Edificaré Mi Iglesia
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Edificaré Mi Iglesia
IGLESIA
MELVIN L. HODGES
CONTENIDO
Capítulo
1. La Iglesia Nacional
2. Propagación
3. Gobierno Propio
4. La Organización Eclesiástica Nacional
5. El Sostén Financiero de la Iglesia
6. El Dinamismo de la Iglesia Neotestamentaria
Apéndice “A”
Apéndice “B”
PROLOGO
1
LA IGLESIA NACIONAL
“Edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.”—JESÚS
Mateo 16:18
¿Por qué predicamos el evangelio? ¿Con qué fin predicamos y oramos, sacrificando
nuestros bienes, nuestro tiempo y nuestras fuerzas? Nuestro blanco debe ser comprendido
por todos — misioneros, pastores, maestros y miembros de la iglesia local — en fin, todos
los participantes de la fe evangélica deben definir bien las finalidades de sus esfuerzos. A la
primera vista la pregunta parece demasiado sencilla. Sin embargo, si la hiciésemos a
pastores y misioneros evangélicos por todo el mundo ¡cuán distintas las respuestas que
recibiríamos!
Sin duda algunos contestarían que su propósito es el de convertir a los paganos al
cristianismo y mejorar sus condiciones sociales para que todos puedan disfrutar de mayor
felicidad y salud. Otros dirían que su propósito es el de salvar a las almas. Y habría quienes
explicarían que su blanco es el de testificar a toda criatura para así apresurar el retorno del
Señor Jesucristo. Todos estos objetivos son dignos, pero ninguno es completamente
adecuado. Entonces ¿cuál es el blanco verdadero?
Cristo anunció su propósito: “Edificaré mi iglesia.” El apóstol Pablo declaró que Jesús
“amó a la iglesia y se entregó por ella.” El apóstol también describió sus propias labores y
afirma que lo que él sufría lo sufría por la iglesia. (Col. 1:24.) No hay mejor blanco que el
indicado en el Nuevo Testamento. Por tanto, definimos nuestro objetivo como sigue: Es
nuestro propósito establecer una iglesia conforme al modelo presentado en el Nuevo
Testamento.
El blanco que proseguimos, y los medios que empleamos para alcanzar el blanco, están
estrechamente relacionados. De modo que si no tenemos el blanco bien definido,
posiblemente erraremos en la selección de los medios empleados y no lograremos el
verdadero fruto de nuestras labores. Ni decirse tiene que para alcanzar el ideal de una
iglesia neotestamentaria, tendremos que seguir los métodos neotestamentarios.
La importancia de tener el blanco bien definido se ilustra por el caso siguiente: Hace
algunos años, unos misioneros fueron enviados a cierto país por un grupo de creyentes
interesados principalmente en anunciar a Jesús como el Salvador a todo el mundo lo más
pronto posible. Se basaban en las palabras de Jesús en que decía que el evangelio habría de
ser predicado a todas las naciones por testimonio antes de su retorno. Impulsados por el
ardiente deseo de apresurar el regreso de nuestro Señor y tomando en cuenta que esa gran
comisión había de ser cumplida antes del Segundo Advenimiento, acordaron que los
misioneros no deberían quedar en ninguna ciudad por un período largo, sino más bien,
deberían andar de ciudad en ciudad y quedarse en cada lugar solamente lo suficiente para
dar el testimonio de Jesús, el Salvador. Siguiendo este plan, los misioneros no se
preocupaban mucho por conservar los resultados de sus esfuerzos. No se quedaban en un
lugar el tiempo necesario para establecer una iglesia, ni para instruir a los nuevos creyentes
para que pudiesen desarrollarse en las actividades que les correspondían.
El resultado de tal proceder era muy desanimador, pues después de años de esfuerzo
muy pocos resultados permanentes quedaron. Habían predicado en muchas ciudades pero
sin establecer iglesias. Habían pasado por alto la grande verdad que aunque el evangelizar
es importante, el objetivo principal del evangelismo es la formación de la iglesia; es decir,
de un pueblo llamado del mundo para gozar de una relación especial con el Señor
Jesucristo. En el plan de Dios, la iglesia misma es el agente más poderoso para el
evangelismo. Por fin, el grupo misionero al cual nos hemos referido, examinó la situación,
vio el motivo de su fracaso, y adaptó sus métodos para alcanzar un nuevo objetivo: el
establecimiento de la iglesia del Señor Jesucristo.
Cuando una Misión tiene como objetivo primario el mejoramiento social del pueblo,
usualmente da mucha importancia al desarrollo de instituciones como colegios, hospitales,
y proyectos agrícolas. Todo proyecto e institución que tiene por fin el mejoramiento del
pueblo es digno de nuestro apoyo, pues es el deseo de todo cristiano verdadero ver el
progreso de su patria en todo sentido.
Sin embargo, estos dignos proyectos son productos secundarios de la labor misionera y
no el centro o razón fundamental de nuestras actividades, si es que tomamos el Nuevo
Testamento como modelo. Al no entender esto claramente, estableceremos institucioens
fuertes pero por regla general la iglesia misma quedará débil, sin el vigor necesario para
hacer frente a una crisis, como la de una invasión comunista del país en que la iglesia queda
privada de los fondos y ministros del extranjero. Tal iglesia, privada de la ayuda del
extranjero con la cual se había acostumbrado a mantenerse, raras veces puede sostenerse
sola. Solamente la iglesia que ha echado raíces en el suelo nacional como planta aclimatada
a su propio ambiente podrá sobrevivir tales dificultades.
PREGUNTAS
1. ¿Cuál es el objetivo supremo de predicar el evangelio?
2. ¿Por qué es deficiente el evangelismo que no procura establecer iglesias locales?
3. ¿Cuál era el plan de trabajo establecido por el apóstol Pablo en sus labores misioneras?
5. Explique la diferencia entre el término “iglesia nacional” como lo usa el autor y una “iglesia nacionalista”.
7. ¿Qué razones hay para creer que una iglesia neotestamentaria puede ser establecida en todos los países
del mundo?
2
PROPAGACION
Una iglesia local es el medio divino para la evangelización del territorio en su derredor.
Aunque Dios ha dado a ciertos varones el don especial de evangelista, sin embargo la tarea
de ganar las almas para Cristo no está limitada a aquellos pocos hombres. Cada cristiano es
un testigo de Cristo y cada creyente debe ganar a las almas para el reino de Dios. Como en
el mundo natural, donde hay vida, también existe el poder de reproducir aquella vida. De
igual manera si nosotros hemos recibido la vida del Hijo de Dios, tendremos también el
deseo de reproducir la vida de Cristo en otros. Nos dicen que en los días del gran
avivamiento en la iglesia de Corea, que antes de recibir las aguas bautismales, el converso
nuevo tenía que ganar a otro para Cristo como prueba de la realidad de su propia
conversión. Una iglesia que sabe evangelizar será una iglesia creciente aunque le falte un
ministro elocuente en el púlpito, y en cambio, un predicador por elocuente que sea, será
incapaz de hacer el trabajo que corresponde a los miembros. Cada iglesia tiene una
responsabilidad para la evangelización de todo el mundo, pero de una manera especial es
responsable por el territorio en su derredor — cuando menos hasta la mitad de la distancia a
la próxima iglesia.
IGLESIAS FILIALES
El ministerio del pastor no debe ser limitado a lo que puede hacer dentro del edificio de
la iglesia. Muchas veces creemos equivocadamente que los inconversos son los que deben
llegar a la iglesia; cuando en realidad es la iglesia la que tiene la responsabilidad de llevar
el evangelio a los inconversos. Jesús dijo a sus discípulos: “Id por todo el mundo.” Los
servicios en la iglesia le dan al pastor una oportunidad de fortalecer a los creyentes y
animarles a llevar a cabo la obra de evangelización por los alrededores. El pastor mismo
debe predicar el evangelio en los pueblos y las aldeas cercanas. Esto no se debe hacer de
una manera inconsecuente, sino sistemáticamente. A la medida que se presenten las
oportunidades, el pastor debe establecer cultos de predicación y clases de Escuela
Dominical en las casas o en otro lugar conveniente esperando que Dios salve a las almas y
que se forme un nuevo grupo de creyentes.
