Erosion y Movimientos en Masa
Erosion y Movimientos en Masa
Erosion y Movimientos en Masa
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3.1 INTRODUCCIÓN.
En el estudio de la geotecnia es necesario identificar y entender la clase de proceso de degradación
(Erosión, movimiento en masa), los mecanismos de falla, las causas y efectos con el fin de planificar
la campaña de prospección, la toma de muestras, la exploración del sitio del problema, los ensayos de
laboratorio, realizar el diagnóstico y plantear el tipo de solución. No entender el proceso, el
mecanismo y las causas de un proceso de inestabilidad es dar un inicio incierto, que lleva a una
posible solución poco práctica.
Se pretende hacer la diferencia entre los procesos de erosión y los movimientos en masa, con sus
mecanismos, causas y posibles tipos de soluciones, con el fin de realizar las prácticas más apropiadas
al momento de abordar un problema de origen geotécnico y plantear sus soluciones.
3.2.1 la erosión.
Se identifican siete tipos de erosión:
Erosión hídrica ocurre en las laderas y es el resultado del arranque, transporte y depósito de los
suelos por la acción de las aguas pluviales y de escorrentía.
Erosión fluvial es lineal y afecta los cursos de agua. Es el arranque, transporte y depósito de los
materiales que conforman el lecho de un cauce.
Erosión eólica es el modelado del suelo por la acción del viento, cuando arranca, transporta y
deposita los suelos finos, desprovistos de vegetación.
Erosión glaciar es el resultado del modelado del relieve por la acción de los glaciares cuando
movilizan, transportan y depositan materiales.
Erosión periglaciar es propia de zonas cercanas a los casquetes polares cuando se presentan
procesos de congelamiento, descongelamiento, combinado con otros tipos de erosión.
Erosión litoral o costera propia de las costas y ocurre por la acción de las olas y las mareas cuando
remueven transportan y depositan suelos.
Erosión kárstica propia de formaciones calcáreas donde los suelos solubles en agua se erosionan
internamente, formando cavernas.
En geotecnia se hace énfasis a los problemas causados por la erosión hídrica, fluvial y eólica que son
las más frecuentes y generan problemas en estructuras.
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En este caso se concentra menos energía que en el de las gotas de lluvia; mientras que, en caída
libre, la mayoría de las gotas de lluvia se desplazan a velocidades de 6 a 9 m/seg en aguaceros
fuertes, en el escurrimiento asociado a la erosión laminar, la velocidad del agua no supera por lo
general 30 cm/seg. (Gray and Leiser, op. cit.).
En concepto de Goldman et al (1986), el flujo
laminar superficial, se desplaza como una lámina
uniforme efectiva solo unos pocos metros; cuando
la velocidad de flujo sobrepasa los 30 cm/seg, el
flujo se torna turbulento y la escorrentía se
concentra en terrenos más pendientes y rugosos
dando lugar a surcos de erosión y cárcavas.
Por lo anterior, parece que la erosión laminar como
tal, tiene poca importancia en la práctica. Existen
otros procesos como las escamaduras de suelo
seco y deslaves, algo semejante a la erosión
laminar, que vale la pena considerar por su
agresividad.
En el primer caso se trata de desprendimientos de
costras superficiales de suelo con textura gruesa
que en estado seco, pierden su cohesión aparente y
se separan en forma rápida de los taludes.
El segundo, se refiere a la acción del agua que
escurre libremente sobre las caras de excavaciones
recientes, provocando la separación de capas
relativamente uniformes de suelo o roca triturada,
que se han aflojado por razones diferentes, como el
congelamiento y deshielo de masas sueltas y Figura 3.2 Los surcos son canales labrados por
húmedas en alta montaña, el carácter desleíble de los flujos concentrados, cargados con
sedimentos. (Carlos E Escobar P.)
algunas rocas arcillosas, la presencia de terrenos
saprolíticos o arenosos sueltos, o de roca
fuertemente cizalladas en zonas de falla.
Las dos modalidades señaladas constituyen mecanismos importantes de degradación de taludes y una
inmensa fuente de sedimentos por separación de bloques y masas de suelo desde los taludes de
cortes, con pérdida de varias toneladas de suelo que durante el año, y principalmente en
excavaciones recientes, invaden las estructuras hidráulicas y finalmente contaminan las corrientes.
c. Surcos de erosión (Escurrimiento Superficial Concentrado).
Tan pronto como el flujo se vuelve turbulento el agua adquiere energía suficiente para formar canales
pequeños pero bien definidos, relativamente paralelos o anastomosados, a veces con control
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estructural, denominados surcos de erosión. La figura 3.2 presenta una pendiente afectada por
erosión en surcos.
Este proceso es más grave que el de erosión
laminar a causa de que la velocidad del flujo es
mucho más alta en los canales, especialmente
durante los aguaceros fuertes en laderas
pendientes conformadas por materiales
erodables. Si los surcos de erosión no son muy
profundos, éstos se pueden remover en forma
relativamente fácil perfilando el terreno, pero si
no se tratan, se generan cárcavas.
d. Cárcavas.
Son canales o zanjones de diferente tamaño y
forma, formados por flujos concentrados y
aguas de manantiales. Más profundos y amplios
que los surcos, por ellos circula agua en forma
intermitente, durante o un poco después de los
aguaceros.
Según Gray y Leiser (1982.), se presentan 4
estados en su desarrollo: 1) formación y
entallamiento de un canal o zanja, por
escurrimiento concentrado de agua, 2) erosión
remontante desde la base del canal y
Figura 3.3 Cárcava formada por concentración de
ensanchamiento del mismo, 3) cicatrización y 4) aguas que bajan desde la corona de la ladera y
estabilización. labran el fondo. Las laderas ajustan sus pendientes
al canal, gracias a los movimientos en masa y los
Dentro de las dos primeras etapas, las cárcavas procesos de erosión. (Carlos E Escobar).
se consideran activas y se reconocen, porque en
ellas el suelo está desprovisto de vegetación. En respuesta a cualquier control artificial que se
establezca o a una acción natural, las cárcavas pueden llegar a estabilizarse con el tiempo.
En el proceso de estabilización la vegetación se establece primero en el fondo del canal y la
estabilización total se logra, si se equilibra la pendiente del canal y se arraiga la cobertura en toda el
área afectada.
Las causas del avance de una cárcava pueden ser muy variadas y no deben atribuirse al escurrimiento
aislado del agua lluvia. Pueden obedecer a procesos completamente naturales sin la intervención
humana, en las partes más altas de las cuencas, o constituir procesos inducidos artificialmente.
En laderas protegidas con vegetación, el proceso puede iniciarse como consecuencia de entregas
deficientes de alcantarillas de carreteras, que provocan desborde libre de agua sobre las laderas.
Estas aguas causan primero la formación de canales pequeños que se abren paso a través de la
cobertura; si en esta etapa no es controlado, el proceso continúa con el entallamiento de esos canales
y la exposición del suelo y la roca que quedan sometidos al impacto directo de las aguas pluviales. Los
canales se van transformando en zanjones cada vez más profundos y amplios y en conjunto se va
conformando una depresión acanalada, donde pueden tributar varios canales secundarios. La
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hondonada así formada, se profundiza y ensancha progresivamente, a la vez que la ladera se sobre-
empina en la corona de la cárcava, debido a erosión remontante.
Con el avance de la erosión remontante el canal incrementa su capacidad de concentrar flujo y en
épocas de lluvias, se va extendiendo también en la dirección de aguas abajo, generando un arroyo o
torrente. Al mismo tiempo, hacia la cabecera se inician múltiples procesos denudativos como flujos de
detritos y tierras desde los bordes de la zona ocupada por el sistema de cárcavas, ahora más amplia,
y desplazamientos en masa en las partes más pendientes de la misma.
Si en el proceso de socavación queda expuesto el nivel freático, la erosión regresiva puede hacer
retroceder una ladera de 10 a 15 metros por año y como causa de la denudación, el volumen de
material desalojado puede ser de varios cientos de miles de metros cúbicos en un período de 5 a 10
años.
En su estado evolucionado, lo que se inició como un par de surcos de erosión, en una ladera de
pendiente uniforme y cubierta de vegetación, se transforma en una inmensa hondonada con taludes
muy pendientes donde se ha formado un sistema complejo de cárcavas y desplazamientos en masa, y
un canal de flujo alimentado por las cárcavas, a lo largo del cual, son transportados los escombros de
roca y suelo desalojados por la denudación durante las épocas invernales.
Debido al poder abrasivo de la carga, el canal se profundiza y ensancha aún más, incrementándose la
inestabilidad, lo mismo que el volumen de carga sólida. Finalmente esa carga acarreada, se acumula
en forma de abanico en la desembocadura del canal, sobre un terreno más suave o sobre la margen
de alguna corriente, produciendo allí perturbaciones en su cauce, y generando otros daños.
Durante aguaceros intensos se incrementa considerablemente el caudal sólido y por ende, el poder
abrasivo de una corriente, lo que hace que estos eventos constituyan pulsos erosivos muy fuertes.
