Guerra de Crimea

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Guerra de Crimea

1 INTRODUCCIÓN

Guerra de Crimea, conflicto bélico que enfrentó en la península de Crimea a Rusia


y a una coalición formada por Gran Bretaña, Francia, el reino de Cerdeña y el
Imperio otomano desde 1853 hasta 1856. Esta contienda tuvo una importancia
decisiva en la historia política de la Europa posterior a las Guerras Napoleónicas.

2 LA CUESTIÓN ORIENTAL

Las raíces de esta lucha se hunden en la denominada Cuestión Oriental (el problema
internacional planteado a consecuencia del declive del Imperio otomano), una
situación cargada de implicaciones negativas para el equilibrio del poder en Europa.
Desde finales del siglo XVIII, Rusia se había mostrado cada vez más impaciente por
aprovechar esta circunstancia para incrementar su influencia en la península de los
Balcanes y arrebatar a los turcos el control de los pasos marítimos situados entre el
mar Negro y el mar Mediterráneo. Rusia optó por el establecimiento de un
protectorado unilateral sobre el Imperio otomano, tras alcanzar la victoria en la
Guerra Turco-rusa (1828-1829) y, especialmente, después de la firma en 1833 del
Tratado de Unkiar Skelessi.

Gran Bretaña y Francia consideraban como una amenaza para sus propios intereses
en Oriente Próximo la posibilidad de que Rusia dominara esta zona, y muchos de los
pueblos de estos países rechazaban a esta potencia por ver en ella al despótico
enemigo del liberalismo. También el Imperio Austriaco, pese a su larga tradición de
cooperación internacional en asuntos diplomáticos con los rusos, se mostraba
recelosa ante un aumento de su influencia en los Balcanes. Las potencias europeas y
el Imperio otomano consiguieron sustituir en 1841 el acuerdo de Unkiar Skelessi por
un protectorado general europeo.

3 LA CRISIS

A comienzos de la década de 1850, el zar ruso Nicolás I, ante el recelo de las


restantes potencias a su plan anterior, encontró una nueva posibilidad de aumentar
su influencia mediante la injerencia en los asuntos otomanos. Creía contar con el
apoyo del Imperio Austriaco, como recompensa por la ayuda que había
proporcionado a la Casa de Habsburgo durante las revoluciones ocurridas desde
1848 hasta 1850. Asimismo, se equivocó al considerar que el gobierno británico
presidido por George Hamilton, conde de Aberdeen, respaldaría la división del
territorio de los Balcanes controlado por los turcos.

La causa inmediata de la intervención de Rusia fue el conflicto surgido entre la


Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa por el dominio de los lugares sagrados de

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Palestina, que en esta época pertenecían al Imperio otomano. El sultán otomano
Abdülmecid I, presionado por Francia, decidió en favor de la Iglesia católica en
diciembre de 1852. Nicolás I, el protector de la Iglesia ortodoxa, envió sin demora
una comisión a Constantinopla (actualmente Estambul, perteneciente a Turquía)
encargada de negociar un nuevo acuerdo favorable a la Iglesia ortodoxa y un
tratado que garantizara sus derechos dentro del Imperio otomano. A su vez, el Zar
se reunió con el embajador británico en Rusia y ofreció la posibilidad de dividir los
Balcanes y de que Rusia ocupara "temporalmente" Constantinopla y los estrechos
del Bósforo y de los Dardanelos.

El embajador británico destinado en Constantinopla, el vizconde Stratford de


Redcliffe, ayudó a negociar un acuerdo amistoso sobre los lugares sagrados
palestinos, pero persuadió a los turcos de que rechazaran las restantes demandas
rusas alegando que representaban una amenaza para su soberanía. Rusia respondió
el 1 de julio de 1853 con la ocupación de los principados turcos de Moldavia y
Valaquia (en gran medida, la actual Rumania). Las potencias europeas intentaron
establecer un compromiso, pero su esfuerzo resultó infructuoso. El Imperio
otomano, que confiaba en contar con el apoyo británico y francés, declaró la guerra
el 4 de octubre siguiente a Rusia.

