El Liderazgo de Monseñor Romero
El Liderazgo de Monseñor Romero
El Liderazgo de Monseñor Romero
RESUMEN
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recetas al alcance de todos. Sin embargo, esta vi- jor ejemplo de este último caso lo constituyan los
sión fue fuertemente criticada tan pronto como <;studios clásicos de Lewin, Lippit y White (ver
se le sometió a un serio examen, teórico y empí- White y Lippit, 1971) sobre tres formas de lide-
rico. Como se~alan Cartwright y Zander (1971, razgo, en que de antemano podian predecirse los
pág. 334), "no ha resultado satisfactorio conce- resultados que se habrlan de obtener en apoyo a
bir a los lideres como gente que posee ciertos ras- un estilo "democrático" de liderazgo.
gos distintivos" A pesar de su distorsión mitificadora, tanto
El estudio científico del liderazgo se ha enca- la visión popular sobre el liderazgo como la vi-
minado cada vez más clara y conscientemente ha- sión experimentalista contienen una intuición se·
cia un enfoque relativo o situacional, según el guramente válida: las personas pueden jugar un
cual las caracteristicas y funciones dellider están papel clave en la materialización de los movi·
en relación con cada situación concreta. El carác- mientas sociales, en la dirección de un proceso
ter de un Iider puede diferir abismalmente de una histórico, en la resolución de un conflicto social.
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durante ese periodo. Si sus enemigos acudie- dad profunda de captar lo que de bueno hubiera
ron a trastornos de tiempos pasados fue preci- en los acontecimientos más diversos y abrirse a
samente porque nada encontraban en su periodo ellos por encima de prejuicios e intereses.
como arzobíspo que les diera base para sus acu- En el circulo restringido de la amistad,
saciones. Monseñor Romero se sentia libre para expresar
Monsellor Romero nunca fue un hombre con sencillez sus sentimientos, dando y recibien-
que se sintíera totalmente seguro de su capacidad do afectos. Sin embargo, Monseñor era más bien
intelectual. Más bien, trataba de buscar apoyos un hombre tímido para las relaciones interperso-
que le permitieran mantener una postura firme. nales, y parecía mostrar una cierta cohibición en
En sus primeros años, este apoyo lo logró afe- el trato. A lo largo de su vida trató de superar es-
rrándose a la doctrina más tradicional y a las te grado de timidez apegándose a ciertos esque-
declaraciones de la jerarquía eclesiástica. De mas de comportamiento propios de su condición
hecho, para Monseñor Romero siempre constitu- clerical, en los cuales encontraba apoyo para re-
yó una verdadera necesidad intelectual el poder lacionarse a todos los niveles. Ahora bien, estas
contar con el respaldo de citas o declaraciones nonnas de comportamiento externo nunca llega-
que llevaran el sello de la autoridad constituida. ron a extremos de rigidez formal: Monseñor Ro-
Sin embargo, en sus años de arzobispado tam- mero fue siempre un hombre de fonnas sencillas
bién buscó la luz entre técnicos y especialistas de y,para una mirada superficial, incluso de formas
cada á.rea y, sobre todo, entre quienes sentía que simples. Estas formas aumentaban la impresión
transmitian con sinceridad la voz y el sentir del de vulnerabilidad que ofrecia y que hacia que
pueblo. En todo este proceder, Monseñor mostró cualquier persona se sintiera como "autorizada"
una necesidad perentoria de la verdad, un autén- para dirigirse a él sin mayores protocolos.
