Planificación Normativa de Matus
Planificación Normativa de Matus
Planificación Normativa de Matus
Carlos Matus
I. LA PLANEACIÓN IMPOSIBLE
1. Introducción
La crítica al modo de planeación normativa se ha transformado en un
cuestionamiento genérico a la idea y a las posibilidades de planear. En
este trabajo sostendremos que no es la planeación la que está en crisis
y decadencia, sino la planeación tradicional. Para ello haremos la crítica
de la planeación normativa, destacaremos los aspectos clave de la elabo-
ración de un enfoque de planeación capaz de servir en situaciones de
conflicto y transformación, y propondremos los lincamientos de la planea-
ción estratégica o planeación situacional. Las razones para seguir este ca-
mino son varias. Toda estrategia de desarrollo, especialmente si se re-
fiere a países periféricos, supone cambios situacionales significativos y a
veces transformaciones profundas. Tales cambios y transformaciones sólo
son producibles en un proceso de lucha, que puede establecerse, desde
el conflicto político entre gobierno y oposición o al interior de una fuer-
za social, hasta el extremo de la guerra revolucionaria. En circunstancias
de conflicto, y por lo tanto en situaciones de poder compartido, la pla-
neación normativa resulta totalmente inoperante. Tenemos que ir al en-
cuentro de un enfoque de planeación donde lo político y lo económico
sean aspectos de la totalidad situacional y donde lo normativo se articule
con lo estratégico considerando la existencia de oponentes en conflicto
que luchan por darle viabilidad a proyectos distintos y a veces opues-
tos. Si la planeación normativa puede tener validez en situaciones de alto
predominio del consenso entre las fuerzas sociales o de poder absoluto
de una de ellas, ésta resulta incompleta, simplista y mecánica en situacio-
nes de conflicto y poder compartido. Pero, a su vez, la planeación eficaz
para tratar con el conflicto y la lucha tiene que articular lo normativo
con lo estratégico y lo político con lo económico, y ya no puede descansar
centralmente en las categorías económicas y las teorías sobre lo económi-
co. Aquí es donde aparece la necesidad del concepto de "situación" como
categoría integradora de los distintos aspectos y regiones de la realidad
social o de una formación social en un momento determinado.^ Superar
las debilidades de la planeación tradicional es, para nosotros, superar su
Los límites entre una acción con sentido y un modo de conducta simplemente
reactivo. .., no unido a un sentido subjetivamente mentado, son enteramente
elásticos.*
Aun si se reconoce cierta zona difusa que impide una distinción tajan-
te de dos aspectos de un mismo proceso de producción social que en la
realidad aparecen siempre unidos, nos parecen válidas las categorías de
conexión de sentido y conexión causal tanto en el plano de la explicación
histórica como de la formulación de un plan.
El progreso del conocimiento se gesta a partir de las observaciones
históricas concretas y se eleva hacia la interpretación de validez abstracta
más general. Sin esta interpretación queda insatisfecha nuestra necesidad
de entender los procesos causales. Pero sin la evidencia práctica de que
tales procesos causales se encarnan históricamente en actores que le im-
primen sentido a sus acciones, y están marcados por su época, su interés
y sus valores, dicha construcción interpretativa no tendría valor alguno
para el conocimiento y acción sobre la realidad social.
En conclusión, podemos hablar del sentido de una acción o una con-
ducta si los movimientos e impulsos que la constituyen están enlazados
como un todo histórico coherente de convicciones y creencias desde el pun-
to de vista del actor que la produce. El punto de vista sobre la coherencia
de sentido supone imputar o reconocer al actor ciertos hábitos mentales,
ciertos condicionamientos, cierta forma de razonar y explicar la realidad
y ciertas motivaciones; esta imputación no puede ser externa al actor.
Veamos este problema con más precisión.
Conexión de sentido:
(históricamente concreto) A,, : B V* Cx (expresa una convicción o
creencia particular a una
situación por parte de un
actor)
Conexión causal:
(abstracción generali-
zada) Aj, : B-^C (expresa una "ley social"
de validez limitada, pero
aplicable a varias situacio-
nes)
Conexión entre ambas:
(programa direccional) A^ : B \ pTg (expresa la coincidencia
entre la convicción par-
ticular del actor y una ley
causal probada y proba-
ble que la respalde)
A, '. B[P^SJ-^C
Aquí el signo | ' conformado por la relación de implicación cau-
sal ("*) y la conexión de sentido (r*), significa que P aplicado sobre S
tiene el efecto causal que la conexión de sentido postulaba como norma.
