Caminando A Jesús Con María
Caminando A Jesús Con María
Caminando A Jesús Con María
con María
Entre sus primeras obras profundizar el mensaje y el secreto
destacan: de este seguimiento.
• “Juventud Nueva. “Conocer a Jesús, amar a Jesús,
Experiencias y reflexiones seguir a Jesús”. Y para ello “conocer
sobre Pastoral Juvenil”. a María, amar a María, seguir a Manuel es sacerdote marianista.
(Guadalupe, 1974).
• “Creemos en la Civilización
María”.
María se convierte así en la primera
Un camino de espiritualidad Nacido hace 73 años en Madrid
lleva 50 años viviendo y
del Amor”. discípula del Señor y en nuestra trabajando en Argentina, país
(Ediciones Paulinas, 1985) mejor compañera en este camino de en el que se naturalizó y que
seguimiento. considera su segunda patria.
Manuel Madueño Es Maestro Normal Nacional,
En los últimos años, esta editorial El camino de la Palabra, el camino
de la fe, el camino de la oración, el Licenciado en Economía Política
ha publicado:
Manuel Madueño
ISBN 978-987-740-243-8
ISBN 978-987-740-243-8
Soy cristiano y soy sacerdote marianista. En mi existencia, poco a poco, he ido descu-
briendo el papel de María en la vida y el misterio de Jesús y en la vida y el misterio de la
Iglesia. Hoy día le doy gracias a Dios y a María porque este descubrimiento me ha hecho
feliz y me sigue llenando de motivación y entusiasmo.
En estas páginas quiero compartir mi fe, mi búsqueda y mis hallazgos en este camino
de seguimiento de Jesús a la luz de la experiencia de María. Para tenerlos más claros y
fijarlos mejor en mi memoria y mi corazón. Para dejar que la intuición se haga palabra,
confidencia y plegaria y que la senda recorrida pueda brindarse como camino de vida
para otros.
Por eso estas páginas no son ni investigación teológica ni tratado de espiritualidad…
Quieren ser fe expresada, vivencia compartida, búsqueda presentada con alegría y sen-
cillez. En forma de pequeñas reflexiones, de diálogos con Jesús y María, de oraciones
nacidas de la vida, el dolor y la esperanza.
• Siguiendo a Jesús…
¡Qué imagen fascinante! Seguir a Jesús. Recorrer sus huellas. Dejar que él nos marque
rumbos y nos oriente. Caminar con él por el camino de la vida. Dejar que su proyecto de
vida se haga el nuestro. Compartir sus planes, sus búsquedas y sus experiencias. Nom-
brarle capitán de nuestro barco, guía de nuestra andadura, experto en nuestra expedi-
ción. Ir haciendo, poco a poco, de la persona de Jesús, las palabras de Jesús, la vida y el
misterio de Jesús, el centro y la clave de nuestra existencia. Ir descubriendo cada día,
con alegría y admiración, que él es nuestro tesoro y que queremos poner en él nuestro
corazón. Decididos a situarlo a él cada vez más arriba en la escala de nuestros valores e
intereses. Sentir que realmente “Jesús vale la pena”. Alistarnos en su gran aventura de
comunicar a todo el mundo el amor y la liberación del Padre.
Manuel MADUEÑO
Comunidad marianista Virgen Misionera
General Roca - 2017
• Conocer
Apunta a nuestra capacidad de ver y captar la realidad, a nuestra inteligencia y nuestro
razonamiento, a nuestra manera de mirar las personas y las cosas, a nuestros enfoques
y marcos de interpretación. Apunta a nuestro esfuerzo para comprender la vida, a
nuestra intuición, a la experiencia que se va convirtiendo en sabiduría, a nuestra cap-
tación de la belleza y del misterio de la naturaleza, a nuestra capacidad de discernir los
signos de la historia y de nuestra propia vida… Y apunta también a nuestra forma de
conocer a Dios, a Jesucristo, al Espíritu Santo, a María, al misterio de Reino…
1 Guillermo José Chaminade es el fundador de la Familia Marianista. Sacerdote francés, vivió entre 1761
y 1850 los cambios sociales y religiosos de la Revolución y ofreció a la Iglesia nuevos modelos de vida
cristiana laica y religiosa, bajo la inspiración de María. De alguna manera, su pensamiento y su obra
inspiran estas páginas.
