Qué Es La Vectorización
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Formas de vectorización:
Vamos a seleccionar la
herramienta suavizar que
está en el mismo desplegable
que de la barra de
herramientas que «lapiz» y la
pasamos por las zonas que
queremos y vemos como
desaparece alguno de los
puntos simplificando el trazo.
El poder de la mente
humana.
Si bien la mente del hombre no
posee ninguna clase de poderes
milagrosos o sobrenaturales, lo
cierto es que tiene otro tipo de
poder nada despreciable: el poder
intelectual. ¿De qué se trata?
El poder intelectual es producto de
la actividad mental humana y se
deriva de usar acertadamente el
entendimiento o raciocinio,
permitiendo al individuo o
colectividad realizar proezas
de ingeniería, tecnología e investiga
ción sin precedentes. Sus grandes
exponentes son la ciencia y la
tecnología, capaces de llevar a cabo
hechos que las generaciones
pretéritas considerarían
"milagrosos".
De todos los poderes mentales del
hombre, la capacidad de
hacer ciencia es lo más destacable.
La ciencia es la aplicación de la
intelectualidad al estudio profundo
de la realidad, generando un
conocimiento acumulativo y
sistemático de los fundamentos que
subyacen bajo la apariencia de los
cambios o fenómenos que dicha
realidad presenta y dando razón de
la relación de causa a efecto de los
mismos. La aplicación de la ciencia
para provecho humano constituye la
tecnología, la cual, en nuestros días,
ha llegado bastante lejos. La
tecnología actual es capaz de lograr
maravillas y ha dotado al ser
humano de gran poder
de control sobre el
medio ambiente que le rodea:
hazañas que poco más de cien años
atrás se consideraban increíbles o
fantasiosas.
NOTA:
La revista DESPERTAD del 8-4-
1993, páginas 6 y 7, publicada
en español y otros idiomas por
la Sociedad Watchtower Bible And
Tract, bajo el subtema "¿Qué se
entiende por ciencia?", dice lo
siguiente:
«Según la Enciclopedia Espasa, la
ciencia es "el conocimiento cierto de
las cosas por sus principios y
causas". Como es de suponer,
existen varias clases de ciencias o
ramas del saber. El libro The
Scientist (El científico) comentó a
este respecto: "En teoría, cualquier
parcela del conocimiento puede
denominarse ciencia, ya que por
definición una rama del saber se
convierte en ciencia siempre que su
estudio se realice siguiendo
el método científico".
Esto hace que resulte un tanto
difícil definir con toda precisión
dónde termina
una disciplina científica y empieza
otra. De hecho, según la
Enciclopedia Espasa, existe "la
dificultad de hacer una clasificación
de las ciencias, que presente,
siquiera en sus líneas generales, la
rica variedad de éstas y [cómo] se
relacionan entre sí, uniéndolas sin
confundirlas y distinguiéndolas sin
separarlas". Con todo, en la mayoría
de las obras de consulta se
mencionan cuatro disciplinas
científicas principales: físicas,
biológicas, sociales y exactas, que
incluyen las matemáticas.
Pero ¿son las matemáticas una
ciencia? Sí lo son, pues sin la
existencia de un método unificado
para dimensionar —grande o
pequeño—, cuantificar —poco o
mucho—, medir distancias —lejos o
cerca— y determinar
la temperatura —frío o calor—,
hubiese sido imposible
una investigación
científicafructífera. No en balde se
ha dicho que las matemáticas son
"reina y doncella de las ciencias".
Las ciencias físicas incluyen
la química, la física y la astronomía.
Las ciencias biológicas más
importantes son la botánica y la
zoología. Por último, las ciencias
sociales abarcan antropología, socio
logía, económicas,
ciencias políticas y psicología.
Ahora bien, se debe distinguir entre
las ciencias puras y las aplicadas.
Las primeras se fundan
exclusivamente en el hecho
científico y los principios; las
últimas, en el campo de la
aplicación práctica
del concepto científico, por lo que
también se las conoce por ciencias
tecnológicas.
La ciencia humana.
La revista DESPERTAD antes
citada, páginas 7 y 8, explica en
parte:
«Tanto la religión como la ciencia
son ejemplos del anhelo del hombre
por conocer la verdad, pero hay una
diferencia sustancial entre el medio
de hallar la verdad religiosa y el
medio de hallar la verdad científica.
