Greco. La Autoridad Pedagogica Como Construccion Politica
Greco. La Autoridad Pedagogica Como Construccion Politica
Greco. La Autoridad Pedagogica Como Construccion Politica
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Las afirmaciones y teorizaciones acerca de la actual crisis de
autoridad, en un sentido general y, específicamente en el ámbito
educativo, llevan habitualmente a dos posiciones antagónicas: o bien se
trataría de recuperar la autoridad perdida, aquella sostenida en otros
tiempos, otras instituciones, otros sujetos y proyectos políticos más
sólidos y menos dispersos, o bien habría que abandonar el intento de
toda refundación de autoridad, accediendo al aplanamiento de las
relaciones maestro-alumno, a la simetría generacional/relacional o a una
limitada implicación del adulto ante la tarea ineludible de la transmisión.
Estas dos posiciones tienen efectos en el modo de plantear posibles
formas de establecer relaciones pedagógicas, investigar acerca de la
autoridad y promover desarrollos profesionales de los docentes en este
sentido. Se traducen, a su vez, a menudo, en búsquedas instrumentales
de un ejercicio de autoridad eficaz, en simples llamados a restaurar la
autoridad de otros tiempos “más felices” o a intentar ordenar cuerpos y
mentes mediante nuevas y profusas normativas y controles
disciplinarios que apelan a la capacidad individual de cada docente para
hacerse respetar, obedecer, reconocer.
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modo responsable, asimétrico, habilitante, emancipador, que se
traduzca en múltiples formas de hacer lugar a la igualdad como
potencia.
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siempre presente que demanda condiciones institucionales para
actualizarse. Ese lugar no se configura ni sólo por rasgos personales
“apropiados” ni tampoco sólo por un proyecto político que –
supuestamente- habilita y sostiene sin fisuras, más allá de los sujetos.
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Puede leerse el relato de Rosa del Río en el texto de Sarlo, La máquina cultural (1998), se encontrará allí la
narración acerca del propio lugar de autoridad así como la descripción de la primera escuela donde fuera
directora, el contexto de pobreza, los alumnos y sus familias inmigrantes, los avatares de su propia
trayectoria reubicándola social y profesionalmente.
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nación promisoria, su lugar clave de autoridad en una construcción que
la trasciende y la incluye.
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Hacemos referencia al relato de una de las cuatro escenas que recuperan Birgin y Duschatzky en ¿Dónde
está la escuela? (2001)
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escuela cuando los chicos no aprenden, no se interesan, se ausentan.
Tal vez el director insistiría en que Rosa se pregunte por su lugar de
autoridad en un proyecto y por el modo en que lo ejerce, por el alcance
de las decisiones que toma y sus efectos en las subjetividades. Le
preguntaría por los nombres de sus alumnos, sus historias, sus desvelos
y juntos volverían el pensamiento sobre ese deseo de conocer que los
reúne y que pretenden provocar en otros. Probablemente se
comprenderían mutuamente y ambos podrían hacer de sí mismos un
“objeto” de análisis, mirándose a distancia, mirando a su alrededor y al
unísono, interrogando su identidad como la narración de sí: ¿por qué ser
docentes, directivos?, ¿por qué enseñar y desde qué lugar?
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de un comienzo absoluto, desde un supuesto punto 0 ni va hacia un
producto terminado bajo el signo de la fabricación, en palabras de
Meirieu(1998). Si la formación es la trans-formación de alguien que ya
está siendo, su forma seguirá siendo necesariamente inacabada, es la
condición de un trabajo con sujetos y no sobre ellos.
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otro que le hace de límite a la réplica de la fabricación. El autoritarismo
se hace presente cuando los efectos del encuentro pedagógico escapan
dispersos en las subjetividades presentes y ausentes, presentes y
futuras. O bien, se impone el abandono como salida ante lo no-
controlable, lo in-disciplinado, lo des-ordenado y lo que queda
necesariamente abierto en todo vínculo humano.
