Semana Santa 2019 PDF
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DIOCESIS DE JERICÓ
14 a 21 de abril
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1. PRESENTACIÓN........................................................... 1
2. DOMINGO DE RAMOS.................................................. 2
3. LUNES SANTO.............................................................. 6
4. MARTES SANTO........................................................... 8
5. MIÉRCOLES SANTO..................................................... 10
6. JUEVES SANTO............................................................ 12
7. VIERNES SANTO.......................................................... 19
8. SABADO SANTO.......................................................... 25
9. DOMINGO DE PASCUA................................................ 34
10. ANEXOS...................................................................... 37
10.1. MISA DE ENFERMOS Y RECEPCIÓN DE LOS
SANTOS OLEOS.................................................. 37
10.2. HORA SANTA....................................................... 40
10.3. SANTO VIACRUCIS.............................................. 50
10.4. ESTACIONES DE VIDAL...................................... 73
10.5. SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS................. 75
10.6. DESCENDIMIENTO.............................................. 91
10.7. LOS SIETE DOLORES......................................... 92
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1. PRESENTACIÓN
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BENDICIÓN Y PROCESIÓN DE RAMOS
MONICIÓN INICIAL
Hermanos: nos hemos reunido como Pueblo de Dios para dar inicio
a la celebración de la Semana Santa; semana en la que
conmemoramos los misterios más grandes del amor de Dios para
con los hombres: la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro
Señor Jesucristo. Dispongámonos para vivir un tiempo de gracia,
de paz y de reconciliación, reconociendo que sólo en el Señor
Jesús, podremos vivir como verdaderos hermanos que se
esfuerzan por conseguir un futuro mejor, libre de rencores,
renunciando a todo aquello que nos impide vivir en verdadera
caridad.
RITOS INICIALES
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MONICIÓN ANTES DEL EVANGELIO
El relato del Evangelio que vamos a escuchar nos permite ver
cómo se llena de sentido lo que con tanta fe celebramos en este
Domingo de la Pasión, o de Ramos como también lo solemos
llamar. El texto nos presenta al Rey de reyes montado en un
borrico, al Rey de los cielos en la condición más humilde que se
puede esperar, no con lujos, ni en el estrépito del mundo, sino de
la forma más sencilla y hermosa que contrasta con cualquier
ambición de poder y de dominio; lo vemos en un pollino y rodeado
de la alabanza de los sencillos y pobres de corazón, que descubren
en ÉL al Mesías prometido.
Homilía breve
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ORACIÓN DE LOS FIELES
Por los que sufren, para que sus angustias y dolores unidos a
los de Cristo, sean medio de purificación y santificación personal
y comunitaria. Oremos.
5 ÍNDICE
3. LUNES SANTO
MONICIÓN INICIAL
Queridos hermanos, nos hemos reunido hoy para continuar el
camino hacia la Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Sigamos de
cerca sus pasos para que obtengamos la gracia de su amor y de
su perdón.
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ORACIÓN DE FIELES
Por los que sufren, para que, ayudados con la gracia de Cristo,
superen toda dificultad y sean colmados de paz y bendición.
Oremos.
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4. MARTES SANTO
MONICIÓN INICIAL
Hermanos, bienvenidos a la Eucaristía en este Martes Santo. Nos
vamos acercando poco a poco a la celebración del Misterio
Pascual. Es Cristo el Señor el que nos convoca para que
escuchemos su Palabra y renovemos su sacrificio redentor.
Centremos nuestra mirada en Aquel que es refugio y roca para
quien lo necesita.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
9 ÍNDICE
5. MIERCOLES SANTO
MONICIÓN INICIAL
Nos congregamos en torno al altar para celebrar el misterio de
nuestra fe. Avanzamos por este camino cuaresmal fijando nuestra
mirada en Cristo Siervo y víctima de propiciación por nuestros
pecados. Será a la luz del misterio pascual donde comprendamos
el amor desbordante e ilimitado del bondadoso Padre. Como los
discípulos caminamos con Jesús a la Ciudad Santa donde se
manifestará el designio de salvación.
Con un corazón dispuesto participemos de este banquete. Que sea
Jesús el que dé sentido a nuestra vida.
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ORACIÓN DE FIELES
Por la Iglesia Santa de Dios, para que fiel a las enseñanzas del
Divino Maestro, camine por las sendas de la santidad, de la
justicia y de la paz. Oremos.
11 ÍNDICE
6. JUEVES SANTO
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EUCARISTÍA EN LA MAÑANA
MONICIÓN INICIAL
Hermanos, nos congregamos en torno al altar, para actualizar el
amor inmenso de Dios que se hace Eucaristía. Aquí se cumple la
promesa de Jesús de “estar con nosotros hasta el final de los
tiempos”. Es el Señor quien nos invita a escuchar su Palabra y
alimentarnos de su Cuerpo. Hagamos de este encuentro, la
oportunidad para identificarnos más con Él.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
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MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR
MONICIÓN INICIAL
Hermanos, la esperanza cristiana se ve fortalecida en esta
celebración que inicia el Triduo Pascual, centro de nuestra fe en
Cristo que muerto y resucitado nos da la salvación.
La celebración de esta tarde gira en torno al amor. Amor del Dios
Padre, que amándonos hasta el extremo nos da a su Hijo único;
Amor del Señor que se sienta a la mesa con sus discípulos por
última vez, allí en la intimidad les manda amarse unos a otros, y
como muestra de ello les lava los pies; les promete, además estar
con ellos siempre, por lo que instituye la Eucaristía como
actualización de su presencia y el orden sacerdotal para el servicio
de los hombres.
Hoy nos sentimos invitados por el mismo Cristo, que por medio del
presbítero, eleva nuestra vida como ofrenda de amor, y nos
disponemos para compartir esta Cena, donde es el mismo Señor
quien preside.
Vivamos esta celebración participando activamente, como
respuesta a la caridad infinita de Dios.
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MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
La liturgia de la Palabra de esta Tarde Santa, nos habla de la
Pascua, el paso y la liberación obrada por Dios en favor de su
pueblo. Es en el marco de esta fiesta que Jesús puesto a la mesa
con los suyos, les enseña el verdadero y auténtico poder. Es en su
Cuerpo y en su Sangre ofrecidos, donde se sella y se abre la nueva
alianza basada en el mandamiento del amor.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
Por nosotros aquí reunidos para que el ejemplo vivo del Señor
Jesús que inclinándose lava los pies de sus discípulos nos
mueva a servir con humildad y sencillez a quienes nos rodean.
Oremos
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Una vez terminada la oración postcomunión, se dispone lo necesario para
la procesión al lugar del Monumento Eucarístico.
