Sujeto Encarnado
Sujeto Encarnado
Sujeto Encarnado
En las últimas décadas los modelos cognitivos, los valores y las prácticas de la Modernidad
han entrado en una crisis que muchos consideran terminal. El pensamiento contemporáneo
se ha abocado a desenredar la compleja madeja de conceptos, metáforas, inferencias que
han estructurado la concepción Moderna del mundo. Desde diversas perspectivas que
incluyen la lingüística, la filosofía del lenguaje, la teoría de la categorización, la
inteligencia artificial, la psicología cognitiva, la teoría literaria , la crítica de arte, la
filosofía de la ciencia se ha cuestionado el discurso moderno respecto del sujeto, el
conocimiento y la producción de sentido.
Este trabajo se inscribe en una perspectiva conceptual que rompe con los discursos de la
modernidad2[1]; exige como punto de partida la especificación del lugar desde el cual se
habla. Este gesto no es un mero señalamiento, ni una regla protocolar. Por el contrario, se
trata de una afirmación a la vez ética -porque indica la decisión del hablante de hacerse
responsable de su discurso-, estética -ya que reconoce la importancia del contenido de la
forma y de los vínculos específicos que esta crea-, y política -porque pretende un lugar en
el entramado relacional contemporáneo.
1
http://fac.org.ar/1/docencia/foros/cardtran/gral/sujeto%20encarnado.htm
2[1]Sin embargo no pretende inscribirse en esa extraña bolsa de gatos que algunos han dado en llamar
posmodernidad.
Desde el punto de vista epistemológico este señalamiento del lugar de la enunciación se
relaciona con la necesidad de cuestionar la distinción clásica sujeto-objeto y su correlativa
separación cuerpo-mente. Esto es así porque las concepciones contemporáneas sobre estas
dicotomías clásicas han llegado a un punto de no retorno al cuestionar la supuesta
independencia de cada uno de los términos constitutivos de estas polaridades que en la
modernidad han sido pensadas como separadas, disociadas, desconectadas. Al cuestionar la
polaridad excluyente sujeto-objeto o su equivalente cuerpo mente avanzamos hacia un
nuevo espacio cognitivo. Ya no se trata de indicar nuevos lugares en el viejo mapa de la
modernidad, sino que los desarrollos contemporáneos exigen la construcción de un
nuevo espacio cognitivo donde cuerpo~mente, sujeto~objeto, materia~energía son
pares co-rrelacionados y no oposiciones de términos independientes. Sólo en un nuevo
espacio cognitivo podrán cobrar sentido las producciones teóricas e instrumentales de este
fin de siglo: la simulación y la realidad virtual, las redes sociales y las tramas urbanas, el
cuerpo emocional y la mente corporalizada.
Es hora ya de responder al interrogante que abre este trabajo: ¿de qué hablamos cuando
hablamos del cuerpo? Desde una mirada que rompe con las dicotomías clásicas y que
acepte dar cuenta del lugar de la enunciación, lo primero que tenemos que darnos cuenta es
de qué estamos hablando. Es decir, estamos traduciendo al lenguaje verbal nuestra
experiencia corporal. Esa experiencia corporal es inconmensurable con el lenguaje:
pertenece a otro orden. Sin embargo, y aunque resulte paradójico, aún cuando pertenece a
otro orden el lenguaje es parte3[2] de esa experiencia corporal. La inconmensurabilidad no
implica incomunicación, lo que indica es la imposibilidad de una traducción completa entre
el orden corporal y el del lenguaje. Entre ambos hay una articulación, una posibilidad de
traducción parcial, que nos permite hablar de la experiencia corporal (sabiendo siempre que
hablar del dolor o del placer, o intentar describirlos más precisamente es una tarea
interminable4[3]). Pero ese "cuerpo"5[4] del que hablamos en el lenguaje no puede
identificarse sin más con el cuerpo que experimentamos. Entre uno y otro ha mediado una
transformación ya que el lenguaje no es un medio inerte. Barnett Pearce ha señalado este
aspecto formativo del lenguaje y destacado nombrar algo es "en un sentido muy real,
convocarlo a ser como uno lo ha nombrado".
Este "cuerpo" del que hablamos ha emergido en nuestra experiencia social e histórica, en un
contexto específico y está atravesado por múltiples imaginarios. Cuando yo hablo del
"cuerpo" hablo como bioquímica, como epistemóloga, como mujer, como madre, como
argentina de fines del siglo XX, como cibernauta, como amante, y en muchos otros
registros más. Mi discurso tiene -en este caso- la forma del lenguaje escrito estructurado
por la cadencia y la consistencia del castellano de Buenos Aires y un estilo académico (con
3[2] Es fundamental aclarar que el lenguaje es parte de la experiencia corporal en el mismo sentido en que las
células son parte de la mano y no en el sentido en que lo son los dedos. Hay dos formas completamente
distintas de "ser parte de" y es crucial poder distinguirlas.
4[3]El pasaje de un plano de la experiencia a otro, o de un lenguaje a otro, o de un idioma a otro exige siempre
una transformación que implica pérdidas y ganancias. Sin embargo este trabajo de traducción -tomando
prestadas las palabras de Derrida-es tan imposible como imprescindible.
5[4] El cuerpo del que hablamos aparecerá siempre con comillas a partir de aquí.
ciertas liberalidades). Otras personas -y yo misma en otras circunstancias- producen sentido
en relación al cuerpo con y desde otros lenguajes como la pintura, la escultura, el video, el
cine, la fotografía, la simulación computada, la danza, el ritual, y muchos otros. Otros
lenguaje crearán otros "cuerpos", al igual que distintas perspectivas dentro de un lenguaje.
Los diversos lenguajes son inconmensurables entre si, y por lo tanto , no hay una
traducción exacta, completa y mecánica de uno al otro, pero si un proceso de traducción
parcial, metafórico y creativo, como ya hemos señalado al hablar del lenguaje verbal y la
experiencia corporal.
Las complejas relaciones entre los "cuerpos" expresados a través de los lenguaje humanos y
el cuerpo más alla de toda representación ha sido uno de los temas claves de investigación
de muchos pensadores en las últimas décadas. Los filósofos positivistas fueron pioneros en
la distinción entre "cuerpo" y cuerpo. Sin embargo su concepción del lenguaje y el
conocimiento, estaba atrapada en la metáfora cognitiva de la Modernidad. Esta concepción
los llevó a hacer del "cuerpo" una imagen especular -obtenida gracias a la iluminación
objetivista- de un supuesto cuerpo material, objetivo e independiente. En el próximo
apartado exploraremos la forma en que fue formándose este "cuerpo de la modernidad",
que los positivistas han ayudado a gestar, propagar y sostener. Consideraremos con especial
atención algunas de sus metáforas constitutivas, tendremos en cuenta los instrumentos y las
prácticas que lo hicieron emerger y los procedimientos que lo sostienen. Luego
exploraremos las alternativas contemporáneas que permiten abrir nuevos sentidos que
abandonan la vieja dicotomía cuerpo-mente y abren las puertas al pensamiento complejo
para producir un abordadaje que permita pensar una mente corporalizada y un cuerpo
cognitivo emocional.
6[5] Algunas ideas brotaron, germinaron y crecieron, otras colapsaron. Algunos modelos se desarrollaron en
algunos lugares exclusivamente y otras se expandieron en todas las direcciones.
La forma específica de la mentalidad moderna no es idéntica en Galileo que en Descartes o
Newton o Leibniz. Aún así es posible abstraer un prototipo, un modelo ejemplar de aquello
que entendemos por mentalidad moderna. Sin embargo, no debemos olvidar que se trata de
un "prototipo abstracto" que no tiene sentido por si mismo: no es un ídolo para adorar, ni un
demonio que destruir. Por lo tanto, cuando hablemos de la "concepción moderna del
mundo", y especialmente la "concepción moderna del cuerpo", debemos tener en claro que
estos "prototipos" son "objetos narrativos". Esto no los hace menos importantes, ni les quita
validez. Al contrario, al hacernos cargo de que somos nosotros los que hablamos del
cuerpo, que nuestra narración depende de nuestro peculiar punto de vista y que no podemos
acceder a la "perspectiva de Dios", ni pretender privilegios especiales para nuestro modo de
entender el mundo y por lo tanto la corporalidad, abandonamos el campo de las certezas
eternas y los fundamentalismos objetivistas o Deistas, y abrimos la puerta a la pregunta por
la emergencia de la noción de "cuerpo". Al romper con las ilusiones de una única mirada y
una única narración, nos damos cuenta que la pregunta -al igual que todas las preguntas-
por el "cuerpo" está histórica y socialmente condicionada. Es preciso explorar la noción de
"cuerpo de la Modernidad" porque nos atraviesa y nos constituye y también porque ha
entrado en crisis y esto nos produce tanto malestar como nos impulsa hacia nuevas
búsquedas de sentido.
El material histórico que nos brinda Occidente a partir del Renacimiento hasta este siglo es
tan rico que nos obliga a elegir sólo algunas de las diversas perspectivas y narraciones que
dan cuenta del vasto tema del "cuerpo" y las relaciones cuerpo-mente. En el marco de este
trabajo, los elementos que hemos de utilizar para llevar a cabo nuestro proyecto son de
distinta proveniencia:
He decidido construir esta narración sobre estos tres ejes porque nos permitirán abordar el
tema del cuerpo desde una perspectiva multidimensional, superando así los modelos de
compartimentos estancos y elaborando una historia que pueda ser navegada como un
hipertexto.
Un elemento clave para componer una imagen de la Modernidad es darse cuenta que desde
su perspectiva conceptual las coordenadas son fijas: sólo se reconoce la legitimidad de una
única mirada. En la pintura esta concepción se plasmó a través de la "perspectiva lineal" .
En la ciencia, la mentalidad moderna se expresó a través de la estandarización y reificación
de los sistemas de representación matemáticos -la geometría analítica primero y luego el
Cálculo Infinitesimal- y el establecimiento del "experimento controlado" como modalidad
clave de interrogación a la naturaleza. La prácticas sociales ligadas al pasaje del Medioevo
a la Modernidad están relacionadas con la construcción, difusión e imposición de los
patrones e instrumentos de medida ( el metro patrón, el kilo patrón etc.), la contabilidad de
doble entrada, el establecimiento de nuevos modelos vinculares sistematizados -
especialmente en las ciudades con la agremiación- y un cambio radical en las relaciones de
poder entre los distintos actores sociales y los modos de fijación de los nuevos estatus
sociales.
Los conceptos y procedimientos que hoy nos resultan cotidianos, obvios, naturales, han
sido el fruto de una dolorosa revolución intelectual y tecnológica, ligada a los procesos
histórico-sociales que se produjeron en el pasaje del Medioevo a la Modernidad. Los
hombres de Occidente atravesaron varios siglos de transformaciones de sus valores, de
sus modos de representación, de sus sistemas vinculares, de sus estilos cognitivos, de
sus perspectivas teóricas y estéticas. Estos cambios estuvieron indisolublemente ligados
con profundas modificaciones en las instituciones religiosas, profesionales, legales,
políticas y sociales que condujeron a un nuevo orden social: la Modernidad. Este proceso
tuvo lugar tanto en el imaginario como en el tejido social y pudo emerger a partir de un
cambio de sensibilidad ligado a la aparición de nuevos modos de representación y de
nuevas formas de relación social.
El desarrollo de la perspectiva lineal en la pintura fue anterior al giro Copernicano que dió
nacimiento a la Ciencia Moderna y a las Meditaciones Filosóficas de Descartes que
abrieron definitivamente las puertas para el establecimiento de una mentalidad
Moderna7[6].
Los hombres modernos creyeron que era posible "encerrar" el tiempo dentro de los relojes,
"capturar" el espacio dentro de un cuadro y el movimiento en un conjunto de "leyes
naturales" necesarias y eternas. Los productos tecnológicos, las teorías científicas, las obras
de arte y las concepciones filosóficas están inextrincablemente ligadas entre si y con las
prácticas sociales, los modos de sensibilidad y las vivencias de los sujetos.
7[6]En 1425 Bruneleschi se dedica arealizar experimentos ópticos que conducirán hacia la fijación del punto
de vista y la creación de la tecnica de la perspectiva lineal . Ese mismo año Masaccio pintó el fresco La
trinidad, que se considera la primera aplicación rigurosa del punto de fuga. En 1435 Alberti publica De La
Pintura, el primer tratado teórico donde la perspectiva lineal ocupa un amplio espacio en el marco de una
concepción global del arte. La gran obra de Copernico se publicó en 1543, Galileo publica su Diálogo sobre
los Dos Ssistemas Máximos del Mundo en 1632; Descartes, su Tratado contra el Método en 1637, y Newton,
su Principia Mathematica en 1687.
sistemáticos que son coherentes con una nueva manera de percibir y concebir a la
naturaleza, propia del Quattrocento.
