Albert Einstein Biografía
Albert Einstein Biografía
Albert Einstein Biografía
Albert Einstein
Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más, incluso, de
lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que su imagen, en condición de
póster y exhibiendo un insólito gesto de burla, se ha visto elevada a la dignidad de
icono doméstico, junto a los ídolos de la canción y los astros de Hollywood.
Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo
explican cómo mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su propia
biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein campeón del
pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y todavía es corriente
que se le atribuya la demostración del principio de que «todo es relativo» a él, que
luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que conocer la realidad
significara jugar con ella a la gallina ciega.
Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos
le valió el grado de doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro restantes
acabaron por imponer un cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del
universo. De éstos, el primero proporcionaba una explicación teórica, en términos
estadísticos, del movimiento browniano, y el segundo daba una interpretación del
efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos
individuales, más tarde denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban
las bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia
entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m, en términos de
la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone
constante.
El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero
el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de
Física, que se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento
browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su carrera de docente
universitario en Zurich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser
profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín como miembro
de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de
su familia, por entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.
Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática entre
el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser
el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir el
comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos
estelares. Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle
el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica.
A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de
renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos
veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, ciudad en la que murió
el 18 de abril de 1955.
Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para
toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase el
secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de intervenir
dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Paul
Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una
bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de
investigación sobre la energía atómica.
Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos que buscaban la manera
de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del
embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara
las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama
de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas
respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un campo
unificado.