Contemporánea 12 II
Contemporánea 12 II
Contemporánea 12 II
Abstract
Twentieth-century philosophy split into two traditions that often, at least as a matter of fact,
regard each other as incommensurable. The last twenty years pointed to the reversal of this
trend. This article can be seen as a contribution to that tendency, in so far as, in it, a new
approach to the contemporary reflexion as a whole is proposed: logical analysis and
phenomenology- hermeneutics are different sides of one and the same turn in the history of
philosophy. Such reading not only recovers philosophy’s lost unity, but also throws light on
its continuity with history of philosophy.
Resumen
La filosofía del s. XX se ha escindido en dos tradiciones que, a menudo y, las mas de las
veces puramente de fato, se consideran inconmensurables. Los últimos veinte años parecen
anunciar la reversión de esta tendencia. El presente trabajo efectúa un aporte en tal
dirección, en la medida en que propone un nuevo modo de considerar la reflexión
contemporánea en su conjunto: análisis lógico y fenomenología-hermenéutica son
aspectos de un único y mismo giro (turn) en la historia de la filosofía. De este modo, no
solo se rescata la unidad del pensamiento contemporáneo, sino que se ilumina su
continuidad con la historia de la filosofía.
1. Introducción
reflexionado, a saber: “la” filosofía contemporánea parece no tener unidad y abarcar dos
desarrollos independientes e, incluso, inconmensurables.
Desde los comienzos del siglo la filosofía se desenvolvió en el marco de una división
esquizoide. “Analíticos”, por un lado, y “fenomenólogos-hermenéutas”, por otro,
parecieron durante mucho tiempo no tener nada que aprehender unos de otros y, lo que es
aún peor, ni siquiera de qué conversar. Si la filosofía, desde siempre, poseyó escuelas y
tendencias y, si estas llegaron en ocasiones a un alto grado de rivalidad, el simple
indiferentismo, en el marco de una convivencia desconfiada, es un fenómeno
característicamente contemporáneo. Las dos o tres últimas décadas anuncian una reversión
de esta tendencia, aún cuando, no obstante, estamos todavía lejos de que la misma sea
recepcionada por los amplios círculos.
posee un carácter “evolutivo”3. Lo que determina este proceso es la dinámica interna de los
problemas. El criterio que buscamos aquí debe, sobre la base de establecer una interrogante
fundamental, fijar también, asimismo, cuál es el concepto y cuál la disciplina básica de la
filosofía en un período dado4.
2. Período metafísico
En un primer momento, el interés del pensamiento está dirigido al "mundo", incluya este
mundo o no al propio hombre. Los filósofos se preguntan por lo que hay y por lo que no
hay o, qué tipos de cosas hay y de qué se componen o, cómo es lo real. La disciplina
filosófica fundamental del período es la metafísica (u ontología) y el concepto fundamental
el de “Ser”. Nombres representativos de este momento son Platón, Aristóteles, Sto. Tomás,
etc..
Ahora bien, desde siempre la filosofía no se ha preguntado meramente por lo que es, sino
también por lo que debe ser, no solo por los principios del ente, sino por los principios de la
acción o, más concretamente, por los criterios para diferenciar cuándo actúo bien y cuando
mal. A la disciplina filosófica que se ocupa con este asunto la denominamos “ética”. En el
período metafísico la fundamentación de la ética está indisociablemente unida a una
metafísica. Lo que debo o no debo, depende de lo que és o no es; por ejemplo, el cómo me
debo comportar, es establecido por Dios.
3. Período trascendental
¿Por qué se pasa del primero al segundo período? ¿Se trata, simplemente, de una
sustitución casual de temas, de un cambio arbitrario de interés, o hay un principio interno
filosofía como semántica, sino básicamente como ontología, preocupada en primera línea
en pensar un ser extremamente especial: Dios. Sin apelar a la idea de un ser supremo no se
puede entender lo que para un medieval era “filosofia”.
6
Clarifico inmediatamente porqué, en el subtítulo 3, se habla de período "trascendental" y
luego, en el texto, de “epistemológico”.