Como consecuencia de ello, el proceso de degradación se caracteriza por; 1) saltación pluvial intensa
y deslave en toda la ladera expuesta; 2) incremento notable del carcavamiento general con gran
aporte de sólidos incorporados en los flujos de detritos y de lodos; 3) el consiguiente sobre
empinamiento de las laderas en el pie del frente de erosión, con posible inducción de movimientos en
masa; y 4) notable trabajo de los sedimentos de fondo a lo largo de toda la red de drenaje, con fuerte
eliminación de soporte, principalmente desde el fondo del cauce principal, con activación de los
movimientos en masa, principalmente hacia la zona de corona y en el contorno de toda la ladera
afectada.
El efecto general de cada uno de estos pulsos de degradación, se traduce en un significativo avance
retrogresivo y lateral de la inestabilidad, un incremento importante del socavamiento y un nuevo
aporte de sedimentos en la zona de acumulación en la parte baja.
Un proceso de carcavamiento también puede iniciarse por deforestación o por la acción de
manantiales que comienzan a brotar en alguna ladera, como consecuencia del incremento en el nivel
freático, con la contribución de otros factores.
e. Escurrimiento Sub-superficial.
Las aguas de infiltración ocasionan tubificación o sifonamiento, proceso que consiste en la formación
de cavidades cuando las fuerzas de filtración exceden la resistencia del material. Afectan
principalmente suelos no cohesivos como arenas finas, limos y algunas areniscas mal cementadas
(Sowers and Sowers, 1.972).
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2. Profundización por degradación en el fondo causada por el incremento del flujo o cambios de la
pendiente.
3. Cambios en la sinuosidad del cauce, por pérdida de materiales en las orillas y la evolución de los
meandros.
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En la Tabla 3.1 se presenta una clasificación general de los procesos de erosión hídrica y se comentan
algunos de sus efectos ambientales
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b. Control.
El movimiento de las dunas se puede controlar, instalando barreras rompevientos que atenúan o
impiden el movimiento de las partículas o la migración de las masas de arena.
También se acostumbra plantar coníferas o herbáceas para crear
obstáculos, o ligar las partículas con aceite u otro aglutinante.
(Krynine and Judd, 1980).
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También conocidos como desplomes, consisten en la caída de masas de material, con una trayectoria
vertical, debido a la socavación efectuada por un río o el oleaje en un acantilado o la meteorización y
disgregación de las rocas del pie del mismo.
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Las masas rocosas que se desplazan sobre materiales más plásticos en los que se hunden por
extrusión de estos y con movimientos muy lentos ladera abajo, se dice que lo hacen por
desplazamientos concordantes. Cuando los mismos bloques se trasladan sobre una superficie donde el
buzamiento de los estratos no coincide con el de la ladera, el hundimiento es escaso o inexistente y
las laderas tienen mayor pendiente,
denominándose entonces deslizamientos
discordantes.
Los deslizamientos en los que la masa
desplazada se trocea en su movimiento y
resulta una acumulación caótica de bloques se
denomina corrimiento y cuando la rotura por
cizalla se produce en suelos no cohesivos con
partículas gruesas se llama deslizamiento de
derrubios.
b. Reptamientos.
Figura 3.10 Propagación lateral. Tomado de Manual de
Ingeniería de Taludes, pag 21
Movimiento de tipo viscoso sumamente lento
(unos pocos centímetros por año), asociado a
una deformación continua de terrenos no consolidados o relativamente sueltos, sin rotura o falla del
mismo a lo largo de superficies de corte. Afecta principalmente a los depósitos y a los suelos
residuales, pero puede presentarse también en rocas.
En el caso de suelos, abarca generalmente grandes extensiones y es difícil de controlar; se asocia con
zonas deforestadas o intervenidas de manera inadecuada. Frecuentemente presenta terracetas
debidas a pisadas del ganado, lo cual favorece posteriormente otros procesos.
c. Propagación lateral.
El caso más común corresponde al desplazamiento horizontal de masas duras por flujo plástico o
licuación del material subyacente más blando.
d. Escurrimiento.
Se designa de esta manera al colapso o derrumbe de masas secas o húmedas expuestas en
excavaciones viales o semejantes, que se desplazan de manera viscosa, por lo general poco tiempo
después del corte.
e. Subsidencia.
Aunque no se trata de un movimiento que afecte la cara libre de un talud o ladera, es más común de
lo que parece. Se trata de desplazamientos verticales del terreno, asociados a remoción o
consolidación del material subyacente, por causas diversas.
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Se trata de movimientos de tipo viscoso, la mayoría de los cuales involucra mezclas de agua y
materiales sueltos, los cuales se desplazan lenta o rápidamente a lo largo de canales o depresiones
naturales o artificiales generalmente angostas, provocando distintos tipos y grados de devastación.
Los materiales pueden avanzar desde algunos metros hasta varios cientos de metros. Pueden ser:
Flujos de detritos.
Afectan fragmentos de roca de diferente tamaño
embebidos en matriz fina, que se movilizan en
forma rápida a muy rápida, dependiendo de la
pendiente del terreno y del contenido de
humedad.
Flujos de tierras.
Involucran materiales predominantemente finos,
y por su carácter más viscoso, son más lentos
que los anteriores.
Estos procesos presentan por lo general tres
rasgos característicos morfológicos: una zona de
alimentación en la parte superior,
Figura 3.12 Avalancha. Tomado de Manual de
correspondiente a la zona denudada que aporta Ingeniería de Taludes.
la mayor parte de los materiales desplazados,
como consecuencia de desprendimientos u otros
movimientos; el canal, correspondiente a la
zona deprimida a lo largo de la cual se desplaza el material y el cono de deyección. El canal y el cono
pueden estar separados por un cuello angosto. A lo largo de las carreteras es común encontrar estas
expresiones, algunas de las cuales se asemejan mucho a un reloj de arena. Los flujos de tierras
pueden convertirse en flujos de lodos, por mayor contenido de humedad, movimientos estos últimos
extremadamente rápidos.
b. Avalanchas de rocas y detritos.
Enormes volúmenes de rocas y detritos se desplazan con extraordinaria rapidez a lo largo de
hondonadas, aprovechando en parte los cauces naturales.
La expresión morfológica de estos procesos es similar a la descrita para los flujos de detritos y tierras.
Según se ha investigado, la enorme velocidad (250 km/h y más) y el gran volumen de material
desplazado se atribuye a la fluidificación de las masas
involucradas en estos procesos, debido a bolsas de aire
que quedan atrapadas entre los fragmentos, favoreciendo
una acción de dispersión de las partículas más finas entre
los bloques mayores, y provocando un mecanismo de
flotación o empuje de los materiales, que reduce la
presión efectiva ejercida por los granos y proporciona al
mismo tiempo un colchón de aire hacia la base de la zona
en movimiento.
Tabla 3.3. Clasificación de los movimientos en masa Figura 3.11 Flujo de tierra. Tomado de Manual
de Ingeniería de Taludes, pag 23
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DESPLAZAMIENTO EN MASA 1
TRANSPORTE EN MASA 2
Relacionados con la composición de los materiales involucrados, la condición de los mismos, las
estructuras geológicas y el patrón de flujo de agua. Representan los factores de estado original y
constituyen la causa real de la inestabilidad, es decir, la real posibilidad de que puedan presentarse
este tipo de procesos. (Tabla 3.4).
b. Factores externos de tipo natural.
Entre los cuales sobresalen los relativos a los cambios en la condición de los materiales, la influencia
directa o indirecta de la lluvia, la humedad del suelo, la actividad sísmica asociada al reactivación de
fallas geológicas y la actividad de los volcanes. (Tabla 3.5).
c. Factores externos de tipo antrópico.
Debido a la intervención del hombre por acciones tales como: la deforestación y el deficiente manejo
del suelo, las sobrecargas, y el inadecuado manejo de las aguas en vertimientos y drenajes. (Tabla
3.6). Los factores inherentes se expresan morfológicamente en unidades de terreno con diferente
susceptibilidad a fallar o desplazarse y los deslizamientos y otros procesos de inestabilidad, son el
resultado de la interacción entre estos factores y los factores externos. Estos últimos actúan como
“detonantes”, es decir, como factores determinantes de la inestabilidad, activando o reactivando los
procesos.
Vale la pena comentar que la mayor parte de los problemas de inestabilidad del terreno, son
“detonados” por factores antrópicos, los únicos sobre los cuales es posible ejercer algún tipo de
control.
1. d. Tratamiento.
En la Tabla 3.5 se presentan algunos métodos para prevenir y tratar deslizamientos, teniendo en
cuenta si estos se deben a causas naturales o artificiales, y según los tipos de materiales afectados,
con base en la experiencia Japonesa. (Manual for Slope Protetion, JAPAN ROAD ASSOCIATION, 1984).
En esa tabla, (1) corresponde a los métodos más frecuentemente usados, (2) métodos de uso
frecuente y (3) los menos usados.