El pastor debe activarse en evangelizar, y él mismo debe enseñar a su congregación
cómo llevar a cabo este trabajo importante. Pero al mismo tiempo, no se debe esperar que él
lo haga todo. Cada iglesia debe escoger de entre sus miembros los más capaces y fieles para
servir como obreros laicos. En América Central nuestras iglesias acostumbran dar un
certificado válido por seis meses a estos obreros laicos. Este certificado consta ante las
autoridades y el público que el obrero ha sido autorizado por la iglesia a desempeñar sus
actividades.
La junta oficial de la iglesia asigna a cada obrero laico su lugar de predicación. Los
diáconos pueden servir como obreros laicos si las circunstancias los permiten, pero se debe
entender que la iglesia puede nombrar a otros miembros además de los diáconos. Los
maestros de la Escuela Dominical de la iglesia principal pueden prestar una ayuda valiosa
formando clases de niños y adultos en el nuevo local. Las hermanas de la iglesia y los
miembros de la Sociedad Juvenil pueden poner su parte con un testimonio o un canto.
Se debe recordar que tanto el lugar de la predicación como el obrero laico encargado
quedan bajo la administración del pastor y la junta oficial de la iglesia principal. Los
obreros locales no deben considerarse independientes del gobierno de la iglesia. Los
certificados para obreros laicos son otorgados por la iglesia y no por la organización
nacional y por tanto queda claramente indicado que el obrero laico está sujeto a la autoridad
de su pastor y de la iglesia principal.
Los conversos en los nuevos lugares de predicación necesitarán recibir instrucción para
prepararse para el bautismo en agua. Si el punto de predicación queda cerca de la iglesia
matriz, los convertidos recibirán su instrucción allí, pero si la distancia es mucha, será
necesario proveerles la instrucción en su misma localidad, tal vez por medio del mismo
obrero encargado.
Pasando el tiempo, el grupo nuevo puede desarrollarse en una iglesia. Para organizar el
grupo nuevo como una iglesia, el obrero laico debe consultar con su pastor, el cual también
tendrá que consultar con las autoridades regionales de la obra. Es posible que al organizar
la nueva iglesia, los miembros deseen que el obrero laico que les ha servido y les ha llevado
al conocimiento de Cristo, siga sirviéndoles como pastor. Si tal arreglo es bien recibido por
todos, se requerirá instrucción especial para el obrero nuevo.
La iglesia principal debe dar oportunidad por lo menos una vez al mes a los obreros
laicos a dar sus informes en los cultos, pues servirá esto de gran estímulo. También debe
proveer clases de instrucción para ellos a fin de que puedan desarrollar su capacidad
ministerial.
EL MINISTERIO DE EVANGELISTA
Un aspecto importante de la propagación de la iglesia es el ministerio de los
evangelistas. El verdadero evangelista es el que tiene una vocación de parte de Dios para
atraer almas a Cristo. Puede ser que a veces celebre campañas de evangelismo en las
iglesias establecidas con el fin de animar a la iglesia y ganar a los inconversos, pero se debe
entender que su ministerio principal será en los campos nuevos. La campaña evangelística
de Felipe en Samaria (Los Hechos 8) sirve como ejemplo de la labor de un evangelista. El
objetivo de su ministerio no es simplemente el de ganar conversos nuevos, sino de
establecer una iglesia.
El evangelista no debe entrar a un campo nuevo y ganar almas para el Señor y luego
dejar a los nuevos creyentes sin pastor y sin cuidado a morir por falta de alimento
espiritual, o a ser devorados como corderos indefensos por los lobos que siempre abundan;
más bien debe proveer para la continuación de la obra. He aquí algunas ideas y métodos
para guiar al evangelista en su labor:
Algunos evangelistas principian preparando el terreno para el establecimiento de una
iglesia por medio del trabajo personal y la distribución de literatura evangélica de casa en
casa. Ellos ven la ventaja de ganar la simpatía y la confianza del pueblo antes de dar
comienzo a los cultos públicos. Este método es de valor especial en los lugares donde el
prejuicio religioso y el fanatismo maldisponen el ánimo del pueblo en contra del evangelio.
Debemos recordar que no es necesario siempre conseguir un edificio o alquilar un salón
para poder empezar los servicios. Muchas veces es mejor principiar servicios de
predicación en casas particulares o al aire libre, cuando la autoridad civil así lo permite,
más bien que en un salón propio.
Algunos evangelistas han obtenido muy buenos resultados celebrando su campaña de
evangelización al aire libre. Empiezan por conseguir un solar o sitio bastante amplio en un
lugar céntrico donde se instalan las luces, un alto parlante, y una plataforma provisional
antes de anunciar las conferencias. En unos casos ni asientos se han podido suplir para los
oyentes y sin embargo la gente ha quedado de pie durante varias horas escuchando la
Palabra de Dios. Cuando el evangelista tiene la habilidad suficiente para llevar a cabo con
éxito esta clase de campaña, varias ventajas resultan. No hay duda que muchos que no
entrarían a una capilla protestante debido a prejuicio social o religioso, escucharán al aire
libre.
Resulta también que los mismos nuevos convertidos pronto reconocerán la necesidad de
tener un templo o capilla donde pueden congregarse y asumirán con mejor voluntad la
responsabilidad de conseguir un lugar de reunión más permanente. Así que desde el
principio se colocará el fundamento de una iglesia responsabilizada en el asunto del sostén
propio. Personalmente tenemos conocimiento de varias iglesias que tuvieron su principio de
esta manera.
A veces un evangelista da con un método muy propio y único para resolver los
problemas de la evangelización de las ciudades de su región. Unos evangelistas africanos
han desarrollado su propia estrategia que ha dado mucho éxito. Su plan es de reconcentrar
sus esfuerzos primeramente en los centros poblados, especialmente las ciudades donde
residen los jefes o caciques superiores. La experiencia les ha enseñado que cuando Dios da
un verdadero triunfo en la ciudad principal de la tribu, luego es comparativamente fácil
entrar en los pueblos y aldeas más pequeñas del territorio.
El evangelista y sus colaboradores primeramente se dedican a la oración para recibir
dirección divina en cuanto a la ciudad que debe servir como base de operaciones. Dos o tres
días antes de principiar su campaña unas treinta personas de las más espirituales de la
iglesia central buscan a Dios con ayuno y oración. Cuando creen que la hora oportuna ha
llegado, el evangelista con un grupo de obreros cristianos va a la ciudad donde se celebrará
la campaña para hacer los preparativos necesarios para los servicios al aire libre. Muy
temprano el día del domingo, centenares de creyentes de las iglesias vecinas llegan de todas
direcciones. Al ver tantos creyentes llegar de todas partes y al oír sus cantos, una inmensa
muchedumbre se acerca a darse cuenta de lo que está aconteciendo.
Uno de nuestros misioneros que fue testigo ocular de estas campañas, relata sus
impresiones: “Después de cantar dos o tres himnos, el evangelista anunció que desearía que
el jefe, el cual había llegado al servicio por invitación especial, oyese los testimonios de los
hombres y las mujeres que habían sido libertados del pecado y la enfermedad”.
LA COSECHA
“Después de un mensaje corto, el evangelista invitó a todos los que deseaban conocer a
Cristo a que pasasen adelante. En poco tiempo hubo más de cuarenta personas que
formaron un círculo al frente de la muchedumbre para manifestar su deseo de aceptar a
Cristo como su Salvador. Incluida entre el número estaba la reina madre, quien renunció a
su puesto para aceptar a Cristo. También el hermano del jefe tomó su decisión juntamente
con muchos de los principales del pueblo. El evangelista les hizo arrodillarse y mientras él
trataba individualmente con los que querían aceptar al Señor, los creyentes oraban
fervientemente. Luego se hizo oración por los enfermos. Fue para mí una experiencia
inolvidable el escuchar las oraciones de los que recientemente habían sido paganos, pero
que ahora tenían el rostro iluminado con el gozo de la salvación.
“Cerca del mediodía regresamos a la ciudad pero el evangelista y sus ayudantes
quedaron otros dos días para seguir con la cosecha espiritual.”
PREGUNTAS
1. ¿Quiénes son los responsables de ganar almas para Cristo?
