Gadamer y Las Humanidades. Vol I 2007
Gadamer y Las Humanidades. Vol I 2007
Gadamer y Las Humanidades. Vol I 2007
VOLUMEN 1
ONTOLOGÍA, LENGUAJE Y ESTÉTICA
Mariflor Aguilar Rivero y
María Antonia González Valerio
Coordinadoras
ISBN 978-970-32-4524-6
ONTOLOGÍA
LENGUAJE
7
8 «Po INDICE CdO
ESTÉTICA
II
12 '" PRESENTACIÓN '"
rebasaron las intenciones de sus autores para darle forma al diálogo vivo
de la tradición hermenéutica que Gadamer ayudó a forjar.
Debemos ahora aclarar que, estrictamente hablando, el subtítulo de
este volumen de Gadamer y las humanidades es un nombre redundante,
pues puede decirse que la ontología propuesta por la hermenéutica filosó-
fica gíra en torno de la lingüisticidad, cuya forma de expresión privilegíada
es el arte, es decir, al lenguaje se le concibe como el evento en el que mejor
se manifiesta la estructura del ser3 y, por otro lado, se considera al arte como
el modelo de dicha estructura. ¿Cómo separar el lenguaje de la ontología
y esta última de la estética? La división propuesta, podríamos decir, para-
fraseando a Gadamer, es solamente metodológica con el fin de organizar
los textos; sin embargo, la intención de reunir estas tres temáticas en un
mismo volumen ha sido la de presentar unitariamente el núcleo de la filoso-
fía gadameriana.
¿Dónde estamos parados hoy?, pregunta Thresa Oñate; ¿qué significa
el presente para la ontología actual siendo la hermenéutica nuestra nueva
Koiné?4 Pregunta compleja que sitúa este volumen en el corazón de su re-
flexión: la ontología hermenéutica. ¿Y cómo pensar ésta?, preguntamos
ahora nosotras. Ahí está la cuestión. Ontología estética, se dice,5 o bien, una
ontología lingüísitica, como sostienen -la mayoría de los estudiosos de los
trabajos de H.-G. Gadamer.
Estos planteamientos, que aparentemente contribuyen a resolver y
simplifícar muchas cuestiones filosóficas y hermenéuticas, más bien re-
presentan mayores problemas, ya que la identificación tendencial entre
ontología y lenguaje ha sido fuertemente cuestionada y calificada como
idealismo o relativismo lingüísticos,6 mientras en otros casos es enfáti-
camente defendida, como lo hace Maite Muñoz en este volumen, quien
destaca, además, la virtud del pensamiento gadameriano de obligarnos
a repensar nuestro quehacer filosófico al concebir al lenguaje en su di-
mensión constitutiva, dimensión que es también defendida con buenos
argumentos por Carlos E. Gende, quien, polemizando con Cristina Lafont,
3 Según lo afirma Jorge Reyes en su artículo "El diálogo como 'indicación formal'
(Formale Anzeige)" en este volumen.
4 'lal como lo ha establecido Gianni Vattimo y lo recuerda 'Teresa Oñate en su artículo
guardar ante el lenguaje del otro que, así como puede ser puente es también
ajeno al sujeto que habla? Las autoras destlcan la manera en que Humboldt
se enfrentó a estos problemas. Gadamer, siguiéndolo, 10 hace estable-
ciendo un doble juego entre 10 familiar y lo extraño: juego de apropiación,
entendida como ampliación de horizontes y juego también de autocríti-
ca, de aprendizaje del otro.
Una tercera parte del volumen reúne los artículos que tratan principal,
aunque no exclusivamente, temas de estética, la cual ocupa un papel fun-
damental en el ámbito general de la hermenéutica gadameriana, puesto
que se une a la reflexión sobre el ser y sobre el lenguaje, y esto constituye,
como dijimos antes, la ontología-hermenéutica. Los textos presentados aquí
dan cuenta de la multiplicidad de temas y problemas abordados desde esta
temática, así como de las distintas perspectivas y discusiones a partir de
las cuales pueden ser pensados.
La amplitud de la estética gadameriana incluye no solamente una on-
tología sobre la obra de arte, sino además la crítica y recuperación de estéti-
cas anteriores, la reflexión puntual sobre ciertas manifestaciones artísticas,
el cruce con otros ámbitos, como la teoría literaria, la interpretación de
poesía, etcétera. 'Ibdo ello se encuentra reflejado en los once artículos que
conforman esta sección.
La estética de Gadamer se relaciona profundamente con otras pro-
puestas estéticas, como la de Kant y la de Nietzsche. Esta relación suele
ser muy tensa, pues por un lado incluye una crítica y, por otro, una recu-
peración de ciertos momentos en las filosofias de dichos autores. Frente a
la monumentalidad de la estética kantiana y a la importante y determi-
nante recepción que ésta tuvo en los siglos XIX y XX, Gadamer construye
su propia propuesta hermenéutica, distanciándose de la subjetivización a
la que conducirían ciertos planteamientos kantianos. Es de notar que
Gadamer conforma su estética desde la discusión con Kant -aunque no
exclusivamente-, lo que hace de la relación Gadamer-Kant un tema cons-
tante de discusión en las interpretaciones de la hermenéutica. El artículo
de Sixto J. Castro da cuenta de ello.
La relación Gadamer-Nietzsche no es menos tensa o polémica que la
anterior. Bien conocida es la influencia que Heidegger tuvo en la inter-
pretación que Gadamer hace de Nietzsche y llit crítica posterior de Derrida
al posicionamiento crítico -y muy cuestionable- de Gadamer frente a
Nietzsche, a quien acusa de haberse ceñido sin más a los cuestionamien-
tos heideggerianos sobre la voluntad de poder. No ha sido nunca sencillo
pensar la relación Gadamer-Nietzsche, por eso, la discusión de uno de los
pocos textos que Gadamer escribió sobre Nietzsche, l/El drama de Zara-
18 - PRESENTACIÓN "'"'
Oliva, quien hace un esfuerzo por pensar el paso de las artes del siglo XIX
a los experimentos del siglo xx, e intenta dar cuenta del desafiante mundo
del arte contemporáneo desde la proposición de Gadamer según la cual la
pintura, por más iconoclasta o aparentemente enmudecida, sigue siendo
un principio de orden que nos permite enfrentarnos y construir lo que
continuamente se nos desmorona.
AGRADECIMIENTOS
JEAN GRONDlN*
23
24 - ON10LOGÍA """
2 En principio, dos grandes filósofos han consagrado algunos estudios al tema: Ernst
Thgendhat, "The fusion ofHoriwns" (recensión de Gadamer, Verdad y método) en The Times
Literary Supplement, 19 de mayo de 1978; recogido en la colección Philosophische Aufstitze,
Frankfurt, Suhrkamp, 1992. Stanley Rosen, "Horiwntverschmelzung" en L. E., Hahn, ed., The
Library of Living Philosophers, vol. XXIV, The Philosophy of Hans-Georg Gadamer. Illinois, Open
Court Publishing, 1997 (con una respuesta de Gadamer). En realidad se trata más de en-
sayos bastante generosos y críticas sobre el pensamiento de Gadamer que de estudios espe-
cializados sobre la fusión de horizontes como tal. Me parece que el estudio más esclarecedor
es el reciente texto de Philippe Eberhard, The Middle Voice in Gadamer's Hermeneutics, Tü-
bingen, Mohr Siebeck, 2004.
3 H.-G. Gadamer, Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Salaman-
ca, Sígueme, 1996, pp. 375-377.
'" JEAN GRONDIN '" 2S
6 A este respecto, véase Mirko Wischke, "Das Erlebnis und seine vertiefende Erkenntnis.
Zum Horizonbegriff bei Dilthey",. en Ralf Helm, ed., Horizont des Horizontbegriffs, pMno-
menologische un interkulturelle Studien. Sankt Augustin, Academia, 2004.
7 Diccionario de la lengua francesa Roben citado por Grondin. El diccionario de la len-
gua española de la Real Academia dice: "Límite visual de la superficie terrestre, donde pa-
recen juntarse el cielo y la tierra". Las expresiones que recoge este diccionario son muy
amplias: horizontes lejanos, horizontes del imperio, un horizonte de cinco años, etcétera.
El diccionario del uso del español de María Moliner recoge el uso figurado: "Campo más
o menos amplio a que es capaz de extenderse el pensamiento de alguien: 'Tiene poca cul-
tura y unos horizontes muy limitados'''. (N. de la T.)
""" JEAN GRONDIN """ 27
Esta bella idea evoca con justicia la idea -que retendremos en lo que
sigue- de un ir más allá de nuestro punto de vista (o de nuestro horizonte)
demasiado subjetivo.
¿Cómo comprender, por su parte, la idea de fusión, la cual tampoco es
un concepto clásico de la filosofia? El alemán habla aquí de Verschmelzung.
A semejanza de la palabra francesa Cfusion, de fundere), el término alemán
proviene de un verbo que significa fundir, schmelzen (esto me llevó a hablar
de una fundición de horizontes en mi Introducción a Gadamer).9 Cuando
algo se funde (la nieve, la cera o un metal) desaparece o cambia de forma
para hacerse líquido. ¿Es eso lo que sucede con la fusión de horizontes?
El término que emplea Gadamer no es precisamente el de una fundi-
ción (Schmelze o Schmelzung es una palabra que existe pero su uso es poco
común), sino el de Verschmelzung (fusión). El prefijo ver- añade una con-
notación más activa, más procesual al verbo schmelzen (fundir) y muy a
menudo implica dos cosas que se fusionan en una sola. Por ejemplo, es de
este modo que un metalurgista (al que también se le llama fundidor) pue-
de fusionar dos metales, oro y plata, para hacer una aleación. En un con-
texto más espiritual, la lengua alemana conoce bien la idea -que le será
familiar al Gadamer filólogo- de una fusión de dos tradiciones.l 0 En ese
Gadamer a veces hay un uso parecido, cuando dice por ejemplo: "Platón pudo fundir (versch-
melzen) incluso en el Fedro la retórica con la dialéctica". (H.-G. Gadamer, "La hermenéutica
y la escuela de Dilthey", en El giro hermenéutico, p. 149.)
11 El término Verwandlung es traducido como transformación en la versión castellana
de Verdad y método, "Die Verwandlung ins Gebilde und die totale Vermittlung -La transforma-
ción en una construcción y la mediación total", p. 154. (N. de la T.)
12 En el alemán actual hay otra connotación de la idea de Verschmelzung que no exis-
tía en el momento en el que Gadamer escribió Verdad y método. La fórmula actual tiene algo
de kitsch: Ya no puedo más, ich schmelze (me derrito, me fundo); es una fórmula que una
persona joven puede emplear cuando se encuentra completamente enamorada o cuando
algo le gusta mucho. El sentido es el siguiente: aquello que me encanta me satisface al pun-
to de hacerme desaparecer. Es un uso muy contemporáneo pero que no puede ser extraño
a la idea gadameriana de fusión, si es cierto que la comprensión implica un olvido de sí y
que puede parecerse a una forma de amor y de metamorfosis.
- JEAN GRONDIN - 29
13 De ese modo es que Yvon Lafrance ("Notre rapport a la pensé e grecque: Gadamer
ou Schleiermacher?", en C. Collobert, coord., La avenir de la philosophie est-il grec? Montreal,
Fides, 2002, pp. 39-64.), cuyo debate con Gadamer es sin lugar a dudas admirable, reprocha
a Gadamer haber sido él mismo víctima de una mala fusión de horizontes al interpretar a
Platón a partir de los prejuicios de su propia filosofia (claramente cuando interpreta la hui-
da en los logoi de Fedón como un giro hacia el lenguaje). Sobre este asunto no puedo sino darle
la razón. Pero es ya otro asunto saber si se puede hacer una total abstracción de los propios
prejuicios y de la propia lengua al interpretar a Platón. Yvon Lafrance sin duda reconoce-
ría que eso es imposible, pero esto no deja de conminar hacia un ideal regulador para aquel
que quiere comprender a Platón.
14 Esta fórmula es también utilizada por J. Zimmermann, "Confusion of Horizons:
Gadamer and the Christian Logos", en ¡oumal of Beliefs and Values, 2001, vol. 22/1, pp. 87-98
(aun cuando el problema no es la fusión de horizontes).
30 <;90 ONTOLOGÍA _
LA FUSIÓN ARTÍSTICA
LA FUSIÓN DE LA COMPRENSIÓN:
¿UN ACONTECIMIENTO O UN CONTROL?
el sentido de otra lengua, pero no puede hacerlo, cierto, más que a partir
de la suya y haciendo resonar en su lengua, en el presente, el sentido de lo
otro o del pasado.
Según Gadamer, hay una fusión de horizontes en toda comprensión
digna de ese nombre. Si insiste en ello es con el fin de combatir la idea
según la cual haría falta desplazarse (slch versetzen) hacia un horizonte to-
talmente diferente del nuestro cuando intentamos comprender el pasado.
No, dice Gadamer, la comprensión no es una transportación psíquica o
empática (Einfühlung) hacia un mundo que estaría completamente sepa-
rado del nuestro. Gadamer percibe en ello un modelo de la comprensión
un tanto objetivista y positivista, según el cual el comprender se encontra-
ría frente a su objeto. Según Gadamer, para comprender no es ni posible ni
deseable salir completamente de sí, como lo querría -de manera un poco
absurda según él- el modelo positivista: De manera absurda, porque enton-
ces la comprensión buscaría llevar acabo la economía de la comprensión,
como si ésta no interviniera en la comprensión misma, como si pudiéra-
mos comprender sin ser tomados por lo que comprendemos.
Comprender, sostiene Gadamer, es más bien entrar en el juego de 10
dicho, de lo que hay que comprender. De ahí que su concepción de la com-
prensión sea como una respuesta a una interpelación que es a la vez la del
texto y la nuestra (los dos aspectos también se fusionan). Thmbién se trata
de una respuesta que se olvida a sí misma, es decir, que no es siempre cons-
ciente de sí en tanto que respuesta. La comprensión es algo que llega, que
se produce, que tiene, por tanto, el carácter de un acontecimiento. Es por
eso que el último Gadamer pudo decir, en 1999, que comprender quiere
decir "no puedo realmente explicar (eso que me sucede)".16 Gadamer que-
ría decir con esto que estamos demasiado imbuidos por la fusión de hori-
zontes como para estar en condiciones de explicar plenamente 10 que nos
sucede cuando comprendemos: vemos, somos atrapados, incluso somos sor-
prendidos y nos quedamos estupefactos por el sentido. El acento en la
fusión de horízontes, fuente de incandescencia, conduce claramente hacia
la idea de una advenir que súbitamente nos arroba, que nos sorprende. A
Gadamer le encanta hablar a este respecto, después de Heidegger y Bult-
man, del Geschehen o acontecimiento, es decir, del advenimiento que se
produce con el milagro de la comprensión: Una luz se ilumina, hay fusión,
uno comprende. El carácter de acontecimiento es el primer momento, muy
18 [bid., p. 375: "uno tiene que tener siempre su horizonte para poder desplazarse a una
situación cualquiera".
19 Véase H.-G. Gadamer, Acotaciones hermenéuticas, p. 231: "¡Que cuál es el criterio de
la interpretación correcta! A mí me lo preguntan cientos de veces, y la gente se muestra
totalmente asombrada cuando, al interpretar un poema, digo que el criterio de una inter-
pretación correcta es que desaparezca cuando se lo vuelve a leer, porque entonces ya todo
parece obvio. La interpretación se agota en el señalar, que es como una corroboración: así
es. Es lo adecuado a la cosa". (Véase H.-G. Gadamer, Verdad y método, p. 179, donde el víncu-
lo entre el así es y el conocimiento de sí estaba ya subrayado.)
36 """ ONTOLOGÍA -
20 Esa modificación no aparece en la versión castellana, puesto que ésta es una tra-
ducción de la cuarta edición de Verdad y método aparecida en 1975. (N. de la T.)
21 H.-G. Gadamer, Verdad y método, p. 456. El subrayado es de Gadamer y es de notar
el énfasis que hace.
"" JEAN GRONDIN '" 37
22 Ibid., pp. 456-457. Véase también H.-G. Gadamer, "Heidegger y el lenguaje" en Los
caminos de Heidegger. Barcelona, Herder, 2002, p. 319: "El lenguaje está oculto como lengua-
je, porque en cada caso se refiere a algo".
23 H.-G. Gadamer, "Acerca de la fenomenología del ritual y el lenguaje", en Mito y razón.
Barcelona, Paidós, 1997.
38 - ONTOLOGÍA -
Esta tesis de una fusión del lenguaje y de las cosas quiere decir, para
Gadamer, que el mundo no está presente para nosotros más que en el len-
guaje. Significa que el lenguaje no viene a yuxtaponerse a una experiencia
originaria del mundo que no sería lingüística, sino que el lenguaje es 10
que permite al mundo estar presente para nosotros, en tanto se trata de un
mundo ya siempre inscrito en el horizonte de una familiaridad, la cual no
solamente procede de la comprensión, sino del ser mismo. Pensamiento
difícil pero que tiene su importancia puesto que representa la verdadera
conclusión de Verdad y método. La idea fundamental, aunque pocas veces
bien comprendida, es que el lenguaje no es únicamente el de la compren-
sión (y consecuentemente no es únicamente el de una cultura, el de una
comunidad, etcétera), sino el del ser mismo (lo que viene a ser 10 mismo
para éste), es decir, se trata del lenguaje de las cosas mismas, que Gada-
mer, por otra parte, llama, en el sentido de un genitivo subjetivo, el len-
guaje de las cosas, "Die Sprache der Dinge".26
¡De entrada el lenguaje es el de las cosas! Se podría tener la sensación
de que esta afirmación no es sino una metáfora o una manera de hablar.
Sí y no. Sí, puesto que hay un vínculo primordial entre el ser y el lengua-
je. Con el fin de pensar este vínculo, Gadamer hablará, en la primera parte
de Verdad y método - y de manera más bien desconcertante para un pen-
sador contemporáneo- de la metafísica medieval y de su doctrina de 10
TERESA OÑATE*
LA DIFERENCIA HERMENÉUTICA
CONTRA EL OLVIDO DEL OLVIDO
43
44 — ONTOLOGÍA —
2
"kathólou hoúto hóte próte", Aristóteles, Metafísica, vol. 1. Madrid, Gredos, 1970, pp. 1-2.
- TERESA OÑATE ." 45
3 Como dice Gadamer: "La filosofia es ilustración, pero ilustración incluso contra el
dogmatismo de sí misma [... ) Sólo cuando aprendí en Heidegger a conducir el pensamiento
histórico a la recuperación de los planteamientos de la tradición, las viejas cuestiones resul-
taban tan comprensibles y vivas que se convertían en verdaderas preguntas. Lo que estoy
describiendo es la experiencia hermenéutica fundamental, como la llamaria hoy [... )
Frente a la inanidad del filosofar académico que se movía en un lenguaje kantiano o
hegeliano degradado y pretendía completar o superar una vez más el idealismo transcen-
dental, Platón y Aristóteles parecían de pronto como aliados de todo el que había perdido
la fe en los juegos de sistemas de la filosofia académica, incluso en este sistema abierto de
problemas, categorias y valores hacia el que se orientaba la investigación fenomenológica
de las esencias o el análisis categorial basado en la historia de los problemas. Los griegos
46 '" ONTOLOGÍA ...,
No hace muchos días, decía Jean Grondin, en el marco de este mismo con-
greso, que no podía entenderse a Gadamer sin tener en cuenta la influencia
que ejercen en el fundador actual de la hermenéutica las tres haches de
Hegel, Husserl y Heidegger, yo le contestaba que las haches eran más, pues
teníamos -sin contar a Nicolai Hartmann- sobre todo a Heráclito, cuya
filosofía deja en el filólogo griego que era Gadamer -igual que Nietzsche-
una huella activa tan indeleble, que ésta no se comporta sin más como un
mero recuerdo sino como una influencia productiva -activa- que presi-
de todo el pensar de Gadamer. Pero su recepción de Heráclito no trata de
modernizarle, como ocurre en el caso de Hegel, sino que Gadamer bebe
de las fuentes hermenéuticas griegas más próximas al Efesio a través del
redescubrimiento de la filosofía práctica de Aristóteles y Platón, creativos
seguidores, a su vez, de la ontología política y la razón común propias del
4 Del vínculo de Gadamer con Heráclito, y de la profunda diferencia que media entre
cómo lee y recibe a Heráclito Hegel y cómo lo reciben Heidegger y Gadamer; ya me he ocu-
pado por extenso en otro lugar. (Cf Teresa Oñate, "Gadamer y los presocráticos: la puerta
oculta de la esperanza en la teología de la razón hermenéutica" en T. Oñate, C. G. Santos,
y M.A. Quintana, eds., Hans Georg Gadamer: Ontología estética y hermenéutica. Madrid, Dy-
kinson, 2005.) Ahora se trata de que podamos concentramos en el estudio de la esencial
relación de Gadamer con Aristóteles, porque Aristóteles, de acuerdo con la enseñanza del
maestro Gadamer, es precisamente "el inventor de los filósofos pre-socráticos", quien reca-
ba contra el pitagorismo de Platón y la Academia de Atenas otro inicio de la racionalidad
crítica y otro nacimiento de la filosofía en los mitos sapienciales o mitos de comprensión,
lejos de cualquier pretensión escatológica -salvarse de la muerte-, y dualista -librarse del
cuerpo o del dolor y la vulnerabilidad- cuya secularización de manera acentuada se da en
la modernidad, pero se remonta hasta el Platón pitagórico. La meta-física de la salvación se
persigue, en efecto, a través de una tecnologización de la experiencia por medio de una
interpretación de la razón que subordina ellógos comunitario y dialogal al cálculo de la
ciencia-técnica basada en el movimiento de un transcender infinito de todo límite tenido
por negativo. Contra está tendencia de la Academia pitagorizante se desenvolverá la firme
crítica de Aristóteles orientándose a salvaguardar la esencia dialogal, práctica y viva del pla-
tonismo. (Cf el libro que he dedicado a Gadamer, siguiendo al nietzscheano Giorgio Colli:
Teresa Oñate (con la colaboración de Cristina G. Santos), El nacimiento de la filosofia en Gre-
cia. Viaje al inicio de occidente. Madrid, Dykmson, 2004.)
