Política Exterior Venezolana

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POLÍTICA EXTERIOR VENEZOLANA

Política Exterior desde 1958 hasta la Actualidad

A continuación realizaremos una revisión de las principales características y lineamientos


de la política exterior de los gobiernos de la historia democrática venezolana, destacando en
cada caso los principales acontecimientos internacionales en los que Venezuela ha jugado
un papel activo.

Al iniciarse un nuevo período en la Historia Nacional con el establecimiento de la


Democracia, la política exterior venezolana se orientó a mantener relaciones de mutuo
respeto con la mayor parte de los países del mundo, así como asegurar la colaboración del
país en todos los esfuerzos para consolidar la paz y la democracia en el mundo y a
participar vivamente en todos los proyectos encauzados a la defensa de los derechos
humanos. Tales principios fueron señalados en el preámbulo de la Constitución promulgada
en 1961.

Sin embargo, en los primeros años de la década de 1960, la implementación de la llamada


Doctrina Betancourt que implicaba el reconocimiento por parte de Venezuela sólo a
regímenes legitimados por elecciones democráticas causó la ruptura de relaciones
diplomáticas con un gran número de países, particularmente en el continente americano, lo
cual llevó a un relativo aislamiento de Venezuela en el contexto de su política exterior.

Especial tensión existió en ese período en las relaciones entre Venezuela y Cuba, así como
en las relaciones con el régimen dictatorial que en esos años gobernaba República
Dominicana.

Otro hecho de gran importancia lo constituyó la actuación protagónica de Venezuela en la


fundación de la OPEP, ocurrida en 1960. Dicha actuación se correspondió con el desarrollo
de una política exterior en materia económica bien definida, que buscaba la defensa de los
interese petroleros venezolanos en el contexto mundial.

Durante el Gobierno de Raúl Leoni (1964-1969), la ya referida doctrina Betancourt


permaneció vigente, aunque se observó mayor flexibilidad en su aplicación; como
consecuencia del agravamiento de las tensiones con los sectores de izquierda a nivel
nacional e internacional, el Gobierno de Leoni interrumpió las relaciones de Venezuela con
la Unión soviética, relaciones que databan de 1945.

Con el gobierno del Presidente Rafael Caldera, se estableció un criterio más amplio y
realista de pluralismo ideológico, que permitió darle un nuevo impulsó a las relaciones
exteriores del país. El nuevo principio rector de la política internacional practicada durante
dicho gobierno estuvo orientado básicamente al mejoramiento de las relaciones Norte-Sur,
a la vez que se fundamentó en los postulados teóricos del desarrollo de la humanidad, que
suponía la redefinición de la economía mundial sobre criterios de mayor justicia y equidad.
Se basó además la política exterior Calderista en la promoción de la unidad latinoamericana
y el nacionalismo democrático, promulgando a la vez la defensa de la soberanía sobre los
recursos naturales de las naciones del Tercer Mundo, para asegurar que el producto de su
explotación fuese destinado a su propio desarrollo.

Una vez consolidada la plataforma democrática en lo interno, el gobierno se propuso


ampliar los nexos con el exterior, tratando de revertir los efectos causados por la política
exterior de Betancourt. Se establecieron entonces relaciones diplomáticas con países de las
más variadas inclinaciones ideológicas, entre los que destacan la República Popular de
Hungría (1969), la República Democrática y Popular de Argelia (1971), Australia
(31.5.1973); también se reanudaron con países como Perú (1969), Argentina (1969), la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1970).

La política exterior de Caldera se centró también en la búsqueda de una solución a la


controversia limítrofe mantenida con las Repúblicas de Colombia y Guyana, por lo que se
optó por continuar las negociaciones sobre la delimitación de áreas marinas y submarinas
con Colombia y diferir las discusiones con Guyana durante un lapso de 12 años, mediante
la firma del llamado Protocolo de Puerto España firmado en 1970 tras el vencimiento del
Acuerdo de Ginebra de 1966.

En marzo de 1974, Carlos Andrés Pérez asumió la presidencia de la República bajo


condiciones internas que dieron a las relaciones exteriores de Venezuela un nuevo rumbo.
En general se trató de una actitud de ampliación de las iniciativas adelantadas durante el
período de gobierno de Caldera.

Esta actitud obedeció primordialmente a hechos de carácter económico entre los que
destaca el estallido de la guerra árabe-israelí de 1973, pues dicho conflicto provocó un
inesperado aumento en los precios del petróleo. Este acontecimiento fue complementado
más tarde en Venezuela con la nacionalización petrolera en 1974.

