Musset Lucien. Las Invasiones. Las Oleadas Barbaras PDF
Musset Lucien. Las Invasiones. Las Oleadas Barbaras PDF
Musset Lucien. Las Invasiones. Las Oleadas Barbaras PDF
Las Invasiones
las oleadas germánicas
NUEVA CLIO
la historia y sus problem as
Las Invasiones
las oleadas germánicas
Lucien Musset
Profesor de la Facultad de Letras
y C ie n c ia s h um an as de Caen
EDITORIAL LABOR, S. A.
Calabria, 235-239 ; BARCELONA-15
1973
Traducción por
ORIOL DURÁN
Con 5 mapas
índice de m apas........................................................................................................ xm
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
XI
Págs.
.
3. Los invasores ................................. ...................... 163
4. La defensa y las víctimas ........................................................ 169
5. ¿Existió una oposición ideológica entre bárbaros y roma
nos? 174
6. Problemas de poblamiento ........................................................ 180
7. Problemas de civilización ........................................................ 188
8. Problemas de instituciones ............................................... ' . . . 195
Notas del Capítulo Primero .................................................................................. .. 203
Capítulo II. Aspectos locales .......................................................................... 210
1. El mundo mediterráneo ..................................................... ‘210
2. Galia .................................................................................... 215
3. El mundo atlántico ........................................................... 220
Notas del Capítulo II .......................................................................... .................... 226
C onclusión general ....................................................■ . . . . , ............... .............................. 230
TERCERA PARTE
DOCUMENTACIÓN
XII
Indice de mapas
P a gs.
XIII
Abreviaturas
XV
PRIMERA PARTE
ESTADO ACTUAL
DE NUESTROS CONOCIMIENTOS
I n t r o d u c c ió n
3
empresas de piratería que la prolongaron en el mundo mediterráneo
hasta más allá del siglo xi. Y, casi inmeditamente, se añadieron dos
movimientos más.al avance islámico: el de los vikingos (que empezó,
en su forma definitiva, hacia 790, y se prolongó, sin interrupción apa
rente, hasta .1066 por lo menos) y el de los húngaros (que poco más o
menos cubrió el período 875-955). Incluso es bastante arbitrario no
señalar, como última oleada de las grandes invasiones, la conquista
mongol del siglo xin, que alcanzó a Rusia en 1237 y a Hungría en 1241 ;
pero como apenas afectó a la Europa occidental, centro principal de
nuestras preocupaciones, terminaremos esta investigación, en otro vo:
lumen, hacia mediados del siglo xi.
Esta tempestad de siete u ocho siglos agitó pueblos extraordinaria
mente variados. El juego de interacciones es tan complejo que pocas
veces es posible decir quién es el primer responsable de cada movi
miento. La oleada de los siglos iv y V hizo avanzar sobre todo a ger
manos; pero los turcos (los hunos) desempeñaron un papel decisivo
en su desencadenamiento; también se mezclaron en ella iranios (los
alanos) y celtas (los escotos). La del siglo vi impulsó hacia el oeste,
indistintamente, a germanos (los lombardos), asiáticos (los ávaros) y
una masa de eslavos. La del siglo IX concierne — aunque en zonas a
menudo separadas— a escandinavos, árabes,1bereberes, ugrofineses, tur
cos... ; Por tanto el estudio más bien debe ser realizado por grandes
períodos cronológicos que por grupos étnicos/
Un movimiento tan prolongado y tan complejo sólo puede tener
causas múltiples. En cada gran oleada, cabe reconocer algunos factores
comunes. La debilidad del Bajo Imperio, en el siglo v, el fracaso de
la reconquista de Justiniano, a finales del vi, la decadencia del imperio
carolingio, a finales del IX, son los más evidentes. Pero, ¿puede, ser
satisfactoria una explicación de las invasiones siempre dada por los
invadidos y nunca por los invasores? Por otra parte, es imposible,
incluso para un pueblo tan original como son los hunos, atribuir su
migración a una sola causa. ¿Fueron lanzados hacia el oeste por la
política china en la Alta Asia?, ¿atraídos hacia el oeste por la mayor
riqueza de las estepas occidentales, las de la «tierra negra»?, ¿impul
sados por la amenaza a su retaguardia por parte de otros jinetes nó
madas?, ¿o, simplemente, movidos por el afán de botín? Seguramente,
todo esto a la vez. Por eso creemos prudente rechazar desde un principio
todos los intentos globales de explicación: el sistema simplista adoptado
por los clérigos de la Edad Media, que lo atribuía todo a la poligamia
(erróneamente considerada como un factor de expansión demográfica)
y al odio al nombre cristiano, o los sistemas, más modernos, que buscan
la causa de todas las migraciones en las relaciones del mundo chino
con sus vecinos o en las pulsaciones climáticas.^
4
Los fenómenos de invasion son, por esencia, difíciles de conocer.
El trastorno general no favorece la redacción de notas históricas; las
perturbaciones se traducen en destrucciones de documentos; los desas
tres son exagerados y los vencidos muestran una tendencia natural a
explicar el éxito del adversario por su irresistible superioridad nu
mérica; el pánico favorece la proliferación de los relatos más extra
ordinarios, especialmente los de traición. Además, durante la Alta
Edad Media, después de la adopción del cristianismo, las mejores men
tes tienden a ver en los acontecimientos históricos sólo un reflejo, me
ramente secundario, de los designios profundos de la divinidad, los
únicos que merecen atención. Como quiera que, por otra parte, han
heredado de la Antigüedad un desprecio absoluto ’ por nociones que
ahora nos parecen esenciales — tales como la lengua o la «naciona
lidad» exacta de los bárbaros— se comprende el carácter a menudo
decepcionante de las informaciones que nos transmite la historiografía.
Recordemos, finalmente, que después del siglo v, todo escrito procede
de una fuente eclesiástica. Voluntariamente o no, todos los hechos son
apreciados con relación a la Iglesia y a los clérigos: por eso los bár
baros arríanos fueron sistemáticamente despreciados, mientras que se
exaltaba a los católicos francos.
Será preciso tener siempre bien presentes estos límites estrechos ν
a menudo irritantes que confinan nuestros conocimientos. Incluso el re
currir con frecuencia a las ciencias auxiliares apenas permite eludirlos.
Por tanto, muchas cuestiones quedarán sin respuesta cierta.
5
C a p ít u l o p r im e r o
A. El m undo g e rm á n ic o
6
Los autores latinos propusieron diversas clasificaciones de los ger
manos. La de Plinio es topográfica. Distingue 5 grupos: vandüi (que
comprenden los burgundiones, los varini, los charini y ios guiones),
ingvaeones (que comprenden los cimbri, los teutones y los chauci) ,
isthaeones (un solo pueblo de nombre deformado, los sicambrios sin
duda), hermiones (que comprenden los suebi, los hermunduri, los chatti
y los cherusci), y por último los peucini o basternae. La de Tácito
adopta la forma, tan cara a la historiografía antigua, de una genea
logía mítica. Hace remontar los germanos a un progenitor común,
Mannus («hom bre»), y a sus tres hijos, antepasados de los ingaevon.es
cercanos al océano, los herminones y los istaevones. Pero dado que la,
verdadera unidad germánica es de orden lingüístico, tomaremos de los
estudios de los lingüistas las bases de una clasificación racional de los
pueblos germánicos actuales o desaparecidos.
Desde el nacimiento de la gramática comparada, a comienzos del
siglo XIX, el cuadro corrientemente admitido es tripartito:
7
primitiva con cierta civilización de la última fase de la edad del Bronce,
que, a partir de un núcleo en la Escandinavia meridional4, comienza
a emigrar hacía la costa entre el Oder y el Weser. Luego sigue la ex
tensión de está civilización a través de la gran llanura europea: hacia
el año 1000 a. de J. C., alcanza desde el Ems hasta la Pomerania
central; hacia el año 800 comprende desde la Westfalia por el oeste
al Vístula por el este; hacia el año 500 llega hasta el curso inferior del
Rin, Turingiâ y la Baja Silesia.
Todo esto es muy discutible; pero es cierto que, desde el siglo V al
siglo vil antes de nuestra era, durante la época de LaTéne, el avance
germánico hacia el sur fue frenado por la expansión celta. Los galos,
dueños de la Europa central durante algún tiempo, gozaron de un
prestigio tal que sus instituciones fueron imitadas por los germanos
hasta en Escandinavia. Este obstáculo céltico se derrumbó en el transcurso
de los últimos siglos antes de nuestra era, sin duda porque los galos
habían ido demasiado de prisa y habían llegado demasiado lejos para
poder afianzarse en estas regiones. Los germanos establecieron contacto
con los mediterráneos primero por el éste (bastarnos), luego por el
oeste (cimbrios y teutones), y por último por el centro. La conquista
romana puso en seguida límites a su expansión, primero por el oeste
(conquista de la Galia en 58-51 a. de J. C.) y luego en el sur (organi
zación de las provincias de Recia y de Nórica en 16-15 a. de J. C.) ;
sólo pudo continuar algún tiempo la expansión hacia el este a través
de los espacios mal delimitados del istmo formado entre el Báltico y
el mar Negro.
A partir del siglo III antes de nuestra era — y quizás antes— el
mundo germánico estuvo afectado constantemente por pulsaciones mi
gratorias, de ritmo primero lento, y luego cada vez más precipitado.
Los historiadores contemporáneos ya lo advirtieron ; recuérdese la fórmu
la lapidaria del godo Jordanes : Scandza insula, quasi officina gentium
aut certe velut vagina nationum (Getica, IV, 25). Como casi siempre
ocurre en esos casos, es imposible atribuir el fenómeno a causas simples.
Sin duda hacia mediados del último milenio antes de nuestra era se
produjo un empeoramiento climático en Escandinavia y .las regiones
bálticas, pero no tuvo por aué provocar necesariamente la emigración.
No se dispone de ninguna señal de superpoblación; al contrario, los
últimos siglos antes de nuestra era figuran, en lo que se refiere a Dina
marca, entre los más pobres en hallazgos. ¿Hay que confiar en explica
ciones sociológicas? Los germanos conocieron el ver sacrum, que obli
gaba a los jóvenes de cada generación a buscar fortuna en el exterior por
las armas. ¿O simplemente se trata de un deseo general de aventura
y botín? Sin duda nunca se sabrá.
8
La primera oleada afecta a pueblos poco conocidos, aún con bastantes i
influencias célticas, que se mueven con extraordinaria libertad a través
de una Europa aparentemente poco poblada 5.
» La migración de los bastarnos y el comienzo de la odisea de los
cimbrios ilustran una primera dirección de la expansión germánica:
el desplazamiento hacia el sudeste, desde Escandinavia hasta la costa
meridional del Báltico, luego desde aquí hacia Ucrania y las estepas.
Detrás de los bastarnos, a cierta distancia, los godos siguieron palmo
a palmo la misma ruta; después de ellos, vándalos y burgundios reco
rrieron sus primeras etapas.
El final de la expedición de los cimbrios inaugura una segunda^
dirección, hacia el sudoeste, cuyo mejor exponente es Ariovisto, en el
año 58 antes de nuestra era. Sa trataba de ganar terreno en la Europa
central a costa de los celtas, entonces en plena decadencia, v también
de los pobladores de la Galia, que fueron preservados por su sumisión
a Roma 6. El límite meridional del poblamiento germánico, en la época
de Augusto, alcanzó de este modo el Danubio a lo largo de todo su
curso hasta la cuenca panónica.
El período siguiente se caracterizó, hasta Marco Aurelio, por una/
relativa estabilidad. No porque los germanos hubiesen dejado de despla
zarse: se observan, especialmente hacia el este, constantes movimientos,
que renuevan a los adversarios de Roma a lo largo del limes a medida
que se agotan en la lucha contra las legiones. Pero la muralla fue sufi
cientemente fuerte y los contraataques lo bastante frecuentes para im
pedir que ganaran terreno. Merced a esta estabilización, penetraron en
el mundo germánico · influencias llegadas del sur.'Muchos germanos
^sirvieroi) como auxiliares en los ejércitos ro m a jic^ d o n ^ ^
un barniz de latinidad, como el bátavo Civilis y el querusco Arminios ;
esa influencia alcanzó hasta los escandinavos. Se establecieron contactos.
Los hallazgos arqueológicos jalonan grandes rutas comerciales: una,
de Aquilea al Báltico, atravesaba el limes en Carnuntum (aguas arriba
de Bratislava) ; otra, que venía desde la Galia a través de Westfalia,
llevaba hasta la costa del ámbar, de la Jutlandia occidental VLas clases
ricas de Germania adoptaron ciertos modos del lujo romano. Por último,
en el siglo II nació, sin duda en Dinamarca, una escritura alfabética
de origen mediterráneo, el rúnico; sin prestar nunca grandes servicios
a la vida intelectual, subsistió en el continente hasta el siglo vil, en
Inglaterra hasta el IX y en Escandinavia hasta el XV. Esta creación mani
fiesta cierta voluntad de colocar la civilización germánica al nivel del
mundo mediterráneo 8.
^ Esta calma relativa terminó definitivamente en la segunda mitad,
del siglo II de nuestra era, quizás a causa de una debilitación de las
defensas romanas, pero sin duda porque había aumentado la densidad
9
de población de la Alemania media, porque la presión sobre el limes
era más fuerte y, sobre todo, porque en el ala oriental del mundo
germánico la migración de los godos desencadenó una serie de reacciones
en cadena. Este gran despertar comenzó en el año 166: una doble
brecha permitió llegar a cuados y marcomanos hasta Vénelto, costo-
bocos y bastamos hasta Acaya e incluso Asia. Sólo fue una pequeña
llamarada, pero para colmatar las brechas se precisó una encarnizada
guerra.
* Hacia mediados del siglo m se produce un nuevo paroxismo: el
limes de la Germania superior cae en el año 254; hacia 259 se produce
un fuerte avance bárbaro en Bélgica, y entre 268 y 278 es devastado
todo el interior de la Galia y algunas bandas penetran hasta España.
Sucumbe una parte de las ciudades, y las demás se rodean de estrechas
murallas, levantadas a menudo con las ruinas del suburbium, y las
villae arden por centenares: es la peor catástrofe de la historia de la
Galia. Engendra una fisura sin duda más profunda que la de las
«grandes» ¡invasiones del siglo v 9. Los alamanes se lanzan sobre Italia
en 260 y 270, |luego los godos saquean por tierra y por mar1la Tracia,
Grecia y el Asia Menor de 258 a 269. Aureliano consigue restituir el
limes a su antiguo trazado, salvo en la Dacia, que fue abandonada a los
godos, y en la Galia, donde la recuperación no se completó hasta 278,
con Probo. Aún hubo,^otra irrupción catastrófica en la Galia durante
el reinado de Maximiano10. Por último, la brutal energía de Diocle-
ciano consiguió, tras una generación siniestra, cerrar el acceso al Imperio
a los germanos. Pero éstos ya habían visto a la vez su riqueza y sus
debilidades, y no lo olvidarían11.
• Del mismo modo que el siglo III está marcado por el fracaso repe
tido de las rupturas del limes, 'también lo está por una refundición
del mundo germánico. Las confederaciones, más culturales que políticas,
citadas por Plinio y Tácito, se han disgregado, y desde finales del
siglo it aparecen nuevas formaciones de carácter más militar. Los ribe
reños del mar del Norte renuncian al nombre de c,aucos por el de
sajones.* A comienzos del siglo T i l algunos pueblos de la Alemania
central se agrupan bajo el nombre de alamanes, y luego las tribus
opuestas al limes del curso inferior del Rin forman el pueblo de los
francos. En el siglo iv los turingios ocupan el lugar de los hermunduros.
-La evolución dura hasta el siglo V, fecha en que nace la última de estas
agrupaciones, la de los bávaros.« Simultáneamente, movimientos con
fusos transforman la Escandinavia meridional; las antiguas tribus de
Jutlandia (cimbrios, teutones, carudos) han desaparecido, los hérulos
de las islas danesas emigran y sobre sus ruinas aparecen los iutos
v los daneses. Por último, los germanos del mar del Norte descubren
su vocación marítima; desde el año .285 aproximadamente, todas las
10
orillas de la Galia, de la Bretaña e incluso del norte de España son
infestadas por piratas llegados de la Alemania y la Dinamarca actuales.
De este modo el mundo germánico adquiere la fisonomía que presenta
en la época de las grandes migraciones.
»■ Desde esta época la civilización de los germanos es compleja y
variada. Germanos de las estepas (los godos y sus vecinos), germanos
de los bosques (la mayor parte de los de la actual Alemania) y ger
manos del mar. (sajones y frisones, daneses, etc.) tienen géneros de vida
muy distintos. Nos atendremos, por tanto, a los rasgos más generales
(a veces comunes a los germanos y a otros pueblos asociados a su des
tino, como los alanos).
« Hacia el siglo v las lenguas germánicas ya están lo bastante diver
sificadas para no permitir una intercomprensión general. Sólo, dos co
mienzan a fijarse en una tradición escrita. El nórdico se escribe en
runas, a escala restringida (los germanos del continente no adoptaron
el rúnico, tímidamente, hasta el siglo v i ).‘ El gótico se convirtió súbita
mente, bajo el impulso de un hombre extraordinario, el obispo arriano
Ulfila (hacia 311-383), en una lengua literaria, aplicada primero a la
traducción del Nuevo Testamento; dotado de un alfabeto inspirado
en el griego, se afirmó como parejo a las grandes lenguas de la cultura,
aunque luego pereció sin posteridad hacia finales del siglo vi. Los
demás dialectos debieron abrirse solos, lentamente y con muchos des
perdicios, el camino que los conduciría a la condición de lengua lite
raria 12.
’ A falta de coherencia lingüística, ¿hay unidad religiosa? El problema?
es casi insoluble: ignoramos los cultos de algunos pueblos esenciales*
(como los godos) y las fuentes faltan casi por completo entre Tácito
y la era de las misiones cristianas. Se cree que existió un panteón^
común, formado por varias, capas cronológicas; en cuanto a la mito
logía, sólo se conoce la version escandinava, pasada a la escritura en
el siglo XIII (Edda en verso, comentada por la Edda en prosa del islandés
Snorri Sturluson). Las grandes figuras divinas son *Wóthanaz (al. Wotán,
y nórd. Odín), dios de la magia y de la victoria; *Tiuz (Ziu, Tyr),
dios del derecho y de las asambleas; *Thunraz (Donnar, Thor), dios del
trueno, y, por último, las divinidades de la guerra y de la fecundidad,
Niordhr íforma nórdica) que. seeún Tácito, era una diosa, Nerthus, v
Freyr con su paredra Freyja. ¿Cuál era su papel entre los invasores del
Imperio? El único testimonio patente es su incorporación a los nombres
de los días de la semana..." Se conocen muy pocos detalles del culto y del
ritual: el sacrificio en masa de las armas y los prisioneros tras una
victoria, por inmersión, como testimonian los relatos de la guerra de los
cimbrios y confirma la arqueología danesa; Jas procesiones con carros
sagrados; algunas prácticas adivinatorias o pippiciatorias. El paganismo
11
de los germanos meridionales en la víspera de las invasiones segura
mente es débil, casi delicuescente; su única resistencia al cristianismo
fue bajo forma de supersticiones populares. Al contrario sucede con
los sajones, los suecos y quizás los daneses, entre quienes se observa,
desde el siglo vm , un culto nacional y santuarios centrales, pero, ¿tuvo
este fenómeno mucha importancia ?. 13~
Aún sería más peligroso tratar a los germanos como unidad antro
pológica. Conocido es el retrato que los autores y escultores greco
rromanos hacían del bárbaro occidental : alto, rubio, rasgos acentuados,
expresión feroz, cuadro que ha pasado, de siglo en siglo, de los gálatas
de Asía a los galos de la Galia y de éstos, finalmente, a los germanos.
Estrabón, en un conocido pasaje, admite que entre galos y germanos
sólo existen matices, lo cual es, al menos, sospechoso 14. Los esqueletos
muestran ,una relativa homogeneidad del tipo dolicocéfalo — que nunca
es exclusivo— en Escandinavia, una variedad más acentuada en el sur
de Germania y un aumento de la dolicocefalia y de la talla en las zonas
conquistadas por los germanos durante las invasiones. No se puede decir
mucho más, salvo que algunos pueblos ósticos, principalmente los
burgundios, muestran señales poco dudosas de mestizaje con elementos
mongoloïdes. El uso de la cremación, muy extendido durante los pri
meros siglos de nuestra era, nos impide disponer de materiales para
los períodos más antiguos.
La vida económica Ira muy diversa. Todos los germanos practicaban
la- agricultura sedentaria, pero sajones y frisones, cuyas casas se alzan
sobre los cerros de la geest, en medio de una llanura húmeda, persistan
en la ganadería bovina. Los germanos del bosque verifican sobre tie
rra artigada un . cultivo más o menos intermitente, organizado* sin
duda colectivamente. Los de la estepa, sin ignorar las ciudades o el
cultivo, conceden gran importancia a la ganadería, especialmente equina.
El artesanado es mediocre en cuanto a la cerámica y, en menor grado,
en cuanto a los tejidos; pero puede realizar verdaderas obras maestras
en metalurgia y en orfebrería 15. Es significativo que muchas palabra?
relativas al comercio, los transportes y las medidas estén tomadas del
latín de las guarniciones (al. kaufen, dan. kebe, del lat. c a u p o al. Pferd,
del lat. paraveredus; dan. ore, del lat. aureus, etc.). Pese a la penetración
de monedas romanas, en cantidades inmensas, en Germania y en Escan
dinavia, nunca tuvieron un uso propiamente monetario; el patrón de
valor es aún el ganado o las barras y anillos de metal precioso. Ger
mania sigue refractaria a la vida urbana. Por tanto, existió un desfase
considerable entre uno y otro lado del limes germánico, prometedor
de grandes beneficios a los traficantes. !
La estructurá social en la época de la independencia sólp la cono
cemos a grandes rasgos. Hay muchos puntos dudosos, particularmente
12
la Existencia, en muchos pueblos, de una nobleza ajena a las familias
reales. La base de la sociedad estaba constituida por ios hombres libres,
los guerreros, cuya muerte implicaba la indemnización más elevada.
D elajo de los libres, que quizás no constituían una mayoría en todas
partes, existía una clase numerosa de «semilibres» — el término es dis
cutible— que, sin duda, tenían sus orígenes en poblaciones vencidas.
Por último había los esclavos, domésticos o dedicados al cultivo de las
tierras; a menudo eran cautivos. En el siglo iv, los ciudadanos romanos
trasplantados (como los antepasados capadocios del apóstol de los godos,
Ulfila) representan en algunos pueblos un papel considerable. Tantq
si el pueblo tiene una organización monárquica como «republicana»,
los objetivos fundamentales del Estado son de orden militar, y las
únicas subdivisiones sólidas son las del ejército. La argamasa de
jerarquía social es una institución esencialmente guerrera, el séquito
(lat. comitatus, al. Gefolgschafi), que a los jefes une grupos de jóvenes
guerreros que han prestado juramento y cuya fidelidad ha sido pro
bada 16. ,
En tiempo de paz, los poderosos sólo tienen la autoridad que les
confiere su influencia social y el número de sus fieles; los reyes añaden
a la autoridad un prestigio religioso, pero el verdadero poder pertenece
a las asambleas locales de hombres libres (v. al. mahal, lat. mallus,
escand. thing), que se celebran periódicamente al aire libre. En tiempo
de guerra, en cambio, los jefes hereditarios o elegidos (lat. duces) gozan
de un poder casi absoluto,· con la condición· de respetar ciertos derechos
elementales (como el de los soldados sobre el botín). El mundo escan
dinavo, Sajonia y, hasta cierto punto, los reinos anglosajones, son fieles
al prirher tipo, el de la sociedad pacífica. La mayor parte de los Estados,
implantados en el territorio romano surgieron de la conquista, y por
tanto recuerdan más bien la estructura de un pueblo en armas. La mo
narquía merovingia, en la que el mallus desempeñaba un gran papel,
pero donde la autoridad del rey era considerable, se situaría en la con
junción de estos dos tipos 17.
Se ve fácilmente el abismo que separaba el mundo germánico d$
la sociedad romana : el primero, animado por un dinamismo singular,
pero únicamente rural, casi analfabeto, sin verdadera organización es
tatal; la segunda, un poco decrépita, fundada en las ciudades y el
derecho escrito, y sometida, a partir de Diocleciano, a la aplastante
autoridad de una burocracia totalitaria.
La sociedad germánica del siglo v representaba la continuación de
un tipo que los romanos habían hallado y destruido hacia comienzos
de nuestra ;era en la Galia, en Bretaña y en las regiones danubianas,
más arcaica y rudimentaria que las sabias realizaciones heredadas por
Roma del mundo grecooriental. El desquite militar de los germanos
13
sobre Roma significó, por tanto, cierto retroceso, un regreso a un pa
sado ya considerado caduco. Sobre todo, el contacto de dos civilizaciones
tan distintas obligó a una renovación general de los cuadros sociales.
De este episodio decisivo surgió la Edad Media europea.
B. E l t r a s f o n d o a s i á t i c o y e l m undo d e l a s e s t e p a s
14
numerosos textos evocan contactos entre bastarnos, por una parte, y
sármatas y roxolanos, por otra; en el siglo IV aparecen pruebas de
matrimonios entre alanos y godos. Los iraníes, que tienen una civili-,
zación más avanzada y, Tsobre todo más adaptada a un medio en que los
germanos son novicios, les han transmitido numerosos elementos de
cultura : combate a caballo, vestido (el vestido de piel de los reyes godos
parece de tipo iraní) y principalmente el famoso «arte de las estepas»,
cuyas raíces son sármatas y sasánidas.
Esta coexistencia parecía bastante estable cuando el equilibrio del
mundo de las estepas fue roto por la llegada de un nuevo grupo de
nómadas, que avanzaría durante siete u ocho siglos : los turcos y sus
satélites, cuya vanguardia está representada por los hunos.
La primera mención de los hunos se halla en la Geografía de To-
lomeo, terminada en el año 172 de nuestra era: cita los Xovvoi en la
estepa situada al norte del Cáucaso, no muy lejos de los roxolanos y
los bastarnos, sin duda entre el Manich y el Kubán. Luego ya no se
oye hablar de ellos hasta un poco después de su imprevisto triunfo
sobre los alanos y los godos (374-375), que para el mundo romano fue
como un rayo: Amiano Marcelino cita la Hunnorum gens, monumentis
veteribus leviter nota, y luego habla de repentinus impetus, subita pro
cella. Desde el año 378, establecen coiitacto con los ejércitos romanos
en la Tracia. A l mismo tiempo, unas tribus homónimas, y sin duda
idénticas, irrumpen en el Irán septentrional y oriental: los hunos
blancos (heftalitas), citados por vez primera en el año 390; se instalaron
en Bactriana y en Sogdiana, en el siglo V, y luego conquistaron el
noroeste de la India, donde su reino duró hasta el año 650 aproxima
damente 19.
¿Quiénes son estos hunos? En general se les asigna un origen turco,
pero los argumentos no son absolutamente decisivos. En todo caso, se
trata de un pueblo nómada de rasgos acentuados y de costumbres origi
nales. Llevan la cabeza rapada, practican la deformación craneal, matan
a sus ancianos, incineran a sus muertos y hacen su aparición en el Medite
rráneo como la encarnación misma de la fiereza y la barbarie. Quizás
presentan una fisonomía mongólica, pero existe la duda. ¿Poseen un
árte? Si se le atribuye los bronces del Ordos, las sepulturas de Mi-
nussinsk y de Pazirik al pie del Altai, prototipos del «arte de las estepas»,
sí; si estas obras se asignan a los hiong-nu, pueblo europoide que sometió
una parte de la China del Norte durante los siglos anteriores a nuestra
era, no. En todo caso, los hunos participan en la civilización de las
estepas y desempeñan un papel notable en su difusión hacia el Oeste.
Su carrera europea comienza con un golpe maestro. En 374-375 el
rey huno se lanza, en Ucrania, sobre los godos del rey Ermanarico que,
vencido, se suicida. Los hunos invierten unos veinte años en explotar
15
su victoria. Hacia 396 han ocupado las llanuras de la actual Rumania,
y desembocan en la cuenca panónica ; algunos años más tarde, la potencia
húnica se extiende desde los Alpes orientales hasta el mar Negro, y
con los reyes Uldin y Mundziuch se forma un Estado más o menos
(digno de este nombre.
Tras la irrupción huna, de momento sólo se manifestaron pobla
ciones secundarias de origen turco : los sabiros, que llegaron de Siberia
a finales del siglo v, se instalaron en el norte del Cáucaso y guerrearon
hasta finales del siglo VI contra los bizantinos situados al este del mar
Negro; los uguros, qué, empujados por los sabiros, abandonaron la
estepa del río Ural por la del Volga, y que luego, a finales del siglo vi,
efectuaron algunas incursiones por los Balcanes antes de contribuir
a la formación del pueblo búlgaro en el siglo vil, y del pueblo húngaro
en el siglo v ín ; por último los paleoturcos, que, sin rebasar el Volga,
en el siglo VI mantuvieron relaciones continuas con Bizancio. Ninguno
de ellos desempeñó un papel apreciable en la historia europea. Pero
tras ellos aparecieron inmediatamente, hacia 461, los primeros ávaros,
que surgieron en el horizonte de los historiógrafos de Constantinopla.
Ocuparían el primer plano de la escena durante tres siglos aproxi
madamente 20.
El papel de los ávaros en Europa se inicia en 558: empujados por
los turcos, piden tierras a Justiniano, que se las niega. Desde 561-562
alcanzan el Danubio; en 567 comienzan a establecerse en la cuenca
panónica, vacante desde la ruina de los hunos, al tiempo que exploran
el interior de los Balcanes y amenazan de paso a Bizancio. Tras un
siglo de esfuerzos contra el Imperio de Oriente, se dirigen hacia occi
dente a mediados del siglo v il; sus luchas contra los francos duraron
hasta la época de Carlomagno. Más sólido y mejor organizado que el de
los hunos, su Estado ha tenido una influencia notable en la historia
de Europa. Esta influencia se manifiesta ante todo por la ruptura del
gran itinerario comercial del Adriático al Danubio medio y al Báltico,
uno de los ejes de la Europa antigua.
Detrás de los ávaros venían unos grupos compactos de turcos. Son
ante todo los búlgaros, citados por vez primera en 482 en Ucrania,
pero que en realidad no aparecen en escena hasta 680, cuando, al mando
del jagán Asparuch, atravesaron el Danubio y ocuparon la Mesia. Una
parte del pueblo no siguió el movimiento y permaneció en el Volga
medio hasta el siglo X II, donde fue arrinconada poco a poco hacia los
bosques por tribus más afortunadas. En su migración, los búlgaros reco
gieron los restos de muchos movimientos anteriores, especialmente de
los oguros.
I.uego vienen los jázaros, avistados hacia el año 626 al norte del
Irán y que en seguida se fijaron entre el Cáucaso, el mar de Azov, el
16
Don y el Volga medio y, por último, el Ural. No se movieron hasta
su desaparición, a finales del siglo X, bajo los golpes de los rusos y de
los pechenegos.
En esta marea turca, la irrupción de los magiares, en su mayoría ;
ugrofineses, representó un interludio, que abarcó desde el siglo vm
hasta el X. Luego llegaron más turcos: los pechenegos (siglos i x - x i ) ,
cuyo relevo tomaron los cumanos (siglos x i - x i i i ) . El alud mongol
del siglo XIII aún es, en cierto sentido, una continuación de este mismo
movimiento; su último recrudecimiento lo constituirá la llegada de los
calmucos, en el siglo x v í i , a la estepa situada al oeste del Bajo Volga.
Por tanto, durante un milenio y medio las estepas vieron cómo se
sucedían las oleadas llegadas del este, con una escenificación monótona.
En la región de las estepas aparecen pueblos, que vienen de alguna
parte que no se conoce demasiado, situada hacia el Oriente. Insignifi
cantes primero, en seguida forman una bola de nieve y penetran en
dirección al oesíe. Si no consiguen conquistar algún sector bien delimi
tado de la llanura, en contacto con sedentarios que podrán explotar,
su carrera es muy breve. En caso contrario, la carrera se extiende a lo
largo de tres, cinco o hasta diez generaciones. Forman un Estado más
o menos sólido, alcanzan cierta prosperidad, que crea envidiosos; éstos
acuden del este para destruirlo todo, y el pueblo ayer potente se desva
nece aún más aprisa de lo que había aparecido. Sólo los magiares pu
dieron escapar a este círculo vicioso. ¿Cómo explicar esta repetición,
estos nacimientos rápidos, estas muertes súbitas?
Ante todo, porque nuestras fuentes proporcionan la historia de los
nombres étnicos más que la de los hombres. En torno a un pueblo
victorioso se aglomeran elementos llegados de todas partes: de aquí
estas generaciones espontáneas. Cuando un pueblo fracasa, lo pierde
todo, incluso el nombre. Y el prestigio del nombre es tal que a veces
se usa de él abusivamente (como ocurre sin duda con la historia de los
ávaros y, para algunos autores, también con la de los hunos). A menudo,
los hombres permanecen, esperan que cambíe la fortuna, y en seguida
entran en otra combinación. De este modo pueden establecerle sucesi
vamente y con los mismos materiales muchos Imperios, que nos parecen
muy distintos porque sólo nos citan los clanes dirigentes, que en efecto
cambian. Las mismas designaciones lingüísticas tampoco deben sobre-
valorarse: muchas de estas confederaciones efímeras son plurilingües
(como lo serán los Estados gengisjánidas del siglo x m ), v el nombre
del pueblo a menudo subsiste cuando todo su contenido ha cambiado,
comprendida la lengua (tal es la historia de los búlgaros, convertidos
de turcos en eslavos).
No hay que negar, sin embargo, la realidad y amplitud de las migraciones,
Aparecen ligadas a un resurgimiento del nomadismo que afecta, entre los siglos v
17
v Xi, no sólo a las estepas frías, sino también a los desiertos subtropicales del
antiguo mundo (irrupciones árabe y seldjúcida, renacimiento del nomadismo be
réber en África del Norte). ¿Se trata de una pulsación climática? La hipótesis
es seductora, pero ia climatología histórica aún está en su infancia. Para África,
los historiadores se mantienen escépticos; rusos y húngaros creen en esta motivación
más que en otras para explicar los movimientos de los ávaros y de los magiares. En
cualquier caso, la interrupción de las migraciones hacia el Oeste es resultado en
general de una sedentarización en regiones semihúmedas. Como sea que se precisa
diez veces más espacio para mantener un jinete en la estepa que un campesino en
su tierra, las oleadas humanas pueden terminar una tras otra en la llanura panónica
y sumarse sin crear una superpoblación.
2. El lado de Roma
No hay necesidad de recomponer el cuadro del Bajo Imperio al
final de su decadencia. En otro lugar se ha estudiado cómo se edificó
y arruinó este Estado totalitario, casi constantemente sometido a un régi
men de excepción, que por medios feroces permitía la supervivencia
de una clase dirigente limitada, formada por senadores letrados y rudos
oficiales. Se vio cómo la Iglesia católica conquistaba una situación
dominante en este Estado, aceptando los límites que le indicaba el poder
civil. Se vio también la degradación de la vida económica en Occidente
mientras Oriente gozaba de prosperidad24. Sólo recordaremos los des
18
tinos de dos instituciones, el ejército y el imperio, para mostrar cómo su
descomposición preparó el triunfo de los bárbaros.
A. L a s m o d a l id a d e s d e l a r e s i s t e n c i a r o m a n a
Atacado por todas sus fronteras, el mundo romano tuvo que resig
narse a reformas militares que, por lo demás, qonocemos mal. Nuestra
fuente fundamental, La Notitia dignitatum (h. 428-430), es un conjunto
de documentos dispares, que sin duda representan para Oriente el ejército
de Dioeleciano, para la mayor parte de Occidente el de Constantino,
y para la frontera del Rin quizás el de Juliano 25. Este documento
muestra que a una defensa lineal, pegada a las orillas del Rin y del
Danubio, se prefirió cada vez más, en el siglo iv, un conjunto de ejércitos
de campaña, a las órdenes inmediatas del príncipe o ; de [ios jjefes
de la milicia, capaces de intervenir rápidamente en los puntos amena
zados. Entre estas dos formas de defensa, el gobierno seguramente nunca
realizó una elección consciente; los acontecimientos se encargaron de
ello. Aunque efectivos importantes permanecieron mucho tiempo junto
al limes o a su equiválente costero, el litus saxonicum de la Galia y de
Bretaña, parece ser que se trataba de tropas de segunda línea. De hecho,
en el siglo v no se libró ninguna batalla decisiva en la frontera misma
o en la costa. Las regiones que para su protección sólo disponían de
ripenses o de limitanei, fueron sacrificadas, como ocurrió, por ejemplo,
con Bretaña después del año 470, o con la Nórica.
-' 'La defensa sólo presentó mordiente y eficacia en los lugares en que
se hallaban estacionados los ejércitos de intervención.: Su utilización
sin duda era onerosa para las provincias: las más de las vjíces no se
desplegaban hasta que el enemigo había penetrado profundamente en
el territorio romano — por tanto ya los daños eran considerables— ,
y como sea que muchas veces estaban formados por los más feroces
bárbaros — Aecio, por ejemplo, sintió gran predilección por los alanos
y los hunos— ,|su proximidad realmente no resultaba cómoda. Pero su
valor militar y político no puede dar lugar a dudas.. A véces consi
guieron verdaderos triunfos, como en el año 451 frente a Atila, y nunca
traicionaron a Roma. La mayor parte sobrevivieron al propio Imperio,
Uno de los más importantes se encontraba en el norte de la Galia;
fue dirigido sucesivamente por Aecio, el conde Paulo, Egidio y Siagrio.
Abandonado a su suerte tras la muerte de Mayoriano, en el año 461,
se mantuvo aislado 25 años, hasta la victoria de Clodoveo en 486. Su
cuartel general se encontraba entonces en Soissons. En el norte de
Italia, entre Milán y Rávena, a orillas del Isonzo, se hallaba otro ejército,
dirigido por Rieimero hasta 472, luego por Orestee y finalmente por
Odoacro, que de hecho no desapareció hasta que Teodorico se apoderó
19
de Rávena en 493, Un tercer ejército, menos importante, restos del
ejército del Danubio, se había replegado en Dalmacia; desde 454 hasta
481, su autonomía fue casi completa bajo Marcelino y su sobrino Julio
Nepote (efímero emperador en 474-475) ; después se dividió entre la
obediencia a Odoacro y la ; obediencia ' al Imperio de Oriente. Bretaña
había perdido su pequeño ejército de campaña en 407, cuando el usur
pador Constantino III lo había llevado consigo al continente. El ejército
de África seguramente perdió su cuerpo de batalla antes de finales del
siglo IV. España nunca tuvo ejército.
r La localización de estos ejércitos explica ciertas supervivencias de la romanidad,
especialmente en Dalmacia y en el norte de la Galia. Es un hecho capital el que
desde sus primeros pasos el reino merovingio incorporara uno de los últimos y
más sólidos bastiones de la defensa romana; su orientación quedó fijada de forma
decisiva. El germanismo sólo realizó conquistas piofundas más allá del radio de
acción de estos ejércitos.
20
que fueron más o menos deliberadamente abandonadas, eran tan nece
sarias para su prosperidad como los núcleos centrales, que fueron defen
didos hasta el final. Cuando la autoridad imperial sólo se ejerció en
realidad sobre cuatro o cinco sectores mal intercomunicados, es decir a
partir de 405-410, el Imperio quedó herido de muerte 2T.
B. L a d e s c o m p o s i c ió n d e l I m p e r io e n O c c id e n t e . O d o a c r o
21
De derecho, el Imperio no desapareció,; Cuando el ejército «romano»
de Italia se sublevó, reclamando tierras, bajo la dirección de Odoacro,
y cuando fue destituido el último emperador, el niño Rómulo Augústulo
(4 sep. 476), se produjo una simple reunificación del Imperio en bene
ficio del príncipe con sede en Gonstantinopla, Zenón. A los ojos de
los romanos, Odoacro sólo era un patricio como Ricimero y Orestes 29.
Teodorico, su enemigo y sucesor, respetó la ficción de la autoridad
del emperador en Italia. Como quiera que la autoridad de un Glicerio
o de un Rómulo ya era ficticia, la transición de una a otra ficción fue,
sin duda, poco percibida 30.
¿De qué se componía este fantasma cuando se desvaneció? Hay
que distinguir entre las provincias. Bretaña, de hecho, estaba totalmente
perdida, y nadie mantenía la unión con Roma, aunque algunos jefes
celtas la alegaban cuando les convenía. En la Galia septentrional aún
existía un poder romano, el ejército de Siagrio; por lo demás, este
ejército no había reconocido ningún emperador desde 461. Aquitania,
sometida de hecho a los visigodos, vivía de derecho bajo un foedus
renovado en 453 o 454; pero^no se preocupaban mucho de las prerro
gativas imperiales. Las regiones del Ródano, sometidas a los burgundios,
aparentaban mayor respeto hacia ellas; el rey Gundebaldo tenía el
título de patricio desde 472. El sudeste de la Galia, ën cambio, perma
necía auténticamente romana, en torno al prefecto del pretorio instalado
en Arles y a numerosos aristócratas refugiados en la región. Por lo
demás, este islote se reducía rápidamente: la Auvernia, su bastión,
había capitulado ante los visigodos a finales de 475; Lyón, su mayor
ciudad, estaba ocupada por los burgundios (¿desde 4 7 2 ?). Sólo quedaba
Provenza. que Odoacro abandonó de hecho a los visigodos a partir
de 477 «Λ .
En España el único título jurídico de los visigodos era el foedus
de 4-53-54, que les encomendaba perseguir a los bagaudas en la Tarra
conense. Fue confirmado en 475 y 477 por Odoacro en nombre de los
emperadores; para las demás provincias sólo hubo ocupación sin título.
En Africa unos tratados de 485 y 442 regularizaron la situación de los
vándalos; Mauritania y Tripolitania fueron incluidas en 455. En Dal-
macia, Roma conservó derechos concretos hasta la desaparición de
Nepote, en 480; después el estatuto del país pasó a ser semejante
al de Italia. Recia, Nórica y Panonia, o por lo menos lo, que en ellas
quedaba de organizado, también siguieron la suerte de Italia hasta
después de 476.
Es decir que resistieron hasta el final cuatro reductos romanos:
las zonas de operaciones de los ejércitos de campaña y el «reducto
civil» del sudeste de la Galia. En el transcurso del último siglo habían
presenciado innumerables golpes de Estado* bajo el pretexto de sentar
22
en el trono a tal o cual pretendiente, pero en realidad para asegurar
el éxito momentáneo de una facción, generalmente respaldada por un
pueblo bárbaro. Rómulo Augústulo sucumbió en uno de estos golpes
de Estado, realizado de forma descubierta, sin pretexto imperial, en 476.
El Imperio fue derrocado desde el interior, y no sumergido por una
invasión.
Esta vez él beneficiario de la maniobra era un bárbaro. Su paso
al poder fue como una transición entre el gobierno romano y las sobe
ranías germánicas, a las que transmitió algunas de las soluciones que
había preparado. Odoacro (Odovacar) era sin duda un esciro 32 ; su
padre, Edica, había pertenecido al séquito de Atila, y había sido muerto
en 469 por Teodomero, el padre de Teodorico; su hermano mayor, Hun-
Wulf, había hecho una brillante carrera en Oriente. Había llegado a
Italia a la muerte de su padre, con otros refugiados esciros, y se había
convertido en guardia de corps de Antemio. Ignoramos por qué cua
lidades se impuso a las tropas que, el 23 de agosto de 476, lo eligieron
rey en Pavía.
El régimen que: inauguró, y que imitó de cerca su enemigo here
ditario Teodorico, constituye un curioso dualismo. Por una parte, Odoa
cro es rey, en virtud de su pertenencia a un linaje principesco y de la
elección de sus soldados; se hace llamar Odoacrius rex a.secas, pues
sus tropas están muy mezcladas33; por tanto no es una soberanía na
cional, sino una soberanía del ejército. Instala sus tropas en la Alta
Italia, alrededor de cuarteles generales (Rávena, Verona y Milán), los
distribuye entre los grandes dominios según las modalidades va fami
liares de la hospitalidad — la presencia de los bárbaros no llama la
atención, pues, mucho más que antes de 476— y ejerce sobre ellos una
autoridad directa. JPero, por otra parte, el patricio Odoacro, que al.
final de su administración adopta el gentilicio im perial/de Flavio,
gobierna como los últimos emperadores de Occidente, por medio de
las oficinas de Rávena y del Senado de Roma. La aristocracia, más,
interesada en la conservación de la tradición áulica y burocrática que
en la persona misma de un emperador, siempre se mantuvo leal y
' satisfecha34.
El soberano interviene sólo en los nombramientos militare*. se rodea,
de un séquito personal germánico y sigue siendo ario, pero respeta el
gobierno civil románo y mantiene relaciones satisfactorias con la Iglesia
católica. El régimen instaurado por este «destructor del Imperio» es,
por tanto, un compromiso conservador que defiende mejor los intereses
romanos que un emperador zaherido. Aporta la paz interior v exterior,
la promesa de apartar de Italia a los grandes pueblos bárbaros, infi
nitamente más voraces que las modestas tribus que forman el eiército
de Odoacro. El precio pagado fue el de algunos abandonos: cesión de
j 23
la Pruvenza a los godos en 477, evacuación de la Nórica en 488; la
opinion italiana no se sorprendió mucho de ello.
. Odoacro sólo se permitió excepciones a esta norma de prudencia
al final de su reinado, cuando Zenón lanzó contra él a los ostrogodos 35.
Esto no tuvo, consecuencias;. Odoacro murió el 15 de marzo de 493,
pero, más allá. ’de la tumba, legó a Italia su forma de gobierno, que
perduró hasta la reconquista de Justiniano y que sirvió de modelo a
la España reorganizada después de 507. Hérulos, esciros, rugios y
turcilinguos de Italia perecieron en la misma catástrofe que el soberano
que habían elegido, pero los godos recogieron los frutos de su obra.
NOTAS DEL CAPÍTULO PRIMERO
25
8. El origen del alfabeto rúnico (llamado futhark por el orden de sus primeros
signos) ha sido objeto de apasionadas discusiones. Actualmente se está más
o menos de acuerdo (¿por mucho tiempo?) en buscarlo en las escrituras nor-
ditáíicas, tal como eran en vísperas de la conquista romana. Los primeros
textos, muy breves, están grabados sobre armas v joyas del siglo m. Cf. M u s s e t
y.MossÉ, Introduction à la runologie [n.° 148].
9. Adoptamos las fechas de H. K oeth e , Zur Geschichte Galliens im 3. Viertel
des 3. Jahrhunderts. 32. Bericht der romisch-germanischen Kommission, 1942
(1950), mgs. 199-224.
10. Cf. finalmente Jean G rtcourt, Les événements de 289-292 en Gaule d’après
les trésors monétaires, REA, LYI, 1954. págs. 366-376.
11. Las crisis del siglo τττ se conocen casi exclusivamente por la arqueología y
la numismática. De ahí la incapacidad en que nos encontramos para discernir
los daños causados por invasiones terrestres e invasiones marítimas eri la Galia.
Los bárbaros seguramente no tuvieron más programa que saquear vivir
sobre'las regiones enemigas; ningún indicio reveía la intención de cre^ Es
tados; ni siquiera lo hicieron en la Dacia, donde fueron dueños del territorio.
Por tanto la Romania tuvo una gran suerte en no quedar sumergida h&. la un
sido o siglo y medio más tarde; mientras tanto los germanos pudieron con
cebir planes menos rudimentarios, y Roma, por su lado, pudo perfeccionar los
mecanismos de asimilación.
12. ΕΓ germánico occidental debe al gótico una parte de su vocabulario cristiano;
la cuestión de los términos políticos tomados del gótico es muy discutida.
13. No obstante, hay un índice de la relativa fuerza del paganismo sajón a partir
del siglo v: su importación por parte de Inglaterra.
14. E s t r a b ó n , VII, 1, 2: «Los germanos habitan al otro lado del Rin, al este de
los celtas; difieren pocc* del pueblo celta, salvo en una salvajez, una talla y
un color rubio más acentuados ; en todo lo demás se les parecen mucho, tanto
por el aspecto físico como por las costumbres y él modo de vida».
15. Cf. págs. 189-190. ^ ^ .■
16. Este cuadro, que será profundizado en los volúmenes siguientes, elude volun
tariamente algunas discusiones: la existencia de una propiedad privada o
comunidad agrícola (Markgenossenschaft) ; el origen de la «centena» entre
los diversos pueblos (parece distinta en los godos, los francos y los escandina
vos); las influencias célticas en los orígenes del «séquito»; el papel respec
tivo de los factores romanos y germánicos en la formación de Ids ejércitos
privados del Bajo Imperio, etc.
17. Quedaría por colocar el pintoresco retrato del guerrero germánico de la era
de las invasiones, por ejemplo a través de Sidonio Apolinar. Su vestido es
ajustado y cosido, sin repliegues, como el de la antigua Roma (que en el
siglo IV ya no e,s más que uñ vestido de ceremonia). La pieza más característica
es el pantalón (con el nombre galo de bragas) ; lleva los cabellos largos (hasta
formar, en los suevos, un moño, el «nudo suevo»), y se los unta de grasa;
algunos llevan barba. Su cocina a base de grasa horroriza a los romanos, pero
rápidamente adopta los platos mediterráneos (un médico griego elaborará un
tratado culinario para Thierry I). Finalmente ignoran, horror supremo, las
termas y el deporte gimnástico.
18. Primero dirigieron su avance hacia el Sur, contra el Imperio parto, a través
del Cáucaso. El remplazamiento, en 226, del débil Estado parto por el Imperio
sasánida los obligó a retirarse hacia el oeste. Formaron un Estado poco cohe
rente, entre el Ural, Cáucaso y Don. Bajo el efecto del avance huno, a finales
del siglo I V fueron empujados con los godos a través de Europa, salvo un
resto que se fijó en la ladera norte del Cáucaso, y que aún sobrevive: los osetas.
26
19. El problema de los orígenes hunos es uno de los más complejos. Los esfuerzos
realizados desde el siglo xvm (De Guignes, 1756) para armonizar fuentes chinas
y fuentes occidentales parecen haber fracasado por completo, de modo que los
puntos de vista de conjunto sobre el desarrollo de la migración huna actual
mente son acusados de ilusiones por la mayoría de orientalistas (Haussig,
Moor, Altheim, Hambis). La exposición que sigue se atiene a los únicos hechos
demostrados. Rechaza las conjeturas fundadas en la pretendida identidad del
chino Hiong-nu y del griego Khounoi. Esto amputa la historia de los hunos de
toda la prehistoria oriental que tradicionalmente se les atribuye.
20. El origen de los ávaros apenas es menos controvertido que el de los hunos.
Desde el siglo x v m normalmente se les ha identificado como un pueblo ton-
guso, los Yuan-Yuan, citados por las fuentes chinas como fundadores de un
efímero imperio entre Corea y el Turquestán. En 552 estos yuan-yuan, que
una fuente bizantina también denomina Abaroi, fueron derrotados por los
turcos. Pero seguramente este pueblo no tenía nada que ver con los Abaro
señalados por Prisco hacia 461 como nómadas en Kazakstán, a lo sumo hubo
usurpación del nombre de unos por parte de los otros. Los ávaros que atañen
a Europa, ¿ eran turcos (como lo indicaría el título de su jefe, fagan), o
iraníes del Este (Haussig)? No sabemos nada, pero está demostrado que su
civilización presentaba una gran influencia turca.
21. Véase pág. 188. Señalemos algunas de estas aportaciones: en una tumba de
Wolfsheim, en el Hesse renano, fue hallado un medallón con un texto pehleví
(siglo v ); las tumbas de jefes de Wolfsheim y de Mundolsheim (cerca de Es
trasburgo) pertenecen al mismo horizonte que las de Panonia, de Ucrania o
de la .Siberia occidental. En Airan (Calvados) fue hallado, en 1876, un tesoro
de orfebrería póntica del siglo v ; la tumba de Pouan (Aube), sin duda la del
rey visigodo Teodorico I, muerto en 451, incluye dos armas procedentes del sur
de Rusia.
22. D a r k o , Rôle [n.° 501],
23. Cf. S in o r , Barbares [n.° 504] y E. F. B alazs , Les invasions barbares, en
Aspects de la Chine, París, 1959, t. I, págs. 72-76.
24. Véase Roger R é m o n d o n , La ·crisis del Imperio romano de Marco Aurelio Anas
tasio, Labor, Barcelona, 1967.
25. Resumimos a grandes trazos los puntos de vista, bastante revolucionarios, de
D. V an B e r chem , L’armée de Dioclétien et la reforme constantinienne, París,
1952, que han tenido muchas adhesiones y dispensan de acudir a la enorme
literatura anterior.
26. Véase pág. 215.
27. A causa de no ver claramente este encadenamiento, la opinión romana, durante
gran parte del siglo v, al comprobar que los ejércitos no habían sido vencidos
y que, sin embargo, el país estaba destruido, acusó de traición a los oficiales
de origen o educación bárbaros. Nada menos justificado: todos fueron fieles a
la idea romana hasta la muerte (o por lo menos fieles a efímeros emperadores).
Roma consiguió precisamente en el ejército, hasta el final, las asimilaciones
más sólidas.
28. Los visigodos fueron los primeros que consiguieron entrar en el Imperio, primero
pacíficamente, en 376, y luego por la fuerza, en 378, tras su victoria de Andri-
nópolis; luego estuvieron 23 años errando por los Balcanes, sin que se con
siguiera expulsarlos. También fueron los primeros que disfrutaron en gran
escala del régimen del foedus en el interior del Imperio, a partir de 418. Una
segunda oleada penetró en el Imperio abriendo una brecha en el limes del Rin
en 406; sus principales elementos —vándalos, alanos, suevos y burgundios—
tampoco pudieron ser neutralizados;· la mayor parte consiguieron en seguida el
27
estatuto de foedus: los vándalos en 435, los burgundios en 443. Por último, los
ostrogodos, tras haber vivido en situación más o menos regular en los Balcanes
durante unos veinte años, en 489 se convirtieron en ejemplares federados. Por
tanto,. todo el siglo v, hasta Clodoveo, está dominado por este esquema que
en un plazo más o menos largo, convierte un invasor en un ocupante provisto,
de título. El siglo vi renunció a ello por falta de un Imperio superviviente en
Occidente, pero las fórmulas de coexistencia aplicadas a lo largo de esta larga
transición incluso influyeron en los pueblos que no la atravesaron.
29. En detalle, las cosas son más complicadas: el Imperio de Oriente, deposi
tario de toda legitimidad, no había reconocido a los emperadores de Occidente,
Glicerio (473-474) y Rómulo (475-476) ; su candidato era Julio Nepote, que
ostentaba el mando del ejército de Dalmaeia, que no desapareció hasta el 9 de
mayo de 480. Sólo entonces se resignó Zenón a la combinación propuesta por
Odoacro.
30. C arcopino , Un empereur maure [n.° 4 2 6 ], se equivoca cuando lo im agina
repercutiendo hasta el fon do del Á frica romana.
31. Por las necesidades de la política de Teodorico, en 508-509 fue restablecida
allí una fachada romana, con la prefectura de Arles, que duró hasta 537.
32. Algunos textos afirman que era hérulo; de todos modos es un error creer que
era huno. Los esciros vivían a orillas del Danubio medio; era un pueblo óstico,
asociado durante mucho tiempo a los bastarnos; sus últimos restos seguramente
llegaron a Baviera.
33. A una mayoría hérula se mezclan esciros, rugios y ^turcilinguos, estos últimos
tan oscuros que no se dispone de ninguna otra mención.
34. Comprendido el ex emperador Rómulo, que vivió como rico propietario en el
Sur, hasta 510 aproximadamente.
35; Acuñó algunas monedas a su nombre, y luego, cuando se vio acosado,'proclamó
emperador a su hijo Thela.
28
C a p ít u l o II
29
lecido en todas partes. Resulta dudoso pensar que, sin la aportación de
las oleadas siguientes, la Europa medieval hubiese diferido de la Europa
romana.
1. El desmembramiento oriental
A. Los HUNOS
30
es evidente. Algunos ritos observados en presencia del rey, como la
proscinema o la libación, parecen tomados del ceremonial iraní, asi
como la diadema como símbolo de soberanía. En torno a la realeza^
hereditaria, una reorganización social tiene como efecto la sustitución
de la antigua estructura tribal por la dominación de una nobleza áulica
enriquecida por el botín. Aparentemente esta clase estaba bastante
mezclada: además de verdaderos hunos, comprendía germanos, y por
lo menos un romano de Panonia, Orestes (el padre del futuro emperador
Rómulo Augústulo), jefe de’ las oficinas del rey. Durante el reinado
de Atila, según testimonio de Prisco, embajador llegado de Constan-
tinopla en 449, incluso hubo un ensayo de fundación de una especie
de capital del reino: además de su campamento móvil, el rey tenía un
palacio de madera y termas de piedra edificadas con materiales impor
tados del Imperio.
Esta monarquía naciente debía su fuerza a un instrumento militar
heredado de las tribus nómadas. La caballería huna no valía tanto, en
reaíidad, como la de los alanos — cuyos caballos tenían fama desde el
siglo n i por su excelencia— pero era numerosa e infatigable, hábil en
la táctica de los arqueros orientales. ¿Acaso comprendía algún otro
elemento pesado, una caballería acorazada análoga a las del Irán o de
los heftalitas? No se puede afirmar. El arco reflejo, con flecháis triant
guiares, la silla de montar de madera, el látigo, el lazo, la espada de
uno o dos filos, constituyen su equipo. En torno a este núcleo huno se
aglomeraban los contingentes de los pueblos vasallos, en su mayor parte
germánicos. -
Es difícil asignar a un Estado nómada un territorio definido. Algunos
han hablado de un imperio que se extendería desde el Oder hasta el
Irtych,· otros han limitado el Estado de Atila a Hungría y Rumania
(con reservas en lo que se refiere al Bajo Danubio). La primera inter
pretación seguramente es demasiado amplia: se trata de una área de
civilización, no de una de dominación política. La segunda sólo es
aceptable si se matiza con consideraciones sobre la densidad de pobla
ción;, los hunos sólo ocupaban de forma compacta la parte oriental
de la puszta, pero enviaban vanguardias hacia las llanuras adyacentes,
en Servia, Valaquia, Ucrania e incluso Silesia.