"" TERESA OÑATE "" 49
realidad una larga hipótesis: una hipótesis condicional cuya prótasis con-
tiene seis condiciones enlazadas que habremos de recorrer con cuidado,
pues algunas de ellas exigen, para ser comprendidas por ellas mismas, di-
gamos, alguna aclaración y profundización particular. Se trata de seis tesis
que son tópicos ampliamente aceptados por todos (éndoxa) a la hora de ca-
racterizar la hermenéutica filosófica de Gadamer. Cuando hayamos termi-
nado de verlas y de comprender la conjun.:;ión que las vincula, sólo entonces
podremos acercarnos a la apódosis de la oración condicional: Si todas ellas
son ciertas entonces ... y advertiremos entonces que tal apódosis nos arroja
de inmediato en los brazos de una decisiva pregunta. Una sola cuestión
que acierta a preguntar por eso esencial a lo que siempre se ha de referir
y se refiere la filosofia, siempre que la filosofia se hace concreta y actual.
Siempre que se hace capaz de transformar la realidad. Se trata de una pre-
gunta aparentemente muy elemental y es solamente ésta: ¿dónde estamos?
¿Dónde estamos desde el punto de vista de esto mismo, que mi maestro
Gianni Vattimo, ha llamado [logrando que la expresión se haya consagrado
y convertido a su vez en un éndoxa señero de nuestra cultura] Hermenéutica
como nueva koiné? ¿Dónde estamos si la hermenéutica es ya para nosotros
la koiné, la cultura común, la lengua común, y la vulgata de la menta-
lidad compartida por la filosofía contemporánea o la filosofía actual, al
menos como lugar posible de reunión y discusión pública? ¿En qué tipo de
tiempo histórico estamos? Anticipemos una intuición aún inelaborada: y
si Gadamer no hiciera sino reescribir a Aristóteles-Platón ¿en qué tiempo
estariamos y qué significaría el presente para la ontología actual siendo la
hermenéutica nuestra nueva koiné? Esto es lo que me parece sobre todo
estar en juego. El asunto es complejo, muy complejo. No se olvide que es-
tamos tratando de la teología política que afecta a la filosofía de la historia
y pasa por la ontología estética del espacio y el tiempo del lenguaje en que
puede darse el sentido del ser históricamente. ¿Cómo iba a ser menos com-
plejo entonces este asunto?
6 Por eso piensa el filósofo que hoy para nosotros "La tarea hermenéutica de integra-
ción de la monológica de las ciencias en la conciencia comunicativa -y esto incluye la
tarea de ejercer la racionalidad a nivel práctico, social y político- se ha hecho más urgen-
te aún. Se trata en realidad de un antiguo problema que conocemos desde Platón. Sócrates
intentó convencer a todos los que presumían de su saber, políticos, poetas, expertos en su
oficio artesanal, de que desconocían el bien. Aristóteles estableció la distinción estructural
que aquí subyace, diferenciando entre téchne y phrónesis. Esto es indiscutible [... ] Resulta
un malentendido de lo que es la razón y la racionalidad, la pretensión de reconocerlas úni-
camente en la ciencia anónima y como ciencia. Así mi propia teoría hermenéutica me obliga
a reconocer la necesidad de recuperar este legado socrático de una sabiduria humana que
en comparación con la infalibilidad semidivina del saber científico es una nesciencia. La
filosofía práctica elaborada por Aristóteles nos puede servir de modelo [... ]
Entiendo que el programa aristotélico de una ciencia práctica es el único modelo de
teoría de la ciencia que permite concebir las ciencias comprensivas. La reflexión hennenéu-
tica sobre las condiciones de la comprensión pone de manifiesto que sus posibilidades se
articulan en una reflexión formulada lingüísticamente que nunca empieza de cero ni acaba
del todo. Aristóteles muestra que la razón práctica y el conocimiento práctico no se pueden
enseñar como la ciencia, sino que obtienen su posibilidad en la práxis, o, lo que es igual, en la
vinculación interna al éthos. Conviene tenerlo presente. El modelo de la filosofia práctica
debe ocupar el lugar de esa theoria cuya legitimación ontológica sólo podría encontrarse en
un intellectus infinitus del que nada sabe nuestra experiencia existencial sin apoyo en una
revelación. Este modelo debe contraponerse también a todos aquellos que supeditan la ra-
cionalidad humana a la idea metodológica de la ciencia anónima. Frente al perfeccionamien-
to de la auto-comprensión lógica de la ciencia, ésta me parece ser la verdadera tarea de la
filosofía, incluso y justamente frente a la significación práctica de la ciencia para nuestra
vida y supervivencia. Pero la filosofía práctica significa algo más que un simple modelo me-
todológico para las ciencias hermenéuticas. Viene a ser su fundamento real. La peculiari-
dad metodológica de la filosofía práctica es sólo la consecuencia de la racionalidad práctica
descubierta por Arístóteles en su especificidad conceptual". (H.-G. Gadamer, "Autopresenta-
ción", en op. cit., pp. 394-395.)
52 - ONTOLOGíA """
8 Este asunto tiene bastante importancia académica, pues si bien el criticismo gada-
meriano del siglo XXI es ya muy consciente de la presencia de la Ética de Aristóteles en la
hermenéutica filosófica de Gadamer y hasta se admite que el libro VI de la Ética a Nicómaco
es el libro más leído y citado del pensamiento europeo desde los años cincuentas del pasa-
do siglo hasta la fecha, 10 cierto es que tal reconocimiento debería incluir el de la presen-
cia entera de la Metafisica de Aristóteles en la Hermenéutica de Gadamer. Y hasta que esto no
ocurra no se comprenderá cómo actúa la racionalidad teorético-práctica a partir de los éndo-
xa: las precomprensiones o prejuicios de la tradición y del lenguaje, hasta remontarse a
los bienes modales excelentes como primeros principios-límites de la referencia causal y sus
series características -tratándose del sentido--: las series causales de la necesidad hipoté-
tica. Ya que no estamos en ningún ámbito fisico-genético aquí, sino en el de la filosofia pri-
mera como ontología del lenguaje causal de los primeros principios teorético-prácticos: los
modos dialogales de las acciones virtuosas comunicativas.
S6 '" ONTOLOGÍA '"
Son ahora otros los lógoi hekroaménoi que Gadamer está teniendo en cuen-
ta; ahora se trata de la tercera tríada o tercera serie de los llamados Meta-
físicos: la serie de los lógoi: [Z-H-o] o [VIl-VIII-IX] dedicados a la investigación
del sistema lingüístico-referencial de la causalidad, centrándose en la ar-
dua problemática de la unidad de la entidad y de la causa, después del fra-
caso de la explicación (la méthexis o participación entre lo suprasensible y lo
sensible) platónica. Thmbién en este caso se trata para nosotros de com-
prender cómo relee y reescribe Gadamer estos libros para situarlos en el
centro de la hermenéutica, en el lugar de la verdad ontológica como acción
comunicativa, interpretación, comprensión y transmisión. Veámoslo: en
el libro Z de la Filosofía primera, Aristóteles muestra en 17 lecciones que es
imposible encontrar esto que buscamos: el bien, la virtud, el criterio para
poder hacer una comunidad política donde pueda tener sentido la filoso-
fia ... en el campo lógico-cinético.
"'" TERESA ONATE CI?J 59
el lenguaje del alma, si cabe encontrar el bien y la virtud como vida y acti-
vidad excelente de cada alma diferencial. Por eso los libros H y o (VIII y IX)
prosiguen por el camino del alma hasta desembocar en la ontología de la
acción, la verdad práctica y el modo de ser de la virtud-verdad que se
comunica y transmite dando lugar a una comunidad viva. Esto significa
que el eídos kai ousía o entidad esencial diferencial (cuyo estatuto o modo
de ser ontológico es diverso de la esencia conceptual abstracta que se ex-
presa en la definición) es siempre el alma-diferencia como causa intensiva
del mismo lógos (enlace) de una comunidad. Pues el enlace es un límite,
y no lo olvidemos: el límite siempre tiene dos lados. El alma es la misma
pero de distinto modo: en el compuesto su modo de ser es potencial y es-
tructural pero la misma alma vista desde sí misma - y no como alma del
cuerpo- actúa como causa del ser; su modo de ser es la acción comuni-
cativa-comunitaria y entra en correlato Oingüístico) con la dimensión es-
piritual reflexiva, de ella misma, que ya se ha dado la vuelta. Su modo de
ser simple-intensivo o de re-unión es el noéin de la racionalidad espiritual.
Es imposible sin lo otro. Thl es la filosofia que enseña el De Anima de Aris-
tóteles con el que conecta directamente el lógos VIII de la Metafísica. Para
comprenderlo cabalmente hace falta saber cómo se da tal causación y
para ello es necesario entender en primer lugar que el alma del cuerpo
no es la misma que el alma del espíritu y que aquí hay un cruce. U Éste es
el mensaje esencial que recoge Heidegger de Aristóteles. Thrdará toda su
vida en recogerlo. Es decir, que Heidegger tardará casi toda su vida en lle-
gar a descubrir que Aristóteles está estableciendo y trazando la diferencia
ontológíca entre los dos modos de ser del alma-vida: el movimiento de la
potencia, kínesis por un lado, y la energeia o la acción por el otro lado. Dice
Aristóteles: al darse de la potencia (dynamis) llamo movimiento lego kíne-
sis y a la enérgeia lego práxis: a la obra (ergon) que es y se tiene para sí misma
(en) su propio fin llamo acción. Entramos así en el ámbito de la eternidad
inmanente indivisible, aquí y ahora, donde no hay movimiento, generación
la primera causa del ser no es otra sino el alma. El alma diferencial de cada ente como cau-
sa de su mismidad. Por eso Aristóteles pasa del plano lingüístico del concepto al ámbito del
lenguaje noético de la acción viva, por el puente (lógos) del alma, gracias a que ésta tiene
dos modos de ser: el lado del cuerpo y el lado del espíritu, unidos y separados entre sí por
el alma.
11 Gadamer es quien mejor lo ha comprendido entre nuestros contemporáneos. He de-
dicado un pormenorizado estudio al asunto de los dos modos de ser del alma-vida, dada su
importancia esencial para la ontología hermenéutica y su exigente posthumanismo más
allá del sujeto: uHans-Goerg Gadamer: la puerta oculta de la esperanza en la teología de la
razón hermenéutica" en T. Oñate, C. G. Santos, y M. A. Quintana, eds., Hans Georg Gadamer:
ontología., estética y hermenéutica.
""" TERESA OÑATE """ 61
ni corrupción, sino que las acciones del alma espiritual, éstas, nos hacen
ingresar en un ámbito en el que se da la multiplicación sin división ni ex-
tensión. La única alternancia ahora es la de la presencia-ausencia del apa-
recer y desaparecer, del acontecer y alcanzar de la acción intensiva: el
desvelarse y darse del encuentro o su ausentarse: alétheia-verdad. El darse
y el ocultarse de la verdad a la vez. En la sincronía o simultaneidad tem-
poral que es su síntoma porque expresa el enlace por la diferencia de las
pluralidades intensivas. Aquí ya no hay dialéctica, exclusión ni preponde-
rancia o superación posible, ni alternancia, ni paso de un contrario a otro.
No hay movimiento porque las entidades-acciones primeras no tienen
contrario.
Pero lo más importante es que la secuencia de los libros Zeta, Heta y
Theta traza la doctrina de la verdad ontológica al hilo de tal distinción, en-
señando que ésta consiste en el acontecer del modo de ser expresivo de la
acción virtuosa (práxis kai enérgeia kai alétheia) porque entra en explícita
relación con la comunidad. Porque la enérgeia tiende a la entelécheia. Tien-
de a la transmisión-interpretación como acción común que se agencia al
emisor y al receptor. A los emisores y los receptores que se ponen en co-
municación común por participar en la acción expresiva o virtuosa (y no
sólo en el ensayo tentativo del aprendizaje, que aún pertenece al ámbito
de las hipótesis). Para la enérgeia, que ya es eternidad inmanente porque
nada le falta y se pliega en intensión dejando de buscar extensamente por-
que ya es-tiene su límite y está en su límite, la acción es expresión-interpre-
tación: alétheia, si y sólo si es alcanzada por los interlocutores comunicacionales
que la interpretan-reciben por participación en la acción-virtud. La recono-
cen y la desean, la agradecen y participan en ella. Así es y acontece en el
conocimiento del amor, en la transmisión activa del saber, en el juego, en
el placer, en el arte y en la vida intensiva de todos los seres comunicativos. 12
Filosofia Primera, enlazándose con el tratamiento dianoético de las virtudes en Ética a Ni-
cómaco. La semántica, los catecismos y la administración o legislación de las costumbres
hace tiempo que han quedado muy lejos. Aquí se trata simplemente del modo virtuoso de las
acciones, cuyo régimen no obedece a ningún punto de vista moral sino que se establece des-
de el punto de vista de su plenitud intensiva ontológica. Ése es el ámbito de consideración
ya abierto por el bien ontológico de Platón para la participación de las Ideas en su Bien.
Aristóteles 10 libera de los elementos logicistas (los universales, los géneros, los números)
para pasar de los conceptos a las acciones: a la racionalidad práctica de los mundos de la vida.
Ese tránsito le abre la posibilidad de afirmar un politeísmo racional de todos los seres vivos,
cada uno soberano e indisponible en cuamo a la diferencia excelente de su modo de ser co-
munitario y singular a la vez. Pero quien 10 comprende es sólo el alma espiritual del hombre
libre cuyo cuidado de la diferencia y la virtualización de la alteridad ha de asumir la maxima
responsabilidad posible.
- TERESA OÑATE '<70 63
Grecia están legitimados, sólo allí no tienen que justificarse como pordio-
seros o extravagantes ... De modo que la pregunta entonces es ésta: ¿cómo
puede educarse esa comunidad para que en ella puedan darse legítima-
mente el arte y la filosofía? ¿Cómo puede darse una cultura culta donde
reine la paz como diferencia? Está claro que la educación popular de la
violencia y la irracionalidad no puede consistir en el seguimiento de leccio-
nes tan complejas como la que estamos desenvolviendo en estas páginas
sobre el análisis de las condiciones de posibilidad del lenguaje hablado
vivo y sus acciones, sino que la educación popular del miedo, la violencia,
el odio, la venganza y el resentimiento, de modo que pueda constituirse
una sociedad siquiera y una mínima razón común convivencial, no podrá
ofrecerla la filosofía, sino que más bien estará en manos del arte. De las
imágenes del arte.
En efecto tanto para Aristóteles como para Gadamer la paideía popular
de la pólis, y las condiciones de posibilidad de la sociedad civil las otorga
el arte en acción común: la poética de la tragedia. Para los griegos siem-
pre fue así. Nunca concibieron una educación civil que no estuviera en
manos de la poesía en acción. Y durante el auge de las democracias apolí-
neo-dionisíacas, que en gran medida desplazaron la atención de la epope-
ya homérica -aunque sin duda conviviendo con ella- en la poética de la
tragedia ática, en el teatro. ¿Por qué? Porque allí se catartiza, se purifica
la tensión griega entre la libertad y el destino, sí, es verdad, pero también
porque allí lo que se aprende son las virtudes cívicas. Que no haya envidia,
que haya solidaridad, comprender que los ricos y los pobres todos sufren
catástrofes atroces; comprender que no todo está en manos de uno mismo
y no se es tan culpable como uno se cree, igual que los otros, que no son
tan sujetos soberanos como se pretende ... que nadie es todopoderoso ...
Una vez más se trata de la enseñanza y la liberación del límite. Nietzsche
lo dice mucho mejor. Dice: cuando la muerte se pone en escena ... entonces ...
¡lncipit traogedia! ¡Se inicia la tragedia! ¡Empieza la hermenéutica!... Cuan-
do la muerte se pone en escena, se producen inmediatamente dimensio-
nes y formas simbólicas. Luego, también, la poética como educación contra
el temor y la venganza o la huída, como asunción del límite de la muerte
y como des-responsabilización de la culpa excesiva, a través de ese hacernos
cargo de que no 10 podemos todo, ni todo está en nuestras manos porque
hay lo indisponible y no somos tan libres. Esa desmitificación del sujeto
produce lógos como enlace y acto social. Enlaza con lo otro que ya no sólo
aparece como hostil y terrible al recibir trato en el lenguaje del arte. Lo cuál
equivale a decir que la educación estética del hombre produce y crea ese
lugar dialogal de no-violencia donde se puede dar el arte y la filosofía, en
""" TERESA OÑATE """ 65
CONCLUSIONES ABIERTAS
• Universidad de Málaga.
69
70 """ ONTOLOGíA """
6 ef. mi trabajo: "La hermenéutica metódica:', en Estudios Filosóficos, núm. 34. Valla-
dolid, 1985, pp. 15-53. Véase también, Osman Bilen, The Historicity of Understanding and the
Problem of Relativism in Gadamer's Philosophical Hermeneutics. Washington, The Council for
Research, 2000, pp. 91 Y ss.
7 ef ibid., p. 27, nota 46.
8 Ibid., p. 96. ef Eric Donald Hirsch, Validity in Interpretation. New Haven, Yale Uni-
versity Press, 1967.
9 ef Jürgen Habermas, "Hermeneutic Claim to Universality·, en Gayle L. Ormiston y
Alan D. Schrift, The Hermeneutic TI"adition: from Ast to Ricoeur. Albany State, University of
New York Press, 1990. ef J. Habermas, Lógica de las ciencias sociales. Madrid, '!ecnos, 1987.
10 Karl-O. Apel, "Regulative ideas or sense-event? An attempt to determine the logos of
hermeneutics·, en Thimoty J. Stapleton, ed., The Question of Hermeneutics: Essays in Honor
of Joseph J. Kockelmans. Boston, Kluwer Academic Publishers, 1994, p. 54.
<60 LUIS ENRIQUE DE SANTIAGO GUERVÓS <60 73
Así pues, podemos decir que la posición de Gadamer es ir más allá del rela-
tivismo y con ello abrirnos a una nueva forma de pensar sobre la com-
prensión, y encontrar un modo alternativo de pensar y comprender que
revele que nuestro ser-en-el-mundo es distorsionado cuando imponemos
el concepto de relativismo, absolutismo, fundamentalismo etcétera. l3 Y
para moverse más allá del relativismo o del pensamiento dicotómico tra-
dicional necesita señalar el camino que lo supere. En este sentido, es sig-
nificativo el hecho de que comience Verdad y método con una crítica a la
conciencia estética y al historicismo, como dando a entender que su pri-
mera intención era el desarrollo de una crítica al relativismo. Lo mismo
podemos decir de los distintos temas de su hermenéutica: el concepto de
juego, el análisis del diálogo, el acontecer de la "cosa" misma, la lingüisti-
cidad de la comprensión, etcétera. 1bdas estas ideas contribuyen a minar
el relativismo y a ir más allá de él. Significan, como señala Berstein, "con-
jurar la ansiedad cartesiana",l4 es decir, aprender a vivir sin la idea de un
conocimiento absoluto, finalidad o intelecto infinito.
De este modo, cuando se utiliza el argumento de la falta de un criterio
de verdad, para tratar de acusar a Gadamer de relativismo, él mismo es ex-
peditivo: la exigencia de un criterio para la verdad absoluta es un ídolo
metafísico abstracto y pierde todo significado metodológico.l 5 Un criterio,
además, depende también él mismo de los cambios históricos. 1Tatar de
fundamentarlo desde posiciones fuera de la historia es algo imposible. Por
lo tanto, la falta de un criterio no conduce a un relativismo a ultranza, pues
es precisamente die Sache selbst lo que nos permite distinguir la compren-
sión correcta de la incorrecta.
Por 10 que se refiere a la historia, para Gadamer el relativismo es una
conclusión inevitable de cualquier método histórico que reconoce sólo el
pasado como histórico, olvidando la historicidad del presente. Si la historia
no es nada más que la interpretación del pasado en su propio contexto, sin
ninguna significación para el presente, habría que llevar al historicismo a
EL PERSPECTIVISMO y LA SUPERACIÓN
DEL RELATIVISMO: ENTRE GADAMER
y NIETZSCHE
De todo lo expuesto hasta ahora podemos decir que la salida que plantea
Gadamer frente a la universalidad de la búsqueda de la verdad,l8 y frente
al relativismo, se explica en última instancia porque comprendemos siem-
pre desde una situación o perspectiva que cambia en virtud de la histori-
cidad del comprender. Derrida, en su discusión con Gadamerl9 sobre la
funcionalidad de la hermenéutica, reivindicaba también para ella la uni-
versalidad del perspectivismo, pero tal y como lo plantea Nietzsche, como
una vía para canalizar la critica contra cualquier forma de dogmatismo y
objetivismo que pueda reducir lo múltiple a lo uno, lo diferente a lo igual,
lo diverso a lo idéntico. Pero también a Nietzsche se le acusa de relativismo
por el perspectivismo que genera y por reducir la realidad a interpretación. 20
¿Podríamos, entonces, plantear el problema de la superación del relativis-
mo en la hermenéutica desde el perspectivismo, tomando como partner
de diálogo el perspectivismo nietzscheano? Sería un ejercicio hermenéu-
tico interesante, que nos permitiría una vez más poner en diálogo las her-
menéuticas de Nietzsche y de Gadamer.
Así pues, por una parte tenemos el perspectivismo nietzscheano que
constituye tal vez la primera formulación del universalismo hermenéutico,
en la medida en que todo, en definitiva, se puede reducir a interpretación.