Pero ello no ocurriría siempre. La conexión de sentido puede no tener
adecuación o correspondencia con la conexión causal. Por ejemplo, si la
conexión de sentido supone alcanzable la finalidad Cu puede que la cone-
xión causal conduzca a Z)-r y no a Cx. Esto significa que hay una disonan-
cia entre los valores, motivaciones y creencias que se encarnan en la re-
lación de sentido y la teoría aceptada por el actor que resume una expe-
riencia causal, y por ello el proceso causal conduce a un resultado distinto
que el implicado por la conexión de sentido. Nótese que los valores, condi-
cionamientos y motivaciones que subyacen en la conexión de sentidos se
expresan como una motivación-norma-objetivo: alcanzar C¡,. Y toda nor-
ma plena de sentido tiene que ser probada como proceso causal. En la
realidad histórica y en el plan ello se prueba constantemente. Los aciertos
se reflejan como concordancia entre el sentido y la causalidad; los des-
aciertos como discordancia que obligan al actor a revisar sus valores y
motivaciones o a tratar de alterar las determinaciones y condicionamien-
tos que afectan el funcionamiento de las conexiones causales. Y, por ese
camino de ensayo y error, el actor social crea las condiciones y experien-
cias para la adecuación entre sentido y causalidad.
De manera que el primer problema metodológico que enfrenta todo
plan es precisar una norma, donde las conexiones de sentido resistan las
pruebas de causalidad. En este plano surge nuestro concepto de "progra-
ma direccional" de un actor. El método de formulación del plan debe
invitarnos a ponerle un interrogante causal a todas nuestras conexiones
de sentido. Pero, ¿cómo se someten a nuestras conexiones de sentido a las
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PLANEACIÓN NORMATIVA Y SITUACIONAL 1735
que ser flexibles. Cada actor se encuentra frente a una red de caminos
posibles y ningún camino es recto sino de curso variable y zigzagueante,
con avances y probables retrocesos. El cuadro 4 ejemplifica este análisis
y destaca las diferencias con el grado de caricaturización que exige afir-
mar las ideas.
objetivo y explora los proyectos que debe realizar para alterar la situa-
ción inicial y alcanzar la situación-objetivo. Tenemos, en consecuencia,
tres conceptos básicos para esta propuesta de planeación: 1) situación ini-
cial, 2) situación objetivo y 3) proyectos.
En el plan estratégico estos tres conceptos están interrelacionados. La
situación inicial es explicada por un actor en relación con la situación
objetivo; ese es su patrón de referencia. A su vez, la situación objetivo
es postulada como superación de la situación inicial, y en consecuencia
su contenido responde a dicho diagnóstico. Pero la superación de la si-
tuación inicial sólo es posible mediante una sucesión o cadena de cambios
situacionales y todo cambio situacional planeado tiene que ser originado
en hechos producidos por los actores. Por ello el actor que planea tiene
que identificar los proyectos capaces de explicar el cambio desde la si-
tuación inicial hacia la situación objetivo. Esos proyectos surgen del diag-
nóstico de la situación inicial en comparación con la situación objetivo, y
permiten controlar el "voluntarismo" del actor. En efecto, la situación
objetivo tiene que ser demostrada como alcanzable si se materializan los
proyectos seleccionados.
Como en la situación está no sólo el actor que asumimos como refe-
rencia central para el plan sino otros actores, oponentes y potenciales
aliados que también actúan y planean en función de sus propios objetivos
el problema de bosquejar la situación objetivo y precisar los proyectos, no
es una mera cuestión de coherencia normativa, de lógica de la necesidad,
o de eficiencia direccional causal de los proyectos, sino también una cues-
tión de viabilidad, de posibilidad. Esto obliga a distinguir dos conceptos
esenciales a esta concepción de la planeación estratégica: 1) la direcciona-
lidad y 2) la viabilidad. La direccionalidad está en el ámbito de la ra-
cionalidad del debe ser o de lo necesario para que un actor se aproxime,
con cada producción de hechos, hacia su situación objetivo, siendo ésta el
faro direccional del proceso de cambio situacional. La viabilidad, en cam-
bio, está en el plano de la racionalidad de lo posible, o sea de la relación
de las fuerzas iniciales y del crecimiento del peso de las distintas fuerzas
sociales en el proceso de cambio situacional, así como también de las re-
laciones económicas y de acumulación económica que son producibles en
cada situación.
La direccionalidad y la viabilidad son dos aspectos que con distinta
precisión y acento deben ser tratados a lo largo de la producción de un
plan estratégico. En esta forma el proceso de planeación que proponemos
se caracteriza por:
PLANEACIÓN NORMATIVA Y SITUACIONAL 1753
Proceso de
Programa de base ■ formulación Plan situacional
del plan (producto)
CUADRO 5.
