Formación Ministros de La Comunión
Formación Ministros de La Comunión
Formación Ministros de La Comunión
Address: Sacred Heart Church (Rev. Fr. Jonathan, FDM), Lime Kiln Road, Gibraltar - GX11 1AA
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 05
EL MINISTERIO EXTRAORDINARIO . . . . . . . . . . . . . 06
Naturaleza de este Ministerio
El Ministro Laico . . . . . . . . . . . .
06 . . . . . .
La denominación propia del Ministerio . . . . .
08 . . . . . .
Las categorías de este Ministerio. . . . . . . .
09 . . . . . .
La instalación del MESC . . . . . . . . . .
10 . . . . . .
Requisitos pare ejercer este Ministerio . . . . . .
10 . . . . . .
Reputación e idoneidad . . . . . . . . . . . . . . 10
La vocación . . . . . . . . . . . . . . . 13
LA EUCARISTÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Un poquito de historia. . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Accidente vs. Substancia . . . . . . . . . . . . . . . . 20
La Transubstanciación. . . . . . . . . . . . . . . . . 20
2
Creer o no creer y el discernimiento. . . . . . . . . . . . . 21
LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA . . . . . . . . . . . . . . 23
El MESC frente a la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . 23
Acto de Presencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
LA PARAFERNALIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
La Teca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Modo de portar la teca . . . . . . . . . . . . . . 46
Forma de almacenar la teca . . . . . . . . . . . . . 47
El Purificador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Uso del purificador . . . . . . . . . . . . . . . 47
Lavado del purificador . . . . . . . . . . . . . . 48
Eliminación del agua del lavado . . . . . . . . . . . 48
PROCEDIMIENTOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Liturgia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
LOS IMPREVISTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
PURIFICACIÓN DE LOS VASOS SAGRADOS . . . . . . . . 55
Uso del purificador. . . . . . . . . . . . . . . . 56
El lavado de purificación del purificador . . . . . . . . . 56
Faltas (y abusos) a evitar . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Preparación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
La entrega de la Comunión . . . . . . . . . . . . . . . 68
Guarda de la reserva eucarística . . . . . . . . . . . . . . 70
Vigilancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
3
CAPÍTULO II. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Dudas y preguntas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Apéndice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Documentos señalados (bibliografía) . . . . . . . . . . . . 72
Oraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Acto de la Divina Presencia . . . . . . . . . . . . . 74
Ato de contrición . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Antigua oración para antes de la Comunión . . . . . . . 75
Acto de Acción de Gracias . . . . . . . . . . . . . 75
Amén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
La comunión espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Oración para la comunión espiritual . . . . . . . . . . 77
La Señal de la Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Gesto luterano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Portapaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Lipsanoteca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
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INTRODUCCIÓN
Esta guía es una adaptación del pliego originariamente elaborado por el Ministerio
Deoduce como material de apoyo para sus alumnos del curso de formación básica de
Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, acorde con el uso vigente en la
Diócesis de Gibraltar (The Roman Catholic Diocese of Gibraltar). Ha sido preparada
buscando atender con el mayor rigor a los dictámenes del Magisterio de la Iglesia y de
la Ley Canónica.
Nótese pues que este texto considera y respeta todas esas diferencias y se limita a
orientar apenas en aquello que se aplica al uso general en la Iglesia y lo que se
entiende por buen proceder entre los hermanos, en coherencia con la propia doctrina
de la fe cristiana. La oficialmente anunciada por la Iglesia.
Y por esa razón no cubre o interfiere con los procedimientos y normas particulares, de
uso especifico atribuidos a distintas localidades bajo la autoridad de sus
correspondientes Conferencias Episcopales.
Con el fin de facilitarle la tarea a quienes quieran estudiar este tema en mayor
profundidad (lo que es recomendable), insertadas en el texto se encuentran también
5
referencias a los documentos oficiales pertinentes con su localización precisa.
Ejemplo: [RS #154] significa que el asunto tratado se encuentra bajo el ítem 154 del
documento Redemptionis Sacramentum. Las letras iniciales son las que están listadas
en el apéndice de esta obra. (*01)
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EL MINISTERIO EXTRAORDINARIO
Porque y para qué existe el MESC
(¿y cuales deben ser sus atribuciones?)
El propósito para la creación de este nuevo ministerio fue “no dejar sin ayuda y
consuelo a fieles que desearan participar del alimento eucarístico facilitado mediante
la institución de ministros extraordinarios, bajo precisas condiciones”. [IC #1]
Esas precisas condiciones están claramente estipuladas en el propio documento, pero
para los que todavía no lo hayan estudiado (o al menos leído alguna vez) les
anticiparé en esta obra algunos de sus puntos esenciales.
Creo que tanto los clérigos que pretenden incorporar este ministerio en su ámbito de
responsabilidad cuanto los candidatos a ejercerlo deberían estudiar este documento
detenidamente. Lamentablemente, entre unos y otros que me ha tocado conocer muy
pocos de ellos habían estudiado (algunos siquiera leído) este documento de la Santa
Sede. Otros apenas se habían enterado que existiera.
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X
El ministro laico:
Este ministerio se lleva a la práctica como parte y dentro del siguiente contexto:
Para que esta función ministerial de “no dejar sin ayuda y consuelo a fieles que
desearan participar del alimento eucarístico” pudiese ser cumplida en un plano
práctico surgió la necesidad de contar con la ayuda y participación de personas laicas
en donde las necesidades a ser atendidas pudiesen venir a rebasar la capacidad física
del cuerpo clerical regular en su función. No ha sido pues, para substituir a las
funciones de nadie, y mucho menos a las de los ministros ordenados.
Quiero creer que ese fallo se debe a una equivocada interpretación sobre “una mayor
participación de los laicos” en la Iglesia. Del prácticamente todo lo que existe en la
totalidad de la Iglesia solo hay cinco de los siete sacramentos que son atribución
exclusiva del sacerdocio ordenado. Y en mi opinión no es allí que nos debería hacer
falta a los laicos tenernos que meter el dedo para sentir que estamos “participando”.
Hay muchísimas otras cosas en las cuales los laicos podemos participar y en donde
realmente hace una falta urgente. A empezar por participar en la Misa. Descubrí en
nuestro curso de Mistagogía de la Misa que casi nadie tiene muy claro qué va a hacer
allí. Porqué y para qué va a la Misa. Algunos dicen que para “oír” la Misa y otros
para cumplir el precepto y no caer en pecado. ¡Le dejan a Jesús solo en su sacrificio!
Conozco a unos cuantos ministros extraordinarios de la comunión en esa condición.
Desafortunadamente.
Otros ya dicen que para participar de la Misa (lo que ya está menos peor), pero
cuando se les pregunta “cómo” participan, “de qué manera”, “cuales son las cosas que
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a los laicos nos toca hacer durante el desarrollar de la liturgia”, ni idea… Cuando
mucho, algunos dicen que participan recibiendo la Comunión, lo que ya es una de las
cosas ¿pero si todos solo hacen eso, quien hace el resto que queda por hacer?
Entiendo que se nos permita dar “espacio” a los laicos para asumir una participación
más activa en la Iglesia, pero no en relación a los sacramentos sin la adecuada
preparación y un alto grado de concienciación de la responsabilidad inherente.
Confieso que pese a los años que llevo en este oficio todavía no me he acostumbrado
totalmente a esta responsabilidad. No la he pedido y no me siento seguro, a su altura.
Fui instituido ministro extraordinario debido a ser miembro de la Pastoral Carcelaria
de mi ciudad y uno de los requisitos es llevarles la Sagrada Comunión a los reclusos
que desean recibirla.
Si a la Iglesia que es sabia le parece bien que exista este ministerio, alguien tendrá que
llevarlo a cabo. Mis escrúpulos son cosa puramente personal mía y no deben
influenciar a los demás; yo no podría ser sacerdote por un doble impedimento: no
conseguiría hacer confesiones y tampoco estar todo el tiempo manoseando al Señor.
No cuento esto para alarmar o desanimar al lector. Veo dos razones importantes para
hacerlo: una es que el ministro extraordinario (o el candidato a serlo) no debe perder
de vista la dignidad y seriedad requeridas para sustentar este compromiso. La otra es
que una vez siendo ministro extraordinario otras personas podrán abordarle para saber
“como se hace para ser ministro” y el lector debería poder darle el mensaje correcto,
completo. Dudo mucho que en esas parroquias con más de un centenar de ministros
extraordinarios haya sido el párroco quien salió invitándole a las gentes. Este no es
un ministerio en que la gente pueda actuar como quien cambia la ropa según la
ocasión.
Y por fin, aun que el ministro extraordinario de la comunión atienda a una función
específica para ser llevada a cabo en la comunidad cristiana, el título de esta función
no por eso constituye un “cargo” dentro de la estructura eclesial. Además, es una
8
actividad que se realiza expresamente en carácter voluntario, por vocación y no a
cambio de una remuneración.
La designación correcta –oficial- para los titulares de ese ministerio es: “Ministro
Extraordinario de la Sagrada Comunión” (a quien de aquí en delante nos referiremos
por sus iniciales MESC). Entiéndase el sentido del término extraordinario como
“fuera de la práctica rutinaria o de lo habitual, de lo ordinario” y no como una cosa de
naturaleza excepcional o superior; el Ministro de la Eucaristía solo puede ser un
sacerdote, quien ha recibido el sacramento del Orden y por eso es el único que tiene el
poder de consagrarla, mientras que el de la simple distribución física (el MESC) de la
comunión no ha recibido ese don exclusivo. [RS #154]
X
Categorías de este ministerio:
“AD ACTUM” - solo debe darse en casos especiales e imprevistos; es aquel a quien
el sacerdote (que esté autorizado a tal) llama para ayudarle ocasionalmente a distribuir
la comunión en una situación de necesidad; [IC #1:II, IV] [RS #155-156]
“AD TEMPUS” (permanente) - es el designado en un caso de necesidad, según
dictamen del ordinario de lugar. Su condición ministerial no es establecida por
ordenación litúrgica. [IC #1. CDC #134]
“FIDEI CUSTOS” (acólito) –Hay personas que por ignorancia todavía confunden
acólito con monaguillo, entendiendo al monaguillo(a) como un tipo de acólito
“versión infantil” o al acólito lo mismo que un monaguillo solo que más viejo).
Distintamente del monaguillo, el acólito debe ser un varón con mayoridad y que ha
sido regularmente instituido por un obispo, quien además de servir al altar acumula
también las funciones de lector y de ministro de la comunión. Aun que el acólito no
sea instituido mediante el Sacramento del Orden esta función es también considerada
un “autentico ministerio litúrgico” [CIC #1143, CDC #230 § 1, SC #29].
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X
La instalación del MESC
En distintos países he visto parroquias en que se valen de cosas como batas con el
emblema parroquial, collares con insignias o medallas, broche identificador, cuello-
pectoral y algunos otros artilugios.
Este pequeño acto ceremonial no debe ser extenso ni hace parte de la liturgia, aun que
suela ser siempre realizado inmediatamente antes o seguido a la celebración de la
Santa Misa.
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Reputación e idoneidad:
En mis experiencias vivida en distintas regiones por las que me muevo he notado la
diligente preocupación con que a veces se tiene hacia normas y celebraciones (lo que
no está mal, absolutamente), pero a la vez la poca atención que parece serle
dispensada a la formación.
Queda difícil aceptar que personas pese a ser buenas y bien intencionadas puedan
nutrir una autentica piedad con relación a cosas que desconocen. Por eso, “para su
preparación”, los candidatos a cumplir estas funciones deberían recibir una sólida
formación en, al menos, puntos esenciales sobre la liturgia eucarística, presencia real,
adoración eucarística y doctrina… realmente ¡católica!
Muy deseable sería también que la parroquia de los candidatos antes de su institución
les promoviese un retiro espiritual de un final de semana, para que su preparación no
se quedara reducida al nivel informativo.
Para el candidato cuya expectativa sea hacer su retiro a solas recomiendo la lectura de
alguna obra relacionada con santos que han tenido grandes experiencias eucarísticas,
como por ejemplo, San Tomás de Aquino, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de
Jesús, San Juan María Vianney y tantos otros.
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Un otro tipo de lectura muy oportuna para esa ocasión de preparación para servir al
Señor es la de orientación espiritual (¡aprobada por la Iglesia claro!). En mi caso me
he valido y me sigo valiendo de una obra que ha sido el libro de cabecera de los
Papas. Ha sido escrito en 1937 por un monje trapense de Francia, pero que parece
haberlo escrito hoy para el mundo entero y la Iglesia de hoy. Enseña a adoptar la
actitud de San Juan Bautista, haciéndonos “desaparecer” para que en todo momento
del oficio dejemos que Jesús y el Espíritu sean los únicos protagonistas.
https://www.ebookscatolicos.com/descargas/descargar-pdf-el-alma-de-todo-
apostolado-jean-baptiste-chautard/
Otra obra que también podría serle de ayuda para su preparación espiritual a quienes
vayan a constituirse en MESC el “Imitación de Cristo”, escrito por el Beato Thomas
de Kempis diez años antes que Lutero nasciera, así que no hay riesgo que se trate de
alguna percepción distinta de lo que había sido hasta entonces la fe cristiana.
También en castellano y en formato PDF, una copia de ese libro se puede descargar
en el siguiente enlace:
http://www.dfists.ua.es/~gil/de-imitatione-christi-esp.pdf
Y por extensión y semejante razón, yo añadiría como muy deseable también haberse
recibido la confirmación, si consideramos que es entonces cuando uno “se hace
miembro pleno y responsable de la Iglesia” [CJIC #203].