tico anhelo por descubrir lo que fuera la reali- En resumen, un breve análisis sobre los ras-
dad, sin adornos ni tapujos. No es que Monseñor gos de la personalidad de Monseñor Romero nos
Romero fuera intelectualmente manipulable, co- manifiesta un hombre sencillo, inteligente aun-
mo tanto le acusaron sus enemigos; es que busca- que no brillante, relativamente timido para el
ba infatigablemente la verdad, sin dejarse guiar trato interpersonal, afable y cariñoso en circulos
por intereses creados ni fiarse de sus propias ca· restringidos, no muy seguro, pero abierto ante
pacidades. De ahí que, poco antes de su muerte, las demandas de la realidad, sobre todo respecto
pudiera proclamar públicamente que nadie podia a su propia función sacerdotal. Estos rasgos de
acusarle de haber dicho una sola mentira a lo lar- ninguna manera corresponden a la descripción
go de su misión; y de hecho, nadie pudo desmen- más o menos implicita que de los grandes lideres
tirle. se suele hacer y, sin duda ninguna, es una imagen
Afectivamente, Monseñor Romero era un difícil de compaginar con la imagen que se forma
hombre con una gran capacidad para empatíz~r quien, sin haberlo conocido personalmente, su-
con los sentímientos ajenos. Gozaba tanto con la piera de su acción y predicación en los tres años
conversación chispeante como con el juego de los de su arzobispado.
nlllos, y no era extraño verle en confianza ha- Es difícil entender el significado de la elec-
ciendo observaciones socarronas. Por otro lado, ción de Monseñor Romero como Arzobispo de
sufría en carne propia las debilidades de su pro- San Salvador si no se aprecia, así sea somera-
PI? clero, las incomprensiones y bajezas de la mente, el grave enfrentamiento existente en ese
ohgarquia, de cuya amistad habia creido gozar momento entre la Iglesia arquidiocesana, por un
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notablemente de los suyos propios.
elu
i1t. ,.. El asesinato del P. Grande representaba una
verdadera bomba en el espíritu ya agitado de
Mórisellor. Había varias cosas que este asesinato
Que nuestras manos puedan ponía en evidencia. Ante todo, no cabía duda al-
guna sobre el carácter profundamente cristiano y
seguir endureciéndose por el sacerdotal del P. Rutilio y, por consiguiente,
trabajo hasta el final, para que sobre la naturaleza martirial de su asesinato. Este
punto es importante, ya que cerraba de antema-
el resentimiento nunca nos en-
durezca el corazón.
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no la visión ideológica de que Rutilio muriera firmeza y tranquilidad con que sobrellevó Mon-
por razones ajenas a su apostolado -como ca- sei\or el conflicto que le enfrentó al Nuncio del
lumniosamente sus asesinos trataron de insi- Papa como consecuencia de alguna de las deci-
nuarlo. En ningún momento podía Monsei\or siones adoptadas a partir del asesinato de Rutí-
dudar sobre lo que hacia Rutilio, a quien tan ín- lio. La importancia de este conflicto sólo se en-
timamente conocía. En segundo lugar, era cla- tiende si se cae en la cuenta de la devoción y su-
ro quiénes lo habian asesinado: aquella misma misión que Monsei\or experimentaba hacia la je-
oligarquia con la que tan estrechamente Monse- rarquía eclesiástica y expresamente hacia el Pa-
i\or habia alternado hasta entonces y que se decia pa. El otro indicio es el hecho, ya anteriormente
amiga suya. Pero, en tercer lugar, aparecía muy aludido, de que Monsei\or, hasta entonces consi-
claro por qu!: lo habian matado. Desde la pers- derado un hombre con una d!:bil salud corporal y
pectiva de Monsei\or, el P. Rutilio habla sido cierta vulnerabilidad psiquica, nunca más en el
asesinado por haber desarrollado una actividad resto de su vida mostró el más leve indicio de agi-
consecuente con las exigencias eclesiales manifes- tación mental, desequilibrio emocional e incluso
tadas en Medellín, optando por los pobres. Fi- de seria enfermedad corporal.