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- La presencia de otros minerales de alteración: desleibles y fisiles como clorita, sericita, vermiculita y talco;
blandos y expansibles como la montmorillonita; solubles como yeso, calcita y dolomita; en masa o como
rellenos de diaclasas. En este último caso, cuando no se presenta contacto entre éstas o éste es parcial,
su influencia es más significativa inducen también inestabilidad los revestimientos externos de óxido de
manganeso en las paredes de las diaclasas o fracturas.
- Minerales asociados a metamorfismo dinámico como: cataclasita, milonita y filonita; o rasgos de esfuerzos
como superficies pulidas, harina de falla, inducen muy baja resistencia y direccionan las propiedades
mecánicas.
Factores relacionados con la actitud estructural
- Discontinuidades estructurales (diaclasas, estratificación, foliación, laminación) desfavorables orientadas
en macizos de roca dura o en saprolitos.
- Alternancia de capas permeables-impermeables (confinan y direccionan el flujo); capas rígidas-plásticas,
(favorece extrusión, flujo plástico o el mecanismo de propagación lateral en capas horizontales).
- Actitud estructural regional que favorece la acumulación de agua
Cambios en el estado inicial de Esfuerzos
- Cualquier unidad geomórfica constituye un estado transitorio en la evolución del relieve, el cual es
modificado constantemente por la acción de los procesos geológicos asociados al clima y a la actividad
volcánica y sismo-tectónica, y como consecuencia de la actividad antrópica, correspondientemente el
estado de esfuerzo asociado
- estado inicial para un instante particular en la evolución de la unidad geomórfica cambia constantemente
bajo la influencia de esos procesos y acciones.
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Medidas
Causa Principal Tipos de Deslizamiento
A B C D E F G H I J
Infiltración En roca 2 3 1 3 1 2 2 1 1 2
1 3 1 3 1 2 2 1 1 2
Ascenso N.F. En saprolito 1 2 1 3 2 1 1 2 2 3
Natural 1 1 2 2 3 1 1 3 3 3
Erosión por corriente En coluvión arcilloso
en la base.
En suelo fino
En roca 3 3 2 3 1 1 2 1 2 2
3 3 2 3 1 1 2 1 2 2
Corte En saprolito 2 2 2 3 1 1 2 1 2 3
Artificial 1 1 2 3 3 1 2 2 3 3
En coluvión arcilloso
En suelo fino
En coluvión arcilloso 3 3 2 3 3 1 2 1 1 2
Relleno 3 3 3 3 3 1 2 2 2 3
En suelo fino
Símbolos
A Drenaje superficial: red integrada de canales y bajantes que se ajusten al caudal por manejar y a las condiciones topográficas.
B Sub-drenaje: sistemas para recolectar y conducir aguas sub- superficiales, como drenajes en “espinazo de pescado” que se
instalan en laderas húmedas con escurrimiento sub-superficial de aguas o con empozamientos, o zanjas filtro en la corona o
alguna parte del talud de corte.
C Drenaje Profundo: sub-drenes profundos (>4-5-m), drenes horizontales, trincheras filtrantes, pozos o galerías de drenaje o la
combinación de estas medidas, para abatir el nivel freático: previamente debe establecerse muy claramente las condiciones de
flujo de agua en el terreno.
D Cortinas Impermeables: para cortar y desviar el flujo de agua, evitando su acceso a zonas inestables; deben tenerse muy
claramente establecidas las condiciones de flujo, dado que estas medidas son costosas, y podrían resultar inefectivas o aún
contraproducentes.
E Remoción de carga activa, escalas o terrazas + protección requerida. Antes debe establecerse muy claramente la distribución
de las masas involucradas en el deslizamiento y sopesar la contribución de la medida en el incremento del factor de seguridad.
La remoción de carga activa ha mostrado ser efectiva en el caso de deslizamientos rotacionales simples, y debe llevarse a cabo
en épocas secas. Se remueve material del tercio superior del talud, en la porción de éste donde la superficie de falla es más
inclinada. En algunos casos se justifica remover toda la masa inestable. Se debe acompañar el descargue con medidas
apropiadas de protección dentro de la zona tratada.
F Colocación de contrapeso en la pata (puede incluir contención): Es recomendable para controlar cualquier tipo de
deslizamiento (rotacional simple o compuesto, translacional etc.) y da mejor resultado entre más suave sea la superficie de falla.
Generalmente es necesario acompañar esta medida con subdrenaje, para evitar los efectos de sub-presión que se pueden
originar al sobrecargar el terreno húmedo y blando que generalmente conforma la pata e un deslizamiento.
Las medidas adicionales pueden consistir en obras de contención en la pata, obras de defensa contra socavamiento de corrientes
u otras medidas que se requieran según el caso, incluyendo la protección de las áreas expuestas.
G Estructuras para el manejo de aguas encauzadas: pueden consistir en diques de disipación de energía y encauzamiento, obras
de protección de orillas u otras semejantes.
H Pilotes de concreto o acero prefabricados: Son efectivos solo en el caso de deslizamientos de masas delgadas (4-5m) y masas
poco activas; sería preferible considerarlos como medidas de tipo preventivo.
I Cortinas de Pilotes o pilares: vinculados con una viga cabezal, empotrados en roca firme, y sostenidos desde su parte superior
por tendones de anclaje.
J Anclajes: generalmente como parte de alguna estructura, como en las cortinas de pilotes, las cortinas corridas (vinculados con
vigas individuales que se pueden instalar en forma descendente para no exponer excavaciones profundas en sitios inestables), o
los muros anclados.
1, 2, 3 Orden de prioridad en la selección del tipo de tratamiento.
Con base en Manual for Slope Proteccion, Japan Road As. (1984)
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Al clasificar y describir los procesos de erosión hídrica, se sugirieron o pueden intuirse algunas
medidas de prevención y control de la erosión, medidas que de todas maneras se tratan con mayor
profundidad en el capítulo de coberturas vegetales.
En esta parte se mencionan y analizan brevemente los factores a tener en cuenta para la prevención y
tratamiento de este tipo de problemas.
3.2.5.1 Erosión hídrica.
La erosión por hídrica es favorecida por varios factores naturales y antrópicos.
a. Factores naturales.
Se consideran cuatro factores básicos naturales: la vegetación, el clima, el tipo de suelo y la
morfología del terreno, cada uno de los cuales se debe valorar, con el fin de estimar o predecir los
efectos inmediatos, así como la pérdida de suelo y el fenómeno consiguiente de sedimentación.
La Vegetación
La cobertura vegetal, juega un papel excepcionalmente importante en el control de erosión hídrica,
principalmente en la zona tropical húmeda. En el trópico el follaje denso brindado por los árboles, los
arbustos y las plantas herbáceas, forman un manto natural que abriga y protege el suelo de la acción
de la erosión hídrica acelerada. La deforestación y muchas prácticas incontroladas relacionadas con el
uso y manejo del suelo, dan lugar por lo general a procesos más severos de erosión hídrica.
Con base en Gray y Leiser (op.cit) el efecto de la vegetación herbácea y en menor extensión el de la
vegetación arbustiva en el control de la erosión hídrica incluye:
Intercepción de las gotas de lluvia. El follaje y la hojarasca depositada en el suelo disipan la
energía cinética de las gotas de lluvia, previenen la compactación del suelo preservando su capaci-
dad de infiltración y fraccionan los caudales que acceden al suelo.
Barrera. El sistema radical superficial, predominantemente fibroso, amarra y retiene las partículas
de suelo, en tanto que el agua infiltrada en las acumulaciones de la hojarasca arrastra los
sedimentos finos, evitando que éstos sean trasportados por escorrentía.
Retardo. La hojarasca acumulada en laderas incrementan la rugosidad del terreno, con la
consiguiente disminución de la velocidad de las aguas de escorrentía.
Infiltración. Las raíces finas y los residuos de plantas conservan la porosidad y permeabilidad del
suelo.
Transpiración. La extracción de la humedad del suelo por la actividad fisiológica de la vegetación
retarda el estado de saturación y el escurrimiento.
En conjunto la cobertura de árboles, arbustos y plantas herbáceas constituyen un sistema estratificado
que protege y fija el suelo, evitando su pérdida por la acción de la erosión.
Clima y Erosividad.
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Gray y Leiser (op. cit.), proponen la intensidad y duración de la precipitación como los factores
climáticos más importantes a tener en cuenta.
Aun las regiones áridas reciben un poco de lluvia durante el año; pero más que la cantidad anual de
precipitación, es importante tener en cuenta, si el total de la precipitación anual se concentra en unos
pocos aguaceros intensos, condición en la cual la precipitación causa erosión severa, lo que no
ocurriría si la misma cantidad de agua cae en forma más continua durante el año.
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Al analizar el ciclo hidrológico, se encuentra que la mayor parte del agua de precipitación retorna a la
atmosfera por evaporación y transpiración. Otra parte es retenida por el suelo o en el follaje de
árboles que la interceptan, otra se infiltra y escurre una mínima parte en forma de aguas de
escorrentía o sub-superficial, involucrándose a los procesos erosivos. Pero esta última fracción puede
incrementarse considerablemente, si dominan suelos poco permeables, si la cobertura vegetal es
escasa, o las lluvias se concentran en unas pocas horas.