El cuadro renacentista pretende ser una "ventana" a través de la cual nos parece estar
viendo el espacio. La superficie del cuadro está formada por la intersección entre el plano
(el de la ventana) y los haces de una pirámide visual, que une un punto o centro visual con
cada punto de la forma espacial a representar. En el cuadro renacentista la superficie
material pictórica, sobre la que aparecen las formas de las diversas figuras o cosas
dibujadas o pintadas, es negada como superficie material y transformada en un mero
"plano figurativo" (...) (Panofsky, E. 1973). Este gesto puede considerarse como parte de un
movimiento que conducirá a la producción de una corporalidad abstracta, es decir a la
paradoja de un cuerpo desencarnado, que irá impregnando el imaginario moderno.
Ahora bien, la perspectiva lineal sólo es posible cuando se pre-suponen dos hipótesis
fundamentales: a) que miramos con un único ojo inmóvil y b) que la intersección plana de
la pirámide visual puede considerarse como una reproducción adecuada de nuestra imagen
visual. Estos dos presupuestos implican un aventurada "abstracción", ya que como nos dice
Panofsky "la estructura de un espacio infinito, constante y homogéneo es totalmente
opuesta la del espacio psico-fisiológico". Es decir, que el espacio de la perspectiva y luego
el espacio cartesiano son sólo una de las formas de concebir el espacio y que ambas son
reducciones de la compleja experiencia espacial que tenemos los seres humanos. Esta
abstracción y reducción de la experiencia es posible gracias a la transformación del espacio
como dimensión corporalmente significativa -sensible y vivencial- en un espacio
matemático estandarizado gracias a procedimientos normatizados8[7].
8[7] Cualquier similitud con con los "experimento controlados" de la ciencia moderna que estaba naciendo ha
sido buscada ex-profeso por la autora.
2.2 .- Mundo mecánico y cuerpos medibles.
La historiografía del arte, de las ciencias y de las ciudades atestiguan los múltiples lazos
que produjeron el entramado social que dará origen al Renacimiento. En el siglo XIII una
nueva matemática venida del mundo árabe se extiende por Occidente debido -en buena
parte- a que los hombres de esta época estaban sumamente comprometidos en el
intercambio mercantil y en la eficacia comercial. Para los habitantes de las ciudades
europeas de esa época "contar rápido y bien era una necesidad cotidiana." (Paul Benoit,
1989). La vida ciudadana es el escenario en donde el cálculo se va convirtiendo en un
valor indispensable para la vida: en el arte con los desarrollos de la perspectiva y la
música polifónica, en la vida cotidiana merced al comercio, y también para el nacimiento
de las nuevas ciencias que como dijera magistralmente Galileo sólo conciben un universo
escrito por Dios en la naturaleza con caracteres matemáticos.
Del espacio sistemático moderno al ideal de la medición "exacta" del mundo no hay más
que un paso. Pero no es conveniente considerar este proceso como una cuestión netamente
práctica. Por el contrario, se trata de un revolución conceptual y de una transformación
mayúscula de la sensibilidad. Para poder apreciar cabalmente este fenómeno es
imprescindible distinguir el sentido peculiar que se asignó a la medición en la modernidad.
A diferencia de los griegos, para quienes la medida se relacionaba fundamentalmente
con un orden o armonía interna de las cosas, Galileo concibió la medida como una
comparación de un objeto como un patrón externo, o unidad fija. Este último
procedimiento, que desde luego se conocía y utilizaba en ciertos ámbitos restringidos en la
antigüedad, era considerado como una forma de exteriorización de una "medida interna"
más profunda y más rica. En cambio, a partir de Galileo sólo las propiedades medibles
según un patrón externo obtendrán el elevado rango de cualidades primarias ( la extensión,
el movimiento, la inercia) y constituirán el único objeto de la ciencia. Esta cualidades
primarias se tienen por propias de los cuerpos, anteriores a su medición e independientes
del sujeto. Reencontramos aquí en la sistematización y estandarización de los procesos de
medición, los mismos resortes y las mismas consecuencias cognitivas que veíamos en
relación a la perspectiva lineal: una vez más los "cuerpos" mismos desaparecen del
horizonte cognitivo de la modernidad, para dejar sólo un caparazón de propiedades
mensurables. Los objetos pasan a ser "masas puntuales", los choques se vuelven elásticos,
el espacio y el tiempo devienen absolutos. Objetos inodoros, incoloros, insípidos: en fin
"objetos abstractos". El "cuerpo de la modernidad" es un cuerpo físico mensurable y
estereotipado dentro de un eje de coordenadas. A imagen y semejanza del espacio se vuelve
abstracto y mensurable. De ser una criatura de Dios en tránsito hacia la vida eterna, pasa a
ser una sustancia material en el espacio infinito regido por leyes de la naturaleza inmutables
y eternas.
Esta jerarquización de la media y la estabilidad que implican los procesos técnicos (léase
establecimiento de patrones e instrumentos estandarizados de medida) y político (léase
regulaciones rigurosas y legales de los estándares de medición) también condujeron a el
desarrollo de una nueva concepción del conocimiento: el objetivismo. Los procedimiento
de estandarización, junto con la regimentación experimental de la naturaleza, implican la
posibilidad de prescindir del sujeto. El resultado del experimento no depende de quien lo
haga. El experimentador es un sujeto abstracto, prescindible, intercambiable. Como la
variable matemática puede ser reemplazado por otro miembro cualquiera del sistema.
La objetividad supone la capacidad de unos sujetos para abstraerse. Es decir, para suponer
que ni su corporalidad -que incluye tanto su peculiaridad perceptiva como emocional y su
forma de acción en el mundo-, ni su subjetividad, ni los vínculos que establece, influyen en
el conocimiento del mundo. El cuerpo desde esta perspectiva conceptual es aquello que
puede ser medido, así como el cuerpo de la perspectiva era aquel que puede ser
representado.
2.3.- El giro cartesiano y el cuerpo maquínico:
Desde esta perspectiva, el cuerpo es un mecanismo: sustancia extensa regida por leyes
inmutables, donde cada efecto es un producto necesario de una causa. La mente es
concebida únicamente con actividad racional, y como una sustancia independiente.
Pocos años después del estruendo producido por la publicación de la Teoría Especial la
Relatividad (1905), Einstein publica la Teoría General (1913). En una década más el
Principio de Indeterminación de Heisenberg (elemento clave de la Teoría Cuántica, que dió
sus primeros pasos con el siglo) terminará de disolver los últimos ladrillos del basamento
de la ciencia clásica.
La multiplicidad teórica será parte del desarrollo de la física durante el resto del siglo:
después de la Segunda Guerra Mundial comenzarán a desarrollarse los primeros modelos
no lineales que harán eclosión en las tres últimas décadas anteriores al 2000. La
Termodinámica no Lineal de Procesos Irreversibles , La Teoría del Caos, así como los
Modelos de Auto-organización y la Complejidad han abierto una brecha en el pensamiento
científico de los últimos años. Todas estas teorías tienen en común el trabajar con modelos
matemáticos no lineales, con los que lidiar era muy difícil -cuando no imposible-, antes del
desarrollo de los potentes ordenadores digitales.
Al asumir esta posición nos damos cuenta que el "cuerpo" del que estamos hablando no es
el "cuerpo de la modernidad", estamos comenzado a pensar en una multidemensionalidad
de nuestra experiencia corporal. Es por eso que podemos empezar a pensar una nueva
forma de la corporalidad: el "cuerpo vivencial" o "cuerpo experiencial". No se trata ya de
un cuerpo abstracto, dominado por la visión perspectiva y los las medidas estandarizadas
externas. Ese cuerpo no desaparece totalmente, pero ya no es el único imaginario corporal.
En la contemporaneidad empezamos a poder pensar en un cuerpo multidimensional: un
cuerpo a la vez material y energético, racional y emocional, sensible y mensurable, personal
y vincular, real y virtual (¿un hiper-cuerpo?).
9[8] Los sistemas que la física clásica era capaz de pensar, los sistemas mecánicos, eran sistemas aislados o
cerrados. La física de los sistemas abiertos se desarrolló desde mediados de este siglo.
La noción de sustancia está fuertemente emparentada con la de noción de identidad clásica.
Ambas son estáticas e inmutables. El antiguo axioma parmenídeo que reza que "el ser es, y
el no ser no es". Desde una perspectiva de la auto-organización "el ser es sólo respecto de
un no ser". Esto es así porque el conocimiento es un modo de relación con el mundo del
sujeto encarnado y sensible a las diferencias, que no puede conocer las cosas en si mismas,
sino a través de la relación diferencial que establece con ellas.10[9]
Desde esta mirada, nuestra corporalidad nos define como sistemas autónomos, con límites
semipermeables, una sensibilidad diferencial, y en constante intercambio con el entorno
con el cual estamos "enredados" en una red fluyente de relaciones que implican que
estamos comprometidos en una dinámica de transformación en co-evolución con el
ambiente. Nuestra corporalidad determina un campo de afectación y la clase de
interacciones y de transformaciones posibles.
La enacción es un concepto que surge al caer la noción moderna de representación que está
ligada al modelo de la perspectiva lineal que supone una independencia sujeto-objeto y un
conocimiento como imagen interna (especular) de un objeto externo. La enacción, por el
contrario, no parte de la suposición de un mundo independiente y anterior a la experiencia.
10[9] En la oscuridad parcial "todos los gatos son pardos", En la oscuridad total o en la claridad desdmedida no
podemos ver ni gatos ni nada. En la claridad parcial vemos multiplicidad de colores. Es decir, vemos
únicamente en la zona del espectro en la que somos sensibles y vemos de manera diferencial según la
iluminación y nuestra sensibilidad.
Desde esta perspectiva sujeto y mundo se definen mutuamente. F. Varela, E. Rosh y E.
Thompson han expresado estas ideas con una claridad meridiana al afirmar que el "énfasis
en la mutua definición nos permite buscar una vía media entre el Escila de la cognición
como recuperación de un mundo externo pre-dado (realismo) y el Caribdis de una
cognición como proyección de un mundo interno pre-dado (idealismo). Ambos extremos se
basan en el concepto central central de representación: en el primer caso la
representación se usa para recobrar lo externo, en el segundo se usa para proyectar lo
interno. Nuestra intención es sortear esta geografía lógica de "interno/externo" estudiando
la cognición sin pensar en términos como la recuperación o la proyección, sino como
acción corporizada." (Varela et al, 1992)
En fin, como todos los sujetos encarnados, nuestras categorías se desarrollan en la trama
evolutiva de nuestra vida, están inextrincablemente ligadas a nuestra experiencia social y
personal, a las tecnologías cognitivas, sociales , físico-químicas, biológicas y
comunicacionales con las que convivimos. El desafío de la contemporaneidad se relaciona
con la riqueza de perpectivas y por lo tanto de mundos posible en los que convivir pero
también nos exige el hacernos responsables del lugar desde el cual elegimos hacerlo. El
sujeto encarnado disfruta del poder de la creatividad y de la elección pero debe hacerse
cargo del mundo que ha co-creado.
Bibliografía citada:
**
Saul Paciuk
El entendernos como formados por dos componentes, tiene una larga historia. Ella arrranca, por lo menos,
desde el momento en que, según dice la Biblia, Jehová reúne polvo al que da forma -imagen- y le agrega
"aliento de vida". De ese modo crea al uno, el que permanece como único hasta que el mismo creador
decide arrimarle compañía, momento en que nace la sociedad entendida también como una suma.
Las religiones, buena parte de la ciencia, pero sobre todo "nuestra" cultura, suelen coincidir
en el supuesto que dice en el hombre se reunen -de modo más o menos problemático- un
par de elementos que en el tiempo actual se suelen llamar cuerpo y psique, elementos cuya
historia está pautada por una buena variedad de nombres, lo que es decir, de perspectivas. A
pesar del peso que tiene el prestigio de tamaña coincidencia, ese dualismo se mantiene
como cuestión abierta y justifica preguntas tales como: ¿acaso el dualismo se corresponde
con "la naturaleza de las cosas" o con lo vivido, con la experiencia de sí?; ¿es que rige
11
http://fp.chasque.net/~relacion/0209/cuerpo.htm
igualmente en todos los ámbitos culturales? Claro está que se trata de preguntarnos sin
ánimo de alcanzar alguna respuesta acabada.
Como producto cultural, el "cuerpo" que surge de ese dualismo es una "invención" que se
manifiesta de diversos modos. Como el cuerpo objeto (Körper), desnudo, observable,
mensurable, sin sujeto y sin historia, que sería el que encara la ciencia o la cédula de
identidad, más allá del cual se ubica el cuerpo vivido (Leib). Pero las variedad de las
perspectivas es mucho mas amplia, incluye, por ejemplo, el cuerpo social, el privado, el del
esquema corporal, de la imagen corporal, el sexuado y las modalidades de presentación
corporal que se describen en las diferentes afecciones psíquicas, etc. Todo lo cual,
finalmente, lleva a preguntarse si todavía puede hablarse de "el" cuerpo.
Por otro lado, el propio conocimiento científico no puede dejar de bordear la unidad que
ignora, por lo cual una vez que se ha establecido en el dualismo se empeña en la tarea de su
recomposición; es así que establece hipótesis acerca del relacionamiento entre cuerpo y
psique, o bien postula intentos más o menos infructuosos como los de la psicosomática.
