Sobre La Electrodinamica de Los Cuerpos en Movimiento
Sobre La Electrodinamica de Los Cuerpos en Movimiento
Sobre La Electrodinamica de Los Cuerpos en Movimiento
Ondas Y Partículas
Ocaña-Colombia
2018
SOBRE LA ELECTRODINAMICA DE LOS CUERPOS EN MOVIMIENTO
A lo largo de la historia existieron grandes mentes revolucionarias sobre la idea del mundo
que percibimos, la humanidad siempre ha querido tratar de entender las complejas fuerzas
que rigen nuestro mundo, nuestra galaxia y todas, las que juntas son como gotas en un mar
inmenso. Es entonces que aparecen los grandes protagonistas como galileo, el padre de la
física Isaac newton, grandes de la mecánica y el arte como lo fue Da Vinci, Arquímedes, y
muchas otras grandes mentes brillantes, los cuales rigieron todas las normas de la física,
hasta aquel entonces cuando un simple técnico en patentes encontró el camino que estaba
destinado para él, hablo de Albert Einstein una de las grandes mentes científicas del siglo
XX revolucionando al mundo con sus ideas desafiando al mismísimo newton y
cuestionando la veracidad de la física hasta ese entonces. Empezando con su teoría de la
relatividad especial , donde habla sobre lo que sucede con los cuerpos llevados a
velocidades tan grandes como la de la luz, en su artículo sobre la electrodinámica de los
cuerpos en movimientos postula esta teoría y muestra un poco del trabajo que llevaba con
los átomos, explicando con fórmulas matemáticas la dinámica del electrón cuando este es
acelerado, Einstein dice que si lográramos llegar a una velocidad un poco más alta que la de
la luz desde nuestro sistema de referencia podríamos observarla en reposo y tratar de
comprender su comportamiento físico, con sus experimentos mentales logró deducir
muchas cosas, que dieron respuestas a grandes interrogantes, observaciones como la
longitud del cuerpo al someterse a estas velocidades y el aumento de masa que este
experimenta fueron fundamentales durante el proceso que llevaba, también dedujo que la
velocidad de la luz siempre seria constante y aunque en sus experimentos mentales debía ir
más rápido que ella esta sería como un límite puesto que no puede superarse tal velocidad.
logro encontrar al parecer un secreto guardado por la naturaleza, un misterio que solo una
mente como la de Einstein podría comprender; la relación espacio tiempo, antes de él, el
espacio solo estaba ahí, pero con estos postulados ya el espacio y el tiempo iban a estar
estrechamente relacionados, si tenemos dos relojes A y B en un tiempo t° podrían estar
totalmente sincronizados y puede que sean totalmente idénticos, pero si al reloj A se le
lleva a la velocidad de la luz este iría mucho más despacio y se retrasaría con respecto al
reloj B, si nos imaginamos en un tren que viaje a esta velocidad y miráramos un reloj, al ir
a miles de kilómetros por segundo lo veremos correr más lento, se podría pensar que es
lógico por un error en nuestra percepción o tal vez que el reloj este averiado, pero no, al
parecer a mayor velocidad el tiempo va a ir más lento.
En la primera mitad del siglo XIX en la investigación física se lleva a cabo la unión entre
dos campos de estudio que anteriormente eran autónomos y separados. Los experimentos
de Coloumb, Luigi Galvani, Oersted y Faraday, Ohm y otros dan lugar a la relación entre la
electricidad y el magnetismo, desarrollando lo que se conoce como electromagnetismo. Un
fenómeno similar a la gravitación de Newton, ya que, al igual que un cuerpo con masa
produce una fuerza gravitacional sobre otro cuerpo, si un cuerpo está cargado con
electricidad y en movimiento, produce una fuerza electromagnética sobre otro cuerpo
también cargado. La diferencia es que la dirección y magnitud de la fuerza
electromagnética depende de su velocidad y de la carga del cuerpo que lo produce.
Este nuevo campo de la física indicaba que la variación de un flujo magnético produce
efectos eléctricos debido a que crea una fuerza electromotriz que se opone a la causa que lo
provoca, esto es, que las cargas eléctricas en movimiento tienen efectos magnéticos.