MONICIÓN FINAL
Esta solemne liturgia termina en silencio, un silencio que se
prolongará hasta el grito del Gloria triunfante de la resurrección. No
se nos imparte la bendición puesto que las celebraciones del triduo
pascual forman una sola liturgia. Vayamos a testimoniar al mundo
lo que hemos vivido y oído hoy.
18 ÍNDICE
7. VIERNES SANTO
En la tradición popular este día asume una dimensión de tristeza profunda, de luto;
sin embargo, la liturgia del Viernes Santo, a pesar de su austeridad, expresa una
serena y majestuosa solemnidad. No por casualidad los ornamentos son de color
rojo, como en el día en que se conmemora la entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén, o como en los días en los que la Iglesia celebra la entrada triunfal de
los mártires a la Jerusalén celestial, o como en el día de Pentecostés cuando se
celebra el triunfo del Resucitado, que como máximo fruto de la Pascua envía el
Espíritu Santo sobre su Iglesia.
La Iglesia celebra la hora de la muerte de Jesús como la hora del triunfo. En efecto,
el lenguaje litúrgico habla de la pasión y muerte gloriosa; por otro lado, Jesús
mismo habla de su muerte en estos términos: “Ha llego la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre… Cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos
hacia mí… Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique
a ti…” (Jn 12-17).
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Elementos necesarios para la celebración:
Misal, libro de la sede, leccionarios, ornamentos rojos, copias suficientes
para la lectura de la pasión del Señor, la cruz que se va a llevar en
procesión, cruces para el momento de la adoración, mantel del altar para
el momento de la sagrada comunión, ciriales para acompañar el Santísimo
Sacramento desde su lugar de reserva hasta el altar.
MONICIÓN INICIAL
Con esta solemne Memoria de la Muerte de Cristo, entramos en el
centro mismo de su misterio de amor por nosotros; amor hasta la
muerte; entrega total que tendrá su plenitud en la Resurrección. En este
día la Cruz no se nos muestra como signo de derrota, sino de triunfo.
Hoy la vida se adentra en el mar de la muerte para destruirla de forma
definitiva. Por eso, siguiendo una antiquísima tradición de la Iglesia, hoy
no se celebra la Eucaristía; pero dentro de esta solemne celebración,
vivimos la triple Pasión: Pasión proclamada, en la liturgia de la Palabra;
Pasión venerada, en la adoración de la Santa Cruz y Pasión comulgada
en la distribución de la sagrada Eucaristía.
Llenos de fervor por aquel que nos amó primero, celebremos la muestra
de amor que nadie nos podrá dar jamás, que nos mueve a perdonar a
los demás y a contemplar cómo se restablece nuestra unión con Dios
por toda la eternidad.
MONICIÓN A LA POSTRACIÓN
El dolor profundo que siente la Iglesia, por la humillación y la muerte de
Jesús, es manifestado por la postración de sus ministros, rostro en
tierra. Ellos, con sus vestiduras rojas extendidas por el suelo,
representan la sangre redentora derramada, que lavó y purificó la
mancha del pecado con el que merecimos la condenación. Que, al
levantarse de nuevo los ministros, nosotros podamos entender que es
Cristo mismo quien ha rebajado su gloria para levantar nuestra
humanidad caída. Pongámonos todos de rodillas
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PRIMERA PARTE:
LITURGIA DE LA PALABRA
ORACIÓN UNIVERSAL
MONICIÓN
Todo nos ha sido dado por el sacrificio redentor de Jesús; por eso,
con confianza, sabiendo que Él ahora está en las manos del Padre,
a quien ha entregado su Espíritu, supliquémosle con esta plegaria
universal para que la Iglesia Santa que ha sido purificada en virtud
de su sangre preciosa, alcance la salvación.
El sacerdote con los ministros se dirige a la puerta del templo para iniciar
la procesión con la cruz cubierta.
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TERCERA PARTE
SAGRADA COMUNIÓN
MONICIÓN FINAL
Habiendo celebrado ya el misterio salvador de la muerte de Cristo,
continuamos el curso del Triduo Pascual, y como es una sola
celebración, la Iglesia reserva impartir la bendición hasta el día de
mañana. Permanezcamos en silencio ante este admirable acto de
amor, guardando el luto de nuestro Dios, que yace en el seno de
la tierra, mientras esperamos la resurrección gloriosa que disipa
las tinieblas de la muerte.
24 ÍNDICE
8. SÁBADO SANTO
Según una antiquísima tradición, esta es una noche de Vigilia en honor del Señor. Los
fieles, siguiendo la amonestación del Evangelio, llevando en sus manos lámparas, deben
asemejarse a los siervos que aguardan al retorno de su Señor para que, cuando él vuelva,
los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
Esta Vigilia es la espera escatológica de la venida del Señor. Esta es la llave interpretativa
para leer y comprender correctamente los diversos momentos rituales de la Vigilia
Pascual y su celebración en las horas de la noche; la Vigilia no es ya celebración del
Sábado Santo sino dominical. Es apenas evidente que los ornamentos litúrgicos de esta
celebración son de color blanco, el color de fiesta. No está de más recordar que esta
Vigilia es única.
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SOLEMNE VIGILIA PASCUAL
TENER PRESENTE:
Fogata, ciro pascual, vela para encender el cirio, bolas de incienso para
incrustar en el cirio, incensario sin encender (se toman los carbones de la
fogata), naveta, Misal Romano, sonido, leccionario, suficiente agua para
bendecir y que alcance para el momento de la aspersión.
PRIMERA PARTE
LITURGIA DE LA LUZ
En torno al fuego
MONICIÓN INICIAL
Hemos llegado a la gran celebración de la Vigilia Pascual: la noche
Santa en que nuestro Redentor pasa de la muerte a la vida, y con
Él la humanidad entera. La amargura da paso al triunfo y a la
alegría. Ahora han quedado suprimidas para siempre, la mentira,
la injusticia, la misma muerte. La palabra última y definitiva es el
Amor: la vida de Dios.” Cristo es nuestra Pascua” (1 Co 5,7).
Celebremos con gran alegría y profundo sentimiento de fe.
Ritos iniciales
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MONICIÓN A LA PREPARACIÓN DEL CIRIO PACUAL
El Cirio Pascual representa a Cristo Resucitado, presente entre
nosotros. Por eso el sacerdote graba en él una cruz, pronuncia unas
palabras que lo reconocen como Señor de la historia, y le incrusta cinco
granos de incienso que recuerdan las llagas de su Pasión y su Muerte.
MONICIÓN AL ENCENDER EL CIRIO
Ahora el sacerdote enciende el Cirio, Cristo ha resucitado, vive glorioso
para siempre y nos comunica su luz y su vida.