Desde el punto de vista institucional se fortalecieron las relaciones con los países miembros
de la OPEP y se declaró abiertamente la importancia de la riqueza petrolera como
herramienta para establecer un nuevo orden económico internacional que permitiera el
desarrollo de las naciones del Tercer Mundo.

La extensión de la política pluralista iniciada por Rafael Caldera se expresó en el


restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba en 1974. Como nota negativa se
destacó un incidente diplomático que causó la suspensión de relaciones con Uruguay en
1976.

El diálogo Norte-Sur propuesto también por Caldera fue parcialmente sustituido por el
entendimiento Sur-Sur. Con este fin, el presidente Pérez visitó gran número de países, entre
los que se encuentran: Perú (1974), Colombia (1975, 1977 y 1978), México (1975),
Panamá (1975 y1978), Argelia (1975), República Dominicana (1976 y 1977), Brasil
(1977), Reino de Arabia Saudita (1977), Irak (1977) Irán. Visitó además España (1976), la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1976), Italia (1976), Gran Bretaña (1976) y la
Santa Sede, siendo el primer mandatario venezolano que lo hizo (1976).

En 1979 llegó a la presidencia Luis Herrera Campins inaugurándose otra etapa en la


política exterior venezolana. A la base doctrinal fundada por Rafael Caldera se adicionó un
nuevo principio: el de la institucionalización de la libertad y la democracia.

Esta orientación significó un paso decisivo del gobierno para promocionar el ascenso al
poder de gobiernos demócrata-cristianos en el área de Centroamérica y el Caribe. Esta
política, apoyada inicialmente por Estados Unidos, se abandonó tras la derrota de José
Napoleón Duarte y el triunfo de un sector ultraderechista en El Salvador.

Un cambio circunstancial de orientación fue evidente durante la guerra de las Malvinas, en


1982, cuando Venezuela ofreció su apoyo absoluto a la dictadura militar que gobernaba
para ese momento en Argentina. Respecto a la política de fronteras, el gobierno se vio en la
obligación de sortear el problema de la delimitación marítima con Colombia, y la
reclamación del Esquivo. Sobre lo primero, se logró en octubre de 1980 un proyecto de
acuerdo, conocido como Hipótesis de Caraballeda el cual fue rechazado por considerarse
que lesionaba la integridad territorial del país en el área del golfo de Venezuela.

En cuanto a la reclamación del Esquivo, se decidió no prorrogar el Protocolo de Puerto


España. En el plano diplomático, Herrera Campins visitó Costa Rica (1980), Honduras
(1980 y 1982), México (1981), Nicaragua (1980 y 1982), Colombia (1983) y la República
Federativa de Yugoslavia (1983).

La grave crisis económica originada en 1983 como consecuencia de la caída de los precios
del petróleo, unida a una fuerte devaluación del Bolívar en relación al Dólar, llevó al
gobierno de Jaime Lusinchi a dejar en segundo plano el desarrollo de una política exterior
estructural, por lo que el desarrollo fue coyuntural.

Aun cuando se preservaron los principios básicos de la diplomacia desarrollada en la


década de 1970, reivindicados por la Cancillería de Herrera Campins en la segunda mitad
de su administración, la política exterior no mantuvo la misma profundidad, debido a las
dificultades económicas ya señaladas.

Se intensificaron los viajes de las misiones económicas que buscaban un acuerdo de


refinanciamiento de la deuda con la banca acreedora internacional. Las relaciones con
Uruguay se reanudaron en 1985. Las relaciones con Colombia alcanzaron un punto crítico
en agosto de l987, a raíz del incidente causado por la corbeta OARC Caldas al penetrar en
aguas del golfo de Venezuela. Jaime Lusinchi visitó distintos países como Colombia
(1986), Trinidad y Tobago (1986), España (1986), Portugal (1986), México (1987), Guyana
(1987) y Brasil (1988).

Carlos Andrés Pérez asumió nuevamente la presidencia del país en 1989, reorientando la
política exterior venezolana de acuerdo con el nuevo orden político mundial establecido
tras el final de la Guerra Fría. Casi desde el inicio de su gestión, Pérez emprendió una serie
de visitas oficiales a distintos países, como Estados Unidos, Hungría , Bolivia, Argentina,
Uruguay, Costa Rica, Colombia , Chile, Brasil, España , Francia , la República Federal de
Alemania. Pese a este enorme esfuerzo diplomático, la política exterior de Pérez no pudo
desarrollar los lineamientos planeados, que consistían en un nuevo enfoque de la
integración latinoamericana, el fortalecimiento de la diplomacia comercial, la cooperación
Sur-Sur, y el diálogo Norte-Sur.

