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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
MAGÍSTER EN ACOMPAÑAMIENTO PSICOESPIRITUAL
Por
MARÍA CLARA VIAL SOLAR
Santiago, Chile
Octubre de 2016
AGRADECIMIENTOS
Por la vida y la fe que me han dado mis padres, por su testimonio de amor y
de humanidad. A mis primeros compañeros de camino a mis tres hermanos,
Tomás, Juan Sebastián y Angélica.
Por último a cada una y uno que me apoyaron en este tiempo privilegiado de
profundización y de aprendizajes para poder ofrecer con una mayor madurez
y alegría este servicio de acompañar a mis hermanas y hermanos de camino.
1
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS 01
ABSTRACT 05
RESUMEN 06
INTRODUCCIÓN 07
CAPÍTULO I 09
PRESENTACIÓN DE OBJETIVOS 12
1.3. OBJETIVO GENERAL 12
1.3.1. OBJETIVOS ESPECÍFICOS 12
1.4. HIPÓTESIS DE LA INVESTIGACIÓN 12
2. APORTES DE LA PSICOLOGÍA 13
2.1. CICLO VITAL DE LA ADULTEZ 14
2.1.1. Síntesis breve de las miradas psicosociales 16
2.2. IDENTIDAD 21
2.2.1. Perspectiva psicosocial de la identidad - E. Erikson
y otros autores 21
2.2.2. Individuación - C. Jung 27
2.2.3. Autovaloración 37
2.3. DUELO 42
2.3.1. Duelo y sistema familiar- S. Minuchin 49
2.3.2. Duelo del nido vacío 56
2.3.3. Fases de Desprendimiento - V. Kast 57
2
2.3.4. Tareas del duelo J.W. Worden 61
2.3.5. Ampliaciones del concepto del nido vacío 65
2.4. DIMENSIÓN RELACIONAL 70
2.4.1. Aportes de la Teoría del Apego - John Bowlby 70
2.4.2. Principios generales de la Teoría de apego 74
3. LA EXPERIENCIA DE DIOS 78
3.1. La identidad Cristiana 85
3.2. Relación con lo Trascendente 90
3.3. Imagen de Dios 94
3.4. Aproximaciones del acompañamiento Psicoespiritual 99
3.5. Acompañamiento en la etapa de resignificación 104
CONCLUSIONES 183
BIBLIOGRAFÍA 188
4
ABSTRACT
It seeks to establish the aspects of the person that are considered a potential
resource for the development of maturity, favouring the resignificance of this
stage. By means of this, allowing the elaboration of mourning associated with
the transit of the empty nest, in which women are invited to a personal work
of detachment as part of the development of the grief, in relation to the
departure of their children and in connection with their relational identity.
The methodology applied for the investigation was the analysis of contents,
obtained by means of the instrument prepared in the semistructured
interviews to two women that experience the empty nest.
Finally, the obtained results showed the importance of the process developed
from its identity, as the type of bonding established with its meaningful
relationships, but emerges with great relevance the dimension of the
experience of God, of how it favors the process of individuation and from this,
how it allows to experience the process of detachment, and the tasks of
mourning that empty nest poses as, an invitation for development.
5
RESUMEN
Esta investigación tuvo como objetivo conocer y describir las vivencias que
intervienen en el proceso de duelo del nido vacío en mujeres entre 50 y 60
años de edad.
6
INTRODUCCIÓN
7
hijos, de manera que su identidad relacional e individual pueda tener
continuidad ante el desafío maravilloso del crecimiento de su ser y su
autorrealización.
8
CAPÍTULO I
9
forma en que la mujer haya desempeñado el rol de madre, reflejado en la
calidad de los vínculos establecidos con cada uno de los hijos.
11
PRESENTACIÓN DE LOS OBJETIVOS
12
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO
2. APORTES DE LA PSICOLOGÍA
13
cotidiana con los hijos. Mirarnos fuera de este rol y esta forma de vinculación
toma por entero nuestro proyecto de construcción de la identidad. Por ello
deben considerarse, desde la psicología, las teorías de enfoque psicosocial
más relevantes. Para la etapa de la adultez media, y dentro de las
perspectivas teóricas, se describen “dos grandes corrientes: las que
destacan el tema de la personalidad -lo estructural- y aquellas que se centran
en los sucesos o eventos que marcan la vida” (Undurraga, 2011, p. 19). A su
vez, Feldman confirma ambas perspectivas del desarrollo de la personalidad
adulta, donde se “rescata la amplia visión de teóricos que coinciden en que
ésta es una época de desarrollo psicológico continuo y significativo”
(Feldman, 2007, p. 561).
14
anímico (con síntomas de irritabilidad y cambios de humor). Es necesario
señalar que existe diferenciación en las sintomatologías de las mujeres en
este período, debido a factores hereditarios, biológicos y psíquicos.
B.- En el aspecto del desarrollo cognoscitivo, las habilidades mentales llegan
a su máximo potencial, lo que se manifiesta en la capacidad resolutiva, la
creatividad y en las competencias desarrolladas. Desde la mirada
profesional, se alcanza una experticia, aunque también algún grado de
agotamiento (referido a las capacidades físicas principalmente).
C.- En el aspecto del desarrollo psicosocial, continúa el desarrollo del sentido
de identidad. Dentro de esta etapa del ciclo vital se experimenta la transición
de la mitad de la vida. En algunas experiencias, la vivencia de la doble
responsabilidad de cuidar a los hijos y a los padres causa tensiones. Frente a
la partida de los hijos se presenta en esta etapa la experiencia de nido vacío.
15
2.1.1 Síntesis breve de las miradas psicosociales
“La mediana edad puede ser vivida como un tiempo de culminación, pero
también anuncia que se ha llegado a la cima y que habrá que descender.
Entonces puede vivenciarse como un período de crisis: crisis de tiempo,
del sentido de mortalidad personal, de metas, roles y valores”
(Undurraga, 2011, p. 81).
16
las teorías psicosociales. Propone, además, un marco que destaca los
desafíos que conlleva esta etapa de nido vacío en el ciclo vital.
Carl Jung (1875 - 1961) sitúa la adultez media entre los 35 y 40 años y
afirma que ése sería un momento de preparación para un cambio importante
del alma. No se trata solamente de dar por terminado un período por la
disminución de las fuerzas corporales y espirituales, o de plantear nuevos
deseos y nostalgias que frecuentemente brotan en el cambio de edad. Se
trata más bien de una profunda crisis de la existencia, en la que se plantea el
sentido de todo.
17
Acerca de Daniel Levinson (1920-1994), (psicólogo social
estadounidense considerado el padre de la psicología evolutiva) y desde una
perspectiva más contemporánea, Undurraga (2011) destaca la teoría que
contempla todo el ciclo vital. El concepto central es la estructura vital. En
definitiva, Levinson comprende a la persona desde la perspectiva de la
relación que establece con el yo-en-el–mundo, dentro de un contexto
histórico.
18
(2011) agrega que ante los eventos vitales y tareas del desarrollo que
transcurren en períodos de inestabilidad o transición, el individuo se
cuestiona la búsqueda de nuevas posibilidades de “yo- en- el –mundo”
(Undurraga, 2011, p. 30). Siguiendo esta idea, Levinson se apoya en
sucesos concretos como el matrimonio o la jubilación para marcar los
distintos momentos de desarrollo. El modelo propuesto por Levinson
constituye un entramado que sostiene a la persona en un tiempo
determinado y en una situación histórica dada, y donde “sus principales
componentes son las relaciones de cada uno: consigo mismo, con otras
personas, grupos e instituciones, con todo los aspectos del mundo exterior
que tienen importancia para su vida” (Levinson, 1983, citado en Undurraga,
2011, p. 30). Sin embargo, tanto Abarca (1998) como Undurraga (2011)
expresan ciertas críticas a este modelo con respecto a su alcance y al
contenido de género, sin desmerecer los aportes en el campo de la
psicología del adulto.
19
- En relación a los hijos, hay que redefinir el intercambio, aceptando su
autonomía e independencia, y facilitando su desarrollo en el ámbito
emocional e incluso financiero.
- En relación a los padres, es importante aceptar su envejecimiento y
eventual deceso.
- En relación a la sociedad, se debe tener la voluntad de contribuir a la
construcción del mundo (reconociendo sus imperfecciones), así como
dedicar tiempo y energía a la comunidad en actividades sociales y
filantrópicas.
- En el ámbito del trabajo, se debe continuar el desarrollo de habilidades y
objetivos, aceptando también el fracaso en el logro de ciertas metas, y
preparar el camino para la jubilación.
- Por último, se debe ejercer el rol de mentor, que facilita la inserción en el
mundo de las nuevas generaciones, sobrepasando la competitividad o los
celos. Se debe desarrollar la habilidad de apreciar la creatividad, tanto en
otros como en uno mismo.
20
etapa, desde la mirada de Montero, abre horizontes en la profundización de
la identidad.
2.2. IDENTIDAD
22
Los estadios según Erikson (2000, pp. 64-65) son:
23
del ambiente, propósito en la vida y crecimiento personal” (Ryff y Keyes,
1995, citado en Papalia et al., 2012, p. 521). Estos aspectos representan y
dan cuenta de un parámetro positivo de desarrollo en una persona, la cual va
en una dirección constructiva de crecimiento en la capacidad de la
generatividad, en un progreso de integración creciente. Esto se destaca
como algo medular para el desarrollo de la persona, que logra una madurez
de su individualidad, y que seguirá diferenciándose en las etapas sucesivas
en pos de la construcción de su propia identidad. Papalia et al. (2012)
complementan lo anterior con los elementos de satisfacción o bienestar que
son esenciales dentro de un proceso de maduración, y que se pueden
integrar de mejor manera por “el apoyo social -amigos y cónyuges- (…).
También la religiosidad contribuye de manera importante a la satisfacción
con la vida” (Csikszentmihalyi, 1999; Diener, 2000; Myers, 2000, citado en
Papalia et al., 2012, p. 20).
24
sentido de expansión de la identidad. Se reconoce entonces que la crianza
no es el único camino para desarrollar la generatividad, ya que ella va más
allá y se activa desempeñando otros roles que se ponen al servicio de la
familia, del trabajo y de la sociedad. Feldman (2007) corrobora esta visión
afirmando que “el ser humano generativo se esfuerza por desempeñar su
función guiando y alentando futuras generaciones” (p. 561). Se entiende que
todos los adultos tienen un grado diferente de generatividad, y no todos lo
desarrollan en su totalidad. Las mujeres presentan en esta etapa un mayor
grado de desarrollo que los hombres debido a la reelaboración del rol de
madres que han hecho para insertarse en la sociedad. Es por ello que la
generatividad tiende a asociarse con la conducta prosocial (McAdams, 2006).
Puede también ampliarse al mundo del trabajo, lo sociopolítico, la religión,
los espacios de recreación, lo creativo en lo artístico y otros ámbitos. Erikson
lo refirió como “la conservación del mundo” (Papalia et al., 2012, p. 513).
25
un mayor compromiso hacia los otros, pudiendo entregar los aportes con
ideas y/o proyectos que den cuenta de aprendizajes propios adquiridos en la
vida. El propósito de esta dinámica generativa es facilitar la tarea de la
inserción en el mundo a las nuevas generaciones, favoreciéndose en esta
etapa el desarrollo de la virtud del cuidado.
26
La posibilidad de entrar en la dinámica de la madurez o rehuirla está
determinada por múltiples factores de la conformación de la persona; es por
ello necesario profundizar en varias cuestiones: ¿Cómo elegimos crecer?
¿Tenemos las herramientas para ello? ¿Qué nos obstruye? ¿Qué
necesitamos? ¿A qué le tenemos miedo? ¿Acepto mi disconformidad? ¿Me
podría enfermar? ¿Tiene sentido lo que busco? Estas son algunas preguntas
que se presentan en el trascurso de las crisis que nos toca atravesar durante
el ciclo vital, las cuales nos invitan a confrontar y revisar responsablemente
cómo asumimos el curso de nuestro crecimiento y qué tenemos que
aprender para desarrollarnos.
2.2.2. Individuación
27
comunicarse con el Sí Mismo. Para el autor, este proceso se desarrolla en un
orden secuencial y describe la comprensión que se busca alcanzar. Se
“produce un individuo psicológico, es decir, una unidad independiente e
indivisible, un todo” (Grün, 2001, p. 72). Esto se traduce en un proceso de
llegar a una unidad, donde “el Yo debe volverse a su origen, hacia el Sí
Mismo y ganar desde él nuevas fuerzas vitales. El desarrollo del Sí Mismo es
el objetivo de la individuación” (Grün, 2001, p. 86).
A. La Persona
La Persona se comprende como la imagen representativa de la función
arquetípica de adaptación. Es la máscara que nos ponemos antes de salir al
mundo externo; es la postura o carácter a través del cual nos relacionarnos
con la sociedad o, mejor dicho, con las expectativas que la sociedad tiene (o
creemos que tiene) de nosotros. Como la palabra lo dice “es sólo una
máscara para la psique colectiva, una máscara que rodea la individualidad, y
trata de hacer creer a los demás y a uno mismo que uno es individual,
mientras uno es sólo una parte en la cual se expresa la psique colectiva” (De
Castro, 2006, p. 68).
28
B. La Sombra (De Castro, 2006)
La Sombra es un símbolo arquetípico, con el que Jung se refiere a todos los
aspectos reprimidos en el inconsciente. Corresponde a lo que comúnmente
llamamos nuestro Doble, el Alter Ego, el personaje negro, sombrío que
llevamos dentro. Es aquella parte de nuestra personalidad que ha sido
reprimida en nuestro cuidado del Yo ideal comprometido con la máscara.
29
Sobre el proceso de conocer al propio desconocido interior
(denominación de lo inconsciente), a continuación se presentan algunas
perspectivas transformadoras que el autor De Castro hace en referencia a la
teoría de Jung sobre la dinámica de la Sombra (De Castro, 2006):
30
de una colectividad y responder a sus patrones.
1. Aprender a vivir con mayor integración: aceptar con paz y desde adentro
nuestra propia historia.
2. Aprender a ampliar nuestra conciencia.
3. Aprender a vivir con mirada de totalidad, para lograr una mayor plenitud de
vida.
31
madre (desde lo Junguiano, la identificación con el arquetipo de la madre),
manteniéndose ligadas al rol de alimentar y cuidar a los hijos y nietos, no
dando lugar a que ellos tengan su propia vida o identidad, ni dando lugar a
su diferenciación e individuación. Al respecto, afirma Stein (2007) que en el
trabajo de hacer consciente la identificación con las figuras arquetípicas del
inconsciente colectivo, pueden haber impedimentos que desafían al
crecimiento del ego hacia un yo individualizado. Sin embargo, sabemos que
“la individuación es un proceso dinámico que dura toda la vida” (Stein, 2007,
p. 14). En una psique dinámica se activan los movimientos o impulsos que
van en la dirección de la individuación. En definitiva, ella sigue pulsando, y
depende del individuo que sea capaz de desarrollar su individualidad, el dar
pasos efectivos hacia la autenticidad, logrando liberarse de las fijaciones de
la conciencia. Es muy posible, y tal vez necesario, que se requiera la ayuda
ya sea de un profesional de la psicología o de un acompañante
psicoespiritual, para contener y colaborar en el proceso de interiorización que
conduce a la individuación. Agrega Stein (2007) que “en la medida que nos
liberamos de las identidades inducidas por el personaje y por la sicigia
(anima/animus)” (p. 14), también nos liberamos de la repetición compulsiva
de los patrones del pasado. Estas identidades son formaciones que nos
hablan de una larga y compleja historia. La adherencia del ego le impide a la
persona experimentar en su personalidad un nuevo crecimiento, y abrirse a
una vivencia más amplia de la vida, tarea de la segunda mitad de la vida.
