Representación Procesal
Representación Procesal
Representación Procesal
REPRESENTACIÓN
PROCESAL
NOVIEMBRE, 2017
Alumno:
- Rabanal Carrillo, Abel Martín Sebastián
Curso:
- Derecho Procesal Civil I
Profesor:
- Dr. Choque Calisaya, Dorian Elder
Ciclo Académico:
- IV – 2do Nivel
SAN JUAN
IQUITOS - PERÚ
PARTE II – ANTECEDENTES
La representación, tal como se entiende, nace en el derecho romano, en el cual existía una
representación nacida del imperio de la ley, y por eso llamada legal o necesaria y, otra nacida de un
acto jurídico, y por eso llamada voluntaria. La legal o necesaria fue la que apareció primero en el
Derecho Romano.
Como se sabe, en el Derecho romano las personas, en el ámbito familiar, eran sui iuris o alieni iuris.
Las primeras, eran las personas libres de toda autoridad y dependientes de ellas mismas, siendo
llamadas pater familias, cuyo título además de implicar el derecho a un patrimonio implicaba,
adicionalmente, la patria potestad, la manus maritalis y la autoridad sobre todos los miembros
de familia y los esclavos. Alieni juris eran las personas sometidas a otra, que ejercía los poderes
anteriormente mencionados.
El sometimiento de los alieni juris es el origen de la patria potestad, de la tutela y de la curatela, que
son instituciones de amparo familiar que conllevan la representación por imperativo de la ley de los
menores y de los interdictos, así como el origen remoto de la representación de la sociedad conyugal,
que la codificación civil ha receptado.
Los sui iuris no sólo podían hacer valer sus derechos por sí mismos, sino que debían así hacerla. No
podían adquirir ni obligarse más que por sí mismos y, si en uso de sus facultades encargaban a otro
la concertación de sus negocios, configurándose el contrato de mandato, el sui juris era un mandante
al que quedaba sometido el mandatario pero, sin embargo y pese a la relación entre mandante y
mandatario, los terceros con los que se celebraba el acto jurídico sólo quedaban vinculados al
mandatario, pues el contrato de mandato no generaba representación.
El contrato de mandato, tal como se le concibió en Roma, era un encargo del mandante que requería
de la aceptación del mandatario para la celebración de uno o más actos jurídicos. El mandatario
concluía el negocio con el tercero, pero era él quien adquiría los derechos y contraía las obligaciones,
necesitando de un acto jurídico posterior para transmitir dichos derechos u obligaciones al
mandante, quien a su vez lo desligaba de responsabilidad frente a los terceros con los cuales había
celebrado los actos o negocios jurídicos. El contrato de mandato no generaba, pues, una
representación en virtud de la cual el mandante quedaba vinculado al tercero por los actos de su
mandatario. Por eso, la necesidad práctica de la representación la fue imponiendo.
Pero además de los orígenes de la representación en el mandato, se señala que, en el Derecho
Romano se conoció la figura del nuncio, nuntius, que venía a ser un mensajero o portavoz, que no
expresaba su propia voluntad, sino la de la persona que lo enviaba y por ello, como señala Argüello,
los efectos del negocio se fijaban en el sujeto que se servía del nuntius. La manifestación de la
Es una ayuda que la norma concede a aquellos sujetos de derecho que tienen alguna limitación o
impedimento para actuar directamente en el proceso. Esta clase de representación implica dos
modalidades:
A) REPRESENTACIÓN LEGAL. Se presenta cuando la ley dispone que la parte
material impedida de actuar directamente debe ser representada por otra persona,
por ejemplo, la madre que representa al hijo en el proceso de alimentos. Entre
otros, como los señalados en los artículos 63 (“Las personas naturales que no tienen
el libre ejercicio de sus derechos, comparecen al proceso representados según
dispongan las leyes pertinentes”), 64 (“Las personas jurídicas están representadas