Extracción de Aromáticos

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EXTRACCIÓN DE AROMÁTICOS

Los hidrocarburos aromáticos son compuestos ampliamente utilizados en la industria química y


petroquímica, bien como intermedios en la fabricación de otros productos de elevado tonelaje,
bien como materias primas para productos de química fina de alto valor añadido, tales como
monómeros para poliéster o detergentes. Entre todos los hidrocarburos aromáticos, los más
importantes son los que constituyen la fracción BTEX, es decir, benceno, tolueno, etilbenceno y
xilenos. La mayor parte del benceno producido a nivel mundial se emplea en la fabricación de
etilbenceno, el cual se utiliza principalmente para la obtención de estireno que posteriormente se
transforma en poliestireno, un importante polímero para el empaquetamiento de alimentos y el
aislamiento térmico, entre otras de sus muchas aplicaciones. Un porcentaje menor de benceno se
utiliza para la fabricación de cumeno, materia prima en el proceso de producción de fenol y
acetona. Más de la mitad del tolueno producido mundialmente se emplea para fabricar benceno
por hidrodealquilación, siendo otras de sus aplicaciones la producción de tolueno− diisocianato
(TDI) y explosivos (TNT). Los isómeros del xileno más empleados son el orto−xileno y para−xileno.
La demanda es mucho mayor para el para−xileno, el cual se utiliza para la producción de ácido
tereftálico, compuesto intermedio en la síntesis de polietilentereftalato (PET) y de resinas. Por su
parte, el orto−xileno se utiliza prácticamente en su totalidad para obtener anhídrido ftálico que se
emplea en la obtención de plastificantes, resinas y poliésteres no saturados [1].

1.1. Fuentes de hidrocarburos aromáticos

Los BTEX se obtienen de fracciones del petróleo donde se encuentran mezclados con
hidrocarburos alifáticos de entre cinco y diez átomos de carbono. Las principales fuentes de estos
aromáticos a nivel mundial, que suponen el 95% del benceno necesario para la industria
petroquímica, son la gasolina de pirólisis (40% del benceno total) y la gasolina procedente del
reformado catalítico (55% del benceno total). El resto del benceno proviene de derivados del
carbón, fundamentalmente del gas de coquización [2].

La gasolina de pirólisis es un subproducto en la fabricación de olefinas a partir del craqueo con


vapor de hidrocarburos varios (naftas y etano, principalmente) procedentes de la destilación del
crudo. Presenta un alto contenido de aromáticos (en torno al 50%), pero se trata de un líquido
inestable debido a la presencia de olefinas, diolefinas y algunos compuestos de azufre que deben
ser eliminados mediante hidrotratamiento [3].

El reformado catalítico para la fabricación de gasolinas es una operación dentro del refino del
petróleo que consiste en tratar la nafta pesada proveniente de la destilación del crudo para
aumentar el número de octano de la misma, por transformación de compuestos parafínicos y
nafténicos en isoparafínicos y aromáticos. La composición de la gasolina procedente del
reformado depende fundamentalmente de las condiciones de operación y del crudo que se esté
tratando. Debido al empleo de hidrógeno para la activación del catalizador y para evitar la
formación de coque, en este proceso no se obtienen olefinas. De esta forma, la recuperación de
aromáticos resulta más sencilla [4].

Además de las fuentes de BTEX comentadas, la recuperación de benceno de la desaromatización


de las gasolinas ha supuesto una fuente adicional creciente de aromáticos. Esto se debe a la cada
vez más estricta legislación medioambiental que surgió a principios de los años 90 por la cual el
contenido de compuestos aromáticos en los combustibles de automoción había de quedar
reducido a límites cada vez más bajos [5].

El precio de los compuestos aromáticos se ha elevado considerablemente durante los últimos


años. El benceno, por ejemplo, pasó a costar en 2007 entre 2,2 y 2,5 veces el precio del crudo en
volumen, cuando hasta entonces normalmente tenía un valor entre el 1,7 y 1,9 de aquél. Además,
en los últimos tiempos el precio del crudo ha estado experimentando una fuerte subida parecida a
la que aconteció a principios de 1980, duplicando su precio desde el 2003 [6]. Por tanto, un buen
aprovechamiento de la fracción BTEX afecta positivamente a la economía global de los procesos
petroquímicos y de refino.

