Calidad de Vida y Discapacidad
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Calidad de Vida y Discapacidad
De la teoría
Por otra parte, ambas definiciones reflejan y sintetizan la evolución histórica del
concepto, por lo que se presenta en la Fig. 1 las diferentes perspectivas que se han
tomado para su definición (Crespo, 2003).
Si bien esta evolución no obedece a una secuencia de tiempo estrictamente
lineal se podría plantear que, inicialmente se tiene una visión objetiva del concepto
(Edgerton, 1990; Landesman, 1986), donde su valoración se realiza
fundamentalmente a través de indicadores sociales, como pueden ser el nivel de
ingresos, el nivel educativo, entre otros, equiparándose al bienestar social. Más
adelante se comienza a considerar fuertemente el componente subjetivo de la
valoración de calidad de vida, como componente central, poniendo el énfasis en el
concepto de satisfacción individual y la experiencia psicológica (Campbell, 1981;
Flanagan, 1978, Lehman, 1988). De ambas posturas surge una nueva integradora,
que considera que la valoración de la calidad de vida se compone tanto de aspectos
objetivos (condiciones de vida), como subjetivos (grado de satisfacción), y que por lo
tanto para evaluarla se requiere de indicadores tanto objetivos como subjetivos
(Bigelow, Mc Farlane y Olson, 1991; Emerson, 1985). Finalmente, se llega al consenso
de que, la calidad de vida es resultado de las condiciones de vida de una persona en
relación a su satisfacción (que incluye componentes subjetivos y objetivos), pero
teniéndose en cuenta que la percepción del bienestar está atravesada por
expectativas y valores, por tanto fuertemente ligada al contexto socio-cultural
(Cummins, 1991; Felce y Perry, 1993, 1995, 1996).
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Condiciones Satisfacción
de Vida Personal
(Calidad de Vida)
Condiciones
de Vida
Calidad
de Vida
Satisfacción Personal
Condiciones
De Vida
Calidad
De Vida
Valores
Personales
Satisfacción
Personal
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puedan responder por sí mismas; y por otro lado, quienes opinan que en este caso un
allegado, que conozca lo suficiente a la persona puede responder por ella. En este
último caso se afirma que una persona muy cercana, familiar o cuidador de una
persona con severas limitaciones puede responder por ella si se de pide que “conteste
o piense como si fuera la persona”. Varias investigaciones avalan la fiabilidad y validez
de esta última postura (Bagnato, 2005).
Por tanto, se parte de la afirmación de que todas las personas (o cuando sea
necesario un allegado) pueden responder sobre lo que les es importante,
transformándose de sujetos receptores pasivos de servicios, a sujetos activos
formando parte de sus propios procesos de habilitación y rehabilitación (intervención
basada en la persona), con derecho a acceso a bienes y servicios, tanto como a recibir
los apoyos necesarios para su plena inclusión social.
Por tanto el concepto de calidad de vida va a impactar: en un nivel micro-social,
dado que se dirige a recoger la opinión de las personas tomando en cuenta su entorno
más próximo. Es útil también en un nivel meso-social, para prestadores de servicios
(de salud, educativos, recreativos, etc.) que quieren ofrecer servicios de calidad, tanto
como para quienes financian programas y servicios (evaluadores). Así como también
se transforma en un insumo fundamental a la hora de diseñar políticas que impacten
en la vida de las personas con discapacidad, lo que implicaría entonces un nivel
macro-social de utilidad del concepto.
Según Schalock y Verdugo (2002), el concepto de calidad de vida se puede
emplear para medir, aplicar y valorar en cada uno de los tres niveles del sistema
social, sirviendo por tanto a funciones diversas.
A su vez los mencionados autores señalan diferentes áreas en que el concepto
de calidad de vida (cdv) puede transformarse en agente de cambio social, a modo de
ejemplo:
Desde su utilidad política: desarrollar políticas públicas basadas en
principios y prácticas valoradas de cdv
Desde su aplicación en Investigación: aportar a la provisión de servicios
y apoyos basados en predictores claves de una vida de calidad. Se entiende como
predictores aquellos factores o variables que se correlacionan significativamente con la
mejora de la calidad de vida.
Desde las Prácticas Profesionales: incorporar principios operativos de
cdv y pluralismo metodológico en la formación profesional y en la formación continua.
En este sentido, investigaciones predicen ( Perry y Felce, 2005; Schalock y
Verdugo, 2005) resultados a largo plazo de calidad de vida en personas con
discapacidad, según las siguientes características:
En lo personal: el estado de salud y el nivel de conducta adaptativa
En lo contextual: el apoyo percibido, el tipo de residencia, el número de
actividades domésticas, la accesibilidad al transporte, el ingreso y actividades
integradas
A nivel de los servicios: la medición del estrés laboral del personal de
los servicios, el logro de resultados positivos con los sujetos a los que dirigen su
intervención y la satisfacción laboral.
Sin embargo, el avance de los desarrollos teóricos, no es homogéneo en los
diferentes países, e incluso muchas veces no son suficientes para que reflejen
resultados en las prácticas profesionales. Un insumo importante para avanzar en esta
línea parece ser incorporar la reflexión de sus alcances en nuestro propio contexto y
de esa forma valorar su efectividad.
Una reflexión sobre la “teoría” y su posible aplicación a la “práctica”, siempre
resulta un desafío para los ámbitos académicos que tienen a su cargo la formación de
recursos humanos que van a intervenir como profesionales, pero a su vez que puedan
hacer una lectura reflexiva y crítica de la realidad de manera de ser co-partícipes de su
transformación.