Las luces del templo permanecen apagadas, al llegar a la mitad del templo
se encienden las velas de los fieles con la luz tomada del Cirio Pascual.
MONICIÓN AL GLORIA
En el silencio de esta noche, estamos recordando la constante y
siempre renovada acción de Dios para dar la vida al hombre. Por
eso, y antes de escuchar las lecturas de la Nueva Alianza,
cantamos el himno de alabanza a Dios. La gloria de Dios es la vida
del hombre. Entonemos con gran alegría en esta noche santa el
gran himno de alabanza al amor de Dios.
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MONICIÓN A LA EPÍSTOLA
Rom 6, 3-11
Sal. 117.1-2. 16-17. 22-23
San Pablo nos dice que, por el Bautismo, hemos sido incorporados
a Cristo y participamos de su misterio Pascual. Cristo muere en la
cruz y con ello propicia nuestra muerte al pecado. Cristo resucita y
su resurrección es alegría para todos ya que, por su Victoria,
tenemos Vida. Escuchemos gozosos, pues el triunfo de Cristo es
nuestro propio triunfo.
Terminada la Epístola del Apóstol se hace la monición al canto del Aleluya.
MONICIÓN AL ALELUYA
Este gozo, esta noticia, es tan grande y maravillosa que no se
agota en una celebración, en un gesto, en un rito. Vamos ahora a
proclamar nuestra alabanza al Dios de la Vida por esta Redención
amorosa que hoy se sella. En acción de gracias, en alabanza,
cantemos jubilosos el Aleluya que entona el Sacerdote. Es
tributarle culto a Dios Padre por la Resurrección de su Hijo
Jesucristo. Nos ponemos de pie.
MONICIÓN AL EVANGELIO
El Sepulcro está vacío, la muerte ha sido destronada de su imperio.
Llevemos hasta el corazón este relato Evangélico que nos pone de
nuevo frente al hecho central de nuestra fe, la Resurrección de
Cristo. En este acontecimiento se cimienta toda nuestra doctrina,
toda la Iglesia, toda nuestra esperanza, porque hay algo claro, si
Cristo no hubiere resucitado vana es nuestra fe. Pero lo hizo,
venció la muerte, nos devolvió la vida y por eso nuestra fe, nuestra
Iglesia y nuestra esperanza tienen razón de ser: CRISTO ESTÁ
VIVO.
TERCERA PARTE
LITURGIA BAUTISMAL
Terminada la homilía se procede a la monición de la liturgia bautismal.
MONICIÓN A LA ASPERSIÓN
Ahora, recordando nuestro propio bautismo por el que se nos
incorporó a la vida de Dios, vamos a recibir sobre nosotros el agua
que se acaba de bendecir. Se trata de un signo que nos hace
presente la grandeza de Dios y el compromiso que adquirimos en
el bautismo, cuando renacimos a la nueva Vida de Cristo
Resucitado.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
Por todos los que estamos aquí reunidos, para que el triunfo de
Jesucristo sobre la muerte nos haga esperar la venida definitiva
de su Reino. Oremos.
MONICIÓN FINAL
Bendito sea el Señor que ha resucitado para nuestro bien, y que al
vencer la muerte se ha hecho Rey de la Luz y ha opacado las
tinieblas.
33 ÍNDICE
9. DOMINGO DE PASCUA
Se celebra la misa de Pascua con gran solemnidad. Hoy conviene que en el acto
penitencial se haga aspersión con el agua bendita de la Vigilia.
Los textos de la Sagrada Escritura de este día son un reiterado anuncio de la resurrección
de Cristo que encuentra eco en frecuentes aleluyas, desde el canto de entrada y el salmo
responsorial hasta la despedida como en la Vigilia Pascual: “Podéis ir en la paz de Cristo,
aleluya, aleluya. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya”.
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DOMINGO DE RESURRECCIÓN
MONICIÓN DE ENTRADA
MONICIÓN FINAL
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ORACIÓN DE FIELES
36 ÍNDICE
10. ANEXOS
MONICIÓN INICIAL
El jueves pasado, Mons. Noel Antonio Londoño Buitrago, en
compañía del clero y la comunidad diocesana, celebró la Eucaristía
Crismal en la Catedral de Jericó. Allí fue consagrado el Santo
Crisma y bendecidos los Santos Óleos que, posteriormente, se
distribuyeron a todas las parroquias. Así se manifiesta la comunión
de los presbíteros con su Obispo. Fue la ocasión donde los
sacerdotes asistentes renovaron sus promesas de ser pastores
fieles del pueblo cristiano.
Hoy, acogemos con inmenso gozo y alegría estos Santos Óleos,
como signo y medio del que se sirve el Señor para realizar la
santificación de los hombres.
MONICIÓN A LA LECTURAS
La Palabra de Dios, nos conduce por los caminos de la justicia. Ella
se ha de recibir con un corazón abierto para hacerla vida. Ella es
la verdad que da sentido a nuestra existencia, la que nos ofrece
una voz de aliento y nos da el consuelo en la enfermedad y
sufrimiento.
A la luz del Ungido y Libertador de los cautivos, escuchemos con
atención este mensaje. Es allí donde se nos anuncia la Buena
Nueva que trae el perdón, la gracia y el día de salvación de nuestro
Dios.
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MONICIÓN A LA PROCESIÓN DE RECEPCIÓN DE ÓLEOS
Ahora recibimos en procesión los Santos Óleos. Dos de ellos
fueron bendecidos: el de los catecúmenos y el de los enfermos.
Uno fue consagrado: el Santo Crisma. El de los enfermos, es para
confortar a todos aquellos que se encuentran en esta situación. Da
el alivio a las dolencias corporales y la paz espiritual por medio del
perdón de los pecados.
El de los catecúmenos, se utiliza en la celebración del Bautismo,
nos impregna con la fuerza del Espíritu, para ser valientes y
permanecer fieles en el camino de fe. El Santo Crisma, aceite
mezclado con perfume, se requiere en la celebración del Bautismo,
en la Confirmación, en el Orden sacerdotal, en la consagración de
los altares y en la dedicación de una Iglesia.
Contemplemos y vivamos este momento.
SANTO CRISMA
Presentamos el Santo Crisma, con el cual se unge a los
bautizados, a los confirmados, a los sacerdotes, a los obispos, a
los altares y a las iglesias. Este óleo está compuesto de aceite de
oliva y lleva, además, un bálsamo especial que significa el buen
olor de Cristo, el cual, nosotros hemos de difundir con nuestro buen
vivir.