1.2. Métodos convencionales de separación de hidrocarburos aromáticos

La separación de los hidrocarburos aromáticos BTEX de las fracciones de petróleo que los
contienen presenta ciertas dificultades. La complejidad de esta separación radica en la proximidad
de los puntos de ebullición de los compuestos y en la formación de azeótropos que imposibilitan la
utilización de etapas de destilación convencionales [7]. En la tabla 1.1 se recogen las temperaturas
de ebullición (Tb) a presión atmosférica de algunos compuestos no aromáticos y el benceno, así
como las del azeótropo de todos aquéllos con este último.

La separación de los compuestos aromáticos de las fracciones de petróleo puede lograrse a escala
industrial mediante tres técnicas diferentes: extracción líquido− líquido, destilación extractiva y
destilación azeotrópica. El emplear una u otra depende de la concentración de aromáticos
presentes en la corriente a tratar. La primera técnica se utiliza cuando la concentración de
aromáticos alcanza valores comprendidos entre el 20 y el 65% en peso, la segunda en el intervalo
65−90% y la tercera cuando el contenido en aromáticos supera el 90% [8].

La extracción líquido−líquido para la separación de hidrocarburos aromáticos resulta ser la opción


más comúnmente extendida en la industria debido a que es una técnica de separación
energéticamente eficiente al no requerir operaciones de cambio de fase, como por ejemplo
sucede en la destilación. Se trata de una operación de transferencia de materia para separar los
componentes de una corriente líquida (alimento) por contacto con otra corriente líquida
(disolvente) inmiscible con la primera que presenta afinidad por uno o varios de los componentes
del alimento (solutos). La extracción líquido−líquido se basa, por tanto, en la diferencia de
solubilidades de los compuestos que forman el alimento en un disolvente, generándose una
corriente rica en disolvente y solutos (extracto) y otra corriente prácticamente libre de solutos y
disolvente (refinado) [9].

Los disolventes utilizados actualmente en los procesos industriales de extracción líquido−líquido


son compuestos orgánicos volátiles entre los que cabe citar el sulfolano (1,1−dióxido de
tetrahidrotiofeno), N−metil−pirrolidina (NMP), N−formilmorfolina (NFM), etilenglicoles y
carbonato de propileno [10−24].

El más importante de todos los disolventes extractivos es el sulfolano, y el proceso industrial


donde se emplea le debe su nombre: Sulfolane (Shell−UOP). Su importancia reside en los
superiores valores de selectividad y capacidad de extracción que se consiguen con respecto al
resto de disolventes orgánicos, que suponen una reducción del número de etapas de extracción y
de la relación disolvente/alimento necesaria, respectivamente, y, por ende, de los costes de
operación. El sulfolano fue sintetizado por primera vez en 1940, siendo hoy en día el disolvente
más empleado para la extracción de aromáticos. Hasta 2006, UOP (Universal Oil Products) había
cedido 149 de esta unidad en todo el mundo, cifra que ha seguido creciendo desde entonces [25].

El proceso convencional de extracción de hidrocarburos aromáticos Sulfolane (Shell−UOP)


combina una extracción líquido−líquido con una etapa de recuperación y purificación de los
aromáticos puros de la corriente extracto y con una etapa de regeneración del disolvente para su
reutilización. Asimismo, incorpora una serie de operaciones adicionales para el tratamiento del
refinado. En la figura 1.1 se muestra un esquema del proceso.
La alimentación se introduce en la columna de extracción en contracorriente con el disolvente. El
refinado, prácticamente libre de aromáticos, se extrae por cabeza y la corriente extracto, que
contiene la mayor parte de aromáticos y el disolvente, abandona la columna de extracción por
cola para pasar a las etapas de purificación de los hidrocarburos aromáticos y regeneración del
disolvente.

En la etapa de purificación de los hidrocarburos aromáticos, aquellos compuestos no aromáticos


con volatilidades superiores al benceno se eliminan de la corriente extracto mediante una
destilación extractiva, abandonando la columna por cabeza. Esta corriente formada por
hidrocarburos no aromáticos ligeros se recircula a la columna de extracción por cola para así
desplazar a los hidrocarburos no aromáticos pesados del disolvente, evitando que éstos
abandonen la columna por la parte inferior.

La corriente extracto que abandona la columna de destilación extractiva por cola, prácticamente
libre de impurezas, se alimenta a la etapa de regeneración del disolvente en la que se obtiene por
cabeza la fracción BTEX y por cola el disolvente que se recircula a la etapa de extracción
líquido−líquido. La recuperación del benceno es normalmente del 99,9% en peso y la del tolueno
del 99,8%, también en peso.

