Tanatología

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Tanatología

Introducción
En nuestra sociedad actual se ha perdido la tradición de velar al muerto como antes se hacía:
de manera natural, en las propias casas, en el lugar donde el muerto había vivido, rodeado de
sus cosas y sus familiares. El proceso de velatorio tenía desde luego una función, y ésta era
hacer a los seres queridos conscientes de la pérdida, del nuevo estado de nuestro familiar, de
que algo ha cambiado y ya no volverá a ser lo mismo. Además, permitía la despedida y el
comienzo del duelo, es decir, de sentir el dolor que la pérdida causa. Todo este proceso de
dolor y muerte, es esencialmente reparador, pues permite dejar al muerto en su lugar, darle el
estatus que le corresponde ahora, y darle la oportunidad al superviviente de ocuparse de su
presente.
Cada cultura se caracteriza por su manera de aprender y tratar el fenómeno de la muerte; sus
propios ritos fúnebres, sus prácticas de duelo y sepultura, su propia valoración de la existencia,
de la vida colectiva o de la vida individual. No hay cultura sin culto a los antepasados, sin
ritualización del duelo, sin lugares y modos institucionales de sepultura. La certeza de partir o
de ser abandonado en la muerte, necesita de un particular entrenamiento, que brinde lo
necesario para soportar la partida de los familiares o de alguna persona querida, dada la
situación de que, como persona, se queda en la vida terrenal para sobrevivir las separaciones
de sus próximos y el falleciente se lleva una parte de nosotros, continuando el ciclo de vida que
nuestros antepasados involuntariamente han transcurrido a través del tiempo.

Conceptos
La formación universitaria implica tener claras las competencias profesionales que ejercerá un
profesionista, de lo contrario se educa sobre un abismo confuso con respecto a las
necesidades del mercado laboral en México. La psicología como ciencia es una profesión con
responsabilidades y competencias propias y en constantes cambios, reflejados en sus
diferentes áreas (Urbina,1992). Siendo este panorama y por la violencia tan frecuente en la
vida cotidiana actual, al igual que durante las diversas guerras suscitadas a lo largo de la
historia del hombre, así como el desarrollo de enfermedades agudas o crónicas, llega a verse
la muerte como algo natural, normal y cotidiano, dándole una interpretación solamente
científica y técnica como lo describen las diversas áreas humanísticas, sin embargo, no sólo la
muerte como resultado del envejecimiento y deterioro progresivo tanto orgánico como funcional
es materia de estudio, sino la forma en cómo se sobrelleva la idea de la decadencia de la vida
hacia su extinción.
En 1901 Elie Metchnikoff, quien recibiera el premio Nóbel de medicina en 1908, acuñó el
término Tanatología, denominándola como “la ciencia encargada de la muerte”. En ese
momento la Tanatología fue considerada como una rama de la medicina forense que trataba de
ella y de todo lo relativo a los cadáveres, desde el punto de vista legal.
Por otro lado, la Dra. Elizabeth Kübler Ross considera que la Tanatología es “la ciencia de la
muerte y sus manifestaciones, que se debe girar alrededor del enfermo, en las descripciones y
observaciones que sobre él se realizan para ofrecer un diagnóstico y mediante éste, determinar
las acciones a seguir” (Kübler, 1972). Plantea que el morir humano y el miedo a la muerte, así
como los sentimientos y actitudes con respecto hacia la muerte, se manifiestan como
mecanismos de reacción, tanto en un paciente terminal como en la familia cercana a ésta.
