Política Exterior Venezolana
Política Exterior Venezolana
Política Exterior Venezolana
Especial tensión existió en ese período en las relaciones entre Venezuela y Cuba, así como
en las relaciones con el régimen dictatorial que en esos años gobernaba República
Dominicana.
Con el gobierno del Presidente Rafael Caldera, se estableció un criterio más amplio y
realista de pluralismo ideológico, que permitió darle un nuevo impulsó a las relaciones
exteriores del país. El nuevo principio rector de la política internacional practicada durante
dicho gobierno estuvo orientado básicamente al mejoramiento de las relaciones Norte-Sur,
a la vez que se fundamentó en los postulados teóricos del desarrollo de la humanidad, que
suponía la redefinición de la economía mundial sobre criterios de mayor justicia y equidad.
Se basó además la política exterior Calderista en la promoción de la unidad latinoamericana
y el nacionalismo democrático, promulgando a la vez la defensa de la soberanía sobre los
recursos naturales de las naciones del Tercer Mundo, para asegurar que el producto de su
explotación fuese destinado a su propio desarrollo.
Esta actitud obedeció primordialmente a hechos de carácter económico entre los que
destaca el estallido de la guerra árabe-israelí de 1973, pues dicho conflicto provocó un
inesperado aumento en los precios del petróleo. Este acontecimiento fue complementado
más tarde en Venezuela con la nacionalización petrolera en 1974.
Desde el punto de vista institucional se fortalecieron las relaciones con los países miembros
de la OPEP y se declaró abiertamente la importancia de la riqueza petrolera como
herramienta para establecer un nuevo orden económico internacional que permitiera el
desarrollo de las naciones del Tercer Mundo.
El diálogo Norte-Sur propuesto también por Caldera fue parcialmente sustituido por el
entendimiento Sur-Sur. Con este fin, el presidente Pérez visitó gran número de países, entre
los que se encuentran: Perú (1974), Colombia (1975, 1977 y 1978), México (1975),
Panamá (1975 y1978), Argelia (1975), República Dominicana (1976 y 1977), Brasil
(1977), Reino de Arabia Saudita (1977), Irak (1977) Irán. Visitó además España (1976), la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1976), Italia (1976), Gran Bretaña (1976) y la
Santa Sede, siendo el primer mandatario venezolano que lo hizo (1976).
Esta orientación significó un paso decisivo del gobierno para promocionar el ascenso al
poder de gobiernos demócrata-cristianos en el área de Centroamérica y el Caribe. Esta
política, apoyada inicialmente por Estados Unidos, se abandonó tras la derrota de José
Napoleón Duarte y el triunfo de un sector ultraderechista en El Salvador.
La grave crisis económica originada en 1983 como consecuencia de la caída de los precios
del petróleo, unida a una fuerte devaluación del Bolívar en relación al Dólar, llevó al
gobierno de Jaime Lusinchi a dejar en segundo plano el desarrollo de una política exterior
estructural, por lo que el desarrollo fue coyuntural.
Carlos Andrés Pérez asumió nuevamente la presidencia del país en 1989, reorientando la
política exterior venezolana de acuerdo con el nuevo orden político mundial establecido
tras el final de la Guerra Fría. Casi desde el inicio de su gestión, Pérez emprendió una serie
de visitas oficiales a distintos países, como Estados Unidos, Hungría , Bolivia, Argentina,
Uruguay, Costa Rica, Colombia , Chile, Brasil, España , Francia , la República Federal de
Alemania. Pese a este enorme esfuerzo diplomático, la política exterior de Pérez no pudo
desarrollar los lineamientos planeados, que consistían en un nuevo enfoque de la
integración latinoamericana, el fortalecimiento de la diplomacia comercial, la cooperación
Sur-Sur, y el diálogo Norte-Sur.
Los desórdenes públicos de febrero de 1989, y los intentos de golpe militar de febrero y
noviembre de 1992, motivaron en 1993 la destitución de Carlos Andrés Pérez y el ascenso a
la Presidencia de la República de Ramón J. Velásquez, a quien correspondió la difícil tarea
de dar marcha al proceso de recuperación de la confianza internacional en las instituciones
venezolanas. Durante el lapso comprendido entre 1989 y 1993 fueron reconocidas las ex
repúblicas que conformaban la U.R.S.S.
