La Revista Brujas Udea PDF
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y diagramación:
Flora María U ribe Pacheco
María Cecilia Tru jillo Pérez
Marta Cecilia V élez Saldarriaga
Gloria Aristizábal Bernal
Luz Gloria López Gallón
PORTADA:
"Rompiendo El Círculo Vicioso". (1962)
Remeaws Varo. Pintora nacida en Cataluña en 1913 y muerta
en México en 1963. Remedios ha sido considerada maestra de la
pintura fantástica. Su dominio encantado de un universo mágico,
regido por leyes físicas diferentes a las de aquél en que vivimos,
es un mundo en el que vagan extraños personajes en artefactos
barrocos con mecánicas irracionales, y donde un loco humor alcan-
za las cimas de la más alta poesía.
esc.ri ben
CONTENIDO
Mujeres,
Seamos Poetas.
¿ De qué manera?
Reunámonos para escribir, leamos nuestros textos, comparémolos,
escuhémolos, grabémonos, escuchémonos. En nuestros grupos de
mujeres hablemos sin reglas, sin complejos, sin vergüenza, sin
tabúes.
No digamos: "Usualmente yo me callo, escuchó, no sé expresarme,
tengo miedo de decir tonterías o de hablar mal", puesto que es en
nuestras cabezas en donde no sabemos ni hablar ni escribir.
Nosotras nos subestimamos.
y es que para nosotras ha sido siempre el Padre quien habla, el
Maestro, el Marido, el Iniciador, el Especialista., el Sacerdote, el
Médico, el Consejero, quienes hablan y saben. Aquéllos quienes
tienen el cetro.
No imitemos las escuelas poéticas, olvidemos aquello que hemos
aprendido. Igualmente si somos torpes al comienzo, no es porque
nuestra lengua no sea bastante rica, nuestro plan suficientemente
claro o por otras razones de retórica. Es porque lo que tenemos
para decir está tan oculto, es tan nuevo y hemos permanecido ca-
lladas desde hace tanto tiempo que todo nos llega a la vez, que
nuestros pensamientos nos sorprenden, nos asustan por su natura,.
leza y consecuencias.
De costumbre nadie nos escucha verdaderamente y pasamos nues-
tra vida escuchando, comprendiendo. Existen tan pocas mujeres
que editan, componen y exponen que terminamos por creer aque-
llo que intentan hacernos creer: que las mujeres somos menos inte-
resantes que los hombres y que es mejor aprender lo que ocurre
alrededor de ellos. Así, hemos llegado a ser desconfiadas frente a
las mujeres y frente a nosotras mismas.
Vivimos aún en un mundo de chantaje de los hombres: Alejarse
de ellos, aislarse de ellos, perder el hilo de sus discursos, es perder
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Pero las mujeres están allí, salen de todas partes, se reunen, hablan.
Presas de pánico al comienzo, claro está, j pero qué importa! Sen-
timos deseos de volver a nuestros muros donde, aunque ciegas, no
nos arriesgábamos a golpearnos contra ellos en tanto nos habíamos
vuelto ágiles en resbalarnos por los corredores estrechos, entre los
muebles.
Al comienzo, quizás por largo tiempo, tendremos la impresión de
escribir mal. Pero no es porque no poseamos técnicas brillantes y
reconocidas, sino porque no hablaremos exactamente de nosotras,
de nuestros gustos y disgustos, de nuestras vivencias y experien-
cias, de nuestro deseo, de nuestros silencios. Es en la medida en
que seamos exactas, sin ningún reflejo de moral, de reputación, de
miedo, sin recuerdos de modelos ap'r endidos, de géneros viejos o
nuevos, de reglas, que nosotras escribiremos bien.
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Hoy me he visto como la caracola que por tan largos ratos he mi.
rado. Mi cuerpo parouzco, gran fortalez·a hecha .poco a poco, endu·
recida por los golpes inmutables del tiempo, por los vientos oscu·
ros; reforzada mil veces con esa amalgama de silencios que resarce
mi fragmentaria infancia, aquellas rasgaduras antiguas y también
esos ataques nuevos que como picotazo de ave hambrienta tratan
de hacernos parte de una misma masa, pero que logran sólo res-
quebrajar -a veces hondamente-- esa coraza que con tanto coraje
nos hemos construído.