1 Programa de base 1
Marco
iPoIílico-económico
2 Programa direccional ^- general 2
^ de viabilidad
Opciones
3 3
direccionales
4 Viabilidad política 4
y cultural
Marco V
Direccional -f
5 > Viabilidad institucional 5
1 y organizativa
6 Viabilidad económica- 6
iPuP„...P„) I S,-^So
los proyectos (Pi, P2,... P„) son materializados. En lo que viene será ne-
cesario examinar la validez de ese "si" condicional que subyace en lo
normativo. Para ello, como lo indica el cuadro mencionado, la precisión
normativa alcanzada en la fase de selección de la opción direccional debe
convertirse en "marco direccional" para el análisis de las fases estratégi-
cas. Este marco direccional, que en las fases 1, 2 y 3 fue el centro del
análisis y en consecuencia era la variable del problema, se convierte en
dato o marco restrictivo para definir ahora como variable el problema de
la viabilidad, el "puede ser".
La viabilidad o el "puede ser" tiene varios aspectos, que deben ser
abordados en las fases siguientes: 4) la viabilidad político-cultural; 5) la
viabilidad institucional-organizativa, y 6) la viabilidad económica.
La viabilidad político-cultural se refiere a las relaciones de poder que
hacen más o menos probable la capacidad del actor para realizar su in-
ventario de proyectos. Esta viabilidad debe, a su vez, distinguir entre la
viabilidad política "para decidir", "para ejecutar" y "controlar", enten-
diéndose esta última como la probabilidad de darle estabilidad a cada
proyecto realizado. La viabilidad política comprende el problema de las
resistencias culturales a los proyectos. Este aspecto cultural se refiere a
la adecuación o inadecuación de un proyecto en relación con los valores
culturales arraigados en la población afectada. La posibilidad de un re-
chazo cultural es, a su vez, indicadora de que la viabilidad cultural guar-
da estrecha relación con la viabilidad política. En efecto, los dos últimos
aspectos de la viabilidad política, "estabilidad del proyecto realizado" y
"viabilidad para ejecutar", ya deberían mostrar los efectos de una re-
sistencia cultural. Vale la pena distinguir este aspecto cultural en sus
particularidades, porque no siempre los afectados culturalmente por un
proyecto tienen participación significativa en las fuerzas sociales que cuen-
tan en el análisis de viabilidad política. Por otra parte, detectado el pro-
blema, su solución o la búsqueda de opciones más aceptables cultural-
mente, exige un análisis completo del problema político-cultural.
El análisis político de viabilidad pretende responder a preguntas como
las siguientes: ¿Es posible lograr que la norma plan se encarne en nue-
vas tendencias situacionales? ¿Qué fuerzas obstaculizan ese cambio? ¿Có-
mo sortear los obstáculos previsibles a la implantación de la norma en
la realidad? Estas son preguntas típicas en el plano del puede ser, cuyas
posibles respuestas debemos explorarlas simulando y anticipando el fu-
turo. Por definición, siempre es inviable en la situación inicial una parte
significativa de la norma plan. De manera que el problema de examinar
17S8 EL TRIMESTRE ECONÓMICO
12 A veces, quién propone y desde dónde propone es tan o más importante que la naturaleza
del proyecto. Por ejemplo, cuando la fuerza social A está en el gobierno propone un proyecto
Pj de reforma tributaria que es sistemáticamente rechazado por la fuerza B. A su vez, cuan-
do B está en el gobierno propone un proyecto de reforma tributaria casi similar, que es recha-
zado indefectiblemente por la fuerza A. Aquí la única variable del cambio de actitud se refiere
a cuál fuerza gobierna y cuál es opositora.
1760 EL TRIMESTRE ECONÓMICO
1) Pi, P.
2) P., Pi
3) Pi, X-i, X2, P2
4) Z2, P2, Pi, X^
5) X„ Z2
6) X2, Xi
Cada una de estas seis trayectorias está compuesta por proyectos que
provocan apoyos y rechazos de distinta intensidad por parte de las fuerzas
sociales A y B. Esos apoyos y rechazos expresan genéricamente los "in-
tereses" de cada fuerza frente a cada proyecto. Ciertamente, los intereses
de las fuerzas A y B respecto a cada proyecto no son estáticos y general-
mente varían según sea la situación. Pero, con ánimo de simplificar las
cosas, supongamos que los intereses de las fuerzas respecto a los proyec-
tos son independientes de las situaciones. Esos intereses podrían sistema-
tizarse, una vez detectados, en una tabla del tipo siguiente:
PLANEACIÓN NORMATIVA Y SITUACIONAL 1761
Intereses respecto a:
Fuerzas
sociales
Pi P^ ^1 X^
A ++ +
B ++ +
'A ++ fe —
Probabilidad de materialización
en S|
gos. Pero ese cálculo persigue tomar la mejor decisión presente posible de
cada actor, donde cada cual considera la fuerza e intereses de su oponente.