2. ¿Cuáles son los pasos que el pastor debe dar para establecer puntos de predicación?
5. ¿Cómo se logra la preparación de los nuevos convertidos para el bautismo en agua en un punto de
predicación anexo a la iglesia central?
11. ¿Por qué será necesario hacer planes para establecer contacto con los nuevos convertidos después de una
gran campaña de evangelización?
3
GOBIERNO PROPIO
Hemos dicho ya que los tres fundamentos esenciales de una fuerte iglesia nacional son:
la autopropagación (capacidad e iniciativa para extender la obra); el gobierno propio
(desarrollo de ministros nativos capaces para dirigir la iglesia); y el sostén propio (la
capacidad financiera para mantener la obra y extenderla.) El gobierno propio es muy vital e
influye en todos los aspectos de la vida de la iglesia. Por tanto debemos colocar este
fundamento desde el comienzo mismo de una iglesia. Examinaremos primeramente el
gobierno propio en la esfera de la iglesia local.
Nos parece fuera de orden instituir una organización nacional o regional de la obra
antes de que haya iglesias locales organizadas. En el primer siglo del cristianismo, las
iglesias locales fueron organizadas desde el principio, (Los Hechos 6:1–6) pero pasaron
muchos años antes de que se instituyera algo correspondiente a una organización para unir
las iglesias locales. Por consiguiente, deducimos que la organización de iglesias
individuales es el primer paso y es el fundamento para todo gobierno de la iglesia.
Debemos tener cuidado de no restar importancia a la iglesia local. Las iglesias locales
representan la verdadera fuerza de una obra evangélica. En la medida que tengamos iglesias
locales activas y bien organizadas, tendremos una obra fuerte; pero si no incorporamos a
los convertidos en una iglesia, aunque haya un número grande de creyentes particulares, no
habrá nunca una iglesia. El gobierno propio de la iglesia local ayuda a los creyentes a
reconocer su responsabilidad. Cuando aceptan a Jesucristo, se despiertan a una nueva
relación con Dios. Cuando se constituyen en iglesia, los convertidos se despiertan a una
nueva relación con otros creyentes, los miembros compañeros en el cuerpo de Cristo. Este
reconocimiento de responsabilidad da como resultado una unidad y celo para la obra,
actitudes muy necesarias para alcanzar un espíritu de sacrificio de parte de la congregación.
A su vez, el espíritu de sacrificio es un elemento esencial para lograr el sostén de la obra.
¿Qué pasos daremos entonces para establecer una iglesia local?
LA DISCIPLINA DE MIEMBROS
El alto privilegio de la autonomía lleva consigo ciertas responsabilidades serias. La
iglesia local que procura gobernarse según el modelo del Nuevo Testamento se hace
responsable automáticamente para mantener el orden y la norma bíblica en la congregación.
Sin duda uno de los aspectos más difíciles del gobierno propio es el de la disciplina de los
miembros. La Biblia contiene exhortaciones con respecto a este asunto. (Véase Mateo
18:15, 17; Gálatas 6:1; Romanos 1:6, 1:7; 1 Corintios 5:12; 2 Tes. 3:6; Tito 3:10, 11.)
Es la responsabilidad de una iglesia ejercer una vigilancia sobre las almas de los
miembros. La responsabilidad principal para esta vigilancia descansa sobre el pastor y la
junta oficial. Cuando se sabe que un miembro de la iglesia ha empañado el buen testimonio
de ella por hechos indignos de un creyente, es la responsabilidad del pastor y la junta oficial
investigar el asunto y tomar una decisión en nombre de la iglesia. Es muy natural, y así
sucede con la mayoría de nosotros, que no nos gusta encarar a una persona con sus faltas,
puesto que nunca sabemos cuál será su reacción. Muchas veces los miembros de la
congregación también pueden ser afectados desfavorablemente. A causa de este peligro,
muchos pastores más bien se han refugiado en la oración pensando que sería mejor confiar
en Dios que tratar el asunto. Han creído que sería mejor manifestar un espíritu amable y no
ofender a nadie.
Claro es que la oración es importante, y es muy necesaria cuando uno tiene que tratar
con estos asuntos, pero la oración sola no solucionará un problema que requiere decisión y
acción. Pablo oraba en tales casos, pero también hacía más que orar. Oraba y también
actuaba. (1 Corintios 5.) Nunca debemos sentir otra cosa que amor hacia aquellos que han
faltado a Dios. Cuando un padre corrige a su hijo, no es una prueba de que no le ama; más
bien, la corrección es prueba de su amor. Así en la iglesia, no sería una manifestación de
amor hacia Dios ni a la persona descarriada si la dejamos seguir su carrera y arruinar el
buen nombre de la iglesia y peligrar su vida espiritual sin darle una palabra de
amonestación o corregirle más seriamente, según el caso. El pastor no es digno de su alta
vocación, si deja de cumplir un deber solamente porque no le es agradable. Si pasamos por
alto estas cosas, el testimonio del evangelio será afectado. La gente inconversa creerá que a
pesar de nuestra predicación y nuestro testimonio de una vida limpia, somos indiferentes, y
en nada diferimos de los que no son salvos. Por tanto, por amor a la iglesia, por amor
también al alma del miembro descarriado, y por amor a las almas no convertidas que nos
están observando, debemos cumplir con nuestra solemne responsabilidad. Hagámoslo con
oración; hagámoslo con amor; seamos misericordiosos para que obtengamos misericordia,
pero cuando los intereses del reino de Dios lo exijan, cobremos valor y actuemos.
Cuando corre la noticia de que un miembro de la iglesia ha caído en pecado, el pastor
debe hablar primeramente con el individuo acusado, y si no puede éste aclarar el asunto, el
pastor debe reunir a la junta oficial y hacer una investigación. (Véase Mateo 18:15, 17.) El
acusado debe ser llamado a la sesión. Si él niega su culpabilidad, se debe darle la
oportunidad de comprobar su inocencia y no tenerle por culpable hasta no encontrar una
evidencia positiva de su culpa. Una vez hallado culpable el acusado, la junta oficial tratará
con él según la gravedad del asunto.
En casos de menor consecuencia al testimonio de la iglesia, si el acusado demuestra un
espíritu humilde de arrepentimiento, debe ser perdonado y aconsejado. Probablemente en
tal caso no habrá necesidad de disciplina más seria. Si la falta ha sido de tal índole que ha
traído vituperio público al testimonio de la iglesia, como en caso de embriaguez o
inmoralidad, entonces el culpable debe ser exhortado, y si demuestra un arrepentimiento
sincero, debe ser perdonado; pero al mismo tiempo, la junta oficial debe ponerle un período
de disciplina en el cual el culpable dará pruebas de la sinceridad de su arrepentimiento y
restablecerá la confianza de los hermanos y de los inconversos en él. Durante el período de
disciplina, el disciplinado no podrá participar en los servicios públicos de la iglesia en
ninguna capacidad oficial, y otros privilegios de los miembros activos le serán suprimidos
provisionalmente. Para lograr el efecto debido, la decisión de la junta oficial debe ser
anunciada a toda la iglesia para que la iglesia entienda y ore por el que ha cometido la falta
y le ayude a recobrar su vida espiritual. A la misma vez, esto le hará reconocer la gravedad
de su falta. En todo esto, es menester que se manifieste el espíritu de amor y misericordia.
El objetivo de la disciplina no es el de castigar al culpable, sino el de restaurar su vida
espiritual. Dios es el juez de todos, pero la iglesia es responsable de vigilar por sus propios
miembros y el testimonio que llevan (1 Corintios 5:12, 13). Se ve pues, que los pastores y
funcionarios de la iglesia deben ser hombres de integridad, caracterizados por la
misericordia, el valor, y la justicia. Deben ser imparciales, sin favoritismo, y sin tolerancia
del pecado. La importancia de las disciplinas para el crecimiento y la estabilidad de la
iglesia es sumamente grande. Dios honrará a la iglesia que le honra a él y a su Palabra.
