables para sus
condiciones y necesidades, pueden ser más productivas en términos relativos.
¿Cuáles serían las inversiones apropiadas? Sólo en casos especiales las tecnologías
desarrolladas para áreas favorecidas podrían ser productivas en áreas marginales y más
pobres. Como regla, las nuevas tecnologías tendrán que ser modificadas, adaptadas o
desarrolladas de novo a partir de prácticas y conocimientos preexistentes.
Las posibilidades para "transferencia de tecnología" desde las áreas favorables a las
marginales fueron discutidas en la conferencia. Este aspecto fue considerado en general un
concepto no apropiado para las áreas marginales, donde se tiene que tratar con mucha
mayor heterogeneidad y variabilidad. Allí, la tecnología tiene que ser ajustada y adaptada
más extensivamente que en los lugares donde los buenos climas y suelos favorecen el
monocultivo y la inversión de grandes capitales.
Que una tecnología sea productivamente sostenible depende de las condiciones locales y
tales condiciones varían ampliamente e incluso cambian. El desarrollo de una agricultura
más apropiada y productiva bajo circunstancias cambiantes y diversas será más exitosa en
la medida en que se involucre más activamente a la población rural para estructurar y
manejar el proceso.
Principios agroecológicos
Nos dimos cuenta de que nuestra discusión continuamente iba y venía entre
consideraciones biofísicas y socioeconómicas. Es indudable que una perspectiva ecológica
debe aclarar que los factores no pueden ser entendidos en forma aislada. El progreso
requiere que seamos analíticos, críticos y que evaluemos nuestro modo de pensar, pero
también que sinteticemos y tengamos un entendimiento holístico.
Se discutieron ciertos principios agroecológicos claves que podrían aplicarse para elevar la
productividad agrícola en forma sostenible (Altieri, 1995):
Biodiversidad a todo nivel, para mantener mayor elasticidad y riqueza en los sistemas
ecológicos;
Sinergia para lograr mayor producción a partir de insumos definidos gracias al refuerzo de
las interacciones entre cultivos, suelos, insectos, plantas, animales, microorganismos, etc.
Adaptación e innovación para lograr cambios en las condiciones del medio ambiente y
desarrollar continuamente nuevas formas para resolver problemas.
La diversidad, por ejemplo, es un principio que se aplica más allá del campo de los
ecosistemas, porque la diversidad cultural brinda beneficios similares que los de la
biodiversidad. La sinergia se ve en estos otros campos cuando se añaden positivamente
soluciones que surgen de la consulta y el acomodo de mútiples intereses.
África
Kenia
En el semiárido distrito de Machakos, durante 60 años, las familias invirtieron en una gran
variedad de prácticas de mejoramiento del terreno acompañadas de patrones de cultivo que
respondían a las oportunidades del mercado. Entre estas prácticas estaban el uso de
terrazas, encierro del ganado y uso del estiércol, plantar árboles y cercos, almacenar el
agua en lagunas y otras estructuras. La mayoría fue desarrollada por agricultores y llevada
a cabo sin ninguna ayuda o guía del gobierno. Esto permitió a las familias de Machakos
elevar su productividad agrícola por hectárea once veces más, muy por encima del
incremento de la población en cinco veces durante la misma época (Tiffen et al., 1994).
Según Tiffen (1999), "el sistema agrícola practicado en los 90 requiere mucho mayor juicio,
conocimiento e información que el antiguo sistema de los años 30 orientado a la
subsistencia". La cantidad de cambios sustanciales aplicados por los agricultores a sus
sistemas de producción se puede apreciar en la siguiente tabla, que muestra cómo han sido
de innovadores los agricultores activos.