39 ÍNDICE
10.2. HORA SANTA
MONICIÓN INICIAL
En esta noche, se muestra la belleza del amor otorgado por Jesús
a sus amigos. Esa donación, es el sublime regalo de la Eucaristía,
que es mandamiento de caridad, abrazo de unidad, y comunión
con Dios a través de Cristo en el Espíritu.
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PARTE INTRODUCTORIA
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Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo
Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá
hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo
he dicho: Me habéis visto y no creéis, todo lo que me dé el Padre
vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he
bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado:
que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite
el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el
que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna y que yo le resucite
el último día».
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan
que ha bajado del cielo». Y decían: «¿No es este Jesús, hijo de
José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora:
¿He bajado del cielo?» Jesús les respondió: «No murmuréis entre
vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado
no lo atrae, y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los
profetas: “Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha
al Padre y aprende, viene a mí”. No es que alguien haya visto al
Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En
verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el
pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y
murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma
no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este
pan vivirá para siempre, y el pan que yo le voy a dar, es mi carne
por la vida del mundo».
Incensación.
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III. VAYAN POR TODO EL MUNDO: EL AMOR QUE SE
PROYECTA.
PARTE CONCLUSIVA
CELEBRANTE: Tu presencia, Señor, nos motiva a entregarte todo
lo que somos. Como los discípulos en el monte de los Olivos,
hemos permanecido este tiempo velando contigo. Ahora
queremos, que aceptes nuestro agradecimiento y reconocimiento.
Tú eres la única fuente de vida y de verdad. Eres la Luz que no se
apaga e ilumina sin límites. Por ello, te alabamos y te adoramos,
diciendo: Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que nos das el precepto del amor:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 2: Tú, que nos mandas amar a Dios con todo el corazón:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que nos mandas amar sin condiciones al hermano:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 2: Tú, que nos enseñas cómo amar a Dios y al prójimo:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que nos das tu Espíritu para amar como amas Tú:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
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LECTOR 2: Tú, que nos das tu Cuerpo para reforzar nuestro amor:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que con la Comunión aumentas tanto nuestro
amor:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 2: Tú, que no permites que se enfríe nuestro amor:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que eres nuestra reconciliación perpetua con Dios:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 2: Tú, que eres todo dulzura en este Sacramento del
amor:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 1: Tú, que en la Eucaristía eres prenda de inmortalidad:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
LECTOR 2: Tú, que nos haces pregustar aquí los gozos del Cielo:
R/ Señor Jesús, gracias por el don de tu amor.
Canto: Oh Buen Jesús.
Incensación final.
ORACIÓN FINAL
CELEBRANTE: Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos,
aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con
nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas
las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la
desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua…
Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción
del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has
resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu
victoria.
Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica
surgen las nieblas de la duda, del cansancio y de la dificultad. Tú,
que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina
nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de
creer en ti.
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Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas
en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga
de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que
amenazan su unidad y su naturaleza.
Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan
siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y
generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde
su concepción hasta su término natural.
Amén.
MONICIÓN FINAL
Hemos terminado esta Hora Santa. Sin embargo, nuestro
compromiso es seguir acompañando a Jesús Eucaristía. Los
invitamos a permanecer en una actitud de adoración y de
recogimiento. Es el Señor el que nos espera para hablarnos al
corazón. Quiere compartir su Pascua con cada uno de nosotros.
No seamos indiferentes a este llamado.
En este ambiente de silencio contemplemos, reparemos y amemos
el misterio de nuestra fe.
49 ÍNDICE
10.3. Santo Viacrucis
MONICIÓN INICIAL:
Cristo fue enviado por Dios al mundo, para llevar a cabo la
redención del hombre mediante la entrega de su propia vida. Este
sacrificio debía tomar la forma de un despojarse de sí, en la
obediencia, hasta la muerte en la cruz. Esta donación es la que da
sentido a nuestra existencia y se constituye en el más grande acto
de amor del Padre para con nosotros.
INVOCACIÓN INICIAL
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
R/: Amén
50
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
MEDITACIÓN
No era una cuestión filosófica sobre la naturaleza de la verdad, sino
una pregunta existencial sobre la propia relación con la verdad. Era
un intento de escapar a la voz de la conciencia, que ordenaba
reconocer la verdad y seguirla. El hombre que no se deja guiar por
la verdad, llega a ser capaz incluso de emitir una sentencia de
condena de un inocente.
ORACIÓN
Cristo, qué aceptas una condena injusta, concédenos, a nosotros
y a los hombres de todos los tiempos, la gracia de ser fieles a la
verdad y no permitas que caiga sobre nosotros y sobre los que
vendrán después de nosotros el peso de la responsabilidad por el
sufrimiento de los inocentes. A ti, Jesús, Juez justo, honor y gloria
por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
52
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
MEDITACIÓN
La cruz. Instrumento de una muerte infame. No era lícito condenar
a la muerte en cruz a un ciudadano romano: era demasiado
humillante. Pero el momento en que Jesús de Nazaret cargó con
la cruz para llevarla al Calvario, marcó un cambio en la historia de
la cruz. De ser signo de muerte infame, reservada a las personas
de baja categoría, se convierte en llave maestra. Con su ayuda, de
ahora en adelante, el hombre abrirá la puerta de las profundidades
del misterio de Dios. Por medio de Cristo, que acepta la cruz,
instrumento del propio despojo, los hombres sabrán que «Dios es
amor».
MEDITACIÓN
«Dios cargó sobre Él los pecados de todos nosotros» (cf. Is 53, 6).
«Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su
camino, y el Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros»
(Is 53, 6). Jesús cae bajo el peso de la cruz. Sucederá tres veces
durante el camino relativamente corto de la «vía dolorosa». Cae
por agotamiento. Tiene el cuerpo ensangrentado por la flagelación,
la cabeza coronada de espinas Le faltan las fuerzas. Cae, pues, y
la cruz lo aplasta con su peso contra la tierra.
54
Hay que volver a las palabras del profeta, que siglos antes ha
previsto esta caída, casi como si la estuviera viendo con sus
propios ojos: ante el Siervo del Señor, entierra bajo el peso de la
cruz, manifiesta el verdadero motivo de la caída: «Dios cargó sobre
él los pecados de todos nosotros». Han sido los pecados los que
han aplastado contra la tierra al divino Condenado. Han sido ellos
los que determinan el peso de la cruz que él lleva a sus espaldas.
Han sido los pecados los que han ocasionado su caída. Cristo se
levanta a duras penas para proseguir el camino. Los soldados que
lo escoltan intentan instigarle con gritos y golpes. Tras un
momento, el cortejo prosigue.
