Representación Procesal

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“Año del Buen Servicio al Ciudadano”

REPRESENTACIÓN
PROCESAL
NOVIEMBRE, 2017

 Alumno:
- Rabanal Carrillo, Abel Martín Sebastián

 Curso:
- Derecho Procesal Civil I

 Profesor:
- Dr. Choque Calisaya, Dorian Elder

 Ciclo Académico:
- IV – 2do Nivel

SAN JUAN
IQUITOS - PERÚ

UCP – FACULTAD DE DERECHO & CIENCIAS POLÍTICAS 1


ÍNDICE GENERAL

 PARTE I – CONCEPTOS GENERALES ....................................................................................... 4


1.1. CONCEPTO JURÍDICO DE REPRESENTACIÓN ................................................................. 4
1.2. CONCEPTO DE PROCESO ............................................................................................... 4
1.3. CONCEPTO REPRESENTACIÓN PROCESAL ..................................................................... 4
 PARTE II – ANTECEDENTES .................................................................................................... 4
 PARTE III – REPRESENTACIÓN PROCESAL .............................................................................. 5
3.1. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE MANERA TÍPICA:............................................................ 5
3.1.1 REPRESENTACIÓN OBLIGADA. .................................................................................... 5
3.1.2. REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA. ................................................................................ 6
3.1.3. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE LA PERSONA JURÍDICA. ......................................... 6
3.1.4. REPRESENTACIÓN PROCESAL DEL PATRIMONIO AUTÓNOMO. ................................. 6
3.1.5. APODERADO COMÚN. ............................................................................................... 6
3.2. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE MANERA ATÍPICA. ......................................................... 6
3.2.1. REPRESENTACIÓN JUDICIAL POR ABOGADO............................................................... 6
3.2.2. PROCURACIÓN OFICIOSA. ........................................................................................... 6

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INTRODUCCIÓN

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 PARTE I – CONCEPTOS GENERALES

1.1. CONCEPTO JURÍDICO DE REPRESENTACIÓN


- Es la adquisición que posee una persona (representante) de realizar acciones en nombre de
otra persona (representado).

1.2. CONCEPTO DE PROCESO


- Es entendido como la sucesión de actos o acciones realizados con cierto orden, que se
dirigen a un punto o finalidad. Progreso, avance. Transcurso del tiempo. Las diferentes fases
o etapas de un acontecimiento. Desde el punto de vista jurídico es el conjunto de autos y
actuaciones o litigio sometido a conocimiento y resolución de un tribunal.

1.3. CONCEPTO REPRESENTACIÓN PROCESAL


- La representación procesal, es que una persona llamada representante efectúe actos
procesales en nombre de otra, denominada representado. Los efectos de estos actos
procesales recaen en la esfera jurídica del representado.