Durante la generación de Atila los hunos fueron la pote acia diri-»
gente dél mundo bárbaro. Más de un pueblo germano asimiló su
ejemplo y adoptó sus modos de vida (especialmente los burgundios).
Conocido es el considerable lugar que ocupan en los relatos épicos de
los Nibelungos1. La arqueología confirma uno de los elementos de este
prestigio: la extremada riqueza en oro de la aristocracia huna.
La potencia construida por sus predecesores fue puesta a prueba
por Átila. Nacido hacia 395, llegó en 434 al poder (que compartió con
31
su hemano Bleda hasta 445), Durante los quince primeros años, de su
reinado, dirige todas sus empresas hacia Oriente. El Occidente, entonces
regido por Aecio, es tan amigo que incluso entrega a. los hunos la
Panonia occidental, en 439. Cada año, los hunos y sus satélites — ostro
godos, gépidos, rugios, hérulos y esciros— penetran en los Balcanes; en
447, irrumpen a través de Macedonia hasta las Termopilas. Son de
vastadas casi todas las grandes ciudades: Naiso, Viminaco, Singiduno,
Sirmio. En 449, Atila, en pleno apogeo de su poder en Oriénte, recibe
la embajada que le envía Teodosio II a su campamento, sin duda en
Valaquiaf es de este viaje que Prisco dejó un relato que es nuestra
fuente principal para el conocimiento del Estado huno.
El año siguiente, Atila cambió bruscamente de política. Hacía al
gunos años que sentía cierta atracción por Occidente. En 449 había
acogido a Eudoxio, jefe de los bagaudas galos, que sin duda lo había
informado de las debilidades del régimen romano. Un clan franco se
había dirigido a él para hacer triunfar un pretendiente suyo. Quizás
Los vándalos lo habían impulsado a ello en vistas a la formación de
una alianza contra los godos. Finalmente, y sobre todo, Honoria, her
mana de Valentiniano III, furiosa contra su hermano, que había matado
a su amante, le había ofrecido la mano. Como se ve,! este cambio de
opinión no es el arrebato irreflexivo de ün bárbaro que corre sin pensar
adonde se dirige, sino más bien el resultado de una preparación diplo
mática notablemente informada. Por lo demás, el objetivo era el mismo
que el de las expediciones orientales: no hacer conquistas, sino recoger
el máximo botín posible con los menores riesgos. .
Una primera incursión se realizó en 451, remontando el Danubio por
la orilla izquierda, luego se profundizó en dirección al Rin, que fue
atravesado por los alrededores de Maguncia; Bélgica es asolada, y
Metz incendiada el 7 de abril. Luego, a finales de mayo, los hunos S2
presentan frente a Orleáns, Aecio acude en ayuda desde Italia, con len
titud (sin duda esperaba auxiliares góticos) 2. Entonces Atila da media
vuelta, con los «romanos» (de hecho no eran romanos, sino un extra
ordinario amasijo de bárbaros, francos y burgundios, y algunos galos
armoricanos) y el ejército del rey visigodo Teodorico pisándole los
talones. Es alcanzado en la Champaña, el 20 de junio de 451, y tras
una. sangrienta refriega (llamada de los «Campos Cataláunicos» o del
campus Mauriacus) sufre un descalabro, por lo demás poco importante.
Sin inquietarse, regresa a Panonia.
En la primavera de 452 vuelve a partir, esta vez hacia Italia. Fuerza
las defensas del Fríul, y Aquilea, Padua, Mantua, Vicenza, Verona,
Brescia, Bérgamo son asaltadas. Quizás Atila pensaba marchar sobre
Roma (Rávena está fuera de alcance, detrás de los pántanos). Entonces
tiene lugar, a orillas del Mincio, una entrevista con el papa León, tan
32
ilustre como difícil de apreciar. A Atila le ofrecen a Honoria y un
tributo. ¿Pero regresa precipitadamente hacia el este por esto o porque
el emperador Marciano ataca el Danubio? Poco después de su regreso,
muere (453).
Sus hijos, Ellac y Ernac, se disputan entonces su sucesión, y loe
germanos satélites se aprovechan de ello para recuperar su autonomía.
Ellac ataca a los que se han sublevado: es vencido y muerto a orillas
del río Nedao, en Panonia (454). Es el final de la gran4eza huna,
Privados de su prestigio, los hunos supervivientes no son m^s que una
horda mediocre. Muchos grupos pasan al servicio del Imperio de Orien
te y son. acantonaidos' al sur deKDanubio; otros continúan como ¡tributarios
de Roma, en ia Panonia oriental; algunos regresan a la estepa ucra
niana. Una guerra entre los dos últimos hijos de Atila, Ernac y
Dengizik, termina el derrumbe de los hunos. Aún se ove hablar esporá
dicamente de ellos hasta el reinado de Zenón (474-491), y luego se
produce un silencio definitivo.
A causa del revuelo que había levantado Atila, el nombre de los hunos se hizo
famoso. Muchos historiógrafos lo han aplicado a otros pueblos de la estepa (ávaros,
magiares...). Inversamente, muchas tribus los consideran sus antecesores, especial
mente los búlgaros y los sículos (montañeses húngaros de Transilvania).
B. LOS 'ALANOS
33
treinta años más tarde, es avistado a orillas del Ródano, en las cercanías
de Valence, a la órdenes del rey Sambida.
El grueso de los alanos de la Galia terminó por someterse a Roma
y ponerse bajo las órdenes de Aecio, quien los acantonó a orillas del
Loira medio, primero para contener a los visigodos, y luego para cortar
el paso a los hunos. Su rey Sangibán, a pesar de una fidelidad algo
vacilante, desempeñó un papel decisivo en el fracaso de Atila frente
a Orleáns. Poco después se sometieron a los visigodos. Aecio segurar
mente pensó establecer federados alanos en Armórica; sin duda, topó
nimos como Allâmes (Eure-et-Loire, Somme) derivan de e llo s 4.
En cuanto a los alanos que pasaron a España en 409, recibieron,
por j sorteo, la Lusitania y la Cartaginense, territorio considerable que,
dado su escaso número, apenas podían ocupar. Desde 418, los visigo
dos enviados por Roma acabaron con su autonomía. Lo que quedó de
los alanos se juntó a los vándalos asdingos, a los que siguieron por
Galicia, Andalucía y luego hasta África: los reyes vándalos llevaron
hasta el fin el título de rex Vandalorum et Alariorum, pero los alanos
no pudieron escapar a una rápida fusión y no ejercieron ninguna in
fluencia profunda sobre los vándalos.
C. Los GODOS
34
que no hay que buscarlo muy lejos del medio nórdico. ¿Pero cuáles
eran los límites del medio nórdico en vísperas de nuestra era? No se
sabe. Dos pueblos escandinavos de la Edad Media llevan nombres que
parecen recordar el de los godos, los Gutar de la isla de Gotlandia, y
los Gótar, de Gotalandia (mitad meridional de la antigua Suecia). Nin
gún argumento decisivo permite separar a estos primos putativos T.
La arqueología tampoco_ aporta gran cosa: sólo datos bastante con
tradictorios. Por fortuna/ los godos presentan, desde su estancia en,
Pomerania, una costumbre funeraria muy característica, opuesta a la
de casi todos ios pueblos germánicos : no depositan armas en las tumbas
masculinas. Ahora bien, esta práctica se encuentra también, en los albores
de nuestra era, en la parte occidental de- Gotalandia (Vástergotland),
región que seguramente quedó vacía de hombres en el mismo momento
en que las fuentes romanas atestiguan la instalación de los godos en
el sur del Báltico 8. Pero, en cambio, los godos del Vístula seguramente
practicaron la inhumación, mientras que Escandinavia sólo conocía la
incineración... Los arqueólogos no pueden afirmar ni negar seriamente
la tesis de Jordanes.
La verdadera historia. de los godos empieza con Plinio, que hacia
el año 75 de nuestra era cita a los guiones, y con Tácito, que, hacía 98,
conoce a los gothones. En esta época están al nordeste de Germania;
Tolomeo precisa luego: en la orilla derecha del bajo Vístula; Su do-/
•minio se extiende sin duda hacia el norte, pues en las lenguas bálticas
se han encontrado numerosos elementos que parecen estar tomados
del gótico. Poco antes de 150, el rey Filimer decidió seguramente una
migración hacia el sudeste, β través de los pantanos del Pripet, en di
rección a la estepa póntica. Hacia 230 los godos se encuentran- asentados,
al noroeste del mar Negro; entre los Cárpatos, el Don y el Vístula
forman un Estado de contornos inestables y cuyo centro parece ser el
valle bajo del Dniéper. Recoge restos de los bastarnos y los esciros y
experimenta una fuerte. influencia de los antiguos ocupantes iranianos
de la región. Los godos se convirtieron en jinetes seminómadas, adop-„
taron la cota de mallas y '— por lo menos para sus reyes— el vestido
iraní, de modo tal y tan bien que los autores grecorromanos frecuen
temente los confundieron con los escitas o tomaron a los alanos por una
de sus ramificaciones. Los verdaderos godos, sin duda, sólo formaban
una parte de la población de este inmenso espacio, en el que ya estaban
instalados los antepasados de los eslavos.
rEs entonces cuando se manifiesta la división bipartita que domina
toda la historia de los godos; en primer lugar se distinguen los tervingi
y los greutungi, denominaciones que enseguida fueron remplazadas por
las de visigodos y ostrogodos9. Ni la unidad de la lengua,' ni el sen
timiento, que fue muy fuerte, de un parentesco estrecho, se vieron
35
afectados por ello. Grupos e individuos pasaron siempre sin dificultad
de un conjunto a otro. Pero, sin duda, hubo dos reinos; el de los ostro
godos seguramente gozaba de cierta primacía. Dos pueblos satélites,
los gépidos y los taifales, conservaron su autonomía.
El primer contacto entre los godos y el Imperio se verificó en la
Dacia, durante el reinado de Gordiano III; desde 238 se tiene conoci
miento de una incursión en la Tracia. Luego los godos descubrieron el
mar, como harían más tarde, en el mismo sector, los eslavos y Tos va-
regos., A medias con los hérulos, saquearon las costas del mar Negro,
forzaron el Bosforo en 257-8, y reincidieron cinco o seis veces hasta 276,
año en que alcanzaron incluso Cilicia. Tras esta brusca llamarada, vol
vieron a empresas terrestres, todavía más provechosas; en 271 Aureliano
les cedió la D acia10. Durante un siglo, sus dominios confinaron con los
de Roma a todo lo largo del curso del Danubio, desde la cuenca panó-
nica hasta el delta, sin ningún incidente notable. Como todos los vecinos
del Imperio, los godos proporcionaron reclutas a loe ejércitos y cobraron
.'tributos. Tras una victoria romana en 332, se estableció un foedus con]
Los visigodos. Respetado durante 35 años, permitió notables intercam
bios de civilización y especialmente la penetración del cristianismo entre
los godos.
La misión en Gotlandia empezó a principios del siglo iv (uno de sus arzobispos
estuvo en el Concilio de Nicea). El arrianismo se apuntó aquí su éxito más notable,
al dar a un visigodo de ascendencia anatolia, Ulfila, la consagración episcopal
en 341. Ulfila dio muestras de una mente verdaderamente superior, al crear una
escritura y una lengua literaria góticas para traducir el Nuevo Testamento. Hizo
salir el cristianismo del círculo estrecho de los descendientes de prisioneros, aunque
en 348, y luego en. 369, los jefes godos desencadenaron persecuciones. El apóstol de
los godos murió en exilio en Constantinopla, sin duda en 383. Su fe no fue adoptada
por la aristocracia hasta su incorporación al Imperio. De ese modo el pueblo godo
se convirtió en el teatro de una experiencia intelectual y religiosa única entre los
que participaron en las invasiones.
Todo esto se desarrolla entre los visigodos. De los ostrogodos casi no disponemos
de datos antes de 375. En esta fecha Átanaricó era jefe de los visigodos (con el título
de «juez»), y Ermanarico, conquistador activo, reinaba entre los ostrogodos.
36
Atanarico, se estableció en los Cárpatos y en Moldavia, bajo protectorado
huno 12. En los dos grupos se encuentran ostrogodos y visigodos,, pero,
la mayoría de los primeros permanecieron al norte del Danubio, y
la casi totalidad de los segundos pasaron al Imperio. Hasta 470 apro
ximadamente, los visigodos casi fueron los únicos que preocuparon a
los romanos.
Los visigodos se rebelaron en 377 contra las condiciones que les^
eran impuestas en la Tracia. Valente quiso aniquilarlos. Pero fue él
quien encontró la muerte en la batalla de Andrinópolis, el 9 de agosto
de 378, y los godos llegaron a establecer el sitio de la capital del Im-
perioT’No obstante, Teodosio los obligó a levantarlo rápidamente. Fue
reconstituida la fortificación a lo largo del Danubio, pero Frítigerno y
sus godos continuaron errando por la península balcánica; no aceptaron
el foedus hasta finales de 382, sin duda contra la concesión de tierras
en Mesia, provincia totalmente arruinada por las invasiones. Esta paz
sólo duró nueve o diez años; en 392, Estilicón consiguió imponer la
renovación del fóedus al nuevo jefe visigodo, A larico; una nueva ruptura
en 395 condujo por segunda vez a loe godos ante Constantinopla. Luego
el este de los Balcanes quedó tan arrasado que Alarico se dirigió hacia
Iliria, no sin antes haber asolado de paso a Grecia. En 397 el Imperio
tuvo que resignarse a cederle el Epiro y nombrarle jefe de la milicia
en Iliria, lo cual le confería todos los poderes militares en la mitad
occidental de la península. Mientras tanto, otros godos, dirigidos por
un oficial que había estado mucho tiempo al servicio de Roma, Gainas,
se sublevaban en las cercanías de Bizancio (400) : hubo que llamar a
los hunos para dominarlos. Parecía que la pars Orientis estaba a punto
de caer en podçr de los godos. Pero sin duda aparecía demasiado
esquilmada para prometer aún un botín satisfactorio. En 401 Alarica
decidió bruscamente trasladar su pueblo a Italia 1S.
•^Por tanto, a una fase balcánica de veinticinco años 'iicede, en la (
historia de los visigodos, una fase italiana de once años, pero el pueblo
no ha cambiado nada esencial en su comportamiento, y continúa siendo
un ejército errante, que agota una tras otra las fuentes de aprovisio
namiento. Casi sin combate, Alarico se instala primero en Ye'neto en el
invierno de 401-402, luego marcha sobre Milán, donde reside Honorio,
pero éste se refugia en la inaccesible Rávena y los años siguientes están
ocupados por maniobras diversas de Estilicón a través del norte de
Italia. Un tratado establece por un instante el repliegue de los godos,
a Dalmacia, luego a la Nórica, y es durante este intervalo cuando se
abate 'sobre Italia la invasión de Radagaiso, que aporta nuevos ele
mentos godos. Luego se rompe el tratado, y en 408 Alarico se presenta
de nuevo en la llanura del Po, reclamando la enorme suma de 4.000 libras
de oro. Es el momento que escoge Honorio para hacer asesinar a Es-
37
tilicón. En octubre de 408, sin resistencia, A larico. llega’ frente a Roma.
Exige un enorme tributo, obtiene una parte de él, se retira a Toscana,
prosigue unas interminables negociaciones, luego se enoja, obliga al
Senado a proclamar a un usurpador, Atalo u , y bloquea Rávena. La im
posibilidad de llegar a un acuerdo con Honorio lo exaspera. Entonces,
para vengarse, decide saquear Roma, que nadie defiende y a la que una
revuelta de África había reducido a la miseria y al hambre. El 24 de
agosto de 410 el jefe godo entra en Roma, sin duda por traición, y la
Ciudad Eterna es saqueada, con excepción de algunos santuarios. El
acontecimiento pareció una terrible catástrofe, pero sobre todo un es
cándalo, que hizo dudar a algunos de la Fortuna de Roma y a otros de
f, la misma Providencia. El choque moral fue peor que los daños materiales
y las, pérdidas? humanas,[aunque éstas ,fueron considerablesj15. Una buena
parte de la población huyó para no regresar. No obstante, el episodio
sólo duró tres día^'Desde el 27 de agosto los godos abandonan Roma,
llevando consigo como rehén a Placidia, hermana del emperador. Su
^intención es buscar en África otro terreno de saqueo, pero la. falta de
navios les impide pasar a Sicilia. Alarico muere en Calabria al día
siguiente de este contratiempo (finales de 410).
Ataúlfo, su cuñado, condujo a. los visigodos de nuevo hacia elj norte.
Tras un año y medio de duda, se dirige hacia la Galia, por el monte
'Genèvre, en la primavera de 412. Entonces la Galia era el dominio de
un efímero usurpador, Jovino; Ataúlfo propuso a Honorio abatirlo.
Pero como quiera que el abastecimiento prometido no llegaba, él rey
tomó Narbona, Toulouse y Burdeos (413). De ese modo terminó la
larga marcha de los godos: permanecieron tres generaciones en Aqui
tania y tres siglos en Narbona.
Para preparar una reconciliación definitiva entre godos y romanos,
Ataúlfo tomó por esposa a su rehén Gala Placidia, hija de Teodosio,
en Narbona (enero 414), con ceremonias completamente romanasie.
Luego form ó.en Burdeos un gobierno rudimentario, dirigido por aris
tócratas aquitanos (con Paulino de Pella). No obstante, continuaba la
guerra con Rávena; en busca de pertrechos, el rey se trasladó a España;
fue asesinado en Barcelona (agosto de 415).
Este crimen revelaba una tensión interna entre los godos, de los
cuales sólo la aristocracia había comprendidp y seguido la;póiítiea de
fijación al terreno escogida por Ataúlfo. El nuevo rey, Valia,M¡e dejó
imponer como programa la vuelta a las migraciones; como Alarico,
quiso trasladarse a África (por Gibraltar), y fracasó. Entonces un -hábil
jefe, el patricio Constancio, consiguió orientarlo al servicio del Im
perio (416), dosificando bloqueos y medidas militares. Valia se marchó
de España, negoció sobre la base de un acantonamiento en Aquitania,
pero murió en el momento en que entraba en vigor este acuerdo, que
38
daba a luz al primer Estado bárbaro incrustado en el territorio del
Imperio: el reino tradicionalmente llamado «de T olosa»17.
La región donde los visigodos intentaron su experimento político
era una de las más ricas de la Galia, una de las menos afectadas por
las invasiones anteriores y, sin duda, también una de las menos com
bativas (a diferencia de la· Auvernia), Su concesión calmó los escrú
pulos de los godos más opuestos a Roma. Teodorico I (418-451) pudo
respetar el foedus, proporcionó tres o cuatro veces ayuda militar y
murió luchando contra Atila, habiendo velado por los intereses de los
jefes godos, ya convertidos en una aristocracia rural. Su hijo Teodo
rico II (453-466) podía — dicen— leer a Virgilio, y conocía el derecho
romano ; la suavidad de su régimen le valió' las alabanzas de Salviano.
Tras haber renovado el foedus, se puso al servicio de Roma para com
batir a los bagaudas hispanos y luego para eliminar el peligro suevo.
Pero se le opurrió colocar en el trono imperial a su protegido Avito.
el suegro de Sidonio Apolinar. La operación costó cara y fracasó. Hubo
que devolver a Mayoriano todos los beneficios que se habían obtenido
en España. Muerto Mayoriano, se resarcieron ocupando la Novempopu-
lania y Septimania (462).
Teodorico II fue asesinado en 466, y su hermano Eurico (466-484)
condujo el reino de Tolosa a su apogeo. Aprovechando la desaparición
del Imperio, llevó una política doble: aumentar su parte de la Galia
(victoria sobre los bretones en Berry en 469, y ocupación de Aquita
nia I; ocupación temporal de Arlés, Aviñón y Valence en 470-471;
conquista de Auvernia en 474-475), al tiempo que afirmaba su protec
torado sobre España (a pártir de 468). No es seguro que la ocupación
brutal de dos reductos de Roma, la Auvernia y la Tarraconense, provo
cara la denuncia del foedus. En todo caso, Eurico hizo legalizar fácil
mente sus conquistas: la de Auvernia por Nepote, en 475; la de la
Tarraconense (a la que se añadió Provenza) por Odoacro y Zenón,
en 477. Para aniquilar las resistencias locales bastaron medidas rela
tivamente benignas, como el exilio de Sidonio a Burdeos y a Llivia.
Eurico fue un rey legislador, aparentemente aficionado a la litera
tura latina; su corte de Burdeos atrajo a bárbaros de todo tipo, como,
por ejemplo, ostrogodos e incluso sajones: prefiguró la de Teodorico el
Grande en Rávena. Su ministro León parece anunciar a Casiodoro.
Eurico respetó los cuadros administrativos romanos y nombró a condes¡
y duques tanto godos como romanos. Él mismo, aunque conservando el
vestido de los reyes godos, asumió voluntariamente los títulos menores
del protocolo imperial (clementia vestra, mansuetudo vestra); pero
afirmó su independencia renunciando a las fechas consulares en favor
del cómputo por años de remado.
39
Sin duda la población goda se asentó en las regiones del primer establecimiento
y en torno a puntos estratégicos (valle del Garona, Bazadais, Bas-Quercy, Montaña
Negra). Entre los numerosos topónimos terminados en -ens sólo se le pueden asignar
con seguridad aquellos cuyo primer término es un nombre de hombre gótico,' pues
seguramente el tipo continuó siendo fecundo después de la conquista franca. Faltan
indicios arqueológicos seguros, salvo en los confines de la Septimania.
40
+ Φ + 4 * L ím ite del reino en el añ o 7 11
l^ s ^ j Z on a de p o b la m ie n to g ótico
Z o n a d e p o b la m ie n to su evo
41
tomó por esposa a una romana. Su política exterior, muy prudente,
salvó lo esencial: rechazó una invasión franca en 541, desalentó a los
bizantinos (metalados en Ceuta desde la caída de los vándalos) en sus
propósitos de cruzar el estrecho y, sobre todo, ahorró a España el tener
que aguantar el contragolpe de las victorias de Justiniano sobre los
ostrogodos. Cuando fue asesinado en 548 — el crimen político fue unqf
de las enfermedades nacionales de los visigodos— , otro general ostro
godo, Teudiselo, lo remplazó, y a su vez fue asesinado en Sevilla (549).
Entonces tomó el poder Ágila, un visigodo cuyo origen se ignora.,
y ante la amenaza de un desembarco bizantino (551), trasladó su re
sidencia a Mérida; pero su intransigencia arriana fue mal acogida en
un Sur enteramente romano. Fue asesinado en 554. Su sucesor, Ata-
nagildo, viendo los avances de los bizantinos (dirigidos por un antiguo
ministro de Teodorico, el patricio Liberio), se replegó al corazón de
la meseta, en el mismo límite de las tierras de colonización gótica, en
Toledo.
Este acontecimiento señala el final de las migraciones del pueblo
visigodo. El reino de Toledo se mantuvo firmemente sobre sus bases
hasta la conquista islámica, en 711. El peligro bizantino, tan amenazador
a mediados del siglo V I, finalmente abortó, pues los ejércitos de Justi
niano, agotados por una lucha interminable en Italia, nunca pudieron
realizar un esfuerzo serio en España. Un enclave costero, 'de Denia
hasta Cádiz, fue todo lo que pudieron ocupar, con la base naval de
Cartagena como centro ; se sostuvo oscuramente hasta 620-630: Las
simpatías que Bizancio podía encontrar entre los católicos españoles no
fueron explotadas a fondo. Poco a poco los visigodos realizaron la
unidad hispánica en torno a Toledo, con verdadera pasión. Primero la
unidad religiosa, que Leovigildo intentó realizar, sin éxito, en- los
años 570-580, en el sena- del arrianismo, y qué Recaredo estableció
triunfalmente al convertirse al catolicismo en 587. De ello surgió la
original institución de los concilios de Toledo, asambleas a la vez ecle
siásticas y políticas que fueron el cerebro de la monarquía hasta su
fin. Después vino la unidad política: el reino suevo fue aniquilado en
585 por Leovigildo, la cabeza de puente bizantina fue reducida por
Sisebuto (612-621), y el separatismo vasco fue más o menos eficaz
mente combatido. En cuanto a la unidad espiritual, nació rápidamente
(salvo para los judíos, numerosos en las zonas mediterráneas y general
mente perseguidos), a causa de la comunión en una misma fe, una misma
cultura (marcada por el renacimiento que en la Bética inició Isidoro
de Sevilla) y una misma ley (el derecho fue unificado más tarde, en 654,
por Recesvinto) 10
Pese a sus debilidades (su política fue de una torpeza insigne, alián
dose prematuramente al Islam) y sus divisiones crónicas (a las que
42
los godos aportaron una pasión muy española), la monarquía de Toledo
merece un lugar eminente en la historia de los Estados bárbaros. Fue
la única, después de la muerte de Teodorico, que favoreció la vida
intelectual. Sobre todo legó a Europa algunas de las instituciones más
características de la realeza medieval : la promesa de la consagración
(citada por vez primera en 638) y el rito de la unción (que aparece
en 672 para el rey Wamba). De ese modo mereció la adhesión postuma,
casi fanática, que le consagraron las primeras generaciones españolas
de la Reconquista 20.
¿Cuál fue, en resumen, la aportación gótica en España? Una antroponimia abun
dante, lo bastante vigorosa para sobrevivir las crisis del siglo vm (por ejemplo
Adefonsus, Alvarus, Fredenandus, Rodericus), una toponimia mucho más limitada
(sobre todo en las provincias de Burgos y Segovia), elementos de derecho y de
vocabulario administrativo, algunas modas de indumentaria y ritos funerarios. La
lengua gótica, ya moribunda, pereció con el abandono del arrianismo. Pero sobre
todo había nacido un espíritu nacional, el más fuerte del Occidente bárbaro, capaz
de conquistar a latinos tan decididos como Isidoro de Sevilla*
La carrera de los ostrogodos fue más breve, pero más brillante. Los.
hemos dejado, tras la batalla de Andrinópolis, divididos en dos grupos ;
uno, eñ Panonia, vive como satélite de los hunos en un antiguo territorio
romano, tan devastado que en él sólo pudieron adquirir residuos de
civilización, mientras que el otro, que se había pasado al servicio del
Imperio^ estaba acantonado en la península de , los Balcanes. Este sje'-
gundo grupo, netamente minoritario y sin autonomía política, fue un
intermediario entre la civilización de Constantinopla y los ostrogodos
cuando, hacia 482, sus supervivientes se unieron a Teodorico el Grande.
Los godos de Panoiría, dirigidos por Valamer, descendiente de un
hermano de Ermanarieo, se mostraron fieles vasallos de Atila, al que
acompañaron por la Galia y por Italia ; pero no se sintieron ligados a
sus hijos, y cuando sucumbió el poder huno, en 454, se mantuvieron
neutrales. En el torbellino que siguió, Valamero se aproximó al Imperio:
un foedus le concedió, hacia 455, la región del lago Balatón. En esta
época, poco más o menos, el hermano del rey, Teodomero, tuvo de una
concubina católica un hijo que sería Teodorico el Grande. De vez en
cuando, Valamero, cuando Oriente pagaba mal el tributo, efectuaba al
guna incursión en Iliria, y luego se renovaba el acuerdo. En la época
del foedus de 461, el joven Teodorico fue enviado como rehén a Cons
tantinopla, episodio que tuvo consecuencias decisivas.
En la capital, Teodorico fue colocado bajo la dirección de su dueño
en aquel momento, un alano con sangre goda, Flavio Ardabur Aspar,
que desempeñaba el mismo papel de tutor con León I que Ricimer con
respecto a los soberanos de Rávena. Durante nueve años — los de la
43
formación de un hombre, de 8 a 17 años— , Teodorico pudo observan
a la vez la grandeza del Imperio y los medios de ponerlo bajo tutelá
en beneficio de los bárbaros. La lección sirvió; León hizo asesinar a
su molesto protector en 471, pero Teodorico ya había recuperado su
libertad desde hacía un año.
Mientras tanto, Valamero había sido muerto por los esciros: Tebido;-
mero le había sucedido y había triunfado sobre su peor adversario, el es-
ciro.Edica,(el,padre de Odoacro), en·la batalla de Bolia (470), y luego
sobre un rey sármata, Babai. Estos éxitos impulsaron al padre y al
hijo — cuando el asesinato de Aspar los hubo librado de su juramento
de fidelidad a Roma— a intentar suerte en Iliria./Atravesando el co
rredor Morava-Vardar, los ostrogodos amenazaron Salónica y luego An-
drinópolis. En 473 León pactó con Teodorico,, al que la muerte de su
padre había colocado en el trono. Los godos 'seri,an federados, acantona
dos en la Macedonia y percibirían un tributo; su rey sería magister
militum praesentalis. Tras’ un siglo de espera en las fronteras, los
ostrogodos obtenían un estatuto parecido al concedido a los visigodos
en 418.
Mo obstante, los ostrogodos no quedaron fijados: en 475 se tras
ladan a Mesia, en 479 de nuevo a Macedonia, en 480 al Épiro, en 483
a la Dacia Ripuaria. Con el nuevo emperador, Zenón, Teodorico tan
pronto está^ enemistado como aliado; de ello extrae algunas ganancias
sustanciales: el gentilicio imperial de Flavio, el consulado ordinario
en 484, el triunfo en 485 tras una breve campaña en Asia Menor contra
un usurpador ; pero llegado el caso, también recurre a la acción militar
contra el emperador: en 488 bloquea Constantinople por las dos orillas
del Bosforo. De paso, une a su pueblo las diversas bandas góticas de
los Balcanes, sobre todo la que dirigía su homónimo, Teodorico Estrabón
Zenón acaba comprendiendo que el único medio de desembarazarse
de los godos es enviarlos más lejos. Desde hace algún tiempo piensa
en expulsar a Odoacro de Italia; Teodorico será el instrumento apro
piado. En 488 se establece un acuerdo, tanto más fácil cuanto que entre
Odoacro y el rey godo existía una especie de enemistad familiar. Teo-
Horico concentró en Novae (Sistova, en Bulgaria) , a todos los volun
tarios. Fue una reunión de gentes tan heteroclita como la de Radagaiso,
y en la que los ostrogodos auténticos sólo constituirían una minoría; se
encuentran godos de todos los tipos, ios restos de los rugios21, y fi
nalmente un cuerpo «romano» dirigido por un pariente de Zenón. La
columna se puso en marcha en otoño, invernó en Croacia, y se presentó
a las puertas de Italia en la primavera de 489. Odoacro había tenido
tiempo de organizar defensas a orillas del Isonzo, pero fueron aplastadas
el 28 de agosto de 489 ; entonces se replegó hacia el Adigio y fue derro
tado el 30 de septiembre, bajo Verona. Una parte de su ejército lo
44
abandonó, y el resto se encerró en Rávena, -Teodorico pudo ocupar sin
combate los campos de la Alta Italia, e incluso Milán y Pavía. Pero
aún tuvo que esperar cuatro años para derrotar a Odoacro, en 493 ?2.
Las experiencias acumuladas por Teodorico, como rehén en Constan-
tinopla, como jefe de federados en los Balcanes, y luego durante estos
años de lucha en Italia, van a permitirle realizar una obra muy dis
tinta de lo que cabía esperar del pasado de su pueblo, todavía tan poco
civilizado. Pero esta obra tuvo el carácter precario de una hazaña per
sonal, aún mucho más que la de los reyes visigodos. Todo fue bien
mientras el rey vivió ; pero tras su muerte bastó menos de una generación
para borrar totalmente sus realizaciones. La idea fundamental de Teo
dorico fue organizar Italia sobre una base dualista: godos y romanos
vivirían en el país bajo administraciones paralelas, pero separadas, con
el único contacto entre ellas de la persona del príncipe y algunas ofici
nas. Este sistema delicado fue edificado con verdadera maestría; cada
cara de Italia prestaba su apoyo a la otra: aunque la fuerza material
provenía del ejército godo, Teodorico comprendió que la civilización
romana era la única baçô sobre la que se podía levantar un Estado
capaz jle proporcionar a los ostrogodos una primacía duradera entre
los bárbaros.
Para su ejército, Teodorico vive y piensa como un rey germano 23,
y lleva a cabo una política de alianzas familiares con los demás prín*
cipes bárbaros : contrae matrimonio con una hermana de Clodoveo, casa
una de sus hijas con el burgundio Segismundo y otra con el visigodo
Alarico II; por último, su hermana se casa con el vándalo Trasamundo.
Protege a los germanos en dificultades, y su ministro Casiodoro envía
a los reyezuelos de Turingia, amenazados por los francos, unas cartas
conformes a· los mejores cánones de la retórica latina. Alista en su
clientela á los hérulos de Panonia, los varnos. del Rin, los alamanes
vencidos por Clodoveo, los restos del pueblo gépido. Son acogidos
todos los guerreros disponibles, y paga soldadas tan buenas que incluso
acuden de Escandinavia. En resumen, el rey ostrogodo es la providencia
y el tutor ,de los bárbaros de Occidente.
Incluso considerando que, gracias a la correspondencia de Casio
doro, conocemos su política mucho mejor que la de sus contemporá
neos, Teodorico aparece como una mente muy superior a la de los j
demás reyçs bárbaros, que sólo tuvieron problemas personales'y, a lo
sumo, tribales o dinásticos. Creyó con ahínco en la solidaridad necesaria
entre germanos, y supo llevar a cabo una actividad diplomática a escala
europea, actitud facilitada por la tranquilidad excepcional de que dis
frutaron entonces los godos. Nadie los empujaba por detrás,y los pueblos
de la estepa habían desaparecido de la escena por algúntiempo. Pero
45
el pueblo ostrogodo, ¿estaba a la altura de las ambiciones que para él
alimentaba Teodorico?
Para los romanos de Italia, Teodorico es un patricio jjbárbaro- más
soportable que muchos otros. Da pruebas de un gran apego al pasado
de Roma y sus instituciones; cuando habla de los antiguos emperadores
y los nombra majores nostri, y cuando se proclama bono reipublicae
natas, casi lo hace sinceramente. Su viaje de entronización a Roma
en 500 fuella ocasión propicia para un discurso^programa que no;podría
ser desaprobado por el viejo romano más imbuido de su superioridad :
«Nos alegramos de vivir bajo el derecho romano, al que deseamos de
fender armas en mano... ¿Para qué rechazar el desorden bárbaro, si no
es para tomar de la ley nuestras reglas de vida? Nuestra ambición es,
con la ayuda de Dios, conseguir victorias tales que nuestros súbditos
tengan el pesar de no haber estado ya antes bajo nuestra soberanía» 24.
Pero Teodorico supo conservar la mente fría; recordando su ascendencia
bárbara, se abstuvo de la reivindicación expresa del Imperio, del que
siempre respetó las prerrogativas form ales25.
Inspirado en esta doble ideología, Teodorico gobernó a sus godos
por medio de comites Gothorum, a la vez civiles y militares, ados que
transmitía directamente sus órdenes por medio de agentes especiales,
los salones (y no el cursus publicus). Sus generales germanos, como
Ibbas o Tuluino, son R>s ejecutores más seguros de su política. Para
los romanos, conserva la jerarquía tradicional de las funciones áulicas
y senatoriales, que hace funcionar con una regularidad ejemplar, -Su-
«testamento político» prescribe a los godos «amar al Senado y al pueblo
romano, y ganarse siempre la buena voluntad del emperador de Orien
te» 26. Pero el rey interviene en la elección de los hombres, y casi siem
pre prefiere sistemáticamente la aristocracia provincial a los jefes del
Senado 27. De este modo toma su principal consejero y portavoz entre
los romanos, Casiodoro, calabrés, hijo de un alto funcionario de
Odoacro. Gobernador de Lucania, cónsul en 514, luego magister officio
rum, por último prefecto del pretorio de 534 a 536, sobre todo asoció
su nombre al puesto de quaestor palatii, que ocupó de 507 a 534. Su
ilustración literaria permitió que se conserven, bajo el nombre de Variae,
500 escritos de su correspondencia administrativa.
La administración militar gótica y las oficinas del Sacro Palacio
de Rávena coexistieron sin fricciones. El rey tuvo menos éxito con las
dos Iglesias paralelas, la arriana y tla católica, pero evitó conflictos
abiertos. Su método fue una separación rigurosa de las atribuid ones, y de
las funciones (a los romanos les fue prohibido llevar armas, a los
godos el proselitismo arriano), lo que condujo a una verdadera segre-
■gación social (cf. pág, 179) 2S.
46
El centro de este vasto Estado fue la corte de Rávena. Teodorico
fue el único rey bárbaro que asimiló el concepto romano de capital.
Amó y embelleció Rávena, donde prosiguió la obra de Gala Placidia
y de Valentiniano III. Fue un gran constructor que levantó palacios,
iglesias, baptisterio e incluso su propia estatua ecuestre, en espera de
su mausoleo. En Roma fue más restaurador que constructor, pero se
mostró casi tan activo como en Rávena. Sus edificios son de alta calidad,
como los de Justiniano, que se erigirían al cabo de poco tiempo. Pero,
el reinado brilló sobre todo en el dominio intelectual. Está dominado
por tres nombres: Enodio, futuro obispo de Pavía, cuyo talento es
sobre todo formal; Casiódoro, hombre de Estado antes de crear, en su
monasterio de Vivarium, una especie de conservatorio de la cultura,
y sobre todo Boecio, la última mente verdaderamente original que pro
dujo la Antigüedad, también administrador, pero sobre todo filósofo
y matemático imbuido de cultura griega. No obstante, las esperanzas
que el rey abrigaba sobre el nacimiento de una cultura goda no llegaron
a verse realizadas.
En resumen, el reinado fue excepcionalmente largo y feliz: treinta^
y seis años, de ellos treinta y tres de paz completa en Italia. Pero los
últimos años mostraron síntomas precursores de dificultades que, tan
pronto como desapareció el rey, asaltaron su obra. Teodorico vio en
primer lugar cómo se preparaba una crisis de sucesión : él quería dejar
Italia a su yerno Eutarico, y había obtenido el asentimiento del empe
rador Justino, pero Eutarico murió y sólo quedó un niño de 7 años,
Atalarico, nieto del anciano rey. Luego registró el fracaso de su política
de solidaridad bárbara : fueron- eliminados sus amigos entre los bur
gundios y los vándalos. Por último, sobre todo, la colaboración con
la aristocracia romana y la Iglesia católica se vio gravemente compro
metida en 523-525: Boecio fue ejecutado (por traición en beneficio de
.Oriente) y el papa Juan fue acusado (por no haber sabido defender en
Constantinopla la política religiosa del rey, que exigía la libertad para
los arríanos en Oriente).
Teodorico murió en 30 de agosto de 526. La transmisión de poderes
se efectuó sin problemas. Atalarico reinó bajo la regencia de su madre
Amalasunta. Hasta 5 3 4 'nada parecía haber cambiado, aunque España
había recuperado su libertad. Pero el ambiente exterior evolucionaba
peligrosamente; los burgundios eran eliminados por los francos, la
reconquista bizantina comenzaba en África y el reino sólo tenía un aliado
oficial, Justiniano. En 534 Atalarico, murió, sin heredero. La regenta,
para aferrarse al poder, se asoció â su primo'Teodato;,pero poco después
éste se libró- de ella en un oscuro drama que soliviantó la opinión.
Justiniano estaba esperando la más mínima ocasión para intervenir;
se erigió en vengador de|Amalas,unta y envió a Belisario a Italia. L os.
47
primeros desembarcos se verificaron en julio de 536, en el Sur, y pro
vocaron un sobresalto. Teodato fue depuesto, asesinado y remplazado
por un buen general, Vitiges 29. Pero el ejército, cuyo dispositivo estaba
orientado al norte, no pudo impedir que Belisario entrara en Koma
el 10 de diciembre de 536 y que multiplicara los gestos simbólicos de
un retorno a la unidad imperial.
El Estado godorromano se desintegró; pero quedó un ejército godo
que luchaba, con jefes electivos, contra otro ejército que, no por estar
colocado bajo estandartes romanos, era menos bárbaro 30. Los intereses
de Italia y de la población civil fueron sacrificados fríamente por una
y otra parte. La península sólo tenía la perspectiva de sustituir unos
bárbaros saciados por una larga estancia con otros, mucho más rapaces.
Además los imperiales casi siempre estuvieron en número tan insufi
ciente, que sólo pudieron realizar una operación a la vez. La guerra
se arrastró interminablemente, salpicada durante veinticinco años de
episodios atroces. En realidad, más que una liberación fue una destruc
ción de Italia.
Se comprende la actitud reservada de los romanos, que no se iden
tificaron en absoluto con los soldados de Belisario. Sólo el Sur, donde
no hubo muchos combates y donde las relaciones con Oriente eran
estrechas, los acogió bastante bien. Por lo demás la actitud dominante
fue la de una neutralidad desolada. Algunos romanos, poco numerosos,
tomaron partido y causa por los godos. Los estamentos de Rávena fueron
desanimados por la «rebarbarizaeión» progresiva del ejército de Vitiges;
Casiodoro, que permaneció en su puesto mientras hubo esperanza de
solución negociada, se retiró cuando comprendió que se trataba de una
guerra de exterminio. Los godos, desconfiados, tomaron rehenes en la
clase senatorial, 300 jóvenes, que fueron ejecutados durante la catástrofe
final de 552. Los supervivientes fueron apartados de los puestos de
mando, en la parte - reconquistada, por funcionarios enviados desde
Constantinopla. Por último, muchos fueron atrozmente maltratados:
en 546, Rusticiana, hija de Simaco y viuda de Boecio, fue reducida a
la mendicidad. La aristocracia senatorial nunca se repuso de estos reveses,
y su hundimiento significó un giro en la historia italiana, pues era
esta clase activa, competente e ilustrada la que había mantenido la
continuidad de la Italia romana a través de los regímenes sucesivos
de los emperadores títeres y de los reyes bárbaros.
Abocados a la destrucción, los ostrogodos dieron muestras de una
firmeza muy distinta de la de los vándalos ante Justiniano en 534, o in
cluso de la de los visigodos ante los árabes en 711. Durante casi toda
una generación, resistieron con valentía. Cuando su primer jefe, Vi
tiges, desesperado por la situación de Italia, capituló en 540 — lo que
permitió a Belisario entrar en Rávena— lo remplazaron por un tal
Ildibaldo, y luego por el sobrino de éste, Totila, que resistió once años
con gran genio inventivo y quizás intentó trasladar la guerra al terreno
social. Totila fue muerto en un combate en 552, y fue remplazado
por Teyas, que pereció en una última batalla, al pie del Vesubio (1 de
octubre de 552). Algunos destacamentos resistieron en algunas plazas
hasta 555, y aún estallo' un levantamiento en Brescia y Verona
en 561.
Ante tal encarnizamiento, Justiniano decidió suprimir el pueblo
ostrogodo. Cuando sus falsas victorias, había pensado en la clemencia.
-En 540 el ejército había sido simplemente devuelto a sus tierras. En 550
Justiniano aún enviaba a Italia dos jefes autorizados para la conciliación.
Pero en 552, con el retorno de Narsés al mando, se terminaron las
consideraciones: se enviaron a Italia incluso persas, y los lombardos
del rey Aïduino; todos los godos capturados fueron deportados a Oriente.,
Algunos adictos de primera hora salvaron eu situación personal y sub
sistieron en pequeños grupos al pie de los Alpes; de otros se hace
mención en los papiros de Rávena, como esclavos en la ciudad que había
sido su m etrópoli31. Percf como fuerza histórica los ostrogodos dejaron
de existir. Les cupo el consuelo de arrastrar en su caída los últimos
vestigios de la Antigüedad romana 32.
Los lombardos, inconscientemente, se encargaron, menos de veinte
años después de la muerte de Teyas, de vengar a los ostrogodos; pero
esto no devolvió la vida a Italia.
2. El desmembramiento occidental
Con la entrada en masa de los ostrogodos en el Imperio se termina
la serie de migraciones surgidas en la Europa oriental ante la amenaza
deL_avance huno. El Imperio disfruta en seguida por este lado de una
relativa seguridad hasta mediados del siglo vi : el limes danubiano re
sistió hasta la migración ávaro-eslava. Pero el limes occidental, casi
impermeable, salvo pequeñas irrupciones a lo largo del siglo IV, en los
diez primeros años del siglo V se vio arrasado por una marejada que
finalmente sumergió todo el Occidente. La mayoría de los pueblos que lo
componían atravesó el limes por el Rin, después de la memorable
rotura del 31 de diciembre de 406 33. Otros, bajo Radagaiso, habían
intentado una vía más directa hacia Italia en 405, pero su suerte fue
incomparablemente menos favorable: su tentativa fue abortada por
Estilicón en Fiésole en agosto de 406, mientras que los miembros del
primer grupo proseguían su expedición fructuosa hasta Africa 34.
i. Es inútil querer trazar una delimitación neta entre los desmem- ,
bramientos oriental· y occidental. En una y otra parte se hallan pueblos
del mismo grupo; los golpes que asestan a las defensas romanas son
49
más o menos contemporáneos; sus empresas se complementan (sin
Radagaiso, Alarico sería difícilmente explicable), y, desde 412, los dos
desmembramientos se combinan en la Galia meridional. Es imposible
ignorar que existía una relación entre ambos movimientos: las reper
cusiones del gran avance de los pueblos de la estepa se dejaron
sentir incluso en la Germania occidental, puesto que los mismos alanos
y hunos también terminaron por atravesar no ya el Danubio inferior,
sino el Rin. Los contemporáneos, a pesar de su carencia de una visión
general del mundo bárbaro, parecen tener neta conciencia de este enca
denamiento, por lo menos en la medida en que se extendía desde la
estepa póntica hasta Iliria.35.
Los beneficiarios de la irrupción de 406 no desempeñaron un papel
comparable al de los godos ni al de los grandes pueblos de la. segunda
oleada. Muchos no llegaron a fundar Estados. Entre los que lo consi
guieron, dos tuvieron una existencia efímera: los reinos españoles de
los vándalos silingos y de los alanos. Sólo tres lograron mantenerse
a flote, aunque su carrera no fue muy duradera: los reinos vándalo
y burgundio, ambos muertos en 534, y el reino suevo, desaparecido
en 585. Sólo el Estado burgundio consiguió realizar una síntesis bas
tante estable entre bárbaros y romanos. La historia vándala no es más
que un curioso paréntesis en medio de la historia de África del Norte.
En cuanto a los suevos, apenas tienen historia : en las fuentes se encuentra
respecto a ellos casi un siglo de silencio total, de 469 a 558.
A. Los VÁNDALOS
50
vio limitado a dos tribus, los silingos (mencionados por Tolomeo
en la Silesia actual) y los asdingos (citados en el siglo ni por Dion
Casio, sin duda entre el alto Vístula y el alto Dniéster) 3T. Desde el
siglo III al v estas tribus llevaron existencias paralelas, pero separadas.
Los primeros conatos de movimiento hacia el Imperio se registran
e n '171 con los asdingos: intentan'vanamente penetrar en la Dacia,
arrastrados por la corriente que impulsaba a los godos hacia el mar
Negro. A mediados del siglo m , los dos pueblos efectúan una rápida
traslación hacia el sudoeste: se encuentra a los asdingos en la llanura
panónica desde 248, y a los silingos a orillas del Main superior
desde 277. En estos nuevos asentamientos se mantuvieron estables du-,
rante siglo y medio, hasta la aparición de los hunos; en contacto pro
longado con el limes, el grupo oriental evolucionó bastante de prisa 3g.
Poco antes de 400, los asdingos, empujados sin duda por los hunos,
partieron hacia el oeste, remontando la orilla izquierda del Danubio;
en el camino encontraron a los silingos, y entre las dos facciones se
estableció cierta coordinación. Hacia 401 se hallan frente a Recia,
y en 405 están a orillas del Rin, en medio de los pueblos que intentan
atravesar el limes. El rey asdingo Godagisel fue vencido y muerto du
rante el combate que abrió la brecha, pero la masa de los dos pueblos,
dirigida por su hijo, consiguió pasar a la Galia. Sin duda se lanzaron
hacia el Mediterráneo ; pero la amenaza de un doble contrataque romano,
por fuerzas llegadas de Bretaña e Italia, los impulsó a buscar otro
terreno de saqueo al sur de los Pirineos39. Durante todo este movi
miento, formaron una banda común con una parte de los alanos y, sin
duda, con los suevos.
Cuando la invadieron en’ otoño de 409, España estaba no solamente
desarmada, sino dividida por una guerra civil. El desastre fue total;
sólo fueron defendidas algunas ciudades. Los bárbaros se distribuyeron
el país como un botín. Asdingos y silingos se quedaron con lotes sepa
rados, los primeros al noroeste de Galicia, los segundos en la rica Bética
(411 o 412). La llegada de los visigodos a la Galia les imposibilitó
cualquier veleidad de regresar; incluso cambió el estado de cosas, pues
Valia fue encargado por Roma de poner orden en España, y actuó con
gran brutalidad. El rey de los silingos fue hecho prisionero y enviado
a Rávena; en 418 su pueblo fue aplastado haeta tal punto que dejó de
llevar una existencia autónomaj Los asdingos, menguados, engrosaron
sus filas con los restos de los alanos, también vencidosvpor Valia. Todo
lo que quedaba de los vándalos se unió a los. asdingos. Estos, deseos
tentos de la ruda Galicia y de la proximidad de los suevos, se trasladaron
a la Bética en 419-420, sin que el Imperio pudiera impedírselo.
No se sabe mucho qué fue el Estado vándalo en España40. Sin duda
nunca rebasó el nivel muy elemental de un ejército acantonado en un
51
país enemigo. Pero a pesar de la ley que prohibía, bajo pena de muerte,
iniciar a los bárbaros en la construcción naval, los vándalos tomaron
contacto con el mar y se convirtieron en unos piratas temibles;, Desde 426
atacan las Baleares y Mauritania, y en 428 toman la base naval de
Cartagena. Durante veinte años, parece que sólo vivieron del saqueo;
con un régimen como éste, España se agotó. Por ello, el rey Genserico
(o Geiserico) maduró la idea — inconscientemente heredada de Alarico— .
de ir a explotar la única provincia aún intacta de Occidente, África,
cuya defensa estaba paralizada por una guerra civil.
Era una empresa arriesgada y complicada. Se ignoran los detalles,
salvo uno: la concentración de todos los expedicionarios — asdingos,
silingos, alanos y algunos hispanorromanos— en Tarifa, en mayo de 429.
Sin duda desembarcaron cerca de Tánger y siguieron una ruta terrestre
por el desfiladero de Taza 41 El ejército llegó frente a Bona en mayo
o junio de 430: en un año habían recorrido casi 2.000 km en un país
ingrato. A pesar de este retraso, el conde de África no pudo oponer
una barrera eficaz; se encerró en Bona, que resistió más de un año
(San Agustín murió durante este sitio). Sin duda, algunas vanguardias
ya habían llegado a la Proconsular.
Incapaces de rechazar a los vándalos, los romanos les propusieron
un foedus; temiendo no poder tomar las demás plazas fuertes, Genserico
lo aceptó (Bona, 11 de febrero de 435). El dominio concedido cubría
sin duda el norte de Numidia, la Proconsular occidental (con Bona y
Güelma) y la casi totalidad de la Mauritania sitifiana (las regiones
situadas más al oeste quedaron, sin duda, fuera del acuerdo). Genserico,
no se contentó por mucho tiempo : el 19 de octubre de 439 se lanzói
sobre Cartago, que ocupó casi sin combate. La ciudad fue concienzu
damente saqueada y algunos de sus edificios incendiados o demolidos 42.
Entonces invadieron el resto útil del África* hasta Tripolitania. Luego
Genserico amenazó con tomar Italia por la retaguardia, por el sur: los
vándalos desembarcaron en Sicilia en 440. Para detenerlos, Valenti
niano III les ofreció un nuevo foedus (442), que los estableció. en la
Proconsular, en Bizacena y en una parte de la Tripolitania y de la
Numidia. Este fue el molde definitivo del Estado vándalo 43.
El grueso de los vándalos fue acantonado en la Proconsular, espe-(
cialmente en torno a Cartago. Algunos pequeños grupos se establecieron
en el norte de la Bizacena y en la costa de las Mauritanias, en Tipasa
y Cherchell. En las principales comunidades se instalaron obispos arría
nos. La lengua corrientemente utilizada desde el principio fue el latín
(del vándalo no quedó nada, salvo algunos nombres propios). En la
tercera generación, el rey Trasamundo manifestó cierto interés por la
literatura latina, incluso teológica, y tuvo sus poetas oficiales, por lo
demás muy mediocres.
£
Para asentar su ejército, Genserico se entregó a inmensas confiscacio
nes, en vez de adoptar, como los demás reyes bárbaros, el principio de un
reparto. Una parte de las tierras confiscadas formó los lotes (sortes)
de los vándalos, y el resto correspondió a la corona. Los vándalos se
convirtieron en propietarios rurales, que vivían a costa de sus semejantes
romanos, muy numerosos; nada indica que cultivaran con sus manos.
Adoptaron las costumbres de aquellos a quienes ellos mismos habían
despojado, incluidos los placeres de las termas y del circo. Los antiguos
propietarios fueron exiliados a Italia o a Oriente; sus descendientes a
veces consiguieron recuperar algo 44, pero el episodio creó un abismo
de odio que el arrianismo hizo aún más sensible. Hasta el final, los (
reyes vándalos sólo pudieron basarse en la fuerza para asegurar su
porvenir.
. Las instituciones llevan la impronta de esta situación^ El pueblo
quedó dividido en grupos de mil hombres, como un ejército. En su
testamento, Genserico dictó disposiciones para perpetuar la unidad de
mando, a costa de la tradición del reparto familiar. El jefe de la admi
nistración tuvo el título, tomado del vocabulario militar, de praepositus
regni. Ningún puesto importante fue confiado a romanos, y desapare
cieron los cuadros provinciales. Para las necesidades esenciales, sobre
todo la nueva distribución del impuesto territorial, que gravó única
mente a los romanos, bastaron algunos notarii. En resumen, un gobierno
sumario, po trabado por tradiciones y que funcionaba sin ambages en el
único beneficio de los vencedores 45.
Los vándalos de la primera generación africana seguramente sólo
tuvieron una idea políticá : la expansión continua, la renovación del
saqueo aplicado sin cesar a nuevas regiones. Fijados en África, quizás
por la mera razón de que no se atrevieron a afrontar el desierto de
Libia, se dedicaron a imponer privaciones al mundo mediterráneo. Es
lo que se llama, con un término altisonante, la constitución del «Imperio
vándalo» 46. Genserico empleó toda su inteligencia en ello ; una flota con
base en Cartago le permitió, desde 440, introducirse en Sicilia 'la ver
dadera conquista no se verificó hasta 468). La isla sirvió sobre todo
como baza diplomática, por ser escala obligada de los convoyes anuales
que transportaban a Roma el trigo de África; en 476, Odoacro la obtuvo
contra un tributo ; en 491, Teodorico la ocupó, pero hacia 500 devolvió
el oeste a los vándalos (como dote de su hermana), y la isla quedó divi
dida hasta la victoria de Justiniano. Hacia 455, Genserico tomó Córcega
y Cerdeña y sin duda también las Baleares; no obstante, sólo fueron
utilizadas como colonias de explotación y deportación. Paralelamente,
se efectuaban incursiones en las costas españolas, italianas y griegas,
que culminaron con el saqueo de Roma en 455. Los vándalos no aban
donaron esta actitud agresiva hasta la muerte de Genserico (477), tras
53
una generación de apacible disfrute de las riquezas de Cartago, En esta
fecha, tras tree cuartos de siglo, parece detenerse la historia de su mi
gración47.
^ El término de la historia de los vándalos demuestra cuán precaria
fue su obra: se hundieron como un castillo de naipes bajo los golpes
de Justiniano. Belisario desembarcó' el 30 de agosto de 533; el 15 de
septiembre se encontraba en Cartago; le bastaron dos batallas para
hacerse con toda el África útil; en marzo de 534, Gelimer, refugiado
en el oeste, se rindió y fue transferido a Asia. Su pueblo lo siguió, como
esclavos, deportados o incorporados forzosos al .ejército bizantino. A l
gunos pequeños grupos se escondieron entre los moros, pero sucumbieron
en una segunda batida en 539-540. Los vándalos enviados a Oriente se
anegaron en el caos étnico de las tropas bizantinas opuestas a los
persas. «La historia de los vándalos desemboca en la nada» (Courtois),
África del Norte careció, pues, de la componente germánica: los acon
tecimientos de 534 contribuyeron, tanto conio la conquista islámica, a
orientarla en una dirección diferente del resto de Occidente. La principal
: huella que dejaron los vándalos fue negativa: el África romana perdió,
durante este siglo de un régimen brutal, lo mejor de sus fuerzas espiri
tuales y de su clase dirigente, así como parte de sus territorios periféricos;
54
Hermerieo, constituir un verdadero Estado en torno a Braga (que le
sirvió „de capital) y Lugo. Los hispanorromanos intentaren aplastado
por medio de Aecio, a quien, como legado, enviaron al obispo gallego
Hidacio, nuestra única fuente; pero Aecio, demasiado ocupado con la
Galia, no quiso intervenir, y las autoridades locales pactaron con sus
molestos huéspedes una especie de foedus (se firmaron paces en 433,
437 y 438).
Los suevos no dejaron de proseguir su marcha a través del despoblado
ibérico. En 439 tomaron Mérida, luego Sevilla (411) e incluso una
parte de la Cartaginense. Parecía que toda España iba a caer en manos
del rey Requiario, pero los suevos no tenían talla para ocuparla y gober
narla. Una expedición de castigo, organizada en nombre del emperador
Avito, por el rey visigodo Tpodorico, en 456, derribó tan endeble cons
tricción. Requiario fue derrotado el 5 de octubre frente a Astorga, a
orillas del Orbigo; dos semanas más tarde, los godos entraban en Braga
y saqueaban la ciudad, sin distinguir entre suevos y romanos. Requiario
fue hallado en la costa, cerca de Oporto, y ejecutado. La familia real
se extinguió. Pero tan pronto los godos hubieron vuelto la espalda, los
suevos recuperaron su independencia. Hacia.464 el rey Remismundo pudo
obtener el reconocimiento oficial de la corte de Toloisa. Después de
esto el reino — como la misma Galicia— desapareció de la historiografía
durante casi un siglo.