nalmente, aparecía también clara la justificación Las decisiones adoptadas como consecuen-
religiosa tras la que se amparaban los asesinos, cia de la muerte de Rutilio con el apoyo mayori-
que era la misma tras la que se amparaba toda la tario y deliberante del clero arquidiocesano
persecución contra la Iglesia y contra el pueblo fueron posiblemente claves para firmar la con-
salvadorei\o cn general: ulla religión espiritualis- versión de Monsei\or, tanto por lo que represen-
ta y de sacristia, doctrinaria y desencarnada, pre- taban en sí mismas de toma de postura pública
cisamente la misma visión religiosa que hasta en- como porque tuvo que defenderla contra fuertí-
tonces él habia mantenido con tanta convicción. simas presiones de todos los poderes estableci-
Sin duda ninguna, todos estos elementos dos: económicos (sus anteriores amigos), poli-
produjeron una verdadera crisis en el espíritu de ticos (el gobierno que habia promovido su candi-
Monsei\or, tanto más profunda cuanto que afec- datura) y religiosos (los otros obispos más el
taba los principios básicos en que se asentaba to- representante papal, quien había sido clave para
da su vida. Pero estos elementos aportaban tam- su nombramiento como arzobispo). Dos fueron
bi!:n una respuesta clara a las dudas y confusión principalmente las decisiones: una, cerrar todas
en que le hablan sumido los últimos aconteci- las escuelas católicas durante tres días; otra, el no
mientos. La respuesta representaba un desenmas- celebrar el domingo más que una sola mísa en la
caramiento de la verdadera naturaleza de cierta arquidiócesis, como signo visible de unidad y
concepción religiosa, tras la que se ocultaba la protesta contra la persecución a la Iglesia. Pero,
acción pecadora de estructuras opresivas y, en úl- además, estas decisíones dieron la oportunidad a
tima instancia, la idolatría del dinero y la pro- Monsei\or de interactuar con el conjunto del cle-
piedad privada. El desenmascaramiento era tan- ro arquídiocesano que, de ahi en adelante, sentí-
to más completo cnanto que Monsei\or pudo ex- rá que Monsei\or abria el camíno a una dirección
perimentar sin ningún lugar a dudas la falsedad dialogal y honestamente corresponsable del tra-
de las instancias oficiales, que prometían investi- bajo pastoral. Este mismo proceso se produciría
gar a los asesinos de Rutilio, pero ocultaban a los a otro nivel con los grupos de seglares cristianos,
culpables, afirmaban la voluntad de la justicia, cuyo consejo y opinión Monsei\or empezó desde
pero seguian agrediendo a todo aquel que si- entonces a tener en cuenta. AsI, el proceso de
guiera la ruta del P. Grande o simplemente mani- conversíón de Monsei\or Romero se solidificaba
festara su identificación religiosa con él. en la medida en que generaba una estructura so-
No podemos afirmar si, tras la agitación cial coherente, flexible y responsable, que for-
crítica de este periodo, Monsei\or experímentó talecia y propiciaba tanto la claridad en las ideas
esa sensación de paz que indican los psicólogos teológicas como la firmeza en las acciones pasto-
como tercera etapa de la conversión. Y no lo po- rales.
demos afirmar porque a la muerte de Rutilio si- Sin duda alguna se perderla de vista el motor
guió un ininterrumpido rosario de agresiones al principal de la conversión de Monsei\or si no se
pueblo y a la comunidad cristiana que no dieron mencionara al pueblo salvadorei\o mismo. No se
descanso alguno a Monsei\or. Sin embargo, hay trata aquí de un recurso retórico para magnificar
indicios claros de que así fue. Uno de ellos es la su figura. Tampoco se pretende contradecir el
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mente en manos de los intereses dominantes. Pa-
ra este pueblo no mudo, sino silenciado, Monse- te de esta parcializaci6n: "la corrupci6n de la
Bor supuso una voz propia, veraz y poderosa. prensa forma parte de nuestra triste realidad, re-
onsenor fue voz de los sin voz y, simultánea- vela la complicidad con la oligarquía" (Sobrino y
.ente, profeta del Dios cristiano. otros, 1980, pág. 44J), diria en una entrevista
En segundo lugar, el pueblo salvadoreno se con Prensa Latina. Por ello promovi6 con tanta
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Monseflor no sólo se constituye en el agluti- res, tanto revolucionarias como democráticas.