4 LA GUERRA

Los rusos destruyeron la flota turca situada en el puerto de Sinope (en la actualidad,
Sinop), en el mar Negro, el 30 de noviembre de 1853, lo que provocó una enérgica
protesta de Gran Bretaña y Francia. Rusia ignoró la demanda por la que ambos
países reclamaban la evacuación de Moldavia y Valaquia, y las dos potencias
europeas le declararon la guerra en marzo de 1854, confiando en que su supremacía
naval les proporcionaría una victoria rápida. El reino italiano de Cerdeña se unió
poco después a esta coalición anglo-francesa con la esperanza de ganar su favor y
obtener su ayuda para expulsar a los austriacos del territorio de la península Itálica
y así acelerar su deseada unificación italiana. El 3 de junio, Austria amenazó con
declarar la guerra a Rusia, que quedó consternada al recibir la noticia, a menos que
desocupara Moldavia y Valaquia. Rusia cumplió esta petición el 5 de agosto y las
tropas austriacas ocuparon ambos principados.

Fue en este momento cuando los aliados decidieron emprender una campaña contra
Sebastopol (en la actualidad, en el sur de Ucrania), donde se encontraba el cuartel
general de la flota rusa emplazada en el mar Negro; sus fuerzas alcanzaron Crimea
en septiembre de 1854. La guerra se prolongó, a pesar de las cruentas derrotas que
sufrieron los rusos en el río Alma y en las batallas de Balaklava y de Inkerman,
debido a la negativa de Rusia a aceptar las condiciones de paz propuestas por los
aliados. Finalmente, Sebastopol cayó el 9 de septiembre de 1855, pero Rusia aceptó
firmar la paz sólo después de que Austria amenazara con intervenir en la guerra.

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El Tratado de París, firmado el 30 de marzo de 1856, supuso para Rusia un enorme
contratiempo en lo concerniente a su política en Oriente Próximo. Los rusos se
vieron obligados a devolver el sur de Besarabia y la zona de la desembocadura del
Danubio al Imperio otomano; Moldavia, Valaquia y Serbia quedaron supeditadas a
un acuerdo internacional, en lugar de estar sometidas al control de Rusia. El sultán
otomano Abdülmecid I se limitó a ofrecer vagas promesas con respecto a los
derechos de todos sus súbditos cristianos y, por último, se prohibió a Rusia
mantener una fuerza naval en el mar Negro.

Desde el punto de vista militar, esta guerra representó un acontecimiento


desafortunado e innecesariamente costoso. Los comandantes de ambos bandos
demostraron claramente su ineptitud desperdiciando vidas en combates absurdos,
tales como la famosa carga de la Brigada de Caballería Ligera, en la que una unidad
británica sufrió graves pérdidas durante la batalla de Balaklava. La ineficacia y la
corrupción de las administraciones obstaculizaron el abastecimiento de alimentos,
ropa y municiones en ambos ejércitos, y los servicios médicos no recordaban una
situación tan atroz. La enfermera británica Florence Nightingale adquirió fama por
los esfuerzos que realizó para mejorar el cuidado de los enfermos y heridos, pero
fueron las enfermedades y no los combates las que provocaron el mayor número de
víctimas. La opinión pública británica también fue adquiriendo una actitud más
crítica ante la guerra a medida que leía las crónicas enviadas al periódico The Times
por el corresponsal de guerra irlandés W. H. Russell, el primer periodista que relató
un conflicto bélico por medio del telégrafo. Asimismo, el británico Roger Fenton
tomó en 1855 las primeras imágenes fotográficas que ilustraban de forma
impactante una guerra.

La guerra de Crimea fue un acontecimiento de gran repercusión en la historia de


Europa. Supuso el fin del acuerdo por el cual los vencedores de las Guerras
Napoleónicas (Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia) habían cooperado para
mantener la paz en Europa durante cuarenta años. El mito del poder ruso quedó
enterrado y la ruptura de la antigua coalición permitió a Alemania e Italia liberarse
de la influencia de Austria y emerger como naciones independientes en la siguiente
década. Por último, cabe señalar que las consecuencias de la derrota sufrida en
Crimea fueron el factor desencadenante de la aplicación de un programa de
profundas reformas internas en Rusia, llevado a cabo por el sucesor del zar Nicolás
I, Alejandro II.

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