32
Esta es la base del espejo: sentimientos, sucesos, personas,
pensamientos, palabras, imágenes, recuerdos, anticipaciones, esperanzas,
temores y otros. Estas son las materias primas de lo que William James
llamaba el torrente de la consciencia, y el ego todo lo registra y, hasta cierto
punto, lo graba y se identifica con ello. Jung tuvo la precaución de llamar
complejo del ego a este corazón del universo de la consciencia. Porque no
es consciente. Es lo más íntimo y lo más individual que conocemos, aun
cuando es un oscuro misterio en sí mismo o por sí mismo: “Luz sin ello, y
oscuridad dentro de ello” (Stein, 2007, p. 28). Lo considera la individualidad
misma, el corazón de nuestro ser único. Sin embargo, “sus cimientos no son
conscientes y, por lo tanto, es inaccesible a la toma de conciencia
introspectiva inmediata” (Stein, 2007, p. 35). Sus raíces están en la sombra,
pero ésta también pertenece a nuestra individualidad total (Si Mismo).
33
-Ánimus: es el elemento masculino individual que existe en cada mujer.
Surge, en primer lugar, como una representación mental de las relaciones
que unen a la hija con su padre. Esta imagen será ampliada
(inconscientemente) por su propia experiencia, además de la fuente
inconsciente colectiva hereditaria del Gran Padre.
La Anormalidad: Al ser reprimido, puede llegar a ser hostil y enemigo de la
femineidad, considerando los hechos como opiniones infundadas, la
autoridad como una dominación, la capacidad de decisión como capricho y
otros. Cuando no se integra armoniosamente, es posible que trate de
imponer sus juicios con autoritarismo, tratando de sobresalir, buscando los
éxitos y evitando fracasos a como dé lugar. Cada mujer u hombre contiene
posibilidades de desarrollo de ambos elementos, masculino y femenino, y
nadie puede acercarse a alcanzar la totalidad de la madurez sin algún
desarrollo armónico de ambas polaridades (De Castro, 2006).
34
de las razones señala:
35
De Castro (2006) plantea que llegar a experimentar el Self constituye la
cumbre del proceso de desarrollo humano hacia su madurez cuando se
desarrolla:
-La experiencia de integración y amplitud de creciente conciencia:
aprendiendo a buscar la verdad y caminar en ella. Reconciliándonos con
nuestra historia, aflojando las máscaras e integrando nuestras sombras.
-La Armonía y reconciliación: progresiva reconciliación y comunicación con
nosotros y con el mundo que nos rodea. Relaciones más libres, serenas,
objetivas y gratuitas.
-La disminución progresiva del egocentrismo: amar sin buscar nuestro propio
provecho. Fomentando un creciente espíritu de comunión.
-La reubicación del Yo al servicio de una totalidad mayor: ya no es más la
única ni la primera instancia de dirección de la vida, ahora es consciente que
forma parte de una realidad mayor.
-La Experiencia como una nueva centralidad: La vida es más que el yo, que
lo consciente. Descubriendo que hay un gran tesoro escondido, más vivo y
más importante, que surge del interior de cada persona, esto se manifiesta
por la exigente necesidad de individuación consiste en “retornar a la
naturaleza de uno mismo, a su auténtico ser” (Stein, 2007, p. 23).
- El servicio de unos nuevos propósitos. Descubriendo que hay un sentido en
lo que se vive todos los días. La existencia humana tiene un sentido de
comunión. Los seres se apoyan unos a otros en su existencia. El Self
significa centro de la personalidad total, consciente o inconsciente. Realizar
en la propia existencia lo que ya está inscrito misteriosamente en imágenes y
símbolos, que ayudan a tomar contacto con el Self que quiere surgir. Surge
el Self casi como una experiencia mística, experiencia de comunión en
donde lo más humano nuestro toca la esfera de lo divino.
36
paulatina curación de la neurosis, permitiendo así reconocer lo simbólico que
surge desde el inconsciente, y que entrega pistas que permiten tomar
contacto con la experiencia del Self. Stein (2007) destaca las experiencias
que emanan y abren a lo numinoso. Hace referencia a lo que afirma Rudolf
Otto:
2.2.3. Autovaloración
37
experiencia de ser aptos para la vida y sus requerimientos. Más
concretamente consiste en:
38
avanzar ante los desafíos que la vida nos trae.
Branden (2011) explicita que existe dos pilares duales para que la
autoestima sea positiva: la autoeficacia y la autodignidad. Ambas se
requieren para establecer una base fundamental. La experiencia de la
autoeficacia según este autor, se interpreta en el sentido de experimentar “el
control sobre la propia vida” (p. 40), el bienestar de saberse en el centro vital
de tu propia existencia, a diferencia de ser un espectador pasivo o víctima de
los acontecimientos. Se establece una confianza cognoscitiva en sí mismo.
39
demás. La acción del autovalerse queda sujeta a los otros, donde el foco es
realizar méritos para sentirse considerado. Como consecuencia, se afecta la
capacidad de seguir creciendo de manera ecuánime.
40
b) Expectativas; que otros tienen de nosotros, la de los padres a los hijos
y otros.
c) Experiencia de aceptación profunda de ser amados sin condición, de
ser amados en nuestra verdad. Experiencia de aceptación profunda
en la amistad profunda (no buscar poseer, sino con gran gratuidad).
d) Nuestra propia elección y decisión. Nos hacemos cargo de nuestra
vida. La valoración de lo adulto depende de nosotros.
Branden (2011) enfatiza que existe un nivel aún más profundo donde
necesitamos comprender la autoaceptación. Está implícita en el concepto de
la autoestima, y se refiere “a una actitud de autovalía y autocompromiso que
deriva fundamentalmente del hecho de estar vivo y ser consciente” (Branden,
2011, p. 81). Es más profunda que la autoestima, y para poder crecer en ella
se requiere de voluntad consciente y responsable, para poder desaprender lo
que traemos, para dar pie a una nueva mirada de autoaceptación, logrando
tomar distancia de las aprobaciones o reproches.
41
propia vida. También aceptar las limitaciones experimentadas, tanto
familiares como personales.
2.3. DUELO
El concepto de Duelo (del lat. dŏlus, por dolor) significa para la Real
Academia: dolor, lástima, aflicción o sentimiento. En definitiva, hace
referencia a un dolor. Se comprende el duelo como un “estado psicológico
consecuente a la pérdida de un objeto significativo que formaba parte
integrante de la existencia (Galimberti, 1992)” (Romero, 2014).4
4
Apuntes de clases de Duelo, Magíster en Acompañamiento Psicoespiritual 2014.
5
Terminología anglosajona de los procesos de duelo. Según Humphrey y Zimpfer
(1996) y Raphael (1983) Pág. 46. Tizón J., (2013) Pérdida, Pena, Duelo. Vivencias,
investigación y asistencia. Barcelona, España: Editorial Herder.
42
pérdida.
Con respecto al término elaboración del duelo, Tizón (2013) describe que
todo duelo es una situación diacrónica, que sigue un proceso. Sus resultados
no tienen por qué ser negativos para la persona que lo experimenta, o
deudo. Una elaboración adecuada del duelo posee una serie de indicadores
y puede dar lugar a un enriquecimiento personal, a un crecimiento individual
y psicosocial, mientras que su elaboración inadecuada da lugar a problemas
nivel psicológico, biológico o psicosocial.
43
todos estamos llamados a comprender que “despedirse es algo que hay que
aprender” (p. 20).
44
“El duelo no es sólo una serie de sucesos, fases o períodos de tiempo.
Nuestra sociedad presiona y exige para superar las pérdidas. La pérdida
tiene lugar en el tiempo pero su posteridad dura toda la vida. La pena es
real porque la pérdida es real. La conexión entre ese dolor y el amor es
para siempre. Evitar el dolor de la pérdida implicaría evitar el amor y la
vida que hemos compartido. Según C. Lewis, “el dolor de ahora es parte
de la felicidad de antes. Esa es la cuestión” (Kübler – Ross & Kessler,
2006, p. 207).
45
y se pueden hallar dificultades mientras el dolor está en el corazón. Para el
proceso de duelo es básico contar los detalles reiteradas veces. Esto ayuda
a sentir la pena para poder curarse. En la actualidad sabemos que hay poca
cabida para permitirse reelaborar los duelos, y por ende vivenciar sus
procesos, poder contar las historias que nos acontecen ante las
innumerables pérdidas a lo largo de la vida. Este escenario hace necesario
que se dispongan espacios de relación de ayuda, que permitan compartir las
veces que sea necesario para favorecer una curación profunda. El relatar y
sacar fuera es una experiencia paulatina de vaciamiento, de botar gota a
gota el dolor que se va reteniendo a lo largo de la vida, para ir encontrando
nuevos significados y esperanzas que den nuevos sentidos de vida.
46
inicio del duelo, y posponen la elaboración ante la dificultad de reconocer la
pérdida o la ausencia del ser querido.
-El duelo crónico que es una reacción luctuosa, o de constante tristeza, y que
perdura a través de los años. “El sobreviviente es absorbido por constantes
recuerdos y es incapaz de integrarse de nuevo en el tejido social” (p. 78).
-El duelo patológico en que las emociones y las reacciones pueden
convertirse en una depresión debido a la intensidad extrema, y donde la
persona requiere ayuda profesional para poder sobrellevarlo.
47
en tierras extranjeras las características de su tierra perdida.
La pérdida de los bienes materiales: Las personas tenemos apegos a
objetos externos, y estos nos absorben con energías emotivas.
La pérdida de los lazos afectivos: a lo largo de su vida, toda persona
establece diferentes relaciones con diferentes gradualidades en la intensidad
del vínculo establecido. A través de la vida son muchas las despedidas y
pérdidas que implican niveles de ruptura con distintas consecuencias y que
desafían el volver a confiar y crear nuevos vínculos.
La pérdida de la identidad personal: se evidencia en la persona que ha
perdido la confianza en sí misma. Puede ocurrir tanto por acontecimientos
externos como internos, y que debilitan la identidad personal (ej. pérdida de
los roles sociales, el renunciar a determinadas ideas, mecanismos de
defensa o modos de ver la vida).
La pérdida de bienes humanos y espirituales: la sociedad queda
profundamente afectada con injusticias como el terrorismo, la corrupción, la
violación de derechos humanos etc. Es experimentar la pérdida del
patrimonio humano. En el ámbito de lo espiritual, el autor pone como
ejemplos la pérdida de la fe, el alejamiento de Dios, la pérdida de los valores
espirituales que sustentan una mirada más trascendente.
La pérdida de la salud: según el autor, el cuerpo es un maravilloso y
vulnerable entramado. La enfermedad o limitación se recibe como una
amenaza al propio bienestar, y se desencadenan múltiples reacciones según
la gravedad o intensidad de la enfermedad.
La pérdida de lo que nunca se ha tenido: el autor la señala en la línea
de lo que se ha soñado, deseado y que nunca se ha tenido. Como ejemplo
indica un pueblo oprimido que por años lucha, deseando libertad y justicia;
un niño que nace sin padres, y que busca y anhela poder conocerlos; la
esterilidad de los padres que añoran tener un hijo. En estos casos, como en
otras circunstancias, se aprende a vivir con el sentido de pérdida de los
sueños y anhelos que forman parte de nosotros mismos.
La última pérdida: afirma el autor que la muerte es la más temida de
48
todas las separaciones, sea la nuestra o la de un ser querido. Sugiere que la
condición para acoger a la muerte es la de vivir la propia vida con aceptación
profunda, en donde el abrazo consigo mismo pueda afrontar la propia
muerte. La otra pérdida está ligada a la de un ser querido, la comisión y
aflicción es comprendida, y se le llama duelo (Pangrazzi, 2013).
“Aquellos que nos han amado nos modelan una y otra vez;
y, aunque el amor puede morir,
para bien o para mal somos, no obstante, su obra.”
François Mauriac 6
A. El tipo de pérdida.
B. El momento de la evolución del individuo y del grupo en el cual incide.
C. El tipo de organización del grupo social y la familia (cohesión,
estructuración, conflictividad, expresividad emocional, adaptabilidad y tipo de
representaciones mentales dominantes en la mentalidad familiar o grupal).
Tizón- ciclo familiar etapa del nido vacío (2013, p. 302) tabla 7.4
50
El sistema familiar se diferencia y desempeña su función a través de
subsistemas. “Los individuos son subsistemas en el interior de una familia.
Las diadas, como la de marido-mujer o madre-hijo, pueden ser subsistemas.
Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo, interés o
función” (Minuchin, 2003, pp. 87-88). Diferentes subsistemas se incorporan a
diferentes relaciones complementarias. Las personas se acomodan en forma
de caleidoscopio para lograr la reciprocidad que posibilita las relaciones
humanas. Los tres subsistemas que denomina Minuchin (2003) son:
51
satisfacerlas. “El funcionamiento eficaz requiere que los padres y los hijos
acepten el hecho de que el uso diferenciado de autoridad constituye un
ingrediente necesario del subsistema parental” (p. 96). En la etapa de la
partida de los hijos, las transacciones del subsistema parental con el joven
adulto deben modificarse y dejar de ser relaciones del tipo padre-hijo, para
convertirse en relaciones de tipo padres-joven adultos. Plantea el autor que
de este modo se logrará una adaptación exitosa.
7
Para ampliar referencia p. 89, Minuchin (2003)
52
y el sufrimiento de los demás (…) si son difusos, puede que invadan
unos a otros subsistemas” (Tizón, 2013, p. 297).
53
tanto el desarrollo individual como familiar, generando aprisionamiento en los
modelos interpersonales y desgaste en las vinculaciones. Aun así, existe la
posibilidad de replantear estas funciones y expandirlas.
55
2.3.2. Duelo del nido vacío
56
2.3.3. Fases de Desprendimiento
Cabe señalar que según Kast (1997), “puede haber un duelo, y de que
existe un yo propio sobre el que reorganizar” (p. 35). A continuación, la
autora señala las fases del duelo en el proceso de desprendimiento,
presentes en una evolución tipificada.
57
madres pueden persistir en no querer ser conscientes, querer “convencerse
de que, en realidad no ha cambiado nada” (p. 35). En consecuencia, no se
acepta el cambio en la dinámica familiar, con una respuesta de rechazo.
58
también puede darse en esta fase una forma enmascarada de preocupación
por el hijo que partió de casa, por lo que es necesario dar pasos en la
dirección de un verdadero soltar, confiando en las facultades que el hijo tiene
para emprender su vuelo. Otra dificultad que aparece son las idealizaciones
con relación a la crianza y las cualidades de los hijos, generándose una
oportunidad de poder recordar con perspectiva, valorar lo aprendido de la
vida con el hijo, reconocer las cosas que han permitido un crecimiento como
padres y que siguen vivas en el interior, aunque el hijo ya no esté. Kast
(1997) plantea la posibilidad de aprender a rememorar anticipadamente lo
anterior, a través de pequeños rituales que ayuden a valorar
conscientemente la relación construida, y a reconocer las actitudes que cada
hijo despierta en los padres, sean buenas o malas. Sería un ejercicio
preliminar para el momento de la verdadera despedida.
Para Kast (1997) la cuarta fase del proceso del duelo tiene un carácter
propio. “El hijo o hija, de quien nos hemos desprendido, no sale de nuestra
vida y, sin embargo, nuestra relación hacia ellos ha cambiado
fundamentalmente” (p. 43). Lo importante es la manera en que se han
afrontado estas fases, y como se podrá mantener una actitud sana a lo largo
59
de nuestra vida, caracterizada por la búsqueda de la verdadera proximidad,
al mismo tiempo que una verdadera distancia. De esta dinámica se
desprende entonces la necesidad de ser “flexibles y adaptables a las
necesidades psíquicas de acuerdo con el apego y la autonomía” (p. 44), de
cada uno de los miembros. Admitir las necesidades autonómicas es tarea de
todos los miembros que participan. Si no se trabaja en la aceptación de unos
hacia los otros “sólo queda la huida abierta o la huida secreta” (p. 44).
60
que representamos. Finalmente aprendemos a confrontar aquello que
queremos ser con aquello que somos. Por último, la autora señala que vivir
la identidad va esencialmente unido a la experiencia de autonomía. Esta se
desarrolla paulatinamente con nuestro crecimiento como personas, al ir
asumiendo la creciente responsabilidad de forjar la independencia de un yo
propio (Kast, 1997).