He sentido cómo, resguardada en toda esa dureza, aferra·d aa un
túnel sin fin, a una pre-sensación oscura, estoy yo, blandamente
indefensa.
Voy lenta. Construyo también el camino; yo misma secreto la muo
cosa humedad que me permite continuar; yo misma preparo el
terreno por donde deslizaré mi frágil cuerpo entre la dura coraza
y el áspero suelo. Fijo el rumbo, voy palpando la vida, tentando
cautelosa la sensación del viento, resuelta, pese a ese oscilante va-
lor de quien va sola, ora audaz, ora temerosa. Mis tentáculos
atentos, sensuales, sondeando el alcance de mis sueños y detrás mi
viscosa huella reseca por el paso del tiempo; o tal vez mi camino,
aún dorado y transparente.
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Aura López
El Feminismo:
Una Alternativa Política
EL CUERPO:
Máquinas reproductoras de la especie, productoras de la fuerza
de trabajo, las mujeres hemos permaneci,do encerradas por nues-
tros úteros, de la misma forma que nos aislan y encierran la má-
quina de moler, el lavadero, el fogón. Hemos sido quienes repro-
ducimos y este papel ha marca,do nuestra sexualidad de tal forma
que somos quienes tenemos la reproducción y el goce unidos has-
ta tal punto, que este último ha cedido su lugar a la reproduc-
ción y nos hemos convertido en las sin-goce, las que parimos, las
que renovamos la especie.
Este cuerpo de mujer ha sido manipulado por un Estado que ne-
cesita controlar el aumento de la población (observamos aquí el
incremento de los anticonceptivos, las esterilizaciones masivas o
la propaganda para que la máquina-útero se a'Comode a la oferta
y la demanda de fuerza de trabajo). Pero no ha sido manipulado
solamente por el Estado, sino también por el varón, por cada uno
de nuestros compañeros, en cualquier ,nivel que éstos estén. Amos
del mundo, propietarios de la cultura, los varones se han recono-
cido a sí mismos -¡ y éste es otro de sus dominios!- como los
únicos seres sexuados; al igual que el valor, ellos son quienes nos
hacen valer: mujer de ... , compañera de ... , los varones han
ejercido esta propiedad. Las mujeres hemos sido la mercancía,
el lugar de su sexualidad, el vacío espacio de sus deseos -la mu-
jer no desea, no goza, no tiene sexualidad, es su concepción de
la mujer-o Y este dominio, dominio que observamos diariamen-
te en las violaciones, matrimoniales o no, en los piropos, en la
obligación de tener relaciones sexuales cuando ellos lo quieran;
es decir, en una explotación del cuerpo, ha sido silenciada por lo
privado, recluida al ho,g ar, encerrada en la noche.
Mirando nuestro cuer;po, descubrimos que éste ,ha sido sólo un ob-
jeto; objeto reproductor, objeto de placer para un otro que nos
niega nuestro goce, objeto del Estado, objeto de alimento para los
hijos y en la medida que nuestro cuerpo ha sido así histórica-
mente, ,n osotras 10 hemos perdido, puesto que lugar de goce y do-
mino de los otros, ha sido negación de nuestro dominio sobre él
y de nuestro placer. Así pues, las mujeres ni siquiera hemos sido
dueñas de nuestro cuerpo y, por lo tanto, no hemos accedido al
goce.