La mayor parte de las investigaciones relacionadas con las lluvias como detonantes de la erosión y los
movimientos en masa, destacan la importancia de dos factores: el efecto de la precipitación aislada y
el de la precipitación acumulada.
En nuestro país se ha observado que precipitaciones con intensidades superiores a 50 mm/h o 250
mm/día han provocado daños cuantiosos y dolorosas calamidades por la ocurrencia de avalanchas y
descargas torrenciales muy agresivas. (Montero, 1993)
Erodabilidad
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Se conoce como "erodabilidad", la susceptibilidad del suelo a los procesos erosivos. A este respecto se
presenta una clasificación, basada en la clasificación Unificada de Suelos USC, la cual se incluye en la
Tabla 3.8.
Los suelos presentados en esta tabla pueden agruparse en 6 categorías de erodabilidad,
considerándose los de las categorías 1, 2 y 3, mucho más sensibles que los de las 3 categorías
restantes.
Gray and Leiser (op. cit.) consideran que la erodabilidad decrece, con el incremento en el contenido
de arcilla y de materia orgánica, así como con valores bajos en la relación de vacíos y altos contenidos
de humedad natural. Por otro lado se incrementa, con el aumento en la relación de absorción de sodio
y el decrecimiento en la resistencia iónica del agua.
b. Factores Antrópicos.
A continuación se describen los problemas comunes de erosión en las distintas etapas de un proyecto
vial, y se exponen, de manera general, las medidas de prevención y control.
1. Diseño y Construcción.
En la etapa de construcción de una carretera, se introducen varias de modificaciones en el entorno
físico, las cuales pueden agruparse así:
a) Cambios en la geometría de las laderas y de su morfología, debidos principalmente a las
actividades de excavación y relleno.
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a. Taludes de excavaciones.
Las modificaciones geométricas impuestas por los
cortes, suponen la exposición de áreas Figura 3.13 Secado de un talud vertical por
déficit hídrico y la falta de protección con
desprovistas de vegetación, la acción del flujo
vegetación por la imposibilidad de su arraigo y
superficial y sub-superficial de aguas de establecimiento (Carlos E Escobar P)
escorrentía, al sol y el viento, y al abatimiento del
nivel freático, o la exposición y posible bloqueo
posterior de flujos de agua como consecuencia de
obstrucción de manantiales por acumulación de escombros.
Las aguas que escurren sobre las laderas incrementan su velocidad en la corona de los taludes de
corte, y a menos que se disponga oportunamente de zanjas o barreras que las intercepten, conduzcan
y entreguen adecuadamente hacia un sistema de drenaje superficial de la carretera, van a provocar
erosión intensa en la cara del talud, si este está conformado por materiales erodables. La erosión será
más intensa entre mayor sean la longitud y la pendiente del talud.
Se supone que los taludes a proteger son estables, es decir, que no están involucrados en procesos de
movimientos de masa; de otra manera, carecería de sentido su protección. A este respecto es muy
conveniente asegurarse que se presenta tal condición, y en los casos de tratamientos especiales,
establecer procedimientos de instrumentación y observación del comportamiento que permitan
advertir sobre la presencia de fallas de taludes.
No obstante, aún en taludes bien diseñados desde el punto de vista de su estabilidad respecto de
procesos de falla, la intervención sobre el flujo sub-superficial produce como efecto inmediato
procesos de escurrimientos y deslaves de suelos, los cuales pueden reactivarse en cada período
invernal.
A más largo plazo y debido al abatimiento del nivel freático, el talud superior se seca y agrieta,
produciéndose desprendimientos, pequeños deslizamientos y flujos, que van creando una ligera
concavidad en la parte alta del talud de corte, la cual remata en un pequeño escarpe.
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b. Taludes de terraplenes.
Los suelos de la cara de los terraplenes quedan expuestos a la erosión por lo cual se hace necesario
protegerlos con coberturas vegetales de arbustos y arvenses o mediante el establecimiento de pastos
que son especies vegetales de rápido crecimiento y cubrimiento del suelo.
Adopción de medidas complementarias como la instalación de canales, para la conservación de las
pendientes y de las áreas planas con suelos expuestos.
c. Cruces de corrientes.
Se considera el ponteo de cauces torrenciales en procesos de socavación de fondo, en zonas
montañosas y el cruce de cauces mayores o su alineamiento cerca de la vía.
En el primer caso es muchas veces necesario construir diques de consolidación que permiten la
fijación de los sedimentos, la corrección torrencial y las condiciones para el arraigo de la vegetación
riparia. En otros casos los muros de encauzamiento y las protecciones de orilla son soluciones
adecuadas para prevenir un proceso de erosión lateral y de fondo.
En el caso de corrientes mayores, el cauce debe ser razonablemente estable en los sitios de ponteo.
Pese a ello, debe prevenirse el socavamiento lateral y de fondo que pueda afectar la vía o las
estructuras fundadas en el lecho o sus orillas.
Tanto en el caso de los cauces torrenciales como en los cauces mayores, la protección de sus orillas
se debe complementar con el establecimiento de barreras vivas de cañas y árboles, combinadas con
otras prácticas de establecimiento de vegetación.
d. Mantenimiento
Los taludes protegidos durante la construcción van a sufrir deterioro después de algunos años. En
algunos casos se presentarán fallas de taludes, lo cual requiere la programación y ejecución de obras
de reconstrucción y recuperación.
Las medidas de mantenimiento pueden consistir en:
Adecuadas prácticas de poda y manejos silviculturales de la vegetación.
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Reposición de coberturas.
Aplicación de fertilizantes.
Reposición de estructuras deterioradas.
Si la instrumentación revela signos de deformación o falla, debe establecerse el grado de peligro y
hacer los correctivos necesarios a nivel de las estructuras.
En el caso de fallas mayores éstas deben controlarse previamente a la nueva protección de los
taludes.
Inspección periódica del estado de las obras de corrección torrencial, protección de orillas y protección
de fundaciones es de vital importancia dentro de los programas de prevención de daños a estructuras
y vías.
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A través de una serie de técnicas de investigación y ensayos se busca definir con precisión los
distintos parámetros que rigen el comportamiento de rocas y suelos. La figura 3.14 presenta un
esquema significativo de la investigación de detalle.
En la actualidad se desarrollan una serie de técnicas que permiten optimizar el uso de los resultados,
originados en las tareas de investigación.
La teoría Geoestadística es una de las herramientas más empleadas. Según G. MATHERON, “La
Geoestadística es la aplicación del formalismo de las funciones aleatorias el reconocimiento y
estimación de fenómenos naturales”.
La gran cantidad de información geológico-geotécnica relativa a la investigación y análisis de la
estabilidad de taludes pone de manifiesto la necesidad de recopilación de datos y su mecanización.
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En este apartado se pretenden recoger los métodos y medios de investigación más usuales en la
determinación de los fenómenos de inestabilidad de taludes.
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c. Métodos geofísicos
Estudian la distribución en profundidad de alguna determinada propiedad físico-química de las capas
del terreno, o de alguna característica relacionada con dichas propiedades.
Son de gran utilidad para la resolución de estructuras geológicas y como ayuda al conocimiento de las
características mecánicas de suelos y rocas.
Geofísica de superficie
Los métodos de geofísica más usuales realizados sobre la superficie del terreno son sísmicos y
eléctricos, sin considerar aquellos métodos de testificación geofísica que se utilizan solo en ocasiones
especiales.
Geofísica sísmica
Se basa en el análisis de la propagación de las ondas elásticas a través del terreno. Estas se pueden
clasificar de la siguiente forma:
- Ondas elásticas internas.
- Ondas elásticas superficiales.
Sísmica de reflexión
Determina los tiempos de llegada de las ondas reflejadas en las superficies de separación de los
medios de diferentes velocidades de propagación.
Geofísica eléctrica
Se basa en el estudio de los campos de potencial eléctrico provocados artificialmente, de cuya
deformación pueden deducirse conclusiones sobre las características geológicas del suelo.
Se utiliza, tanto corriente continua como alterna, preferentemente de frecuencias muy bajas. Esto se
debe a que la profundidad de penetración disminuye rápidamente, a medida que aumenta la
frecuencia.
La principal ventaja de los métodos eléctricos es el costo reducido.
El método se basa en las diferentes propiedades eléctricas de las rocas: resistividad, conductividad,
etc.
d. Ensayos in situ
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Tienen como objeto estimar las características mecánicas o hidrogeológicas del terreno. Suelen ser
muy costosos, cuando son a gran escala y tienen un carácter puntual. Con frecuencia la pequeña
porción de terreno a que afectan plantea difíciles problemas de interpretación para extrapolar sus
resultados a la escala real. Sin embargo son los únicos que ofrecen garantías respecto al carácter
inalterado del terreno ensayado.