Œste Estado suevo seguramente fue inestable v brutal, incluso escla-^
vista, como el de los vándalos 49. De su historia interna sólo conocemos
oscilaciones religiosas, reflejo de su debilidad exterior: el rev Réquila,
muerto en 448, era pagano; su hijo Requiario (448-456) se hizo católico
para complacer al Imperio y evitar la intervención de lo? godos; hacia
465 un obispo enviado de la Galia visigoda. Ajax, convirtió a los
suevos al arrianismo. Hacia mediados del siglo VI el rey Charraneo
probablemente se hizo católico por un momento para obtener la inter
cesión de San Martín de Tours y quizás una alianza franca: pero el
arrianismo volvió a ganar ventaja. En seguida fue minado por la misión
de otro Martín, Martín de Braga. Hacia 561 el rey Teodemiro se hizo
católico. Era una provocación para el reino aún arriano de Toledo: Leo
vigildo atacó al rey suevo Miro en 576. En 585 el último rey, Andeca,
fue capturado γ su Estado anexionado, un año antes de la adhesión de los
godos al catolicismo. Aún hubo dos revueltas suevas al año siguiente,
y luego todo terminó : los suevos se fundieron entre los godos.
Los suevos dejaron en Galicia algunas pequeñas huellas onomásticas
y arqueológicas, concentradas en la costa a uno v otro lado de Braga.
Apenas unas palabras (cinco o seis) de su lengua pasaron al portugués;
pero Galicia, sin duda, debe a su estancia una parte de su originalidad,
especialmente en el dominio eclesiástico. De sus instituciones no se sabe
55
nada, salvo que acuñaron moneda de tipo imperial antes de 45'6. Aparte
la obra de Martín de Braga — que debe poco al medio lo ca l50— , no hay
cultura sueva en absoluto, y el arte gallego no es- más que una rama del
arte hispanogodo, Si los suevos de España no hubieran existido, la his
toria no habría cambiado en nada importante.
C. Los BURGUNDIOS
56
rados modelos, dispuestos a todas las necesidades del servicio de Roma,
contra Atila en 451 o contrarios suevos de España en 456. En 457, de
vuelta de España, se pagar-síi ellos mismos con terrenos, tomando una
buena parte de la Lyônense I y de la Viennense. Mayoriano acudió
para contenerlos y los hizo retroceder, pero cuando éste partió, volvieron
con refuerzos, ocuparon L y ón 57, y luego se extendieron por la región
del Ródano, hacia el sur (Die, hacia 463; Vaison, antes de 474) y hacia
el norte (Langres, antes de 485). Hacia 495, su reino se extendía desde
la Champaña meridional hasta el Durance y los Alpes Marítimos.
Fue un Estado bicéfalo (el rey tenía sede en Lyón, su heredero en
Ginebra) y binacional, pues los romanos tuvieron en él un lugar casi
igual al de los burgundios. La toma de posesión de las regiones del
Ródano se había efectuado poco a poco y muy pacíficamente ; la tradición
pretendía que en el siglo vil los burgundios habían llegado «llamados
por los romanos y por los galos». La aristocracia había visto en este
pueblo, fiel a los principios, aunque no siempre a la letra, del foedus,
un mal menor, casi una garantía. Todos los reyes burgundios de los que
conocemos algo más que el nombre se mostraron dignos de esta confianza.
Chilperico I, el fundador del reino de Lyón, aunque era arriano contrajo
matrimonio con una católica; protegió a los monjes del Jura y fue amigo
de Paciente, obispo de Lyón. Gundebaldo, su sobrino (hacia 480-516),
era casi un romano, oficial superior del ejército de Italia, fiel segundo,
y luego sucesor, del patricio Ricimero, el fabricante de emperadores.
Él mismo había creado dos emperadores, Olibrio (472) y Glicerio (473),
y sin duda no ambicionaba más título que el de patricio, obtenido del
primero de estos fantoches; pero la llegada de Nepote (474) lo había
obligado a volver a su pueblo 5S. Gregorio de Tours, que no sentía
muchas simpatías por los arríanos, le hace honor con una legislación
que protege a los romanos 59 y san Avito, jefe moral del episcopado
católico de su reino, mantuvo con él relaciones cordiales, hasta la con
versión de Clodoveo. La ley de los burgundios (ley Gombeta) es una de
las leyes bárbaras más romanas, y proclama explícitamente la identidad
de condición entre romanos y burgundios; incluso les concede wergeld¿
les abre el servicio militar y autoriza matrimonios mixtos. El burgundio
sólo conserva una preeminencia honorífica.
El poblamiento se efectuó según las normas· de la hospitalidad, im-¿
puesta por el foedus de 443 en el antiguo reino de Ginebra y adoptada
por el nuevo reino rodaniano en-0456, de acuerdo con los senadores
romanos. Los territorios burgundios, señalados sobre todo por topónimos
en -ingós (fr. -ans, -ens), se concentran en la Suiza romanche, el Jura
y la llanura del Saona; son más escasos en Saboya y en Borgoña, y casi
inexistentes al sur del Isère. Los hallazgos arqueológicos de facies hur-
gundia (antes de 534) presentan una distribución más o menos parecida.
57
, La lengua debió de perdurar hasta el siglo v i l 60, y el asentamiento
nacional fue intenso hasta el siglo ix. La ley burgundia fue una de las
últimas que desapareció ante el derecho franco.
58
respetaron las instituciones y la nacionalidad burgundias en el seno de
una especie de unión personal. Hasta el siglo xi algunos individuos se
acogieron al derecho burgundio, pero la conversión al catolicismo, rea
lizada bastante antes de 533, había facilitado la asimilación. La herencia
burgundia se expansionó en el cuadro de la Galia merovingia.
59
NOTAS DEL CAPITULO II
1. Por lo demás confunden a los hunos auxiliares de Aecio con los soldados de
Atila.
2. Orleans estaba defendida por el rey alano Sangibano. ¿Fue realmente asediada
|( según ¿1 tradicional ¡y famoso .relato de Sidonio Apolinar y de la vida san
Aignán) ? Recientemente se ha dudado de ello, sin aducir razones decisivas
(S iraco , Galla Placidia [n.° 7 6 ], pág. 359 y n. 4 ).
3. Casi no se sabe nada de la migración de los alanos del este al oeste entre 375
y 406. Algunos historiadores incluso la han puesto en duda ( C o u r t o i s , Vandales
[n.° 233], págs. 40-41). No obstante, la oposición de los alanos contra los hunos,
que desempeñó un importante papel en los acontecimientos de 451 en la Galia,
se explica mejor si los alanos de Orleans eran descendientes de los vencidos
de 375.
4. También se Ies atribuye, con menos certidumbre, algunos hallazgos arqueoló
gicos (bronces de Vendómois, etc.).
5.. J o r d a n e s , Getica, IV, 25, y XVII, 94.
6. El nombre de Escandza es idéntico al de Escania (y, por tanto, al de Escandi-
navia),'y los.ulmerugios parecen ser los «rugios de las islas», sin duda de las
existentes en la desembocadura del Oder.
7. Si la mayor parte de historiadores se pronuncian en favor de. Gotalandia es,
sobre todo, porque su considerable superficie, resulta idónea rumo patria de un
gran pueblo. Los dialectos de las dos regiones (nórdicos) no timen nada que
ver con el gótico (tipo del óstico).
8. Véase ante todo O x e n s t i e r n a , Urheimat [n.° 166].
9. Estos nombres han hecho correr mucha tinta. Aparecen, bajo una ínnna corrom
pida, en la Historia Augusta, a propósito de los acontecimientos de 269. En
general se admite qu_ tervingi designa las «gentes del bosque» i;.taiga rusa o
bosques de los Cárpatos?), y Greutungi las «gentes de la playa». La segunda
pareja, ostrogoti y vesi (más tarde visigoti), al principio se interpretó como
«godos del Este» y «del Oeste»; esta interpretación, que desde hace una ge
neración tenía pocos adeptos (se proponía «godos brillantes» y «godos sabios»),
vuelve a ganar terreno, puesto que se apoya en Jordanes.
10. El único efecto duradero de esta fase marítima fue instalar entre los godos
un grupo importante de cautivos capadocios, que fueron los mediadores entre
la cultura griega y el mundo germánico. Ulfila surgió de este grupo.
11. Por lo menos éste es el relato del único testigo fidedigno, Amiano Marcelino.
Jordanes expone las cosas de otro modo, y muestra a los godos sometiéndose
a los hunos. Junto a los detalles inventados, esta tradición contiene una parte
de verdad: un grupo de godos permaneció en Ucrania bajo soberanía huna.
Sobre el grupo que se refugió en las montañas de Crimea, v. pág. 213.
12. Se les atribuye la construcción del vallum, de Moldavia, desde el Seret al
Danubio, destinado a separar los asentamientos góticos de la Alta Moldavia
60
de las estepas del Sur dejado a los hunos: Radu V u l p e , Le vallum de la Mol
davie inférieure et le mur d’Athanaric, La Haya, 1957.
13. Durante esta estancia en. los Balcanes la política romana intentó dividir a los
godos, suscitando una facción prorromana, con Fravitas y sobre todo con Gainas.
Algunos oficiales godos obtuvieron puestos brillantes. Pero la mayoría del
pueblo continuó siendo hostil. Durante toda su carrera, Alarico seguramente
vaciló entre dos tendencias: forjarse una posición personal en el Imperio o
proporcionar a su pueblo un establecimiento definitivo. Casi seguro que fue
durante estos años balcánicos cuando terminó la conversión de los visigodos
al arrianismo. Todo esto ha sido muy bien demostrado por E. A. T h o m p s o n , The
Visigoths from Fritigern to Euric [n.° 172].
14. Atalo fue depuesto antes del saqueo de Roma, pero continuó siendo un fiel
consejero de los visigodos, a quienes se adhirió tanto que incluso, aunque
pagano, se hizo administrar el bautismo arriano.
15. Véase pág. 171; los documentos han sido reunidos y comentados por C o u r
c e l l e , Hist, littéraire [n.ü 106], págs. 35-55; cf, también André P i g a n i o l , Le
61
24. Variae [n.° 30], III, 43 (ed. Mommsen, pág. 100).
C a s io d o r o ,
25. Se discute la naturaleza de los poderes ejercidos por Teodorico en Italia en
nombre de Zenón La solución más probable es la de E. S t e i n , Histoire du
Bas-Empire [n.u 77], t. II, pág. 40, η, 1: Teodorico habría sido magister militum
per Italiam, por tanto teóricamente colega del rey burgundio Gundebaldo, jefe
del ejército de las Galias; pero interpretó sus funciones como una delegación
general de los derechos del emperador. La inscripción de Terracina está dosi
ficada muy sabiamente: Augustus está, pero no Caesar, triumphator, ni tam
poco imperator ( F i e b i g e r - S c h m i d t , înschriftensammlung [n.° 3], n. 193). El rey
se arriesgó a acuñar una moneda de oro (monopolio imperial), en la que fi
gura con el vestido imperial, pero tan discretamente que sólo disponemos de
un ejemplar. En su corte conserva elementos del protocolo imperial, por ejemplo
la adoración de la púrpura (C a s i o d o r o , Variae, XI, XX y XXXI).
26. J o r d a n e s , Getica [n.u 32], c. 308.
27. S t e i n , Histoire du Bas-Empire [n.° 77], t. II, págs. 127-128.
28. El ejército fue acantonado, bajo el régimen de la hospitalidad, por el prefecto
Liberio, en el mismo lugar donde se habían agrupado las tropas de Odoacro:
primero en la llanura del Po y alrededor de Rávena, y también en Toscana,
Picenum y Samnio, más algunas guarniciones aisladas en Campania y Dalmacia.
A causa del estrato lombardo sobreañadido, la aportación toponímica de los
godos es difícil de discernir; consiste especialmente en úna parte de los nombres
en -engo de la Lombardia actual (por ejemplo: Gottolengo, Marengor Off anea-
go). La aportación lingüística seguramente es pequeña: Gamillseheg la evalúa
(por exceso) en 70 palabras, sobre todo términos de la vida práctica. El man
tenimiento de estas colonias planteó pocos problemas, pues los godos habitaban
en la Italia anonaria, organizada a comienzos del siglo iv con vistas a la pro
ducción en masa de cereales y vino.
En las dependencias de Italia Teodorico aplicó, de una forma simplificada,
el mismo régimen. Se trataba de la Recia (cuya zona Norte no es más que un
protectorado), la Iliria del Norte, la Dalmacia y una pequeña parte de la
Panonia (donde el rey estaba representado por un mestizo de huno y gépido,
Mundo). Las islas italianas, salvo el este de Sicilia, fueron dejadas a los
vándalos. Después de Vouillé, Teodorico se adueñó de la Provenza, sin anexio
nársela formalmente, e instaló allí un .embrión de gobierno autónomo,· bajo un
prefecto con sede en Arlés.
29. El ¡cual .quiso ¡propiciarse, a |los Aimalos contrayendomatrimonio con lahermana
de Atalarico en contra de la voluntad de ésta.
30. Véase John L. T e a l l , The barbarians in Justinian’s Army, Speculum, XL,
1965, págs. 294-322.
31. Sobre los últimos ostrogodos, el trabajo clásico de S c h m i d t , Die letzten Ostgoten
[n.° 212], debe ser completado con los datos papirológicos bien resumidos por
Fulvio C r o s a r a , Dal v a l vm sacolo, sulla traccia dei papiri giuridici d’Italia,
Annali di Storia del Diritto, III-IY, 1959-60, págs. 349-390, especialmente
páginas 372-381.
32. La suerte de las dos capitales puede considerarse simbólica. Milán, que en 538
se había declarado en favor de los imperiales, fue destruida en 539 por Vitiges y
desapareció durante cuatro siglos, en beneficio de Pavía. Roma estuvo asediada
por vez primera en 537, durante un año. Para reducir a Belisario, encerrado
en la ciudad, Vitiges cortó 14 acueductos, que nunca más fueron restaurados, y
Belisario, para sobrevivir, expulsó las «bocas inútiles», que no regresaron jamás.
Un segundo sitio, dirigido por Totila, duró dos años, de 544 a 546, y se saldó
con un desmantelamiénto parcial y la miseria del Trastévere. Un tercer asedio
duró desde la primavera de 547 hasta enero de 550: en conjunto, casi seis años
62
de' bloqueo en un lapso de trece. Roma no pereció a causa de su función reli
giosa, Solamente Rávena sobrevivió relativamente intacta.
33. La. fecha ha sido discutida: ¿406 o 405? Nos atenemos a las conclusiones de
C o u r t o i s , Vandales [n.° 233], p á g . 38, n. 3 .
34. La expedición llamada de Radagaiso es poco fconocida. Se trata de una masa
mixta que entró en Italia por el Nordeste y llegó hasta la Toscana. Una sola
batalla bastó para aniquilarla. El ejército -«romano» tenía en Fiésole una com
posición étnica parecida a la del invasor: dirigido por un jefe de sangre ván
dala, Estilicón, y un visigodo, Saro, reunía sobre todo a alanos y hunos.
35. Véase el texto de San Ambrosio, Expositio in Lucam, X, 10, y su comentario
por C ourtois [n.° 2 3 3 ], pág. 40.
36. Por lo demás, el mismo radical también se encuentra en Escandinavia.
37. Los silingos dejaron su nombre a Silesia; el nombre de asdingos segura
mente sólo designó a la familia real.
38. No es seguro que su arrianismo date de esta época; su conversión sin duda no
se verificó hasta que se trasladaron a España.
39. Es imposible reconstruir el itinerario de los vándalos en la Galia, dado que su
reputación era tan mala que se les cargó en cuenta desastres con los que no
tenían nada que ver.
40. El· paralelismo tradicional entre el nombre de los vándalos y el de Andalucía es
infundado.
41. Es la hipótesis de L e G a l l , L’itinéraire de Genséric [n.u 239], secundada por
C ourtois, Vandales [n.° 233].
42. Courtois ha considerado falsa esta aserción de Víctor de Vita. La arqueología
lo ha desmentido (sobre las termas de Cartago, cf. [n.° 434]).
43. Por lo tanto Roma conservó teóricamente las tres Mauritanias, el oeste de la
Numidia y el este de la Tripolitania. Eran las regiones más pobres, las de los
rebrotes ¡bereberes más acentuados: el Imperio no estuvo en'posesión· de ellas
mucho tiempo. No se conoce ninguna huella de su intervención en África latina
después de 455. Una gran parte del Oeste cayó en poder de las tribus bereberes;
algunas ciudades costeras, como Tipasa, tuvieron, en fecha desconocida, una
guarnición vándala, e incluso Orán, y quizás Tánger, recibieron influencias ván
dalas, directas o no. El Estado vándalo propiamente dicho apenas rebasó, hacia
el! oeste, el meridiano de Constantina.
44. Cf. Vie de Fulgence de Ruspe, ed. Lapeyre, pág. 11.
45. Este cuadro, basado en documentos lacónicos y hostiles, es incompleto y sin
duda parcial; las fuentes no autorizan ningún otro. El único documento de
la práctica, las famosas Tablillas Albertini, muestra que el pueblo común
conservó instituciones puramente romanas [n.° 13]. Pese a su brutalidad, los
vándalos guardaron cierto respeto a las prerrogativas imperiales (acuñación de
oro, tributos) ; los actos reales, np obstante, fueron fechados según los años de
reinado.
46. Sobre los debates que suscita su interpretación, cf. págs. 210-211.
47. En seguida se observa, sólo con fijarse en el desfile de reyes, que la romaniza
ción realizó grandes progresos. Pero el abismo religioso impidió que estos pro
gresos dieran sus frutos: sólo consiguieron debilitar la fuerza vándala. Hune-
rico (477-484) había sido rehén en Constantinople, había contraído matrimonio
—por la fuerza— con la hija de Valentiniano III, y quiso vanamente imponer
una sucesión hereditaria a la romana. Casi no se sabe prácticamente nada de
Guntamundo (484-496). Trasamundo (496-523), salvando las proporciones, fue
el Teodorico de los vándalos: no sólo contrajo matrimonio con la hermana del
rey godo, sino que, como él, comprendió que una minoría germánica únicamente
63
podía sobrevivir adaptándose al medio romano; se aficionó a la poesía y las
construcciones y se interesó por la teología, pero, a diferencia de su cuñado, no
consiguió encontrar eco en la única clase que le podía proporcionar dirigentes:
la aristocracia senatorial. Hilderico (523-530) fue, por la sangre y las costum
bres, más que medio romano, pero en lo demás fue un incapaz total. Gelimer
(530-533) pasó sin dejar huella.
48. Véase pág. 214, donde se estudia su itinerario.
49. L a a m p l i t u d d e l o s d a ñ o s c a u s a d o s a la s c i u d a d e s d e l n o r o e s t e d e E s p a ñ a e s t á
c o n f ir m a d a p o r l o s t e x t o s y p o r l a a r q u e o l o g í a ; s e s a b e p o r l o m e n o s d e t r e s
c i u d a d e s r o m a n a s y d e d o s p o b l a d o s i n d í g e n a s q u e j a m á s r e s u r g i e r o n . Cf. J. M.
L a ca rra, P a n o r a ip a de la h is to ria urban a en la p e n ín s u la ib é r ic a desde el
v a l X, Setdmane..., VI, 1958, p á g . 328.
s i g lo
50. Cf. Martini episcopi Bracarensis opera omnia, ed. Barlow, Newhaven, 1950.
Martín poseía unp profunda cultura griega, a causa de una larga estancia, en
Palestina.
51. La historiografía francesa (salvo C o v i l l e , Recherches sur Vhistoire de Lyon
[n.° 224]), prefiere la forma «burgundios», poco avalada por los textos (4 o
5 ejemplos), mientras que el pueblo se denomina corrientemente burgundiones;
para la alternativa, cf. Goti/Gutones y Frisii/Frisones.
52. Passio s. Sigismundi, MGH, SS. Rer. Merov., II, 333. Sin duda este texto ex
perimentó una fuerte influencia de Jordanes
53. Ámiano M a r c e l i n o , XXIV, 2, 15.
54. Una tradición historiográfica tenaz quiere corregir este dato, debido a un
fragmento de Olimpiodoro, y situar el reino en la Germania I alrededor de
Worms, basándose en la única autoridad del Nibelungenlied (donde Worms es
la capital del rey Gunther). Actualmente se deja sentir una sana reacción; hay
que abandonar el clisé del «reino de Worms» y hablar sólo de un «reino
renano de los burgundios». Véase un resumen del debate en A l t h e i m , Ges-
chichte der Humen [n.° 509], IV, págs. 193 y sigs.
55. Esta catástrofe tuvo una gran resonancia épica, como demuestra el Waltharius
en el siglo ix, y luego el Nibelungenlied, que la mezcla — erróneamente— con
Atila. Gondicario se hizo famoso en todo el mundo germánico, tanto en el
Widsith anglosajón (Gudhhere) como en el Edda (Gunnarr).
A la estancia de los burgundios en Renania se asocia la cuestión, mal acla
rada, de su conversión. Orosio afirma que se hicieron católicos en 417; pero la
mayor parte de los autores creen que pasaron directamente del paganismo al
arrianismo en una fecha insegura entre 413 y 436. Sólo C o v i l l e , Recherches
[n.fl 224], págs. 139-152, sé adhiere al texto de O r o s i o , Hist. adv. pag. [n.° 17],
VII, XXXII, 13., És singular que los apóstoles de los burgundios en el siglo vi
no citen este episodio católico.
56. Tal es la interpretación, bastante convincente, de este nombre muy discutido,
dada por D uparc , La Sapaudia [n.° 2 2 5 ]. En todo caso, no era exactamente la
Saboya actual.
57. Fecha incierta: ¿461 (Coville), o sólo hacia 470-474?
58. Recobró sus ambipiones italianas por un momento en 490, cuando fue a ayudar
a Odoacro contra Teodorico.
59. Hist. Franc., II, XXIV. Gregorio era descendiente de un obispo de Langres,
antiguo súbdito de Gundebaldo.
60. Los textos rúnicos de Àrguel (Doubs) y de Charnay (Saône-fet-Loire), son los
únicos que ha proporcionado el suelo de la Galia.
61. Marc S a u t e r , Quelques contributions de l’anthropologie à la conaissance du
haut M oyen. Age, Mélanges P. E. Martin, Ginebra, 1961, págs. 1-18 ; Carac
tères dentaires [n.° 231].
64
2. Gregorio de Tours da un buen ejemplo de ello en tiempos de Gundebaldo,
Liber de virtutibus s. Juliani, MGH, SS. rer. Merov., I, 2, págs, 567-568.
>3. El Estado burgundio es uno de los que se acomodaron mejor a la vida urbana,
como ha demostrado la arqueología en Ginebra (cf. págs. 186-187). Los textos
confirman la supervivencia de las curias, de los defensores y de los gesta mu
nicipalia (cf. págs. 187-188), La cultura del reino de Lyón (no se sabe nada
del período ginebrino) fue honorable y completamente latina, Gundebaldo es
cribió a Teodorico para hacerse mandar una clepsidra y un reloj de sol, y
parece que tuvo un poeta oficial, un tal Heracliano. Ávito de Vienne., influyente
en la corte, fue, a imagen de su pariente Sidonio Apolinar, un perfecto letrado,
A comienzos del siglo vi aún funcionaban en Lyón escuelas de retórica; en
Vienne también, sin duda. Por último, la epigrafía latina conservaba una
actividad real.
65
C a p ít u l o III
66
afirmar que de hecho nunca se detuvo por completo a lo largo de toda
la Edad Media; pero no conservó el carácter de una conquista política.
A. L os FRANCOS
Los francos son uno de los pueblos germánicos que aparecen más
tarde y uno de los que presenta orígenes más oscuros; no obstante
sería uno de los principales beneficiarios de las migraciones, el único
cuya obra, proseguida a través de toda la Alta Edad Media, ejercería una
influencia profunda y duradera en la historia de Occidente 1.
El nombre mismo de francos aparece por vez primera en una canción
de marcha'·del ejército romano, transcrita por la Historia Augusta — fuen
te mediocre— a propósito de unos acontecimientos de 241, y luego, de
forma más segura, en los relatos de la gran invasión que irrumpió en
la Galia bajo Galiano, sin duda en 257 ; seguramente una banda franca
incluso llegó a España. Poco después, en tiempos de Probo (276-282), un
relato bastante extraordinario habla de una partida de francos, llegada
no se sabe cómo hasta el mar Negro, y que regresa a su patria por Gi
braltar. Finalmente, hacía 286, Carausio tenía a su cargo la defensa de
los accesos del Paso de Calais contra los piratas sajones y francos. Es
decir, lo s primeros francos aparecen como un pueblo peligroso a la vez
en tierra y envel mar, sin duda localizado en algún punto del curso me
dio o inferior del Rin.
ó De dónde provenían ? Su nombre informa poco : parece ser un
derivado de una raíz que significa «valiente, intrépido» (cf. v. ñor.
frekkr) 2. Su lengua — base de los dialectos alemanes del Noroeste y
del holandés— también es poco indicativa. Desde el siglo x v i i , aunque
no exista ningún texto antiguo en este sentido, la mayor parte de los
historiadores han admitido que los francos habían surgido de la agrupa
ción de diversas poblaciones anteriormente conocidas a orillas del Rin
inferior. Entre las componentes probables de esta síntesis, hay que citar
a los camavos, los brúcteros, los amsivarios, los catuarios, los catos, sin
duda los sicambrios, y con menor probabilidad los tencteros, los usipetos
y los tubantes, y de hecho también algunos bátavos.
Estos antepasados de los francos son pequeños pueblos de oscuro
Sestino; en su mayor parte, apenas son citados entre finales del siglo I
de nuestra era y mediados e incluso finales, del siglo m , a veces hasta
en el siglo IV. A diferencia de otros grandes pueblos que desaparecieron
en seguida (cuados, marcomanos, etc.), no tuvieron que agotarse en
ataques continuos contra el limes; en cierto modo reservaron sus fuerzas.
La mayor parte habitaron, durante un período prolongado, junto al
mismo territorio romano, cerca de las plazas de comercio, como Colonia
o Xantén; es imposible que de ello no recibieran una profunda influen-
67
cia. De todos los germanos, seguramente debían de ser los más bien
dispuestos a comprender la civilización romana.
Se ignoran los factores que, en el siglo ill, condujeron a la fusión
de estos pueblos. Quizás fue el deseo de resistir mejor a la vez a los
romanos y a ■los. avances que provenían del interior de Germania, como
el de los alamanes. En todo caso, esta fusión fue bastante superficial.
Sin contar los camavos, los brúcteros y los hessenses, que hasta el final
formaron grupo aparte, entre los francos hubo siempre muchos sub-
grupos relativamente autónomos.
El pueblo primeramente citado, y el más importante, es el de los
salios, que aparece inieialmente en un discurso de Juliano a loe ate
nienses, junto a los camavos; su nombre figura luego en la denomina
ción de diversos cuerpos auxiliares en la Notitia dignitatum. Se cree
que fueron la vanguardia del avance franco en Bélgica. Pero en la
época merovingia su nombre no es más que un término jurídico; no
aparecen en las fuentes literarias o diplomáticas, pero tienen su ley, la
Lex Salica, que se aplica en principio a todos los francos situados entre
el «Bosque Carbonero» y el Loira (o sea, excluyendo a los francos del
Rin, los camavos y otras pequeñas tribus).
El segundo grupo, el de los francos del Rin, es menos coherente y
sin denominación antigua. El nombre de ripuarios, corriente en la his
toriografía moderna, es im p rop io3; pero el «Cosmógrafo de Rávena»,
un compilador que escribió hacia 475-480, habla de una Francia Rinensis
que comprende las orillas del Rin de Maguncia hasta Nimega, el valle
; del Mosela desde Toul hasta Coblenza, el valle inferior del Mosa:., etc.
Estos dos grupos inestables sólo constituyeron unidades políticas,
antes de Clodoveo, durante breves períodos. Para las épocas más antiguas,
el historiógrafo encuentra nombres de reyes en cantidad suficiente para
demostrar que entonces no había una monarquía, sino muchos reinos1
tribales que coéxistían. El primer rey conocido es Genob'aldo „ que
pactó un foedus con Roma en 287-288; quizás era un camavo. Las
fuentes del siglo IV dan otros siete nombres, todos ignorados por la
tradición merovingia (si Gregorio de Tours conoce algunos, es a través
de una fuente libresca perdida, Sulpicio Alejandro). Parece evidente
que estos reyes tribales no son los antepasados de Clodoveo.
68
gías elaboradas más tarde, no es seguro que sea el abuelo de Clodoveo; más bien
es el antepasado de tres reyezuelos citados a finales del siglo v, Ragnachario, de
Cambrai, y sus hermanos Ricchario y Rignomerio, primos de Clodoveo en un grado
ignorado. En cuanto a Meroveo, es el epónimo mítico de la dinastía más bien que
un rey histórico. En realidad, la historia continua de la dinastía comienza corf
Childerico, padre de Clodoveo, que aparece hacia 457 como jefe de un cuerpo de
auxiliares que cooperan con el maestro de la milicia Egidio contra los visigodos en
la región del Loira.
69
En un nivel social menos elevado, Roma introdujo muchos prisione
ros francos para repoblar los campos. La cláusula figuraba ya en el
foedus firmado en 287-288 con Genabaldo. Constantino estableció más
en Bélgica. Muchas de sus colonias corresponden quizás a cementerios
de tipo germanizante atribuidos a los laeti (págs. 117-118) T. Pudieron
preparar la elaboración de una cultura nueva romanogermánica 5.
_ Pero lo esencial del avance franco se hizo independientemente de
Roma. Las primeras etapas seguramente estuvieron relacionadas con una
modificación de las defensas romanas después de los desastres de 268-277.
Aguas abajo de Xantén, fue aba'ndo'nada la orilla del Rin, y el limes
lineal reemplazado por castella dispersos, algunos cerca del río, pero
la mayor parte en el interior, protegiendo la ruta Colonia-Tongres-Bavai-'
Bolonia. El siglo IV ya no ofrece más vestigios romanos entre el Rin
y este camino 6, lo que quizás no prueba una evacuación, pero por lo
menos un empobrecimiento, un desprendimiento de la civilización.
Los textos son breves y decepcionantes. Se puede partir del relato
de Amiano Marcelino : en 358 Juliano se dirige contra los salios que
habían tenido la osadía de establecer en territorio romano apud
Toxandriam locum, luego firma la paz con ellos en Tongres y acepta
concederles la tierra. ¿Dónde se halla este Toxandria locus ? Sin duda,
como la Texandria del siglo ix, al noreste de Amberes \ Por tanto, pa
rece que el Brabante holandés fue colonizado por los salios lo más
tarde a mediados del siglo IV . Luego hay la Crónica de san Jerónimo,
que cita una derrota de los sajones en Deusone in regione Francorum,
pero este topónimo no es susceptible de ninguna identificación segura
(la más probable es en Güeldres, al norte del R in). Por último, en 388,
Sulpicio Alejandro (copiado por Gregorio de Tours) sitúa un combate
librado con los francos, que habían atravesado el Rin cerca de Colonia,
en un lugar apud Carbonariam, tampoco identifiable. El contexto im-'·
ülica que la Francia, y por tanto el grueso del pueblo franco, aún se
hallaban al este del Rin.
Luego se establece un silencio total hasta principios del siglo v,
lo cual parece indicar que la presión se relajó. Sin duda hubo una
ocupación tranquila de territorios que Roma consideraba desprovistos
de interés. Por tanto, el único dato claro es que los salios, a partir
de 358, se instalaron legalmente más acá del Rin, en un terreno antigua
mente romano, con un estatuto jurídico (el de los federados, sin duda),
que los distingue de los bárbaros enemigos del Imperio. Otros grupos
francos, como los camavos o los brúcteros, se mantuvieron refractarios
y hostiles.
71
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T· A L I A
M a pa 2. La e x p a n s ió n fr a n c a
72 73
la capital de Siagrio, hijo de Egidio, en el año v del reinado de Clodoveo;
Verdun, de la que la Vida de san Mesmín de Orleâns dice que fue
conquistada por Clodoveo, y Worms, que el Cosmógrafo de Rávena
coloca entre los alamanes.
Es probable que, a causa de los establecimientos de laeti y de colonos y de sus
propias campañas, los reyes francos dispusieran de amplias informaciones sobre
las regiones que conducen hasta el Loira. Esto explicaría que en la época siguiente
casi no se mencione para nada la ocupación de las regiones entre el Sena y el
Loira por Clodoveo: no fue una verdadera conquista, sino una simple reaparición de
los francos en un terreno donde habían estado ya a menudo; sólo tuvieron que
eliminar algunos focos romanos, como Soissons o París, pero no sumergir metódica·,
mente todo el país; El avance franco no se parece en nada a las conquistas de los
godos en Italia y España, o de los vándalos en África, que se pueden jalonar con
fechas precisas y cuyo itinerario se puede dibujar sobre el mapa.
74
turingios (491), luego contra los alamanes (¿495 o 505-506?), marcadas
por victorias de las que se ignora el alcance. Preparan el protectorado
franco sobre el oeste de Germania, que se establecerá bajo los hijos
de Clodoveo. La mayor parte se dirigieron hacia el sur, contra los
burgundios (o por lo menos contra la facción de Gundebaldo) en 500-501,
con poco éxito, y eobre todo contra los visigodos de Alarico II, hasta
la victoria decisiva de Vouillé, en 507. Por último, con motivo de una
campaña contra los alamanes, Clodoveo, marido de una católica bur
gundia, Clotilde, adquirió el compromiso de hacerse cristiano y ca
tólico. Recibió el bautismo, sin duda en Reims y de manos del obispo
Remigio, un día de Navidad (¿496, o 498, o 5 0 6 ?). Su pueblo, poco a
poco, lo imitó y por tanto se encontró — el primero entre los conquistado
res bárbaros— compartiendo la fe y el culto de los romanos sometidos.
Insistamos sobre la derrota de los visigodos y la anexión al reino franco del
cuadrante sudoeste de· la Galia. Dueños de Aquitania desde bacía tres genera
ciones, los godos estaban allí sólidamente arraigados, tanto más cuanto que podían
apoyarse en los ostrogodos de Italia por Provenza. Pero eran arríanos, y Clodoveo,
desde hacía diez años o algunos meses, era católicp. Algunos obispos del reino de
Alarico II intrigaban desde hacía mucho tiempo en favor de los francos: el africano
Quintiano, obispo de Rodez, los obispos de Tours, Volusiano y Vero. Por otra parte,
el emperador Anastasio, celoso· de Teodorico, animaba todas las empresas que podían
revertir en detrimento de los godos, y sin duda excitó a Clodoveo, mientras que
Teodorico intentaba una mediación vana. Los burgundios, quizás por docilidad a
los consejos llegados de Constantinopla, se adhirieron a los planes de Clodoveo, a
pesar de la reciente guerra entre éste y Gundebaldo15.
Después de una entrevista con Clodoveo en Amboise, Alarico II sintió acercarse
el peligro. En 506 lo vemos multiplicar los gestos de conciliación con los católicos:
llamamientos de obispos exiliados, autorización de un concilio en Agde y, sin duda,
también la promulgación (el 2 de febrero de 506) del Breviario de Alarico (pág. 197).
Fue efectivamente ayudado por un destacamento de romanos de la Auvemia, diri
gidos por Apolinar, el propio hijo de Sidonio. Pero esto no bastó.
Se conoce poco el desarrollo de las operaciones. Reforzado por su pariente el
rey de Colonia, Clodoveo avanzó por la carretera de Tours a Poitiers. El combate
se libró a cierta distancia de esta última ciudad, en Vouillé. Alarico II fue muerto.
Clodoveo ocupó rápidamente sus d o s, capitales, Burdeos1y Tolo.sa y tomó sus
tesoros, mientras los burgundios avanzaban^hasta Limousin y las puertas de T o
losa.
Clodoveo se contentó con ocupar el norte y el oeste del antiguo reino godo. Sin
duda sus fuerzas no le permitían hacer más, y la prudencia le recomendaba no
avanzar hasta el Mediterráneo, para no provocar a Teodorico. Los francos no se
opusieron ni a la emigración de los visigodos hacia España, ni al mantenimiento
de un puente entre los Estados góticos a través de Septimania y Provenza. No es
r.eguro que bajo Clodoveo ocuparan la Gascuña, al sur del Garona. Pero se empe
ñaron en eliminar el arrianismo de las regiones anexionadas.
75
recibe, del emperador Anastasio, «tablillas consulares» ; en la basílica
de San Martín se reviste con la túnica de púrpura y la diadema ; atraviesa
la ciudad distribuyendo oro y plata, mientras es llamado consul aut
Augustus. Más adelante examinaremos las posibles interpretaciones de
este h ech o16. El episodio no tuvo consecuencias prácticas (los reyes
francos nunca llevaron el título de cónsul o de Augusto), pero consagró
simbólicamente la unión establecida, con la bendición del Imperio, entre
el rey conquistador y la Romanidad meridional que, libre de los godos,
debía proporcionar a los sucesores de Clodoveo una parte apreciable
de los cuadros de su Estado.
De los últimos años del reinado sólo conocemos dos hechos, ambos
considerables. En primer lugar, la liquidación de los reyezuelos francos
y sobre todo del de Colonia, Sigiberto. Clodoveo hizo buscar a todos
sus parientes para matarlos, estableciendo de ese modo el monopolio
de su propio linaje en el interior de una familia real hasta entonces
muy amplia. Luego, la fijación de la residencia real en París, muy lejos
de las bases de partida de la conquista, en un medio galorromano casi
intacto. Estos gestos muestran que Clodoveo deseaba sentar su Estado
sobre bases muy distintas de las que habían tenido sus predecesores;
desde entonces, el reino merovingio es una síntesis innovadora entre
elementos romanos y elementos germánicos.
76
Esta política seguramente fue inspirada y conducida por un hombre de Estado
romano, el patricio Partenio, descendiente del emperador Avito, provenzal que pasó
del servicio de Teodorico al de los francos. Su idea motriz fue repetir en torno
al rey merovingio la política llevada a cabo por Casiodoro en torno a Teodorico.
Sin duda fue él quien impuso características góticas a los derechos de la Alemania
del Sur (Alemania, Baviera). Para disponer de medios para una gran política,
quiso reinstaurar en la Galia la percepción regular del impuesto rural, lo que le
valió ser lapidado por la multitud a la muerte de Teodeberto. A pesar de este fracaso
personal, su política,, en el fondo, tuvo bastante éxito; es el punto de partida de la
lenta evolución que aproximó Germania a las antiguas tierras imperiales1?.
B. L os ALAMANES
77
contacto con los romanos de los «Campos Deeumates», entre el Danubio
superior y el Rin medio; se les cita por vez primera en 213. Pero su
presentación es mucho más brillante que la de los francos: casi en
seguida suponen una seria amenaza para el limes; en 260 efectúan una
irrupción que los conduce, a través de los Alpes, hasta Milán, y lo
repiten muchas veces en el transcurso de los quince años siguientes.
Una gran victoria de Probo en 277 interrumpe esta meteórica carrera.
pero finalmente se adueñaron 5e fas regiones del Neckar. avanzando de
paso hasta el Rin alsaciano, el lago de Constanza y el Iller. Durante el
sigló'~fv"multiplicaron lae tentativas~^áíT~éstablecerse’^ O T l ) n lIa.„iz-
quierdadel Rin ; cada vez fueron rechazados (por Con5tanpiú-JiadaJ15Q:.
por Juliano, cerca de EstrasEurgo. en 357 : por Graciano, de nuevo .en
Aísacia7 en 378), a pesar de algunas brechas profundas, como la que,
bajo Constancio Cloro, Iffs™hEb~^ÎÎHÎ2ûZEamZXang.Eese.
El nombre mismo de alamanni, «todos los hombres», parece indicar un origen
mixto. ¿Cuáles fueron los elementos de la síntesis? Como sea que la región de los
alamanes tomó finalmente el nombre de Suabia, se piensa sobre todo en los suevos,
pero por lo menos una rama importante de este pueblo conservó su nombre. También
se citan los cuados, teutones del Neckar, carudos y eudusii, pueblos muy oscuros.
La formación del pueblo alamán es un caso casi desesperado de la Stammesbildung.
A partir del siglo vi, el nombre de alamanes sirvió sobre todo para el uso
externo (hasta extenderse en francés y otros idiomas a todos los germanos del
continente), mientras internamente preferían el antiguo nombre de suabos.
70
Jlecia) y la inflexion del eje de avance hacia el sur. El noroeste del
dominio alamán (Palatinado, Hesse renano, región del Maine), fue rá
pidamente asimilado por loe francos; en cambio, Alsacia conservó su
carácter alamánico intacto, aunque pasó a depender de un protectorado
franco bastante directo.
El avance hacia el sur y el sudeste en principio sólo fue uña desba
ratada serie de empresas de saqueo. En 457, los alamanes penetran otra
vez en la Alta Italia, luego, hacia 470-480 renuevan sus incisivas co
rrerías en diversas direcciones, desde la Maxima Sequanorum (Eranco
Condado) hasta la Nórica. La verdadera consolidación no comenzó, en
la Suiza actual, hasta los últimos años del siglo V , después de los pri
meros fracasos ante los francos. No se encuentran cementerios bárbaros
al sur del Rin hasta después de 500. El avance hacia la llanura suiza,
contenido momentáneamente por el reino burgundio, prosiguió después
de su caída, y rodeó, ahogándolas, las ciudades que subsistían, como
Augst (cerca de Basilea) o Windisch (al oeste de Zurich). A comienzos
del siglo vil, los alamanes alcanzan la región de Avenches, derrotan en
Wangen a dos condes francos, en 610, y ocupan la región. A l mismo
tiempo, unos destacamentos intentan penetrar en el Franco Condado por
la puerta de Borgoña o los pasos del Jura; la tribu de los varascos se
establece alrededor de Besançon, otra deja su nombre a la vecina región
de Ecuens ( pagus Scotingus), pero la masa apenas rebasa los contra
fuertes orientales del Jura19. En toda esta zona, a pesar de las matanzas
que, según Fredegario, se produjeron después de la batalla de Wan
gen, una gran proporción de habitantes debió quedarse allí, pues casi
todas las localidades importantes conservaron sus nombres antiguos
(por ejem plo: Turicum, Zurich; Salodurum, Soleura; Augusta, Augst,
etcétera) zo.
Más hacia el este, los alamanes fueron acogidos pacíficamente en las
llanuras de Recia por orden de Teodorico, y los habitantes romanos
se replegaron al sur del lago Constanza y en ¡los Alpes.’Las dos po
blaciones quedaron yuxtapuestas durante mucho tiempo, y en torno a
Coire se constituyó un pequeño Estado semiautónomo. Más tarde, cuando
toda .la región pasó a depender de la autoridad directa de los reyes
francos, este islote fue anulado.
La mediocridad de las estructuras políticas de los alamanes después
de la época de Clodoveo, contrasta con el dinamismo de su expansión
colonizadora; constituye ésta una diferencia importante con las francas.
En 536, Alamania fue colocada bajo el gobierno de un duque nom
brado por el rey de Austrasia; no obstante, pocas veces tuvo bajo su
autoridad la totalidad del país (Alsacia se le escapó a menudo a partir
del siglo v il). Su poder tenía por centro el Hegau y la región situada
al oeste de Constanza, pero nada indica el más elemental inicio de cris-
79
— xji puenio fue pagano durante mucho tiempo, a pesar'
ae la supervivencia del cristianismo en algunas localidades de origen
romano; la conversión no comenzó hasta finales del siglo V I, .con la
fundación de un obispado en Constanza (hacia 590), y sus progresos
decisivos no se registran hasta la misión columbaniana 21. El derecho
de los alamanes no fue codificado hasta que se dejó sentir la influencia dei
Austrasia.
. Esta atonía política duró hasta la disolución del Imperio merovingio
en Germania. A finales del siglo vil, los duques alamanes se tomaron
.de nuevo total libertad de movimientos, y los mayordomos de palacio
Pipínidas tuvieron grandes dificultades para reducirla. Carlos Martel
lo con^igüió finalmente en 709-712. A comienzos del siglo I X , Recia
de Coire se sometió' a., su vez y recibió condes francos. La historia de los
alamanes se fundía en la" del pueblo alemán.
C. Los BÁVAROS
80
que querían escapar a la supremacía franca./Carlomagno no toleró
esta situación e incorporó de nuevo, esta ν->·ζ sin ninguna consideración,
Baviera al reino franco en 788, cuando el d ique Tasilón III se entendió
con los avaros. ·
Es delicado precisar los límites del territorio bávaro. Se admite que a comienzos
del siglo vi, se extendía a lo largo del Danubio, desde Ingolstadt. hasta..Straubin¿r
En 565, Fortunato ya señala el valle del Lech como región bávara; la frontera oeste
fue en seguida adelantada hasta el Iller, en contacto con los alamanes. Por el este,
antes de 600 llegaron al Enns ; hacia 610 llegaban van£ íi^dias a Carintia, en con
tacto con los eslavos. Se ignora cuándo el Oberpfalz, dumiu-'o iurm¿io durante el
siglo V , se convirtió en bávaro.
La relativa docilidad con que en el siglo vi los bávaros aceptaron el protectorado
de los merovingios se explica por la amenaza ávaro-eslava. Cuando el reino lombardo
les ofreció una mayor seguridad, prefirieron sacudirse aquella servidumbre rápida
mente. Y es la segunda amenaza. ávara de finales del siglo vm la que explica la
sumisión final a Carlomagno.
81
vacío atrajo en seguida a los lombardos, que abandonaron Panonia para
ocuparla (568). Panonia, a su vez, atrajo a los ávaros, que procedían
de la estepa pón'áca. Para ’>sostener durante tanto tiempo el doble y
formidable esfuerzo de la ucha contra los persas y la reconquista de
Occidente, Justiniano había desguarnecido el frente del Danubio: la
península de-los Balcanes se abrió a los bárbaros como en el siglo IV .
Los ávaros irrumpieron en ella sin establecerse, pero los búlgaros y los
eslavos, que los seguían, se quedaron allí para siempre. En el mundo
de las estepas, este. j§#l*ie avance hacia el oeste, y el sur creó un nuevo
vacío, que acto seguido llenaron los jázaros j 4.
/E sid tercera oleada duró aproximadamente un siglo, desde el pas'tr
de Álboíno a Italia hasta la consolidación del janato búlgaro. Fue muy
compleja, y comprendía germanos (lombardos), pueblos de la estepa
(ávaros, búlgaros, jázaros) y eslavos. Pero presentó una innegable unidad
en el movimiento general.
A. L O S LO M B A R D O S
82
arqueológicos son neutros. Pero la historia no encuentra a los lombardos
hasta su estancia a orillas del Elba, que fue bastante larga y facilitó los
contactos entre lombardos y caucos (los antepasados de los sajones),
los cuales explican la participación de sajones en las expediciones lom
bardas entre 568 y 573 26.
La migración de los lombardos hacia el sur, paralela a la de todo
un grupo de pequeños pueblos (rugios, hérulos, etc.), se extiende a lo
largo de un prolongado período. A su término, en 489, los lombardos
ocupan un sector de la actual Baja Austria, donde permanecen algún
tiempo (¿15 o 57 a ñ os?), como clientes de los hérulos. Siempre per
manecen en segundo plano.
Pero a comienzos del siglo vi todo cambia. Engrosando sus filas con
los restos de varios pueblos, los lombardos se trasladan a Panonia y
se convierten allí en jinetes seminómadas. Desde esta posición central,
efectúan incursiones en Dalmacia. Su rey Waco (h. 510-540) adquiere
prestigio internacional: casa sus hijas con los reyes merovingios Teo
deberto, Teoîdobaldo'y Gotario,! mantiene íbuenas (relaciones con Bizancio
y se declara neutral en 539 cuando Vitiges solicita su ayuda contra
Justiniano. Este Estado panónico se enriquece gracias a la gran ruta
comercial de Aquilea al Báltico; se civiliza y sin duda adopta entonces
el arrianismo27. Muchos lombardos se alistan en el ejército imperial
y constituyen los cuadros de una organización militar eficaz¿ (duques*,
condes, centuriones, decani).
Alduinoi, cuñado y sucesor de Waco, poco después de 540 pacta un
foedus con Justiniano : su pueblo se establecerá en Panonia y en Nórica
y recibirá subsidios. Justiniano piensa utilizarlo a la vez contra los
francos (que acaban de ocupar la Nórica) y contra los godos (para
amenazar su retaguardia e impedir el envío de socorros desde el N orte).
Los lombardos incluso cooperan en el esfuerzo final de Narsés en Italia,
en 552 :\varios duques se trasladaron a la llanura del Po con 2.500 gue
rreros y 3.000 auxiliares. Esto representaba ofrecerles imprudentemente
la ocasión de darse cuenta de sus posibilidades y de las riquezas de
Italia. ,
Alduino, hijo de Audoíno, se sintió rápidamente inclinado a apro
vechar esta revelación, pues tenía dificultades a la vez con Bizancio y con
un pueblo nómada recién llegado, los ávaros. Lombardos y ávaros habían
colaborado primero contra los gépidos; estos últimos fueron derrotados
en 567 y Alboíno había matado personalmente a su rey. Pero Bizancio
protestaba contra esta violación de su protectorado y el jagán ávaro,
Bayan, : se · mostraba peligrosamente exigente en el reparto del país
sometido.
Entonces Alboíno tomó una decisión extremadamente arriesgada: la
de abandonar Panonia para conquistar Italia. Un tratado con los ávaros
83
les cedió Panonia, reservándose, durante un período de 200 años, el
derecho de regresar. Toda la población se dirigió hacia el oeste; este
trek comprendía los elementos más heteróclitos : «gépidos, búlgaros,
sármatas, panónicos, suevos, nóricos», según Pablo D iácon o28, a los
que habría que añadir turingios, bávaros, sajones y taifales. Ni siquiera
se les impuso que renunciaran a su autonomía : búlgaros, sármatas y sa
jones hicieron grupo aparte durante mucho tiempo, incluso después de
la conquista. La gran partida se verificó en abril de 568. Los ávaros ocu
paron lentamente la región evacuada, introduciéndose de paso en dominio
bizantino, al sur del Save.
Esta evacuación representa una fecha capital en la historia del continente. La
ruta Adriático-Báltico queda definitivamente cortada, y en el flanco norte del Im
perio se instala por mucho tiempo una barrera impenetrable, que favorece las irrup
ciones de los búlgaros y los eslavos en los Balcanes. Sus repercusiones incluso se
perciben claramente en el mundo escandinavo, en el que cesa la afluencia de oro
mediterráneo y oriental hasta la época de los vikingos.
84
B Á V A R O S
R E IN O
'^ / / '/ Z o n a s m o n ta ñ o sa s
4™ “ Itin erario d e A lb o ín o , 5 6 8 -5 7 2
85
Alborno no tuvo tiempo de aprovecharse de estas victorias fue
asesinado en 572. Fue el final de su dinastía. Un rey elegido para rem
plazado, Clefi, fue muerto a su vez en 574. Los lombardos decidieron
prescindir de reyes. Durante diez años ,fueron dirigidos por 35 duques
vagamente confederados. Es decir que los años decisivos de la ocupación
lombarda corresponden a un régimen de jefes de bandas, que vagan
sin objetivo en busca de b otín 30. Cuando se restableció la realeza,
en 584, en beneficio de Autario, hijo de Clefi, ya estaba realizado lo
más esencial. Se comprende que hasta el siglo vin el pueblo lombardo
fuera considerado como la yuxtaposición de exercitus acantonados en las
diversas regiones.
Salvo hacia el sudeste, el ímpetu conquistador se apaciguó sensi
blemente a partir del interregno. Los bizantinos tuvieron tiempo de
recuperarse (v. mapa 3 ). Consiguieron conservar: Istria, la costa de
Veneto., I la región de Rávenaly un triángulo ja lo largo del Po, hasta
Cremona; la ruta militar de Rávena a Rímini y a Roma, apoyada en
fortines de etapa, y la campiña romana con restos de la Toscana meri
dional; la costa ligur con Génova; la Campania litoral; Calabria y la
tierra de Otranto. El conjunto lo dirigía un exarca residente en Rávena.
Por lo demás, las autoridades imperiales no cesaban de-pensar @n una
reconquista: en 586, por ejemplo, el exarca consiguió tomar, por un
período de 10 a 15 años, Módena, Reggio Emilia, Padua y Placencia.
El arzobispo de Milan y el vicario de la Alta Italia, encerrados en Gé
nova, no aceptaron el nuevo estado de cosas hasta poco antes de la
ocupación de su refugio por el rey Rotario, hacia 640. La situación no
se estabilizó realmente, tras un importante retroceso de las posiciones
bizantinas, hasta mediados del siglo v i l Mientras tanto, ·la diplomacia
bizantina había intentado, siguiendo su método favorito, sorprender a los
lombardos por detrás con, otros bárbaros: los francos y sus auxiliares
alamanes y bávaros; pero el resultado fue nulo.
El primero y más neto resultado de la invasión lombarda, que sobre
vino después de treinta años de guerra implacable entre godos y ro
manos, fue que en Italia reinara una espantosa anarquía. Los cuadros
romanos habían desaparecido o estaban encerrados en los refugios del
litoral, y nadie los remplazaba. Los lombardos, durante la primera ge
neración, no crearon establecimientos estables. Sus ejércitos vivían del
botín, y los acompañaban auxiliares temibles (búlgaros de' Benevento,
ávaros, etc.). La defensa de las fronteras fue pronto abandonada, y
faltó poco para que Italia, como los Balcanes, se/ abriera a la invasión
eslava, por Istria y la costa adriática3I. El restablecimiento de la rea
leza en 584 trajo sus frutos demasiado tarde para borrar las cicatrices
de esta fase. El Estado lombardo, aunque construido sobre bases sólidas,
quedó inacabado: el Imperio conservó cabezas de puente en las costas
86
y en Rom a; el régimen de bandas, eliminado al Norte por la organiza
ción del reino de Pavía, sobrevivió en el Sur, donde los principados
lombardos cultivaron un desorden increíble hasta el siglo X I ; las llaves
de los Alpes quedaron en poder de los francos. Estas circunstancias
explican que los lombardos nunca formaran en Italia un Estado nacional
coherente como el de los francos en la Galia o el de los visigodos en
España:.
La decisión de las autoridades imperiales de organizar la retirada de
loe cuadros hacia la costa es responsable en gran medida de la ruina
de Italia. Lo que en principio sólo era un expediente temporal, a la
larga se convirtió en definitivo.
Esta política fue trascendental sobre todo en Veneto;.,. Aquilea, metrópoli ecle
siástica y económica, fue abandonada por Grado, en el cordón litoral. Los obispos de
Concordia y de Oderzo se refugiaron en las desembocaduras del Livenza y del Piave.
Los fugitivos transforman aldeas de pescadores en ciudades, sobre todo en Rialto,
el núcleo de la futura Venecia. Esta «nueva Venecia» costera, fiel a Bizancio, se
vio obligada a mirar hacia el mar: conocida es la prosperidad naval que, más tarde,
sacaría de este hecho. Un fenómeno paralelo, pero menos amplio, afectó Liguria:
los refugiados milaneses contribuyeron al desarrollo de Genova32.
87
___ .χν,ο, y iorraa un contraste asombroso con las apor
taciones góticas, tan respetuosas del legado institucional romano.
Durante el período de agitaciones, las tierras pasaron de la aris
tocracia romana a los jefes lombardos. Pablo Diácono describe, bajo
Clefi, una expropiación violenta acompañada de matanzas; los super
vivientes quedaron reducidos a colonos de los lombardos, a quiénes
entregaban el tercio de la cosecha 33. Lo cierto es que la aristocracia
romana, ya muy afectada por las guerras góticas, fue eliminada en
tanto que fuerza política y social. Incluso se ha llegado a creer, aunque
erróneamente, que la ley lombarda ignoraba al romano libre; de hecho,
continúa gozando de su derecho, pero con un estatuto político inferior
(hasta el siglo VIH le está prohibido llevar armas, signo de la libertad).
89
ring por Pipino de Italia en 796, y terminaron en 811. Carlomagno
había pensado convertir a los ávaros y mantenerlos en el mismo lugar
en estado de vasallaje, pero el pueblo vencido se disgregó antes de la
intervención de los misioneros francos. Después de 822 no se encuentra
ninguna mención de los ávaros.
90
NOTAS DEL CAPÍTULO III
91
9. Sobre estos acontecimientos el estudio aún más inteligente es el de M. B loch ,
La conquête de la Gaule [n.° 255].
10. Rignomerio murió en Mans en manos de Clodoveo, pero nada indica que fuera
allí el rey; como antaño Childerico en Agers, probablemente estaba alservicio
de los romanos y bastante alejado de su pueblo.
11. La última aclaración sobre su reinado es la de G. T essier , Le baptême de Clovis
[n.° 267 bis].
12. Este nombre es artificial; de hecho, Chlodovechus es idéntico a Hludovicus y
corresponde, por tanto, a Luis.
13. Esto es todo lo que se sabe sobre el episodio decisivodela conquistafra
La leyenda en sí no añade nada. Sin embargo, F. L o t , La conquête du pays
d’entre Seine et Loire [n.° 264], ha propuesto una fértil conjetura. Al observar
que, por una parte, ningún texto trata de la conquista franca directa del oeste
de la Galia y, por otra, que el Maine y las regiones vecinas disfrutaban dentro
del Estado merovingio de un estatuto un poco peculiar (especialmente en cuanto
a la legislación fiscal), ha supuesto que el antiguo Tractus Armoricanus — cuyas
veleidades de autonomía en el siglo v son conocidas— debió de tratar con los
francos por su propia cuenta, sin esperar el conflicto, tal vez por temor a los
visigodos o los bretones.
14. A partir de la victoria sobre Siagrio, la cronología del reinado plantea proble
mas extremadamente arduos que originaron discusiones apasionadas entre los
eruditos durante los años 1935-1938. No entraremos en los detalles de esta
controversia (v. pág. 218). Muchos episodios van acompañados de dos fechas, la
primera según la cronología «breve» de Lot (la más admisible en nuestra
opinión) ; la segunda según la cronología «larga» de Van de Vyver.
15. Sobre los preparativos diplomáticos, véase el profundo estudio de L e v illa in ,
La crise des anneés 507-508 [n.° 262].
16. Véase pág. 219.
17. Sobre Partenio, en espera de un estudio de conjunto, cf. las notas de A. N agl ,
Partenius, n.° 21, en P au ly -W issow a , Realenzyklopadie ; S tr o h e k e r , Der sena-
torische Adel [n.° 456], pág. 199, y F. B eyerle , Die beiden deutschen Stammes-
rechte, ZRG, Germ. Abt., LXXIII, 1956, págs. 126-128.