Poblado
1945
1960
1990
Kagundo
Trigo, garbanzos,
culantro, azúcar,
vacunos, leche
Frutales, hortalizas,
café
Café, frijoles
Mbooni (hombres)
Ganado, cultivos
alimenticios
Azúcar, papas,
wattle, ganado
Café, hortalizas,
árboles
Mbooni (mujeres)
Ganado, cultivos
alimenticios
Cultivos alimenticios,
ganado
Café, hortalizas,
artesanía
Masli (hombres)
Vacunos, mijo
Ganado, mijo
Algodón, frutales, frijol,
ganado
Masli (mujeres)
Vacunos, grasa animal
Caprinos, vacunos
Arvejas, frijoles, maíz,
mangos
Makueni
-
Caprinos, arvejas,
Ngwata (hombres)
-
(1965-70)
caupí, carbón,
garbanzos
Ngwata (mujeres)
-
Remesas y ayuda
del hogar
garbanzos, sorgo,
Madagascar
El sistema de intensificación del arroz (SRI, en inglés) promovido por la Association Tefy
Saina, una ONG de Malagasy, fue desarrollado por un sacerdote francés quien trabajó y
experimentó con agricultores de este país durante los 70 y 80. Logró un alto incremento de
los rendimientos del arroz en suelos pobres cambiando las prácticas de manejo del complejo
planta-suelo-agua-nutrientes. Los cambios fueron bastante radicales: las plántulas
transplantadas muy jóvenes, más bien solas que en grupos y dejando gran espacio entre
ellas. Durante la etapa de crecimiento vegetativo se regaba y se dejaba secar el suelo en
forma intermitente en vez de mantener el campo con agua constante.
En los lugares donde el arroz irrigado producía 2 toneladas por hectárea, los rendimientos
con SRI variaban de 4 a 10 toneladas e incluso más dentro de una amplia variedad de
niveles de elevación y precipitación, sin necesidad de nueva semilla ni aplicación de
fertilizantes químicos. Los métodos SRI dieron estos resultados con todas las variedades de
arroz, aunque algunas variedades mejoradas, si eran apropiadas para el área, producían
rendimientos en el rango de 10-20 toneladas. Donde el fertilizante es muy caro o no está
disponible se usa compost (Uphoff, 1999). El nombre Tefi Sayna significa "mejorar la
mente" porque usa la experiencia con SRI para alentar una mayor experimentación entre
los agricultores.
Senegal
El Centro de Agricultura Regenerativa apoyado por el Instituto Rodale, una ONG americana,
ha desarrollado medidas con cientos de agricultores en la región semiárida de Thies
(precipitación promedio 400 mm) para prevenir la erosión del suelo por el agua y el viento y
para mejorar la fertilidad del suelo. Las medidas consistían en introducir árboles y arbustos
de leguminosas como rompevientos y fuentes de materiales orgánicos, rotación y
alternancia de leguminosas y cereales, particularmente maní y mijo, más el uso de estiércol
o compost.
Los ensayos manejados por agricultores en siete localidades en un período de cinco años
demostraron que si se añade compost al estiércol se aumenta el rendimiento del mijo y el
maní de 30 a 74 por ciento. Compost y estiércol juntos dieron rendimientos de 95 a 105 por
ciento mayores que los de las parcelas de control que no recibieron ningún tipo de nutriente
orgánico (Diop, 1999). Las barreras de piedra para almacenar agua demostraron que
incrementaban de 3 a 5 veces la capacidad del suelo para retener agua en un período de
cinco años. Los agricultores están participando en el manejo del Centro así como en el
mejoramiento de su propia finca.
Mali
En el distrito de Douentza, una área más árida, con una precipitación anual de tan sólo 150
mm, una estación seca de 9 a 11 meses y sequías frecuentes, el Comité de Servicios
Unitarios de Canadá ha estado trabajando con 18 poblados desde 1987. Según los
estándares de FAO para estimar los requerimientos de alimentos, el distrito ha estado
produciendo no más del 75 por ciento de sus necesidades de alimentos incluso en los
mejores años.
Malawi
El Centro Internacional para el Manejo de los Recursos Acuáticos Vivientes (ICLARM) ha
estado trabajando con pequeños agricultores de este país para introducir la acuicultura de
una forma integral. Los estanques de las fincas no son operadas como actividades de
producción separadas sino que están situadas cerca de huertos de hortalizas a fin de utilizar
y reciclar en conjunto el flujo de nutrientes. Cientos de pequeños propietarios producen
ahora 1.35 a 1.65 toneladas promedio de pescado por hectárea por año en sus estanques.
Esto es 50 a 80 por ciento más que el rendimiento promedio de 0.9 toneladas para las 48
piscigranjas especializadas más productivas del sur de Malawi (Brammett, 1999).
Los estanques, que son alimentadas en su mayor parte de los residuos del huerto y del
hogar, generan tres veces más ingresos netos para una familia que el maíz y otros cultivos.