Si bien cada concepto precisa su sentido en el marco de una oposición, decir que lo que se
opone a psique es cuerpo es ya una toma de posición al lado de la cual caben otras,.del
mismo modo que oponer día y noche es una opción válida mientras el eje de la diferencia
sea la presencia de luz solar, pero ella no vale si se trata de intervalos de tiempo -en cuyo
caso día se opone a hora o a semana.
De modo que establecer una oposición supone elección de un criterio y respecto del cuerpo
cabe considerar, por ejemplo, el par cuerpo propio y cuerpo ajeno, es decir, el par yo-otro,
una de las formas de hacerse presente la alteridad que constituye el mundo humano.
ANALISIS DE LO PSIQUICO
Entre las articulaciones que reclama el dualismo, tiene su lugar un concepto central, el de
pulsión, que Freud, en "Tres ensayos sobre una teoría sexual", considera como "un
concepto límite entre el psiquismo y lo somático", dejando sin resolver "el misterioso salto
de lo psíquico a lo somático" que mencionamos antes. Y también el concepto de síntoma
conversivo, entendido en "Dora" como una "transferencia de la excitación psíquica a lo
corporal", que dice que los sintomas pueden corporizar una situación de conflicto psíquico
desde que los afectos estrangulados (las mociones pueden ser inaceptables para el
psiquismo) se transforman en inervaciones o inhibiciones, como lo señala Freud en la
Conferencia 32. Y además en "Juanito" la angustia de castración aparece relacionada con la
"pérdida de una parte sustancial del cuerpo", sustancial para la psique, que no tanto para el
cuerpo biólogico.
De modo que la articulación cuerpo-psique transcurre como un tránsito en ambas
direcciones y suele ser una fuente de conflictos.
MODELOS NO DUALISTAS
Sin embargo, y también en el campo del psicoanálisis, la inspiración dualista se codea con
relevantes excepciones que proponen concepciones no dualistas. No se trata aquí de
sobrevalorarlas, sino solo de señalar que están al menos insinuados, otros caminos.
En este sentido, la introduccion del concepto de "fantasía" por Susan Isaacs, presentó un
punto de vista renovador. La fantasía cuenta un cuento que habla de acciones y que tienen
como actor y como escenario tanto el cuerpo propio como el cuerpo ajeno. En ese cuento el
sujeto y el objeto aparecen improblemáticamente encarnados.
Y más generalmente, para la postura kleiniana, el dualismo merece ser entendido como una
escisión: entonces no sería la religión o la filosofía el fundamento por el cual se consuma la
extranjería del cuerpo, sería una escisión que está ya en el "mi cuerpo y yo", en la ocasión
en que el sujeto se cobija en su yo y se separa de ese cuerpo cuya titularidad se vuelve
vidriosa. Es por la escisión que el cuerpo es constituido por la psique como un objeto, y en
ese marco puede despegarse del objeto -el cuerpo- y configurarlo como perseguidor,
idealizarlo, etc. Entre este cuerpo y esta psique se puede dar, en el caso del sufrimiento
orgánico por ejemplo, la misma pregunta que la víctima puede plantear a su victimario:
¿porqué me pasa esto a mi? La escisión ocurre también con relación al otro, y su cuerpo se
convierte en objeto a conocer, penetrar, dominar.
Pero volvamos a Freud. Quisiera llamar la atención sobre lo que a mi juicio es una clara
asunción del modelo no dualista que aparece en los primeros trabajos, allí donde Freud
habla de la satisfacción alucinatoria en términos que la colocan antes del dualismo.
El planteo de Freud es bien conocido. Desde su nacimiento, el ser humano está expuesto a
desequilibrios corporales, que se manifiestan en demandas cuando no existe una vía
automática de satisfacción. La demanda se dirige a superar dos barreras: ser admitida por la
psique y ser admitida y satisfecha mediante la acción de otro, de un objeto.
De modo que el sujeto se dirige al objeto, al mundo, reclamando que se modifiquen y con
ello cambie la situación del sujeto. Ello origina tensiones (displacer) en la espera, en el
intervalo que va desde el nacimiento de la necesidad y la expresión de la demanda hasta su
satisfacción (que premite la descarga de tensión, placer).
Si el sujeto, en un inicio, se libra de las tensiones por cierta intervención de un objeto, por
ejemplo uno que proporciona alimento, tomará esa experiencia como modelo al que se fija -
al modo del "imprinting" del que luego hablaron los etólogos. El objeto toma carácter
electivo y el sujeto reclamará que la intervención del objeto original (o la de algún objeto
analogable) se reitere posteriormente, ante cada necesidad que pide ser satisfecha.
PRESENCIA REVIVIDA
Esta realización es la que da contenido y define esa expectativa, ella dice al propio sujeto
qué es lo que le ocurre, que es lo que no está satisfactorio en él.y dice qué es lo que
convoca como capaz de calmar su tensión. El niño estira los brazos y mira hacia arriba:
dice así que pide ser alzado, lo dice mediante la acción con la cual el cuerpo toma la
posición que corresponde al acto que pide de otro y esa acción, a la vez, prefigura el
encuentro con el otro. "Tener sed" es una forma abreviada no de dar cuenta del nivel
insuficiente de líquido en el organismo, sino de disponerse a beber, y a nadie se le ocurriría
que el aporte líquido llegara por vía intravenosa. Hambre es "tener deseo de comer" y
desear y saber qué es lo que se desea es hacer algo lo involucrado en el comer.
El sujeto actúa como si ya estuviera en presencia del objeto. Esta acción específica es la
"realización" de una presencia que el sujeto puede tomar como real porque hay algo que es
real: es real que él está actuando y que revive el cómo el objeto hace sentir al sujeto en su
presencia.
¿Acaso esta anticipación no es en sí misma una alucinación? Habría que decir que ya la
demanda, la expectativa, supone una cierta presencia alucinada de aquello que debería
colmarla.
El deseo, pues, realiza el encuentro con los signos ligados a la satisfacción, se muestra
como cumpliéndose, se presenta solo a través de aquella experiencia (del sujeto con el
objeto) que lo colmaría. En términos de Freud, "Este movimiento es lo que llamamos
deseo, reaparición de la percepción [del objeto que colma] es el cumplimiento del deseo".
El objeto ha cambiado desde que se le reclama, deja de ser dador para ser el que es
supuesto como que se niega a dar, el que retiene (para sí o para darle a otro). Quizá esta
fantasía sea más completa, porque la frustración forma parte de la satisfacción alucinatoria
como su primer acto. El sujeto supone que el objeto le "causa" la espera, la frustración, la
que es más que ausencia del objeto: es presencia de un objeto que se niega a dar
satisfacción y que por esa vía el sujeto presume que tiene intenciones más bien hostiles
hacia él, que no da porque lo guarda para si o se lo da a un tercero, es decir, un objeto
frustrador tan alucinado y real como el que satisface.
Esta forma de cumplimiento no se relaciona solo con la alucinación. Igualmente se dice que
el sueño y la fantasía son "cumplimiento de deseo", porque ambas muestran al deseo
solamente como realizándose. No se trata por cierto de que el sujeto se engañe, sino que
fantasías o sueños son una espera. ¿Espera de qué? Lo esperado está "puesto en escena", es
una representación hecha por el sujeto, en el sentido teatral del término, de aquello que es
deseado.
Como en el sueño, se dice que en la alucinación hay percepción, y por ello hay convicción,
es que percepción habla de presencia de algo que el sujeto tiene por real, tanto que la sufre
o la goza.
Ahora bien, si la acción o presencia "real" del objeto no es decisiva para la "satisfacción",
¿qué es lo decisivo? Habrá que decir que lo es la acción espécifica que confirma el "cuento"
en que ella se inscribe. Es decir, la fantasía -y la fantasía es una con el cuerpo, ocurre en el
sujeto entero.
Pero, además, el marco de la alucinación es una escisión por la que se "coloca en un objeto"
cuanto muestra una ausencia y se niega cuanto apunta a una falta (y se idealiza lo poco que
brinda, ya que si bien el dedo y la sábana se dejan chupar, ellas no aportan leche). Pueden
faltar la sábana o el dedo como origen de la sensación y la ejecución de la "acción
específica" igualmente puede "representar" la presencia del objeto, como es el caso de la
polución. Por ello puede decirse que la satisfacción alucinatoria, lejos de ser una
"percepción sin objeto", estaría reafirmando la centralidad de la presencia del objeto y de
sus diversos modos de presencia.
Para el soñante, para quien alucina, la fantasía o lo que ocurre en el sueño tiene, sin más,
valor de percepción, de realidad y sólo se hace sueño al despertar. En la vigilia, la
convicción supone contrastaciones efectuadas o posibles, pruebas y evidencias, se exige un
entrecruzamiento de encuentros con el objeto que pueden fundar una experiencia en una
base más firme, que podemos considerar como un movimiento de integración.
Pero hay que decir que es más bien problemático el diferenciar en cada momento y
plenamente una satisfacción alucinatoria de una real. El objeto real puede estar presente,
puede decir "estoy aquí haciendo lo que lleva a la satisfacción", pero ese objeto puede no
ser para el sujeto más que un soporte, un maniquí que sostiene un objeto del que recibe una
satisfacción alucinatoria.
EL CUERPO PIENSA
El cuerpo resulta ser así el órgano del pensamiento (así como lo es de la percepción). Lo
cual cambia el planteo acerca de necesidad y deseo y de cuerpo y psiquis, y echa luz sobre
lo que sería la base fundamental del "logos". Si se mantiene el término "representación",
ello lleva a recurrir a otra base, la de la "acción específica".
En términos más generales, la acción específica puede ser una posible vía para volver al
sujeto encarnado. Vuelta necesaria, porque si se habla del cuerpo y no del sujeto, si se habla
de un cuerpo sin sujeto, ¿cómo será posible rescatar al sujeto encarnado?
Quizá la perspectiva unitaria que este trabajo intenta poner de relieve, permite iluminar esa
hermética expresión que estampa Freud en "El yo y el Ello" en la que sostiene que "El yo es
ante todo un yo corporal…" Sería el yo de las acciones específicas, y en este caso por "yo"
habría que entender "sujeto", es decir, presencia.
**
Pensar-vivir la corporalidad más allá del dualismo12
Para salir de este atolladero reduccionista quisiera comenzar esta reflexión sobre el cuerpo
en la contemporaneidad retomando las sabias y bellas palabras que Jean Rostand
pronunciara ya en 1939:
“En el momento actual el mecanicismo tiene una posición extremadamente sólida, y uno
apenas ve qué puede responderle cuando, cuando en muchos de sus éxitos cotidianos, pide
12
http://www.fac.org.ar/fec/foros/cardtran/colab/Denise%201.htm
simplemente aplazamientos para terminar su obra, a saber, para explicar completamente la
vida sin la vida.”i[i].
Ha pasado más de medio siglo y los partidarios del mecanicismo siguen pidiéndonos
postergaciones. A pesar de sus rimbombantes éxitos no han podido, ni podrán, finalizar su
obra; por una razón que Gastón Bachelard planteó de forma diáfana cuando afirmó que
“Toda frontera absoluta propuesta en la ciencia es la marca de un problema mal
planteado”. Pensar la vida sin la vida es contenerla dentro de unos cauces que ella misma
se ocupa siempre de rebalsar.
En las últimas décadas se han levantado una lluvia de críticas y cuestionamientos al punto
de vista mecanicista. Frente a esta situación sus cultores en lugar de suavizar sus
pretensiones han reforzado su apuesta hasta niveles nunca antes sospechados. El proyecto
“Genoma Humano”, el patentamiento de “seres vivos” por las grandes corporaciones de la
investigación biológica, los peligros que acechan tras los pretendidos “avances” en la
clonación de mamíferos, la creciente modulación psicofarmacológica de la conducta
humana son sólo algunos de los temas urgentes que nos convocan a extremar los cuidados e
incrementar los esfuerzos para revisar los supuestos subyacentes de los saberes de la
corporalidad.
En este clima enrarecido de tensiones crecientes resulta saludable hacer un espacio para
pensar, es decir, para salirse de los esquemas preconcebidos, para forjar un nuevo paisaje
conceptual más rico en el que se disuelvan las paradojas que el dualismo mente-cuerpo no
puede sobrepasar.
Esta separación desgarradora entre el Sujeto y el Cuerpo fue una de las múltiples
expresiones de un pensamiento que privilegia la sustancia respecto del proceso, la materia
en relación a la forma, la estabilidad por sobre la transformación, la simplicidad mecánica a
la complejidad de la vida. En la modernidad esta ha sido la perspectiva hegemónica13[1] y
aún goza de amplia difusión. En la actualidad este pensamiento que permitió el desarrollo
de un mundo rico y pleno de sentido, se ha vuelto un chaleco de fuerza que nos impide dar
cuenta de la experiencia contemporánea, seguir creciendo y producir nuevos sentidos.