5
en la evolución de los propios problemas, que conduce del uno al otro? Sin duda es esto
último lo que acontece. “Antes”7 de preguntarnos por “lo que hay”, debemos preguntarnos
si podemos conocer “lo que hay”. Formular la pregunta por “lo que hay”, presupone que se
puede conocerlo. Ahora bien, justo en la medida en que éste presupuesto se efectúa, surgen
las dificultades: eventualmente, la contradicción de teorías posibles, la falta de argumentos
satisfactorios, la necesidad de criterios. En suma, la pregunta epistemológica es más
fundamental que la metafísica, puesto que esta supone lógicamente aquella.
4. La filosofía contemporánea
7
Este "antes" no es ciertamente temporal, sino lógico.
6
Es un mérito histórico de Frege el haber trazado de modo claro y preciso la línea divisoria
entre las nociones de sentido y valor de verdad10, pensando consecuentemente sus
implicaciones11. Ahora bien, tan simple y habitual como esta distinción nos pueda hoy
parecer, tan trabajoso fue su establecimiento y tan fecundas son sus derivaciones 12. Ella no
sería posible sin la toma de conciencia de la especificidad del significado y, de modo
correlativo, por un lado, de la crítica al psicologismo, por otro, de la elaboración del
8
Dado que las tendencias referidas experimentan una intensa evolución, he optado por
situar en primer plano lo que podríamos llamar “momento fundacional” de las mismas,
haciendo breve mención a algún desarrollo decisivo que no sea sin más comprensible a
partir de él.
9
Uso indiferentemente los términos “sentido”, “significado” y “significación” (Sinn,
Bedeutung, Bedeutsamkeit, Meaning), optanto por uno u otro, según el caso, por meras
razones estético-lingüísticas.
10
Los esfuerzos de Bolzano al respecto cayeron en el olvido.
11
El modo en que él la traza, no obstante, es diferente del expuesto por nosotros. Según
Frege, lo que es propiamente verdadero o falso no es el enunciado, sino su sentido,
concebido como una cierta entidad existente en sí. De todas formas no son las
particularidades lo que interesa ahora, sino el propio distingo en cuanto tal.
12
Refinadas teorías y complejas estructuras conceptuales se basan, en última instancia, en
esta simple distinción.
7
concepto de objetividad no real, del cual el significado es una instancia particular 13. Sin
ella, asimismo, no podría existir ni “semantic turn” ni “filosofía analítica”.
Establecer la delimitación del sentido frente al valor de verdad es una condición negativa
necesaria del surgimiento del “semantic turn”; ella no es suficiente, sin embargo, para dar
cuenta del mismo. Según nuestra hipótesis general, la etapa tres no meramente sigue a la
dos, sino que deriva de la misma por una evolución interna. ¿Por qué se pasa del período
epistemológico al semántico? A esta pregunta podemos ofrecer tres respuestas, con grados
diversos de precisión y accesibilidad intuitiva:
1. En la versión más simple, partamos de observar que somos seres eminentemente
lingüísticos, esto es, que usamos lenguaje y que este uso es condición de la producción y
transmisión de conocimientos. El hecho indicado es tan obvio, que resulta incomprensible
que los filósofos pudieran ignorar o subestimar su importancia durante siglos, colocando
sus teorías en el marco de presupuestos que implican que los sujetos epistémicos no hablan
o lo hacen de modo contingente.
2. Si el estado de cosas apuntado es de extrema relevancia, el mismo no contiene, no
obstante, necesidad conceptual alguna; pero es una tal la que estamos buscando. Para que
un enunciado tenga valor de verdad, es necesario
a. que tenga un sentido,
b. que tenga un sentido y solamente uno (o sea, no varios),
c y que sea uno preciso (o sea, uno definido, no vago).
De lo anterior se sigue:
a. El sentido de un enunciado es independiente de su valor de verdad y no se altera por este.
b. El valor de verdad de un enunciado no es independiente de su sentido14.
c. El sentido del enunciado es, por tanto, condición de posibilidad de su valor de verdad y,
en consecuencia, su establecimiento antecede lógicamente a la fijación de éste.
En suma, al problema moderno del conocimiento se antepone ahora otro, más fundamental,
pues lógicamente anterior, el problema de la significación o semántica15.
