Actividad - REFLEX INIC (El Regalo Invisible)

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SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE Ficha: 1616076

SENA
PROYECTO FORMATIVO Fecha: Junio de 2018
Aplicación de las normas internacionales de información financiera
(NIIF) y auditoria en el reconocimiento, medición y revelación de los
Estados Financieros para las pymes en Santander. Fase: ANÁLISIS

Actividad Nro. 01 REFLEXION INICIAL

Actividad 1: El siguiente cuento “El Regalo Invisible” narra la historia de


Carlitos, quien cumple años en día de Reyes y recibe regalos por partido
doble.

Una vez leído el cuento en forma individual, reflexione sobre el proceso


vivido, por Carlitos, sus dificultades, logros, aciertos y desaciertos obtenidos, comparta esta
actividad con sus compañeros del GAES, para ello lo invito a desarrollar la actividad propuesta que se
adjunta, socialice con la orientación de su instructor(a). Tiempo 30 minutos.

En grupo gaes deberá exponer sus experiencias y compararlas posteriormente a través de un cuadro
comparativo, donde relacione las semejanzas encontradas con la partida doble en contabilidad,
adicional conteste las preguntas hiladadoras que se presentan a continuación:

1 Realice un resumen de las vivencias de Carlitos.

¿Qué significa en el cuento “recibía regalos por partida doble” Represente a través de una
2 balanza?

3 ¿Cómo se identifican en el cuento los regalos de cumpleaños y los regalos por Reyes?

4 ¿Qué vivencia tuvo Carlitos cuando se le apareció el anciano?, comente

5 ¿Cuáles cambios en el estado de ánimo de Carlitos observa en él cuento?, explíquelos.

De acuerdo con las palabras de Carlitos a sus padres de ahora en adelante iba a preferir “hacer
6 que tener”, “viajar que guardar”, “aprender que recibir”. Con relación a la partida doble en
contabilidad. ¿Cuáles serían esos principios?

Nombre Aprendiz(a)
SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE Ficha: 1616076
SENA
PROYECTO FORMATIVO Fecha: Junio de 2018
Aplicación de las normas internacionales de información financiera
(NIIF) y auditoria en el reconocimiento, medición y revelación de los
Estados Financieros para las pymes en Santander. Fase: ANÁLISIS

Cuento: El Regalo Invisible

Era el día en que Carlitos cumplía ocho años, pero era también el Día de Reyes,
pues Carlitos había nacido un 6 de enero. Como sabes, en muchos países se
acostumbra dar regalos a los niños en esa fecha, igual que en otros lugares los
obsequios se entregan en diciembre.

Para el niño había sido siempre muy emocionante esperar su fiesta de


cumpleaños pues recibía regalos por partida doble, y sus padres dejaban
armado el árbol de Navidad para que, junto con las luces y guirnaldas, el pastel,
la vela y los gorritos de fiesta y los globos formaran un hermoso escenario para
celebrar.

Junto al árbol eran depositados los paquetes brillantes que con lazos rojos y
verdes anunciaban los hermosos y caros juguetes que le habían comprado por
Reyes, y sobre la mesa se acomodaban los envoltorios de papel con festivas
figuritas de colores que contenían los regalos de cumpleaños.

Carlitos se vistió con su ropa nueva y bajó al salón en el que lo esperaban familiares y amigos y escuchó como
las notas del “Cumpleaños feliz” sonaban en el piano que con gran maestría tocaba Ana, su hermana mayor.
Todos los invitados cantaron sus deseos de prosperidad y lo acompañaron a soplar las ocho velitas y a partir el
pastel. Tres de sus tíos, disfrazados de reyes empezaron a entregarle los muchísimos regalos que le habían
traído, y pronto, la fiesta era una verdadera algarabía.

En medio de la celebración Carlitos subió a su habitación para guardar los


obsequios. Hizo varios viajes de ida y vuelta hasta que logró reunir sobre su cama
todos los paquetes; y cuando pensó en un lugar para dejarlos, descubrió que en
realidad no había un solo espacio, pues eran tantos y tantos que si se sumaban a
los de los años anteriores que ya atiborraban cajones y estanterías, no había
forma de acomodarlos. Aunque aquello debería ser motivo de felicidad, el niño
sintió una especie de tristeza, pues lo cierto era que la alegría de los juguetes
duraba muy poco, y al final, el niño los olvidaba, porque no tenía tiempo de jugar
con todos ellos, y tampoco de usar toda la ropa que le daban, que le quedaba
pequeña cuando por fin le llegaba su turno de estrenarla.