LA DECISION FINAL
A veces surge una circunstancia en la cual los diferentes elementos de una iglesia no
pueden llegar a un acuerdo completo. A veces el pastor y la junta oficial no pueden
armonizarse en cuanto a la mejor manera de resolver un problema. Otras veces una parte
considerable de los miembros no estarán de acuerdo con el pastor y la junta oficial. Por
regla general, si el pastor puede lograr la armonía entre los miembros de la junta oficial, la
iglesia les seguirá. Pero esto requiere tiempo y paciencia. Como se ha dicho ya, es
aconsejable evitar una acción precipitada, y no insistir en adoptar una decisión cuando las
emociones están agitadas. Es mejor postergar la decisión y dar lugar para que los ánimos se
calmen y un juicio más sano pueda prevalecer. Algunos pastores, al insistir en su propio
punto de vista, han dividido a congregaciones, causando grandes dificultades que pudieran
haber sido evitadas con un poco de paciencia.
Si el pastor se da cuenta que no tiene el apoyo de los miembros de la junta oficial en un
asunto, y aún al darles tiempo y al tratarles con paciencia, no puede llegar a un acuerdo, y si
él considera que el asunto es de suficiente peso y necesario para el bienestar de la iglesia, su
único recurso es el de apelar a la iglesia. La decisión final en asuntos locales la hará la
iglesia en sesión. Aun en esta parte el pastor tiene una gran responsabilidad de enseñar a la
iglesia y llevar la dirección de tal manera que todo sea hecho bajo la dirección suprema del
Espíritu Santo y conforme a la Palabra de Dios. Así que cuando resulte un desacuerdo que
no puede ser resuelto por la acción de la junta oficial, puede llevar el asunto a la iglesia en
sesión de negocios, (compuesta de los miembros activos según el reglamento de la iglesia
local) y la cuestión será discutida y llevada a votación. La decisión de la mayoría será final
en los asuntos locales.
PREGUNTAS
1. ¿Dónde principia la organización de una iglesia?
4. Dé unos textos que demuestran la necesidad de un acuerdo entre los miembros de una iglesia.
12. ¿Qué ayuda puede tener una congregación en la elección de sus funcionarios?
13. ¿Quién tiene la responsabilidad de mantener la disciplina en la iglesia local?
15. Explíquense los pasos que se deben dar cuando corre la noticia que un miembro ha caído en pecado.
16. ¿Cómo se puede llegar a una decisión cuando hay diferencias de opinión entre la junta oficial o entre los
miembros de una iglesia?
4
LA ORGANIZACION ECLESIASTICA NACIONAL
Hasta aquí hemos tratado de las responsabilidades y las relaciones derivadas del
gobierno de la iglesia local. Examinemos ahora el gobierno de las iglesias cuando éstas se
constituyen en una organización nacional. Hemos dicho que no debemos instituir la
organización nacional antes de establecer el gobierno en las iglesias locales, puesto que la
organización nacional debe existir como fruto de las iglesias locales y en beneficio de ellas.
La organización nacional debe brotar de las raíces de las iglesias locales y debe existir
porque estas iglesias la necesitan; nunca por ser impuesta o exigida sin el consentimiento y
la participación de ellas mismas.
Debemos recordar siempre que no existe una forma de gobierno perfecto, aún entre las
iglesias. Cualquier forma de gobierno eclesiástico lleva consigo sus peligros, puesto que las
debilidades humanas están siempre con nosotros. La forma episcopal de gobierno (el
gobierno por obispos) lleva consigo el peligro que se establezca una jerarquía eclesiástica
que en fin buscará sus propios intereses y procurará mantenerse en el puesto de autoridad.
La historia de la Iglesia Católica Romana demuestra el peligro inherente en el gobierno
eclesiástico centralizado y totalitario. El concepto de que el gobierno de la iglesia dirigida
por el Papa es infalible ha sido el resultado de elevar este sistema de gobierno centralizado
y totalitario a su conclusión lógica y final. Como no han admitido la posibilidad de error del
elemento humano en el gobierno de la iglesia, ha emanado un sistema de doctrina y práctica
muy alejado de la enseñanza del Nuevo Testamento.
Por otra parte, el sistema democrático de gobierno también tiene sus peligros. Mientras
que el pueblo cristiano ande cerca de Dios, es más acertado el confiar que toda la iglesia
podrá entender e interpretar correctamente la voz del Espíritu, que poner la confianza en
que un solo hombre o un pequeño grupo de hombres oirán y seguirán la voz de Dios
infaliblemente. Cuando la voz de un pueblo, lleno del Espíritu, puede hacerse oír, el
Espíritu Santo puede corregir abusos y tendencias equivocadas. En la medida que el pueblo
cristiano se desvía de su contacto con Dios y pierde su percepción espiritual, aumenta el
peligro de ser guiado por la sabiduría humana y ser influenciado por los deseos populares.
En tales circunstancias, la voz del pueblo no es la voz de Dios, como tampoco lo es la voz
del Papa.
Algunos buscan evitar estos peligros deshaciendo toda forma de gobierno en la iglesia.
Sin embargo, esto no es una solución adecuada. Varios pasajes de las Sagradas Escrituras
enseñan claramente que debe haber gobierno en la iglesia local por medio de los ancianos y
diáconos; además hay precedente para el gobierno en una escala mayor. Las mismas
necesidades que requieren que la iglesia local tenga su propio gobierno indican también que
debe haber alguna forma de gobierno para unir entre sí las distintas iglesias locales y
conservar la unidad de doctrina y práctica. En la época apostólica existían no solamente
iglesias locales como las de Jerusalén y Efeso, sino también las iglesias de Judea y Asia, lo
que indica que las iglesias en un país o distrito formaban la iglesia (2 Corintios 8:1; 9:2; 1
Tes. 2:14).
Hay quienes creen que el gobierno de la iglesia debe ser limitado exclusivamente a la
esfera de la iglesia local y que cada iglesia debe funcionar como una entidad independiente.
Es la opinión del autor que las iglesias locales deben funcionar como autónomas en su
esfera local, pero que más allá de esta esfera, la iglesia existe también como el cuerpo de
Cristo y que hay nexos y relaciones entre las iglesias que las unen. Por ejemplo, el
ministerio de los apóstoles no fue ideado para llenar la necesidad de una iglesia local
solamente, sino fue un minsiterio entre las iglesias, que servía a una o a muchas según la
ocasión lo requería. Tal como el creyente individual necesita hallar su lugar en la iglesia
local como miembro, así la iglesia local necesita reconocer que ella misma forma una parte
de la iglesia universal y especialmente de aquella parte de la iglesia establecida en su
propio distrito o provincia. La necesidad de tal unión resulta de los factores siguientes:
Primero, existe la necesidad de comunión cristiana. Pequeños grupos de creyentes que
no tienen contacto con otras iglesias pueden desanimarse y quedar inactivos. La comunión
cristiana con otras iglesias aviva el ánimo de los creyentes, produce el gozo del Espíritu
Santo, y estimula la actividad cristiana.
Segundo, la unidad y comunión cristianas proveen una influencia estabilizadora y
correctiva sobre las congregaciones locales. Tal como el creyente individual, dejado solo,
puede captar ideas extrañas e interpretaciones incorrectas o fanáticas de las Escrituras, así
también las congregaciones dejadas sin contacto con otras iglesias quedan expuestas al
mismo peligro. La unión y la comunión tienden a corregir tales anomalías. El contacto con
otras iglesias sirve para conservar un equilibrio espiritual en la congregación local.
Tercero, la organización de las iglesias de un distrito o provincia permite llevar a cabo
ciertos proyectos que serían más allá del alcance de una iglesia local sola. Esos proyectos
incluyen la extensión de la iglesia a los distritos no evangelizados, el establecimiento de
centros de instrucción para obreros cristianos, y la elección y el sostén de ministros aptos
para servir a las iglesias como evangelistas, maestros, y sobreveedores quienes verán por
los proyectos necesarios al avance y la manutención de la obra de Dios.
Dios es el autor del orden. Aun en la esfera material, él ha organizado los planetas y ha
ordenado las estaciones. En la naturaleza misma vemos que las criaturas dependen las unas
de las otras para su existencia. En la sociedad humana, Dios ha instituido la familia como
una entidad social organizada, y la organización de los gobiernos de las naciones fue
instituida con su aprobación. El ordenó la organización de la nación israelita cuando las
responsabilidades del gobierno llegaron a ser demasiado pesadas para Moisés; le asignó
setenta ancianos del pueblo para ayudarle en el gobierno de la nación. Lps apóstoles
organizaron la iglesia en Jerusalén con la elección de sus siete diáconos. El Espíritu Santo
ha puesto en la iglesia el ministerio y el don de gobernaciones. (1 Corintios 12:18.)