Para él, detrás de todas nuestras relaciones con el mundo, detrás de nuestras
acciones y comportamientos, se oculta siempre alguna forma de interpre-
tación. En este sentido, la hermenéutica contemporánea trataría de alguna
manera, utilizando la metáfora de Habermas, de urbanizar ese suelo tan
fecundo de la teoría de la interpretación nietzscheana. Pero es que, además,
el perspectivismo nietzscheano nos ofrece una alternativa, como la herme-
néutica filosófica, a la concepción epistemológica tradicional del conoci-
miento y es, como el perspectivismo de Gadamer, una conclusión empírica
respecto a la finitud humana, porque el ser humano es un ser situado en
REBECA MAL.DONADO*
81
82 - ONTOLOGÍA ""
damer también revela este lugar supremo del lenguaje, dice textualmen-
te: "Es él [el lenguaje] el que se tantea, es decir, cuya permeabilidad se
comprueba, por ver si en algún sitio permite, a pesar de todo, irrumpir a
la claridad".6 Lo que se arremolina en el cuerpo y en el corazón, lo que no
deja de doler, y puede traer a nuestra alma en pena, manifiesta antes bien
la intencionalidad última del lenguaje: comprender. Pasar de lo incompren-
sible a lo comprensible es una tarea que para Gadamer atraviesa la praxis
vital en su conjunto. Así, Gadamer, bajo el nombre general de diálogo, in-
cluye el diálogo con los otros, con el texto, con el pasado para manifestar
cómo unos a otros logran hacerse escuchar y comprenderse en el medio
del lenguaje, pero el punto de partida de la experiencia hermenéutica es la
"ruptura del acuerdo de los que son un diálogo".1 En otros lugares, Gada-
mer hablará del topos de la hermenéutica como experiencia de familiaridad
y extrañeza. Por lo tanto, extrañeza es el nombre general para toda ruptura
de la comprensión. La afectividad que nos desgarra e invade de extrañeza,
rompe el diálogo con nosotros mismos, rompe lo que fundamentalmente
somos. La confusión en el orden de los afectos o el alma caída en la finitud
de lo corpóreo es una forma de extrañeza que nos lleva a perder toda auto-
transparencia y, sumidos en la perturbación y el cegamiento, necesitamos
de la escucha y la voz de los otros. De este modo, el primer momento de
la trascendencia de la vida por el lenguaje ocurre cuando al aparecer la
confusión de los afectos se muestran los límites de nuestra subjetividad y
autotransparencia, lo que permite a la vez trascender la conciencia indi-
vidual y ser llevados a un tú. S Para hablar no de un yo a un tú, sino de un
tú a un tú, el lenguaje ha de trascender la conciencia individual,9 En "las
auténticas cuestiones de la existencia: finitud, culpa, muerte; en suma,
las situaciones límite. La comunicación no es ya aquí transmisión de cono-
cimientos mediante pruebas categóricas, sino el trato de una existencia
con otra. El que habla es a su vez interpelado y contesta como un yo al tú
porque también él es un tú para el tú". 10 En el momento del gran dolor,
incrustados unos en otros, hablamos.
6 ¡bid., p. 27.
7 H.-G. Gadamer, Verdad y método 11. Salamanca, Sígueme, 1992, p. 230.
8 Al respecto, leemos en Verdad y método II (p. 80): "la acción y realidad del lenguaje,
que trasciende la conciencia individual". O bien (p. 324): "El carácter dialogal del lenguaje [... )
deja atrás el punto de partida de la subjetividad del sujeto".
9 "El tú es el interpelado puro y simple. Ésta es su función semántica general, y habrá
que preguntarse cómo el movimiento del sentido del discurso poético cumple esta función".
(H. G. Gadamer, ¿Quién soy yo y quién eres tú?, pp. 13-14.)
10 H.-G. Gadamer, Verdad y método Il, p. 60.
84 ..., ONTOLOGÍA ...,
11 [bid., p. 358.
12 !bid., p. 142.
'" REBECA MALDONADO '" 85
13 Lucio Anneo Séneca, "Consolación a Marcia", en Diálogos. Madrid, Thcnos, 2001, p. 215.
14 H.-G. Gadamer, Verdad y método lJ, p. 80.
15 L. A. Séneca, ·Consolación a Marcia", en op. cit., p. 187.
16 [bid., p. 184.
17 !bid., p. 185.
86 "'" ONTOLOGíA '"
18 !bid., p. 193.
19 H.-G. Gadamer, Verdad y método JI, p. 375.
20 L. A. Séneca, "Consolación a Marcia" en op. cit., p. 221.
21 H.-G. Gadamer, Verdad y método JI, p. 433.
- REBECA MALDONADO '" 87
22 ¡bid., p. 178-179.
23 H.-G. Gadamer, ¿Quién soy yo y quién eres tú?, p. 68.
24 Ibid., p. 67.
25 ¡bid., p. 92.
88 '" ONTOLOGÍA '"
26 Ibid., p. 59.
27 "El campesino, cuando yacen tendidos los árboles que el viento arrancó de raíz o
destrozó el huracán que da vuelta con furia repentina, cuida del retoño que le queda y coloca
inmediatamente semillas ya plantas en lugar de las perdidas·. (L. A. Séneca, "Consolación
a Marcia", en op. cit., p. 201.)
28 H.-G. Gadamer, ¿Quién soy yo y quién eres tú?, p. 351.
"" REBECA MALDONADO "" 89
ser ahí se juega sobre la base del arrojamiento. Gadamer, como toda expe-
riencia verdadera de pensamiento, no terminará clamando por un funda-
mento último, se hace cargo y asume la imposibilidad de absoluto. Al final
de su libro Poema y diálogo, se hace manifiesto el juego entre la muerte y
la palabra, y Gadamer lo sabe: "Nadie tiene pleno conocimiento de sí. Thm-
poco sabe nada la lengua que canta [... ] tampoco tiene respuesta al por qué
de la vida ". 29
El recuerdo de la finitud es la afirmación trágica que produce un retor-
no a sí mismo y por esa razón la continuidad del sentido. Cuando se nece-
sita de la palabra y la voz del otro, necesitamos con urgencia ofrecer el
testimonio de nuestra finitud específica y alcanzar una formulación de 10
que uno y otro somos. No necesitamos de religión o escucha absoluta al-
guna, sino de otro dispuesto a reconocer su ser cadente, frágil y finito. Ésta
es la escucha más abierta. En este sentido, los diálogos marchan cuando
los interlocutores reconocen y van revelando mutuamente su fragilidad.
Se trata aquí de la profundidad insospechada a la cual avanza el diálogo
entre dos tú. Porque -como pensara Gadamer-, en un intercambio ver-
dadero de palabras, el lenguaje se mueve por sí solo hacia profundidades
insospechadas hasta encontrar el sentido o palabra verdadera donde el yo
y el tú se diluyen y nos descubrimos como seres abiertos al pasado por la
sencilla razón de que las cosas no son como pensábamos. Pero también nos
volvemos seres abiertos al futuro, porque esa experiencia de reconocimien-
to de nuestra finitud, que somos yo y tú, no se logra sino mediante pala-
bras en medio de las cuales, sin embargo, siempre queda mucho qué decir.
Después de morir un ser querido seguimos escuchando frases dichas por
él o frases que nosotros ponemos a su voz, a la distancia día a día se escu-
cha la voz de los que están lejos. Cada segundo lejos es una palabra y un
pensamiento por decir y por venir. Con muertos y vivos uno sigue hablan-
do sin necesidad de su presencia. El diálogo se continúa a pesar de la dis-
tancia y de la muerte. En realidad, la muerte, la separación y la distancia
son la sal del pensamiento y de la reflexión, un grano de sal puesto en
la vida que se diluye en el cuerpo de lo que existe y le da sentido. Esta vida
se manifiesta en diálogo único e irrepetible con un tú también irrepetible
gracias a la finitud: un grano de sal en la punta de la lengua.
GRETA RrVARA*
91
92 '" ONTOLOGÍA '"
1 "El nacimiento de Ortega y Gasset cae por añadidura en el año de la publicación del
trabajo central de Dilthey, Introducción a /as ciencias del espíritu, fechas y jubileos juegan
comúnmente un papel externo. En el caso de Dilthey y Ortega el asunto es diferente". (Hans-
Georg Gadamer, "Wilhelm Dilthey und Ortega. Philosophie des Lebens·, en Gesammelte
Werke, vol. 4, Neure Philosophie JI. Tübingen, Mohr-Siebeck, 1999, p. 436. Las traducciones
de todas las citas de este texto son mías.)
2 Ortega señala algunos de los momentos más importantes de las preocupaciones orte-
guianas y reconstruye con esto un recorrido sobre los principales momentos de la configu-
ración de su obra. Gadamer señala que es importante advertir que entre 1905 y 1907 Ortega
conoció a Hartmann al visitar las universidades de Leipzig y Humboldt. Para 1911 vuelve a
Marburgo alIado de Cohen y Natorp a través de los cuales estuvo tan cerca de Kant, al grado
de haber declarado que vivió en la filosofia kantiana durante diez años como en una cár-
cel. La distancia frente al kantismo y el neokantismo resultó de gran importancia para que
Ortega comenzara a desarrollar su propio proyecto. En el mismo año conoce a Husserl en
Gottinga; la fenomenología representó para él la llave para abrir el cerrojo de su celda kan-
tiana y le permitiria ver iluminado el horizonte sobre el cual sentaria las bases de su filoso-
fia. (ef ibid., pp. 437 Y ss.)
,..., GRETA RIVARA "'" 93
tividad del conocimiento del mundo histórico, ésta parece ser una herencia neokantiana.
94 """ ONTOLOGÍA ""'"
5 Gadamer señala que "Dilthey es hijo tardío de la tradición cultural romántica de Ale-
mania, y Ortega emprende una recuperación de la experiencia histórica de su propia y anti-
gua tradición latina y española para incorporarla al pensamiento europeo". (Ibid., p. 437.)
Asimismo, afirma que "no puede sorprender que Ortega, quien se sentía como heredero de
una rica tradición latina, repensara su afinidad literaria con Nietzsche en la línea de Dilthey
y que por eso le fuera tan fuertemente conocido". (!bid., p. 441.)
6 Este tema ha sido tratado por Gadamer en Verdad y método en el apartado que lleva
por título "La superación del planteamiento epistemológico moderno"; ahí la discusión se
centra en Dilthey y en York, yen la manera en que éstos hacen irrumpir la categoría de la
vida, pero también el análisis se concentra en la manera en cómo Gadamer considera que
la fenomenología, por la vía de Husserl y Heidegger, logra la superación de tal planteamien-
to, es curioso que, en la obra de 1960, al tratar este preciso tema, Gadamer no mencionara
siquiera a Ortega, siendo que en el artículo de 1985 su importancia es central. (Cf H.-G. Gada-
mer, Verdad y método. Fundamentos de una hennenéutica fil1Jsófica. Salamanca, Sígueme, 1996.)
7 H.-G. Gadamer, "Wilhelm Dilthey und Ortega. Philosophie des Lebens", en op. cit.,
p.440.
~ GRETA RIVARA ~ 95
alemán, y que vea que un Ortega es tan importante como un Dilthey para
las filosofias que piensan la historicidad o que la hacen explotar en la con-
ciencia. Por ello Ortega, dice Gadamer, nos puede ser tan caro como Dil-
they, y es además caro a la hermenéutica en la medida en que le aporta
la categoría de vida más allá de su encajonamiento meramente epistemo-
lógico, ya que la vida es aquello que precede a la conciencia teórica.
Ortega y con él la filosofia española tuvo su manera de enfrentar 10
que Gadamer llamó el planteamiento epistemológico moderno.
Enfrentar ese planteamiento supone convertir en filosófico el tema de
la vida. A este respecto, para Gadamer, Ortega acierta en su reflexión sobre
Descartes, al señalar que partió de un equívoco al hacer del pensamiento
la esencia de una cosa pensante, y que este supuesto, que influiría en prác-
ticamente toda la Modernidad, obligaría a la filosofia a dejar de lado la
relación entre vida y conciencia, ya que ésta última aparece sólo como su-
biectum, como sustrato: "Ortega dijo con razón que Descartes había dicho
una falsa proposición cuando caracterizó el pensar -en un sentido todavía
amplio- como el rasgo característico de una cosa pensante, de una cosal/.8
Ahora bien, debíamos preguntamos por qué Gadamer insiste tanto en
la importancia de la inclusión del tema de la vida. Este tema, señala, abrió
un horizonte que implicaría un paso importante de la filosofia hacia la her-
menéutica; el giro radicaba en tratar la estructura de la vida ya no desde
la teoría del conocimiento, sino en construir las categorías de la vida, esas
categorías ya no serían como en Aristóteles o en Kant, constructos fijos, mo-
mentos de los objetos de conocimiento, sino de la propia vida, es decir,
esas categorías no se fundan cognitivamente, sino que aparecen, como en
el caso de Ortega, como formas originarias de la vida, formas que además
lejos de escapar a la historia se constituyen como historicidad.
Una vez dado este panorama, Ortega evitó hacerse la pregunta que se
hace Dilthey: dada la historicidad de la vida, ¿cómo se garantiza la objeti-
vidad? Para Ortega, según Gadamer, habría que destruir toda ilusión del
conocimiento en nombre de la vida y lo que ésta sea sólo una descripción
nos lo puede dar, una descripción que no sería otra cosa que manifesta-
ción de la propia vida.
8 [bid., p. 442. Con este tema, Gadamer, siguiendo a Ortega, piensa desde los problemas
de la Modernidad el pensamiento antiguo para el cual no hay una subjetividad o un yo, sino
que el seiende es primariamente un viviente, la importancia no está como en la Modernidad
en la realidad vista siempre desde la perspectiva de las ciencias de la naturaleza. Ahora
bien, el idealismo ya es en parte critico de la Modernidad, porque aun cuando tenga al yo
como principio fundamental, introduce el concepto de espíritu, lo cual lleva al tema de cómo
la conciencia se manifiesta en la vida.
"'"' GRETA RIVARA "'"' 97
9 Esta nueva labor consiste, según Gadamer, en hacer de la historicidad el punto nodal
de la ontología del ser humano, como nos 10 iba a enseñar Heidegger. Es en este punto donde
Gadamer señala que el propio Ortega tuvo resonancia en Alemania, pero no sólo eso, sino
que fue una figura esencial en el pensamiento europeo. Introdujo además su propia tradi-
ción en las preguntas radicales que Heidegger se plantearía. Gadamer observa también que
al trabajar el tema de la vida con el de la raCIOnalidad implicó a ambas en un mutuo reco-
nocimiento y fue esto lo que le hizo leer correctamente ese designio filosófico del siglo xx.
(ef ¡bid., p. 447 Y ss.)
98 ..,., ONTOLOGÍA ""
Ahora bien, lo que para Ortega podría ser un feliz nuevo punto de par-
tida, para Dilthey se revelaba como la tragicidad del conocimiento: este
depende de la vida, pero ésta es lo infundamentado, así, el conocimiento
se convertiría en algo infundamentado, además, la vida es la vida en su
historicidad, lo que somos sólo se dice en nuestra historicidad, ¿cómo lo-
grar entender la objetividad desde la historicidad de la vida? Permanecer
en esta pregunta llevó a Dilthey a generar las aporías señaladas por Gada-
mer en Verdad y método,12 aporías motivadas por la afirmación de que
dada esta falta de fundamentación del conocimiento desde la vida, lo úni-
co que podemos hacer es describir y renunciar a la objetividad, motivo
por el cual Dilthey se propuso crear una filosofía de la filosofía para supe-
rar ese relativismo. Esta filosofía de la filosofía quedó incierta.
Por su parte, Ortega simbolizó esta nueva tarea de la filosofía, Gada-
mer señala que pasó por el camino de Dilthey pero sin sufrir sus momen-
tos; se abrió con él a la historicidad, la ontologizó y evadió refundar el
conocimiento, más bien, y ahí está la gran aportación de Ortega según Ga-
damer, conjuntó 10 viviente con la racionalidad y con eso logró reconocer
el signo bajo el cual se daría la filosofía en el siglo xx. Además incorporó
todo esto a una tradición que por la vía de Heidegger había sido omitida
en Alemania, la tradición latina, tan valiosa para la hermenéutica del pro-
pio Gadamer.
Por todo esto, la preocupación orteguiana por pensar el siglo xx desde
la crisis de la razón moderna implica algo más que una repetición de 10 que
se había plasmado en otros pensamientos al respecto. En El tema de nues-
tro tiempo comenzó a abrirse este esfuerzo con los primeros pasos de 10 que
sería la razón vital, la cual postulaba la necesidad de pensar aquello que pre-
cede y antecede al concepto y a una conciencia entendida desde un orden
puramente instrumental y metodológico: la vida, la vida que no es otra cosa
que acaecimiento de sentidos.
1bdo aquello que antecede y está presente en el conocimiento es ne-
cesario hacerlo explícito, éste sería, según Ortega, el gran problema de la
Modernidad, el hecho de no haber realizado tal explicitación, puesto que
ello implicaría recurrir por encima de la conciencia a la única instancia
posible, la vida, la espontaneidad de la vida, la manera ya siempre signifi-
cada en que ésta se muestra, ya siempre interpretada, interpretación siem-
pre previa a la teoría.
La inclusión de la vida como tema central que desplaza la centralidad
del problema del conocimiento implicaba para Ortega un reposiciona-
miento del problema de la verdad, pues había que desepistemologizarla.
En este escenario irrumpe el tema orteguiano de la perspectividad, ésta es
realidad, es configuración de la realidad.
1bda verdad se inscribe en un horizonte de perspectivas, depende de
una forma de organizarlas, organización que no depende de un sujeto teo-
rético, sino de un yo que representa a su vez una perspectiva del mundo
y es producto de ella, porque este yo es, antes que nada, un yo en la vida.
Esto, según Ortega, nos llevaría a reposicionar y a preguntarnos de nue-
vo por el lugar de la filosofia misma cuyo imperativo parecería entonces
superar la dimensión epistémica del idealismo para acceder a una refle-
xión sobre las mutuas implicaciones de vida y teoría, sobre la tensión entre
toda pretensión de universalidad y la radical historicidad del mundo, de
nosotros, de la verdad, de la conciencia, del conocimiento, de las inter-
pretaciones.
La filosofia debía partir del supuesto de que para haber conocimiento
debemos considerar primero a la vida y al mundo en el cual ya siempre
estamos insertos y del cual ya siempre somos un momento y en el cual la
conciencia no tiene ante sí objetos dados y realidades evidentes.
En este sentido, la vida para Ortega no es un dato de la conciencia,
tampoco un en sí que subsiste inamoviblemente y del cual dependen cau-
salmente los entes. La vida es siempre vida humana y la vida humana es
el horizonte de mostración y advenimiento de sentidos. Lo que hace Or-
tega con esto es priorizar ontológica mente a la vida ante toda concepción
o bien psicologista o bien meramente epistémico-instrumental.
La vida es siempre la vida vivida en un mundo que ya está ahí neno
de sentidos y nunca es inicialmente inaugurado por una conciencia. La
vida es condición, circunstancia y situación, ello quiere decir que para
'"'" GRETA RIVARA "" 101
no hay vida humana que no esté desde luego constituida por ciertas creen-
cias básicas y, por decirlo así, montada sobre ellas. Vivir es tener que
habérselas con algo, con el mundo y consigo mismo. Mas ese mundo y
ese sí mismo con que el hombre se encuentra le aparecen ya bajo la espe-
cie de una interpretación, de ideas sobre el mundo y sobre sí mismo [... )
estas creencias [... ) no arribamos a ellas por un acto particular de pensar
no son [... ) pensamientos que tenemos y que denominamos razonamien-
tos. 'Ibdo lo contrario, esas ideas que son de verdad creencias constituyen
el continente de nuestra vida, [... ) cabe decir que no son ideas que tene-
mos sino ideas que somos [... ) son nuestro mundo y nuestro ser [... ) sim-
plemente estamos en ellas [... ) no llegamos a ellas tras una faena del
entendimiento, sino que operan ya en nuestro fondo cuando nos pone-
mos a pensar sobre algo. 15
107
108 - LENGUAJE -
2 Según la autora, la diferencia específica entre ambos holismos reside en sus conse-
cuencias: mientras que para la corriente que parte de Heidegger se deduce "del carácter
irrebasable [... ] del lenguaje una necesidad normativa de lo 'abierto' por éste (que convierte
la apertura lingúística del mundo en 'a posteriori necesaria'), Quine y Putnam sacan preci-
samente la consecuencia opuesta a ésta, a saber, el falibilismo" (!bid., p. 78.) Es decir, la revisa-
bilidad de principio de todo conocimiento.
3 "Hay que reconocer que toda la experiencia lingüística del mundo es un saber del
mundo y no del lenguaje". (Hans-Georg Gadamer, u ¿Hasta qué punto el lenguaje preforma
el pensamiento?", en Verdad y método l/. Salamanca, Sígueme, 1992, p. 199.)
""" CARLOS EMILIO GENDE """ 109
dos según una especial experiencia del lenguaje que asume el estado de
inconciencia lingüística.
II
Para revisar este planteamiento voy a partir de modo muy directo de una
pregunta hasta cierto punto improcedente de contestar con Gadamer si de
definiciones se tratara, pero que a la vez se vuelve el tema digno de ser in-
terrogado y explicitado: ¿cuál es la caracterización del lenguaje que reali-
za nuestro autor?, pues sospecho que si asumimos la tematización que de
él hace sin requerir para ello -antes bien, rechazando- su objetivación,
tematización que supone el fenómeno de inconsciencia lingüística como su
mejor descripción, podríamos tal vez releer lo dicho obteniendo consecuen-
cias diametralmente opuestas.
El fenómeno de inconciencia lingüística es decisivo,6 pues revela que
la determinación estandarizada del lenguaje como sistema de signos su-
pone su devaluación. Esto último ocurriría toda vez que nos resistimos a
hacemos cargo de la íntima relación entre lenguaje y pensamiento y en-
tre lenguaje y cosas; resistencia por otra parte histórica, que habría tenido
lugar ya en el mismo acto de nacimiento de la filosofia en Grecia con su
admiración y sospecha a la vez de los rendimientos dellenguaje. 7 Ahora
bien, esta escandalosa petición de Gadamer de retomar una visión del len-
guaje que a ojos de una mentalidad científicamente formada en los desa-
rrollos de la lingüística supondría algo así como una defensa irracional de
la lengua, ilusoriamente poseedora de un saber inmanente de las cosas,
se vuelve, al contrario, una exigencia genuina si reparamos en que se re-
mite siempre a la formación de conceptos como asunto capital. De este
5 Cf ibid., cap. 3, pto. 1: "La radicalización de la concepción del lenguaje como 'aper-
tura del mundo' en el giro lingüístico de Heidegger".