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De la práctica
En nuestro país no es necesario realizar un estudio con demasiada profundidad
para reconocer que la en situación de las personas con discapacidad, en general, se
requiere aún de mayores esfuerzos para alcanzar el goce de sus derechos
ciudadanos. Basta con observar el transporte público, aún hoy inaccesible para la
mayoría de personas que tienen severas dificultades motrices, las barreras físicas y
arquitectónicas en la mayoría de los centros de salud, educativos y de esparcimiento,
las limitadas oportunidades educativas y laborales de las personas, sobre todo con
discapacidades intelectuales y mentales, o la ausencia de mecanismos alternativos de
comunicación para ofrecer información a personas con discapacidades sensoriales,
por mencionar algunos ejemplos.
En el sentido de aproximar la teoría y la práctica, entendemos que el nivel
operativo que puede alcanzar la aplicación del concepto de cdv, nos permite visualizar
y hacer visibles las necesidades específicas, así como las posibilidades que tienen las
personas con discapacidad y en definitiva todas las personas, en las diferentes
dimensiones de la vida.
Identificar en qué dominio(s) de la calidad de vida es necesario evaluar e
intervenir, aparece como un primer grado de utilidad. Pero además podríamos tomar la
medida global de la calidad de vida, es decir “cuan satisfecho estoy con mi vida” y
desde esta perspectiva encontrar otro beneficio de la utilidad del concepto en el
ámbito de la discapacidad, pudiendo ser en este caso una noción sensibilizadora
(Schalock, 2000). En este sentido nadie puede manifestarse contrario a que todos nos
merecemos una vida de calidad. De hecho, en la actualidad frecuentemente
encontramos “mejorar la calidad de vida” como uno de los objetivos de planes,
programas y proyectos, dirigidos a la población en general; las personas con
discapacidad no escapan, o no deberían escapar a esta regla.
Sin embargo, dependerá de los objetivos que nos fijemos para intervenir, cual
enfoque será de mayor utilidad. Así, si pretendemos lograr modificar situaciones
específicas de personas con discapacidad y de su entorno inmediato, nos resulta más
útil partir de las connotaciones operativas del concepto. En cambio si se trata de
abordar el tema ante la sociedad en general, incluidos los decisores políticos, tal vez
sea mas útil la noción de calidad de vida global, sensibilizadora, en lo que respecta a
su correspondencia con la línea de los derechos.
Para el primer caso, parece útil basarnos en la definición aportada por
Schalock, (1996), de forma de ir desagregando elementos que quedan supuestos en la
enunciación de la misma. En esta definición entonces, se discriminan como dominios
centrales: bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material,
desarrollo personal, bienestar físico, autodeterminación, inclusión social y derechos.
Podemos observar que, más que de una simple definición, se trata en realidad
de un complejo constructo multidimensional, ya que alude a todos los aspectos de la
vida de una persona y durante toda la vida. Esto nos lleva a observar que la
importancia que se otorga a cada dominio va a modificarse a lo largo de la vida. A
modo de ejemplo se podría plantear que, en la etapa joven o adulta se podrían valorar
como mas importantes, aspectos relativos a las posibilidades de desarrollo personal,
como por ejemplo el acceso a obtener un trabajo, mientras que una persona anciana
podría valorar más, aspectos relativos a la salud, bienestar físico, y tal vez un niño no
sea conciente de valorar sus derechos. Es decir, no significa que no estén presentes
todos los dominios durante toda la vida, sino que de acuerdo a las circunstancias que
vivimos en el presente, y de la sociedad de la que formemos parte, valoramos unos
aspectos sobre otros. Esto significa que el concepto además de ser multidimensional,
tiene una naturaleza jerárquica.
Sin embargo, cuando se trata de intervenir en la práctica, es decir en la
experiencia vital de las personas debemos tener cuidado para encontrar un justo
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Dimensión Indicador
Bienestar 1. Satisfacción: estar satisfecho, feliz y contento.
Emocional 2. Autoconcepto: estar a gusto con su cuerpo, con su forma
de ser, sentirse valioso.
3. Ausencia de estrés: Disponer de un ambiente seguro,
estable y predecible, no sentirse nervioso, saber lo que hacer y
que puede hacerlo.
Relaciones 4. Interacciones: estar con diferentes personas, disponer de
Interpersonales redes sociales.
5. Relaciones: tener relaciones satisfactorias, tener amigos
y familiares y llevarse bien con ellos.
6. Apoyos: sentirse apoyado a nivel físico, emocional,
económico. Disponer de personas que le ayuden cuando lo
necesite y que le den información sobre sus conductas.
Bienestar 7. Estatus económico: disponer de ingresos suficientes para
material comprar lo que necesita o le gusta.
8. Empleo: tener un trabajo digno que le guste y un
ambiente laboral adecuado.
9. Vivienda: disponer de una vivienda confortable donde se
sienta cómodo y a gusto.
Desarrollo 10. Educación: Tener posibilidades de recibir una educación
Personal adecuada, de acceder a títulos educativos, de aprender cosas
interesantes y útiles.
11. Competencia personal: Disponer de conocimientos y
habilidades sobre distintas cosas que le permitan manejarse de
forma autónoma en su vida diaria, su trabajo y su ocio y sus
relaciones sociales.
12. Desempeño: tener éxito en las diferentes actividades
que realiza, ser productivo y creativo.
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Bibliografía