Psicopatologia y Delincuencia

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Psicopatología y Delincuencia

En general, todos los individuos que padecen algún tipo de trastorno de personalidad
(TP) tienen problemas de diversa índole (familiares, escolares, laborales, afectivos,
etc.), pero esto no quiere decir que todos ellos sean delincuentes en activo o
potenciales; y viceversa, no todos los delincuentes sufren trastornos de personalidad
(Vázquez Barbosa, 2012).
Los investigadores tratan de entender, evaluar, prevenir y explicar las causas por las
que determinados individuos desarrollan conductas delictivas y, desde el punto de vista
psicológico, tratan de establecer una relación entre los trastornos de personalidad y la
delincuencia.
Existen múltiples estudios al respecto, pero ninguno de ellos resulta definitivo en
cuanto a establecer una relación, si bien el conocimiento de los aspectos
motivacionales, cognitivos, afectivos y conductuales que caracterizan los diferentes
trastornos de personalidad constituyen un importante paso para entender y explicar la
delincuencia.

El estudio llevado a cabo por Coid (citado por González Guerrero, 2007), llevado a cabo
sobre sujetos no presos, de edades comprendidas entre los 16 y 74 años, demostró que
los trastornos de la personalidad del clúster B 1 se asociaban con un aumento del
riesgo de condenas previas por actos criminales (dichas asociaciones eran
independientes de los factores demográficos, etc.).

El estudio realizado por González (González Guerrero, 2007) se realizó sobre dos
muestras: la primera incluía 327 sentencias del Tribunal Supremo (sin delimitación
temporal) y, la segunda, incluía las 20 sentencias más recientes de diversos organos
jurisdiccionales relativas a cada uno de los trastornos de personalidad específicos según
el DSM-IV y el CIE-10.
Los resultados de este estudio avalan que la mayoria de los delitos violentos fueron
cometidos por individuos con trastorno de personalidad cuyo mayor porcentaje

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El DSM-IV divide los 10 desordenes de la personalidad en tres clústers, a saber, el “A”
comprende los TP esquizoide, ezquisotípico y paranoide; el “B” comprende antisocial,
histriónico, limítrofe y narcisista y, el “C” el evitativo, dependiente y obsesivo
compulsivo.
correspondía a los que padecían TP comprendidos en el cluster B si bien destacó la
presencia de individuos con TP correspondientes al clúster A (delitos cometidos con
absoluta frialdad y violencia).
También resultó un alto porcentaje de delitos relativos al tráfico de drogas cometidos
por sujetos que padecían TP correspondientes al clúster C del tipo dependiente (o
inducidos por otros).

En el estudio realizado por T. Martínez Díaz (Martínez Díaz, Trabazos Arias, López
Sancho, & Fernández Liaño, 2001) se utilizó una muestra compuesta por 73 sentencias
del Tribunal Supremo que contenían el término “trastorno de personalidad” y en las
que se considerara dicho trastorno como un “hecho probado”.
El resultado fue que más del 75% de los delitos violentos fueron cometidos por
individuos que sufrían Trastorno Paranoide (trastorno incluido en el clúster A del
DSM-IV), de los cuales más de la mitad correspondía al parricidio; también destacó el
alto porcentaje de afectados por el Trastorno Esquizoide (trastorno incluido en el
mismo clúster).
Según este estudio, los individuos que padecen tipos de trastornos de personalidad
también cometen diferentes tipos de delitos, y afirma que existe una baja proclividad al
delito en los individuos cuyos trastornos se encuentran catalogados en el clúster C.

El estudio realizado por E. Esbec (Esbec & Echeburúa, 2010) examina la relación entre
los trastornos de personalidad y la violencia en función de cuatro dimensiones de la
personalidad: la impulsividad; la falta de regulación emocional; el narcisismo y las
amenazas al yo; y el estilo de personalidad paranoide.
Para ellos, el común denominador de la violencia asociada a los trastornos de
personalidad es la ira (excepto en el caso de los psicópatas) al tratarse de una emoción
que expresa rabia, resentimiento o irritabilidad.
En sus conclusiones destaca que los individuos con trastornos de personalidad
incluidos en el clúster A son menos violentos que los del clúster B; pero el pensamiento
extravagante y el aislamiento social de los sujetos de este grupo los relaciona con los
tipos de violencia mas graves.
Los sujetos que padecen trastornos correspondientes al clúster B están relacionados
con la conducta delictiva en general y la violencia en particular, además de ser el grupo
más vinculado al consumo de alcohol y drogas.
Los individuos con trastornos incluidos en el clúster C son los que menos contribuyen a
las conductas violentas, son sumisos y necesitados de seguridad si bien son capaces de
desarrollar conductas violentas ante el temor de abandono o rechazo, siendo el
detonante de este comportamiento el consumo de alcohol; siendo frecuentes los delitos
violentos contra la pareja (agresores sexuales).