12
X
Vocación:
Entonces la diferencia según se vean, sientan y se tomen las cosas podrá hacer con
que nos encontremos simplemente ayudando al sacerdote en una tarea de repartir
obleas o, en cambio, participando de un gran acontecimiento en el cual cada uno y
todos los comulgantes a quienes servimos sientan haber recibido ”todo el bien
espiritual de la Iglesia en Cristo Eucarístico”, tal como lo explicitó la Immensae
Caritatis al instituir este nuevo oficio.
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13
PREPARACIÓN CONTRA LAS FALTAS Y ABUSOS
Hay que impedir que de esta actividad algunos hagan un espectáculo teatral.
Puede que hubiera sido esa una de las razones principales para que luego la Santa
Sede se viese obligada a emitir una nueva instrucción, exclusivamente dirigida contra
los desvíos y abusos, la REDEMPTIONIS SACRAMENTUM, de la cual cito aquí una
síntesis de apenas algunos puntos relevantes para alertar contra algunas prácticas
inconsecuentes que produjeron efectos nefastos, originados por la ignorancia,
desinterés, negligencia o rebeldía (lo menos peor que veo aquí es la ignorancia) :
“«No hay duda de que la reforma litúrgica del Concilio ha tenido grandes ventajas
para una participación más consciente, activa y fructuosa de los fieles en el santo
Sacrificio del altar».10 Sin embargo, «no faltan sombras».11 Así, no se puede callar
ante los abusos, incluso gravísimos, contra la naturaleza de la Liturgia y de los
sacramentos, también contra la tradición y autoridad de la Iglesia, que en nuestros
tiempos, no raramente, dañan las celebraciones litúrgicas en diversos ámbitos
eclesiales. En algunos lugares, los abusos litúrgicos se han convertido en una
costumbre, lo cual no se puede admitir y debe terminarse.” [RS #4]
Sacerdote en los EEUU con lo que ha entendido por liturgia, Presencia Real, el fractio (quiebra de la hostia), acolitado y vestimenta sagrada
14
queramos, sino la libertad para que podamos realizar lo que es digno y justo.18 Esto
es válido no sólo para los preceptos que provienen directamente de Dios, sino
también, según la valoración conveniente de cada norma, para las leyes promulgadas
por la Iglesia. Por ello, todos deben ajustarse a las disposiciones establecidas por la
legítima autoridad eclesiástica.” [RS #7]
“La misma Iglesia no tiene ninguna potestad sobre aquello que ha sido establecido
por Cristo, y que constituye la parte inmutable de la Liturgia.23 Pero si se rompiera
este vínculo que los sacramentos tienen con el mismo Cristo, que los ha instituido, y
con los acontecimientos en los que la Iglesia ha sido fundada,24 nada aprovecharía a
los fieles, sino que podría dañarles gravemente. (…)” [RS #10]
15
inspiraciones, aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito
romano, que se debe cuidar con decisión,28 y realiza acciones que de ningún modo
corresponden con el hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos
experimenta, ni a un auténtico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovación
litúrgica, sino que más bien defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles. Los
actos arbitrarios no benefician la verdadera renovación,29 sino que lesionan el
verdadero derecho de los fieles a la acción litúrgica, que es expresión de la vida de la
Iglesia, según su tradición y disciplina. Además, introducen en la misma celebración
de la Eucaristía elementos de discordia y la deforman, cuando ella tiende, por su
propia naturaleza y de forma eminente, a significar y realizar admirablemente la
comunión con la vida divina y la unidad del pueblo de Dios.30 De estos actos
arbitrarios se deriva incertidumbre en la doctrina, duda y escándalo para el pueblo
de Dios y, casi inevitablemente, una violenta repugnancia que confunde y aflige con
fuerza a muchos fieles en nuestros tiempos, en que frecuentemente la vida cristiana
sufre el ambiente, muy difícil, de la «secularización».” [RS #11]
Estos son solo algunos de los diversos puntos que tratan de generalidades. Pero la
REDEMPTIONIS SACRAMENTUM aborda una miríada de faltas específicas
resultantes de una bien intencionada y alegre inventiva de algunos hasta la fecha.
Este documento puede ser descargado de nuestro sitio web mediante el siguiente
enlace:
www.deoduce.org/redemptionissacramentum.pdf
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16
LA EUCARISTÍA
Esos mismos puntos podrán ser utilizados también como “pistas” iniciales, de utilidad
para aquellos interesados en profundizar sus estudios en este rico tema. Empecemos,
entonces:
17
La apariencia física del altar de la Iglesia tal como la tenemos hoy no deja de ser una
reminiscencia de aquella misma “mesa” de la pascua hebrea: los candelabros, el pan,
la copa (cáliz), el vino…
El pan utilizado era el propio de los hebreos, pan mismo, sin fermento… tal como
también lo son nuestras actuales obleas. Pero, principalmente, en donde el cordero
tenido en aquella ancestral fiesta de la Pascua hebrea ha sido, digamos, en el
Memorial de Jesús, actualizado: “Pues Él, al revelarnos el verdadero sentido del
sacerdocio, se ofreció a tí como víctima salvadora, y nos mandó que lo
ofreciéramos’ como memorial suyo. “ [OGMR #prefacio de eucaristía]
Fue ya desde esos tiempos de la Iglesia primitiva que tuvo origen la tradición de
guardar una cierta cantidad del Pan Eucarístico. Se le trataba por la Reserva y se
destinaba a ser llevada a enfermos, viudas y otros que por cualquier razón no podían
acudir a la asamblea.
Eso fue el precursor de lo que solo mucho más tarde vino a tornarse el Tabernáculo,
donde hasta el presente se custodian los copones con las reservas de hostias
consagradas; el sagrario.
Las motivaciones las desconozco, pero una posibilidad bien podría ser que algunas
personas no consigan entender que la fe y la razón se complementan y no hay por que
tener que estar una siempre opuesta a la otra. Una otra posibilidad -la más triste-
podría ser el no querer salir de su zona “de confort espiritual” y terminar solas o en
minoría abrazando sus tesis…
Casi tres décadas después de haber creado tamaño lío con sus interminables
polémicas, por eso del año 1080 al fin Berenger (o Berengario) terminó por
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convencerse, pero el estrago ya estaba sembrado y daría sus frutos nefastos cerca de
tres y, de un modo más furibundo, de cinco siglos más tarde.
La Iglesia, por aquel entonces, ya con una experiencia milenaria en lidiar con las
múltiples y variadas, novedosas e inusitadas teologías especulativas heréticas
generadas de tiempos en tiempos por algún insatisfecho con la fe manifestada
conforme los orígenes de la Iglesia, procedió a lo que acostumbraba emplear para
remediar esos casos: se formaba un concilio, el cual determinaba que se hiciese un
estudio retrocediendo en el tiempo, averiguando paso-a-paso, hasta llegarse hasta en
qué era lo que realmente dieron testigo y creyeron los primeros cristianos en contraste
con la súbitamente surgida “interpretación novedosa” de la doctrina.
Es así que los dogmas fueron y siguen siendo establecidos, pues, no son
“invenciones” de la Iglesia como los desinformados quieren verlos, sino que
justamente su opuesto; son el registro (cánones) de comprobaciones resultantes,
encontradas en cada averiguación histórica sobre la fe. De otra parte las herejías son
las tesis desechadas, las cuales entran en conflicto con esa verdad dogmática apurada.
Vemos entonces que la palabra herejía tampoco se trata de lo que desavisados quieren
entender como una ofensa o apelativo despreciativo.
La proclamación del dogma causó, primero, una fuerte curiosidad popular para de ahí
despertar una piedad que generó la necesidad de exponer al pan consagrado (aunque
dentro de cofres) para la adoración por los fieles. Solo entonces empieza a aparecer el
sagrario, como una evolución de esos cofres, cada vez más elaborados y enriquecidos
debido al precioso contenido que debían resguardar.
Posteriormente se empiezan a utilizar relicarios que van siendo adaptados para servir
de ostensorios hasta llegarse a la forma de las cada vez más elaboradas custodias,
conforme las continuamos utilizando en la actualidad (*07).
19
X
Algunas personas tienen dificultad en aceptar que fuese posible que Cristo se haga
presente en una hostia por el hecho de que no consiguen ver más que una “galletita
blanca” de harina y la falta de conocimiento puede pervertir su fe en la Presencia
Real, como inicialmente le había pasado a Berengario. Aunque si la fe de la persona
es una fe real, esta no debiera tener dudas cuanto a la capacidad de Dios en hacer
milagros, pues es el mismo que creó y trajo a la vida y al universo a la existencia
desde Su eternidad. “(…) dichosos los que no han visto y han creído.” (Jn 20:29)
Sin embargo, siempre es bueno que el Ministro esté preparado para darle una
explicación sucinta a aquellas personas que tengan un interés y curiosidad positiva al
respecto.
Todas las cosas tienen una substancia propia, exclusiva y única. Es la substancia de
cada cosa que la hace ser lo que es. Por ejemplo, el tipo particular de substancia que
tiene el hierro es lo que le hace ser hierro; en cambio esta misma substancia
particular no puede proporcionarle existencia a madera, carne o agua.
Sabemos entonces que todas las cosas tienen una única y propia substancia. Sin
embargo no podemos “ver” a esa substancia de las cosas, aun que sepamos que esta
existe, desde que podemos percibir sus efectos manifiestos, o sea, porque
conseguimos distinguir a cada una de todas las cosas existentes mediante su
realización perceptible.
A la parte visible, tangible, de cada cosa (más correctamente, perceptible por los cinco
sentidos) se le llama accidente, mientras que a la no visible substancia.
X
La transubstanciación
Recuerdo que este misterio siempre ha sido parte de la fe de la Iglesia, desde sus
orígenes. Como ya vimos hace poco, hasta cerca del siglo XI, nunca antes se le había
ocurrido a nadie contestarlo y por eso antes de aquel entonces no había ocurrido una
20
necesidad de proclamarse un dogma especifico que asegurara su ortodoxia apostólica
(Concilio Laterano IV).
Hay quienes han querido formularle interpretaciones distintas a este misterio, tratando
de “explicarlo”, sea como un acto mágico, una transmutación según las creencias
alquimistas y otras tantas menos aparatosas como la impanación o la
consubstanciación (a estas dos últimas volveremos adelante con más detalle). Si uno
no quiere caer en la herejía debe atenerse a lo que dice el Magisterio y no darle
atención a versiones novedosas.
En las obleas, una vez consagradas, el accidente conserva la misma apariencia física,
aunque su substancia ya no más sea la misma. Eso conlleva al hecho de que cada
migaja o partícula -por más insignificante que pudiese ser su tamaño- acarrea a
Jesucristo en su totalidad y plenitud (deberíamos estar bien conscientes de esa
singularidad y agradecerle a Jesucristo por presentarse de esa forma para nosotros.
Entretanto hay numerosos casos de milagros eucarísticos en que las sagradas formas
han sangrado.
“Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo
del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el
pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y
bebe su propio castigo.” [1 Corintios 11: 27-29]
21
http://www.deoduce.org/milagro_lourdes.pdf
Eso está bien documentado: en algunos casos hasta fotografiado, filmado y también hay relicarios preservando
hostias constituidas de tejido humano. Hubo ocurrencias hasta en la misma presencia del Santo Padre.
22
De entre los cientos de casos registrados de milagros eucarísticos, uno de los más difundidos es el acontecido en
la ciudad de Lanciano, sobre el cual es muy fácil encontrar información).
http://www.lateledepedro.tv/descargas.html
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LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA
“La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana” [LG 11] [CIC #893,
1113, 1211, 1322, 1324]
La Presencia Real es Dogma de Fe. Otros dogmas son partes constituyentes de este:
1) totalidad de Presencia, 2) transubstanciación y 3) permanencia de la Presencia y
dignidad de adoración de la Eucaristía.
23
Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" [Cc. de Trento, DS 1651].”
¡Cuando portamos al recipiente (la teca) que contiene las sagradas formas nos
encontramos frente a la Presencia Real de la segunda persona de la Santísima
Trinidad en las obleas consagradas, y debemos concientizarnos que -aún que no
siendo "merecedores"- estamos sobre todo siendo altamente honrados y
privilegiados en haber sido elegidos como sus custodios! Esa responsabilidad es
inmensa. [CIC #1373,1378, 2131] [CJIC #216-218]
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24
LA ACTUACIÓN DEL MINISTRO
Observación: La materia contenida bajo este título vale igualmente para las tres
clases de ministros extraordinarios, sean estos Ad Actum, Ad Tempus o Fidei Custos.
Esto quiere decir que se aplica indistintamente, tanto para la actuación de un acólito
como para la de un MESC.
De este modo, todo lo que sea concerniente a la Comunión durante la Misa, aunque
empleada la palabra MESC, debe entenderse como siendo actuación regular del
acólito, quien también es un ministro extraordinario, por capacidad natural de su
ministerio litúrgico. Solo cuando el sacerdote requiere su ayuda “debido a una
cantidad tan excesiva” de comulgantes que retrasaría demasiado la celebración de la
Misa es que él pasa a actuar como ministro extraordinario.
De este modo, durante las celebraciones de Misa el MESC solamente actúa como tal
si el sacerdote celebrante solicita esa ayuda adicional. Es en tal caso que estas
instrucciones podrán serle de utilidad.
La otra modalidad es impartirla mediante las dos especies -la oblea y el vino
consagrados- en donde se le dice “el cuerpo y la sangre de Cristo”. Podrá
sorprenderle al lector, pero aunque no del conocimiento general, al conjunto del pan y
vino eucarísticos también se le llama hostia. Probablemente esa forma no es muy
usada para evitarse la confusión.