Los desórdenes públicos de febrero de 1989, y los intentos de golpe militar de febrero y
noviembre de 1992, motivaron en 1993 la destitución de Carlos Andrés Pérez y el ascenso a
la Presidencia de la República de Ramón J. Velásquez, a quien correspondió la difícil tarea
de dar marcha al proceso de recuperación de la confianza internacional en las instituciones
venezolanas. Durante el lapso comprendido entre 1989 y 1993 fueron reconocidas las ex
repúblicas que conformaban la U.R.S.S.

(Estonia, Letonia, Lituania, la Federación de Rusia, y la Comunidad de Estados


Independientes), así como las nuevas repúblicas de Croacia, Eslovenia, Bosnia-
Herzegovina, República Checa, República Eslovaca, y se establecieron relaciones
diplomáticas con la República Socialista de Vietnam (1989), Namibia (1990), Eslovenia
(1991), así como con las ya mencionadas ex repúblicas socialistas.

El segundo período de Gobierno de Caldera (1994 - 1999) estuvo marcado por la existencia
de una difícil situación económica y social donde los esfuerzos diplomáticos se
concentraron en la consecución de acuerdos con distintos organismos económicos
internacionales, en especial con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial.

En materia ideológica, la política exterior del segundo gobierno de Caldera promovió el


establecimiento de un nuevo orden internacional multipolar, así como en la constitución de
un espacio económico integrado para toda América. En general pude afirmarse que en el
período 1994-1999, la política exterior venezolana estuvo centrada en temas económicos.
En 1998, la victoria de Hugo Chávez Frías en las elecciones, marcará el inicio de un nuevo
período en la evolución de la política exterior venezolana. Tras la promulgación de la
Constitución de 1999, el gobierno Nacional ha intentado llevar adelante una nueva política
hacia el resto del mundo, cuyos objetivos centrales se encuentran establecidos en la propia
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Entre esos objetivos se cuentan:
Estimular la democratización de la sociedad internacional, con el fin de alentar la acción
concertada de los países en desarrollo, al igual que la solidaridad y la cooperación entre los
distintos actores del sistema internacional.

Promover la integración latinoamericana y caribeña, para afrontar con mayor empuje las
desigualdades sociales y los profundos niveles de pobreza que afectan a los países de la
región.

Consolidar y diversificar las relaciones internacionales, robusteciendo la cooperación Sur -


Sur y ampliando las relaciones con otras regiones y países.

Fortalecer el posicionamiento de Venezuela en la economía internacional.

Al mismo tiempo, la participación de Venezuela en mecanismos de cooperación tendientes


a la articulación de esfuerzos entre los países menos desarrollados como el Grupo de Río, el
Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 y el Grupo de los 15, ha dado un
gran impulso a fin de conseguir las metas de la política exterior venezolana.

La política Exterior del actual gobierno ha sido tremendamente activa y en ocasiones, no


libre de polémicas; en el afán por ayudar a la concreción de un orden económico
Multipolar, se han sostenido reuniones y tratados con gobiernos de los cinco continentes,
destacando el establecimiento de fuertes vínculos políticos y comerciales con los miembros
de la OPEP, además de países como China, Brasil, Cuba y Argentina; de forma paradójica,
a medida que las relaciones comerciales con los Estados Unidos han ido en aumento, ha
crecido también el enfrentamiento político entre los gobiernos de Washington y Caracas.

DIRECTRICES DE LA POLÍTICA EXTERIOR VENEZOLANA

Los principios y directrices de la política exterior venezolana, rumbo al socialismo, se han


