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“Cultura Preventiva: El Salto Final… y Definitivo”
Estimados Delegados y Representantes de Latinoamérica
Cuando uno abre la página web de la OIT o de la OMS, recibe lo que yo considero una
verdadera bofetada, cuando se encuentra allí con una información… espeluznante: Más
de 2.000.000 de trabajadores mueren en el mundo, cada año, a consecuencia de acciden-
tes del trabajo y de enfermedades profesionales que, lenta e insidiosamente, van soca-
vando la vida de cientos de miles de trabajadores. El mundo no puede ser indiferente a
esta realidad, tan macabra. Pero tampoco basta con la humana reacción de conmoverse:
Hay que moverse, a la acción.
Esta cifra que he recordado quiere decir que, mientras estemos deliberando acá, durante
tan solo cuatro días, han dejado o dejarán de existir 20.000 trabajadores y trabajadoras,
incluido niños, a consecuencia de accidentes del trabajo y de enfermedades profesionales.
A esto, como no me canso de repetir, yo le llamo un contrasentido descomunal, porque
son trabajadores que pierden la vida, en lo que solemos llamar “el acto de ganarse la
vida”. O, más crudamente aún: personas que van a su trabajo a ganarse la vida, y se
encuentran con la muerte. Así de trágico y real es.
En seguridad, estimados delegados, como en tantas otras disciplinas, utilizamos mucho
las cifras, los números, las estadísticas. Y está bien. Pero, en nuestro caso, debemos
aprender desde muy temprano, que cuando miremos números, debemos asegurarnos de
ver personas… ¡seres humanos!
¿Por qué? Porque…
“En Seguridad, un 1 no es un 1.
Un 1 es un Ser Humano… que puede ser UNO”
Cuando uno revisa las cifras que he mostrado y está consciente de que se trata de perso-
nas y no de números; y no sólo de personas “de carne y hueso” como suele decirse, sino
que de personas con razón, con sentimientos, con emoción; con personas que pueden
ser nuestros hermanos, nuestros padres o nosotros mismos, vale la pena preguntarse:
¿Estamos perdiendo la Batalla?
¿En qué estamos fallando?
¿Qué hacer para seguir avanzando?
Si al finalizar estas Jornadas no nos vamos con las respuestas a estas preguntas, debería-
mos sentir algo de frustración. O, a lo más, sentir que hemos abordado temas que si bien
son de interés, no atacan ni resuelven el problema de fondo, que es hacia donde debié-
ramos endilgar parte importante de nuestras cavilaciones y conversaciones.
Pienso que, a partir de la próxima Jolaseht, ya deberíamos incorporar un espacio donde
los líderes latinoamericanos puedan abordar los grandes temas asociados a la preven-
ción, en función de los grandes problemas de seguridad e higiene, que aún no hemos
resuelto.
Revisión Histórica
Es verdad que hemos progresado en las últimas décadas. No lo podemos negar. Es verdad
que los indicadores de seguridad (o de inseguridad, más correctamente dicho), han mos-
trado una tendencia a la baja. No lo podemos negar, tampoco. Pero es verdad, también,
que de vez en cuando las curvas se aplanan y se resisten a moverse a la baja, en una clara
advertencia de que debemos abrir espacios a la iniciativa y a la creatividad, buscando
nuevas formas, nuevas estrategias, nuevos caminos, para seguir avanzando.
Si miramos al pasado, observamos el notable progreso de nuestros esfuerzos preventivos
(y también en los resultados), cuando pasamos desde una mera reacción frente a los acci-
dentes que ocurrían, al desarrollo de algunas acciones preventivas, aunque esporádicas
y asistemáticas.
¿Y cuál será el siguiente paso, para todo lo que nos queda por delante?
Personalmente no tengo ninguna duda. Nuestro próximo paso, por lógica y por necesi-
dad, se llama CULTURA PREVENTIVA. Ese ha de ser nuestro “salto final… y definitivo”.
Sí. Una Cultura Preventiva que ojalá vaya incluso más allá del ámbito laboral; pero que,
en el caso de las empresas, incluya nuevos paradigmas que se instalen en la mente, en la
voluntad y en la acción de los que crean, dirigen y controlan cada uno de los procesos;
así como también de quienes realizan las tareas operativas.