61
reestructurar la pérdida a partir de la elaboración de ella (Worden, 2004). Las
tareas planteadas desde la perspectiva que ofrece el autor ante la pérdida
del fallecido se extraerán los aportes referidos para una mayor comprensión
del proceso de desprendimiento del duelo por la partida de los hijos de casa,
estas son:
62
de la misma manera y con la misma intensidad, y que su manifestación
puede ocurrir a nivel corporal, emocional y conductual. La negación en esta
etapa se manifiesta como un no sentir el dolor, el que puede ser evitado de
variadas formas. Una es estimulando pensamientos positivos del hijo
perdido, o a través de idealizaciones vs pensamientos dolorosos. Lo
importante, como señala Worden refiriéndose al planteamiento de Bowlby
(1980), es que “antes o después, aquellos que evitan todo el duelo
consciente sufren un colapso, habitualmente con alguna forma de depresión”
(citado en Worden, 2004, p. 53). El trabajo de esta tarea se hace más
complejo si no existe una red de apoyo que permita brindar lo necesario para
expresar y vivir la emoción del dolor. Los códigos culturales de
competitividad y búsqueda del éxito presentes en nuestra sociedad tampoco
dan cabida a la fragilidad humana y su necesidad de expresar y vivir el dolor
en toda su magnitud.
63
Tarea III: Adaptarse en un medio en el que el (hijo/a está ausente). La casa
vacía.
Señala el autor que existen tres áreas importantes de adaptación:
a) Las adaptaciones externas, referidas a los aspectos cotidianos que la
persona debe manejar ante la ausencia del hijo perdido, y que dependen de
la relación con este, de los roles que desempeñaba, y de la cantidad de
tiempo necesaria para ver como afecta la ausencia en lo cotidiano. En el
proceso de nido vacío, la tarea de la mujer tiene como objetivo la adaptación
a un nuevo esquema de familia y de roles femeninos. En lo práctico (el vacío
visible de la casa), el enfrentar la soledad. Acá se dan las instancias de
redefinición de la pérdida, valorando el lugar y el tipo de relación con cada
hijo, dando pasos en el proceso de duelo.
64
opuesto, la persona puede lograr un crecimiento que le permita reconocer
cambios, cuestionar sus modelos representacionales, y redifinir las metas de
vida.
Tarea IV: Recolocar emocionalmente el valor de los vínculos con cada hijo.
En el proceso de nido vacío, y dentro de esta tarea, las mujeres tienen el
desafío de reubicar el valor de los vínculos con cada hijo, de aprender a
mantener una nueva forma de vinculación y de búsqueda de una verdadera
proximidad, al mismo tiempo que una verdadera distancia (Kast, 1997). El
trabajo sobre el reconocimiento de los límites en el nuevo contexto familiar,
sobre la identidad dentro del proceso de duelo en las mujeres, toma
protagonismo, así como mismo la tarea de revalidación y reconstrucción de
los vínculos con la pareja, en los que tenga un lugar preferencial la
continuidad de sus proyectos de vida. Frente a la posibilidad de no cumplir
esta tarea (la de recolocar el apego de los hijos fuera del hogar con una
verdadera distancia autonómica), los hijos pueden responder con una huida
secreta, como señala Kast (1997). La madre puede quedar fijada al pasado,
seguir alimentado un rol materno, y aplazando la resignificación de su
identidad vincular (en la relación con el hijo o con el marido) hacia una
identidad individual. La consecuencia de esto puede ser una depresión, fruto
del estancamiento en las tareas de duelo y de desprendimiento sano. Una
vez más se pone de relieve para el acompañamiento la importancia de
reconocer los temas pendientes o las dificultades en la recolocación de la
partida de los hijos, sabiendo que encontrar el camino hacia una identidad
más autónoma es demoroso.
65
maternidad, invirtiendo un gran esfuerzo en la crianza pueden tener
dificultades, pero son superadas por aquellas que consideran que esta
situación es una experiencia liberadora” (Papalia et al., 2012, p. 528).
Pueden perseguir sus propios intereses mientras disfrutan de los logros de
sus hijos mayores. Sin embargo, las dificultades tanto materiales como
humanas experimentadas por los hijos pueden afectar el proceso. Esto
provoca una cierta ambivalencia, donde los padres se sienten divididos entre
el deseo de que sus hijos adultos afirmen su independencia, y el natural
deseo de intervenir y ayudar.
Para Papalia et al. (2012) los efectos en el matrimonio del nido vacío
“dependen de su calidad y duración” (p. 528). Se reconoce que en una buena
relación de pareja, la partida de los hijos puede invitar a una segunda luna de
miel, propiciando bienestar ante un nuevo escenario de mayor tiempo y
dedicación (Gorhoff & Helson, 2008)” (citado en Papalia et al., 2012). En la
situación opuesta, Papalia et al. (2012) plantean la aparición de dificultades
en las relaciones de pareja cuya “identidad depende de su papel como
padres, o para las que ahora deben enfrentar problemas matrimoniales que
antes habían hecho a un lado, bajo la presión de las responsabilidades
parentales (Antonucci et al., 2001)” (Papalia et al., 2012, p. 528).
Por último, el autor señala que “el nido vacío no es una señal del fin de
la paternidad o maternidad. Es una transición a una nueva etapa: la relación
entre los padres y sus hijos adultos” (p. 529). Esta perspectiva alude a un
dinamismo en el desprendimiento del duelo, asociado a la vivencia como una
oportunidad de desarrollo humano dentro del ciclo vital, que cada familia y
mujer debe cursar en la vida (Papalia et al., 2012).
67
estaban deprimidas por la partida de sus hijos. “El sentimiento predominante
en todas las mujeres, excepto pocas, era de alivio” (p. 165). Por
consiguiente, observó en general que la mayoría de las madres que se
sacrificaron mucho por sus hijos pudo encontrar nuevas ocupaciones y pudo
reorganizar su vida cotidiana, en vez de experimentar una depresión
paralizante (Shibley, 1995).
Como hemos visto, existen maneras de abordar esta crisis. Para ello,
la perspectiva de afrontamiento de Fierro (1992) nos entrega herramientas
para comprender las respuestas adaptativas en las mujeres del grupo de
referencia. Afirma Fierro que, ante la crisis suscitada por la transición del
68
nido vacío, existen estilos de afrontamiento ligados directamente a los
recursos de los individuos para responder adaptivamente. Estos recursos
incluyen sus características de personalidad en un contexto de interacción
con el medio. “La resolución positiva de unas y otras crisis abre una nueva
etapa de desarrollo personal y autorrealización, como destacan los modelos
de estadios de la identidad (Erikson, 1968; Loevinger, 1976). Pero el fracaso
en afrontarlas le puede hundir a la persona en la miseria: en la depresión y
en la infelicidad” (Citado en Fierro, 1992, p. 9).
69
planteamientos entregados. Las mujeres pueden afrontar aspectos o
indicadores que inciden y forman parte de la transición, tales como la
identidad, ante la pérdida del rol materno; la somatización posible por la
menopausia, como también los sentimientos depresivos por posibles
problemas de personalidad; la sanación o fortalecimiento de la vinculación
con los hijos; la reelaboración de los vínculos como madre, en el contexto
nuevo de ser familia; la reelaboración como pareja. “Hansen (2003) explica
que los rasgos de personalidad, entidades adaptativas, individualizadas,
únicas para cada persona (citado por Cloninger, 2003), influyen en la
conducta de afrontamiento” (Carmona et al., 2009, p. 6).
Bowlby (2006) afirma que “el vínculo afectivo es la atracción que un individuo
70
siente por otro individuo” (p. 90). El rasgo esencial de la vinculación afectiva
es la tendencia de dos personas a permanecer en mutua proximidad. Esta
tendencia es la causa del establecimiento de vínculos afectivos o apegos, al
principio entre el niño y el progenitor, y más tarde entre adultos (que es
donde se sitúa nuestra investigación). En la dinámica relacional presente en
las vinculaciones de apego de individuos adultos, es importante destacar que
“para la mayoría de los adultos de edad media, las relaciones son la llave
más importante del bienestar (Markus et al., 2004), y pueden ser una fuente
importante de salud y satisfacción (Lachman, 2004)” (citado en Papalia et al.,
2012, p. 523). El estudio realizado por Carmona et al. (2009) define algunos
conceptos en relación con la transición del nido vacío, y los estilos vinculares
y de apego. Primero hay que considerar el contexto cultural en el cual se
elabora el nido vacío. También es importante el tipo de unión matrimonial y la
realidad socioeconómica. En el caso particular del apego, se “evidencian
características propias de las conductas de apego, como la base segura, la
búsqueda de proximidad, el refugio seguro y la ansiedad ante la separación,
frente a la relación de las madres con sus hijos cuando estos abandonan el
hogar” (p. 14).
71
refugio seguro, y base segura (citado en Carmona et al., 2009, p. 3). Sobre la
teoría de apego, afirma que:
“El apego es descrito por Ainsworth como un lazo afectivo que se forma
entre el individuo y la figura materna, a partir de las diferencias que
encontró en el comportamiento de los individuos frente a la situación
planteada en el experimento” (Carmona et al., 2009, p. 4).
72
búsqueda de apoyo. En consecuencia, la persona con apego seguro es
capaz de establecer relaciones interpersonales satisfactorias; en momentos
de dificultad y frente a reacciones de enojo tienen la capacidad de control
sobre sus emociones, y buscan las posibles soluciones a la situación. Se
presenta poca ansiedad y no hay presencia de evitación.
73
evitación. Existe ausencia de seguridad en este estilo de apego. Los
individuos se sienten impulsados a no buscar ayuda de los demás y prefieren
el distanciamiento emocional. Son fácilmente susceptibles al enojo, pero
buscan encubrirlo negando el sentimiento a través de un comportamiento
positivo. Sin embargo, hay certeza con respecto a cambios en el sistema
nervioso, como la aceleración del ritmo cardiaco, entre otros (Botella, 2005,
citado por Carmona et al., 2009).
74
del individuo, al mantenerlo en contacto con quienes le brindan cuidado.
h) Brindar cuidados es una conducta complementaria de la conducta de
apego, y cumple una función también complementaria: la de proteger al
individuo apegado.
i) La conducta de apego permanece potencialmente activa durante toda la
vida.
j) La psicopatología se debe a que el desarrollo psicológico de una
persona ha seguido un camino atípico, y no a que ha quedado fijado, o
ha hecho una regresión, a alguna etapa temprana.
k) Los patrones perturbadores de la conducta de apego pueden existir a
cualquier edad, debido a que el desarrollo ha seguido un curso
desviado.
l) Los principales determinantes del curso que sigue el desarrollo de la
conducta de apego del individuo, y de la forma en que se organiza, son
sus experiencias con las figuras de apego durante sus años de
inmadurez: infancia, niñez y adolescencia.
m) El patrón de vínculos afectivos que un individuo establece durante su
vida, dependen de la forma en que su conducta de apego se organiza
en su personalidad.
75
reelaboración de la pérdida en función de la adecuación de los vínculos a la
nueva realidad familiar.
Por último, Carmona et al., asegura que “los estilos de apego varían
de acuerdo con el tipo de relación hijo-padre, padre-hijo, pareja; por ejemplo,
una mamá puede tener un estilo ambivalente con su hijo y un estilo seguro
con su pareja” (Carmona et al., 2009, p. 5). Podemos señalar que para
Bowlby (1997) el modelo representacional o de funcionamientos mentales se
construye a partir de las relaciones con las figuras de apego formadas en la
niñez; y que el modelo mental construido desde la infancia será útil al
individuo para poder interpretar las acciones e intenciones de los demás, y
con ello poder dirigir su conducta. Dentro de este patrón de conducta, se
puede aseverar que en su crecimiento hacia la adultez, el individuo va
realizando ligeros ajustes al modelo implícito de su yo en relación a otros. Se
destaca también en las investigaciones revisadas que los individuos pueden
restablecer (con algunas dificultades) su modelo con nuevas vinculaciones
que le brinden cercanía y confianza, y le permitan desarrollar una mayor
76
interdependencia y autoestima.
8
Juan Pablo II, (1988) Exhortación Apostólica Christifideles Laici, n. 40, p. 48.
77
3. LA EXPERIENCIA DE DIOS
78
importante o valiosa en la vida. Brusco (2002) define la espiritualidad como
“el conjunto de aspiraciones, convicciones, valores y creencias capaces de
organizar en un proyecto unitario la vida del hombre, causando determinados
comportamientos” (Brusco, 2002, p. 37, citado en Bermejo 2012, pp. 18-19).
79
Dios ha sido parte del proceso de crecimiento personal, emocional y social,
el ser humano encuentra sentido a su existencia, además de un valor
espiritual que lo motiva a superar las dificultades de la vida. Dentro de esta
mirada, Bermejo afirma que “para el creyente, hablar de espiritualidad es
hablar de experiencia de Dios, porque, más que hablar sobre Dios, más que
pensar con la mente sobre Dios, es cuestión de sentirlo con el corazón”
(Bermejo, 2012, p. 33).
81
encontrarlo para comprender en nuestro encuentro con él, el misterio de
nuestra propia vida, (Jn 14, 6 Yo soy el camino, la verdad y la vida.)” (Grün,
2008, p. 55). El camino de crecimiento de la vida espiritual en la adultez
media, plantea Anselm Grün, es un camino hacia el fondo del alma:
“Allí, en el fondo de nuestro interior, brota la fuente del Espíritu Santo, que
desemboca en las distintas fuentes de las virtudes y valores. Todos los
métodos y caminos espirituales tienen, en última instancia, el sentido de
ponernos en contacto con esta fuente en nuestro interior” (Grün, 2008, p.
101).
82
En su desarrollo espiritual, el ser humano va descubriendo que su
relación con Dios atraviesa por múltiples cambios. Esto representa una
evolución de la imagen de Dios. Es el fruto de este proceso de significado y
evolución de la imagen Dios, lo que se refleja en las expresiones y acciones
de su existencia. Dentro de este camino de relación con Dios, Jesús nos
revela quien es el Padre. Por medio de las bienaventuranzas (Lc 6, 20-26) el
evangelista nos enseña la Sabiduría de Dios y sus esperanzas para con sus
hijos. Las bienaventuranzas son una invitación a un sendero de vida plena.
Como creyentes, lo experimentamos sostenidos por el amor de Dios, que
nos llama a crecer en un amor que transciende, que se da a sí mismo. Por
medio de la fe, Dios nos regala y nos llama a pedir la gracia del conocimiento
interno, a identificarnos por medio de Su Espíritu con la vida, la muerte y la
resurrección de su Hijo Jesucristo. Recorrer este camino es, afirma Grün,
como para San Lucas, “la cruz, como el símbolo de las miserias que
debemos atravesar para llegar al propio sí mismo, a la imagen única que
Dios se ha hecho de nosotros” (Grün, 2008, p. 77).
“El alma fiel a Cristo va subiendo, llevada por Jesús, a una colina más y
más alta… un aire puro, una brisa ligera, transparente… de simplicidad,
de sinceridad, de ausencia total de pretensiones que llegan hasta el
olvido del yo; una facilidad en un vivir en renunciamiento interior, el amor
a ser desconocido y tenido por nada; el gozo en reconocer los propios
fracasos, las miserias y debilidades, los defectos no culpables… Esta es
la auténtica liberación. (s35y23)” (Mifsud, 2006, p. 26).
83
con decir: Señor, Señor, o realizar grandes milagros. Lo que importa es crear
la novedad de Dios que nos muestra Jesús con su testimonio como Hijo del
Padre. “Para crear novedad hay que ser esa novedad, pues la identidad del
árbol se conoce por sus frutos (Mt 7, 16-20)” (González, 2009, p. 15).
En esta etapa de nido vacío, y desde la fe, las mujeres están invitadas
a ser fecundas en su interior, como afirma Grün (2008). Están invitadas a
84
engendrar algo nuevo desde la novedad del evangelio, desde una oración
contemplativa enriquecida. “La contemplación de Jesús se nos abre una
novedad inagotable” (González, 2009, p. 55). Se puede comprender
entonces que la generatividad que plantea Erikson (2000) puede ser
contextualizada desde el espíritu creador y desde la fe adulta, que invita a
renovarse y convertirse, ante los constantes llamados que Dios nos hace en
la vida. González afirma que necesitamos generatividad creadora frente a las
rutinas que nos ahogan y degradan mermando nuestra calidad de vida.