traducido en metodologías y proyectos concretos para la liberación. El más notable de ellos
es el ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), una propuesta
que rescata los principios socialistas, enmarcada en el aún vigente conflicto entre el
Bolivarianismo y el Monroeismo; es decir, a todas luces una alternativa fundamentada en la
soberanía, la solidaridad, la unión latinoamericana y caribeña, el antiimperialismo y la
búsqueda de una sociedad justa y equitativa. Venezuela y Cuba conformaron el ALBA en
diciembre de 2004, adhiriéndose Bolivia en abril de 2006 y Nicaragua en enero de 2007. Se
trata de países cuyos gobiernos se han orientado hacia el progreso y la inclusión, con
valores sociales y solidarios. No obstante, el ALBA está abierta, no sólo a otros gobiernos
nacionales, sino a gobiernos locales y movimientos sociales que crean y tengan la voluntad
de generar en un tipo de integral y humanista. La integración latinoamericana en el siglo
XX, impuesta desde el norte, hizo énfasis, casi exclusivo, en la economía, el comercio,
razón por la cual jamás se concretó, pues los pueblos se mantuvieron al margen. El
corolario de ese tipo de integración vendría a ser el ALCA (Área de Libre Comercio para
las Américas), propuesta estadounidense que hubiese constituido la anexión imperial
subliminal de todo el continente, poniendo fin a nuestra identidad como pueblos y
expandiendo los problemas de la desigualdad, la exclusión, la explotación. EL ALBA surge
entonces para demostrar que existe una vía alternativa, concreta, en la cual los social y
cultural siempre es prioritario, reconociendo siempre la relevancia de las esferas política y
económica, pero siempre en función del bienestar, siempre en función de los pueblos. Y
dentro del ALBA hemos visto, no sólo aumentar el intercambio comercial, sino el
intercambio de políticas sociales, de cultura, de conocimientos, transferencia de
tecnologías, proyectos conjuntos productivos conjuntos, intercambio de información, de
experiencias sociales, de encuentro y cooperación de los movimientos de base,
trabajadores, campesinos, estudiantes. Se ha constituido el ALBA en ejemplo tangible de
esa política exterior internacionalista, social, humanista, multipolar que han desarrollar
nuestros pueblos para propiciar los cambios definitivos que requiere el sistema
internacional y la relaciones entre los pueblos, si en realidad queremos generar ese otro
mundo posible e imprescindible que tanto ansiamos.

LA SOBERANÍA

La política exterior venezolana es hoy absolutamente autónoma y sus directrices son


concebidas en el gobierno nacional, como fiel representante de su pueblo, y ejecutadas y
evaluadas por sus instituciones y el apoyo popular. Ningún centro de poder influye en la
concepción de las relaciones exteriores de Venezuela, muy por el contrario, Washington,
que fungió como metrópoli con respecto a Caracas hasta 1999, ha encontrado en Venezuela
la más férrea de las oposiciones a su política exterior imperialista y devastadora. Venezuela
ha diversificado y fortalecido sus relaciones con pueblos y Estados de todo el mundo,
alcanzando incluso alianzas geoestratégicas de gran importancia con socios “no
tradicionales”. De esta manera se revierte el pasado colonial y neocolonial durante el cual
sus relaciones se limitaban a las que establecía o permitía EEUU, el impulso meramente
mercantilista de la integración latinoamericana y puntuales vínculos diplomáticos y
culturales con Europa. La profundización de la integración de la región bajo el liderazgo
del Gobierno Bolivariano, así como las alianzas con China, Rusia, India, Indonesia, Irán,
entre otras, dan fe de la absoluta soberanía de Venezuela en sus relaciones exteriores.

EL MUNDO MULTIPOLAR

El equilibrio del universo, al cual se refería el Libertador como fuente de un mundo en paz,
está hoy más vigente que nunca en Venezuela. En la búsqueda de la conformación de un
mundo multipolar, de un equilibrio que detenga las pretensiones unilaterales de
Washington, Venezuela ha impulsado la conformación de bloques regionales, comenzando,
por supuesto, por la consolidación de la unión latinoamericana a través del fortalecimiento
del MERCOSUR, la concreción del ALBA e iniciativas solidarias como Petrocaribe, con el
único objetivo estratégico de facilitar la conformación de un polo de poder latinoamericano.
Pero más allá de la región, Venezuela ha apostado por el fortalecimiento y reagrupamiento
del Sur en todos los foros internacionales, y ha establecido alianzas con importantes países,
representantes por excelencia de los polos de poder que puedan contener y neutralizar las
arremetidas unipolares e imperiales. Sólo el equilibrio sano de poderes, podrá liberar al
mundo de la dominación de los centros de poder transnacionales. Sólo el impulso de polos
de poder en el Sur del mundo permitirá que nuestros países progresen integralmente,
superen la miseria y la dependencia.

ANTIIMPERIALISMO

Se desprende de los principios anteriores la decidida voluntad de enfrentar y luchar contra


el imperialismo estadounidense o transnacional, como también contra cualquier otra
variante imperial que se presente como obstáculo para el futuro de nuestros pueblos. Para
derrotar la arrogancia de los imperios, es necesario combatirlos desde todas las trincheras y
posiciones. Tras comprobarse la intervención de Washington en Venezuela para derrocar el
gobierno revolucionario en 2002 y 2003, la Revolución Bolivariana asume la senda
antiimperialista de denuncia, por una parte, y de construcción de una alternativa real al
imperialismo, por la otra. Hugo Chávez se ha convertido en la contrafigura, en la antítesis
del imperialismo estadounidense. La procura de un orden internacional multipolar, la
recuperación de la soberanía nacional de los pueblos, la concreción de la integración
latinoamericana y la derrota estridente de propuestas imperiales como el ALCA, son
elementos clave, hechos que van más allá de los discursos y posturas teóricas.