Por su parte, la corriente de refinado, prácticamente libre de compuestos aromáticos, contiene


trazas de sulfolano que habrá que eliminar mediante lavado de esta corriente con agua. El
sulfolano saturado de humedad se llevará posteriormente a una columna de agotamiento para
eliminar el agua. La corriente de refinado libre de aromáticos se almacenará seguidamente para su
comercialización.

El proceso descrito anteriormente presenta una serie de limitaciones cuando se emplean


disolventes orgánicos convencionales como los ya citados, que pueden resumirse como sigue:

- La mayoría de los disolventes empleados en la actualidad en procesos de extracción en la


industria química suponen un riesgo medioambiental, ya que se trata de compuestos
orgánicos volátiles (COVs) que generan emisiones a la atmósfera debido a su elevada presión
de vapor, siendo además difíciles de recuperar para su reutilización.

- Muchos de los disolventes orgánicos convencionales que muestran elevados valores de


selectividad suelen tener baja capacidad de extracción, y viceversa.

- La solubilidad mutua entre los disolventes orgánicos convencionales y los hidrocarburos


aromáticos limita la relación disolvente/alimento que se puede emplear. Si la cantidad de
disolvente es pequeña en relación al alimento, el disolvente se disolverá en el alimento. Si la
relación disolvente/alimento es elevada, será el alimento el que se disuelva en su totalidad en
el disolvente. Además, los disolventes orgánicos convencionales no son viables para tratar
corrientes con un elevado contenido en aromáticos. En este caso, se formaría una única fase
independientemente de la relación disolvente/alimento que se estuviese utilizando.

- El proceso de extracción de aromáticos implica una serie de etapas de purificación de la fase


extracto y refinado, así como la regeneración del disolvente, que se traducen en un aumento
del consumo energético y del inmovilizado [26].
- Si la concentración de aromáticos es inferior al 20% en peso, como por ejemplo la corriente
alimento a los hornos de craqueo con vapor de naftas u otros hidrocarburos, el proceso de
extracción convencional no es factible [27].

La idea de emplear líquidos iónicos surge por la búsqueda continua de nuevos disolventes que
puedan sustituir de manera más eficiente a los disolventes orgánicos que se emplean en la
actualidad en la extracción líquido−líquido, solventando si no todas, sí parte de las limitaciones del
proceso.

1.3. Líquidos iónicos en la separación de hidrocarburos aromáticos

En la industria química y, especialmente, en el sector petroquímico, las investigaciones centradas


en los líquidos iónicos han adquirido un gran interés durante los últimos diez años con un objetivo
concreto: buscar disolventes sostenibles con el medio ambiente que reemplacen a los empleados
en los actuales procesos y que contribuyan, además, a una disminución de la inversión y de los
costes energéticos.

Los líquidos iónicos son sales con un punto de fusión inferior a 100 °C constituidas por iones muy
asimétricos y de gran tamaño. Se trata de compuestos incoloros o con cierta tonalidad amarillenta
provocada mayormente por la presencia de impurezas. En los líquidos iónicos, el catión puede
considerarse la parte más importante del compuesto, responsable del comportamiento químico.
Estos suelen ser iones orgánicos con gran capacidad para deslocalizar la carga positiva, impidiendo
que se forme una estructura cristalina regular que haría que el líquido iónico presentase un punto
de fusión elevado, como de hecho ocurre en las sales inorgánicas. Dentro de los cationes
orgánicos, los más comúnmente usados son los imidazolio, piridinio, amonio y fosfonio
alquilsustituidos, aunque existen otros como los sulfonio y pirrolidinio. En la figura 1.2 se muestran
algunos de estos cationes.

Los aniones que se integran en los líquidos iónicos tienen diferentes tamaños y estructuras, siendo
los responsables de la mayor parte de propiedades físicas de estos compuestos. Los más sencillos
son los halogenuro; de mayor complejidad cabría citar entre otros los tetrafluoroborato ([BF4]),
alquilsulfato ([R−SO4]), alquilsulfonato ([R−SO3]), hexafluorofosfato ([PF6]) y
bis(trifluorometilsulfonil)imida ([Tf2N]).