La persona que busca la verdad
religiosa tal vez acuda a la Biblia, el
Corán, el Talmud, los libros védicos
o la Tipitaka (libros sagrados
budistas), en función de la religión
que profese: cristiana, musulmana,
judía, hindú o budista. En dichos
textos hallará lo que su religión
considera la verdad religiosa
revelada, procedente, tal vez, de una
fuente divina y, por lo tanto,
entendida como autoridad final y
decisiva.
Sin embargo, el que busca la verdad
científica no tiene una autoridad
final a la que acudir, sea libro o
persona. La verdad científica no ha
sido revelada, se descubre. Para ello
hace falta un método de tanteo, que
a menudo inicia al que busca la
verdad científica en una
empresa infructífera. No obstante,
si sigue cuatro pasos
sistemáticamente en su
investigación, su búsqueda puede
resultar más fructífera:
CÓMO SE LLEGA A LA VERDAD
POR EL MÉTODO CIENTÍFICO
1. Observación de los hechos.
2. Sobre la base de los hechos
observados, formule una teoría que
explique el fenómeno.
3. Ponga a prueba la teoría
abundando en nuevas
observaciones y por
experimentación.
4. Compruebe si las predicciones
basadas en la teoría se cumplen.
De todas formas, la ciencia ha
celebrado muchas de sus victorias
sobre las cenizas de pasadas
derrotas, al conseguir reemplazar
conceptos anteriormente válidos
por otros más ajustados a los
hechos.
A pesar de este método de pruebas y
desaciertos, con el correr
del tiempo los científicos han
acumulado una cantidad
sorprendente de conocimientos.
Aunque se han equivocado con
frecuencia, han podido corregir
muchas de sus conclusiones
inexactas previas antes de ocasionar
algún daño grave. Siempre que los
conocimientos inexactos
permanezcan en el ámbito de las
ciencias puras, el riesgo será
mínimo, pero si se intentara
trasladarlos al campo de las ciencias
aplicadas, las consecuencias
podrían ser desastrosas.
Tomemos por ejemplo
el conocimiento científico que hizo
posible la invención de los
insecticidas. Su importancia era
incuestionable hasta
que investigaciones científicas
posteriores demostraron que dejan
sustancias residuales nocivas para
la salud. En algunas comunidades
cercanas al mar de Aral, ubicado en
las regiones de Uzbekistán y
Kazajstán, se ha podido demostrar
que existe una relación entre
el empleo indiscriminado de
insecticidas y la elevada proporción
de cáncer de esófago, que es
superior a la media nacional. Los
aerosoles se hicieron muy populares
por las ventajas que ofrecían, hasta
que la investigación científica indicó
que su uso contribuía a la
destrucción de la capa de ozono que
protege la atmósfera terrestre
mucho más rápidamente de lo que
en un principio se pensó. Estos
ejemplos demuestran que la
búsqueda de la verdad científica es
un proceso continuo. Lo que hoy es
una "verdad" científica, mañana
puede considerarse una idea
equivocada, y posiblemente hasta
peligrosa.
La ciencia y la tecnología han
contribuido notablemente a la
configuración de nuestro mundo
moderno. Frederick Seitz, ex
presidente de la Academia Nacional
de Ciencias estadounidense, dijo a
este respecto: "La ciencia, que inició
su andadura como aventura de la
mente humana, se ha ido
convirtiendo en uno de los
principales pilares de nuestro estilo
de vida". En consecuencia, la
investigación científica ha pasado a
ser sinónimo de progreso. Quien se
atreva a cuestionar los últimos
logros de la ciencia corre el riesgo
de que le llamen "retrógrado".
Después de todo, para muchas
personas el progreso científico es lo
que distingue el mundo civilizado
del incivilizado.
No sorprende que el
poeta inglés contemporáneo W.H.
Auden dijese: "Los verdaderos
hombres de acción de nuestro
tiempo, los que transforman el
mundo, no son ni los políticos ni los
estadistas, sino los científicos".