 PARTE II – ANTECEDENTES
La representación, tal como se entiende, nace en el derecho romano, en el cual existía una
representación nacida del imperio de la ley, y por eso llamada legal o necesaria y, otra nacida de un
acto jurídico, y por eso llamada voluntaria. La legal o necesaria fue la que apareció primero en el
Derecho Romano.
Como se sabe, en el Derecho romano las personas, en el ámbito familiar, eran sui iuris o alieni iuris.
Las primeras, eran las personas libres de toda autoridad y dependientes de ellas mismas, siendo
llamadas pater familias, cuyo título además de implicar el derecho a un patrimonio implicaba,
adicionalmente, la patria potestad, la manus maritalis y la autoridad sobre todos los miembros
de familia y los esclavos. Alieni juris eran las personas sometidas a otra, que ejercía los poderes
anteriormente mencionados.
El sometimiento de los alieni juris es el origen de la patria potestad, de la tutela y de la curatela, que
son instituciones de amparo familiar que conllevan la representación por imperativo de la ley de los
menores y de los interdictos, así como el origen remoto de la representación de la sociedad conyugal,
que la codificación civil ha receptado.
Los sui iuris no sólo podían hacer valer sus derechos por sí mismos, sino que debían así hacerla. No
podían adquirir ni obligarse más que por sí mismos y, si en uso de sus facultades encargaban a otro
la concertación de sus negocios, configurándose el contrato de mandato, el sui juris era un mandante
al que quedaba sometido el mandatario pero, sin embargo y pese a la relación entre mandante y
mandatario, los terceros con los que se celebraba el acto jurídico sólo quedaban vinculados al
mandatario, pues el contrato de mandato no generaba representación.
El contrato de mandato, tal como se le concibió en Roma, era un encargo del mandante que requería
de la aceptación del mandatario para la celebración de uno o más actos jurídicos. El mandatario
concluía el negocio con el tercero, pero era él quien adquiría los derechos y contraía las obligaciones,
necesitando de un acto jurídico posterior para transmitir dichos derechos u obligaciones al
mandante, quien a su vez lo desligaba de responsabilidad frente a los terceros con los cuales había
celebrado los actos o negocios jurídicos. El contrato de mandato no generaba, pues, una
representación en virtud de la cual el mandante quedaba vinculado al tercero por los actos de su
mandatario. Por eso, la necesidad práctica de la representación la fue imponiendo.
Pero además de los orígenes de la representación en el mandato, se señala que, en el Derecho
Romano se conoció la figura del nuncio, nuntius, que venía a ser un mensajero o portavoz, que no
expresaba su propia voluntad, sino la de la persona que lo enviaba y por ello, como señala Argüello,
los efectos del negocio se fijaban en el sujeto que se servía del nuntius. La manifestación de la

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voluntad por intermedio de un nuncio estaba también muy distante de la figura de la representación,
pues, en ésta, es el representante, con su propia voluntad y no la del representado, la que lleva a la
esfera jurídica de este último los efectos del acto celebrado con el tercero contratante.
Existe consenso en la doctrina en cuanto a que es a los canonistas medievales a quienes se les debe
el concepto moderno de la representación, caracterizada: a) por la voluntad del representante y no
la del representado en la celebración del acto jurídico; y, b) por la desviación de los efectos del acto
hacia la esfera jurídica del representado.
Fueron los juristas de los siglos XVII y XVIII los que estructuraron la Teoría de la Representación a
expensas de las reglas particulares del contrato de mandato, dando lugar a confusiones entre dicho
contrato y la representación, y pese a ser instituciones jurídicas conexas pero distintas entre sí, se le
dio, al mandato, una finalidad esencialmente representativa.
Fue con estos antecedentes que el Código francés de 1804 no dispensó a la representación una
normativa propia, sino que la subsumió en la del mandato. Este camino fue seguido por los Códigos
influidos por el napoleónico y, así, en la obra de Vélez Sarsfield se omitió la inclusión de una teoría
general de la representación, "materia que ha sido legislada con relación al contrato de mandato".
Como lo destacan Ospina y Ospina, contra la concepción de los redactores del
Código Napoleón reaccionaron eminentes juristas, como Ihering, quienes declararon que la
representación no es de la esencia del mandato ni tiene necesariamente un origen contractual. Lo
primero, porque el mandatario puede obrar en su propio nombre, como en el mandato sin
representación, caso en el cual no representa al mandante ni lo obliga respecto a terceros, pues
entonces todos los derechos y las obligaciones producidas por el acto recaen directamente sobre el
mandatario. Lo segundo, porque además de la representación emanada de un contrato, como el
mandato o la sociedad, también existe la representación legal, impuesta independientemente y aun
en contra de la voluntad del representado, como la que corresponde al tutor y, en el sentir de Ihering
y otros, al gestor de negocios.
Las ideas de Ihering fueron acogidas y desarrolladas por Laband, a quien la doctrina es unánime en
reconocerle la autoría de la separación conceptual de la representación del mandato, produciendo
una reacción contra el tratamiento legislativo que en la codificación civil había recibido y que fue
generalizándose en la doctrina y en la misma codificación.