25
A su turno, la comunión bajo las dos especies puede darse por dos modalidades
distintas.
A la primera se le llama “por intinción”. Consiste en que el sacerdote sumerja una
muy pequeña porción de cada oblea en la Sangre de Cristo (la intinción) y se la ponga
directamente en la boca al comulgante. Para eso el sacerdote normalmente cuenta con
la ayuda del acólito o de un MESC junto a sí para sostener el cáliz en el cual irá
embebiendo cada oblea. Esta forma de comunión bajo las dos especies solo se la
puede recibir en la lengua. Nunca en la mano. [RS #103]
La otra modalidad de comunión bajo las dos especies, menos común, es que el
sacerdote primero le de al comulgante solo la hostia y después haciendo pasarle el
cáliz para que beba directamente de él. En este caso cada uno de los comulgantes
debe retornarle el cáliz a las manos de quien lo porta. El que le pasa el cáliz a los
comulgantes, siempre corre el purificador por su borde antes de pasárselo al próximo.
La acción del MESC puede ser de extrema valía para ayudarle al sacerdote a evitar
daños accidentales con ex-alcohólicos (cuya condición conoce de antemano y así
poder avisarle al sacerdote), los cuales desinformada o inadvertidamente se
presentaran a recibir la comunión mediante las dos especies y recibirlo calladamente
porno sentirse capaces de reaccionar frente a la situación.
26
el sacerdote, diácono, acólito o MESC no introducirían la oblea en el cáliz, de vez que
no se puede recibir la comunión con las dos especies en la mano. Sabiendo esto el
MESC podrá prestarles orientación previa a los fieles que padezcan de aquel
problema.
En el caso que el comulgante opte por recibir la comunión en la mano (en las diócesis
en que esa modalidad extraordinaria haya sido autorizada por su obispo) esta debe ser
consumida en el acto, frente al ministro. Para cuando alguien le preguntare al MESC
de que modo se ponen las manos para recibir la hostia, este debería poder informarle
la forma más adecuada de recibirla.
En sus catequesis [V,21ss] San Cirilo instruía: “Cuando te acerques, no lo hagas con
las manos extendidas o los dedos separados, sino haz con la izquierda un trono para
la derecha, que ha de recibir al Rey, y luego con la palma de la mano forma un
recipiente, recoge el cuerpo del Señor y di Amen... Que no se te caiga ni una miga de
lo que es más valioso que el oro y las piedras preciosas”.
Según la forma primitiva practicada en la Iglesia de los tiempos de San Cirilo era la
mano izquierda la que hacía de trono bajo la derecha, sobre cuya palma se depositaba
la sagrada forma. Y luego no se tomaba la hostia con los dedos para llevarla a la
boca, sino que, bajando la cabeza para tomarla directamente con la boca mediante el
gesto simultaneo de reverencia, de adoración (Adoraverit prius) frente a Quién uno se
le está presentando en ese momento
San Agustín decía que nadie debería comer de esa carne sin antes haberla adorado
(Nemo autem illam carnem manducat, nisi prius adoraverit).
Ese precepto de adoración no ha sido una moda del pasado. Dios es eterno. Nos sigue
diciendo el catecismo que hay que venerar a las especies consagradas con solemnidad
[CIC #1378]
27
la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.” [CIC
#1387]
Una interpretación equivocada, distorsionada de esa antigua forma es la que pasó a ser
adoptada en nuestros días, tornándose la más generalizada entre aquellos que
prefieren recibir la oblea en las manos, aun que ignorando quién ha inventado hacerlo
de “esa” manera.
28
comulgante no dice que simplemente “desea” o “espera” que eso pueda tornarse una
realidad, sino que está confirmando que así ya lo es.
Pero sobre todo es importante notar que no hay razón alguna que imposibilitara
también recibir y consumir la oblea eucarística según el modo antiguo genuino, según
aquel preconizado por San Cirilo envés de hacerlo según la nueva “moda calvinista”.
(Esto es muy personal –pues no debe ser tomado como enseñanza oficial de la Iglesia-
pero tengo gusto en compartirlo: como desconozco si esta antigua modalidad tiene
alguna forma conocida de ser llamada, la llamo por mi cuenta “al modo adoraverit
prius de San Cirilo”.)
Empero, cabe al ministro notar que cuando el comulgante desea recibir la comunión
en la boca, debe tomarse el cuidado de no depositarle la oblea muy cerca de la punta
de la lengua para evitar el riesgo de que la hostia consagrada pudiese caerse al suelo.
Cuando el comulgante no presenta la lengua suficientemente protruida la solución es
que el ministro gentil y delicadamente forme camino con los dedos indicador y pulgar
para depositarla más posteriormente en la cavidad bucal (o, entonces, discretamente
hacer un sugestivo gesto facial para que lo copie). En ese caso debe tomar especial
cuidado para que la misma tampoco roce o choque con los dientes, pues esa es la
razón más común de que una hostia termine en el suelo.
En el caso de que una oblea consagrada caiga al suelo y se nota que el comulgante
denota el gesto de que se va a bajar para recogerla hay que pararlo con un gesto gentil
para que no lo haga y la recogerá el propio MESC cuando es el caso, y el Sacerdote si
ocurre con él (en la sección “Actuación del MESC – Los imprevistos” se explica qué
hacer con la oblea caída al suelo).
Hay todavía otro riesgo, menos aparatoso pero de igual gravedad, y es sobre el destino
que irán tener las minúsculas partículas residuales de las hostias consagradas,
quedadas en las manos de los comulgantes. Este tema relacionado a las partículas es
algo tan importante y tiene tal transcendencia que irá siendo abordado con más detalle
progresivamente y se podrá entender mejor un poco más adelante. [IM #4]
29
grande importancia porque su finalidad no era apenas la de acaparar alguna hostia
consagrada que “eventualmente” pudiese caerse al suelo. Era también para ir
recogiendo todas las partículas imperceptibles que cayesen en todas las celebraciones
eucarísticas. Por eso la bandeja era purificada junto a los vasos sagrados al concluir la
celebración.
Hay un video dramatizado en internet bastante sugestivo con relación a las sagradas
partículas esparramadas por el suelo. Le hace a uno pensar. Se trata de la promoción
de una campaña para desmotivar el recibimiento indiscriminado de la comunión en la
mano, debido al descuido que algunas personas tienen con la Sagrada Forma, por
desconocimiento del principio de plenitud de presencia de Jesús en la Eucaristía.
www.youtube.com/watch?v=18r9GGaD2-U
Quizás haya sido esa la principal razón por la cual hace más de mil doscientos años le
pareció bien a la Iglesia de entonces suprimir la sagrada comunión en la mano y
restringir su recibimiento no más que en la boca. Solamente hace algunas décadas es
que se volvió a recibir la Sagrada Forma en las manos.
Después del Concilio Vaticano II se trató de “remediar” esa cuestión, permitiendo que
en los casos que a cada obispo le pareciese necesario o conveniente asentir esa
práctica en su diócesis, así se permitiese excepcionalmente (por indulto) y no como un
tipo de regla general para una supresión de la forma tradicional de recibir la comunión
en la boca. [MF # 61 ]. La Congregación para el Culto Divino lo determina muy
claramente: “(…) Sigue en vigor el uso de administrar la comunión en la lengua de
los fieles (…) no se debe cambiar la disciplina vigente; más aún, que el cambio sería
dañoso, tanto para el sentimiento como para el culto espiritual de los mismos obispos
y de muchos fieles” [MDm].
30
considera ser el culmen en la liturgia de nuestra fe: la Eucaristía, la Presencia del
mismo Dios Hijo.
Por lo tanto, hay que estar conscientes (principalmente aquellos que viajan) que la
comunión en la boca es válida en las iglesias de todo el mundo, mientras que recibirla
en las manos estará siempre sujeta a la autorización especial de cada obispo local,
pues esta modalidad no es una norma general, universal, de la Iglesia. Esto quiere
decir que si uno está de paso por algún lugar en el cual no se acostumbra dar la
comunión en la mano, debería estar preparado para no tomárselo como cosa personal.
Hay gente que se cree que recibir la comunión de pie es la única forma de hacerlo y
hay otros que creen que recibirla de rodillas está prohibido o fuera de moda. Las dos
cosas son falsas.
Nos enseña nuestra madre Iglesia que todo gesto debe expresar exteriormente lo que
se siente interiormente, sino el mismo no pasará de una representación mecánica,
falsa o hasta posiblemente, hipócrita. De la boca de San Agustín: “Que tu símbolo
sea para tí como un espejo. Mírate en él: para ver si crees todo lo que declaras
creer”.
Por esa razón, de igual modo y tal como pasa para tomarse la decisión de cómo se
desea recibir la comunión -si en la mano o en la boca- podría también ser útil
31
conocer la historia, evolución y razón de las posturas corporales para elegir comulgar
en la forma que a uno le parezca ser la más a consciencia y significativa.
Así siendo, tampoco estaría demás conocer la diferencia entre comulgar de pie o de
rodillas.
En los primeros tiempos del cristianismo los fieles no se aproximaban al altar sino que
permanecían en sus sitios aguardando recibir la comunión, pues era el ministro quien
se dirigía a cada uno de ellos para llevársela. De un modo general la Eucaristía se
celebraba en las casas de los propios fieles, quienes se alternaban entre si.
Acometidos por interminables y violentas persecuciones, los primeros cristianos no
podían contar para sus celebraciones con edificaciones apropiadas al modo de
nuestras iglesias parroquiales actuales, máxime considerándose que durante los
primeros siglos tuvieron que reunirse a escondidas.
Suprimidas las persecuciones del Imperio Romano (Edicto de Milán) a principios del
siglo IV, los cristianos pasaron entonces a poder mantener públicamente sus
edificaciones propias para los servicios religiosos. Ya había en aquel tiempo altares
fijos, pero como era norma situarlos aislados de la asamblea por un cercado de gran
altura ya no iba más el presbítero a repartir la comunión a los fieles, y por esa razón
tenían estos que dirigirse hasta allí para recibir la comunión, y eso, naturalmente, lo
tenían que hacer de pie, tal como se quedaban todos durante todo el tiempo de la
Misa, pues en las iglesias primitivas no había los asientos como hoy.
Algunos siglos después se instituyó el uso del comulgatorio, en que dos acólitos en
una proximidad del altar sostenían una pieza alongada de tejido, con la misma función
de resguardo del Santísimo Sacramento que hoy se le da a la bandeja por debajo de la
boca del comulgante.
Posteriormente se pasó a dejar ese paño del Señor (dominicale) reposado sobre un
banco y con eso se pudo reducir drásticamente la altura del cercado que separaba la
asamblea del presbiterio, posibilitándose con eso que se pasara a comulgar de rodillas
de forma popularizada. El arrodillarse no nasció allí, pues ya era una costumbre
arraigada en la cristiandad de aquellos tiempos, como una expresión piadosa ante lo
sagrado.
A estas alturas ya nos estamos situando en los finales de la alta Edad Media, fines del
primer milenio. En esa época no acostumbraba comulgar casi la totalidad de los
presentes en la Misa, como ocurre hoy en casi todas las parroquias (pese a que
difícilmente notamos iguales multitudes en los confesionarios).
32
Portugal, en la cual hasta los reclinatorios frente los bancos de la asamblea habían
sido erradicados en la totalidad de la iglesia; Debo respetarlo porque asumo que
algún obispo lo habrá permitido, pero bajo mi manera de entender las cosas,
prácticamente se le ha forzado a la feligresía suprimir el gesto litúrgico de adoración
a la Presencia Real durante la consagración eucarística y durante las exposiciones
del Santísimo, si es que a estas alturas por allí todavía se dan).
Antes del Concilio Vaticano II, por más de un milenio, como vimos, de rodillas había
sido la única forma de recibir la Sagrada Comunión por los fieles, salvo en los casos
de personas imposibilitadas por razones de edad o de salud.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en tiempos pasados no solían ocurrir como
hoy las celebraciones multitudinarias de la Misa al aire libre, con cientos de miles o
hasta de millones de personas dispuestas a comulgar.
De hecho, aporta a que sea “más perfecta” en el sentido de que cuanto menor haya
sido su manoseo tanto más se habrá evitado la incidencia de corrupción sobre lo
sagrado, o sea, en Jesucristo en su plenitud (Cuerpo-Sangre-Alma-Divinidad), a partir
del momento de la consagración hasta llegarle directamente a la lengua del
comulgante. Las manos ungidas del sacerdote hacen santo a lo que ellas consagran y
a eso se referiría San Tomás de Aquino en la Summae Theologicae “Por reverencia a
este Sacramento, ninguna cosa entra en contacto con él a no ser que esté
consagrada; y por eso se consagran no sólo el corporal sino también el cáliz y,
asimismo, las manos del Sacerdote, para tocar este Sacramento. De donde se deduce
que a ningún otro le es lícito tocarlo” [STh III, 82, 3].
Si es que a Su Nombre toda rodilla debe doblarse, cuanto más no lo iría ser en la
presencia de Su propia persona.
33
Agradecería que esta disertación que hago sobre la belleza del comulgar de rodillas no
fuese interpretada como un desprecio o condena del recibirse la comunión de pie.
Sin embargo, si de una parte no debo interferir cuanto a otras personas deban o no
comulgar, de otra sí, lo que puedo, es dar mi testimonio personal citando la respuesta
que doy siempre que alumnos me preguntan como comulgo yo mismo: de rodillas
(siempre que no se trate de en acontecimientos públicos multitudinarios, claro).