6 "La inconsciencia lingüística no ha dejado de ser la auténtica forma de ser del hablar".
(H.-G. Gadamer, "Hombre y lenguaje", en Verdad. y método. Salamanca, Sígueme, 1992, p. 486.
Véase también: Verdad y método JI, p. 147.)
7 Cf H.-G. Gadamer, "Hombre y lenguaje", en Verdad. y método, 11, 13, 1: "Lenguaje y
logos".
""" CARLOS EMILIO GENDE """ III
modo, la discusión tal vez pueda cambiar de eje pues pareciera que a raíz
de una caracterización inadecuada de 10 que entiende Gadamer por len-
guaje, caracterización incuestionada por aparentemente obvia, es que se
le pueden atribuir las consecuencias comentadas. Paradójicamente, es por
mantenerse la autora en una descripción del lenguaje distinta a la de Ga-
damer, e incluso criticada por él, que puede hallarla insuficiente.
Ante todo, podemos decir que la inconsciencia lingüística lleva de suyo
la crítica al carácter instrumental del lenguaje, pues esa experiencia, que
en verdad debe ser permanentemente conquistada, como tarea siempre a
realizar, permite reparar en la formación de los conceptos como el tipo de
actividad que resume nuestra orientación finita al mundo con los otros y
en relación con el legado de la tradición. 8
Que el problema del lenguaje no es para Gadamer un asunto restringi-
do a las condiciones gramaticales, sintácticas, lexicológicas -u otras de ese
orden - que debería reunir un sistema de transmisión de ideas para vol-
verse adecuado, queda claro ya en la misma presentación de la tarea her-
menéutica: ésta no aparece cuando el inconveniente es aún el de aprender
una lengua, sino, más bien, ya supone el correcto empleo de la misma, pues
el problema es el de la correcta comprensión que tiene lugar en el len-
guaje. 9 Esto sugiere que el asunto a tratar es el concepto, cómo se lo
adquiere y cómo debe estar sujeto a revisión para lograr su adecuación a
la experiencia.
Una situación típica de 10 que estamos comentando se da, por ejem-
plo, cuando propone revisar la doble ingenuidad en que podría caer la
tarea del historiador: la ingenuidad de querer pensar a partir de sus pro-
pios conceptos y la contraria de creer que puede volver más objetiva su
empresa si se limita a los conceptos de la época que quiere comprender;
pues, como afirma: l/pensar históricamente quiere decir en realidad reali-
zar la transformación que les acontece a los conceptos del pasado cuando
intentamos pensar en ellos".1O
8 Cf ibid., p. 484.
9 "El problema hermenéutico no es pues un problema de correcto dominio de una len-
gua, sino del correcto acuerdo sobre un asunto, que tiene lugar en medio del lenguaje".
(Ibid., p. 463.)
10 [bid, p. 477. Otro ejemplo interesante que vale destacar es cuando revisa el concep-
to de formación (Bildung), pues allí aclara, como procedimiento general a tener en cuenta
para su examen de distintos conceptos básicos del humanismo: "Conceptos y palabras deci-
sivos con los que acostumbramos a trabajar obtuvieron entonces [en el siglo de Goethej su
acuñación, y el que no quiera dejarse llevar por el lenguaje sino que pretenda una auto-
comprensión histórica fundamentada se ve obligado a moverse incesantemente entre cues-
tiones de historia de las palabras y conceptos". (Ibid., p. 38.)
IIZ "'" LENGUAJE -
¿Cuáles son algunos de los rasgos, entonces, que nos aporta la tematiza-
ción del lenguaje como formación de conceptos en el planteo gadameriano?
Ante todo, que los procesos de formación conceptual que acompañan
al lenguaje no siempre siguen el orden de la esencia, es decir, que a me-
nudo las palabras se forman con base en 10 que suelen denominarse acciden-
tes y relaciones; situación que nuestro autor aprovechalJ para extraer una
consecuencia positiva fundamental sobre nuestro habitual proceder en el
mundo: "la libertad para una conceptuación infinita y una progresiva pe-
netración en los objetos de referencia".12 Es decir, nuestra relación con el
mundo como seres finitos muestra que el proceso de pensamiento con-
siste en un proceso que se explica en la palabra, pero no por adecuación
progresiva de la experiencia a un sistema de conceptos previos inmutables,
bajo la modalidad de la subsunción lógica del caso en la ley -según pro-
cedimientos clasificatorios o de generalización-, sino, al contrario, por
una orientación a las particularidades de las circunstancias, con 10 cual se
produce una expansión de las condiciones estabilizadas en las palabras y
a la vez se cumple el momento culminante del acto interpretativo: la apli-
cación. Gadamer no desconoce, por cierto, el empleo del concepto en su
función abstractiva, pues en principio toda palabra, en tanto tal, supone
un nivel de constitución del orden de lo genérico; sin embargo, este nivel
de generalización no está dado a priori, sino más bien: "se enriquece con
la contemplación de las cosas que tiene lugar en cada caso, de manera que
al final se produce una formación nueva y más específica de las palabras,
más adecuada al carácter particular de la contemplación de las cosas")3
Esta descripción corresponde, por una parte, a lo que da en llamar el
metaforismo fundamental;14 es decir, la capacidad de percibir lo semejan-
te no por adecuación a una previa generalización, sino, al contrario, por
las posibilidades de la experiencia en expansión en los actos de transpo-
sición de significado. Esta capacidad revelaría como condición para la arti-
culación de palabras y cosas que emprende cada lengua a su modo un
sistema de intereses y necesidades humanos anteriores a, e independien-
tes de, los requisitos que pueda imponer un tipo de abstracción como, por
ejemplo, el de la empresa científica.
Pero, por otra parte, esta descripción, que supone la unidad interna de
pensamiento y lenguaje, permite obtener resultados valiosos respecto a
un mejor esclarecimiento de las condiciones del proceso lingüístico. En
efecto, Gadamer examina las características de lo que denomina palabra
interior, siguiendo una tradición medieval que llega a la Escolástica y que
arranca con Agustín y su tratamiento del problema teológico de la encar-
nación. Pues bien, un aspecto que destaca, y que para nuestros fines es
decisivo por sus consecuencias ontológicas, es la imposibilidad de justifi-
car la formación de la palabra interior por un acto reflexivo. Gadamer sos-
tiene: "el que piensa o se dice algo, se refiere con ello a 10 que piensa, a
la cosa".IS Esta afirmación, heredera por cierto de una visión fenomenoló-
gica,I6 le permite aludir al carácter productivo del pensamiento, a la forma-
ción de la palabra como trabajo con las cosas. La peculiar disposición de
la palabra a mantenerse en el orden de lo espiritual, a diferencia de otras
producciones del pensamiento que logran tomar distancia como produc-
to, inhibe el reconocimiento de este carácter irreflexivo; sin embargo, sos-
tiene: "el punto de partida de la formación de la palabra es el contenido
objetivo mismo" ,17 pues en su formación no opera ninguna reflexión.
III
Ahora bien, si esto es así, entonces el modo de realización lingüística que
mejor recoge el estado en permanente formación del concepto no es el de
la producción de enunciados que, caracterizados por la lógica, resultan en
apariencia carentes de motivación y ocasionalidad, sino el diálogo, el inter-
cambio de preguntas y respuestas que permite orientarnos en lo común. IB
Al respecto caben algunas acotaciones:
Es cierto que, como señala Lafont, según esta concepción, el entendi-
miento entre los hablantes no puede postularse como una autoproducción
consciente de una determinada apertura del mundo que tuviera lugar desde
un contexto cero, sino que sólo puede tener lugar entre participantes en una
constitución de sentido compartida, ya siempre dada. Esa constitución de
sentido -o perspectiva de mundo- es tanto la condición de posibilidad del
entendimiento como, por ello, la instancia última que garantiza la validez
15 [bid., p. SIL
16 Recuérdese que en el prólogo a la segunda edición de Verdad y método sostiene: "mi
libro se asienta metodológicamente sobre una base fenomenológica" (p. 19).
17 ldem.
19 Cf C. Lafont Hurtado, La razón como lenguaje. Una revisión del "giro lingüistico' en la
filosofia de/lenguaje alemana, cap. m, pto. 2, p. 91: "La apertura lingüística del mundo es, al
mismo tiempo, un acontecer de la verdad (pues 'constituye' aquello que las cosas son) y,
por ello, nuestra apropiación explícita de ésta en la experiencia hermenéutica exige tanto
el reconocimiento de nuestra pertenencia a ella como de la verdad que encierra".
20 Cf H.-G. Gadamer, "La diversidad de las lenguas y la comprensión del mundo", en
22 cf H.-G. Gadamer, "Los límites del lenguaje", en Arte y verdad de /{l palabra, p. 149.
23 La noción de acontecimiento del lenguaje ha sido ampliamente tratada por Paul
Ricoeur. Con ella, el autor logra ofrecer una vía superadora de la pseudo dicotomía entre la
estabilidad acrónica de la lengua, entendida como sistema, y la evanescencia del habla,
como hecho empírico irrecuperable. (Véase en especial, Paul Ricoeur, "La estructura, la pa-
labra, el acontecimiento", en El conflicto de las interpretaciones. Buenos Aires, FCE, 2003.)
24 H.-G. Gadamer, "Fenomenología, hermenéutica, metafisica", en El giro hermenéutico.
Madrid, Cátedra, 1995, p. 34.
25 ¡dem.
26 H.-G. Gadamer, "Autopresentación de Hans Georg Gadamer", en Verdad y método Il,
p. 402. No pretendo sugerir que el lenguaje poético quede constreñido al conceptual, pues
como el mismo autor se encarga de aclarar: "la explicación conceptual no puede agotar el con-
tenido de un producto poético" (ibid.); sino más bien destacar -en el contexto acotado a los
objetivos del presente escrito- la tensión entre ambos tipos de discurso que, para el caso
del poético, exige dar cuenta del poder normativo del lenguaje de un modo distinto al que
pudiera aparecer en su función comunicativa.
EL SER QUE PUEDE SER COMPRENDIDO
ES LENGUAJE, UN ACERCAMIENTO
AL NOMINALISMO GADAMERIANO
INTRODUCCIÓN AL PROBLEMA
117
II8 wc LENGUAJE =
gumentar frente a las críticas que esta concepción del lenguaje puede sus-
citar. En concreto, las acusaciones de relativismo y conservadurismo.
Un corolario de esta interpretación dialógica del lenguaje como cons-
titutivo de la experiencia del mundo es que no sólo permite un acerca-
miento más enriquecedor a las llamadas humanidades (lo que no sería más
que reiterar la propuesta de Gadamer en Verdad y método), sino que cons-
tituye además una llamada a repensar la tarea del filosofar.
razón como lenguaje. Una revisión del giro lingüístico en la filosofía del lenguaje alemana. (Ma-
drid, Visor, 1993.)
4 R. Rorty, El giro lingüístico. Barcelona, Padiósl!cE/uAB, 1998, p. 67. (Las cursivas son
del autor.)
""" MA. TERESA MUÑOZ """ 119
cosas. Allí Gadamer toma distancia del idealismo alemán que, de acuer-
do con su interpretación, significa la determinación total del objeto por el
conocimiento. Y por el contrario, reivindica la superioridad de la metafisi-
ca clásica, en tanto, dicha perspectiva "consiste en estar a priori más allá del
dualismo entre subjetividad y voluntad por un lado, y el objeto y ser en sí
por otro, pensándolo como correspondencia previa de lo uno y lo otro".5 No
obstante, la explicación metafisica se soporta en un fundamento teológico
que la filosofia no puede aceptar hoy. Con todo, la tarea perdura, la cues-
tión sigue interrogándonos: ¿Es posible esclarecer la relación entre ser y
lenguaje? La respuesta de Gadamer es afirmativa,6 y en ella junto con la lec-
tura de la tercera parte de Verdad y método encontramos el nominalismo
gadameriano que nos interesa rastrear aquí.
Partamos de las siguientes palabras de su escrito "La naturaleza de la
cosa y el lenguaje de las cosas":
9 ¡bid., p. 80.
10 H.-G. Gadamer, Verdad y método I. Salamanca, Sígueme, 2001, p. 532.
11 ¡bid., p. 535.
"'" MA. TERESA MUÑOZ "'" 121
14 H.-G. Gadamer, Verdad y método l., p. 539. (Las cursivas son del autor.)
15 Véase ibid., pp. 161 Y ss.
16 H.-G. Gadamer, "Hombre y lenguaj(~ (1965)", en Verdad y método n, pp. 147-148.
17 H.-G. Gadamer, "Hermenéutica clásica y hermenéutica filosófica (1977)", en ibid.,
p. 116.
- MA. TERESA MUÑOZ - 123
18 En palabras de Gadamer: "Es claro que una teoría instrumentalista de los signos, que
entienda las palabras y los conceptos como instrumentos disponibles o que hay que poner
a disposición, no es adecuada por principio al fenómeno hermenéutico". (H.-G. Gadamer,
Verdad y método, p. 484.)
19 Ibid., p. 531.
124 ~ LEf'-GUA]E "'"
20 Cf. H.-G. Gadamer, "La universalidad del problema hermenéutico (1966)", en Verdad
y método ll, p. 221.
21 H.-G. Gadamer, Verdad y método, pp. 567 Y 478.
22 ¡bid., p. 221.
,.., MA. TERESA MUÑOZ '* 125
que "el mundo lingüístico propio en el que se vive no es una barrera que
impide todo conocimiento del ser en sí, sino que abarca por principio todo
aquello hacia 10 cual puede expandirse y elevarse nuestra percepción". 26
Por otro lado, para atender a la acusación de conservadurismo, es in-
teresante resaltar que si bien, en erecto, la precomprensión asumida al
insertarnos en una tradición es la responsable de los límites de nuestro
lenguaje, sin embargo, tales pre-juiclos no son inamovibles, ni están suje-
tos a un proceso de intelección que nos garantice su correcta aplicación.
Aunque ciertamente somos introducidos en una comunidad que se estruc-
tura entorno a una tradición cargada de pre-juicios, ello no implica que
actuemos, dialoguemos, usemos el lenguaje sin razones, ni que no puedan
darse razones de las acciones que llevamos a cabo ni tampoco que no pueda
surgir ninguna petición de razones al respecto. Por el contrario, es por esa
precomprensión que podemos formular razones y explicaciones cuando
somos cuestionados. En este caso, los vínculos no son simplemente de
[acto, sino que generan un tipo de sentido, que es precisamente el que tra-
tamos de explicitar. Se trata, entonces, de insistir en la relación entre sig-
nificado y trasfondo. Dicho en términos gadamerianos, se trata de atender
las relaciones entre sentido y diálogo, tradición y prejuicios, sin asumir por
ello una concepción pétrea de la tradición. De este modo, no se está re-
nunciando a la idea de certeza o, incluso, de verdad, ni mucho menos a la
posibilidad de dar razones. El rechazo es a la absolutización de las nocio-
nes de verdad, de orden y razón como elementos fundan tes del conoci-
miento. Si renunciamos a esta absolutización, nos abrimos a la posibilidad
de cambio y con ello a la búsqueda de comprensión de 10 distinto.27 En
este sentido, la propuesta gadamerLma puede ser tildada de muchas for-
mas pero no por su conservadurismo.
COROLARIO
JORGE REYES"
129
130 CdJ LENGUAJE CdJ
Quiere decir sobre todo una cosa: d ser que puede experimentarse y en-
tenderse, significa: el ser habla. Jan sólo a través del lenguaje el ser pue-
de entenderse [... ] Naturalmente, hay una persona que habla, pero esa
persona no deja de estar coartada por el lenguaje, porque no siempre es
la palabra correcta la que se le ocurre [... ] ¡Yo no he pensado eso ni he
dicho que todo sea lenguaje! El ser que puede entenderse es lenguaje.
En ello se encierra una limitación. Por tanto, en aquello que no puede en-
tenderse puede existir la tarea infinita de hallar la palabra que, por lo
menos, se acerque más a la realidad efectiva.!
que el ámbito de la experiencia coinclde con la totalidad del ser. Sin em-
bargo, precisamente para evitar semejante conclusión, Gadamer acota que
en la frase l/el ser que puede ser comprendido es lenguaje" se encierra una
limitación, la cual no significa primordialmente que la cosa misma es ina-
barcable debido a que se encuentre en permanente construcción a lo largo
de nuestras interacciones lingüísticas; podría decirse que éste es el aspec-
to más elemental de la limitación. Más bien, ésta última debe entenderse
como la expresión de la finitud humana, entendida como condición ontoló-
gica. Es decir, saber que estamos situados en un espacio de sentido que no
alcanza su articulación lingüística plena, pero que sólo podemos atisbar
desde nuestra lingüisticidad. En otras palabras, la frase l/el ser que puede ser
comprendido es lenguaje" se trata, más bien, de una tesis acerca de la dife-
rencia ontológica: estamos arrojados a una situación desde la cual predica-
mos juicios acerca de los entes que nos rodean, pero ese comportamiento
lingüístico sólo es posible porque, a su vez, estamos situados en un espacio
de sentido que hace posible que nuestros lenguajes signifiquen algo. Este
ámbito, esta fenomenalidad es el asunto mismo de la ontología hermenéu-
tica, pero no puede apropiárselo reflexiva y directamente por medio de un
juicio, por lo que ésta se ve lanzada a la tarea infinita de atisbar esta feno-
menalidad atendiendo al evento en el que mejor se manifiesta la estruc-
tura del ser: el lenguaje.
Pero en este punto la investigación se topa, de nueva cuenta, con el
escollo que condujo a la aporía temática de la fenomenología: si la lingüis-
ticidad es un proceso de transmisión de sentido que rebasa todo intento
de aprehenderlo como objeto, ¿cómo puede aproximársele el discurso filo-
sófico? ¿Cómo describir la estructura del lenguaje sin hacer intervenir la
mirada reflexiva que disolvería toda extrañeza? Interrogantes de esta ín-
dole no pasaron inadvertidas para Gadamer, quien era consciente de que,
si toda inteligibilidad se articula lingüísticamente, entonces no había posi-
bilidad de buscar un acceso no-lingüístico al fenómeno del lenguaje. Por
el contrario, todo intento de dirigirse a la estructura de la lingüisticidad
tiene que hacerse desde el lenguaje mismo. Pero en este punto surge un
obstáculo adicional: ¿cómo podría pretender universalidad un discurso
acerca del lenguaje que, merced a su propia expresión lingüística, parece
ofrecer tan sólo una perspectiva subjetiva y, por ende, no susceptible de
satisfacer las exigencias de una ontología?
El paso mediante el cual Gadamer pretende dar respuesta a tal traba
consiste en encontrar un hilo conduc tor por medio del cual se ponga de
manifiesto el sentido del lenguaje, pero sin abandonar nunca el ámbito de la
lingüisticidad. Ese hilo conductor será el diálogo: l/La lingüisticidad le es a
132 """ LENGUAJE """
Poema y diálogo son casos extremos dentro del vasto campo de formas del
lenguaje. El primero, el poema, es afirmación [... ] Por el contrario, en el diá-
logo, el lenguaje vive realmente como tal y en él transcurre toda la historia
de su formación. El lenguaje existe solamente por el hecho de que los
hombres se hablan, pero, al mismo tiempo, el lenguaje no se presenta
aquí como un material dado, asible. Cuando un diálogo adquiere sentido
o también, cuando equivoca su sentido, no realiza, en términos de len-
guaje, más que producción de sentido.3
5 Edmund Husserl, ldeas: general introtluction to pure phenomenology. Nueva York, Mac-
millan, 1931, pp. 77 Y 172.
4J JORGE REYES 4J 135
Cito aquí fragmentos del libro Sobre la diversidad de la estructura del len-
guaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad,
de Wilhelm van Humboldt, publicado en 1836. Ellos nos hablan de una par-
ticular concepción del lenguaje y de las lenguas o idiomas, concepción con
la cual Gadamer se interesó en dialogar en el último capítulo de Verdad y
método, para explicar cómo y por qué el lenguaje en general puede conce-
birse como experiencia del mundo, y las diversas lenguas como cosmovi-
siones singulares.
Si Gadamer pudo dialogar con Humboldt es porque ambos compartie-
ron, en términos generales, la misma concepción del lenguaje: aquella que
se resiste a pensar el lenguaje como un slmple instrumento o medio que sir-
ve para designar objetos o ideas, y que por el contrario sostiene que el len-
143
144 0>0 LENGUAJE ..."
ldem.
2
H.-G. Gadamer, Verdad y métudo. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Sala-
3
manca, Sígueme, 1977, p. 531.
41dem.
5 Cf Donatella Di Cesare, Wilhelm voY! Humboldt y el estudio filosófico de las lenguas.
Madrid, Anthropos, 1999, p. 48. Esta última cita se encuentra en Wilhelm von Humboldt,
~ ERIKA LINDIG CISNEROS .~ 145
"Sobre el estudio comparado de las lenguas en relación con las diversas épocas de su evo-
lución", en Estudios sobre el lenguaje. Barcelona Península, 1991, p. 54.
6 Esto puede sostenerse a pesar de la crítka Gadameriana al concepto de forma de la
lengua en Humboldt, según la cual, en Humboldt se separa la fonna lingüística y el contenido
transmitido. Gadamer dice que el camino que ,;igue Humboldt en su investigación lingüís-
tica está determinado por su "abstracción hacia la forma", y que, por mucho que Humboldt
haya descubierto el significado de las lenguas LOmo reflejo de la peculiaridad espiritual de
las naciones, en él "la universalidad del nexo de lenguaje y pensamiento queda con ello res-
tringida al formalismo de un poder hacer". (el H.-G. Gadamer, Verdad y método. Fundamentos
de una hermenéutica filosófica, p. 528.) Sin embargo, si se analiza cuidadosamente el con-
cepto de forma de la lengua en Humboldt en relación con el de la materia de la lengua (que
también puede plantearse como el conflicto no resuelto entre génesis y estructura del len-
guaje), puede notarse que dicho concepto no e:,cluye la consideración de la lengua históri-
ca como lo que se ha dicho en aquella lengua específica. Al respecto señala Humboldt que:
"al estudiar el lenguaje nos encontramos siempre, por asi decirlo, situados en la mitad de la
historia [... ] Puesto que toda lengua recibe de lds generaciones anteriores una materia pro-
cedente de tiempos que no podemos vislumbnr, la actividad del espíritu que, según veía-
mos, genera desde sí la expresión de ideas, estí referida siempre a algo ya dado, de suerte
que no es actividad puramente creativa, sino 1ambién transformadora de lo ya existente".