ORACIÓN
Cristo, que caes bajo el peso de nuestras culpas y te levantas para
nuestra justificación, te rogamos que ayudes a cuantos están bajo
el peso del pecado a volverse a poner en pie y reanudar el camino.
Danos la fuerza del Espíritu, para llevar contigo la cruz de nuestra
debilidad. A ti, Jesús, aplastado por el peso de nuestras culpas,
nuestro amor y alabanza por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
55
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU
SANTÍSIMA MADRE
MEDITACIÓN
María recordaba estas palabras. Las consideraba a menudo en la
intimidad de su corazón. Cuando en el camino hacia la cruz
encontró a su Hijo, quizás le vinieron a la mente precisamente
estas palabras. Con una fuerza particular. «Reinará.... Su reino no
tendrá fin», había dicho el mensajero celestial. Ahora, al ver que su
Hijo, condenado a muerte, lleva la cruz en la que habría de morir,
podría preguntarse, humanamente hablando: ¿Cómo se cumplirán
aquellas palabras? ¿De qué modo reinará en la casa de David?
¿Cómo será que su reino no tendrá fin?
«Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay
dolor semejante al dolor que me atormenta» (Lm 1,12). Es la Madre
Dolorosa la que habla, la Sierva obediente hasta el final, la Madre
del Redentor del mundo.
56
ORACIÓN
Oh María, tú que has recorrido el camino de la cruz junto con tu
Hijo, quebrantada por el dolor en tu corazón de madre, pero
recordando siempre el «hágase» e íntimamente confiada en que
Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas,
suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones
futuras la gracia del abandono en el amor de Dios. Haz que, ante
el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea,
jamás dudemos de su amor. A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda
gloria por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
MEDITACIÓN
Los soldados romanos obligaron a Simón a cargar con la Cruz, lo
hicieron temiendo que el Condenado, agotado, no lograra llevar la
cruz hasta el Gólgota. No habrían podido ejecutar en él la sentencia
de la crucifixión. Buscaban a un hombre que lo ayudase a llevar la
cruz. Su mirada se detuvo en Simón. Lo obligaron a cargar aquel
peso. Se puede uno imaginar que él no estuviera de acuerdo y se
opusiera. Llevar la cruz junto con un condenado podía
considerarse un acto ofensivo de la dignidad de un hombre libre.
Aunque de mala gana, Simón tomó la cruz para ayudar a Jesús.
57
En un canto de cuaresma se escuchan estas palabras: «Bajo el
peso de la cruz Jesús acoge al Cireneo». Son palabras que dejan
entrever un cambio total de perspectiva: el divino Condenado
aparece como alguien que, en cierto modo, «hace don» de la cruz.
¿Acaso no fue El quien dijo: «El que no toma su cruz y me sigue
detrás no es digno de mí?» (Mt 10,38).
Simón recibe un don. Se ha hecho «digno» de él. Lo que a los ojos
de la gente podía ofender su dignidad, en la perspectiva de la
redención, en cambio, le ha otorgado una nueva dignidad. El Hijo
de Dios le ha convertido, de manera singular, en copartícipe de su
obra salvífica.
¿Simón, es consciente de ello? El evangelista Marcos identifica a
Simón de Cirene como «padre de Alejandro y de Rufo» (15, 21). Si
los hijos de Simón de Cirene eran conocidos en la primitiva
comunidad cristiana, se puede pensar también él haya creído en
Cristo, precisamente mientras llevaba la cruz. Pasó libremente de
la constricción a la disponibilidad, como si hubieran llegado a su
corazón aquellas palabras: «El que no lleva su cruz conmigo, no
es digno de mí». Llevando la cruz, fue introducido en el
conocimiento del evangelio de la cruz.
Desde entonces este evangelio habla a muchos, a innumerables
cireneos, llamados a lo largo de la historia a llevar la cruz junto con
Jesús.
ORACIÓN
Cristo, que has concedido a Simón de Cirene la dignidad de llevar
tu cruz, acógenos también a nosotros bajo su peso, acoge a todos
los hombres y concede a cada uno la gracia de la disponibilidad.
Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes están oprimidos
por la cruz de la enfermedad, de la soledad, del hambre y de la
injusticia. Haz que, llevando las cargas los unos de los otros,
seamos testigos del evangelio de la cruz y testigos de ti, que vives
y reinas por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
Señor, pequé, ten misericordia de mí, las almas de los fieles
difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
TODOS: Padre Nuestro…
58
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE
JESÚS
V/: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Del libro de los salmos 26, 8-9
“Oiga en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú
eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi
salvación”.
MEDITACIÓN
La Verónica no aparece en los Evangelios. No se menciona este
nombre, aunque se citan los nombres de diversas mujeres que
aparecen junto a Jesús. Puede ser, pues, que este nombre exprese
más bien lo que esa mujer hizo. En efecto, según la tradición, en el
camino del calvario una mujer se abrió paso entre los soldados que
escoltaban a Jesús y enjugó con un velo el sudor y la sangre del
rostro del Señor. Aquel rostro quedó impreso en el velo; un reflejo
fiel, un «verdadero icono». A eso se referiría el nombre mismo de
Verónica. Si es así, este nombre, que ha hecho memorable el gesto
de aquella mujer, expresa al mismo tiempo la más profunda verdad
sobre ella.
Un día, ante la crítica de los presentes, Jesús defendió a una mujer
pecadora que había derramado aceite perfumado sobre sus pies y
los había enjugado con sus cabellos. A la objeción que se le hizo
en aquella circunstancia, respondió: «¿Por qué molestáis a esta
mujer? Pues una obra buena ha hecho conmigo (...). Al derramar
este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha
hecho» (Mt 26,10.12). Las mismas palabras podrían aplicarse
también a la Verónica. Se manifiesta así la profunda elocuencia de
este episodio. El Redentor del mundo da a Verónica una imagen
auténtica de su rostro.
El velo, sobre el que queda impreso el rostro de Cristo, es un
mensaje para nosotros. En cierto modo nos dice: He aquí cómo
todo acto bueno, todo gesto de verdadero amor hacia el prójimo
aumenta en quien lo realiza la semejanza con el Redentor del
mundo.
59
Los actos de amor no pasan. Cualquier gesto de bondad, de
comprensión y de servicio deja en el corazón del hombre una señal
indeleble, que lo asemeja un poco más a Aquél que «se despojó
de sí mismo tomando condición de siervo» (Flp 2,7). Así se forma
la identidad, el verdadero nombre del ser humano.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, tú que aceptaste el gesto desinteresado de amor
de una mujer y, a cambio, has hecho que las generaciones la
recuerden con el nombre de tu rostro, haz que nuestras obras, y
las de todos los que vendrán después de nosotros, nos hagan
semejantes a ti y dejen al mundo el reflejo de tu infinito amor. Para
ti, Jesús, esplendor de la gloria del Padre, alabanza y gloria por los
siglos.