El segundo período de Gobierno de Caldera (1994 - 1999) estuvo marcado por la existencia
de una difícil situación económica y social donde los esfuerzos diplomáticos se
concentraron en la consecución de acuerdos con distintos organismos económicos
internacionales, en especial con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial.
Promover la integración latinoamericana y caribeña, para afrontar con mayor empuje las
desigualdades sociales y los profundos niveles de pobreza que afectan a los países de la
región.
LA SOBERANÍA
EL MUNDO MULTIPOLAR
El equilibrio del universo, al cual se refería el Libertador como fuente de un mundo en paz,
está hoy más vigente que nunca en Venezuela. En la búsqueda de la conformación de un
mundo multipolar, de un equilibrio que detenga las pretensiones unilaterales de
Washington, Venezuela ha impulsado la conformación de bloques regionales, comenzando,
por supuesto, por la consolidación de la unión latinoamericana a través del fortalecimiento
del MERCOSUR, la concreción del ALBA e iniciativas solidarias como Petrocaribe, con el
único objetivo estratégico de facilitar la conformación de un polo de poder latinoamericano.
Pero más allá de la región, Venezuela ha apostado por el fortalecimiento y reagrupamiento
del Sur en todos los foros internacionales, y ha establecido alianzas con importantes países,
representantes por excelencia de los polos de poder que puedan contener y neutralizar las
arremetidas unipolares e imperiales. Sólo el equilibrio sano de poderes, podrá liberar al
mundo de la dominación de los centros de poder transnacionales. Sólo el impulso de polos
de poder en el Sur del mundo permitirá que nuestros países progresen integralmente,
superen la miseria y la dependencia.
ANTIIMPERIALISMO
Venezuela se propone hacer sentir el peso del derecho internacional público, respetando
principios como la autodeterminación de los pueblos, la no intromisión en asuntos internos
y la democratización de las organizaciones internacionales, la solución pacífica de las
controversias, entre otros. El constante y altisonante llamado, no sólo a una reforma, sino
más bien a una revolución en el seno de las Naciones Unidas estará presente en la política
venezolana, hasta que se concrete. Venezuela reclama que todos los actores respeten el
derecho internacional, ignorado frecuentemente por los grandes centros de poder
económico, político y militar. Sólo reglas de juego claras, aceptadas y respetadas pueden
evitar imposiciones y dominación.
SOLIDARIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD
El gobierno venezolano ha venido desarrollando políticas de unión entre los pueblos, más
allá cooperación o negocios entre los Estados, facilitándose ambos procesos cuando se
cuenta con gobiernos que realmente interpretan a sus pueblos. Venezuela reconoce en todo
momento las asimetrías que existen entre las economías, los índices de pobreza y miseria,
las realidades productivas de cada país, las necesidades y potencialidades sociales de cada
uno de los pueblos. Sobre la base de ese reconocimiento explícito de realidades, Venezuela
asume políticas unilaterales de solidaridad, sin esperar contrapartidas ni reciprocidad; así
como también establece convenios, intercambios y tratados que se fundamentan en esas
asimetrías, en esas realidades sociales y productivas, apuntando a la complementariedad y
no a la competitividad. En este cuadro se enmarcan, la internacionalización de las Misiones
Sociales, la cooperación energética, la oferta de plazas y becas universitarias, la
conformación de compañías multiestatales y hasta el trueque a gran escala, como lo es el
intercambio de petróleo por bienes y servicios que ofrezcan otros Estados. Sin duda, una
revolución socialista no puede concebirse aisladamente, razón por la cual la colaboración y
cooperación con aquellos pueblos que experimenten transformaciones sociales, humanistas
y estructurales profundas, será siempre destacable. Incluso la integración capitalista, como
la Europea, contempla los fondos de cohesión para asistir con recursos financieros y
facilidades a los países menos desarrollados de la Unión. En el caso de las políticas de
unión socialistas, la visión internacionalista de solidaridad, apoyo y complementariedad,
son inherentes a la construcción de una nueva manera de interrelacionarse con los demás
actores internacionales, hacia la transformación definitiva de las estructuras capitalistas y
excluyentes del sistema mundial actual. Así como hoy Venezuela concreta el proceso
independentista liderado por Simón Bolívar hace 200 años, también, como nuestros
próceres y el Ejército Libertador, le extendemos la mano solidaria a nuestros pueblos
hermanos para que también ellos logren la independencia y el bienestar común.