(w. v. Humboldt, Sobre la diversidad de la estruclUra del lenguaje humano y su influencia sobre
el desarrollo espiritual de la humanidad, p. 66.)
7 H.-G. Gadamer, Verdad y método 11. Salamanca, Sígueme, 1992, p. 195.
146 - LENGUAJE =
8 Es necesario subrayar que ambos autores proponen distintas vías para trascender y
cuestionar la propia lengua. Para Gadamer la relación del hombre con el mundo se caracte-
riza, por oposición a la de todos los demás seres vivientes, por su libertad frente al entorno.
y por que la capacidad lingüística humana es libre, es posible entender "la multiplicidad his-
tórica con que se comporta el hablar humano con respecto al mundo uno". Humboldt habla
también de un "principio de libertad" individual, que permitiría modificar lo dicho en la pro-
pia lengua. Desde su punto de vista, hay una fuerza individual que se opone a la fuerza de la
lengua: en la manera como la lengua se modiAca en cada individuo se pone de manifiesto, en direc-
ción opuesta al poder de la lengua sobre él antes expuesto, el poder del hombre sobre la lengua.
9 A esta interpretación corresponde la crítica de Heidegger a Humboldt. De acuerdo con
Heidegger, Humboldt no logra cuestionar la noción moderna de la experiencia al descri-
birla desde la relación entre un sujeto y un objeto de conocimiento, "poniendo" entre ellos
el lenguaje. CCf Martín Heidegger, De camino al habla. Madrid, Grafos, 1979, p. 185.) Sin
embargo, Heidegger no toma en cuenta es1a otra perspectiva que considera al lenguaje como
extraño al sujeto.
- ERIKA LINDIG ClSNEROS 0'0 147
12 Citado en Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Ensayos escogidos. Buenos
Aires, Sur, 1967, p. 87.
13 O quizá, como escribió Heidegger, lo incalculable: "Saber, es decir, guardar en su pro-
pia verdad, ese incalculable, sólo 10 logrará el hombre en el preguntar y configurar creador
a base de la fuente de la auténtica meditación. Es ella la que hunde al hombre en aquel
entre [los] que pertenece[n] al ser y, no obstante, sigue siendo un extraño en lo existente".
(Martin Heidegger, "La época de la imagen del mundo", en Caminos de bosque. Madrid,
Alianza, 1996, p. 85.) Y también una pregunta posmetansica. Para Heidegger, la superación
de la metansica moderna, y por lo tanto, de la interpretación del mundo como imagen, sólo
se lograría mediante "el prístino preguntar de la pregunta por el sentido, es decir, por el do-
minio del esbozo y, en consecuencia, por la verdad -del ser, pregunta que al mismo tiempo
se revela como pregunta por el ser de la verdad". (Ibid, p. 88.)
<90 ERIKA LINDIG C1SNEROS '<0 149
14 Jacques Derrida, No escribo sin luz artificicll, Madrid, Cuatro Ediciones, 1999.
TRADICIÓN Y EXPERIENCIA
151
152 0'0 LENGUAJE ''¿O
l La catacresis es una figura retórica que, ya marchita por el uso, ha perdido originali-
dad y eficacia y se Iiteraliza, se vuelve un lugar común, un cliché sobre el que ningún intér-
prete u observador se interroga o pone en cuestión. Es la base de la política del olvido.
4 En efecto, respeto al lugar común y a lo común del lugar que se celebra como "dado"
11 En "Las voces del otro", Carla Ginzburg analiza la Historia de las islas Marianas, del
jesuita LeGobien, en la cual se introduce el discurso de un líder nativo, Hurao. Este discur-
so está inspirado en un famoso fragmento de Tácito en el que da voz a Calgaco, líder de los
caledonios. Aun en un texto monológico, como es un discurso, se cuelan otras voces diso-
nantes, en este caso procedentes de la tradicion. Basado en el propio principio jesuítico de
la accomodatio de la carta de Pablo (1, Cor., 9, 20), el escritor se adapta al otro pero no pue-
de evitar, en la escritura, que el dialogismo (Bajtin) haga presa de su pluma sin que él lo
note. De hecho, LeGobien expresa la profunda ambigüedad que compartía con su orden re-
ligiosa respecto a la civilización europea. El texto del jesuita está ambientado en una cam-
paña de colonización contra la cual la Compañía tiene serias críticas pero también intereses
comunes. Como Tácito en su momento, la Compañía cree que Europa (Roma en el prime-
ro), ha perdido el rumbo civilizatorio y que el salvaje es menos bárbaro que el civilizado. La
accomodatio, quc es un principio ético-politicc, al que el jesuita apela en estas condiciones
de colonización, es, sin embargo, para nosotros, un principio de teoría literaria y de política de
la escritura. Incluso, la intención crítica contra lo propio puede cancelar que se la dirige
desde la propia tradición y no desde la del otro. Así, el salvaje es más humano que el propio
europeo pero desde los criterios europeos que ~e hacen pasar como universales. (Véase Carla
Ginzburg, Rela90es de [or9a. História, retórica. Prova. (Sao Paulo, Schwarcz, 2002, pp. 80 Y ss.)
12 Conviene aquí recordar la advertencia que Nietzsche dirigió a sus contemporáneos
en el sentido de que pensamos desde la tiranía del lenguaje, es decir, desde la estructura
lógico-gramatical de la lengua, la cual, entre otras cosas, ostenta la virtud de volverse trans-
parente. El filósofo suele ser ciego a esta tiranía sobre su propio pensamiento.
13 Véanse las páginas posteriores.
156 $ LENGUAJE """
intercambio entre tradiciones es, para Humboldt, que por supuesto lamenta
la desigualdad que ello supone, una experiencia mediada por la apropiación
(reconocimiento) de la diferencia y &u conversión en un propio. Desde lue-
go, Humboldt planteaba a su tiempo y al nuestro un grave problema: la
cuestión del otro. Otro que no debía ser ni el resultado de una apropiación
o reconocimiento ni la sacralización de otro incognoscible, sublime. Ni do-
minación ni teología: el otro radical no debe ser un tú reconocido por
el yo, y por lo tanto reapropiado, pero tampoco debe ser esa singularidad
inexplicable producto a su vez de su exclusión del género humano y la co-
municación. El deseo nacionalista quizás inspiró en el pensamiento otros
problemas que excluyeron, en los autores alemanes contemporáneos a
Humboldt, la preocupación por la alteridad. Llegado el siglo xx con sus ex-
perimentos totalitarios, el desinterés parece poco excusable. Así Gadamer,
testigo de un ejemplo exitoso de invención de la cuestión del otro (cuestión
judía, gitana, polaca, eslovena) sin embargo, trató de borrar la problema-
ticidad, es decir, el problema político, detrás de la instrumentación buro-
crática e ideológica de la cuestión. Polemizando con Humboldt, Gadamer
escribe que, según la experiencia hl~rmenéutica, haber aprendido y com-
prender una lengua extraña -este formalismo del poder hacer- no quie-
re decir más que estar en situación de hacer que lo que se dice en ella sea
dicho para uno. Este ejercicio, continúa, es un dejarse captar por lo dicho,
y esto no puede tener lugar si uno no integra en ello su propia acepción
del mundo y del lenguaje. Pero esta integración no le causa problemas. Si
recurrimos a la historia, veremos que el interés por otras tradiciones apare-
ce como una suerte de deseo intelectual que se acrecienta cuando algún
país europeo se interesa a su vez en otra cultura. Este interés no parece
brotar del deseo de aprender únicamente, más bien acompaña las cam-
pañas colonizadoras de Europa. ASl el interés por las tradiciones indíge-
nas; prueba de ello, los libros que se han escrito durante la conquista y la
colonización. Las novelas escritas por ingleses sobre la India, sobre África,
etcétera. La cuestión del otro parec(~ corresponderse con las campañas de
conquista y desposesión. Esta tensión en el origen de la cuestión del otro
debe integrarse al análisis. En efecto, es la relación lenguaje y mundo, como
sugiere Gadamer, lo que debe pensarse, sólo que este estar-en-el-mundo del
hombre no debe responder a una orientación abstractiva, como él sugiere
hizo Humboldt, sino en una reflexión sobre la experiencia que escape al
empobrecimiento en que la Modernidad la ha hundido. 14 En el concepto de
la experiencia y la esencia de la experiencia hermenéutica, H.-G. Gadamer
14 Véase H.-G. Gadamer, Verdad y metodo. Salamanca, Sígueme, 1997, pp. 526-547.
<:>o ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA <:>o 157
con los otros. Pero nos preguntamos: ¿y las restantes comunidades de ha-
blantes con las que seguramente entramos en contacto, y las otras lenguas
pueden ser excluidas del análisis?, ¿y la diversidad, como hubiera dicho
Humboldt, ésta dónde queda en el análisis gadameriano?19
Para Humboldt, la diversidad no es sólo el efecto de la individuación, ni
tampoco la individuación debe entenderse como un principio o una cate-
goría a la manera kantiana sino, valga la redundancia, la diversidad es un
asunto de experiencia, que radica en los avatares de la vida misma de las
lenguas, o 10 que es 10 mismo, es la respuesta a la dimensión kairológica de
la experiencia, a la oportunidad, a la ocasión, a la contingencia y azaro si-
dad de lo que es. La diversidad es un rasgo constitutivo de las lenguas y
de las tradiciones a ellas ligadas: es esta lógica agonal de la memoria que
se erige para borrar la otra. 20 Humboldt permite pensar que el problema
de hasta qué punto es posible un empleo puro de nuestra razón por enci-
ma del prejuicio, sobre todo del prejuicio verbalista, no es simplemente un
asunto teórico o de historia de una tradición de pensamiento. El prejuicio
no sólo es positivo para la comprensión (de una comunidad dada respecto
de sí misma) como insiste Gadamer el prejuicio debe medirse a partir de la
experiencia de la diversidad y de la tensión que esa diversidad genera. Es pues
la tensión y sus problemas lo que debe pensarse y no, en todo caso, lo po-
sitivo del prejuicio para la comprensión pensada como una apropiación-inter-
pelación de lo otro como tú. Aquí salta a la vista que lo que debe ponerse en
cuestión es la relación egológica-dislógica del yo-tú y la política (colonialista) ele
la lengua que ella preconiza.
161
162 c&>o ESTÉTICA c&>o
tituyen algo así como el cumplimiento del gran mensaje del Zaratustra y,
más en concreto, de su combate contra el espíritu de la pesadez. 2
3 Luis Enrique de Santiago Guervós, Arte y poder. Madrid, Trotta, 2004, p. 156.
4 Al respecto cf el escrito de Greta Rivara Kamaji, "Nietzsche, el filósofo de la risa, la
danza y el juego", en Paulina Rivera Weber, y Greta Rivara Kamaji, Perspectivas nietzschea-
nas. México, UNAM, 2002, p. 233.
s Friedrich Nietzsche, As! habló Zaratustra. l\1adrid, Alianza, 1998, tercera parte: "Del
espíritu de la pesadez, 2", p. 298.
164 .'<70 ESTÉTICA wo
6 Ibid., p. 303.
7 Alexander Nahamas, Nietzsche, la vid~ como literatura. México, FCE, 2002.
cpo PAULINA RIVERO WEBER cpo 165
10 Idem.
168 ~ ESTÉTICA 0b
nidad no dialógica, sino a una humanidad que vive en una violenta lucha
de voluntades que intentan imponerse unas a las otras.
Para concluir, ahí en donde Gadamer propone, Nietzsche denuncia, y
en donde Gadamer pareciera decir: las cosas podrían ser así, Nietzsche afir-
ma: las cosas han sIdo así. Si Gadamer nos habla de cómo podrían ser las
cosas, Nietzsche denuncia cómo han sido a lo largo de la historia de la hu-
manidad. Claro que lo anterior no implica que no exista una propuesta
filosófica en Nietzsche: su filosofía también es propositiva, pero el camino
elegido para ello es el de la provocación, la denuncia y la parodia, y no el
del diálogo conciliador.
En ese sentido, resulta un tanto absurdo reclamarle a uno o a otro haber
hecho lo que hicieron. Y es no sólo absurdo, sino poco fructífero, pedirle
a Nietzsche una filosofía conciliadora, en la misma medida en que es ab-
surdo reclamarle a Gadamer que la realidad no coincida con lo propuesto
por su filosofía: se trata de una propuesta, no de una descripción de la rea-
lidad. Yen ese sentido, cada uno ha dado lo que tenía, el uno una herme-
néutica de la denuncia y el desenmascaramiento, el otro una hermenéutica
dialógica y conciliadora. Me parece tlnalmente, que, en ese sentido, el res-
petar y comprender la forma de ser y de dar lo que tienen que dar cada
filósofo, puede abrir uno de los posibles caminos para meditar sobre la re-
lación entre Nietzsche y Gadamer. Y aquí sí, Gadamer tendría la última
palabra: una vida f1losótlca que se abre a escuchar y comprender al otro,
es bastante más fértil que una vida que intenta en primer lugar ser crítico
frente al otro. Ambos componentes, la comprensión y la crítica, son parte
esencial de la filosofía. Pero Gadamer pasa a la posteridad como el pensa-
dor que dejó sentado que en el proceso del pensar todo tiene un orden y
una jerarquía: y en ese orden, lo primero y fundamental es escuchar para
comprender, porque, de hecho, resulta imposible llevar a cabo crítica al-
guna si no se ha penetrado adecuadamente en el pensamiento del otro.
GADAMER ANTE A LA ESTÉTICA KANTIANA
Kant habla de una pulchritudo vaga (belleza libre), que no presupone con-
cepto o fIn determinado alguno, distinta de la perfección, y por ello no es
más que fInalidad subjetiva y formal, junto a la que existe una pulchritudo
adharens (belleza adherente), atribuible a los objetos que están bajo el con-
cepto de una fInalidad particular, objetiva y material, y señala que en ésta
la pureza del juicio de gusto se ve alterada por la unión de lo bueno (o lo
útil como bueno mediato) con la belleza. l Por tanto, hay una belleza que res-
ponde de su valor sólo ante sí misma, y que parece ser la de la naturaleza,
mientras que hay otra que se proyecta en una fInalidad. La belleza libre
implica la aprehensión de un estímulo que no se subsume en un con-
cepto, es decir, el que experimenta la belleza libre no hace uso de una regla
en la que pueda subsumir su juicio. La belleza adherente, dependiente, se
experimenta cuando reconocemos que algo lleva a cabo plenamente su
concepto, como es el caso de un retrato, que cumple su función represen-
tativa. Es evidente, como anota Crawford, que la distinción entre belleza
libre y adherente "no es en términos de lo que está presente; la distinción
entre belleza libre y adherente es la qUE: tiene que ver con cómo el objeto
esjuzgado",210 que concuerda con lo que afirma Kant en Clitica del juicio:
169
170 0'J ESTÉTICA =
de gusto exacto, vendría a ser criticado por otro que hubiera considerado
su belleza como belleza adherente (mirando al fin del objeto) y acusado de
gusto falso, habiendo, ambos, cada uno a su modo, juzgado exactamente:
el uno, según lo que tiene ante los sentidos; el otro, según lo que tiene
en el pensamiento. Por medio de esta distinción puédense arreglar algu-
nos disentimientos de los jueces de gusto sobre la belleza, mostrándoles
que el uno se atiene a la belleza libre y el otro a la dependiente, que el
uno enuncia un juicio de gusto puro, y, el otro, uno aplicado.3
1984, p. 89.
5 Jacques Derrida, La verdad en pintura. Buenos Aires/Barcelona, Paidós, p. 102.
o L. Pareyson, op. cit., p. 89.
= SIXTO J. CASTRO <?c 17!
que, en cuanto tal, como afirma Kant, "determina a prion el fin sobre el que
se basa la posibilidad interna del objeto". 7
Siendo finalidad subjetiva y formal, la belleza libre es objeto de un jui-
cio estético puro. De hecho, según Kant, en el juicio de una belleza libre
(según la simple forma), el ejercicio del juicio de gusto es puro, ya que no
se presupone "concepto alguno de un fin por el cual lo múltiple deba ser-
vir al objeto dado yal cual, por ello, deba representar",8 en caso contrario,
la misma libertad de la imaginación estaría inevitablemente limitada. La
belleza adherente, en cuanto belleza, es objeto de un juicio estético, pero, en
cuanto adherente presupone un concepto y es objeto de un juicio lógico:
en este sentido, la belleza adherente es para Kant una "belleza fijada me-
diante un concepto de finalidad objetiva",9 y por ello "no debe pertenecer
al objeto de un juicio de gusto que es del todo puro, sino de uno parcial-
mente intelectualizado", 10 es decir, unjuicio lógico y estético, que da lugar
a un placer lógico y estético, yen esto se diferencia de la perfección (Voll-
kommenheit), definida en C1itica del juicio como "la finalidad interna obje-
tiva",ll en que el placer que se obtiene de ésta es meramente intelectual,
porque hace referencia a la adecuación del objeto a su fin, de la forma del
objeto a su concepto. Por tanto, en el ejercicio del juicio de gusto, si la be-
lleza libre es objeto de un "juicio de gusto puro" ,12 la belleza adherente es
objeto de un "juicio de gusto aplicado",ll en el que interviene el intelecto,
que ofrece un concepto determinado y, por ello, la actividad teórica.
Gadamer sostiene que 10 que Kant está discutiendo aquí es la diferen-
cia entre el juicio de gusto puro y el intelectualizado, que se corresponde
con la oposición entre una belleza libre y otra adherente, y para él esta dis-
tinción es confusa y oscura, y además, es una
objetos naturales, tal como aparecen en el mundo dominado por los obje-
tivos humanos, o bien objetos producidos ya para fines humanos. En
todos estos casos, la determinación teleológica significa una restricción
del placer estético. Por eso opina Kant que los tatuajes, la ornamentación de
la figura humana, despiertan más bien repulsión, aunque inmediatamente
podrían gustar. Kant no habla desde luego del arte como tal (no habla
simplemente de la representación oella de un objeto) sino también en gene-
ral de las cosas bellas (de la naturaleza, de la arquitectura ... )14
Gadamer apunta aquí dos ideas cla ve: la belleza dependiente es la be-
lleza que emerge de y está condicionada por un trasfondo presuposiciona1,
y la mayor dificultad filosófica de Kant no es tanto con la belleza depen-
diente, cuanto con la belleza libre, porque incluso la apreciación estética de
la naturaleza presupone un contexto, comparaciones y mucha información
adicional. No existe el juzgador puro, por decirlo así, aunque Scruton se-
ñala que los ejemplos de belleza libre abundan en la naturaleza,l7
¿Por qué un caballo es una belleza adherente, pero un ave es una be-
lleza libre? Simplemente porque aquél está en relación con prácticas hu-
manas, mientras que éste no. Lo mismo sucede con la música pura o no
programática, las fantasías sin tema o la música sin texto a las que se refie-
re Kant,18 que pueden prescindir de la representación, pero están plaga-
das de estructuras, convenciones, normas que competen a la música tonal
y, en este sentido, o bien el espectador prescinde de todas estas determi-
naciones (¿es ello posible?) o estamos también dentro del ámbito de la be-
lleza adherente.
16 ¡bid., p. 80.
1? Roger Scruton, Kant. Oxford, Oxford University Press, 1982, p. 87.
18 1. Kant, op. cit., p. 16.
174 "" ESTÉTICA '*'
para juzgar una belleza como de la natu raleza como tal no necesito tener
con anterioridad un concepto de la clase de cosa que el objeto deba ser,
es decir, no necesito conocer la finalidad material (el fin), sino que la
mera forma, sin conocimiento del fin, place por sí misma en el juicio.
Pero cuando el objeto es dado como un producto del arte, y como tal debe
ser declarado bello, debe entonces, ante todo, ponerse a su base un con-
cepto de lo que deba ser la cosa, porque el arte siempre supone un fin en
la causa (yen su causalidad) y [... ] debcrá tenerse en cuenta en el juicio
de la belleza artística también la perfecdón de la cosa.
21 Dawney Thwnsend, "Art and the Aesthetic. Hume, Kant, and the Essence of Art", en
Davies Stepen and Sukla Ananta Ch., eds., Art and Essence. Westport Connecticut/Londres,
Prager, 2003, pp. 87-88.
22 Henry E. AlIison, Kant's Theory ol Thste. Cambridge, Cambridge University Press,
200l. Especialmente el capítulo IV, en el que trata de las bellas artes, al que titula "Parerga to
the Theory of TIlste".
23 Noél Carroll, Una teoría del arte de masas. Madrid, Antonio Machado Libros, 2002,
pp. 101-102.
176 c&>.o ESTÉTICA <?o
24 Joel Weinsheimer, GatUimer's Hermeneutics. ,\, Reading of7ruth and Method. New Haven,
Vale University Press, 1985, pp. 85-86.
LA HERMENÉUTICA DESDE LA ESTÉTICA
179
ISO CQJ ~STÉTICA """
J Esta lectura consiste en la introducción escrita por Gadamer para el citado texto heide-
ggeriano para la edición de Reclam y recopilado después bajo el título de "Die Wahrheit des
Kunstwerks" en Hans-Gcorge Gadamer, ,"Jesammelte Werke, vol. 3, Neure Philosophie 1. Hegel,
Husserl, Heidegger. Tübingen, J. C. B. Mohr (paul Siebeck), Thschenbuchausgabe, 1999.