El sistema se está difundiendo de un agricultor a otro. Una encuesta en el distrito de Zomba
halló que el 80 por ciento de los agricultores que practican la pesca integral en su finca
nunca tuvieron una demostración de esta práctica. En Zomba del Este, donde ICLARM
trabajó con 34 campesinos en 1991-1995, actualmente 225 tienen piscigranjas en práctica.
Este proceso de intensificación está avanzando espontáneamente sin ninguna ayuda
exterior.
Nigeria
Un estudio de largo plazo del cambio agrícola desde 1900 (Tiffen 1976, y 1999) documenta
cómo en Gombe, en la parte norte del país, los métodos de bajos insumos externos
condujeron a avances significativos en los rendimientos. En particular, el estiércol de vacuno
se usó para sembrar maíz, algodón y otros cultivos en una escala creciente.
En años más recientes, sin embargo, estos métodos han sido modificados bajo la presión
del incremento de la población, apoyada en parte por los éxitos agrícolas. Este caso señala
la capacidad de cambio de la agricultura. En 1967 el maíz no era un cultivo importante; 20
años después, representa un producto de exportación significativo a otras regiones de
Nigeria.
Zambia y Kenia
Los fosfatos de las rocas fosfóricas de alta reacción se usan para superar las deficiencias de
fósforo en el suelo. Estas tecnologías son consideradas como un medio de dar poder, no
sólo producción. Sánchez (1999) citó la frase de un agricultor de Zambia: "La agroforestería
ha restaurado mi dignidad. Mi familia ya no padece hambre; incluso puedo ayudar a mis
vecinos".
Resumen de la región
El mejoramiento de los rendimientos del maíz y los bananos en estos países estuvo entre 50
y 100 por ciento; y el de la papa hasta 200 por ciento. Los menores incrementos en
rendimiento estuvieron en el rango de 5 a 10 por ciento. Los beneficios adicionales fueron la
diversificación de la producción, particularmente por medio de huertos hortícolas que
producían todo el año, incluso en la estación seca, o la producción de peces en estanques, y
la recuperación de tierras para futura producción.
América Latina
América Central
La ONG internacional World Neighbors comenzó a trabajar con las comunidades de los
alrededores de San Martin Jilotepeque, Guatemala, en 1972, y en los alrededores de
Guinope, Honduras en 1981. Ellos han obtenido algunos incrementos trascendentales donde
los agricultores son típicamente pequeños (0.5 y 2.5 hectáreas respectivamente) y la
topografía, los suelos y las precipitaciones son limitantes. En siete y ocho años los
rendimientos de maíz con los dos programas crecieron de 0.4-0.5 toneladas por hectárea a
2.5 toneladas, un gran salto. Este aumento se logró por medio de medidas de conservación
del suelo, agregado de nutrientes –estiércol de pollo, abonos verdes y/o fertilizantes
químicos- y otras mejoras en el manejo.
Región andina
World Neighbors comenzó a trabajar con las comunidades rurales en Perú en 1970 y en
Bolivia en 1975. Otro programa fue iniciado en Ecuador en 1989. Los métodos de
experimentación y extensión para agricultores han sido la base de estos programas. Una
vez que los agricultores peruanos se involucraron en las pruebas y evaluaciones
sistemáticas de diferentes variedades de papa y cebada, así como en diferentes prácticas de
cultivo, lograron diferencias en el rendimiento de hasta 300 por ciento. Este resultado les
permitió hacer mejores elecciones y obtener mayores retornos de su terreno y mano de
obra. También notaron que las variedades producen resultados muy diferentes según el
ambiente particular en el cual se desarrollan.
En Bolivia, donde el promedio de precipitación es sólo 500 mm en las áreas montañosas, los
agricultores, iletrados en su mayoría, realizaron experimentos con parcelas randomizadas y
mediante pruebas de significación estadística descubrieron que las diferencias en variedades
y prácticas de manejo producen gran variación en los rendimientos de la papa. Las parcelas
testigo produjeron hasta 44 toneladas por hectárea, comparadas con el promedio tradicional
de 2 toneladas, incluso bajo condiciones difíciles de suelo y agua.
Brasil
En este país se ha visto una adopción amplia de los abonos verdes y cultivos de cobertura,
que incrementan la actividad biológica y la retención del agua en el suelo. Un estimado de
40,000 agricultores usan ahora variaciones de esta tecnología en el sur de Brasil. Algunos
usan equipo mecánico pesado y herbicidas, pero otros están desarrollando métodos más
amigables para el medio ambiente como labranza mínima sin herbicidas. Desde 1987 los
rendimientos del maíz se han elevado de 3 toneladas por hectárea a 5 toneladas, y la soya
de 2.8 a 4.7 toneladas por hectárea (Altieri, 1999).