Tenemos certezas de que existe sed de algo nuevo, pero sabemos también
que hay mucha oferta vana, que puede dejar aún más nebulosos los
horizontes del alma. ¿A qué aferrarnos? ¿Qué nos permite encontrar la tierra
firme que buscamos?
85
Esta experiencia de Dios en el mundo presente no está exenta de
tribulaciones y cuestionamientos. Son necesarios para la fe que busca una
identificación y una relación con un Dios personal, y que actúa en medio de
nuestra vida. De alguna manera, la realidad nos confronta cuando percibimos
que el silencio de Dios ante las injusticias y violencias de la humanidad.
¿Cómo descubrimos al Dios de Jesucristo en medio de estas tribulaciones?
¿Nos permiten crecer en la fe que profesamos? Galilea señala que en su
itinerario de búsqueda y espiritualidad, un cristiano es alguien que ha
descubierto al Dios Bíblico, al Dios de Abraham, de Moisés y de los profetas.
Un Dios que se reveló en plenitud en Jesucristo. Un Dios que se revela a lo
largo de la historia del ser humano con un rostro de justicia, (Ex 3, 7ss), que
nos invita a reconocerlo en los hermanos (Is 58, 1ss). Un Dios de
misericordia. El Dios cristiano es un Dios que se deja encontrar, y que se
encuentra en la medida que se busca. En Jesús, el Dios cristiano se revela
con cualidades humanas. Un Dios histórico que se hace pobre y víctima de
las injusticias. El Dios de la promesa, que da su vida para cumplir con la
esperanza de la vida eterna (Jn1, 18), y que en Jesús nos muestra su
plenitud y pureza (Tt 2, 11). Finalmente, el sufrimiento de Cristo crucificado
es para el cristiano la posibilidad de reconocer a un Dios que nos libera y
ama hasta dar su vida, con su muerte y resurrección. Es la máxima entrega
de su verdadero amor. Como resucitado, se nos manifiesta invitándonos hoy
a vivir ese mismo amor, y a permanecer en Él (Jn 15). Debemos reconocer
como cristianos que es un Dios que se hace vulnerable por amor,
identificándose con los más despreciados y excluidos, y que nadie queda
fuera de su amor salvífico (Mt 25, 40).
Jesús nos considera sus amigos: “ustedes son mis amigos, si hacen lo
que yo les mando” (Jn 15, 14). Desde esta cercanía nos llama a
corresponder a su amor, a que lo busquemos sabiendo que él nos amó
primero. “A Dios le dejamos reinar en nuestra vida cuando sabemos
escuchar con disponibilidad total su llamada escondida en cualquier ser
humano necesitado” (Pagola, 2013, p. 269). El dinamismo de su amor nos
mueve a buscarlo, hallándolo en los rostros de nuestros hermanos.
9
P. 1839. Comentario bíblico en Evangelio según san Mateo, Biblia Schökel: En
Jesús, el símbolo se hace realidad; Dios es realmente su padre, al que llama con el
diminutivo entrañable con que los niños se dirigen a la persona que les dio la vida:
«Abbá», «papá» en arameo. Pero no sólo es su Padre, sino también nuestro Padre;
de cada uno en particular y de todos como familia suya y hermanos de su Hijo
primogénito. Todo el Nuevo Testamento es revelación de este misterio de salvación
(cfr. Rom 8,15; Ef. 2,18; 3,12; Heb 10,17-20).
87
En toda su vida pública, Jesús proclama la Buena Nueva del reino de
su Padre. A través de los evangelios podemos conocer a Jesús
afectivamente, desde el corazón, tal como nos enseña San Ignacio de Loyola
en los Ejercicios espirituales. Al contemplarlo, podemos reconocer el rostro
de Dios en Jesucristo, que nos va develando los rasgos y la inmensidad del
amor del Padre y su reino, a través de la profunda relación que se va
conformando tanto en el silencio de la oración, como en el encuentro con
cada hombre y mujer al ejercer su misión.
Pagola (2013) nos menciona que Dios es Padre. Jesús vive desde la
experiencia de un Dios Padre. Así lo capta en sus noches de oración, y así lo
vive a lo largo del día. Su Padre Dios cuida hasta de las criaturas más
frágiles, hace salir su sol sobre buenos y malos, se da a conocer a los
pequeños, defiende a los pobres, cura a los enfermos, busca a los perdidos.
Este Padre bueno es un Dios cercano. Jesús capta su misterio insondable
como un misterio de bondad. La realidad última de Dios, lo que no podemos
pensar ni imaginar de su misterio, es captado por Jesús como bondad y
salvación. Dios es bueno con él y con todos sus hijos e hijas. Cuando Jesús
escucha la voz de su Padre “Tu eres mi hijo amado” (Mc 1, 10-11), el relato
subraya el carácter gozoso y entrañable de esta revelación.
Jesús acoge a Dios como una fuerza que solo quiere el bien, que se
opone a todo mal y dolor del ser humano y que, por tanto, quiere liberar la
vida del mal. Dios no bendice los abusos y las discriminaciones, sino la
88
igualdad fraterna y solidaria; no separa ni excomulga, sino que abraza y
acoge. Frente al bautismo de Juan, acto simbólico de una comunidad que
espera a Dios en actitud penitente de purificación, Jesús promueve su mesa
abierta a pecadores, indeseables y excluidos, como símbolo de la comunidad
fraterna que acoge el reino del Padre. “El reino de Dios exige una respuesta
nueva capaz de transformar todo de raíz” (Pagola, 2013, p. 251). “El vino
nuevo, en odres nuevos” (Mc 2, 21-22). Su experiencia del Dios de la vida
también empuja a Jesús a desenmascarar los mecanismos de una religión
que no está al servicio de la vida.
89
Otro medio del que dispone la Iglesia es la dirección espiritual
(acompañamiento espiritual) como señala Galilea. Es entendida como la
revisión de vida de una persona, que le guía en el discernimiento de la
acción de Dios, y en el descubrimiento de los llamados que le presentan a lo
largo de su historia.
90
Lo social: la capacidad de integrarse activa y positivamente en grupos de
pares, o en grupos sociales en general.
Lo intelectual: capacidad de conocer y comprender la realidad operando
activamente sobre ella, incluyendo las representaciones mentales. Estas
vienen acompañadas por el lenguaje; a mayor representación mental mayor
es su amplitud. Esta área es muy importante en el pensamiento religioso.
Lo moral: es la capacidad de plantearse de un modo activo respecto a lo que
se considera bueno o malo, lícito o ilícito. Es una capacidad que va
evolucionando hasta que llega a un planteamiento personal. El autor señala
que lo moral está en relación con lo intelectual. A menor capacidad
intelectual, menor juicio moral.
91
Núñez (2004) afirma que en la madurez religiosa intervienen factores
que pueden ser facilitadores, inhibidores o neutros. En forma similar, existen
factores macrosociales o estructurales que afectan globalmente a una
población, como su contexto social, político y cultural, y factores
microsociales o específicos importantes como la familia.
92
psicología religiosa nos orienta con criterios y elementos que permiten
diferenciar lo religioso de lo pseudoreligioso, una conducta normal de una
patológica10. Sus aportes son importantes, pero es importante considerar,
como plantea Núñez (2004) que “el análisis psicológico no agota la
comprensión del fenómeno religioso” (p. 16). Ahora bien, la gracia no suple a
la naturaleza. La manifestación de Dios es el ser humano vivo y pleno,
alguien que puede desarrollar las potencialidades humanas que le hacen ser
a imagen del Creador (Gen 1,27), hombre nuevo a imagen de Cristo (Rom
8,29). Pero este crecimiento conlleva la conciencia de la limitación humana,
de la propia finitud, que abre al ser humano a la búsqueda de la
trascendencia.
“Te aseguro que, si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu. No
te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo. El viento sopla
hacia donde quiere: oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va. Así sucede con el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 5-8).
10
Pp. 9-16 Revisar criterios de la psicología religiosa de Rodolfo Núñez doctor en
Psicología, escritos de la psicología religiosa, 2004.
93
A su vez, Domínguez señala que la representaciones o imágenes de
Dios se elaboran no solo por la experiencia de los primeros cuidados y
protecciones de la madre/cuidador, sino también, y de un “modo
fundamental, a partir de elementos simbólicos paternos, en cuanto ley,
modelo, ideal y promesa” (Domínguez, 2003, p. 25). A modo de ejemplo,
Domínguez tipifica la experiencia de imagen de Dios que significó para San
Francisco de Asís, señalando al respecto:
A partir de lo afirmado por el concilio Vaticano II, Borello afirma que “la razón
de ser más alta del hombre consiste en su vocación a la comunión con Dios”
(GS19). Estamos llamados como el profeta Isaías que reconoce el llamado
Dios: "El Señor me llamó desde el seno de mi madre; cuando aún estaba yo
en el seno materno pronunció mi nombre" (Isaías 49, 16). En la
94
estructuración de la religiosidad juegan un papel importante tanto el rol de la
madre como el del padre, y por ende, en la relación e imagen que representa
a Dios. Garrido (1996) afirma que por imagen de Dios se entiende no la
imagen racionalizada o lo que representa una idea, sino a la afectiva. Al
respecto, Borello (1999) al respecto nos señala:
a) El rol materno
95
b) El rol paterno
Los autores Godin, Hallez, Vergote, Strunk y Dacquino afirman que ambas
imágenes parentales son las que van configurando la experiencia de Dios, o
la experiencia religiosa. “Estos autores abandonan la opinión de Freud, quien
piensa que solamente la figura paterna y en su aspecto negativo - en el
sentido de culpa - es la que provoca la imagen de Dios que nos forjamos, por
sublimación” (Borello, 1999, p. 311). Borello afirma que en la producción de
la experiencia religiosa y de la imagen de Dios, el padre tiene un rol
complementario con la madre. La posibilidad de experimentar la vinculación
con un padre y una madre desde el origen de la vida, es una posibilidad
representativa que potencia la imagen de realización del Dios creador. Si la
madre representa la unión íntima y la satisfacción, el padre representa la
protección (que es más objetivante), para la elaboración del principio de
realidad que permite y potencia el aspecto creador. El rol del padre rompe la
imagen de cordón umbilical madre –niño (o simbiosis), haciendo salir al niño
al mundo, rompiendo su egocentrismo, y abriéndolo a la iniciativa y la
creatividad.
96
Para Núñez (2004) es fundamental evangelizar desde la realidad
afectiva de la persona, desde sus certezas de ser amado y amar, desde sus
representaciones e imágenes de Dios. Esto requiere de mucha prudencia y
claridad, para que la persona pueda reconocer desde su vida el amor de
Dios. A partir de la experiencia familiar (factor microsocial) se establecen las
condiciones que pueden facilitar o inhibir las características que el sujeto
adquiera en relación a lo trascendente. El autor valora que exista un marca
substantiva en nuestro psiquismo personal de quienes han constituido
nuestras relaciones afectivas significativas. Desde la conformación del plano
emocional, el sujeto establece una veneración en la práctica de la fe, que
implica la globalidad de su persona, y le significa una plenitud en su
existencia. El autor afirma que el “no logro de establecer una profunda
convicción afectiva de una certeza emocional de la realidad del objeto de fe”
(Núñez, 2004, p. 30), trae implicancias en la historia personal, donde la
relación con el culto se intelectualiza, y la religiosidad se convierte en un
discurso paralelo a nuestra existencia. Por ello es importante que el
establecimiento de relaciones con el Otro trascendente recoja las
características del impacto emocional que han tenido terceros en nuestro
psiquismo, especialmente en la niñez.
97
Comprende el autor que el antropomorfismo tiende a una evolución a
lo largo del pensamiento religioso y evolutivo. Sin embargo las imágenes
pueden quedarse estancadas, por lo señalado anteriormente, a causa de que
no se establezcan las certezas afectivas en la relación con el Otro
trascendente. Núñez (2004) plantea las características de la representación
de Dios que se adquiere, y que tiene los siguientes componentes (Núñez,
2004):
Los autores Barry & Connolly (2011), Cabarrús (1997), Sastre (2003) y el
Papa Francisco, nos brindan una aproximación y una perspectiva para
comprender la valoración y el objetivo del ministerio de acompañar
espiritualmente. Al respecto nos señalan: “La mejor manera de llegar a ser
alguien es a través de las relaciones con otros” (Barry & Connolly, 2011, p.
33). Barry & Connolly definen la dirección espiritual cristiana como la ayuda
dada por un creyente a otro, que permite a este prestar atención a lo que
99
Dios le comunica, a responderle a Dios, a crecer en intimidad con él y vivir
las consecuencias de esta relación. Por lo tanto, el centro de esta relación
son las experiencias reales de la persona, y no las ideas de la dimensión
religiosa. Este arte de escuchar al otro es poner el corazón en sintonía con
una escucha significativa de la persona entera, y no solo en sus problemas.
Finalmente, señalan los autores, la “meta final de la (dirección)
acompañamiento espiritual ha sido siempre el cultivo de la unión con Dios y,
por tanto, ha estado vinculada a la relación del individuo con Dios” (Barry &
Connolly, 2011, p. 28).
100
Para Sastre, “el acompañamiento espiritual consiste en la relación
interpersonal entre acompañante y acompañado, en la que el acompañante
ayuda al acompañado a reconocer, acoger y responder a la acción de Dios
que pasa como salvador y señor por su vida” (Sastre, 2003, p. 45). La
invitación de todo bautizado es ser una persona nueva en justicia y santidad
de verdad, que pueda alcanzar la plenitud del ser humano grabada en su
alma desde su creación. Esto implica un proceso de madurez humana y
cristiana que demanda orientación, cultivo y aprendizaje de cómo el Espíritu
Santo opera en su vida a través de la gracia presente en su historia. La
madurez cristiana se manifiesta en “la estabilidad de espíritu, la capacidad
para tomar decisiones y la rectitud en el modo juzgar sobre acontecimientos
y los hombres (OT11)” (Sastre, 2003, p. 43).
101
“El punto de partida del
Acompañamiento: la realidad
Humana de cada uno”
Decloux,12
105
percibimos a Dios, allí experimentamos la huella que Dios ha grabado en
nuestro corazón” (Grün, 2005, p. 20).
106
experiencias de limitaciones e impotencias la acción del Espíritu. Este hace
más claras las vivencias, según Karl Rahner, que describe la experiencia de
la acción del Espíritu Santo en situaciones límite, en horas de capitulación
ante Dios al respecto Grün & Dufner nos plantean:
En relación a los hijos fuera de casa: ¿Qué hago con esta soledad?,
¿Cómo encubro la pena? ¿En cuántas cosas me he metido? Echo de
menos los abrazos que le daba a mis hijos… ¿Con quién voy a discutir o
a quién consolar? Pienso ¿Estará bien él alla? ¿Lo llamo o espero a que
me llame? Lo extraño, ¡tengo miedo de que el pueda…!, Hace mucho que
no me llaman…. ¿Cómo sigo relacionandome con cada uno? ¿Qué
quiero mantener o cuidar? ¿Qué tengo que cambiar?
En relación a sí mismas: ¿Cuál es mi verdad hoy como mujer? ¿Quién
soy hoy? ¿Qué busco? ¿Cómo estoy llamada a ocupar mi vida? ¿Qué
aspectos tengo que me pesan, o no me gustan de mi? ¿Qué quisiera
107
desarrollar? ¿Qué sueños tengo?... Tengo menos tiempo y estoy más
cansada, aún asi tengo deseos de vivir ¿Cuáles son esos nuevos
anhelos?
En relación a Dios: ¿Qué le pido a Dios? ¿A qué me invita en esta etapa?
¿Cómo me acompaña Dios? ¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida actual?
¿Cómo alimentar esta relación?
En relación con el esposo: Me encuentro cara a cara con mi esposo…
¿Quién es él hoy para mi? ¿Cómo seguimos caminando? ¿Qué deseos
nos surgen ahora que estamos solos? ¿En qué estoy dispuesta a crecer
en la relacion, y cuáles no? ¿Cómo aprendemos a ser pareja en esta
etapa? ¿Estoy dispuesta? ¿Qué proyectos nos desafían juntos?