18. Este reagrupamiento se vio favorecido por la aparición de los peligros eslavo
y ávaro por el Este. No cabe duda de que los reyes francos, empezando por
Teodeberto, sintieran una especie de vocación imperial, o imperialista, de rea-
grupar a los germanos, como atestigua una carta escrita a Justiniano hacia 539
{MGH, Epp. Merov. et Karol. Aevi, III, 133) :«l Habéis dignado inquietaros por
saber quiénes somos y en qué provincias habitamos... Por la gracia de Dios,
hemos sometido a los turingios, adquirido su territorio, destruido su raza real;
los suahos ( = atamanes) se han sometido a nuestra majestad; los sajones y los
eucii (no localizados) se han puesto voluntariamente a nuestras órdenes; nuestro
dominio llega hasta el Danubio, la frontera de Panonia y el Océano».
19. Alamanes aislados debieron de instalarse en diversos lugares de Borgoña:
c i, P. L ebel , Noms de lieux dus aux Alamans en Côte-d’Or et en Haute-Marne,
XXVIIIe Congrès de l’Ass. bourguignonne des Soc. sav., 1957, págs. 128-130.
20. Tenemos la impresión de que una parte de los alamanes no aceptó colonizar
la llanura suiza más que a falta de algo mejor. Su gran ambición continuaba
siendo la Alta Italia, que había atisbado a fines del siglo iii y luego a mediados
del siglo V. Un ejército alamán fue el elemento principal del cuerpo de inter
vención que el rey franco Teodeberto puso a disposición de Vitiges en Italia,
en 539.
21. Tal vez ciertos jefes alamanes sintieron la tentación de hacerse arríanos du
rante la época de esplendor de los godos, especialmente el rey Gibvulto. No
resultó nada duradero.
92
22. Aunque la carta de Teodeberto a Justiniano, de 539 aproximadamente, no los
cita.
23. Algunos "'bávaros participaron en la conquista de Italia por los lombardos
(cf. pág. 84) ; otros llegaron a Borgoña, de donde provienen los topónimos
Beyvière y Beyvier, en el noroeste del departamento de Ain. La última dinastía
de la Italia lombarda fue en parte bávara.
24. Sobre estos últimos episodios, véase la obra El segundo asalto contra Europa.
25. En el Origo gentis Langobardorum (mediados del siglo vil) y,; sobre todo, la
Historia Langobardorum de Paul W a r n e f r i d o Pablo D i á c o n o (finales si
glo vm ) ; bay que hacer poco caso de la Historia Langobardorum del manus
crito de Gotha (principios del siglo ix ), más prolija.
26. El nombre de los lombardos, Langobardi, parece significar «largas barbas»;
la tradición anglosajona ( Widsith) posee una variante Headhobeardan, «Bardi
del combate»; por último, en la mitología nórdica, Langbardhr es un epíteto
de Odín: todo ello resulta difícil de aclarar. Durante largo tiempo se creyó
que los nombres de Bardengau (un cantón de la landa de Lunebourg) y de
Bardowiek (una ciudad carolingia de la misma región) recordaban la estancia
de los lombardos a orillas del Elba; pero R. Drogereit ha demostrado que esos
nombres estaban asociados a un conde Bardo, que poseía este país en el
siglo IX (Niedersàchsisches Jahrbuch fiir Landesgeschichte, XXXI, 1959, pá-'
ginas 38-76).
27. Sobre esta conversión no poseemos más que un texto tardío, que la sitúa en
Rugiland, o sea hacia 489-505; podría ser obra de misioneros rugios. ¿Estuvo
precedida de un episodio católico? No podríamos asegurarlo.
28. Pablo D i á c o n o , Hist. Langob. [n.° 33], II, 26. Se conjetura que en este texto,
muy literario, se entiende por panonios a la población provincial romanizada;
los nóricos representan un caso paralelo, o bien a los bávaros o a los búlgaros.
29. No cabe duda de que la intención primitiva de Alboíno fue ocupar el lugar
de los ostrogodos en Italia y, consiguientemente, establecerse en Rávena. Fue
a falta de algo mejor que situó su cuartel general en Verona. Sus sucesores
dudaron entre Verona, Pavía y Milán. La capital no se instaló definitivamente
en Pavía — que había sid.o residencia secundaria de Teodorico y un fuerte
establecimiento arriano— hasta 626 aproximadamente (E w ig , Résidence et
capitale [n.° 445], pág. 36).
30. Este interregno se ha interpretado de diversas formas. Generalmente se cree
en un retomo a las tradiciones germánicas individualistas, como reacción contra
una monarquía centralizada. B o g n e t t i , Uinflusso [n.° 481] se pregunta si no
es necesario pensar sobre todo en una oportuna intervención del oro bizantino...
31. El peligro ávaro-eslavo (en el que los ávaros constituían, como en los Balcanes,
la vanguardia y I q s eslavos el grueso de la fuerza) se señala por vez primera
en Istria, en 601 (Pablo D iá c o n o , Hist. Langob., IV, 2 4 ), En 603, el rey
lombardo Agilulfo destina al asedio de Cremona un grupo eslavo enviado por
el jan ávaro {ibid., IV, 2 8 ). En 611 se produce en Istria una segunda irrupción
eslava. Luego el movimiento se detuvo, tal vez cpmo consecuencia de la re
constitución del limes. La población eslava introdujo, no obstante, una cuña
hasta el río Natisona, aI oeste de Cividale, hacia 700. Se tienen noticias de un
desembarco eslavo en la costa adriática del ducado de Benevento hacia 641
(Pablo D iá c on o , ibid., IV, 4 4 ).
32. Resulta difícil apreciar la suerte de las ciudades del interior, conocida sola
mente por las lagunas en las listas episcopales. ¿Provienen de las guerras
góticas, las guerras lombardas o la intolerancia arriana? La situación no volvió
a ser más o menos normal has,ta mediados del siglo v i i ; gran cantidad de sedes
reaparecen con motivo de un Concilio de Letrán de 649.
93
33. Pablo D i á c o n o , Hist. Langob., II, 32. L o t , Hospitalité [n.° 452], pág. 1005,
cree en una confusión con la hospitalidad, en la cual el romano deja una
tercera parte de sus bienes al huésped bárbaro.
34. B o g n e t t i , Longobardi e Romani [n.° 247],
35. El dominio ávaro, tal como lo atestigua la arqueología, coincide aproximada
mente con la Hungría actual. Los ávaros lo compartían con turcos, eslavos,
búlgaros y algunos residuos germánicos. Los ávaros constituirían la clase diri
gente. Si bien el tipo mongoloïde predomina entre los hombres, es minoritario,
y a veces no existe, entre las mujeres, lo que parece indicar prácticas de
exogamia.
94
C a p ít u l o IV
lo La oleada germánica:
previkingos, anglos, sajones y jutos
95
tera' comprendida entre Jutlandia y el Rin, y dirigido sobre todo hacia
Bretaña, lo dominan los sajones, los anglos y los jutas.
Los ribereños del Báltico occidental y del mar del Norte situados
al este del Weser durante la época romana formaban un grupo cohe
rente, los ingvaeones de Plinio, que sin duda hablaban el Nordseeger-
manisch de los lingüistas. Tácito se refiere sobre todo a los chauci, situa
dos entre el Ems y el Elba, a los anglii del itsmo de Jutlandia, y a una
serie de poblaciones de esta misma península (de los cuales sólo perdura
rán los varini). En el siglo n, Tolomeo cita por vez primera un pueblo
situado en este sector, los sajones, que localiza seguramente en el Hols
tein. Estos sajones, que quizás son una rama desgajada de los caucos, rá
pidamente suplantan a éstos de su antiguo habitat; a mediados del si
glo n i dominan aparentemente la Baja Sájonia, desde el Holstein hasta
el Weser. Toman contacto, por el oeste, con otra población marítima cono
cida desde el siglo i, los frisones. Estos tres pueblos — sajones, anglos y
frisones— serán los protagonistas de las invasiones germánicas en Bre
taña, con un cuarto pueblo, aún más misterioso, los jutos.
Hasta mediados del siglo ill permanecen en segundo plano. Su pri
mera aparición de importancia se verifica en 286, cuando la autoridad
romana encomendó a Carausio que limpiara el mar dê'francos y sajones.
Es el comienzo de una expansión que duró casi cuatro siglos, expansión
ante todo y especialmente marítima, pero también (más tarde) terrestre.
¿Cuáles son las causas de este cambio de actitud?
96
(unión de las planchas superpuestas, con clavos de hierro), pero también
impresionantes atrasos (quilla reducida, ausencia de mástil, maniobra
con remo solamente, dimensiones limitadas: 23 por 3,25 m ). Por tanto,
en el siglo IV aún se está muy lejos de las embarcaciones vikingas. La
mayor parte de los viajes de la Baja Sajonia a Bretaña seguramente
se hicieron costeando todo lo posible, con escalas en Frisia y sin duda
en Flandes o el Bolonés, cerca del estrecho.
La expansión marítima de los pueblos secundarios — anglos, frisones,
jutos— parece estar dirigida únicamente hacia Bretaña. Por el contrario,
los sajones tantearon el terreno a lo largo de casi toda la costa entre el
Firth of Forth y la Gironda. En muchos puntos, como en Bretaña, inten
taron una colonización que dejó algunos vestigios y que, a menudo,
prefigura la de los vikingos.
97
distinguiendo dos fases: una nórdica, verdaderamente juta, poco nume
rosa, a finales del siglo v y comienzos del VI, seguida de una fase franca
■superpuesta, de 525 a 560 aproximadamente 1.
El caso de los anglos, afortunadamente, es más claro. Provienen,
por lo menos en su mayoría, de la región de Angel (en la costa oriental
del Schlesvig), que desalojaron durante dos siglos al emigrar hacia
Bretaña. Ni su lengua ni su civilización se distinguían mucho de las de
los sajones; al igual que hacían éstos a menudo, seguramente realizaron
escala en Frisia. En resumen, su movimiento no se distinguiría mucho
del de los sajones, y nadie cree que se les puedan asignar sectores de
colonización coherentes y claramente delimitados.
98
¿Quién defendía estas fortificaciones? Sin duda, conforme a la prác
tica del Bajo Imperio, se recurría a antiguos asaltantes entonces a
sueldo de Roma. Los primeros sajones que se fijaron en Bretaña segu
ramente fueron foederati, mercenarios y no conquistadores. Los arqueólo
gos dicen haber descubierto su pista desde los primeros años del siglo V,
especialmente en Anglia Oriental, en torno a Caistor-by-Norwich, donde
la cerámica recuerda la de los anglos del Schlesvig. Los indígenas, sin
duda, cerraron los ojos, pues vieron en su llegada un contrapeso a la
amenaza de los pictos y de los escotos, que entonces era más grave.
En las guarniciones también había otros bárbaros, especialmente francos
(uno de ellos fue dux Britanniarum desde 367) y alamanes. (Valenti
niano I estableció en Bretaña una tribu de alamanes).
La crisis permanente del ejército romano ofreció finalmente a los
sajones perspectivas inesperadas. Poco después de 395, Estilicón había
restaurado las defensas de Bretaña. Pero cuando el Imperio fue ata
cado en el continente en 406 y se produjo la catástrofé, la rotura del
limes renano y de las defensas alpestres, todo se hundió. Bretaña, cor
tada del gobierno de Rávena, eligió sucesivamente tres usurpadores,
el último de los cuales, Constantino III, intentó salvar la Galia y desem
barcó 6n Bolonia en 407 con el ejército de Bretaña. Esta fuerza se perdió
en el caos galo. Los sajones, informados, se aprovecharon de ello, y en
una crónica gala aparece esta lacónica notación: Britanniae Saxonum
incursione devastatae.
Pero para emprender una verdadera colonización, aún esperaron
una generación: los arqueólogos no descubren indicios de la llegada
regular de inmigrantes hasta 430-440 aproximadamente. Incluso parece
ser que el grueso de la oleada no es anterior a los alrededores del
año 500; ninguna de las dinastías anglosajonas reivindica un afianza
miento anterior al primer cuarto del siglo V I 2.
Bretaña se ofreció en cierto modo a los sajones a consecuencia de
una descomposición interna. A partir de finales del siglo IV se comprueba
en todas partes, incluso en las regiones en las que los sajones no se
instalaron nunca, una neta recesión. Sin duda otros invasores, pictos
y escotos, son en parte responsables de ello. Pero el fenómeno es más
profundo. A l igual que en Armórica, pero en un grado más notable, se
observa un declive irremediable de la vida urbana y del gran dominio
en beneficio de formas indígenas más primitivas, y una negativa cada
vez mayor a someterse a la autoridad estatal ; la aristocracia municipal,
en la medida en que sobrevive, se abandona a las tentaciones de una
autonomía provincial; a juzgar por los hallazgos monetarios, el comercio
con el continente casi se detiene hacia 410-420 3.
Después de la marcha de Constantino III los romanobretones cre
yeron por un momento poder valerse por sí mismos. El historiador
99
griego Zósimo escribe : «Los bretones, al rechazar la dominación
romana, vivían según su propia manera, sin obedecer las leyes romanas».
Lo que quedaba de la administración se había comprometido en grado
variable en la usurpación de Constantino, y por tanto fue muy fácil
librarse de ella en nombre de una lealtad teórica hacia Honorio. Así
la autoridad pasó a las civitates, que conservaron, en cierta medida,
contacto con el Imperio. Hubo algunos intercambios de cartas, envíos
de tropas y, probablemente, una relativa reconquista del sudeste de la
isla (en tiempos de Honorio, las guarniciones aún eran regularmente
pagadas, con dinero, pero no hay ninguna moneda de su sucesor). Pero
en seguida también se perdió el litoral de enfrente, Bélgica II, a causa
del avance de los francos, cuando se instalaron en Tournai. Se había
roto definitivamente el cordón umbilical que unía la Bretaña al Imperio.
Cuando san Germán de Auxerre fue en 429 a Bretaña a luchar contra
el pelagianismo, ya no encontró ningún agente del Imperio; pero en
cambio encontró autoridades regulares, por ejemplo, un vir tribuniciae
potestatis en Verulamium. Hay que imaginarse la Bretaña de entonces
como un país celtorromano autónomo, una federación elástica de ciu
dades. La mayor parte de éstas debían de conservar sus decuriones, y
un número cada vez mayor de ellas tuvo su obispo. Pero esta estructura
superviviente era de notoria debilidad; Germán com probó que los bre
tones apenas podían defenderse de las incursiones sajonas, pictas y
escotas; el santo, recordando que en su juventud.había sido gobernador
de una provincia gala, los reagrupó y los condujo a la victoria el día de
Pascua de 429 (victoria llamada del A leluya). Cuando san Germán
volvió a visitarlos, hacia 440-444, la descomposición estaba más avan
zada: según parece, la organización de las ciudades había sido rempla
zada poco a poco por jefes tribales celtas, los tyranni, que denunciaría
más tarde Gildas, y algunos romanos que los imitaban. Se conocen es
pecialmente dos: un celta llamado Vortigern, relacionado con la facción
pelagia y hostil a los obispos, y un poco más tarde el «romano» Am bro
sio Aureliano, que se hacía pasar por miembro de una familia consular
y sostenía la ortodoxia. Ante este desorden, la aristocracia hizo repe
tidos llamamientos (Gildas escribía, un siglo más tarde, que hubo tres)
al ejército Promano» del norte de la Galia, el de A ecio; tenemos cono
cimiento especialmente de la petición de auxilio de 446, dirigida quizás
contra Vortigern y los bárbaros a la,vez. Aecio sólo dio respuestas dila
torias; ocupado hasta 451 en la lucha contra Atila, fue muerto en 453
antes de haber podido intentar nada.
Fue sin duda en esta época cuando algunos régulos, en lucha entre sí,
decidieron llamar a auxiliares sajones. Beda fecha en 449 la instalación
de los jefes Hengist y Horsa en Kent, a petición de Vortigern. El episodio
presenta un sabor legendario, pero la fecha parece razonablemente
100
escogida y el lugar también (el establecimiento de los sajones en los
fuertes del estrecho podía representar un seguro contra un desembarco
de A ecio). Estos mercenarios seguramente se sublevaron en 455, y en
tonces debió de comenzar la verdadera conquista de la isla. Muchos
detalles son sospechosos (incluso el nombre de Vortigern), pero las inves
tigaciones recientes son mucho más favorables a esta tesis tradicional,
al contrario de los historiadores de 1930. La arqueología muestra que
no hubo ninguna catástrofe brusca y general; que los tipos de cerámica
anglofrisones se extienden progresivamente; que los primeros asenta
mientos sajones tienen un carácter fraccionario, casi familiar. Segura
mente las fuerzas se organizaron sólidamente con cierto retraso, tanto
en una parte como en otra, tras una prolongada fase de confusión.
La segunda mitad del siglo V es el período más oscuro. Avanzando
a partir de tres zonas de desembarco — el estuario del Támesis y Kent;
los Fens; el estuario del Humber— los sajones ocuparon rápidamente
el tercio oriental de la isla. Estos primeros colonos seguramente casi
prescindieron de organización política. Las realezas no aparecen hasta
que se produce una nueva oleada de inmigrantes, que irrumpió después
de 500 ; éstas pretendían tener ascendencia divina 4.
Pese al esquema heredado de Beda, es inseguro que se pueda asignar
a cada pueblo una área de establecimiento coherente. Seguramente los
«reinos» del siglo vi tuvieron como origen el reagrupamiento de elemen
tos muy diversos. Sus nombres lo demuestran: o bien están tomados de
la toponimia celtorromana (Kent, quizás Bernicia), o bien tienen un
carácter puramente geográfico («gentes de la marca» o Mercia, «gentes
del norte del Humber» o Northumbria, Wessex, Sussex, etc.). Para
encontrar verdaderos grupos tribales, hay que descender a una escala
muy inferior, la de los subreguli (por ejemplo los Haestingas, que de
jaron su nombre a Hastings en Sussex y que son las «gentes de Haesta»,
su jefe; los Hrodhingas de Essex).
La colonización ocupó las tierras arables (los recién llegados se
interesaban menos que los bretones en la ganadería), avanzando a través
de los valles (que los bretones explotaban poco) . No se conoce ninguna
fecha de ocupación de ciudad alguna, pues éstas perdieron cualquier
significación. Las etapas de la marcha hacia el oeste y los núcleos de
resistencia bretona se pueden llegar a definir por medio de la toponimia
y la arqueología funeraria. Los anales, redactados todos bastante tarde,
sólo proporcionan algunos episodios violentos y memorables, de una
localización a menudo difícil. .
Por lo que cabe deducir de estos medios de investigación, parece
ser que el avance no fue continuo y uniforme. Hay puestos avanzados
sajones establecidos muy prematuramente en el corazón del país, como,
por ejemplo, en el alto Támesis, e islotes de supervivencia bretona
101
bastante alejados, hacia el este, por ejemplo hacia Cambridge. Los bre
tones no consiguieron reagruparse hasta bastante tarde, hacia mediados
del siglo vi, y lo hicieron a lo largo de una línea de resistencia que iba
aproximadamente desde Edimburgo, en el norte, hasta Portland, en el
sur : la mitad de la isla ya estaba perdida (mapa 4 ).
La eliminación de los indígenas plantea uno de los problemas más
misteriosos de la historia inglesa. Primero se producen algunas com
probaciones generales : el inglés sólo ha tomado del bretón unas 15 o 16
palabras, y los nombres de algunos grandes ríos (Támesis) y de algunas
grandes ciudades (Londres, York, Lincoln), que seguramente eran cono
cidos por los invasores antes de la caída de Roma. La mayor parte de
lugares urbanos fueron abandonados como inútiles (la poesía inglesa
los considera como eald enta geweorc, «la obra antigua de lot gigantes»),
prácticamente 'no fueirelocupadaininguna'^¿¿Ζα.’ΕΓ cristianismo1desapareció
(salvo oscuros focos demostrados por los topónimos Eccles, Eccleston).
El armamento, las joyas, el mobiliario funerario 5 se lo deben todo a la
tradición germánica. ¿Todos los bretones fueron muertos o expulsados?
La tradición conserva el recuerdo de algunas matanzas — como la de
Anderida, cerca de Pevensey— , pero a título excepcional. Evidentemente'
se produjo una huida hacia el oeste, pero nada indica el terrible hacina
miento que se habría producido con el Repliegue de toda la población
de la isla. Por tanto, hay que admitir que tras una fase más o menos
prolongada de bilingüismo, algunos romanobretones fueron asimilados
totalmente. Quizás en Kent se tiene la huella de una fasejintermedia :
a finales del siglo VI existían allí los laet, clase social habitualmente
formada en el mundo germánico por poblaciones vencidas, y en Canter
bury aún se conservaba, a la llegada de los primeros misioneros (597),
el recuerdo del carácter eclesiástico de algunos edificios.
En los detalles, este cuadro sería susceptible de matices. Cada nombre de ciudad
es un caso particular: por cada supervivencia perfecta (Londinium = London) ÿ por
cada traducción (Durovernum Cantiacorum = Cantwaraburh/Cmteïbmy), existen
muchos nombres mixtos (Venta = Winchester) y muchas ciudades que perdieron
su nombre en beneficio de algún apelativo vago: D'eva se convierte en Chester;
Venta Icenorum, en Caister-by-Norwich ; aparte la existencia de muchos otros Chester,
Caster, Caistor, etc. A diferencia de la Galia, en los nombres de pueblos no ha
sobrevivido ni un solo topónimo de raíz galorromana (¿pero acaso el bretón los
había adoptado?); no obstante, los arqueólogos han establecido la supervivencia
de algunos asentamientos (por ejemplo, Withington, en los Cotswolds). Evidente
mente los sajones nb aprendieron el bretón, y sin embargo cierto número de antro-
pónimos del inglés antiguo están tomados o calcados del bretón, empezando por los
del primer poeta inglés, Caedmon, y del gran rey de Wessex en el siglo vil, Gaed-
walla (la frecuencia de estos nombres en la dinastía de Wessex sugiere matrimonios
mixtos),, Por último, aunque el mobiliario funerario es muy germánico, algunas
formas de. fíbulas femeninas deben mucho a influencias bretonas. Habría que ela
borar una geografía precisa de las supervivencias, como hizo Max Fórster para los
nombres de los cursos de agua: casi todos los ríos .importantes tienen nombres
102
v rw w P orción p rin cip a l del litu s sa x o n ic u m
11111H
11 Z o n a s o c u p a d a s por lo s a n g lo s a jo n e s h a cia 5 0 0
(¿ 4 Ú ÍL · Z o n a s o c u p a d a s por lo s a n g lo s a jo n e s h a cia 6 00
t
Z o n a s o c u p a d a s por lo s a n g lo s a jo n e s h a cia B50
(S e g ú n K. J a c k s o n )
104
del siglo vin, la frontera frente a los galeses fue consolidada con un
inmenso muro de tierra, el denominado Offa’s Dyke, que va desde el
Severn hasta el Dee, poco más o menos sobre el trazado del límite
actual.
Northumbria estuvo primero dividida entre dos reinos, el de Deira,
situado entre el Humber y el Tees, y el de Bernicia, extendido desde el
Tees al Firth of Forth. El primero quizás surgió de los federados que
después de 450 se establecieron alrededor de Y ork; el segundo segura
mente tiene su origen en unos piratas instalados en el siglo VI en la costa,
especialmente en Bamburgh, en un medio aún más celta. Los dos Estados
se fusionaron a comienzos del siglo VII, y Northumbria rápidamente
ocupó el sudeste de Escocia y toda la zona montañosa hasta el mar de
Manda, pero sin expulsar a los antiguos habitantes. La cultura northum-
briana, potente y original hasta la irrupción de los vikingos, debe un
sabor especial a su receptividad, única en el mundo anglosajón, respecto
de los elementos celtas 7.
Cuando cesó este avance, hacia finales del siglo vu, el espacio donde
nacería la Inglaterra medieval estaba enteramente ocupado, y la lengua
inglesa había triunfado casi en todas partes, con variaciones dialectales
que corresponden a los agrupamientos políticos de la última fase de la
conquista. El latín seguramente había desaparecido, desde finales del
siglo V, con las clases superiores. El bretón había sido arrinconado en
tres sectores costeros del Oeste, los más pobres de la isla; después de
la ruptura de la unidad territorial hacia 580-620, adquirió un matiz
particular en cada uno de ellos. En Cornualles, el cóm ico sobrevivió
hasta comienzos del siglo xv m en unas quince parroquias cercanas al
cabo Land’ s End; el último individuo que lo hablaba murió en 1777.
En Gales y en el condado adyacente de Monmouth continuó existiendo
el galés, con gran vitalidad. En cuanto al bretón de Strathclyde, sin
duda desapareció hacia el siglo X I, bajo los golpes sucesivos de los
colonos noruegos y de los conquistadores normandos.
En toda el área delimitada de ese modo se estableció una civilización
homogénea. Pese a sus variaciones regionales, la lengua es única, y los
más antiguos textos le dan el mismo nombre, englisc. El paganismo, por
lo demás bastante desorganizado (salvo quizás en Northumbria), se ex
tendió por todas partes. La multiplicidad de reinos, que suman más de
doce, de rangos muy distintos, no impide que las instituciones políticas
sean sustancialmente idénticas en todas partes. El material arqueológico
no presenta variedades muy manifiestas; a lo sumo se trata de matices,
como los que resultan de un abandono parcial del rito sajón de la cre
mación (¿bajo influencia bretona?) y su sustitución por la inhumación.
Únicamente las estructuras agrarias constituyen una excepción. Desde
finales del siglo VI los inmigrantes sólo conservaron escasos contactos
105
con la vida marítima (las tumbas reales de navios de Suffolk son las
principales excepciones) ·, rápidamente se convirtieron en campesinos
preocupados por los problemas de la tierra, que resolvieron de modos
muy diversos. Aunque de forma casi general la aldea rodeada por un
vasto openfield ha]sustituido' a la villa romana y .ocupa lugares co
múnmente nuevos, Kent constituye una excepción, con una población
distribuida en caseríos y una concepción muy distinta de los derechos
. comunitarios, y Anglia Oriental se halla en una situación intermedia
entre Kent y el corazón de las regiones sajonas. La aldea anglosajona,
según han demostrado las excavaciones, se parece bastante a la de la
Baja Sajonia, y está formada por casas rectangulares de madera, más
o menos alineadas a lo largo de una calle; su ajuar es rudimentario,
y a menudo ignora mecanismos tan simples como d torno de alfarero.
No obstante, su organización jurídica está muy elaborada, con una distri
bución del suelo en unidades tipo, los hides, y rotaciones regulares de
los cultivos.
A l ocupar Bretaña, los sajones aportaron una parte de su patri
monio intelectual, especialmente la escritura rúnica, que por lo demás
utilizaron poco. Durante mucho tiempo sus tradiciones literarias se
parecieron a las de las tribus continentales, y loe textos épicos — re
cogidos por escrito en la época cristiaria— nunca se refieren a su
historia en Bretaña, sino a los grandes acontecimientos de las dinastías
escandinavas ( Beowulf) o continentales (W idsith). Inglaterra no se
creó una cultura autónoma hasta el siglo V IH , ya en un marco resuelta
mente cristiano. Salvo algunos recuerdos sentimentales (especialmente
en los escritos de Breda), desaparece entonces toda conexión con los
«sajones viejos».
El fenómeno inglés ocupa un lugar aparte en la historia de las gran
des migraciones. Surgido de incursiones marítimas, que a priori parecen
menos favorables a los movimientos en masa que los desplazamientos
terrestres, no consistió en una colonización apoyada en unos estamentos
dirigentes, como en la mayor parte de los reinos bárbaros del continente,
sino en unos asentamientos en masa. Por ello aquí los efectos de los
desplazamientos de los siglos v-vn fueron a la vez más radicales y más
duraderos que en el resto del Occidente.
2. Fictos y escotos
Las relaciones de la Bretaña romana con Irlanda habían sido pací
ficas y muy escasas hasta mediados del siglo n i; con la independencia
de Escocia, se habían limitado, hasta.el año 350 aproximadamente, a
escaramuzas a lo largo del muro fronterizo: por el oeste y el norte no
había ningún peligro exterior. En el siglo IV todo cambió. Durante tres
106
o cuatro generaciones, antes del triunfo de los sajones, pictos y escoto
de Irlanda pasaron a primer plano. Sin duda son responsables de loe
primeros desastres que se produjeron en Bretaña y de los golpes más
rudos que tuvo que soportar la sociedad romana de la isla.
Escocia estaba habitada por unos pueblos poco conocidos, sin duda
preceltas, que tenían fama de extrema barbarie, los pictos, situados al
norte del Clyde y del Firth of Forth. A l Sur, unas poblaciones celtas
afines a los bretones, no tenían mejor fama: san Jerónimo acusa a los
atecotti de antropofagia. Su primera incursión se señala en 367, y se
encuentran huellas de su paso incluso por Anglia Oriental. San Germán
combatió contra ellos en 429. Causaron graves daños, de los que Beda
conserva un recuerdo terrorífico, pero no se establecieron en ningún
punto situado más allá del muro. Además su combatividad fue absorbida
en seguida por la defensa de su propio país contra los escotos.
El peligro escoto en la costa oeste comenzó a mediados del siglo-m ,
al mismo tiempo que el peligro sajón al este. Se han hallado algunos
tesoros enterrados, y se construyeron carreteras y puestos fortificados
en Lancashire y en Gales (Pembroke). Poco antes de 300, en el canal
de Bristol se instaló una base naval, en Cardiff se construyó un fuerte
y algunas villae fueron fortificadas. Las incursiones se agravaron después
de 350. Las tradiciones irlandesas (bastante posteriores) pretenden que
unos tránsfugas romanobretones ayudaron a los escotos a constituir una
fuerza naval. El rey Niall, el de los nueve rehenes (¿finales del siglo iv ? )
seguramente organizó desembarcos en Bretaña e incluso en la Galia,
donde su sobrino Dathi encontró la muerte hacia 425 (¿com o pirata
o como mercenario de R om a?). Una de estas incursiones en la costa
oeste de Bretaña tuvo consecuencias muy importantes para la historia
religiosa: hacia 400 fue raptada la familia de un dignatario romano-
bretón, el diácono y decurión Calpurnio, en la localidad de Bannaventa
(sin duda Ravenglass, Cumberland) ; dos hijas y un hijo fueron llevados
com o esclavos a Irlanda; el hijo fue san Patricio, el apóstol de la isla.
Como en el Este, las incursiones dejaron paso en seguida a la coloni
zación. La infiltración irlandesa en las penínsulas occidentales (Cornua-
lles, Gales del Sur y del Norte) debió de comenzar desde el siglo IV ,
quizás a título de federados, para defender la costa contra otros asal
tantes. Estos colonos en seguida adquirieron una independencia de hecho.
En la zona sudoríental de Gales, un pequeño reino irlandés que subsistió
hasta el siglo x se vanagloriaba de remontarse a unos colonos llegados
en el siglo n i. En Devon, el establecimiento irlandés data de los si
glos iv-v. Estos irlandeses del sudeste de Bretaña fueron portadores de
una civilización original, que se expresa por las inscripciones ogámicas
(unas cincuenta, la mayor parte en Pembroke) ; sin duda continuaron
hablando irlandés hasta el siglo vil. A l mismo tiempo los inmigrados
107
habían adquirido cierto barniz romano : 44 inscripciones ogámicas tam
bién tienen un texto latino, y en esos textos aparecen con frecuencia
nombres tan romanos como Pompeius, Turpilius, Eternus o Yitalianus.
Los escotos incluso intentaron asimilar las instituciones del Bajo Impe
rio : un régulo galés (muerto hacia 550, según Gildas) se hizo grabar
un epitafio bilingüe Memoria Voteporigis protictoris; evidentemente
protector fue tomado como denominación de una dignidad romana. Es
un buen ejemplo de supervivencia, un siglo después de la desaparición
de toda autoridad imperial en Bretaña ; muestra una aceptación del hecho
romano comparable a la que se halla en la Galia, muy distinta de la
actitud de loe sajones.
Paralelamente, y con un éxito más duradero, los escotos habían
emprendido la colonización del territorio picto. Sus primeras huellas,
como piratas, aparecen allí a mediados del siglo IV. En la segunda mitad
del siglo V fundan el reino de Dalriada, desde el Clyde hasta las Hébridas
del Sur, apoyado indirectamente sobre el Ulster. A finales del siglo VI,
el rey Aedan Mac Gabrain extiende ampliamente hacia el norte y el este
el perímetro dominado por los escotos, pero topa con los northumbrianos
en 603, y la conquista se detiene hasta el siglo IX. Los pictos, debilitados
por los vikingos, se -sometieron finalmente al rey escoto Kenneth Mac
Alpin en 843. Unificado primero con el nombre de Albán, el país en
seguida tomó el nombre de sus conquistadores, se convirtió en Escocia
y aceptó unánimemente la lengua importada de Irlanda (es el gaélico
de Escocia, que aún sobrevive en la extremidad noroeste) ; el picto
desapareció antes del siglo xn . Esta expansión política fue favorecida
por el establecimiento, en 563, en la isla de lona, de uno de los focos
más activos de la misión, irlandesa.
Desde su conversión, Irlanda había dejado de enviar piratas y colonos. Pero los
irlandeses conservaron una singular atracción aventurera bajo su hábito monástico.
Las «navegaciones» y los «exilios» no se encuentran porque sí entre los géneros
fundamentales de su literatura. Junto al deseo ascético de huir del mundo, esta
mentalidad impulsó- a monjes irlandeses, sin duda desde el siglo v i l al descubri
miento de las islas del Norte, Far-Oer, islas costeras noruegas y luego incluso Is-
landia. Estas navegaciones son señaladas por el geógrafo Dicuil y luego por las
sagas escandinavas. Los vikingos las interrumpieron abruptamente.
El rasgo más singular de las migraciones irlandesas es que se efectuaron con
un instrumento naútico de una mediocridad increíble, el currach, barca de pieles
cosidas sobre una armadura de madera, incapaz de llevar cargas pesadas y difícil
de gobernar, pero que tanto navegaba a Ivela como a remo.
108
3. Las migraciones bretonas hacia el Sur
109
que algunas supervivendae del galés en el interior puèden haber in
fluido en algunas particularidades dialectales, especialmente del vanés 10.
Las modalidades del asentamiento bretón en Armórica son poco
conocidas. Los datos arqueológicos escasean u , salvo una comprobación
negativa: la ausencia de objetos característicos de la civilización mero
vingia en la Baja Bretaña (salvo en el Vannés oriental). Sólo aporta
documentos sólidos la toponimia. Seguramente los bretones llegaron
por pequeños grupos; su única organización fue primero religiosa, en
torno a monjes galos que fundaron las parroquias. Estas difieren profun
damente de las circunscripciones surgidas de las villae que se encuentran
en el resto de la Galia. El plou bretón, bastante vasto, que generalmente
lleva el nombre de un santo (el monje fundador), no tiene ninguna
relación con la estructura patrimonial, y carece de una verdadera aldea
por centro. Las diócesis vinieron después, conservando, como las de las
islas británicas, un carácter monástico acentuado. Se duda sobre el
papel, sin duda nada despreciable, que pudo desempeñar en estas demar
caciones el recuerdo de las divisiones romanas. La población, extremada
mente dispersa, es puramente rural. Las ciudades fueron· eliminadas por
completo, o reducidas a un estado insignificante (Carhaix, Locmaria
cerca de Quimper), salvo Vannés.
¿Hasta dónde se asentó al principio el bretón? Sin duda hasta una
línea que iría desde Dol hasta Vannes, incluido el archipiélago anglo-
normando. Pero este dominio no era coherente. En todo el este sobrevi
vían importantes poblaciones galorromanas (especialmente en Rennes y
Vannes), e incluso se han descubierto numerosos islotes romanos en el
oeste, tanto en las costas (Morlaix y península de Taulé-Carantec) como
en el interior (en torno a La Feuilléc y a Quimper) ; la costa del Vannés
seguramente fue mixta. En el siglo IX un fuerte avance bretón borró casi
todos estos islotes, y sobre todo, bajo el mando de una aristocracia beli
cosa (machtierns), impulsó la frontera lingüística hasta una línea que
va desde el Dol al norte hasta Donges a orillas del Loira, rodeando
Rennes por el oeste. (La frontera política fue-más lejos, hasta el Vire
y el Mayenne, durante la época de los «reyes» bretones.) La desorga
nización consecutiva a las invasiones escandinavas provocó, a partir del
siglo X , la pérdida de la mayor parte del terreno prematuramente ganado
en el siglo IX, así como las islas anglonormandas. La retirada, que se
continuó hasta nuestros días, fue mucho más profunda en la costa norte
(de Dol a Portrieux) que en la costa sur (de Donges a la península de
Rhuys).
Es difícil juzgar exactamente las conquistas extremas del bretón. Sin duda detu
vieron la evolución fonética normal de los topónimos en -acum (que, en una buena
parte de la Alta Bretaña, dieron -ac y no -é o -y), pero seguramente, en muchos
casos, sólo quedó «bretonizada» la capa dirigente. La antroponimia bretona, ligada
110
a círculos de prestigio social indiscutible, conquistó adeptos hasta muy lejos, hacia
el este: en una gran parte del Maine y de la Baja Normandía, en el siglo xr, se
encuentran Judicael y Riwallon. Seguramente hacia el este debió de existir un
bilingüismo extendido y prolongado, que explica la gran cantidad de palabras
romanas temadas muy pronto por el bretón. Sea cual fuere la imprecisión de la
frontera lingüística, desde el siglo vi la frontera política estaba bien señalada y
muy disputada, aunque los príncipes bretones a menudo admitían una soberanía
franca. Los francos tuvieron que organizar una marca y edificar una serie de puestos
fortificados (que quizás originaron el extendido topónimo La Querche).
111
NOTAS DEL CAPÍTULO IV
112
C a p ít u l o V
113
, nicas formaron una barrera al área de la romanidad, al aparecer en las
regiones limítrofes del antiguo país germánico, a lo largo del Rin o,
mejor, del Danubio. La Galia, la Recia, la Nórica, la Panonia, fueron
afectadas profundamente, Italia fue mordida apenas en sus bordes ex
tremos; España y África quedaron intactas, por lo menos en sus estruc
turas más aparentes.
Donde los avances del germanismo han sido mejor estudiados es a
lo largo del Rin. Su resultado es conocido: el establecimiento, al oeste
del río, de una frontera lingüística que ha variado muy poco desde el
siglo X III, fecha en que por vez primera presenta un trazado preciso.
Entonces esta línea partía de Boulogne-sur-Mer (el romano avanzó luego
hasta Dunkerque), corría hacia el este en dirección a Lila (dejando
Saint-Omer al germánico), luego al norte de Tournai; seguía paralela
mente al curso del Sambre y del Mosa, a 30 km al norte aproxima
damente, atravesaba el Mosa entre Lieja y Maestricht y desembocaba al
oeste de Aquisgrán. De aquí, con un ángulo brusco, giraba hacia el
sur, atravesando en línea recta las Ardenas, hasta el sudioeste de Arlon
(germánico) ; luego torcía de nuevo, por el noreste1rodeaba Metz (evi
dentemente un centro de resistencia romana) y llegaba a Donon. Más
lejos,ien los'Vosgos,| donde su trazado caprichoso dejaba'al romano
muchos de los altos valles alsacianos, y en las puertas de la Borgoña
tomaba contacto no ya con dialectos fráncicos, sino con el alemánico.
Los estudiaremos por separado, pues el avance de los dos dialectos pre
senta dinámicas muy distintas.
Sólo la toponomia permite remontarnos más allá del siglo x m . Tras
haber divagado mucho tiempo en busca de soluciones globales, actual
mente se contenta con establecer algunos hechos : desde los siglos VII-VIII
la frontera lingüística estaba estabilizada muy cerca del trazado des
crito, pero tenía un aspecto menos lineal, poseía más salientes y enclaves.
He aquí las principales modificaciones demostradas1 :
a) En la costa, en el siglo v m se debía de utilizar el germánico
hasta la desembocadura del Canche aproximadamente, sin duda hasta
. la línea de Montreuil-sur-Mer a Béthune. El fráncico acaso era reforzado
por el legado de los establecimientos sajones del Bajo Bolones 2.
h) El Brabante seguramente fue durante mucho tiempo una zona
mixta. Es muy verosímil la existencia de antiguos islotes germánicos
al sudoeste de Namur y a orillas del Sambre (Lobbes) ; unos nombres
de campamentos (por ejemplo Mutserel = *tnacerella; Kainoth = *cas-
netiim) demuestran la existencia de un islote romano, hasta el siglo X I,
, alrededor de Assche (al noroeste de Bruselas).
c) Alrededor de ciudades como Tongres, Maestricht o Aquisgrán,
durante algún tiempo pudieron resistir islotes romanos (¿hasta los
siglos I X - X ? ) .
114
115
M apa 5. El fen óm en o lin g ü ís t ic o
d) Hasta por lo menos el año 750 aproximadamente, existió un islote
romano en Eifel, alrededor de Prüm, y en los campos situados en-torno
a Tréveris sin duda existió hasta el siglo x n i una gran mancha romana;
ésta se prolongaba por islotes discontinuos por el valle del Mosela hasta
las cercanías de Coblenzg.3.
Estos retoques no cambian en nada el problema principal planteado
por el establecimiento precoz de una frontera lingüística sobre un tra
zado que no corresponde a ningún accidente geográfico, a ninguna de
limitación política conocida (v. mapa 5 ). ¿P or qué la marea germánica
se detuvo aquí y no en otro lugar? ¿ Y cuándo se detuvo?
Antiguamente se creyó en la existencia de obstáculos actualmente
desaparecidos a lo largo del sector más arbitrario de la frontera, el
que corta a Bélgica en dos. Pero hubo que rectificar: el «Bosque car
bonero», alegado primero, se extendía de norte a sur, y no de este a
oeste; el limes belgicus, a lo largo de la vía B olon ia-T on gres, es dis
cutible (cf. pág. 215), y no explicaría nada para los períodos poste
riores a Clodoveo. Hay que rechazar la teoría de los obstáculos.
Ante su fracaso, se ha intentado invertir el problema. La frontera
lingüística no sería el frente extremo de un avánce germánico, sino de
una reconquista romana. Según los defensores de esta tesis (Gamillscheg,
Petri, von Wartburg), todo el espacio comprendido hasta el Loira
seguramente fue más o m e n o s germanizado durante el siglo v i; en esta
área habría existido un bilingüismo hasta el siglo ix por lo menos, se
guido de un derrumbe del germanismo a finales de la época carolingia
(pero esto tampoco explica el trazado de la frontera).
116
y c) tienen un valor real, pero sólo sientan la existencia esporádica (se trata de
topónimos más bien raros) de núcleos francos que conservaron hasta bastante tarde
el uso de su lengua nacional. No se trata de un verdadero bilingüismo.
Algunos autores habían alegado otros argumentos, que han resultado insoste
nibles. No se puede deducir nada de la difusión de los topónimos en -court, -ville o
-villiers, formaciones puramente romanas aunque estén construidas sobre antropó-
nimos germánicos, adoptados por todo el medio galorromano a partir del siglo vi,
y no romanización de nombres terminados primitivamente en -dorf, -hofen, -heim, etc.
(hay que exceptuar los topónimos de las zonas bilingües, como Thionville/Dieden-
hofen). Luego hablaremos de los argumentos arqueológicos y antropológicos.
117
ponimos hallados entre los siglos i y v, apenas 10 eran germánicos) ; pero segura
mente persistió en la conciencia de algunos medios conservadores (los nombres de
muchas divinidades tópicas, los Matres, son germánicos). En general se cree que
la romanización de la Renania fue profunda, y que sólo escaparon regiones rurales
poco extensas: el Brabante holandés y Campiña, así como las zonas de Colonia y de
Xantén. Todas las ciudades eran romanas. Seguramente los francos aprovecharon
algunas cabezas de puente germánicas al oeste del Rin, pero se trata de zonas
reducidas y de capas sociales sin prestigio ni influencia.
El problema de los «letos» es delicado. Con este nombre (según algunos autores
no muy acertado) se designa a los colonos bárbaros adscritos a la tierra y asentados,
bajo vigilancia militar, en el interior de la Galia por los emperadores. Las fuentes
narrativas los citan en diversos lugares a partir de 287-288, en el Norte y el Nordeste.
Seguramente formaban islotes bastante cerrados, puesto que les estaba prohibido
contraer matrimonio con ciudadanos romanos. Sin duda estos datos se reflejan
hasta cierto punto en la toponimia (un nombre como Allemania podría designar
una colonia de letes alamanes). Pero se atribuye un poco a tientas a los letes
una facies arqueológica caracterizada por una estrecha síntesis, en las sepulturas,
entre elementos germánicos y romanos. Se han hallado cementerios de este tipo
en la zona de Namur (Furfooz), en la Champaña (Yert-la-Gravelle) e incluso en
Orleáns (Cortrat), de finales del siglo iv. Nada asegura que estos asentamientos
—sin duda civiles— gozaran del estatuto jurídico de los letes, pero no hay duda '
de que se trató de una vanguardia del germanismo. Algunos arqueólogos (J. Werner)
le atribuyen un papel decisivo en la elaboración de la civilización merovingia, lo
cual es bastante posible. En cambio es más dudoso que influyera durante mucho
tiempo en la geografía lingüística.
118
Este avance alemánico prolongado revistió diversas formas. En el
siglo vil, frente a los burgundios, presentó un carácter militar. Final
mente fueron dominados algunos reductos, como el de los varascos en la
región de Besançon a finales del siglo VI, mientras otros pudieron re
sistir. En 610 los alamanes aplastaron en Wangen, cerca de Soleure, a
dos condes francos, lo cual aprovecharon para devastar la ciudad de
Ávenches (al noroeste de Friburgo), centro de la resistencia romana
desde que el obispo de Windiseh había buscado allí refugio a mediados
del siglo vi. Más tarde, a partir del siglo VIH , el avance hacia el sur
y el sudeste fue más bien una colonización pacífica, realizada junto con
la explotación de los altos valles alpinos.
Se ignora casi totalmente en qué condiciones los alamanes germa
nizaron las escasas ciudades que sobrevivieron en su zona. Estrasburgo
conservó elementos romanos sin duda a lo largo de la mayor parte del
siglo vi. Basilea quedó cercada a partir de 550 aproximadamente. En
Kaiseraugst (Castrum Rauracense) y en Oberburgo (Castrum Vindo:
nissem e), el latín ..subsistió por lo menos hasta finales del siglo V i. La
romanidad sólo conservó un bastión urbano, Coire, capital de las Kau-
derwelche («Welches de C oire»), denominación alemana de los retorro
manos actuales, bajo la dirección de una curiosa dinastía de príncipes-
obispos, los Victóridos; sin embargo muy pronto se infiltró una minoría
germánica.
Más al este, en las provincias de la Recia II, Nórica y Panonia,
el aspecto de la evolución cambia de nuevo. La romanidad sufre un
derrumbe casi total, que recuerda más los acontecimientos de los Balcanes
que los de la Galia. Pero los bávaros, principales beneficiarios de esta
retirada masiva de la romanidad, reducidos a ínfimos islotes discon
tinuos, no fueron sus verdaderos autores: se aprovecharon de la labor
realizada por otros pueblos, germánicos o no, desde comienzos, del si
glo V, por lo tanto mucho antes de la época en que atravesaron el
Danubio (no antes del año 500, quizás incluso antes del segundo cuarto
del siglo vt) 4.
Las tribus asaltantes de esta primera oleada no eran lo bastante nu
merosas como para ocupar duraderamente lá región. El germanismo no
hizo progresos definitivos hasta la llegada de los bávaros, que desgra
ciadamente se sitúa en una época de silencio total de las fuentes. Cuando,
hacia 565, Venancio Fortunato vuelve a hablar por vez primera de la
Nórica, la región ya parece germánica por completo.
En realidad, subsistían muchos elementos romanos, pero eran po
lítica y culturalmente insignificantes. En Baviera y en la Alta Austria, los
documentos earolingios citan a menudo unos Romani (al., Walchen),
y la toponimia confirma la importancia de estos islotes 5.'S e trata de
poblaciones rurales dispersas por la meseta, sobre todo en el valle del
119
Inn. y al norte y oeste de Salzburgo (fig. 5). Salvo en dos refugios al
pestres, el Walchengau, del Alto Isar, y el Vintschgau, del Alto Adigio,
habían perdido toda coherencia, y también toda preeminencia social
(salvo, a lo sumo, hacia Áugsburgo, donde quedaba un obispado). En
Baviera se habló también romano por lo menos hasta el siglo I X ; en
los Alpes se fundieron con los élementos romanches que aún subsistían
a orillas del Inn y del Adigio superiores. Pese al embrión de organización
política nacido alrededor de Coire, no pudo estabilizarse ninguna fron
tera lingüisltica. Salvo ínfimas excepciones, el germanismo1estableció con
tactos con la italianidad en casi todas partes.
Al igual que el de los alamanes, el avance de los bávaros se pro
longó mucho más allá del siglo vi. Hacia el sur, a costa de los latinos
del Tirol, no obtuvo un éxito definitivo hasta el siglo v n ; se trans
puso el Brénne'ro y la germanización del Alto Adigio progresó rápida
mente (se cree que terminó en el siglo ix ). Hacia el este se produjo un
vaivén : primero fue germanizada toda Austria, pero a finales del siglo VI
los eslavos y luego los ávaros rechazaron a los bávaros hasta Linz; en
el siglo IX el germánico ganó terreno, pero luego lo perdió ante el
asalto húngaro. Estas vicisitudes explican la ausencia de supervivencias
romanas al este del Enns.
La romanidad panónica murió muy pronto, sin duda a partir de
finales del siglo IV , en condiciones oscuras. En este caso, los respon
sables fueron los hunos y sus aliados. Luego unos germanos (gépidos,
sobre todo lombardos) aprovecharon este vacío, pero sin fundar nada
duradero. Eslavos y magiares, después de muchas peripecias, ocuparon"
finalmente la región y actuaron como una cuña entre el último vestigio
de la romanidad oriental — los rumanos— y el mundo germánico.
En resumen, el avance germánico fue mucho más profundo al este
de B.asilea que al oeste. ¿De dónde proviene esta diferencia? A l oeste
sólo irrumpió una gran oleada de invasiones después del hundimiento
del limes, y se estabilizó rápidamente. Al este hubo oleadas repetidas,
que se alternaron y completaron durante mucho tiempo. Al oeste la
monarquía merovingia, instalada en país romano, se convirtió en
gran medida en protectora de la romanidad (por ejemplo, frente a los
alamanes), y puso fin a las correrías de los pequeños grupos que busca
ban fortuna, Al este las únicas fuerzas capaces de respaldar la roma
nidad siempre tuvieron como hogar a Italia (Odoacro, Teodorico, Justi
niano) ; para ellas, las regiones situadas más allá, de los Alpes no -
eran sino un descampado sin interés.
Las invasiones sólo son indirectamente responsables del desmenuzamiento dialectal
de la Romania, Las tendencias centrífugas existían antes de la caída del Imperio;
se desarrollaron libremente cuando ya no hubo administración ni enseñanza comunes,
cuando la clase dirigente se fraccionó. Desde el siglo m la epigrafía denota la
120
diferenciación progresiva de una Romania oriental (Dacia, Mesia, Dalmacia, Italia
peninsular) y de una Romania occidental (Panonia, Nórica, Alta Italia, Recia, Galia,
más una variedad hispanoafricana). Además de las aportaciones al léxico, las inva
siones sólo tuvieron una acción directa en dos puntos: hicieron de la latinidad bal
cánica, totalmente aislada a partir del siglo vi, un medio muy original; al cortar la
ruta directa de ' la Galia a Recia, los alamanes contribuyeron en gran medida al
desarrollo autónomo del retorromano 6.
121
el siglo VIH , salvaguardando su posición social y reconquistando parcial
mente, gracias a su superioridad intelectual, su influencia política. En
momentos de peligro, a veces desaparecía, pero una vez se restablecía
de nuevo el orden, volvía a surgir. Gracias a ella subsistieron en gran
parte la cultura, el derecho y los usos administrativos antiguos.
Las estadísticas de Stroheker, Der senatorische Adel [n.° 456], muestran que la
mayoría de los senadores galos desertaron, mucho antes de la época de Clodoveo,
de las posiciones expuestas de la Galia del Norte, En el siglo iv todas las grandes
ciudades tenían sus linajes senatoriales: Colonia, Maguncia, Tréveris, Reims, Sens,
Tours; en el Mediodía galo había muchos menos. Pero a medida que se avanza en
el siglo v, se pierde el equilibrio: pronto ya no encontraremos senadores más allá
de una línea Soissons-Áutun, mientras que se multiplican en el Mediodía. El Norte
había sido prácticamente evacuado antes de la caída de Siagrio. Los refugiados se
instalaron donde pudieron, renunciando a menudo a las ambiciones temporales8.
No obstante, la mayor parte se recuperaron, y pusieron su capacidad al servicio de
los reyes bárbaros. Raros son los laicos que osaron aventurarse entre los francos,
como Paftenio 9. Pero esta clase formó el marco civil del Estado visigodo de Tolosa
y del Estado burgundio; incluso les proporcionó algunos oficiales, sin cohtar la
mayoría del cuerpo episcopal. Cuando el Mediodía pasó al dominio franco, esta clase
conservó aiíi puestos de mando hasta comienzos de la era carolingia. De ahí la
oposición que se manifiesta a todo lo largo de la Edad Media entre el Mediodía y
el Norte, feudo este último de una aristocracia franca.
La ilustre familia de los Siagrios ofrece el mejor ejemplo de la tenacidad de
supervivencia del ordo senatorius. Surgida de Flavio Afranio Siagrio, cónsul en 382,
aliada por matrimonios con Tonantio Ferreolo, prefecto de las Galias en 450, culmina
en la segunda mitad del siglo v con los últimos jefes de la resistencia romana en el
Norte, Egidio y Siagrio. Pero sobrevivió a la catástrofe de 486: en 585 un conde
Siagrio, al servicio del rey franco Gontran, va a Constantinopla en misión diplo
mática. Su fortuna territorial era aún colosal a principios del siglo v m : una Siagria
puede donar en 739, a los monjes de Novalaise, diversas villae sitas en ocho pagos,
desde el Maçonnais al Gapençais. El último Siagrio de que tenemos noticias es un
abad de Nantua, citado en 757 10.
122
La clase urbana había sufrido mucho más y durante mucho más
tiempo, puesto que desde el siglo ill había tenido que hacinarse dentro
de murallas reducidas que no permitían ni comodidad ni — excepto
los talleres fiscales— una actividad económica seria. Cuando consiguió
superar la tormenta, se benefició por más de una razón: el restableci
miento (relativo) de la paz, el aumento de los mercados (en la parte
de la Germania antiguamente libre), la posibilidad de salir de estas
murallas asfixiantes. Además, no tuvo que temer ninguna competencia:
los conquistadores ignoraban la vida urbana.
Encontramos otros ejemplos convincentes en la Galia y Renania.
Demuestran la supervivencia, en el antiguo limes, de notables agrupa-
mientos urbanos — sobre todo de artesanado y, naturalmente, de clérigos
y escribanos— , finies al modo de vida romano y capaces de conservar, e
incluso de desarrollar, sus actividades tradicionales. La desaparición
de la economía de Estado del Bajo Imperio ofreció a algunos comer
ciantes — no latinos, pero sí romanos, puesto que sirios, anatolios y
judíos eran súbditos del Imperio— nuevas posibilidades.
El caso de Tréveris, el que conocemos m ejor12, es más bien excepcional, pues la
ciudad sufrió tanto por la pérdida de su rango de capital (a finales del siglo iv)
como por las mismas invasiones, muy agitadas. Sabemos por Salviano que, a mediados
del siglo V, Tréveris ya había sido tomada cuatro veces (sin duda hacia 406, 411, 419
y 440) ; aún lo fue una quinta vez, definitivamente, hacia 475-480, en todo caso antes
de 496. Gracias a su categoría, Tréveris había escapado a las peores consecuencias
de la crisis del siglo m ; en el siglo v aún conservaba su inmenso recinto de 285
hectáreas.
La aristocracia, mucho más numerosa allí que en otras ciudades, partió en masa,
hacia el Mediodía (Salviano pasó entonces a Marsella), migración favorecida por la
transferencia a Arlés de la Prefectura de las Galias. Los edificios imperiales, muy
deteriorados, han pasado al fisco merovingio. La basílica donde el emperador tenía
el trono parece abandonada; las termas ahora son, sin duda, la residencia del conde
franco; en el siglo vn los depósitos del fisco (para el ejército del Rin) son cedidos
a un monasterio. La muralla subsiste, pero es demasiado vasta, y gran parte del
terreno que rodea permanece deshabitado. Pero queda una población bastante abun
dante como para mantener en actividad una importante red de calles, que conserva
la cuadrícula antigua, y sobre todo para conservar un número impresionante de
santuarios y cementerios (estos últimos extra-muros, conforme al derecho romano).
Subsiste la doble catedral legada por Constantino. Numerosos documentos demuestran
la utilización continua de los cementerios; una abundancia inusitada de inscripciones
funerarias13 muestran una sólida supervivencia de las tradiciones romanas e incluso
de relaciones curiosamente profundas con Oriente (estela de estilo copto, epitafios
de sirios y de griegos). Se ven todas las transiciones entre la onomástica latina y la
germánica: desde el siglo iv los soldados de la guardia tienen nombres germánicos
Flavius, Gabso, Hariulfus), y hasta el siglo vm persiste un grupo de nombres latinos,
sobre todo entre el clero (Aufidios, Ursinianus). Los talleres artesanos, muy activos
en la época imperial, a finales del siglo v se hallan en profunda decadencia, a
causa de la desaparición de la clientela de lujo, pero vuelven a renacer en el
siglo vn.
En Colonia, más expuesta, la escasez de hallazgos entre el siglo v y el ix es tal
que se ha pensado en un abandono completo. Los últimos historiadores opinan muy
123
distintamente: aunque las termas son abandonadas, persiste la cuadrícula de calles,
el templo del Capitolio está ocupado por una iglesia, y sobre todo el palacio (pre
torio) se ha convertido, sin grandes transformaciones, en la residencia de los condes
francos. Las excavaciones de la catedral mostraron la continuidad de su utilización,
especialmente por la presencia de sepulturas principescas del siglo vi. Sin duda
Gregorio de Tours habla de la presencia de un templo pagano en la ciudad hacia 520,
pero también describe, desde 590, una suntuosa basílica Ad Sanctos Aureos (san
Gereón). Por tanto, a pesar del paro de los grandes talleres de vidriería, hubo una
larga continuidad.
Es inútil dar más ejemplos detallados. En Worms, los cementerios suburbanos
siguen siendo utilizados, subsiste el arzobispado, y aunque el sur de la ciudad está
medio abandonado, el norte y el centro están ocupados. Estrasburgo fue incendiada
a comienzos del siglo 'v, pero la población se acomodó en construcciones edificadas
con materiales de recuperación, y el obispo Arbogasto (hacia 550), a pesar de su
nombre germánico, es lo bastante fiel a la tradición romana como para hacer moldear
ladrillos con la marca Arboastis eps ficet.