RESPETO AL DERECHO INTERNACIONAL

Venezuela se propone hacer sentir el peso del derecho internacional público, respetando
principios como la autodeterminación de los pueblos, la no intromisión en asuntos internos
y la democratización de las organizaciones internacionales, la solución pacífica de las
controversias, entre otros. El constante y altisonante llamado, no sólo a una reforma, sino
más bien a una revolución en el seno de las Naciones Unidas estará presente en la política
venezolana, hasta que se concrete. Venezuela reclama que todos los actores respeten el
derecho internacional, ignorado frecuentemente por los grandes centros de poder
económico, político y militar. Sólo reglas de juego claras, aceptadas y respetadas pueden
evitar imposiciones y dominación.

RESPETO Y PROTECCIÓN A LA HUMANIDAD Y LA ECOLOGÍA

El cambio del sistema económico – productivo que propugna el Gobierno Bolivariano,


apunta hacia la adopción de esquemas de desarrollo sustentable y de lucha contra la
miseria. Una nueva economía productiva, en armonía con la naturaleza, que le garantice a
las generaciones venideras el disfrute de los recursos naturales y de la vida misma,
partiendo de la base de que el capitalismo está arrasando con el medio ambiente y ello pone
en riesgo la propio supervivencia de la especie humana en el mediano plazo. Promover que
el ser humano, que el colectivo, se constituyan en el centro de toda cooperación
internacional, buscando así mecanismos que generen bienestar y felicidad, superando las
épocas de la búsqueda de ganancias mercantilistas y financieras. Venezuela reconoce como
principal enemigo de la humanidad a la pobreza, la miseria, el peor de los terrorismos que
genera el capitalismo. El capitalismo y su restringida democracia liberal, son el sistema de
gobierno económico y político, que menor suma de felicidad le brinda a sus pueblos y que
más les niega la moral y las luces. Por ello, el reto es trabajar hacia la superación de este
modelo y avanzar hacia una sociedad y un sistema mundial que, tal como indicaba Bolívar,
le brinde la mayor suma de felicidad y seguridad social a la humanidad.

SOLIDARIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD

El gobierno venezolano ha venido desarrollando políticas de unión entre los pueblos, más
allá cooperación o negocios entre los Estados, facilitándose ambos procesos cuando se
cuenta con gobiernos que realmente interpretan a sus pueblos. Venezuela reconoce en todo
momento las asimetrías que existen entre las economías, los índices de pobreza y miseria,
las realidades productivas de cada país, las necesidades y potencialidades sociales de cada
uno de los pueblos. Sobre la base de ese reconocimiento explícito de realidades, Venezuela
asume políticas unilaterales de solidaridad, sin esperar contrapartidas ni reciprocidad; así
como también establece convenios, intercambios y tratados que se fundamentan en esas
asimetrías, en esas realidades sociales y productivas, apuntando a la complementariedad y
no a la competitividad. En este cuadro se enmarcan, la internacionalización de las Misiones
Sociales, la cooperación energética, la oferta de plazas y becas universitarias, la
conformación de compañías multiestatales y hasta el trueque a gran escala, como lo es el
intercambio de petróleo por bienes y servicios que ofrezcan otros Estados. Sin duda, una
revolución socialista no puede concebirse aisladamente, razón por la cual la colaboración y
cooperación con aquellos pueblos que experimenten transformaciones sociales, humanistas
y estructurales profundas, será siempre destacable. Incluso la integración capitalista, como
la Europea, contempla los fondos de cohesión para asistir con recursos financieros y
facilidades a los países menos desarrollados de la Unión. En el caso de las políticas de
unión socialistas, la visión internacionalista de solidaridad, apoyo y complementariedad,
son inherentes a la construcción de una nueva manera de interrelacionarse con los demás
actores internacionales, hacia la transformación definitiva de las estructuras capitalistas y
excluyentes del sistema mundial actual. Así como hoy Venezuela concreta el proceso
independentista liderado por Simón Bolívar hace 200 años, también, como nuestros
próceres y el Ejército Libertador, le extendemos la mano solidaria a nuestros pueblos
hermanos para que también ellos logren la independencia y el bienestar común.

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