108
empáticamente estas contradicciones, donde surgen las luces y sombras del
acompañado. La crisis le está invitando a un viaje hacia el interior. ¿Cómo
puede el acompañado ir dándole más valor a la fuerza de este llamado?
Acompañándolo en su trabajo de revisión biográfica y de su historia de fe,
para que pueda ir creciendo en aceptación de sí mismo. Lograr pasos para ir
venciendo los obstáculos que se le presentan, abriéndose cada día más
hacia un nuevo rostro de Dios, que lo invita a una intimidad más madura en
escucha, en disponibilidad y docilidad. “Así como Cristo en su muerte bajó al
Hades, el hombre tiene que pasar por la noche del inconsciente, por el
descenso a los infiernos del autoconocimiento para, con la fuerza del
inconsciente, volver a nacer” (Grün, 2001, pp. 90-99). El acompañamiento
colabora en la reelaboración de su imagen de Dios, para ir a su encuentro
con la verdad de sí mismo, en una conversión a los nuevos sentidos que
emergen en esta segunda etapa de la vida, en donde la muerte se acerca.
En definitiva, a que pueda familiarizarse con ella y reorientar su vida
teniéndola presente de modo más consciente.
111
capacidades, de la belleza física, y buscar adaptarse a las nuevas
circunstancias.
Aceptar las propias debilidades, fragilidades, luces y sombras.
Recuperar la propia alegría, desde su propia espiritualidad.
Aprender a vivir con mayor libertad, dejando de lado el deber ser, a tener que
cumplir con las expectativas de los demás.
A reconocer y aceptar los propios límites y el de los otros.
A vivir más atenta los procesos propios de la edad.
Explorar el humor y la creatividad.
Disponerse para el encuentro con la pareja en la: comunicación, tiempos
juntos, proceso de aceptación y creatividad en la pareja.
En relación a Dios:
- a reconocer mejor la acción de Dios en la vida, en la historia
- a reconocer "su modo" (discernimiento- modos de orar)
- a crecer en un amor profundo hacia Él
- Trabajar el silencio
- en la oración contemplativa en la cotidianidad
- oración desde la Sagrada Escritura
- apertura a la vida comunitaria, sacramentos, servicio
- crecer la fe en confianza y abandono
- crecer en los deseos profundos de en todo amar y servir
112
CAPÍTULO III
MARCO METODOLÓGICO
3.2. Instrumento
114
entrevistada y la entrevistadora a tener un diálogo cara a cara, en donde la
conversación se constituya sobre la base de preguntas no directivas, ya que
el interés de fondo de la investigadora es inducir a profundidad las opiniones
con una escucha activa y neutral que brinde conocer las experiencias
humanas, en la dimensión psicosocial, relacional y espiritual que existen en
los acontecimientos de la vida de la persona entrevistada en esta etapa del
ciclo vital.
3.3. Procedimiento
116
puede ofrecer -en el contexto del Acompañamiento Psicoespiritual- el apoyo
y contención emocional.
117
CAPÍTULO IV
RESULTADOS
4. ANÁLISIS DESCRIPTIVO
118
4.1.1. CATEGORÍA - DIMENSIÓN IDENTIDAD
4.1.1.2. Autovaloración
119
Proceso de duelo del Nido vacío
Temáticas
Subcategorías
A. Duelos anteriores
4.1.1.1.
B. Matrimonio- hijos
Experiencias
fundamentales
4.1.1. A. Fortalezas -
CATEGORÍA Debilidades
DIMENSIÓN 4.1.1.2.
IDENTIDAD B. Desarrollo cognitivo
Autovaloración
C. El cuerpo
D. Percepción de sí
misma
A. Gratificaciones
B. Mirar Atrás
4.1.1.3.
C. Reconocer a otros
Aprendizajes de la
D. Mayor madurez
individualidad
E. Cambios y
prioridades
A. Desafío e invitación
A. a. No reconoce el nido
vacío
4.1.1.4.
Significación del
B. Beneficios
nido vacío personales
C. Perspectiva de
desarrollo.
120
4.1.1.1. Subcategoría Experiencias Fundamentales
A. Duelos anteriores
121
Esto también se revela en el caso de Teresa (Sin ahondar en cosas que
pude haber vivido cuando chica, porque no tengo una memoria consciente de eso
(II-10)). A partir de este relato, se aprecia que la capacidad de conciencia ante
los hechos significativos evidencia la posibilidad de no recordar las
situaciones que marcaron las infancias, tanto positivas como negativas. El no
poder acceder en forma consciente a los recuerdos de las dificultades que
quedan registradas como heridas de la niñez, alude más bien a una
capacidad bloqueada sobre la percepción del tiempo e historia de vida.
Desde la psicología la respuesta evasiva es una conducta protectora
(Bowlby, 2006), la cual cumple una función protectora. La capacidad de
entrar en los recuerdos marcadores permite darse cuenta de cómo se han
elaborado las pérdidas; sin embargo, este ejercicio requiere una base segura
de madurez, para que sea un proceso de reconstrucción en la curación de
heridas no trabajadas (Kübler-Ross y Kessler, 2006). La invitación en esta
etapa es dar pasos a una integralidad mayor de la propia identidad,
recogiendo y significando los acontecimientos experimentados a lo largo de
la vida.
122
cultura y el país natal que manifiesta Teresa. De alguna manera se percibe
con el relato que es una pérdida no plenamente elaborada, ya que afloran
sentimientos confusos de la pérdida vivida y que le acompañan hasta hoy.
Se puede decir que reprime de modo inconsciente esta vivencia de duelo
retardado. A su vez, es concordante con respecto a que los recuerdos de las
pérdidas de nuestra historia nos acompañan a lo largo de la vida,
comprendiéndose que cada pérdida nueva que atravesamos abre en el
corazón tristezas y dolores almacenados en nuestro ser (Kübler-Ross &
Kessler, 2006).
B. Matrimonio - hijos
123
valor que ello le significa en la reafirmación de su identidad y de sus
opciones vitales. Montero (2005) plantea que llevar a cabo las elaboraciones
y resignificaciones en la adultez media, da la oportunidad de profundizar y
continuar el desarrollo psíquico en todos los ámbitos de la subjetividad en
relación con los otros (Citado en Undurraga, 2011).
A. Fortalezas - Debilidades
(I-15) Se reconoce: resiliente, esforzada, perseverante, trabajadora y alegre.
(I-25) Se observa a veces y cada vez menos controladora, manipuladora y
obsesiva. Reconoce debilidades.
(II-18) Conciencia de que las fortalezas aparecen como muro y las debilidades
las esconde defensivamente para que no le hagan daño.
(II-18) Percibe que abrir las debilidades es doloroso, lo define como mecanismo
de defensa. Temor a contactarse con las emociones dolorosas.
(II-22) Se reconoce empática, valora conversar con otros. Hace que se olvide de
sí.
(II-24) Reprime penas y rabias.
Las mujeres en esta etapa de adultez media tienen una mirada de sí mismas
que les permite establecer una valoración, y con ello reconocer sus
fortalezas y debilidades como fruto de un trabajo consciente con lo
experimentado a lo largo de su vida. Andrea reconoce como fortalezas ser
resiliente, esforzada, perseverante, trabajadora y alegre. Y También se
124
percibe como cariñosa, respetuosa (Soy una mujer esforzada, perseverante,
resiliente…trabajadora… muy respetuosa, jamás me metería donde no me llaman…
delicada, muy delicada, en todo sentido. Alegre, muy alegre (I-15)). A su vez, se
observa cada vez menos controladora, manipuladora y obsesiva. Reconoce
sus debilidades (em… ser un poco… yo diría que cada vez menos, pero ser
controladora, que eso te juega de repente malas pasadas, no poder controlar todas
las situaciones… yo diría que manipuladora de repente con mi marido (ríe), con los
niños ya no… media obsesiva de repente, en algunos temas.” (I-25)). La
percepción de sí misma se ajusta, en gran medida, a la valoración de las
capacidades de respuesta a los desafíos impuestos por la vida. Con respecto
a la autoestima, aparece “la predisposición a experimentarse como
competente para afrontar los desafíos de la vida como merecedor de
felicidad” (Branden, 2011, p. 40). En un nivel más profundo de la autoestima
se encuentra la capacidad de autoaceptación, la cual se va construyendo a
partir de las experiencias de fracasos y del logro de ajustes necesarios a la
realidad de sí misma. El grado de aceptación es directamente proporcional a
la autovaloración, que requiere de una actitud de voluntad y de
responsabilidad en el desarrollo de la propia identidad. Se puede apreciar
que la diferenciación de la identidad se ve reflejada en el grado de conciencia
que se tienen de las fortalezas y las debilidades. Por lo tanto, se tiene la
posibilidad de una elaboración positiva y gradual en la comprensión y
valoración de sí misma en esta etapa. La capacidad de mirar y de expresar
las fortalezas y debilidades dan cuenta de un proceso de maduración e
integración de la identidad, que cada individuo vive de modo singular
(Branden, 2011).
125
Se aprecia en el relato que para Teresa, abrirse a las debilidades es
doloroso, y lo define como un mecanismo de defensa (Yo tengo una vida
compartimientos de muchos estancos. Yo voy metiendo las cosas en distintas
cajitas… hay cajitas que uno abre… no importa que el resto las vea… y hay otras
cajitas que uno cierra e intenta que no se abran, porque duele cuando se abren. Un
mecanismo mío de, de forma de vida, o sea puede ser una defensa (II-18)). El
mecanismo de resolución de este sentimiento de debilidad lo vive
segmentando en estancos. En consecuencia, se manifiesta un autoconcepto
fragmentado y débil, lo que repercute en su proceso de autoaceptación. El
mecanismo de respuesta es el de reprimir sus penas y rabias (Se come las
emociones (II-24)). Esto da cuenta de una vida solitaria en relación a su
intimidad y vida emocional. Desde la perspectiva de la identidad, la invitación
generativa de esta etapa señala que la experiencia de la autoestima se
traduce en la praxis de aceptación de sí mismo, de aprender a quererse y
estar cómodo con uno mismo (González, 2014).
126
Es parte esencial del desarrollo humano crecer en un
autoconocimiento progresivo. Para ello es importante que la persona realice
un trabajo de introspección, en donde se puede enriquecer y profundizar el
autoconcepto, y con ello favorecer la construcción de la identidad, que
implica reconocer las debilidades y fortalezas que potencien el proceso
creativo y dinámico del ser.
B. Desarrollo Cognitivo
Las mujeres de esta etapa valoran retomar los estudios y trabajos que
enriquecen la construcción de la identidad. Según Andrea: (me abrió el
horizonte… hacía muchos años que yo no estudiaba, y yo dije como pudo pasar
tantos años sin estudiar, a mí me gusta mucho estudiar, pero bueno... estaba
criando, estaba en otra, pero me abrió el horizonte de manera impresionante… yo
dije soy una ignorante, no entendí nada la primera clase, salí frustrada, no entendía
las palabras, y yo decía… como puedo ser tan ignorante… y cómo me perdí tanto
tiempo en la vida sin estudiar… eso me encantó… y de ahí la decisión de formarme
(I-33)). De igual forma Teresa valora el trabajo; aprende y se desafía: (El tema
laboral también… Aparte de que me encierra en otro mundo, un mundo que es sólo
mío, que me tengo que preocupar, ocupar, en donde aprendo, que siguen siendo
127
desafíos (II-48)). McAdams (2006, citado en Papalia et al., 2012) destaca que
la generatividad tiende a asociarse con la conducta prosocial; es decir,
entrega la posibilidad de poder ampliar la identidad al abrirse al mundo del
trabajo, artístico, social y religioso, como en otras áreas. De igual modo,
Erikson la denominó como la conservación del mundo. Por ende, en el caso
de las mujeres entrevistadas, su riqueza interior y experticia atesorada a lo
largo de la vida, hace que se encuentran llamadas a entregarlas de manera
generativa como aporte a la sociedad (Papalia et al., 2012).
D. El Cuerpo
128
venideros. Surge en esta disminución visible la posibilidad de dar lugar al
cuidado del cuerpo en las rutinas diarias. Por el contrario, no escuchar estas
demandas trae consecuencias que podrían mermar la evolución de la
persona. Ante este escenario, aparece el humor como una respuesta de
aceptación a los cambios de la edad corporal. Es una posibilidad de elaborar
la autoimagen corporal. Es un aspecto importante dentro de las tareas a
desarrollar en la autoestima de esta etapa, que el acompañamiento debe
considerar y dimensionar como un factor importante (Papalia et al., 2012).
E. Percepción de sí misma
(I-39) No hay nada que se le haga difícil actualmente.
(II-48) Se percibe insegura y también muy capaz antes los desafíos
laborales. Autoestima fluctuante.
(II-48) Expresa miedo a no ser capaz.
130
de la vida. Como señala González (2014) la sana autoestima brota de la paz
consigo misma, aceptándose como único y diferente en casi todo; esto
apunta a aceptar la propia historia, sanar las heridas, comprender lo bueno y
lo malo en nuestras vidas.
A. Gratificaciones
131
B. Mirar atrás
(I-11) Valora la posibilidad de reelaborar.
(I-11) Reconoce frutos de las experiencias dolorosas.
(I-9) Capacidad de insight y de mirar en perspectiva.
(II-4) Se percibe mayor con capacidad de mirar atrás, experiencia e insight.
132
significado (¡bien me siento!, me siento mayor. Me siento en una etapa que uno
no… no piensa que va a llegar…“estoy en una etapa en dónde uno ya… ya empieza
a mirar para atrás, y entonces uno ya se siente mayor, siento que ya he pasado
muchas cosas en la vida, y cosas buenas, otras malas… ni una tan mala, y mmm
uno ya se siente mayor (II-4)).
133
C. Reconocer a los otros
D. Madurez Humana
134
positivos como difíciles le permiten a Andrea abrir su mirada con una mayor
empatía y compasión a la vida de un “otro”, porque logra reconocer en ella
misma sus fragilidades como también sus capacidades (Undurraga, 2011).
E. Cambios y prioridades
135
(Josselson, 2003)” (Papalia et al., 2012, p. 520).
A. Desafíos e Invitación
(I-99) Reconoce que el nido vacío es un desafío y una invitación.
(I-61) Es consciente que no le gusta quedarse detenida sino querer avanzar
con creatividad y busca desarrollar la capacidad de adaptación.
(II-32) Siente desafíos para esta etapa de hacer cosas, cultivar amistades,
mantener los trabajos y realizar deportes. Necesita mantenerse ocupada.
Andrea reconoce que el nido vacío es un desafío y a la vez una invitación.
Andrea aprecia las ventajas de esta etapa, que se valoran y eligen de modo
consciente (Un desafío y una oportunidad… absolutamente, una invitación también
136
(I-99)), tal como lo plantean Schaie y Willis (2003) para este período de la
vida, una vez que los hijos se han ido. Hay finalmente tiempo para nuevos
proyectos (Undurraga 2011).
137
niega entrar en sí misma. La otra respuesta es aferrarse a lo externo, buscar
nuevas formas de vida (más activas y centradas en lo exterior), arrastrando
el desasosiego interior. Es importante para el acompañamiento poder
pesquisar los motivos que existen detrás de estas respuestas, en la medida
de lo posible, para confrontar lo que se está evitando, como una apertura a la
invitación propia de la generatividad del ser en esta etapa (Undurraga, 2011).
138
y de trabajo con la autoestima, para ayudar a subsanar y fortalecer los
aspectos ya mencionados.
Teresa no pensó que llegaría a esta etapa de la vida (no piensa que va
a llegar, van pasando los años y uno siempre se siente como joven vas viendo las
etapas y estas en un momento en la vida en que tu estas solo viviendo lo que te
toca vivir en ese momento, entonces no te planificas y no te planteas si estas mayor,
si estas joven, si estas madura, si he madurado en algo o no he madurado en algo
(II-4)). Las posibilidades de respuesta (consciente o inconsciente) a los
cambios y crisis de desarrollo que traen las etapas del ciclo de vida, se
pueden presentar en diferentes formas. Una es rehuir la elaboración interna
de lo que te está pasando y de sus significados, mermando la dinámica de la
madurez adulta (Craig & Baucum, 2009). Otra es aquella donde la crisis
invita a revisar los contenidos aún latentes en esta etapa de la construcción
de la identidad. El acompañamiento ayuda al surgimiento de esta última
posibilidad, a lograr la aceptación de la pérdida que está siendo negada. Kast
(1997) plantea la primera posibilidad como un “no querer ser consciente” al
que suceden otras fases que invitan a vivir un proceso de duelo normal. Pero
también puede emerger en esta etapa (y con mucha fuerza) una negación
más profunda del trabajo identitario. Considerando que cada persona tiene
un tiempo y una capacidad propia para elaborar los procesos de duelo, el
acompañamiento brinda la posibilidad de apoyo en la decisión de afrontar los
sentimientos asociados a la significación del nido vacío, o de realizar una
terapia psicológica especializada.