Medios rocosos
Los macizos rocosos son conjuntos heterogéneos y generalmente discontinuos, lo que implica que la
escala de un experimento determina los resultados del mismo.
Los ensayos que se describen a continuación son los de uso más extendido, debido a que los aparatos
necesarios para su realización son fácilmente transportables.
Martillo Schmidt (Esclerómetro)
Ideado en un principio para estimar la resistencia a
compresión simple del hormigón, se ha modificado
convenientemente dando lugar a varios modelos, tipo L,
N, P, etc., alguno de los cuales esta apropiado para
estimar la resistencia a compresión simple de la roca.
a. Clasificaciones geomecánicas
Las clasificaciones geomecánicas de los macizos rocosos tienen aplicación en el análisis del
comportamiento de los taludes. Se basan en la cuantificación de determinados parámetros que
influyen en la estabilidad de los taludes, obteniéndose una serie de índices de calidad. Estos permiten
la aplicación de fórmulas empíricas, que estiman las características resistentes de los macizos rocosos.
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Dichos macizos también pueden clasificarse de forma cualitativa, dando una estimación de su
comportamiento.
Tipos de clasificaciones
Las primeras clasificaciones se basaban en descripciones cualitativas, que de forma empírica
establecían diversos comportamientos de los macizos rocosos.
Actualmente los sistemas de clasificación intentan obtener índices cuantitativos de la calidad de la
roca, establecidos en base a una serie de parámetros, que contemplan la resistencia de la roca matriz,
disposición y estado de las discontinuidades y presencia de agua.
Unas clasificaciones se diferencian de otras según el número de parámetros considerados y la
valoración que les asigna cada autor. De todas las clasificaciones existentes se describe a continuación
la de BIENIAWSKI por ser una de las más aplicadas en la práctica y por tener utilización directa en
taludes.
La clasificación geomecánica de BIENIAWSKI, obtiene un índice de calidad denominado “Rock Mass
Rating” (RMR), que depende de:
- La resistencia de la roca matriz
- Las condiciones de diaclasado
- El efecto del agua
- La posición relativa del diaclasado respecto a la excavación.
Para tener en cuenta la incidencia de estos factores se definen una serie de parámetros con
determinados valores, cuya suma proporciona el índice de calidad RMR. Este varía entre 15 y 100.
En función del valor RMR, se clasifican las rocas en cinco categorías diferentes. También proporciona
valores estimativos de la cohesión y ángulo de rozamiento interno del macizo rocoso que pueden ser
útiles especialmente en rocas de mala calidad con roturas de tipo curvo y permite la estimación del
módulo de deformación del macizo, EM, mediante la correlación:
1. Orientación (rumbo)
Posición de la discontinuidad en el espacio. Definida por la dirección de buzamiento de la línea
máxima pendiente en el plano de la discontinuidad.
2. Espaciamiento
Distancia perpendicular entre dos discontinuidades adyacentes. Normalmente se refiere al
espaciamiento medio de una familia de discontinuidades.
3. Continuidad
Extensión superficial de una determinada discontinuidad en un plano imaginario que la contenga.
4. Rugosidad
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Con estos se determinan algunos parámetros que influyen en la estabilidad de los taludes. Resulta un
instrumento necesario para comprender, interpretar y explorar los resultados de los ensayos in situ.
El éxito de los ensayos mecánicos e hidráulicos de laboratorio depende de la calidad de las muestras
inalteradas que se obtienen en campo.
a) Identificación y estado.
Proporciona el conocimiento de la naturaleza de la roca y su estado natural aparente. A partir del
reconocimiento visual se pueden establecer zonas representativas de la roca, haciendo una selección
de las mismas para la aplicación de técnicas de ensayos sofisticados.
Tipo Observación
Grado de meteorización, discontinuidades,
Reconocimiento visual
zonas de oxidación, entre otros
Naturaleza mineralógica, textura, orientaciones,
Microscopía petrográfica de polarización
entre otros.
Microfisuras, orientaciones preferentes de los
Microscopía eléctrica de Scanning.
cristales, meteorización, entre otros.
b) Alterabilidad.
Con ellos se busca reproducir los posibles procesos de alteración que sufren las rocas, por la
meteorización.
c) Resistencia y deformación.
Las características resistentes de las rocas se determinan mediante una serie de ensayos que permiten
determinar el límite máximo de esfuerzos que pueden soportar la roca bajo determinadas condiciones.
- Ensayo de resistencia a la compresión simple. Se comprime una probeta cilíndrica por su eje vertical. La
probeta tiene una relación longitud/diámetro entre 2 y 2,50, el ensayo se puede realizar con o sin
medida de la deformación. Orta variable que influye en el ensayo es l velocidad de carga y las
condiciones de borde de la muestra.
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Ese ensayo es utilizado para clasificar las rocas según la resistencia a la tracción de las mismas. La
tabla 3.11 presenta la resistencia según Fourmaintraux y de Deere & Millar.
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Tipo Finalidad
Basada en el tamaño de partículas, textura, color,
Descripción de la muestra humedad, etc. Es una etapa previa para realizar otros
ensayos.
Basada en técnicas de tamizado y de sedimentación,
proporcionan el porcentaje del tamaño de las
Granulometría
partículas y su distribución en una muestra de
material.
Líquido, Plástico, Retracción.
Límites de Atterberg Marcan las fronteras en los estados sólido, semisólido,
plástico y semilíquido.
Contenido de:
Carbonatos Permite estudiar el grado de rigidización,
erosionabilidad, etc.
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c. Estado natural.
Se refiere a la densidad y humedad que presenta el suelo in situ.
d. Deformabilidad.
El ensayo más común es el de consolidación unidimensional, donde se aplica una serie de presiones
verticales sobre una muestra confinada en un anillo, impidiendo la deformación en sentido horizontal.
La deformación axial es proporcional a la deformación volumétrica.
El ensayo se realiza con ciclos de carga y descarga, proporcionando el cálculo de los asentamientos y
su evolución en el tiempo. Los resultados de estos ensayos de representan en gráficas deformación –
tiempo, y esfuerzo vertical – deformación.
e. Resistencia.
Los diversos ensayos permiten la posibilidad de solicitar las probetas con diferentes estados de
presión de confinamiento. Esta posibilidad es de gran importancia en la determinación de las
propiedades resistentes de los suelos, conformados por una acumulación de sedimentos, ya que estos
tienden a rigidizarse por efecto de la presión de confinamiento.
- Ensayo de compresión simple. Consiste en someter a una probeta de suelo a una compresión
uniaxial no confinada. Como el ensayo se realiza en forma rápida, se considera un ensayo de
rotura sin drenaje, especialmente en suelos arcillosos. En suelos saturados la cohesión se puede
estimar como la mitad de la resistencia a la compresión simple. La tabla 3.13 presenta una
clasificación de suelos cohesivos atendiendo los valores de resistencia a la compresión simple.
Tabla 3.13. Clasificación de suelos cohesivos a partir de los valores de compresión simple (Terzaghi
y Peck, 1995)
- Ensayo triaxial. Es la prueba más versátil para determinar las propiedades esfuerzo deformación de
los suelos. En el ensayo se aplica una presión de confinamiento sobre el contorno de la probeta y
un esfuerzo desviador en su eje. En el ensayo clásico se mantiene la presión lateral constante y se
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aumenta la presión vertical hasta llegar a la falla. Con el ensayo se pueden obtener los
parámetros de cohesión y ángulo de fricción en términos efectivos (drenado) y totales (No
drenado).
- Ensayo de corte directo. Este ensayo consiste en una caja que permite la falla del suelo por un plano
medio. En cada espécimen se aplica una carga vertical y otra carga tangencial hasta obtener la
falla. Se registran las fuerzas tangenciales y las deformaciones de cada ensayo, y el cambio de
espesor de la muestra (dilatancia). Este ensayo permite determinar la cohesión y el ángulo de
fricción interna del suelo en el plano de rotura, con o sin drenaje.
Ensayo de veleta. Es un ensayo que permite determinar la resistencia al corte sin drenaje en suelos
limosos y arcillosos. Se emplea in situ. La resistencia al corte se determina a partir del momento de
torsión que se necesita para fallar el terreno a través de las aristas de la veleta.
3.4 El Riesgo
Es mucho más barato prevenir que curar. Veamos en costos la máxima: de la prevención al
desastre hay un orden de diferencia y del desastre a su recuperación hay otro orden; por lo
tanto de la prevención a la recuperación del desastre la diferencia es de dos órdenes:
Riesgo: Posibilidad de afectar significativamente las vidas o bienes a causa de un fenómeno
dañino dentro de un período de tiempo y con una probabilidad determinada.
Amenaza: Evento o fenómeno perjudicial con un cierto nivel de magnitud y alcance espacial,
que tiene una probabilidad de ocurrencia significativa en un período de tiempo dado.
La probabilidad será cualitativa si decimos que es alta o baja, o será cuantitativa si le
señalamos al evento su frecuencia temporal.