El tratar de comprender a los desahuciados, marcaron a la Dra. Elizabeth Kübler Ross como
pionera de esta nueva Tanatología, por abordar su estudio en relación a la atención a los
moribundos así como a sus familiares y allegados. Los mecanismos de reacción del proceso
del duelo que postula Kübler Ross durante su instancia de atención a los moribundos,
determina que los enfermos terminales o desahuciados pasan a través de una secuencia de
reacciones emocionales, que les permiten protegerse de la amenaza de las pérdidas
inminentes, así como de la utilización de eufemismos para aminorar la realidad. Kübler-Ross
señala que las razones por las que no se afronta a la muerte con tranquilidad es por el miedo a
la soledad, a aspectos mecánicos y deshumanizadas, al miedo a ser arrebatados y excluidos
de su ambiente familiar, y sin derecho de opinar (Kübler, 1975). Esto genera en palabras de
Sigmund Freud, “desviaciones de la conducta normal” (Freud, 1917) que pueden provocar
malestares y afectar el desempeño en las diferentes actividades cotidianas de las personas,
tanto a las personas diagnosticadas con una enfermedad crónica, aguda o terminal, así como a
las personas cercanas a ésta al “enterarse de la posibilidad de la cercanía o la inminencia de la
muerte, por lo que es importante conocer sus reacciones y actitudes en estas circunstancias”
(Veatch, 1976).
Según la OMS, se define enfermedad a “la alteración o desviación del estado fisiológico en una
o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y
signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”. Por ende, puede
considerarse a la enfermedad terminal como una enfermedad avanzada, progresiva e incurable
por falta de respuesta a un tratamiento específico, el cual no puede retroceder un deterioro
orgánico, que generalmente, tiene un pronóstico de vida no mayor a los 6 meses; sin embargo,
para alcanzar una máxima calidad de vida, es importante integrar en el paciente cuidados
paliativos que puedan aliviar el dolor y otros síntomas acompañantes de la enfermedad. La
enfermedad crónica es aquella de larga duración o de progresión lenta, cuyo fin o curación no
puede preverse claramente o no ocurrirá nunca. No hay un consenso acerca del plazo a partir
del cual una enfermedad pasa a considerarse crónica; hay enfermedades crónicas sin
gravedad alguna (por ejemplo, la rinitis crónica) y otras potencialmente muy graves (por
ejemplo, la arterioesclerosis), de la misma forma, no siempre es incurable, pero es impredecible
cuándo ocurrirá su curación.
Las enfermedades agudas son de súbita aparición y rápida evolución y desarrollo, su duración
es menor de tres meses, las causas son externas (deficiencia alimenticia, esfuerzo excesivo,
influencias infecciosas, contusiones, cirugías, heridas expuestas, etc.) y desequilibran
temporalmente la fuerza vital.
En la actualidad, el termino Tanatología no se ajusta a un hecho fatal como coloquialmente se
entiende, sino a la serie de circunstancias que rodean la muerte de un ser humano, es decir,
como una disciplina que se encarga de encontrar sentido al proceso de la muerte y también a
las pérdidas que pudiesen deteriorar la calidad de vida, su objetivo es fomentar el equilibrio de
la vida de una persona, con su entorno y vida social; puede ayudar a personas que pudiesen
haber tenido alguna experiencia sobre un acontecimiento de pérdida o también puede confortar
a un enfermo terminal. En otras palabras, la Tanatología se ocupa de sobrellevar y elaborar
duelos derivados de pérdidas significativas que no tienen que ver forzosamente con la muerte
ni con enfermos moribundos, acontecimientos tales como la pérdida de trabajo, pérdida de una
relación, la pérdida de un negocio o empleo, jubilaciones, la pérdida de una extremidad del
cuerpo, etc., son temas que aborda la Tanatología.
Con lo mencionado con anterioridad, la Tanatología es una disciplina amplia y difícil de abordar
por las múltiples facetas y diversos campos de análisis que se interrelacionan (aspectos
biológicos o cuidados paliativos, diversos modelos culturales y personales de morir, creencias y
rituales, el aspecto ético o legal), es por eso que se requiere la escucha y la lectura de una
pluralidad de discursos que apoyen el conocimiento de ésta disciplina, la cual obliga a quienes
se especializan en ella, colocar el caos dentro del orden sin imponer o dar por hecho que se
encuentra mal. Su objetivo es aminorar las molestias de las personas, por medio de un
acompañamiento que permita comprender la situación, es decir, elaborar un duelo.