Cuando se mantiene la cobertura del suelo en esta forma se mejora enormemente la calidad
del suelo y ello genera menor necesidad de mano de obra. Las especies de leguminosas y
las prácticas de cultivo que funcionan mejor son específicas para cada lugar, por lo tanto, se
requiere mucha experimentación y adaptación. Se está difundiendo ampliamente un proceso
de experimentación de agricultores, apoyado por ONGs y otras organizaciones. Los propios
agricultores han formado asociaciones para facilitar el intercambio de información.
Resumen de la región
Desde comienzos de los 80, más de 200 proyectos promovidos por las ONG de América
Latina se han concentrado en promover tecnologías agroecológicas apropiadas a las
complejidades del sistema campesino. Los cultivos múltiples (policultivos) han demostrado
ventaja en el rendimiento de 20 hasta 60 por ciento. En México, una hectárea sembrada con
una mezcla de maíz, zapallo y frijoles produce tanto alimento como 1.73 hectáreas de
terreno sembrado sólo con maíz. Un campo con múltiples cultivos también produce el doble
de materia seca (4 toneladas vs. 2 toneladas) que puede ser incorporada al suelo para
mantener la fertilidad (Altieri 1999). Otra ventaja de tales sistemas es la mayor estabilidad
del rendimiento cuando se dan variaciones climáticas, con un coeficiente de variabilidad en
promedio 30 por ciento menor que con el monocultivo (Francis, 1986).
Asia
Bangladesh
Sri Lanka
Hay una difusión rápida debido al método de agricultor a agricultor. Los resultados de 20
encuestas indican una expansión 13 veces mayor en el uso de MIP. Con un total de 4,287
agricultores capacitados, unos 55,000 agricultores usan ahora estos métodos (Jones, 1999).
Esta difusión muestra el potencial de la diseminación, incluso de tecnologías complejas,
liderada por agricultores, cuando los usuarios se involucran activamente en comprenderlas y
adaptarlas, y no sólo reciben capacitación de cómo usarlas.
Indonesia
Un sistema agrícola nativo que no está ampliamente diseminado pero que es muy
interesante es el complejo "agroforestal" de Indonesia, fue inventado por los locales que
han vivido en las márgenes de los bosques tropicales durante generaciones. Después de
hacer preparaciones de roza y quema, los cultivos son sembrados junto con plántulas de
árboles que finalmente dan sombra al cultivo, ocupan diferentes estratos y producen
cultivos de alto valor como frutas, resinas, plantas medicinales y madera de alta calidad
(Michon y de Foresta, 1996).
Estos sistemas dan lugar a un estándar de vida más alto para quienes los manejan que el
que disfrutan otras familias de la misma área que sólo plantan cultivos. Aún más, la
población de plantas, pájaros y mamíferos asociados con las agroforestas son tan extensas
y diversas como las de los bosques silvestres adyacentes (Sánchez, 1999).
Las agroforestas no fueron citadas como un ejemplo de sistema agrícola que puede
expandirse a cualquier otro lugar, pero sí como un ejemplo de coexistencia productiva entre
la agricultura y el ambiente natural donde el bienestar de la población puede ser mejorado
sin sacrificar la integridad o los servicios del medio ambiente. Estos sistemas tienen un
potencial de adopción en los márgenes de los bosques húmedos tropicales. Sin embargo,
para que las agroforestas permanezcan viables necesitan reconocimiento y protección legal,
y el ICRAF ha ayudado a negociar su situación legal con el gobierno.
Filipinas
En la región de Claveria, al norte de Mindanao, ahora hay una tecnología más simple y más
barata desarrollada por ICRAF y sus asociados, que los agricultores han adoptado
ampliamente y están adaptando a sus condiciones. Esta tecnología (NVS en ingés) involucra
franjas vegetativas naturales que pueden reducir casi completamente la pérdida del suelo.
Los rendimientos de maíz han aumentado de 1 a 2 toneladas por hectárea hasta 2 – 3
toneladas, y la investigación muestra que esas franjas incrementan la fertilidad en el
tiempo. Algunos agricultores obtienen 12 toneladas de maíz por hectárea a partir de dos
cultivos al año. Las áreas pueden ser plantadas con árboles frutales u otras plantas de valor
económico que posteriormente incremente los ingresos.