EL TRABAJO:
Dos trabajos se presentan en esta perspectiva: El trabajo domés-
tico y el trabajo asalariado. El trabajo doméstico -trabajo de
mujeres según nuestros compañeros hombres- ha sido por esto
mismo -porque ellos lo han dicho y así 10 han decretado- el lu-
gar de la mujer. El trabajo doméstico ,no ha sido reconocido co-
mo tal, ni por nosotras, ni por los hombres, ni por el Estado. Pa-
ra la gran mayoría, ser ama de casa es no hacer nada, puesto que
allí todo cuanto se hace se destruye o consume inmediatamente:
bañar a los niños es un trabajo que desaparece una vez éstos sa-
len a la calle, hacer la comida es un trabajo que se esfuma en
otro trabajo: la lavada de los platos. Si miramos que todo traba-
jo produce algo, el de la mujer es un trabajo efímero, fugaz, que
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EL TRABAJO ASALARIADO:
y si por necesidad -puesto que acá la voluntad no existe- la
mujer devenga algún salario, esto es, "hace un trabajo producti-
vo", debe entonces cumplir una d0ble jornada de trabajo. Debe
esta mujer, levantarse a las tres de la madrugada, poner el agua-
de-panel a, hacer las arepas, arreglar la casa, servir el desayuno
a su marido, padre o hermano, mandar los niños a la escuela,
salir a tomar su segunda jornada de trabajo, donde quiera que
ésta se realice, y luego de ocho horas de trabajo (en realidad ya
van doce horas con el trabajo doméstico), debe regresar a casa,
hacer la com~da, arreglar la ropa para el otro día, atender a los
niños y luego de, al menos 16 horas de trabajo, acostarse con el
marido y tener unas relaciones que, la mayoría de las veces, no
son más que una extensión de sus servicios y su papel de segun-
da clase.
Me pregunto, ¿por qué razón, estas mujeres que han cumplido una
jornada laboral igual a la de sus maridos (pero en peores condi-
ciones de trabajo y diferencia de salarios), que han senti.do la ex-
plotación igual que ellos, deben continuar trabajando en el hogar
mientras éstos asisten a sus reuniones políticas en el sindicato o
se quedan en el bar con sus compañeros tomando unos aguardien-
tes o llegan a casa a leer el periódico mientras su mujer -escla-
va- los atiende como a un rey? Así el mundo se reparte, se je-
rarquiza y aparece el poder: mientras los hombres se encargan de
"cambiar la vida" desde el partido o el sindicato, la vida cotidia-
na es asumida por las mujeres, quienes debemos asegurar que la
vida de todos los días continúe.
¿Por qué razón, me pregunto, este trabajo doméstico no es com-
partido equitativamente al igual que las reuniones del sindicato,
los aguardientes en el bar y la lectura del periódico? i Cómo se
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CULTURA:
Con todo 10 anterior, este último punto se hace evidente: la mu-
jer, aislada del mundo por su servicio hogareño, negada su sexua-
lidad y su cuerpo, negado el valor de su trabajo o sometida a la
doble jornada y considerada un objeto "útil" para la reproducción
de la especie, pero inútil para la producción de riquezas, no ha
tenido acceso a la cultura. Desde pequeña se la ha instruído en
las tareas del hogar, se le ha enseñado a servir y callar, se le ha
amordazado y se le ha prohibido cualquier incursión en el mun-
do y, así, nos encontramos, como yo lo estaba al comienzo de esta
oharla, asustadas. temerosas de hablar, acostumbradas a que los
otros nos digan lo que debemos hacer o si,n tiéndonos inútiles sin
un hombre, sin su opinión o su apoyo. La cultura ha sido, pues,
un dominio del hombre ~¿y qué no lo ha sido?-.
Así entonces, cuando las mujeres comenzamos a cuestionar este
papel que nos han asignado, cuando descubrimos que la familia
se mantiene y reproduce por nosotros; cuando vemos que somos
nosotras 'quienes al parir producimos la fuerza de traba io y al
alimentar reproducimos, renovamos esa fuerza; cuando vemos que
nuestro cueropo-objeto es el lugar de los deseos de otro y de las
necesidades del capital; cuando vemos que nuestro trabajo domés-
tico es un trabajo negado sobre el cual puede ejercerse el trabajo
explotado: cuando nos damos cuenta que es nuestra ignorancia la
que sostiene la ilusión de otro saber y la oue camufla aún más a
un Estado que no da igualdad de oportunidades a todos: cuando
nos damos cuenta que nuestro encierro crea ese efecto ideológico
-especie de tramquilizante- de que todo hombre en algún nivel
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es amo, mientras la mujer a todos los niveles es esclava, y que
allí somos las reproductoras inconcientes de que esto se perpetúe
y asegure en nuestras hijas; cuando tomamos conciencia de que
también en los partidos más revolucionarios se reproduce la je.
rarquía capitalista y se ejerce el poder, sabemos de la enorme
envergadura y dimensión de la lucha que como mujeres tenemos,
y del significado de un cuestionamiento a todos los niveles.