El duelo
El duelo es “el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida, no se limita a
componentes emocionales, sino también a componentes fisiológicos y sociales. La intensidad
y la duración de este proceso son proporcionales a la dimensión y al significado de la pérdida.
En la elaboración del duelo, se entiende como el transcurso del proceso desde que la pérdida
se produce hasta que se supera. Esta elaboración puede comenzar antes de la pérdida, en el
caso de que ésta se pueda prever con cierta antelación” (Navarro, 2006).
Por otra parte, Sloterdijk (2003) postula que el recuerdo de los muertos y el duelo liberan
procesos de pérdida, restaurando simbólicamente y emocionalmente una idea de coexistencia,
una memoria espacio-tiempo de sus muertos importantes, que sobrevive por medio de la
herencia o la transmisión de acontecimientos, dejando huella de su existencia y heredando una
cultura que garantice un hábitat, una nueva forma moderna, en donde se ha de soportar la
relación de fuerzas exteriores y tensiones internas (riesgo continuo de ser apartados con
violencia o por medio de la muerte de aquellos que son más cercanos). Considera que el
verdadero trabajo del duelo será el esfuerzo por colocar a sus muertos en un círculo de
proximidad (en la memoria) y paz ampliado (que no interfiera con su vida actual), en otras
palabras, el esfuerzo psíquico por llegar a un compromiso entre la preocupación por la
separación definitiva de los muertos y el deseo de mantenerlos en otras formas de proximidad
(pero ahí). Aunque el lugar de los muertos determinantes de una cultura sea planteada de
formas diferentes (el más allá, en otra parte), los dolientes se dedican a la tarea de asignar una
medida humanamente soportable a ese alejamiento vago e ilimitado; el duelo crea esa
proximidad distendida que transforma lo infinito en un más allá manejable, un espacio-dolor
que produce proximidad-lejanía con respecto a los perdidos. Esta imaginación distanciadora
que hace reposar el espacio actual de vida en espacios adyacentes de muertos y de espíritus
es lo que da lugar a las culturas como fantasías espaciales autocobijantes. Como la muerte es
el primer estresor y artíficie de culturas, es necesario el duelo, ya que es importante para
calmar el dolor o la rabia causada por la desaparición, ampliando el espacio, con la capacidad
de mantener unidos a vivos y muertos en comuniones rituales dentro de un círculo de dominio
con sus propias potencias psíquicas, imaginativas y simbólicas, el círculo de cercanía-lejanía o
viceversa, en el que se encuentra el ser y el ahí, abierto al mundo, abierto a los muertos y
generador de espacio. De lo contrario, se estaría instalando repentinamente en “otra vida”, una
vida cargada de penas cotidianas, de tragos amargos, de desconsuelo solitario, a veces
abrasador, otras incoloro y vacío, con momentos insostenibles.
Por otro lado, la idea de pérdida del “animador íntimo” (el yo) que se experimenta de forma
simbólica durante el duelo, no sólo se hace presente a un otro entrañable, sino también a la
pérdida de aquello que nos anima, aquello que ha sido atesorado como nuestro puesto en el
mundo, esto sucede con la pérdida del empleo, la salud, un patrimonio, un fracaso sentimental
o profesional, así como la vida útil, aquellas actividades vitales y productivas, no puede ser
vivido sino como pequeñas muertes y por tanto, también tienen lugar en un duelo. Por
consiguiente, la Tanatología pretende impulsar a los supervivientes a redefinir su lugar en lo
existente, de buscar un espacio para su “tener que continuar viviendo” (Sloterdijk, 2004) sin sus
complementarios más importantes.