13
No importa que, ulteriormente, la significación pudiera ser pensada sin tales
presupuestos; para poder fijar su concepto, estos son necesarios.
14
En situaciones excepcionales, el mismo es determinado de modo exclusivo por este, por
ejemplo, en el llamado “juicio analítico”.
15
En el marco de las anteriores consideraciones, la cuestión epistemológica ciertamente no
se pierde, pero se transforma en la referente al valor de verdad, implicando la importante
8
3. Podemos establecer una línea de exposición más accesible al lector no-especialista si, en
vez de asumir una perspectiva semántico-objetiva, que es la propia de la filosofía analítica,
introducimos una “subjetiva”16. Se puede “entender” un enunciado sin saber si él es
verdadero o falso. Por ejemplo, yo puedo entender lo que quiere decir Juan, cuando afirma
que su nuevo auto es verde, aun cuando no sepa si realmente lo es o no 17. Ahora, la
situación inversa no es posible: yo no puedo saber si un enunciado es verdadero, si no
entiendo su sentido. Conocer es atribuir valores de verdad, entender es captar sentidos.
Entender un enunciado es una condición necesaria de saber si el es verdadero, o sea, de
conocer si lo que dice es el caso.
De lo expuesto hasta ahora queda claro que el punto central que marca el pasaje del período
epistemológico al semántico es la prioridad lógica (y solo por derivación "psicológica") de
la temática de la significación con respecto a la del valor de verdad. Consecuencia de esto
es que la semántica deviene disciplina filosófica fundamental, ocupando el lugar
privilegiado que una vez correspondió a la epistemología o a la metafísica. Los problemas
principales a ser resolvidos por esta disciplina son:
a. ¿En qué consiste la significación de un enunciado?
b. ¿Cuál es el vínculo entre la significación del enunciado como un todo y la de sus partes
componentes?
c. ¿Cuándo un enunciado tiene significación y cuando no lo tiene? ¿Cuál es, en general, la
línea demarcatoria entre sentido y sin sentido?
d. ¿Qué es lo que vincula la significación del enunciado a la “realidad”? ¿Cuál es la
relación entre la significación del enunciado y el mundo?
decisión de qué sea aquello que de modo originario posee la propiedad de ser verdadero.
Algo similar debe decirse con respecto a la temática de la trascendentalidad y aprioridad. Si
en el período epistemológico las mismas están referidas a las relaciones de valores de
verdad, a partir de ahora se torna necesario desarrollarlas en un nuevo plano.
16
Es obvio que lo que esta oposición realmente signifique, no puede ser aclarado aquí.
17
Está fuera de discusión la capacidad del lenguaje de producir nuevas significaciones, así
como la del sujeto lingüístico de decirlas y entenderlas.
9
es tan sólo la fijación de un nuevo tema u objeto del filosofar sino, básicamente, de un
método: el análisis lógico del lenguaje. La filosofía ya no es un discurso ni sobre objetos, ni
sobre nuestro conocimiento de objetos, sino sobre el lenguaje en el cual hablamos de los
objetos. El análisis lingüístico, sin embargo, es de modo esencial una praxis, la praxis de
esclarecimiento del sentido, y no, necesariamente, una “teoría” (o sea, un conjunto
sistematizable de verdades con respecto a una cierta cuestión). La filosofía ahora no solo no
es un discurso sobre “objetos” o sobre “objetividad” sino que, en ciertas variantes radicales,
tampoco es “teoría” de la significación. Ella simplemente deja de ser concebida como
“teoría” y pasa a ser pensada como actividad elucidadora.
En lo expuesto hasta ahora el lector habrá quizá percibido un cierto oscilar entre los
conceptos de “significado” y “lenguaje”. Esta impresión no es infundada y se debe a que el
vínculo entre ambos es esencial en la filosofía analítica, quedando en claro a partir de Frege
que solo tenemos acceso a la significación a través del substrato sensible del signo
lingüístico y, en consecuencia, que únicamente por medio del análisis del lenguaje es
posible un análisis de los pensamientos (Gedanken)18. En evoluciones posteriores, el
lenguaje ya no será un instrumento para la captación de un cierto X extra-lingüístico, la
significación, sino que esta pasa a ser concebida como siendo algo intra-lingüístico.