El solo hecho de anticipar la posibilidad de una tendencia a la acumu-
lación o desacumulación de poder tiene enorme importancia práctica para
las decisiones presentes.
Las trayectorias prácticas conforman una red de situaciones que in-
dica que los caminos que pretenden construir las fuerzas oponentes están
interconectados y cada fuerza puede transitar por el camino que abren
las otras. Dicha red también puede estudiarse como trayectorias de pro-
yectos, ya que la forma de gestar el cambio situacional queda limitado
a la producción de los proyectos por parte de las fuerzas sociales en lu-
cha. De manera que existe una relación necesaria entre las trayectorias
de proyectos y las trayectorias de situaciones, tal como se muestra en el
cuadro 6. Por ejemplo, la trayectoria 1; supone que
i) Pi I Si-^ Sf
ii) Pi I Sf -^ SOA
CUADRO 6
1) Pu P2 ¿i, Sj - Soj_
2) P2, Pt SOA
cer como resultado del proceso de lucha una situación no deseada por
ninguno de los actores.
Una vez conocidas las situaciones posibles podemos hacer un análisis
de la probabilidad de materialización que los proyectos tienen en cada
situación pertinente. Como ya dijimos, tales probabilidades tienen que
estimarse según las características generales de cada situación y las rela-
ciones de fuerza que las connotan. Para sistematizar la información po-
demos construir una matriz entre situaciones y proyectos, tal como se in-
dica en el cuadro 7.
Proyectos
Situaciones
Pj Pj Xj X^
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Inventario de proyectos c) Prueba de viabilidad político-cultural. Los proyectos
Fase 4 de consenso simplifican este análisis (eficacia pro-
cesal. El poder como recurso escaso).
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•9 5 3
en
1770 ' EL TRIMESTRE ECONÓMICO
rra. Por lo tanto debe dar un propósito a toda la acción militar, propósito
que debe estar de acuerdo con el objetivo de la guerra. En otras palabras, la
estrategia traza el plan de la guerra y, para el propósito mencionado, añade
las series de actos que conducirán a ese propósito.. .^^
Pero la guerra no es la acción de una fuerza viva sobre una masa inerte (la no
resistencia absoluta no sería guerra en forma alguna), sino que es siempre el
choque entre dos fuerzas vivas, y damos por sentado que lo que hemos dicho
sobre el propósito último de la acción militar se aplica a ambos bandos. Tene-
mos aquí, nuevamente, una acción recíproca. Mientras no haya derrotado a
mi adversario debo temer que él pueda derrotarme. Ya no soy, pues, dueño
de mí mismo sino que él fuerza mi mano como yo fuerzo la suya."
Como todos estos son asuntos que en gran medida sólo pueden ser determina-
dos sobre la base de suposiciones, algunas de las cuales no se materializan,
mientras que cierto número de decisiones referentes a detalles no pueden ser
hechas de antemano en forma alguna, es evidente por sí mismo que la estrate-
gia debe entrar en el campo de batalla con el ejército, para concertar los de-
talles sobre el terreno y hacer las modificaciones EJ plan general, cosa que es
incesantemente necesaria. En consecuencia, la estrategia no puede, ni por un
momento, suspender su trabajo."
Hay aún otra causa que puede detener la acción militar, y es la del conoci-
miento imperfecto de la situación. Un jefe sólo tiene conocimiento personal
exacto de su propia posición; conoce la de su adversario solamente por in-
formes inciertos.^®
hace del cálculo de probabilidades algo más que un medio para evaluar
anticipadamente el resultado de un encuentro, de una acción, la validez
de una información o la materialización de una determinada conducta del
oponente, sino que, llevando al extremo su posición, emplea la probabi-
lidad del éxito como una medida de las relaciones de fuerza entre los
oponentes.
as Ibid., p. 232.
3* Ibid., p. 320.
" Ibid., p. 321.
M Ibid.
1780 EL TRIMESTRE ECONÓMICO
perán en cierto sentido todos los hilos de las diferentes relaciones y tendremos
ante nosotros una cosa sin sentido, carente de objetivo.^'
Qué mejor podríamos hacer nosotros al final de este trabajo sino ha-
cer hablar a Clausewitz como uno de los precursores de la planeación si-
tuacional y un gran crítico de la planeación normativa.
*o Ibid., p. 324.
" Ibid., p. 330.