C. Beneficios Personales
Andrea valora los beneficios personales de esta etapa sin los hijos en casa
(Tengo más tiempo para mi… de trabajarme yo... de conocerme más, de aceptarme
y de quererme más (I-159)). En la etapa de crianza, el rol materno absorbe
139
mucha de la capacidad psíquica de la mujer, en desmedro de aspectos o
necesidades laborales y de pareja entre otros, propios de la primera mitad de
la vida (donde se vive el proceso de identificación del yo en el mundo). La
partida de los hijos del hogar abre la posibilidad de reencontrarse y significar
el yo individual. Kast (1997) afirma que “a través del trabajo en el duelo nos
desprendemos de un yo común y volvemos ser conscientes de nuestro yo
individual” (p. 65). Como afirma Grün, (2001) es en este tiempo cuando se
presenta la invitación a realizar un viaje hacia el alma. Para ello se requiere
un espacio de contención y libertad, de menos demandas externas, donde se
favorezcan el adentrar, mirar, abrazar, perdonar y, en definitiva, el aceptar y
el aprender a amarse. Es decir, un nuevo yo situado, y que busca seguir
desplegándose. Esta es la tarea de la segunda mitad de la vida, que nos
devuelve hacia el interior.
D. Perspectivas de Desarrollo
Andrea tiene conciencia y visión de un desarrollo personal posible (no soy una
persona terminada… eso es lo que más me alegra que siempre hay posibilidades,
140
de seguir creciendo, de seguir… no sé si mejorando, pero seguir creciendo,
cambiando, recreándose (I-35)). Se aprecia cómo el proceso constructivo de la
identidad, donde el individuo se restablece consigo mismo con un mayor
conocimiento y comprensión de sí mismo, da cuenta del dinamismo propio
de la resolución de la etapa de generatividad en la identidad psicosocial
establecida por Erikson (2000).
Teresa se percibe positiva y soñadora (yo soy muy positiva, soy muy
soñadora además entonces… en la vida hay que perseguir los sueños.” (II-40)
sueña con ella misma “es estar tranquila no más, no tener nunca una enfermedad
grave, me da un poco de miedo por el hecho de ser una carga (II-42)). Desde la
concepción de Jung, la vida es más que solo el yo, solo lo consciente.
Sabemos que en cada persona existe un gran tesoro, que se manifiesta en la
integración de su historia, sombras, Ánimus y Ánima y otros arquetipos, que
141
el mismo proceso de individuación va movilizando internamente para llegar a
la autenticidad. El hecho de tener sueños da pistas acerca de las
aspiraciones de trascendencia, del dinamismo y del valor que cada ser
humano le da a su vida. Pero los sueños también pueden ir en pos de las
compensaciones que no hemos podido traer a la consciencia ni integrar a
nuestra historia (No me lo he planteado… porque no… ¿para qué?, si uno no va
a… Uno no maniobra en el destino, no es que estemos predestinados pero… en
realidad intento ser un poco más de vivir el día, yo no me proyecto así a en 5 años
más o voy a estar haciendo tal cosa en 10 años más… (II-52)). La forma de cómo
una persona resuelve la posibilidad de dar nuevos sentidos y de vivenciar el
momento presente se relaciona con la individualidad y la capacidad de optar
por un camino dentro de su contexto. Estos son aspectos a observar en una
relación de ayuda, en la medida que puedan favorecer y acompañar la
invitación de esta etapa para seguir dando pasos de crecimiento en el
proceso de individuación (Stein, 2007).
142
alcanzar su integración, donde la identidad se armoniza con la profundidad
del individuo. De acuerdo a lo planteado por De Castro sobre el desarrollo
humano o individuación, Jung lo considera como “el proceso de llegar a ser
lo que es” (De Castro, 2006, p. 65).
143
4.1.2. CATEGORÍA - DIMENSIÓN RELACIONAL
4.1.2.2. Parental
144
Proceso de duelo del Nido vacío
Temáticas
Subcategorías
4.1.2.1. Percepción de sí
A. Madre
misma
145
4.1.2.1. Subcategoría Percepción de sí misma
(I-11) Interdependencia
(I-55) Reconoce que es menos dependiente del reconocimiento de otros,
mayor autonomía
(II-10) Se percibe con emocionalidad fuerte y necesidad de contacto físico.
(II-12) Reconoce fortaleza desarrollo de autosuficiencia e independencia.
(II-18) Dificultad de dependencia de integrar la fragilidad con su fortaleza y
autonomía.
(II-14) Reconoce dificultades emocionales y físicas.
(I-15) (I-47) - (II-28) (II- 44) Valoran la amistad - regalo y soporte.
146
complementarias permitiendo la reciprocidad; de lo contrario genera una
carga y un desequilibrio en la dinámica total, al no establecer las redes que
habiliten las relaciones humanas de modo evolutivo. En el relato Teresa se
percibe con gran capacidad de independencia pero a su vez, asume el
quehacer todo sola; este cuadro rigidiza la posibilidad de reciprocidad e
interfiere en la homeostasis que actualmente vive desde la pareja (mi
capacidad de ser independiente (…) lo que más fortaleció en mi fue un poco mi
autosuficiencia, hacer las cosas solas, no buscar apoyo (II-12)). Ahora bien, con
respecto a lo planteado se aprecia que Teresa expresa una tensión, que
tiene relación con una dificultad de dependencia e integrar la fragilidad con
su fortaleza y autonomía (mis fortalezas… uno aprende a mostrarlas, a que sean
tu muro, y las debilidades a esconderlas, para que no te hagan daño…sino para tu
no sentir debilidad, para no sentirme yo mal (II-18)). Claramente Teresa reconoce
la fricción interna que le ocasiona el que no se permita mostrar su fragilidad.
En su actual escenario de su vida, visualizar esto es un paso. El siguiente es
optar por un trabajo interior que permita que su crecimiento continúe, para
integrar los aspectos en tensión.
147
no lo hace? ¿Qué ganancias secundarias pueden existir? Seguir cumpliendo
el patrón que se presenta en el relato da cuenta de una dinámica familiar
descendida en la reciprocidad de las funciones propias de los subsistemas.
No se presenta una clara apertura de la construcción en las relaciones que
permitan la negociación, cómo poder ajustar estas funciones necesarias en
los subsistemas actuales, que le ayuden a reconocer los medios de
afrontamiento necesarios que descompriman esta tensión ¿Cómo afecta esta
tensión a la autonomía de los otros miembros de la familia dentro de esta
dinámica? Considerar que cada subsistema está involucrado en la tensión
descrita permite ampliar la comprensión de los desequilibrios latentes. Son
preguntas que surgen y pueden ser trabajadas con la intervención oportuna
de una terapia o relación de ayuda, permitiendo una readecuación adaptativa
para esta problemática (Minuchin, 2003).
148
un poco lo que me ayuda de mis amistades (II-44)). La importancia de las
amistades es que brindan un apoyo social que permite desarrollar el
bienestar en la experiencia de ser acogidas, escuchadas con las situaciones
que traen de lo cotidiano tanto como el stress, penas o problemas que
surgen a diario. También, hay ocasiones en que el solo hecho de estar en
una experiencia de presencia gratuita conforta profundamente. Desde las
conductas de afrontamiento, el apoyo de un amigo es valioso y necesario
para restablecer o nivelar la experiencia de las crisis y de los cambios que
vivimos durante la vida (Carmona et al., 2009). De acuerdo a las
experiencias de las mujeres que vivencian relaciones cercanas con las
amistades, estas se consideran muy importantes y complementan el
bienestar de la persona, y también son un soporte medular en el proceso de
maduración (Papalia et al., 2012).
Finalmente, las mujeres dan cuenta que los vínculos establecidos con
las amistades más cercanas (figuras relevantes) son una relación de apego
seguro, donde establecen relaciones interpersonales que responden y
entregan seguridad (Hazan & Zeifman 1999, citado en Carmona et al., 2009)
(Bowlby, citado en Sassenfeld, 2012) (Ainsworth, 1978, citado en Carver et
al., 2014).
A. Madre
(I-29) Inicia su maternidad muy joven e inesperadamente.
(I-29) Reconoce a los tres hijos como un gran regalo que le significaron
alegrías en medio del dolor.
(I-107) Reconoce que crió a sus hijos para que sacaran sus alas y volaran.
(II-10) Al nacer sus hijos le entregaron el contacto corporal, de “piel”, donde
expresó sus afectos y pudo construir vínculos significativos. Como
madre trasplantada.
(II-80) Tiene internalizados sus afectos.
(II-56) Reconoce diferencias en la manera de la crianza a nivel cultural.
149
determina cómo se establecen los vínculos tempranos y el grado de
conformación de estos. Andrea inicia su maternidad muy joven e
inesperadamente (nos hizo crecer rápidamente. Imagínate yo tenía 20 (I-29)).
Reconoce la importancia y el anhelo de cada hijo, en especial el tercero con
el que vivió la pérdida de su esposo (fue el más buscado de los tres pero bueno
que la historia fue tan distinta… muy sola… muy asustada… angustiada, deprimida,
pero que el José nos cambió la vida a todos, nos trajo alegría, nos volcó el tema de
la pena (I-29)). Admite que crió a sus hijos para que sacaran las alas y
volaran, no para quedárselos o coartarlos (Uno no cría a los hijos para quedarse
con ellos, eso sería terrible. Sería así… casi… coartarlos… impedir que saquen sus
alas, que están para volar, no están para guardarlas (I-107)). Se aprecia en el
relato que la relación establecida desde el subsistema parental como madre,
estableció límites claros dentro del sistema familiar, facilitando el
afrontamiento adaptativo a las innumerables etapas de la crianza. También
se aprecian conceptos claros en la orientación de sus hijos, y respeto por sus
autonomías e interdependencias. Hay una concordancia con el
planteamiento de Minuchin (2003) acerca de la importancia de las funciones
de interacción que se conforman entre los subsistemas. Estos pueden o no
favorecer las individualidades, reconociéndose un patrón sano y vinculante
que augura reciprocidad, pertenencia y autonomía (Minuchin, 2003).
150
su maternidad, que al ocurrir en el particular contexto de ser trasplantada,
produjo un nivel de vinculación sano de apego con sus hijos. El relato
también hace referencia a la alta valoración que da al afecto de su familia de
origen, que buscó reemplazar en la cercanía con los hijos, señalándose la
importancia de la creación de nuevas vínculos y figuras de apego en el
desarrollo de la identidad. Brindan a la persona la posibilidad de subsanar
estas carencias (Bowlby, 1997). Teresa también reconoce que en España los
hijos se crían más independientes que en Chile (fui muy independiente… desde
chicos, de alguna manera los hice bastante independientes,…debe ser un tema
chileno, (…) de alguna manera los niños son mucho más dependientes (II-56)).
Valora la transmisión intergeneracional en la cultura de sus orígenes, lo que
la ayudó a establecer una psicodinámica de vínculos donde los hijos
pudieron desarrollar su autonomía (Minuchin, 2003).
(I-71) Siente que el nido vacío es una etapa terminada, pena, despedida
pero también como oportunidad.
(I-77) Lo siente como un desafío.
(I-91) Reconoce la partida de los hijos como un proceso natural.
(I-79) Siente pena cuando se fueron su hija mayor y la nieta. Experimenta
tranquilidad.
(II-56) No se identifica con el concepto del nido vacío de tristeza y soledad.
(II-56) No percibe el nido vacío.
(II-56) Experimenta otras razones por sus penas y preocupaciones. No
comparte la imagen de drama sobre las mujeres del nido vacío.
(II-86) No siente que sus hijos se fueron.
(II-72) Reconoce la dimensión práctica del nido vacío, el silencio de la casa.
(II-36) Evita estar en casa.
(Il-58) Siente pena cuando los hijos se van lejos, los ve en otro lugar, no que
partieron.
(II-80) Los hijos son prestados.
(II-72) Echa de menos las personalidades de cada uno, siente preocupación
por sus desafíos proyectos.
Para Andrea el nido vacío está asociado a pena y despedida, como también
a oportunidad (como una etapa terminada, como pena, como tristeza, como
despedida…pero también como oportunidad, absolutamente… (I-71)). También
valora esta etapa como un desafío en todas las áreas (también desafío... si…
151
un tremendo desafío (I -77)). Reconoce también en la partida de los hijos como
un proceso natural (para mí era parte natural del proceso de vida, nunca fue una
cosa dramática… era lo que tenía que ser… los niños tenían que formar sus
familias, tenían el derecho (I-91)). La vivencia que relata Andrea sobre el
proceso de nido vacío está en concordancia con lo expuesto por Kast (1997)
que afirma que es un aprendizaje evolutivo: aprender a dejar marchar, a unir
y a soltar. Como acompañantes, lo señalado nos invita a reconocer la
importancia del proceso anterior al nido vacío, a comprender el cómo se
conforman los vínculos y se establecen la relaciones de autonomía e
interdependencia, que permiten a los hijos formar su propia identidad
(Minuchin, 2003). También permite a los padres experimentar los
aprendizajes de desprendimiento acordes al proceso de desarrollo de la vida.
Andrea siente pena cuando se van su hija mayor y la nieta (me dio
mucha pena porque era una partida doble… eran mi hija y mi nieta que vivían
conmigo (I-79)). Experimentó tranquilidad cuando se va su primera hija, ya que
la percibía bien encaminada en su propio proyecto de vida (sabía que se iba
pero que había elegido muy bien, entonces es la tranquilidad (I-79)). Los
sentimientos de pena y tristeza nos permiten manifestar y reconocer la
pérdida como también superarla. Están presentes en el proceso de aprender
a desprenderse de las personas significativas, afirma Kast (1997). También
se puede apreciar en el relato la confianza depositada por la madre en las
capacidades de los hijos para emprender sus proyectos. Esto resulta en una
afirmación positiva del trabajo anterior del nido vacío, que favorece una
elaboración de los sentimientos sin alguna interferencia de temas pendientes
o temas complejos en el ámbito de la relación madre-hijo. Se entregan
ciertas garantías para vivir el tránsito del nido vacío y la experiencia del duelo
esperado de forma adecuada, para reelaborar la partida de los hijos de casa.
Otro aspecto importante a destacar en el relato, es la valoración de Andrea
tiene del nido vacío: lo ve como una “oportunidad”. Desde la perspectiva de
Undurraga (2011) el relato es concordante con el crecimiento global de esta
etapa, que invita a profundizar y dar continuidad al desarrollo psicológico en
152
todos los ámbitos de la persona (el entorno, la relación con hijos, pareja,
amistades, trabajo); es decir, con lo que el estadio VII de Erikson promueve:
el desarrollo de la generatividad (Undurraga, 2011).
153
diferente en cada persona, y de igual manera está pendiente el poder
vivenciar las tareas del duelo, de reorganizar el yo ante la relación de
pérdida, y con ello alcanzar las cuatro tareas como un proceso normal de
adaptación y reajustes en la relación con los hijos, con ella misma y con la
pareja. Trabajar el duelo es una tarea solitaria. Pero si la persona accede a
un acompañamiento, se facilita el trabajo de internalizar la pérdida, sobre
todo cuando existe una negación prolongada, que puede resultar en un
posible colapso personal, que trae consecuencias para su salud física
(Worden, 2004).