Sin las permisiones episcopales y de la Santa Sede para se comulgar de pie, las
comuniones de masas tales como acontecen en las Jornadas Mundiales de la Juventud,
Encuentros Mundiales de la Familia y Congresos Eucarísticos Internacionales serian
totalmente impracticables.
En esos casos, y en varios otros, la permisión de comulgar de pie ha resultado en una
solución para un problema que de otro modo no se hubiera podido arreglar.
Pero hay que entenderse que esa medida tampoco ha representado “una imposición o
cambio” hacia una nueva modalidad única de presentarse a la comunión. Por tanto,
quienes quieran comulgar de rodillas no deberían tener reparo en hacerlo desde que
hasta los ángeles se hacen presentes en toda y cada una celebración eucarística. [Is
#6:3]
34
Un otro detalle más sobre la comunión de rodillas es que de esa forma solo se recibe
la comunión en la boca, y nunca en la mano.
Quizá la consideración por todo este acúmulo de razones sea lo que haya hecho que el
recibir la comunión por intinción (luego, en la lengua) y de rodillas sea lo que algunos
acostumbran llamar la comunión perfecta.
Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, en España, explica que
cuando “recibimos” la Eucaristía en realidad es Él, Jesucristo, quien en realidad nos
está recibiendo a cada uno y a todos nosotros de ese modo.
Bajo esa percepción se puede notar una sutil (al tiempo que gigantesca) diferencia
entre que el lector y yo Le recibamos aislada y por nuestra propia cuenta y que el
Señor nos contenga a los dos en Él mismo…
Es ese misterio lo que hace con que participemos de una unión en común (común +
unión = comunión).
Y para encerrar este punto, no hay que olvidar que cuando distribuida por el MESC el
valor eucarístico de la sagrada comunión se mantiene el mismo, pues sigue siendo
exactamente igual de sagrada, en sí y por sí misma, independiente del ministro que la
imparta [MD #43].
Lo menciono por haber notado en algunos lugares que ciertos fieles “prefieren evitar”
la cola para comulgar con el MESC, sobrecargando con eso a la que se dirige al
sacerdote.
Hay dos soluciones bien simples para esa situación: la primera es que el mismo
MESC tome la iniciativa y retorne las hostias restantes al altar y vuelva a su sitio.
La otra es la que el propio presbítero para prestigiar al MESC y corregir esa tonta
cuestión puede simplemente anticipar en breves instantes su propio retorno al altar y
con eso dejándole al MESC “rematando al finalcito” de la cola sobrecargada.
X
La Comunión espiritual:
“Una Comunión spiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que
está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está
enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.
(San Juan María Vianney, “el Cura De Ars”)
35
Durante la consagración en la liturgia de la Misa, con la inmixión (no confundir con
intinción) acontecida en el preciso momento que el sacerdote añade la partícula de la
hostia al vino y al agua ya estaremos todos los presentes en la Misa –de alguna forma-
tomando parte espiritualmente de la Comunión. (Eso por que en ese acto a Cristo en
su sangre se le habrá unido el “agua”, que somos nosotros, la naturaleza humana).
Otros, todavía, insisten en querer recibirla sacramentalmente pese a que sepan no estar
en condiciones de acogerla con acierto, o algunos, hasta sabiéndose portadores de
pecado grave y encontrándose totalmente fuera de la Gracia.
Semejantes situaciones podrían (y deberían) ser evitadas bastando con dejar algunos
impresos explicativos en bancos de la iglesia, fijados en cuadros de avisos o hasta a
través de escuetos comentarios catequéticos del sacerdote antes o después de la Misa
en donde se diese la oportunidad. No es un buen síntoma cuando se nota grandes
colas de comulgantes en donde nunca se las ve para los confesionarios.
Se les puede ayudar y enseñar a esas personas que, aun que no sacramentalmente, así
mismo todavía pueden participar de la Comunión de un modo espiritual,
perfectamente válido según la doctrina. También les ayudará bastante saber que
podrán complementar su participación de un modo activo en la Comunión yendo a
recibir la bendición sacramental del sacerdote y recitando la preciosa oración que se
encuentra en el apéndice, si no quieren limitarse a decir apenas un “amén”.
Les alegrará -más todavía que reconfortar- saber que no hay por que sentirse
disminuidos o “excluidos” si en esa ocasión no reciben la hostia consagrada, ya que
también estarán participando de la comunión de un otro modo, mediante una triple
unión que consiste de: 1) la alianza del agua a la Sagrada Sangre durante el milagro
de la transubstanciación, 2) el sacramental recibido por la bendición sacerdotal y 3)
por la oración de comunión espiritual.
X
El comulgante
Hay que tener compasión de personas que parecen presentase para recibir la
comunión sin tener una idea muy clara de en qué están yendo a participar. Se da
principalmente con aquellos que todavía no han superado un cierto comportamiento
pueril. Vemos a veces jovencitos que parecen no sentirse muy cómodos yendo a
36
comulgar y van riéndose, haciendo gracias o gesticulaciones como si excusándose por
estar allí.
Si el MESC posee alguna intimidad con ellas tiene una oportunidad excelente para
darles una pequeña catequesis (o al menos prestar una simple orientación) sobre la
comunión cuando se dé la ocasión apropiada de hacerlo.
En primer lugar, todo lo que hay que tener es la consciencia de una predisposición de
querer hacerlo. Aun que se trate la Eucaristía del mayor y beneficioso regalo que se
pueda recibir, nadie está obligado a comulgar toda vez que vaya a Misa.
No se comulga “por que sí”, por “costumbre” o porque todos los demás presentes lo
hacen y uno “no quiere mostrarse diferente”. Debe mantenerse la comunión
eucarística lejos de que sea tratada como una mera actuación mecánica.
La Primera Comunión:
Tanto para los adultos ya católicos cuanto para otros bautizados conversos esta deberá
ser oficiada por un obispo juntamente con el Sacramento del Crisma (Confirmación).
Y lo mismo se dará en el caso los catecúmenos en situación aún pagana, quienes
37
recibirán esos dos sacramentos precedidos por el primero da la iniciación cristiana, el
Bautismo.
El viático (viaticum)
Otro punto de vital importancia es que el MESC debe entender bien la naturaleza y el
propósito del Viático para que puedan evitarse errores de graves consecuencias.
“Son funciones que se encomiendan especialmente al párroco las siguientes: (…) “la
administración del Viático y de la unción de los enfermos sin prejuicio de lo que
prescribe el c. 1003 §§ 2 y 3; asimismo, impartir la bendición apostólica;” (más sobre
el viático adelante). [CDC #530:3]
38
Cuanto a la permisión para que pueda ser ministrado por el MESC hay que tomarlo a
este punto “con pinzas”. Esta no es una función regular de este ministro, tal como en
el § 1 del Código de Derecho Canónico se menciona y se les atribuye a los ministros
del Orden.
En el parágrafo siguiente se determina: “§ 2. En caso de necesidad, o con licencia al
menos presunta del párroco, capellán o Superior, a quien se debe informar después,
debe hacerlo cualquier sacerdote u otro ministro de la sagrada comunión.” [CDC
#911§ 1-2]. Nótese que esto se aplica incluso hasta a los mismos sacerdotes que no
sean el propio párroco de la jurisdicción.
Nos dice la Iglesia que el Viático es semilla de vida eterna y poder de resurrección.
De cierta forma, lo que está es señalando la responsabilidad que implica asumir una
incumbencia en esa área.
En primer lugar no se puede perder de vista que tratar una situación delicada con
personas a orillas de la muerte exige un gran preparo especializado. Falta de
capacidad para evitar o superar situaciones imprevistas puede precipitar
acontecimientos indeseables. La persona que está en la inminencia del tránsito hacia
la Casa del Padre en esos momentos suele requerir orientación espiritual, a veces una
confesión refrescada, una nueva Unción de los Enfermos y la acertada encomienda de
sua alma al Padre, el Commendatio Animae.
Sobre todo y por esta razón, debemos entender y aceptar con humildad que si esta
forma de comunión se destina a quienes “se hallen en peligro de muerte”, las
circunstancias pueden ser de tal gravedad que un MESC podría no verse capacitado a
reaccionar acorde y atender a una variedad de posibles eventualidades emanantes. Y
esto no se puede prever, hasta que ocurra, sea demasiado tarde y sin vuelta atrás.
Siendo así las Diócesis de allí podrán adoptarla, pero entiendo que las autoridades
reguladoras de los MESC en otros países, para evitar un posible traspié, antes de
copiarlas para su adopción deberían antes certificarse con la Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que para eso está.
[X\
39
FORMACIÓN DEL MINISTRO
Entiendo que para asumir las funciones de un MESC no solo deberíamos adquirir el
conocimiento teórico de las actividades, normas y procedimientos de este oficio.
Todo eso sin un verdadero desarrollo espiritual paralelo no le da plenitud en el sentido
de celo a su misión.
Como alcanzar eso el párroco sabrá mejor que nosotros como conseguirlo. Cuanto a
nosotros, basta con que al tratar de ayudarle no consigamos el resultado opuesto.
Sin embargo no existe una prescripción de gestos específicos para el MESC durante
ni fuera da la Misa, siendo que para ambas situaciones no le hacen falta más que los
que le corresponden al laicado.
El Catecismo explica claramente porque existen los gestos en nuestra relación con lo
sagrado:
40
“ (…) En la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre,
siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades
espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre
necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje,
gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios.” [CIC #1146]
Salto los signos litúrgicos del sacerdote porque no son cosa de nuestra competencia.
Los gestos litúrgicos que se le atribuyen al laico para acuñar los propósitos que tiene
para cumplir en su participación de la Misa son:
Notas:
1) Estos son todos los gestos que pueden aplicarse a todos los fieles laicos. No
hace falta o se debe inventar nuevos y tampoco traer a la Iglesia cosas
extrañas, importadas de otras comunidades cristianas (ya nos basta la invasión
actual). Mucho menos se pueden copiar gestos del sacerdote (¡ya he visto en
41
algunas iglesias fieles ¡proclamando la doxología junto al sacerdote!: “Por
Cristo, con Él y en Él…”) [CIC #1355] [RS #45, 149, 161, 165]. Siendo el
MESC también uno más entre los laicos sería ideal conocer los gestos
apropiados, practicarlos, dar ejemplo y poder prestar la orientación al respecto
cuando se le solicite. Aun que dar catequesis no sea parte de su función, dar
ejemplo sí que lo es ;-) ;
2) Los MESC no toman parte de las procesiones de entrada y final de la Misa;
3) Una buena práctica seguida por muchos fieles, la cual aun que no siendo un
precepto, es de sentido común y una cuestión de coherencia con la doctrina
católica es “ir a saludar al dueño de la casa” como primera cosa cuando se
entra en una iglesia, la Casa de Dios. Del mismo modo que denota buena
educación ir antes que todo a hablar con el dueño del lugar de alguien a quien
vamos a visitar, sería también dirigirse al Tabernáculo para “saludar” al Señor
antes de ir a tomar asiento.
_ Para recibir la Sagrada Comunión es condición fundamental que una persona haya
sido previamente bautizada -y estar en plena comunión con la Iglesia- antes que
pueda recibir la sagrada comunión (o cualquier otro sacramento).
_ Otra condición es estar sin pecado grave en ese momento [CIC #1385, 1857] [CJIC
#202, 234]. El segundo mandamiento de la Iglesia prescribe que hay que confesar los
pecados graves al menos una vez al año. La absolución colectiva ministrada por el
sacerdote (p.ej. durante la liturgia de la Misa no quita los pecados graves) salvo en
casos extremos muy especiales de emergencia, conforme la determinación episcopal
correspondiente). De ese modo, la absolución colectiva no les habilita a comulgar
dignamente a quienes todavía se encuentren fuera del estado de gracia.
_ Y otra condición más es respetar el ayuno de una hora antes + una después, de
sólidos y líquidos; agua y medicinas no rompen el ayuno. [CDC #919.1]
Por motivo de edad avanzada o de enfermedad queda dispensado el ayuno; así como
también a sus acompañantes que deseen comulgar juntamente con ellos. [IM #3]
[CDC #919.3]
42
recibe el viático. Esto siendo tomado como una regla general, no obstante, hay varios
otros casos de carácter excepcional, los cuales pueden ser encontrados en
“Ampliación de la facultad para comulgar dos veces en el mismo día” [IC #2, 1-8].
_ El tercer mandamiento de la Iglesia prescribe que todos los fieles que hayan
recibido la primera comunión están obligados a comulgar al menos una vez al año
durante el tiempo Pascual, o en otro tiempo por una causa justificada. [CDC #920].
Empero es altamente recomendable que el cristiano en plena comunión con la Iglesia
comulgue con frecuencia.
_ Si por alguna razón imperativa alguien que haya manifestado estar fuera de estado
de gracia se sienta en necesidad imperativa de comulgar (e.g. viaje eminente,
circunstancia de gran riesgo), este puede excepcionalmente recibir la comunión
habiendo hecho el acto de contrición y con la condición de en la primera oportunidad
recibir el sacramento del perdón. [CIC #1457]
_ A los enfermos se les puede llevar la comunión a cualquier hora del día o la noche.
[EM #40]
_ Si la condición del comulgante no le permite tragar sin gran dificultad una solución
podría ser dársele apenas una porción minúscula de la hostia a la persona (Cristo no es
divisible; se hace presente en totalidad en cada partícula, por menor que esta sea. Y
así siendo, la comunión es válida).
Otra alternativa, todavía, seria recibirla solo bajo la forma de la Sangre de Cristo
(aunque solo unas gotas en la lengua) [CDC #925]. Para eso pude lanzarse mano del
recurso de una cucharilla o cañita.