E. Vicens (Vicens, 2006) expone los resultados de su trabajo durante 3 años en el


Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Catalunya, en el cual analiza la relación entre el
trastorno de personalidad y la comisión de delitos violentos a partir de una muestra
compuesta por 243 pacientes que estaban cumpliendo diferentes condenas y siendo
tratados en el hospital por su trastorno.
El resultado queda reflejado en el cuadro siguiente:

DIAGNÓSTICO DELITOS VIOLENTOS DELITOS NO VIOLENTOS

CLUSTER A 11,40% 10,90%


CLUSTER B 52,30% 45,50%
CLUSTER C 4,50% 0,00%
TP NO ESPECIFICADO 31,80% 43,60%

De estos resultados cabe destacar que los pertenecientes a trastornos correspondientes


al clúster A estaban prácticamente empatados entre delitos violentos y no violentos;
que el 44% han cometido un delito considerado violento, de los cuales un 20% han
cometido el delito de homicidio; frente a un 56% que han cometido delitos menores
(robos, desordenes públicos, contra la salud publica, etc.).

El estudio de R. López Barrachina y otros (López, Lafuente, & García, 2007) se utilizó en
cuestionario abreviado del Examen Internacional de Trastornos de la Personalidad
(IPDE, que forma parte del cuestionario de evaluación del CIE 10). En dicho estudio se
encuesto a 236 internos pertenecientes a los centros penitenciarios de Daroca y Zuera
(Zaragoza), mediante una encuesta confidencial, anónima y voluntaria en la que
participaron el 11% de los internos, 52 perteneciente a la prisión de Daroca (todos
hombres) y el resto pertenecientes la prisión de Zuera (la cual disponía de modulo de
mujeres) de los cuales 25% estaba compuesto por mujeres.
Los trastornos de personalidad obtuvieron una prevalencia de TP del 69,3%: un 55,9%
padecían trastornos catalogados en el clúster A; el 75,4% en el clúster B y el 76,7% en el
clúster C.
(López, Lafuente, & García, 2007)

En conclusión, el trastorno de personalidad con más incidencia entre el grupo


analizado fue el Paranoide (41,1%).

Como es evidente por las conclusiones de los diversos estudios referenciados nos
encontramos aun lejos de poder explicar o prevenir las causas por las que determinados
individuos desarrollan conductas delictivas; también resulta evidente que las diferentes
psicopatologías de trastornos de personalidad pueden ser causas de la conducta
delictiva, si bien la interpretación de los resultados tiene muchas contradicciones según
el estudio concreto que se interprete.

Los estudios realizados sobre la población reclusa generalmente no tienen en cuenta


que tal vez, en algunos, sea la propia vida en prisión, el aislamiento, la soledad, la
necesidad de desarrollar una conducta agresiva para mantener la integridad física, etc.
pueden ser causas del desarrollo de trastornos de personalidad, trastornos que, en
algunos casos, es posible que no existieran con anterioridad al ingreso en prisión.

Los estudios realizados mediante una muestra de personas “normales” (sin


antecedentes) tampoco resultan concluyentes ya que existen multitud de variables a
tener en cuenta y tampoco es posible hacer un seguimiento a lo largo de toda la vida
para conocer si algunas de esas personas han acabado cometiendo algún delito o no.
Los porcentajes de población mundial que se estima padecen diferentes trastornos de
personalidad no guardan relación con los de la población penitenciaria; por lo cual se
deduce que no todos los que sufren estas patologías son delincuentes, y también que
muchos de los que no las sufren tienen conductas delictivas.

No obstante a lo anterior podemos interpretar que las personas con más posibilidades
de cometer delitos son las pertenecientes al clúster B (preferentemente los que padecen
Trastorno Antisocial); los pertenecientes al clúster A son los que tienen más
posibilidades de cometer delitos de extrema violencia, y los que menos incidencia
tienen en la conducta delictiva son los afectados por trastornos incluidos en el clúster C,
a excepción de los que, dentro de este grupo, padecen el Trastorno Obsesivo
compulsivo.

Bibliografía
Esbec, E., & Echeburúa, E. (2010). Violencia y trastornos de la personalidad: implicaciones clínicas y
forenses. Actas Españolas de Psiquiatría. , 38 (5), 249-261.

González Guerrero, L. (2007). Características descriptivas de los delitos cometidos por sujetos con
trastornos de la personalidad: Motivaciones subyacentes, “modus operandi” y relaciones víctima-
victimario. . Psicopatología Clínica, Legal y Forense. , 7, 19-39.

López, R., Lafuente, O., & García, ,. J. (2007). Del mito del Narciso a los trastornos de la personalidad en
las cárceles aragonesas: Una aproximación al perfil de estos desórdenes en las personas privadas de
libertad. Revista Española de Sanidad Penitenciaria , 9, 53-63.

Martínez Díaz, J., Trabazos Arias, V., López Sancho, L., & Fernández Liaño, S. (2001). Los trastornos de la
personalidad en el Derecho Penal: Estudio de casos del Tribunal Supremo. Psicopatología Clínica, Legal y
Forense, , 1 (1), 87-101.

Pozueco Romero, J., Romero Guillena, S., & Casas Barquero, N. (2011). Psicopatía, violencia y
criminalidad: un análisis psicológico-forense, psiquiátrico-legal y criminológico (Parte I). Cuadernos de
Medicina Forense, , 17 (3), 123-136.

Vázquez Barbosa, S. (2012). Trastornos de la personalidad y conducta delictiva. Instituto de Ciencias


Forenses y de la Seguridad (Universidad Autónoma de Madrid). Madrid: ISIe.

Vicens, E. (2006). Violencia y enfermedad mental. Revista Española de Sanidad Penitenciaria. , 8, 95-99.

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