El libro de Los Hechos no nos presenta en una forma clara un plan de organización
detallado para el gobierno de las iglesias; sin embargo, encontramos ciertos principios
fundamentales. Veamos ahora en que manera la iglesia apostólica resolvió los problemas
que afectaban no solamente a una iglesia local sino todas las iglesias de aquella época.
PREGUNTAS
1. Demuéstrense los peligros inherentes en un gobierno eclesiástico.
4. ¿Qué circunstancias que existían en la iglesia primitiva hicieron necesario que las iglesias se uniesen en
acción?
9. ¿Hay autoridad para comisionar a algunos hombres para llevar a cabo ciertas labores más allá de la esfera
de una iglesia local?
10. ¿Para qué labores necesitan las iglesias a hombres así comisionados?
11. A medida que la obra se desarrolla ¿qué pasos se darán para proveer la ayuda y vigilancia necesarias para
las iglesias?
16. ¿Tiene una iglesia local la prerrogativa de escoger como pastor a un ministro que ha sido desaprobado
por la organización nacional? Explíquense sus razones.
17. ¿Qué cuidado deben tener los funcionarios de la organización nacional en su relación con las iglesias
locales?
5
EL SOSTEN FINANCIERO DE LA IGLESIA
PREGUNTAS
1. Explique cómo el problema del sostén de la iglesia se originó en muchos campos misioneros.
4. ¿Qué conclusiones debemos sacar del hecho de que el apóstol Pablo a veces trabajaba en lo material para
sostenerse?
5. ¿Es justificable que un obrero en un campo nuevo trabaje en lo material para sostenerse?
6. ¿Debe el obrero continuar trabajando en lo material después de que la iglesia haya sido establecida?
7. ¿Qué beneficios recibe la iglesia que se hace responsable por el sostén de su pastor?
9. ¿Qué beneficio recibe el obrero que tiene que confiar en Dios para su sostén?
10. ¿Qué desventajas puede encontrar el obrero que recibe su sueldo de una Misión?
11. ¿En qué manera se limita el desarrollo de una obra cuando se depende de fondos del extranjero?
12. ¿Cuáles son los pasos que se deben dar para animar a una iglesia a hacerse responsable para su propia
obra?
13. ¿De qué manera influye el estado espiritual de una congregación en el aspecto financiero?
6
EL DINAMISMO DE LA IGLESIA NEOTESTAMENTARIA
Los métodos por sí solos, por buenos que sean, no darán resultados en una iglesia. El
mecanismo del buen método debe ser acompañado del dinamismo del poder apostólico. Sin
métodos correctos, un avivamiento poderoso puede apagarse o llegar a ser ineficaz. Sin el
poder espiritual, la iglesia, aunque bien organizada, tampoco puede avanzar. El mecanismo
sin el dinamismo en la iglesia puede compararse a un motor bien ajustado, listo para andar,
pero al que le falta el combustible y la chispa para poder arrancar.
En Los Hechos de los Apóstoles encontramos el único modelo auténtico para la
operación de una iglesia neotestamentaria. Debemos recordar que las epístolas de San
Pablo y los demás apóstoles fueron escritas a iglesias que vivían en el ambiente del libro de
Los Hechos y que experimentaban los eventos allí narrados. Un estudio del libro de Los
Hechos de los Apóstoles nos revela mucho concerniente al poder que motivaba a la iglesia
primitiva.
La iglesia primitiva vivía en un ambiente de oración. El libro de Los Hechos nos relata
en el primer capítulo acerca de diez días de oración; la iglesia “perseveraba en la oración”
en el capítulo 2; los apóstoles observaban “la hora de oración” en el capítulo 3, y
encontramos en el capítulo 4 que toda la iglesia elevó la voz a Dios en oración. En todo el
relato sagrado observamos que la oración satura la atmósfera de la iglesia primitiva.
También es digno de nuestra atención el lugar predominante que se daba al Espíritu
Santo en la iglesia primitiva. Los discípulos fueron mandados a que esperasen la venida del
Espíritu; en el capítulo 2, él descendió sobre los creyentes que esperaban su llegada y ellos
fueron llenos del Espíritu. El escritor del libro de los Hechos tiene mucho cuidado en relatar
la obra del Espíritu Santo. Nos narra cómo descendió sobre los samaritanos, sobre los de la
casa de Cornelio, y más tarde sobre los discípulos efesios. Los apóstoles fueron inspirados
por el Espíritu a hablar; los diáconos fueron llenados del Espíritu Santo y unos llegaron a
ser evangelistas; los apóstoles y los diáconos fueron guiados a sus campos de labor y fueron
dirigidos en sus actividades por el mismo Espíritu. El Espíritu Santo hacía señales y
maravillas convenciendo así a las multitudes; impartía poder a las iglesias; inspiraba a los
creyentes a una liberalidad maravillosa hasta dar de sus bienes materiales a la obra del
Señor; en general, él era el director invisible de la iglesia. El libro de Los Hechos muy bien
pudiere ser llamado “Los Hechos del Espíritu Santo”.
Para poder experimentar los mismos resultados de la iglesia primitiva, será necesario
que nuestras iglesias hoy día capten de nuevo el ambiente espiritual de ella. Pero alguien
pondrá por argumento que las bendiciones experimentadas por la primera iglesia
pertenecían a una edad pasada y que es imposible experimentar hoy tales cosas. Yo quisiera
recalcar la verdad que vivimos en la misma dispensación o período de la gracia en el cual
vivían los apóstoles. El Espíritu Santo todavía mora en el mundo y Jesucristo es el mismo
ayer hoy y para siempre. El hecho es que al leer las Escrituras se halla evidencia que Dios
tiene el propósito de hacer una gran obra por medio del Espíritu Santo en los días postreros
del período de la gracia. El ha prometido derramar su Espíritu sobre toda carne en los
últimos días.
Para animarnos, llamaré la atención al hecho de que en muchas partes del mundo hoy
día se están experimentando avivamientos y bendiciones que nos hacen recordar de los
tiempos bíblicos. Milagros del poder divino han ocurrido y millares de personas han
despertado a la verdad del evangelio y los creyentes han experimentado en una manera
especial una plenitud del Espíritu Santo.
Probablemente la debilidad espiritual de muchas iglesias hoy en día no se deba a
ninguna pérdida que haya sufrido el evangelio en cuanto a su poder, ni tampoco a ningún
cambio de propósito de parte de Dios en cuanto a reproducir una iglesia conforme el
modelo del Nuevo Testamento; más bien, esta debilidad es culpa nuestra y es el resultado
de poca visión y débil fe. Pidamos a Dios que nos libre de todo concepto que no haya sido
inspirado divinamente en nosotros, y que nos guíe como testigos del Cristo viviente y de su
evangelio de poder en este trabajo de fundar una iglesia neotestamentaria en nuestro día.
Jesús dijo: “Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella.” Mateo 16:18.
“Y ellos saliendo predicaron en todas partes obrando con ellos el Señor y confirmando
la palabra con las señales que se seguían.” Marcos 16:20.
PREGUNTAS
1. Explíquese la necesidad de tener el poder apostólico para la función de una iglesia neotestamentaria.
3. Explique el lugar que dieron los creyentes primitivos a la oración en la vida de su iglesia. Dé citas.
4. Describa el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia primitiva.
5. ¿Por qué podemos esperar que la iglesia de hoy día goce las bendiciones apostólicas?
6. ¿Por qué razón no vemos manifestado más plenamente el poder del Espíritu Santo en la iglesia de hoy?
APENDICE “A”
“El Reglamento Local para las Asambleas de Dios en la América Central” ha sido
incluido en esta obra para que sirva como guía para otros países donde se desee algo
semejante.
“El Reglamento Local” fue escrito originalmente para las Asambleas de Dios de El
Salvador por Francisco R. Arbizú y Ralph D. Williams y aprobado por las iglesias después
de ser estudiado detenidamente.
