Bases Neurocientíficas de La Grafoscopía

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Bases Neurocientíficas de la Grafoscopía

La Grafoscopía, según De León (2014) es la disciplina que se ocupa del examen


de los grafismos con el fin de establecer la autenticidad del origen gráfico de firmas o
manuscritos, permitiendo la determinación de la técnica de la falsificación y la
identificación del autor de la misma. Asimismo, permite indagar acerca del origen
gráfico tras un análisis minucioso y técnico. El término Grafoscopía viene de:
grafo=escritura y skopia o skopien = ver, observación, examen, indagación. Así
entonces, la Enciclopedia Criminalística Criminología e Investigación (2010) señala que
ésta corresponde a la observación y examen de la escritura bajo el grado de
investigación; es el examen de la escritura insertada (textos manuscritos) en un
documento, o la disciplina que pretende determinar técnicamente la correspondencia
entre los gestos gráficos dubitados con la muestra testigo, es decir, si provienen de un
mismo puño y letra.

Adicionalmente, es importante destacar, que ésta no debe ser confundida con la


Grafología. Al respecto, Berlanga (citado por De León, 2016) señala que la Grafoscopía
estudia el estado de ánimo de la persona, y los detalles que se repiten de manera
involuntaria; no así su personalidad, campo que sí estudia la grafología, la cual
considera como una especie de horóscopo o estudio agorero de las personas. Por otra
parte, Cólin (1999) afirma que el término varía según los países, ya que en algunos
lugares, se denomina Grafoscopía, a la observación pericial de las firmas y documentos
escritos, mientras que en otras localidades se le llama grafotécnica, grafística, pericial
caligráfica, entre otras. Cabe señalar además, que para el análisis de dichos documentos
escritos y las firmas, se utilizan las leyes de la grafología, a pesar de su carácter
experimental; mientras que lo referido a la examinación de las tintas, el papel, al soporte
material y otros aspectos físicos, obtienen su apoyo de las ciencias naturales.

Bases neurocientíficas de la pericia caligráfica


A criterio de Mora (2015), todo lo que el individuo representa como persona, sus
recuerdos, anhelos, miedos, valores, conocimientos y capacidades, están grabados en
una inmensa red de conexiones formadas por más de cien mil millones de neuronas.
Cada una de ellas puede hacer contacto (sinapsis) con otras diez mil a cien mil
neuronas, lo que eleva la posibilidad de realizar billones de conexiones. En la acción
correcta y adecuada, una neurona puede enviar una descarga electromagnética (a través
del axón), que puede tener una velocidad de 400 km/h. Este estímulo nervioso, una vez
salido del axón, encenderá a todas las dendritas de las neuronas con las que se ha
conectado, produciendo una reacción en cadena que puede implicar a cientos, miles e
incluso a muchos millones de neuronas, que se integran así en una compacta y compleja
red tridimensional.

En este proceso, se ha demostrado que las sinapsis de dos neuronas que se


descargan reiteradamente en forma conjunta, sufre cambios bioquímicos; de tal forma
que cuando una de sus membranas se activa o desactiva, la otra también lo hace. Esta
asociación garantiza que en el futuro se activen mucho más veces que antes, porque no
sólo dependerán de su propia estimulación, sino también de la activación de sus nuevas
células “amigas”. Trasladando esta situación al aprendizaje de la escritura, Mora (2015)
puntualiza que a medida que se repite un ejercicio, ya sea un trazo, una letra, o una
palabra, los componentes morfológicos y los movimientos musculares involucrados,
también son guardados en la memoria de largo plazo; pasando por el hipotálamo al área
motriz específica. La repetición de las sinapsis en forma reiterada produce nuevas
espinas dendríticas, de mayor tamaño y bifurcaciones, consolidando la conexión, y por
lo tanto, la memoria.