"'" MARÍA ANTONIA GON2ÁLEZ VALERIO = ISI
Para Gadamer, la no inclusión del arte en Ser y tiempo provoca que todo
modo de darse el ente esté circunscrito y reducido a la temporalidad del
ser-ahí (Da-sem) y al estado-de-yecto (Geworfenheit) , y esto abre al menos
dos problemas: 1) que no todo ente cabe en la caracterización de lo a-la-
mano (Zuhandenheit) y 10 ante-las-ojos (Vorhandenheit) y 2) que todo se abra
y se funde desde el ser-ahí. El giro de "El origen de la obra de arte" con-
sistiría, según Gadamer, en hacer del arte, más concretamente del modo
de ser del arte, la posibilidad de toda apertura, incluso de las aperturas en
las que el ser-ahí está arrojado en cada caso. De ese modo, es como si "El
origen de la obra de arte" se convirtiera en el primer momento, incluso
en la condición de posibilidad, sobre la que posteriormente se ubicaría el
segundo momento, a saber: la ontología de Ser y tiempo.
Gadamer inicia el proyecto hermenéutico desde tal horizonte, lo que
implica no abrir la ontología desde el ser-ahí o desde la facticidad, tempo-
ralidad e historicidad de la existencia, sino desde un fenómeno más abar-
cante: la obra de arte. Esto significa que la existencia se da y se abre en su
historicidad y temporalidad desde el modo de ser de la obra de arte que
actúa como espejo del modo de ser del ser.
¿Qué encuentra Gadamer en la obra de arte y en la experiencia del
arte para abrir desde ahí la ontología? TcJ.mbién se podría preguntar, ¿qué
tipo de ontología postula la hermenéutica para que ésta pueda fundarse
desde el modo de ser de la obra de arte? Esta ontología no postula ninguna
división entre mundo sensible e inteligible, entre fenómeno y noúmeno.
La realidad no es independiente de la conciencia, aunque tampoco se trata
de postular una conciencia fundante. La realidad aparece como lo creado
por nosotros y nosotros no aparecemos como ningún sujeto fuerte del sub-
jetivismo moderno. Se trata de pensar 10 real no como la suma de objetos
empíricamente constatables y al mismo tiempo se trata de no reducir 10
real a la pretendida claridad de la conciencia, sino que lo real, aunque crea-
do por nosotros, ha de sobrepasamos y ha de sobrepasar la diafanidad del
conocimiento filosófico y la explicación de corte cientificista. Para cum-
plir estos requisitos, parece que no hay mejor fenómeno para describir lo
real que la obra de arte.
La obra de arte, caracterizada desde el juego, aparece en la hermenéu-
tica gadameriana como aquello que le permite enfrentarse al subjetivismo
moderno y como aque110 irreductible al concepto. Pero no sólo eso, la obra
es algo creado y conformado por nosotros, por el nosotros histórico, pero
que no permanece simplemente ahí, nCt es idéntica a sí misma, sino que
deviene y se transforma constantemente al estar inscrita en el flujo de la
182 '<0 ESTÉTICA 0<
, C¡ Jean Grondin. "Was heiBt 'Se in, das vt!rstanden werden kann, ist Sprache,?", en
Fon Heidegger zu Gadamel~ Unterwegs zur Hermenclltik. Stuttgart, Wissenschaftliche Buchge-
sellschaft, 2001.
6 Cf Richard Rort)', "Scin, das verstanden werden kann, ist Sprache", en Rüdiger Bubner,
Erwin Teufel, Richard Rorty et al., 'Sein, das versranden werden kann, ¡st Sprache' Hommage
an Hans-Georg Gacwmer. Fráncfort del Meno, Suhrkamp, 2001.
7 H.-G. Gadamer, \'erdad y método 1. Fundamentos de u)w hermenéutica filosófica. Sala-
Estamos ante una mímica que no imita nada, ante, si se puede decir, un
doble que no redobla a ningún simple, que nada previene, nada que no
sea ya en todo caso un doble. Ninguna referencia simple. Por eso es por
lo que la operación del mimo hace alusión, pero alusión a nada, alusión sin
romper la luna del espejo, sin más allá del espejo. [... ) En ese speculum
sin realidad, en ese espejo de espejo, hay ciertamente una diferencia, una
H [bid, p. 539.
y ¡bid. p. 53l.
<0 MARÍA ANTONIA GONZÁLEZ VALERIO = 187
diada, puesto que hay mimo y fantasma. Pero es una diferencia sin refe-
rencia, o más bien una referencia sin referente, sin unidad primera o
última, fantasma que no es el fantasma de ninguna carne, errante, sin
pasado, sin muerte, sin nacimiento ni presencia. lO
La mimesis no imita nada porque no hay nada que pudiera imitar, nada
le precede, no tiene que medirse ni adecuarse con nada. No es más que
mimesis de sí misma, no es más que auto re-presentación, puro juego del
lenguaje que se consume y se consuma a sí mismo. Juego del lenguaje,
movimiento del vaivén, del juego que va y viene entre los polos de imi-
tado e imitante que difieren entre sí. Mas en este juego "se inscribe una
diferencia (pura e impura) sin polos decidibles, sin términos independien-
tes e i rreversibles".ll
No es más que el movimiento del juego, la mimesis es ese movimien-
to que al moverse crea y genera su otro, lo que difiere, para reencontrar-
se después ahí, por eso la hermenéutica de Gadamer se asume como
especulativa, como puro juego de espejos, de reflejos en la que nada esca-
pa de la luna del espejo. Y si nada escapa es porque no se trata ya de una
onto-teo-logía, sino de una ontología que se funda desde el poder poi ético
del lenguaje, lenguaje creador del mundo y de nuestra existencia, lengua-
je creado por el mundo y por nuestra existencia.
El lenguaje necesita postularse y comprenderse desde la mimesis para
quedarnos con los dos polos -mimetizado y mimetizante- que muestren
la tensión, que eviten la disolución de todo en la identidad, en la mismidad.
Si no hay simultáneamente identidad y diferencia, entonces no hay
juego posible, porque no hay polos entre los que se ejecute el movimiento
del vaivén, no hay oscilación, sino una estaticidad, quizás hegeliana, en la
que la consumación del espíritu absoluto ya no permite diferencias, pero,
para Gadamer, ser histórico quiere decir no agotarse nunca en el saberse. El
movimiento del lenguaje tiene que producir (crear y descubrir) su otro, para
enfrentarse a él, esto es, tiene que generar constantemente la diferencia, mas
sin olvidar que no se trata de una diferencia absoluta (nouménica), sino de
un juego (del lenguaje) y un experimento (Nietzsche) que constituye pre-
cisamente la vida del lenguaje, entre ocultamiento y desocultamiento, un
eterno retorno, una circularidad que juega a abrir la realidad, que juega
a presentar visiones del mundo, las cuales se abren y se fundan desde el
lenguaje que es poiético y justo por eso mimético. La obra de arte como mi-
mesis se revela así como el modo de ser del ser en el juego del lenguaje.
10 Jacques Derrida, "La doble sesión", en La (liseminación. Madrid, Espiral, 1997, p. 312.
11 ¡bid, p. 318.
188 '<?O ESTÉTICA =
Por esto, es posible sostener que la hermenéutica gadameriana en tanto
ontología está fundada y sustentada en la estética, ya que es la reflexión
sobre el modo de ser del arte en términos de mimesis lo que permite pen-
sar el modo de darse el ser como poiésis del lenguaje, que con cada creación
crea su otro para reencontrarse en él, y justo en eso consiste la experien-
cia del arte. Con todo esto, Gadamer no sólo recupera la verdad del arte
negada históricamente por la filosofía, sino que además hace de esta ver-
dad un modelo de la verdad propia de la hermenéutica, desde la que se
configura otra experiencia del ser.
EL ARTE COMO SÍMBOLO EN GADAMER,
LA UNIVERSALIDAD POÉTICA
MAURICIO BElJCHOT*
INTRODUC:CIÓN
EL SÍMBOLO
189
190 c&'O ESTÉTICA <¿?o
Aquí está la paradoja de lo simbólico: refiere a algo, pero detenta ese algo
a lo que refiere; lo muestra en sí mismo, lo hace presente, no solamente lo
representa. ASÍ, la simbolicidad del arte embona con el juego y su carácter
de autorrepresentación. Esto disminuye y desaparece su posible alegori-
9 ¡bid, p. 86.
111¡buL, p. 87.
11 ¡bui., pp. 93-94.
= MAURICIO BEUCHOT .<9C 193
12 [bid, p. 96.
i3 H.-G. Gadamer, Verdad y método: fundamentos de una hermenéutIca filosófica, p. 563.
14 [bid, pp. 580-581.
194 wo ESTÉTICA .:&'0
El Yo poético no es, como se suele creer, el Yo del poeta, sino, casi siem-
pre, ese Yo común de cada uno de nosotros. Ni siquiera los intérpretes de
George, por no hablar de los de Hblderlin o Rilke, parecen prestar la debi-
da atención a la ambivalencia que se esconde en el poeta que dice Yo, y
deberían escuchar mejor al propio George, ya que en ninguna parte como
en este libro (somos) tú y yo la misma alma. Realmente Das Jahre der Seele
tiene ese rasgo especial: en ninguna otra parte como en ese libro son el Yo
y el Tú la misma alma. De ahí se desprende también que, para el poeta,
en todos sus libros Yo y Tú son la misma cosa, y es eso lo que se ha de
buscar en los versos en que el poeta habla del poeta.1 5
POESÍA y UNIVERSALIDAD
Gadamer nos aclara así, aquello que decía Aristóteles: que la poesía es más
filosófica que la historia.J7 Quiere esto d(~cir que la poesía es más metafísi-
ca que la historia, porque la historia def,cribe o narra lo particular conte-
nido en 10 universal, y la poesía seí1ala lo universal en lo particular, pues
utiliza de tal manera lo particular, que 10 hace también mostrar lo uni-
versal. La historia dice lo singular, individuos y acontecimientos, y la poesía
dice lo universal, aun en lo particular o singular que expresa. La poesía tie-
ne la capacidad de apresar en el individuo lo universal, en la parte el todo,
en el instante la eternidad. Allí muestra una metonimicidad que surge de
su propia metaforicidad, es algo que tiene también de iconicidad. El icono
es el signo que, visto el fragmento, nos remite al todo. Mejor aún: en el frag-
mento nos muestra la totalidad. Yeso es lo que hace la poesía. De manera
más radical, en 10 mismo fragmentario, en lo mismo concreto e individual,
10 universal ha resplandecido. Cuando el poema habla de un personaje, de
un acontecimiento, de una experiencia o pensamiento, que son individua-
les, a veces los vuelve universales, les seí1ala y resalta su aspecto universal,
su aspecto válido para todos. Como en un espejo. Lo universal está implí-
cito o tácito (i.e. callado) en lo mismo smgular, y la poesía lo subraya, lo
destaca, lo muestra, lo explicita. Hay que escucharlo. Paradójicamente, el
poema hace universal a 10 particular, hace universal la historia. Es lo que
da universalidad a la historicidad. Es lo que da permanencia a lo vivo en
el tiempo: hace que no muera.
Si presionamos el dictum de Aristóteles, el poeta trasciende la histo-
ricidad porque hace de lo histórico y singular algo universal y eterno. Lo
detiene en el tiempo, le da un carácter de eternidad. Así, el poeta, al hacer
universal lo histórico, eterno lo temporal, es el que en verdad apunta al
metafísico, que trata de fijar el tiempo en el ser, y que, en el fondo, integra
ser en el tiempo, como quería Heidegger; esto es, acuerda y concuerda
tiempo y ser. La poesía es la que integra el tiempo al ser, y el ser al tiempo,
mas para darle vida, para rescatar, no para disminuir, 10 universal y trans-
histórico o meta-histórico que se halla en él. Incluso, el poeta ayuda al filó-
sofo cuando necesita hacer ética, pues rescata de la historia el mal que ha
sido hecho.
Esto es lo que reconoce Heidegger cuando, comentando la sentencia
de Hólderlin que dice "Mas lo permanente es fundación de los poetas",
aclara que es lo más profundo del pensar, por ser lo más original. Y más
CONCLUSIÓN
H, G, GADAMER
197
198 '<0 ESTÉTICA """
lo que los estudiosos del maestro alemán han llamado el segundo Gadamer,
nos referimos a "El texto eminente y su verdad". Efectivamente, cómo lo
intentaremos mostrar, la reflexión en torno a la literatura y en la tarea
hermenéutica la podríamos ubicar en los inicios de la década de los sesen-
tas muy cercano a la aparición del libro fundamental de Gadamer.
El título de la conferencia en cuestión es lo bastante sugerente dentro
del programa hermenéutico gadameriano, la relación entre el poetizar y
el interpretar, existe un vínculo entre estas tareas: "Ambos se consuman
en el medio del lenguaje ".2 Y es el tema del lenguaje el que hará la diferen-
cia entre la conferencia de 1961 y los artículos de los ochentas. Observa-
mos un Gadamer que aún no ha radicalizado su concepción de lenguaje
poético. Pareciera que el lenguaje poético se encuentra en un mismo lugar
frente al lenguaje de uso ordinario y el de la ciencia. No obstante, y aunque
planteado sin mucha contundencia, la tesis fundamental sobre el lengua-
je poético se encuentra esbozada aquí. La tesis es la siguiente: el lenguaje
poético es el lenguaje privilegiado de la experiencia hermenéutica, mien-
tras el lenguaje de uso corriente y el de la ciencia se agotan en su función
comunicativa y referencial, "la palabra poética, por el contrario, se mani-
fiesta ella misma en su mostrar, quedándose, por así decirlo, plantada. La
una es como una moneda de calderil1a, que se toma y se da en lugar de otra
cosa; la otra, la palabra poética, es como el oro mismo")
Precisamente es éste el vínculo entre el poetizar y el interpretar. ¿Qué
significa interpretar? ¿Qué significa poetizar? La respuesta la encuentra
en el origen filológico y semántico de ambas palabras. Por poetizar entien-
de su sentido más amplio, Dichtung es poíesis, que en alemán es creación.
En la palabra poética se consuma de manera patente la creación. Mientras
que en las otras artes, pensemos en la escultura, el autor necesita de un
material: la piedra; es decir, todo arte requiere de un material para dar
forma a su creación. En la palabra poética, la creación surge como de la
nada. "La poesía parece existir únicamente en el hálito del lenguaje y el
milagro de la memoria", nos dirá casi veinte años después.
Ahora bien, ¿qué significa interpretar?: "Originalmente, la palabra ale-
mana para interpretar, deuten, significa señalar en una dirección. Lo im-
portante es que todo interpretar no señala hacia un objetivo, sino solamente
en una dirección, es decir, hacia un espacio abierto que puede rellenarse
de modos diversos".4
JI
, ¡bul., p. 7.
200 = ESTETICA =
FEDERICO ÁLV\REZ*
203
204 ~ ESTÉTICA """
15 Paul Rabinow, ed., The Foucault Rtader. Nueva York, Pantheon, 1984, pp. 101-120.
lb ¡bid., pp.102-103.
17 ¡bid., p. 104.
- FEDERICO ÁLVAREZ - 209
18¡bid., p. 118.
19lbid., p. 120.
20 H.-G. Gadamer, Verdad y método. fUndamentos de una hermenéutica filosófica. Sala-
tención de los que actúan en ellos")O El texto "no hace referencia ni a un dis-
curso originario ni a la intención del hablante, sino que surge en él mismo")!
No obstante, creo que a veces Gadamer se ve obligado a contradecirse.
Por ejemplo: "Una pregunta cuyo motivo ignoremos no puede encontrar
respuesta")2 Ese motivo ignorado (ese motto, esa puesta en movimiento,
esa intención) ¿se origina en el texto o en el autor?; y cuando dice: "nin-
guna traducción (interpretación) puede sustituir al original", ese original
insustituible ¿puede ser anulado por el texto? y, más todavía: cuando habla
de "la imposibilidad de incluir todo lo que dice el original como trasfondo
y entre líneas", ¿es realmente el texto el que dice entre líneas? En este en-
sayo que citó, "Hombre y lenguaje" (1965), en el que se producen estas am-
bigüedades, abre su tesis a un diálogo con el otro. "Lo que [el intérprete]
debe reproducir no es lo dicho en su literalidad, sino aquello que el otro
quiso decir y dijo callando muchas cosas" 33 Ese otro no es sino el autor que
entra aquí, de repente y con estrépito, a ocupar su lugar; y esa literalidad
que no debe reproducir el intérprete ¿no es, en definitiva, el objeto textual?;
y las muchas cosas que dijo callando ¿no son las de un sujeto con intención,
un autor? En otro lugar dice Gadamer: "La interpretación tiene que ver aquí
no tanto con el sentido intentado, sino con el sentido oculto que hay que
desvelar".34 Ese no tanto es el que habría que salvar. No tanto; luego algo.
"El lenguaje se da siempre en el diálogo"35 pero ese diálogo es entre el
intérprete y el texto. El autor desaparece o se le sustituye por la huma-
nidad. Véase: "El diálogo es el modo como unos textos pasados, un cono-
cimiento pasado o los productos de la capacidad artística de la humanidad
llegan a nosotros")6 Con tal de negar al sujeto, Gadamer acude nada menos
que a la capacidad artística de la humanidad. Pero enseguida tiene que per-
sonalizar: "Ni el uno dice siempre lo mismo ni el otro siempre 10 suyo,
sino que uno oye a otro y, por haberle escuchado, responde de distinto
modo que si el uno no hubiera preguntado o hablado". Y luego algo ines-
perado: "No nos habla sólo la obra de arte, sino cualquier dato humano que
percibimos"Y En efecto: no sólo nos habla la obra de arte (objetiva), tam-
bién el sujeto, aunque una vez más éste quede difuminado mediante ese
30 [ciem.
31 [bid., p. 339.
32 [bid., p.151.
33 [bid., p.l52.
34 [bid., p. 409.
35 H.-G. Gadamer, Verdad y método 11, p. 142.
36 [ciem.
37 [bId., p. 143.
212 """ ESTÉTICA """
¿No es cierto que esos productos artísticos que recorren los milenios no
tuvieron como finalidad esa aceptación o rechazo estéticos? [... ] La con-
ciencia artística, la conciencia estética, es siempre una conciencia se-
cundaria. Es secundaria frente a la pretensión de verdad inmediata que
se desprende de la obra de arte. En este sentido, el juzgar una escritura
refiriéndola a su calidad estética constituye un extrañamiento de algo que
nos afecta mucho más íntimamente. 43
En otras palabras: toda obra artística tiene algo más que una función
estética; además de valores estéticos hay en ella valores extraestéticos. La
práctica inmanentista de análisis los deja fuera y Gadamer los subestima
reduciéndolos en tanto que verdad inmediata. La anciana que en una igle-
sia reza a una madona de Rafael Sanzio valora esa pintura, dice Gadamer,
de modo inmediato, sin percepción estética. Trasladada a un museo y, per-
dida su aura religiosa, ¿se convierte en un texto y adquiere de manera
exclusiva e inmediata un aura estética que sólo pueda captarse de modo
inmanente, ajena a toda determinación o condicionamiento? ¿Acaso deja
de estar determinada por la época y la persona de Rafael Sanzio? La ancia-
na que reza a aquella madona de Rafael tiene un comportamiento seme-
jante al espectador de una obra de Lope en un corral de comedias o al de
un lector común del Quijote. Este lector y aquel espectador tienen tam-
bién una percepción inmediata de la pieza teatral y de la novela, como
tantísimos otros espectadores y lectores hasta hoy día. En tanto que comu-
39 [bid., p. 14.
40 [bid., p. 16.
41 [bid., p. 17.
42 [bid., p. 19.
páginas a estudiar brillantemente las relaciones del autor con su obra ha-
ciendo indudable hincapié más en el primero que en la segunda. (Hubo
un tiempo brillante, heterogéneo, del cine en el que se hablaba de cine de
autor: Fellini, Visconti, Antonioni, De Sica, 1tuffaut, Resnais, Orson Welles,
Tarkovski ... ) No deja de ser interesante que en su notable colección de
ensayos literario-filosóficos titulado Literature and Philosophy in Dialogue.
Essays in Gennan Literary Theory,48 Gadamer reúna trabajos escritos des-
de la década de los cuarentas hasta 1966, con una concepción que pocas
veces coincide con sus tesis textualistas de Verdad y método. En ellos (sobre
Goethe, Hólderlin, Kleist y Rilke) predomina, a mi parecer, la herencia de la
filología clásica alemana y un humanismo que 10 hermana con Curtius,
Mann, Huizinga o Spitzer.
Ya en 1968, Wylie Sypher protestaba contra "la más absurda de todas
las teorías, la ficción del silencio del autor, la exclusión del autor de su
propia obra".49 También Jean Duvignaud se quejó, en 1973, de esa subor-
dinación de la conciencia individual "a las composiciones de una lógica
anónima [... ] inscripta en una naturaleza que el autor no se atreve a llamar
materia y que piensa sin nosotros".50 Y al mismo tiempo, los teóricos de la
estética de la recepción entraron en la discusión defendiendo, frente al es-
tructuralismo y la metafísica de la écriture (que, según afirmaban, se esco-
raba hacia el positivismo), la comprensión de la manera en que los públicos
lectores han ido dando significados a las obras de arte a través de la his-
toria, y la con textualidad del arte y la literatura que son, a fin de cuentas,
"un proceso de comunicación entre el autor y el público, el pasado y el
presente".51 En la concepción de Wolfgang Iser, el texto cobra existencia
solamente cuando es leído. Asumía así la herencia de Ingarden sobre los
puntos de indetenninación del texto que sólo el lector concretizaba. La obje-
tivación pasaba del texto al lector; era el lector el que convertía la obra
literaria en objeto. Pero Ingarden, en 1960, no pone al autor en un punto
ciego. 52 Hace una distinción muy fina entre lo que es la personalidad psi-
cológica del autor y los objetos a los que toma como asunto de su obra.
Distingue el psiquismo del autor, que genera falsas interpretaciones, de la
55 Susanne K. Langer, Sentimiento y jonna. México, Ur-;AM, 1967. Este texto fue escrito
en 1953.
218 C$> ESTÉTICA C$>
58Harold Bloom, ed., Deconstruction and Critlcism. Nueva York, Continuum, 1979, p. 230.