ARTICULO I
DE LOS OBJETIVOS DE LA ASAMBLEA EVANGELICA
Los creyentes en Jesucristo que viven en la misma comunidad, deben juntarse para
constituirse en una Iglesia o Asamblea Evangélica Local. Mateo 18:17, 20; Hechos 8:1 y
9:31. Los objetivos de la Asamblea Evangélica son:
1. Adorar a Dios en Espíritu y en verdad. Juan 4:23–24; Salmo 117 y Colosenses 3:16.
Esto es su culto y adoración.
2. Instruirse debidamente en las doctrinas sagradas de la Santa Biblia para su
crecimiento en:
a. Conocimientos espirituales. 2 Pedro 3:18; 2 Timoteo 3:14–17.
b. En santidad y en fuerza moral. Salmos 119:9 y 2 Corintios 7:1.
c. Amor a Dios y al prójimo. Juan 13:34. Esto es su educación y cultura.
3. Difundir el conocimiento del evangelio por todas partes. Marcos 16:15 y Hechos 1:8.
a. Por medio del testimonio de una vida fiel.
b. Por medio de la predicación de la Palabra de Dios. Esto es su servicio y ministerio.
Estos tres objetivos son los ideales más altos que pueden inspirar al alma del hombre.
Esforzándose el nuevo creyente en cumplirlos, su vida será cambiada en una de carácter
cristiano verdaderamente noble, y traerá honra y gloria a Dios y también podrá llevar almas
a los pies de Cristo, su Salvador.
El resumen de estos tres objetivos se encuentra en San Lucas 10:27: “Amarás al Señor
tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma y de todas tus fuerzas y de todo tu
entendimiento y a tu prójimo como a ti mismo.”
ARTICULO II
DE LAS DOCTRINAS FUNDAMENTALES
A. La Iglesia de Cristo
1. La Iglesia de Cristo es un pueblo:
a. Redimido por la sangre de Cristo. Efesios 1:7.
b. Separado del mundo. 2 Corintios 6:16–18.
c. Que cree en el santo evangelio. Juan 20:31.
d. Que practica los preceptos cristianos. Tito 2:11–14.
2. La naturaleza espiritual de la Iglesia.
Los símbolos usados para representar a la Iglesia revelan su naturaleza espiritual.
a. La Iglesia es un cuerpo. Efesios 1:22–23.
1) Cristo es la cabeza del cuerpo. Efesios 1:22, 23; 5:23.
2) Los creyentes son los miembros del cuerpo. 1 Corintios 12:12 y 27. Este símbolo
hace destacar, primero, la relación espiritual que existe entre Cristo y el creyente, y
segundo, la de un creyente con otro. También hace evidente que la autoridad espiritual de la
iglesia reside en Cristo y no en una persona intermediaria en la tierra. Sin embargo, el
ministerio del evangelio es efectuado por seres humanos guiados e inspirados por el
Espíritu Santo. Efesios 4:11–16.
b. La Iglesia es un edificio o un templo. 1 Corintios 3:9, 16.
1) Cristo es el fundamento y la “piedra principal” del ángulo. 1 Pedro 2:6–7.
2) Los apóstoles y profetas forman parte del fundamento juntamente con Cristo. Efesios
2:20–22.
3) Los creyentes son piedras vivas en este templo espiritual. 1 Pedro 2:5. Este símbolo
establece: (a) Que Cristo es la Roca en que está fundada la iglesia; (b) Que es un error
enseñar que la iglesia está fundada sobre Pedro puesto que él era sólo uno de los apóstoles
y como tal no era más que una parte del fundamento, juntamente con los demás, (Efesios
2:20); (c) Que Dios mora en la Iglesia, o sea el templo espiritual, para guiarla y bendecirla.
Efesios 2:21–22 y Mateo 18:19–20.
c. La Iglesia es parte integral de la Vid verdadera. Juan 15:1–2.
1) Los creyentes participan de la vida espiritual de Cristo, así como el pámpano recibe
savia del tronco de la vid. 2 Pedro 1:4.
2) El creyente como pámpano debe llevar fruto. Juan 15:16.
3) Dios, el Labrador, limpiará a todo creyente que lleva fruto para que lleve más fruto.
Hebreos 12:5, 6 y 11. Esta figura nos enseña, primero, que el creyente es partícipe de la
naturaleza divina que le imparte fe, gracia, amor y valor; segundo, que todos deben
esforzarse por traer almas a Cristo, y tercero, que Dios, cual padre de familia, disciplina a
sus hijos, a fin de encaminarlos en santidad y en servicio fructífero.
3. La condición para ingresar en la Iglesia: La condición primordial para ingresar en la
Iglesia es la regeneración. Juan 3:3–5. Para experimentar la regeneración son necesarios
tres pasos:
a. Fe en Jesucristo y en los méritos de su sangre que limpia de todo pecado. Juan 14:6;
3:16, 36; Hechos 16:31; Efesios 1:7; 1 Juan 1:7, 9.
b. Un verdadero arrepentimiento. Hechos 2:38; Mateo 9:13. Este arrepentimiento
consiste en la confesión de los pecados a Dios (1 Juan 1:9) y en abandonarlos. Juan 8:11;
5:14 y Proverbios 28:13.
c. La confesión pública de fe en Jesús. Romanos 10:9–10; Marcos 8:38.
4. La Misión o la obra de la Iglesia en la tierra:
a. Predicar el evangelio a toda criatura. Mateo 28:19–20; 1 Pedro 2:9–10.
b. Mantener la norma de santidad y de justicia delante del mundo. Efesios 5:25–27;
Mateo 5:13–16.
c. Ser celosa de buenas obras. Tito 2:14; Gál. 6:10; Mat. 5:16, 44, 45.
5. El sostén financiero de la obra de la Iglesia en la tierra. No se necesitan fondos
monetarios para comprar la salvación de las almas ni para pagar a Dios por las bendiciones
espirituales que de él provienen. Isaías 55:1–2; Mateo 10:8. Se necesitan fondos para
sufragar los gastos que ocasionan el ministerio y el avance de la Iglesia sobre la redondez
de la tierra. El sostén financiero de la Iglesia es proveído por los mismos miembros de ella.
Esto es muy natural, porque son ellos los que tienen mayor interés en que la Iglesia cumpla
con su misión en la tierra. 1 Pedro 2:9–10. La porción básica que se debe consagrar a la
obra de Dios de parte de cada creyente es la décima de todas sus entradas. Las ofrendas que
se darán serán adicionales al diezmo. La consagración del diezmo para el servicio de Dios
en la tierra, ha sido practicada por los fieles varones de Dios, en los tres períodos
principales abarcados por la historia bíblica: a) El Período de los Patriarcas; b) El Período
de la Ley de Moisés, y c) El Período de la Iglesia Apostólica.
a. Siglos antes de que Moisés recibiera la ley, los patriarcas pagaban diezmos a Jehová.
Abraham, Génesis 14:18–20; Heb. 7:4; Jacob, Génesis 28:22.
b. Esta misma práctica se encuentra establecida por fuerza de ley en el culto israelita
(Levítico 27:30–34), y era de tal importancia, que Dios pronunció bendición por su fiel
cumplimiento y maldiciones por faltar a ella. Mal. 3:8–10.
c. La Iglesia cristiana no está sujeta a la ley de Moisés (Lucas 16:16 y Romanos 6:14)
pero para San Pablo, el estricto cumplimiento de la ley de diezmos practicado por los
israelitas, le sirve como una ilustración para enseñar a los creyentes de la iglesia cristiana
cómo sostener la obra de Dios. (Números 18:21 y 1 Corintios 9:13–14.) Es claro que la
iglesia apostólica empleaba el mismo método practicado para sostener el culto judaico que
para sostener su culto y ministerio. Nótense las palabras del versículo 14: “Así también
ordenó el Señor.” “Así también” quiere decir: “De la misma manera.”
d. Es de muchísima importancia fijarse en la diferencia entre el sistema de dar diezmos
practicado por los israelitas y el practicado por la Iglesia cristiana. Los israelitas lo hacían
por fuerza de la Ley; mientras que los creyentes en Jesucristo lo hacen por el impulso de la
gracia de Dios en el corazón. 2 Cor. 9:7–8. La ley de recompensa que rige en esta
dispensación, o era, de la gracia, es la que se halla en 2 Corintios 9:6.
e. El capítulo 8 de 2 Corintios trata de la liberalidad. El versículo 2 enseña que cuando
la ofrenda se da en medio de tribulación y pobreza, lejos de quitar valor a la ofrenda, estas
circunstancias la hacen más rica a la vista de Dios. Del versículo 7 se ve que sería
incorrecto que un creyente que anhela los dones y las virtudes del Espíritu Santo, quedara
indiferente al desarrollo de esta virtud de la liberalidad. Véase también Mateo 23:23. En los
versículos 13 y 14, el uso de la palabra “igualdad”, indica un sistema de dar que será
proporcionalmente igual para todos los que participen. El plan de dar “diezmos” llena
perfectamente este requisito.