El interés que suscitan los líquidos iónicos reside en sus peculiares propiedades químicas y físicas
que hacen de ellos compuestos únicos, a saber:

- Los líquidos iónicos presentan un amplio intervalo de temperaturas en que permanecen en


estado líquido, manteniéndose su temperatura de fusión por debajo de 100 °C. Muchos llegan
a ser líquidos a temperatura ambiente.

- La temperatura de ebullición de los líquidos iónicos a presión atmosférica es muy elevada, de


tal forma que puede considerarse que estos compuestos tienen una presión de vapor
despreciable o incluso nula, y son, por tanto, de volatilidad muy reducida a presión
atmosférica.

- La temperatura de descomposición de los líquidos iónicos suele estar comprendida en torno a


300−400 °C, lo que implica una buena estabilidad térmica. Además, se trata por lo general de
compuestos no inflamables.

- La densidad de los líquidos iónicos se encuentra en el intervalo entre 0,9 y 1,7 kg∙m−3 aunque
generalmente alcanzan valores superiores a los del agua, lo que permite una adecuada
separación entre fases. La densidad de los líquidos iónicos apenas varía con la temperatura ni
con la presencia de impurezas [28].

- La viscosidad suele ser más elevada que la de los disolventes convencionales (dos o tres
órdenes de magnitud), pero no lo suficiente como para imposibilitar la transferencia de la
sustancia de interés de la fase problema al disolvente. Los valores de viscosidad en los líquidos
iónicos están comprendidos entre 0,01 y 1 Pa∙s [29].

- Una propiedad clave que hace que un líquido iónico pueda ser utilizado como disolvente es la
forma en que interactúa con los solutos. Mientras que con los disolventes moleculares
comunes las posibilidades de interacción con los solutos son muy limitadas, los líquidos
iónicos, dada su estructura y diversidad, son capaces de múltiples y variadas interacciones. El
escenario se vuelve aún mucho más complejo ya que el catión y el anión tienen a su vez sus
propias interacciones.

- Los líquidos iónicos son compuestos de polaridad similar a los alcoholes de cadena corta, es
decir, toman valores entre los correspondientes al agua y a los disolventes orgánicos clorados.
En general, los líquidos iónicos son compuestos que disuelven compuestos polares y que son
totalmente inmiscibles con compuestos apolares.

El empleo de líquidos iónicos en la extracción líquido−líquido de hidrocarburos aromáticos de sus


mezclas con hidrocarburos alifáticos podría proporcionar al proceso una serie de beneficios, a
saber:
- La despreciable o nula presión de vapor de los líquidos iónicos les ha valido el título de
disolventes verdes al no generar emisiones a la atmósfera.

- La solubilidad de los hidrocarburos aromáticos en los líquidos iónicos es significativamente


superior que la de los hidrocarburos alifáticos [30]. Esta característica implica que la
selectividad y la capacidad de extracción de los líquidos iónicos pueden ser superiores a las de
los disolventes orgánicos convencionales [7].

- Los líquidos iónicos pueden utilizarse para tratar corrientes con un elevado contenido en
aromáticos. Como se explicará más adelante (ver capítulo 2), la mayoría de los sistemas
ternarios {alifático + aromático + líquido iónico} son de tipo II, en contraposición con los
sistemas en los que intervienen los disolventes convencionales que son de tipo I.
Consecuentemente, siempre se podrá fijar una relación disolvente/alimento para la que se
produzca una segregación de fases.

- La solubilidad de los líquidos iónicos en los hidrocarburos es varios órdenes de magnitud


inferior a la de los hidrocarburos en los líquidos iónicos [30]. Esto implicaría la escasa
contaminación del refinado con disolvente, no siendo en ocasiones necesarias las etapas de
tratamiento de esta corriente (lavado con agua y agotamiento), disminuyéndose así los costes
del proceso.

- La naturaleza no volátil de los líquidos iónicos hace relativamente fácil la recuperación de


aromáticos de la corriente extracto mediante una operación tan sencilla como una destilación
flash [31], lo que supondría una reducción de etapas en los procesos de separación de la
fracción BTEX de las corrientes que los contienen.

- El proceso de extracción de hidrocarburos aromáticos de sus mezclas con alifáticos cuando su


concentración es inferior al 20% en peso ha demostrado ser viable cuando se emplean líquidos
iónicos [32].