59Christopher Norris, 'leoria acrítica: posmodernismo, intelectuales y la guerra del Golfo.
Madrid, Cátedra, 1997, p. 52.
220 0'0 ESTÉTICA 0'0
60 Citado en J.-M. Rey, Paul Vale L'aventure d'une oeuvre. París, Seuil, 1991, p. 99.
61 P. Ricoeur, op. cit., p. 871.
LA EXPERIENCIA ACONTECIMIENTAL
DE LEER UN TEXTO CLÁSICO:
SIETE PALABRAS DESCRIPTIVAS DE GADAMER
QUE PUEDEN SER USADAS
EN DEFENSA DE LAS HUMANIDADES
RICHARD PALMER*
OBSERVACIONES INICIALES
221
222 """ E~TÉTICA ~
sión de uno/ a mismo/ay de la vida en general. Así que ¡vamos! Aquí están
los siete términos clave:
l. Gleichzeitigkeit - simultaneidad
2. Applicatio - aplicación
3. Erfahrung - experiencia
4. Wahrheit - verdad
5. Selbst- Verstandnis - auto-comprensión
6. Verwandlung - transformación personal
7. Solidaritat - solidaridad con la otra experiencia humana
y aquí están sólo doce textos que citaré como clásicos para ampliar mi
argumento:
l. Lao Tzu, Tao Te Ching, poema 1 "El Tho que puede ser nombrado
no es el anónimo Tho".
2. Lao Tzu. Tao Te Ching, poema 8: "El Supremo Dios es como el agua".
3. Lao Tzu. Tao Te Ching, poema 81: "Las verdaderas palabras no
son hermosos sonidos y los hermosos sonidos no son verdaderas
palabras".
4. Confucio, Analectas, xv, 23: "Nunca hagas a otros lo que no quie-
res que te hagan".
5. Mahabharata, de la película. El héroe está por entrar a la suprema
gloria cuando le fue dicho que debía dejar atrás a su perro. Él se
niega a aceptar esas condiciones y se da la vuelta para irse con el
perro bajo el brazo. El guardia entonces abre la puerta diciéndole:
"Acabas de pasar la prueba final".
6. Sócrates, Apología, 41d: "El alma de un hombre bueno no puede
ser herida ni en la vida ni en la muerte". O en otras palabras, "Es
mejor perder tu vida y salvar tu alma que salvar tu vida y perder
tu alma". (No pude encontrar esta cita, pero éste es el sentido del
argumento).
7. Mateo 5-7: "Vence el mal con el bien [... ] Ama a tus enemigos [... ]
Haz a otros lo que querrías que hicieran ellos por ti".
8. Rilke, Elegía Duino: "¡Tierra! ¿Y qué si la no transformación fuera
tu urgente mandato?"
9. Rilke, "Arcaico torso de Apolo": "¡Debes cambiar tu vida!" (línea
final).
10. La pregunta de los tlamatinimes aztecas: "¿Hay alguna verdad en
el hombre?"
224 '* ESTÉTICA CQO
GLEICHZEITIGl<EIT-SIMULTANEIDAD
¡ Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Madrid, Espasa-Calpe, 1990, p. 448.
~ RICHARD PALMER ~ 225
prefijo gleich, que significa el mismo para tiempo; añade el sufijo ig, que
transforma el sustantivo en adverbio, y -kei (-dad en español), que trans-
forma el adverbio de nuevo en sustantivo. Así, este término básicamente
significa algo actualmente presente en sí mismo, en modo tan vívidamen-
te presente que como estaba en su origen Le pregunté al profesor Gadamer
si aprobaba la traducción común de este término como contemporaneidad.
Él dijo que sintió que esta palabra inglesa simultaneity (simultaneidad) era
más cercana a lo que él se refería. Es decir, lo que ocurre al mismo tiem-
po. Pero, en inglés, simultaneous (simultáneo) significa suceder al mismo
tiempo en el presente, mientras que lo que Gadamer tenía en mente era
un texto que tiene la misma presencia hoy que la que tuvo originalmente.
Así que creo que ambas traducciones son erróneas. Lo que quisiera hacer
es ver lo que Gadamer dice acerca de este término en su análisis en verdad
y método, con lo que quizá llegue a acercarse un poco más a lo que quería
referirse con este término clave.
Gleichzeitigkeit es tratado por primera vez en la sección de "La tem-
poralidad de lo estético".2 A parir de aquí vemos que se aplica primero, y
sobre todo, a las obras de arte. Descubrimos, al enfrentarnos con una obra
de arte, un sentido vívido de su presencia aquí y ahora, un sentido que está
trayéndonos algo de su tiempo original. Así que el término gleichzeitig, simul-
táneo en tiempo con el original, significa que conserva la misma intensidad
y presencia que el original. Esto alcanza el problema de si el mismo signi-
ficado puede ser llevado a través del tiempo histórico. De hecho, de acuer-
do con la teoría de la historicidad de la comprensión de Gadamer, cada
obra de arte se presenta a sí misma de manera distinta en cada época según
la miren distintos ojos. Bajo esas circunstancias, ¿cómo puede la obra con-
servar su identidad? ¿En qué consiste esta identidad? Gadamer responde
esta pregunta de la siguiente forma:
Nos preguntamos ahora por la identidad de este sí mismo que en el
curso de los tiempos y de las circunstancias se representa de maneras tan
distintas. Es claro que pese a los aspectos cambiantes de sí mismo no se dis-
grega tanto que llegara a perder su identidad, sino que está ahí en todos ellos.
Tbdos ellos le pertenecen. Son coetáneos (gleichzeitig) suyos. Y esto plantea la
necesidad de una interpretación temporal de la obra de arte (Zeit).3
Igual que Heidegger, Gadamer tiene un fuerte sentido del tiempo y
del carácter temporal de la comprensión en tanto un proceso de pregunta
y respuesta. Este proceso será diferente en épocas diferentes, aun cuando
10 H.-G. Gadamer, Verdad y método, p. 127. Cj: del mismo autor, La actualidad de lo bello,
p. 124.
11 Para ahorrar tiempo, omito los siguientes tres parágrafos de la presentación oral.
12 H.-G. Gadamer, Verdad y método, p. 128.
228 """ ESTÉTICA """
APPLICATIO-APPLICATION
13 !bid., p. 379.
"'" RICHARD PALMER "'" 229
14 ¡dern.
15 ¡dern.
230 "'" ESTETICA 0'0
16 Ibid., p. 382.
17 !bid., p. 383.
- RICHARD PALMER - 231
ERFAHRUNG-EXPERIENCIA
18 H. G. Gadamer, Truth and Method. 2a. ed. rev. Nueva York, Crossroad, 1989, pp. 346-
362; del mismo autor, Gesammelte Werke, vol. 1, Hermeneutik l: Wahrheit und Methode. Grund-
züge einer philosophischen Hermeneutik. Tübingen, J.C.B. Mohr, 1986, pp. 1, 352-368.
19 lbid., p. 430.
20 lbid., p. 432.
232 OQO ESTÉTICA ~
21 Ibid., p. 433.
n Idem.
23 Idem.
24 ¡bid., p. 421.
25 Ibid., p. 357.
26 Idem.
27 Ibid., p. 434.
28 Ibid., p. 435.
29 Ibid., p. 437.
CQO RICHARD PALMER "'" 233
WAHRHEIT- VERDAD
JO [ciern.
JI ¡bid., p. 438.
234 0< ESTÉTICA =
Es claro que la cuestión de la verdad domina por entero la obra, y el
triunfo o fracaso de su proyecto depende de su tratamiento de este tér-
mino. La tesis fundamental del libro es que hay una verdad en las huma-
nidades que es totalmente diferente a la verdad de las ciencias. Veamos lo
que Gadamer dice acerca de la verdad en la introducción de la obra al mo-
mento de explicar su propósito:
32 Ibid., p. 23.
33 Ibid., p. 24.
34 Idem.
35 Idem.
36 Idem.
"'" RICHARD PALMER """ 235
37 Itiern.
38 Itiern.
236 "'" ESTÉTICA "'"
Igual que en la experiencia del arte tenemos que ver con verdades que
superan esencialmente el ámbito del conocimiento metódico, en el con-
junto de las ciencias del espíritu ocurre análogamente que nuestra tra-
dición histórica, si bien es convertida en todas sus formas en objeto de
investigación, habla también de lleno desde su propia verdad. 4o
39 !bid., p. 25.
40 ¡dern.
0'0 RICHARD PALMER ,.", 237
SELBST- VERSTANDNI-AuTOCOMPRENSIÓN
41 [bid .. p. 325.
42 [bid., p. 97.
43 [dem.
238 CdO ESTÉTICA CdO
VERWANDLUNG- TRANSFORMACIÓN
44 [ciern.
- RICHARD PALMER - 239
Esto es en cierto modo una consecuencia del énfasis que hay en Ga-
damer en el Wirkung, es decir, el efecto, de la lectura de los clásicos y del
encuentro con obras de arte.
El lector vuelve de ese encuentro no siendo él mismo. Encontramos
a Gadamer intensificando sus reclamos por el acontecimiento de la lectura.
No es sólo un acontecimiento de verdad, sino un evento de transformación,
una autocomprensión magnificada. De nuevo, éste es un fuerte reclamo
por el valor de lo que estudiamos en las humanidades. Finalmente, solida-
ridad y fiesta.
49 [bid, p, 290,
00 Ibid, , p, 45,
o[ Ibid, p. 49.
- RICHARD PALMER 0< 241
teatro griego. El teatro era popular, una parte integral de la vida religiosa,
y tenía un efecto unificador: "el teatro ático unificó a su audiencia".52 Ga-
damer entonces se vuelve hacia el presente y dice: "Si el arte comparte
algo con lo festivo, entonces debe trascender las limitaciones de cualquier
definición cultural de arte, así como las limitaciones asociadas con su pri-
vilegiado estatus cultural. Debe también permanecer impune a las estruc-
turas comerciales de nuestra vida social".53 En otras palabras, igual que la
fiesta, el arte le pertenece a la comunidad, la unifica, arriba y abajo, y no
debe hundirse en el comercialismo.
Llegamos ahora a nuestras preguntas: ¿Está usted de acuerdo con Ga-
damer respecto al arte? ¿Cree usted que éste no sólo posee un tiempo
autónomo, sino que también genera solidaridad, es decir, que unifica a la
comunidad? Ciertamente es una posesión sagrada de la comunidad, or-
gullosamente preservada y disfrutada por gente de las más variadas cultu-
ras. Pero nuestra pregunta es, si acaso lo que Gadamer dice acerca del arte
y lo festivo se aplica a un texto clásico. Ciertamente, es una posesión sagrada
de la comunidad, orgullosamente preservada y disfrutada por gente de las
más variadas culturas. Pero ¿acaso la experiencia de un clásico intensifica la
vida y genera solidaridad? Quiero decir con esto, ¿no sólo solidaridad con
la tradición, sino solidaridad con la pregunta humana por el significado? Yo
personalmente creo que la mayoría de las cosas que Gadamer dice acerca
del carácter festivo del arte también aplica a la experiencia de leer un clásico:
nos conduce por encima del tiempo ordinario para demorarse en un reino
fuera del tiempo ordinario del presente, y nos une así con una comunidad.
Para terminar, Gadamer, de hecho, ha aportado atisbos a nuestra expe-
riencia general de la lectura de un clásico y, haciéndolo, ha problema ti-
zado el valor de las experiencias en las humanidades.
Recapitulando los siete puntos encontramos que 1) leyéndolo, tras-
pasamos el tiempo y somos contemporáneos a él; nos habla aquí y ahora.
2) Si lo entendemos, lo aplicamos a la situación presente; 3) cuando leemos
una gran obra es una experiencia que nos transforma; 4) es un encuentro
con una verdad acerca de cómo son las cosas; 5) y con esto, llegamos a una
mayor comprensión de nosotros mismos 6) incluso podríamos encontrar-
nos transformados, y finalmente, 7) vemos en la experiencia del encuentro
con una gran obra algo que nos une con la comunidad, que crea un sen-
tido de solidaridad con nuestra tradición y con la humanidad en sí misma,
tanto en el pasado como en el presente.
S2 [bid, p. 50.
S3 [dern.
SOBRE LA POÉTICA DE
HANS-GEORG GADAMER
DIETER RALL"
243
244 - ESTÉTICA -
Idem
4
R Idem.
9 Ibid., pp. 374-375.
246 '= ESTÉTICA -
Es kommt der Tisch mit den Gaben, Llega la mesa con los dones,
er biegt um ein Eden- dobla la esquina de un Edén-
Der Mann ward zum Sieb, die Frau El hombre, hecho un colador, la mujer
musste schwimmen, die Sau, ¡a nadar!, la marrana,
für sich, für keinen, für jeden- por ella, por nadie, por todos-
11 Peter Szondi, "Un poema de invierno de Paul Celan", en Quimera, núm. 137, junio
1995, p. 45.
12 Ibid, p. 46.
13 Iclem.
248 c¿>c ESTETICA <90
Quizá no hagan falta informaciones especiales como las que poseía y nos
ha comunicado Szondi. ¿Hasta dónde llegan las posibilidades de com-
prensión sin ellas? Ante todo hay que tener claro que ningún lector está
completamente desprovisto de informaciones. La ficción de un punto
cero de la desinformación o el acceso general a la información no cons-
tituye un criterio adecuado para el poema y su lector, en tan escasa me-
dida como, al parecer, los conocimientos biográficos especiales de Szondi.
¿Cuánto hay, pues, que saber?16
Por lo tanto, dice Gadamer, "es evidente que el plano del poema en que
el autor comunica detalles de carácter privado no es aquel en el que el
poema se constituye como patrón. Un lector provisto de este tipo de in-
formaciones podrá reconocerlas de manera precisa en el poema, sin que
ello implique la comprensión del poema ni conduzca necesariamente a
la misma".]?
Está presentado, en la hermenéutIca y en la poética de Gadamer, la
combinación de dos caminos; de dos patrones de comprensión. Está, por
un lado, la comprensión apoyada en datos autobiográficos, comprobables
científicamente, una comprensión unívoca de una parte del poema, para
utilizar la terminología de Mauricio Beuchot. Por otro lado, Gadamer afir-
ma que el patrón auténtico del poema se logrará alcanzar "exclusivamen-
te a partir del poema mismo [... )18 Sólo si la comprensión, enriquecida por
los datos autobiográficos, alcanza plenamente esa precisión pueden coin-
cidir ambos planos de la comprensión. A esto y no a otra cosa se refirió, con
razón, Szondi. Sólo este criterio impide que el plano autobiográfico nos trai-
ciona al interpretar un poema".]9
Pero Gadamer nos previene: comprender el poema a partir del poema
mismo no significa dejarse guiar por las asociaciones, connotaciones e
impresiones. El poema no permite esa diversidad de lectura: Gadamer no
aboga de ninguna manera por una comprensión equívoca.
Dice Gadamer:
17 [bid., p. 105.
18 Idem.
19 Idem.
20 Ibid., p. 106.
250 """ ESTÉTICA -
251
252 <;?o ESTLTICA 0470
De este modo las flores, presentadas antes como virginales por su con-
tigüidad con el altar de la Virgen, ahora se contaminan con la presencia de
Mlle Vinteuil; otras partes de las flores pasan a primer plano: por una parte
el olor como de almendras que emanan, calificado paradójicamente de
amargo y dulce, es comparado con el sabor de crema de almendras que
Marcel imagina bajo las pecas que salpican las mejillas de Mlle. Vinteuil;
por otra, los estambres -órgano masculino de la flor, y equivalencia meta-
fórica de MUe. Vinteuil -proyectan, no sólo su olor, sino su color rojizo a
la muchacha.
Mucho más tarde, en una larguísima meditación botánico-homosexual
que abre el quinto volumen, Sodoma y Gomarra, la reflexión del narrador
nos llevará por el ser bisexual de las flores y la necesidad de la poliniza-
ción. Si ya en botánica las flores bisexuales -es decir, aquellas dotadas de
androceo y gineceo- son consideradas perfectas, Proust asume la natu-
raleza andrógina de las flores como una metáfora, no sólo de la homose-
2 Al final de este trabajo se ofrece, a manera de apéndice, el texto de estas dos secuen-
cias, con sus respectivas referencias en español y francés: Marcel Proust, Por el camino de
Swann. En busca del tiempo perdido. Trad. de Pedro Salinas y José Ma. Quiroga Plá, 11 vals.
Barcelona, Plaza & Janés, 1975. Marcel Proust, Du cóté de chez Swann. Á la recherche du temps
perdu, III vals. París, Gallimard, 1954.
254 C#.J ESTÉTICA C#.J
:J M. Proust, Por el camino de Swann. En busca del tiempo perdido, vol. n, p. 7. En francés:
"Mes réflexions avaient suivi une pente que je décrirai plus tard et j'avais déjá tiré de la
ruse apparente des fleurs une conséquence sur toute une partie inconsciente de l'ceuvre
littéraire", (M. Proust, Du cóté de chez Swann. A la recherche du temps perdu, vol. n, p. 603.)
4 Para un análisis detallado de las configuraciones descriptivas, véase el capítulo 4 de
9 ¡bid., p. 16l.
10 ¡bid., p. 375.
258 "'" ESTÉTICA "'"
En el ejemplo que he venido utilizando, basta con aislar dos reglas que
hacen horizonte: por una parte, la competencia retórica y, por otra, la muy
trillada metáfora reversible flores = muchachas = flores. Se trata de un
horizonte que el lector puede compartir por estar inmerso en esa tradi-
ción; no obstante, al mismo tiempo que le es familiar, también le es extra-
ño, pues el juego de la lectura lo obliga a responder a iniciativas nuevas
provenientes del texto; lo obliga, entre otras cosas, a extender sus nociones
de lo que es una metáfora para leerla de otro modo, no sólo narrativa sino
estereoscópicamente, por así decirlo. Lo incita, asimismo, a des-banalizar la
metáfora de las flores como muchachas, a mirarla con otros ojos, a reno-
varla, en pocas palabras, y no como alguien ajeno a esa metáfora-idea, sino
como alguien inmerso en esa tradición para quien flores y muchachas se
han asociado innumerables veces. Más aún, ese proceso de des-banaliza-
ción se da en una fusión que integra el horizonte proustiano, el cual, a su
vez, ha incorporado la metáfora trillada al horizonte de la botánica para
activar la dimensión andrógina de las flores y, por extensión, de sus mu-
chachas en flor; extensión que más tarde habrá de incorporar también a
la homosexualidad al convertir a un hombre en flor -las yuxtaposiciones
y las paradojas no podrían ser más sorpresivas.
ASÍ, el nuevo significado es lo ajeno de lo cual se apropia el lector, pues,
como dice Gadamer
Habría que subrayar que la sola forma verbal -seiend- apunta clara-
mente a esta plenitud del ser como proceso, como algo que está siempre
siendo. Me parece además que, aunque no es el propósito ostensible de
Gadamer en estas reflexiones, nada describe mejor lo que se quiere decir
con los términos significación narrativa: un modo dinámico, temporal, de
aprehender el significado de una experiencia humana que no sería posi-
ble de otra manera porque la narrativa, como la identidad misma, es siem-
pre siendo, "pues -como lo apunta Proust- uno no se realiza más que de
manera sucesiva" (car on ne se réalise que successivement).
16 M. Proust, Por el camino de Swann. En busca del tiempo perdido, vol. n, pp. 1453-1455.
En francés: "La grandeur de l'art véritable ... c'était de retrouver, de ressaisir, de nous faire
connaitre cette réalité loin de laquelle nous vivons, de laquelle nous nous écartons de plus
en plus au fur et a mesure que prend plus d'épaisseur et d'imperméabilité la connaissance
conventionnelle que nous lui substituons, cette réalité que nous risquerions fort de mourir
sans avoir connue, et qui est tout simplement notre vie.
La vraie vie, la vie enfin découverte et éc1aircie, la seule vie par conséquent pleine-
ment vécue, c'est la littérature. Cette vie qui, en un sens, habite achaque instant chez tous
les hommes aussi bien que chez l'artiste. Mais ils ne la voient pas, paree qu'ils ne cherehent pas
a l'éc1aircir. Et ainsi leur passé est encombré d'innombrables clichés qui restent inutiles
paree que l'intelligence ne les a pas "développés». Notre vie; et aussi la vie des autres; car
le style pour l'écrivain aussi bien que la couleur pour le peintre est une question non de
technique mais de visiono Il est la révélation, qui serait impossible par des moyens directs
et conscients, de la différence qualitative qu'il y a dans la favon dont nous apparait le monde,
différence qui, s'il n'y avait pas l'art, resterait le secret étemel de chacun. Par l'art seulement
nous pouvons sortir de nous, savoir ce que voit un autre de cet univers qui n'est pas le méme
que le natre et dont les paysages nous seraient restés aussi inconnus que ceux qu'il peut y
avoir dans la lune. Grace a l'art, au lieu de voir un seul monde, le natre, nous le voyons se
multiplier, et autant qu'il ya d'artistes originaux, autant nous avons de mondes a notre dis-
position ... Pléiade •• CM. Proust, Du cóté de chez Swann . .Á la recherche du temps perdu, vol. m,
pp. 895-896.)
"" LUZ AURORA PIMENTEL "" 26I
ApÉNDICE
Recuerdo que fue en el mes de María cuando empecé a tomar cariño a las
flores de espino. En la iglesia, tan santa, pero donde teníamos derecho a
entrar, no sólo estaban posadas en los altares, inseparables de los miste-
rios en cuya celebración participaban, sino que dejaban correr entre las
luces y los floreros santos sus ramas atadas horizontalmente unas a otras en
aparato de fiesta, y embellecidas aún más por los festones de las hojas,
entre las que lucían, profusamente sembrados, como en la cola de un traje
de novia, los ramitos de capullos blanquísimos [... ] Más arriba abríanse las
corolas, aquí y allá, con desafectada gracia, reteniendo con negligencia
suma, como último y vaporoso adorno, el ramito de estambres, tan finos
como hilos de la Virgen, y que les prestaban una suave veladura; y cuan-
do yo quería seguir e imitar en 10 hondo de mi ser el movimiento de su
floración, 10 imagínaba como el cabeceo rápido y voluble de una muchacha
blanca, distraída y vivaz, con mirar de coquetería y pupilas disminuidas.