A partir de este hecho, se entiende que un gesto gráfico con una morfología
peculiar y distintiva se repita inconscientemente por el escribiente. Una vez incorporado
en la memoria, al momento de evocarse, se activarán similares sinapsis haciendo el
mismo recorrido anterior y obteniendo los mismos resultados. La variación escritural
que se encuentra en una misma persona puede tener su explicación en la activación de
las células “amigas” que generan que los gestos no sean exactamente iguales. Este
fenómeno que se produce con el funcionamiento de las neuronas, es de suma
importancia para la humanidad y fue denominado por el psicólogo estadounidense
Donald Hebb: aprendizaje Hebbiano, que es la base de la neuromodelación o
neuroplasticidad cerebral.

En consecuencia la neuroplasticidad es la variabilidad del tamaño y tipo de


redes Hebbianas acumuladas en la unidad cerebro-mente, a lo largo del tiempo.
También se debe tener en cuenta, que la neuromodelación requiere que se produzca el
fenómeno contrario; o sea si una red Hebbiana no se usa, debe ir, poco a poco,
perdiendo sus células componentes, hasta desaparecer. De forma que existen dos tipos
de neuroplasticidad: positiva, que se encarga de crear y ampliar las redes Hebbianas; y
negativa, que se encarga de eliminar aquellas que no se utilizan. Cuando más grande es
una red Hebbiana, mayor será su potencia.

En la neuroplasticidad negativa se encontrarían los trazos o gestos gráficos que


al no ser evocados, luego de un tiempo, son eliminados o suplantados por otro trazo o
gesto gráfico. Es el caso de las firmas que con el correr del tiempo van paulatinamente
cambiando morfológicamente. Incluso es más notorio en aquellas personas que al llegar
a la edad senil, por el deterioro físico, presentan dificultades físicas que los lleva a no
usar una determinada red neuronal que termina por desaparecer. La posibilidad de llevar
adelante redes Hebbianas positivas, está dada por los lóbulos prefrontales. Ellos
constituyen la base de la neuromodelación consciente, ya que aporta al individuo la
capacidad de poder decidir su propio destino.

Ahora bien, teniendo en cuenta el funcionamiento de la neuroplasticidad, Mora


(2015) sostiene que la escritura es producto de un impulso nervioso, como si un punto o
un trazo estuvieran realizados a cauda de un mismo impulso. La realidad es que cada
punto, con el sólo hecho de apoyar la bolilla del bolígrafo en el papel, es la respuesta de
un impulso nervioso que indudablemente desencadena varias sinapsis desde el momento
mismo que en el lóbulo frontal asume la decisión de escribir (en este caso de apoyar
solamente la “punta” del bolígrafo para realizar un punto). Para hacer un pequeño trazo
recto, suponiendo de un centímetro, se habrán realizados muchas sinapsis más.

Lo mismo si se quisiera escribir un bucle o un ojal. Miles de sinapsis se


producen para poder realizar una letra en dos tiempos, como la letra “t”, donde consta
un trazado vertical y la barra horizontal. En este ejemplo donde la letra tiene un
levantamiento del elemento escritor, se debe tener en cuenta que también habrá
impulsos nerviosos (en este caso inhibitorios) para realizar esa separación. Igualmente
sucede al escribir palabras y oraciones, donde hay trazos unidos y separados. Se
demuestra entonces, que en el acto de escribir se desencadenan miles y miles de
impulsos nerviosos que se incrementan exponencialmente si se tienen en cuenta todos
los sistemas y órganos que intervienen en el acto escritural; cuestión que quedaría
explicada en el hecho de que en la corteza cerebral existen entre 150 a 200 millones de
columnas compuestas a su vez por millones de neuronas que tienen la finalidad de
analizar y asociar diversos aspectos de la información recibida.

En la neurofisiología del acto de escribir, se comprueba que hay múltiples áreas


cerebrales que interfieren con distintas zonas, que aportan informaciones sensoriales y
el trazado mnésico de las letras y palabras; áreas cerebrales que perciben y registran el
mensaje y otras que tienen como función la codificación y descodificación. Todo
comenzando desde el cerebro frontal donde la memoria juega un determinante papel,
habiendo permitido previamente que los grafismos se almacenen en el córtex cerebral o
“almacén” correspondiente.