Los agricultores estiman que estas franjas incrementan el valor de los terrenos en 35 –50
por ciento (Garrity, 1999). Es muy significativo que ahora los agricultores estén difundiendo
esta tecnología de propia iniciativa. En los alrededores de Claveria se han formado más de
100 organizaciones de agricultores con alrededor de 2000 miembros, para promover el uso
de estas franjas de vegetación natural. Esto es más o menos análogo al movimiento
"LandCare" de Australia. Los grupos realizan experimentos para evaluar plantas o pastos
alternativos que se puedan usar en las franjas y establecen viveros para asegurar la
provisión de material de siembra. Los gobiernos locales ahora dan apoyo financiero a estas
organizaciones que se están difundiendo en Mindanao.
La conferencia reconoció el potencial que tales innovaciones tendrían para cubrir las
necesidades de alimentos en el mundo del futuro. Nuestro enfoque inicial estuvo centrado
en las tecnologías y prácticas agrícolas que han sido creadas y adaptadas, así como en el
incremento del rendimiento que se podría lograr con ellas, a menudo bajo condiciones muy
marginales.
El análisis de los casos que consideramos también se centró en un análisis de los procesos
por los cuales se desarrollaron y difundieron estas innovaciones. En casi todos los casos
hubo una impresionante organización social, formal o informal, que se erigió sobre los
conocimientos, roles, reglas e incentivos previos de las comunidades rurales y se crearon
nuevas responsabilidades e interrelaciones donde era necesario.
En los estudios de caso no fueron tan evidentes las grandes fuerzas políticas y económicas
que dan forma a la evolución de los sistemas agrícolas en determinados países y bajo
contextos locales. Muchas de las experiencias recogidas empezaron en una región en
particular de un país o a pequeña escala, donde no necesariamente tenían el poder
principal.
No podemos saber cuáles serán los resultados donde la oposición a estos nuevos enfoques
es fuerte, posiblemente secreta. El programa de MIP en Indonesia fue en un momento
amenazado por los intereses comerciales que tenían millones de dólares invertidos para la
importación de pesticidas químicos. En este caso, sin embargo, el fuerte respaldo de los
altos niveles del gobierno ayudó a inhibir a la oposición. Es más, las unidades de gobierno
locales contribuyeron a promover el MIP con sus propios presupuestos.
Para los programas promisorios aquí indicados, para lograr un alcance e impacto nacional,
se necesitará políticas de apoyo y acuerdos institucionales. Las tecnologías no se difundirán
por sí solas, especialmente si encuentran resistencia de sectores poderosos, porque
proporcionan alternativas a prácticas que son lucrativas para los intereses comerciales, o si
dan poder a la población rural en algunos sistemas políticos opresores. Será necesario
investigar y reformar la política como componente integral del proceso de innovación.
Una objeción presentada por algunos críticos es que los sistemas agrícolas que no usan
cantidades significativas de capital o químicos conducen a los hogares rurales a la
agricultura de pequeña escala por varias generaciones. Los partidarios de la modernización
de la agricultura piensan que es un marca del progreso para muchos hogares dejar las
áreas rurales y buscar un forma de poner en marcha la consolidación de la tierra, en la cual
la agricultura sea a gran escala, más mecanizada y, según ellos, más productiva.
Esta concepción de agricultura, sin embargo, ignora el hecho de que mientras más grandes
sean las fincas, serán más rentables para sus propietarios, pero pocas veces son más
productivas en términos de retornos de la tierra. Donde la tierra es el factor de producción
más escaso, la primera preocupación de la sociedad como un todo debe ser incrementar su
productividad. Las propiedades más grandes siempre son trabajadas en menor grado que
las pequeñas. En las grandes propiedades, donde el capital (mecanización) es sustituido por
mano de obra, con frecuencia los rendimientos disminuyen en vez de aumentar.
