Lengua
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Antes de poder “hablar” fluidamente, los niños usan el lenguaje con múltiples propósitos, y ello es
verificable mediante la mera observación. Desde muy temprana edad utilizan el lenguaje para
pedir, para dar instrucciones, para expresar deseos o sentimientos, para preguntar y explorar el
mundo exterior, para crear mundos de ficción, para informar o comunicar acerca de algo.
los niños entienden lo que se les dice mucho antes de ser, ellos mismos, productores en sentido
estricto, y que comprenden mucho más de lo que son capaces de decir. Dado que la llamada
competencia lingüística abarca tanto la capacidad para comprender el lenguaje como para usarlo
en calidad de productores, vemos que la comprensión precede a la ejecución y que es más amplia
que ésta.
También es un hablante competente el que puede diferenciar un contexto coloquial de uno más
formal, que puede diferenciar un diálogo de una entrevista, una conversación de un debate, una
pregunta de una instrucción.
Para que logremos formar hablantes competentes no debemos iniciar las clases con siempre la
misma situación didáctica, sino variarla. Por ejemplo, a través de un debate, contar lo vivido en
vacaciones (ronda de intercambio), exposiciones orales, etc. Es importante generar, en el nivel
inicial, situaciones en las que los alumnos puedan ir desarrollando su capacidad comunicativa con
diversos propósitos, con distintos interlocutores, en el marco de actividades significativas donde
las distintas funciones del lenguaje sean pertinentes.
La enumeración de contenidos constituye un listado de los que se espera que los alumnos puedan
reconocer y hacer eficazmente en aquellas situaciones comunicativas en las que se encuentren, en
la medida en que dichas situaciones requieran un “saber hacer” particular.
De hecho, en particular para Ciencias Naturales y Ciencias Sociales, se prevén situaciones de
debate, realización de entrevistas, narración de experiencias, uso de instructivos y descripción de
diversas situaciones. De lo que se trata es de lograr que en esas situaciones puntuales se les brinde
a los alumnos orientación apropiada tendiente a favorecer una mayor eficacia en el logro de los
propósitos comunicativos fijados.
1- De la conversación al debate:
La “ronda de intercambio”, puede constituirse para los niños una verdadera situación de
aprendizaje, en la mediad en que el tema en cuestión sea interesante para los niños, que la
intervención de los participantes se encuentre medianamente pautada, que intervengan los
que tienen algo que decir y no todos obligada y sucesivamente, que el maestro y los otros
niños escuchen con atención al que está hablando. Esto será ocasión para que el maestro
participe e intervenga con el objeto de que se respeten los turnos de palabra, de señalar la
pertinencia de las intervenciones en relación al tema de que se trate, de sintetizar los
acuerdos logrados o los disensos planteados. Será, pues, tarea del maestro ir dando lugar a las
opiniones, recuperar el propósito que inicialmente se planteó, sistematizar los acuerdos bajo
la forma de una consigna de trabajo consensuada.
En esta situación es posible que los alumnos se vean en la necesidad de informar tanto como
de opinar o argumentar, asimismo es posible que en su argumentación recurran a
descripciones o relatos, y también formularán y responderán preguntas. Esto apunta a marcar
que toda situación comunicativa es un hecho complejo desde el punto de vista del
comportamiento lingüístico de los participantes. Será tarea del maestro orientar a los chicos
para que reformulen sus preguntas, que señalen sus desacuerdos, que justifiquen sus
opiniones, que expliciten la información que poseen.
Una entrevista es como un diálogo, pero pautado: en un diálogo informal, cotidiano, las
intervenciones de los interlocutores van produciendo un texto “a dos voces”, ambos tienen
libertad para hablar (generalmente superponiendo las voces), el tema surge espontáneamente
y ambos tienen libertad para cambiarlo en el curso del diálogo, ambos tienen liberad para no
estar de acuerdo con el rumbo que está tomando y proponer dar por finalizado el
intercambio; en la entrevista, en cambio, uno hace las preguntas y el otro responde, una
determina previamente el tema y el otro debe ajustarse a él, uno decide cuándo se da por
finalizada y el otro acata la decisión. Partir de una modalidad conocida para aproximarse a
otra más formal asegura la reflexión sobre los propios comportamientos y la sistematización
de los contenidos a enseñar: la necesidad de elegir al entrevistado en función del tema
previsto, la planificación de la entrevista en términos del propósito que se persigue, la
necesidad de una escucha atenta a fin de poder luego sintetizar las intervenciones del
entrevistado o la búsqueda de medios para conservarlas (grabación o registro por parte del
maestro). Esta actividad resultará productiva si, efectivamente, responde a un interés genuino
por obtener y registrar la información que el entrevistado aporte en relación con algún tema
relevante para los alumnos. En el análisis posterior de la entrevista será de gran utilidad
revisar con los niños las anticipaciones y la planificación a la luz de la información obtenida:
ver si la entrevista se desarrolló cómo lo habían previsto, si el entrevistado se ajustó al tema
propuesto, si dijo algo novedoso que le permite al grupo repensar lo que sabían antes a
propósito de ese tema. También en este caso vemos que toda situación comunicativa en
lengua oral no coloquial, es decir, que suponga algún grado de formalidad, requiere a su vez el
recurso de la lengua escrita. El aporte del maestro en las tareas de registro, sistematización y
recuperación de la información obtenida es excelente ocasión para la familiarización de los
niños con algunas de las funciones de la escritura. La preparación de la entrevista supone un
trabajo más sistemático sobre los modos adecuados de formular las preguntas (abiertas o
cerradas).