43
PARAFERNALIA:
Constatamos entonces que esta palabra que proviene del latín y que la Iglesia la ha
venido empleando durante siglos para designar al conjunto de los objetos pertinentes
al culto divino no tiene ninguna connotación negativa, absolutamente. Podemos pues
utilizarlo con toda tranquilidad (y sin miedo de estamos refiriendo a alguna cosa
“infernal”...).
44
forma protegida y digna a comulgantes impedidos de acudir a la iglesia por motivos
graves o de fuerza mayor; la teca.
En este caso no se trata de más que un ritual litúrgico muy simple que el sacerdote
utiliza para asegurar una purificación y bendición del objeto. Ese pequeño ritual todo
sacerdote puede encontrarlo en la parte final de sus libros litúrgicos.
En los casos en que ya se posea una teca cuyo cierre sea demasiado flojo, se puede
evitar el derrame accidental de las obleas consagradas protegiéndola en un estuche de
cuero o funda tejida. Y en los casos en que se trate de una teca cuyo cierre sea
demasiado rigido, la forma de evitar accidentes es siempre abrirla apoyando
firmemente su base en una mesa en el momento de levantar la parte tapadera.
Concluyendo este punto, no olvidar que algunas junto a las decoraciones traen
también grabado Ministro de la Comunión y otras Ministro de la Eucaristía, siendo
que estas últimas son para los sacerdotes.
45
Modo de portar la teca
Es con el fin de pasarle un cordel que las tecas tienen una sortija incorporada en su
borde exterior. En los raros casos en que no llevaran esa sortija incorporada –incluso,
como en las de tamaño mayor a veces utilizadas por los sacerdotes a modo de ciborio
en servicios fuera de la iglesia parroquial – siempre se puede disponer de estuches
dedicados a esa finalidad, lo cuales suelen ya venir con el cordel agregado.
Además de ser esa la forma más respetable y digna (próxima al corazón) es también la
más segura. De ese modo es imposible que otros la abran y toqueteen por mera
curiosidad o por irreverencia intencionada. Y lo más importante: tampoco es posible
perderla de ese modo, pues permitir que corriera el riesgo de ser perdida y quedarse su
contenido expuesto al sacrilegio sería inexcusable.
No habrá sido sin razón que la Santa Sede tuvo que reforzar este punto: “De forma
muy especial, todos procuren, según sus medios, que el santísimo sacramento de la
Eucaristía sea defendido de toda irreverencia y deformación, y todos los abusos sean
completamente corregidos. Esto, por lo tanto, es una tarea gravísima para todos y
cada uno, y, excluida toda acepción de personas, todos están obligados a cumplir
esta labor.” [RS #183]
46
Forma de almacenar la teca:
En primer lugar, es conveniente que siempre que sea guardarla ya esté purificada.
Si se guarda en la iglesia – La teca del sacerdote suele guardarse en algún armario de
la sacristía o –lo mejor- en el mismo tabernáculo, ajeno al alcance de personas
extrañas al servicio eucarístico. En el caso del MESC, si este debe dejar su teca en la
parroquia, esta se quedará adonde determine el presbítero.
Si se guarda en casa - Si el MESC debe mantener su teca en casa, debería tomar la
precaución de elegir un lugar regular, lo más apropiado posible para ello, o sea, en un
espacio cerrado, lejos de la curiosidad ajena y lo menos accesible o expuesto a una
posible irreverencia.
X
El purificador
Aun que el purificador del MESC no sea lo mismo que un purificador componente de
la parafernalia consagrada para la liturgia eucarística, sería conveniente que antes ya
de su primer uso se le hiciese bendecir por un sacerdote según el rito indicado en el
bendicionario (y no apenas con una improvisada señal de la cruz hecha a prisas sobre
el mismo).
Yo, personalmente, he pedido para que se exorcizase al que utilizo.
Purificación de la teca:
47
Se remueven las partículas de todo el interior de la teca (base del receptáculo y
tapadera) con solo uno de los lados del purificador, el cual permanecerá en adelante
como su parte interior cuando a este doble, hasta que se de la ocasión de lavarle. Con
esa precaución se evitará que roces del lado exterior del mismo vaya esparciendo las
imperceptibles y preciosas partículas por el camino, hasta la hora de su lavado.
Además, es a esa cara interior del purificador a la cual se le pondrá más dedicación en
el lavado.
En primer lugar, aun que no sea imperativo, sería conveniente tener una vasija
reservada especialmente para esa finalidad.
Una pregunta que suelen hacerme repetidamente es sobre “si hay que usar jabón”. La
mejor respuesta que hasta ahora se me ha ocurrido es que Cristo no es “una mugre”
que haya que remover.
Para el lavado del purificador se emplea apenas agua corriente, común (aunque agua
bendita todavía estaría muy poco a la altura de los méritos de Cristo). Basta agua
pura, no se usa nada más.
Ya se me ha preguntado:
¿Y después del lavado apropiado, se puede volver a lavar el purificador, pero de esa
vez con jabón o ponerlo en la lavadora? Sí, pues se presupone que después de haber
procedido al lavado especial para la substracción de las sagradas partículas no hay
cualquier impedimento en hacerlo.
Y en cualquier de los casos también se le puede planchar o no si así se desea, es
indiferente.
48
Indumentaria del MESC:
Procedimientos:
Liturgia – No existen prácticas litúrgicas eucarísticas que deban ser llevadas a cabo
por el MESC. Ni haría sentido, pues que para ejercer esa función ya existen los
ministros sacramentalmente ordenados, los presbíteros. No existen instrucciones
oficiales de la Iglesia que le atribuyan una semejante función al MESC, siendo que
cuando alguno las asume por cuenta propia estará cometiendo abuso, cayendo en una
falta grave penalizada por la Ley Canónica.
Tampoco se puede pronunciar expresiones que son propias del sacerdote [RS #149].
Sin embargo, en ciertas diócesis de algunos países, cuando el MESC actúe en Misa
49
como tal no podrá desempeñar otra función, como, por ejemplo, la de lector (al
contrario del acólito instituido que, sí, lo puede hacer).
Los imprevistos:
Hemos visto en otras partes de esta obra que somos responsables por custodiar el
precioso tesoro de la Eucaristía cuando se nos ha sido confiado para el ejercicio de
nuestras funciones. Sin embargo hasta aquí me he referido solo a las situaciones que
son previsibles, dentro de la normalidad de los acontecimientos.
Algunas de esas situaciones podrían darse durante la Misa y otras fuera de ella;
veamos entonces algunas de las cuales el MESC podría eventualmente tener que
enfrontarse, y cómo podría proceder si …
Incidente:
…La cantidad (número) de obleas no es numéricamente suficiente para
atender al número de los presentes.
Recurso:
Las obleas podrán ir siendo progresivamente fraccionadas y repartidas sin que
su valor eucarístico se vea afectado (Dogma de la plenitud de Presencia).
Incidente:
…Se cae al suelo la hostia consagrada [CIC #1333]
Recurso:
1) La primera providencia es evitar que pudiese ser pisada. Si se percibe que
el comulgante denota hacer un gesto de que va a recogerla hay que pararlo
con un gesto gentil para que no lo haga y la recogerá el propio MESC
cuando es el caso, y el Sacerdote si ocurre con él
2) Si ocurre en la iglesia durante la Misa (se la lleva y deposita en el altar; en
la lipsanoteca si la hay). (*10)
3) Si eso pasa fuera de la iglesia (se recoge en el purificador y se disuelve en
el agua de su lavado).
En cualquier de los casos es recomendable hacer luego una oración de
reparación. (*02)
Incidente:
…Se cae al suelo la Sangre, gotas de vino consagrado. [CIC #1335].
Recurso:
50
1) El MESC se acerca a las gotas para resguardarlas con los pies apartados y
de ese modo evitar que alguien se aproxime demasiado y las pisotee;
2) Se las cubre con un pañuelo o clínex;
3) Luego se las impregna en ese pañuelo o clínex; (tanto sean pañuelo o
clínex, estos deben ser lavados por el mismo proceso que a un a un
purificador).
Luego es recomendable hacer una oración de reparación.
Incidente:
… Se le ha entregado la hostia consagrada en la mano a una persona y esta no
la consume en el acto con intención de llevársela.
Recurso:
Se le trata detener a la persona con voz y con acción. Primeramente en un
tono suficientemente alto como para que no solo ella le oiga como para que
principalmente le llame la atención a todos los que están próximos de ella; se
puede decir cosas así como ”perdone usted”, “oiga señor(a)”, “un momento
usted, por favor”, “vuelva por favor” etc. (pero cuidando para no llegarse al
grito).
De un modo general, solo con eso la persona ya debería pararse y volver (ella
se siente encarada por todos los que frente a ella, debido al voceado, se
enteraron del incidente).
En el caso de que esa persona “se haga la sorda” se le pide con un gesto a los
que han advertido al incidente para que la llamen. Si a pesar de eso la persona
insiste en escurrirse entonces el único remedio será pasar a la acción.
Menos mal, solo muy raramente se da el peor de los casos (pero se da, por lo
que hay que estar también bien preparado para ello):
Ocurre cuando la persona se rehúsa a consumir y también a devolver la hostia
consagrada, en donde ya estaremos encarando a un acto sacrílego, al cual hay
que pasárselo a manos de un presbítero. En este caso la solución es llamarle al
sacerdote si él todavía se encuentra a una distancia bien próxima.
En caso de que “la persecución” haya sido un poco más extensa y ya se esté
algo distanciado del sacerdote se le puede pedir a dos personas cercanas que se
aproximen y a una de ellas que llame al sacerdote avisándole de lo que se esta
pasando. La segunda persona no tendrá que hacer nada; su función será
meramente de efecto psicológico, para apoyo moral, haciendo con que el
MESC “se sienta en mayoría” en esa situación mientras se espera la llegada
del sacerdote.
51
Cuando el sacerdote acuda el MESC debería permanecer junto suyo para darle
apoyo mientras él le esté dando solución al problema.
Incidente:
… El comulgante después de haberle pedido al sacerdote que se le de la oblea
sin el vino consagrado decide él mismo querer introducirla en el cáliz sujetado
por el Ministro Extraordinario para hacer una auto-intinción.
Recurso:
El MESC, al mismo tiempo que delicadamente le obstruye el gesto del
comulgante desavisado con su propia mano le preguntará: “¿es usted
presbítero o diácono?”. Cualquiera que sea la respuesta, se le pide al
sacerdote que estará a su lado que resuelva la cuestión. Un gesto alternativo
del MESC podría ser dar un ligero giro del cuerpo en dirección del sacerdote,
a quien se le despertará la atención sobre lo que está ocurriendo. [RS #103-
104]
Incidente:
… Sobran muchas obleas.
Recurso:
Hay que retornarlas al tabernáculo. De modo alguno puede el MESC que ha
actuado fuera de Misa guardar las obleas sobrantes en casa, lugar de trabajo,
vehículo etc. A ese respecto establece la Ley Canónica: “A nadie está
permitido conservar en su casa la santísima Eucaristía o llevarla consigo en
los viajes, a no ser que lo exija una necesidad pastoral, y observando las
prescripciones dictadas por el Obispo diocesano.”. [CDC #935]
Incidente:
… Se ha actuado fuera de Misa y no se puede retornar las obleas restantes al
Tabernáculo por estar la iglesia parroquial cerrada o por cualquier otro
impedimento.
Recurso:
Se le pide al sacerdote de alguna otra iglesia de la misma diócesis que
temporalmente las resguarde en el Tabernáculo propio hasta poder devolverlas
a su sitio original.
Incidente:
52
… Después de haber sido una oblea embebida en la sangre de cristo por
alguna razón ya no más reste a quien dársela.
Recurso:
En se tratando de comunión por las dos especies, esto solo podría ocurrirle a
un sacerdote y lo arreglará él mismo. Podrá tomársela él propio, dársela al
MESC o lo que le parezca mejor, a su discreción. No sería ese un problema
para el MESC.
Incidente:
… Sobran apenas una o pocas obleas.
Recurso:
_ Si en Misa, se las retornarán al altar para que el celebrante las reponga al
copón.
_ Fuera de Misa: si está presente otro MESC pueden dárselas recíprocamente,
en caso contrario volver al tabernáculo para reponerla en la reserva [RS #94].
Incidente:
… La persona que desea comulgar (o que quieren hacerla comulgar) no parece
encontrarse en estado normal de consciencia (confuso, aturdido, embriagado,
drogado) [1Co 11:29].
Recurso:
Como regla general no se la debe dar, principalmente si se le nota a la persona
estar bajo el efecto de drogas o de alcohol. Con relación a condiciones
excepcionales de salud, concernidas a la condición momentánea de la mente
de la persona, quien sabrá juzgar y como actuar en cada caso de esos es
solamente el presbítero, de quien debería recibir orientación por anticipación.
El MESC no debe dejarse envolver en situaciones creadas por presión de
familiares o de amigos de la persona.
Incidente:
… En Misa el comulgante -por la razón que sea- ha terminado en la fila que
no es la del sacerdote y se presenta con los brazos cruzados en “X”.
Hemos visto anteriormente que cuando una persona se presenta con ese gesto
de brazos significa que no desea en ese momento recibir la comunión
sacramental. Se presenta para recibir la bendición sacramental del sacerdote
en su comunión espiritual.
Recurso:
Se le dirige al sacerdote, a quien pedimos que se la de.
53
Incidente:
… Fuera de Misa (hospital, prisión, residencia etc.) una persona se junta a los
que van atender a la comunión, presentando los brazos cruzados en “X”, y no
hay sacerdote cercano para pedir que le de la bendición.