R/: Amén.
MEDITACIÓN
«Y yo gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del
pueblo» (Sal 22, 7). Vienen a la mente estas palabras del salmo
mientras contemplamos a Jesús, que cae por segunda vez bajo la
cruz.
60
En el polvo de la tierra está el Condenado. Aplastado por el peso
de su cruz. Cada vez más le fallan sus fuerzas. Pero, aunque con
gran esfuerzo, se levanta para seguir el camino: ¿Qué nos dice a
nosotros, hombres pecadores, esta segunda caída? Más aún que
de la primera, parece exhortarnos a levantarnos, a levantarnos otra
vez en nuestro camino de la cruz.
Cyprian Norwid escribe: «No detrás de sí mismos con la cruz del
Salvador, sino detrás del Salvador con la propia cruz». Sentencia
breve pero que dice mucho. Explica en qué sentido el cristianismo
es la religión de la cruz. Deja entender que cada hombre encuentra
en este mundo a Cristo que lleva la cruz y cae bajo su peso. A su
vez, Cristo, en el camino del Calvario, encuentra a cada hombre y,
cayendo bajo el peso de la cruz, no deja de anunciar la buena
nueva.
Desde hace dos mil años el evangelio de la cruz habla al hombre.
Desde hace veinte siglos Cristo, que se levanta de la caída,
encuentra al hombre que cae.
A lo largo de estos dos milenios, muchos han experimentado que
la caída no significa el final del camino. Encontrando al Salvador,
se han sentido sosegados por Él: «Te basta mi gracia: la fuerza se
realiza en la debilidad» (2 Co 12,9). Se han levantado confortados
y han transmitido al mundo la palabra de la esperanza que brota
de la cruz. Hoy, cruzando este siglo XXI, estamos llamados a
profundizar el contenido de este encuentro. Es necesario que
nuestra generación lleve a los años venideros la buena nueva de
nuestro volver a levantarnos en Cristo.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que caes bajo el peso del pecado del hombre y
te levantas para tomarlo sobre ti y borrarlo, concédenos a nosotros,
hombres débiles, la fuerza de llevar la cruz de cada día y de
levantarnos de nuestras caídas, para llevar a las generaciones que
vendrán el Evangelio de tu poder salvífico. A ti, Jesús, soporte de
nuestra debilidad, la alabanza y la gloria por los siglos.
R/: Amén.
Señor, pequé, ten misericordia de mí, las almas de los fieles
difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
TODOS: Padre Nuestro…
61
OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES
DE JERUSALÉN
MEDITACIÓN
Son las palabras de Jesús a las mujeres, que lloraban mostrando
compasión por el Condenado. «No lloréis por mí; llorad más bien
por vosotras y por vuestros hijos». Entonces era verdaderamente
difícil entender el sentido de estas palabras. Contenían una
profecía que pronto habría de cumplirse.
62
Cristo dirige a cada uno de nosotros estas palabras del Apocalipsis:
«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre
la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al
vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo
también vencí y me senté con mi Padre en su trono» (3, 20-2 1).
ORACIÓN
Cristo, que has venido a este mundo para visitar a todos los que
esperan la salvación, haz que nuestra generación reconozca el
tiempo de tu visita y tenga parte en los frutos de tu redención. No
permitas que por nosotros y por todos los hombres se tenga que
llorar porque hayamos rechazado la mano del Padre
misericordioso. A ti, Jesús, nacido de la Virgen, Hija de Sión, honor
y gloria por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
MEDITACIÓN
Cristo se desploma de nuevo a tierra bajo el peso de la cruz. La
muchedumbre que observa está curiosa por saber si aún tendrá
fuerza para levantarse.
63
San Pablo escribe: «El cual, siendo de condición divina, no retuvo
ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo
tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres
y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,6-8).
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que por tu humillación bajo la cruz has revelado
al mundo el precio de su redención, concede a todos los hombres
la luz de la fe, para que reconociendo en ti al Siervo sufriente de
Dios y del hombre, tengamos la valentía de seguir el mismo
camino, que a través de la cruz y el despojo, lleva a la vida que no
tendrá fin. A ti, Jesús, apoyo en nuestra debilidad, honor y gloria
por los siglos.
R/: Amén.
64
DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS
VESTIDURAS
MEDITACIÓN
No quiso calmantes, que le habrían nublado la conciencia durante
la agonía. Quería agonizar en la cruz conscientemente,
cumpliendo la misión recibida del Padre.
Cristo atrae desde la cruz con la fuerza del amor, del Amor divino,
que ha llegado hasta el don total de sí mismo; del Amor infinito,
que en la cruz ha levantado de la tierra el peso del cuerpo de Cristo,
para contrarrestar el peso de la culpa antigua; del Amor ilimitado,
que ha colmado toda ausencia de amor y ha permitido que el
hombre nuevamente encuentre refugio entre los brazos del Padre
misericordioso.
ORACIÓN
Cristo elevado, Amor crucificado, llena nuestros corazones de tu
amor, para que reconozcamos en tu cruz el signo de nuestra
redención y, atraídos por tus heridas, vivamos y muramos contigo,
que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y por los
siglos de los siglos.
R/: Amén.
67
En algunos lugares, donde se termina el ejercicio del santo vía crucis con
esta estación, las últimas estaciones pueden realizarse en el sermón de
las siete palabras. Conviene hacer extensiva la invitación a participar en
la celebración litúrgica de la pasión del Señor en horas de la tarde y a
continuar con respeto y silencio meditando sobre este acontecimiento
redentor de Cristo.
MEDITACIÓN
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). En
el culmen de la Pasión, Cristo no olvida al hombre, no olvida en
especial a los que son la causa de su sufrimiento. Él sabe que el
hombre más que de cualquier otra cosa, tiene necesidad de amor:
tiene necesidad de la misericordia que en este momento se
derrama en el mundo.
68
A los pies de la cruz estaba la madre, y a su lado el discípulo, Juan
evangelista. Jesús dice: «Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al
discípulo: Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27). «Y desde aquella
hora el discípulo la acogió en su casa» (Jn 19,27). Es el testamento
para las personas que más amaba. El testamento para la Iglesia.