18
Para ser precisos, tendríamos que distinguir la "virada lingüística" (linguistic turn) de la
"virada semántica" (semantic turn), situando el orígen de la primera en Mill, el de la
segunda en Bolzano. La diferencia entre ambas es que esta última, no casualmente surgida
del ámbito cultural germánico, trabaja en base al concepto de “entidades intensionales”.
Constatar lo anterior no implica desconocer que de la preocupación con el significado no se
sigue de modo necesario un compromiso “realista”, debiéndose admitir la posibilidad de
teorías puramente referenciales del mismo.
10
4.2. La hermenéutica
Así como Frege es decisivo para el “giro” (turn) lingüístico-semántico, Dilthey lo es para el
hermenéutico. Su programa de superación correlativa de las filosofías empirista e idealista
debilita de modo irreversible el monismo epistemológico, estableciendo la existencia de dos
tipos de ciencias, con objetivos y métodos diferentes. Las ciencias de la naturaleza
(Naturwissenschaften) intentan explicar (Erklären), o sea, establecer leyes y derivar estas
leyes de otras; las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften), por el contrario, intentan
comprender (Verstehen), o sea, captar un significado. Esto supone partir de una "expresión"
(Ausdruck) u “objetivación” del espíritu (pintura, novela, monumento, sinfonía, acto,
personalidad histórica), para remontarse a la vivencia (Erlebnis), de la cual ella se origina y
en la cual se sustenta. En esta, su primera versión, el aprehender un sentido tiende a ser
asimilado, pues, a una "identificación vivencial". Las implicaciones psicologistas de tal
postura habrán de merecer la crítica de sus contemporáneos, conduciendo Dilthey a
sucesivas reformulaciones de su teoría primitiva que tienden a considerar crecientemente lo
entendido en cuanto tal. El mismo, no obstante, jamás se independiza de modo absoluto del
comprender, ni deviene una entidad existente en sí. Esto no es un hecho secundario, sino
que responde a un motivo esencial: la “comprensión” implica algo más que un vínculo
puramente cognitivo con un "objeto"; el individuo en cuanto totalidad está comprometido
en la misma. El sujeto deviene “Vida” (Leben), el objeto “Mundo” (Welt).
deviene condición del “saber"19. El conocimiento aparece ahora como un modo derivado de
vincularse al mundo que no puede ser concebido a partir de sí, sino a partir de la “Vida”
(Leben). Únicamente sobre el trasfondo de una comprensión originaria del mundo como
totalidad hay conocimiento20.
4.3. La fenomenologia
19
Claro está que ese “entender” no siempre es captación del significado de “proposiciones”.
20
La hermenéutica posterior a Dilthey experimentará una significativa evolución en torno
de esta idea fundamental.
21
Algo comparable a lo que, según ya vimos, puede acontecer en el análisis lingüístico.
12
22
El uso del término "paradigma" no supone suscribir la tesis de Thomas Kuhn con respecto
a la evolución de la ciencia ni pretende extender la misma a la filosofía.
23
Respetando la disconformidad husserliana, evito llamar a la misma de “semántica”.
13
Los elementos esenciales para otorgar una respuesta afirmativa en este punto parecen ser
los siguientes:
1. En primer lugar, se trata de la propia idea de “método fenomenológico” y de su objeto, el
cual, en definitiva, es el objeto de la fenomenología misma. El “método fenomenológico”
no visa “lo real”, el cual debe quedar “entre paréntesis”, sino la esencia, o sea, según la
explícita definición de Husserl, “unidades ideales de significación”. Esto implica que la
temática de la “objetividad” deja de ser referida de modo exclusivo a las aspiraciones de
validez, para trasladarse, no sólo “también”, sino de modo prioritario, a la significación. A
partir de ahora es establecida una nueva exigencia a toda filosofía que pretenda el título de
"trascendental": la fundamentación de la objetividad ya no puede limitarse a los criterios
resolutivos de valores de verdad. Ella debe pasar, de una forma u otra, por la temática de la
“objetividad de la significación” y, en general, de las “idealidades”. Así como el noema es
condición de posibilidad de toda referencia objetual 24, la temática de la constitución de
sentido (Sinnkonstitution) debe “anteceder”, desde el punto de vista sistemático riguroso, a
la de la constitución de “objetos” (Gegenstandskonstitution). Este nuevo problema de la
validez no está presente en Kant, tornándose posible y necesario a partir de Frege y su
concepto de “tercer reino” (drittes Reich).