• Amar
Apunta a todo el ámbito del corazón y de la relación con los otros. A nuestra forma de
hablar y de escuchar, de respetar y de ayudar, de dar y de dejar que nos den. Al mundo
de nuestros sentimientos y a la manifestación de los mismos. A nuestra manera de sentir
atracción o rechazo, a nuestra tendencia a hacernos el centro de todo o a nuestra lucha
por “des-centrarnos” en favor de los demás. A nuestras motivaciones y a nuestra liber-
tad. A la responsabilidad con que conducimos nuestra vida y a nuestro proceso de in-
tegración y maduración… Y apunta también a nuestro amor a Dios y a los hijos de Dios.
Por eso, este libro te va a preguntar muchas veces: ¿Cómo amas? ¿Cómo creces en el
amor? ¿Cómo manifiestas tu amor?
• Servir
Apunta a nuestra acción, a nuestras realizaciones, a nuestra manera de utilizar el tiempo.
A nuestra jerarquía de valores y a la coherencia entre nuestros ideales, palabras y hechos.
Apunta a la proyección de nuestra vida en la comunidad y a nuestra capacidad de colabo-
rar en proyectos que trasciendan intereses personales. Apunta a nuestra manera de plan-
tear el poder, el prestigio y la fama… Y apunta también a nuestra entrega a los intereses
del Padre y del Reino, a nuestro compromiso de misión.
Por eso, estas páginas te van a enfrentar con preguntas como estas: ¿A qué intereses
sirvo? ¿Sirvo a los otros o quiero que me sirvan a mí? ¿Cómo puedo servir mejor?
El norte y la brújula
El pequeño dibujo que abría esta sección nos ayuda a cerrarla. Todos tenemos un norte
en la vida, una vocación, un llamado de Dios. Lo traducimos de diversas maneras: “cum-
plir la voluntad de Dios”, “seguir a Jesús”, “vivir el amor”, “ser santos”, “ser felices”…
Todas estas formulaciones son válidas y –en el fondo–, convergentes. Pero, ¡cuántas
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¿Cómo tenemos que entender esta afirmación? Es bastante sugerente y puede hacernos
pensar en varias cosas.
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• La evolución de Jesús
Sí, Jesús vivió su existencia como una evolución creciente, como una experiencia que
se fue desenvolviendo poco a poco, marcada por las leyes del aprendizaje, de la educa-
ción, del tránsito por sucesivas etapas de desarrollo psicológico y personal...
Sí, el hombre Jesús pasó muchas veces del no-saber al saber, del desconocer al descubrir,
del interrogar o interrogarse a recibir o elaborar una respuesta, de la observación inte-
resada a la constatación iluminadora...
No estamos demasiado acostumbrados a pensar así a Jesús. Tendemos a pensar que Jesús
lo sabía todo, lo conocía todo, lo dominaba todo. Y, sin embargo, así fue la experiencia
humana del Señor.
Cuando yo vivo circunstancias similares es muy bueno que recuerde que Jesús ya lo
vivió. El espacio de acercamiento, de comprensión y de confianza entre él y yo se agi-
ganta si yo sé que Jesús también recorrió los caminos del aprendizaje y de la madura-
ción en los que se va desenvolviendo mi vida.
• Jesús es el camino
Jesús mismo nos dice que él es el camino, que nadie va al Padre si no por él, que él es
la puerta... Y al hacerlo está indicando una manera de entender y vivir nuestra vida
cristiana.
Hemos entendido a veces la vida cristiana como un rótulo, como una mera pertenen-
cia nominal, como una rutina piadosa o un cumplimiento ritual. Y Jesús nos dice: la
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Jesús es mi camino.
Quiero seguir a Jesús.
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• Madre y compañera
María acompaña la vida y misión de Jesús. En las etapas de la niñez, la adolescencia y
la juventud, formando los criterios, la personalidad, los sentimientos, la religiosidad de
Jesús. Y cuando Jesús parte para anunciar y hacer presente el Reino, manteniendo su
fidelidad y compromiso en el silencio, la fe y la plegaria. Los pocos datos de los evange-
lios son, sin embargo, muy reveladores. Jesús ha querido asociar a María a su vida y a
su obra. María va a ser la madre que acompaña y la compañera que sigue dando vida.