nadar de la comunidad cristiana, sino también en Por ello vio con tanta ilusión la aparición de la
el polo unificador del pueblo salvadoreflo en ge- Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM),
neral, sobre todo del pueblo oprimido. En buena auténtica federación de organizaciones popula-
medida esta unificación tiene lugar como resulta- res, asi como las alianzas y vinculas de la CRM
do de la conciencia popular que Monseflor hace con otros grupos politicos (por ejemplo, con el
posible a través de su voz y su palabra, de su in- partido social demócrata, el Movimiento Na-
formación Yde su reflexión, de sus reprimendas cional Revolucionario) o con otros grupos de los
y de su ánimo. Pero, primero y fundamental- sectores medios (por ejemplo, el Movimiento In-
mente, Monseflor se convierte en fuente de unión, dependiente de Profesionales y Técnicos de El
cristiana y popular, mediante la proposición de Salvador, MIPTES).
un horizonte y de una tarea: el horizonte utópico Esta profunda labor aglutinadora de ~lon·
es la construcción del Reino de Dios en esta seflor, su innegable estimulo a la unificación de
tierra; la tarea es encontrar en cada momento las las diversas fuerzas populares, su promoción de
mediaciones históricas, las formas concretas pa- la conciencia del pueblo respecto a sus propios
ra ir avanzando en ese camino de la construcción derechos, es decir, respecto a su propia identi-
utópica. A Monseflor nunca le bastaba con de- dad, nos permiten entender este aspecto dellide-
nunciar los males, el pecado, la persecución, la razgo de Monseflor como una tarea fundadora
represión, la injusticia; Monseflor anunciaba la del pueblo salvadoreflo en cuanto tal. La afirma-
conversión, la transformación, las tareas que ción puede aparecer un tanto presuntuosa, pero
habia que ir arremetiendo. Monseflor pedia cam- no lo es. En realidad, la afirmación de que la
bios, pedia acciones, seflalaba caminos, indicaba identidad de un pueblo la dan unas fronteras geo-
formas. Sin sentirse cientlfico social o politico, gráficas o una supuesta cultura común constituye
nunca dudó en seflalar aquellas acciones o poli- una ingenuidad o una afirmación ideológicamen-
tieas que considerara como más necesarias en un te engaflosa. Ni las fronteras tienen esa capaci-
momento determinado a fin de propiciar una so- dad configuradora (sin negar su indudable in-
ciedad más justa, tanto en los aspectos importan- fluencia) ni existe algo asi como una cultura ho-
tes como en los pequeflos detalles. mogénea, común a todos los sectores y miembros
Más en concreto, la tarea propuesta por de una sociedad, y menos en una sociedad tan ra-
Monseflor se apoyaba en el respeto incondicional dicalmente dividida como la salvadorefla.