¿Serán suficientes los ingresos de las pequeñas propiedades para satisfacer las aspiraciones
de la población y sus necesidades? Esta es una pregunta importante. Los pequeños
agricultores ya son más productivos por hectárea en todo el mundo que las fincas grandes,
excepto cuando las unidades son tan pequeñas que las familias no les dedican mucha
atención ni mano de obra (Berry y Cline, 1979; Johnson y Ruttan, 1994). Hemos visto que
la intensificación basada en los principios agroecológicos ofrece posibilidades para producir
ingresos sustancialmente mayores: hasta unas 10 veces en un caso en Kenia según
Sánchez (1999). Donde el terreno es un factor limitante, las pequeñas propiedades usan
tecnologías con mano de obra intensiva que, en general, dan mayores retornos que las
grandes fincas donde la mano de obra se emplea en forma extensiva.
Un estilo de vida urbano no es necesariamente el preferido por muchas personas que ahora
viven en áreas rurales. Los mayores ingresos de las áreas urbanas están ligados
comúnmente a costos de vida más altos, con una calidad de vida menos satisfactoria. Las
mayores oportunidades por servicios públicos, diversión y entretenimiento de las áreas
urbanas están asociadas con frecuencia al crimen, lugares atestados y otras condiciones no
deseadas.
El desarrollo nacional deberá incluir un desarrollo urbano no agrícola. Nadie debería esperar
que la agricultura emplee indefinidamente la misma fuerza laboral que ahora. La
agroecología no está dirigida a mantener a los pobladores rurales "abajo, en la finca" sino a
ayudarlos a mejorar su modo de vida y en especial sus recursos humanos, de modo que
puedan tener mejores oportunidades.
Es necesario que los gobiernos y agencias externas ayuden a aumentar las oportunidades
de la población rural. Los campesinos no deben estar confinados a una vida de pobreza rural
debido a la baja productividad y disminución de la calidad de los recursos naturales.
Tampoco tendrían que sentirse presionados a migrar a las zonas urbanas por las
circunstancias económicas, más por desesperación que por deseo. Hay muchas
oportunidades que la agroindustria rural puede crear para añadir valor y aumentar los
ingresos a las áreas rurales, creando efectos beneficiosos a partir de la agricultura. Un
ejemplo es el procesamiento de la resina de "damar" en los poblados de Sumatra, en
Indonesia. Otra es la posibilidad de fabricar medicinas para una enfermedad de la próstata a
partir de Prunus africana en la zona rural de Kenia, Madagascar y Camerún en los lugares
cercanos a donde crece este raro pero muy valioso árbol.
Los tipos de mejoramiento agrícola señalados aquí, y otros más que pueden surgir si se
siguen principios agroecológicos y enfoques participativos similares, reforzarán la posición
de los pobladores rurales que ahora son marginales en términos económicos, sociales y
políticos. Una vez que sean más productivos, seguros y confiables podrán mejorar sus
medio ambiente rural con los recursos y la capacidad de organización que han adquirido. O
pueden tener una vida más exitosa en las poblaciones rurales, centros regionales o
aglomeraciones urbanas si éstos se ven más atractivos.
Es indudable que las unidades agrícolas de gran escala en todo el mundo también se
pueden beneficiar de la comprensión y adaptación de los principios y prácticas de tales
sistemas, como lo están haciendo cada vez más en Estados Unidos y Europa (Pretty, 1998;
Thrupp. 1998). Muchos tipos de agricultura pueden ser más productivos y eficientes si
pueden incorporar biodiversidad, sinergia y otros aspectos de los ecosistemas que funcionan
bien.
El potencial que se puede lograr se ha visto en los estudios de caso presentados. Que este
potencial se haga realidad es incierto debido a que ello depende de mayores y más
apropiadas inversiones y de políticas consistentes.
Es así que la inversión en los enfoques agrícolas alternativos ha sido mínima, una pequeña
fracción de los recursos que han ingresado a la agricultura convencional. La mayor parte
proviene de los propios agricultores, a los que se ha añadido recursos de instituciones de
investigación, las ONG y universidades simpatizantes.
Se sugirió que las comunidades rurales sean consideradas como una unidad de esfuerzo
científico. No todos los agricultores tienen la misma capacidad o motivación para asumir el
papel principal en experimentación y evaluación. Pero quienes tienen ese talento pueden
motivar a otros a participar cuando se muestran resultados positivos. Hay gran cantidad de
campesinos que son tan inteligentes como las personas de mayor nivel educativo que
trabajan con ellos y quienes tienen una comprensión de los avances científicos así como de
su aplicación para el logro de las metas agrícolas.
