10 Cuentos Cortos
10 Cuentos Cortos
La mamá salió a ver qué pasaba fuera, mientras Saulis estaba agitada e
impresionada.
Saulis corriendo se escondió bajo su cama. La mamá pensó que Saulis mentía
pero en realidad Saulis había visto los abogados de su padre, los cuales venían a
buscar a la pequeña Saulis para que se fueran con ellos.
FIN
EL GATO DORMILÓN
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras echado
en el sofá. Siempre se preguntaban qué es lo que hacía para quedar tan exhausto, pero
nadie lo veía haciendo otra cosa que no fuera descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y
ver si también dormía toda la noche, pero mientras
bajaba la escalera pudo verlo… ahí estaba él,
sentado frente al acuario, viendo cómo dormía la
tortuga. Sólo se quedó allí mirando en silencio a su
gato, despierto y sereno estaba cuidando el sueño de
su amiga tortuga.
Al día siguiente pudo verlo como de costumbre,
durmiendo en el sofá y entonces pudo comprender el
porqué de su sueño durante el día, pero no notó que
la tortuga también lo cuidaba desde su sitio.
FIN
LA ABEJITA QUE TOCABA MÚSICA
Había una vez una abejita que estaba enferma, pero cada día que dormía soñaba que era
la mejor tocando violín. Al día siguiente decidió entrar a clases de violín, tocó y tocó, hasta
que aprendió. Y como tocaba tan bien, un día pasó un “busca talentos” y escuchó un
sonido precioso, buscó de donde venía hasta que encontró la hermosa melodía que
tocaba la abejita y le pregunto el “busca talentos”.
– “Hola ¿quisieras estar en una orquesta de violines? ¡Nos falta una abeja más!”
Y la abeja respondió: – “Claro que si”
Y el busca talentos le dijo: – “Vale, te doy mi contacto, y por cierto, soy Julio”.
– ” Yo soy Lola”.
– “Adiós, te espero mañana en mi oficina a las 12, los ensayos empezaran el jueves 27 de
este mes”.
Y la abejita siguió en sus clases aún más contenta.
Días después la abejita decidió salir de sus clases para ir a los ensayos con su nuevo
amigo Julio. Y como tocaba tan bien, el Julio dejó a las demás abejas que tenía para la
orquesta por Lola. La abeja Lola ya se llevaba bien con las demás abejas, entonces las
demás abejas se enfadaron con ella y Julio indicó a Lola por donde tenía que ir, hasta que
un día la abejita vio que las demás abejas estaban tristes porque Julio las había dejado
solas y a ella eso no le gustaba, se les acercó a las demás abejas y les pregunto:
– “¿Qué les pasa amigas?”
Y las demás abejas le respondieron:
– “No nos hables Lola, estamos enfadadas contigo”. Y les preguntó: – “¿Por qué, que les
hecho?”
– “Lola, pues lo que nos has hecho fue que desde que llegaste, nuestro profesor Julio solo
le has importado tú”.
– “Oh, lo siento, ahora mismo iré a hablar con él”.
Minutos después…
– “Julio, debo de hablar contigo, sé que crees que soy talentosa, pero mira, no soy la
única”.
– “Lo siento Lola, pero ahora estoy muy ocupado organizando tus cosas”.
– “No Julio espera, lo siento, pero no puedo seguir siendo tu estrella”.
– “Ahora no puedo hablar, ¿me esperas un segundo?”.
Pero la abeja Lola pensó que si era ella la estrella podía hacer lo que quiera.
– “Julio, si yo soy la estrella exijo que las dejes presentarse conmigo o si no, no tendrás
concierto. Adiós”.
– “No Lola espera, de acuerdo, podrás salir con ellas”.
Y después, las demás abejas perdonaron a la abeja Lola y volvieron a ser muy buenas
amigas.
FIN
EL CABALLO HECHIZADO
Se llamaba Flash y él era el hombre más rápido en las carreras del pueblo. Pero no era
feliz y un día, él se casó con una joven.
EL HADA MÁGICA
Había una vez una nena que se llamaba Celeste e iba a 5º grado A y una noche de
invierno vio muchos brillitos en su habitación se asustó.
Y escuchó un ¡hola…! ¡Hola…! No te asustes soy yo, el hada mágica. Yo tengo muchas
amigas hadas. ¿Pero tú qué eres…?… Celeste respondió, yo soy humana.
En la casa de los abuelos ocurren cosas mágicas Una vez estábamos todos durmiendo
cuando de repente se oyó un sonido que daba miedo. Era un aullido de un gran lobo
gordo que se llamaba abuelo Juancho. Tenía mucha
hambre y quería bastante comida. En el patio teníamos
muchas aves. Había pavos, gallinas, gallos y dos
puerquitos, además dos patos y un ganso que se
llamaba Valentino.
El lobo quería morderlos, pero teníamos unos
guardianes que eran un gran zorro que tenía por
nombre Don Mario. Era de color negro y solo se le veían
los ojos. De repente aparece el cazador. Era un poco
pequeño pero muy valiente, se llamaba David, y el y su
zorro guardián hicieron huir al lobo gordo, de esta
manera todos pudimos dormir tranquilos y ser felices en
las vacaciones con mis abuelos.
EL PEZ PAYASO
Había una vez un pez, llamado payaso, y los otros peces se reían por su nombre pez
payaso. Le decían que nombre feo tiene ese pez ja ja ja…!!!
En realidad era un pez normal y le dolía que se rieran de el, hasta que un dia se quiso ir y
fue mas allá del océano donde dicen que hay tiburones malvados.Se topó
con un tiburón y el pez se fue corriendo.
Había una vez una niña llamada Isabela, Ella era muy bonita y le gustaban los animales,
Isabela vivía en una finca en compañía de sus abuelos Javier y Mariela. Los padres vivían
en la ciudad muy ocupados trabajando.
Pero Isabela se empezó a enfermar, y, los abuelos preocupados por su nieta la llevaron al
pueblo donde un doctor, para saber que pasaba con la niña, cuando la revisó le mando
unos exámenes para estar seguro de lo que tenía… cuando vieron los resultados de los
exámenes, el médico les dijo: la pequeña sufre de bronquitis y asma y no puede estar
cerca de los animales, por su pelo y tampoco puede correr por su asma.
Isabela muy triste de lo que había dicho el doctor enseguida les dijo a sus abuelos: Pero
yo quiero seguir consintiendo a mis amigos los animales. Los abuelos no le respondieron.
Entonces para el bien de Isabela y para el bien de todos, la mandaron a la ciudad con sus
padres para que se recuperara pronto y no peligrara su vida con el pelo de los animales.
A Javier le regalaron una lupa. Lo primero que hizo fue salir al jardín de su casa y ponerse
de rodillas entre las plantas.
Cuántos bichitos que había en ese lugar…!!! Así, con la lupa pudo observar cada detalle.
Lo que más le gusto fue ver las hormigas chocando con sus antenas. Al ciempiés no pudo
contarle las patas porque caminaba muy rápido, pero lo siguió hasta que se escondió
debajo de una piedra.
Cuando levantó la piedra se asombró mucho al ver una familia de ciempiés. Pero bajó
enseguida la piedra porque les entraba mucha luz y les hacía mal. Javier les contó esto a
toda su familia y amigos. Y nunca más se olvidó de la experiencia vivida.