Afortunadamente, en las últimas décadas del siglo XX han comenzado a desarrollarse otros
paradigmas, otras metáforas, y otros puntos de vista que están rompiendo ese cerco
cognitivo y experiencial de la perspectiva dualista y que nos dan la posibilidad de ampliar,
enriquecer y sofisticar el pensamiento y la vivencia de la corporalidad.
Para poder abrirse a un pensamiento más amplio y vigoroso que permita dar cuenta de las
múltiples vivencias y problemáticas contemporáneas es imprescindible un cambio de
mirada cuyo punto crucial es el abandono de la perspectiva instaurada por la “Filosofía de
la Escisión”. Hoy, cuando toda certeza parece esfumarse, sentimos que en el tembladeral en
que vivimos resulta imprescindible pensar el cambio y adquirir herramientas conceptuales y
vivenciales que nos permitan “navegarlo”. El pensamiento de Modernidad ha sido incapaz
de pensar la diversidad o la transformación puesto que ha privilegiado una perspectiva
cuantitativa que sólo puede dar cuenta de la conservación y que sólo puede pensar el
cambio como desplazamiento en el espacio o como aumento o disminución. En la
actualidad desde la termodinámica a la antropología, de las teorías de autoorganización a la
ecología, del pensamiento del sujeto hasta la teoría del conocimiento, ha comenzado a
expandirse un nuevo enfoque que sienta las bases para un pensamiento dinámico capaz de
dar cuenta del cambio en sus múltiples dimensiones: el de la complejidad.
13[1] Es importante destacar que aunque en Occidente haya sido el punto de vista oficial más extendido, no
fue nunca el único –ni siquiera en el ámbito de la academia- y ha debido competir en una cultura viva con una
gran diversidad de saberes, creencias y prácticas que difieren ampliamente del mecanicismo racionalista.
es posible romper con el hechizo del dualismo, con la pesadilla de un mundo en blanco y
negro, un mundo de oposiciones dicotómicas.
Las cosas no tienen sentido en si mismas, ni por si mismas, sino como bien lo ha mostrado
Wittgenstein, adquieren sentido en la corriente de la vida. Aquello que somos capaces de
pensar respecto de la corporalidad no es independiente de nuestra experiencia corporal, y
nuestra experiencia nunca es meramente biológica. Lo que llamamos experiencia humana
es algo que nos ocurre y que discurre en el ámbito social, que narramos a otros y a nosotros
mismos en un lenguaje, algo que nos sucede en el espacio-tiempo en que nos toca vivir y
que cobra sentido únicamente en función de nuestra historia sociocultural, que encarnamos
como sujetos capaces de producir sentido. Y es justamente el cuerpo el mediador de estos
procesos, la sede de afectación y el territorio desde el cual actuamos. El cuerpo humano no
es solamente un cuerpo físico, ni meramente una máquina fisiológica, es un organismo vivo
capaz de dar sentido a la experiencia de sí mismo: un sujeto encarnado – un cuerpo
subjetivado.
Cuando salimos del hechizo del discurso moderno y abrimos nuestro pensamiento y nuestra
sensibilidad a la multidimensionalidad posible en la experiencia humana, podemos
encontrar un cuerpo erógeno, sensible, activo, flexible, variable, creativo, pensante,
compartido, interactivo: un cuerpo vivo y múltiple. El cuerpo desde la complejidad es un
nodo fluido en la gigantesca y vibrante trama de la vida.
Hemos recorrido un largo camino desde 1748 cuando La Mettrie publicó “El Hombre
Máquina”, la biología misma aún no había nacido como disciplina, pero ya se cernía sobre
ella amenazadora la sombra del mecanicismo. Es porque ello que es importante conocer la
matriz y las líneas directrices de este pensamiento. Al mismo tiempo que debemos
mantener el alerta respecto a toda pretensión homogeneizadora: el mecanicismo también es
un ser de mil cabezas y, si bien podemos encontrar un pattern común, se trata de un
esquema que abstraemos de una rica, compleja y variada experiencia. El cuerpo siempre
nos sorprende, rebasa los límites, exhibe nuevos misterios, inventa nuevas opciones.
El mundo de Descartes y La Mettrie era muy diferente al nuestro: el imperio de la máquina
aún era un sueño, una ilusión o una esperanza. En la actualidad nos hemos enfrentado con
los límites del mecanicismo tanto en lo teórico como en relación a productos, hemos visto
sus posibilidades y convivimos con sus productos, gozamos con sus creaciones pero
sufrimos sus constreñimientos, atisbamos las fallas, padecemos sus excesos y todavía nos
dejamos hechizar por sus promesas. Desde distintos ámbitos han comenzado a expandirse
otras metáforas, otras formas de pensar-vivir-actuar. Van creciendo nuevos sentidos que
nos permiten pensar el cuerpo más bien con una creación continua en un proceso dinámico,
altamente interactivo. Podemos rebasar los límites del cuerpo-cápsula y pensar(nos) como
partícipes de una trama de la vida en la cual vamos formando cuerpo con otros cuerpos
creando una “hiper-cuerpos colectivos funcionales” así como las células conforman
organismos.
El modelo mecánico fue una solución particular a problemas que se gestaron mucho tiempo
antes de su advenimiento. Parménides sembró en el imaginario colectivo la raíz conceptual
de la que nacen los modelos conservativos –que incluye a toda la ciencia de la modernidad
–. Junto con Sócrates, Platón y Aristóteles sentaron las bases de un pensamiento que toma
la unidad como punto de partida de toda reflexión y –paradójicamente- también como su
meta14[2]. Desde esta perspectiva las relaciones entre estabilidad y cambio, entre ser y no-
ser, entre forma y materia, entre virtual y real, resultan problemáticas puesto que cualquier
polo de estas dicotomías resiste a disolverse en el otro, a reducirse a la unidad, a perecer en
el limbo de las apariencias, donde fueran enviados por el pensamiento de la pureza. Toda
interacción, mediación, hibridación, intercambio resulta un desafío al orden fijo de las
esencias eternas, al ser sin accidentes, a la eternidad móvil en que pretendió confinarnos
Parménides.
El pensamiento de la unidad, de la pureza y del ser concibe los límites como absolutos e
infranqueables. El modo de categorizar el mundo se estructura desde lo “claro y distinto”.
Lo borroso, lo híbrido, lo irregular, lo fluctuante no tienen cabida.
Esta ha sido la forma legitimada de pensar en Occidente, pero no ha sido la única. Junto a la
“razón pura” ha actuado siempre una “razón astuta”, junto a Parménides estaba Heráclito,
junto a las tinieblas la claridad y, además, entre ellos, muchas otras voces y posibilidades,
otras miradas, otras configuraciones. Más aún, ninguno de estos dos grandes maestros de
Occidente han producido una reflexión completamente pura, sin fisuras, sin dobleces, ni
repliegues: hay Parménides en Heráclito y hay Heráclito en Parménides y muchas otras
cosas en ambos.
Se trata entonces de encontrar otras constelaciones conceptuales que nos permitan dar
cuenta de la vivencia corporal de una manera más acorde a una sociedad que está en un
14[2] Podríamos plantear que esta es la paradoja fundante de occidente: la “Paradoja de la Identidad”.
proceso de transformación vertiginoso, y que no cabe más en los moldes mecánicos donde
habitaron tanto el sujeto como el cuerpo moderno.
Como podemos ver, esta forma de pensar destaca la dinámica vincular como la fuente de
donde manan tanto los elementos como las relaciones de una unidad compleja que emerge
en la propia dinámica. Ni los elementos, ni las relaciones, ni la unidad existen antes o
independientemente de la dinámica que los ha parido. No hay un “a-priori”, un “modelo
ideal” un “arquetipo”. Lo que encontramos son configuraciones vinculares, que por cierto
no son tampoco tales por si mismas, ni para sí mismas, ni en si mismas, sino que se forman
a partir de nuestra interacción, de nuestra forma de relacionarnos con el mundo y de
producir de sentido. Desde esta perspectiva vincular, el cuerpo no existe
independientemente de nuestras vivencias, creencias, experiencias, no flota inmaculado en
la eternidad, sino que es forjado en la historia humana que transcurre siempre en un
ambiente poblado de otros seres y entidades con los que estamos profundamente
entramados.
En la modernidad se ha privilegiado un discurso del cuerpo que es fruto de la filosofía de la
escisión: el cuerpo autómata. Ese cuerpo era concebido además como el único y verdadero
cuerpo, el cuerpo “objetivo”, el cuerpo garantizado por un saber científico absoluto y
fundamentado. En la contemporaneidad, este cuerpo y este saber están actuando como
chalecos de fuerza, al mismo tiempo que otras potencias y otros saberes pugnan por salir y
expresarse. Hoy podemos aspirar a un cuerpo más rico y diverso, más inteligente y
afectivo, más social y subjetivo que el que hemos heredado pero para ello es preciso fisurar
los diques de contención que la filosofía de la escisión y las prácticas sociales del
individualismo moderno han construido y sostenido.
15[3] No-dualista implica que se ubica en una posición excéntrica, es decir no participa de la construcción del
paisaje cognitivo que posibilitó la emergencia de los debates modernos entre el monismo materialista o
idealista y el dualismo.
16[4] Es habitual en nuestra cultura confundir “Infinito” con “Todo” y este nos lleva a muchas ofuscaciones
conceptuales. Una forma, por ejemplo un círculo, contiene infinitos puntos en su interior, pero obviamente
por fuera también existen otros infinitos puntos. Los límites implican siempre una restricción respecto a un
espacio abstracto de posibilidades, pero aún así permiten una infinita gama de posibilidades de
transformación.
Esta forma de concebir la corporalidad supone que participar de ella implica también
pertenecer a la temporalidad, ser en el devenir, existir en y por una dinámica de
intercambios y transformaciones. Pero ya no se trata de un tiempo domesticado, lineal,
único. Sino de una temporalidad multiforme que incluye ritmos diversos y evoluciones
complejas, que acepta el azar y el acontecimiento como copartícipes en la dramática de la
transformación.
Nuestra biología forma parte de nuestro peculiar estar en el mundo, pero la propia vida no
está definida de una vez para siempre. En el interjuego de la trama corporal-vital
evolucionamos, nos transformamos, cambiamos.
Por otra parte esa biología no establece sólo una anátomo-fisiología particular para cada
especie, sino que participa de un intercambio permanente de estímulos y reacciones, de
afectos y efectos, de retroalimentaciones y escapes, de azares y mecanismos, que llevan a
una organización evolutiva compleja del cuerpo embebido, atravesado, interligado con el
medio.
Es en esta evolución que seres cada vez más complejos fueron manifestando nuevas y
sorprendentes propiedades: de la irritabilidad del paramecio, a los deseos, la imaginación y
la producción de sentidos humanos pasando por las sensaciones y emociones de los
mamíferos. Las huellas de esta evolución no son en absoluto lineales, ni el camino
recorrido tiene su cima en nuestra especie, pero aún así nuestra humanidad se inscribe allí.
La piel no sólo nos separa de los otros, es por ella, a través de ella, en ella que sentimos el
contacto tibio del aliento de un ser querido, el frío de la nieve, la caricia de un amigo, los
besos de un amante. Frontera porosa, permeable, vital en permanente recambio.
El cuerpo no es sólo el territorio propio sino el lugar de encuentro. Al salir del hechizo del
modelo mecánico tenemos acceso a un ser humano que no se resigna a ser un autómata, que
no está hecho de barro y soplo divino, pero tampoco es meramente un conjunto de átomos
regidos por leyes eternas que siguen la música del diablillo de Laplace17[5]. Nuestro
17[5] Filósofo Natural, eminente científico que prosiguió la gran obra de Newton y padre de la concepción
determinista según la cual conociendo la posición de las partículas del universo y las Leyes de la Gravitación
cuerpo se gesta en la biología, se desarrolla en el intercambio permanente de materia y
energía con su medio ambiente, pero además está ávido de información, se forja en los
encuentros afectivos con nuestros congéneres y otros seres, crece en un mundo de sentido,
adquiere los hábitos de los juegos relacionales de nuestra peculiar cultura. El cuerpo
humano es aquella organización que en su complejidad ha manifestado nuevas opciones en
el mundo de la vida: la autoconciencia y el inconsciente, la razón y la imaginación
creadora, el lenguaje y la pasión. Estas dimensiones de la experiencia propias de los seres
humanos que han llevado a que para nosotros la producción de sentido que sea el eje
vertebrante de nuestro devenir en el mundo.
Ahora bien, la filosofía de la escisión arrancó de cuajo a la razón del vientre vivo que la
gestó, la sensibilidad fue “cortada” de la racionalidad, la emocionalidad separada del
lenguaje, la imaginación arrancada a jirones de la autoconciencia. La concepción mecánica
de cuerpo se limitó a las funciones biológicas y no pudo incluir ni a los afectos y las
emociones ni a nuestra capacidad de producir sentido, expresarnos en el lenguaje, o ser
partícipes de nuestra propia experiencia. El sujeto moderno fue un sujeto abstracto, pura
razón incorpórea: una abstracción lógica.