Para Freud (1917), el duelo es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una
abstracción que haga sus veces como la patria, la libertad, un ideal, etc. El dolor, la pérdida de
interés por el mundo exterior (en lo que no recuerde al muerto), la pérdida de la capacidad de
escoger un nuevo objeto de amor y el extrañamiento respecto al trabajo productivo que no
tenga relación con la memoria del muerto. Estos factores forman parte de la realización del
trabajo del duelo que se produce del siguiente modo: la realidad muestra que el objeto amado
ya no existe y es necesario entonces retirar toda la libido de sus enlaces con el objeto, sin
embargo, a este trabajo se opone el hecho de que el humano no abandona de buen grado una
posición libidinal. Este trabajo se realiza entonces pieza por pieza, con un gran gasto de tiempo
y energía de investidura y durante ese tiempo la existencia del objeto perdido continúa en lo
psíquico. El trabajo del duelo absorbe al yo. Es una operación lenta y dolorosa y una vez
cumplido el trabajo del duelo, el yo se vuelve otra vez libre y desinhibido.

Características de la Tanatología

Uno de los problemas a los cuales se afronta la Tanatología son los ciclos abiertos, los cuales
impiden sanar psíquicamente a una persona, ya que recordar determinado hecho o situación
evoca dolor, resentimiento, coraje, culpa, etc., lo cual permite desarrollar molestias que podrían
perjudicarnos cotidianamente; estas heridas emocionales al ser perjudiciales las evadimos y
damos por concluido este hecho para dar continuidad a la vida o a otro ciclo.
Un ciclo es un periodo de tiempo que conlleva un inicio, un tiempo de desarrollo o estabilidad, y
una decadencia, tal como una relación amorosa, un ciclo que cumplimos en un trabajo, en una
empresa o un ciclo vital, cuando termina la infancia, la adolescencia y así cada etapa de
nuestra vida, en donde se encuentra ligado el sistema biológico, psicológico, social y ecológico.
El “cerrar un ciclo” contribuye a que las personas que tienen una situación latente puedan
reestructurar y darle un significado diferente a determinado contexto, para ello es necesario
saber cuándo una etapa llega a su fin, cuando insistimos en alargarla más de lo necesario y
nos afecta, generando ansiedad, depresión, entre otras. Para su identificación, es necesario
conocer los aspectos circunstanciales, los factores de personalidad ante este malestar y los
factores sociales que se relacionan al tipo de redes de apoyo (Bowlby, 1983), para así, elaborar
un duelo normal o identificar si evolucionará hacia un duelo complicado y patológico, en donde
la necesidad afectiva manifiesta dependencia, lo cual puede presentar alteraciones como
sensación de inutilidad y abandono personal.
Por otro lado, los duelos no trabajados y latentes son ciclos abiertos, los cuales residen en el
apego o vinculación con las personas, objetos, situaciones laborales, etc., gracias a la
retroalimentación de la accesibilidad y capacidad de respuesta que recibamos y la estabilidad
emocional que ésta nos proporcione, es decir: seguridad y protección.
Las personas que no pueden elaborar un duelo o dejar concluido un ciclo presagian un exceso
de enfado y culpa, o presentan un factor narcisista, en el cual el fallecido representa una
extensión del sobreviviente y por tanto no admite que lo ha perdido; en algunos casos la
muerte vuelve a abrir viejas heridas, situaciones que hubo dolorosas con la persona fallecida,
que puede ser de algún pendiente o problema que no se resolvió en vida de ésta; así como el
apego, las relaciones donde hubo mucha dependencia son también duelos o cierre de ciclos
difíciles de elaborar, tanto por las emociones universales que pueden desencadenarse al
hablar de una situación o un factor de negación, así como de la ausencia de una red de apoyo
que brinde atención a la persona (éstas pueden ser institucionales). Estos elementos, al ser
difíciles de abordar y afrontar, pueden hacer que las molestias perduren excesivamente y
nunca llegar a una conclusión satisfactoria, provocando inhibición del acontecimiento o la
intensificación de respuestas a comparación de un duelo normal.