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está por llegar en el espacio que reúne a unos y otros, enseñantes y
aprendientes, con el cuidado que demanda la fragilidad de lo nuevo. Una
autoridad pensada como igualitaria, habilitadora, autora de procesos y
“aumentadora” –retomando la raíz auctor-augere-3, no sólo en otros
sino en sí misma, con el poder autolimitado de posicionarse en punto de
comienzo y también en los “entres” que ofrecen las relaciones. En esos
espacios la autoridad autoriza, se desplaza, relata e inscribe en el relato,
se emancipa emancipando.
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Mencionada por Arendt en su texto “¿Qué es la autoridad?” (2003)
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principio. Es decir, demanda la confianza –de antemano- en las
posibilidades de cualquiera para aprender, pensar, hablar; ello
producirá efectos en el modo de ver y actuar en contextos de
enseñanza, en las prácticas y experiencias educativas. Esta
reformulación propone al pensamiento no como abstracción –alejándose
de la vida “común” y cotidiana- sino como alteración –mezclándose con
ella-.
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Véase Greco (2007, 2011)
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hacer crecer, hacer hablar, hacer pensar, emancipar/se en el lazo con
otro pero separado de ese otro.
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como cuando analiza el texto kantiano sobre la Ilustración o el concepto
de “cuidado de sí”. Parece decir: preservemos la actitud crítica buscando
otras lógicas para el uso de la razón al preguntarnos qué es la razón y
qué normas la definen en nuestro tiempo contemporáneo; ensayemos
modos de pensar menos totalitarios, no dominantes de todo ni de todos
y recreemos allí modalidades de autoridad y autorización de uno mismo.
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resultaba en modo alguno evidente. Siempre retenía
algo. ¿Por qué? No lo sé. Tan sólo puedo conjeturar que
una reserva muy arraigada en él, que era un rasgo de
su carácter, se extendía también a su manera de
enseñar.
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nuevo. No obstante, los tres años que había pasado
junto al sacerdote bastaron para llenar su espíritu de
contenidos secretos y fuerzas misteriosas. Kristóf se
alimentó durante mucho tiempo de las energías
acumuladas en esos tres años.
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donde alguien enseña y otro aprende no se reduce a afirmar que hace
falta tener autoridad, de uno sobre otros, sustentada en el saber
experto o en la capacidad de imponerse por la presencia, el gesto, la
mirada, la palabra o la escucha. Nada de esto “explica” a la autoridad
aunque todo ello pueda formar parte de ella.
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Véase , por ejemplo, el interesante texto de George Steiner, Lecciones de maestros.
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profesional docente puede recorrer, en diferentes sentidos, de modo de
generar un posicionamiento que asuma una autoridad igualitaria.
Señalamos a continuación dos sentidos fundamentales que el trabajo
formativo en el marco del desarrollo profesional puede abordar: el del
espacio biográfico y el del espacio de acompañamiento de las prácticas.
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respuestas acabadas a los problemas o de definiciones únicas se
desvanece. Se abren las significaciones en torno al espacio de trabajo a
construir y en el mismo momento, se democratizan los vínculos que
permiten construir una autoridad concebida como igualitaria.
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que se aprende con un contenido de la vida -en el trabajo de enseñar-
genera una textura del pensamiento que no se detiene, no se fija, sino
que produce en uno y en otros, incita, otros pensamientos. Des-apilar
los relatos, sin duda, nos lleva a la sorpresa. Hacerle lugar a las voces
en primera persona y a las imágenes cotidianas junto a los contenidos
que los diseños curriculares proponen puede complejizar el trabajo del
que enseña pero lo profundiza, lo recrea, lo subjetiva y hace que el
riesgo del sinsentido escolar, se desvanezca.
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El espacio biográfico funda al sujeto y funda una práctica, y a su
vez, ésta transforma biografías y trayectorias. El segundo campo de
sentidos es, justamente, el del espacio de la práctica.
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subjetivante. Es decir, capacidades diferentes, heterogéneas y
singulares de pensar, hablar y hacer.
Un cierre provisorio
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alguien –cualquiera- se aventurará en un territorio de preguntas,
búsquedas y recorridos, en relación a saberes compartidos.
Bibliografía
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------------ El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual.
Barcelona: Laertes. 2003.
Siegel M.B. At the vanishing point: a critic looks at dance. Nueva York:
Saturday Review Press. 1972.
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