B. La Santa Biblia
1. La Biblia es:
a. La Palabra inspirada de Dios por medio de la cual se comunica Dios con su pueblo. 2
Pedro 1:20–21; Juan 5:39, y es
b. La regla infalible de fe y conducta para guiarnos de la tierra a los cielos. Salmo
119:11, 105; Juan 5:24; 20:31.
2. A la Biblia no se le puede agregar ni quitar. 1 Pedro 1:24; Apocalipsis 22:18–19.
C. El Unico Dios Verdadero Manifestado en la Trinidad
La existencia del Unico Dios Verdadero, Jehová, está bien definida por las Sagradas
Escrituras, las cuales revelan que subsiste en las tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Mateo 28:19; 2 Corintios 13:13; 1 Juan 5:7, Deut. 6:4.
1. El Trino Dios es Creador del universo. Génesis 1:1, 26, 31.
2. El Trino Dios es Salvador del hombre. 1 Timoteo 2:3–4; 2 Corintios 5:18–19.
E. La Santidad
Dios Jehová es santo y requiere que sus hijo sean santos. 1 Pedro 1:15–16; Hebreos
12:14.
1. Santidad significa:
a. Limpieza de toda inmundicia. 2 Crónica 29:5 y 15.
b. Separación del pecado. 1 Tesalonicenses 4: y 2 Corintios 6:17.
c. Dedicación y consagración a Dios. Números 8:17.
2. La santidad se alcanza.
a. Por fe en la Palabra de Dios. Juan 17:17 y Efesios 5:26.
b. Por fe en la sangre de Jesucristo. Hebreos 10:10 y 29.
c. Por la obra del Espíritu Santo en la vida. 1 Pedro 1:2; Gálatas 5:16–25.
3. El tiempo en que se verifica la santidad es:
a. Inmediato: Al tiempo de la conversión. 1 Corintios 6:10–11.
b. Progresivo: En todo tiempo el creyente se esforzará en perfeccionar la santidad en su
vida diaria. 2 Corintios 7:1.
H. La Sanidad Divina
1. La sanidad divina es prometida en las Sagradas Escrituras. Marcos 16:18; Santiago
5:14–15.
2. Se ha provisto en la expiación del pecado la sanidad de las enfermedades siendo esto
el privilegio de todo creyente. Isaías 53:4–5; 1 Pedro 2:24.
3. Cristo sanaba a los que a él acudían. Mateo 8:16–17.
4. Dios es nuestro Sanador. Exodo 15:26.
5. El don de Sanidad es impartido por el Espíritu Santo. 1 Corintios 12:9.
(Nota: No se censura al creyente que busca ayuda médica cuando a él le parezca que su
fe no es suficiente para el milagro de sanidad. El punto principal es poner la confianza en
Dios en todo caso de enfermedad.)
I. El Futuro Advenimiento de Cristo
La segunda venida de Cristo es la esperanza más bendita y alentadora para el creyente
en todo tiempo. Tito 2:13.
1. Cristo vendrá para recibir su Iglesia, llevando consigo a los creyentes santificados
que viven; y los creyentes muertos serán resucitados en un mismo momento para unirse
todos a su Señor. 1 Tesalonicenses 4:15–17.
2. Después de este extraordinario acontecimiento descenderá el Señor con sus santos
millares y salvará a su pueblo Israel y reinará por mil años sobre la tierra. Apocalipsis 20:4.
J. La Condenación Eterna
Después del milenio se efectuará la resurrección de los muertos incrédulos, siendo
presentados delante del Gran Trono Blanco donde serán juzgados por sus malas obras, y
después arrojados al lago de fuego. Apocalipsis 20:11–15; Mateo 25:41.
ARTICULO III
DE LOS SACRAMENTOS Y LAS CEREMONIAS
Los Sacramentos son dos: El Bautismo en agua y la Santa Cena.
A. El Bautismo en Agua por Inmersión
1. Es un tipo, o figura, de la muerte del “hombre viejo” y la resurrección del “hombre
nuevo” para andar en “novedad de vida”. Romanos 6:4–6; Efesios 4:22–24.
2. Se requiere un testimonio claro y sincero de fe en el Señor Jesucristo de parte del
candidato para ser bautizado. Hechos 8:26–38; Colosenses 2:12. Esto explica por qué no se
puede practicar este sacramento en un niño pequeño. El no podría dar un claro testimonio
de su fe en Jesucristo.
3. El bautismo se hace en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en
obediencia al mandato del Señor. Mateo 3:13–17; 28:19.
4. La palabra “bautizar”, en el idioma de las Escrituras originales significa “inmersión”
o “zambullir” y no meramente “rociar”. Esto concuerda con la enseñanza de Romanos 6:3–
4.
B. La Santa Cena del Señor
1. Este sacramento fue instituido por el Señor quien ordenó que se practicase hasta su
segunda venida. Mateo 26:26–30 y 1 Corintios 11:23–31.
2. Los dos elementos de “pan” y “vino” representan el “cuerpo” y la “sangre” de Cristo.
a. Su cuerpo fue quebrantado cuando llevó nuestro pecado en la cruz.
b. La sangre establece el Nuevo Pacto o sea la promesa divina de vida eterna. 1
Corintios 11:24–25.
3. Es una “memoria” de la muerte de Jesús y de las promesas de su segunda venida. 1
Corintios 11:26.
4. Es el privilegio y el deber de todo creyente tomar parte en la Santa Cena porque es el
símbolo de la participación de la naturaleza divina de Cristo. Juan 6:53–56; 2 Pedro 1:4.
5. Es requerido que el participante se examine primero a sí mismo para no tomar parte
en estado indigno. 1 Corintios 11:28, 29.
(Nota: El creyente que se juzgue indigno de participar de la Santa Cena, antes de evitar
de hacerlo, debe buscar el perdón del Señor y renovar su consagración y así tomar con toda
la iglesia. Cumpliendo así en esta forma, la Santa Cena será un medio de levantar y
mantener en alto la norma espiritual de la iglesia.)
ARTICULO IV
DE LOS MIEMBROS
A. Las Condiciones Para Ser Miembro
1. Haber experimentado la salvación por fe en el Señor Jesucristo, confesando su
propósito de seguirle hasta el fin. Romanos 10:9–10.
2. Estar debidamente casado. 1 Corintios 6:9; 7:2, 10 y 11; 1 Pedro 2:13 y Hebreos
13:4. (Queda sobreentendido que este requisito no se aplica a los solteros.)
3. Haber aceptado en cumplir en todas sus partes el presente Reglamento Local después
de haberlo estudiado con cuidado.
4. Haber sido bautizado en agua. Mateo 28:19; Hechos 2:38.
5. También un creyente puede ser recibido por carta de recomendación extendida por la
junta oficial de otra asamblea de la Conferencia.
(NOTA: Cuando se presenta un creyente de otra asamblea y no trae carta de
recomendación, se recibirá como catecúmeno mientras se piden informes de su conducta.)
B. Los Deberes del Miembro
1. Llevar una vida consagrada al Señor, conservándose sin mancha de este mundo. 2
Pedro 1:4–8; 1 Corintios 6:9–11.
2. Aprender cómo llevar almas a Cristo. Hechos 8:4.
3. Honrar, respetar y sostener debidamente a su pastor. 1 Tesalonicenses 5:12–13;
Hebreos 13:17 y 1 Corintios 9:12–14.