Recurso:
Primero le pedimos que aguarde unos instantes hasta que atendamos a los
demás, y luego le invitamos a acompañarnos a orar juntos la Oración para la
Comunión Espiritual (*04) . Si él no la sabe le pedimos que vaya repitiendo.
Por eso es bueno que el MESC acostumbre llevar una copia en el estuche
externo da su teca.
Incidente:
… Esta es una variante del caso anterior; poco probable pero ya se ha dado el
caso. También fuera de Misa (reunión ecuménica, hospital, residencia etc.)
una persona se junta a los que van atender a la comunión, presentándose
tocando su hombro izquierdo con la mano derecha, y no hay sacerdote cercano
para pedir que le de la bendición.
Recurso:
Por el gesto practicado por la persona (*06), esta seguramente pertenecerá a la
fe luterana. Primero le pedimos que aguarde unos instantes hasta que
atendamos a los demás, y luego le invitamos a orar juntos un padrenuestro que
es una oración común a las dos doctrinas. A juicio del MESC se le podrá dar
un abrazo como señal de hermanamiento en Cristo, pese a la no comunión
plena con la Iglesia.
Incidente:
… Un niño aparentemente muy chico para ya haber recibido la primera
comunión se presenta en la fila para comulgar.
Recurso:
En vez de preguntarle si ya ha hecho la primera comunión se le pregunda
cuando o adónde la ha hecho. Si no sabe responder se le envia al sacerdote,
quien tratará del caso o le dará la bendición sacramental.
Incidente:
… Un moribundo manda pedir la comunión.
Recurso:
Pese a tratarse de una ocurrencia muy rara en darse en el ámbito del MESC
debería encontrarse preparado por su presbítero por anticipo para enfrentar la
mayoría de situaciones imprevistas que pudieran darse durante en funciones.
54
estado de gracia se sienta en necesidad imperativa de comulgar (e.g. viaje
eminente), este puede excepcionalmente recibir la comunión habiendo hecho
el acto de contrición y con la condición de en la primera oportunidad recibir
el sacramento del perdón.” Y no creo que pudiese existir necesidad
imperativa más grave que la de alguien que se encuentra en la inminencia de
“viajar al otro mundo”. El MESC debería discutir esta posibilidad por
anticipación con su presbítero, para estar seguro de cómo deberá actuar en una
eventualidad semejante.
Incidente:
…Se dan situaciones críticas o de emergencia en que hay que salvar y proteger
Jesús Sacramentado.
Recurso:
En principio, toda emergencia potencial debe ser prevista, estudiada y
prevista. Sino, en el caso de que se diese, no más sería emergencia; será con
toda certeza caos o catástrofe.
Antes que a cualquier cosa material en una iglesia hay que darle prioridad a la
protección de la Reserva Eucarística.
Cuanto a cual tipo de posibles riesgos, cada caso es un caso y solo puede ser
considerado dependiendo de los factores y circunstancias locales de cada
parroquia.
X
La “limpieza ¿?” (purificación) de los Vasos Sagrados:
Quizá haya sido por notar el celo con que un sacerdote frotaba la patena y el cáliz con
un paño purificador después de concluida la Eucaristía que le haya causado una
impresión de “limpieza” al autor del refrán popular.
55
El dicho no cae mal en el caso que se haya referido al estado inmaculado en el cual
deben encontrarse las patenas. En cambio, si lo que ha querido acentuar fue una
necesidad de aplicarle una limpieza, entonces seguramente jamás habría existido
algún dicho popular más desafortunado que ese. Sin duda la intención de su creador
no habría sido mal-intencionada, pero en mi entender el resultado no podría ser más
desastrosamente sacrílego y ofensivo.
Primero porque no se limpia algo que no esté sucio; solo las suciedades se “limpian”.
Y cualquier partícula residual que se encuentre en la patena después de la ceremonia
litúrgica, por más minúscula que fuere será siempre, indubitablemente, Cristo en su
plenitud. Y ni cabe imaginarse “limpiar” a Cristo “como si fuera una suciedad”. Es
por eso que al paño litúrgico empleado para la cuidadosa remoción de las partículas
en las patenas se le llama el purificador.
X
Uso del purificador:
X
El lavado de purificación del purificador:
Lavado del purificador (y de algún pañuelo, si ha tenido que ser utilizado en alguna
emergencia para salvar Sangre/Cuerpo de Cristo) - la piscina o sacrarium [IGMR
#280];
Alternativa improvisada: suelo térreo adyacente a la iglesia o lugar santo, y en último
caso, maceta de planta (ajena al alcance de animales o actores inmundos).
56
Sacrarium o piscina
Creo no ser demasiado repasarlo aquí: “cada partícula -por más insignificante que
pudiese ser su tamaño- acarrea a Jesucristo en su totalidad y plenitud” (dogma de la
totalidad de Presencia).
57
Vista ampliada de partículas minúsculas, las “no tan evidentes”
De tal modo las personas se quedarían mejor capacitadas para decidir libre, consciente
y responsablemente cómo preferirían recibir la comunión. Se sin la necesidad de
otros cuidados que apenas recibirla en la lengua o si se sienten aptos a estar atentos y
a observar los cuidados requeridos después de cada comunión recibida en la mano.
De este modo cada cual sabría porque prefiere recibir la comunión de un modo o de
otro y no quedar limitándose a seguir lo que le pudiese parecer una moda o tendencia
al copiar a los que tampoco saben bien lo que y porque lo hacen. Se le podría llamar a
eso “madurez eucarística”.
Y concluyo esta orientación con un ejemplo de lo que jamás debería servir de motivo
para recibir la comunión en la mano:
Oí cierta vez a una señora comentarle a otra que le gustaba recibir la comunión en la
mano “porque ya estaba bien grandecita para que le dieran de comer en la boca…”
¡Que lástima! Esta pobre hermana además de no haber entendido nada sobre la
Eucaristía, tampoco había entendido siquiera el resto de la doctrina de su propia fe.
Más claro el Señor no lo podría haber dejado. Dijo expresamente «Yo os aseguro: el
que no reciba al Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Mc 10:15, Mt 18:4-
5). Es cosa obvia que nada hay de reprochable en querer recibir la comunión en la
mano, pues es hoy práctica reconocida por la Iglesia. Lo que me dejó preocupado fue
su ignorancia de las enseñanzas de Jesucristo.
58
Faltas (y abusos) a evitar:
Fuera de Misa, aunque tenga el MESC la libertad de hacer una breve oración después
del padrenuestro y antes de empezar el reparto de las obleas Eucarística a los
comulgantes, lo único a que está obligado decir en el acto de cada entrega es: el
Cuerpo de Cristo. Y en Misa también, sola y expresamente “el Cuerpo de Cristo”.
Solamente se requiere y permite eso, sin modificarlo o añadirle algo.
Decir “Esto / este / es el Cuerpo de Cristo”, es incorrecto (del mismo modo que es
grave error cuando en la Misa el lector mal instruido cambia el establecido “Palabra
de Dios” al final de las lecturas por un adaptado “Y /esto/ es / Palabra de Dios”,
desestimando lo que determinan las rúbricas litúrgicas del Misal Romano).
Menos todavía puede hacer el MESC uso de las formas rituales o las palabras que le
son reservadas exclusivamente al sacerdote [RS #149] e.g. “Este es el Cordero de
Dios / Jesucristo que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor” [RS # 45]
¡Es inmensa! Hemos terminado de verlo. El único que puede auto comulgar es el
ministro ordenado. Cuando una persona ha recibido la comunión en la mano (sea esta
o no un MESC) la ha recibido para su propia y exclusiva comunión (digamos que sea
algo así como… “algo personalizado e intransferible”). Las obleas que han sido
puestas en la teca del MESC él no las “recibió” para “su” propia comunión, sino que
para apenas custodiarlas y / hasta su distribución a los previstos comulgantes (cuyos
destinatarios son otros, y no él). La diferencia está en que en la mano recibe la
comunión y cogiendo la oblea sobrante de la teca para sí propio la estará tomando
como si fuese un sacerdote.
“Limpiar” la teca con el dedo para consumir uno mismo las minúsculas partículas
restantes tampoco dejaría de ser una forma de auto-comunión, ya que como bien
sabemos, Cristo está presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad en su totalidad
(dogma de plenitud), en cada partícula de la Sagrada Forma, por más minúscula que
pudiese parecer al ojo humano (¡con microscopio incluso!). [RS #94]
En este caso el procedimiento correcto es la utilización del purificador.
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Sangre de Cristo. Solo en extraordinarias y rarísimas ocasiones esta podría darse
fuera de Misa, pero asimismo, siempre administrada por un sacerdote.
Una vez más, es únicamente el ministro ordenado quien puede mojar la Hostia
Consagrada en la Sangre de Cristo (auto-intinción) para tomársela él mismo.
La comunión bajo las dos especies suele darse por dos modalidades. La primera,
menos común, es que el sacerdote le de al comulgante primero la hostia y después
haciendo pasarle el cáliz para que tome directamente de él. La otra modalidad es que
el sacerdote moje una pequeña porción de cada oblea en la Sangre de Cristo
(intinción) y se la ponga en la boca al comulgante. Para eso el sacerdote normalmente
cuenta con la ayuda del acólito o un MESC para sostener el cáliz en el cual va
mojando cada oblea.
Esta forma de comunión bajo las dos especies solo se la puede recibir en la boca.
Nunca en la mano.
Por esa razón el MESC debe estar alerta para prevenir y evitar que comulgantes que
hayan pedido recibir la comunión en la mano quieran después introducir la hostia en
el cáliz para “tomar por sí mismos” la Sangre de Cristo (en vez de recibirla), lo que
sería una forma de auto-comunión –vuelvo a decirlo- la cual no está permitida a los
no-ordenados.
En tiempos del imperador Valeriano, todavía muy jovencito San Tarsicio dio su vida
para proteger la preciosa carga que estaba transportando, la Sagrada Comunión.
Que nos sirva su ejemplo para tomar consciencia de cuan alta es nuestra
responsabilidad cuando aceptamos servir como MESCs. [RS #183].
60
San Tarsicio
No hay que apenas interesarse por “repartir” la Sagrada Comunión, sino que también
hay que capacitarse debidamente para hacer frente a todas las implicaciones que esta
actividad conlleva indirectamente.
Debe el MESC estar preparado para prevenir irreverencias, sacrilegios y otros abusos,
errores, descuidos y otros comportamientos que pongan bajo la forma de cualquier
riesgo a las hostias consagradas. En ese particular nos advierte el catecismo: “El
sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras
acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas y los lugares consagrados a
Dios. El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la
Eucaristía, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente
sustancialmente” [CIC #2120].
El MESC está impedido delegar funciones de su propio ministerio a otros que no sean
también oficialmente designados Ministros de la Sagrada Comunión, mismo que se
tratare de familiar o de persona de la más estrecha confianza.
61
[X\
Aunque la función de formar a la feligresía sea atribución y una actividad regular del
sacerdote y de los catequistas, a veces la gente se dirige al MESC asumiendo que
también este puede aclarar asuntos relacionados a la Eucaristía.
Entretanto esa responsabilidad es grande y si no se tiene plena seguridad de cada
palabra de lo que vaya a afirmar lo mejor será encaminarle el interesado al sacerdote.
Esa preparación no solo le será de utilidad al MESC para el trato con otras personas
como, principalmente, para fortificar sus propias convicciones y fidelidad al
Santísimo Sacramento.
Ha sido por esa razón que bajo el subtítulo “Reputación e idoneidad” enfaticé la
expresión “debidamente preparado” dictada por la Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
A ciencia cierta, esta persona habrá previamente transmitido la imagen de una buena
reputación mundana para poder haber recibido su nombramiento como ministro
extraordinario. Pero, para colmo, además esta misma persona era también uno de los
catequistas de su parroquia.
62
Eucaristía o en las demás enseñanzas de la doctrina católica! ¡Que en verdad creía en
otra cosa o… en nada!
De este caso podemos deducir que para confiarse ciertas responsabilidades a las
personas hacen falta otros atributos además de una imagen de buena reputación y
conducta ejemplar.
Una señora conocida de mi esposa andaba reclutando nuevos adeptos para una de esas
muchas iglesias neocristianas que andan floreciendo por todos lados, de la cual su
marido es el pastor. Es hecho conocido que en lugar de buscar paganos para bautizar
estas comunidades prefieren “rebautizar y reconvertir” a aquellos que ya están
bautizados.
Pero de esa vez no le han salido bien las cosas a esta pobre dama, pues se había
redondamente equivocado de puerta. Mi esposa y yo, además de MESCs, hacemos
parte del grupo de adoración permanente en la Capilla de Adoración en la catedral de
nuestra ciudad. Sin una adecuada formación nuestra los resultados hubieran podido
ser bien diferentes…
Estos dos casos han sido bien reales, vividos de cerca y que confirman plenamente la
ponencia del P. Flaviano Amatulli Valente, FMAP “¿Promover un falso
ecumenismo o enseñar apologética?”, que puede verse en el video localizado en:
63
http://www.deoduce.org/videoclips.html
En mi opinión la persona que aspira aceptar esta responsabilidad como primer paso
debe ser consecuente, formal, reflexionar y atender con madurez al llamado de una
vocación, y no dejarse llevar por impulsos momentáneos e inconsecuentes. Y luego,
capacitarse para ello estudiando de modo a obtener una buena formación doctrinal, sin
la cual es difícil asimilar algunos aspectos fundamentales relacionados con la
Eucaristía. Y ya explicaré el porqué.