Los dos criterios más importantes que guían la selección de un disolvente para un proceso de
extracción son su capacidad y selectividad. Como disolvente de referencia a la hora de establecer
si las selectividades y capacidades de un determinado líquido iónico son apropiadas se suele
utilizar el sulfolano, ya que es el disolvente más comúnmente empleado en la industria para la
extracción líquido−líquido de aromáticos. Un líquido iónico con selectividades y capacidades
superiores al sulfolano sería, en principio, un posible candidato para sustituir a éste. No obstante,
un proceso de extracción que emplease líquidos iónicos con capacidades inferiores al sulfolano
pero mayores selectividades podría resultar también económicamente viable; los gastos
correspondientes al inmovilizado serían similares, pero debido al menor coste de regeneración del
líquido iónico, los costes anuales disminuirían [32].

Junto con la selectividad y capacidad del líquido iónico deben tenerse en cuenta las propiedades
físicas relacionadas con la transferencia de materia entre fases. Así, una baja viscosidad y tensión
superficial y, por contra, una alta densidad, tenderán a mejorar el proceso de extracción. La
estabilidad térmica y química serán también características deseables.
En resumen, para el caso concreto de la extracción de hidrocarburos aromáticos de sus mezclas
con hidrocarburos alifáticos los requerimientos para que un proceso que emplee líquidos iónicos
como disolventes sea viable serían [8]:

- Elevada solubilidad de los compuestos aromáticos en el líquido iónico (elevada capacidad de


extracción).

- Baja o nula solubilidad de los compuestos alifáticos en el líquido iónico (elevada selectividad).

- Recuperación sencilla del líquido iónico de la fase extracto y refinado.

- Rápida transferencia de materia de la alimentación al líquido iónico, determinada por


propiedades físicas tales como la densidad y viscosidad.

El primer trabajo en el que se utilizaron líquidos iónicos en la extracción de hidrocarburos


aromáticos de sus mezclas con hidrocarburos alifáticos quedó recogido en un artículo publicado
por Selvan y col. en el año 2000 [33]. En este artículo se determinaba el equilibrio líquido−líquido
para una mezcla de tolueno y heptano y los líquidos iónicos 1−etil−3−metilimidazolio triyoduro
([emim][I3]) y 1−butil−3−metilimidazolio triyoduro ([bmim][I3]). Aunque los resultados alcanzados
de selectividad y capacidad fueron similares o superiores a los valores del sulfolano, estos líquidos
iónicos son extremadamente corrosivos y, por tanto, no resultan adecuados para su uso industrial.
En trabajos posteriores se estudiaron sistemas formados por benceno y diferentes alcanos
empleando como disolventes extractivos los líquidos iónicos 1−octil−3−metilimidazolio cloruro
([omim][Cl]) [34], 1−hexil−3−metilimidazolio hexafluorofosfato ([hmim][PF6]) y
1−hexil−3−metilimidazolio tetrafluoroborato ([hmim][BF4]) [35]. En estos casos, las selectividades
para estos tres líquidos iónicos resultaron ser inferiores a la del sulfolano. Además, los líquidos
iónicos basados en el anión hexafluorofosfato se hidrolizan en presencia de agua generando ácido
fluorhídrico, lo que los hace totalmente inviables [36].

Después de estos tres primeros trabajos, los estudios centrados en este campo han ido ganando
importancia tanto desde el punto de vista académico como industrial. La búsqueda de líquidos
iónicos que combinen elevadas capacidades y selectividades, así como que presenten buenas
propiedades físico−químicas, ha sido un objetivo claro durante estos últimos años. Los líquidos
iónicos basados en el catión imidazolio y piridinio han sido los más utilizados para la extracción de
hidrocarburos aromáticos, pues parecen conferir cierto carácter aromático al líquido iónico
mejorando la afinidad de éste por los compuestos aromáticos. Entre los aniones que conforman el
líquido iónico los más comúnmente empleados son los bis(trifluorometilsulfonil)imida,
tetrafluoroboratos, sulfatos y sulfonatos. Los trabajos publicados hasta la fecha correspondientes
a la extracción de aromáticos de sus mezclas con alifáticos quedan recogidos en la bibliografía
[33−35, 37−76], incluyendo los correspondientes a esta Tesis [61, 62, 64−66, 70−73].