Desde luego que desde esta perspectiva no se puede esperar –ni ofrecer- una nueva teoría
sobre el cuerpo; ya que la concepción misma de “Teoría” nace de la escisión: teórico era
aquél que miraba las olimpíadas, el espectador. Desde la perspectiva vincular es posible
pensar, y es preciso hacerlo rigurosamente, extremar los recaudos, “encarnizarse en la
erudición”, como gustaba decir Foucault. Y en este hacer podemos tejer narraciones,
intentar comprender, elaborar hipótesis, componer nuevas configuraciones conceptuales,
pero sabiendo que somos nosotros mismo los que creamos el sentido en el hacer. No
estamos afuera, no tenemos una perspectiva privilegiada, accedemos sólo a lo que nuestra
conformación humana en activo intercambio con el entorno nos permite.
En este camino que hemos emprendido para ir más allá del cuerpo mecánico, para atisbar
otros paisajes diferentes a los que nos presenta la filosofía de la escisión, nos acecha aún
otro peligro: el del “giro lingüístico”18[6]. Me refiero a una tendencia importante en la
Universal podíamos tanto el futuro predecir como remontar el pasado del universo en su totalidad. Como tal
operación es evidentemente imposible de hecho para el hombre inventó un “diablillo” al que dotó de una
capacidad de cálculo infinitamente superior a la nuestra que según este pensador podría “en principio” realizar
la inmensa tarea.
18[6] Junto con muchos autores contemporáneos utilizo esta denominación para todas aquellas perspectivas
que se abrieron en las ciencias sociales y humanas a partir de la aceptación de la importancia del lenguaje en
la construcción del conocimiento y la experiencia humana que a lo largo de todo el siglo XX la lingüística
fuera una herramienta fundamental de la investigación social.
investigación social que tiene a pensarlo todo en términos exclusivamente lingüísticos y a
convertir toda la vida humana en mera literatura.
Todo es lenguaje en el mundo humano, pero de ninguna manera sólo lenguaje. El sentido
no es algo que aprendamos como seres del lenguaje, sino como seres vivos. El sentido se
adquiere “en los juegos del lenguaje en la corriente de la vidavi[vi]”. Aprendemos a hablar
siempre en el intercambio vital-corporal- emotivo-cognitivo con otros. No es nuestra mente
en conexión directa con un diccionario que dota de significado al mundo, sino nosotros
como personas en nuestro medio social, embebidos en el lenguaje que es parte inextricable
de un juego social que no podría nunca darse sin la corporalidad que nos entrama y que lo
conforma.
Los que creen en la materialidad son como vacas
Los que creen en la vacuidad son peores
Anómino del Sahara19[7]
Para finalizar este trabajo, aunque no para concluirlo pues espero que las pistas que esboza
y los sentidos que configura sigan abiertos tanto para mí como para los lectores que lo
compartan, quiero encarnar esta narración en un paisaje diferente al de la reflexión
académica20[8]. Con ese objetivo voy a presentar una cita del libro-homenaje de Margarete
Buber-Neumann a su gran amiga Milena Jesenská, titulado “Milena”. Se trata de un
episodio que vivieron estas portentosas mujeres en el Campo de Concentración donde se
conocieron:
Una amistad íntima es siempre un regalo fabuloso. Pero si esta fortuna, además, tiene lugar
en el descorazonador ambiente de un campo de concentración, puede convertirse en el
único sentido de la existencia.
19[7] Esta cita la encontré al comienzo del extraordinario texto de Varela, Rosh y Thomson “De cuerpo
presente”, lectura imprescindible en el camino de repensarnos. Ahora, cuando hace un mes de la muerte de
Francisco Varela, cuya obra ha sido para mí de gran inspiración y sustento, aprovecho de esta oportunidad de
traerlo aquí a partir de esta evocación y rendirle homenaje.
20[8] Aunque es perfectamente posible crear lazos y encuentros entre ambas narraciones.
la sirena del toque de queda. Todas corrieron hacia los barrancones. Pero nosotras
dudábamos, no queríamos separarnos, nos cogimos con más fuerza. Los gruñidos
del vigilante se acercaban más y más aún...
Es cierto que el gesto podría haber sido otro, pero también es necesario darse cuenta que
sea cual fuere ha de ser corporal y ha de cobrar sentido en función de nuestra historia,
sensibilidad, búsquedas, expectativas y capacidad imaginaria. Los encuentros –y
desencuentros humanos- no se inscriben en una sola dimensión. Dibujan siempre paisajes
complejos formando “patterns” o configuraciones y constelaciones multidimensionales.
¡Qué pobreza sería si encerráramos a Margarete y Milena sólo en un cuerpo biológico!
¡Qué limitación suponer que el sentido está establecido de una vez para siempre en la
gramática! ¡Qué lamentable pérdida si no nos vemos a nosotros mismos produciendo en
nuestro encuentro con el texto la emoción y el sentido que le dan cuerpo a esta escena! Más
aún, ese paisaje cobra profundidad y relieve en la estética grisácea y patética de los campos,
entre los gritos de los guardias y el temor de las otras prisioneras, en el recuerdo de los
testimonios que hemos escuchado de los sobrevivientes, ante las imágenes siniestras de
infinidad de películas que hemos visto. Los cuerpos de esos pabellones aterradores, los
delantales y los chanclos, el humo de los crematorios forman parte de la trama corporal,
inmensamente significativa, que se teje en esta historia.
Este paisaje sólo se siente a partir de una ética, se crea desde una estética, cobra sentido en
una corriente de vida, adquiere su intensidad en lo político, nos conmueve en nuestra
emocionalidad, nos golpea desde su significado, nos impulsa desde su intensidad, nos deja
21[9] Y ese cuerpo que forman las letras sólo es tal para los que saben leer, para los que conocen el sistema
global, para los otros son meras huellas, rasguños, improntas.
en silencio en su desborde de posibilidades. En suma: hacemos cuerpo con el relato y
participamos de su sentido.
Desde que la leí esta historia por primera vez, llevo grabada la imagen de esas dos mujeres
asombrosas caminando de la mano por el Campo de concentración, creando un paisaje
propio para habitar su humanidad -y hasta la nuestra- en un gesto de ternura e irreverencia
impensable en la lógica de la disciplina y la fatalidad del campo pero posible, vivo y
potente en los paisajes que crea el afecto, la vitalidad y la lucidez. Para gozar este paisaje
tenemos también nosotros que salir de las estrechas casillas que cuadriculan la experiencia
según los cánones de la modernidad. Precisamos que el sentido desborde los diques que
contienen al cuerpo dentro de la “máquina biológica”, que hacen del sentido un mero
formalismo planeando en el mundo límpido de la gramática universal, que desprecian la
emoción y la sensibilidad porque las suponen fuente de error para una razón (que
paradójicamente suponen independiente e inconmovible). Se trata entonces de formar otros
“corpus” de sentido, de buscar otras tramas posibles, de religar el cuerpo al sujeto y éste a
los otros y al cosmos en innumerables historias posibles y cada vez más necesarias.
**
Sinopsis
El sujeto encarnado va más allá de un psiquismo con pretendido poder sobre el soma en el
que se personifica. Las cuestiones fisiológicas se interpretan en sociedades primitivas
estrechamente ligadas a la concepción del cuerpo como ente desprovisto de autonomía. con
el progreso de la neurología y la fisiología, la tentación de someter la disfunción al intelecto
se propaga: el cuerpo es expresión de fenómenos físicos objetivos. Por su parte, la filosofía
ensaya avances en el conocimiento. toca luego articular los distintos saberes sin restarles
profundidad. De ese aspecto se encarga aquí, fundamentalmente, Nicolás Caparrós, que
defiende el proceso psicosomático como exponente del discurso de la complejidad.
Luego los pacientes prestarán con sus novelas familiares atravesadas por fracturas, silencios
y excesos, el material inconsciente por el que progresa el saber sobre nosotros mismos. Un
cuerpo enferma para sostener a un sujeto en el día a día, otros se ven condenados a la
psicosis, la neurosis (conversión) o la somatización; todo en función de lo desbrozado aquí
en completas y cuidadas viñetas clínica.
Es
importante
destacar
que
“en
Crisis”
no
quiere
decir
que
los
viejos
paradigmas
y
modos
de
vida
asociados
han
sido
suplantados
por
otros,
sino
que
ya
no
nos
merecen
una
conNianza
total,
y
que
muchas
cosas
que
resultaban
obvias
y
transparentes
hace
unos
años,
han
descendido
del
pedestal
de
la
certeza
para
instalarse
en
las
arenas
movedizas
de
la
duda.
En
las
últimas
décadas
es
evidente
la
amplitud
creciente
de
los
debates,
así
como
la
aparición
de
nuevos
actores,
metodologías,
tecnologías
y
dispositivos
que
han
transformado
a
las
disciplinas
cientíNicas,
a
la
epistemología
y
a
los
saberes
y
prácticas
educativos
a
todos
los
niveles.
A
nivel
de
las
ciencias
exactas
y
naturales
en
el
siglo
XX
se
produjeron
transformaciones
espectaculares
tanto
de
nuestra
imagen
del
mundo
como
respecto
a
nuestra
participación
en
la
construcción
del
saber.
Con
el
puntapié
inicial
de
la
Teoría
de
la
Relatividad,
siguiendo
con
la
Teoría
Cuántica
y
su
“Principio
de
Indeterminación”,
continuando
con
el
desarrollo
de
la
Cibernética
de
primer
y
segundo
orden
‐que
incluye
al
observador
en
el
proceso
de
observación‐,
y
Ninalizando
el
siglo
con
la
Teorías
del
Caos.
También
han
comenzado
a
desarrollarse
nuevos
campos
y
a
cruzarse
las
fronteras
disciplinarias
establecidas
generando
áreas
híbridas
de
gran
productividad
entre
1 de 20
las
que
se
destacan
las
Ciencias
Cognitivas
y
las
Ciencias
de
la
Complejidad.
Las
primeras
nacen
de
un
diálogo
fecundo
entre
a
perspectivas
disciplinarias
tan
disímiles
como
la
neurobiología,
la
informática,
la
ingeniería,
la
epistemología
y
la
psicología
cognitiva,
entre
otras.
Paralelamente,
bajo
el
discutido
rótulo
de
Ciencias
de
la
Complejidad
se
agrupan
experiencias
muy
diversas
que
van
desde
los
trabajos
del
Instituto
de
Santa
Fe
(USA)
sobre
algoritmos
genéticos
(Kaufman,
1995),
los
desarrollos
en
el
ámbito
de
las
redes
complejas
(Watts,
2006),
dinámicas
no‐lineales
(Prigogine,
1983,
1987)
y
sistemas
emergentes
(Resnick,
2001;
Johnson,
2002)
hasta
los
aportes
de
E.
Morin
sobre
el
pensamiento
complejo
(Morin,
1994).
La
concepción
moderna
del
conocimiento
supone
una
representación
“objetiva”
del
mundo
externo
en
la
mente
del
“sujeto”
(Figura
1)
comenzó
a
entrar
en
crisis
casi
desde
el
inicio
del
siglo
pasado
para
llegar
a
una
muy
importante
descomposición
en
la
actualidad,
aunque
aún
no
se
ha
evaporado
totalmente.
2 de 20
Figura
1
La
concepción
representacionalista,
promovida
tanto
por
los
empiristas
como
los
racionalistas,
los
positivistas
y
también
los
realistas,
se
ha
convertido
en
el
“sentido
común
instruido”
de
la
cultura
occidental
moderna.
Sin
embargo,
desde
hace
tiempo
que
ha
comenzado
a
“hacer
agua”
como
parte
del
proceso
de
licuación
que
caracteriza
a
los
tiempos
que
estamos
viviendo.
A
comienzos
del
siglo
XX
se
hicieron
sentir
agudas
críticas
que
a
partir
de
la
segunda
mitad
del
siglo
produjeron
en
un
verdadero
torrente
de
nuevas
concepciones.
Desde
el
campo
cientíNico
podemos
destacar
la
concepción
cuántica
y
los
desarrollos
cibernéticos
sobre
los
sistemas
observadores
Von
Foerster(1991).
En
el
ámbito
NilosóNico
los
trabajos
pioneros
de
Wittgenstein
(1998)
sobre
los
juegos
del
lenguaje
pusieron
en
jaque
al
representacionalismo.
A
partir
de
los
años
sesenta
del
siglo
pasado
la
reNlexión
epistemológica
comenzó
a
abandonar
las
arenas
representacionalistas
sin
prisa,
pero
también
sin
pausa.
Entre
muchos
autores
que
han
contribuido
y
siguen
aportando
a
ese
éxodo
destacaremos
la
labor
pionera
de
Kuhn
(1970,
1978,
1985)
respecto
al
conocimiento
cientíNico
estructurado
en
paradigmas,
las
propuestas
contra
“el
método
único”
de
Paul
Feyerabend
(1986),
los
trabajos
de
M.
Foucault
(1993,
1995,1996)
sobre
las
relaciones
saber/poder
y
el
abordaje
rizomático
de
G.
Deleuze
y
Guattari
(1966,
1986).