Debo seguir subrayando aquí eso de la formación doctrinal. Hay muchos fieles
piadosos y devotos a las cosas santas, lo que ciertamente es cosa muy loable y
bienvenida para un MESC. Pero debo resaltar que hay una gran diferencia entre
devoción y la doctrina, y eso lo debe tener muy claro el MESC. Para muchos las dos
cosas se confunden y se les parecen una misma cosa, pero no lo son absolutamente,
aunque se complementen.
Con la sabiduría acumulada por más de dos milenios la Iglesia pudo consolidar un
Magisterio que ha dejado clara cada cosa en su sitio: Escrituras, Tradición, doctrina,
devociones y tradiciones menores. Todo aquello que se relaciona con nuestra fe ha
sido meticulosamente estudiado y clasificado para evitar que cada cual tuviere que
hacer sus propias interpretaciones, las cuales, si equivocadas, terminen resultando en
herejías.
De cualquier modo es muy fácil reconocer la diferencia entre una cosa y otra:
64
Las devociones son manifestaciones populares piadosas, voluntarias. A diferencia de
la doctrina, que se constituye de los mandatos del mismo Jesucristo, las devociones
no son compulsorias y cada cual las abraza o no según su propio impulso, juicio o
fervor. Su práctica puede ser personal o comunitaria.
De esta forma podemos concluir que una doctrina sin devoción por la fe en Jesucristo
es vacía, en cuanto que, de otra parte, una devoción fuera de la doctrina corre el
peligro de constituirse en herejía. De ahí la necesidad imperativa de un sólido
conocimiento de la doctrina. Y la fuente más sólida y segura para ese aprendizaje está
en el Catecismo de la Iglesia Católica. (Me figuro que en vistas de la voluminosa
cantidad de amonestaciones contenidas en la REDEMPTIONIS SACRAMENTUM es
que S.S.Benedicto XVI afirmó cierta vez que el Catecismo tendría que volver a ser
enseñado en ciertos seminarios…)
Esta es la razón por que me afinqué en la necesidad de una buena formación doctrinal
de los MESC. La Eucaristía es un sacramento instituido por el propio Cristo, es
doctrina pura y dura. Es más, es el punto central de nuestra vida cristiana. Si algo
falla aquí todo lo demás se viene abajo.
Creo firmemente que el MESC debe estar preparado para dar las respuestas correctas
cuando le preguntaren sobre estas cosas, pues hay personas que entienden que este
ministro tuviera la obligación de saberlo todo, como si fuera un sacerdote.
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Es por eso que vemos hoy en las parroquias situaciones verdaderamente surrealistas:
gente que comulga como un calvinista, otros que oran imitando gestos reservados al
sacerdote y a veces hasta con gestos típicos musulmanes de mano, algunos actúan
como pentecostales y además hay los que “acomodan” su creencia a las de la nueva
era y tantas otras barbaridades más.
Porqué lo hacen no lo sé; podría ser para mostrar a los demás que están en la
“vanguardia” o que hacen parte de una elite enterada de cosas que los otros ignoran.
(No estoy seguro que lo hagan cuando están solos en casa y no hay nadie para
mirarles…)
En lo que estoy cierto es que el denominador común en todos esos casos es una
ausencia total de formación en la doctrina oficial de la Iglesia. Y el mejor remedio
para curar ese tipo de cosas es atender a una catequesis urgentemente.
Eso podría darle a entender a algunos desavisados que irán participar de una “cena”
en comunión con los demás fieles presentes. Pero hay que tomar cuidado: lo de en
comunión está muy bien, pero lo de “ir a cenar” no.
El caso es que ya he oído también en nuestro propio medio llamar a la Eucaristía por
Santa Cena. Según el Catecismo se le llama a la Eucaristía por diez posibles nombres
y ninguno de ellos es Santa Cena (Eucaristía, Banquete del Señor, Fracción del pan,
Asamblea eucarística, Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor, Santo
Sacrificio, Santa y divina Liturgia, Comunión y Santa Misa) [CIC #1328]..
El único momento en que consta “Cena del Señor” en todo el catecismo es este: “En
ellas se reúnen los fieles por el anuncio del Evangelio de Cristo y se celebra el
misterio de la Cena del Señor” [CIC #832] (nótese el sentido que la palabra misterio
le da a toda la sentencia; intente quitársela y vea lo que pasa a significar)
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La Ordenación General del Misal Romano lo dice muy claro: “En la última Cena,
Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el sacrificio de la cruz se
hace continuamente presente en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo
Señor, realiza lo que el mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en memoria
de él.”
Según esa doctrina las substancias del pan y del vino no se alteran, aun que las
especies puedan “contener” a la Presencia de Cristo (como por ejemplo, digamos,
admitiéramos que el aceite y el agua pudiesen mezclarse…). Una particularidad de
esta doctrina es que afirma que la Presencia Real se da solamente en el momento en
que el comulgante está recibiendo la Santa Cena (*06).
Creo ser importante que cada MESC tenga bien claras estas diferencias entre la
transubstanciación y las cosas que no pertenecen a nuestra fe. De ese modo podrá en
su propia parroquia estar apto a cooperar en la prevención de distorsiones heréticas
novedosas traídas por miembros desinformados.
Una pregunta muy “incómoda” (que tarde o temprano termina surgiendo) para
la cual el MESC tiene que estar preparado para esclarecer es: “¿Que le pasa a
la hostia -el Cuerpo de Cristo- después de ser ingerida? ¿entra en el proceso
digestivo del organismo?”.
La explicación es, en realidad, muy simples: Nada puede siquiera acercarse a
Dios a menos que se encuentre en su Gracia, o sea, que esté en un estado de
pureza total. En el mismo instante en que la hostia (el accidente) toca nuestra
lengua ya se da el inicio del proceso de corrupción de la materia y es cuando la
67
sustancia de Cristo la abandona, aún que haya permanecido Él en nuestro ser,
nuestra persona, (somos seres corporales pero no solo cuerpo).
Por lo tanto, no hay razón para tener escrúpulos cuanto a esta cuestión, pues en
la parte que es asimilada por la digestión, el accidente, Cristo ya no estaba allí
para entrar en ese proceso. La oblea física solo ha cumplido su función para
vehicular la comunión con Cristo Sacramentado hasta el ser que somos
nosotros.
Cierro esta sección con una recomendación. Todo lo que se ha explicado en esta obra
sobre nuestra fe está contenido en el Catecismo de la Iglesia Católica. No hay mejor
fuente (y más práctica) que esta para dominar la doctrina de Cristo conforme
transmitida por loa Apóstoles. Es como una síntesis del Magisterio. Todas las
respuestas están allí, para “consumo inmediato” y sin complicaciones. Entiendo
como ineludible su estudio porque un MESC actuando fuera de la doctrina será
fatalmente un desastre. Y no se puede vivir la Eucaristía ajenos a la doctrina
católica… ¿Hace sentido eso?
http://www.lateledepedro.tv/descargas.html
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La oficiosidad del MESC:
Hagamos ahora un resumido repaso de lo que hemos tratado hasta este punto y
pongámoslo en la secuencia según la cual el MESC irá actuar en el ejercicio de su
función.
Preparación
Actuación en Misa:
– Acto de Presencia
Lo ideal es llegar siempre un poco antes de la hora del inicio de la
celebración para poder tener un poco de recogimiento (de preferencia
frente al Tabernáculo) y allí, seguida de un breve examen de
consciencia, pronunciamos la oración del acto de presencia (*02).
Luego tomamos consciencia de esa Presencia Viva que el Señor hace
de Sí ante nosotros y aceptarla (su Paz).
– Contrición
Rezamos con el corazón al acto de contrición (*02) pidiéndole perdón
por nuestras faltas de pecadores y que así como que Él “acepte”
(permita) que nosotros también nos presentemos ante Él.
– Alabanza
Hacemos una oración breve en Su alabanza; por ej.: Oh SS
Sacramento; Sacramento Divino; el trisagio (Santo, santo, santo…),
también hay 3 alabanzas contenidas en el padrenuestro, basta con
meditarlas mientras se las pronuncia (las tres primeras peticiones)
Si esta preparación se hace en donde uno podrá estar siendo visto por otras personas
nadie se debería dejar inhibir o afectar por ese detalle, o quitar la atención de lo que
hace, pues mucho más importancia que la presencia de otras personas es la Presencia
Real frente a la que se está teniendo el privilegio de permanecer.
Lo “peor” que podría pasar es que la actitud y ejemplo del MESC contribuyeran para
la evangelización a los presentes sin la necesidad de usar palabras, como predicaba
San Francisco.
La entrega de la Comunión
Tanto en Misa como fuera de ella esta función debe desempeñarse con
veneración y solemnidad [CIC #1378]
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Cuanto al punto en que deberá situarse el MESC para repartir la
Comunión este deberá ser concertado con el acólito o sacerdote ya
antes de la celebración.
Que valga esta explicación apenas como mero ejemplo basado en las
costumbres generalizadas, pues las rubricas no detallan las
particularidades de este punto.
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Vigilancia [RS #183]
Cuando se le confiere al MESC el privilegio de custodiar las hostias
consagradas se confía que este tiene plena consciencia de su responsabilidad y
que cumplirá esa labor con esmerado celo. Significa eso que el santísimo
sacramento debe ser todo el tiempo vigilado y protegido contra toda
irreverencia y deformación. No debe de modo alguno quedarse expuesto a ser
perdido u olvidado en ningún sitio.
Por esa razón uno no debe descansar la teca –aun que solo por instantes- sobre
un mostrador, en el asiento de un vehículo, cabina telefónica o en cualquier
otro sitio durante el tiempo que pase en el local de la entrega de la comunión o
en paradas durante el trayecto entre el tabernáculo y los otros lugares.
Debemos estar vigilantes contra los posibles descuidos. La mejor garantía es
portarlas, según la forma usual, conforme anteriormente instruida en la sección
“Modo de portar la teca”.
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CAPITULO II
La parte que esta guia no puede cubrir y que es el MESC quien debe procurar apurar
en su propia parroquia es la información especifica, concerniente a:
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X
3. Dudas y Preguntas
Conforme explicado ya en el inicio de este trabajo esta guia es una “adaptación” del
programa para el curso de formación llevado a cabo por nuestro Ministerio, cuyos
trabajos han sido autorizados por el Obispo Local. Esta sección de dudas y preguntas
existe en el programa original para atender a los participantes de las aula.
No he removido esta sección a propósito, por si este programa llega a ser utilizado por
algún tutor que desee realizar el curso en la práctica, caso en que ciertamente querrá
mantener este apartado.
En el caso de que no sea así y que el lector esté siguiendo esta guía individualmente
como un programa básico de formación, para no quedarse en la duda si tiene alguna
pregunta pertinente a la materia de este programa puede utilizar el formulario de
consultas que el Ministerio Deoduce de Formación y Apologética mantiene en
internet pulsando la siguiente imagen:
www.deoduce.org
Interesados en este curso u otros del ministerio pueden consultar el siguiente enlace:
www.deoduce.org/formacion_fe_apologetica.html
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APÉNDICE:
[Cc.] Concilio
[IGMR] Institutio Generalis Missalis Romani (Instrucción)
[CDC] Código de Derecho Canónico
[CIC] Catecismo de la Iglesia Católica
[CCIC] Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica
[CJIC] Catecismo Joven de la Iglesia Católica (YOUCAT)
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(*02) Oraciones:
Aquí conviene entender que “el tal como en verdad nosotros somos”, Él -que es
omnisciente- obviamente ya lo sabe de sobra… Es para recordarnos a nosotros
mismos que es recomendable un breve examen de consciencia en esta ocasión. Se
trata de prepararnos para un encuentro con lo Divino.
Somos nosotros con todo lo bueno y malo que portamos quienes nos atrevemos a
ponernos frente al Bien Supremo, a la Gracia Total.
Sin duda alguna, el hábito de una preparación hecha antecediendo cada momento
dedicado a las funciones del ministerio nos ayuda sobremanera a mejor
“sintonizarnos” con lo Divino.
El acto de contrición:
Dios mío,
me arrepiento de todo corazón
de todos mis pecados
y los aborrezco,
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por que al pecar, no sólo merezco
las penas establecidas por ti
justamente,
sino principalmente porque te
ofendí,
a ti sumo Bien y digno de amor
por encima de todas las cosas.
Por eso propongo firmemente,
Con ayuda de tu gracia,
No pecar más en adelante
Y huir de toda ocasión de pecado.
Amen. [CCIC p.228].
“(…) Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios. Porque no diré el
secreto a tus enemigos ni te daré el beso de Judas.” [Liturgia de S. Juan Crisóstomo,
CIC #1386]
“Te doy gracias, Jesús mío, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen
Santísima, Ángel de mi guarda, Ángeles y Santos del Cielo, dad por mí gracias a
Dios. Amén.”
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(*03) Amén:
La palabra amén tiene más de un significado:
Puede expresar la esperanza, deseo o compromiso de que algo viniera a ser o tornarse
realidad, “que así sea” (que así vendrá a ser, que todavía no es pero se espera que lo
será);
Puede significar que confirmamos creer que algo se trate de una verdad, que “así es”
(ya está siendo una realidad);
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Iglesia lleva el mismo significado que en la proclamación del Credo: así es. “(…) La
Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente
a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la
Iglesia (…)” [CIC #1396].