4. Sostener la obra de Dios con sus diezmos y ofrendas. Malaquías 3:10 y Mateo 23:23.
5. Asistir a los cultos y a la Escuela Dominical con puntualidad y constancia. Hebreos
10:25.
6. Consagrar el día domingo al servicio del Señor. Génesis 2:2–3 y Hechos 20:7.
7. Es altamente recomendable que se establezca el culto familiar en cada hogar
evangélico.
8. Hacer lo posible por fomentar la debida reverencia en la casa de Dios por:
a. Abstenerse de conversar en el culto.
b. No estar saliendo y entrando a la sala durante el culto.
c. Hacer que los niños estén con sus padres en el culto y que éstos eviten que sus niños
corran o jueguen dentro del templo.
d. Cuidar del aseo personal y el de los niños para ir al culto.
9. Votar en las varias sesiones de negocios generales de la Iglesia, pidiendo al Señor la
dirección en sus decisiones.
C. Los Privilegios del Miembro
1. El pastor se esforzará para administrarle el mensaje puro de la Palabra de Dios.
Hechos 20:27–28; lo cual es de valor imprescindible para el bien del alma, mayormente
cuando hay tantas doctrinas falsas y perniciosas en el mundo.
2. Será visitado con frecuencia por su pastor.
3. Tomar parte en las actividades de la iglesia.
4. Participar en la Santa Cena. 1 Corintios 11:23–31.
5. Podrá ser nombrado para llenar uno de los puestos oficiales de la asamblea, si llena
los requisitos necesarios. 1 Timoteo 3:8–13.
6. Recibir licencia de obrero local para ayudar en el ministerio de los campos blancos.
7. Recibir tarjeta de comunión cristiana como miembro de una asamblea local de la
Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios. Hechos 18:27.
D. La Responsabilidad del Miembro para con los Demás Miembros
1. Visitar a los enfermos, socorrer a los necesitados, consolar a los tristes y esforzarse
por guardar la buena armonía entre todos. 1 Tes. 5:14; Hebreos 12:14; Santiago 1:27;
Mateo 25:35–40.
2. Orar por el hermano que se vea cometer una falta. 1 Juan 5:16 y 1 Tes. 5:15.
3. Apartarse de todo aquél que fomenta disensiones y divisiones. Romanos 16:17; 2
Tes. 3:6, 7 y 13–15.
E. La Responsabilidad con las Demás Personas
1. Llevar una vida fiel delante del mundo proveyendo así eficaz testimonio del poder y
la gracia de Dios para regenerar al pecador. 1 Pedro 2:9, 12, 15; 1 Tes. 5:22, y Mateo 5:13–
16.
2. Esforzarse para dar la Palabra de Dios a los inconversos y orar por ellos a fin de que
ellos reciban salvación. 2 Corintios 5:18–19; 1 Tim. 2:1–7.
3. Amar a sus enemigos. Mateo 5:43–48.
ARTICULO V
DE LA DISCIPLINA
Cuando ocurra que algún miembro fuere acusado de una falta de tal naturaleza que
afecte la santa norma que la iglesia se esfuerza en mantener, el acusado será llamado ante la
Comisión de Disciplina. Mateo 18:15–17 y 1 Corintios 6:1–5. Esta comisión de Disciplina
estará compuesta de los miembros de la junta oficial. Si el caso lo requiere, se puede
agregar uno o dos miembros de la iglesia. El propósito de esta Comisión será:
1. Corregir la falta. 2 Corintios 7:8–9.
2. Restaurar al culpable. Gálatas 6:1; Mateo 6:14–15.
3. Guardar el testimonio de la iglesia. 1 Timoteo 3:7.
4. Proteger a los demás miembros de la corrupción. 1 Corintios 5:6–7.
Reglas para Proceder contra el Acusado
1. Reunida la Comisión, comparecerá el acusado; debiéndose hacer esto sin demora.
2. Su falta será necesariamente comprobada por testigos de fe y verdad. 2 Corintios
13:1.
3. Si al citar al acusado, él no quisiere comparecer ante la Comisión, se le juzgará
después de oír a los testigos. 1 Corintios 5:3.
4. La Comisión procurará descubrir toda la verdad del caso y si hallare culpable al
acusado le exhortará al arrepentimiento con todo amor y gracia, para que quede de nuevo
restaurado en el camino del Señor. 2 Corintios 2:7–8.
5. Si el acusado se humillare arrepintiéndose y pidiendo perdón a la iglesia en
testimonio público, será perdonado. Mateo 6:14–15.
6. No se toman medidas disciplinarias como un castigo. El período de disciplina será
impuesto según la gravedad de la falta cometida, primero, como medida para someter a
prueba la sinceridad de su arrepentimiento; y segundo, para dar tiempo a que los demás
miembros y los del mundo vean su restablecimiento en el Señor antes de permitirle otra vez
todos los privilegios de la iglesia. (Véase como ilustración, María excluida del campamento
de Israel. Números 12:1 y 14–15.)
7. Durante este tiempo de disciplina, el culpable será privado de todos los privilegios
que corresponden a un miembro activo, pero su asistencia a los cultos será necesaria. El
tiempo de prueba disciplinaria será de uno a tres meses conforme la Comisión lo juzgue
necesario, excediendo este período solamente en casos excepcionales.
8. La recomendación de la Comisión de Disciplina, será presentada para su aprobación
en la próxima sesión de la iglesia.
9. Si el culpable no se humillare ante Dios y la iglesia, confesando su pecado, será
motivo suficiente para borrar su nombre del libro de la feligresía y si su asistencia a los
cultos fuere motivo de escándalo, se le negará la entrada. 1 Corintios 5:13.
10. Si dicha persona, después de haber sido borrada de la feligresía se arrepintiere y
deseare ser nuevamente admitida, deberá presentar a la junta oficial una solicitud por
escrito.
11. El miembro que se ausentare intencionalmente de la iglesia, por el período de seis
meses, retirando también sus ofrendas y diezmos, será expuesto a sufrir la cancelación de
su feligresía.
PACTO DE MIEMBRO
1. Confiando en la gracia de Dios seré siempre fiel a su bendita Palabra y a Jesucristo
nuestro Salvador. Apocalipsis 2:10.
2. Seré fiel a los deberes cívicos de nuestra amada patria, pero sin inmiscuirme nunca
en bandos políticos. Romanos 13:1–7.
“Sométase toda persona a las potestades superiores. Porque no hay potestad que no sea
de Dios y las que hay, ordenadas son de Dios. El que resiste a la potestad, resiste a la
ordenación de Dios; y los que resisten recibirán para sí condenación.” Epístola de San
Pablo a los Romanos, 13:1–2.
3. Cumpliré en todas sus partes el presente Reglamento. Juan 14:23–24.
4. Seré siempre leal a nuestra Conferencia en la unidad y armonía en conformidad con
la Palabra de Dios. Romanos 16:17–18.
ARTICULO VI
DE LA JUNTA OFICIAL
ARTICULO VII
DE LAS ORGANIZACIONES LOCALES
1. Habrá tres grupos organizados dentro del seno de la asamblea que son: La Escuela
Dominical, los Embajadores de Cristo y el Concilio Misionero Femenino. Además se
celebrarán cultos de niños.
a. Estos tres grupos tendrán sus funcionarios respectivos para su buen funcionamiento
interno.
b. Trabajarán en plena armonía con el pastor, el cual es el sobreveedor en todas las
actividades de la iglesia.
c. Podrán levantar ofrendas monetarias para sufragar los gastos de sus actividades.
(NOTA: Para conservar espacio no se ha incluido la explicación que corresponde a cada
uno de estos tres grupos. M. L. H.)
PREGUNTAS PARA REPASAR
1. ¿Cuál es el primer propósito de la junta oficial?
2. ¿Quiénes serán los constituyentes?
3. ¿Por cuánto tiempo servirán los miembros de la junta oficial?
4. Diga todos los detalles que pueda sobre la responsabilidad de la junta oficial.
5. Diga unas actividades de las diaconisas.
6. Nombre las tres organizaciones que se establecerán en la iglesia y el culto especial.
7. Explique su relación con el pastor de la asamblea.
APENDICE “B”
1
Hodges, M. L. (1975). Edificaré Mi Iglesia (pp. 3–123). Miami, FL: Editorial Vida.