Los
trabajos
de
Lakoff
y
Johnson
(1991)sobre
las
bases
metafóricas
y
retóricas
de
nuestro
conocimiento
del
mundo
(Lizcano,
2006)
han
abierto
un
panorama
completamente
novedoso
del
proceso
cognitivo
y
del
rol
del
lenguaje
que
se
conjuga
de
una
manera
sumamente
potentes
con
las
investigaciones
constructivistas
de
von
Foerster
(1991),
Maturana
y
Varela
(Maturana
y
Varela,
1990;
Maturana,
1990;
Varela,
1996)
y
con
los
desarrollos
del
construccionismo
social
de
Berger,
Luckmann
(1985)
Gergen
(1996)
y
Barnett
Pearce
(1989).
Es imposible mencionar todas las “fracturas” de las concepciones tradicionales y
3 de 20
las
nuevas
perspectivas
abiertas,
hemos
elegido
solo
algunos
ejemplos
que
por
su
importancia
teórica,
su
notoriedad
o
la
polémica
que
han
generado,
nos
parecieron
más
ilustrativos.
En
cualquier
caso,
lo
que
parece
ya
evidente
es
que
muchísimas
investigaciones
convergen,
desde
diversas
perspectivas,
en
el
cuestionamiento
de
la
mirada
moderna
del
lenguaje
como
una
pintura
de
la
realidad
y
del
conocimiento
como
re/lejo
o
representación
de
una
naturaleza
completamente
independiente.
En
este
inicio
de
milenio
la
amplitud
y
profundidad
de
la
crisis,
el
desarrollo
de
nuevos
enfoques,
la
apertura
de
muchos
investigadores
y
pensadores
hacia
nuevas
conNiguraciones
teóricas
resultan
evidentes.
Más
aún,
la
noción
clásica
de
teoría
y
de
paradigma
van
dando
paso
a
nuevas
cartograNías
del
espacio
del
saber
que
implican
formas
novedosas
de
de
producir,
validar
y
compartir
el
conocimiento.
La
segunda
“C”
reNiere
al
Cambio.
Como
no
podía
ser
de
otro
modo
la
sensación
crisis
preanuncia,
auspicia,
provoca
y
participa
del
cambio.
Hoy
sentimos
que
todo
lo
que
hasta
hace
pocos
años
se
mantenía
consolidado
se
está
desarmando:
a
cada
paso
que
damos
nos
encontramos
con
escenarios
de
vida
que
se
están
transformando.
Siendo
el
conocer
una
actividad
que
abarca
todas
las
dimensiones
del
vivir
no
podía
quedar
fuera
de
la
ola
de
cambios.
Sin
embargo,
todavía
son
muchos
los
que
intentan
contener
la
renovación
del
saber
dentro
de
fronteras
estrechas.
No
es
esa
nuestra
perspectiva.
Todo
lo
contrario,
sostenemos
que
no
estamos
viviendo
un
mero
cambio
de
modelos,
teorías
y
paradigmas
sino
una
verdadera
mutación
de
nuestras
formas
de
vivir
la
relación
de
conocimiento.
Recién
en
las
últimas
décadas
empezamos
a
tomar
conciencia
de
que
los
cambios
teóricos
están
indisolublemente
ligados
a
los
cambios
en
los
modos
de
vida.
En
este
sentido
es
interesante
ver
a
los
paradigmas
cientíNicos,
y
a
los
sistemas
de
conocimiento
en
general,
como
fuertemente
entramados
con
la
vida
de
los
sujetos
y
las
comunidades
que
los
producen.
Si
pensamos
de
este
modo
veremos
que
la
transformación
contemporánea
del
saber
abarca
mucho
más
que
un
cambio
de
paradigma
en
una
o
en
varias
disciplinas
sino
que
afecta,
simultánea
y
conjuntamente,
las
múltiples
dimensiones
que
hacen
al
conocimiento
hasta
tal
punto
que
es
posible
pensar
que
estamos
viviendo
una
verdadera
mutación.
4 de 20
Figura
2
Cuando
pensamos
en
términos
de
multidimensionalidad
entramos
de
lleno
en
los
escenarios
de
la
última
“C”
que
vamos
a
considerar:
la
que
reNiere
a
la
Complejidad.
La
epistemología
positivista
redujo
la,
multifacética,
dinámica
y
siempre
contextuada
actividad
de
conocer
hasta
aplastarla
y
convertirla
en
un
producto:
el
objeto
del
conocimiento.
De
esta
manera
se
impuso
una
concepción
del
conocimiento
como
una
actividad
individual,
producto
de
la
razón
pura
(es
decir,
desligada
de
los
afectos
y
separada
de
la
acción).
Figura 3
Nuevamente
la
pintura
nos
ofrece
una
metáfora
adecuada
para
comprender
la
concepción
moderna
del
conocimiento
(Nigura
3).
El
mundo
se
presenta
como
algo
estático,
el
cuadro
como
un
objeto
Nijo,
y
el
sujeto
del
conocimiento
está
separado
y
excluido
del
cuadro,
encerrado
en
su
estudio
y
distanciado
de
la
sociedad
que
lo
sostiene
y
sustenta.
Una
forma
particular
de
enfocar
se
convirtió
por
arte
del
método
en
“la
mirada
universal”.
Un
hombre
que
jamás
podría
existir
ni
actuar
aislado
aparece
como
un
individuo‐sujeto
absolutamente
independiente.
Una
persona
viva,
y
por
lo
tanto
afectiva,
sensible,
corpórea,
quedó
reducida
a
una
razón
pura.
Finalmente,
una
actividad
multifacética
como
el
conocer
colapsó
en
un
producto
rígido:
el
conocimiento
objetivo.
Pensar
nuestra
situación
contemporánea
en
relación
al
saber
sus
posibilidades
y
desaNíos,
las
diNicultades
que
enfrentamos
y
los
recursos
con
los
que
contamos
nos
exige
una
mirada
capaz
de
ver
simultáneamente
diversos
aspectos
y,
a
diferencia
de
las
propuestas
disciplinarias
de
la
modernidad,
intentar
realizar
un
enfoque
que
pueda
considerarlas
en
sus
interacciones
reales
en
los
escenarios
de
vida.
5 de 20
Para
afrontar
este
desaNío
propongo
pensar
y
comparar
tres
escenarios:
El
“escenario”
poético.
El
“escenario”
mecánico‐disciplinario
El
“escenario”
de
la
red
interactiva
Dimensión Temporal
Escenario poético Mantenimiento del legado cultural
Escenario Mecánico Disciplinario Progreso Lineal – Determinismo
Escenario de redes interactivas “Poiesis”, Emergencia
Dimensión Espacial
Escenario poético Comunitario no diferenciado
Escenario Mecánico Disciplinario Intramuros
Escenario de redes interactivas Redes y Arquitecturas Fluidas
Dimensión Epistemológica
Escenario poético Mitos. Conocimiento comunitario
Escenario
Mecánico
Disciplinario Mito
de
la
Objetividad.
Conocimiento
Individual
Escenario
de
redes
interactivas Conocimiento
Situado.
Conocimiento
Multimedio‐Modo
Dimensión ComunicativaTecnología de la palabra
Escenario poético Oralidad
6 de 20
Escenario
Mecánico
Disciplinario Escritura
Impresa
Escenario
de
redes
interactivas Tecnologías
de
la
palabra
Multimediales
y
Multimodales
Dimensión Vincular
Escenario
poético Multidimensional
basado
en
Costumbres
Escenario
Mecánico
Disciplinario Privilegio
Intelectual
basado
en
la
disciplina
Escenario de redes interactivas Diversos y Ad‐hocráticos
Dimensión Ética
Escenario poético Pertenencia Comunitaria
Escenario Mecánico Disciplinario Socialización Estandarizada y A‐priori
Escenario
de
redes
interactivas Convivencia
en
la
Diversidad‐
Emergente
Este
cuadro
no
pretende
describir
una
realidad
Nija
sino
que
lo
presento
como
un
instrumento
para
utilizar
como
guía
en
la
exploración
de
escenarios
complejos.
Como
ocurre
siempre
en
la
vida
los
distintos
rasgos
se
entretejen,
se
inNluyen,
potencian,
inhiben
unos
a
otros
creando
en
y
por
su
interacción
la
Nigura
que
conforman.
Las
Niguras
que
hemos
de
considerar
no
son
modelos,
ni
ejemplos,
ni
arquetipos
creados
a
imagen
y
semejanza
de
una
realidad
pura
ni
tampoco
prototipos
de
diseño
para
crear
nuevos
sistemas.
Así
pues,
propongo
estas
Niguras
con
instrumentos
para
pensar
escenarios
educativos
más
ricos,
como
disparador
para
reNlexionar,
como
dispositivos
para
concentrar
la
atención
en
los
escenarios
educativos
de
forma
tal
que
sea
posible
desplegar
cierta
complejidad
en
lugar
de
quedar
atrapados
en
los
recortes
achatados
de
las
disciplinas
clásicas
que
proceden
a
descuartizar
analíticamente
el
mundo
de
experiencia
y
limitan
la
mirada
a
un
delgadísimo
estrato
de
interés
diseccionado
y
aislado.
El
pensar
en
términos
de
Niguras
y
escenarios
nos
permite
a
la
vez
distinguir
y
articular,
multiplicando
los
puntos
de
vista,
diversiNicando
los
focos,
siguiendo
las
dinámicas
relacionales,
atravesando
muros
y
fronteras
instituidas
por
los
saberes
disciplinarios
y
conectándonos
con
nuestra
propia
experiencia
viva.
Esta
perspectiva
de
abordaje
no
supone
que
es
posible
tratar
de
manera
completa
y
total
un
objeto
de
estudio,
por
el
contrario,
admite
la
parcialidad
de
su
mirada.
Sabiendo
que
siempre
estamos
viendo
a
través
de
un
sistema
de
focalización
que
destaca
algunos
rasgos
muy
generales
y
deja
otros
en
la
penumbra
o
en
la
sombra,
los
abordajes
de
la
complejidad
expanden,
multiplican,
sutilizan,
diversiNican
las
perspectivas,
las
modalidades
de
producción
de
sentido,
los
modos
de
interacción
de
manera
tal
que
insuNlan
sentido
y
desachatan
los
mundos
planos
de
la
visión
analítica
positivista.
7 de 20
Antes
de
pasar
a
considerar
las
Niguras
y
escenarios
deseo
señalar
que
aunque
los
trazos
que
caracterizan
a
una
“Nigura”
son
más
frecuentemente
encontrados
en
las
sociedades
que
se
denominan
de
la
misma
forma,
pueden
encontrarse
también
en
otras
pero
como
un
atributo
local
y
no
como
rasgo
general
y
característico.
Ni
la
naturaleza,
ni
la
vida
social
presentan
tipos
puros:
la
hibridación
y
la
complejidad
son
su
marca
distintiva.
La
simplicidad
es
la
norma
que
impuso
la
tradición
NilosóNica
y
cientíNica
de
la
Modernidad.
Bajo
su
sesgo
se
gestó
y
desarrolló
un
modo
de
producción
de
conocimiento
basado
en
la
erradicación
de
la
diferencia
y
la
diversidad,
la
eliminación
de
la
irregularidad
y
la
vaguedad,
la
extirpación
de
las
impurezas
y
las
mezclas.
Un
conocimiento
que
desacopla
lo
cognitivo
de
lo
emocional,
lo
personal
de
lo
grupal,
la
escuela
de
la
sociedad
y
toma
cada
una
de
estas
dimensiones
como
un
objeto
puro
y
aislado
al
que
le
corresponde
sólo
la
mirada
experta
de
la
disciplina
propietaria
del
saber
especíNico.
Es
hora
ya
de
considerar
con
más
detalle
los
escenarios
en
los
cuales
las
dimensiones
cobran
vida,
aunque
no
son
las
únicas
que
los
conNiguran
resultan
claves
para
comprender
cuáles
son
los
procesos
y
actores
involucrados
y
desplegar
un
panorama
suNicientemente
rico
que
nos
permita
pensar
las
articulaciones,
las
ligaduras
entre
las
distintas
problemáticas
que
en
la
modernidad
han
sido
siempre
consideradas
en
compartimentos
estancos.
Pasaremos
ahora
a
considerar
cada
uno
de
los
escenarios
educativos
propuestos
de
forma
tal
que
resulte
evidente
la
importancia
de
considerar
conjuntamente
la
compleja
red
de
relaciones
que
ligan
la
conNiguración
espacio
temporal,
el
estilo
vincular
y
la
concepción
del
conocimiento,
las
epistemologías
subyacentes,
las
tecnologías
de
la
palabra
y
la
ética
emergente.
8 de 20
de
Goody
y
Watt
(1996)y
“Oralidad
y
Escritura”
(1996)
de
Walter
Ong,
fueron
las
piedras
basales
de
un
fecundo
trabajo
que
conmovió
los
saberes
establecidos
sobre
la
cuestión.
A
partir
del
trabajo
de
estos
pioneros
se
han
abierto
rutas
fecundas
de
exploración
de
la
los
modos
en
que
las
tecnologías
de
la
palabra
y
la
comunicación
forman
y
conforman
nuestro
pensamiento,
así
como
nuestras
formas
de
expresión
y
relación,
nuestras
actitudes
y
valores.