 PARTE III – REPRESENTACIÓN PROCESAL


Por la representación procesal una persona distinta de las partes participa en el proceso realizando
actos procesales válidos en nombre de una de las partes materiales del proceso. La parte material
actúa en un proceso a través de otra persona que actúa en su nombre. En el proceso civil es opcional
que la parte que comparezca en juicio deba estar representada por un apoderado o asistida por un
abogado, o tener a ambas personas a la vez.
Son clases de representación procesal las siguientes:

3.1. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE MANERA TÍPICA:

3.1.1 REPRESENTACIÓN OBLIGADA.

Es una ayuda que la norma concede a aquellos sujetos de derecho que tienen alguna limitación o
impedimento para actuar directamente en el proceso. Esta clase de representación implica dos
modalidades:
A) REPRESENTACIÓN LEGAL. Se presenta cuando la ley dispone que la parte
material impedida de actuar directamente debe ser representada por otra persona,
por ejemplo, la madre que representa al hijo en el proceso de alimentos. Entre
otros, como los señalados en los artículos 63 (“Las personas naturales que no tienen
el libre ejercicio de sus derechos, comparecen al proceso representados según
dispongan las leyes pertinentes”), 64 (“Las personas jurídicas están representadas

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en el proceso de acuerdo a lo que dispongan la Constitución, la ley o el respectivo
estatuto).

B) REPRESENTACIÓN JUDICIAL. Se presenta cuando el Juez es quien decide cuándo


una de las partes debe ser representada en el proceso, como, por ejemplo, el caso
del curador procesal que es un abogado designado por el Juez. Entonces, también
encontramos en el artículo 66 los casos en el que se designarán curadores
procesales, por motivo de falta, ausencia o impedimento del representante del
incapaz, siguiendo entonces para esto todas las reglas establecidas en el artículo,
también como en el artículo 61 del CPC.

3.1.2. REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA.


Se presenta cuando la parte material a pesar de tener capacidad procesal decide por razones
personales, por conveniencia o simplemente por voluntad propia que otra persona actúe en su
representación en el proceso. El nombramiento de un apoderado judicial puede ocurrir fuera del
proceso o dentro del proceso. Esta declaración de voluntad del representado puede darse siguiendo
las siguientes formalidades:

A) POR ESCRITURA PÚBLICA, para lo cual no requiere ser inscrito en registros


públicos.

B) POR ACTA ANTE EL JUEZ, en el cual no es necesaria la aceptación del apoderado,


se presume aceptado el poder por su ejercicio.

3.1.3. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE LA PERSONA JURÍDICA.


Las personas jurídicas están representadas en el proceso de acuerdo con lo que dispone la
Constitución, la ley o su Estatuto. (Artículo 64° CPC)

3.1.4. REPRESENTACIÓN PROCESAL DEL PATRIMONIO AUTÓNOMO.


Esta representación se presenta cuando una o más personas ejercen sobre determinado patrimonio
una titularidad limitada por encontrarse afecto a un fin específico señalado por el acto constitutivo
o por la ley, por ejemplo, el caso de la sociedad conyugal o la sucesión indivisa. Esto es, sin embargo,
siempre que no se constituya una persona jurídica.

3.1.5. APODERADO COMÚN.


Es aquel representante designado por diversas personas que constituyen una sola parte
(demandantes o demandados) y actúan conjuntamente.

3.2. REPRESENTACIÓN PROCESAL DE MANERA ATÍPICA.

3.2.1. REPRESENTACIÓN JUDICIAL POR ABOGADO.


Un abogado en un proceso es un patrocinante, el patrocinio es distinto de la representación procesal.
En este caso, el abogado (patrocinante) hace las veces de representante judicial que sólo ejerce las
facultades generales para un proceso.

3.2.2. PROCURACIÓN OFICIOSA.


Consiste en la posibilidad de que una persona se irrogue la representación de otra e interponga una
demanda en su nombre, advirtiendo que el derecho de ésta peligra si es que no se solicita la tutela
jurisdiccional oportuna, por ejemplo, en el caso del habeas corpus o el proceso constitucional de
amparo.

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