Doc1 PDF
Doc1 PDF
Doc1 PDF
mundo occidental
Del feudalismo a la
sociedad contemporánea
Susana Bianchi
Universidad
Nacional
de Quilines
Editorial
Bernal, 2010
IN T R O D U C C IÓ N
No hay historia económica y social. Hay historia sin más, en su unidad. La his
toria es por definición absolutamente social. En mi opinión, la historia es el es
tudio científicamente elaborado de las diversas actividades y de las diversas
creaciones de los hombres de otros tiempos, captadas en su fecha, en el marco
de sociedades extremadamente variadas [...].2
4 Véase Duby, George (1977), H ombres y estructuras d e la E dad M edia, Madrid, Si
glo XXI, pp. 250-271.
Los niveles de análisis
6 Rude, George (1981), R evuelta pop u la r y con cien cia d e clase, Barcelona, Crítica,
pp. 15-48.
¿Cómo abordar un campo tan amplio que incluye desde creencias, ac
titudes y valores hasta los aspectos más prosaicos de la vida cotidiana?7
Según Robert Mandrou, es posible encarar la cuestión desde una do
ble perspectiva. En primer lugar, es necesario reconstruir las herramientas
mentales propias de los distintos grupos o las distintas clases sociales: hábi
tos de pensamiento, ideas socialmente trasmitidas y admitidas, concepcio
nes del mundo. Estos son, en síntesis, los instrumentos mentales de que
disponen los hombres en una época y en una sociedad determinada. Entre
estos instrumentos mentales, el problema del lenguaje, con sus mutaciones
no constituye una cuestión menor. En segundo lugar, es necesario definir
los climas de sensibilidad, las influencias, los contactos, la propagación de
ideas y de corrientes de pensamiento.
Es necesario también conocer cómo se forman, se difunden, se trans
forman y se perpetúan esos instrumentos mentales: en este sentido, la edu
cación, entendida en el sentido más amplio de los intercambios entre los
individuos y su grupo, y la información resultan áreas claves para el análi
sis. A esto se suma la indagación de creencias, mitos y rituales, representa
ciones colectivas a las que se puede acceder a través de los símbolos y
formas de expresión. Dentro del nivel de las mentalidades podrían sumar
se muchas otras cuestiones, lo importante es destacar el desplazamiento del
centro de interés de los historiadores desde lo individual a lo colectivo.
En resumen, la aspiración a la síntesis entre los distintos niveles de
análisis (la economía, la sociedad, la política, las mentalidades), propia de la
historia social, sobre todo a partir de 1960, mostró un pronunciado dina
mismo y dio resultados de indudable calidad.
8 Véase Stone, Lawrence (1986), El pasado y e l presen te, México, Fondo de Cultura
Económica, pp. 95-129.
9 Véase Geertz, Clifford (1987), La interpretación de las culturas, México, Gedisa,
“Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali”, pp. 339-372.
Y esta tendencia también llevó entonces a la narración de un suceso
único, al desarrollo de una historia, la m icroh istoria que se desarrollaba a
una escala menor, cronológica y espacial. Los ejemplos son muchos. Entre
otros, puede citarse el caso de George Duby, quien tras haber investigado
durante muchos años a la sociedad feudal francesa según las pautas de la
historia social, escribió un libro, Le d im a n ch e d e B ouvines, sobre un suceso
único, la batalla de Bouvines, y a través de esto buscó esclarecer las carac
terísticas del feudalismo de comienzos del siglo XIII. Es también la línea tra
bajada por Cario Ginzburg quien, en El queso y los gusanos, realizó una
minuciosa descripción de la visión de la cosmología de un oscuro moline
ro italiano del siglo XVI para mostrar el impacto de las ideas de la reforma
religiosa. Emanuel Le Roy Ladurie, en Le ca rn a v a l d e Romans, narró un
único y sangriento episodio ocurrido en un pequeño pueblo del sur de
Francia para revelar las tendencias antagónicas que desgarraban a la socie
dad. Y los ejemplos podrían multiplicarse.
Sin embargo, Stone señala las diferencias que se establecen entre esta
nueva historia y la narrativa tradicional. En primer lugar, esta nueva narra
tiva se interesa por la vida, las actitudes y los valores de los pobres y anóni
mos y no tanto por los poderosos y por los “grandes hombres”. En segundo
lugar, la descripción que presenta es indisociable del análisis: pretende res
ponder no sólo a la pregunta ¿cómo?, sino también al ¿por qué? En tercer
lugar, es una historia que se abre a nuevas fuentes, que busca nuevos mé
todos y formas innovadoras no sólo de exposición sino también de acceso
al conocimiento. Y por último, su diferencia fundamental: el relato sobre
una persona o sobre un hecho único no indica que el interés esté centrado
sobre los mismos, interesan en tanto arrojen una nueva luz sobre las cultu
ras y las sociedades del pasado.
Para Stone, el surgimiento de la historia narrativa implicaba el fin de
una era, el de las explicaciones coherentes y globalizadoras de la historia so
cial. Sin embargo, ¿es válido establecer esta oposición entre historia social
y microhistoria? Y sobre este interrogante reflexionó Eric J. Hobsbawm en
su réplica al trabajo de Stone.
Desde la perspectiva de Hobsbawm no es válida la afirmación de Law
rence Stone acerca de que los historiadores hayan dejado de tener interés
en responder a los grandes “¿por qué?”, de que se hayan desentendido de
encontrar las explicaciones globales de los procesos históricos.10 Si bien re
conoce que ha ganado terreno —sobre todo en Inglaterra— una historia