Cultura Preventiva
Pero… ¿Qué es Cultura Preventiva? O… ¿Qué podemos entender por ella?
Antes de dar una respuesta o una opinión acerca de este significativo concepto, permí-
tanme hacer una distinción. O una diferenciación entre dos conceptos que normalmente
utilizamos como si fueran sinónimos: Prevención y Seguridad.
Debiéramos entender, a mi juicio, que: “Prevención es… lo que hacemos. Y Seguridad
es… lo que logramos”. Es decir, lo que hacemos en las empresas no es seguridad sino que
lo que hacemos es prevención… ¡para lograr la Seguridad!
Ahora bien, es claro que la seguridad absoluta, la seguridad total, no existe. Ni siquiera
en la NASA, que se supone la empresa más segura del mundo. Prueba de ello son los
tremendos y mediáticos accidentes que han tenido, como el Challenger, el Columbia y
otros de menor trascendencia.
Entonces, lo que existe son “grados de seguridad” o “niveles de seguridad”. Y ese grado
o nivel de seguridad que obtengamos… ¿va a depender de qué? Pues, de lo que haga-
mos en PREVENCIÓN.
Por lo tanto, estimados delegados, lo que debiéramos desarrollar en nuestra gente y en
nuestras organizaciones son actitudes preventivas, comportamientos preventivos. O,
mejor aún: “Cultura Preventiva”. Y, por lo mismo, es que me gustaría que esta distinción
entre Prevención y Seguridad la hiciera suya la ALASEHT para los países que ella repre-
senta. Nos ayudaría a mejor entender y a mejor orientar nuestro trabajo.
Hay, desde luego, otras diferencias entre prevención y seguridad, particularmente en lo
que se refiere a sus respectivos alcances, pero que no vamos a comentar en esta oportu-
nidad.
Bueno, pero… ¿Qué es Cultura Preventiva?
CULTURA PREVENTIVA
Es lo que hace que en una empresa, todo el mundo le de importancia,
pero de verdad, a la prevención
¿Dónde está el quid del asunto? En el “pero de verdad”. En efecto, todo el mundo le da
importancia a la prevención… ¡pero no siempre tan de verdad! No siempre en todo
momento. No siempre en todo lugar. No siempre bajo cualquier circunstancia.
La Cultura Preventiva exige (o requiere, mejor dicho), que la prevención sea considerada
como un valor y no como una mera prioridad: Los valores son permanentes. Las priorida-
des, en cambio, pueden subir o bajar, según las circunstancias.
¿Hemos avanzado, como sociedad, en materia de cultura preventiva? No mucho, a decir
verdad: Seguimos comprando un seguro contra accidentes automovilísticos, pero circula-
mos a exceso de velocidad y adelantamos en curvas, llevando incluso a nuestra familia en
el auto. En las empresas siguen proliferando las Brigadas de Combate de incendios, y se
entrenan para ello, pero prácticamente no existen las Brigadas de Prevención de incen-
dios.
Por otra parte, el consumo de “comida chatarra”, que genera las consecuencias que
todos conocemos; el hablar por celular mientras se conduce un vehículo; el salir con
atraso a los compromisos; el no uso de preservativos; el conducir habiendo ingerido alco-
hol; el exponerse al sol de mediodía en una playa, hasta casi achicharrarse, son todos
ejemplos palmarios de una cruel carencia de autocuidado y de cultura preventiva.
Es, lo que Kaoru Ishikawa tan acertada y crudamente llama: “El comportamiento irracio-
nal de las personas, de la empresa y de la sociedad”.
La Gran Escusa
¿Y por qué no hemos abordado este problema tan de fondo, particularmente por parte
de quienes se supone somos especialistas en prevención? En gran medida, creo yo,
porque se ha instalado en nuestras mentes ese paradigma que nos dice que cambiar
culturas es una tarea de décadas; si no de generaciones. Que para aspirar a ello hay que
comenzar en el jardín infantil.
¡Falso! Pienso yo.
La Estrategia: Cómo Avanzar
¿Cómo avanzar en materia de Cultura Preventiva?
Es obvio que las estrategias han de tener algunas variantes de una empresa a otra. No
hay recetas. Pero, en términos generales, estas estrategias van a variar desde la persua-
sión hasta la imposición.