Vulnerabilidad = Exposición/Resistencia
Riesgo = Amenaza x Exposición/Resistencia
La vulnerabilidad puede ser física, cultural y socioeconómica. El riesgo puede ser directo o
indirecto, o de otros ordenes, según la amenaza sea natural, antropogénica o tecnológica. La
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En el riesgo por deslizamientos podemos incidir sobre la amenaza, pero en el riesgo sísmico
sólo queda la alternativa de intervenir la vulnerabilidad. En el riesgo volcánico podemos
incidir sobre la exposición (evacuación temporal o definitiva) y en el riesgo sísmico
normalmente intervenimos la fragilidad (parámetros de sismo-resistencia y seguridad
ignífuga).
Imagen 3.4.1: Costos y nivel de riesgo. Izquierda, Costo Probable de falla CP. Derecha, nivel
de riesgo Nr.
La primera función (S) expresa la curva de daños cuya pendiente es positiva, y la segunda
función (F), la curva de ocurrencia cuya pendiente es negativa. El producto de ambas da el
nivel de riesgo del evento Nr que gráficamente se representa por una campana cuyo máximo
coincide con la intersección de las dos curvas anteriores, S y F.
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R=1-(1-1/Tr)n
En la fórmula precedente:
R =Riesgo de falla,
Tr= Período de retorno de las amenazas y
n= vida útil de una obra.
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Obsérvese el incremento de R de 0,63 a 0,98 para una obra con una vida útil “n” de 100
años, cuando el período de retorno “Tr” de la amenaza cambia de 100 a 25 años: es el caso
de los eventos hidrometeorológicos, por el calentamiento global. Como fundamento, 1/Tr es
la probabilidad temporal del evento.
En la vida práctica, dado el enorme costo de las obras de reconstrucción, la conclusión es
que para hacer viable el hábitat, aunque también la mitigación cuesta, las obras no solo se
diseñan del lado de la falla donde R>50% (ver diagonal en rojo), sino que también al igual
que en el caso de la salud se recomienda el enfoque preventivo y no el reconstructivo.
Como símil, dado el enorme costo de la tecnología médica frente a la implementación de una
cultura de vida sana, agua potable y buenos hábitos para prevenir enfermedades, en el caso
del medio ambiente la componente económica de la sustentabilidad pasa por reforestar
cuencas e implementar modelos silvopastoriles y agroforestales, al ordenarlas para prevenir
los usos conflictivos del suelo.
3.5 LECTURAS COMPLEMENTARIAS
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sinergias, lo que afectaría la viabilidad de los modelo de ocupación territorial de lado y lado,
de surgir conflictos al desestructurar territorios, o por imprevistos ambientales en temas de
bienes comunes patrimoniales como el agua y el suelo, donde el cambio climático impone
grandes desafíos.
Allí Caldas con cerca de un millón de habitantes en 27 municipios, unos en la hoya central
del Cauca y otros en el Magdalena Centro, aparece definida como una construcción social e
histórica de singular carácter, no sólo por la condición mediterránea y biodiversa de su
territorio, sino también por los procesos culturales emprendidos en sus subregiones, donde
habitan comunidades con diversas identidades y en continuo mestizaje, primero desde la
Conquista y la Colonia, y luego tras la colonización del siglo XIX. Quienes vienen
construyendo una visión para la Ecorregión Cafetera, ven en este espacio dotado de unidad
territorial la oferta ambiental disponible en unidades ecológicas prioritarias, y las
posibilidades de articular su demanda a las dinámicas de las áreas urbanas, definiendo y
caracterizando con rigor la “biorregión”, entendida como un territorio de agua y suelo cuyos
límites están definidos por las fronteras geográficas de comunidades humanas y
ecosistemas. Veamos el caso nuestro.
En 2004, Caldas con cerca de 127 mil Ha en bosques, 251 mil Ha en cultivos y 336 mil Ha en
pastos y rastrojos, cuantías que cubrían el 96% de su escarpado, verde y deforestado
territorio, para preservar el agua y la biodiversidad debió lograr la recuperación integral de
sus cuencas, yendo más allá de los escenarios naturales más sobresalientes, como lo son:
los cerros de Tatamá y Caramanta, como visibles elementos del corredor biológico de la
Cordillera Occidental que dominan el poniente de Manizales; el sistema de páramos que
viene de Sonsón y sigue a Roncesvalles con sus fértiles tierras en San Félix y Marulanda,
lugar donde se establece el Complejo Volcánico Ruiz-Tolima; y la Selva de Florencia,
ecosistema con alto grado de endemismo, ubicado en límites de Samaná y Pensilvania.
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Sobre el recurso hídrico disponible, en cuanto al sistema subterráneo sobresalen las zonas de
recarga en áreas cordilleranas altas, como páramos y sectores vecinos de gran cobertura
boscosa, lo que incluye el Parque de los Nevados y su área de amortiguación, o las regiones
del Oriente caldense donde la copiosa precipitación explica un recurso hídrico excedentario,
susceptible de aprovechamientos hidroenergéticos responsables, mientras otra sería la
situación para los acuíferos asociados al valle interandino del Magdalena, cuyas importantes
reservas de agua se establecen a profundidades que van desde decenas hasta algunos
cientos de metros, donde habría que perforar las potentes capas sedimentarias de edad
terciaria, hasta interceptarlas para extraerlas.
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Para empezar, la hidrovía del Magdalena tiene una capacidad fluvial máxima de 500 millones
de toneladas-año, y una demanda cercana a los 12 millones toneladas anuales para
diferentes tipos de carga. Hoy, la navegación se da desde Barrancabermeja hasta la costa en
una longitud de 630 Km, y más adelante entre Barranca y La Dorada cuando se acometa la
adecuación del dinámico río, en el que se pretende establecer un canal navegable y estable
de 42 m de ancho, aunque con riesgo de exceder las condiciones naturales del variable
curso, consecuencia de soportar el diseño sólo en simulaciones sin llegar a los necesarios
modelos.
donde habita el 67,7% de los colombianos y se genera el 85 % del PIB nacional, urge una
adecuación de los instrumentos de política pública acorde a los desafíos del cambio climático,
si se quiere una gestión socioambiental que proteja ecosistemas y pescadores, o de lo
contrario los desaciertos darían al traste con la anhelada navegación, al desconocer la
naturaleza de un río enfermo y contaminado que descarga 172 millones de toneladas anuales
de sedimentos, y no mitigar los eventos extremos esperados del calentamiento global, en
este histórico y poblado escenario objeto de un proyecto excluyente y fragmentado, pensado
para beneficiar únicamente carbón y petróleo.
Es que definitivamente, recuperar la navegación del Magdalena debería ser una tarea integral
que contemple la reforestación de las cuencas tributarias que están en un 40% deforestadas,
implementando una intervención para la hidrovía que no comprometa los humedales y
ecosistemas del río, y una recuperación incluyente y compatible con los pescadores y
ecosistemas del río. Y respecto a los convoyes, para una solución de transporte verde, en
lugar de remolcar tres pares de barcazas con 7200 ton, se podría elevar la frecuencia y
remolcar sólo dos de hasta 3,5 pies de calado llevando 5000 ton hasta Caracolí, adaptando
los convoyes al río y no lo contrario al requerirse menores radios de curvatura en el canal
navegable, lo que evitaría la desconexión del río con los ecosistemas de humedales y
llanuras de inundación. Además, esto redundaría en economías de tiempo remontando el río.
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Llega el solsticio, y con él la temporada seca del año para la región andina de Colombia.
Igual, para este miércoles 22 de junio, mientras los habitantes de las regiones
septentrionales de la Tierra esperan el verano y los de las zonas meridionales empiezan a
sentir los rigores del invierno, los asuntos del clima se han regularizado. En esta época justo
cuando el planeta transita su órbita elíptica por los lugares más alejados del Sol, éste ha
mostrado interesantes perturbaciones como las explosiones del pasado 8 de junio, extrañas
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para los profanos pero conocidas por los astrofísicos interesados en investigarlas y conocer
sus interacciones con la magnetósfera, para desentrañar la naturaleza del comportamiento
variable del astro y pronosticar dichos eventos precisando sus consecuencias sobre nuestro
planeta, lo que por supuesto incluye temas tan importantes, que van más allá de las
comunicaciones, como los del funcionamiento de la máquina atmosférica para los asuntos
del clima.
Con la fecha, queda atrás para nosotros no solo el primer período de lluvias agravado por la
ocurrencia de La Niña, sino también otras consecuencias que van más allá de lo que
regularmente dicen las noticias: después de casi un lustro con un clima anómalo para el país,
donde la Niña 2010/2011 generó una inesperada conmoción por sus mayores y graves
consecuencias, está a punto de sancionarse una nueva Ley de Ordenamiento Territorial que
incorpora mejores instrumentos para la adecuada gestión del riesgo mirando el antes y el
después, tal cual lo ha hecho la expedición del Plan Nacional de Desarrollo donde se
incorporó un capítulo completo para los asuntos de una reconstrucción con carácter
preventivo. Para mostrar la huella de lo acaecido, subraya el Coordinador de la Maestría en
Desarrollo Regional y Planificación del Territorio de la Universidad Autónoma de Manizales,
Profesor Jahir Rodríguez R., que de 713 municipios afectados con la ola invernal, más de 30
están en la situación de Gramalote: con el drama de tener que ser reasentados y no todos en
territorio de su jurisdicción previendo la susceptibilidad a la ocurrencia del fenómeno
padecido. También pensando en la mayor capacidad demandada al Sistema Nacional de la
rama, la misión encomendada a la Dirección de Gestión del Riesgo del Ministerio del Interior
y de Justicia pasa a una nueva dependencia del orden nacional que la sustituye, al
constituirse el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo adscrito a la Presidencia
de la República.