En esta primera etapa que comienza en el lóbulo frontal, participan también la


corteza cerebral auditiva primaria; corteza temporal asociativa en el área de Wernicke y
las áreas visuales periestradas y asociativas. Luego viene la etapa de escribir el mensaje
recibido. Para lograr esto la decodificación del mensaje pasa a la corteza asociativa, en
la circunvolución angular y en la circunvolución supramarginal, donde tendrá lugar la
integración para convertirse en grafemas, ya que son las zonas de representación
iconográfica de las letras y palabras, la concepción y la idea del gesto gráfico.

Todo el movimiento necesario para llevar acabo la acción de escribir, se


encuentra regulado por las áreas motoras suplementarias, y en el mismo acto, la corteza
central premotora estabiliza los músculos de la raíz de la extremidad superior para
permitir la sujeción de un bolígrafo y organizar el movimiento. En esta programación
intervienen una serie de circuitos complejos que pasan por el cerebelo, el hipotálamo, el
tálamo y llegan hasta la corteza motora primara. Parte de estos circuitos solicitan
información sobre la duración del movimiento al cerebelo. Otros circuitos solicitan
información sobre la intensidad de la activación muscular a los núcleos grises centrales;
estriado, pálido y sustancia negra.

En ese momento, la corteza motora primaria, organizada en columnas motoras,


da a las neuronas motoras de la medula espinal la orden de contracción completamente
preprogramada de los músculos de la mano. La corteza recibe constantemente
información del estado de ejecución del gesto gracias a las aferencias procedentes de los
músculos mientras que un control visual evita y corrige secundariamente los posibles
errores. En estas conexiones la escritura también recibe una influencia del cerebro
límbico, y en especial, el área cingular, relacionada con las conductas emocionales,
afectividad y motivaciones, que a su vez son eferentes del núcleo anterior talámico.
Finalmente a través del cuerpo calloso, que comunica los hemisferios, la mano derecha
o la mano izquierda son capaces de escribir. En el caso de utilizarse la mano izquierda,
se produce una transmisión hasta el hemisferio derecho del concepto del gesto de
escribir del hemisferio izquierdo.

Por último, todo este complejo funcionamiento del acto de escribir demuestra la
plasticidad cerebral del ser humano. Si bien se identifica la escritura de una persona por
sus “gestos”, es imposible que se puedan encontrar dos escrituras iguales, ni aun
tratándose de la escritura de una misma persona. Los componentes de cada organismo,
de cada ser, anatómica y fisiológicamente, así como su interacción con el medio
ambiente, forman su propio fenotipo que lo hacen único. Por esto, también es única su
producción gráfica, de allí la utilidad de la Grafoscopía como disciplina encargada de la
aplicación de los conocimientos generales del grafismo, especialmente los relacionados
a dar solución de ciertos problemas planteados por la autoridad, específicamente con
fines probatorios.

Referencias
Cólin, G. (1999). Derecho Mexicano de procedimientos penales, 18a. Edición, Porrúa,
México.

De León, E. (2014). La Grafoscopía como técnica para determinar la autenticidad o


falsedad de las escrituras y firmas manuscritas. Tesis de Grado de la Universidad
Rafael Landívar. Documento en línea, consultado en noviembre de 2016 de:
http://biblio3.url.edu.gt/Tesario/2014/07/03/De-Leon-Edward.pdf

Enciclopedia Criminalística Criminología e Investigación (2010). Primera edición.


Bogotá D. C., Sigma Editores 2010.

Mora, J. (2015). Aporte científico de la neuroplasticidad a la pericia caligráfica.


Documento en línea, consultado en noviembre de 2016 de:
https://www.academia.edu/14445052/El_Aporte_Cientifico_de_la_Neuroplasticidad
_a_la_Pericia_Caligr%C3%A1fica

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