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SEMANA SANTA
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:19-20
Jueves Santo
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un
ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó
su cuerpo y su sangre. Es el Jueves Santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la
Última Cena, Jesús se fue a orar al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho
tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
Viernes Santo
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la
flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Vía Crucis solemne y
con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
Un sinnúmero personas reciben la Semana Mayor, con la única idea de tener un descanso laboral, efectuar
un viaje de placer o simplemente no hacer algo. Valga la oportunidad para compartir un extracto tomado
del libro: “Un Curso de Milagros”, acerca del verdadero significado de la Semana Santa: “…Domingo de
Ramos, la celebración de la victoria, y de la aceptación de la Verdad. No nos pasemos esta Semana Santa
lamentando la crucifixión del Hijo de Dios, sino celebrando jubilosamente su liberación. Pues la Pascua
de Resurrección es el signo de la paz, no del dolor. Un Cristo asesinado no tiene sentido. Pero un Cristo
resucitado se convierte en el símbolo de que el Hijo de Dios se ha perdonado a sí mismo, en la señal de
que se considera a sí mismo sano e íntegro”.
Del texto mencionado anteriormente se extrae el siguiente párrafo: “Esta Semana Mayor empieza con
ramos y termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo de Dios es inocente.
Esta semana celebramos LA VIDA, no la muerte. Y honramos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus
pecados. Hazle a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una corona de espinas; el regalo del
AMOR, no el „regalo‟ del miedo.
La Liturgia dedica especial atención a esta semana, a la que también se le ha denominado “Semana
Mayor” o “Semana Grande”, por la importancia que tiene para los cristianos el celebrar el misterio de la
Redención de Cristo, quien, por su infinita misericordia y amor al hombre, decide libremente tomar su
lugar y recibir el castigo merecido por sus pecados.
La Resurrección del Señor abre las puertas a la vida eterna, su triunfo sobre la muerte es la victoria
definitiva sobre el pecado. Este hecho hace del Domingo de Resurrección la celebración más importante
de todo el año litúrgico.