El Análisis de Los Sistemas Políticos
El Análisis de Los Sistemas Políticos
El Análisis de Los Sistemas Políticos
En su libro más reciente Sistemas Políticos Comparados, el primer capítulo se titula “El
análisis de los sistemas políticos” al que me refiero para el Diplomado en Partidos
Políticos, Procesos Electorales y Campañas, que ofrece el Centro de Investigación en
Sociología Política (CISP, sede en Tixtla), en donde el turinés señala que, las estrategias de
la comparación pueden ser numerosas e implicar distintos aspectos de los sistemas políticos
considerados individualmente.
Afortunadamente, aunque muy a menudo es olvidada, esta teoría sistémica existe. Fue
elaborada por David Easton (1965), entre los años cincuenta y mediados de los años
sesenta y mantiene una validez general y una notable utilidad específica. No es el momento
de entrar en detalles, pero sí de destacar que David Easton (Toronto, Canadá, 1917), es
perfectamente consciente de la importancia de dos elementos cruciales para circunscribir el
campo de análisis del sistema político: los límites y los procesos de comunicación
(feedback) entre las demandas de los ciudadanos, las respuestas de las autoridades y la
evaluación que los ciudadanos hacen de esas propuestas y de sus consecuencias.
Según David Easton los tres componentes cruciales de un sistema político son:
la comunidad política;
el régimen;
las autoridades.
La comunidad política, son los ciudadanos y todos aquellos que están expuestos a las
decisiones de las autoridades y a las modalidades de funcionamiento del régimen.
La comunidad política está compuesta por todos aquellos que están sujetos a la
determinación imperativa de los valores. Para entendernos, por todos los ciudadanos que se
encuentren o no en el territorio cubierto por el sistema. Easton escribía en un período en el
que, al mando en las democracias, no parecía haber problemas relativos a la definición de
quien formaba parte de la comunidad política. Más precisamente, no existían grupos
étnicos, culturales, territoriales o religiosos que desafiasen a la comunidad política
existente y que declarasen sus intenciones de abandonarla para construir una comunidad
específica propia, más homogénea, o bien si –y en el caso de que existiera- no disponían de
los recursos cruciales para la movilización.
Sabemos que ya entonces en muchos países del Tercer Mundo, el problema de la definición
de la comunidad política era muy grave y ha llevado a conflictos entre etnias, a guerras
civiles, incluso a la disgregación de sistemas políticos enteros.
Gianfranco Pasquino, subraya que la expresión “régimen” puede servir para diferenciar
tanto los sistemas políticos democráticos como los sistemas políticos que no lo son,
necesitados a su vez de subdivisiones ulteriores, y aún más, en los regímenes democráticos,
entre los que son parlamentarios, presidenciales, semipresidenciales y directorales.
El tercer componente introducido por Pipa Norris (Londres, 10 de julio de 1953), las
instituciones, en el esquema de Easton, está representado por las prestaciones del régimen,
del rendimiento de las instituciones. A propósito, es imperativo evitar cometer un grave
error: el de pensar que las diferencias de rendimiento de un régimen dependen
exclusivamente de las capacidades y la competencia de las autoridades, los gobernantes y
los representantes.
Uso del modelo comparado
Naturalmente, para los estudiosos de ciencia política, y, más en general, para los estudiosos
de ciencias sociales y conductistas, la comparación entre sistemas no es la única estrategia
por perseguir para entender y saber más, tanto sobre estos sistemas políticos como sobre la
política. Algunas veces puede ser la mejor estrategia.
La contribución de Giovanni Sartori sigue siendo decisiva e insuperable para todo lo que
concierne, en primer lugar, a la formación y utilización de los conceptos y, en segundo
lugar, para la clasificación del deber y del aporte del método comparado.
La hipótesis inicial podría sugerir que, en efecto, todos los sistemas parlamentarios tienen
gobiernos de coalición multipartidista. El método comparado sirve para “controlar” esta
hipótesis teniendo en consideración uno, muchos, todos los sistemas parlamentarios
actualmente existentes.
El método comparado servirá para controlar nuevamente en qué casos precisos cuánto de lo
que se consideraba probable no tuvo lugar, y a encontrar una explicación concerniente a
que variables incidieron en los fenómenos analizados y en qué casos debe considerarse
como desvíos, es decir, conformes con la teoría de la probabilidad formulada
precedentemente.
Dicho esto, no se debe pensar que el método comparado es, por decirlo así, un método
residual. Cuando ninguno de los otros métodos se demuestra aplicable, entonces no queda
más que recurrir al método comparado. Por el contrario, el método comparado permite, en
determinadas condiciones:
Gianfranco Pasquino, explica cómo votan los electores utilizando sistemas electorales
mayoritarios y proporcionales para dar vida a los parlamentos y a los gobiernos. Identifica
los distintos problemas operativos de cada sistema político: desde el Cabinet Government
inglés hasta el gobierno del Canciller alemán, desde la cohabitación en la Quinta República
francesa hasta el “gobierno dividido” de los Estados Unidos, como así también la
persistente inestabilidad política y baja eficacia decisional de Italia, antes y después de la
reforma electoral de 1993. Las instituciones son relevantes tanto para quien gobierna como
para quien es gobernado. Reformarlas para mejorarlas es posible, si se manejan adecuados
conocimientos comparativos. Justamente lo que en este libro se analiza, Sistemas Políticos
Comparados, con gran lucidez, Gianfranco Pasquino pone a su disposición de sus lectores.
A este punto resulta oportuno confrontarse con tres contribuciones recientes que de distinto
modo influenciaron y todavía siguen influenciado las modalidades de análisis comparado
de los sistemas políticos democráticos.
George Tsebelis (1995,2002) propuso una nueva, original clasificación de los sistemas
políticos con referencia al número de actores dotados de poder de veto (de ahora en
adelante, para no hacer pesados el discurso, veto player). Son veto player todos los actores,
institucionales y de partidos cuyo consenso es necesario para que sea tomada una decisión,
esto es para que el statu quo sea “movido”.
Conclusión
Naturalmente es muy importante saber describir con precisión, por ejemplo, haciendo uso
de la teoría de las coaliciones, cómo se forma un gobierno y qué poderes tiene. Pero en las
perspectivas que adopta Pasquino aquí es todavía más importante, por un lado, encontrar
los nexos entre el sistema electoral, el sistema de los partidos y la formación del gobierno, y
por otro lado identificar las relaciones que median entre el gobierno, su mayoría
parlamentaria y el parlamento (para explicar qué poderes efectivamente tiene el gobierno y
cuáles logra, o no, ejercer).
Los cinco sistemas políticos que eligió Pasquino: Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y
Estados Unidos, fueron elegidos porque cada uno de ellos ofrece automáticamente un tipo
específico de régimen. Los cinco son, naturalmente, sistemas políticos democráticos, pero
en términos de “régimen” entre ellos existen grandes y significativas diferencias,
Justamente por las notables diferencias que existen entre los cinco casos, absolutamente
carentes de exotismo, que Pasquino ha elegido, prometen ofrecer material importante para
la comprensión de la dinámica, del funcionamiento, de los eventuales inconvenientes de las
democracias contemporáneas y de las modalidades de su autorregulación.