Aún es más instructivo investigar el destino de los vid y de los castella. Lu caso
revelador es el de Andernach, a orillas del R in 14. Desde 250 aproximadamente,
Antunnacum era un castellum del limes, unido a un centro artesano de una act .vidad
casi industrial; su puerto exportaba las muelas de basalto de Mayen y de Nieder-
mendig (Eifel), y sobre todo la cerámica del gran taller de Mayen. La guarnición
desapareció a comienzos del siglo v, pero el castrum supervivió, aunque la coman
dancia romana fue ocupada en el siglo vi por una residencia real. Los cementerios
extra-muros muestran una continuidad casi total, y los epitafios atestiguan la prolon
gada supervivencia de elementos romanos (Crescentius, Agriculus, etc.) junto a otros
que llevan nombres francos (Adelbert, Austroald, etc., por lo demás grabados sobre
tituli de tipo romano). Todo indica que las canteras de lava, las alfarerías, las
vidrierías continuaron su actividad sin interrupción sensible e incluso continuaron
exportando lejos, incluso hasta Escandinavia. Este artesanado gozó de una prospe
ridad real: la riqueza de las tumbas de Andernach contrasta con la pobreza de
los demás cementerios de la región.
Evidentemente, junto a estos casos de continuidad hay ejemplos de destrucción
total y violenta, sobre todo en los establecimientos militares. Bonn y Neuss perdieron
su campamento y su anexo económico, los canabae, pero supervivió el vicus civil, y
dio nacimiento a la ciudad medieval.
Lo cjue acabamos de demostrar para la zona fronteriza se aplica a fortiori para
el interior de la Galia. Algunas ciudades desaparecieron, como Nyon (civitas Eques
trium), a orillas del Lemán, pero el caso es raro y concierne sobre todo a centros
militares (por ejemplo, Bavai). Otras se desplazaron un poco, como la civitas Va-
llensium, cuyos habitantes se refugiaron en la plaza fuerte de Sion (Valais), y sobre
todo Lyón, que bajó desde la meseta de Fourvières hasta las orillas del Saona.
Pero los casos de continuidad abundan mucho más que los de discontinuidad. H. Pi-
renne ha demostrado que en Tournai un dominio del Estado romano se pasó direc
tamente a un fisco merovingio y luego carolingio, y esto en la misma ciudad donde
se hizo enterrar Childerico 15. En París, después de los desastres del siglo ni, los
suburbios situados en la orilla izquierda del Sena (montaña de Santa Genoveva,
Saint Marcel) renacieron rápidamente y conocieron una verdadera floración durante
la época merovingia. Estos suburbios, más considerables que la misma ciudad 16, no
fueron devastados hasta el siglo ix, con los ataques normandos.
124
verdaderas cesuras se sitúan en el siglo III y, secundariamente, en el IX.
Resulta imposible creer en la «ruina y desaparición de la clase media»,
esencialmente urbana, bajo la influencia directa de las invasiones. Pero
hay un hecho seguro: a finales del siglo v y durante el siglo vi, una
parte de las actividades económicas de la ciudad se traslada al campo.
Vidrierías y armerías, sobre todo urbanas en la época imperial, son
esencialmente rurales (o, más exactamente, forestales) durante la época
franca.
¿Cuál fue la reacción de los elementos germánicos frente a las
ciudades? A veces se entrevé cierta desconfianza de la clase dirigente
franca, pero parece tardía, porterior en muchas generaciones a la con
quista, debida quizás a la precaución de evitar choques con la Iglesia
(como en Tréveris, cuyo conde se traslada a Bitburg a finales del si
glo v i). A menudo los francos tuvieron que establecer guarniciones en
el antiguo reducto de la defensa: en Ruán se implanta un grupo de
seniores Franci (Gregorio de Tours, H. F., VIII, 31). La segregación
no se produjo en ninguna parte, a causa de la identidad de culto.
La extensión de las supervivencias y el vigor de algunos rebrotes
no deben ocultar una lenta degradación de la vida urbana, iniciada
mucho antes de las invasiones y destinada a proseguir durante mucho
tiempo. La multiplicidad de las construcciones eclesiásticas (edificadas,
por lo demás, a menudo con materiales mediocres) no compensa la
interrupción casi total de las obras públicas, ,y no hay necesidad de
incriminar únicamente a la mediocridad de los estudios de epigrafía
merovitigia para darse cuenta de la aplastante desproporción entre los
testimonios escritos dejados por el Bajo Imperio y la época siguiente. La
clase urbana casi no ha sido asesinada en ninguna parte, pero se de
bilita por doquier, a consecuencia de una evolución económica que aquí
no podemos estudiar.
La suerte de las clases rurales es el problema principal y también
el más difícil. Las pocas informaciones escritas y los documentos arqueo
lógicos se refieren a tres puntos relacionados: la transformación de los
terrenos, la desaparición de las villae, el florecimiento de las aldeas.
Por lo demás, se trata de un tema aventurado, en el que abundan los
debates y escasean las certidumbres 17.
¿En qué medida las invasiones cambiaron la fisonomía de los te
rrenos explotados? Es una cuestión que apenas empieza ahora a plan
tearse en términos arqueológicos concretos, más allá de los apriorismos
de escuela. Los terrenos completamente abandonados parecen ser poco
numerosos, y la causa de ello son más bien los acontecimientos del si
glo n i que los del v ; el caso más claro lo constituyen los meandros
del Bajo Sena, ocupados, hasta Postumo o Constantino por muchas vülae
y aldeas, y luego devastados e invadidos por el b osqu e18. En Renania,
125
expuesta de una forma más directa, no hay muchos abandonos, sino más
bien roturación de nuevos terrenos en las mesetas del Eifel y del Huns-
rück, que se yuxtaponían a explotaciones poco modificadas en los valles
y las vertientes (sobre todo las de los viticultores). Se ha indicado la
supervivencia del apelos antiguos (centuriación) en casi todas partes,
sobre todo en la Italia del Norte (donde la institución seguramente per
sistió hasta el siglo v m ) y en Túnez, pero también en el norte de la
Galia. Desgraciadamente, se trata de una medida fiscal más que agraria,
y no hay que sobreestimar su significación para la historia de la clase
rural.
En cambio no se comprueba ningún fenómeno evidente de importa
ción. Desde que los primeros historiadores agrarios, con ayuda de un
texto de Tácito, pensaban poder señalar a los germanos como respon
sables de la difusión de la rotación trienal colectiva obligatoria, ha do
minado un escepticismo razonable19.
Se conoce mejor la suerte de las villae, aunque a veces se abusa de
las estadísticas de los arqueólogos, pues las únicas villae bien estudia
das son las que, precozmente arruinadas, no fueron remplazadas por
hábitats medievales y modernos. Las villae urbanae murieron en pro
porción impresionante. Muchas ya habían sido destruidas en el siglo iii,
pero la paz constantiniana había permitido su renacimiento en las re
giones ricas — región de Tréveris, Mediodía auvernés y aquitano— a
veces bajo la forma austera de establecimientos fortificados. Incluso en
este último caso, pocas veces subsistieron más allá del siglo v. Sólo cons
tituyen excepciones duraderas algunos «palacios» reales o episcopales;
por lo demás, pierden el admirable ajuar suntuario (termas) y econó
mico (segadoras) de las antiguas villae de primer orden 20.
Pero las más de las veces la villa constituía una superposición al
mundo rural. Parece probable que las masas compesinas nunca aban
donaron por completo las aldeas de tipo céltico, formadas por chozas
de encañizado y una mezcla de barro y paja, que dejan como únicos
testigos arqueológicos los «fondos de cabañas» de difícil localización.
En muy escasas ocasiones se ha podido establecer la continuidad entre
un hábitat galo y una aldea merovingia. En otros casos, parece que
la aldea se haya servido de las ruinas de una villa vecina. En resumen,
la aldea no es una forma nueva de hábitat, pero da muestras de un
gran vigor después de las invasiones, manifestado por la multiplicación
casi infinita de estos «cementerios en filas» que reproducen, más allá
de lá muerte, el ordenamiento y la coherencia de la gente que vive en
aldeas.
126
ignoraban la villa de albañilería, incluso desconfiaban de ella (la utilizaban a menudo
como depósito o sepultura, en vez de repararla para vivir en ella), mientras que
la aldea de chozas les resultaba familiar. Por otra parte, la población aldeana se
mostró más receptiva a las influencias bárbaras que la clase de propietarios de villae:
las primeras influencias germánicas en la Galia se manifiestan por cementerios
rurales.
La transición puede ofrecer las formas más variadas. Tomaremos de Bohner21 las
que ha podido distinguir de los campos de Tréveris. Algunos asentamientos galo-
rromanos continuaron su vida sin aportación franca aparente, y las villae fueron
insensiblemente remplazadas por aldeas, mientras los cementerios no cambiaban ni
de lugar ni de aspecto (por ejemplo, Ehrang, en la confluencia del Mosela con el
Kyll). Con más frecuencia, un establecimiento franco, con su cementerio particular,
se yuxtapone al hábitat romano,, (verbigracia', en ¡Wintersdorf,,a orillas del Sûre).
Aún con más frecuencia los francos se instalan en el centro del poblado romano,
respetan su iglesia si existe, pero inhuman sus muertos en el antiguo cementerio,
cuyo aspecto cambia (por ejemplo, en Pfalzel). Por último, sobre todo en las mesetas,
existen aldeas francas que no suceden a ningún asentamiento preexistente, y crean
un cementerio en el que más tarde se edificará una iglesia (por ejemplo, Wallersheim,
cerca de Prüm). Los casos de continuidad se encuentran sobre todo, como en Alsacia,
en las colinas donde la viña, desconocida por los francos, desempeña un papel
dominante.
En la Galia interior las proporciones cambiarían, pero los rasgos de la inves
tigación serían sensiblemente los mismos21bis. Un hecho lingüístico incitaría a creer
que las transiciones sensibles de la villa a la aldea han sido las más frecuentes: la
palabra villa ha pasado a significar «dominio, aldea». Si se hubiera tenido sensación
de discontinuidad, se habría adoptado un vocablo nuevo.
127
impone, poco antes de 574, a su pariente Bertechramno. En Mans, el
primer franco es un mayordomo de Chilperico, en 581. Podrían multi
plicarse los ejemplos como éstos. No obstante, hay que esperar al si
glo vil para que el fenómeno se generalice, y la fusión no aparece como
completa hasta el siglo v i i i (si se hace abstracción de las regiones me
diterráneas). Las escasas indicaciones que se tienen sobre el clero medio
y bajo apuntan en el mismo sentido: -ni., huida, ni eliminación, sino
compromiso y fusión lenta.
Mientras una parte del episcopado tuvo en cierta medida el sen
timiento de no pertenecer a la nacionalidad franca, en la Galia se planteó
un problema de conquista y de sumisión. Cuando en el reino merovin
gio ya no hubo poder eclesiástico de predominio romano frente a los
jefes militares germánicos, la fusión se puede considerar terminada.
128
terios en filas» ( Reihengrâber) que se impone rápidamente y domina en
absoluto hasta la época carolingia. Pocos cambios de tipo arqueológico
se manifiestan más evidentemente a la atención del historiador.
Los «cementerios en filas»24 presentan las siguientes características: a) Tumbas
alineadas en fosas, arcas de piedras planas o, más tarde, sarcófagos trapezoidales
monolitos, b) Presencia bastante frecuente de ofrendas funerarias, a menudo depo
sitadas en vasos, c) Cuerpos inhumados vestidos, con sus joyas en las mujeres y sus
armas en los hombres (por lo menos al principio), d) Orientación de este (pies)
a oeste (cabeza). Las más de las veces no hay signos exteriores (excepto algunos
postes de madera o marcos de tablas; las estelas de piedra, muy escasas, se hallan
sobre todo en los medios que conservaron una fuerte huella romana). En general,
antes del siglo vn estos cementerios están en pleno campo, sin unión inmediata con
un lugar de culto, a distancia de las aldeas. El número de tumbas es elevado, de
algunas decenas a algunos millares. Cuando se trata de cementerios de sarcófagos,
muy costosos, abundan los segundos usos. Naturalmente, este cuadro presenta matices
regionales sensibles, que dependen de los materiales disponibles (los cofres de
piedras planas dominan en Renania, las cubas monolitas en las regiones calcáreas,
las artesas de yeso en la región parisiense), pero no modifican la impresión de una
civilización uniforme.
129
cementerios del siglo IV en las regiones de Namur, Artois, Picardía,
Champaña, Alta Normandía y Orleáns seguramente representan la tran
sición Buscada, puesto que ya ofrecen el ordenamiento de los Reihengra·
ber con un ajuar funerario mixto. Después de la constitución del Estado
merovingio, este tipo de cementerios se extendió por toda la Galia del
Norte (salvo la Armórica) y — sin el empleo de sarcófagos— por los
protectorados francos situados más allá del Rin (Alamania, Turingia)
e incluso algunas regiones que escaparon al dominio de los francos, como
la Westfalia; también llegó hasta la Inglaterra meridional. De ese
modo nació, del Loira al Elba, una nueva forma, indiferente tanto a
los límites lingüísticos como a las fronteras políticas. La invasión sólo
es responsable de ello en la medida en que puso en contacto primero los
elementos de orígenes diversos indispensables a la síntesis, y luego las
distintas regiones de este espacio geográfico.
Se ve claramente que hay que renunciar a utilizar los cementerios en filas como
señal de poblamiento germánico, ¿Nos podemos fijar en otros indicios secundarios?
Es probable que haya que atribuir a auténticos germanos (francos, pero también
quizás sajones) las escasas tumbas de incineración de los cementerios en filas: se
trata de un rito anticristiano, abandonado muy pronto y que sólo pudo ser practicado
por recién llegados; además no ayuda mucho a la investigación: 4 yacimientos en
Holanda meridional, 5 en Renania, 3 en Bélgica y 4 en Francia. Las tumbas con
armas no son tan demostrativas, por lo menos después del año 500 (antes de esta
fecha quizás se encuentran menos de diez) : el empleo de armas es un signo menos
de germanismo que de inseguridad, y también de riqueza; también fue en gran
medida un asunto de moda. Como el de los cementerios en filas, el uso de las
inhumaciones armadas se generalizó en Germania a partir de la Galia merovingia.
Lo que acabamos de decir para las tumbas también se podría demostrar para las
joyas o la cerámica,'pero dejando más lugar a las tradiciones indígenas de la Galia.
Durante el siglo n i en el arte mobiliario galorromano se generalizaron los retornos
al pasado céltico: decoración «flamígera» de algunos objetos de bronce, empleo de
materias de colores vivos, estilización de fa figura humana o animal. Al mismo tiempo
algunos elementos indumentarios, como la fíbula que prendía la capa sobre el
hombro o la hebilla del cinturón, adquirían gran desarrollo ornamental en todo el
Imperio, desproporcionado con su papel utilitario26. Reapareció todo lo que había
frenado el clasicismo grecorromano. Los bárbaros. aportaron de la estepa eurasiática
elementos complementarios (que se citarán en pág. 188), pero la tendencia ya se
insinuaba antes de sus conquistas27.
La época merovingia también presenció el resurgimiento de una nueva cerámica,
muy inferior a la del Alto Imperio, caracterizada por una pasta negra, gris o blan
quecina bastante tosca, una decoración en círculos formados por cruces o dientes
dispuestos en tresbolillo, de formas redondeadas. Sin duda el origen se encuentra
en parte en las tradiciones de la Germania independiente, pero desde la época de
La Téne la alfarería rústica de la Galia nunca había renunciado por completo a
esta decoración en círculo^, que a partir del siglo iv había experimentado un resur
gimiento deslumbrante en los grandes talleres de Argonne.
130
los cambios, menos profundos pero sin embargo impresionantes, en la
toponimia.
El sistema antroponímico del Alto Imperio, basado en los tria nomina
del ciudadano romano, ya había muerto mucho antes del choque de
las invasiones. Salvo en algunos linajes aristocráticos, en el siglo IV
sólo habían cognomina, y cada hombre llevaba usualmente dos o tres;
casi todos eran de una etimología transparente, y tomados de un tema
latino o griego por medio de sufijos poco numerosos, sobre tod'o -ius
(por ejemplo, Leontius, Ausonius, Gregorius). En un plazo muy breve
— menos de un siglo— este sistema fue eliminado por otro, en el que
el individuo sólo llevaba un nombre, generalmente formado, a imagen de
los nombres reales, por dos temas germánicos reunidos, que no siempre
tenían entre ellos una relación muy clara (por ejem plo: Dagobertus,
«brillante + día» ; Sigibertus «brillante + victoria» ; Teudericus «rey +
+ pueblo»; Hariulfus «lobo + ejército»; Arnulfus «lobo + águila», et
cétera). No hay nombres de familia, pero la relación hereditaria a me
nudo se expresa por la transmisión de padres a hijos de uno de los
componentes de su nombre (por ejemplo Clodovechus, Clodoveo, tiene
por hijo Clodomeris, Clodom iro). Estos nombres, generalmente largos
(por lo menos 4 sílabas) a menudo son remplazados en el uso corriente
por formas breves, los hipocorísticos (verbigracia, Dado por Audoenus).
Este sistema fue la base de nuestra antroponimia hasta la adopción
de los nombres de familia (entre el siglo X II y el xiv) ; explica la ma
yoría de nuestros patronímicos y algunos nombres. El mismo éxito tuvo
en Italia del Norte y en España (pero no en Á frica).
La difusión de la nueva antroponimia se explica por la moda, el
prestigio de la corte, quizás una especie de lealtad hacia el nuevo
régimen. Por lo demás los nombres germánicos no aparecieron en el
siglo IV como una novedad extraña. Su estructura recordaba los antiguos
nombres galos 2S. Y, sobre todo, hacía mucho tiempo que los germanos
habían dejado de prescindir de su onomástica nacional al penetrar en
el Imperio (como el bátavo Civilis en el siglo i) ; en efecto, hubo cón
sules llamados Rieomero y Merobaudo.
La renovación de la toponimia fue menos vasta. Prácticamente no
afectó a ninguna ciudad (salvo Estrasburgo), y no tocó la mayor parte
de los víci. Pero barrió una fuerte proporción de los nombres de do
minios rurales y sobre todo encarriló por nuevas vías las formaciones
futuras. ¡Quizás l a ,mitad de1los nombres (de municipios deila Francia'del
Norte sería inexplicable sin la aportación de la era merovingia. Una
cantidad apreciable de nombres de regiones y de circunscripciones ad
m in istra tes medievales, incluso en zona romana, son de origen o de
tipo germánico.
131
Las supervivencias de nombres latinos en territorio ya germánico,
así como las apariciones de nombres mixtos en territorio aún romano, nos
pueden instruir sobre la génesis de la nueva civilización. Pese al hun
dimiento de la clase dirigente, en la orilla izquierda del Rin sobrevivie
ron muchos nombres característicos de la estructura patrimonial antigua.
Los más típicos, que se tomaban del nombre del propietario por medio
del sufijo -acum, abundaban en los valles del Mosela, del Rin, del Roer
y del Erft (por ejem plo: Juliacum, fr. Juliers, al. Jülich; Tiberiacum,
al. Zieverich; Matriniacum, al. Metternich), pero fueron casi totalmente
eliminados de las regiones holandesas, sin duda a causa de una evacua
ción precoz. Pero hay algo más importante que estas supervivencias. El
contacto de estos nombres de fundí y de villae hizo que los germanos
modificaran sus propias costumbres onomásticas. Los nombres de aldeas
fundados sobre un antropónimo y un equivalente de villa (-heirn, -dorf,
-hof, etc.), faltan del todo en las fuentes antiguas relativas a Germania;
dominan absolutamente, tanto al este como al oeste del Rin, a partir del
siglo vil. Se ha conjeturado que los francos habían adoptado este tipo
onomástico al tomar contacto con los galorromanos desde los siglos v-vi,
y que luego lo habían transmitido a otros germanos 29. Además, uno de
estos sufijos, convertido en parte integrante del vocabulario toponímico
alemán, -weiler, está tomado del latín villare. Pese a su estructura pu
ramente germánica, los nombres en -ing, -ingen también pueden estar
calcados de los nombres en -acum, a los que a veces sustituyen 30.
Es exactamente este mismo tipo de nombres el que, bajo una forma
romana, invade la Galia del Norte entre los siglos vi y X . Durante las
primeras generaciones se continuaron formando topónimos en -acum
a partir de nombres de hombres germánicos (por ejemplo : Atanacum,
de Atanarico ; Ramnacum, de Chramn) ; un tipo en -iacas tuvo un ins
tante de popularidad (por ejem plo: Landrecies, Landriciacas, de Lan-
derich). Pero el tema pronto dejó de ser fecundo. Fue sumergido por
los -ville y -court, cuya moda culmina en los siglos vii-vm , y que en la
actualidad aún no son totalmente estériles. Su primer término es casi
siempre germánico, simplemente porque la antroponimia era completa
mente germánica en esta época. Su sintaxis duda entre un orden romano,
en la periferia del reino primitivo (ville y court al principio; por ejem
p lo : Yillemomble, Courgains) y un orden germánico, que finalmente
predominó (-ville y -court al final).
De ese modo, se había constituido una especie de comunicación topo
nímica por encima de la frontera lingüística, que se extendió tanto por
el corazón de la Romania gala como por la antigua Germania libre. No
tiene sus 'raíces directamente ni en la tradición germánica (a la que,
no obstante, debe mucho : en todas partes los antropónimos constituyen
la base de estos topónimos, y casi en todas partes es germánica la es-
132
tractura sintáctica), ni en la tradición galorromana (que seguramente
poporcionó la primera inspiración). El marco donde se moldeó esta
comunidad es indiscutiblemente el reino merovingio (con sus protectora
dos). En el interior de esta estructura política ee operó una síntesis
creadora, que supera en importancia el fenómeno de invasión y de con
quista, responsable solamente del desplazamiento de las líneas de demar
cación lingüística.
133
algunas Breves fórmulas jurídicas; los reyes, desde antes de Clodoveo
escribían en latín sobre sus temas más personales, y Chilperico intentó
pasar por letrado con el latín. La idea de levantar la lengua del con
quistador al lável de la de los sometidos no nació hasta la época caro-
lingia.
134
tenían su cultura intelectual propia (aunque no se sabe nada de la suerte
que corrió en España la lengua de U lfila), seguramente poseían un
estilo de vida particular, como atestiguan las tumbas y la orfebrería,
un modo de vestir distinto ; pero nunca transmitieron nada a los hispano-
romanos. Un grupo de éstos, en el Sur y Sudeste, después de 554, pudo
escapar durante dos generaciones a la dominación gótica, y cuando se
reintegraron a la comunidad ibérica no se encontraron distintos a sus
hermanos. La mayor parte de las instituciones que más tarde subrayarán
la originalidad del reino de Toledo en el conjunto de los Estados suce
sores. del Imperio de Occidente, aún no habían tomado forma.
Desde 587 sólo cuentan los godos. Pero su conversión les vale inme
diatamente un prejuicio favorable. Bajo Hecaredo. y bajo Sisebuto, en
los cuadros hispánicos se observa la «conciencia y la voluntad de una
síntesis creadora» que en seguida conduce a realizaciones duraderas :
el Renacimiento intelectual de la era isidoriana, la elaboración de los
códigos de leyes del siglo vil, el establecimiento de asambleas tan ori
ginales como los Concilios de Toledo en el corazón de las instituciones
del reino y, por último, el nacimiento de una ,nueva doctrina de la
realeza, fundada en la unción re a l33. Si la España goda hubiese sido
ahogada antes de 587, prácticamente no hubiera dejado ninguna he
rencia; estrangulada en 711, legó a Europa muchas de las ideas funda
mentales en torno a las que se construyó la civilización medieval. Sin
duda alguna, en esta síntesis los elementos romanobizantinos predo
minaron ampliamente sobre los elementos germánicos: Leovigildo ya
había abandonado simbólicamente el vestido gótico por el traje prin
cipesco bizantino. Y los rebrotes ibéricos en el dóminio artístico,
sobre todo en el Norte, desempeñan más papel que las aportaciones
bárbaras. Pero Hinojosa y Sánchez Albornoz han demostrado la impor
tancia de los elementos germánicos en el desarrollo institucional: gar-
dirigí que forman el comitatus real, saiones que ejecutan las órdenes, y
por último, tradiciones de derecho privado 34. Hasta el siglo xi, la Es
paña de la Reconquista vivió de los recuerdos dejados por el reino ca
tólico de Toledo y recogió piadosamente estos jirones de herencia ger
mánica. Aunque el vocabulario y la toponimia hispanoportuguesa aco
gieron muy pocas palabras germánicas (sin duda menos de 4 0),. la
península tuvo la misma admiración que la Galia por la nueva antro-
ponimia: mezclados con algunos elementos ibero vascos, los nombres
germánicos dominan absolutamente en la España medieval.
La síntesis cultural realizada en el reino de Toledo tenía mayor
valor intrínseco que la que nació en el reino merovingio. Pero el aisla
cionismo de la España gótica en su último siglo, y luego la catástrofe
de 711, le impidieron el mismo alcance inmediato. Estas dos tentativas
paralelas casi se ignoraron. Ni siquiera toda la península siguió el ejem-
135
pio de T oled o: aunque la adhesión del antiguo país suevo fue rápida, el
pueblo vasco se replegó en un completo aislamiento, del que no se le
pudo sacar ni con la presión armada, y la Bética, aunque su destino par
ticular ya se vislumbra ántes de la conquista islámica, fue siempre menos
receptiva a las influencias germánicas que a las que llegaban de Oriente.
En Italia no hubo una, sino tres fases distintas de la influencia
germánica: la de las incursiones del siglo v, de los jefes bárbaros del
ejército romano y dé Odoacro; la de los ostrogodos y, finalmente, la de
los lombardos. Sus aportaciones a veces se acumulan y a veces se anulan,
y la fase intermedia bizantina del siglo vi aún complica más el pro
blema, pues el ejército de Belisario era tan bárbaro como el de sus
adversario?.
La primera de estas fases no dejó nada duradero, salvo ruinas. Las
incursiones de los primeros años del siglo v habían afectado mucho a
los campos de la Italia central y septentrional, y favorecido un bandi
daje endémico. Pero muchas ciudades habían escapado a ello, y la
mayor parte de las demás recuperaron su antigua fisonomía, tras una
reconstrucción más o menos larga, como Milán después del paso de
Atila; la más afectada fue Roma. Los hérulos, los esciros y los turci-
lingos, que formaron el pueblo sobre el que reinó Odoacro, eran poco
numerosos, y sus acantonamientos, alrededor de Rávena, Verona y Milán
seguramente no fueron más lujosos que los de los bárbaros al servicio
de Roma antes de 476. Los acontecimientos de 489-493 los borraron
por completo.
La llegada de los ostrogodos tuvo una importancia muy distinta.
En primer lugar, no se trata de un golpe de Estado, realizado desde el
interior, como en 476, sino de una conquista. La Italia del Nordeste
sufrió mucho a causa de e l l o 35, y la inmigración fue considerable.
Luego, la personalidad de Teodorico prestó una nueva dimensión al
acontecimiento: quiso ser a la vez el jefe de un Estado romanogótico
ejemplar y el jefe moral de los germanos de Occidente. De todas las
experiencias de síntesis romanobárbara, la suya fue con toda segu
ridad la más consciente. Su debilidad fue la de descansar sobre un solo
hombre, y luego, sobre todo, de no disponer de un plazo suficiente,
lo cual no impidió que dejara una herencia apreciable en todos los
aspectos.
Teodorico obtuvo los resultados más notables en el dominio inte
lectual: favoreció a la vez el desarrollo de una cultura latina fiel al
nuevo orden de cosas y el nacimiento de la primera cultura intelectual
bárbara. El gótico de Ulfila fue utilizado por algunos autores, sobre todo
con fines religiosos 36. Otros godos emplearon el latín : los oscuros «filó
sofos» Atanarico, Hildebaldo y Marcomir, citados por el «Cosmógrafo
136
de Rávena», y más tarde el historiador nacional Jordanes, que no escribió
hasta después de la victoria de Justiniano, pero que se alimentó de la
cultura elaborada bajo Teodorico. En realidad, estas obras son poco
originales: la Skeireins quizá está traducida del griego, Jordanes com
pendia a Casiodoro ; no obstante, el esfuerzo es notable, tanto más cuanto
que implica la voluntad de interesar a los romanos en el pasado de los
godos (Ablabio, del que sólo conocemos el nombre, y el mismo Casio
doro, escribieron Historias de los godos, Getica).
En el plano político, el arrianismo de los godos y su situación mino
ritaria los obligó a adoptar una actitud de segregación.. En el seno de
los cuadros administrativos del Bajo Imperio, conservados intactos para
los romanos, los godos fueron acantonados en la frontera del Nordeste,
alrededor de Rávena, en la llanura del Po y en Toscana, bajo el gobierno
de comites Gothorum, dependientes directamente del rey. En las ciu
dades, los goáos tuvieron sus cuarteles aparte, en torno a iglesias a m a
nas. Sin duda los godos conservaron su derecho propio — del que no
tenemos ningún indicio— del mismo modo que los romanos conservaban
el suyo, dentro de los límites trazados por los edictos reales. Eran los
únicos que tenían vocación para ocupar ciertos puestos de mando, sobre
todo militares. Pero Teodorico proponía tanto a los godos como a los
romanos un ideal político común: el que expresa en sus estampillas de
tejas (Regnante Domino Nostro Theodorico bono Romae...) 3T, sus ins
cripciones monumentales, como· la de la via Appia (...rex Theodoricus,
...custos libertatis et propagator Romani nominis...) 38 y sus cartas a
Casiodoro, en las que «se preciaba de ser el rey-filósofo según la fórmula
de Platón» 39. Era un ideal puramente grecorromano, a cuyo nivel pre
tendía situar rápidamente a sus godos, aunque de una manera sin duda
utópica.
En el dominio material las aportaciones góticas son limitadas. Es
dudoso que los godos tuviesen tiempo de transformarse en población
agrícola. Dos tesoros de orfebrería, los de Desana (Piamonte) y de
Reggio Emilia, y algunas joyas muestran una participación de los godos
^en las grandes corrientes del arte «bárbaro». Pero las influencias ger
mánicas no aparecen en absoluto en las importantes edificaciones que
Teodorico hizo levantar en Rávena y Roma.
La huella lingüística de los godos es débil y difícil de distinguir
de la de los lombardos. Se reduce a algunos topónimos que presentan el
radical Gothi y, sin duda, a una parte de los nombres de lugares de
Lombardia en -engo; las palabras góticas pasadas al italiano segura
mente pertenecen sobre todo al dominio de la vida práctica y muy póco
a los dominios administrativo, jurídico o militar, donde las aportaciones
lombardas parecen haberlo invadido todo.
137
La obra de Teodorico incluye una parte evidente de puesta en escena, de captado
benevolentiae dirigida a las clases dirigentes. Pero es probable que fuera sincero.
Su ensayo repetía el de los jefes godos del siglo v — Gainas, Tribigildo y Fravitas—
que en Oriente habían intentado injertarse en el sistema romano. Las declaraciones
de Ataúlfo en Narbona (pág. 174) muestran un,ideal semejante. Este continuo es
fuerzo de los godos se explica, sin duda, por las semillas de cultura dejadas por
la obra de Ulfila, y por el orgullo gótico, que ambicionaba igualar a Roma.
138
Fue renovada la lengua administrativa, jurídica y militar; el italiano
•aún conserva casi 300 palabras lombardas. Por último, a pesar de la
personalidad de las leyes — más rigurosa en Italia que en ninguna otra
parte— el derecho lombardo rápidamente adquirió una posición domi
nante en la llanura del Po y en Toscana. La huella fue tan fuerte que
hasta comienzos del siglo ix la Italia del Norte fue el regnurn Langobar-
dorum 42, y una de sus regiones aún se llama Lombardia. El fenómeno
lombardo en la llanura del Po se parece, e incluso rebasa quizás en
intensidad, al fenómeno franco en la Galia septentrional. Pero sólo fue
de influencia local ; salvo en Baviera durante algunos momentos, el reino
de Pavía no ejerció ninguna irradiación. Frente a los francos siempre
quedó en una posición de rezagado, a menudo humillado, y constante
mente amenazado.
139
amenazadores. Defendieron el limes del Isonzo contra los ávaros y los
eslavos, mientras sucumbía la romanidad ilírica, confiada en manos de
Bizancio.
140
baros estaban relacionados. Luego esta noción desaparece o, más exac
tamente, sólo la conservan los profesionales del derecho, que, al menos
en Borgoña y en el Mediodía, continúan planteándose la cuestión hasta el
siglo IX (la Galia del Norte no ofrece muchas huellas de la professio
legis, y, en cambio, se encuentran en la Septimania antes gótica hasta
el siglo x ). En los siglos vu y VHI el sentimiento de la nacionalidad
«étnica» es sustituido con el de una nacionalidad «regional» : más que
franco o romano, se es austrasiano, neustriano, borgoñón o aquitano.
Sin duda, las aportaciones germánicas de la época de las invasiones
no se hallan desligadas de estas actitudes; su éxito también señala el
triunfo de la fu sión 46.
Las clases dirigentes, a finales del siglo vi, tanto los «francos» como
los «borgoñones», los «romanos» u otros grupos admitidos al disfrute
del poder (algunos sajones y alamanes, escasos turingios), estaban fun
didas en una verdadera unidad, basada en el género de vida y en la
civilización material, unidad sellada por la identidad de fe y numerosos
matrimonios mixtos.
El hecho fundamental es la adopción por la clase superior germánica del género
de vida de los propietarios rurales galorromanos. Ha sido objeto de una detallada
investigación de Bergengruen47 y de Sprandel48. El fisco real, inmensamente rico,
— además de la herencia del fisco romano, había recibido las tierras vacantes o con
fiscadas— , distribuyó villae por centenares entre la aristocracia franca, en el siglo vi
y sobre todo en el vn. Parece que con Clodoveo y sus hijos, la clase dirigente
se mantuvo inestable, móvil, con destino en diversos puntos según las necesidades
del servicio real, sin relación directa con la colonización rural franca en los lugares,
donde ésta se desarrollaba49. Luego los reyes seguramente la fijaron al terreno,
confiándole grandes propiedades, principalmente para ahorrarse su soldada. En la
mayor parte de vidas de santos de los siglos vil y vm , los antepasados de los héroes
— casi todos de linaje noble— aparecen establecidos desde hace poco tiempo en la
región donde habitan. Este cambio se explica claramente por imitación de la aristo
cracia galorromana. En todo caso, la nueva clase dirigente no tuvo reparos en ser
virse de un derecho rural de ascendencia completamente romana. La villa de los
propietarios francos parece tener la misma estructura que la de los propietarios
romanos, aunque en el norte de la Galia jamás hubo foedus que aseguraran la
continuidad jurídica. Por último, como quiera que los patrimonios de los senadores
estaban muy dispersos, los de los jefes francos también lo estuvieron: el de una
pareja por lo demás desconocida, Vandemiro y Ercamberta, que hacia 690 lo distri
buyeron con piadoso desprendimiento, se extendía sobre 13 pagos, desde la región
de Beauvais hasta el Maine y el Quercy.
Es inútil multiplicar las referencias sobre los matrimonios mixtos entre las dos
ramas de la aristocracia. En Noyon, san Medardo, nacido a mediados del siglo v
— es decir mucho antes que Clodoveo— ya es. hijo de un franco y de una romana.
141
de la conquista son escasos los desdoblamientos de cementerios ; en el
siglo v m el agrupamiento unánime de las tumbas en torno a las iglesias
muestra que la fusión ya debía de estar realizada desde hacía tiempo. Sea
cual fuere su ascendencia, en aquella época los habitantes de la Galia
del Norte se consideraban francos.
En esta fusión los factores intelectuales sólo representaron un papel
muy débil. Antiguos y recién llegados comulgaron finalmente en una
incultura generalizada, más que en el seno de una nueva cultura. El reino
merovingio queda en cierto modo rezagado con respecto a los Estados
góticos. El Mediodía galorromano conserva cierta actividad, como de
muestra la supervivencia de las actas escritas y la abundancia rela
tiva de las inscripciones; es el único que hasta el siglo Vil aproxima
damente conserva escuelas abiertas a los laicos, y es de esta región de
donde provienen casi todos los letrados, muchos obispos y una apreciable
cantidad de obras de arte (sarcófagos, capiteles). Pero precisamente
este Mediodía escapa a la acción directa de los francos. En el Norte
ocurre casi todo lo contrario 50. Hasta casi finales del siglo vi no se
encuentran algunos pocos aristócratas interesados en las actividades del
espíritu y que se arriesgan a escribir algunos versos o cartas de estilo
afectado. Su modelo y parangón fue Chilperico, rey de Neustria. Nada
indica una voluntad de mantener y defender el legado de la Antigüedad,
a la manera de Casiodoro o de Isidoro de Sevilla, ni la de crear una
cultura bárbara; se trata sólo de un conformismo muy insulso^ que,
por lo demás, no rebasa unos círculos muy restringidos. Gregorio de
Tours, a pesar de ser romano puro, sólo conoce superficialmente las
artes liberales, y su esfuerzo por dar a loe bárbaros una historia nacional
no se puede comparar al de Jordanes; apenas dice nada sobre las tra
diciones de los francos antes de sus primeros contactos con la histo
riografía antigua, y a lo largo de su grueso libro sólo cita o emplea
cuatro palabras fráncicas (además de los nombres propios) : menos que
Fortunato, educado, sin embargo, en Rávena51.
142
NOTAS DEL CAPÍTULO V
143
12. Cf. B ô h n e r , Die frànkischen Altertümer [n.° 4-09], y Ewic, Trier im Mcrovin-
gerreich [n.° 412],
13. Editados por Gose, ¡Catalog... [n.° 4].
14. Karl Z i m m e r m a n n , Vom Romerkastell Andernach zur mittelalterlichenstadt,
Rheinische Vierteljahrsblâtter, XIX, 1954, págs. 317-340.
15. Henri Pi r e n n e , Le fisc royal de Tournai, Mélanges F. Lot, Paris, 1925, pá
ginas 641-648.
16. M. F l e u r y , Paris, [n.° 401].
17. Véanse págs. 183 y sigs.
18. Además se trataba de tierras bastante mediocres y el carácter definitivo de su
abandono se debió sobre todo a las ventajas para la caza, que encontraron en
ella los reyes francos. Cf. L. M u s s e t , Les f o r ê t s de la Basse-Seine, RA, 1950,
II, págs. 84-95.
19. Véase pág. 184.
20. Existe una continuidad evidente entre la gran villa romana y la villa real
franca (por ej., Brinnacus, act. Berny-Rivière, Aisne, descrita por Gregorio de
Tours). Pero las supervivencias o reconstrucciones fueron raras, porque la
gran villa estaba ligada a condiciones sociales transformadas.
21. B ô h n e r , Die frànkischen Altertümer [n.° 409].
21 bis. Véanse algunos datos relativos a Picardía en R. A g a c h e , F. V a s s e l l e ,
E. W i l l , Les villas gallo-romaines de la Somme, Revue du Nord, XLVII,
1965, págs. 541-576.
22. Chiriato de Valence, Arbogasto de Chartres, salidos sin duda de familias francas
que habían estado largo tiempo al servicio de Roma.
23. Helen W i e r u s z o w s k i , Die Zusammensetzung des gallischen und frànkischen
Episkopats, Bonner Jahrbiicher, CXXVII, 1922, págs. 1-83.
24. Bien definidos por W e r n e r , Zur Entstehung [n.° 311].
25. Especialmente S alín , Civilisation mérovingienne [n.° 3 0 8 ], t. II, págs. 189-192.
26. Véanse por ejemplo, H e u r c o n , Trésor de Ténès [n.° 432].
27. Tomamos una parte de estas notas de R. L a n t i e r , Journal des Savants, 1962,
págs. 98-99. Cf. también R. M a c M u l l e n , The celtic Renaissance, Historia,
XIV, 1965, págs. 93-104.
28. Los mismos temas se correspondían a veces, como en los nombres en -rix,
germ, -reiks.
29. Adolf B a c h , Zur Frankonisienmg des deutschen Ortsnamenschatzes, Rheinische
Vierteljahrsblâtter, XIX, 1954, págs. 30-44.
30. Hay que rechazar, pues, la tesis puesta de moda por W. A r n o l d , Ansiedlungen
und Wanderrungen deutscher Stamme, 1875, que atribuía, por ejemplo, los
nombres en -ingen a los alamanes, los en -heim a los francos. Se trata, en reali
dad, de tipos comunes a varios pueblos y fundidos en una misma región. Gracias
a estas terminaciones cabe distinguir capas cronológicas, pero no distribuciones
étnicas.
31. Los mejores censos, aunque insuficientemente críticos, se encuentran en G a m i l l -
s c h e g , Romania germanica [n.° 316].
144
sabemos del gótico proviene de manuscritos italianas (a menudo palimpsestos),
pero la lengua de TJlfila también fue utilizada por los godos de Egipto y, sin
duda alguna, por los de Aquitania y de España. La lengua desapareció rápi
damente y sus documentos fueron perseguidos como arríanos.
37. Herbert B l o c h , Ein datierter Ziegelstempel Theoderichs desGrossen, Mittei-
lungen des deutschen archaelogischen Instituts, Rom. Abt., LXVI, 1959, páginas
196-203.
38. F i e b i g e r - S c h m i d t , Insc'hriftensammlung... [n.° 3], n.° 193.
39. C o u r c e l l e , Les letres grecques [n.° 85], págs. 258-259.
40. yéase pág. 193.
41. Este éxito moral posee también su aspecto económico. Teodorico supo explotar
las posibilidades que le abría el gran itinerario Aquilea-Panonia-costa báltica.
ELdinero y el botín’ llegados de ¡Italia (crearon ¡la edad deioro de Has islas del
Báltico. Tal vez este mismo éxito tuvo también un aspecto artístico y técnico.
Se cree que la Italia gótica desempeñó un importante papel en la elaboración
del estilo ornamental escandinavo del siglo vi.
42. Sólo a partir de 817 una reacción en favor de la antigüedad resucitó el nombre
regnum Italiae. La Italia meridional bizantina conservó hasta el siglo xi el
nombre de Longobardía.
43. P a n a z z a , Lapidi e sculture [n.° 9].
44. No reaparecieron en los medios dirigentes hasta después de la reconquista de
Septimania de manos de los musulmanes, en el siglo vm (por ejemplo, san
Benito de Aniano).
45. M. L u g g e , Gallia und Francia [ n .° 405]
46. Deberíamos matizar este compendio demasiado rápido. Romanus conservó un
sentido «étnico» en Recia y Aquitania hasta mucho más tarde que en otros
lugares; a finales de la era merovingia adquirió a veces, en esta última región,
un sentido «regional» (como sinónimo de aquitano»). Los bretones permane
cieron ajenos a la fusión. A principios del siglo vm, un pueblo conquistador,
no germánico, los vascos, desempeñó un papel cada vez más importante en
Aquitania; muchas fuentes llaman vascones a los habitantes del sur del Garona,
que pasó a ser la Vasconia, Gascuña. Sobre todo esto, cf. el notable estudio de
E w i g , Volkstum [ n .° 400].
47. Adel und Grundherrschaft [n.° 393].
48. Der merowingische Adel [n.° 415].
49. A ello se debe que nunca se haya podido establecer la relación de los. epónimos
de los innumerables lugares en -villa, -curtis, -ingen o -heim y las grandes fa
milias de la época merovingia conocidas por los textos.
50. L a op osición h a sido ju sta y repetidam ente señalada p or R ic h e , Education
et culture [n .° 9 7 ], págs. 220-291.
51. No nos vamos a extender sobre las diversidades regionales de la fusión germa-
norromana. Recordemos, sin embargo, que los merovingios conservaron meca
nismos gubernamentales ostrogodos en Provenza; que Poitiers fue, en Aquitania,
el último refugio (en 677-678) de una vida municipal a la romana, y que
Tours, Bourges, Clermont, Limoges, Burdeos constituyeron, junto con Poitiers,
las últimas eiudadelas de la clase senatorial; que en Borgoña la clase dirigente
continuó siendo romana durante largo tiempo, aunque la mayor parte de la
población adoptó el modo de vida bárbaro...
145
Conclusion
149
gionales o locales, del tipo del de Gose para Tréverie [n.° 4 ], antes de
iniciar corpus generales. Paralelamente habría que realizar estudios
concretos sobre las fórmulas y la paleografía de estas inscripciones 2.
Nunca estará de más cualquier estímulo que se brinde a los historia
dores para investigar en este fecundo dominio.
El estudio de las fuentes arqueológicas está más avanzado, aunque
muchos inventarios se remontan " a un período precientífico, no sólo
porque los conocimientos sobre la cronología y la tipología eran rudi
mentarios, sino sobre todo porque entonces la búsqueda del objeto
«de colección» predominaba sobre la observación minuciosa de los con
textos, sin la cual un hallazgo pierde lo esencial de su v a lo r3. El Manuel
des fouilles de E. Salin [n.° 306] y, en menor grado, su Civilisation méro
vingienne [n.° 308] servirán para prevenir contra errores de este tipo.
Para estar al corriente del progreso de las técnicas se puede consultar
la excelente Revue archéologique de l’Est et du Centre-Est (D ijon). Pero
no es de la incumbencia de este libro enseñar el difícil arte de realizar
una excavación.
Por lo demás, la excavación, incluso bien realizada y bien publicada,
sólo es un comienzo. Proporciona materiales apenas elaborados, que
sólo adquieren verdadero significado dentro del marco de trabajos de
síntesis. Estos últimos deben de ser de dos órdenes. La síntesis tipo
lógica es, sin duda, la más necesaria: establecer la extensión geográfica
y cronológica, así como las variaciones en el espacio y en el tiempo de
un tipo determinado de objetos, de motivos decorativos, de planos de
edificios... En francés se encontrarán buenos ejemplos en los trabajos
de Denise Fossard 4. La síntesis regional, mucho más delicada, requiere
una verdadera maestría en la apreciación de un material com plejo, y sólo
puede intervenir en un nivel avanzado de la investigación; como ejemplo
citaremos la de Kurt Bóhner para la región de Tréveris [n.° 409]. Pero
en espera de ello, los catálogos críticos de hallazgos publicados o conser
vados en los museos proporcionan servicios inapreciables5. Insistimos en
todos los casos en la importancia fundamental de una cartografía precisa
de los tipos y de los hallazgos; un órgano importante de la investigación
arqueológica alemana está particularmente consagrado a este aspecto:
Archeologia Geographica (Hamburgo, desde 1950).
Los arqueólogos han desarrollado de forma desigual las ramas de
su disciplina. Los hallazgos funerarios son los mejor explotados: se
dispone de innumerables precedentes y de técnicas experimentadas. El
estudio de loe hábitats de la Alta Edad Media (y sus corolarios, como el
estudio de la cerámica doméstica) aún está en la infancia en casi todos
sus aspectos. En la Galia, sólo Renania, en sentido amplio, ha dejado
de ser una terra incognita; Inglaterra está más avanzada, en parte gracias
a su revista Medieval Archaeology. La arqueología monumental de la
150
época bárbara apenas comienza a ceñirse a disciplinas verdaderamente
científicas, en Francia sobre todo' bajo la influencia de los trabajos de
Jean H ubert6. Sólo Italia está elaborando un inventario regional siste
mático de las esculturas de la Alta Edad Media T. Sería indispensable
extenderlo a todo el Occidente. Incluso sin contar con descubrimientos
espectaculares — que, sin embargo, se producen a un ritmo rápido, a
causa de la multiplicación de las obras públicas— el historiador puede
esperar un más sustancial aumento de sus conocimientos por un empleo
racional de los materiales arqueológicos 8.
Las mismas fuentes literarias también requieren aún un gran esfuerzo
de inventario y de síntesis. La novedad de los trabajos de Pierre Cour-
e e lle 9 es instructiva al respecto. Son difícilmente imitables, pero el in
ventario de los textos relativos a cualquier tema concreto aún nos puede
enseñar m u cho10. En cuanto a los documentos hagiográficoe, todavía
quedan muchos hallazgos por hacer n . Por último, el estudio del voca
bulario puede resultar rico en aportaciones. Aunque ya se han realizado
trabajos en el aspecto jurídico, el dominio de la historia de las ideas
en la época patrística apenas comienza a entreverse, especialmente bajo
la influencia de la holandesa Christine Mohrmann. Habría que prolongar
este esfuerzo. En cada párrafo de este libro trazamos un boceto del
vocabulario que designa los diversos pueblos bárbaros: apenas se puede
imaginar que aún no se haya realizado ninguna síntesis verdaderamente
seria del problema. Es fácil ver la inmensidad del campo que se presenta
a las buenas voluntades.
151
NOTAS DE LA INTRODUCCIÓN
152
CAPÍTULO PRIMERO
Problemas de conjunto
153
mano. Así, para Teodorico las personas que no son ni romanas ni godas son barbari;
y pára la ley sálica el bárbaro es el no romano que tampoco es franco. Un poco
más tarde el término se aplica a los francos y a los burgundios, que lo utilizan ellos
mismos. Por último, en el siglo vil sufre una mutación hacia el sentido religioso:
«germano no cristianizado, pagano», donde adquiere un significado netamente peyo
rativo 3.
Paralelamente a la historia de la palabra, la historia de la idea ha sido magistral
mente expuesta, para un ámbito muy amplio (insistiendo sobre el Extremo Oriente),
por D. Sinor4. La han dominado dos concepciones: el bárbaro es el hombre del
desorden, de Ιβάκοσμία, y el que ignora las más elementales comodidades. Pero
bárbaro y civilizado son dos conceptos complementarios: la civilización, egocéntrica
por naturaleza, no se concibe sin la contraposición de la barbarieyEstas observaciones
sólo son pertinentes hasta el siglo v. ¿Qué ocurre luego? La rehabilitación del
bárbaro, intentada por Salviano, apenas tuvo influencia. Por lo demás, aún estamos
en la oscuridad.
154
y el Elba; a nadie se le ocurre extender esta noción a los godos, los burgundios o los
escandinavos5.
Por lo demás, si los romanos sentían con fuerza que desde el punto de vista
social la «Barbaría» formaba un todo, los bárbaros, en cambio, sólo excepcionalmente
tuvieron la misma idea. Teodorico, y casi nadie más, parece que se elevó a la con
cepción — que coincidía con su interés más inmediato— de una solidaridad política
de los germanos de Occidente (sobre todo de los germanos arríanos). El pensamiento
de una solidaridad religiosa en el seno del arrianismo aflora en algunos autores6,
pero nada más. Cada uno para sí: ése es el principio inexpresado que se aplica en
todas partes y que, por lo demás, es típicamente «bárbaro» a los ojos de los civi
lizados.
B. B a r b a r i e in d í g e n a y b a r b a r ie im p o r t a d a
155
La dominación vándala dejó escapar una parte de la Numidia y la totalidad de
las provincias de la Mauritania, que, sin embargo, estaban comprendidas en el limes
del siglo IV. La distancia y la ruptura de las comunicaciones marítimas impidieron
a las regiones no ocupadas continuar siendo verdaderamente romanas.
El abandono de una parte de África está evidentemente relacionado con los
progresos del nomadismo, ¿Éste es la causa o el efecto? La desorganización de la
policía del desierto dejó vía libre a los nómadas, que a su vez hicieron la vida im
posible a los sedentarios. Los paliativos — especialmente la fortificación de las gran
jas— resultaron insuficientes. La ciudad podía defenderse, pero perdía su razón de
ser cuando el cultivo sedentario desaparecía de los campos de los alrededores. Sólo
como recordatorio plantearemos aquí dos problemas económicos aún no resueltos:
¿en qué medida un empeoramiento del clima explica los progresos del nomadismo
(sin duda muy débil)?, y ¿cuál fue el papel de la difusión del camello en la agresi
vidad creciente de las tribus nómadas (aparentemente considerable) ? 9.
156
generalizar, pero el peligro de error no sería mucho menor si en el.
balance general de las invasiones sólo se considerara como depositarios
de la continuidad a los elementos propia y típicamente romanos, y si
sólo se cargara en la cuenta de los germanos inmigrados todo lo que en
la nueva civilización existe de evidentemente extranjero a la romanidad.
C. L a b a r b a r ie a n t e s de l a s in v a s io n e s
157
pio, se sabe que santa Genoveva de París, nacida de padres galorro-
manos, recibió su nombre puramente germánico ( Genovefa) sensible
mente antes de mediados del siglo V. Estas modas también pudieron
afectar a dominios menos fútiles, especialmente el de los usos funerarios
o jurídicos. Pero la resistencia indignada de los medios oficiales, los
únicos que escribían, siempre nos impedirá saberlo a ciencia cierta 14.
158
en 485, adquirió un aspecto muy grave. Un tal Tibatto condujo a la
rebelión abierta a lo s .descontentos de casi toda la Galia, rebelión neta
mente separatista (a romana societate discessit, dice una crónica) 17.
Vencida con dificultades al norte de los Pirineos, la revuelta volvió a
encenderse casi en seguida al sur, en la Tarraconense, hasta 443. Un
segundo paroxismo se sitúa hacia 448 : un intelectual, el médico Eudoxo,
se puso a la cabeza de una Bagauda gala, fracasó y luego se refugió
entre los hunos. A l año siguiente, los bagaudas españoles mataron al
obispo de Tarazona (cerca de Zaragoza) ; este último movimiento no
sucumbió hasta 454, bajo la represión de los godos enviados por Aecio.
Después de esta fecha, los bagaudas desaparecen18.
Falta hacer la interpretación. El carácter social del movimiento
queda demostrado en la Vita Germani y en Salviano: se trata de una
insurrección de las víctimas de la opresión totalitaria del Imperio he
rido de muerte, y va dirigida contra el fisco y contra los jueces. Nada
indica que afecte únicamente a los campesinos. Debió de tratarse de algún
fenómeno muy parecido a las manifestaciones de autonomismo exacer
bado a las que se libran, en la misma fecha, en las ciudades de Bretaña,
bajo la dirección de sus autoridades locales (cf. cap. IV) 19. ¿H ay que ir
más lejos y buscar en los bagaudas, especialmente los españoles, ten
dencias heréticas (de tipo priscilianistas), del mismo modo que a veces
bajo el autonomismo bretón se cree ver manifestaciones pelágicas?
Es muy dudoso. En cuanto a las colisiones entre bagaudas y bárbaros,
fueron ' puramente ocasionales y compensadas por choques tanto o más
frecuentes20.
La contribución de las perturbaciones sociales al derrumbe del orden
romano está, por tanto, establecida. Pero parece injusto creer en una
colaboración consciente entre un enemigo interior y los bárbaros. Se
guramente los bárbaros ni buscaron la alianza con estos movimientos
sociales, ni comprendieron verdaderamente su alcance. Los reyes ván
dalos, a pesar de su lucha a muerte con los dirigentes católicos de
Africa, no tendieron la mano a loe cifcuncelione¡s. Godos y alanos sólo
vieron en los bagaudas una ocasión para alquilar a Roma, a buen
precio, soldados para la represión 21. La única excepción notable pa
rece ser la del penúltimo rey ostrogodo de Italia, Totila, que, en una
época en que su pueblo no tenía nada que perder, seguramente incluso
llevó a cabo una política «espartaquista», tendiendo la mano a los
esclavos contra los grandes 22. Pero Totila fracasó, quizás ante la solidez
de los lazos de clientela entre patronos y campesinos. En conjunto, los
germanos se adhirieron al conservadurismo social. El régimen de hos
pitalidad, y luego el acceso de sus jefes a la gran propiedad rural,
los solidarizó con los intereses de la aristocracia.
159
La coincidencia de las invasiones, de las luchas sociales y de algunas epidemias
impresionó mucho a ios contemporáneos, preparados por el cristianismo para ver
signos premonitores del fin del mundo. Se han reunido los testimonios literarios re
lativos al año 398, el 365 después de la Pasión23 y los que hacen referencia al saqueo
de Roma de 410 u. El tema merecería ser tratado en su conjunto. Explica en gran
parte el derrotismo que aparece tan a menudo. Un representante excepcional de este
sentimiento es Salviano, ese cura de Tréveris, refugiado en Lérins, que fustiga a
Roma y exalta a los bárbaros de una manera tan singular en su De gubernatione
D e i25. Bajo las antítesis a menudo exasperadas de este retórico se oculta una men
talidad que, sin duda, fue la de una minoría, pero que explica más de una defección.
En el siglo v ya no es posible atribuir a la masa cristiana sentimientos de adversión
a priori en cuanto a la defensa militar del Imperio, pero es evidente que algunos
individuos dudaban en comprometerse a fondo en favor de un Estado que respondía
tan mal a los ideales morales del cristianismo y que parecía condenado por la
fatalidad.
160
bardos. Esta actitud, que hoy nos extraña, permitió, por lo menos, un
salvamento: el de la literatura antigua, que sin duda hubiese muerto si
una aristocracia desligada de la acción directa no hubiera aportado
todos sus pequeños cuidados a conservar su recuerdo, en manos de un
Símaco o de un Macrobio, antes de transmitir la antorcha a los monas
terios, a los que ella misma fue a menudo para olvidar sus disgustos,
siguiendo el ejemplo de Casiodoro.
161
dispuestos a rechazar la autoridad imperial. Algunos fueron verdaderos
separatistas, como en África el moro Gildón, en 396-398. La mayor parte,
de menor envergadura, sólo aspiraban a recibir o a usurpar una auto
ridad de tipo romano, desde el rex gentium Maurorum et Romanorum
de Mauritania, hasta el galo que orgullosamenle adopta el título de
' p rotector29.
Estos movimientos centrífugos son, en conjunto, más conservadores
que revolucionarios. Se trata de una «autodefensa» ampliamente exten
dida. de un seguro contra la derrota y la incapacidad del poder, más
que de un verdadero autonomismo. No nació ninguna «nación» mora
o armoricana. El marco donde se verificaron las cristalizaciones dürade-
ras fue el de los reinos bárbaros, no el de las ciudades o el de las
tribus autónomas.
Por último, de todas las empresas de los siglos v y V I , la más
devastadora e, involuntariamente, la más revolucionaria, fue la recon
quista de Justiniano. Sólo ésta se tradujo en verdaderos trastornos so
ciales, en la desaparición de Roma y de la clase senatorial en la mayor
parte de Italia. Tales fueron los efectos de la obstinación de los ejércitos
bizantinos, siempre insuficientes para una victoria definitiva, de mante
nerse en campaña durante veinte años. Lo que ahorró la estrategia de
los generales de Justiniano, fue víctima de las reacciones desesperadas
de los godos 30. En África el balance fue menos gravoso ; pero a pesar
de algunos esfuerzos, como el del caudillo Salomón, los gobiernos b i
zantinos no pudieron impedir un empeoramiento progresivo, al mismo
ritmo que bajo los vándalos, por no decir más rápido, bajo la presión
de los nómadas bereberes.