La persuasión debe ser el principal camino, que si bien es el más lento y difícil, genera los
cambios de comportamientos más profundos y más duraderos. Debo decir aquí, aprove-
chando esta tribuna, que estamos necesitando, urgentemente, desarrollar nuestras
capacidades y técnicas para persuadir. Estamos siendo extremadamente ineficientes, por
lo que gran parte de nuestros esfuerzos, tiempo y recursos en general destinados a este
propósito, sencillamente no proveen ni siquiera remotamente los resultados que debie-
ran entregar. Invito a no pasar por alto esta observación.
Pero tampoco hay que renunciar a la imposición, en la justa y necesaria medida. La socie-
dad, organizada como países, como empresas, como clubes, como sindicatos o como lo
que sea, siempre se da sus reglas. Llámense constitución, leyes, reglamentos o de otra
manera, son útiles y necesarias.
PUNTOS CLAVE
Ahora bien; algunos puntos claves a considerar en este proceso:
UNO: Lo Primero de lo Primero
Un proceso de desarrollo de una Cultura Preventiva, en cualquier empresa, funciona si y
sólo si existe el deseo, la voluntad y el compromiso del nivel directivo superior. De no ser
así, los esfuerzos y recursos empleados para el efecto son inconducentes.
TRES: Caracterizar la “Cultura Preventiva Deseada”
Un diagnóstico inicial (realizado en términos simples y prácticos) debe permitir “caracte-
rizar” la Cultura Preventiva Actual (CPA), tras lo cual, a través de pequeños talleres con
grupos de gerentes, de supervisores y de trabajadores, “caracterizar” la Cultura Preven-
tiva Deseada (CPD).
Esta última, una vez aprobada por la dirección superior de la empresa, es la que ha de
servir de base para el trabajo en todo el proceso posterior.
CUATRO: Valores y Principios
Es necesario identificar el conjunto de valores y principios existentes en la empresa, que
ha de constituir el marco y sustento valórico sobre el cual se construirá la Cultura Preven-
tiva. Pudiera ser necesario definir algún otro que no esté actualmente en la empresa.
CINCO: Paradigmas a Erradicar y Paradigmas a Instalar
Deben identificarse con claridad tanto aquellos paradigmas que es necesario erradicar
(tales como “No creo que me pase”, “Sería el colmo de la mala suerte”, “Siempre lo he
hecho así” u otros), así como también aquellos que hay que instalar dentro de la nueva
cultura preventiva (como “Nunca arriesgue más de lo que está dispuesto a perder”, “No
arriesgue mucho por poco”, “Siempre haga lo que sabe que debe hacer para evitar acci-
dentes” u otros).
UN MENSAJE FINAL
Desde hace muchos años que vengo transmitiendo la idea de que “Los Accidentes
Hablan”. Es, desde luego, una metáfora. Pero es verdad que todos los accidentes algo
nos están diciendo: algún mensaje, alguna crítica, alguna advertencia, queja o llamado
de atención. Pero siempre una enseñanza. Incluso los cuasi accidentes.
Hace poco hemos recordado en Chile el primer aniversario del accidente ocurrido en la
Mina San José, donde quedaron atrapados 33 de nuestros compatriotas. Este aciago acci-
dente nos habló con voz fuerte y clara. O fuerte por lo menos. Fue un verdadero Grito,
desgarrador, que emergió desde las entrañas mismas de la tierra, desde 700 metros de
profundidad; pero se escuchó a lo largo de todo Chile, de norte a sur y de mar a cordillera.
Y, esto que me he permitido llamar “El Grito de San José” fue, a mi juicio, un urgente
llamado a que nos pongamos manos a la obra, de una vez por todas, para desarrollar
una Cultura Preventiva en nuestras empresas.
¿Qué necesitamos para ello? Tan sólo cuatro cosas:
Primero: Decisión, para que este deseo se nos transforme en un gran objetivo por el cual
trabajar.
Segundo: Voluntad, para romper la inercia; para pasar del deseo a la intención y de la
intención a la acción. Es la voluntad la que nos permite emprender grandes hazañas.
Tercero: Entusiasmo, para ponerle energía a nuestro emprendimiento. El entusiasmo es
una energía especial. Es poner “fuego en el corazón”, por una causa de valor que vale la
pena. Entusiasmo significa, dicho sea de paso, “con Dios dentro de uno”. Y,