El desarrollo científico popular no debe ser aislado. Los ejemplos más exitosos, y los que
pueden tener mayor impacto, están ligados a las ONG, instituciones de investigación
nacionales e internacionales, universidades y oficinas del gobierno. Esos enlaces verticales
son importantes, pero no más que los enlaces horizontales entre las propias comunidades,
para intercambiar experiencias y apoyarse entre sí en el proceso. La extensión de agricultor
a agricultor se ha podido apreciar en nuestro caso en Bolivia, Guatemala, Honduras, Kenia,
Malawi. Filipinas, Sri Lanka y Zambia.
En lugar del modelo "lineal" de investigación y extensión, en el cual los científicos
desarrollan nuevas tecnologías que se transmiten de los extensionistas a los agricultores,
nuestra experiencia y observación apoya el modelo "triangular" formulado por Merrill Sands
y sus colaboradores (1990) para el Servicio Internacional para la Investigación Agrícola
Nacional (ISNAR). Este modelo considera a científicos, extensionistas y agricultores
interactuando directamente en una relación de tres vértices. Tales esfuerzos colaborativos
pueden ser productivos en distintas formas, según ha documentado Thrupp (1996,
resumido en 1999).
Una vez aceptado esto, los participantes en la conferencia añadieron que el beneficio
económico no es el único criterio que afecta las decisiones de los agricultores. Si bien los
ingresos son importantes, especialmente para los pobres, no es la única preocupación. El
riesgo es omnipresente en los ambientes rurales y es siempre una razón para descontar las
proyecciones de los retornos. Aún más, en los lugares donde los mercados no son confiables
o tienen difícil acceso (son caros), los hogares continuarán considerando el auto-
abastecimiento como la estrategia más sabia para la seguridad alimentaria, no importa
cuáles sean las ventajas atribuidas en principio a la participación en el mercado.
Los hogares tienen también valores culturales que necesitan ser respetados y la mayoría de
padres dan gran importancia a las oportunidades para la siguiente generación. Mantener
intacta y atractiva las comunidades rurales es de por sí un valor que está considerado junto
con el incremento individual de los ingresos. Por lo tanto, aun cuando se necesita evaluar la
economía, porque los agricultores quieren saber cómo afectarán las innovaciones a sus
ingresos netos, ésta no debe ser considerada como el único determinante. Ésta es sólo uno
de los muchos factores que tomarán en cuenta los agricultores al evaluar las prácticas
agrícolas alternativas.
Debido a que las ganancias financieras de las innovaciones dependen del acceso a mercados
remunerativos, el desarrollo de mercados y el acceso a ellos es particularmente importante.
Este proceso puede involucrar esfuerzos tan complejos como anular controles y
distorsiones, o cosas más simples como mejorar las carreteras. El acceso al crédito es
menos crucial que cuando se promueve agricultura intensiva a base de capitales, porque se
necesita comprar menos insumos externos, pero puede ser un acelerador en la adopción y
difusión de nuevas prácticas.
En Bolivia, el uso de abonos verdes de leguminosas comenzó cuando el país aún estaba
altamente centralizado (una cuarta parte del área no tenía siquiera unidades de gobierno
local). Después de la descentralización de 1993, muchos de los representantes locales
elegidos habían sido agricultores o profesores para el programa de World Neighbors,
quienes trajeron un elevado nivel de compromiso e integridad a esos cargos así como apoyo
para difundir el desarrollo agrícola participativo.
Una conclusión general documentada por Thrupp (1996)es que estos tipo de desarrollo
agrícola pueden ser acelerados y mejor guiados por la creación de múltiples y diversas
alianzas o asociaciones. Esta ha sido también una experiencia en varios programas
nacionales de CIIFAD (Uphoff, 1996).
A menudo se ha asumido que las asociaciones son más exitosas cuando son homogéneas.
Puede ser cierto, pero los mayores beneficios van a los agricultores y más conocimientos
llegan a otras asociaciones a partir de alianzas heterogéneas o arreglos de redes informales.
Cuando hay una variedad de asociados que trabajan juntos para resolver problemas y
generar conocimientos, que van desde las comunidades a las oficinas nacionales de
gobierno e incluso a las instituciones en otros países, hay un grupo más diverso de
experiencia y recursos sobre el cual basarse. Cada socio puede contribuir a unir esfuerzos
según su ventaja comparativa.
Difusión de la innovación
Con frecuencia surge la pregunta de si los éxitos en pequeña escala logrados con estos
nuevos lineamientos pueden ser aplicados a mayor escala y convertirse en programas
nacionales. Esta pregunta podría ser replanteada para evitar las implicaciones de lo que se
considera una "réplica". Esto es inconsistente con la experiencia y filosofía de este enfoque.