Muy pocas personas serían capaces
de opinar que el mundo no necesita
transformación, pero ¿podrá
transformarlo la ciencia? ¿Podrá
descubrir las verdades científicas
que hacen falta para afrontar los
singulares retos que el siglo XXI
trae consigo? Y ¿podrá captar y
aprender esas verdades con
suficiente rapidez como para librar
a la humanidad del temor a una
inminente hecatombe mundial?
Linus Pauling, ganador del premio
Nobel en dos ocasiones, dijo: "Todo
habitante de la Tierra debe entender
algo de la naturaleza y los efectos de
la ciencia"».
Ciencia y poder.
El poder que tiene el hombre sobre
los animales y sobre el entorno
natural que le rodea es básicamente
un poder mental o intelectual, es
decir, un poder científico. La
capacidad de hacer ciencia y, a
partir de ésta, desarrollar
tecnología, confiere al hombre su
poderío sobre el resto de los
vivientes terrestres.
Pero el desarrollo de la ciencia
humana ha sido un proceso
acumulativo, gradual y lento a
través del tiempo. A este respecto, la
revista DESPERTAD del 22-4-1993,
paginas 20 a 23, expone:
«"Nadie sabe quién fue el primero
en descubrir el fuego, en inventar la
rueda, el arco y la flecha, o en
intentar explicar la salida y la
puesta del Sol", dice The World
Book Encyclopedia. De todas
formas, lo cierto es que se han
descubierto, inventado y explicado,
y desde entonces el mundo jamás ha
vuelto a ser igual.
Estos logros fueron los primeros
pasos de una búsqueda de la verdad
que hasta la fecha ha durado unos
seis mil años. El hombre siempre ha
tenido curiosidad, ha deseado
entender el mundo animado e
inanimado que le rodea. También
ha estado interesado en la
aplicación práctica de las cosas que
aprende, con el fin de beneficiarse.
Esta sed inherente de conocimiento
y el deseo de aplicarlo han sido la
fuerza motriz del hombre en su
incesante búsqueda de la verdad
científica.
Claro que no se llamó tecnología,
como hoy se hace, a los primeros
intentos de dar al conocimiento
científico una aplicación práctica, ni
se consideró científicos a quienes
los hicieron. De hecho, la ciencia en
el sentido actual ni siquiera ha
existido durante gran parte de
la historia humana. Cuando en el
siglo XIV el poeta inglés Chaucer
empleó la palabra "ciencia", se
refería simple y llanamente a las
diversas clases de conocimiento, lo
que encaja con su etimología, pues
se deriva de una voz latina que
significa "saber".
Prescindiendo del nombre que
recibiera en un principio, la ciencia
comenzó en el jardín de Edén tan
pronto como el hombre se entretuvo
en investigar su entorno inmediato.
Aun antes de la creación de Eva, a
Adán se le encargó la tarea de dar
nombre a los animales. Ponerles un
nombre apropiado exigía que Adán
estudiara detenidamente sus
hábitos y características. En la
actualidad, esta ciencia recibe el
nombre de zoología.
Caín, el primer hijo de Adán y Eva,
"se ocupó en edificar una ciudad", lo
que parece indicar que debió tener
suficiente conocimiento científico
como para idear
las herramientas necesarias. Tubal-
caín, uno de sus descendientes, fue
conocido como "forjador de toda
clase de herramienta de cobre y
de hierro". Obviamente, el
conocimiento científico y
tecnológico había aumentado.
Cuando Egipto se convirtió
en potencia mundial —la primera
que menciona la Biblia—, el avance
del conocimiento científico había
alcanzado tal punto que los egipcios
pudieron construir grandes
pirámides. En The New
Encyclopædia Britannica se explica
que el diseño de estas pirámides "se
consiguió después de mucha
experimentación, en el transcurso
de la cual se resolvieron
grandes problemas de ingeniería".
Para resolverlos se requería un buen
conocimiento matemático y la
existencia de disciplinas científicas
afines.
Es obvio que la curiosidad científica
no fue patrimonio exclusivo de los
egipcios. Los babilonios, aparte de
haber confeccionado un calendario,
tenían un sistema numérico y de
medidas. En el Lejano Oriente, la
civilización china hizo valiosas
aportaciones científicas, y
en América, los antepasados de
losmayas y de los incas crearon una
civilización avanzada que más tarde
sorprendió a los exploradores
europeos, quienes no esperaban ni
mucho menos logros semejantes de
unos "nativos atrasados".