Algunos especialistas con conocimiento teórico y experiencia en técnicas Gestalt pueden
obtener buenos resultados para cerrar ciclos, para ello pueden emplear un lenguaje evocador
que permita influir en los sentimientos del paciente, también pueden utilizar objetos que
produzcan recuerdos agradables, utilizar imaginación guiada, dialogar con el síntoma, utilizar la
silla vacía, realizar cartas de despedida, entre otras técnicas que tienen por objetivo
experimentar y recapacitar las sensaciones obtenidas y tomar mayor conciencia del mismo,
gincluso redescubrir sentimientos no expresados y permitírseles completarlos; esto puede
ayudar a elaborar un duelo más realista de los acontecimientos o de la persona muerta,
permitiendo reintegrar la pérdida en su vida de crecimiento y cambios como resultado.
La persona que atraviesa un duelo no debe ser calificada como una persona débil o enferma,
sino una persona en transición. La función primaria del terapeuta es acompañar al sujeto, a sus
ritmos y a sus bloqueos, promoviendo la responsabilidad del mismo, de sus recursos como
organismo para autorregularse, no dirigirle ni manipularle; trabajando el ayer en el aquí y en el
ahora.
Servicio de Tanatología
En Naucalpan existe una población de 872,320 personas, las cuales están asentadas tanto en
zonas rurales, como en zonas residenciales con fraccionamientos de clase media-alta; la
mayoría de las poblaciones más vulnerables acuden a recibir atención por parte del DIF
(Desarrollo Integral Familiar) en sus diferentes áreas. Es necesario destacar que previamente a
la Tanatología, el área de Psicología se encargaba de los asuntos de pérdidas sin alguna
preparación puntual, a veces se canalizaban a otras dependencias privadas que abordan la
Tanatología, sin embargo, por el costo elevado de sus servicios es difícil para la población
acceder a ella.
El Programa de Tanatología está dedicado a la prevención, identificación, diagnóstico y
tratamiento terapéutico de procesos de duelo, tales como:
 Duelo por muerte.
 Duelo por término de relaciones afectivas.
 Duelo por pérdida laboral.
 Duelo por muertes violentas (suicidio, homicidio).
 Duelo en casos de desaparición.
 Duelo por pérdida de salud.
A diferencia de la atención psicológica, la atención tanatológica es una atención focalizada en
la exploración y trabajo de duelo.
Para concluir, es importante puntualizar que la Tanatología puede ayudar a las personas a
enfrentar pérdidas severas como son: las amputaciones, los trasplantes, los intentos de
suicidio, viudez, cambio de rol, infidelidad, infertilidad, a enfermos diagnosticados con alguna
enfermedad (terminal, crónica o aguda), pérdida de la autoestima, pérdida del trabajo, o de
alguna persona cercana afrontando un proceso de duelo, así como también la denominada
“intervención en crisis”, lo que significa que el momento de una muerte no esperada, se puede
ayudar a los deudos a comprender y abordar el duelo.
Referencia bibliográfica:

- Bowlby-West L. (1983). The impact of death on the family system. Journal of Family Therapy,
5:279-294
- Cerrando ciclos. Un breve paseo por la psicoterapia Gestalt. Consultado en
https://www.digitalsalud.com/cerrando-ciclos-un-breve-paseo-por-la-psicoterapia-gestalt-
_41460.htm
- Enfermedad terminal. Consultado en https://www.secpal.com/biblioteca_guia-cuidados-
paliativos_2-definicion-de-enfermedad-terminal
- Freud, S. (1993). Duelo y melancolía. Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu
Editores.
- Kübler- Ross, E. (1975). Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona, España. Mondadori
- Navarro Serer, Mariano. (2006). La muerte y el duelo como experiencia vital: acompañando
el proceso de morir. Información psicológica. ISSN 0214-347 X - D.L. V-841-1983.
- Sloterdijk, Peter, Esferas I, Burbujas, Editorial Siruela, Madrid, 2003, Excurso 6.
- Tanatología. Consultado en http://www.revista.unam.mx/vol.7/num8/art62/int62.htm
- Terapia Gestalt. Consultado en http://www.gestalt-terapia.es/el-ciclo-de-la-experiencia-en-
terapia-gestalt-joseph-zinker/
- Veatch,MR.(1976). Death dying and the biological revolution. Yale University. Consultado en
http://www.nonografías.com/trabajos13/socrats/socrats.shtml

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