Y para colmar esta mirífica comunión de la Iglesia en la Eucaristía basta incluir las
propias palabras del Señor: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come este
pan, vivirá para siempre… el que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida
eterna… permanece en mí y yo en él.” (Jn 6:51, 54, 56)
Cada vez que se actualiza este acontecimiento extraordinario todo junto se hace
presente a la vez: el Amor del Padre, Dios del Amén; el Hijo como Amén, Pan de
Vida, Cabeza de la Iglesia, sacerdote, víctima y altar; Su Palabra, el Espíritu Santo
con su milagroso obrar; los Ángeles del Cielo; el sacerdote como Alter Christus,
pastor y líder de la comunidad; la asamblea de fieles en comunión y los hermanos
difuntos en las oraciones.
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(*04) La Comunión Espiritual:
Algunas personas piensan que la comunión eucarística ocurre solo cuando consume la
hostia consagrada. Pero el rito de la comunión ya empieza con el padrenuestro y
sigue en un creciendo hasta culminar con la distribución de las obleas consagradas.
El modo para comulgar espiritualmente, aun que con algunas diferencias, no deja de
ser parecido y simple para el comulgante a la otra forma. Repasar aquí las ya citadas
palabras de Mons. J. I. Munilla ayudará a entenderlo mejor.
Bajo esa percepción se puede notar la gran diferencia entre que el lector y yo Le
recibamos aisladamente y por nuestra propia cuenta y, por otra parte, que el Señor nos
contenga a los dos en Él mismo… Y que es ese misterio lo que hace con que
participemos de una unión en común (comunión).
Así siendo, todo aquel que haya participado de la celebración de la Misa desde su
comienzo ha participado de todo el rito de la comunión. La única diferencia entre
todos los fieles se situará entonces entre aquellos que se presentan para recibir la
comunión sacramental, los que para recibir la bendición sacramental y los que no se
presentan a nada.
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Ahora bien, vimos además que con la inmixión acontecida cuando el sacerdote añade
la partícula de la hostia al vino y al agua ya estaremos todos los presentes en la Misa
empezando a tomar parte espiritualmente de la Comunión. Eso se da por que en ese
acto a la naturaleza divina de Cristo, a su sangre se le habrá unido el “agua”, que
somos nosotros, la naturaleza humana.
X
(*05) La Señal de la Cruz:
La señal de la cruz es, sin duda, el elemento más conocido en toda la Iglesia. Entre la
comunidad presidiaria hay un gran número de personas “católicas porque han sido
bautizadas” pero que, en gran número no saben siquiera el padrenuestro… Pero saben
hacer la señal de la cruz.
Incluyo esta nota porque he observado que hay personas que quieren hacer la señal de
la cruz para cualquier cosa cuando están en la iglesia. También noto que muchos
emplean indistintamente los términos signar, santiguar y persignar como sinónimos.
Las cosas de nuestra fe, por más simples que parezcan tienen una gran riqueza de
sentido. Nada existe en ella por acaso o sin razón. Y seria bueno que si se le
preguntara al MESC cual la diferencia entre esas tres cosas estuviera apto a explicarla.
La señal de la cruz tiene tres razones de ser: es un signo y un símbolo, a la vez que un
sacramental.
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Un signo es una señal que nos revela sensorialmente una realidad invisible y que nos
remite a su percepción intelectual [CIC #774].
Una forma muy simple de recordar la diferencia entre esas dos cosas es tener en
cuenta que el signo ''significa'' mientras que el símbolo ''simboliza''. ¿Obvio, verdad?
La diferencia entre los tres términos es muy fácil de entender y se puede memorizar
de carrera:
• Signar: Puede ser el gesto de figurar una pequeña cruz con el pulgar de la
mano derecha hecha sobre uno mismo, en otra persona, como en el caso de
cuando el sacerdote ministra el Crisma, la figura sobre el Evangelio en el
punto de inicio de su lectura, o sobre cualquier cosa para bendecirla. Es la
forma más antigua de hacer la señal de la cruz. Históricamente tiene su origen
en los primeros cristianos, quienes la utilizaban tanto en los bautizandos como
en si propios, pues no empleaban nuestra forma actual de santiguarnos
(volveremos a esto más adelante). La forma más apropiada de llamar a este
gesto cuando lo practicamos sobre nuestro propio cuerpo (la cruz grande) sería
auto-signarse que es lo mismo que santiguarse).
Pero también se le dice signar al gesto de figurar tres pequeñas cruces en uno
mismo con el pulgar de la mano derecha; una en la frente, otra en la boca y la
otra en el pecho. La fórmula vocalizada que complementa al gesto puede
variar de región a región, pero el sentido de su simbolismo es único y
profundo. Se acompaña al gesto diciendo: '' Por la señal de la Santa Cruz, ''
de nuestros enemigos, '' líbranos Señor Dios nuestro''.
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purificación de nuestra boca para que con ella solo hablemos conforme las
enseñanzas de la Palabra de Dios y propaguemos su Reino. Y, con la tercera,
que purifique y convierta nuestro corazón para que este sinceramente abrigue
y ame al contenido de la Palabra de Dios.
Una exposición más completa sobre los orígenes de la señal de la cruz, su empleo y
utilidad práctica puede ser encontrada en la publicación “LA SEÑAL DE LA CRUZ –
Santiguar, Signar, Persignar” en formato PDF en el siguiente enlace:
www.deoduce.org/temas_catolicos.html
X
(*06) A mero título de ilustración, con un mismo propósito de nuestro gesto de los
brazos en “X”, los luteranos suelen colocar la mano derecha en el hombro izquierdo
para señalar que no desean recibir lo que ellos llaman la “Santa Cena” (no hay que
sorprenderse ¡ya ha ocurrido en una ceremonia solemne en el Vaticano!).
Por si acaso, y para estar apto a solucionar situaciones extrañas como esa, en ese caso
el MESC debería dirigir esa persona al sacerdote, quien le podrá dar la bendición
sacramental. (Los sacramentos no pueden ser dados a quienes no estén en plena
comunión con la Iglesia, pero los sacramentales sí. Y la bendición no es un
sacramento).
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X
(*07) Las diferencias más notables entre la Eucaristía y las celebraciones de
otras comunidades cristianas
X
(*08) Documentos diocesanos -Inglaterra y Gales- pertinentes al Ministerio
Extraordinario de la Sagrada Comunión:
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(*09) CUSTODIA, OSTENSORIO, LUNA, SANTÍSIMO
Pese a que la materia de esta otra sección no esté directamente relacionada con las
atribuciones del MESC la incluyo para atender a un doble propósito. El primero se
debe a que algunos feligreses no tienen claro cuales son exactamente las funciones de
un MESC y asumen que este debería por obligación saberlo absolutamente todo que
pudiera relacionarse con la Eucaristía. La información que se sigue podría ser de
ayuda para que le habilite a este prestar la información solicitada en esos casos.
El segundo propósito es servirles de complemento formativo a acólitos instituidos y a
sacristanes que pese haber sido investidos en sus funciones no hayan tenido
oportunidad de recibir formalmente esa instrucción específica.
Una duda que me presentan con cierta frecuencia es cual la diferencia entre una
custodia y un ostensorio. Esos y otros términos son la mayoría de las veces tomados
por sinónimos, incluso en diccionarios, cuando necesariamente no tendrían que serlo.
Ostensorio
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Custodia
El ostensorio puede ser removible del centro de la custodia para facilitar el manejo de
la hostia, o puede ser fijo. Existen también ostensorios con un pie accesorio para que
estos pueden ser utilizados para la exposición del Santísimo sin necesidad de que se
transporten voluminosas custodias, en las situaciones en que el sacerdote requiera su
portabilidad.
Los ostensorio a veces pueden estar incluidos en los mismos maletines de parafernalia
litúrgica portátil.
Maletín litúrgico
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Cuanto a ese “santísimo”, no se trata de un apelativo más dado a esos artilugios, sino
que se refiere al mismísimo Santísimo Sacramento que ellos ostentan (exponen) y
custodian.
Lo cierto es que si alguien le apuntara a una custodia sobre el altar no estaría errando
tanto si afirmara estar viendo tanto a una custodia, como si a un ostensorio, una luna o
al Santísimo, pues todo eso estará allí a un mismo tiempo presente.
Expliquemos ahora eso de la “luna”… ¿y eso, qué es? No es más que una pequeña
pieza movible de forma semicircular (de “media luna”) que se fija dentro del
ostensorio para sostener la hostia de pie. También se le conoce como lúnula, luneta o
lunela. A veces se le llama a esta equivocadamente por viril.
Lunas de ostensorio
El viril es una otra pieza utilizada como alternativa a la luna, también movible y con
el mismo fin, o sea, sirve para sostener verticalmente a la hostia, el cual no es otra
cosa que una especie de perno que se fija por detrás de la oblea para que esta repose
contra él y así pueda mantenerse de pie, y en esa ubicación eso no se le nota.
Viril en ostensorio
No deberíamos dejarnos sorprender por que haya confusión con estos nombres, pues
como si fuera poco estos mismos apelativos son todavía empleados para designar
también a otras cosas bien diferentes.
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Portapaz:
Existen dos artilugios religiosos que a veces se les llama por el mismo nombre,
portapaz. Uno de ellos nada tiene que ver con custodiar a la sagrada forma mientras
que el otro sí. Es bueno conocer la diferencia para evitarse confusión cuando en
lecturas o conversas.
El primer portapaz es una imagen representativa de algo tenido como santo por lo
cual se le tiene devoción en la piedad popular. A esa piedad popular se le llamaba del
Beso de la Paz, la cual en la mayoría de lugares ya se fue quedando en desuso.
Esta pieza lleva incorporada una asilla en su parte posterior para permitir que sea
sostenida sin que se sobresalga la mano que la porta mientras se la expone al fiel que
desea besarla cuando es ofrecido al devoto para el Beso de la Paz.
Este artilugio por lo general suele ser de pequeñas dimensiones y de gran portabilidad.
Custodia de asiento
También existen las custodias de asiento, las cuales pese al nombre difieren bastante
de aquellas comúnmente expuestas sobre el altar para la Adoración Eucarística
habitual, sobre las cuales hemos anteriormente hablado. Y conociéndose también qué
es el Beso de la Paz se entiende ahora porque a algunas de esas custodias de asiento a
veces también se les llama portapaz pese a su inmensa desproporción en tamaño si en
comparación con los pequeños portapaces recién descritos.
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Custodia de asiento (a veces portapaz, según el lugar)
Estas custodias acostumbran ser de grandes dimensiones y por esa razón pueden
llegar a pesar varios centenares de quilos, por lo que son difícilmente movibles.
Pueden fácilmente llegar de 2 a los 3 metros de altura. Son piezas de gran belleza y
riqueza artística, consistiendo en verdaderos monumentos muchas veces elaborados
con plata y oro. Siempre llevan incorporado un ostensorio al cual custodian, y de ahí
que a esos verdaderos “monumentos artísticos” también se les llame custodias. Y se
les llama señaladamente de custodias “de asiento” simplemente porque deben
permanecer asentadas en una base fija (trono).
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A veces, estas inspiran la formación de cofradías en su entorno y en ocasiones festivas
muy especiales pueden hasta ser llevadas con grandes esfuerzos por las calles en
carros procesionales.
X
(*10) La lipsanoteca eucarística (lat. lipsanotheca):
Este recipiente es como un tipo de relicario cuyo uso empezó a ser difundido en la
Edad Media. Aun que desde los primeros tiempos de la Iglesia ya había la costumbre
de preservar reliquias santas, los primeros relicarios hechos con ese fin específico y
tal como les conocemos hoy fueron originalmente confeccionados en madera durante
el Románico. Luego pasaron a ser construidos con otros materiales. Con el renovado
celo piadoso de la Edad Media floreció la elaboración de lipsanotecas y otros tipos de
relicarios con piedras y materiales más nobles, constituyéndose algunos en verdaderas
obras de orfebrería.
Lipsanotecas
Sin embargo, de otra parte, hay todavía sacerdotes celosos que por ocasión de la
Eucaristía conservan un vaso (u otro recipiente) con agua próximo al tabernáculo
(independiente de donde se encuentre ahora localizado en la iglesia) con la misma
finalidad. Algunos allí también se van a dejar las imperceptibles partículas
remanecientes en sus dedos pos haber tocado la hostia durante la consagración y la
entrega eucarística.
[X\
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PALABRAS FINALES
El MESC debe actuar en plena harmonía con los demás oficios que también se
relacionen con la Eucaristía, tal como actúa el músico en una orquesta. Si el músico
no está capacitado para conocer y diferenciar su propia partitura de las que les
corresponde a los otros en cada momento o disposición, resultará ruido y no música…
Con la Eucaristía podría resultar algo bastante peor que un simple “ruido”.
Vez por otra tengo que oír el comentario (para mí sorprendentemente insólito) de que
“soy muy estricto” con los detalles de la Eucaristía y todo lo que se relacione a ella.
A otros les parece este curso un poco extenso y que podría ser abreviado.
Lo que aquí expuse no debería ser tomado como una imposición a nadie. Cada cual
es libre para tomar solo lo que le parezca conveniente y correcto. Simplemente he
preferido pecar por exceso antes que por omisión.
Hay dos cositas más que me gustaría recordar antes de terminar: una es que este
material debería ser sometido a la revisión y autorización por parte del presbítero
responsable del MESC antes de llevarlo a la práctica.
El acto de entregar la Sagrada Comunión a fieles no es más que solo “la parte visible”
de este oficio y nuestro crecimiento espiritual no será igualmente perceptible por los
demás. Pero nuestro crecimiento interior, el cual se siente y se vive aun que otros no
puedan verlo, cambiará mucho a la vista de Dios.
A.M.D.G.
R. Penner, Deoduce
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NOTA_
Queda autorizada la reproducción de esta obra para fines didácticos
exclusivamente, sin interés comercial. Asimismo su publicación, desde que
además se cite la fuente.
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