2. Sin embargo, la afirmación de un reino de “objetividades” nos dejará siempre con la
mitad de la cuestión. La pregunta por la subjetividad no es una pregunta husserliana entre
otras, sino momento esencial del sentido originario de la interrogación fenomenológica.
Tarea básica de la misma es el dar cuenta del "pasaje de lo subjetivo a lo objetivo" o de la
“aprehensión” (Auffassen) de lo “objetivo” a partir de lo subjetivo, siendo su concepto
neural, la "intencionalidad", momento clave de la respuesta. Ya Frege tiene explícita
conciencia de este problema y un claro lineamento respecto a su solución: si la idea
fenomenológica de intencionalidad posee en Brentano un contrapunto, ella tiene en Frege
un antecedente.
3. Las dos perspectivas, la “objetiva” y la “subjetiva” no están desligadas, sino que se
exigen de modo recíproco. Mientras algunos críticos insisten en subrayar la existencia de
dos fases en el pensamiento de Husserl, la realista de las “Investigaciones lógicas” y la
idealista de “Ideas”, otros, por su parte, intentan relativizar la tesis de una oposición radical
24
En otra variante, históricamente no ajena a la anterior, el mismo orden de cosas se
encuentra en la hermenéutica.
14
entre las mismas. Sin embargo, la cuestión realmente básica no es la de decidir esta
alternativa, sino la de evidenciar el núcleo común a ambas opciones justamente en cuanto
diferentes. La esencialidad de la perspectiva “subjetiva” es propia de las dos fases, solo
manifestándose en cada una de ellas de forma heterogénea: como “aprehensión”
(Auffassen) en el periodo realista, como constitución (Konstitution) en el idealista.
Asimismo, ella tampoco está presente sin la objetiva: ámbito esencial de aplicación del
método fenomenológico es justamente el vínculo sujeto-objeto. La idea de objetividad no-
real es ahora trasladada a la propia relación del sujeto con la objetividad siendo de este
modo referida a esencias y abordada a priori. Esta aplicación de la idea de “tercer reino” al
propio vínculo sujeto-objeto, no está ni siquiera esbozada en Frege, quien, en este punto,
permanece en una posición “precrítica”.
Indicar una confluencia no quiere decir afirmar identidad y, por eso, importa atender al
complejo juego de similitudes y diversidades aquí presentes.
25
Empleo la fórmula “teoría de la significación” meramente por no disponer de otra más
adecuada que fuese neutra y no sugiriese una de las tradiciones específicas. Por otra parte,
surge claramente de lo ya expuesto, que la propia idea de “teoria” no es libre de toda
insuficiencia y merece precisiones.
15
4.4.1. Sentido
El concepto de sentido hermenéutico es, sin duda, más amplio. Se trata "también" del
sentido de enunciados lingüísticos y estructuras proposicionales, no obstante, asimismo, de
actos, de personalidades, de hechos históricos, de objetos culturales de todo tipo y, en
general, de “totalidades” y “estructuras”. Esta amplitud del concepto hermenéutico de
sentido lo compromete en principio con cierta imprecisión. No obstante, si ella es
innegable, no se puede pasar por alto el explícito intento de Dilthey en delimitar y articular
los diversos modos de significación en una teoría unitaria universal de la misma, en la cual
el sentido lógico-proposicional representa tan sólo un aspecto. Dilthey diferencia tres
formas de “expresión de la Vida” (Lebensausdrücke) (una en sentido propio y dos en
sentido amplio), correspondientes y correlacionadas internamente a tres modos del entender
(Verstehen) y de la significación (Bedeutung): a) el entender lógico posee como rasgo
esencial su carácter no contextual; b) el entender técnico tiene naturaleza teleológica,
dirigiéndose a actos que ostentan una finalidad inmanente; c) por último, el entender
vivencial, correlativo de la “expresión” (Ausdruck) en sentido estricto y que supone la
manifestación de un interior en un exterior e, inversamente, la interpretación de aquel a
partir de este.