En
este
trabajo
me
propongo
utilizar
sus
aportes
para
construir
las
Niguras
educativas
y
bajar
del
cielo
de
la
abstracción
de
las
dimensiones
consideradas
separadamente
a
los
contextos
complejos
de
la
vida
donde
siempre
encontramos
escenarios
múltiples,
heterogéneos,
caleidoscópicos.
El
“contexto”
incide
de
manera
eNicaz,
potente
y
compleja
sobre
las
prácticas
educativas.
No
es
aquello
que
está
afuera,
sino
que
atraviesa
y
constituye
la
trama
del
aprendizaje.
La
única
forma
de
registro
en
estas
sociedades
es
la
que
provee
la
memorización.
Lo
que
no
se
recuerda
se
pierde.
La
poesía,
con
su
cadencia
rítmica,
provee
una
técnica
sumamente
eNicaz
para
ampliar
nuestra
capacidad
mnemotécnica,
lo
que
la
convierte
en
un
“instrumento
funcional
para
el
almacenamiento
del
información
cultural
para
uso
ulterior”
(Havelock,
1996).
Por
eso
la
poesía
está
en
el
centro
de
todo
proceso
educativo
en
las
culturas
orales.
La
actividad
poética
en
la
Grecia
arcaica,
basada
sobre
todo
en
la
recitación
de
los
maravillosos
poemas
homéricos
que
constituían
una
verdadera
“enciclopedia”
social
era
muy
semejante
a
la
representación
teatral.
Se
puede
hablar
de
verdaderas
“performances”
poéticas.
A
través
del
ritmo
en
la
poesía,
la
música
y
la
danza
se
desarrolló
una
memoria
a
la
vez
corporal
e
intelectual,
emotiva
y
cognitiva,
y
se
forjó
una
tradición
cultural
en
un
quehacer
comunitario.
El
espacio
del
conocimiento
era
comunitario,
afectivo,
sensual,
rítmico,
cargado
de
empatía
y
emoción.
En
estas
“Niestas”
del
conocimiento,
que
eran
el
núcleo
de
la
educación,
la
comunidad
estaba
en
contacto
con
la
“enciclopedia
tribal”,
y
así
era
posible
mantener
la
tradición
y
aprender.
Como
ha
señalado
Ong
(1996),
no
existía
nada
que
pudiera
considerarse
como
“estudiar”,
en
el
sentido
de
una
actividad
separada,
sino
que
se
aprendía
en
el
seno
de
la
comunidad,
en
un
contexto
vital
de
fuerte
carga
emocional
y
afectiva.
9 de 20
profundamente
la
práctica
de
la
escritura.
Su
obra
“La
República”
fue
a
la
vez
el
primer
libro
de
NilosoNía
política
y
tratado
educativo
de
nuestra
cultura
el
el
que
expone
y
promueve
un
modelo
de
conocimiento
totalmente
diferente
al
de
Homero.
“Los
ataques
platónicos
iban
en
verdad
dirigidos
contra
todo
un
procedimiento
educacional,
contra
toda
una
manera
de
vivir”
(Havelock,
1996).
Es
importante
darse
cuenta
cómo
la
educación
ha
estado
siempre
ligada
a
lo
político.
El
texto
platónico
le
ha
concedido
una
importancia
clave
en
el
marco
de
un
pensamiento
global.
Platón
no
trata
los
problemas
educativos
como
meras
cuestiones
técnicas,
sino
como
parte
esencial
de
un
proyecto
de
la
polis,
es
decir
como
una
cuestión
central
en
la
problemática
de
la
convivencialidad
humana.
Platón
luchó
contra
la
empatía
de
la
performance
poética
propugnando
en
cambio
el
distanciamiento,
la
reNlexión
y
la
abstracción
metódica,
nuevas
actitudes
que
Nlorecieron
a
través
de
las
prácticas
de
la
lectura.
El
fundador
de
la
“Academia”
fue
uno
de
los
más
importantes
artíNices
de
un
nuevo
modo
de
discurso,
de
una
nueva
práctica
cognitiva,
basada
en
una
prosa
que
tiende
a
la
abstracción
y
la
universalidad,
que
convierte
en
entidades
a
los
agentes
vivos
y
que
petriNica
al
mundo
en
esencias
que
el
verbo
“ser”
dotará
de
eternidad.
El
pensamiento
queda
estabilizado
en
la
escritura,
y
se
independiza
del
sujeto
viviente.
Es
a
partir
de
la
escritura
que
se
hace
posible
el
“estudio”
como
práctica
individual
y
separada.
Es
esta
técnica
de
la
palabra
la
que
genera
una
distancia
que
permite
crear
una
institución
separada
para
educar
y
un
espacio
desafectivizado
en
el
que
puede
reinar
la
actitud
analítica.
Aunque
“desconectar
la
afectividad”
sea
imposible,
sí
es
factible
domesticarla,
disciplinarla,
encauzarla,
merced
a
la
utilización
de
dispositivos
que
tiendan
a
desarrollar
una
emotividad
contenida,
una
carga
afectiva
aletargada,
un
distanciamiento
vincular.
El
espacio‐tiempo
de
la
Academia,
fue
radicalmente
diferente
al
del
ritual
poético.
A
partir
de
la
escritura,
conocer
dejó
de
ser
sinónimo
de
preservar
la
tradición.
Se
abrieron
nuevos
horizontes
de
exploración,
pero
a
costa
de
la
pérdida
de
la
identiNicación
emotiva
y
de
la
resonancia
comunitaria.
La
escritura
proveyó
un
contexto
en
el
cual
la
NilosoNía
y
el
pensamiento
teórico
en
general
pudieron
emerger,
desarrollarse
y
cristalizar.
Además
de
jugar
un
rol
clave
en
el
nacimiento
de
una
nueva
práctica:
el
estudio,
y
de
un
nuevo
espacio:
el
académico.
La
educación
se
alejó
del
ritual,
se
distanció
afectivamente
–aunque
mucho
menos
de
lo
que
lo
haría
luego
con
el
advenimiento
de
la
imprenta
‐,
el
espacio
perdió
su
fuerte
carga
emotiva
y
sensual,
se
fragmentó
y
especializó.
Con
la
escritura
nos
alejamos
del
reino
del
ritual
poético
comunitario
para
entrar
en
la
“Academia”,
un
espacio
separado
y
especíNico,
de
acceso
inevitablemente
restringido,
en
donde
la
teoría
es
la
reina.
10 de 20
La
creencia
en
que
al
conocer
se
crea
una
“imagen
interna”
de
un
mundo
objetivo
e
independiente
del
sujeto
cognoscente
está
en
el
centro
de
la
estructuración
moderna
del
espacio
del
aula
y
del
tiempo
educativo.
Creer
en
el
conocimiento
como
“representación
objetiva”
del
mundo
implica
toda
una
actitud
respecto
a
la
estructuración
en
el
espacio‐tiempo
de
la
relación
de
aprendizaje.
La
escritura
permite
un
distanciamiento
entre
“el
que
conoce”
y
“lo
que
conoce”,
una
separación
del
hablante
y
lo
que
plantea.
“La
escritura
separa
el
habla
de
su
contexto
y
la
transforma
en
un
objeto
de
pensamiento
e
interpretación”
(Olson,
1998).
Nace
así
el
espacio
interior,
en
el
que
se
supone
que
se
reNlejará
la
“realidad”
como
en
un
espejo.
Conocer,
a
partir
de
este
momento
será
sinónimo
de
lograr
una
“imagen
interna”
del
mundo
externo.
Esta
es
la
típica
actitud
del
teórico,
lo
que
no
resulta
extraño
si
recordamos
que
“Theoría”
y
su
verbo
“Theorêin”,
en
griego
reNieren
al
acto
de
mirar.
El
objetivo
de
la
educación
en
la
modernidad
ha
sido
disciplinar
la
subjetividad
para
que
no
“infecte”
con
sus
deformaciones
la
imagen
canónica
aceptada
del
mundo.
El
espacio
relacional
ha
estado
embebido
del
espíritu
disciplinario,
el
estilo
comunicacional
adoptó
una
forma
radial,
con
el
centro
en
el
maestro,
y
dirigido
desde
éste
hacia
el
alumno.
El
tiempo
de
la
relación
quedó
establecido
por
un
procedimiento
canónico
adaptado
a
las
posibilidades
del
estudiante
“medio
o
normal”.
Finalmente
los
alumnos
fueron
concebidos
y
tratados
como
individuos
uniformes
y
no
como
sujetos
encarnados
y
por
lo
tanto
diferentes,
sensibles
y
creativos.
El
espacio‐tiempo
del
aula
fue
construido
para
permitir
una
visión
“panóptica”
al
maestro,
en
una
relación
en
que
los
alumnos
son
individuos
pasivos
que
deben
cumplir
su
rol
de
engranajes
en
el
gran
dispositivo
mecánico
que
permite
que
obtengan
su
“copia”
del
conocimiento
socialmente
legitimado.
11 de 20
que
transportan
las
verdades
inconmovibles
e
incontrovertibles
que
todo
escolar
debe
saber.
Se
trata
de
una
educación
re‐productora,
y
a‐subjetiva,
que
se
lleva
a
cabo
en
un
espacio
que
pretende
ser
neutro
e
impersonal.
Un
espacio
que
está
estructurado
en
una
relación
que
irradia
desde
el
maestro
sin
permitir
interacciones
horizontales,
en
el
que
cada
individuo
alumno
debe
producir
copias
mecánicas
del
conocimiento
impartido,
en
el
tiempo
“medio”
estipulado
por
los
“especialistas”.
La
institución
escolar
de
la
Modernidad
fue
el
producto
de
un
tipo
particular
de
experiencia
y
de
una
cierta
epistemología:
la
de
la
sociedad
mercantil
en
expansión
que
trató
al
conocimiento
como
un
“producto”
estable
y
deNinido,
que
se
puede
producir
en
serie
y
transmitir
masivamente,
que
puede
“acapararse”
y
privatizarse,
a
imagen
y
semejanza
de
cualquier
otra
mercancía.
La
escuela
se
organizó
a
partir
de
estas
creencias,
de
las
tecnologías
de
la
palabra
disponibles
(los
libros
impresos)
y
adoptó
las
conNiguraciones
vinculares
compatibles
con
ellas.
Las
virtudes
cardinales
son
la
disciplina
y
la
aplicación
al
trabajo,
la
memoria,
la
prolijidad
y
la
uniformidad.
La
conNiguración
vincular
establecida
es
totalmente
asimétrica,
con
un
saber
depositado
en
el
maestro
que
va
inoculándolo
en
los
alumnos
que
lo
reciben
sin
poder
transformarlo,
ni
digerirlo,
ni
cuestionarlo.
Ni
la
imaginación
ni
la
sensibilidad
tuvieron
cabida
en
este
esquema.
La
“poiesis”,
entendida
como
capacidad
humana
creadora
y
transformadora
estaba
afuera
de
este
modelo
pedagógico,
que
se
limitaba
a
transmitir
sin
modiNicaciones
un
saber
pre‐cocinado
e
incluso
muchas
veces
pre‐digerido.
El
alumno
no
era
pensado
como
un
productor
(ni
siquiera
el
docente
lo
era),
sino
como
un
consumidor
pasivo
o
un
mero
receptáculo.
12 de 20
fronteras
bien
custodiadas
y
limitar
su
acción
a
la
tarea
especíNica,
sin
preguntarse
cuál
es
hoy
la
función
de
la
escuela
ni
cuestionar
los
modos
de
llevarla
a
cabo.
Una
mirada
apenas
superNicial
sobre
el
mundo
actual
nos
muestra
que
en
muchísimas
áreas
los
muros
van
cayendo:
las
redes
informáticas
crecen
a
ritmo
vertiginoso
creando
conexiones
entre
ámbitos
hasta
ahora
separados,
los
medios
de
comunicación
entrelazan
el
mundo
en
una
madeja
cada
vez
más
densa,
a
la
par
que
los
géneros
se
mezclan
y
las
fronteras
se
hacen
cada
vez
más
inestables
y
porosas.
Estamos
viviendo
un
proceso
acelerado
de
valorización
y
estímulo
de
lo
multimediático,
lo
multimodal,
la
hibridación,
la
fertilización
cruzada,
la
inter
y
transdisciplina.
os
compartimentos
estancos
y
sistemas
cerrados
muestran
Nisuras,
poros,
erosiones
por
la
que
atraviesan
las
redes
y
dispositivos
multidimensionales
de
interacción
que
comienzan
a
producir
nuevas
y
complejas
conNiguraciones.
¿Tiene
sentido
mantener
a
la
escuela
al
margen
de
estos
procesos?
¿Es
deseable
o
siquiera
posible?
Si
admitimos
que
la
respuesta
a
estas
preguntas
es
evidentemente
negativa
tenemos
que
prepararnos
para
enfrentar
los
desaNíos
del
enseñar
y
el
aprender
en
el
marco
de
una
sociedad
que
está
viviendo
una
acelerada
mutación.