Prescindiendo de los textos, debería realizarse una investigación profunda, en
marcos regionales limitádos, sobre los factores probables dé destrucción, los signos
aparentes de empobrecimiento y los primeros indicios de retorno a la seguridad.
A. Audin, por ejemplo, ha demostrado útilmente que el abandono de la antigua
estación de Lugdunum, sobre la colina de Fourvières, en beneficio de las orillas del
Saona, no era consecuencia de la irrupción de los bárbaros, sino de la inseguridad
que provocaban los bagaudas, con .sus secuelas de destrucción de los acueductos,
pillaje de las tuberías de plomo (llaga familiar a nuestras ciudades siniestradas) e
imposibilidad, por tanto, de suministro de agua a los barrios elevados31. El descenso
de la Roma de las Siete Colinas hasta las orillas del Tiber y el Campo de Marte
iambién está relacionado con la inutilización de los acueductos durante las guerras
góticas. Inversamente, ¡qué admirable índice de retorno a un orden regular pro
porciona la restauración de los circos de París y de Soissons por los hijos de Clo
doveo, o la del anfiteatro de Pavía por Atalarico ! 32.
162
de trastornos: a partir del siglo V, la historia social de Occidente se
divide en una eerie de historias regionales de ritmos muy desiguales.
Los bárbaros no fueron los únicos responsables.
3. Los invasores
168
la medida en que triunfan; varios fracasos repetidos comportan su
disolución y la desaparición de su nombre, sus elementos constitutivos
recobran su libertad o entran a formar parte de otros agrupamientos. En
segundo lugar, que casi todos los pueblos presentan el aspecto de una
nebulosa: un núcleo reducido se adhiere con fuerza al nombre nacional
y a la dinastía, mientras que unas capas externas, superpuestas a lo
largo del desarrollo histórico, presentan menos coherencia; el núcleo, a
causa de su extensión limitada, es relativamente fácil de aniquilar, pero
mientras resiste, la conciencia «étnica» es fuerte.
Esta tesis, arduamente defendida por Wenskus [n.° 135] (págs. 63-78), resuelve
la contradicción entre la exigüidad de las «patrias» asignadas a los pueblos ger
mánicos y la importancia que éstos adquieren en el ápice de su carrera. ¿Cómo es
posible que todos los burgundios provengan de Bornholm? ¿O todos los vándalos del
Vendsyssel? En realidad, sólo era oriundo de allí el núcleo de cada pueblo, portador
de las tradiciones.
Para ser completos hay que citar otro tipo, la «banda guerrera», de la que tanto
habla Fustel de Coulanges, pero que es más bien excepcional. Se trata de aventureros,
sin tradición común, reunidos por la sola esperanza de unas ganancias.
164
mite evaluar estos desplazamientos secundarios, que las fuentes escritas
generalmente no citan.
Paralelamente, se sabe muy poco del modo de subsistencia de los
ejércitos bárbaros durante sus desplazamientos a través del Imperio.
Los datos más seguros se refieren a los godos 36. En toda su migración
desde la Dacia hasta Aquitania, los visigodos dependieron principal
mente del comercio con los romanos, y de las provisiones que éstos les
proporcionaban. Desde 369 Valente intentó terminar con los godos ins
talados al sur del Danubio, cerrando los mercados y organizando un
boicot comercial : los godos se vieron obligados a la lucha armada, y del
relato de Amiano se deduce que su agricultura no bastaba para ali
mentarlos. Del mismo modo, en 414 Constancio los obligó a salir de
España organizando un bloqueo naval (Orosio, Hist. adv. pag., VII
43, 1), Finalmente firmaron el foedus contra promesa de 600.000 medidas
de grano, mas los aprovisionamientos regulares que aseguraba la hos
pitalitas. El caso de los visigodos es, sin duda, extremo : eran seminó-
madas, y para ellos la agricultura siempre había sido solamente una
ayuda complementaria; atravesaron el Imperio en una época en la
cual la anona y el cursus publicus aún tenían cierta eficacia, lo cual
permitió a Roma organizar un bloqueo. Los ejércitos siguientes pudieron
vivir mucho más tiempo sobre el país; es probable que, paralelamente
al saqueo, realizaran cierto comercio, revendiendo su botín a cambio de
aprovisionamientos. Estas necesidades alimentarias limitaban los efec
tivos capaces de operar conjuntamente en un mismo sector. El avance
bárbaro, cuando es rápido, necesariamente es llevado a cabo por cuerpos
que se separan y reagrupan según los recursos disponibles. Se comprende
el éxito de los foedera: devolvían a los invasores su existencia normal,
la vida rural, y aseguraban la continuidad del suministro. A los bár
baros les interesaba no destruir en absoluto las estructuras preexistentes.
Aunque las balallas en filas no abundaran mucho, la historia de
las invasiones es en gran medida una historia militar. Habría que co
nocer mejor las tácticas y los métodos de combate, pero escasean los
documentos precisos 37.
La organización de los ejércitos bárbaros descansaba en el servicio
de todos los hombres libres en estado de combatir, equiparse y alimen
tarse, por lo menos para una corta expedición. Burgundios \ francos
extendieron este régimen a sus súbditos romanos. En la época de las
migraciones, la distribución en cuerpos se hacía sin duda sobre una base
tribal. Se basó más tarde en las divisiones territoriales. El mando, pri
mero desempeñado por jefes hereditarios o por los ricos que se hallaban
a la cabeza de comitatus importantes, pasó en la época merovingia a
manos de agentes locales del poder real, .los condes. No tenemos indi
caciones precisas sobre las unidades inferiores de los pueblos que habían
165
estado en contacto durante mucho tiempo con los ejércitos romanos de
Oriente., es decir, con los godos y loe lombardos, donde la organización
era rigurosa.
Lo que se conoce mejor, gracias a la arqueología, es el armamento,
por lo menos cuando, después del siglo IV , se hizo usual el depósito de
armas en las tumbas. Como tantos otros elementos de civilización, cam
bió mucho entre la fase preparatoria, la de los «letes», y la fase mi
gratoria de las invasiones; por ejemplo, en el dominio franco, el hacha
arrojadiza y la espada, no adquirieron hasta el siglo VI su forma defi
nitiva. Cada pueblo tuvo sus armas características. En la página 216 se
estudiarán las de los francos, que, como los anglosajones, son sobre todo
soldados de infantería. Los alamanes, jinetes, manejan la espada larga.
Salvo los burgundios, ninguno de los germanos occidentales concede
gran importancia a las armas defensivas ni al arco. El armamento de
los godos se conoce poco, pues no depositan armas en las tumbas. Los
vándalos, en su mayoría jinetes, utilizan la lanza, la espada larga y el
arco, y a menudo llevan coraza.
Entre los problemas relativos a la organización civil de los germa
nos, uno de los más importantes es el del linaje (al. Sippe) . Esta noción,
que desempeñó un papel central en los sistemas de los juristas alemanes,
aún es muy oscura. El término correspondiente es, para la mayor parte
de autores, fara, comprobable entre los francos (por la misma toponi
m ia: Fère-Champenoise, La Fère) y los lombardos (por la toponimia, la
historiografía y las fuentes jurídicas). Los miembros de la fara aparen
temente son los faramanni, término que sólo se conoce entre los bur
gundios. ¿Pero, qué es exactamente la fara? Pablo Diácono, refiriéndose
a los lombardos, define: faras, hoc est generationes vel lineas (Hist.
Langob., II, 9 ). Por tanto, a primera vista la fara parece ser una institu
ción civil, un grupo de personas surgido de un antepasado común. Pero
el mismo Pablo Diácono también dice que era la célula elemental del
ejército, lo cual confirma el edicto de Rotario. Además los tácticos grie
gos afirman que los lombardos combaten por familias (<ρόλαΐ). En ese
caso, ¿se trata verdaderamente de una familia o de una «célula de auto
defensa»? El mejor especialista italiano,. Bognetti, cree en el carácter de
asociación militar. Queda faramannus. La ley Gombetta (LIV, 2) lo
emplea en el sentido de consors, «miembro de la asociación entre roma
nos y bárbaros para la explotación de una tierra». Fredegario lo utiliza
para designar la aristocracia, y el término ha sobrevivido en los dia
lectos de las regiones de Lyón y Forez en el sentido de «vagabundo».
Todo esto no permite elaborar una teoría de conjunto del linaje, y
quedamos sumidos en la incertidumbre ante los topónimos franceses
e italianos en fara: ¿denotan una colonización por grupos familiares
o tina colonización militar? 3S.
166
A lgunas d ir e c t r ic e s de la in v e s t ig a c ió n
Esta tendencia ha afectado especialmente a los pueblos de las estepas: los godos
fueron designados como getas; los hunos, como escitas, y los ávaros, como hunos.
Marcomanos, cuados y sármatas también gozaron de una larga moda postuma. Los
vándalos, en los relatos hagiográficos, han servido de cómodos prestatarios de nombre
para todo tipo de invasores de la Galia, y también los alanos. Sicambrio ha sido
un término literario para designar a los francos. Lombardos y sajones han escapado
a estos disfraces.
167
zas ofrendas. Parece que, contrariamente a lo que sucedió al final del
movimiento de los vikingos, su valor económico fue negativo.
Otra práctica afín debe examinarse: las entregas de rehenes en ga
rantía del foedus, normales a lo largo de todo el siglo v. En 418 un
senador pariente del futuro emperador Avito es puesto en manos de
Valia. Durante su juventud Aecio fue rehén de Alarico, y luego en la
corte de los hunos; su hijo fue entregado a Atila junto con el hijo de
un senador, hacia 448. Sobre todo el ejemplo de Aecio permite entender
la importancia de estos episodios para preparar una comprensión entre
los reyes bárbaros y la aristocracia romana.
Habría que determinar mejor hasta qué punto los germanos, a lo
largo de la migración, estuvieron informados, o incluso guiados; por
romanos. Las operaciones delicadas requerían casi necesariamente esta
colaboración. Es muy verosímil que los cinco hispañi llegados a África
con Genserico 44 lo habían puesto en condiciones de intentar el paso
del estrecho de Gibraltar. En cuanto a Teodorico, el traslado de su pueblo
desde los Balcanes hasta Italia y el ataque contra el limes de Friul,
con toda seguridad fueron facilitados por la presencia, junto a él, del
romano Artemidoro, pariente del emperador Zenón, al que recompensó
con la prefectura de la Ciudad. Ya antes de la estabilización dç los
conquistadores, la clase dirigente romana preparaba de ese modo el
papel que luego tuvo en la corte de ίο-s reyes establecidos en el Imperio.
Tras las grandes directrices de los reyes germanos, se descubre a menudo
un consejero romano:. León de Narbona, en la política conciliadora
.de Eurico en Aquitania; Casiodoro, en la de Teodorico en Italia; Pór
tenlo, en la expansión franca en la Alemania del Sur, bajo Teodeberto,
etcétera 45. Incluso Atila tuvo quizás un inspirador romano, su secretario
Orestes. Sería interesante determinar lo que movía a estos realistas,
si actuaban impulsados por intereses económicos o por mera ambición,
o si su intención no era, en el fondo, servir a Roma a través de un rey
bárbaro (seguramente éste fue el caso de Casiodoro, de Boecio o de
Partenio).
Para terminar, no hay que perder de vista el peligro permanente
que para el historiador representa el empleo de estas abstracciones co
lectivas: los godos, los francos, los vándalos. En la época que nos inte
resa, ninguno de estos pueblos existe en estado simple; todos son ama
sijos, a veces inesperados. Los vándalos de África constituyen una masa
de vándalos asdingos, silingos, alanos, algunos suevos y contados his-
panorromanos. En los conjuntos visigodos y burgundios se hallan algunos
elementos asiáticos. Los ostrogodos de Teodorico iban acompañados de
rugios, y en Italia absorben esciros, bérulos, algunos alamanes e incluso
aventureros escandinavos. Para todos los demás vale lo mismo. Este solo
hecho obligaba a las instituciones de cada pueblo a sufrir confronta
168
ciones y adaptaciones, y preparaba la vía para una conciliación con los
romanos.
A. La defensa: las f o r t if ic a c io n e s
169
de la defensa romana a orillas del Loira, y Siagrio se apoyó en Soissons (12 Ha).
Quizás la elección final de Toledo como capital de los visigodos se explica en parie
por el hecho de que en este reducto de 5 Ha estaban al abrigo de una repetición
de la catástrofe de 507, en la cual se habían mostrado indefendibles las 90 Ha de la
gran muralla de Toulouse.
170
conversión de sus compatriotas, aún paganos en gran parte en el interior de las
fronteras, mientras que los griegos, todos cristianos, se hallaban más libres para
mirar al exterior.
B. La s u e r te de lo s c i v i l e s . El b o tín
171
pues de Ja reconquista bizantina, ante el aumento de la inseguridad58. En la Galia
escasean los documentos; aparte de algunos senadores del Norte refugiados en el
Mediodía y de los grandes de Aquitania que abandonaron su región a causa de
los godos (como Paulino de Pella, que se refugió en Marsella), no sabemos lo bastante
para poder deducir movimientos de conjunto 59.
172
Todas estas apreciaciones, aún superficiales, no adquirirán un ver
dadero valor hasta el día en que en vez de descripciones pintorescas
existan censos críticos, que sirvan de base a un trabajo cartográfico. Es
perentoria la necesidad de croquis que den, para una región extensa, la
distribución de los fuertes y las moradas fortificadas de los siglos iv, v
y V i ; la de los tesoros hallados (monedas y joyas) ; la de las destruc
ciones fechadas y de las escasas reconstrucciones. También sería pre
ciso representar gráficamente las huidas de la población, los desplaza
mientos de individuos refugiados. Sin duda aparecería un predominio
de los movimientos de oeste a este, haciendo de la pars Orientis el
verdadero reducto de la romanidad, y, secundariamente, algunos replie
gues concéntricos desde la periferia del Imperio hacia su corazón me
diterráneo.
C. La suerte de los p a t r im o n io s
173
viendo a Ataúlfo, evitar la recepción de huéspedes bárbaros en su do
minio del Bórdeles; pero el fracaso del emperador Atala, del que era
conde, lo obligó a abandonarlo todo en la Galia ; se retiró a Bazas, pero
fue arruinado por los bagaudas, los alanos y los godos conjurados.
Entonces quiso trasladarse a Grecia, su país natal, pero su mujer no
quiso seguirlo, a causa de lo aventurado del viaje. Se instaló luego en
Marsella, donde vivió de una pequeña tierra pesadamente hipotecada;
aparentemente, jamás pudo percibir la más mínima renta de sus tierras
griegas, pero por suerte pudo vender a un godo una de sus tierras de
Aquitania. Para recuperar algunos bienes, sus hijos regresaron a Burdeos,
pero murieron sin haberlo conseguido 67. Estos patrimonios esparcidos
por todo el mundo romano ya no se podían administrar desde el
año 400.
La gran propiedad no desapareció ni dejó de estar dispersa, pero
tuvo que amoldarse a los nuevos cuadros políticos. Como se comprobó
de nuevo durante la división del Imperio carolingio, este fenómeno fue
un potente elemento de cristalización de las «nacionalidades regionales».
Habría que concretar esta impresión general.
En el plano político, una tesis como ésta apenas puede defenderse. Pocos reyes
bárbaros tuvieron pensamiento político, y cuando existe, en general surge de los
cuadros romanos (como, por ejemplo, la realeza «platónica» de que se enorgullecían
los Amalos). Incluso Alarico, seguramente buscó un lugar en el Imperio más bien
qiie intentar sustituirlo. El único programa verdaderamente antirromano es el que
un famoso fragmento de Orosio (Hist. adv. pag., VII, 43) atribuye a Ataúlfo, en
una declaración de 414 en Narbona: sustituir el imperium Romanum con un im
perium Gothorum, transformar en Gothia lo que había sido la Romania, ser para
los godos lo que Augusto había sido para los romanos. El mismo Ataúlfo habría
reconocido que todo eso rebasaba las fuerzas de los godos y que la única política
posible era situarse en el interior del marco romano y «aumentar la gloria de Roma
prestándole las fuerzas de los godos». Tanto si esta conclusión fue de Ataúlfo o no,
los bárbaros, hasta la desaparición del Imperio, fueron incapaces de concebir un
sistema susceptible de remplazarlo.
174
A. El p r o b le m a del a r r ia n is m o
Todos los pueblos que atravesaron el Rin en 406 eran paganos; se arrianizaron
muy rápidamente cuando establecieron contacto con los visigodos que se habían
trasladado a la Galia. Para los burgundios, el acontecimiento se sitúa, sin duda,
durante su estancia en Germania I, entre 413 y 43671. Para los vándalos, debe de
datar de su fijación en España, entre 409 y· 417 (y no de su estancia a orillas del
Danubio, como pensaba Courtois). Los suevos probaron el catolicismo en tiempos
175
de Requiario (¿h. 450?), y luego se hicieron arríanos hacia 465,,para volver a ser
católicos hacia 570.
Este primer arrianismo ya estaba prácticamente apagado cuando la invasión
lombarda de 568 llevó el arrianismo a Italia. Los lombardos, sin duda, habían re
cibido su fe a orillas del Danubio medio, hacia 488-505, a través de los rugios72; la
conservaron intacta hasta 616, y hasta 622 se prolongaron unas tentativas de res
tauración arriana; el triunfo final del catolicismo no 'se afianzó hasta 671.
Entre los visigodos, la misma coexistencia pacífica había marcado los reinos de
Tolosa y de ! Barcelona, e incluso los comienzos del reino de Toledo. Isidoro de
Sevilla ensalza la tolerancia del rey Teudis (531-548), y la libertad del catolicismo
seguramente fue total. Un solo índice destaca en sentido contrario, y es poco im
portante: el esfuerzo realizado en 465 por un dignatario árriano, antes católico, Ajax,
para reconvertir los suevos al arrianismo. La tensión no comienza realmente hasta
Leovigildo (568-586) ; está relacionada con las tentativas de reconquista bizantina
en la Bética, y con las amenazas de intervención franca, pero sobre todo es una
reacción contra la rebelión de Hermenegildo (cuyos motivos quizás no eran esencial
mente religiosos). La persecución se limitó a algunas confiscaciones de iglesias, ex
pulsiones de clérigos católicos, fomento de la controvérsia arriana y de la conversión
176
de los católicos al arrianismo; la llamarada se apagó casi en seguida. Éstas son las
conclusiones del estudio más profundo, el de Thompson, The conversion [n.° 199].
Añadiríamos de buen grado que el episodio es apenas sólo una manifestación de la
pasión hispánica por la unidad espiritual, que poco después se traduce, en. sentido
inverso, en la lucha ^contra los últimos arríanos después de 587, y luego por la
persecución de los judíos.
¿En Italia, tuvo el arrianismo veleidades persecutorias a finales del reinado de
Teodorico, cuando el rey hizo ejecutar a Boecio y amenazó al papa Juan con la
deposición? Cabe dudar de ello: Boecio y el papa fueron acusados no de catolicismo,
sino de simpatías excesivas por Bizancio. Seguramente nunca un ostrogodo pensó
en convertir a un católico al arrianismo, y todos los santuarios arríanos parecen
haber sido construcciones nuevas.
177
política general dirigida contra los estamentos romanos, pero tuvieron
más resonancia que el resto.
Exasperada, la Iglesia de África encontró apoyos fácilmente: en el
interior, en la clase de los propietarios, afectada al mismo tiempo que
ella y su aliada en las luchas donatistas; en el exterior, eti el gobierno
imperial, poco resignado a la pérdida de Cartago. Por tanto la resis
tencia de los clérigos se matizó de conjura política. En 440 ya se
reconocen las líneas generales de toda la historia de las relaciones entre
vándalos y católicos. Fue una «lucha inexorable», marcada por depor
taciones de obispos a las minas de Cerdeña o al Sáhara, de confisca
ciones repetidas (todas las iglesias católicas, en 484), de edictos que
prescribían la conversión al arrianismo y el rebautismo de los católicos.
La crisis duró unos cuarenta años. En 495 las iglesias fueron restituidas
y los ánimos se apaciguaron; pero el episcopado fue, hasta el adveni
miento de Hilderico, en 523, objeto de medidas restrictivas y minuciosas
(prohibición de las elecciones).
En resumen, el arrianismo constituyó más bien la excusa que la
verdadera causa del conflicto en el que se enfrentaron la violencia de
los vándalos — que no era de origen religioso— y la combatividad de
la Iglesia de África, que esgrimió contra los vándalos armas forjadas
durante la querella donatista. Las manifestaciones de intolerancia pro
piamente religiosa sólo aparecen en un estadio avanzado de la lucha
y son relativamente breves. Sólo el episcopado constituye una preocupa
ción constante, porque representa el elemento dirigente de la sociedad
romana de África, el principal obstáculo político a la unidad espiritual
en torno al rey vándalo.
Queda el problema del arrianismo lombardo. Pese a un desfase de
un siglo, es muy parecido. A l igual que los vándalos, los lombardos
adoptaron, desde su llegada a Italia, una política de fuerza; ningún
foedus protegía a los romanos. Como en África, la Iglesia católica era
solidaria de una aristocracia expoliada ; además, la proximidad de Rá
vena y Roma, ambas imperiales, avivaba las sospechas políticas. Sin
embargo los lombardos nunca pasaron de las vejaciones individuales,
quizás a causa de las precauciones que les imponía una presencia b i
zantina tan cercana, o acaso porque habían recogido alguna herencia
de la tolerancia gótica. Salvo en su capital, Pavía, aceptaron el man
tenimiento de los obispos católicos en sus sedes, y seguramente no hubo
confiscaciones masivas de iglesias. Es cierto, además, que el catolicismo
italiano era poco propenso al combate, que nunca opuso el mismo frente
monolítico que la Iglesia de África (durante mucho tiempo estuvo di
vidido por la querella de los Tres Capítulos), y que la política de
evacuaciones adoptada después de 569 más bien había incitado a romper
el contacto que a iniciar una lucha abierta.
178
Creemos que se puéde concluir que el arrianismo occidental no fue
manifiestamente perseguidor. Cuando los arríanos trataron mal a ios
católicos, no fue a causa de un llamamiento de su Iglesia, sino porque
era una consecuencia inevitable de la política de sus soberanos hacia
los estamentos romanos. Las escenas de fanatismo sólo fueron epife
nómenos. Incluso es notable que el arrianismo no explotara todavía más
la situación surgida de la conquista bárbara. Las más de las veces admitió
tranquilamente una dualidad de cultos que el catolicismo rechazaba con
horror; incluso victorioso, en general aceptó una postura humilde V
minoritaria. Probablemente la causa reside en la inferioridad intelectual
de la jerarquía arriana, mal pertrechada para la controversia, incapaz
de concebir un plan misionero. El impulso dado por Ulfila, quizá con
servado por algunos clérigos de la Italia ostrogoda, se había apagado
rápidamente. ,
B. La s e g r e g a c ió n s o c i a l
179
sona, aislaba ei barrio lombardo alrededor de la iglesia de San Juan, del
tempielto famoso en la historia del arte y del cuartel general u .
La profesión militar y el porte de armas fueron reservados a los
bárbaros en muchos Estados, como en los ostrogodos y los lombardos,
pero los reyes burgundios abrieron explícitamente la carrera militar a
sus súbditos romanos, y los merovingios, sin proclamarlo, hicieron lo
mismo. Esto dependía del dualismo de la estructura adoptada por el
Estado. Más lejos insistiremos sobre la personalidad de las leyes, otra
práctica discriminatoria que contribuía a mantener la originalidad de
los grupos bárbaros 75.
Una minoría cree fácilmente en su superioridad; una clase diri
gente 210 duda de ella. De ahí las reacciones de desdén hacia los romanos
que se registran en diversos casos, aunque raros (es cierto que disponemos
de pocos medios para conocer la opinión de los bárbaros) ; el prólogo
de la ley sálica, que reprocha a los romanos el haber sido unos dueños
sin piedad y haber ejecutado tantos mártires (argumento religioso que
desplaza un poco la cuestión) ; la declaración ingenua de un glosador
bávaro del siglo v i í i (stulti sunt Romani, sapienti Paioarii), y algunos
otros textos tardíos de la misma índole. Todo eso no conduce muy lejos
y contrapesa mal las profesiones de fe romana de Teodorico. Entre
bárbaros y romanos, no cabe hablar de odio racial.
6. Problemas de poblamiento
180
o de campamento, y sólo se puede considerar que una región está ger
manizada si una proporción elevada de estos nombres muestra influen
cias germánicas. Pero no hay que abusar de esta prudencia: las pro
porciones no deben ser calculadas con relación a la onomástica actual,
sino con relación al material onomástico documentado de una época lo
más próxima posible del fenómeno estudiado (p. ej.: porcentaje de
nombres germánicos con relación al conjunto de los nombres compro
bados antes del año 1000). Un nombre, incluso totalmente aislado, puede
tener importancia para trazar los límites o los itinerarios de una penetra
ción o la supervivencia de un islote, si es de una atribución lingüística
segura.
Lot también subrayó (a propósito del prelatino -inco y del godo y
burgundio -higos) el grave peligro que hacen pesar sobre fracciones
enteras de la onomástica las confluencias de formas de lina lengua a
otra. Son sobre todo devastadoras cuando se trata de lenguas muy pare
cidas; así, por ejemplo, la semejanza del sajón antiguo y del nórdico
hace difícil, incluso imposible, el estudio preciso de los establecimientos
sajones del Bessin, y, en menor grado, entre aportaciones góticas y
aportaciones francas en Aquitania se pueden producir serias confu
siones 77. Otro peligro : cuándo una lengua B, parecida a una lengua A,
se instala en una región donde A ya ha formado topónimo». B los re-
moldea según sus propias leyes y los vuelve irreconocibles; por ejemplo
en la Inglaterra oriental, muchos topónimos ingleses fueron «danizados»
más o menos superficialmente entre el siglo t x y el \ i . Esto incluso,
se puede repetir muchas veces en la historia de un mismo nombre:
York .proviene de una forma, escandinava Jorvik remoldeada a partir
del inglés arcaico Eoforwic, que a su vez es la interpretación germánica
del nombre céltico transcrito en latín Ehoracum...
El papel de las modas es plenamente reconocido por lu» antropo-
nimistas. No carece de interés histórico. La pululación de nombres ger
mánicos en la Galia merovingia, el de los nombres vasco» o .ibéricos
en la Gascuña en los siglos ix-x no indican colonizaciones directa», pero
muestran un dato de civilización apenas menos significativo : el prestigio
de una clase dirigente en parte inmigrada. Pero quizás se ha menospre
ciado en exceso el papel de las modas de toponimia. La repentina difusión
de los nombres de dominios en -curtís y -villa lo demuestra crfieramente.
Muchas de estas modas no penetraron profundamente v tras ellas sólo
dejaron topónimos frágiles 78.
181
grande: han servido para determinar muchos islotes a una y otra parte de la
frontera lingüística belga y renana.
En antroponimia habría que considerar más a menudo, aparte la forma bruta
de los nombres en una época dada, su distribución en el interior de las familias a lo
largo de generaciones. El nombre de Luis, dado por Carlomagno a uno de sus hijos,
señala la adopción por los carolingios de cierta tradición merovingia.
182
la destrucción de los registros del catastro romano— favoreció la inmensa renova
ción de la toponimia en la Alta Edad Media? Se sospecha que muchos nombres
dominicales en -iacum o -anum sólo eran nombres oficiales, poco adoptados por los
campesinos, que desaparecieron desde que la autoridad pública ya no los mantuvo.
185
de piedra seca y de madera, del mismo tipo que las descritas por César en la Galia,
que servían de refugio en tiempos de guerra y a veces de moradas semipermanentes.
Pero nada indica que tuvieran una actividad económica o un status que las distin
guiera de la región llana. Ninguna desempeñó el papel de «núcleo preurbano» con
respecto a las ciudades de la Germania carolingia (su situación las predispuso, en
cambio, para ser remplazadas por castillos). Los pueblos alejados del Imperio per
manecieron hasta finalés del siglo vin (cuando nacieron los primeros emporia en
Frisia y las costas bálticas) en este estadio primitivo; esto explica la incomprensión
de los anglos y de los sajones con respecto al hecho urbano en Bretaña.
186
metrópolis o ciudades secundarias; Tréveris o Arlés fueron abandonadas.
El caso de estas residencias reales fue evidentemente ejemplar: lo que
hizo el rey en su ciudad fue imitado en las demás por los siipples jefes.
Gracias a los notables trabajos de L. Blondel85, conocemos las modalidades
según las cuales se operó en Ginebra — uno de los casos más precoces— la inserción
de una corte bárbara en una ciudad romana. La ciudad constaba a comienzos del
siglo V de un reducto fortificado cuadrangular, encaramado sobre una colina, do
minado por el praetorium, la catedral y la iglesia de San Germán, y un vasto
suburbium más o menos abandonado a los muertos y a las capillas. Esta fisonomía
se remontaba al siglo m . Los reyes burgundios la respetaron. Se instalaron en el
praetorium, aprovecharon sus comodidades (baños, hipocausto) y su capilla, sin
modificarla durante una generación. Hacia el año 500 un incendio, durante una
guerra civil, la destruyó parcialmente; fue en seguida parcialmente reedificado, poco
más o menos sobre el mismo plano (no se degradará hasta después de la conquista
franca de 534, al convertirse en inútil). La catedral también atravesó sin incidentes
la fecha fatídica de 443; cuando el rey Segismundo, convertido al catolicismo, la
reconstruyó hacia 513-517, imitó muy conscientemente las grandes iglesias de las
metrópolis imperiales. La flanqueó con un mausoleo circular que recordaba los do.
los emperadores del ¿siglo iv. Por último fue restaurada la muralla, sin duda por
Gundebaldo. La implantación de los burgundios en la ciudad había sido esencial
mente conservadora.
El rey burgundio no residía siempre en la ciudad: tenía dos grandes villae a su
disposición, Ambérieu en los Dombes y Carouges a orillas del Arve. Esta última
fue también explorada por L. Blondel: se trataba de una villa romana muy recom
puesta, donde construcciones de madera de tipo germánico habían ocupado el lugar
de los, edificios de piedra; un foso (¿con empalizada?) la rodeaba. Seguramente el
soberano llevaba allí una vida más conforme a sus gustos, y el palacio de Ginebra
servía sobre todo para las - ceremonias.
187
en las'geste municipalia·. La pareja antitética curia-defensor sobrevivió
mucho tiempo a k s invasiones. En la Galia, la curia del Mans aún per
sistía en 642; la de Orleáns, en 651; la de Poitiers, en 677-678, y el
defensor se mantuvo a veces, en el Mediodía y sobre todo en Borgoña,
hasta el siglo ix e incluso el x. Pero estas supervivencias no significan
gran cosa en concreto; de hecho, cara a cara sólo quedaban el obispo
y las autoridades militares (duque, conde), estás últimas más inclinadas
hacia el campo que hacia la ciudad El espíritu de las antiguas insti
tuciones estaba completamente muerto, sobre todo de decrepitud.
7. Problemas de civilización
188
tienen sendos defensores (todos los cuales, por lo demás, admiten
muchos matices) 91.
Para juzgar sanamente hay que distinguir, en la nueva orientación del arte,
muchos elementos: a) Una revolución estética, que condujo a interesarse más pol
los colores y el grafismo de los contornos que por la plenitud de las formas y los
volúmenes, b) Urí sentido nuevo del movimiento, concebido como un esfuerzo per
petuamente repetido, que llenaba todos los cuadros hasta hacerlos reventar, una
manifestación de vitalidad elemental e incontenible, c) Al mismo tiempo se opera
una asimilación entre valor estético y valor intrínseco del objeto de arte: el arte más
refinado se expresa sobre metal precioso, y el artista nunca olvida que ante todo es
un artesano; su virtuosismo se expresa más bien en el dominio propiamente técnico
(filigranas, esmaltes, adamasquinados, etc.) que en la investigación de formas o
expresiones nuevas, d) Por último el arte regresa, salvo raras excepciones, al ano
nimato; la creación personal se borra ante la tradición colectiva; toda obra se
coloca en una serie y 110 ofrece más que mediocres modificaciones con respecto a
obras parecidas.
Nadie duda de que la revolución del gusto, por una parte, y el regreso al ano
nimato, por otra, sean los rasgos generales de la Alta Edad Media, tanto en los
Estados bárbaros como fuera de su territorio, y el arte copto o sirio ofrecerían, sin
duda, buenos ejemplos de ello. Toda la discusión se refiere a los otros dos puntos,
ante todo el segundo, esa decoración animalista palpitante de vida, pero profunda
mente estilizada, que invade la orfebrería. Una discusión más precisa concierne a
las técnicas y sus aplicaciones.
189
dades regionales: un círculo nórdico y anglosajón, un círculo franco-
lombardo que engloba casi todos los pueblos de la antigua Germania,
salvo los sajones, y un círculo gótico, finalmente reducido a la península
ibérica. Es uno de los ejemplos más patentes del efecto de rebote ejercido
por los reinos sucesores de Roma sobre el conjunto del mundo germánico,
incluso independiente.
Pero este estilo va siendo derrotado por los rebrotes de influencias mediterráneas
expandidas por la Iglesia a partir de Italia, de España y también — hecho que se
explica por las circunstancias de su conversión— a partir de la Inglaterra sajona.
Motivos como el follaje con pájaros, la palmeta y la hoja de acanto recuperan
rápidamente una parte del terreno perdido, mientras que las artes menores, en la
época imperial carolingia, pasan de nuevo al segundo plano del desarrollo estético
general.
Hay que destacar que los medios menos receptivos con respecto al arte bárbaro
no mostraron ningún apego a la tradición romana, auténtica. El arte que prefirieron
no tenía nada de clásico. Sus fuentes de inspiración se encontraban en el mundo
indígena del Mediterráneo oriental, entonces animado por un vigoroso renacimiento,
en los coptos o los sirios, y le servían de vehículo los artistas orientales, aún numero
sos en todo el Occidente (salvo en Bretaña), o bien los de Bizancio. Por tanto, en
resumidas cuentas su espíritu quedaba bastante próximo al arte islámico, que ^se
constituyó en parte a partir de las mismas bases: aniconismo, gusto por la decora
ción floral o geométrica, escultura de muy poco relieve. Se explica que España, que
en la época visigoda había sido en Occidente «1 bastión de este estilo oriental bajo
su forma cristiana, pudiera demostrar tanta vitalidad creadora cuando, después
de 711, le volvió a llegar bajo la forma musulmana.
190
(alma de hierro dulce, filos de acero templado soldados a esta alma), for
jados con una paciencia, infinita (amartillamientos, soldaduras, torsio
nes y amolados alternan largamente), y el resultado es un verdadero pro
digio de virtuosismo. Se ven espadas cuya alma está hecha con ocho
bandas torcidas, arrolladas, plegadas, soldadas entre sí, y de filo también
soldado, que en conjunto no tienen más de 5 mm de espesor. Estas téc
nicas dan armas muy bellas, sólidas y notablemente elásticas (las hojas
«contrapeadas», de láminas pegadas una sobre otra, resisten tres veces
mejor a la torsión que las hojas simples). Se explica el valor afectivo
que se les concedía y que reflejan, con un notable desfase cronológico,
la leyenda nórdica o los cantos de gesta. Los textos de la Alta Edad
Media casi no traslucen nada de este saber técnico (sin duda porque
estaba reservado | iniciados sin contacto con los clérigos) ; por tanto,
toda esta porción de la civilización merovingia habría sido insospechada
sin la aplicación reciente de los métodos de laboratorio a la arqueología.
C. L a v id a i n t e l e c t u a l d e l a E u r o p a b á r b a r a
191
para discernir que, en la historia de su patria, una fase gótica ha sucedido definiti
vamente a la fase romana (confía en que, por lo demás, serán igualmente brillan
tes) M. Incluso se puede sospechar de la sinceridad de Gregorio de Tours, al deplorar
con énfasis que el estudio de las letras ya haya perecido. Sin ninguna duda su lengua
es incorrecta, su técnica literaria deficiente, pero lo poco que conserva de las artes
liberales no es infiel a la tradición clásica95.
Otra ruptura, de alcance igualmente vasto, fue menos apreciada: el «desmem
bramiento intelectual de la romanidad» (J. Fontaine) que hizo de cada sector del
antiguo Imperio de Occidente una entidad casi autónoma. Al igual que el desmoro
namiento dialectal (pág. 120), este provincianismo intelectual es muy anterior a las
invasiones: desde el siglo iv había realizado progresos decisivos. A veces las catás
trofes del siglo V lo borraron. Pero en dos países por lo menos, África y España,
continuó extendiéndose después de las mismas. La España gótica permaneció fiel
mente ligada a sus últimos grandes autores de la época romana (Juvenco, Prudencio
y, sobre todo, Orosio), mientras que ignoró prácticamente —pese a los anteriores
lazos entre visigodos y ostrogodos— el trabajo realizado en Italia por Casiodoro y
Boecio s\ Este aislamiento fue confirmado y reforzado por la consolidación de los
Estados bárbaros: frente a la Galia, Isidoro de Sevilla experimenta, no sólo la
ignorancia que cabe esperar, sino además un poco del desprecio y la hostilidad
que los godos manifestaron hacia los francos.
192
del siglo vil) sirvieron sin duda y sobre todo a los clérigos, pero la
parte que ocupa allí la cultura profana es absolutamente dominante.
Como ha demostrado J. Fontaine 10°, en todo esto hubo una parte de
ilusión: las condiciones materiales y sociales de una cultura viva, a
la antigua, habían desaparecido. Pero esta fidelidad obstinada es un
símbolo : hasta 711 España rechazó levantar acta de que la Antigüedad
había muerto con el Imperio romano.
En Italia, tanto en este dominio como en los demás, la Antigüedad
sobrevivió hasta Justiniano, sin experimentar la menor duda, tan vigo
rosamente que aún manan síntesis originales (ante todo las de Boecio),
las sutilezas escolásticas continúan siendo plenamente apreciadas y
Teodato se precia de ser, a la manera de los Antoninos, un filósofo
coronado. La dominación bizantina estuvo animada por las mejores
intenciones: una novela imperial reorganizó la enseñanza superior.
Como en España, la cultura técnica sobrevivió 101, y Gregorio Magno
suministra la prueba de que Italia aún era capaz, a finales del siglo V I ,
de producir grandes mentes. Pero el medio portador de esta cultura se
había limitado singularmente. Aunque superviviente en Rávena y re-
constituido en Roma con grandes esfuerzos, en todos los demás lugares
se había abandonado (Venancio Fortunato huyó hacia la Galia en 565).
Incluso los que habían sobrevivido físicamente estaban en plena con
fusión. La retirada fuera del mundo, en su monasterio calabrés de
Vivario, de quien había proporcionado durante la época gótica la unión
entre la cultura y el gobierno, Casiodoro, adquiere un valor simbólico.
La Italia lombarda, mientras fue ante todo guerrera y arriana, representó
como una mancha blanca sobre este mapa; cuando se volvió católica
era demasiado tarde, y su situación se parecía mucho a la de la Galia
franca.
La decadencia de la cultura antigua no es obra de las Grandes Inva
siones, entidad abstracta y demasiado general. Sobrevivió bien a algunas
de ellas, esencialmente a las de los godos, y cuando murió fue menos
por el choque directo que por un trasplante demasiado arriesgado en un
medio social que no tenía necesidad de ella, que situaba sus ideales
humanos en otra parte.
La época de las invasiones no dio nacimiento, entre los germanos,
a una cultura intelectual digna de este nombre. Los esfuerzos dispersos
realizados en tal sentido se sitúan o bien antes (creación de las runas,
obra de U lfila), o bien después (autores alemanes de la época carolingia)
de esta crisis política y social, evidentemente poco propicia a la madu
ración de un pensamiento. Pero esta cultura, cuando por fin nació,
rememoró con predilección esa brillante época. Las invasiones cons
tituyen el fondo de casi toda la epopeya germánica. El Hüdebrandslied,
transcrito en Fulda hacia 810-820, refleja la lucha de Teodorico contra
193
Odoacro, y todos los grandes textos consecutivos (Widsith, en Inglaterra;
cantos heroicos del Edda y Volsungasaga, en Escandinavia ; Nibelun·
genlied, en Alemania) están llenos de recuerdos de los dos siglos que
separan el choque de los godos y los hunos en Ucrania, en 375, y la
reconquista de Justiniano en Italia. Es impresionante ver cómo los le
trados islandeses, hacia el siglo xn , que transcriben los textos édicos
heredados de 700 años de tradición oral, reproducen fielmente los nom
bres de los Cárpatos (Harfadhafjoll) y del Dniéper ( Danpr) , de Erma-
narico (Jormunrekr) y de Atila (A tli). Entre los anglosajones, aunque
ajenos a los acontecimientos del continente, un poeta de la corte
(scop ) llena su obra con los mismos nombres góticos y hunos 102. Tres
o cuatro figuras dominan este mundo ép ico: dos godos, Ermanarico
y Teodorico; el huno Atila, y quizás un franco, Thierry, el hijo de Clodo
veo que empezó la conquista de Germania 108.
D. El efecto de rebote so br e G e r m a n ia
194
lleres monetarios merovingios se rarifica singularmente en las proxi
midades del Rin, y más allá del río no funcionó ninguna ce'ca ; salvo
en Frisia (que precisamente escapaba a la dominación política de los
francos), el uso de numerario fue ignorado por la Germania trans-
renana hasta la época carolingia: en esta región predominó el metal
precioso pesado con balanzas 106. No se importó tampoco la civilización
urbana.
Tantas negativas plantean un problema, algunos de cuyos aspectos
sociales han sido bien estudiados por R. Sprandel107, quien ha demos
trado que pese a la expansión del siglo VI más allá del Rin, el concepto
romano de la frontera de la civilización, establecida en este río, había
continuado vigente. La nueva aristocracia, surgida de la aproximación
entre conquistadores francos y clase media senatorial, se apartó de las
regiones orientales. Esta actitud negativa no terminó hasta el ascenso
de los Pipínidas, en la segunda mitad del siglo vil, al mismo tiempo que
se operaba una transferencia hacia el nordeste del centro de gravedad del
Estado franco, hasta entonces establecido en la región del Sena, del
Marne y del Oise 108. ♦
Cabe pensar que la política de Teodeberto y de Partenio, en caso
de haber sido seguida, habría desembocado en otras perspectivas muy
distintas, como la de Teodorico, que le había servido de modelo. Pero
el siglo que se extiende desde la muerte de Clotario I (561) hasta la
llegada al poder de Pipino de Heristal (679) fue de verdadero derrumbe.
8. Problemas de instituciones
A. El m a rco ju r íd ic o de l a so c ie d a d bárbara
195
perial. Ese derecho también influyó mucho en las leyes destinadas a los
bárbaros mismos. ¿Pero el «vulgarismo» iba aún más lejos? Es lo que cree
toda una escuela de historiadores del derecho,, sobre todo en España m .
En cuanto al derecho germánico, no nos llega jamás en forma pura,
debido a que está redactado en latín. Reviste eus aspectos más arcaicos
entre los francos {ley sálica, «en 65 títulos», hacia 507-511) y entre los
lombardos (.Edicto de Rotario, 643). Pese a su fecha precoz, la primera
ley visigoda (Código de Eurico, hacia 470-480) y la ley burgundia {ley
Gombeta, hacia 501-515) presentan intrusiones masivas del dérecho
romano. No se ha conservado nada del derecho germánico de los ostro
godos y de los vándalos. Los alamanes y los bávaros ya no gozaban
de independencia cuando redactaron sus leyes (Pactus Alamannorum,
Lex Bajuvariorum) : presentan grandes influencias sálicas, góticas o canó
nicas. Las otras leyes bárbaras (ley ripuaria, ley de los turingios, ley
de los francos camavos) son formaciones secundarias aparecidas en los
siglos vil, vin y IX a partir del derecho sálico. Las leyes inglesas, las
únicas escritas en lengua germánica {ley de Etelberto, de Kent, finales
del siglo v i), constituyen un grupo aparte.
Basándonos en los más arcaicos de estos textos podemos descubrir
fácilmente un «espíritu» común al derecho bárbaro, caracterizado por
los siguientes rasgos: procedimiento únicamente oral y formalista,
personalidad de las leyes, intervención de cojuradores y ordalías, ta
sación de las composiciones pecuniarias (w ergeld), solidaridad familiar,
etcétera. No cabe duda de que estas características forman parte de un
fondo común germánico ; muchas de ellas se encuentran en el derecho
escandinavo, puesto por escrito a partir del siglo XII, fuera de toda in
fluencia de Roma. Pero ideas romanas o innovaciones se ocultan, sin
duda, en. más de un recoveco..
Por otra parte, las ideas romanas actuaron ante la práctica bárbara
con rapidez bastante para que varios reinos abandonaran algunos de
esos «principios fundamentales». |Así, el· Estado i visigodo — el que ha
dejado más monumentos legislativos—■ renunció a la personalidad de
las leyes en favor de la idea romana (y moderna) de la territorialidad.
¿Cuándo y cóm o? El debate entre los juristas es bastante animado.
196
La interpretación tradicional admite que los godos vivían bajo el Código de
Eurico (hacia 470-480), revisado por Leovigildo (hacia 570-580), y los romanos bajo
el Breviario de Alarico (506). El liber judiciorum de Recesvinto (654), que prohibía
bajo pena de multa el recurso a otra ley, habría creado un derecho territorial, ape
nas revisado luego por Ervigio (lex renovata de 681) y sin duda por Egica (693).
Pero desde hace tiempo se plantea la cuestión de si una territorialidad de hecho no
se estableció a partir de Leovigildo. García Gallo lanzó en 1941 una' ofensiva en
favor de un mayor papel de la territorialidad 113; ésta alcanza posiciones extremas.
Alvaro d’Ors considera que el Código de Eurico, lejos de representar un ejemplo
muy antiguo, aunque impuro, del derecho germánico, no es más que un monumento
del derecho latín vulgar, compilado bajo la influencia de juristas galos y, natural
mente, territorial U4. El germanismo no aparecería seriamente, tal vez bajo influencias
francas, hasta, después de Recesvinto, y los visigodos jamás habrían conocido verda
deramente la personalidad de las leyes.
Es demasiado ·pronto para decir cuál de estas opiniones predominará. Pero po
demos concluir como aventurada la' suposición,!para un país dado, de la aplicación
de la personalidad de las leyes cuando los documentos de la práctica (que faltan
en España) no la establecen expresamente por el recurso à la professio legis.
Roéis ha expuesto dudas similares para la legislación burgundia115. Nada ase
gura que la ley Gombeta, por una parte, y la lex romana Burgundionum, por otra,
sean dos textos oficiales y paralelos, destinados uno a los súbditos germanos v el otro
a los súbditos romanos de la ley burgundia. Es bastante posible que la pretendida
lex romana Burgundionum (título inventado por los eruditos modernos) no sea más
que una compilación privada 116 y que la ley Gombeta haya sido territorial.
Entonces tendríamos que admitir que el derecho godo y el derecho burgundio
sólo entraron en un sistema de personalidad dentro del marco del Estado franco,
después de la conquista de Borgoña por los hijos de Clodoveo y tras la incorporación
de Septimania al reino de Pipino ,el Breve. Por tanto, un auténtico régimen de
personalidad no habría existido al principio más que en el mundo merovingio y en
el lombardo, o sea en Estados pertenecientes a la segunda generación de reinos
bárbaros.
197
estructura del Estado que en ningún otro Estado bárbaro. Lo que queda
de las prerrogativas imperiales — el rey godo no las reivindica todas,
ni mucho menos— pertenece a Teodorico. En torno a él subsisten los
grandes jefes de servicio : magister officiorum, quaestor palatii, comes
sacrarum largitionum, encargados de las oficinas de la cancillería, de
la correspondencia y de las finanzas; todos los titulares de estos cargos
son romanos, pues los condes godos únicamente se ocupaban en el ser
vicio privado del príncipe y en los asuntos militares. En el nivel medio,
los prefectos del pretoriado de Italia y de las Galias se mantienen en
sus puestos, y se conservan los vicarios de Arlés y Roma. En un nivel
inferior, las provincias se confían siempre a consulares, correctores o
praesides. En resumen, nada ha cambiado.
Lo^s otros Estados, los que no encontraron en su territorio ninguna
capital ni ninguna prefectura, tuvieron que contentarse con engranajes
más simples, uniendo a los servicios domésticos de origen germánico,
que se encuentran en todas partes, oficinas más o menos calcadas de las
de los gobernadores de provincias y algunos elementos imitados de la
corte de Rávena o de la de Bizancio. En Toledo el officium palatinum
mezcla gobierno, justicia, finanzas y funciones domésticas; las provincias
se desmembran en comandancias militares confiadas a duques117. En
Lyón la confusión es un poco menor (existe un questor palatii, sin duda
un canciller y un mayordomo), pero también desaparecen las divisiones
provinciales. En Cartago, un praepositus regni cubre él sólo todos los
departamentos y se conserva el recuerdo de las provincias en tanto que
divisiones geográficas, pero al frente de ellas no existe ya un agente
del poder central. En los reinos visigodo y burgundio es un funcionario
que el Imperio moribundo apenas tuvo tiempo de establecer, el comes
civitatis, quien reúne lo esencial de las tareas administrativas. Por úl
timo, en todas partes los recursos fundamentales del Estado continúan
estando formados por la tributación pública romana, que grava a los
habitantes romanos por medio de un catastro romano cuyas matrices
se ponen más o menos regularmente al día; la exención general de que
gozan los propietarios bárbaros debió de disminuir el rendimiento y
aumentar el gravamen a la vez.
En los Estados de la segunda generación se desvanecieron los re
cuerdos de las oficinas imperiales, la administración civil fue más o
menos absorbida por el servicio de la corte o por instituciones militares,
y los recursos públicos dél soberano no representaron más que un papel
totalmente secundario junto a los productos del dominio y de la justicia
(la supervivencia de los impuestos indirectos fue mucho más vigorosa).
Entre los francos no se conserva nada de los grandes servicios de la
administración romana ; los antiguos catastros fueron abandonados hacia
finales del siglo vi (excepto en Recia, donde se les encuentra hasta el v n i)
198
y ninguna division recuerda, ni.siquiera de lejos, las antiguas provincias;
toda la autoridad local pertenece a jefes de origen militar, condes y
duques. El palacio del rey lombardo conservó el nombre de sacrum
palatium y la dignidad de referendarius (jefe de la cancillería), tal vez
bajo influencias bizantinas; pero la mayoría de los grandes dignatarios
( marpahiz, stolesaz, scipoz) son de origen germánico, mientras que otros
están calcados de la jerarquía del exarcado (vestararius, cubicularius).
El impuesto público directo prácticamente desapareció, y las provincias,
muy menguadas por el trazado de la frontera con los bizantinos, desapa
recieron en favor de los ducados.
La genealogía precisa de las instituciones administrativas de la Euro
pa bárbara sólo se ha establecido en dos o tres casos n8. El más impor
tante se refiere a la institución condal. El comes civitatis apareció en
los últimos años del Imperio de Occidente; fue primero un dignatario
de la corte imperial (de ahí su nombre: pertenece a la comitiva) desta
cado en algún punto de importancia primordial para ejercer allí tem
poralmente un mando civil y militar u9. Pero la generalización rápida
de esta institución, aún embrionaria en 476, continúa siendo bastante
misteriosa; señala que Occidente, pese a su división política, aún cons
tituía una unidad jurídica sensible. Tal vez el reino godo de|Tolosa
representó un papel decisivo en esta difusión: el Código de Eurico ya
considera como normal la existencia de condes en las ciudades. En la
Galia, en el siglo vi, aún se trataba de una institución sobre todo meri
dional ; no se generalizó en el Norte hasta el siglo v i l 120. En la Italia
gótica sólo era esporádica cuando la reconquista de Justiniano la borró
momentáneamente, pero el gran Estado lombardo la adoptó plenamente.
En cuanto a los duques, que siempre conservaron una autoridad sobre
todo militar, la ascendencia romana es aún más directa, pero en el am
biente godo su poder, especialmente el civil, se desvía hacia el de gober
nador de provincia121.
Debemos recordar la curiosa tentativa de Ernest Babut de comparar la jerarquía
administrativa merovingia con la jerarquía militar romana m. Es demasiado sistemá
tica, pero su esquema merecería un profundo análisis crítico. Sugiere que a mediados
del siglo V se produjo una inflación general de los títulos: casi todos los tribunos
pasaron a ser condes, avanzando un grado, y ciertos condes, duques. El estableci
miento en las ciudades de esos tribunos-condes se explicaría por el desmembramiento
de la anona militar123.
C. El p r o b le m a d e l a h o s p it a lid a d
199
lidades del acantonamiento y de la subsistencia de los bárbaros a costa
de los romanos. La cláusula más importante para la historia del pobla
miento es la de la hospitalidad. Este termino designa la asignación a
cada pequeño grupo bárbaro (familiar o militar) de una propiedad o,
de un conjunto de propiedades rurales romanas para proporcionarle
alimentos y cobijo. Este régimen es en principio, y a menudo también de
hecho, bastante conservador: respeta los derechos eminentes de los
propietarios, los límites y la estructura de loe dominios, pues sólo afecta
al usufructo. Evita las confiscaciones y la violencia gratuita : el bárbaro,
si es razonable, está interesado en la buena marcha de la explotación,
cuyos frutos comparte. En teoría, la ruptura del foedus o la partida
de los bárbaros para o tro , acantonamiento restituye al propietario la
integridad de sus prerrogativas. De hecho, los bárbaros se incrustaron,
pero se les hizo comprender y a menudo imitar un régimen agrario
totalmente nuevo para ellos. La hospitalidad, cuando se prolongó lo
suficiente, fue un poderoso factor de asimilación.
Los textos establecen que la hospitalidad se aplicó al menos a cinco
pueblos: visigodos, burgundios, ostrogodos y, por un breve período,
a alanos y vándalos. Además sirvió sin duda de modelo más o menos
consciente a otros colonizadores que no estaban comprendidos dentro
de un tratado formal. Desgraciadamente, los datos que poseemos sobre
esta cuestión esencial son de mediocre calidad ; resulta bastante difícil
traducirlos en términos concretos, y las interpretaciones propuestas por
los historiadores modernos son contradictorias 124. Ignoramos los detalles
de las cláusulas del primero de los grandes convenios de hospitalidad,
el que fue firmado en 418 entre el patricio Constancio y los visigodus
de Valia. Las modalidades no fueron idénticas en todas partes: variaron
■según la importancia numérica de los pueblos a asimilar y según la
extensión de las regiones asignadas para su acantonamiento: los visi
godos y los burgundios, establecidos en sectores bastante reducidos,
recibieron por regla general las dos terceras partes de la tierra, mientras
que los ostrogodos, más extendidos en Italia, se contentaron con un
tercio 125. Repasemos brevemente los principales elementos constitutivos
de la hospitalidad.
Entre los propietarios romanos ¿quién estuvo sometido a esta obli
gación? Sólo se vieron afectados los grandes dominios de la aristocracia
(un texto de 456, que se refiere a los burgundios, sólo cita una parti
ción con los senadores galos) 126. En algunos casos (conocemos sobre
todo el de los alanos en el Valentinois, en 440), los dominios abandona
dos se tvieron afectados con prioridad127. Casi siempre el régimen sólo
afectó a una región limitada. La preocupación de conservar la cohesión
del ejéréito,bárbaro prevaleció sobre una justa repartición de los gravá
menes; sólo encontramos un sistema de reparto equitativo en el Estado
200
mejor administrado, la Italia de Teodorico: los propietarios que no
habían entregado un tercio de sus tierras a los godos debían depositar
la tercera parte de sus rentas en una caja pública (sin duda para pagar
las soldadas de los godos acuartelados en las ciudades o en el limes).
En otros lugares la dispersión de los grandes patrimonios se encargó
por sí misma de restablecer cierta igualdad.
El nombre técnico de la parte asignada al huésped bárbaro es sors,
«lote». ¿ Cuál era su cup'ta1.? Entre los visigodos y los burgundios, es
de los dos tercios dé las tierras (la parte que conservan los romanos
se denomina entonces tertia) ; entre los ostrogodos es de un tercio (en
tonces es la parte del godo la que se llama tertia) ; se ignora cuál fue
su cu.o,ta. entre los alanos y los vándalos. La proporción de un ( tercio
tenía tras sí una larga historia: se aplicaba en el Bajo Imperio a las
prestaciones que los propietarios debían hacer a los soldados o funcio
narios en misión oficial, provistos de célula de alojamiento, y fue adop
tada por Odoacro para el acantonamiento de sus tropas; en Italia los
bárbaros fueron tratados del mismo modo que lo eran los soldados
que se albergaban en casa del habitante 12s. La proporción de dos tercios
en Galia y España parece ser una innovación.
201
romano en el único representante jurídico del dominio para las acciones
reales y deja al romano la facultad de readquisición en caso de re
nuncia por parte del huésped. La ley visigoda sólo hace intangible la
partición y los derechos del huésped al cabo de 50 años. Como único pro
pietario verdadero, el romano continúa siendo — al menos entre los visi
godos— el único sometido al impuesto rural; sólo se le exige el pago
sobre la parte de que aún disfruta. Una ficción legal, sobre la que se
insiste particularmente en el reino de Teodorico, considera al romano
y su huésped como asociados, consortes, y su asociación como un usu
fructo común, communio praediorum.
202
NOTAS DEL CAPÍTULO PRIMERO
203
19. . Véase M a z z a r i n o , Si puo parlare... [ n .° 72], y E r i k a E n g e l m a n n , Zur Bewe-
204
38. Las conclusiones de M. B l o c h , Les invasions [número 105], aún son amplia
mente hipotéticas. Cf. el siguiente texto de Mario de Avenehes para 569;
Alboenus... cum omni exercitu... cum mulieribus vel omni populo suo in jara
Italiam occupavit».
39. Ante todo por F u c h s , Kunst der Ostgotenzeit [ n.° 175]; véase también
D . P. D i m i t r o v , Les peintures murales du tombeau antique de Silistra, Cahiers
archéologiques, XII, 1962, págs. 35-52.