Centro de Estudios e
Investigacion es de la Mujer
,
No mas violencia
•
contra la mUjer
cualquier actjtud que saliera del hombre, por esto creo que no es
nada :l;ooil comenzar a darse cuenta de que éste es sólo un papel
que hÉmlos cumplido, y que comenzar a romperlo significa comen-
zar a vivir diferentemente.
P. Para muchos, las delicias de la feminidad consisten en que la
mujer se sienta protegida. ¿Cómo esta actitud llega a ser
violencia '1
R. Desde el mismo momento en que se considera a la mujer co-
mo aquélla a quien se debe 'Proteger y cuidar, se cae en acti-
tudes que son ma.nifestaciones discriminatorias y violentas, pues
se la mira como al objeto que se conserva para que logre mante-
nerse como tal, como la incapaz de cualquier manifestación inde-
pendiente y distinta. La mujer existe para los hombres sólo en
la medida que responda a las expresiones de su deseo y de su for-
ma de 'pensar y actuar. Somos vistas como seres que no pueden
valerse por sí mismas, a quienes ' siempre nos tienen 'que estar
atendiendo. Nuestras expresiones sólo se miran en relación a las
propuestas y actitudes masculinas, siempre vistas como las sim-
ples respuestas a los grandes e 'importantes estímulos. Cualquier
manifetación de afectividad hacia alguna persona que saJ.ga de
nosotras, ' es vista como una actitud no femenina, puesto que im-
plica una negación a la espera, a la pasividad. En el momento en
que sentimos que no podemos tener expresiones propias porque
tenerlas significaría dejar de aparecer como "femeninas", como
prendemos el sentido agresor y violento de este tipo de clasifica.
ción en la que cumplimos todos los roles para la satisfacción de
otros, en la que somos simplemente objetos decorativos a quienes
se pl'otege y mima, no como lo que somos, sino como algo de lo
que se dispone. Es en este momento en el que se da el rompimien-
to . rotundo, lo que implica una transformación completa de esa
imagen que existe de nosotras. Todo eso es posible si creemos
realmente en nuestra identidad como personas, como mujeres.
Con el lema "No más violencia contra la mujer", Flora Uribe
y Clara Mazo insisten en el espíritu universal de este llamado
que convoca a las mujeres conscientes, no importa su filiación
política, su oficio, su clase social, pues para todas resulta válido
10 que Flora subraya antes de despedirse: "Estoy convencida de
que una apropiación de nuestro cuerpo, sexualidad y goce, cam-
biará el curso de la Historia y romperá la violencia originaria
sobl'e la cual se han basado tod·a s las demás opresiones, ya que
esta lucha por emerger como seres libres en la Historia es una lu-
cha política que acarreaTá profundos cambios económicos, socia-
les y culturales".
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PRESENCIA
He sido mi desconocida,
buscadora
trepando
entre mi cuerpo abierto.
He sido grito
de mi especie,
mormullo de silencios.
Me han ha;blado por siglos,
me han despedazado
los sonidos nocturnos
de mi raza.
Mi boca fue palabra
congela;da
mis ojos golpeados
por disfraces
terribles .
.cuerpo mío creciendo
entre mis venas,
cuerpo mío y distancia
mi desconocido,
mi sombra,
he avanza;do entre todos
los momentos
arañando mi sexo,
despertándolo ...
Inés Posada
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Sé que me agito
en alguna parte
de pronto
Sé que tengo sed
después
Hablo entre mucho
A momentos
requiero una presencia
En la esquina se asoma
mi regreso
Duelo
-no sé a quién-
Me siento
herida
de alguien
grito
de cualquiera
Hay pedazos de mi
por todas partes
N o puedo contenerme
y desbordo.
Inés PQsada
Borrador para una
carta a mi madtre
Emma de la Rosa