Una forma “técnica” que asume ésta importante discusión, si bien no la única posible, se
refiere a la interpretación del noema husserliano.
4.4.3. Subjetivo-objetivo
26
Sería interesante comparar las tesis semánticas y hermenéuticas con respecto al sentido
lógico, dejando metódicamente de lado la inserción sistémica de las mismas.
27
En realidad, existen diferentes tipos de psicologismo y antipsicologismo (lógico,
epistemológico, semántico, etc.).
18
28
La confusión que aquí se produce se debe en buena medida a no diferenciar el concepto
de psicologismo en Frege y en Wittgenstein.
29
Este problema ya está presente en Frege de modo explícito.
30
Lógicamente que esta perspectiva subjetiva presenta variaciones en las diferentes fases de
la fenomenología, tendiendo a ser reformulada a partir de la confluencia con la
hermenéutica. La temática del “mundo vital” (Lebenswelt) llevará a una posterior
aproximación en este punto.
19
Si existe hoy una tendencia incipiente a establecer vínculos entre filosofía analítica,
fenomenología y hermenéutica, existe también una reacción que procura mantener, sobre
todo por una razón eminentemente metodológica, el hiato entre las tradiciones
mencionadas. La más seria objeción que se puede dirigir a nuestra tesis es que ella
unilateralmente se concentra en la perspectiva temática, subestimando la consideración
metódica. Ahora bien, aquí existirá siempre un abismo insalvable entre una filosofía que se
concibe a sí misma como análisis del lenguaje y otra que o pretende una consideración
inmediata de los pensamientos o reincide en el examen introspectivo 32. La línea
demarcatoria entre filosofía analítica y no analítica debe ser fijada sobre la base del
principio de que, para la primera un estudio de los “pensamientos” (Gedanken) únicamente
es posible a través de un análisis del lenguaje33.
31
Ryle sigue atentamente el desenvolvimiento de la fenomenología a través de Merleau
Ponty.
32
Obviamente que esta consideración, que tiene sus buenas razones en cuanto referida a la
fenomenología, no es sin más válida para la hermenéutica, aún cuando pueda ser
reformulada de manera tal que la abarque.
33
Entendemos aquí por “pensamiento” lo pensado por contraposición al pensar, el
contenido por contraposición al acto, sea cual sea el status otorgado al mismo, con tal que
el posea estructura proposicional.
20
concebida como “análisis del pensamiento” (sino como análisis del objeto o de nuestro
conocimiento del mismo). En consecuencia, para que tenga sentido fijar en el seno de la
filosofía una línea demarcatoria exhaustiva y suficiente entre dos formas del análisis de los
pensamientos, se debe ya presuponer la idea de que la filosofía es análisis del pensamiento,
no menos que la propia noción de “pensamiento”. Ahora bien, justamente ése es el punto,
pues para aceptar esos dos presupuestos, el establecimiento de la noción de sentido y su
distinción de la del valor de verdad es esencial. Si esto es así, el criterio en cuestión fija una
delimitación inequívoca de lo que sea la filosofía analítica en el marco de la filosofía
contemporánea, aun cuando, justamente por ello, no establece un hiato con las otras
corrientes de la misma, sino una diferencia sobre el trasfondo de una coincidencia.
Con respecto al método fenomenológico y al hermenéutico, vale algo similar que con
respecto al analítico: tanto la propuesta metódica de la fenomenología, cuanto de la
hermenéutica, presuponen el concepto de significación como horizonte en el cual son
inteligibles.
En síntesis, debe concederse que, entre las tres líneas principales de la filosofía
contemporánea, existe irreductibilidad metódica. Con todo, la constatación de este hecho no
compele a afirmar la existencia de un hiato absoluto entre las mismas. La disimilitud
metódica es justamente consecuencia de un marco temático compartido dado por el
concepto de significación y, con respecto al cual, ellas constituyen opciones diversas. El
reconocimiento de la irreductibilidad metódica es, por tanto, un argumento que no sólo no
invalida nuestra tesis sino que, por el contrario, la confirma desde una perspectiva
inesperada.
