Existe La Histeria Masculina
Existe La Histeria Masculina
Existe La Histeria Masculina
Pero en su vida social este sujeto parece bien adaptado, observa Lacan.
Sindicalista militante con dotes carismáticas, se hace respetar por sus
camaradas. Hasler señala que todos sus papeles están bien ordenados, y
en ello cree encontrar los rasgos de un carácter anal. Al parecer le
interpreta sus tendencias homosexualizantes, pero esto lo deja frío, según
Lacan. Porque el tipo se pone boca abajo con las piernas colgando Hasler
interpreta la homosexualidad. Como su punto de mira son los
comportamientos, yerra el tiro. “Existe ahí el mismo tope que encontraba
Freud con el hombre de los lobos años antes”, — ¡interesante!
justamente aquí Lacan asocia con el hombre de los lobos—, “y cuya
clave completa no nos da en su caso, pues su investigación tenía
entonces otro objeto”[7].
El desencadenamiento de la neurosis en su aspecto sintomático es
respuesta a un trauma, pero este no parece haber sido el accidente con el
tranvía, sino las pruebas radiológicas, el haber estado expuesto a la
mirada. Las crisis van en aumento después de las pruebas y Lacan las
vincula con un fantasma de embarazo, que traduce en una pregunta del
sujeto: ¿Soy o no capaz de procrear?
Nunca he leído, salvo en este pasaje del Seminario III, que la pregunta
histérica fuese ¿Soy capaz de procrear? Lacan se propone hacer aquí la
distinción entre volverse mujer, como es para Schreber llegar a ser La
Mujer de Dios, y la pregunta histérica ¿qué es ser una mujer? Y en el
camino de su argumentación se acuerda precisamente del hombre de los
lobos e introduce una cuestión que no parece tener que ver con la
histeria. En este contapunto encuentra una semejanza entre el húngaro y
el presidente, a partir de un fantasma de embarazo y procreación que cree
encontrar en ambos, pues en su delirio Schreber tenía el propósito de
engendrar una nueva raza de seres humanos de espíritu schreberiano.
“El sujeto tiene una gran ambición, — ¿no podría ser ésta su solución
sintomática?—, dedicarse a la cría de gallinas y muy especialmente al
comercio de huevos — efectivamente, él parece ser la gallina que
procrea—. Se interesa en todo tipo de cuestiones de botánica centradas
en torno a la germinación.” Un analista lacaniano de hoy estaría muy
atento a este interés del sujeto por la manera en que germinan las
semillas. Lacan infiere que el sujeto está identificado a la mujer
parturienta, ¿no será que su identificación es al niño despedazado? Lo
decimos a más de sesenta años de este Seminario del que tanto hemos
aprendido.
“Puede incluso decirse que toda una serie de accidentes que le ocurrieron
en su profesión de conductor de tranvías están ligados a la fragmentación
del niño de la que fue testigo”[11]. Lacan reconoce aquí la importancia
del niño fragmentado. “Éste no es el origen último de la pregunta del
sujeto, pero es particularmente expresivo”[12]. O sea que toma nota de
este dato.