María va a ser la Mujer Nueva junto al Hombre Nuevo. María va a ser la figura de la
Iglesia, de la Nueva Humanidad redimida, de la Esposa fiel y fecunda de Cristo.
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Si María es la madre de Jesús, Jesús es el hijo de María. Ahí arranca todo. En eso se
resume todo. Pablo VI lo sintetizaba de modo genial: “Madre de Cristo y, por eso, Ma-
dre de Dios y Madre de los hombres”. Y quizás porque nos parece demasiado obvio,
demasiado evidente, lo pasamos por encima y no sabemos profundizarlo bien. Inten-
temos, al menos, sugerir algunos caminos de reflexión y de búsqueda para nuestra fe y
nuestra vida.
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¿Imitación o seguimiento?
Durante mucho tiempo hemos empleado el término “imitación” para indicar el objetivo
de nuestro acercamiento a Jesús. Hoy preferimos hablar de “seguimiento”. ¿Por qué?
¿No son expresiones sinónimas? ¿No es un simple cambio de términos dictado por la
moda teológica? No, es bastante más profundo.
En primer lugar, en el evangelio se habla de “seguimiento” y no de “imitación”; Jesús
llama a seguirle y no a imitarle. En segundo lugar, la imitación se puede dar en el caso de
un modelo estático, mientras que el seguimiento supone alguien que se mueve y avanza
e incluye la idea de acción, de actividad, tarea a realizar.
Por último, la imitación termina en el propio sujeto que imita, mientras que el segui-
miento proyecta a la persona a quien se sigue. Imitar es copiar un modelo, mientras que
seguir es asumir la vida y el proyecto de aquel a quien se sigue2. Es todo un cambio el
J. M. Castillo, El seguimiento de Jesús, Salamanca 1987, 50-51: “La conclusión que se desprende de los datos
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estadísticos es clara: la relación fundamental del creyente con Jesús se plantea, en los evangelios, partir de la
idea de seguimiento, mientras que la idea de imitación está ausente en ellos… En la imitación el centro de in-
terés está en el propio sujeto, mientras que en el seguimiento ese centro está situado en el destino que se
persigue. La imagen cabal de la imitación es el espejo; la imagen ejemplar del seguimiento es el camino. Y bien
sabemos que mientras el espejo es exponente de la vanidad, el camino es símbolo de la tarea, de la misión
y del objetivo a cumplir”.
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• El seguimiento de Jesús
Es uno de los aspectos más originales y desafiantes del evangelio. Jesús llama a seguirle a
él, con autoridad, sin dar motivos ni proponer programas. Él es el motivo y el programa.
Su persona justifica dejarlo todo para irse tras él, para “estar con él” (Mc 3,13-14). Hay
una relación personal que vivir y una intimidad que conquistar.
Esto ya es bastante, pero no es todo: siguiendo a Jesús se descubre que su proyecto es
hacer presente el Reino, es decir, trabajar por el bien del hombre, de cada hombre y de to-
dos los hombres. Y esto supone en concreto modificar la realidad de pecado que se opone
–en el corazón de los hombres y en las estructuras sociales– al plan del Padre. Supone lu-
char contra la injusticia y la hipocresía institucionalizadas, liberar las esclavitudes, otor-
gar la dignidad a los marginados, ponerse del lado de los excluidos… Y esto es muy serio
y tiene consecuencias muy claras y concretas. Por eso Jesús plantea condiciones: “El que
quiera venirse conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”
(Mc 8,34). Libertad interior, superación de ataduras, disponibilidad absoluta, aceptación
del riesgo, amor sin límites…Estas debieran ser siempre las características del cristiano, de
todo cristiano. Las releo y te pregunto, lector amigo: ¿Cuánto nos falta, verdad?3
937: “La forma más radical de recuperar lo concreto de Jesús y hacer de ello origen y fundamento de toda vida
cristiana aparece en los evangelios como invitación y exigencia de Jesús a su seguimiento… El seguimiento de
Jesús se convierte entonces en una fórmula breve del cristianismo, porque enuncia la recuperación de Jesús y
el modo de recuperarlo; tiene la virtualidad de resumir la totalidad de la vida cristiana y de evocarla desde lo
concreto; tiene el carácter de norma y también de ánimo para su realización, de exigencia por lo costoso y de
gozo por haber encontrado la perla preciosa”.
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