5. Consideración final
A través de las páginas que antecedieron hemos procurado transmitir al lector una forma de
ver la filosofía contemporánea diversa a aquella mayoritaria en nuestros días.
22
Si nuestra tesis se opone en general a una cierto consenso hoy vigente, se oponen en
particular a la explícita mitología analítica. La visión de la filosofía contemporánea y de su
vínculo con la historia de la filosofía que en ella se contiene, difiere de la que hemos
esbozado en dos puntos principales:
1. Para el pensador analítico, la oposición que caracteriza el pasaje del período moderno al
contemporáneo es la referente a filosofía del lenguaje - filosofía de la conciencia. Lo que
hemos llamado “período epistemológico” no es para él, sino “filosofía de la conciencia”,
siendo que, aquello que en el problema moderno del conocimiento era legítimo, se disuelve
en semántica, lo que era ilegítimo, deviene psicología no-filosófica.
2. Dado que, por otra parte, para el pensador analítico, la oposición filosofía de la
conciencia - filosofía del lenguaje es exhaustiva, el no puede entender el proceder
fenomenológico (y, en general, cualquier otra forma de filosofía que no sea la propia) ya
23
que no como filosofía del lenguaje, entonces como filosofía de la “conciencia” (que en
nada se diferencia de la moderna, sino que es simplemente una prolongación de ella, en
definitiva, un remanente arcaico, un fósil conceptual). De esta forma, la filosofía analítica
establece un corte absoluto no sólo con las otras tendencias contemporáneas, sino con la
propia historia de la filosofía, corte absoluto que, definiendo su vínculo con la misma como
pura negación, intenta fundar un egocéntrico y autosuficiente a-historicismo36.
Lo que diferencia el esquema analítico del propuesto en este ensayo, es que este, al ser más
englobante, posibilita ver un punto de unión donde, de otro modo, no habría sino pura
alteridad, restituyendo así no meramente la unidad de la filosofía contemporánea, sino de
esta con la historia de la filosofía y, por tal motivo, de la filosofía misma. Al fin de cuentas,
¿por qué el interés en la mediación? Nada más y nada menos que para restablecer la unidad
de la filosofía en la perspectiva de su historia.
La marcha de la filosofía asemeja aquella del cangrejo: avanza en cuanto retrocede. Ella no
es progresiva en el sentido de acumulación gradual de verdades, ni constructiva en el
sentido de articulación de un sistema de las mismas. Ambas cosas pueden, eventualmente,
suceder "también" en la filosofía, no obstante, no constituyen su esencia ni, mucho menos,
la razón esencial de su devenir. La construcción sistemática, la derivación de
consecuencias, la "solución de problemas", los “discursos argumentativos”, son internos a
las tradiciones ya constituidas, signos de una “virada” (turn) ya efectuada, pero no fundan
un nuevo comienzo en la historia del pensamiento. Ellos no son posibles sino como
desenvolvimientos epigonales, no propiamente como “pensar” originario. El verdadero
"progreso" en filosofía camina en la dirección de la explicitación; la identificación de
supuestos (tanto lógico-veritativos cuanto hermenéuticos) es lo que impulsa su historia. En
cada nuevo período filosófico se tematiza aquello que era aceptado de modo tácito, aunque
necesario, en el período anterior37. También el período ontológico y el epistemológico-
trascendental trabajaban de esta forma38. En éste sentido hay un esencial elemento de unión
36
También aquí la situación ha experimentado grandes cambios en los últimos veinte años.
37
Obsérvese que no se trata de cualquier supuesto, sino de supuestos necesarios.
38
Aún cuando lo hacían de un modo o en una variante “fundacionalista”. Diferenciamos
"fundamentación" (esto caracteriza la variante metafísica y la transcendental) de
"explicitación". Fundamentación es explicitación de presupuestos lógicos, explicitación en
24
Podemos invertir, en nuestro punto de llegada, nuestro punto de partida. Partimos de buscar
la unidad de la filosofía contemporánea subyacente a su diversidad. Terminamos
aprendiendo que esta unidad nada más es que la unidad de la propia filosofía para la cual le
es esencial su historia.