a los derechos humanos fundamentales, que son La palabra y la acción de Monseflor, preci-
primero y sobre todo los derechos del pueblo. Al samente porque potencian la conciencia del
tomar estos derechos colectivos como la piedra pueblo salvadoreflo sobre si mismo, sobre su
angular de su denuncia y de su anuncio, Monse- identidad sufriente, sobre su derecho inalienable,
flor propicia la concientización del pueblo salva- no sólo a la vida, la salud y la educación, sino a
doreflo sobre su propia situación, sobre su pre- determinar su futuro como sujeto de su propia
sente y su futuro, sobre lo que es y lo que deberia historia, son sin duda uno de los fundamentos
ser. En este sentido, Monseflor es fuente y esti- más concretos en que se apoya de hecho la uni-
mulo para la concientización popular e, incluso, dad popular de los diversos sectores del pueblo
para la concientización de muchos miembros del salvadoreflo, es decir, uno de los pilares de su
ejército y de los cuerpos de seguridad, que se emergencia a la historia como pueblo en si y para
sentian profundamente cuestionados y juzgados sí. Con esto no se pretende afirmar ni que lada la
por la palabra de Dios oida a través de Monse- unidad lograda por el pueblo salvadoreflo se de·
flor. La concientización popular aboca connatu- ba a Monseflor, ni que su creciente realidad ele
ralmente a la organización para la acción que pueblo consciente y activo haya brotado de sók'
permita superar aquello que rechaza como ina- su palabra. Pero es indudable que, en buena me-
ceptable e injusto. Más aún, el mismo Monseflor dida, la figura y la obra de Monseflor han consti-
estimuló expresamente la unidad popular, defen- tuido uno de los aportes claves para estos logros
dió hasta las últimas consecuencias el derecho y, en este sentido, tanto o más que nadie puede
inalienable del pueblo salvadoreflo, obrero y reivindicar el titulo de fundamento del pueblo
campesino, a constituir sus propias organiza- salvadorello. El que la sola mención de su
ciones, e incluso incitó a una progresiva unidad nombre desate profunda emoción y entusiasmo
entre las diversas fuerzas y agrupaciones popula- entre los grupos populares más diversos es
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Todo esto fue posible por su conversión reli- 4. AlIelltnato y endeno de Monseilor.
giosa, que lo puso en un contexto humano ilumi-
nador y en un contexto cristiano estimulante. Tan pronto como Monseftor Romero empe-
Desde la perspectiva teológica, el liderazgo de zó a asumir una postura critica frente al poder es-
Monseftor Romero tendrá que ser explicado co- tablecido, a defender los derechos conculcados
mo la acción histórica de Dios a través de su per- del pueblo salvadorefto, a denunciar los abusos y
sona. Pero, desde la perspectiva psicosocial, su atropellos de la oligarquía, una virulenta campa-
liderazgo sólo se explica por la forma como en él fta de calumnias y amenazas se desató en contra
-su persona, su mente, su acción- confluyeron suya. Se diria que la campana llevaba tanta más
unas fuerzas sociales, que él supo captar, con las salla cuanto que Monseftor hacia frente a quienes
que supo empatizar, y por las que se dejó impreg-. le habían apoyado para el arzobispado de San
nar. Desde uno y otro lado se llega a lo mismo; Salvador. Pronto Monseftor empezó a recibir no-
porque, ,como el mismo Monseftor declaraba tas y llamadas anónimas amenazándole de muer-
continuamente, la voz del pueblo era la voz de te. Hubo un momento en que las amenazas ad-
Dios. En otras palabras, lo que hace la teología quirieron tal volumen, que el General Romero,
cristiana es descubrir en las fuerzas y procesos entonces Presidente de El Salvador, ofreció a
históricos -tos procesos de la historía humana- Monseilor una protección personal especial. La
la acción del Dios de Jesús. respuesta de Monseftor fue caracteristica de toda
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• El vive en el pueblo.
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tan lejos para encontrar hábiles mercenarios de tirse de pueblo" y mezclarse con las demás gen-
la muerte. Y, lo que es más importante, indepen- tes, sin los privilegios ni lugares reservados a los
dientemente de quién hubiera materializado el que estaban acostumbrados. Finalmente, ausente
acto criminal mismo, era obvio qué fuerzas esta- estuvo el gobierno salvadorefto y cualquier repre-
ban interesadas en apagar la voz de Monseftor, sentación oficial u oficíosa. Su ausencia (más alla
qué intereses anhelaban poner fin a su acción, de voluntades individuales) claramente ponía de
qué grupos buscaban detener su liderazgo popu- manifiesto su alineación social de clase. Porque,
lar y borrar su simbolismo revolucionario. en última instancia, ausencias y presencias al fu-
El 30 de marzo, Domingo de Ramos en el neral definieron las lineas divisorias entre las
calendario litúrgico católico, tuvieron lugar las fuerzas enfrentadas en la guerra que se precipita-
exequias y entierro de Monseftor. Los aconteci- ba en El Salvador.
