Biografía de Albert Einstein
Biografía de Albert Einstein
Biografía de Albert Einstein
Fue el hijo
primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de
Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su
hermano Jakob, como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.
El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo intelectual lento. El
propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una
teoría como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean
el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya
desde su primera infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he
empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».
En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia se trasladara a Milán; Einstein
permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año
siguiente. En el otoño de 1896, inició sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische
Hochschule de Zurich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien
posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por las teorías de su
antiguo alumno.
Aunque con el tiempo llegaría a ser catedrático universitario, genio de la física y una de las figuras
fundamentales del extraordinario progreso científico del siglo XX, el pequeño Einstein no fue un
talento precoz, sino más bien lo contrario: un chico tímido de lento desarrollo intelectual. Sus
notas no eran precisamente brillantes.
Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el
grado de doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro restantes acabaron por imponer un
cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero proporcionaba
una explicación teórica, en términos estadísticos, del movimiento browniano, y el segundo daba
una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por
cuantos individuales, más tarde denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban las
bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de
una cierta cantidad de materia y su masa m, en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c
es la velocidad de la luz, que se supone constante.
El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos,
pero el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio
Nobel de Física, que se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el
movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su carrera de
docente universitario en Zurich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912
para ser profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín
como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le
forzó a separarse de su familia, por entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse
con él.
Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática
entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él,
debía ser el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían
de regir el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas
hasta los cuerpos estelares. Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y
acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica.
A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de
renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos
veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton.
Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para
toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase
el secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de
intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo
Szilard y Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en
condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a
emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.
Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos que buscaban la manera
de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del
embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad
evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular
amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las
críticas respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un
campo unificado.
La imagen más conocida del mítico Einstein lo presenta ya anciano, aureolado por una melena
leonina, con el blanco bigote muy poblado, los ojos bondadosos y profundos, un cómodo jersey
excesivamente ancho, viejos zapatones que usaba siempre sin calcetines y un pantalón arrugado
que sostenía a veces por medio de una corbata atada a la cintura a la manera de cinturón.
Era extraordinariamente amable con todos, Einstein murió el 18 de abril de 1955 en Princeton.