154
defensa de tipo evitativo. No se pretende realizar una descripción acabada ni
precisar el tipo de personalidad de Teresa, sólo se expone como referencia,
para poder establecer la correlación que plantea Fierro (1992); más que
pretender describir un diagnóstico, se pretende solamente poder establecer
que desde las respuestas de afrontamiento que plantea Folkman (1984)
puedan ser enfocados los esfuerzos hacia un afrontamiento tanto hacia el
problema como hacia la emoción interna que gatilla la problemática. Desde el
relato se aprecia que Teresa ha buscado (escapar y evitar la situación) como
respuesta a su situación. Claramente son posibilidades que de una u otra
forma afectan al desarrollo esperado, en que se busca poder alcanzar dentro
del proceso un crecimiento, una autorrealización de la identidad (Fierro,
1992) (Carmona et al., 2009).
Teresa sólo reconoce una pena natural cuando partió el primer hijo.
Nunca ha sentido que se fueron, sino que están viviendo en otro lado (a uno
siempre le da pena que un hijo se vaya lejos, pero nunca sentí que mis hijos se
fueron, sino que… están viviendo en otro sitio no más (II-58)). El nido vacío que
vive Teresa empieza cuando sus hijos parten jóvenes a estudiar a otra
cuidad, por lo que en su sistema vincular el proceso de soltar lo vive
paulatinamente al decir que (sólo están lejos). Al parecer, su comprensión e
internalización de que han partido está sujeta a la idea de verlos ya
encaminados en sus vidas autónomas e independientes económicamente,
factor que sigue vigente y que incide en esta transición. En este escenario,
Teresa manifiesta la importancia de formar hijos independientes y
autónomos, lo cual valora con sentimientos de orgullo al verlos emprender
sus vidas. Solo admite una pena afectiva natural (porque yo fui así, los hijos no
son de uno… son prestados… y enseñarles a caminar solitos en la vida… cuando
ellos toman las decisiones de irse es un poco mi orgullo, obviamente hay una
pena… del afectivo (II-80)). Agrega que sólo echa de menos sus
personalidades, y que se preocupa de sus desafíos (no hubo nada marcador de
cuando se fueron, aparte de que echas de menos la personalidad de cada uno, te
preocupa un poco el desafío que ellos se puedan encontrar en la vida de acuerdo a
155
como tú lo ves…(II-72)). Dentro del proceso de duelo es importante valorar lo
que cada hijo ha conformado en nuestra identidad. Sus partidas nos invitan a
reconocer, desde la verdad, los aprendizajes hechos en las relaciones con
cada uno de ellos. Así, el proceso de duelo por el término de una relación
puede encaminar hacia nuevas formas de vinculación (Kast, 1997).
A. Madre
Las mujeres de las entrevistas dan cuenta que al mirar atrás en su rol de
madres, se perciben con un autoconcepto positivo y satisfactorio en la tarea
realizada en la crianza. Andrea se valora como madre comprometida e
incondicional (ellos saben que yo soy incondicional de mis hijos (I-87)). Teresa se
siente orgullosa de la crianza de sus hijos, valora que sean autosuficientes (el
haberlos criado independientes y que sean capaces de estar viviendo solos…ellos
se las arreglan y son bastante autosuficientes y eso también es un orgullo (II-78)).
156
En reiterados relatos Teresa manifiesta el valor que le otorga al tipo de
crianza y afirma que formó hijos independientes y autónomos. A partir de
ello, se puede apreciar una conformidad de lo expuesto, de lo que se espera
en la función y cumplimiento del rol parental, de modelar una vinculación en
los hijos tal, que establezcan las bases de un crecimiento en estos conceptos
(Minuchin et al., 1998).
157
quererse, de sentirse querida y darles cariño (II-92)). Se aprecia en ambas
mujeres entrevistadas un cambio en la dinámica relacional. Han hecho un
proceso de redefinición en la relación con sus hijos, donde se refleja una
construcción más simétrica con los hijos. Esto se traduce en una actitud de
“ser consejera”, de “hablar”, de “estar”. Esto se corresponde con la visión de
Undurraga de la etapa de nido vacío, con la apertura que ambas madres
tienen al entender la relación de manera más horizontal (Undurraga, 2011).
158
cumplida (Juan Pablo II, 1988).
Andrea valoriza que la salida de los hijos de casa trae beneficios (Un
relajamiento total de cambios de horarios, de obligaciones, de horarios...de todo (I-
147)). Teresa también valora la libertad de manejar los tiempos (el poder
manejar los tiempos, los tiempos y lo que yo haga, desde mis pequeños
desafíos…tengo tiempo para eso, tengo la disponibilidad absoluta (II-110)). Se
aprecia en ambos relatos una concordancia con lo que se espera para los
padres, el poder vivenciar en esta etapa de nido vacío el poder descubrir el
sentido de este mayor tiempo y menor responsabilidad que se les abre hoy,
por lo que pueden disfrutar la obtención de espacios en que pueden
orientarlo en otras áreas de interés o tareas Schaie & Willis (2003, citado en
Undurraga, 2011).
159
no fue de exclusividad, ella ha podido desarrollarse de manera independiente
como mujer, madre y esposa. Se aprecia que los mapas mentales de
vinculación que se forjan en nuestra niñez marcan un patrón que se
perpetúan, son modelos de comprendernos y relacionarnos con el mundo,
por lo cual la experiencia que transmite Teresa dan cuenta de los patrones
establecidos que ha replicado en su familia nuclear como trasmisión
intergeneracional (Minuchin et al., 1998).
160
(Minuchin et al., 1998). Con el fin de brindar y formar a personas capaces de
amar. Se conforman los vínculos de apego de manera sana, los que son
significativos en la construcción de la identidad de los hijos. Para la madre
sentir la reciprocidad de los vínculos formados cumple una función que
subsana y enriquece con el afecto gratuito de parte de los hijos para esta
etapa de la adultez en la mujer (Carmona et al., 2009).
B. Esposa
Como esposa, Andrea busca ser siempre creativa (ser siempre creativa,
distinta, alegre, entusiasta… como partner, buena partner, buena compañera. Que
te miren y… y que se alegre, así vamos que se puede (I-135)). Se aprecian en el
relato varios aspectos que dan cuenta de un proceso de madurez en el
trabajo identitario de Andrea, que permiten que la creatividad sea una
expresión profunda del proceso de individuación. El fruto es una mayor
aceptación de sí misma que le permite ser un aporte que enriquece a la
pareja y a otros (Stein, 2007). Andrea siente como desafío el cuidar la
relación con su esposo. Busca ser partner y compañera (ser su partner,
acompañarlo, acogerlo, escucharlo, ser partner…más que nada eso…ser
compañeros (I-135)). Desde la perspectiva de la construcción de vínculos, el
trabajar y desarrollar la complementariedad, la reciprocidad y la
161
interdependencia permiten desarrollar relaciones más simétricas en la pareja.
La vivencia que expresa Andrea se corresponde con las opciones de buscar
y profundizar los vínculos con una mayor pertenencia, permitiendo con ello
un desarrollo tanto de la individualidad como de la pareja (Minuchin, 2003).
164
Pues bien, reconoce también que dentro de la dinámica de pareja aparecen
elementos de vinculación con una mayor proximidad (Bowlby, 2006). Existe
una evolución en la relación. Dado el contexto de nueva soledad, han podido
establecer una mayor complicidad que trae beneficios en el tipo de
vinculación, lo cual se corresponde con la tarea de duelo propia del nido
vacío (Tizón, 2013).
165
mediciones de estudios en la población americana que muestran resultados
de un porcentaje inferior del universo investigado que reflejan que las
mujeres pueden experimentar una depresión, la que se puede transformar en
un duelo patológico (Papalia, et al., 2012; Craig y Baucum, 2009; Feldman,
2007; Undurraga, 2011; Tizón, 2013; Kast, 1997; Minuchin, 2003, Carmona
et al., 2009). Otra perspectiva estudiada afirma que para las mujeres el
tránsito del nido vacío les invita a un momento de expansión y crecimiento en
la identidad, que incide en los cambios de la relación de la pareja y la familia.
166
4.1.3. CATEGORÍA DIMENSIÓN EXPERIENCIA DE DIOS
167
Proceso de duelo del Nido vacío
Temáticas
Subcategorías
A. Fundamento
B. Dios la mira
4.1.3.3. Significación de
Dios
en la etapa
168
4.1.3.1. Subcategoría Experiencia de Dios
A. Fundamento
Andrea comparte en su relato que el dolor la acercó a Dios (el dolor fue
lo que me llevó a encontrarme con él absolutamente… (I-171)). Para Andrea la
experiencia de la pérdida de su marido, significó un duelo importante, el dolor
experimentado le permitió encontrar el potencial de su alma, donde Dios en
su Misterio salvífico pudo consolar y abrazar sus anhelos profundos de su
169
existencia (Grün, 2008). También es importante decir que Andrea reconoce
esta pérdida como una experiencia de duelo trabajado, y además de ser un
viaje emocional y psicológico, lo reconoce como un viaje espiritual (Elizabeth
Kübler Ross & Kessler, 2006).
170
lo descrito se puede afirmar que el acompañamiento psicoespiritual puede
ser un punto de partida, desde la realidad humana de cada uno, para una
mayor comprensión y significado de sus creencias y fundamentos (Decloux,
2005).
B. Medios
172
estacionadores de autos… en cualquiera que te sonríe porque tú le dijiste un
buenos días… en los logros de los hijos, en los hijos que estén tranquilos,
satisfechos y felices es un poco… ver a Dios un poco en los demás… en el corazón
de los demás. Yo creo que Dios está en todas partes (II-122)). En el relato, Teresa
expresa una convicción de este amor fundante con Dios, que la invita a
expandir su amor hacia el encuentro con los otros, como señala Grün (2008).
Uno de los frutos de la relación con Dios, es la invitación a la solidaridad y el
compromiso con los demás, a vivir la fe encarnada, de reconocer a Dios en
cada hombre y mujer (Cabarrús, 1997; Galilea, 1990).
173
su Creador (Grün, 2001). Le pide al Señor seguir creciendo en intimidad con
Él. En su relato, Andrea busca adentrarse en el misterio de Dios (seguir
creciendo en intimidad con él, seguir adentrándome en ese misterio que es el. En…
como dice San Ignacio, en ese conocimiento interno (I-179)). Desde la relación
construida sobre la oración contemplativa, Andrea se ve enriquecida por
medio de la gracia, como un regalo para la creatura que busca y halla al
Señor, y donde se abre una novedad inagotable (González, 2009).
174
Dentro de su estructura autosuficiente, ella reacciona de manera regresiva al
expresar sus anhelos de intervención divina (visión de magismo de Dios)
(Núñez, 2004).
A. Mira a Dios
(I-169) Dios es para ella misericordia.
(I-185) La mirada de la Santísima Trinidad ha transformado su vida. El amor
recibido la interpela y la invita hacerlo mismo con otros.
(II-114) La imagen de Dios es de un Padre. Asocia con su padre.
Para Andrea Dios es misericordia (sentir que a pesar de todas las veces que yo
lo negaba, él me miraba con esa mirada con la que mira a Pedro, que no es una
mirada que lo condena, sino que lo salva… esa mirada… esos ojos… también,
profundamente. Por eso que para mí él es misericordia (I-I69)). La experiencia que
Andrea comparte revela en ella un crecimiento tanto humano como en lo
espiritual, en que ha experimentado el reconocimiento de su limitación
humana, y de pecado, abriéndose a la gracia y perdón de Dios que la mira
con su infinita misericordia, restaurando su dignidad humana. Para Andrea la
certeza afectiva, de los encuentros significativos que ha registrado desde su
infancia, le han favorecido en su crecimiento psicoafectivo de madurez
humana y espiritual (Garrido, 1996; Núñez, 2004).
Para Teresa, Dios es un Padre que asocia con su padre (para mi Dios
es un Padre y… no hay mayor amor que eso, yo adoro a mi papá, lo adoro, siento
que mi papá… así como mi papá siempre ha sido como un Dios, Dios es como un
papá para mí, como que se me mezclan y se me cruzan mi padre y Dios…son… mi
imagen de Dios es mi padre (II-114)). Teresa señala lo significativo de la
identificación con su padre carnal, cosa que establece las bases de una
vinculación positiva y protectora propia de la etapa inicial del desarrollo, y
que fruto de ello proyecta una relación cercana y de saberse protegida por
Dios. Para Garrido, esto señala que si esta imagen queda fijada hacia la
adultez puede tener consecuencias en el ámbito afectivo de la relación con
Dios. Si la identidad adulta no ha sido confrontada con el significado del
pecado, se puede considerar que este no tiene relación con Dios, o con la
relación personal con Él. O si se tiende a vivir lo religioso como una
aspiración de bienestar se deja de lado el establecimiento de una relación
interpersonal y de compromiso. En consecuencia, la relación no se asume
plenamente desde la diferenciación unificada por la madurez humana y
espiritual. Es decir, existe la posibilidad de que la relación se manifieste de
manera regresiva, traspasando las responsabilidades de las acciones
personales a la figura paterna de Dios (Garrido, 1996). Queda abierto el
camino para que el creyente busque, a partir de su imagen de Dios, un
camino en el que, conscientemente, quiera superar la funcionalidad de la
relación, trabajando su madurez psicológica e integrando de manera
psicoafectiva las experiencias de Dios en el seguimiento de Jesús de
Nazaret, que nos revela con su amor y gracia el rostro de su Padre Dios.
Esto nos invita a un camino de conversión y de compromiso creciente, de
colaboración en la construcción de Su reino (Núñez, 2004).
177
B. Dios la mira
Andrea percibe que Dios la mira con amor y misericordia. Que Él toma la
iniciativa en la relación, esto la llena de gozo y alegría (con amor y
misericordia. Absolutamente, siento su mirada con mucho cariño… es él que toma la
iniciativa, es él, el que escoge venir... entonces eso me llena de gozo y de alegría (I-
173)). En el fundamento de fe de Andrea reconoce que es profundamente
amada y aceptada con Dios la mira personalmente, por su nombre, Andrea
reconoce los rasgos de Su amor al saberse mirada con misericordia, y con
mucho cariño. A partir de esta conciencia de la imagen propia de Dios y de
su relación personal con el Dios de Jesús de Nazaret, le posibilita a Andrea
vivenciar una actitud de apertura ante el Misterio, de confianza y docilidad a
su voluntad, el poder orar las palabras de Santa Teresa de Ávila nada te
turbe, solo Dios basta (Garrido, 1996; Ávila, 1999).
178
Andrea valora que la oración permanente le haya ayudado en la partida de
los hijos (mucho en la oración, la fe, absolutamente… el Señor que va ahí haciendo
caminos, llenando el corazón ir poniendo confianza en él, en los niños, en que eran
capaces… mucho también era confiar en ellos (I-97)). Andrea se ha sentido
acompañada y fortalecida en su fe, en la oración cotidiana con el Señor,
dentro del proceso de desprendimiento en la partida de los hijos. Pudo crecer
en la confianza y abandono de ofrecer a sus hijos en las manos del Padre
Bueno. Como legado, y anhelo del corazón Andrea le pide a Dios por sus
hijos para que puedan tener un encuentro personal con Él, y que puedan
vivenciar la transformación de vida, fruto de la experiencia personal de ella
con el Señor en su vida (que mis hijos puedan tener ese encuentro personal que
te transforma la vida… que puedan encontrarse personalmente con este Señor y lo
hagan parte de su vida (I-177)). La experiencia de conversión que ha
vivenciado Andrea, la ha dado plenitud como creyente, siente un hondo
deseo de que sus hijos puedan vivenciar el mismo encuentro con Dios de la
Vida, como se proclama en el evangelio de san Juan “Yo he venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia.” (Jn 10, 10) Se aprecia que la
experiencia de Andrea busca en el seguimiento de Jesús responder en
colaboración para que otros vivan esa abundancia (Pagola, 2013).
179
de los demás, a cruzar fronteras, a fermentar los sueños y heridas de
nuestros hermanos, a ser testigo del paso de Dios, que crea vida en sus
vidas para caminar juntos (González, 2009; Grün, 2008).
180
significa mucho para ella, tanto en su debilidad como en otros momentos.
Tiene una cuerda de la que agarrarse. Le pone suelo a su camino como
creyente, sintiéndose sostenida y acompañada. La invitación para
acompañar su proceso de relación con Dios está abierta, de modo que
pueda abrirse a una fecundidad interior, que le permita unificar y plenificar su
ser en su búsqueda de trascendencia, como señala Víktor Frankl (2001);
(Grün, 2008; Borello, 1999).
