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EL FANTASMA DE CANTERVILLE
Oscar Wilde
I
Cuando el señor Hiram B. Otis, ministro
de los Estados Unidos, compró el castillo de
Canterville, todos le advirtieron que cometía
una locura ya que, sin ningún lugar a dudas,
todo el lugar estaba embrujado.
El mismo lord Canterville, un hombre de
extremada honradez, se sintió en el deber de
advertírselo al señor Otis, cuando trataron las
condiciones.
-Nosotros mismos hemos de
sistido de vivir en el castillo -dijo lord
Canterville-, desde que una tía abuela, la
duquesa viuda de Bolton, sufrió un ataque
del que nunca se repuso, causado por el
espanto al sentir que dos manos de
esqueleto se posaban sobre sus hombros
cuando se vestía para la cena, y me siento
obligado a decirle, señor Otis, que el
fantasma ha sido visto por varios miembros
de mi familia, aún vivos, y también por el
párroco del pueblo, el reverendo Augusto
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EL FANTASMA OTIS
El único espectro auténtico y original.
¡Desconfíen de las imitaciones!
Todos los demás son falsificaciones.
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Amazona: nombre para designar al jinete cuando éste es una
mujer.
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En alusión a la bandera de los Estados Unidos de
Norteamérica.
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II
Desde aquella oportunidad, toda la familia
comenzó a interesarse por el asunto. El señor
Otis llegó a pensar que había estado
demasiado dogmático al negar la existencia
de los fantasmas; la señora Otis mencionó su
intención de afiliarse a la Sociedad Psíquica,
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Voltaire era el seudónimo de François-Marie Arouet, escritor
francés (1694-1778). Figura de celebridad universal. Fue un
crítico mordaz de las creencias tradicionales, sobre todo las
profesadas por la Iglesia Católica
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tanta torpeza.
III
-Pero por otro lado -continuó el señor Otis-
, si sigue empeñado en no usar el lubricante
marca Sol Naciente, nos veremos obligados
a quitarle sus cadenas. No sería posible
dormir con semejante ruido en los pasillos.
Sin embargo, en toda aquella semana no
fueron molestados. Lo único que les llamó la
atención fue la reaparición continua de la
mancha de sangre sobre el piso de la biblio-
teca. Era realmente muy raro, ya que la
señora Otis cerraba la puerta con llave por la
noche y atrancaba las ventanas. Los cambios
de color que iba sufriendo la mancha,
comparables a los de un camaleón,
provocaron frecuentes comentarios. Unas
mañanas aparecía de un rojo bien oscuro,
casi morado; otras, bermellón; después de
un púrpura espléndido, y un día, cuando
bajaron a rezar de acuerdo con los ritos
sencillos de la Iglesia Episcopal Reformada e
Independiente de América, la encontraron
de un verde esmeralda muy brillante.
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Graznaba.
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IV
Al día siguiente, el fantasma estaba muy
débil y cansado. Las terribles emociones de
las cuatro últimas semanas empezaban a
producir sus efectos. Sus nervios estaban
completamente alterados y se estremecía al
más leve ruido. Por cinco días permaneció
en su cuarto, y finalmente desistió de
mantener a punto la mancha de sangre del
piso de la biblioteca. Ya que la familia Otis
no quería verla, era indudable que no la
merecía. Aquella gente se encontraba
evidentemente, en un plano de vida inferior
y materialista, y era incapaz de apreciar el
valor simbólico de los fenómenos sensibles.
La cuestión de las apariciones de fantasmas
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Reunión de campo en la que se cocinan almejas en un
hoyo, sobre piedras calientes.
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Juego de pelota, común en Canadá.
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Juego de naipes.
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Segundas nupcias. Así aparece en el original.
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Spirit en inglés significa espíritu o fantasma y alcohol o licor,
lo cual da lugar a un juego de palabras (sin equivalente en
castellano), ya que el impuesto al cual se alude es para las
bebidas alcohólicas
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VI
Unos diez minutos después sonó la
campana para anunciar la hora del té, y
como Virginia no aparecía, la señora Otis
envió a uno de sus criados a buscarla.
Después de un rato, éste volvió diciendo que
no había podido encontrar a la señorita
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Seguramente alguna fiesta popular de los gitanos.
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VII
Cuatro días después de estos curiosos
incidentes, un cortejo fúnebre salía del
castillo de Canterville, a eso de las once de la
noche. La carroza iba tirada por ocho
caballos negros, cada uno de los cuales
llevaba sobre el testuz un gran penacho de
plumas de avestruz. El féretro iba cubierto
con un rico paño de púrpura, sobre el cual
estaban bordadas en oro las insignias de los
Canterville. A los dos lados de la carroza y
de los coches, marchaban los criados,
portando antorchas encendidas, y toda
aquella procesión presentaba un aspecto
grandioso e impresionante. Lord Canterville
presidía el funeral; había venido de Gales
expresamente para asistir al sepelio y
ocupaba el primer coche con la señorita
Virginia. Detrás iba el ministro de los Estados
Unidos con su esposa; seguían Washington y
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Ciudad de los Estados Unidos, de gran tradición cultural. De
ahí la ironía de Wilde al decir que la esposa del señor Otis
tiene “autoridad en materia de arte”, por el solo hecho de
haber pasado “varios inviernos en Boston siendo una niña”.
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Se refiere al título de barón (no confundir con “varón” =
“hombre”) aplicable igualmente a las mujeres.
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