Jesús al morir quiere que el amor maternal de María abrace a todos
por los que Él da la vida, a toda la humanidad.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Tú que en el momento de la agonía no has
permanecido indiferente a la suerte del hombre y con tu último
respiro has confiado con amor a la misericordia del Padre a los
hombres y mujeres de todos los tiempos con sus debilidades y
pecados, llénanos a nosotros y a las generaciones futuras de tu
Espíritu de amor, para que nuestra indiferencia no haga vanos en
nosotros los frutos de tu muerte. A ti, Jesús crucificado, Sabiduría
y poder de Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
ORACIÓN
Santísima Virgen María alcánzanos la gracia de la fe, de la
esperanza y de la caridad, para que también nosotros, como tú,
sepamos perseverar bajo la cruz hasta al último suspiro. A tu Hijo,
Jesús, nuestro Salvador, con el Padre y el Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/: Amén.
MEDITACIÓN
«Fue crucificado, muerto y sepultado...». El cuerpo sin vida de
Cristo fue depositado en el sepulcro. La piedra sepulcral, sin
embargo, no es el sello definitivo de su obra. La última palabra no
pertenece a la falsedad, al odio y al atropello. La última palabra
será pronunciada por el Amor, que es más fuerte que la muerte.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que, por el Padre, con la potencia del Espíritu
Santo, fuiste llevado desde las tinieblas de la muerte a la luz de
una nueva vida en la gloria, haz que el signo del sepulcro vacío nos
hable a nosotros y a las generaciones futuras y se convierta en
fuente viva de fe, de caridad generosa y de firmísima esperanza. A
ti, Jesús, presencia escondida y victoriosa en la historia del mundo
honor y gloria por los siglos.
R/: Amén.
BENDICIÓN
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R//: Amén.
MONICIÓN FINAL:
Hermanos, hemos recorrido con Jesús el camino de la cruz, sea
pues este ejercicio del Santo Viacrucis, la oportunidad para meditar
en el misterio de la salvación realizado por Dios en su Hijo
Jesucristo. Sigamos viviendo este día en silencio y en oración,
preparemos nuestra mente y nuestro corazón a la celebración de
la Pasión del Señor
72 ÍNDICE
10.4. ESTACIONES DE VIDAL
I IV
Por mí, Señor, inclinas, Cercadla, Serafines,
el cuello a la sentencia; No acabe en desaliento,
que a tanto la clemencia, no muera en el tormento
pudo llegar de Dios. la Rosa virginal.
Oye el pregón, oh Madre, ¡Oh acero riguroso!
llevado por el viento Deja su pecho amante
y al doloroso acento vuélvete a mi cortante,
ven del Amado en pos. que soy el criminal.
II V
Esconde, justo Padre, Toma la cruz preciosa,
la espada de tu ira, Me está el deber clamando;
y al monte humilde mira, tan generoso, cuando
subir el dulce Bien. delante va el Señor.
Y tú, Señora, gimes Voy a seguir constante
cual tórtola inocente; las huellas de mi Dueño;
que tu gemir clemente manténgame el empeño,
Le amansará también. Señora, tu favor.
III VI
Oh pecador ingrato Tu imagen, Padre mío,
ante tu Dios caído, ensangrentada y viva,
ven a llorar herido Mi corazón reciba,
de contrición aquí. Sellada con la fe.
Levántame a tus brazos, ¡Oh Reina! de tu mano
¡Oh bondadoso Padre! imprímela en mi alma,
Ve de la tierna Madre y a la gloriosa palma
llanto correr por mí. Contigo subiré.
73
VII XI
Yace el divino Dueño El manantial divino
segunda vez postrado: de sangre está corriendo;
deteste yo el pecado, ven, pecador, gimiendo,
deshecho en contrición. ven a lavarte aquí.
Oh Virgen, pide amante Misericordia imploro
que borre tanta ofensa al pie del leño santo:
Misericordia inmensa, Virgen, mi ruego y llanto
pródiga de perdón. acepte Dios por ti.
VIII XII
Matronas doloridas Muere la vida nuestra
que al Justo lamentáis. pendiente del madero
¿Por qué, si os lastimáis, ¿Y yo, como no muero
La causa no llorar? de amor, o de dolor?
Y pues la cruz le dimos Casi no respira
todos los delincuentes, la triste Madre yerta
broten los ojos fuentes del cielo abrir la puerta
de angustia y de pesar. bien puedes ya, Señor.
IX XIII
Al suelo derribado Dispón Señora el pecho
tercera vez el Fuerte, para mayor tormenta,
nos alza de la muerte la víctima sangrienta
a la inmortal salud. viene a tus brazos ya.
Mortales, ¿Qué otro exceso Con su preciosa Sangre
pedimos de clemencia? juntas materno llanto
No más indiferencia, ¿Quién Madre, tu quebranto
no más ingratitud. sin lágrimas verá?
X XIV
Tú bañas, Rey de gloria, Al Rey de las virtudes
los cielos en dulzura; pesada losa encierra,
¿Quién te afligió, Hermosura, pero feliz la tierra
dándote amarga hiel? ya canta salvación.
Retorno a tal fineza Sufre un momento, Madre,
la gratitud pedía; la ausencia del Amado:
cese ya, Madre mía, Pronto, de ti abrazado
de ser mi pecho infiel. tendrasle al corazón.
74 ÍNDICE
10.5. SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
MONICIÓN INICIAL:
Queridos hermanos: esta tarde hemos adorado la Cruz de nuestro
Señor. Ahora venimos a escuchar el Maestro. Él desde allí nos
manifiesta el verdadero amor. A pesar de su cansancio y de su
agonía, nos da sus últimas palabras, es decir, su testamento.
Todas ellas cargadas de un profundo significado. Ya no habla a las
multitudes en el monte o en la orilla del mar, lo hace desde el
Madero que es su trono.
75
Antes, en tu vida pública, con tus palabras y con tus obras
enseñaste que Dios es un Padre misericordioso: que ama y que
perdona, que siempre da nuevas oportunidades, que confía en sus
hijos y los llama a la conversión, al cambio de vida, a volver a Él;
que por más lejos que hayamos ido, siempre espera por nosotros
para restablecernos en nuestra dignidad de hijos amados.
El buen ladrón, ese pobre hombre que había sido bueno, pero al que
las circunstancias de la vida le alejaron de la verdad, hoy se presenta
ante el Señor, rico en misericordia, y le pide su perdón. Le bastó sólo
una palabra de amor para encontrarse con Cristo nuevamente.
En la familia vivimos intensos momentos de amor y misericordia. En
muchísimas ocasiones recibimos de nuestros padres su perdón y su
compasión, en numerosas oportunidades somos sujetos de la
comprensión y el perdón de nuestros hermanos. Ciertamente esta es
una maravillosa experiencia que se logra vivir en el hogar. La
comprensión, el perdón y la reconciliación, deben dar paso a un
ambiente de auténtica armonía, de mucha paz y de espiritual alegría.