Carlitos salió de su habitación, caminó hacia la escalera y comenzó a bajar, sintiéndose un poco confundido
por ver a la gente tan contenta, y estar sintiendo esa especie de tristeza. Entonces pasó algo muy extraño y
fue que entre los invitados, Carlitos desde lo alto de la escalera descubrió a un anciano al que no conocía, y

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que seguro, no formaba parte de su familia o amigos. Al menos el niño no lo había visto antes de aquella
tarde.

Hizo memoria, repasó en su cabeza historias y álbumes de fotos, trató de recordar si habría un abuelito de
alguno de sus primos o vecinos del que hubiera oído hablar, pero fue inútil.

Después notó algo mucho más raro: el anciano caminaba entre la gente, pero nadie más parecía darse cuenta
de su presencia, y eso que se movía con dificultad apoyado en un bastón, y de una manera tan lenta y
temblorosa, que habría llamado la atención.

Después de la extrañeza vino el miedo. Carlitos se asustó mucho cuando comprendió que realmente estaba
viendo un fantasma y estuvo a punto de gritar. Fue mucho peor cuando observó con los ojos muy abiertos
que el anciano atravesaba los muebles y los cuerpos de las personas para no molestarse en esquivarlos.
La razón por la que no gritó en ese mismo instante fue muy simple: no pudo. La voz se le ahogó en la
garganta.

Del miedo, el niño pasó al espanto, luego al horror, luego al pánico… y luego a la calma (pues no había más
categorías en la medida del miedo), cuando el anciano empezó a subir las escaleras cruelmente jorobado
sobre un bastón ¡DE ORO!

En medio de tantas emociones Carlitos comprendió que el bastón del anciano era de oro puro y que le pesaba
tanto que, más que por la vejez, era por el peso del bastón que el anciano parecía a punto de caer.

Se quedó el niño como una estatua, literalmente paralizado, hasta que el anciano se le acercó y le habló de
esta manera:
 No me lo estás preguntando, Carlitos, pero mi nombre es Carlos. Soy tú, pero no hoy, sino dentro de
88 años y he venido, hoy Día de Reyes, a entregarte tu obsequio de cumpleaños

El anciano estiró su bastón de oro y se lo ofreció al niño que lo miraba asombrado.


Más por estar desprevenido que por verdadero valor, el niño trató de tomar el
bastón, pero pesaba mucho más de lo que había imaginado, así que se le soltó de
las manos, y si no hubiera sido porque desapareció en el aire antes de tocar el
suelo, habría hecho todo un estruendo.
Mirándose las manos vacías, Carlitos pudo al fin hablar y murmuró con apenas un
hilo de voz:

 Tengo miedo, ganas de llorar y no entiendo nada.

El anciano sonrió y le dijo que se tranquilizara, que nada malo iba a pasarle. Que solo quería que recibiera ese
regalo invisible para que comprendiera que las cosas son solo cosas y que a veces pesan demasiado, pero
también pueden desaparecer.

Nombre Aprendiz(a)
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 El mejor regalo —dijo mientras acariciaba la cabeza del niño— siempre es invisible. Por si no te has dado
cuenta ya no tienes lugar para guardar tantos regalos, y mientras tanto, hay muchos niños a los que les
harían mucho bien. No es necesario tener tanto que no puedas disfrutarlo de verdad. Serías más feliz si en
vez de cosas para tener, tuvieras experiencias para contar y compartir. Quiero que lo aprendas y no
llegues a mis años cargando el peso terrible de un bastón de oro.

En los días siguientes, Carlitos regaló la mayoría de su ropa y juguetes y se quedó solo con lo más necesario.
Dijo a sus padres que de ahora en adelante iba a preferir hacer que tener, viajar que guardar, aprender que
recibir.

El único regalo que tuvo cuando cumplió los nueve, además de ropa nueva (había crecido muchísimo), fue un
tubito para hacer pompas de jabón. Ana y él salieron al patio a estrenarlo, y curiosamente, cada pompa que
estallaba en el aíre sonaba como una dulce nota en el piano. En medio de muchas risas, Ana y Carlitos se
pusieron a componer canciones.

Cuentos Cortos, El baúl de los cuentos


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