Entre todas las publicaciones cabe destacar las realizadas por Meindersma y col. [8, 37, 38], que
supusieron un importante punto de arranque para el estudio de la separación de hidrocarburos
aromáticos y alifáticos. Meindersma y col. iniciaron su trabajo con un barrido de selectividades y
capacidades de extracción de sistemas {heptano + tolueno + líquido iónico} para una mezcla
tolueno/heptano al 10% en peso en tolueno. Los líquidos iónicos con mejores resultados de
selectividad y capacidad fueron el 1−butil−4−metilpiridinio tetrafluoroborato ([4bmpy][BF4]),
1−etil−3−metilimidazolio etilsulfato ([emim][C2H5SO4]), 1,3− dimetilimidazolio metilsulfato
([mmim][CH3SO4]) y 1−butil−3−metilimidazolio metilsulfato ([bmim][CH3SO4]), destacando el
líquido iónico [4bmpy][BF4] entre todos ellos por presentar selectividades y capacidades de
extracción de tolueno superiores a las correspondientes al sulfolano para todo el intervalo de
concentraciones. Los otros tres líquidos iónicos que estaban basados en el anión sulfato son muy
selectivos y baratos, pero mostraron capacidades de extracción de aromáticos inferiores a las del
sulfolano.

Adquieren cierta importancia los trabajos que utilizan líquidos iónicos basados en el anión
bis(trifluorometilsulfonil)imida. Este anión confiere carácter hidrófobo al líquido iónico, presenta
valores bajos de viscosidad y es químicamente estable [77]. Además, algunos de los líquidos
iónicos basados en el anión bis(trifluorometilsulfonil)imida presentan capacidades y selectividades
superiores a las del sulfolano [42−44, 64−66, 70, 72], como es el caso del 1−etil−3−metilimidazolio
bis(trifluorometilsulfonil)imida ([emim][Tf2N]). Sin embargo, son líquidos iónicos de elevado peso
molecular, por lo que se requerirá cantidades más elevadas del mismo para lograr una
determinada relación molar disolvente/alimento que con otros disolventes. Asimismo, al igual que
sucede con el resto de líquidos iónicos con átomos de flúor en el anión, su precio de mercado es
elevado [7].

La situación actual, por tanto, parece indicar que, a pesar de que el barrido de líquidos iónicos
para la extracción de hidrocarburos aromáticos es amplio y son muchos los datos del equilibrio
líquido−líquido obtenidos hasta la fecha, prácticamente ningún líquido iónico cumple con todos los
requisitos propuestos por Meindersma y col. [8] para que su empleo como disolvente en la
extracción líquido−líquido de aromáticos sea viable.

Fletcher y col. investigaron las interacciones soluto−disolvente e ion−ion en algunas mezclas


binarias de líquidos iónicos, estableciendo la influencia de la composición de la mezcla sobre la
polaridad, constante dieléctrica, interacciones de los enlaces de hidrógeno y microfluidez de
sistemas binarios formados por los líquidos iónicos 1−butil−3−metilimidazolio
bis(trifluorometilsulfonil)imida ([bmim][Tf2N]), 1−butil−3−metilimidazolio hexafluorofosfato
([bmim][PF6]) y 1−etil−3−metilimidazolio bis(trifluorometilsulfonil)imida ([emim][Tf2N]). Sus
resultados sugieren el posible empleo de tales mezclas en el diseño y optimización de procesos
avanzados de separación, ya que podrían exhibir unas mejores propiedades disolventes que las
que presentan sus componentes a título individual [78].

Partiendo de esta premisa, el objetivo central de esta Tesis es el estudio de las mezclas binarias de
líquidos iónicos como disolventes en la separación mediante extracción líquido−líquido de
aromáticos de sus mezclas con alifáticos. Para ello, se ha elegido como modelo la mezcla de
hidrocarburos tolueno/heptano. Mediante este trabajo se pretende estudiar el comportamiento
de las mezclas binarias de líquidos iónicos para evaluar la aparición de las posibles sinergias
propuestas por Fletcher y col., así como encontrar mezclas binarias formadas por líquidos iónicos
con capacidades y selectividades diferentes en las que se alcancen simultáneamente valores de
ambas propiedades extractivas que sean superiores a las del sulfolano. Para seleccionar los
líquidos iónicos que conformarán las mezclas binarias, se realizarán ensayos de extracción con
líquidos iónicos puros. La Tesis se completará con el estudio de la densidad y la viscosidad de
algunas de estas mezclas binarias, que son dos de las propiedades físicas a tener en cuenta en la
selección de un disolvente para un proceso de extracción.

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