Sin embargo, no todo lo que estas
civilizaciones antiguas consideraban
verdad científica ha resultado ser
científicamente exacto. Según The
World Book Encyclopedia, junto
con los valiosos medios de
investigación científica que los
babilonios idearon, "también
cultivaron la pseudociencia de
laastrología".
Para los estudiantes de la Biblia, la
antigua Babilonia es sinónimo de
adoración falsa. Según sus
conceptos astrológicos, había una
deidad para cada una de las
regiones celestes. En cambio, la
Biblia, que enseña que sólo hay un
Dios verdadero, coincide con la
ciencia en rechazar una
pseudociencia como la astrología.
La religión era una parte
inseparable de la vida del hombre
de tiempos antiguos, por lo que se
comprende que el conocimiento
científico fuese paralelo a las ideas y
creencias religiosas. Esta
peculiaridad se puede observar bien
en el campo de la ciencia médica.
En The New Encyclopædia
Britannica se dice que
"los documentos antiguos que
explican cómo era la sociedad y
la medicina de Egipto durante el
Imperio Antiguo, indican que la
magia y la religión estaban
inseparablemente ligadas a la
práctica médica empírico-racional y
que el mago supremo de la corte
faraónica solía ser el médico
principal del país".
Durante la tercera dinastía egipcia,
un destacado arquitecto llamado
Imhotep alcanzó renombre como
médico bastante cualificado. Poco
menos de un siglo después de
su muerte, Egipto le rindió culto
como el dios de la medicina, y para
el fin del siglo VI antes de la EC
había sido elevado al panteón de los
dioses universales. La enciclopedia
Britannica menciona que los
templos que se le dedicaron "solían
estar abarrotados de enfermos que
acudían a orar y dormir allí,
convencidos de que el dios les
revelaría en sueños el remedio de
sus dolencias".
Las ideas religiosas influyeron
notablemente en los sanadores
egipcios y babilonios. La obra The
Book of Popular Science dice: "La
teoría patológica común en aquella
época y durante muchas de las
siguientes generaciones fue que las
fiebres, infecciones, dolores y
padecimientos se debían a la acción
de malos espíritus o demonios que
invadían el cuerpo". Por ello en el
tratamiento médico por lo general
se empleaban ofrendas religiosas,
hechizos y encantamientos.
Durante los siglos IV y V antes de la
EC, un médico griego llamado
Hipócrates cuestionó los conceptos
egipcios. A él se le conoce hoy sobre
todo por el juramento hipocrático,
que sigue siendo la base de la ética
médica. El libro "Moments of
Discovery—The Origins of Science"
dice que Hipócrates fue "de los
primeros que rivalizaron con la
clase sacerdotal en la búsqueda de
una explicación para las dolencias
del hombre". Basándose
en métodos científicos, buscó las
causas naturales de la enfermedad.
La razón y la experiencia
comenzaron a reemplazar a la
superstición religiosa y las
conjeturas.
Al rechazar las ideas equivocadas de
la religión falsa, Hipócrates dio un
paso importante en
la dirección correcta. No obstante,
aún hoy quedan vestigios de los
antecedentes religiosos de la
medicina. Su símbolo, la serpiente
enrollada en la vara de Asclepio
(Esculapio) —deidad griega de la
medicina—, se remonta a los
antiguos templos de curaciones en
los que había serpientes sagradas.
Según The Encyclopedia of
Religion, estas serpientes
representaban "la capacidad para
renovación de la vida y el
renacimiento saludable".
Hipócrates llegó a ser conocido más
tarde como el padre de la medicina,
lo cual no quiere decir que no
cometiera a veces errores
científicos. La obra "The Book of
Popular Science" indica que algunas
de sus ideas erróneas "nos
parecerían hoy meras fantasías",
aunque previene contra cualquier
arrogancia médica, pues dice: "Es
probable que algunas de
las teorías médicas que en la
actualidad gozan de más arraigo
lleguen a parecer igual de
fantásticas a hombres de una futura
generación".
De modo que llegar a la verdad
científica ha sido un proceso
gradual, que ha requerido que
durante siglos se hayan entresacado
los hechos aislados de teorías
erradas. Sin embargo, para que esto
fuese posible, los hallazgos de una
generación han debido pasarse a la
siguiente con toda exactitud. Como
es lógico, un modo de hacerlo ha
sido por transmisión oral, pues el
hombre fue creado con la facultad
del habla.