40. C o u r t o i s , Les Vandales [n.° 233], pág. 229.
41. En Occidente por lo menos; en Oriente, relatos como el de Prisco, embajador
ante Atila, atraen necesariamente la atención: véase el seductor librito de
E. D o b l h o f e r , Byzantinische Diplomaten und ostliche Barbaren, Graz, 1955.
42. Sobre este último punto hay una serie de consideraciones penetrantes por parte
de R a m ó n d e A b a d a l , Del reino de Tolosa... [n.° 182], pág. 30.
43. Se hallará en C o u r t o i s , Les Vandales [n.° 233], una lista de los embajadores
imperiales en Cartago, pero sin elementos de comentario.
44. Y finalmente condenados por razones religiosas: P r o s p e r T i r o , Chron., año
437.
45. Una lista parcial de estos consejeros romanos ha sido elaborada por E. Ewic,
Résidence et capitale [n.° 445], pág. 30.
46. Véase para la Galia, Adrien B l a n c h e t , Les enceintes romaines de la Gaule,
París, 1907, y Albert G r e n i e r , Manuel d’archéologie gallo-romaine, t. I, Paris,
1931, págs. 403-484.
47. P a u l i n o d e P e l l a , Eucharisticos, vs. 333-343.
48. C f . Jerónimo C a r c o p i n o , Les castella de la plaine de Sétif, Revue africaine,
LIX, 1918, págs. 5 y sigs.
49. Carmina, XXII, 101-129.
50. Algunos clérigos que estuvieron en contacto directo con bárbaros tuvieron
conciencia de esta falta, e intentaron remediarla; no fueron escuchados (san
Niceas de Remesiana, Victricio de Ruán, Amando de Aquilea).
51. Propuesta por P. C o u r c e l l e , Settimane..., IX, 1961, págs. 644-645.
52. Especialmente la de P . C o u r c e l l e , Histoire littéraire [n.° 106].
53. Como el tesoro de orfebrería de Ténès: J. H e u r g o n , Le trésor de Ténès [nú
mero 432],
54. Los principales documentos han sido reunidos por P. C o u r c e l l e , Hist, litté
raire [n.° 106], págs. 40-46, y Sur quelques textes [n.° 107],.y por S i r a g o ,
Galla Placidia [n.° 76].
55. MGH, Epis t., I, 319.
56. Además el episodio tiene un sabor legendario: P a b l o D i á c o n o , Hist. Langob.
[número 33], IV, 37.
57. C o u r t o i s , Víctor de Vita [n.° 427], págs. 58 y 81; R. Louis, en Saint Ger
main- d’Auxerre et son temps, Auxerre, 1950, pág. 49, etc.
58. J. F o n t a i n e , Isidore de Séville [n.° 86], págs. 855-856.
59. Algunas referencias epigráficas en D e m o u g e o t , De Γunite [n.° 63],pág, 525.
60. C. /. L., IX, 1956.
61. C o u r c e l l e , Sur quelques textes [n.° 107], págs. 32-34.
62. Un hecho corrobora esta hipótesis. Mientras que las invasiones delsiglo ni,
que habían sorprendido un Occidente próspero, se habían traducido por la
ocultación de una cantidad incalculable de tesoros, que a veces contenían
centenares de kilos de monedas, las invasiones del siglo v raras veces tuvieron
efectos como éste.
63. J. W e r n e r , Z u den auf Oland und Gotland gefundenen Goldmiinzen, Forn-
vànnen, XLIV, 1949, págs. 257-286.
205
64. Sobre el botín que quedó allí, en África, ef. C o u r t o i s , Vandales [n.° 233],
página 275. Botín de los saqueos de Roma de 410 y de 455: C o u r c e l l e , Hist,
littéraire [n.° 106], págs. 35-40 y 152-154; C o u r t o i s , ibid., págs. 194-196.
Dos rasgos del saqueo de 455 son especialmente relevantes: la selección me
tódica de los vándalos (por ejemplo, la apropiación de estatuas, prueba de
la adopción, por lo menos parcial, de un criterio romano), y el hecho de que
una buena parte del botín fuera mera y simplemente transferida del guarda
muebles imperial al de Genserico (entre ellos, el tesoro tomado por Tito en
Jerusalén) ; por tanto, fue económicamente estéril.
65. Olimpiodoro, Excerpta, éd. de la Bizantina de Bonn, pág. 470, fr. 22.
66. Véase Paul á l l a r d , Une grande fortune romaine au V siècle, Revue des Ques
tions historiques, XLI, 1907, págs. 5-30.
67. C o u r c e l l e , Hist, littéraire [n.° 106], págs. 69-74.
68. El 'hecho ha sido notoriamente demostrado por T h o m p s o n , Christianity
[número 150], y Early visigothic Christianity [n.° 171], pág. 807.
69. Siempre será provechoso consultar a H. v o n S c h u b e r t , Geschichte der christ-
tlichen Kirche im Frümütelalter, Tubinga, 1917-1921, y las perspicaces páginas
de H. I. M a r r o u , Nouvelle histoire de ΓÉglise..., I, París, 1963, págs. 465-471.
Pero la historia del arrianismo germano se está renovando gracias a E. A.
T h o m p s o n : véanse en la bibliografía los núms. [171], [172 bis], y [199].
70. Que, en sí, no es arriano, sino oriental, común a todas las iglesias fundadas
por la misión bizantina.
71. Véase pág. 56.
72. Véase pág. 83.
73. ¿En qué medida tuvo vigor la prohibición? Es seguro que los príncipes
siempre se consideraron, exentos. Para los particulares, T h o m p s o n , The con
version [n.° 199], pág. 32, y C o u r t o i s , Vandales [n.° 233], pág. 220, han
recogido ejemplos epigráficos de uniones mixtas.
74. La legislación imperial excluía las iglesias heréticas del recinto amurallado;
sólo fue respetada en parte. Sin embargo, muchas iglesias arrianas de Italia
son extramuros (Aquilea, Milán, Nápoles) ; cf. C e c c h e l l i , L’arianesimo [ n ú
mero 206].
75. «Cf. págs. 196-197.
76. Según los datos sobre elpoblamientogermánico deFranciaproporcionados
por los recientes trabajos de toponimia: CRAI,1945, págs.289-298; L’anthro
ponymie française, en Hommage offert à Ferdinand Lot, Paris, 1946, páginas
17-37.
77. Es la tesis favorita de B r o ë n s , Le peuplement germanique [n.° 184],
78. De este modo se explica, sin duda, que todos los topónimos formados por un
antropónimo franco + la terminación -iacas hayan desaparecido de la región
de Caux ante el choque con los Normandos. Sin duda la moda no fue acep
tada por los campesinos, los únicos que permanecieron allí después de 911.
79. F. L o t , Noms de lieux en ville et en court [n.° 322].
80. Se ve cómo los puntos de vista de los historiadores han cambiado desde que
en 1934 Roger D i o n , oponiendo en Francia los regímenes agrarios del Norte
y del Sur, escribía con motivo de la línea que los separaba en el siglo XVlli:
«Diríase que es un frente de guerra, que limita hacia el Sur y el Oeste
alguna potente invasión alemana» (Essai sur la formation du paysage rural
français, Tours, 1934, pág. 150). El autor ha revisado su criterio desde
entonces.
81. B l o c h , Les invasions [n.° 105],
82. Citemos, entre las más notables, Colonia, Maguncia, Ratisbona, Carnuntum,
206
Aquincum. Dos residencias imperiales se hallan un poco más al interior: Tre
veris y Sirmium.
83. Esta preedueación urbana quizás era mayor en los francos: Nimega y Utrecht,
situadas en un territorio que aquéllos ocuparon desde mediados del siglo iv,
por lo menos habían conservado su nombre. Quizás allí se desarrolló un
proceso que explica el establecimiento de Childerico en Tournai.
84. El p r o b le m a ha s id o a d m ir a b le m e n te e s tu d ia d o en el p r in c ip io del a r t íc u l o
de E w ig , Résidence et capitale... [ n .° 445].
85. Muchos artículos resumidos en: Praetorium, palais burgonde et château com
tal, Genava, XVIII, 1940, págs. 69*87; Le prieuré Saint-Victor, les débuts du
christianisme et la royauté burgonde à Genève, Bull, de la Soc. d'Hist. et
d’Archéol. de Genève, XI, 3, 1958, págs. 211-258.
86. Véase págs. 123-124.
87. Véase pág. 179. Hay que señalar que incluso en los barrios bárbaros, todo
— arquitectura, planos, decoración— permanecía fiel a la tradición romana:
es imposible imaginar un homenaje más expresivo.
88. La gran transformación de las ciudades de África en los siglos vi y vil es
obra de los ingenieros militares bizantinos, que edificaron estrechas cindadelas
con materiales arrancados de los grandes edificios públicos. Este trabajo fue
diez veces más destructor del pasado que la acción de los vándalos.
89. La afición de los bárbaros a la ciudad es señalada por un símbolo: varios
soberanos se inmortalizan fundando una ciudad con su nombre. Hacia 578,
Leovigildo creó Heccopolis (del nombre de su hijo Recaredo), a orillas del
Tajo, taguas arribas de Toledo. En África, Hadrumetum (Susa) fue bautizada
Huniricópolis. En Recia, Coira fue una efímera Teodoricópolis.
90. Los estudios fundamentales sobre este tema — que será profundizado en el
volumen siguiente— son: C h e n o n , Le defensor civitatis Ln.° 61 ]; Joseph
T a r d i f , Les chartes mérovingiennes de Noirmoutier, RHD, 1898, páginas 763-
790; Jean R i c h a r d , Le defensor civitatis et la curie municipale dans la
Bourgogne du VIIIe siècle, Mém. Soc. Hist. Dr. et Inst. anc. pays bourguig
nons,.., XXI, 1960, págs. 141-145.
91. El debate fue iniciado en 1904 por la gran obra del sueco B. S a l i n , Die
altgermanische Thierornamentik [n.° 156], que ofreció la primera clasificación
satisfactoria de los estilos bárbaros, vistos desde el Norte. La hipótesis iraní
debe su formulación más clara al ruso Michael R o s t o v t z e f f , primero en su
gran síntesis Iranians and Greeks in South Russia, Oxford, 1922. Por último
la hipótesis romana tuvo por principal abogado el sueco W. H o l m q v i s t , Ger
manic art [n.° 154].
92. Que mientras tanto también habían asimilado muchas aportaciones orientales
y pónticas: de ese modo la inyección de estos últimos elementos se realizó a
muchos niveles de desarrollo cronológico.
93. V é a n s e s o b r e t o d o : S a l i n y F r a n c e - L a n o r d , Le fer à Γépoque mérovingienne
[ n ú m e r o 309], y d e E. S a l i n s ó l o , t r a b a j o s m e n o s t é c n i c o s : L a m é t a l l u r g i e
d u f e r a u l e n d e m a i n d e s g r a n d e s i n v a s i o n s , CRAI, 1956, p á g s . 24-29; Les
techniques de la damasquinure [ n . ° 307]; La civilisation mérovingienne [ n ú
m e r o 308].
94. Véanse los textos reunidos por F o n t a i n e , Isidore de Seville [n.° 86], páginas
817-818.
95. R ich é , Education et culture [n .° 9 7 ], pág. 237.
96. Observaciones muy pertinentes de F o n t a i n e , Isidore [n.° 86], págs. 833 y
843-846.
.97. De l’état de l’instruction [n.° 96].
207
98. Cf. R i c h e , Education et culture [n.° 97], págs. 254-291, y sus artículos La
survivance des écoles [n.° 98] y L’instruction des laïcs en Gaule mérovin
gienne au VIIo siècle, Settimane..., V, 1958, págs. 873-888 y Enseignement du
droit en Gaule du V Ie au X Ie siècle, en Ius Romanum Medii Aevi, Pars I, 5 b,
Milán, 1965.
99. F o n t a i n e , Isidore [n.° 86], p á g . 876, n.° 4; Vitas sanctorum patrum Emereten-
sium [n.° 423], p á g . 192.
100. F o n t a i n e , Isidore, p á g s . 880-881.
101. R i c h é , Education et culture, págs. 184-185, ha reunido algunos textos signi
ficativos sobre la medicina.
102. .Véase Kemp M a l o n e , Widsith, 2.a ed., Copenhague, 1962. (No hay que hacer
caso de las teorías aberrantes de R. L. Reynolds sobre este poema.)
103. Se hallarán resúmenes razonables en B r a d y , The legends of Ermanaric [nú
mero 217], y en Z i n k , Les legendes héroïques [n.° 220].
104. Cf. M u s s e t y M o s s é , Introduction à la runologie [n.° 148], y sobre todo
G. B a e s e c k e , Vor- und Friihgeschichte des deutschen Schrifttums, Halle,
1940-1950.
105. Véase el mapa de L. M u s s e t , La conversion des Germains, en Histoire uni
verselle des missions catholiques, t. I, Paris, 1957, pág. 109.
106. Joachim W e r n e r , Waage und Geld in der Merowingerzeit, Sitzungsberichte
d; Bayer. Akad. der Wiss., Phil.-Hist. Klasse, 1954, I.
107. Der merowingische Adel [n° 415].
108. La Inglaterra sajona, convertida al cristianismo, sintió deberes hacia los viejos
sajones del continente, sin duda ante todo deberes de religión, pero también
— Beda lo demuestra— deberes de solaridad étnica. Este sentimiento fue uno
de los orígenes de la misión anglosajona en Germania.
109. Lo volveremos a encontrar en el volumen La Alta Edad Media occidental:
los poderes.
110. No es éste el lugar para discutir tales atribuciones tradicionales; reciente
mente se han manifestado dudas con motivo de la Lex Romana Burgundionum
(cf. págs. 196-197) y del Edictum Theoderici (en el que Ρ. Rasi ve una obra de
Gundébaldo, jefe del ejército romano (magister militum), y A. d’Ors un
texto surgido de los servicios del prefecto de Galia establecido en Arles
hacia 460 (Estudios visigóticos, II: El Código de Eurico, Roma y Madrid, I960).
111. El problema es el siguiente: en las costumbres castellanas posteriores a l a
Reconquista se encuentran elementos extranjeros al derecho romano oficial,
a las compilaciones de la época visigótica y al derecho musulmán (venganza
¡privada, cojúradores, «morgengabe»...). ¿De dónde provienen? ¿Importación
franca? ¿Supervivencia de costumbres góticas no escritas y colocadas al mar
gen del derecho oficial? ¿Elementos prerromanos que habrían sobrevivido a
través de un derecho provincial muy vulgar? ¿Confluencia entre el derecho
romano vulgar, las costumbres góticas y las costumbres francas? Han sido pro
puestas todas estas diversas hipótesis.
112. La personalidad de las leyes no tenía, sin duda, el valor étnico absoluto que se
le atribuye a menudo: los clérigos, o por lo menos los prelados en tanto que
estamento, eran considerados como romanos, sea cual fuere su ascendencia.
Grandes propietarios bárbaros utilizan el testamento, tipo de acto adaptado
a su situación de fortuna, pero ignorado por el derecho germánico.
113. A. G a r c í a G a l l o , Nacionalidad y territorialidad del derecho, Anuario de
historia del derecho español, XIII, 1936-41, págs. 168-264; cf. W. R e i n h a r t ,
Über die Territorialitat [n.° 196],
114. Alvaro d’ORS, Estudios visigóticos: II. El código de Eurico, Madrid, 1960;
208
cf. del mismo, La territorialidad del derecho de los visigodos, Settimane..., III,
1955, págs. 363-408.
115. Wilfried R o e l s , Onderzoek naar het gebruik van de aangehaalde bronnm
van Romeins Recht in de Lrx Romana Burgundionum, Amberes, 1958; cf. la
memoria de G. C h e v r i e r , HEC, CXVIII,1960, págs. 206-209.
116. Lo cual explicaría que «no parece haber sobrevivido mucho y de manera eficaz
a la desaparición del reino burgundio» ( G a u d e m e t , Survivances romaines
[n.° 448]. pág. 160).
117. En Tolosa ya se anunciaba esta confusión: el çonsiliarius acumulaba las
funciones reservadas a en Rávena al |quaestor sacri palatii y al magister offi
ciorum. A. d ’ Ü R S ha conjeturado que el rey visigodo de Toulouse se había
atribuido la jurisdicción del prefecto de Arlés, pero esta opinión no ha encon
trado una adhesión general.
118. Se tratará de las instituciones fiscales en el volumen La Alta Edad Media:
los poderes; para las instituciones urbanas cf. págs. 187-188.
119. D e c l a r e u i l , Des comtes de cité [n.° 62],
120. B e r g e n g r u e n , Adel und Grundherrschaft [n.° 393], págs. 177-178.
121. Véase sobre todo Rolf S p r a n d e l , D u x und comes in der Merowingerzeit, ZRG,
Germ. Abt., LXXIV, 1957, págs. 48-84; cf. también B e r g e n g r u e n , op. cit.
[n,° 393], págs. 179-181, y Dietrich C l a u d e , Untersuchungen zum frühfánkis-
chen Comitat, ZRG, Germ. Abt., LXXXI, 1964, págs. 1-79.
122. E. B a b u t , Recherches sur l’administration mérovingienne, RH, CXXXI, 1919,
páginas 265-266.
123. Hay que aclarar el origen de las ecuaciones entre títulos latinos y títulos
germánicos (comes — gravo; dux = herizogo). Se fijaron muy tarde. A me
nudo, en la época carolingia, grafio — vicecomes.
124. El mayor esfuerzo de clarificación es el que ha intentado F. L o t , Du régime
de l'hospitalité [n.° 452], A. d ’ O RS, Código de Eurico, op. cit., págs. 173-184.
125. Muchos ostrogodos acantonados en las ciudades, en particular en Rávena, eran
alimentados por la anona, y no por la hospitalidad.
126. El hecho había sido puesto en duda para España, erróneamente, según
A. G a r c í a G a l l o , Notas sobre el reparto de tierras entre visigodos y romanos,
Hispania, I, 1941, págs. 40-63, pero no es seguro que los visigodos llevaran de
Galia a España el régimen de hospitalidad.
127. Se puede suponer que la originalidad del modo de vida de los alanos —nó
madas— los colocaba mejor en situación de disfrutar de los deserta Valentinae
urbis para errar con sus rebaños.
128. Sobre supervivencias posibles de esta cuota en la época lombarda, cf. pág. 88.
129. Se puede observar a propósito del domicilio: en 456, unos burgundios se
instalaron en la casa de Sidonio Apolinar (Carmina, X II). Más tarde tuvieron
sus propias moradas (Lex Burgundionum, XXXVII, 7). Las tierras fueron
distribuidas por partes iguales (Ibid., título LV). No obstante, ni la arqueolo
gía, ni la toponimia permiten descubrir sobre el terreno el fraccionamiento
de un antiguo dominio según los cupos legales.
130. T h o m p s o n , The Visigoths [n.° 172], págs. 119-120.
131. Aquí hay un notable cambio de actitud: los senadores, sobre quienes pesaban
principalmente los gastos de la hospitalidad, eran favorecidos ampliamente en
materia de alojamiento de las tropas (exención de la residencia principal),
merced a las antiguas constituciones imperiales.
209
C a p ítu lo II
Aspectos locales
1. El mundo mediterráneo
A. L a s i n v a s i o n e s y l a r u p t u r a d e l a u n id a d m e d i t e r r á n e a
210
a través de los movimientos de refugiados. La despoblación de R om a4
debió de llevar aparejada una disminución cuantitativa de los convoyes
anonarios, pero cuando los vándalos tomaron Cartago aquéllos aún no
habían perdido nada de su significación política y económica.
El mérito de Genserico fue comprender claramente esta situación. Al
parecer, la gran fuerza de su política fue un chantaje sobre el trigo.
Para que fuera eficaz era necesario poseer las tres principales fuentes
de cereales: Genserico poseía Africa desde el 439, puso pie en Sicilia
el año siguiente y ocupó Cerdeña hacia 455. ¿Necesitaba también una
flota de guerra? Courtois, que ve en el rey el fundador de un «imperio
del trigo», considera que los barcos requisados de la flota frumentaria
bastaban para todas las necesidades. F. Giunta, para quien Genserico
no es más que un pirata, estima que esa activvidad requería una estruc
tura naval más sólida 5. Faltan textos que puedan dirimir entre ambas
opiniones. En todo caso, mientras vivió Genserico, los vándalos supieron
utilizar sus naves para causar el máximo de problemas al mundo romano.
Desde 437 hasta 477 encontramos piratas vándalos un poco por todo el
Mediterráneo6. Su actividad culminó con la toma de Roma en 455, la
cual aportó un inmenso botín mobiliario y humano. Bajo los sucesores
de Genserico la marina vándala se limitó i a las tareas defensivas y
mantuvo las relaciones entre África y las islas a través del Mediterráneo
central7.
¿En qué medida sobrevivieron las estructuras antiguas a esta terrible
crisis? Odoacro pudo restablecer el tráfico frumentario de Sicilia nego
ciando con Cartago, y Teodorico continuó con ese modus vivendi. Las
corporaciones encargadas del aprovisionamiento de Roma, catabolenses
y navicularii, continuaron funcionando en la época gótica; traían trigo
de Apulia y se les encargaron los transportes en las Galias. Pero, al
parecer, los convoyes de África y de Cerdeña se interrumpieron, y eso
era lo esencial. La agricultura africana se puso a funcionar en circuito
cerrado, e Italia pudo arreglárselas sin sus aportaciones. Las relaciones
privadas parecen casi interrumpidas. Luego, la ruina de Roma durante
las guerras góticas hizo vanas todas las esperanzas de un retorno al
pasado. Justiniano no restableció la unidad económica y social destruida.
El cambio decisivo es, por tanto, ligeramente anterior a la ruina de
la institución imperial. A partir de 440-460, debemos considerar cada
país del Occidente mediterráneo como una entidad autónoma. Sus reac
ciones fueron distintas, incluso ante la reconquista bizaíitina, que los
afectó más o menos a todos.
211
Un resultado de este fraccionamiento fue sumergir en una oscuridad total la
mayor parte de las islas mediterráneas. Nadie se preocupó de ellas entre la caída
del reino vándalo y los inicios de la piratería sarracena, hacia 800. Córcega y
Cerdeña, pese a los protectorados bizantinos o francos, carentes de resultados
prácticos, se organizaron para vivir encerradas en sí mismas, de espaldas al mar.
Ya Justiniano sólo poseía en ellas las llanuras costeras y las zonas mineras. La
ocupación de Italia por los lombardos y luego la de Cartago por los árabes rom
pieron los últimos lazos. Las tribus sardas, reforzadas sin duda por deportados
africanos, los barbaricini, adquirieron una independencia de hecho, comparable a
la de los moros del «África olvidada». Cerdeña y Córcega fueron una «Italia olvi
dada».
Otra víctima fue Dalmacia. Dejada en la pars Occidentis por las particiones del
siglo IV, siguió la suerte de Italia después de la caída de los ostrogodos. Su seguridad
dependía de las relaciones que éstos conservasen con el interior hasta el Danubio.
La reconquista bizantina tuvo como resultado hacerle compartir el destino desas
troso de los Balcanes. Desde 600, los eslavos bloquearon Salona, que fue destruida
por los ávaros .hacia 614; los habitantes se encerraron en las ruinas del palacio
fortificado de Diocleciano y las reliquias de los mártires fueron transportadas a
Roma por el papa Juan IV (640-642). La patria de tantos emperadores del Bajo
Imperio dejó de intervenir durante largo tiempo en la vida de Occidente.
B. P a r a u n a h i s t o r i a c o m p a r a d a d e l o s E s t a d o s g e r m á n ic o s e n e l
MUNDO MEDITERRÁNEO
212
posible allí donde existió este dualismo; se podía eliminar todo vesti
gio bárbaro — los vándalos y ostrogodos desaparecieron sin dejar
trazas— y continuaba existiendo una organización romana, teóricamente
a punto de funcionar, mientras que no es posible imaginar qué habría
sucedido en la Galia si se hubiera suprimido a los francos. La verdadera
frontera entre la Antigüedad y la Edad Media sólo se establece en el
momento en que las ruedas antiguas son definitivamente incapaces de
girar. Los Estados de Eurico, de Genserico, de Teodorico, de Gundebaldo
se hallan acá de ese límite; los de Clodoveo, de Recaredo y de Rotario
ya lo han traspasado.
El estudio comparativo podría extenderse a otros campos, como el
de las relaciones políticas. El Occidente bárbaro pasó primero por una
fase de división, de desconfianza o de hostilidad abierta con el Imperio,
que culmina con Genserico; se trata de una rivalidad salvaje entre
pueblos. Luego todo cambia, no con la destitución del grotesco Rómulo
Augústulo, sino con el establecimiento de Teodorico en Rávena en 493.
El mundo bárbaro se organiza; el Estado ostrogodo, decididamente con
servador, se convierte en la piedra angular; se restablecen las relaciones
con el Imperio; la barbarie — en el sentido peyorativo de la palabra—
cede en todas partes. He aquí una dirección fecunda para las investiga'
ciones.
C. De lo s godos y lo s su evos
213
El Estado suevo es seguramente uno de los más oscuros y más insig
nificantes dejados por las invasiones. Las fuentes que se refieren a él
'son extremadamente sumarias y todas extranjerae a la corte de los reyes
de Braga, cuyas tradiciones históricas ignoramos a causa de ello. Un
historiador reciente, R. L. Reynolds, se ha basado en esto para proponer
una reconstrucción de la historia sueva radicalmente distinta de la que
ya hemos expuesto (pág. 54). No nos ha parecido convincente; pero es
instructiva : es un buen ejemplo de que los elementos del rompecabezas
que constituye la documentación relativa a la Alta Edad Media son tan
incompletos, que cualquier montaje basado en ellos, casi siempre puede
ponerse en tela de juicio.
Reynolds pretende que los suevos llegaron a. España por una migración marítima,
comparable a la de los anglosajones (y a las de los hérulos y los bretones, que tam
bién acabaron en Galicia). Niega su presencia entre los pueblos que atravesaron el
Rin en 406 (pues Jerónimo sólo cita los cuados) 13.
D. El p r o b le m a d e l a is la m ie n t o h is p a n o g ó t ic o
214
El impulso intelectual de la era isidoriana no atravesó los Pirineos, y
los libros que produjo no se recibieron en Galia antes de finales del
siglo V il, o incluso después de 7 1 1 15. La ideología de la realeza sagrada
elaborada en España, bajo Wamba (672) a más tardar, no tuvo eco en
la Galia hasta Pipino el Breve. Inversamente, la España goda fue casi
el único de los Est-ados bárbaros que permaneció refractario a una
corriente tan general como la Tierornamentik. Pero, por encima de una
antipatía cierta, se han señalado indicios de contactos en diversas direc
ciones. M. Broëns creyó descubrir topónimos de tipo merovingio en
Galicia (compuestos en -curtis y -villa) y lo s atribuye a la expedición
franca de 5 4 2 16 ; es una tesis muy aventurada. Zeiss ha señalado un
mobiliario franco en un cementerio de Pamplona. Sobre todo,' dentro
de la controversia que persiste en torno al origen de los elementos no
romanos del derecho consuetudinario castellano, una escuela cree en
la existencia de influencias ultrapirenaicas 17.
Los mismos lombardos tal vez no carecieron, totalmente de contactos
con España18. En resumen, este ejemplo extremo demuéstra que ninguno
de los compartimientos del Occidente bárbaro debe ser considerado como
una entidad encerrada en sí misma; los intercambios no cesaron jamás
totalmente entre las más autónomas.
2. Galia
A. B e la s p r i m e r a s e t a p a s d e l e m p u je f r a n c o
215
Nuestros conocimientos son tan someros sobre esta historia primitiva
de los francos, que se suplen demasiado a menudo con ideas transmitidas
de generación en generación y escasamente fidedignas. De vez en cuando
una de ellas se hunde con gran estrépito. Es lo que acaba de ocurrir al
viejo clisé que enfrentaba los «francos salios» con los «francos ripua-
rios», y que aún era respetado en 1955 por Ch. Verlinden. De hecho, la
crítica de F. Steinbach, E. Ewig y J. Stengers lo ha destruido definitiva
mente 21.
El ataque decisivo fue preparado por los trabajos de F. Beyerle sobre el derecho
ripuario22: establecieron que la Lex Ribuaria, lejos de ser la homologa simétrica
de la Lex Salica, no es más que una variante secundaria de ésta, aplicable a los
austrásicos, y mucho más reciente (no es anterior a 633, y ese nombre sólo es cono
cido a partir de 803). En cuanto a la misma palabra «ripuarios», no aparece en
Jordanes, como se había creído (habla de ripaliori, cuerpos auxiliares que guardan
las orillas de un río, sin duda el Ródano) ; no aparece en las fuentes del siglo vi y
tampoco en las del v i l Los riboarii hacen su aparición tardía en la historia en
726-727, con el Liber Historiae Francorum: entonces (y hasta el siglo x) constituye
el nombre de los habitantes de la región de Colonia, de Juliers y de Bonn, al oeste
del Rin, y del Ruhrgau, al este del río, es decir, aproximadamente la antigua
civitas Agrippinensium. El nombre proviene probablemente de una jefatura militar
de orillas del Rin, más o menos modelada sobre una circunscripción romana. Los
ripuarios no constituyeron nunca una tribu ni una rama del pueblo franco. La idea
misma de una cohesión entre los francos del Este es discutible. Se puede hablar en
sentido geográfico de una Francia Rinensis, como hace el Cosmógrafo de Rávena;
pero la única entidad política de la que se sabe alguna cosa esel reino de Colonia.
En cuanto a los salios, si bien su existencia es indiscutible, es casi imposible
decir a qué realidad precisa corresponden. Pocas certidumbres han sobrevivido al
ataque destructor de Stengers. Según parece, el término sólo designó una entidad
política antes de la aparición de la dinastía merovingia; luego no es más que un
vocablo jurídico o un equivalente literario de Francas. El agrupamiento autónomo
de los salios no debió de t,ener más que una existencia breve. ¿Dónde residía?
Sólo poseemos dos indicios: uno, la aproximación toponímica entre los salios y el
Salland, en la orilla derecha del Rin holandés; el otro, su localización en Toxandria
—un nombre difícil de interpretar (cf. pág. 70)— , dada por Amiano Marcelino.
Por tanto, no hablaremos de los salios más que con motivo de las primerísimas etapas
íle la progresión franca, desde el Rin hacia el Escalda. Luego es prudente recurrir
a la expresión más neutra de «francos del Oeste».
B. El g u e r r e r o f r a n c o y la a s im ila c ió n de l a s c o n q u is ta s
216
fundamental del Estado franco; su tumba es en cierto modo el fósil
característico de éste. Se ha insistido mucho, y con razón, en el hecho
de que la conquista franca señala el triunfo de una Kriegerkultur sobre
la civilización, aún civil en gran parte, del Bajo Imperio, cultura gue
rrera! que se expresa perfectamente en los «cementerios en-filas», que
•se multiplican a partir del siglo VI (pág. 129) 23.
217
por la historiografía; en cambio, ningún texto menciona una inmigración franca
en masa. En consecuencia, los arqueólogos del siglo xix, como Barriére-Flavy
atribuyeron a los godos todas las tumbas «bárbaras» que encontraron. Maurice
Broëns ha reaccionado vigorosamente27, ciertamente con razón: la mayoría son
posteriores a 507 y nada corresponde aquí a las necrópolis de la meseta española.
La mayoría de los cementerios presentan la facies «merovingia» característica, con
el hacha y el machete de un solo filo, tanto más típica cuanto que las tumbas godas
jamás contienen armas; además el mobiliario presenta formas exclusivamente locales
(sobre todo en Lauraguais, donde se advierte una inspiración en las tradiciones del
Mediterráneo oriental). ¿Cómo interpretar esto? Broëns ve el Mediodía aquitano
inundado por 150.000 francos, de los cuales se establecen 50.000... Sin hablar de
las cifras, que son gratuitas, ¿la explicación en sí es segura? ¿Difieren tanto los
hechos de los comprobados en Borgoña?
El debate parte de Gregorio de Tours, HisL franc., II, 27, que presenta fechas
escalonadas de cinco en cinco años para los principales sucesos del reinado: victoria
sobre Siagrio, en el año v ; victoria sobre los turingios, en el año x ; victoria sobre
los alemanes y promesa de conversión que prepara el bautismo, en el año x v ; vic
toria sobre Alarico II en Vouillé, también en el año x v . Pero, se sabe con certeza
que Vouillé no corresponde a 496 (año x v ) , sino a 507 (año x x v - x x v i ) . ¿Este error
se extiende también al dato relativo a la victoria sobre los alamanes y al bautismo?
218
Sobre el bautismo, sólo poseemos dos fuentes antiguas, además de Gregorio:
Una carta de San Ávito de Vienne, más o menos contemporánea, para felicitar a
Clodoveo por su conversión; sólo añade una precisión indiscutible a Gregorio: el
día del bautismo (Navidad), Una carta de Nizario, obispo de Tréveris, a la reina
lombarda Clodosvinda, nieta de Clodoveo, hacia 567-568; sitúa la promesa de con
versión inmediatamente después de una visita a San Martín de Tours, no fechada
(antes de Vouillé, Tours estaba en territorio visigodo). Por tanto, nuestras fuentes
no se corresponden en absoluto: Gregorio de Tours es el único que testifica una
relación entre el bautismo y la victoria sobre los alamanes y el papel de san
Remigio de Reims; únicamente Avito da la fecha de Navidad; sólo Nizario habla
de una relación con Tours (el silencio de Gregorio sobre este punto es bastante sin
gular). Nada de todo esto proporciona una fecha segura; pero si creemos en el
viaje a Tours, éste únicamente fue posible con motivo de una guerra contra los
godos: ¿la de 506-507, bien conocida, u otra, simplemente posible, en 498? Si
mantenemos el sincronismo con la guerra contra los alamanes, ¿se trata de la de
495-496, atestiguada sólo por Gregorio, o de la de 505-506 demostrada por Casiodoro?
Existen, por tanto, dos medios de satisfacer estos sincronismos. Uno, es perma
necer relativamente fiel a Gregorio, situar el bautismo el 25 de diciembre de 497
(Lot), 498 o 499 (Levillain) y creer en la existencia de dos campañas de Clodoveo en
Aquitania, así como de dos campañas contra los alamanes. Otro, es fiarse sobre
todo de Casiodoro, situar el bautismo y la campaña única contra los alamanes
en 50633 y dejar diez años vacíos al principio del reinado, del año x al año xx (en
el cual nadie discute la guerra contra los burgundios) : es el de Van de Vyver.
Cada sistema tiene sus puntos flacos: las repeticiones en el primero; el silencio de
diez años, en el segundo. ¿Cómo elegir? Sólo un argumento posee cierto peso. Sin
duda alguna, Clodoveo se vio favorecido por su catolicismo en la lucha contra los
godos de 507; esto se explicaría mejor si ese catolicismo datara de ocho o diez
años antes que si sólo se remontara a la Navidad anterior. Pero esta presunción no
es una prueba.
219
concedido un consulado honorario al rey franco; el resto no sería más
que una escenificación, debida a una iniciativa local, ya fuera del mismo
Clodoveo, ya de los sacerdotes de Tours, deseosos de festejar su libera
ción de los g o d o s31. El mismo Teodorico, pese a su respeto por las
prerrogativas imperiales, llevaba la púrpura y la diadema y se atri
buyó en la inscripción de Terracina — precisamente hacia 507-511— el
título de semper Augustus: es evidente que en su opinion estas formas
no implicaban una reivindicación del Imperio y de igualdad con Anas
tasio. Por otra parte, ningún emperador romano había sido reconocido
en el norte de la Galia después del asesinato de Mayoriano en 461. Si,
creemos en el papel de los notables de Tours, se puede pensar que la
escenificación estaba destinada a inclinar la realeza franca en un sentido
favorable a los romanos. Si se cree más bien en una iniciativa de Clo
doveo, cabe comparar su gesto, no sólo con el de Teodorico, sino tam
bién con el de cierto principillo de Aurés, Masties, que se había procla
mado imperator poco antes.
Sea como fuere, el episodio de Tours no tuvo ninguna consecuencia.
No poseemos ninguna otra evidencia de esos títulos ambiciosos, y el
reino de Clodoveo y de sus sucesores conservó formas esencialmente
germánicas.
3, El mundo atlántico
220
Tuvo un trabajo fácil al denunciar las debilidades de todas nuestras fuentes:
cronología extraña (de cuatro en cuatro años o de ocho en ocho) de la Crónica
anglosajona; nombres improbables de Hengist y de Horsa («semental» y «caballo»),
e incluso de Vortigern (que no sería más que una retraducción gala de una expre
sión latina tomada erróneamente por un nombre propio); Port, o sea, «el Pireo
tomado por un hombre» (su nombre se debería a una falsa etimología de Ports
mouth) ; la Historia Brittonum, responsable de buena parte de estos mitos (entre
ellos el de Arturo), es «una novela que sólo data del siglo ix», y Gildas, su mejor
fuente está «llena de equivocaciones monstruosas»; Procopio, por último, sólo
consideró el noroeste de Europa como un «país de quimeras».
B. E str u ctu r as p o l ít ic a s y s o c ia l e s de la I n g l a t e r r a p r im it iv a
221
siglo vin. Bajo la influencia de lo que comprobó en su época, Beda se
representaba la Inglaterra .primitiva como constituida por reinos homo
géneos y yuxtapuestos, cada uno de ellos nacido de la inmigración de
un grupo étnico coherente: aquí los sajones, allá los anglos, acullá los
jutos. La investigación contemporánea se aleja cada vez más de ese clisé
simplista 41 : admite que la unidad étnica relativa que existía en los si
glos vi y vu no es un dato primario, proporcionado por la migración,
sino fruto de la partición geográfica de los territorios bretones entre los
conquistadores y de las necesidades militares y económicas que resultaron
de ello. Por tanto, sería inútil buscar en el continente el origen preciso
de cada «pueblo» de las listas de Beda; todos surgieron de reagrupa-
mientos posteriores a la migración.
Esta nueva posición es ventajosa. Explica la unidad presentada por
el viejo inglés, pese a la diversidad de los orígenes alegados por Beda,
y ello desde el principio de la era literaria: ningún clan estuvo lo
bastante aislado después de su desembarco como, para conservar largo
tiempo su originalidad dialectal ; por fuerza debió de nacer rápidamente
una lengua común. Esto explica la mutación que en Inglaterra convirtió
a los viejos sajones continentales, pueblo el más «republicano» entre
todos los germanos, en súbditos de una serie de dinastías (que invocaban
claramente a Woden, el dios de la guerra, como su autor) 42. Y sobre
todo aproxima en cierto modo la historia anglosajona a la de los ger
manos continentales más próximos, los francos; en efecto, ya subraya
mos que todos los elementos esenciales de la civilización franca de la
era merovingia fueron elaborados después del paso del Rin, entre ellos
las agrupaciones políticas.
Aún se puede esperar que la arqueología aclare muchas cosas que
no explican los textos sobre los orígenes de los reinos anglosajones.
En los últimos 25 años dos excavaciones excepcionales han aumentado
considerablemente nuestros conocimientos: la de la tumba en forma de
barco de Sutton Hoo, en Suffolk (1939), realizada por R. L. S. Bruce-
Mitford, que ha reavivado mucho la historia de los Wuffingas, la di
nastía real de Anglia Oriental, y la del palacio de Yeavering, en North
umberland (1953-1957), efectuada por B.. Hope-Taylor, que ha aclarado
la fase final de la época pagana de Bernicia. Gracias a ellas, se añade
un complemento artístico y social a los rudimentarios datos políticos de
la Crónica anglosajona y de las listas reales.
222
de monedas de oro merovingias (reunido hacia 660-670 según la mayoría de numis
máticos, hacia 625 según Lafaurie). Este cenotafio debió de estar jasignado al rey
Redwald (muerto hacia 625) o al rey Aethelhere (muerto en 655) ; la ausencia del
cuerpo se explicaría por una conversión al cristianismo, o bien por una muerte en
lugar lejano. Revela la confluencia de tradiciones singularmente diversas: mediterrá
neas (vasos de metal de Alejandría y de Constantinopla), francas (monedas), escan
dinavas y más exactamente suecas (idea general de la sepultura en forma de barco,
casco del tipo de Vendel) y, por último, bretonas {hangingJwwl de tradición celta).
Nada demuestra mejor que Inglaterra no era un mundo aislado, perdido en los
bordes del oikumené, sino que su aristocracia participaba de todas las comentes de
la civilización europea.
C. S u p e r v iv e n c ia s a n t ig u a s en la Bretaña celta
Los territorios conservados por los bretones eran los menos roma
nizados de la isla. Excepto la supervivencia del cristianismo, todo parece
indicar una extinción rápida de las tradiciones antiguas: la lengua
prácticamente no conservó nada del latín, la vida económica regresó
a las formas indígenas primitivas, la sociedad volvió a adoptar una es
tructura tribal ajena al ideal antiguo.
Pero, actualmente, la epigrafía y la arqueología invitan a reconsiderar
el problem a: las inscripciones latinas posteriores a la ruptura entre
Bretaña y Roma son numerosas en el Oeste 46. Su estilo es notablemente
conservador: empleo de fechas consulares (hasta 540 en Penmachno,
223
en Gales), menciones de cives, de un magistratus, de un protector, etc.
Ahora bien, esto se encuentra en un medio puramente celta (exactamente
irobretón) donde habitualmente se escribe en ogam. ¿Qué pensar de
estos elementos romanos que se manifiestan a veces hasta el siglo vil,
mucho más tarde que en la Galia? ¿Subsistió alguna relación directa
entre el Mediterráneo y el mundo celta?
Los textos narrativos sólo ofrecen un indicio muy débil, que señala
un itinerario Alejandría-España-Bretaña a principios del siglo v i l 47.
Se han encontrado algunas piezas bizantinas de los siglos VI y v i l en el
sur de Inglaterra. Pero desde hace algunos años, los arqueólogos han
descubierto, en una decena de estaciones en Devon, Cornualles, Irlanda
del Sur e incluso en las Hébridas, una cerámica originaria del Medi
terráneo oriental y ánforas conocidas también en España, en Sicilia y
en Grecia 4S. Así se descubre un aspecto marítimo insospechado de la
supervivencia romana: un cordón umbilical unía Gran Bretaña con
el Mediterráneo pasando por la España bizantina (que se consideraba
únicamente como una especie de callejón sin salida).
D. D e l p r o b l e m a de l a B a j a B r e t a ñ a
224
abundante y sólido; el del gálico depende únicamente de algunos nombres propios
y de inscripciones lacónicas y oscuras. El gálico se considera sólo hipotéticamente
como una unidad; de hecho, no sabemos prácticamente nada del gálico del Noroeste
ni del del Nordeste (César afirma la existencia, entre los belgas, de particularidades
lingüísticas; no estamos en condiciones de reconocerlas). Esto debe incitar a una
extrema prudencia, tanto si se trata de negar como de afirmar la posibilidad de
supervivencias galas.
225
NOTAS DEL CAPÍTULO II
226
20. J. M e r t e n s , Oudenburg et le litus saxonicum en Belgique, Helinium, II, 1962,
páginas 51-62.
21. E w i g , Die civitas Ubiorum, [n.° 258] ; S t e n g e r s , La formation de la frontière
[n.° 283].
22. ZRG, Germ. Abt., 1935, pág. 2; y sobre todo el prefacio a la edición B e y e r l e
y B u c h n e r de la Ley Ripuaria (MGH, Leges, in 4.°, III, 2, 1954).
23. La idea es explotada a fondo — pero con argumentación un poco discutible—
por B e r g e n g r u e n , Adel und Grundherrschaft [n.° 393], págs. 167 y sigs. El
problema vuelve a ser tratado, de forma más matizada, por B o d m e r , Der Krieger
der Merowingerzeit [n.° 394].
24. Véase una nota de Jean H u b e r t , BEC, CVI, 1945-46, págs. 140-142; para
«francisca»: G. K u r t h , Etudes mérovingiennes [n.° 261], t. I, págs. 4-2-43;
para «framea»: G. M u s t , The origin of framea, Language, XXXIV, 1958, pá
ginas 364-366.
25. Studien zu den Grabfunden [n.° 232].
26. Les arts industriels [n.° 289].
27. Le peuplement germanique [n.° 184].
28. Para hacerse una idea razonable de los límites de nuestro conocimiento, cf.
H a l p h e n , Grégoire de Tours historien de Clovis [ n . ° 259].
•29. L e v i l l a i n , La conversion et le baptême de Clovis [ n .° 263].
30. L o t , La victoire sur les Alamans et la conversion de Clovis, RBPH, XVII,
1938, págs. 63-69.
31. B. K r u s c h , Die erste deutsche Kaiserkronung, Sitzungsber. der bayr. Akad.,
1932, pág. 1060.
32. V a n d e V y v e r , La victoire contre les Alamans [n.° 268].
33. Este sistema tiene por corolario rechazar todo lazo entre la' famosa batalla de
Tolbiacum (Ziilpich), librada por el rey de Colonia contra los alamanes, y la
conversión de Clodoveo.
34. Es la hipótesis de P. C o u r c e l l e , Le titre d'Auguste [ n .° 256].
35. Hengist, Horsa, Vortigern et la conquête de la Grande-Bretagne par lesSaxons,
en Mélanges Bémont, París, 1913; Les migrations saxonnes [η." 347]; Valeur
historique du De excidio [n.° 348] ; Bretons et Anglais [n.° 350] ; Nennius
[n.° 349].
36. Some parallels... [n.° 371], págs. 469 y sigs.
37. Language and History... [n.° 343], págs. 200 y sigs.
38. En Dark Age Britain [n.° 361], págs. 112-122 y págs. 108-111.
39. Sobre este último itinerario, cf. pág. 223.
40. Véase, en último lugar, A. R. B u r n , Procopius and the Island o f Ghosts, EHR,
L5&, 1955, págs. 258-261.
41. La crítica más reciente y más vigorosa procede de H. R. Loyn, Anglo-Saxon
England and the Norman Conquest, Londres, 1961, págs. 24-26. Cf. también
L ethbridge , en Dark Age Britain [n.° 361], págs. 116 y sigs.
42. Cf. K. S i s a m , Anglo-Saxon royal genealogies [n.° 354].
43. B r u c e - M i t f o r d , The Sutton-Hoo ship burial [n.° 362], reúne todo lo esencial;
sobre la fecha, véase en último lugar L a f a u r i e , Settimane..., VIII, 1960, pá
gina 249.
44. C. V. S utherland , Coinage in Britain in the 5th and 6th centuries, en Dark
Age Britain [n.° 361], págs. 3-10.
45. J. P. C. K e n t , From Roman Britain to Saxon England, en Anglo-Saxon Coins,
Londres, 1961, págs. 1-22.
46. M a c a l i s t e r , Corpus Inscriptionum Insularum Celticarum [n.° 12] ; comentario
de J a c k s o n , Language and History [n.° 343], págs. 118-120, y G. H a s e l o f f ,
Settimane..., IX, 1961, págs. 477-496.
227
47. Vie de saint Jean l’Aumônier, G r o s s e , Las Fuentes [ n .° 188], págs. 412-413.
48. Además de H a s e l o f f , art. citado, págs. 480-483, cf. R a l e g h - R a d f o r d , Imported
pottery [n.° 486]; Allen Fox y G. C. D u n n i n g , Some evidence for 'a dark-age
trading site at Bantham, Antiquaries Journal, XXXV, 1955, págs. 55-67 ;
Al. Y o u n g , A bronze age pin from South Uist, ibid., XXXVIII, 1958, pági
nas 92-94.
49. Ante todo V émigration bretonne [n.° 497].
50. F a l c ’ h u n , Le breton, forme moderne du gaulois [n.° 492], y Histoire de la
languç bretonne [n.° 493].
51. F l e u r i o t , Recherches sur les enclaves... [n.° 494]. Véase también, del mismo
autor, la introducción a su Dictionaire des gloses en yieux-breton, París, 1964.
228
Conclusion general
229
TERCERA PARTE
DOCUMENTACIÓN
Advertencia
233
La historia de las invasiones está en la edad de la erudición más que en la de
las síntesis. Aún permanecerá así mucho tiempo, pues estas síntesis cada vez más
exigen unas competencias que raramente se reúnen; nadie debería arriesgarse
sin ser no sólo historiador, sino también lingüista, arqueólogo y jurista. Ese deside
rátum sólo se encuentra en algunos libros excepcionales. Pero demasiados histo
riadores ,de la crisis del siglo v sólo son historiadores y no han extraído de la
arqueología todas las lecciones que encierra.
Así se explica el carácter de la bibliografía que sigue, en la que los artículos
de detalle forman un porcentaje aplastante de los títulos citados. No obstante,
hemos intentado transcribir solamente los que dan material para una reflexión que
rebase su limitado objetivo.
234
S e c c ió n I. PUBLICACIONES DE F U E N T E S 1
I. F u e n t e s e p ig r á f ic a s
a) Germanos en general
[2] A rn z t (H elm u t), Zeiss (H ans), Die einheimischen Runendenkmaler des Fes-
tlandes, L eipzig, 1939.
[3] F i e b i g e r ( 0 .) , S c h m i d t (L .), Inschriftensammlung zur Geschichte der Ostger-
manen, V iena, 1917 ; suplem entos 1939 y 1944.
b) Galia
[4] G o s e (E rich ), Katalog zur friihchrisilichen Inschriften in Trier, Berlin, 1958.
[5] L e B l a n t (E d m on d ), Inscriptions chrétiennes delà Gaule antérieures au V I I I e
siècle, Paris, 1856-65, 2 vols.
[6] L e B l a n t (E .), Nouveau recueil des inscriptions chrétiennes de la Gaule,
Paris, 1892.
c) España
[7] H ü b n e r (A em ilius), Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlín, 1871-1900,
2 vols.
[8] (José), Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, B ar
V iv e s
celona, 1942.
d) Italia
[9] P an azza (G aetano), L ap idi e sculture paleocristiane e pre-rom aniche di
P avía, en Arte del primo millennio, Turin, 1952, págs. 211 y sigs.
[10] R o s s i (J. B . de), Inscriptiones Christianae Urbis Romae septimo saeculo anti
quiores, .R o m a , 1857-1888, 2 vols.
e) África
Véase C o u r to is , Les Vandales et l’Afrique (n.° 233), apéndice II, págs. 365-388.
f) Gran Bretaña
[11] H ü b n e r (A em ilius), Inscriptiones Britanniae christianae, Berlín, 1876.
[12] M a c a l i s t e r (R . A . S . ) , Corpus inscriptionum insularum celticarum, Dublin,
1945-1949.
235
II. F uentes p a p ir o l ó g ic a s y a f in e s
III. F u e n t e s n a r r a t iv a s 2
b) Reinos bárbaros
Se encuentra una orientación general precisa en :
[21] W a tte n b a c h (W .), L e v i s o n (W .), Deutschlands Geschichtsquellen im Mitte-
lalter, Vórzeit und Karolinger, 1. Die Vorzeit von dm Anfângen bis zur Herrs-
chaft der Karolinger, por W . L e v i s o n , Weimar, 1952 ; Beiheft. Die Rechts-
quellen, por R. B u c h n e r , Weimar, 1953 a.
Galia
[22] F r e d e g a r i o , Chronicon, ed. B. Krusch, MGH, SS. Rer. Merov., II, 1888,
págs. 1-108 ; trad. ingl. del libro IV de J. M. W a l l a c e - H a d r i l l , Edim
burgo, 1960.
[23] G r e g o r i o d e T o u r s , Historia Francorum, ed. Omont, Collón & Poupar-
din, París, 1913, o ed. de las Opera, MGH, SS. Rer. Merov., I ; 2.a ed., 1951 ;
trad, franc, de R. L a t o u c h e , París, desde 1963.
[24] M a r i o d e A v e n c h e s , Chronicon, ed. Th. Mommsen, M GH, A A , X I ( Chro
nica minora, II), págs. 225-239.
[25] S i d o n i o A p o l i n a r , Opera, ed. Luetjohann, MGH, A A , V III, 1887 ; trad,
fran. de A . L o y e n , en prensa en la colección G. Budé.
[26] V e n a n c i o F o r t u n a t o , Opera, ed. F , Leo y B. Krusch, M GH , A A , IV,
1881-1885.
España
[27] H i d a c i o , Chronicon, ed. Th. Mommsen, MGH, A A , X I (Chronica minora,
II), págs. 1-36.
[28] I s i d o r o d e S e v i l l a , Chronicon, ed. Th. Mommsen, M GH, A A , X I ( Chro
nica minora, I I ) , págs. 391-506 ; Historia Gothorum, ed. Mommsen, ibid.,
págs. 241-303.
[29] J u a n d e B i c l a r a , Chronicon, ed. Th. Mommsen, M GH, A A , X I ( Chronica
minora, II), págs. 207-220.
Italia
236
[30] G a s i o d o r o , Gîironicon, ed. T h . Mommsen, M GH , A A, X I ( Chronica mino
ra, II), págs. 109-161 ; Variae, ed. Mommsen, ibid., X I I , 1894.
[31] E n o d i o , Panegyricus dictus clementissimo regi Theoderico, ed. Hartel,
CSEL, V I.
[32] J o r d a n e s , Getica, ed. Th. Mommsen, MGH, A A , V , I, 1882.
[33] P a b l o D i á c o n o , Historia Langobardorum, ed. Bethmann & Waitz, MGH,
SS. Rer. Langob., 1878.
[34] P r o c o p i o , Bellum Gothicum, ed. del texto griego y trad, italiana de G o m -
p a r e t t i , Rom a, 1895-1898, 3 vols.
África
[35] F e r r a n d o d e C a r t a g o , Vita Fulgentii, ed. y trad. fran. de G . L a p e y r e ,
Paris, 1929.
[36] V í c t o r d e T u n n u n n a , Ghronicon, ed. T h . Mommsen, MGH, A A , X I ( Chro
nica minora, II), págs. 163-206.
[37] V í c t o r d e V i t a , Historia persecutionis vandalieae, ed. Petschenig, CSEL,
V I I , 1881, o ed. G. Halm, MGH, A A , I I I , 1.
Gran Bretaña
[38] B e d a e l V e n e r a b l e , Historia ecclesiastica gentis Anglorum, ed. G. Plummer,
Oxford, 1896, 2 vols. ; trad. ingl. L. S h e r l e y - P r i c e , Harmondsworth,
1955.
[39] Crónica anglosajona. La mejor ed. es : E a r l e y P l u m m e r , Two of the Saxon
Chronicles Parallel, Oxford, 1892, 2 vols., reed, por D . W h i t e l o c k , 1952 ;
versión G : R o s i t z k e (Harry A .), The C-text of old-english Chronicles, Bo
chum, 1940 ; trad, inglesa : W h i t e l o c k (Dorothy), D o u g l a s (David G.),
T u c k e r (Susie I.), The Anglo-Saxon Chrenicle, Londres, 1961.
[40] G i l d a s , De conquesta et excidio Britanniae, ed. Th, Mommsen, MGH, A A ,
X I I I ( Chronica minora, III), págs. 25-85.
[41] N e n n i o , Historia Brittonum, ed. Th. Mommsen, M GH, A A , X I I I ( Chroni
ca minora, III), págs. 111-222, o ed. F. Lot, París, 1934.
a) Galia
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[494] F l e u r i o t (J. L.), Recherches sur les enclaves romanes anciennes en terri
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[494 bis\ F l e u r i o t . (J.-L.), Dictionnaire des gloses en vieux-breton, Paris, 1964.
[495] G i o t (P. R .), Un type de céramique antique inédit de Cornouaille et d’ ai
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[496] L a r g i l l i è r e (René), Les saints et l’ organisation chrétienne primitive dans
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[497] L o t h (Joseph), L ’ émigration bretonne en Armorique, Rennes, 1883.
[498] L o t h (J.), Les langues romane et bretonne en Armorique, Revue celtique,
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[499] R e i n a c h (Salomon), Les Francs et la Bretagne armoricaine, R A , 1928,
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c) España
[500] D a v i d (Pierre), Étude sur les églises celtiques de Galice, en Études Histori
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X IV . Los PU E B L O S D E L A E S T E P A
a) Generalidades
258
[503] M o r a v c s ïk(Gyula), Byzantinoturcica, 2.a éd., Budapest, 1958, 2 vols.
[504] Sin o r (Denis), Les Barbares, Diogène, n.° 18, 1957, págs. 52-68.
[505] V e r n a d s k y (George), Der sarmatische Hintergrund der germanischen V ô l -
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[506] V e r n a d s k y (G.), The Eurasian nomads and their impact on medieval
Europe, Studi Med.ieva.li, IV, 1963, págs. 401-434.
b) Los hunos
c) Los ávaros
259
NOTAS DE LA TERCERA PARTE
1. Véase II parte, Introducción: «Trabajo a realizar sobre las fuentes», pág. 149.
2. Las colecciones de extractos relativos a temas particulares se citan más ade
lante con las obras modernas, en sección II.
3. Se encontrarán más detalles sobre las fuentes jurídicas en el volumen de esta
misma colección Alta Edad Media occidental: los poderes.
260
Cuadros cronológicos
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A n g l ia , 106 , 107, 222. A s p a r , je fe d e la m ilic ia , 4 3 , 4 4 .
a iig lo s , 7, 9 5 -1 0 6 , 1 8 6 , 2 2 1 , 2 2 2 , A sparu ch, c a u d illo b ú lg a r o , 16.
a n g lo s a jo n e s , 6, 13, 81, 99, 108, 113, A ssch e, 114,
146, 163, 166, 186, 190, 194, 212, A st o l f o , 88.
2 1 4 , 2 2 1 -2 2 3 . A s t o r g a , 55.
A n m a il , rey, bretón, 109. A t a l a r ic o , r e y o s t r o g o d o , 47 , 162.
A n t e m io , e m p e r a d o r , 23, 109. A t a l o , e m p e ra d o r, 38, 174.
A n t in o e , 213, A t a n a g il d o , r e y v is ig o d o , 4 2 .
A n t o n in o s , 193 . A t a n a r ic o , filó s o fo g o d o , 136.
a n tr o p o lo g ía de lo s germ an os, 11, 12, A t a n a r t c o , je fe v is ig o d o , 36, 37, 132.
57, 58, 102, 104. A t a ú l f o , r e y v is ig o d o , 3 8 , 13 8 , 17 4 .
a n t r o p o n im ia , en g e n e r a l, 181, 182; A t e n a s, 68, 164.
— b r e t o n a , 1 1 0 , 1 1 1 ; — f r a n c a , 1 2 4A, t i l a , rev de lo s h u n os, 18, 19, 23,
1 30 , 131 ; — goda, 43 ; — in g le s a , 3 0 -3 4 , 3 9 , 43 , 5 7 , 10 0 , 13 6 , 16 7 , 168,
102, 104 ; — la tin a en G a lia , 108. 171, 172, 194.