181
Dios Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo (Grün, 2001).
182
CONCLUSIONES
183
acompañamiento psicoespiritual, atestiguamos un trabajo de introspección
realizado de manera responsable, con disponibilidad para confrontar los
elementos centrales de la etapa de nido vacío, tanto en su trabajo de
identidad en el proceso de individuación, como en el trabajo de la
autoestima; también en la elaboración de su identidad relacional, producto de
la partida de su último hijo, y en el redescubrimiento con su pareja. La
experiencia del espacio de acompañamiento le ha permitido verbalizar sus
experiencias de manera confiada, estimulando su autoexploración y trabajo
de valoración de su historia.
185
Es importante dejar establecido que el desafío que implica la
resolución adecuada de la crisis de generatividad versus estancamiento,
pone de manifiesto la incidencia de otros elementos interesantes, que
también emergieron en la investigación, pero que no fueron desarrollados,
por considerar que escapaban del marco investigativo. Desde una mirada
sistémica podemos mencionar los aspectos influyentes de la afectividad y la
sexualidad en la pareja durante la etapa de la madurez. También los
aspectos biológicos (la menopausia), al igual que conocer el impacto de este
proceso en el mundo masculino, y otros, son temas que quedan planteados
como desafío para futuras investigaciones.
187
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188
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Papalia D., Feldman R., y Martorell G., (2012). Desarrollo Humano. 12ª
Edición. México: McGraw-Hill Interamericana editores S.A.
191
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El-proceso-de-convertirse-en-persona.pdf
193
ANEXO 1
Estimado participante:
Usted ha sido invitado a participar en el estudio titulado “La resignificación en
el proceso de duelo del nido vacío en mujeres”, presentado para obtener
optar al grado de Magíster en Acompañamiento Psicoespiritual en la
Universidad Alberto Hurtado. Quien realiza esta investigación es María Clara
Vial S. y su Profesora Guía Sabine Romero B.
194
La participación en esta actividad es voluntaria y no involucra ningún
daño o peligro para su salud física o mental. Usted puede negarse a
participar en cualquier momento del estudio sin que deba dar razones para
ello, ni recibir ningún tipo de sanción.
195
Si lo desea puede dejar de participar de la entrevista y de la
investigación, sin que esto le signifique sanción alguna para Usted. De
participar de todo el estudio los beneficios directos que recibirá usted será
una retroalimentación del fruto de la investigación y la posibilidad de ayudar,
aportar al enriquecimiento de la práctica en el proceso de acompañamiento
psicoespiritual a mujeres que estarán por comenzar la etapa del nido vacío,
entregando herramientas para la prevención y desarrollo de éstas de modo
más idóneo potenciando la resignificación y la creatividad exponencial del
proyecto de identidad, de pareja, y con los hijos que partieron. Profundizar en
la contención y riquezas desde la búsqueda espiritual como en el crecimiento
de la experiencia de Dios en la etapa adulta.
196
Si Usted desea realizar algún reclamo, inquietudes u opiniones
relacionadas con la conducción de la investigación o consultas sobre sus
derechos en la participación de este estudio. Usted puede dirigirse a la
Presidenta del Comité de Ética de la Universidad Alberto Hurtado, Fono:
Fono: 28897452, email: comiteetica@uahurtado.cl, o concurrir
personalmente a las oficinas del Comité ubicadas en calle Almirante Barroso,
40, oficina 210.
197
ANEXO 2
Yo,……………………….……………………………………………………………
………, Rut…………………….., acepto participar voluntaria y anónimamente
en la investigación, “La resignificación en el proceso de duelo del nido vacío
en mujeres” dirigida por María Clara Vial S., investigador responsable,
estudiante del Magíster en Acompañamiento Psicoespiritual en la
Universidad Alberto Hurtado.
__________________ ___________________
Nombre Participante Nombre Investigador
________________________________
Dirección de Investigación y Publicaciones
Universidad Alberto Hurtado
_______________________________
Firma y Rut
Fecha: ……………………….
198
ANEXO 3
I. Dimensión Identidad
1. Háblame de ti ¿cómo te ves o valoras hoy? Describir.
2. ¿Qué dificultades o acontecimientos a lo largo de tu vida te han
permitido ser la mujer que eres hoy?
3. ¿Qué aprendizajes has logrado fruto de estos acontecimientos?
4. ¿Cuáles han sido tus fortalezas y/o debilidades? Y ¿cómo lo has
trabajado?
5. ¿Cuáles han sido tus apoyos o soportes para seguir creciendo?
6. ¿Qué opciones consideras importantes en el desarrollo de tu vida?
7. En la etapa actual ¿qué aspectos de ti aspiras a desarrollar?
8. ¿Qué consideras que se te hace difícil hoy?
9. ¿Cuáles son tus confianzas fundamentales?
10. ¿Qué valor le significas a tus amistades?
11. ¿Qué consideras importante de tu desarrollo en lo social, laboral,
hobbies etc. en esta etapa?
12. ¿Cómo te proyectas en esta nueva etapa?
II. Nido vacío - duelo
1. ¿Qué significa para ti el nido vacío?
2. ¿Qué sentimientos te surgen al hablar de ello?
3. La partida del primero hijo ¿qué significo para ti?
4. ¿Qué sentimientos vivenciaste en la partida de cada hijo?
5. ¿Qué valoraste de ti cómo madre?
6. ¿Cómo te preparaste para la partida del siguiente hijo?
7. Describe ¿cómo fue el proceso paulatino de la partida de tus hijos
(sentimientos, percepciones, experiencias)?
8. ¿Cómo te afectó en lo personal la partida de tus hijos?
199
9. ¿Qué te ayudó para enfrentar la partida de todos los hijos y en esta
etapa? ¿Cuáles fueron tus soportes?
10. Actualmente ¿cómo ves que ha significado para ti esta etapa de nido
vacío?
11. ¿Qué has aprendido de ti como mujer, en esta etapa?
III Dimensión Relacional
1. En la partida de los hijos ¿Qué te hizo valorar de tu relación como
madre con cada hijo?
2. Háblame de tu vinculación con cada hijo. ¿Qué cambió en ti en la hora
de su partida?
3. ¿Qué sentimientos te surgen actualmente en relación a cada hijo lejos
de casa?
4. ¿Qué dificultades tuviste que enfrentar al irse cada uno de tus hijos?
5. ¿Qué desafíos ves que se te presentan en esta nueva etapa?
6. ¿Cómo has vivenciado esta etapa con tu esposo?
7. ¿Qué aspectos de tu relación consideras que se consolidan o
dificultan con tu esposo?
8. ¿Qué proyectos han ideado juntos para esta etapa?
9. ¿Qué oportunidades te brinda esta etapa de la vida para tu desarrollo
en lo personal? Y ¿cómo madre y esposa?
IV Dimensión Experiencia de Dios
1. Como mujer creyente, ¿qué significa Dios para ti hoy?
2. ¿Cómo es tu relación con él?
3. ¿Qué experiencias fundantes has experimentado en tu vida de fe?
4. ¿Qué te ha ayudado a buscar a Dios y crear una relación con él?
5. ¿Cómo te mira Dios hoy?
6. ¿A qué te invita Dios en esta etapa de vida?
7. ¿Qué buscas o le pides a Dios hoy?
8. ¿Qué valor tiene para ti, tu vida espiritual?
9. ¿Cuáles son tus creencias fundamentales?
10. ¿En qué te ayuda tu fe en esta etapa? O ¿qué te dificulta?
200
ANEXO 4
ENTEVISTA I - Andrea
201
sus estudios de adulta. (I-77) Lo siente como un desafío. hijo.
C. El Cuerpo (I-91) Reconoce la partida de los C. Relación con Dios
(I-159) Reconoce el degaste hijos como un proceso natural. (I-43) Reconoce que sin el
físico que es más difícil. Ve (I-79) Siente pena cuando se Señor no hay suelo.
desafíos. fueron su hija mayor y la nieta. (I-163) La relación con Dios
Experimenta tranquilidad. es de cercanía, intimidad y
D. Percepción de sí misma. honestidad.
(I-39) No hay nada que se le 4.1.2.4.Aprendizajes del nido (I-179) Busca adentrarse en
haga difícil actualmente. vacío el misterio de Dios.
(Conocimiento interno)
4.1.1.3. Subcategoría A. Madre
Aprendizajes de la (I-87) Se valora como madre 4.1.3.2. Subcategoría -
individualidad. comprometida e incondicional. Imagen de Dios
(I-115) Acepta que la relación con
A. Gratificaciones los hijos cambia, se mantiene el A. Mira a Dios
(I-5) Su autoimagen se amor e incondicionalidad de un (I-169) Dios es para ella
reconoce contenta, realizada y vínculo más sólido. misericordia.
agradecida con lo vivido. (I-115) Siente que es parte de los (I-185) La mirada de la
cimientos entregados a sus hijos. Santísima Trinidad ha
B. Mira atrás (I-117) Se relaciona con cada hijo transformado su vida. El
(I-11) Valora la posibilidad de con cercanía, respetándolos. amor recibido la interpela y
reelaborar. (I-133) Reconoce que mantener los la invita hacerlo mismo con
(I-11) Reconoce frutos de las vínculos es un desafío que otros.
experiencias dolorosas. considera aspectos necesarios
(I-9)Capacidad de insight y de como: trabajo, esfuerzo, B. Dios la mira
mirar en perspectiva. perseverancia, atención. (I-173) Percibe que Dios la
(I-113) Reconoce como mamá que mira con amor y
C. Reconocer a los otros la relación con los hijos misericordia.
(I-13) Reconoce clave la actualmente es de ser más
confianza que otros depositaron consejera. 4.1.3.3. Subcategoría
en ella. (I-129) Reconoce que la formación Significación de Dios en
espiritual ha influido en los vínculos esta etapa
D. Madurez humana familiares.
(I-19) Se percibe con una (I-141) Reconoce que la partida de (I-97) Valoriza que le ayudó
madurez humana, con más los hijos baja la pega y se gana en en la partida de los hijos la
misericordiosa. libertad. oración permanente.
(I-19) Capacidad de mirar en (I-147) Reconoce las (I-177) Le pide a Dios por
mundo interno del otro. gratificaciones de la tarea sus hijos para que puedan
cumplida. tener un encuentro personal
E. Cambios y prioridades con Él.
(I-55) Ve el vaso medio lleno, B. Esposa (I-175) Consciente que su
establece prioridades. (I-135) Busca ser siempre creativa. experiencia de vida de las
Reconoce cercana a la muerte. (I-135) Siente el desafío de busca situaciones difíciles y de
mantener cuidada la relación, ser dolor. La invitan a
202
partner y compañeros. acompañar a otros en sus
(I-55) Se reconoce que en esta (I-147) Es consciente que después búsquedas y dolores.
etapa de vida se puede ser más de haber estado muy demandados (I-187) Reconoce que la fe
sabia y no tener que responder por los hijos, ahora vuelven a es su soporte, y que
a las expectativas de los otros. reconocerse como pareja. representa “todo” en
(I-147) Valora en esta etapa que especial en esta etapa de
4.1.1.4. Significación del nido “el mar está tranquilo” como un vida sin los hijos en casa.
vacío tiempo de regalo como pareja.
A. Desafío e invitación
(I-99) Reconoce que el nido
vacío es un desafío y una
invitación.
(I-61) Es consciente que no le
gusta quedarse detenida sino
querer avanzar con creatividad
y busca desarrollar la
capacidad de adaptación.
B. Beneficios personales
(I-159) Es consciente y valoriza
beneficios personales en esta
etapa sin los hijos en casa. Más
tiempo para ella.
C. Perspectiva de desarrollo
(I-35) Conciencia y visión de
desarrollo personal posible.
(I-113) Percibe de sí misma
capacidades latentes a
desarrollar.
203
ANEXO 5
ENTREVISTA II - Teresa
TRAMA DE CÓDIGOS POR CATEGORÍA - CONCEPTUALIZACIÓN
204
encierra en su propio mundo, cultural. la mira en sus debilidades y
aprende y se desafía. 4.1.2.3 Duelo del nido vacío y como ella es.
sus significaciones 4.1.3.3. Subcategoría
C. El Cuerpo Significación de Dios en
(II-4) Se percibe físicamente (II-56) No se identifica con el esta etapa
mayor, se contrasta con gente concepto del nido vacío de
joven. tristeza y soledad. (II-112) Su oración
(II-56) No percibe el nido vacío. encomienda a sus hijos.
D. Percepción de sí misma. (II-56) Experimenta otras (II-128) Le pide a Dios que
(II-48) Se percibe insegura y razones por sus penas y esté cerca del corazón de los
también muy capaz antes los preocupaciones. No comparte la hijos.
desafíos laborales. Autoestima imagen de drama sobre las (II-136) Reconoce que
fluctuante. mujeres del nido vacío. necesita a Dios en su vida. Se
(II-48) Expresa miedo a no ser (II-86) No siente que sus hijos apoya en Él en sus momentos
capaz. se fueron. de pena y angustia.
(II-72) Reconoce la dimensión (II-126) Dios la invita a seguir
4.1.1.3. Subcategoría práctica del nido vacío, el siendo ella misma y a entregar
Aprendizajes de la silencio de la casa. alegría.
individualidad. (II-36) Evita estar en casa.
(Il-58) Siente pena cuando los
A. Gratificaciones hijos se van lejos, los ve en otro
(II-4) Valora gratificaciones de lugar, no que partieron.
llegar a esta etapa. (II-80) Los hijos son prestados.
(II-72) Echa de menos las
B. Mira atrás personalidades de cada uno,
(II-4) Se percibe mayor con siente preocupación por sus
capacidad de mirar atrás, desafíos proyectos.
experiencia e insight.
4.1.2.4 Aprendizajes del nido
C. Reconocer a los otros (no vacío
hay conceptualizaciones en el
relato) A. Madre
(II-78) Se siente orgullosa de la
D. Madurez humana (no hay crianza de sus hijos, que sean
conceptualizaciones en el autosuficientes.
relato) (II-92) Valora que la etapa de
E. Cambios y prioridades crianza que está cumplida.
(II-4) Valora que puede decidir Ahora es una etapa de hablar,
la vida de otra manera. de estar, quererse y darles
Cambian prioridades. cariño.
(II-110) Valora la libertad de
manejar los tiempos.
4.1.1.4. Significación del
(II-56) Reconoce que sus hijos
nido vacío
son importantísimos aunque su
205
vida no gira alrededor de ellos.
A. Desafíos e invitación (II-92) Reconoce que siempre
(II-32) Siente desafíos para hizo vida independiente de hijos
esta etapa de hacer cosas, y marido.
cultivar amistades, mantener (II-64) Valora darles espacio a
los trabajos y realizar sus hijos.
deportes. Necesita (II-56) Reconoce que le gustaría
mantenerse ocupada. estar cerca para abrazarlos.
(II-32) Admite que puede
A. a) No reconoce el nido haberse equivocado.
vacío: (II-78) Valora de los hijos (lejos)
(II-56) No percibe el nido sentirse querida desde lo
vacío. afectivo. Es gratificante.
(II-4) No pensó que llegaría a
esta etapa de la vida. Sin B. Esposa
planificarse ni cuestionarse (II-56) El nido vacío no impactó
edad, vive lo que le toca en el vida de pareja.
momento. (II-16) Aceptación de roles de
complementariedad en la
B. Beneficios personales pareja.
(II-56) Reconoce el factor (II-32) Reconoce que su marido
tiempo en relación a depende mucho de ella.
disponibilidad del rol de madre (II-92) Acepta la realidad de
pero no así, para con ella en lo quien es cada uno como pareja
personal. e individualmente.
(II-100) Reconoce que se han
C. Perspectiva de desarrollo consolidado. Más compinches y
(II-40) Se percibe positiva y conservando cariño.
soñadora. (II-104) El nido vacío trae mayor
(II-42) Sueña estar tranquila y libertad en la pareja. Deseo de
no enfermarse para no ser una hacer cosas juntos.
carga.
(II-52) Reconoce que no se
proyecta. No vive
planificadamente.
206