Si en ocasiones actuamos interviniendo la amenaza, otras solo podemos reducir los niveles
de vulnerabilidad, bien sea a partir de desarrollos tecnológicos para enfrentarlas o evitando
la exposición cuando el riesgo no resulta mitigable. Entonces, habiendo entrado un verano
sin El Niño como detonante de condiciones climáticas extremas – sequías e incendios
forestales-, gracias al sosiego debemos trabajar sin pausa para la adaptación ambiental del
caso. Si bien obliga priorizar la atención a millones de compatriotas pobres damnificados que
esperan, como quiera que empieza un nuevo período de formulación del Ordenamiento
Territorial, queda el importante desafío con la nueva Ley de acometer las tareas de una
reconstrucción mediada por acciones ambientales estructurales, nutridas de estrategias de
apropiación social de los procesos, para que no se “clone” la vulnerabilidad a los fenómenos
catastróficos devastadores, como el calentamiento global en el caso de Colombia.
Ref: Ed. Circular RAC 615. Imagen In: Creating an engineering geological data base for the
city of Manizales, Colombia. C.J. van Westen. ITC
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No es la primera vez
La tragedia ocurrida en Manizales tras un fuerte aguacero (156 mm) en la madrugada del
pasado 19 de abril en el distrito sur, vecino a la cabecera de Villamaría, se debió a múltiples
deslizamientos y deslaves que dejaron un saldo de 17 muertos, 23 heridos, 80 viviendas
destruidas, 12 vías afectadas y 500 familias damnificadas.
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Construyendo el territorio
Para comprender la construcción social e histórica del territorio partamos de “la aldea
encaramada” de 1848, cuando 400 familias que habitaban este complejo territorio fundaron
un poblado sobre un ramal de los Andes al oeste de la Mesa de Herveo y sobre la cuenca
media del Chinchiná, a 2.150 metros sobre el nivel del mar en lo alto de una colina.
Los fundadores trazaron una rígida retícula ortogonal. Medio siglo después de haber
expandido a más de un centenar de manzanas la retícula, lo que requirió el relleno de cauces
para nivelar el abrupto terreno, optaron por cambiar el trazado de la naciente urbe por uno
más apropiado. Se ajustaron al terreno y extendieron la cabecera hacia el oriente siguiendo
las curvas de nivel, donde se aprovecha la corona de la montaña. Adecuaron el camino de
arriería y lo convirtieron en El Carretero, un corredor vial desde el cual se accedía a los
nuevos barrios emplazados por las dos vertientes.
No obstante, en los años 1970, como consecuencia del advenimiento de la revolución verde
que trajo el café caturra a la zona cafetera y produjo el desplazamiento de legiones de
campesinos hacia la ciudad, Manizales creció “sin compás ni escuadra”, con barrios
localmente planificados o con invasiones que luego se consolidaron. .
El resultado fue una ciudad donde cerca de un tercio del suelo urbano actual (en rojo en la
figura 2) corresponde a las áreas con algún nivel de amenaza, donde construyen viviendas
en riesgo sobre áreas de alto grado de susceptibilidad a los deslizamientos.
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Figura 2: Amenaza por deslizamiento en Manizales (2005). En rojo, las zonas de amenaza
alta del área urbana. Fuente: Municipio de Manizales – Idea U. N. De Col.
El desarrollo urbano
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Aunque se dispuso que las entidades territoriales habrían de elaborar de manera concertada
planes de desarrollo, solo a partir de la Ley 1454 de 2011 se establecieron mecanismos para
lograr un ordenamiento territorial proclive a la descentralización (aunque no se descentralizó
el presupuesto) y a una planeación, gestión y administración del territorio coherente y
concertada. Además, según la Ley 1523 de 2012 los municipios de Colombia están obligados
a formular un Plan Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres.
El modelo de ocupación
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Según el plan de ordenamiento territorial (POT), el área afectada por la erosión (2 por ciento
del área urbana) aumenta cada año en un 11 por ciento. Según este documento, las causas
de los deslizamientos son los sismos, la deforestación, el clima, los suelos, la topografía, el
deterioro de las condiciones socioeconómicas de la población y la falta de cultura ciudadana.
Con ella se espera controlar las fuerzas que especulan con el suelo urbano y captar recursos
para hacer viable la intervención de zonas de riesgo con población vulnerable en las frágiles
laderas de la ciudad (Alto Persia) y sobre cauces de cuerpos de agua como la quebrada
Manizales (Verdum).
Los desafíos
Manizales es una ciudad que ha desarrollado una tecnología para el control de la erosión,
tiene un sistema de alertas tempranas, así como el programa de guardianas de las laderas, y
ha hecho obras notables para la estabilización en cerca de 300 sitios. Sin embargo, a pesar
de autodenominarse “ciudad del agua”, continúa vertiendo unas 20 toneladas por día de
material de carga orgánica proveniente de las aguas residenciales, y una carga contaminante
comparable proveniente del sector industrial.
Además, tiene indicadores verdes de un árbol por cada 27 habitantes y de 2,7 metros
cuadrados de áreas verdes por habitante en espacio público (nueve y tres veces menores
que los estándares internacionales respectivamente). Y su cerro tutelar, Sancancio, cobra
pasivos ambientales en Aranjuez por permitir la deforestación de su ladera de protección.
En conclusión, no es que este desastre hubiera podido ser mayor ni que la ciudad esté en el
lugar equivocado, sino que estas tragedias se pueden prevenir si en lugar de presionar la
estructura ecológica principal para corregir el descontrol hídrico y pluviométrico en las áreas
rurales, reforestamos nuestras cuencas donde la potrerización y la pérdida de bosques han
sido constantes.
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Podemos optar por recuperar la función ecológica de las laderas de protección y cauces del
medio periurbano, además de gestionar la vulnerabilidad que subyace en las zonas de riesgo
urbano, para tratar el hábitat con una mirada biocéntrica que reoriente el modelo urbano.
Imagen de portada: Ladera del Alto Persia en 19 de Abril, Manizales. Alcaldía de Manizales.
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RESUMEN: Con 9.153 especies endémicas y 56.343 registradas en 2016, entre los
doce países biodiversos del mundo, Colombia ocupa el segundo lugar después de
Brasil, al tiempo que es el primero en aves y en orquídeas. Entre las áreas con mayor
riqueza biológica, sobresalen la selva Amazónica, el Chocó Biogeográfico y el Macizo
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Con 9.153 especies endémicas y 56.343 registradas en 2016, entre los doce países bio-
megadiversos del mundo Colombia es el segundo, al tiempo que es el primero en aves y en
orquídeas. También somos segundos en plantas, anfibios, mariposas y peces dulceacuícolas;
terceros en palmas y reptiles, y cuartos en mamíferos. Sí en anfibios poseemos más de 700
especies de ranas, y en vertebrados terrestres unas 2.890 especies de las cuales 456 son
mamíferos y 520 de reptiles, también poseemos cerca de 55.000 especies de plantas, de las
cuales 1/3 son endémicas.
Pese a lo anterior, aunque contamos con el 60 por ciento de los páramos del planeta y con
59 áreas protegidas a nivel nacional, la biodiversidad está en riesgo en 38 de 81 ecosistemas
por factores antrópicos que los destruyen, explotan o contaminan: al respecto, en 2014 el
Instituto de Investigación Alexander von Humboldt, quien destaca que gran parte de la
biodiversidad de Colombia se encuentra en territorios colectivos indígenas, había presentado
un panorama “desalentador” por los efectos de siglos de transformación e intervención
humana, para reclamar más educación y conciencia pública.
En cuanto al marco normativo, según la Constitución Política de 1991, los Parques Nacionales
Naturales (caso PNN los Nevados) no prescriben, son inembargables e intransferibles; y las
Áreas Protegidas (como las Reservas de Río Blanco y La CHEC) son declaradas a
perpetuidad. Y en relación con el marco legal, la Ley 99 de 1993 crea el Sistema Nacional
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Ambiental SINA, donde los ecosistemas amenazados están mal donde representados.
Además, mediante el Decreto único 1076 de 2015, se creó Parques Nacionales Naturales de
Colombia.
Colombia está dividida en seis regiones naturales: dos costeras en sendos océanos, dos más
sobre el naciente de cara a las cuencas de la Orinoquía y Amazonía, una insular de pequeña
extensión, y la región andina que soporta la mayor proporción de la población del país. Los
ecosistemas señalados en riesgo según expertos, son los del bioma de bosque seco tropical y
del desierto tropical, los secos intra-andinos, los húmedos y los del bosque húmedo tropical
del piedemonte llanero.