Los
cambios
epistemológicos
son
sólo
una
vertiente
de
los
múltiples
aNluentes
que
impactan
en
la
institución
educativa
promoviendo
una
profunda
transformación.
Las
conNiguraciones
espacio‐temporales
que
posibilitan
las
nuevas
tecnologías
de
la
comunicación
y
la
información
aportan
nuevas
dimensiones
a
la
experiencia
humana
del
mundo
y
permiten
estructurar
paisajes
educativos
más
ricos
y
variados
que
los
escenarios
uniformes
de
la
Modernidad.
En
primer
lugar
porque
permiten
“incluir
el
mundo
en
el
aula”,
y
al
“aula
en
el
mundo”
haciendo
caer
los
macizos
muros
que
la
aislaban
(Najmanovich,
2002).
Con
una
sola
computadora
es
posible
tener
acceso
directo
y
en
tiempo
real
a
las
mejores
bibliotecas
del
mundo,
consultar
a
reconocidos
especialistas,
compartir
una
“aula
virtual”,
hacer
trabajos
conjuntos
con
“compañeros”
de
otras
provincias,
países,
continentes.
Este
nivel
de
interactividad
lleva
implícito
una
caída
estrepitosa
del
valor
de
las
“fuentes
de
información”
clásicamente
utilizadas
en
el
entorno
escolar
y
genera
una
fuerte
tendencia
hacia
el
“cambio
de
conNiguraciones”
vinculares
y
espacio‐
temporales
en
todo
el
ámbito
educativo
(Piscitelli,
1998;
Turkle,
1997,
Lévy,
1997,
1998).
La
inercia
del
“sistema
educativo
moderno”,
así
como
la
presión
de
los
sectores
que
se
beneNician
con
él,
particularmente
la
industria
editorial,
hacen
que
13 de 20
de
los
manuales
y
textos
predigeridos
ligados
a
una
concepción
repetidora
y
mecánica
sigan
gozando
de
una
difusión
que
muy
probablemente
disminuya
bruscamente
a
corto
plazo.
La
tendencia
es
inevitable
a
largo
plazo
y
a
nivel
global,
pero
las
formas
especíNicas,
la
velocidad
y
el
impacto
es
sumamente
diferente
en
los
contextos
locales,
lo
que
nos
lleva
a
tener
que
pensar
los
procesos
de
transformación
escolar
teniendo
permanentemente
en
cuenta
la
dinámica
de
interacción
global‐local
y
las
características
especíNicas
de
cada
país,
región,
sector
social,
etc.
Por
otra
parte,
al
abrirse
profundas
Nisuras
en
las
fronteras
que
la
Modernidad
había
impuesto,
van
surgiendo
y
potenciándose
las
redes
entre
la
escuela
y
otras
instituciones,
generándose
un
entramado
que
permite
unir
el
estudio
con
la
diversión,
con
la
salud,
con
la
producción
de
conocimientos
(Najmanovich,
2000).
De
esta
manera
la
escuela
puede
convertirse
en
un
gigantesco
laboratorio
de
nuevas
posibilidades
cognitivas
y
convivenciales.
Un
ámbito
en
el
que
al
mismo
tiempo
que
los
jóvenes
tienen
acceso
al
legado
de
su
cultura,
se
les
permite
y
estimula
a
encauzar
la
creatividad
explorando
el
mundo
y
produciendo
conocimientos.
La
erosión
de
los
muros
académico‐disciplinarios
no
sólo
posibilitará
al
sistema
escolar
nutrirse
de
las
importantes
y
cuantiosas
experiencias
de
enseñanza‐aprendizaje
que
se
han
desarrollado
en
la
esfera
de
la
educación
no
formal,
sino
que
permitirá
legitimar
experiencias
que
se
han
desarrollado
al
interior
de
la
escuela
pero
de
las
que
no
se
habla
puesto
que
no
se
han
visibilizado,
reconocido
su
valor,
y
a
veces
ni
aceptado
su
existencia
aún
cuando
esta
es
evidente
(los
muros
del
silencio
escolar
muchas
veces
resultan
más
poderosos
que
las
vallas
Nísicas
o
los
límites
burocráticos)
(Najmanovich,
2002).
Hoy
tenemos
la
oportunidad
de
hacer
espacio
para
que
la
potencia
creativa
de
la
subjetividad
encuentre
un
ámbito
legítimo
de
expresión
y
expansión
en
las
instituciones
educativas,
sin
temor
a
que
por
ello
se
pierda
el
legado
cultural.
Las
tecnologías
de
la
comunicación
e
información
contemporáneas
proveen
un
medio
posibilitador,
pero
por
si
solas
no
garantizan
el
despliegue
de
nuevas
formas
de
enseñar,
de
pensar
ni
de
convivir.
Para
favorecer
la
creación
de
ámbitos
convivenciales
que
estimulen
los
procesos
convergentes,
que
permiten
compartir
el
conocimiento
de
la
tradición
establecida,
y
al
mismo
tiempo
hagan
lugar
a
la
potencia
divergente
de
la
imaginación
y
la
creatividad,
es
necesario
romper
con
las
modalidades
estandarizadas
de
enseñanza‐aprendizaje.
14 de 20
correlato
en
la
valoración
social.
Estas
prácticas
cognitivas
implican,
además
de
la
producción
de
conocimientos,
nuevas
formas
de
convivencia,
estilos
vinculares
y
valores
que
no
son
admisibles
si
mantenemos
la
estructura
de
la
escuela
moderna.
Desde
esta
perspectiva
la
tarea
de
transformar
la
educación
lejos
de
ser
una
cuestión
técnico‐pedagógica
es
fundamentalmente
política
(entendiendo
lo
político
como
la
gestión
de
las
posibilidades
convivenciales
de
los
seres
humanos
entre
sí
y
con
su
entorno).
Desde
esta
mirada,
los
conocimientos
desarrollados
en
el
ámbito
de
la
educación
no
formal
resultan
un
abono
vital
para
estimular
y
potenciar
las
actividades
creativas
del
ámbito
formal
en
un
proceso
que
probablemente
tenderá
de
manera
sostenida
al
borramiento
de
fronteras
y
muros
creando
nuevas
conNiguraciones
más
abiertas
al
intercambio
y
la
“fertilización
cruzada”.
El
reconocimiento
y
la
valoración
de
heterogeneidad
y
la
capacidad
poiética
de
todos
los
actores
educativos,
no
puede
pensarse
independientemente
de
la
forma
que
adopten
las
conNiguraciones
vinculares
al
interior
de
la
escuela
y
entre
ésta
y
la
comunidad.
La
escuela
puede
jugar
un
papel
clave
en
el
camino
hacia
una
sociedad
globalizada
marcada
por
el
signo
de
la
homogeneidad
y
exclusión
o
caracterizada
por
el
reconocimiento
y
valoración
de
la
diversidad
en
un
marco
de
convivencia
en
donde
todos
quepan.
A
nivel
del
aula
la
tarea
principal
consiste
en
aceptar
el
desaNío
de
una
educación
que
no
se
limite
a
transmitir
los
valores
y
conocimientos
del
pasado
sino
a
investigar
y
crear
nuevos
saberes
y
prácticas,
una
educación
para
un
mundo
que
reconoce
la
emergencia
de
lo
nuevo,
que
admite
y
valora
la
transformación
y
la
creatividad
tanto
como
la
herencia
cultural.
Para
lograrlo
es
imprescindible
multiplicar
los
lazos
de
la
escuela
con
la
comunidad
–particularmente
pero
no
exclusivamente
con
otras
instituciones
y
ámbitos
educativos‐,
salir
de
los
esquemas
intramuros
y
desmontar
la
arquitectura
panóptica.
Esta
“estrategia
de
ligadura”
nos
permitirá
aprovechar
el
caudal
de
conocimientos
que
Nluye
a
través
de
las
redes
sociales
y
tecnológicas.
15 de 20
su
nombre
en
letras
de
molde
y
convertirse
en
abanderados
del
cambio
por
decreto.
Generalmente
estos
esfuerzos
resultan
fallidos,
lo
que
no
signiNica
que
estas
reformas
no
cambien
nada
o,
incluso,
que
no
tengan
aspectos
positivos.
Lo
que
deseo
expresar
es
que
estas
propuestas
centralizadas
que
van
de
“arriba
hacia
abajo”
por
su
propia
naturaleza
y
proceder
no
pueden
tomar
en
cuenta
la
multiplicidad
y
heterogeneidad
de
problemáticas
y
recursos
reales
de
las
escuelas
en
sus
muchas
localidades
y
comunidades.
No
es
este
trabajo
el
contexto
en
el
cual
podamos
analizar
el
tema
en
toda
su
profundidad
pero
sí
el
ámbito
adecuado
para
pensar
cómo
la
propia
noción
mecánica
de
sistema
actúa
como
obstáculo,
pues
sólo
admite
como
realidad
lo
que
entra
en
sus
casilleros
preestablecidos.
Las
reformas
“globales”
parten
del
supuesto
de
que
la
problemática
es
homogénea
y
que
las
soluciones
son
universales,
cuando
lo
que
precisamos
para
llevar
adelante
la
transformación
es
justamente
lo
contrario.
La
transformación
educativa
(de
la
cual
una
reforma
a
lo
sumo
puede
formar
parte),
es
un
proceso
cuya
“globalidad”
es
la
resultante
de
las
acciones
locales
que
ponen
en
juego
una
multiplicidad
de
problemáticas
especíNicas.
Sin
embargo,
los
funcionarios
están
muy
cerca
de
los
lobbys
y
muy
lejos
del
campo
educativo
con
su
multidimensionalidad,
su
diversidad,
sus
necesidades
y
posibilidades
especíNicas,
sus
microculturas
y
la
circulación
“in
situ”
de
poderes
(desde
la
personalidad
de
docentes
carismáticos
hasta
la
actitud
de
los
gremialistas,
las
diversas
“tribus”
juveniles,
los
medios
de
comunicación,
etc.).
Aunque
las
reformas
fracasen
total
o
parcialmente,
la
transformación
educativa
sigue
su
curso
inexorable
porque
inevitablemente
ocurre
día
a
día
en
los
territorios
vivos
del
enseñar
y
aprender
en
los
que
las
comunidades
educativas
van
elaborando
sus
problemáticas,
tanto
en
su
formulación
como
en
su
solución,
con
los
recursos
reales
con
los
que
cuentan.
Hoy
tenemos
la
oportunidad
de
volver
a
hacer
de
la
educación
una
Niesta,
aunque
muy
diferente
de
los
encuentros
danzantes
frente
al
fuego
en
los
bosques.
Podemos
abrir
el
espacio
del
aula
a
un
ámbito
comunitario
mucho
más
amplio,
estimular
la
participación
activa
no
sólo
de
los
maestros
y
los
alumnos,
sino
de
múltiples
actores
sociales
incorporando
prácticas
y
saberes
provenientes
de
otros
dominios,
en
particular
las
de
la
esfera
de
educación
no
formal.
Muchos
aspectos
del
proceso
educativo
han
de
potenciarse,
enriquecerse
y
estimularse
si
se
admite
la
necesidad
–incluso
la
urgencia‐
de
la
creación
de
puentes
entre
las
instituciones
educativas
y
otras
que
no
tienen
carta
de
ciudadanía
oNicial.
El
arte
y
la
imaginación,
la
técnica
y
la
sensibilidad
que
no
han
tenido
cabida
en
la
escuela
de
modernidad
encontraron
un
territorio
fértil
en
el
que
desarrollarse
en
las
“instituciones
no
formales”,
al
mismo
tiempo
que
en
estas
se
ha
admitido
muy
frecuentemente
la
diversidad
de
estilos
vinculares
y
se
ha
estimulado
la
creatividad
de
todos
los
actores.
16 de 20
En
los
tiempos
acelerados
en
que
vivimos,
el
“futuro
ya
no
es
ni
cuando
debiera”(Paul
Eluard),
haciéndose
presente
antes
que
nos
demos
cuenta,
todos
aquellos
que
consideramos
que
la
clave
del
nuevo
milenio
está
en
construir
un
mundo
de
sentido
en
el
cual
valga
la
pena
vivir
y
en
el
que
podamos
convivir
en
la
diferencia,
debemos
esforzarnos
en
profundizar
nuestra
exploración
y
elucidación
de
la
problemática
educativa,
para
conectarnos
con
las
múltiples
oportunidades
y
desaNíos
contemporáneos
a
la
vez
que
vamos
tejiendo
respuestas
provisorias
pero
fértiles
y
productivas
en
el
camino
a
un
sistema
educativo
que
acepte
la
diversidad
de
puntos
de
vistas,
que
de
lugar
a
la
diferencia
de
estilos
y
aproximaciones,
que
al
mismo
tiempo
nos
permita
tomar
contacto
con
nuestro
acervo
cultural,
desarrollar
nuestras
potencialidades
y
crear
espacios
convivenciales
ricos
y
fecundos.
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el
pasaje
de
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teoría
a
la
praxis,
del
objetivismo
al
construccionismo
social
y
de
la
representación
a
la
reGlexividad”
en
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