Maxwell unificó las leyes de la electricidad y magnetismo en una sola teoría, partiendo de
un conjunto de cuatro ecuaciones diferenciales capaces de predecir los clásicos fenómenos
electromagnéticos1. Un concepto que fue muy útil y tuvo gran relevancia en esta época fue
el que se denominó con el nombre de campo electromagnético. Se trata de una definición
matemática que explica como una carga eléctrica actúa sobre otra lejana y que, a diferencia
de lo expuesto por Newton, no recurre a acciones a distancia. Este concepto encontrará su
base física en el s. XX con Einstein. Por otro lado, se podría decir que en el 1855 se da una
unificación adyacente a esta primera: las teorías de la óptica en relación al
electromagnetismo. Fue el mismo Maxwell (1870), quien empezó a estudiar las ondas
lumínicas tratadas como ondas electromagnéticas (verificando la teoría ondulatoria de
Huygens), así los éteres de la óptica se incluían en el estudio del fundamento mecánico de
los fenómenos físicos. El éter es el medio físico que transporta las ondas electromagnéticas,
es decir, es la sustancia universal que sirve de sustento al electromagnetismo. Durante el s.
XIX los físicos no pusieron en duda la existencia de este éter y las teorías que se realizaban
estaban vinculadas a la búsqueda del mismo. El éter era una explicación congruente del
sistema de referencia absoluto, puesto que el sistema absoluto piensa en el éter en reposo y
coincide con el sistema de referencia, en el que están las estrellas aparentemente fijas. Así
pues, la teoría ondulatoria de la luz obligaba a aceptar este éter. Desde incios del s. XIX,
Fresnel realizó una serie de experimentos que demostró esta teoría y, junto con él, diversos
autores, como Poisson, G. Stokes, Kelvin, MacCullagh, Cauchy y G. Green, que
reflexionaban sobre las propiedades del mismo, mostrando largas discusiones y exponiendo
diversas investigaciones científicas a lo largo del siglo.
El texto que aquí se presenta fue publicado por primera vez en 1905 enfrentándose por
completo a las teorías del XIX anteriormente aludidas. El fragmento “Sobre la
electrodinámica de cuerpos en movimiento” está sacado del libro La teoría de la relatividad
(Selección e introducción de L. P. Williams. Trad. en Alianza, Madrid, 1973, págs. 61 y 62)
de A. Einstein y otros. En él se hace referencia a las “asimetrías” de la teoría antecedente de
Maxwell —poniendo el ejemplo del imán y el conductor— y lo más importante de este
texto es la presentación de los dos postulados principales de la teoría de la relatividad
general junto a la crítica del éter, denominado como “superfluo” y “espacio absolutamente
estacionario”.
Albert Einstein nació en 1879 en Ulm, Alemania. Cuando era niño le regalaron una brújula,
acontecimiento de alta relevancia porque fue cuando empezó a tener una enorme curiosidad
acerca de lo que movía la aguja siempre hacia la misma dirección. Como fue un estudiante
mediocre, se conformó con un trabajo de patentes en Suiza para mantener a su familia, por
lo que la física quedaba para sus ratos libres. En aquella época se interesaba por las
incompatibilidades existentes en las teorías de Maxwell, el problema del espacio absoluto y
el éter, sus incongruencias con el principio de relatividad galileano. Así pues, con mucha
decisión, se puso a probar supuestos físicos que demostrasen firmeza.
Con respecto al problema del éter, Einstein manifestará una postura crítica abogando por el
concepto de campo y de vacío en un sentido físico y no geométrico. Este último fue la
entidad que denominó espacio-tiempo. De este modo, Einstein relega la postura de
Maxwell acerca del campo dotándolo de sentido físico, donde la energía determina la
métrica del espacio. Einstein admite que pueda existir el éter, pero para este lo que no se
puede es negar las propiedades físicas del vacío. Por otra parte, al éter se le debe negar la
última propiedad mecánica de Lorentz, pues no se le puede adscribir un estado de reposo y
ninguna característica propia de los medios ponderables, tal como se vino haciendo durante
el s. XIX.