Más apropiado sería desarrollar y difundir los efectos acumulativos de la "adición" de los
esfuerzos individuales y comunitarios que tienen motivaciones similares, pero que deben ser
evaluados y rediseñados cuidadosamente de acuerdo con la situación y las necesidades
locales. Puede haber un amplia difusión de las tecnologías y prácticas en esta forma, si los
agricultores y grupos de agricultores se involucran por sí mismos en probar, evaluar y
adaptar opciones más que en adoptarlas simplemente por el hecho que les han dicho que
sería bueno hacerlo.
Los cambios en las oportunidades y en las fuerzas globales implican que el agricultor debe
elegir entre varias opciones y hacer adaptaciones rápidas. La especialización económica se
vuelve más apropiada conforme aumenta el acceso a los mercados, pero la lógica de la
especialización no necesariamente debe ser extrema porque las fuerzas de los mercados
están en constante cambio. Ceñirse a un solo tipo de producción puede ser fatal desde el
punto de vista económico.
Necesidad de conocimientos
El concepto "síndrome de producción" (Andow y Hidaka, 1989) fue considerado útil porque
reconocía la importancia de la sinergia entre las prácticas. Esto también ayuda a explicar las
dificultades cuando se trata de cambiar un patrón de producción en "equilibrio" a uno más
promisorio (Power, 1999).
Otras áreas donde el conocimiento es inadecuado como para apoyar con mayor eficiencia
los procesos de extensión e investigación centrados en el agricultor son: ¿Qué tipo de
políticas son las que apoyan o limitan más la iniciativa del agricultor? ¿Qué requisitos e
impedimentos institucionales afectan estos procesos? ¿Cómo se puede desarrollar mercados
más favorables para que la extensión y el desarrollo de tales procesos sea sostenible?
Oportunidades
Hace tres décadas, cuando se lanzó la Revolución Verde, las elevadas expectativas para la
población rural fueron conducidas por pocas personas fuera de las áreas rurales. No se
consideró que cambios progresivos podrían ser iniciados por los propios agricultores. Sin
embargo, los casos presentados en la conferencia dan abundante evidencia de que las
capacidades humanas disponibles, que pueden ser consideradas en un nuevo tipo de
modernización agrícola, han sido subestimadas y concebidas en forma muy limitada.
Notas:
Por ejemplo, los fertilizantes químicos y los insumos de materia orgánica (compost y abonos
verdes), considerados alternativas competidoras, pueden ser más productivos si se usan
complementariamente (e.g. Palm et al. 1997; Schlater 1998).
Las principales especies de las agroforestas varían en forma natural; los ejemplos incluyen
"damar" (para resina) en algunas partes de Sumatra y caucho de la jungla en otras partes
de Indonesia; cacao en el sur de Camerún; "bolaina" en Perú; y "peach palm" en Brasil.
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Anexo
Participantes en la Conferencia
Randy Brammett, ICLARM (International Center for Living Aquatic Resources Management),
representante regional para Africa, El Cairo, Egipto.
Pierre Crosson, senior fellow (?); División de Recursos Naturales y Energía, Recursos para el
Futuro (Resources for the Future), Washington, D.C.
Mamby Fofana, director de proyecto, Unitarian Service Committee of Canada, Bamako, Mali.
Dennis Garrity, coordinador, Programa regional del sureste asiático, ICRAF (International
Centre for Research in Agroforestry), Bogor, Indonesia.
Jules Pretty, director, Center for Environment and Society, Universidad de essex, Reino
Unido; ex miembro del International Institute for Environment and Development, Londres,
Reino Unido.
Pedro Sanchez, director general, ICRAF (International Centre for Research in Agroforestry),
Nairobi, Kenia; y profesor emérito de edafología y ciencias forestales, North Carolina State
University.
Lori Ann Thrupp, directora, Agricultura Sostenible, World Resources Institute, Oakland,
California.
Mary Tiffen, consultora, Drylands Research; antes investigadora asociada principal del ODI
(Overseas Development Institute), Londres, Reino Unido.
Jean Marc von der Weid, director ejecutivo. Assesoria e Servicos a Projetos em Agricultura
Alternativa (AS-PTA), Río de Janeiro, Brasil.