Poseemos 2900 km de costas en dos océanos, conectamos las Américas desde el sector más
septentrional de los Andes con sus nevados, volcanes, altiplanos, sabanas y valles
intercordilleranos; pisos térmicos con gran variedad de ecosistemas tropicales, que van
desde selvas húmedas y secas, sabanas, bosques y páramos, hasta ríos, costas, arrecifes de
coral, ciénagas y manglares. Entre las áreas con mayor riqueza biológica, sobresalen la selva
Amazónica, el Chocó Biogeográfico y el Macizo Colombiano.
Y en cuanto al Eje Cafetero, dado su potencial relacionado con el aviturismo, sin duda alguna
debemos abordar el estudio de la diversidad de aves, ya que de las 1.912 especies del país
podemos contar con más de 650 en la región y de ellas al menos 433 reportadas en Caldas al
2010, donde un sinnúmero adicional que permanecen ocultas, le demanda a ornitólogos y
aficionados profundizar y completar el conocimiento de la diversidad por áreas determinadas,
resaltando especies migratorias, amenazadas y endémicas con su hábitat.
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Frente a la amenaza climática, el planeta tendrá que reducir las emisiones relacionadas con
el consumo de carbón y petróleo: Europa, China y Estados Unidos apoyan el límite de los 2
°C. Con los compromisos actuales en reducción de emisiones, al 2100 el calentamiento
superaría los 3 °C y con 20% de probabilidad sobrepasaría los 4 °C, cuantía suficiente para
intensificar los eventos climáticos extremos como precipitaciones inusuales, severas sequías,
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Se sabe que no es viable quemar las reservas de petróleo, gas y carbón que equivalen a
11.000 giga-toneladas Gt de dióxido de carbono, sin afectar el clima de la Tierra. Según el
quinto Reporte de Emisiones presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (2014), se necesita limitar el calentamiento a 2 °C, reduciendo las
emisiones de efecto de invernadero al 2050, entre un 40% y 70% de los niveles de 2010.
Según el Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente (2014), las emisiones
futuras no podrán exceder 1.000 Gt, puesto que el total que se puede emitir a la atmósfera
terrestre sin sobrepasar los 2°C, es 3.670 Gt.
En América latina, ya se sienten los efectos de la dramática caída del precio en estos
combustibles fósiles, manejados con la filosofía de enclaves económicos: Colombia, el primer
productor de carbón de América Latina y cuarto exportador mundial, tendrá que olvidarse de
sus reservas de carbón térmico y concentrarse en el carbón metalúrgico, disponible sólo en
la cordillera oriental y en el desarrollo de la carboquímica; y Venezuela, el primero en la lista
de países por sus reservas probadas de petróleo e históricamente uno de los mayores
proveedores de Estados Unidos, que no podrá exportar la mayor proporción de su “oro
negro”, pero sí desarrollar la petroquímica.
De ahí la importancia de la energía limpia y de la eficiencia energética, dado que no todas las
fuentes de energía son cómodamente almacenables (por ejemplo la energía geotérmica,
eólica o solar), ni son siempre fuentes seguras, tal cual ocurre con el uranio por los riesgos
de siniestros colaterales con la energía nuclear, pese a sus importantes beneficios
energéticos. Contrariamente, esa es la gran ventaja de los hidrocarburos, que debido a su
relativa seguridad a temperatura y presión ambientes, alta densidad de energía y condición
fluida, continuarán extrayéndose y refinándose aunque en menor cuantía para ser usados
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como acumuladores químicos, pero en nuestro caso debería hacerse en el marco de una
política de soberanía nacional para prevenir enclaves energéticos.
Ahora, sabemos que los bosques atrapan parte del dióxido de carbono emitido a la
atmósfera, en cuantías diferentes: según investigaciones recientes los tropicales, que son
bosques ubicados en las latitudes bajas como la nuestra donde la eficiencia es alta, estarían
absorbiendo el 56%, y los bosques boreales y australes de latitudes a 60º norte y sur caso
Canadá, Siberia y Chile donde existen estaciones y temperaturas reducidas, absorberían el
44% restante. Esto invita no solo a preservarlos, sino también a convertir sus beneficios en
pago de servicios ambientales, en lugar de persistir en las acciones antrópicas que agravan el
problema, como la deforestación y la contaminación del agua, del suelo y del aire, causando
problemas ambientales, económicos y sociales.
Finalmente, estas aclaraciones sobre nuestro clima: primero, habrá que tener en cuenta que
El Niño/La Niña, es un fenómeno meteorológico impredecible, que solo puede pronosticarse
dado su carácter cíclico y comportamiento errático; segundo, que el clima en la región andina
de Colombia, al variar con los solsticios y con los equinoccios resulta bimodal, haciéndose
seco o veraniego en los trimestres impares, y húmedo o invernal en los trimestres pares; y
tercero, que si durante El Niño, ambas temporadas resultan más secas en los Andes
colombianos y los huracanes resultan más frecuentes por el Caribe, durante La Niña ocurre
todo lo contrario.
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RESUMEN: Si bien la erupción del Ruiz (1985) con apenas 1/10 de Km3 de magma aportado,
fue calificada de subpliniana, al cobrar unas 25 mil vidas queda la lección para no subestimar
estos eventos: antes del desastre ocurrido el 13 de noviembre, no se preparó a la población
de Armero de conformidad con las recomendaciones de UNDRO, y sobre todo ante la
advertencia expresa de que en caso de una erupción, tal cual lo señalaba la historia
suficientemente conocida desde antes, Armero sería borrado por una avalancha de
conformidad con lo que mostraba el mapa oficial de amenazas volcánicas desde su primera
versión de octubre de dicho año, así fuese preliminar.
Las avalanchas de lodo y piedra, tras cerca de dos horas de recorrido, al arrasar las
poblaciones ubicadas en los valles de salida de los ríos que drenan desde el volcán nevado
hacia el Cauca y el Magdalena, en ambos poblados cobraron la vida de 25 mil compatriotas
que no fueron oportunamente alertados, y menos preparados con anterioridad para evacuar
preventiva y oportunamente frente a una eventualidad, dado el fatal riesgo de esta amenaza
hidrogeológica de origen volcánico, con probabilidad de ocurrencia del cien por ciento en
caso de erupción, según lo señalaba el mapa de amenazas concluido desde octubre del
mismo año por el equipo de geólogos de Ingeominas y la Universidad de Caldas.
Aunque la UNDRO había recomendado meses antes el monitoreo del volcán, la elaboración
de un mapa de riesgos y la implementación de planes de evacuación, a pesar de los
antecedentes del Ruiz asociados a las erupciones de 1595 y 1845, donde la primera cobró
unas 600 vidas y la segunda otras 1000 asentadas en el mismo lugar donde se fundaría
Armero (1895), por nuestra inexperiencia, la falta de apoyo del gobierno explicada en la
tardanza para emprender las tres tareas recomendadas, y la inexistencia de los valiosos
instrumentos de gestión del riesgo hoy implementados, aunque se contaba con dos horas
después de iniciada la erupción de 1985 para que un poblado como Armero fuera evacuado
hacia las zonas más altas contiguas, sus pobladores no fueron notificados.
Hace 30 años en el ámbito colombiano, donde el gobierno estaba preocupado por los
asuntos de la toma del Palacio de Justicia, no era fácil advertir lo que ocurriría: El Ruiz se
había reactivado casi un año antes tras un período de calma de 140 años, silencio que
permitió acuñarle el apelativo de “león dormido”. Igualmente, en la tarde del fatídico 13 de
noviembre, cuando la ceniza llevada por el viento cae como copos de nieve sobre el poblado,
el cura de Armero a través del megáfono le había asegurado al pueblo que las condiciones
eran seguras, por lo que no había que abandonar el pueblo, al tiempo que por la emisora
local el alcalde de la localidad informaba que no había nada de qué preocuparse aludiendo a
la ceniza volcánica que caía.
Dado que la magnitud del desastre sólo se advierte a la madrugada del día siguiente cuando
vía aérea se observa la destrucción de la “ciudad blanca”, que los sobrevivientes de Armero
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En Armero, las primeras acciones las emprenden héroes sobrevivientes que al alba
penetrando el pantano en medio de una masa enmarañada y esparcida de árboles,
escombros y cuerpos mutilados, ayudan a quienes heridos yacían gimiendo en agonía; la
difícil tarea que luego prosiguen los socorristas conforme van llegando de las poblaciones
vecinas, horas más tarde se apoya con insuficientes helicópteros. A modo de lección, con la
convicción de que esta tragedia podría haberse evitado con una planificación adecuada,
habrá que continuar con acciones socioambientales integrales, hasta alcanzar una cultura del
riesgo que contribuya a la construcción sostenible del hábitat, considerando las amenazas
naturales.
LOS AUTORES:
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TEXTOS U.N.
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Manizales, 2017.
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