No obstante, la transmisión oral
nunca hubiera sido suficientemente
segura como para garantizar la
exactitud que el adelanto científico y
tecnológico exigen. Era evidente la
necesidad de poner
la información por escrito.
No se sabe con certeza cuándo
comenzó el hombre a escribir, pero
a partir del momento en que lo hizo,
tuvo en sus manos un maravilloso
recurso para pasar información con
la que otros podrían trabajar. Antes
de la invención del papel — tal vez
en China hacia el año 105 de la EC—
se escribía sobre tablillas de arcilla,
papiro y pergamino.
Habría sido imposible que la ciencia
avanzara sin un sistema numérico y
de medidas: un logro de primera
magnitud. La obra "The Book of
Popular Science" dice que la
aplicación de las matemáticas ha
sido de "alcance universal" y añade
que "sus análisis han resultado en
muchos progresos científicos de
máxima importancia". También son
una "inestimable herramienta para
el químico, el físico, el astrónomo, el
ingeniero y otros profesionales".
Con el transcurso de los siglos, otros
factores han dado impulso a la
búsqueda de la verdad científica.
Tal es el caso de los viajes. A este
respecto, "The Book of Popular
Science" explica: "Es probable que
la persona que viaja a otros países
perciba que nuevos paisajes,
sonidos, olores y sabores incentivan
su curiosidad, y se sienta tentada a
preguntar por qué son tan
diferentes las cosas en otras tierras.
Al intentar satisfacer su curiosidad,
adquirirá sabiduría. Así les ocurrió a
los antiguos griegos".
Leamos sobre historia de la
religión, política o comercio y
tropezaremos más de una vez con
alguna mención del pueblo griego.
¿Quién no ha oído hablar de sus
famosos filósofos, término que se
deriva de la palabra griega
fi·lo·so·fí·a: "amor a la sabiduría"?
En el siglo I, cuando el apóstol
cristiano Pablo viajó a Grecia, el
amor de los griegos a la sabiduría y
su sed de conocimiento ya eran un
hecho muy conocido. Él mencionó a
los epicúreos y a los estoicos,
quienes como "todos los atenienses
y los extranjeros que residían allí
temporalmente no pasaban su
tiempo libre en ninguna otra cosa
sino en decir algo o escuchar algo
nuevo" (Hechos de los Apóstoles
17:18-21).
No sorprende, pues, que los griegos
hayan sido el pueblo antiguo que
mayor legado ha dejado a la ciencia.
En "The New Encyclopædia
Britannica" se comenta: "El intento
de la filosofía griega de formular
una teoría sobre el universo que
reemplazara la cosmología mítica,
condujo con el tiempo a
descubrimientos científicos
prácticos".
De hecho, algunos filósofos griegos
hicieron importantes aportaciones a
la búsqueda de la verdad científica.
Procuraron desarraigar los
conceptos y teorías erróneos de sus
predecesores, aunque al mismo
tiempo se aprovecharon de los
aspectos válidos. Por lo tanto, puede
decirse que si los filósofos griegos
del pasado vivieran hoy serían muy
probablemente los científicos
actuales. Dicho sea de paso, hasta
hace relativamente poco se empleó
la expresión "filosofía natural" para
designar las diferentes ramas de la
ciencia.