Las transformaciones de Lorentz relacionan las medidas de una magnitud física que parten
de dos observadores distintos. Estas ecuaciones de transformación fueron enunciadas por
Einstein en su teoría de la relatividad general, pero anteriormente fueron publicadas por el
físico Lorentz. Para derivar estas ecuaciones, se parte de dos observadores en marcos de
referencia diferentes que centran la atención en un evento o situación común descrito por
ambos, uno tendrá unas coordenadas desde su marco de referencia S y el otro desde su
marco de referencia S'. Lorentz publicó estas ecuaciones con el fin de hacerlas valer para
explicar matemáticamente las ecuaciones de Maxwell, añadiendo cierta cualidad de
invarianza. Pero el verdadero jugo lo exprimió Einstein dándoles a estas transformaciones
un carácter generalizado y aplicable, más allá de la electrodinámica, a todo fenómeno
mecánico, derivándolas de sus dos postulados básicos, señalados en el texto Sobre la
electrodinámica de cuerpos en movimiento. En la teoría especial de la relatividad se
resuelven los problemas de manera algebraica a partir de las ecuaciones transformadas de
Lorentz, pero también representándolos, de modo geométrico, con los diagramas espacio-
tiempo de Minkowski.; pues ambos métodos se complementan.
La aportación de Hermann Minkowski fue, sin duda, un gran avance para la teoría, ya que
permitía combinar la metodología algebraica de Lorentz con la geometría. La teoría
geométrica unía los conceptos de espacio y tiempo, que en la mecánica clásica eran
completamente independientes, de manera que ambos quedan unificados en lo que se llamó
espaciotiempo o espacio-tiempo. El tiempo es la cuarta dimensión en la descripción
científica de los cuerpos, pues su movimiento se da en el tiempo; así bien, a las tres
coordenadas espaciales se une esta cuarta para determinar la posición de los sucesos. Dijo
Einstein, más tarde, que “el mundo de los sucesos es un continuo de cuatro dimensiones”
donde la relación entre espacio y tiempo es constante.
Una vez dicho esto, debemos apuntalar cierta sospecha que a lo largo del siglo XX y XXI
se fue creando. Los científicos físicos del s. XX coinciden en que las dos grandes teorías
acerca de la física son la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. La teoría de la
relatividad es una teoría que infiere un proceso que a simple vista se puede atribuir a
fenómenos macroscópicos guiados por el sentido común como lo pueden ser aquellos
hechos empíricos que llevan una velocidad cercana a la luz. Esto, actualmente, lleva
consigo ciertas contradicciones con la física cuántica, puesto que su objeto de estudio reside
en los átomos y partículas del mundo, un mundo microscópico que no salta a los ojos del
hombre sin lupa. Aunque la teoría de la relatividad formuló principios que chocaron con las
interpretaciones anteriores y fue en primera instancia tomada por una descripción nada
común, lo que ocurrió con la mecánica cuántica fue mucho peor. La física de los quantos
expuso tal teoría, que los científicos no pudieron dar cuenta de lo que se decía, chocando
sus conceptos con el mundo descrito por la ciencia anteriormente. Se trataba de un mundo
microscópico de partículas y ondas que se intercomunicaban a niveles ínfimos y que podían
realizar cambios tan pequeños que eran imperceptibles para el ojo humano.
A pesar de ello, la actividad científico-física actual intenta ver conciliaciones entre ambos
pilares. Nada mejor para pensar esto que referirnos a una noticia que se dio hace pocos días
y que tuvo cierta relevancia en este aspecto: el descubrimiento que prueba que el Universo
se creó hace 14 mil millones de años. Hecho demostrado por unos físicos de EEUU en
marzo de 2014, a partir del primer hallazgo de ondas de gravedad que justamente después
del Big Bang recorrieron el espacio. Las ondas gravitatorias de las que habló Einstein
permiten confirmar la teoría del origen del universo, ya que estas ondas fueron las de una
expansión primera que se hizo a gran velocidad en la fase de inflación cósmica. Lo que nos
interesa de esta noticia es la relación que se da entre la teoría de la relatividad y la física
cuántica, pues esta última complementa a la primera al poder describir a nivel microfísica
elementos que la teoría de Einstein no pudo explicar.
BIBLIOGRAFIA
Solís, Carlos y Manuel Sellés (2005). Historia de la ciencia, Madrid: Editorial Espasa
Calpe.