A osta, 84, 170. Audin (A .), 162.
A p e n in o s , 84. A u d io , o b is p o , 170.
A p o l in a r , 75. A u g s b u r g o , 120.
A p u lia , 173, 211. A u g st, 79.
A q u il e a , 9, 3 2 , 8 3 , 8 4 , 87, 171 . A u g u st o , 6, 9, 164, 174.
A q u in c u m ( B u d a p e s t ), 1 4 . A u r e l ia n o , e m p e r a d o r , 10, 36.
a q u is g r á ñ , 114, 138. A u rés, 220.
A q u it a n ia , 22, 3 8 -4 0 , 75, 126, 140, A u s o n io , 1 7 3 .
141, 1 6 5 ,1 6 8 , 1 7 1 -1 7 4 , 1 8 1 , 2 1 7 -2 1 9 . A u s t r a s i a , 7 7 , 7 9 , 8 0 , 1 4 0 , 1 4 1 .
árabes, 4, 18, 192, 212. A u s t r ia , 8 0 , 82, 8 3 , 8 9 ,1 1 9 , 120.
A r b o g a s t o , o fic ia l fr a n c o , 69, 124. A u t a r io , r e y lo m b a r d o , 8 6 , 8 7 , 13 8 .
A r d e n a s , 114. A ü t u n , 121, 122, 124.
A r e z z o , 87. A u t u n n a c u m , 124.
A r g e l ia , 134 , 162. A u v e r n ia , 2 2, 3 9, 75, 126.
A r g o n n e , 130. ávaros, 3, 4, 1 6 -1 8 , 33, 49, 8 1 -8 4 , 86,
A r io v is t o , je fe s u e v o , 0, 54 . 89, 90, 120, 140, 167, 171, 212.
A r l e s , 22, 39, 123, 146, 187, 198. A v e n c iie s , 79, 119.
A r l o n , 114. A v iñ ó n , 39.
A r m i n i o , 9. A v it o , e m p e ra d o r, 39, 55, 77, 168.
A r m ó r ic a , 32, 34, 81, 99, 104, 108, A v it o , S a n , 57, 5 8 , 2 1 9 .
109, 110, 130, 140, 156, 161, 162, A z o v , m a r, 16 , 95.
224, 225.
A r n u l f o , 131. B a b a i, re y sá rm a ta , 44.
a r q u e o lo g ía , 1 4 9 -1 5 1 , 1 8 3 , 1 8 4 . Babul (Ernest), 199.
a r r ia n is m o , 3 6 , 4 0 , 4 2 , 4 3 , 4 6 , 52, 55, B a c t r ia n a , 15.
57, 75, 83, 87, 88, 134, 137, 139, Badbury R in g s , 104.
140, 155, 170, 1 7 5 -1 7 9 , 191, 193, b a g a u d a s , 2 2 , 3 2 , 3 9 ,1 5 5 ,1 5 8 , 1 5 9 ,1 6 2 ,
213, 217. 167, 174.
a rte b á rb a ro , 1 8 8 -1 9 0 . B a ja Si l e s i a , 8.
A r t e m id o r o , o fic ia l r o m a n o , 168. B a l a t ó n , la g o , 43.
A r t o is , 130. - B a lc a n e s, 16, 30, 32, 34, 37, 43, 44,
A rtu ro , rey b retón , 220, 221. 45, 82, 89, 119, 168, 212.
A r v e , r ío , 1 8 7 . B a le a r e s, 52, 53.
asa m b lea s germ á n ica s, 1 3 . B á l t ic o , m a r , 8, 9 , 2 9 , 3 5 , 5 0 , 5 4 , 56 ,
asd in g os, 3 4 , 5 1 , 5 2 , 5 4 , 1 6 8 . 8 2 -8 4 , 96, 186.
A s ia , 4 , 1 0, 1 2 , 1 4 -1 8 , 54, 168. B a l t o s , d in a s tía v is ig o d a , 40.
A s ia M e n o r , 10, 44, 95. B a m b u r g h , 105.
a s ir io s , 157. B a r c e l o n a , 38, 4 0 , 176, 186.
268
B arrière-Flavy (M . C.), 218. B o r g o ñ a , 5 7 , 6 6 , 7 9 , 1 0 9 ,1 1 4 , 1 4 0 ,1 4 1 ,
B a s-Q u e r c y , 40. 188, 197, 217, 218.
B a s il e a , 77, 79, 118, 119, 120. B orglfnd, 56.
madre de Clodoveo,
B a s in a , 74. B o rn h o lm , 56, 164.
bastarnos, 6 - 1 0 , 1 4 , 1 5 , 3 5 . B osforo, 4 4, 95.
batavos, 9 , 6 7 , 1 1 7 , 1 6 4 . B o u l o g n e - s u r -M e r , 114, 116.
B a t h , 104. B o u r g - s u r -G i r o n d e , 1 2 2 , 1 7 0 .
B a u t o , o fic ia l fr a n c o , 69. B r a b a n te , 70, 114, 118.
B a v a i, 20, 69, 124. B r a g a , 55, 56, 134, 186, 214.
B a v ie r a , 7, 10, 29, 66, 77, 80, 81, 89, B r a t is l a v a , 9.
119, 1 2 0 , 1 3 8 -1 4 0 , 1 9 6 . B ren n ero , 120.
B a y a n , je fe á v a ro , 83, 89. B r e s c ia , 3 2 , 49.
B a z a d a is , 40. B r e st, 109.
B a z a s , 33 , 169, 173 , 174. B r e ta ñ a , 3, 11, 13, 19, 2 0 , 22, 39, 51,
B e a u v a is , 141. 76, 81, 9 5 -1 1 1 , 113, 121, 146, 156,
B e r n ic ia , r e in o in g lé s , 101, 105, 222. B u rdeos, 38, 39, 40, 75, 121, 127, 173,
B e r r y , 39, 109. 174, 186.
269
C a n te rb u ry , 102. C lo d o m ir o , hijo de Clodoveo, 131.
C a p a d o c ia , 13. C lo d o s v in d a , nieta de Clodoveo, 219.
C apua, 173. C l o d o v e o , rey franco, 19, 40, 45, 57,
Ca r a c a lla , em perador, 98. 58, 68, 69, 71, 74-79, 81, 109, 116,
C a r a u s io , u su rp a d or, 67, 96, 98. 122, 127, 131, 134, 138, 141, 146,
C a r d if f , 107. 162,186,194,197, 213, 217, 218-220.
Ca r h a ix , 110. C l o t a r i o , rey franco, 77, 195.
C a r ie t o , 69. C l o t i l d e , esposa de Clodoveo, 75.
Carlom agno, 4, 6, 16, 81, 88, 89, 90, C l y d e , 107, 108.
98,116, 118,122,124, 129,133, 138, C o b l e n z a , 56, 68, 116.
174, 182, 186, 190, 193, 195. codificación, 196.
C a r l o s V, 213. C o i r e , 119, 120.
Carlos M a r t e l , 80. C o l o n i a , 20, 67, 70, 71, 75, 76, 78, 117,
C a r n u n t u m , 9. 118, 122, 123, 127, 169, 187, 216.
carolingio, v. : Carlom agno. Collingwood (R . G.J, 221.
Ca r o u g e s, 187. C o n c o r d i a , 87.
C á rp a tos, 14, 35, 37, 194. condes, 166, 188,199, 200.
CARPETANIAj 185. C o n d i d a n , jefe bretón, 109.
C a r t a g e n a , 42, 52. C o n s t a n c i o , patricio, 38, 78, 165, 200.
C a r t a g in e n s e , 3 4, 55. C o n s t a n c i o C l o r o , 69, 78.
Ca r t a g o , 29, 52, 53, 54, 171, 177, 178, C o n s t a n t i n o , 19, 69, 70, 123,125, 157,
186, 198, 211, 212. 195.
carados, 10, 78. C o n s t a n t i n o III, 20, 99.
C a s i o d o r o , 34, 39, 45-48, 77, 137, 142, C o n s t a n t i n o p l a , 16, 22, 29, 31, 36, 37,
161, 168, 192-194, 197, 219. 43, 44, 45, 47, 48, 75, 89, 121, 122,
C a s p i o , mar, 29, 33, 89. 167, 171, 175, 223.
C a s t i l l a l a V i e j a , 40. C o n s t a n z a , lago, 78, 79, 80, 118.
catolicismo, 139,159,170, 175-179,187, Coptos, 139, 190.
193, 214, 219. C ó r c e g a , ¿53, 134, 212.
catos, 67, 71. C o r n u a l l e s , 104, 105, 107, 109, 111,
catuarios, 67. 224.
C á u c a s o , 15, 16. C o r t r a t , 118.
caucos, 10, 83, 96. costobocos, 10, 14.
C e a d m o n , poeta inglés, 1 0 2 . C o t sw o l d s, 102.
C e a d w a l l a , rey de Wessex, 102. Courcelle (Pierre), 151.
celtas, 3, 4, 8, 9, 81, 107, 111, 113, 130, C o u r g a in s , 132.
156, 158, 181, 223-225. Courtois ( ChristianJ, 149,164,167,175,
cerámica, 130, 156, 157, 223, 224. 177, 211.
C e r d e ñ a , 53, 134, 178, 184, 210, 211, COURTRAI, 140.
212. C r e m o n a , 84, 86.
C e r d ic , r e y in g lé s, 104, 220, 221. C r i m e a , 213.
Cesá re a , 220. cristianismo, 5, 223.
Ce u t a , 42. C r o a c i a , 44.
Cil ic ia , 36. cuados, 10, 54, 67, 78, 167.
cimbrios, 6, 8, 9 ,1 0 ,1 1 , 50. C u m b e r l a n d , 104, 107.
circunceliones, 158, 159.
C i r e n c e s t e r , 104.
ClVIDALE, 179. C h a m p a ñ a , 32, 57, 118, 130.
Civ il is , 9, 131. C h a r n a y . 217
C l a u d io , emperador, 169. C h a r r a r i c o , rey suevo, 55.
Cl e f i, r e y lo m b a r d o , 85, 88. C h e r c h e ll, 52.
clima, variaciones de, 8, 17, 18, 156. C h e ste r, 102, 104.
C l o d ió n , r e y fr a n c o , 68. C h i a v e n n a , 84.
270
Gh il d e r ic o , r e y fra n c o , 6 9 , 7 1 , 7 4 ,1 2 4 , E d ic a , jefe esquiro, 23, 44.
217. E d im b u r g o , 102 . ·
C h il p e r ic o , r e y fr a n c o , 57, 58,128,134, E g ic a , rey visigodo, 1 9 7 .
142, 191, 192. E g id io , jefe de la milicia, 122.
China , 4, 15, 18. E g ip t o , 173, 213.
E h r a n g , 127.
D a c ia , 1 0 , 3 6 , 4 4 , 5 1 , 1 2 1 ,1 6 5 .
E if e l , 116, 124, 126.
D a g o b e r t o , 131, 140.
E jd e r , río, 9 7 .
D a l m a c ia , 2 0 , 2 2 , 3 7, 8 3 ,1 2 1 , 212.
E l b a , río, 8 2 , 8 3 , 9 6 , 97 , 130 , 154.
D a l r ia d a , r e in o e s c o t o , 1 0 8 .
E l m e t , reino bretón, 104.
D a n u b io , 3 , 9, 13, 14, 16, 19, 20, 31,
E l l a c , hijo de Atila, 33.
3 2 , 3 3 , 3 6 , 3 7 , 4 9 , 5 0 , 5 1 , 6 6 , 7 6 -7 8 ,
E m il ia , 88.
81, 82, 89, 95, 114, 119, 165, 175,
E m s,río, 8 , 8 1 , 9 6 , 97, 120.
176, 212.
epigrafía, .1 4 9 , 1 5 0 , 224.
Í ) a t h i, caudillo escoto, 107.
E p ir o , 37, 44.
D e e , r ío , 105.
E rcam berta, esposa de Vandemiro,
D e ir a , reino inglés, 105. 141.
D e l f o s , 3.
E rft, río,. 132.
D e n g iz ik , hijo de Atila, 33.
E r m a n a r ic o , rey godo, 1 5 , 3 6 , 43, 194.
D e n ia , 42.
E rnac, hijo de Atila, 3 3 .
d e n o m in a c io n e s é tn ic a s , 1 6 7 .
E r v i g i o , rey visigodo, 1 9 7 .
d e p o r ta c io n e s , 157.
E s c a l d a , río, 2 1 6 .
D e s a n a , 137.
E s c a n d a , isla, 3 4 .
D e v o n , 104, 107, 109, 224.
E s c a n d in a v ia , 4 , 7 -1 3 , 3 4 , 3 5 , 4 5 , 50,
D icuil , geógrafo, 108.
56, 82, 95, 106, 108, 111, 124, 133,
D ie , 57.
155, 168, 172, 181, 184, 194.
D ie d e n h o f e n , 117.
esciros, 6, 23, 32, 34, 35, 36, 44, 136,
D in a m a r c a , 8, 9, 11, 12, 95.
163, 168.
D io c l e c ia n o , em perador, 10, 13, 19,
escitas, 14, 35, 167.
29, 197, 212.
E s c o c ia , 29, 105, 106, 107, 108, 224.
D io n C a s io , 51.
escotos, 4 , 9 9 , 1 0 6 -1 0 8 .
d ip lo m a c ia , 168.
eslavos, 3, 4, 17, 36, 49, 81, 82, 89, 120,
D n i é p e r , r ío , 1 4 , 3 5 , 3 6 , 19 4 .
140.
D n ié s t e r , r ío , 51.
E s p a ñ a , 3 , 6, 1 0 , 1 1 , 2 0 , 2 2 , 2 4 , 3 3 , 34 ,
D ol, 110.
3 8 -4 0 , 4 2 , 4 3 , 4 7 , 5 0 -5 7 , 6 7 , 74, 75,
D om bes, 187.
81, 87, 114, 128, 131, 134, 135, 140,
D om nonea, 104, 109.
149, 155, 156, 158, 159, 164, 165,
D o n , r ío , 14 , 17 , 3 5 , 36.
1 6 9 , 1 7 1 , 1 7 3 , 1 7 5 -1 7 7 ,1 7 9 ,1 8 5 - 1 8 7 ,
d o n a tis m o , 178.
1 9 0 -1 9 3 , 1 9 6 , 1 9 7 , 2 0 1 , 2 1 0 -2 1 2 , 2 1 4 ,
D o n g e s, 110.
215, 217, 218, 221, 224.
Dounar, dios, 11.
E spo le to , 84, 138.
D o n o n , 114, 118.
E ssex ^.01
D ’ Ors (Alvaro), 1 9 7 .
E s t il ic ó n , 2 0 , 3 7 , 3 8 , 4 9 , 9 9 , 16 1 .
D orset, 104.
E st r a b ó n , 6, 12.
D r ô m e , r ío , 58.
E strasburgo, 77, 78, 119, 124, 131,
D u is b u r g o , 76.
164, 186.
D u n k e r q u e , 114.
duques, 188, 199, 200. E u d o x io , jefe bagaudo, 32.
D u r a n c e , r ío , 57. E u d o x o , m é d ic o , 159.
271
E u s e b io , o b is p o , 172. g á la ta s , 3 , 1 2 , 167.
E u t a iu c o , p r í n c ip e g o d o , 4 7 . G a le s , 104, 105, 107, 109, 110, 111,
Ewíg ( E .) , 2 1 6 . 224, 225.
Exarcado de Rávena, v. : R ávena . G a l ia , 3 , 6 , 8 -1 4 , 1 9 , 2 0 , 2 2 , 3 2 -3 4 , 3 8 ,
39, 43, 50, 51, 55, 56, 59, 67, 69, 71,
Falc’hun ( F .) , 225. 7 5 -7 7 , 81, 84, 87, 88, 95, 97, 99,
F a r a m u n d o , r e y fr a n c o , 68. 1 0 0 , 1 0 2 , 1 0 7 -1 1 0 ,1 1 4 , 1 1 7 -1 1 9 , 1 2 1 -
F a r i n m a i l , r e y b r e t ó n , 1 09 . 1 2 3 , 1 2 6 -1 3 0 , 1 3 2 , 1 3 3 , 1 3 5 , 1 3 9 -1 4 2 ,
F a r o a l d o , d u q u e lo m b a rd o , 84. 146, 150, 1 5 6 -1 5 9 , 161, 163, 167,
F e r d e , 108. 1 6 9 , 1 7 0 -1 7 4 , 1 8 0 , 1 8 1 , 1 8 4 -1 8 6 , 1 8 8 ,
F ié s o l e , b a t a lla d e (4 0 5 ), 49. 1 9 0 -1 9 3 , 1 9 8 -2 0 0 , 2 0 2 , 2 1 0 , 2 1 2 -2 2 1 ,
Fi l i m e r , rey godo, 35. 224.
F i r t h o f F o r t h , 9 7 , 1 0 5 , 107 . G a l ia n o , e m p e r a d o r , 6 7 .
F l a n d e s , 5 4 , 97. G a l ic ia , 3 4 , 51, 5 4 -5 6 , 95, 111, 214,
F l a v io , 23, 44. 215.
Fleuriot (J . L J , 225. Gamillscheg, 116.
Fontaine (J J , 1 9 2 , 1 9 3 . G a p e n ç a is , 1 2 2 .
F orez, 166. García Gallo (A .), 197.
Forster (M ax), 102. G a r ib a l d o , d u q u e b á v a r o , 80.
F o r t u n a t o , 81, 122, 142. G a r o n a , r ío , 4 0 , 7 5 .
Fossard (Denise), 150. Gascu ñ a , 75, 76, 81, 155, 181.
F o u r v iè j r b s , 1 2 4 , 1 6 2 . G e is e r ic o , v . G e n s e r ic o .
France-Lanord (A .), 190. G e l im e r , r e y v á n d a lo , 54.
F r a n c ia , 2 9 , 88, 130, 131, 140, 149, G e n è v r e , m on te, 38.
151, 181, 182, 184. G e n g is J a n , 1 7 .
F ranco Co n d a d o , 79. Ge n o b a ld o , re y fra n co , 68, 7 0, 157.
fr a n c o s , 3, 7, 1 0 , 16 , 3 0 , 4 0 , 4 2 , 4 5 , 4 7 , G e n o v a , 86, 87.
5 8 , 6 6 -7 9 , 81 , 8 6 -8 8 , 90, 95 , 9 8 , 99, Gen o v e v a , San ta, 158.
109, 117, 118, 122, 124, 125, 127, G e n s e r ic o , rey v á n d a lo , 29, 52, 53,
130, 1 3 8 -1 4 2 , 146, 154, 157, 163, 146, 167, 168, 171, 177, 211, 213.
1 6 5 -1 6 9 ,1 7 5 , 1 7 6 , 1 7 9 ,1 8 2 ,1 8 3 , 1 8 6 , g é p id o s , 3 2 , 3 6 , 4 5 , 8 2 , 83 , 84, 8 9 , 1 2 0 ,
1 8 7 , 1 9 0 -1 9 7 , 2 1 2 -2 2 0 . 138, 163, 175.
F r a y it a , jefe godo, 138. G erm án de A uxerre, Sa n , 1 0 0 , 10 7 ,
F r e d e g a r io , 7 9 , 1 6 6 . 121, 167.
Freyr, dios, 11. g eta s, 167.
F reyj, diosa, 11. G ib r a l t a r , 2 9 , 3 8 , 4 2 , 6 7 , 1 6 8 .
F r ib u r g o , 1 1 8 , 1 1 9 . G il d a s , h is to r ia d o r b retón , 10Ô , 107,
F r is ia , 9 6 , 9 7 , 9 8 , 1 8 6 , 1 9 5 , 2 2 1 . 221.
f r i s o n e s , 7 , 1 1 , 1 2 ,' 7 7 , 9 6 , 9 7 , 1 5 7 . G il d ó n , c a u d illo m o r o , 16 2 .
F r it ig e r n o , c a u d illo v is ig o d o , 36, G in e b r a , 5 6 , 5 7 , 18 6 , 187.
37. G ir o n d a , 9 7 , 16 9 .
F r iu l , 3 2 , 8 4 , 88, 8 9 , 139, 168, 170, Giunta ( F J , 211.
171, 179. G l ic e r io , e m p e r a d o r , 2 2 , 5 7 .
frontera lingüística, del bretón, 110, G l o u c e s t e r , 1 0 4 ..
1 1 1 ; — del germánico, 1 1 3 - 1 2 0 . G o a r , r e y a la n o , 3 3 , 2 0 2 .
F u ld a, 193. G o d a g is e l o , r e y a s d in g o , 5 1 , 5 8 .
F u r fo o z, 118. Godom aro, 58.
Fustel de Coulanges, 164, 219. godos, 7, 9 -1 1 , 1 3 -1 5 , 24, 29, 30, 32,
3 4 -5 1 , 55, 74, 75, 83, 84, 86, 134-
gaélica, lengua, 109, 224. 138, 140, 142, 154, 155, 159, 160,
G a in a s , je fe g o d o , 37, 138. 1 6 2 -1 6 8 ,1 7 0 ,1 7 2 ,1 7 4 ,1 7 5 ,1 7 9 ,1 8 1 ,
G a l a P l a c i d i a , hermana d e Honorio, . 1 8 3 , 1 8 9 , 1 9 0 , 1 9 2 -1 9 4 , 1 9 6 -1 9 9 , 2 0 1 ,
38, 47. 2 1 1 -2 1 5 , 217, 219, 220.
272
G o m b e ta , le y , 1 6 6 , 1 9 6 , 197 . H o n o r ia , hermana de Valentiniano III,
Gómez Moreno, 1 5 6 . 32, 33.
G o x d i c a r i o , rey burgundio, 56. H o n o r io ,emperador, 3 7 , 3 8 , 100, 157.
G o x r a n , rey franco, 22, 127. Hope-Taylor (B .), 2 2 2 .
G o r d i a n o III, 36. H o r s a , caudillo sajón, 1 0 0 , 220, 221.
Gose, 150. Hubert (Jean), 1 5 1 .
G o t a l a n d i a (Suecia), 35, 36. H u m b e r , río, 1 0 1 , 1 0 5 .
Gotland, isla, 35 H u n g r ía , 4 , 16 , 18, 31 , 33 , 89, 120.
G r a c i a n o , emperador, 20,. 78. hunos, 4, 1 4 -1 7 , 1 9 , 29, 3 0 -3 3 , 3 7 , 4 3 .
G r a d o , i s l a , 8 4 , 8 7 , .1 7 9 . 4 9, 50, 51, 56, 58, 71, 120, 138, 159.
G r a n B r e t a ñ a , 5 4 , 2 2 0 , 2 2 3 -2 2 5 . 167, 168, 189, 194, 213. .
Gran San B e r n a r d o , 118. H u n s r ü c k , 126.
G r e c ia , 3, 10, 11, 3 7, 4 7, 53, 89, 153, H u n w u l f , hermano de Odoacro, 23.
' 171, 174, 224 .
I b b a s , general godo, 4 6 .
G r e g o r io d e T o u r s , 57, 68, 70, 74, 75,
I b é r i c a , península, 1 3 4 , 1 3 5 , 1 5 5 , 1 8 1 ,
124, 125, 142, 192, 217, 218, 219.
190.
G r e g o r io M a g n o, 140, 171, 193.
iconografía, 167.
g r is o n e s , 11 8 .
I ld ib a ld o , 49.
G ü e lm a , 52,
G ü e l o r e s , 70. I lir ia , 37, 43 , 44 , 50 , 140 , 171.
G u n d e b a ld o , rev b u r g u n d io , 22, 57, I l l e r , río, 7 8 , 8 1 .
58, 75, 187, 213. impuestos, 1 9 7 - 1 9 9 .
G u n d io c o , r e y b u r g u n d io , 58. incineración, 1 2 , 1 3 0 , 131.
I n d ia , 1 5, 2 13 .
indoeuropeos, 14.
I n g la t e r r a , 9, 50, 97, 98, 102, 106,
H a in a u t , 11 6 .
130, 150, 181, 184, 190, 194, 196,
Halphen, 219,
2 1 2 , 2 2 0 -2 2 5 .
H a ll e , 76.
I x g o ls t a d t , 81.
H a lls t a t t , 129.
I n n , río, 1 2 0 .
H a m p s h ir e , 97 , 1 0 4 .
I o n a (Escocia), 1 0 8 ,
H a r iu lfo , 131.
I p s w ic h , 2 2 2 .
H a s tin g s , 101.
Irá n , 4, 14, 15, 16, 30, 31, 35, 188.
Hawkes (C. F. C.), 221.
I r l a n d a , 1 0 4 -1 0 8 , 2 2 4 .
H é b rid a s , 108, 224.
I r t i c h , río, 3 1 .
h e ft a íit a s , 15, 31.
I s a r , río, 1 2 0 .
H e g a u , 79.
I s è r e , r ío , 5 7 , 5 8 .
H é n g is t , c a u d illo s a jó n , 1 0 0 , 2 2 0 , 22 1 .
Is id o r o , Sax, 42, 43, 142, 176, 191,
H e r a c lia n o , c o n d e d e Á fr ica , 171.
192, 215, 217.
H e r m e n e g i l d o , p r ín c ip e v i s ig o d o , 1 7 6 .,
islamismo, 4, 42, 134, 136, 190, 210.
H e r m e r ic o , r e y su e v o , 55.
Is la n d ia , 11, 108 , 194.
h erm u n d u ros, 10.
I s o l a C o m a c in a , 8 4 , 1 7 0 .
h é r u lo s , 1 0 , 2 4 , 3 2 , 3 4 , 3 6 , 4 5 , 8 2 , 8 3 ,
I s o n z o , río, 1 9 , 4 4 , 1 4 0 .
95, 136, 138, 168, 214.
Is t r ia , 86.
H e s se , 68, 79, 98, 117, 194.
I t a l i a , 3 , 6, 10 , 1 9 , 2 0 , 2 2 -2 4 , 3 0 , 3 2 ,
H id a c io , o b is p o g a lle g o , 5 5 , 1 6 9 , 186 .
34, 3 7 , 4 0 , 4 2 -4 5 , 4 7 -4 9 , 5 1 -5 3 , 57,
H ild e b a ld o , filó s o fo g o d o , 136.
74, 75, 7 9 , .8 1 - 8 4 , 8 6 -9 0 , 114, 118,
H i l d e r i c o , r e y v á n d a lo , 178.
121, 126, 131, 136, 138, 139, 151,
H i l p e r i c o , r e y b u r g u n d io , 5 8 , 1 5 9 , 1 6 0 , 1 6 2 , 1 6 6 , 1 6 8 -1 7 3 , 1 7 6 -1 7 9 ,
Hinojosa, 135.
1 8 6 , 1 8 7 , 1 8 9 -1 9 4 , 1 9 7 -2 0 1 , 2 1 0 -2 1 2 .
h io n g -h u , 15.
h is p a n o s , 39. Jackson (Κ .), 221.
H o la n d a , 97, 67, 70, 130, 132 , 216' já z a r o s , 16, 82.
H o ls t e in , 96. J e m ila , 1 71 .
273
J e r ó n im o , S a n , 7 0 , 1 0 7 , 1 6 0 , 1 7 1 , 1 7 7 , Jetes, 118, 157, 166, 189, 196.
186, 214. Levillain (L .), 218, 219.
J o r d a n e s , h i s t o r ia d o r g o d o , 8 , 3 4 , 3 5 , L i b e r i o , patricio, 4 2 , 2 0 1 .
.80, 137, 138, 142, 216. L ib ia , 53.
J o v in o , u s u r p a d o r , 3 8 , 5 6 . L ic h fie ld , 104.
J uan I, papa, 47, 177, 212. L ie ja , 114 .
J uan d i ·: B ic l a r , c r o n is t a e s p a ñ o l. 2 1 4 . L ig u r ia , 87, 8 8 , 171.
J u d ic a k l , 1 1 1 . L ila , 114.
ju d ío s , 1 2 3 , 141 , 177. L im fjo r d , 50.
J u l ia n o , e m p era d or, 19, 6 8 , 70, 78. L im o u s in , 7 5 .
J u l ie r s , 2 1 6 . I-.INCOLN, 1 0 2 .
J u l io N e p o t e , e m p e r a d o r , 2 0 , 2 2 , 3 9 . L in z , 1 2 0 .
J u l io C é sa r, em perador, 6, 186, 224, L io n e s a d o , v . : L y ó n .
225. L ip p e , río, 98.
J u r a, 56, 57, 58, 79, 116. J . i u t p r a n d o , rey lombardo, 88.
J u s t in ia n o , e m p e r a d o r , 4 , 1 6 , 2 4 , 3 4 , L i y e n z a , río, 8 7 .
4 2 , 4 7 -4 9 , 5 4 , 7 6 , 8 1 -8 4 , 8 9 , 1 2 0 ,1 3 7 , L o c m a r ia , 1 0 9 .
146, 162, 163, 193, 194, 199, 211, L o ir a , río, 3 4 , 4 0 , 6 8 ,. 6 9 , 7 1 , 7 4 , 1 0 9 ,
2 1 2 ,2 2 0 7 110, 116, 130, 140, 146, 170, 202.
J u s t in o , e m p e r a d o r , 4 7 . L o m b a r d ia , 3 , 4 , 7 , 4 9 , 5 0 , 7 7 , 8 0 -8 9 ,
J u t l a n d ia , 9 , 1 0 , 5 0 , 9 6 , 97. 120, 128, 1 3 7 -1 3 9 ,1 6 0 ,1 6 1 ,1 6 3 ,
ju to s , 1 0 , 9 5 -1 0 6 , 2 2 1 , 2 2 2 . 166, 167, 170, 1 7 1 ,1 7 6 , 17
J u v e n c io , 192. 183, 189, 190, 1 9 1 ,1 9 3 ,1 9 6 ,
199, 212, 215.
K a is e r a u g s t , 119. L o n d r e s , 102.
K enneth M ac A l p in , rey escoto, 108. L o n g o b a r d ia , 88.
K en t, 97, 98, 100, 101, 102, 106, 196, L o re n a , 116, 184.
220, 221. Lot (F erd in an d), 1 8 0 , 1 8 2 , 218, 219,
K e r s o n , 213. 220, 221.
Krusch (B ru n o ), 218. Loth (J osep h ), 2 2 4 , 2 2 5 .
K u b a n , r ío , 15. L u c a n ia , 4 6 .
Kurlh (G .), 215. L u c ca , 87.
K yll, r ío , 1 2 7 . L u g o , 55, 111.
Luís, hijo de Carlomagno, 182.
274
M a r c e l in o , o fic ia l r o m a n o , 20. M on za , 87.
M a r c ia n o , e m p e r a d o r , 33. M o r a t , 118.
M a rc o A u r e lio , é m p e ra d o r, 9, 98, 157. M o h a v a , r ío , 4 4 .
m arcom a n os, 10, 67, 157, 167. M o r a v ia , 54.
M a r c o m e r o , je fe m e r o v in g io , 6 8 . M o r l a i x , 110.
M a r c o m ir , filó s o fo godo, 136. moros, 161, 162, 212.
M a r n e , r ío , 1 9 5 . M o s a , río, 6 8 , 1 1 4 , 1 5 7 .
M a r s e lla , 6, 123, 172, 173, 174. M o s e l a , río, 68, 116, 117, 122, 127, 132,
M a r tín de B ra g a , 55, 560. 157.
M a r t ín de T ou rs, San , 55, 76, 219. mozárabes, 156,
M a s t ie s , je fe m oro, 220. M u n d o , jefe germano, 1 3 8 .
M a u r it a n ia , 2 2 , 5 2 , 1 5 6 , 1 6 2 , 169 , 173. M u n d z i u c h , rey huno, 1 6 , 3 0 .
M a u r it a n ia S it ip ia n a , 5 2 . murallas, 1 6 9 , 1 7 0 .
M a x im ia n o , e m p e ra d o r, 10, 69, 98, 157. musulmanes, 3 , 1 5 5 , 1 9 0 .
M á x im o , 173. Mijrea (J. X . L.J, 221.
M a y e n , 124.
M a y e n n e , r ío , 1 1 0 . N a is o , 3 2 .
M a y o r ia n o , 1 9 , 3 9 , 5 7 , 220. N am u r, 114, 118, 130.
M e d a rd o , San, 141. N a n c y , 116.
M e d it e r r á n e o , m ar, 4, 8, 9 , 14, 15, N a rb o n a , 38 , 138, 168, 174, 186.
42, 51, 75, 84, 134, 146, 161, 173, N a r b o n e n s e , 127.
19C , 191, 197, 202, 2 1 0 -2 1 5 , 218, N a r s é s , oficial romano, 4 9 , 8 3 .
224. N a t a n l e o d , rey bretón, 1 0 9 .
M e la n ia , S a n ta , 160, 173. N a tis o n a ,río, 1 7 9 , 1 8 0 .
M e r c ia , r e in o in g lé s , 1 0 1 , 104 . N eck ar, río, 5 4 , 7 8 .
M é r id a , 4 2 , 5 5 , 1 9 2 . N e d a o , batalla ( 4 5 4 ) , 3 3 .
M e r o b a u d o , o fic ia l fr a n c o , 6 9 , 13 1 . N e g r o , mar, 6 , 8 , 1 6 , 3 5 , 3 6 , 51, 67, 89.
M e r o v e o , r e y m e r o v in g io , 69 . nemetas, 1 1 7 .
m e r o v in g io s , 1 3 , 2 0 , 5 8 , 5 9 , 6 7 , 7 6 , 80, N epote, v . J u l io N epote.
81, 83, 110, 123, 124, 128, 130, 131, Nerthus, dios, 11.
133, 135, 138, 140, 142, 156, 163, N e u s t r ia , 140 , 141 , 142.
1 6 5 , 1 8 0 -1 8 4 ,1 9 1 , 1 9 2 ,1 9 4 -1 9 7 , 2 0 2 , N eu ss, 124.
2 1 2 , 2 1 4 -2 1 8 , 222, 223. N i a l l , rey irlandés, 1 0 7 .
M e s ia , 16, 30, 37, 44, 121, 138, 175. N ic e a , 36.
m e t a lu r g ia , 190. N ie d e r m e n d ig , 1 2 4 .
M e tz . 3 2 , 71, 76, 114. N i lo , r ío , 2 9 .
M il á n , 19, 23, 37, 45, 78, 84 , 8 6 , -8 7 , N i m e g a , 68.
136, 172. N i z a r i o , obispo
de Tréveris, 219.
M ila n e s a d o , 138. Njordhr, dios, 1 1 .
M in c io , r ío , 3 2 . nórdicos (dialectos), 7 .
M in u s s in s ic , 1 5 . N ó r ic a , 6, 8, 19, 20, 2 2 , 2 4, 37, 79, 8 3 ,
M ir o , r e y su e v o , 55. 84, 114, 119, 121, 171, 172.
M is e n o . 210 . N o r m a n d ía , 105, 111, 116, 130, 133.
M ódena, 86. 1 N o r t e , mar del, 1 0 , 7 7 , 9 6 .
Mohrmann ( Christine), 151. N o r t h u m b r i a , reino inglés, 1 0 1 , 104,
M o l d a v ia , 37. 105, 108, 222.
M o n d o ñ e d o , 111. N oru ega , 56, 95, 105, 138, 163. .
moneda : en Germania, 1 9 4 ,1 9 5 ; — en N o v a la is e , 122.
Inglaterra, 223. N o v e m p o p u la n ia , 39.
M o n g o lia , 12, 15, 17, 89. N o y o n , 141.
M o n m o u th , 105. N u m id ia , 5 2 , 156, 158, 173.
M ontaña N e g r a , 40. ' N yd am , 96.
M o n t r e u il - s u r -M e r , 11 4 . N y o n , 124.
275
O b e rbu rg o , 119. pelagianismo, 159.
O d e r , río, 8, 31. P e m b r o k e , 107.
O d e r z o (Friul), 87. 104.
P e x d a , r e y s a jó n ,
Odír:, clios, 11. Pexm achxo, 223.
O d o a c r o , r e v g e r m a n o , 1 9 -2 4 , 3 9 , 4 4 -4 6 , P e r e k o p ,, 213.
53, 82, 120, 136, 194, 197, 201, P e r i c l e s , 164.
211. P e r s i a , 18, 49, 82, 153, 157.
Offa ’s D yke, 105. Petri (F .), 116;
ogu ros, 16. P e v e x s e y , 102.
ü ise, r ío , 195. P f a l z e l , 127.
O l ib ir io , em p era d or, 57. P i a m o x t e , 137, 139.
O l im p io d o r o , 17 3 . P í a t e , r í o , 87.
O po r to , 55. P i c a r d í a , 130.
O r b i g o , r ío , 55. p i c t o s , 20, 99, 106-108.
O r d o s , 15. P i p i a x o , 173.
O re stes, 19, 22, 31, 168. P i p i x o , 90, 98, 195, 197, 215.
O rléan s, 32, 34, 71, 74, 11 8 , 130, 169, Pirenne ÍH .), 124, 192. '
188. P í r e o , E l , 221.
O r o s io , 1 7 4 , 192. P i r i n e o s , 40, 51, 76, 155, 159, 215.
ú s tico s , 7, 1 2 , 1 4 , 5 0 , 5 6 , 1 9 7 , 2 1 3 . P i t e a s , 6.
o s t r o g o d o s , 2 4 , 3 2 , 3 4 -3 7 , 3 9 , 4 0 , 4 2 -4 4 , P l a c e x c ia , 86.
46, 4 8 , 4 9 , 7 5 -7 7 , 81, 82, 128, 136, P l a t ó x , 137.
159, 163, 168, 169, 1 7 5 -1 7 7 , 179, P lixio , 6, 7, 10, 35, 50, 96, 184.
180, 186, 192, 1 9 4 -1 9 6 , 200, 201, Po, r ío , 37, 83, 84, 86, 137, 139, 157,
2 1 2 -2 1 4 , 219. 170;
o tom a n os, 213. poblamiento, 1-79-188 ; — gótico en
O t r a n t o , 86. Aquitania, 40 ; — en España, 43,
135 ; — en Italia, 47.
Pablo D iá c o n o , h i s t o r ia d o r l o m b a r d o , P o i t i e r s , 75, 188.
84, 88, 139, 166. P o i t o u , 140.
P a c ie n t e , o b is p o de Lyón, 57. P o l o x i a , 34, 56.
P a c íf ic o , o c é a n o , 14. P o m e r a x i a , .8, 35, 50.
P a d u a , 32, 84, 86. P o x c i o L e o n c i o , 170.
p a g a n is m o g e r m á n ic o , 11, 104, 174, Ρ οχτο, 29, 35, 50.
175. P o r t , 220, 221.
P a ís e s B a jo s, 95, 113. PORTLAXD, 102.
P a l a t ix a d o , 7 7 -7 9 , 1 1 7 . P o r t r i e u x , 110.
P a l e s t i n a , 1 7 1 , 1.73. P o r t s m o u t h ,, 221.
P am plona, 215. P o r t u g a l , 55, 135.
P a n o n ia , 3, 9, 14, 1 6 , 1 8 , 2 0 , 2 2 , 3 0 -3 3 , POSNANIA, 50.
36, 43, 45, 51, 77, 80, 8 2 -8 4 , 89, P o s i d o n i o , 6.
114, 119, 120, 121, 138, 171, 175. P o s t u m o , 69,125.
P a n t a g a to , sen ador, 58. prefectura del pretorio, 197, 198.
P a r ís , 7 1 , 7 6 , 1 1 7 , 1 2 4 , 1 2 9 , 1 5 8 , 1 6 2 , previkingos, 95-106.
184, 186. P r i p e t , 35.
P a h t e n i o , p a t r ic io , 7 7 , 1 2 2 , 1 6 8 , 1 9 5 . priseilianismo, 159;
P a t r ic io , S a x , 10 7 . P r i s c o , embajador, 31, 32.
P a u l in o de P e l l a , 3 8 , 1 6 9 , -1 7 2 , 1 7 3 . P r o b o , 10, 67, 78, 173.
P a u l o , o fic ia l r o m a n o , 1 9 , 71. P r o c o p io , h i s t o r ia d o r b iz a n tin o , 97,
P a v ía , 2 3 , 4 5 , 47, 84, 87 , 88 , 139, 162, 220 , 221 .
171, 178. p r o t o c o l o re a l, 40, 45, 46, 58.
P a z iiíik , 15. P r o v e n z a , 22, 24, 39, 75, 76, 81, 140,
peeiionegos, 16. 156.
276
P r u d e n c io , 192. R iw a l l o n , 111.
P r ü m , 116, 127. R ódano, r ío ,22, 34, 57, 216.
P una, 213. R odez, 75.
R odulfo, jefe panonio, 138.
Q uercy, 141. Roéis fW.J, 197.
queruscos, 9. R o e r , río, 132.
Q u im p e r , 110. R o m a , saqueos de, 37, 53,160,171,172,
Q u in t ia n o , obispo de Rodez, 75. 211 ; - ciudad, 47, 48, 49, 163, 169.
romanche, 118.
R a d a g a is o , jefe godo, 37, 44, 49, 50, R o m a n í a , 113, 120, 121, 134.
171. R omana, 88.
R a g n a c a r io , rey franco, 69, 74. R óm ulo A u gústulo, emperador, 22,
R A v e n a , 19, 23, 32, 37-39, 43, 45-49, 23, 31, 213.
51, 58, 68, 74, 84, 86, 88, 99, 136- R oncesvalles, 40.
139, 142, 169, 176, 178, 179, 186, R o t a r io , rev lombardo, 86, 88, 166,
193, 197, 198, 210, 213, 216. 213.
R a v e n g l a s s , 107. R o u f .r g u e , 140.
R ecaredo, re y v is ig o d o , 42, 134, 135, R o u m o is , 184.
213, 214. roxolanos, 14, 15.
R rey visigodo, 42, 197.
e c e s v in t o , R ú a , rey huno, 30.
R 8, 22, 51, 79, 80, 114, 121, 138,
e c ia , R ú a n , 125.
195, 198. rugios, 7, 24, 32, 34, 36, 44, 82, 83, 168,
R e c i a S e g u n d a , 119. 175, 176.
reconstrucción, 171-173. R u h r , 98.
R edw ald , r e y in g lé s , 2 2 3 . R u h r g a u , 216.
r e fu g ia d o s , 1 7 1 , 1 7 2 . R u m a n i a , 16, 31, 89, 120.
R e g g io E m il ia , 86, 137. rúnico, 9, 11.
R e im s , 7 5 , 7 6 , 122, 127, 219. R u s i a , 4, 17, 18, 189.
Reinhart (W .), 164. R u s t i c i a n a , hija de Simaco, 48.
religión germánica, v. : paganismo. R u t i l i o N a m a t i a n o , poeta latino, 171.
R e m i g i o , obispo de Reims, 75, 2Í9.
R e m i s m u n d o , rey suevo, 55. S a a l e , río, 77.
R e n a n ia , v. : R in . sabiros, 16.
R en n es, 76, 110. S a b o y a , 57.
R e q u ia r io , rey su evo, 55, 175. S a f r a c , jefe alano, 36.
R é q u il o , rey suevo, 55. S a h a r a , 178.
R e s p e n d ia l , rey a la n o , 33. S a i n t - B r i e u c , 109.
Reynolds (R. L.J, 214. S a i n t - G a l l , 118.
R h u y s , 110. S a i n t - O m e r , 114.
R i a l t o , 87. sajones, 7, 10, 11, 12, 13, 39, 71, 83,
R ic c h a r io , je fe m e ro v in g io , 69. 84, 95-109, 130, 140, 141, 167, 184-
R ic im e r o , p a tricio , 19, 22, 43, 57, 69, 186, 190, 220-223.
176. S a j o n i a , 77, 96, 97, 104.
R ic o m e r o , oficial franco, 131. Salin (E .), 150, 190;
R ig n o m e r io , rey franco, 69. salios, 68, 70, 215, 216.
R ím in i, 86. S a l o n a , 176, 179, 212.
R in ,3, 6 , 8, 10, 19, 20, 29, 32, 33, 45, S a l ó n i c a , 44.
49, 50, 51, 54, 56, 66-71, 77-79, 96, S a l v i a n o , escritor latino, 39, 71, 123,
97, 99, 114, 117, 118, 123-125, 129, 154, 159, 160, 169.
130, 132, 138, 150, 175, 182, 184, S a l z b u r g o , 120.
194, 195, 214-216. S a l l a n d , 216.
R i o t i m o , r e y b r e t ó n , 109. S a m b i d a , rey alano, 34.
r ip u a r io s , 68, 196, 216. S a m b r e , río, 114.
277
S a m n iu m . 173. S id o n io , 39, 75, 122, 154, 170.
Sa x A g u s t ín , y . : A g u s t ín , S a n . Sie n a , 87.
San A v it o , y . : A y it o , San. S i g i b e r t o , rey franco, 76, 131, 140.
San G erm án d i ·: A uxerre, v . : Ger S i l e s i a , 31, 50, 51.
mán de A uxerre, Sa n . silingos, 50, 51, 52, 168.
San Is id o r o , v . : I s id o r o , San. S i l v a n o , jefe franco, 69.
San J e r ó n im o , v . : J e r ó n im o , Sa n . S i m a c o , 48, 161, 173.
San L e a n d r o , v . : L e a n d r o , Sa n . S i n e s i o d e C i r e n e , escritor, 160.
San M a r t ín de T ou rs, v. : M a r t ín S i n g i d u n o , 32.
de T o u r s, Sa n . Sinor (D .), 154.
Sa n M e d a r d o , v. : M e d a r d o , Sa n . S i o n , 124.
Sa n P a t r ic io , v . : P a t r ic io , Sa n . S i r i a , 123, 139, 141, 184, 190.
Sa n R e m ig io , v . : R e m ig io , S a n . S i r m i o , 32, 89.
Sa n Se v e r in o , v . : Se v e r in o , S a n . S i s e b u t o , rev germano, 42, 135, 191,
Sánchez Albornoz, 135. 192.
Sa n g ib á n , r e y a la n o , 3 4 . S i s t o v a , 44.
Santa Genoveva, v . : G enoveva, sociedad germánica, 12-14.
Sa n t a . S o GDI ANA, 15.
S o g n e f j o r d , r í o , 56.
S aona, río, 57, 124, 162.
S o i s s o n s , 19, 71, 74, 122, 162, 170.
217.
S a o n e -e t~ L o ir e ,
sardos, 212. S o l e u r e , 79, 119. y
S o m e r s e t , 104.
sármatas, 14, 15, 84, 157, 167.
sarracenos, 212. S o m m e , r í o , 34, 68, 71.
S o m p o r t , 40.
sasánidas, 15, 30, 153.
S a v e , r ío , 8 4 . S o n d e r JYLLAN D, 96.
S o u t h a m p t o n , 221.
Sav e r n e , 78.
S c h l e s w ig , 98, 99.
Sprandel (R .), 141, 195.
Schmidt (L .), 164. Steinbach ( F . ) , 216.
,Schwarz (E .), 7. Stengers (J .), 216.
S t o u r , r ío , 104.
S e g is m u n d o , je fe b u r g u n d o , 45 , 5 8 ,1 8 7 .
S t r a t h c l y d e , 104, 105.
Se g o v ia , 43.
S t r a u b i n g , 81.
segregación, 137, 179, 180.
seldjúcidas, 18. . Stroheker (K . F .), 122.
Sena, río, 74, 124, 125, 195. Sturluson (Snorri), 11.
S u A B iA , 54, 56, 78.
Senado, senadores, 24, 46, 58, 121, 122,
S u e c i a , 12, 35, 95, 163.
162, 202.
Sen s, 122.
suevos, 39, 42, 50, 51, 54-57, 78, 81,
S e p tím a x ia , 3 9 , 4 0 , 7 5 , 7 6 , 8 1 , 1 4 1 , 197 .
84, 134, 136, 140, 168, 169, 175,
s e p u ltu r a s , 1 2 9 , 1 3 0 . V . t a m b ié n : in c i
186, 213, 214.
n e r a c ió n . S u f f o l k , 106, 222.
S e r b ia , 31. S u i z a , 20, 56, 58, 79, 116.
S e r m a iz e , 14. S u l p i c i o A l e j a n d r o , 68, 70.
S e v e r in o , Sa n , 80. S û r e , r í o , 127.
S evern , río, 104, 105. S u s a , 84, 170.
S e v e r o s , fa m ilia , 2 1 0 . Sussex, 101.
S e v illa , 42, 43, 55, 142, 176, 191, 192, S u t t o n H o o , 222.
217.
S ia g r io , 19, 22, 58, 74, 122, 170, 218. T á c it o , 6, 10, 11, 35, 54, 82, 96, 126,
S ib e r ia , 16. 129, 163, 185, 217.
sicambrios, 67, 167. taifales, 36, 84, 140.
S i c i l i a , 38, 52, 53, 81, 134, 173, 210- T á m e s i s , r í o , 98, 101. 102. 104.
212, 224. T á n g e r , 52.
siculos, 33. T a r a z o n a , 155, 159.
278
T a r if a , 52. 47 ; — lombarda, 139, 140.
T a r r a c o n e n se , 22, 39, 159. T oscaxa, 38, 84, 86, 87, 137-139, 171,
T a s il ó n III, duque bávaro, 81. 172.
T a u l é -C a r a x t e c ,110. T o t i l a , rey ostrogodo, 49, 159.
T a z a , 52. T o u l , 68, 71.
T e e s, r ío , 1 0 5 . T o l o s a , 38-40, 55, 74, 75, 122, 167, 170.
te n e te ro s, 67. 176, 186, 199.
T eo d ato , 47, 4 8 , 193. T o u r n a i , 71, 100, 114, 124, 186.
T eodeeerto, rey, franco, 70, 77, 83, T o u r s , 55, 57, 70, 75, 109, 122. 124,
168, 195. 125, 142, 192, 219, 220.
T e o d e l in d a , reina lombarda, 87. T r a c i a , 10, 15, 30, 36, 37.
T e o d e m ir o , rey suevo, 55, 68. T r a x s i l v a n i a , 33.
T e o d o b a l d o , rey merovingio, 83. T r a s a m u n d o , rey vándalo, 45, 52.
T e o d o r i c o e l G r a x d e , rey ostrogodo, T r e n t , río, 104.
22, 23, 39, 43-47, 53 ,'5 5, 75, 79, T k é v e r i s , 71, 122, 123, 125, 126, 127,
131, 136-138, 146, 154, 155, 168, 150, 160, 169, 184, 187, 219.
171, 172, 177, 180, 193-195, 197, treviros, 224.
198, 201, 202, 211, 213, 220. T r i b i g i l d o , jefe godo, 138.
T e o d o r i c o I, rev visigodo, 19, 32, 39, tribocos, 117.
40, 76, 77. tributos,' 167, 168.
T r i e s t e , 139.
T e o d o r i c o II, rey visigodo, 39.
T r i p o l i t a x i a , 22, 52.
T e o d o r i c o K s t r a b ó x , jefe godo, 44.
tubantes, 67.
T e o d o s i o II, emperador, 32.
T u l u i x o , general germano, 46,
T e o d o s i o , 37, 38, 157, 167, 213.
T ú n e z , 126, 134.
T e r m o p i l a s , 32.
T e r r a c in a , 220.
turcilinguos, 24, 136.
T u r i n g i a , 8, 10, 45. 74. 75, 77, 81, 84,
T e s a l ó n ic a , 89.
89, 98, 130, 140, t i l . 196, 218.
T é t r ic o , 161.
T e u d i s , r e v o s t r o g o d o , 40, 176, 214. TrRyuESTÁx, 14.
T u r q u í a . 4, 15, 16, 17, 30, 89.
T e u d is e l o , re y o s tr o g o d o , 42, 214.
Tyr, dios. l l .
teu ton es, 6, 8, 10, 78.
T e y a s , je fe o s tr o g o d o , 49.
T h i e r r y , rey merovingio, 76. 77, 194. u b ia n o s , 117.
T h i o h v i l l e , 117.
U c k a x j a , 9. 15, 30, 31. 33. 194.
Thompson (E . A.·), 177.
u g r o fin e s e s , 4. 17.
Thor, dios, 11. u g u ros, 16. -
T ib a t t o , 1 5 9 .
U l d ix , rey h u n o, 16 , 30.
T í b e r , r ío , 162.
U l k il a , o b i s p o g o d o , 11. 13, 34, 36,
T ib e r io , 8 2 , 89.
135, 136, 138, 170 , 175 , 179, 193,
T ie r r a Sa n t a , v . : P a le s tin a .
213.
T ip a s a , 52, 169.
u lm e r ig io s , 34.
T ir o l , 120.
U lster, 108.
T iu d im e r , rey godo, 2 3 ,. 4 3 , 4 4 .
U m b r ía , 139 .
T oledo, 40, 42, 43, 55, 135, 136, 170,
U r a l , r ío , 1 6 .
176, 186, 187, 198, 214.
¡ U r a l e s , m o n t e s , 17.
T o lo m e o , 6, 7, 15, 3 5 , 96.
: u s ip e t o s , 67.
T onanti o F erreo lo , p re fe cto , 122.
T o ngres, 20, 69, 114, 116.
t o p o n im ia : g e n e r a lid a d e s , 1 7 9 -1 8 3 ; Y a is o x , ‘57.
— bretona, 110 ; — burgundia, 58 ; V a l a i s , 118, 124.
— franca, 116-118, 131-133 ; — in V alam ero, je fe g o d o , 43, 44.
glesa, 102, 104 ; — gótica en Aqui Y a l a q u i a , 31, 32.
tania, 40 ; en España, 43 ; en Italia, V a le n c e , 34, 39.
279
V alente, emperador, 37, 165. vocabulario germánico, en español, 1 3 6 ;
V a l e n t in ia n o III, emperador, 32, 47, — en francés, 1 1 6 , 1 1 7 , 1 3 3 , 1 3 4 ;
52. — en inglés, 102 ; — en italiano,
V a le n t in o is , 200. 8 8 , 1 3 7 -1 3 9 .
V a l ía , re y g o d o , 38, 51, 168, 200. V o lg a , río, 16, 17.
V a l o n ia , 116. obispo de Tours,
V o lu s ia n o , 75.
v á n d a lo s ,7, 9, 22, 32, 34, 42, 47, 48, Von Wartburg, 1 1 6 .
50-54, 74, 81, 128, 134, 138, 149, V o r a r lb e r g , 118.
156,159,162-164, 166-169, 171,175- V o r tig e r n , rev breton, 100, 101, 220,
179, 185, 186, 196, 200-202, 211-213. 221 .
V a n d e m i r o , j e f e f r a n c o , 141. V osgos, 114, 118.
Van der Vyoer (A .), 218, 219. Y o u iL L É , batalla de (5 0 7 ), 4 0 , 7 5 , 1 4 0 ,
vangiones, 117. 2 1 4 , 2 1 7 -2 1 9 .
V a n n e s , 76, 110, 225.
varascos, 79, 119. W a c o , rey lombardo, 8 3 .
V a r d a r , r ío , 44. W a lle r s h e im , 127 .
varegos, 3 6 ,' 8 8 , 95. W a m b a , rey visigodo, 4 3 , 2 1 5 .
v a r in o s , v . : v a r n o s . W a n g e n , batalla de ( 6 1 0 ) , 7 9 , 1 1 9 .
v a rn os, 45, 50, 98, 138, 221. W an sd y k e, 104.
vascos, 42, 81, 135, 155, 181, 212. W ash , río, 9 8 .
V eleyo P a t é r c u l o , 82. Wenskus (R .), 1 6 4 .
V e n a n c io F o rtu n a to, 119, 191, 193. Werner, J ., 1 1 8 , 1 2 9 .
V e n d e l, 223. W e s e r ,· río, 8 , 9 6 , 9 7 .
V e n d s y s s e l , 50, 164. W essex , 101, 102, 104, 109, 220.
V e n e t o ., 10 , 37 , 5 4 , 8 4 , 8 6 -8 9 , 138, W e s tfa lia , 8, 9, 98, 130.
171, 224. wésticos (dialectos), 7.
V erdún, 74. W e s tm o r e la n d , 1 0 4 .
Verlinden (Ch.), 216. W ig h t, 97.
V ero, obispo d e Tours, 75. W i n c h e s t e r ,. 1 0 2 .
V erona, 23, 3 2 , 44, 49, 136. W in d is c h , 7 9 , 1 1 9 .
V ersalles, 116. W in te r s d o r f, 127.
V e r t -l a -G r a v e l l e , 118. WlTHINGTON, 1 0 2 .
V e s u b io , 39. W o d e n , dios, 2 2 2 .
VÉZERONCE, 5 8 . W o r m s ,· 7 4 , 1 2 4 .
V lC E N Z A , 3 2 . Wotán, dios, 11.
V íc t o r d e V it a , e s c r i t o r a fr i c a n o , 1 6 4 , W u ffin g a s , dinastía inglesa, £22.
1 77 .
X a n té n , 20, 67, 70, 118.
V lE N A , 2 1 9 .
V ie n n e , 58.
yacigos, 14.
V ie n n e n s e , 57.
Y a ila D agh, 213.
V ik in g o s , 4 , 8 4 ,‘ 95, 97, 10 8 , 168 . Y e a v e r in g , 22 2 .
V lL L E M O M B L E , 1 3 2 .
Y o rk , 102, 105.
V lM N A C O , 3 2 .
V i r e , r ío , 1 1 0 . Zaragoza, 40, 159.
V ir g il io , 39. Zeiss (Hans), 215, 217.
v is ig o d o s , 2 2 , 3 0 , 3 4 -4 0 , 4 2 , 4 5 , 5 1 , 5 4 , Z e n o b io , 1 6 1 .
58, 6 9 , 7 1 , 7 4 , 7 5 , 8 1 , 8 7 , 9 5 , 1 0 9 , Z e n ó n , emperador, 2 2 , 2 4 , 3 3 , 3 9 , 4 4 ,
128, 138, 140, 155, 156, 164, 165, 168.
1 6 8 -1 7 0 , 173, 175, 176, 179, 186, Ziu, dios, 1 1 .
1 9 0 , 1 9 2 , 1 9 5 -1 9 8 , 2 0 0 , 2 0 2 , 2 1 9 . Z ó sim o , historiador griego, 1 0 0 .
V í s t u l a , r ío , 8 , 3 5 , 5 1 , 5 6 . Z o t t o , duque lombardo, 8 4 ,
V it ig e s , r e y o s tr o g o d o , 48, 83. Z u lp i c h , batalla de, 7 8 .
V iv a r iu m , m o n a s te r io , 47, 193. Z u r ic h , 7 9 .
280
EDITORIAL LABOR. S. A
B A I fÇ E L O N A - M A D R ID ■ BU EN O S AIHES
BOGOTA ■ CARACAS - LISB OA - QUITO
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