mientos de esa jornada sellaron significativamen- A pesar de tratarse de un funeral la ceremo-
te lo que habia sido su vida y obra como lider de nia tenia un cierto aire de fiesta popular. La mul-
un pueblo oprimido. El entierro había de tener titud colorida expresaba abiertamente toda una
lugar en la catedral de San Salvador, cátedra de gama de emociones, desde el llanto ante el fé-
profecias y dolores, cátedra donde el pueblo retro hasta la esperanza y el entusiasmo ante las
habia escuchado su voz, protegido sus vidas filas ordenadas de los manifestantes de la CRM.
contra balas criminales y llorado uno tras otro a Los vítores y los aplausos se mezclaban COIl' las
sacerdotes y laicos asesinados. Las ceremonias plegarias y los cantos religiosos. En medio de este
fúnebres se iban a celebrar en la plaza delante de ambiente de claroscuro emocional, estalló la tra-
catedral a fin de acoger a los miles de gentes que gedia. De improviso, cuando el oficiante princi-
se esperaban. pal de la ceremonia, un enviado ~special del Pa-
Al empezar la ceremonia, resultaban tan sig- pa, pronunciaba su homilia, varias bombas fue-
nificativas la presencias como las ausencias. Pre- ron lanzadas alrededor de la multitud. Los es-
sentes se encontraban, en primer lugar, el clero tallidos, realmente atronadores, produjeron una
arquidiocesano (sacerdotes, religiosos y reli- especie de escalofrío que recorrió a los miles de
giosas) y una gran cantidad de dignatarios ecle- personas que se agolpaban en la plaza. Todavía
siásticos, católicos y protestantes, venidos del la gente contuvo su temor, mirando a uno)' otro
mundo entero. En segundo lugar, presente se en- lado, mientras por todas partes se oian gritos pi-
contraba el pueblo sencillo, los mismos pobres y diendo calma, tranquilidad y no moverse. Sin
oprimidos que habian encontrado en Monseftor a embargo, dos nuevos estallidos tuvieron lugar en
su defensor, pastor y lider. Según algunos cálcu- otros puntos y, simultáneamente, ráfagas de ti-
los, la multitud presente se acercaria a las cien ros empezaron a proceder del edificio del Palacio
mil personas. Finalmente, a la ceremonia se pre- Nacional, también situado en la misma plaza. El
sentó también una grandisima representación de temor contenidó hasta entonces se desató como
los movimientos populares organizados, la Coor- pánico desbordado ante los tiros. Las gentes
dinadora Revolucionaria de Masas, que desfila- corrieron desaforadamente lejos del Palacio Na-
ron en manifestación silenciosa y que, al entrar cional, buscando salir de aquella trampa mortal.
en la plaza donde se celebraban las exequias, le- Miles de ellos buscaron refugio en el edificio de
vantaron su pufto izquierdo en absoluto silencio catedral, donde se apiftaron hasta ponerse en pe-
y depositaron una corona de flores ante el féretro ligro colectivo por falta de espacio para respirar.
de Monseftor. El pueblo congregado los recibió En medio de este caos dantesco, el féretro de
, con vítores entusiastas. Monseftor Romero fue apresuradamente intro-
Ausentes estuvieron, ante todo, los otros dueido en catedral. Rodeado de gentes llorosas y
miembros del episcopado salvadorefto, con la ex- atemorizadas, de gritos y sangre, de personas as-
cepción de Mons. Rivera. Lo que habia sido una fixíadas y clérigos atónitos, Monseftor Romero
I cOntinua división y discrepancia en los tres últi- fue enterrado en una sencilla cripta. Las paredes
mos aftos, quedó sellado con la visible ausencia de catedral una vez más temblaban ante los es-
de los prelados salvadoreftos al funeral de Mon- tallidos de bombas y disparos. Columnas de
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