Tales de Mileto (del siglo VI antes
de la EC), conocido sobre todo por
su obra matemática y por la
creencia de que el agua era la
esencia de toda materia, estudió con
espíritu crítico
la estructura cósmica, lo que, según
"The New Encyclopædia
Britannica", tuvo un efecto "decisivo
en el progreso del pensamiento
científico". Sócrates (siglo V antes
de la EC), de quien "The Book of
Popular Science" dice que "fue el
creador de un método de
investigación por medio
del diálogo —la dialéctica—, que se
aproxima a la esencia misma
del método científico". Demócrito
de Abdera (siglos V-IV antes de la
EC) ayudó a sentar la base de la
teoría atómica del universo, así
como de las teorías de la
indestructibilidad de la materia y de
la conservación de la
energía. Platón (siglos V-IV antes de
la EC) fundó la "Academia" en
Atenas, dedicada a la investigación
filosófica y
científica. Aristóteles (siglo IV antes
de la EC), biólogo erudito, fundó el
"Liceo", una institución científica
dedicada a la investigación de muy
diversos campos; sus ideas
dominaron el pensamiento
científico por más de mil quinientos
años y fue considerado la suprema
autoridad científica. Euclides (siglo
IV antes de la EC), el matemático
más relevante de la antigüedad, es
muy conocido por una compilación
de sus conocimientos de
"geometría", voz griega que significa
"medida de la tierra". Hiparco de
Nicea (siglo II antes de la EC),
notable astrónomo y padre de
la trigonometría, clasificó las
estrellas en magnitudes según su
brillo, un sistema que en esencia
aún está vigente; fue precursor de
Tolomeo, eminente geógrafo y
astrónomo del siglo II de la EC,
quien amplió los hallazgos de
Hiparco y enseñó que la Tierra es el
centro del universo.
La edad del
oscurantismo.
Después del esplendor
del pensamiento racional de la
Grecia antigua, una densa nube de
oscuridad fue cubriendo poco a
poco el panorama intelectual
europeo hasta tocar fondo en la
alta Edad Media. La ignorancia y la
superstición se adueñaron de los
pobladores del mundo occidental
hasta la llegada del Renacimiento,
de tal manera que el poder
procedente del conocimiento
científico y tecnológico quedó
atenuado y hasta
la dignidad humana se vio reducida
a la mínima expresión durante un
periodo de pesadilla social
retrógrada denominado
"feudalismo". Sobre esta etapa de la
historia de la ciencia humana, la
revista DESPERTAD del 8-5-1993,
páginas 18 a 21, expone:
«Después de miles de años de
búsqueda de verdades científicas, la
base de las futuras investigaciones
parecía estable. Seguramente ya
nada podría detener el progreso. No
obstante, "The Book of Popular
Science" (El libro de la ciencia
popular) dice que "durante los
siglos III, IV y V de nuestra era, la
ciencia no fue muy favorecida".
Renacimiento.
Tras las tinieblas intelectuales de
finales de la Edad Antigua y gran
parte de la Edad Media, el occidente
europeo despertó progresivamente
a través de un relativamente corto
periodo de tiempo denominado "El
Renacimiento". El dogmatismo, la
ignorancia y la superstición
comenzaron a ceder ante los nuevos
vientos culturales, y el conocimiento
científico y tecnológico, basados en
el método experimental,
propiciaron que la nueva sociedad
humana se viera mucho más
poderosa y capacitada para
controlar el medio natural. La
revista DESPERTAD del 22-5-1993,
páginas 13 a 15, dice al respecto:
«Durante la segunda mitad del siglo
XVIII, el mundo entró en un
turbulento período debido al
estallido de revoluciones que
transformaron el panorama político,
primero en América y después
en Francia. Entre
tanto, Inglaterra vivía el comienzo
de otra revolución: la revolución
industrial, muy relacionada a su vez
con una cuyo cariz principal era de
orden científico.
Hay quienes fechan el
"renacimiento científico" a partir de
la década que comenzó en 1540,
cuando el astrónomo polaco Nicolás
Copérnico y el anatomista belga
Andreas Vesalio publicaron unas
obras que influyeron
profundamente en el pensamiento
científico. Otros sitúan el cambio
aún antes, en 1452, año del
nacimiento de Leonardo da Vinci.
Este incansable investigador, que
hizo numerosas aportaciones
científicas, formuló ideas que en
algunos casos fueron el germen
de inventos perfeccionados siglos
más tarde, como el avión, el tanque
y el paracaídas.
Funciones del
hemisferio derecho
La parte derecha está
relacionada con la expresión
no verbal.
Funciones del
hemisferio izquierdo
El hemisferio izquierdo es el
dominante en la mayoría de los
individuos.
En el se encuentran dos
estructuras que están muy
relacionadas con la capacidad
lingüística del hombre, el "Area
de Broca" y "Area de
Wernicke"(áreas especializadas
en el lenguaje y exclusivas del
ser humano).
La función especifica del "Area
de Broca" es la expresión oral,
es el área que produce el
habla.
Importancia de
Impecable comportamiento,
Autónoma y coherente,
3.6