Una certeza nos alienta: Jesucristo abrió una vez los brazos en la
Cruz y no ha vuelto a cerrarlos jamás.
Sabemos que quien vive y muere a la sombra de la Cruz de
Jesucristo, despertará en el regazo del Padre para toda la eternidad.
Dios escucha, acoge y perdona a todo aquel que lo invoca con
humilde y sincero corazón.
Sabemos que hay perdón para nuestros pecados, para todos
nuestros pecados porque la misericordia de Dios es infinita. Abramos
nuestra alma a la gracia salvadora de Dios que todo lo redime y todo
lo perdona.
81
CUARTA PALABRA: “DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME
HAS ABANDONADO? (Mc 15, 34).
Elí, Eloi y Elohím, nos refieren a una misma realidad, a una misma
persona, Dios. Quienes escucharon esta expresión directamente
de los labios de Jesús, no lo comprendieron, pensaban que
llamaba a Elías, quizás porque estas palabras les sonaba
parecidas, pero sobre todo, porque no le estaban prestando la
debida atención; en aquel momento solo las burlas, la humillación
contra Jesús eran el objetivo central de muchos de los que estaban
presenciando los últimos minutos de la vida mortal del Redentor de
la humanidad. Para éstos daba lo mismo si llamaba a Elías o a
Dios, no les importaba, no querían comprender.
82
Hoy muchos de nosotros como esa multitud del primer viernes
santo, escuchamos nuevamente estas palabras misteriosas, unas
palabras bañadas en lágrimas, en dolor, en sangre de Redentor.
Las mismas que aquel día no entendieron y que hoy a lo mejor
también nosotros tampoco. ¿Cómo es posible que el Hijo de Dios
se sienta abandonado por el Padre?, es más, ¿Cómo Dios mismo
–porque Jesús es Dios- puede llegar a sentirse abandonado de sí
mismo? La teología, la espiritualidad, y muchas personas en
diversas etapas de la historia y distintas partes del mudo chocan
de frente al misterio de esta cuarta palabra, y no logramos abarcar
la profundidad, el sentido de lo dicho por Cristo. De todos modos
la Palabra de Dios, toda, es una fuente inagotable donde siempre
encontramos cosas nuevas, esa palabra nos ilumina cada día con
más poder, nos deslumbra hasta no poder, a veces, aguantar su
brillo.
84
QUINTA PALABRA: "TENGO SED" (Jn 19,28)
85
La hemos visto también sin aspecto atrayente, marcada
profundamente por las divisiones y la indiferencia de sus
miembros, ultrajada por la sociedad voraz y libertina que socava
sus cimientos desconociendo que el paulatino desmoronamiento
de la familia se traduce como la destrucción progresiva de la
humanidad entera.
86
SEXTA PALABRA: “TODO ESTÁ CUMPLIDO” (Jn 19,30)
Una vez más ante el calvario, una vez más ante el panorama de la
desolación y la soledad profunda, sin embargo, una vez estamos
ante el misterio de un Dios que nos dice "No temas, que contigo
estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo te he robustecido y te
he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera", te decimos
hoy Señor, “en tu nombre echaremos las redes” (Lc 5,5). María
madre de Dios y madre de la Iglesia, muéstranos con esos tus ojos
misericordiosos al que es vida, dulzura y esperanza, no nos dejes
solos en este valle de lágrimas. Amén.
90 ÍNDICE
10.6. DESCENDIMIENTO
MONICIÓN
Terminada la vida de Jesús en el madero de la Cruz y pronunciadas ya
sus palabras de dolor que imprimen esperanza en el corazón humano,
queda solo dejar reposar su cuerpo en los brazos amorosos de María,
nuestra Madre. Como en Belén, vuelve a tener María el cuerpo de su
querido hijo en sus brazos, pero ahora sin vida. Resuenan en sus oídos
las palabras de Simeón: “Una espada te traspasará el alma”. Veamos
descender la imagen del cuerpo del Señor y acojámoslo, como María,
en el regazo de nuestro corazón.
MEDITACIÓN
Amados fieles, un Dios nos ha regado con la propia sangre y hoy
suavemente, colgado todavía de la cruz, como una interrogación viva
entre el cielo y la tierra, nos sigue preguntando si de parte suya nos han
faltado garantías para que completemos en nosotros su obra de
redención. Desde el primer viernes santo hasta hoy, estamos creyendo
en un vivo; el viernes santo no son los funerales de un muerto, a los
que asistimos de rigurosa etiqueta, sino el momento propicio de
comprender cómo la sangre de un Dios circula por nuestras venas, y
con ello sentirnos creaturas nuevas, a pesar de que la sangre divina
pase por cuerpos de pecado que los hace semejantes.
MONICIÓN:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis
pecados. Humildemente suplico tu perdón y por medio de tu gracia;
concédeme ser verdaderamente merecedor de tu amor, por los
méritos de tu pasión y tu muerte y por los dolores de tu Madre
Santísima. Amén.
ORACIÓN INICIAL
Madre del dolor, nos postramos ante ti, para venerarte y reconocer
el heroísmo con que afrontaste el sufrimiento de tu hijo en la cruz.
Ayúdanos a tener la valentía para imitar tu ejemplo y ser signo de
esperanza ante el mundo, que clama el perdón como muestra de
un paso a la reconciliación, que permita valorar el gesto de la
generosidad que ha tenido tu Hijo para con todos nosotros.
92
Imploramos tu protección seguros de que a tu lado llevaremos la
carga con paciencia y comprensión, ofreciendo los dolores de
nuestros hermanos y los propios, como una ofrenda segura para
nuestra salvación y la gloria de tu amado hijo.
93
SEGUNDO DOLOR: HUIDA A EGIPTO
95
SEXTO DOLOR: EL CUERPO DE JESÚS EN BRAZOS DE SU
SANTÍSIMA MADRE
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
ORACIÓN FINAL
Oh Señora y amada Madre mía, al venerante en este día y
contemplar los dolores que llevaste en tu pecho, por la dolorosa
pasión de tu Hijo, suplicamos que las lágrimas brotadas de tu
admirable corazón, nos sirva como signo fecundo, para una
verdadera conversión, que nos lleve a buscar el perdón sincero y
valeroso, de mostrar a los hermanos la pureza del alma, que brota
de la realidad misma de un creyente, dispuesto a enmendar sus
errores e irradiar el mensaje de salvación concedido por Jesucristo.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
97 ÍNDICE
50 AÑOS DE LA CONSAGRACION DE LA
CATEDRAL “NUESTRA SEÑORA DE LAS
MERCEDES” DE JERICO
98