M. Vinteuil venía a sentarse con su hija a nuestro lado [... ] Cuando [Mlle.
Vinteuil] acababa de pronunciar una palabra, oíala con la mente de la per-
sona a quien iba dirigída, se alarmaba por las malas interpretaciones que
pudieran dársele, y bajo la figura hombruna de aquel diablo, se alumbraba
y se recortaban, como por transparencia, los finos rasgos de una mucha-
cha llorosa.
Cuando antes de salir de la iglesia, me arrodillaba delante del altar, al
levantarme sentía de pronto que se escapaba de las flores de espino un
amargo y suave [dulce] olor de almendras, y advertía entonces en las flo-
res unas manchitas rubias que, según me figuraba yo, debían de esconder
ese olor, 10 mismo que se oculta el sabor de un franchipán bajo la capa tos-
tada, o el de las mejillas de la hija de Vinteuil detrás de sus pecas. A pesar
de la callada quietud de las flores de espino, ese olor intermitente era como
un murmullo de intensa vida, la cual prestaba al altar vibraciones seme-
jantes a las de un seto salvaje, sembrado de vivas antenas, cuya imagen
nos la traían al pensamiento algunos estambres casi rojos que parecían con-
servar aún la virulencia primaveral y el poder irritante de insectos meta-
morfoseados ahora en flores.l7
17 M. Proust, Por el camino de Swann. En busca del tiempo perdido, vol. 1, pp. 112-114.
262 "'" ESTÉTICA .'00
18 M. Proust, Du cóté de chez Swann. A la recherche du temps perdu, vol. 1, pp. 112-114.
..... LUZ AURORA PIMENTEL ..... 263
mol rosa, ágatas sangrientas, y delataban aún más claramente que las flores,
la esencia particular e irresistible del espino, que donde quiera que eche
brote o florezca, no sabía hacerlo más que con color de rosa. Intercalado
en el seto pero diferenciándose de él, como una jovencita en traje de fies-
ta, entre personas desaseadas que se quedarán en casa, ya preparado para
el mes de María, del que parecía estar participando, brillaba sonriente,
con su fresco vestido rosa, el arbusto católico y delicioso [... ]
[... ] De repente me paré, sin poder moverme, como sucede cuando ve-
mos algo que no sólo va dirigido a nuestro mirar, sino que requiere más
profundas percepciones y se adueña de nuestro ser entero. Una chica de
un rubio rojizo que, al parecer, volvía de paseo, y que llevaba en la mano una
azada de jardín, nos miraba, alzando el rostro, salpicado de manchitas de
color rosa [... F9
19 M. Proust, Por el camino de Swann. En busca del tiempo perdido, vol. 1, pp. 137-140.
'" LUZ AURORA PIMENTEL '" 265
d'autres fleurs de le satisfaire. Alors, me donnant cette joie que nous éprou-
vons quand nous voyons de notre peintre préféré une oeuvre qui differe
de celles que nous connaissions [... ] mon grand-pere, m'appelant et me
désignant la haie de Tansonville, me dit: "Toi qui aimes les aubépines,
regarde un peu cette épine rose, plus belle encore que les blanches. Elle
aussi avait une parure de fete, -de ces seules vraies fetes que sont les fétes
religieuses, puisqu'un caprice contingent ne les applique pas comme les
retes mondaines a un jour quelconque qui ne leur est pas spécialement
destiné, qui n'a rien d'essentiellement férié- mais une parure plus riche
encore, car les fleurs attachées sur la branche, les unes au-dessus des autres,
de maniere a ne laisser aucune place qui ne mt décorée, comme des pom-
pons qui engurilandent une houlette rococo, étaient «en couleuf» [... ] Moi-
meme j'appréciais plus le fromage a la creme rose, celui OU l'on m'avait
permis d'écraser des fraises. Etjustement ces fleurs avaient choisi une de
ces teintes de chose mangeable ou de tendre embellissement a une toilette
pour une grande fete [... ]
Au haut des branches [... ] pullulaient mille petits boutons d'une teinte
plus pale qui, en s'entr'ouvrant, laissaient voir, comme au fond d'une coupe
de marbre rose, de rouges sanguines, et trahissaient, plus encore que les
fleurs, l'essence particuliere, irrésistible de l'épine, qui, partout OU elle
bourgeonnait, OU elle allait fleurir, ne le pouvait qu'en rose. Intercalé dans
,milieu de personnes en négligé qui resteront a la maison, tout pret pour
le mois de Marie, dont il semblait faire partie déja, tel brillait en souriant
dans sa fralche toilette rose l'arbuste catholique et délicieux [... ]
[... ] lbut a coup, je m'arretai, je ne pus plus bouger, comme il arrive
quand une vision ne s'adresse pas seulement a nos regards, mais requiert
des perceptions plus profondes et dispose de notre etre tout entier. Une
fillette d'un blond roux, qui avait l'air de rentrer de promenade et tenait
a la main une beche de jardinage nous regardait, levant son visage semé
de taches roses.]20
20 M. Proust, Du cóté de chez Swann. A la recherche du temps perdu., vol. J, pp. 138-140.
¿PUEDE REPRESENTARSE EL SER?
GADAMER Y LAS ARTES PLÁSTICAS
267
268 CQO ESTÉTICA -
El tema elegido por mí, las artes plásticas, parece a primera vista mar-
ginal en el conjunto de la relación de Gadamer con las humanidades. Pero
no es así, si tenemos en cuenta el exergo que abre este artículo. Se trata de
ver cómo quedan las humanidades después de Gadamer indirectamente, a
través de la interpretación que el filósofo alemán hace del ámbito particular
de las artes plásticas. Ciencias las espíritu (Geisteswissenschaften) es, como
se sabe, la expresión equivalente a 10 que en español llamamos humani-
dades. Así que se puede traducir el texto del exergo con más precisión: el
interés por las humanidades, dice, no referiría primariamente a la ciencia
sino sobre todo el arte. Y, en segundo lugar, no sería la ciencia sino que
serían las artes en su conjunto las que administrarían la herencia metafísi-
ca de Occidente. Administrar es la palabra que el traductor del texto citado ha
utilizado para la palabra alemana mitverwalten, que literalmente significa
ca-administración o administración conjunta. Así que la tesis de Gadamer
es: las artes administrarían conjuntamente la herencia metafisica de Occi-
dente, entre todas ellas se repartirían ese legado. Debemos, pues, remarcar
que Gadamer subraya el vínculo que existe entre el arte y la metafisica y
no el que existe entre la ciencia y la metafisica. En el fondo, se trata de
un correctivo y de una crítica a su maestro, al mismo tiempo que de una
aceptación de su magisterio: que las artes y no las ciencias sean las here-
deras y administradoras de la metafisica significa al mismo tiempo una
crítica (la metafisica no se reduciría al olvido del ser) y una aceptación de
las tesis del maestro (la verdad metafísica -la representación del ser- no
se encontraría en la ciencia sino en el arte). La representación del ser -la
verdad- sería posible en el arte, en las artes en su conjunto (insgesamt). ¿Se
puede representar el ser? En cierto sentido se puede decir que Gadamer
afirma: si fuese posible una representación del ser, 10 sería en el conjunto
de las artes; la ciencia, en cambio, se ocupa de los entes, no del ser. No se
olvide que Gadamer, como buen platónico, sustenta su discurso en la idea
de la participación: las humanidades no son arte, pero participan de él, en
cuanto que su objeto son las artes y no las ciencias.
Así, pues, habría una separación radical entre 10 humano y lo científico
y una cercanía tal entre 10 artístico y lo humanístico en este planteamien-
to que, desde mi punto de vista, ilustra muy bien las dificultades que atra-
viesan las humanidades en un mundo como el nuestro y, por tanto, también
la filosofía. Es como si entre las artes y las ciencias no hubiese ningún
hueco, ningún espacio habitable, o como si hubiésemos renunciado a é1. 2
2 En este caso: ¿No tendrá que ver la falta de espacio con la definición nietzscheana de
la filosofía como mala conciencia de su época? ¿No estaría con ello cumpliendo la filosofía
"" JOSÉ FRANCISCO ZÚÑIGA GARCÍA "" 269
su propio destino: no tener nunca lugar en su momento, ser siempre intempestiva? ¿No es
Gadamer también en el fondo intempestivo o extemporáneo, pero en tanto académico?
3 H.-G. Gadamer, Verdad y método: fundamentos de una hermenéutica filosófica. Sala-
manca, Sígueme, 1986, pp. 182-193.
4 H.-G. Gadamer, Gesammelte Werke, Band 1, Hermeneutik l: Wahrheit und Methode.
Así que, si hay alguna posibilidad de representar el ser, tiene que ser
yendo más allá de la intuición tal como es tratada en la Crítica de la razón
pura, a saber: como intuición de formas en el espacio y en el tiempo. ¡Cla-
ro que no hay una, por así decir, intuición entitativa del ser! Habría, pues,
que releer a Kant en la dirección de una posible o imposible representa-
ción del ser.
En lo que afecta a las artes plásticas, Gadamer propone un modo de
representación que no es propio de ellas, sino de los textos narrativos,
según el cual hay cosas que uno no ve delante de sí mismo, sino que se
las cuentan, y gracias a que se las cuentan a uno, llega a verlas delante de
sí. Sin duda, Gadamer está introduciendo aquí, refiriéndola a lo lingüístico,
una intuición estética. Ahora bien, ¿puede haber una intuición estética no
referida al tiempo y al espacio reales? Aquí nuestra tradición se confunde
y nos confunde: las cosas o se ven o no se ven. Si se ven, tienen que apare-
cer sensiblemente, y sólo porque metafóricamente se dice que se ven con
el intelecto, nuestra tradición ha hablado de intuición intelectual. Es decir,
ha hablado de algo que sencillamente no se da.
Pero, ¿hay un mostrar que muestre algo de manera que pueda ser in-
tuido sin que esté presente? Gadamer cree que sí. A su entender, el fracaso
y el error de la metafisica ha consistido en querer presentar e intuir el ser;
en, por así decir, querer verlo de golpe, presente como están presentes
los entes, en querer tener una intuición una de lo uno. No. La intuición tiene
que estar atravesada por el tiempo, requiere el transcurso de aconteci-
mientos en el tiempo, de manera que lo que acontece es el ser a través de
sucesos temporales.
En el fondo ésa es la insuficiencia y la trampa que Gadamer reconoce
en las artes plásticas: en los cuadros, en las esculturas, en la arquitectura,
incluso. Se trata de la trampa de todo aparecer, a saber: que en el aparecer
todo parece aparecer de golpe, que la apariencia no muestra otra cosa que
espacio, que la apariencia parece no transcurrir: cómo va a transcurrir una
imagen si está siempre ahí, en su lugar, siendo siempre la misma, siendo
lo que es, un ente entre entes. Pero, ¿y si las artes plásticas pertenecieran
in ihrem freien Spiele und ihrer Produktivitat bezogen ist. Dafür scheint es mir von vorn-
herein geboten, den Blick nicht auf den 'visuellen' Gegenstánde oder Werke der Kunst zu
beschrancken, sondern die srpachlichen Künste, aIso vor allem Dichtung, im Blick zu behal-
ten. Dort, im Gebrauch von Sprache, in Rede- und Dichtkunst, istja das Wort 'anschaulich'
zu Hause, und zwar als eine besondere Qualitat des Beschreibens und Erzáhlens, so daB man
das, was man nicht selbst sieht, sondern was einem nur erzáhlt wird, sozusagen 'vor sich'
sieht". (H.-G. Gadamer, Gesammelte Werke, Band 1, Hermeneutik 1: Wahrheit und Methode.
Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik, p. 190.)
272 'dO ESTÉTICA _
a las artes transitorias, igual que la danza o la poesía? ¿Y si las artes plás-
ticas dieran lugar, negando su propia existencia entitativa, a una presencia
transitoria? En efecto, Gadamer cree que la plasticidad, gracias a la cual es
posible la imposible representación del ser, es una presencia transitoria
propia del lenguaje, o, si se quiere, una propiedad de las palabras que son
más que palabras, una propiedad de las palabras que son arte. Esa plasti-
cidad consistiría, a su entender, en el aparecer de algo que hace desaparecer
el carácter entitativo de los entes. Gadamer escribe: "La intuitividad [mejor
sería decir: la plasticidad] que alabamos en un texto narrativo [... ] se ase-
meja [... ] a un flujo ininterrumpido de imágenes que acompañan la com-
prensión del texto y que no acaban en ninguna intuición que se haga fija,
como resultado".l0
La sucesión de esas imágenes no concluiría a su vez en una imagen
(que de nuevo sería algo entitativo). Está, pues, dentro de esta lógica de las
cosas que el resultado del arte sea un aparecer que no puede concluir en
un aparecer. ¿Cómo acontece esto? Cito de nuevo a Gadamer:
Sea lo que sea lo presentado. Da igual qué sea 10 presentado. Kant creía
que se trataba sólo del cuerpo humano, pero en verdad puede ser cualquier
cosa, pues se trata ya de 10 sublime que, tanto en la naturaleza como en
el arte, es ocasión para elevar el espíritu (Gemüt) a su determinación
suprasensible.
La misión del artista sería, entonces, hacer que aparezca 10 que no pue-
de aparecer. En cierto sentido, el artista nunca puede tener éxito en esta
misión y, por ello, se contenta con presentar obras -entes, cosas que apa-
recen. Ahora bien, para Gadamer, allí donde hay arte no hay fracaso, sino
logro, pues el arte es una declaración de verdad, 10 cual significa que el arte,
en su más íntima naturaleza, consiste en ganar actualidad y superioridad
sobre el tiempo. Es una presentación de sí mismo que parece estar dicien-
do: así es, así es 10 correcto. Hay arte allí donde se presenta 10 absoluto, lo
desatado, 10 desligado, frente a 10 relativo del espacio y el tiempo. Hay arte
allí donde se gana una actualidad intemporal, que es independiente de las
condiciones históricas y sociales, igual que la religión y la filosofía. Arte,
religión y filosofía pretenden 10 mismo: la certeza absoluta de ser.
De manera que las artes -junto con la religión y la filosofía- se mues-
tran en el discurso de Gadamer, como administradoras de la tradición me-
tafísica occidental. Y no es en esto un antiguo, o un simple seguidor de
Hegel. Su discurso incorpora rasgos modernos. Así, la pretensión de abso-
luto de la filosofía está incorporada siempre en un lenguaje concreto, la
religión, que pretende la verdad, debe unir a su propia pretensión de ab-
solutidad (que pertenece a la esencia de todo saber de salvación) el reco-
nocimiento de otras tradiciones que procuran igualmente la verdad. El
arte, finalmente, reconoce Gadamer, a diferencia de tiempos pasados, está
absolutamente omnipresente. De manera que en los tres casos se preten-
de una superioridad temporal sobre el tiempo. Podríamos decir que esto es
10 que distingue a la metafísica buena del espíritu absoluto de la metafísica
mala de la ciencia y la técnica. Puesto que no podemos abarcar 10 inmen-
so en una intuición y puesto que en el fondo no podemos hacerle frente
a 10 inmenso "¿no es también la intuición, a la cual busca elevarse la ima-
ginación cuando contempla una obra de arte de una inmensidad seme-
""" JOSÉ FRANCISCO ZÚÑIGA GARCÍA CQO 275
277
278 - ESTÉTICA -
3 Kasimir S. Malevich, Essays on art 1915-1933, vol. n. Londres, Rapp and Whiting, 1968,
p.32.
4 Hans-Georg Gadamer, Estética y hermenéutica, p. 239.
280 - ESTÉTICA -
que es la noción central del arte, y la de expresión que juega un papel fun-
damental en el arte moderno.
En el arte antiguo y moderno la materia se somete a un excepcional
pathos. Hay en ella un padecimiento escrito: la posibilidad de transfor-
marse y la imposibilidad de recuperar su forma. No sólo esto, también hay
un enigma crucial del arte: ¿qué determina la transformación de la mate-
ria? Puesto en términos renacentistas: ¿está la figura final inscrita en la
misma materia o es una intervención subjetiva y, por lo tanto, se encuen-
tra tatuada en el alma humana? Ésta es la dicotomía moderna respecto al
arte. Sin embargo, parece que los antiguos y muchos pueblos que no han
pasado por la experiencia capitalista de la Modernidad occidental no se
enfrentan a tal bifurcación. Para los antiguos, si bien la transformación
plástica no puede regresar a la primera forma material que le dio causa,
sí encuentra la determinación de su forma en un sentido inscrito ya en la
misma materia.
Lo anterior se ve con particularidad y violencia en lo que respecta al
tema del creador. En la Antigüedad, la representación estaba regida por la
categoría de lo bello. La materia se desplegaba a sí misma y, por lo tanto,
guardaba en su representación el fracaso de toda subjetividad. Ninguna pro-
ducción tenía, realmente, un creador. Era la necesidad del ser, de la ma-
terialidad del ser, quien creaba y destruía; y el sujeto, esa categoría tan
extraña fuera de la Modernidad occidental, era un elemento más de la ma-
teria y del ser. (En rigor, no puede hablarse de subjetividades en todas las
formas de pensamiento. Más aun, las primeras apariciones del sujeto no
son teóricas, son políticas y sociales. Siempre que en una sociedad apa-
rece la figura del traficante o del mercader se puede vislumbrar la futura
aparición del sujeto).
Junto con la categoría de representación se da la de belleza. Lo bello,
que es la forma de estabilidad que se da la materia en su desenvolvimien-
to, es el acto de comprensión asubjetivo. Generalmente, el acto trágico de
comprensión. Por esta razón, ningún ser humano puede delimitar la ma-
nifestación de lo bello. Se participa de la belleza en un momento no sólo
de nostalgia, sino de profundo dolor. La cabeza de la Medusa, por ejem-
plo, es la representación de la vagina. Verla directamente a los ojos pe-
trifica, porque en toda belleza pulsa algo incomprensible para el alma
humana y lo mismo puede sugerirse desde las perspectivas fálicas de otros
mitos, como el de Ícaro. Hay que recalcar este hecho, porque si bien lo
bello se manifiesta como armonía, esto no elimina que el equilibrio armó-
nico sea débil. La armonía bella es un velo tras el cual se unen los claros
y oscuros de todo ethos.
CilIO CARLOS OLIVA MENDOZA c¿;o 281
5 Ibid., p. 291.
284 ..., ESTÉTICA '"
Quizá sea Malevich el autor que conceptualmente termina con las pers-
pectivas abstractas de la obra, de ahí en adelante, lo demás serán versiones
de la radicalidad del pintor ruso. Hay dos cuadros significativos: Cuadro ne-
gro sobre fondo blanco (1913) y, especialmente, Cuadro blanco sobre fondo negro
(1918). En ellos, al autor, de forma transparente Y clara, muestra la impo-
sibilidad de significado, representatividad y expresión de la obra de arte.
Contra la teoría de Gadamer de la general equivocidad del autor sobre
su propia obra, el caso de Malevich nos enseña todo lo contrario. La agude-
za filosófica con la que se refiere a su obra y a la de sus contemporáneos
sigue siendo apenas repetida por la mayoría de los teóricos de princi-
pios del siglo XXI. Dice respecto a la sutil destrucción del objeto: como en
las obras de Braque, en el trabajo de Picasso existe lila misma simplifica-
ción, la misma unidad y el mismo esfuerzo por dibujar todos los elementos
del cuadro en un estilo y formal denominador. En el mismo sentido todas las
gradaciones espaciales son puestas en el primer plano para unificar todo
dentro de un plano, dentro de un nivel".7 El cuadro, entonces, enmudece
y, como bien señala Gadamer, se abjura del sentido posible. El recurso, más
que la simplificación a la que tenderá el mismo Malevich y Mondrian en
sus periodos posteriores, es la destrucción de la perspectiva y de la estabi-
lidad del objeto. Como señala Gadamer, no es casual que la víctima por
excelencia del cubismo haya sido la guitarra y, en general, los instrumen-
tos de cuerda. Trazarlos en una representación analítica de sus elementos
era demostrar la imposibilidad de que en ellos yaciera una esencia. Un
instrumento que tiene como fin producir armonías a través de la capaci-
dad auditiva, es vista y, por este sólo hecho, se deconstruye y pierde cual-
quier significado y referencialidad con el sentido.
Ahora, no obstante, esta tesis que permea a la crítica europea y usa-
mericana sobre la obra de arte, no puede alcanzar al arte no occidental.
Una segunda revaloración de muchas tendencias abstractas -piénsese por
ejemplo en Gauguin, en Picasso y sin duda en Kandinsky- muestra que hay
un intento de regresar a un simbolismo elemental, un anhelo por repro-
ducir las formas de vida de las comunidades que no han hecho la división
entre cultura y naturaleza.
eso parece ser válido desde siempre, en cuanto que toda obra de arte, tam-
bién en este mundo nuestro que se va transformando cada vez más en
algo serial y uniforme, sigue testimoniando la fuerza del orden testimonial
que constituye la realidad de nuestra vida. En la obra de arte acontece de
modo paradigmático lo que todos hacemos al existir: construir perma-
nentemente el mundo. En medio de las ruinas del mundo de lo habitual
y lo familiar, la obra de arte se yergue como una prenda de orden; y acaso
todas las fuerzas del guardar y del conservar, las fuerzas que soportan la
cultura humana, descansen sobre eso que nos sale al paso de un modo
ejemplar en el hacer del artista y en la experiencia del arte: que una y
otra vez volvemos a ordenar lo que se nos desmorona. 8
Del mismo modo que domina nuestra vida, la construcción racional quiere
hacerse también un espacio en el trabajo constructivo del artista plástico,
y precisamente en eso estriba el que su creación tenga algo de experimen-
to: se asemeja a la serie de ensayos que consigue nuevos datos por medio
de preguntas planteadas artificiosamente, y busca a partir de ellos una
respuesta. 10
9 Ibid., p. 82.
10 Ibid., p. 242.
'" CARLOS OLIVA MENDOZA CQc 287