3- La narración:
Otra experiencia habitual en este nivel es el relato, por parte de los niños, de experiencias que
desean compartir con sus compañeros. Es importante que la consigna sea clara: que se trate
realmente de situaciones que los alumnos desean relatar, que haya un tiempo de hablar y un
tiempo de escuchar para cada uno, que no a todos les toque contar algo todos los días, y que
el maestro escuche con atención a fin de poder ayudarlos a seguir (o retomar) el hilo del
relato, a especificar el “nudo” de la situación que se relata, a explicitar alguna “conclusión”
que dé cierre al relato. El relato es la forma en que “naturalmente” los humanos organizamos
la experiencia, esto es, que la estructura del relato permite otorgar sentido a los hechos de
nuestra vida, en particular cuando se trata de hechos excepcionales o que suponen alguna
ruptura del orden cotidiano de los acontecimientos.
La estructura del relato permite otorgar sentido a los acontecimientos que suponen alguna
ruptura del orden cotidiano. Son numerosas las ocasiones en que los alumnos se enfrentan a
situaciones en las que requieren realizar un relato (la renarración de un cuento, una
experiencia personal en la ronda de intercambio, la secuencia de un experimento realizado en
Ciencias Naturales). Lo común a todas ellas es que se trata de reproducir verbalmente una
secuencia de sucesos. Y de dicha secuencia deberá quedar claro, para quien escucha, qué pasó
antes y qué sucedió después, si los sucesos están encadenados, etc. Es a través de la lectura
en voz alta de cuentos y de poesías por parte del maestro cómo los niños acceden al mundo
en el que el lenguaje tiene, prioritariamente, el propósito de brindar placer.
Será tarea del maestro cuidar que sus consignas sean claras y explícitas, tanto como orientar la
observación de sus alumnos para una escucha atenta del orden en que se mencionan las
sucesivas actividades que se espera realicen.
5- La descripción
El propósito de una descripción no puede ser otro que el de reemplazar lo ausente, suplir la
ausencia y en el mayor o menor “éxito” de la descripción radicará la mayor o menor eficacia
del mensaje. Una actividad interesante para que los chicos realicen descripciones puede darse,
por ejemplo, en un proyecto que suponga grabar un casete o un programa de radio, donde el
lenguaje no se encuentra, como en la televisión por ejemplo, apoyado por imágenes. También
la planificación de secuencias didácticas en el marco de otras actividades en las que se
requiera la realización de irá acercando a los alumnos a las exigencias que la descripción
supone. Exigencias que, de todos modos, serán objeto de sistematización cuando accedan al
conocimiento de la lengua escrita y afronten la tarea de producir una descripción.
Lo que importa no es tanto si respetan el turno de palabra como que reclamen respeto por su
turno de palabra; no tanto que logren realizar un relato interesante y acabado como que
reconozcan que un relato no es interesante o no está acabado; no es que lleguen a producir
una obra literaria como que puedan disfrutarla; no es que puedan sostener una entrevista
como que adviertan que el entrevistado no lo está haciendo; no es tanto que puedan formular
correctamente una secuencia de instrucciones o que puedan seguirla, sino darse cuenta de
que no está correctamente formulada. Lo crucial es que toda actividad planificada con el
objeto de favorecer el desarrollo de la comunicación oral en la escuela, cualquiera sea el
proyecto o el área en que se inscriba, debe hacerse en el contexto de situaciones
comunicativas reales, con propósitos definidos y evaluables, en el marco de proyectos en el
que resulte pertinente realizar la actividad de que se trate, de lo contrario se corre el riesgo de
instalar comportamientos estereotipados que de ninguna manera suponen un real desarrollo
de sus capacidades.
Los niños son, naturalmente, observadores implacables de la realidad que los circunda, y
formando parte de esa realidad, nombrándola y creándola, está el lenguaje. También son
observadores cuidadosos de su lenguaje y del de los otros. Son “buscadores” de regularidades
y sumamente sensibles a las diferencias.
Creemos que la tarea central de la escuela en este nivel consiste en propiciar situaciones en
las que los niños se comuniquen no sólo porque desean hacerlo y porque tienen algo para
comunicar, sino también porque hay quien los escuche. Así también escucharán a los otros y a
sí mismos, de este modo descubrirán el potencial de su propia lengua.
Emilia Ferreiro.
Emilia Ferreiro descubre, poniendo en el centro, como piensan los niños la escritura. Qué
construcciones mentales tienen los niños de la escritura antes de escribir convencionalmente.
Todos construyen hipótesis similares en algún momento del proceso. Es fundamental la
concepción de lengua escrita que tenemos como docentes, porque es a partir de ella que vamos a
enseñar. (Además, debemos tener en cuenta el diseño curricular)
La lengua escrita es un objeto de uso social, con una existencia social y no meramente escolar. El
niño ve más letras fuera de la escuela que dentro de ella. Es en su contexto que el niño comienza a
realizar hipótesis y se acerca a la lengua escrita.
Cada niño inicia su proceso en su tiempo. Sin embargo, seria esperable si inició su proceso a los 4
años, y si ha sido escolarizado, que el niño termine su proceso de alfabetización al finalizar la UP
(segundo grado).
- SILABICO:
o Entiende que las palabras se dividen en partes menores (silabas).
o Segmenta las palabras en silabas pero piensa que la silaba es una unidad.
o Pone un elemento por silaba pero ese elemento pertenece a la silaba.
- SILABICO ALFABETICO:
o El niño descubre que la silaba tiene elementos menores y puede completar
algunos elementos más.
- ALFABETICO:
o El niño encuentra la correspondencia entre todos los fonemas y todos los
grafemas de la escritura.