Zadquiel
Zadquiel
Zadquiel
Él es uno de los siete grandes arcángeles y uno de los llamados “Ángeles de la Presencia” (los
ángeles que están en presencia de Dios), además de uno de los nueve Regentes del Paraíso según
ciertas fuentes. El nombre “Zadquiel[1]” significa “Justicia de Dios”. La Cábala asocia a éste arcángel
con la sefirot (emanación divina correspondiente a uno de los 10 aspectos esenciales de Dios) Jesed,
sefirot que expresa la Piedad-Compasión-Misericordia[2], o bien la Bondad entendida básicamente
en base a las fuerzas anteriores. De allí que se le haya dado los siguientes títulos: Ángel de la
Misericordia, Ángel del Perdón, Ángel de la Compasión, Ángel de la Transmutación, Ángel de la
Liberación, Ángel de la Memoria, Ángel del Recuerdo, Ángel de la Magia, Ángel de la Alquimia, entre
otros.
Pero entonces: ¿cómo se concilian todos esos aspectos dentro de la naturaleza de Zadquiel, sobre
todo la justicia con el perdón? La explicación es la siguiente:
Por lo anterior, para ciertos ocultistas Zadquiel es el arcángel que custodia los archivos de las vidas
pasadas y del karma de cada cual, estando así asociado a la limpieza del karma en virtud de su
papel de Ángel[4] del Perdón. La razón es tan simple como sigue: al perdonar, estamos quitando
karma (la mala actitud merecida que le hemos guardado) a quien perdonamos, por lo cual nos
hacemos merecedores de que Dios nos libre de parte de nuestro karma, estando esa liberación en
función de la gravedad de la falta que perdonamos y de la calidad de nuestro perdón.
Debido a su papel como Arcángel de la Llama Violeta, Zadquiel se ha convertido en el arcángel más
importante dentro de todos los círculos esotéricos derivados a partir de la obra de Madame Blavatsky,
quien es prácticamente la madre del esoterismo occidental actual, al menos de aquel que más se ha
difundido y practicado.
Por ese papel de Arcángel de la Llama Violeta es en gran parte que a Zadquiel se le llama el Arcángel
de la Invocación, puesto que cada una de las Siete Llamas, y sobre todo la Llama Violeta, actúan y
se manifiestan (a nivel invisible pues son llamas espirituales, no físicas) cada vez que se las invoca
mediante tales o cuales decretos metafísicos.
Para los creyentes en la Llama Violeta, aquello es posible desde que el conde Saint Germain
(fallecido en 1784), Maestro Ascendido[5] de la Llama Violeta, consiguió que la Administración
Celestial[6] le permitiese regalar a la Humanidad la libre disposición de la Llama Violeta, abriendo
así la posibilidad de convocarla con decretos en los que suele estar la presencia “YO SOY” [7] (las
mayúsculas son parte del nombre…).
Por último, se ha creído que Zadquiel dirige a los Ángeles Ceremoniales puesto que él es el Arcángel
de la Invocación. Ellos, los Ángeles Ceremoniales, son seres que ayudan al hombre a incorporar los
ritos y ceremonias en su vida cotidiana, procurando así el que cada sentimiento, pensamiento y acto
humano, participe en la vivencia del día como un ritual de veneración a Dios.
Suponiendo que en efecto Zadquiel perteneciese a la orden de los Hashmallim y por tanto al coro de
los Dominios, eso ayudaría a explicar por qué, a más de la razón obvia de no formar parte de los
cuatro arcángeles destinados al cuidado de la Tierra, sus interacciones con los humanos no han sido
muy abundantes que se diga; puesto que, al menos para ciertas fuentes de la tradición judía, los
Dominios no suelen interactuar mucho con los humanos. Por otro lado, su posible pertenencia a los
Dominios explicaría por qué, a más de por su papel ligado al perdón, se le ha asociado a la libertad:
y es que, para algunas fuentes del misticismo judío, los Dominios fueron el primer grupo de ángeles
que obtuvo autorización para operar en el universo sin supervisión alguna.
Difiriendo de la postura anterior, el Maseket Azilut (texto cabalístico del s. XIV) coloca a Zadquiel
como quien, junto con Gabriel, dirige a la orden de los Shinanim.
Para acabar, tanto el misticismo judío como la magia ritual occidental, han asociado a Zadkiel con el
planeta Júpiter, otorgándole el papel de regente astrológico de dicho planeta.
Por su parte, en general las iglesias protestantes solo reconocen a dos (Miguel y Gabriel).
Solo la Iglesia copta de Etiopía lo reconoce, debido a que tiene como canónico al Libro de Enoc, en
el cual se nombra a este arcángel.
.
…[…]…
…[…]…
En cuanto a la historia de cómo Zadquiel y los otros arcángeles acabaron relacionándose con las
Siete Llamas, aquella es la siguiente según se muestra en el artículo Mentiras de la Nueva Era:
Maestros Ascendido[14]s:
‹‹Los Maestros Ascendidos imaginados, inventados, creados,
necesitados, diseñados por Blavatsky, heredaron todas las características de aquella generación
mitológica de semi-dioses budistas. Pero ahora fueron dotados de una identidad más definida. Al
principio la Teosofía tuvo que lidiar con “maestros” más o menos ocultos detrás del telón, pero poco
a poco comenzaron a adquirir nombre, rostro, historia personal; y, lo más importante, comenzaron a
dar “discursos”. Ese ha sido el modelo precedente de todos los grupos de Nueva Era que pregonan
la existencia de una Hermandad Blanca formada por Maestros Ascendidos. Los elementos del grupo
son más o menos los mismos: un maestro o varios, un discurso o mensaje, y un transmisor/receptor
llamado “mensajero”››.
Como se ve, “al principio era Blavatsky”. Sin embargo en el caso de ella, a diferencia de muchos
embusteros que le sucedieron, no se puede afirmar que haya tenido la intención de mentir, lo cual
lógicamente no implica que, en el caso de no haber tenido tal intención, las teorías que propagó sean
ciertas[15]. No obstante hay quienes dicen que si tuvo plena intención de engaño [16]. Por otra
parte, el método de Blavatsky no era muy fiable: sueños lúcidos, escritura automática, o el tan
afamado “dictado” en el cual ella se limitaba a escuchar, dentro de su cabeza, lo que le decía la voz
de un espíritu. Sea que haya querido engañar o no, Blavatsky escribió, por decirlo eufemísticamente,
extravagancias esotéricas. Bien dijo David Hatcher Childress en su libro Las ciudades perdidas de
Lemuria: ‹‹La Doctrina Secreta de Blavatsky es un libro casi imposible de leer, pesado, oscuro y lleno
de contradicciones…[…]…Según esta información somos la quinta “raza matriz” que habita la Tierra,
y nuestro planeta está destinado a tener siete de tales razas. A su vez, cada raza la forman siete
subrazas. La primera “raza matriz”, que se componía de seres formados de fuego y niebla, vivía en
una Tierra Sagrada Imperecedera, pero que al parecer terminó desapareciendo. La segunda “raza
matriz”, apenas visible, habitaba el antiguo continente ártico de Hiperbórea. …[...]… La tercera “raza
matriz” fue la de los lemures, término que tomó Blavatsky prestado de las ciencias biológicas del
momento, que por entonces clasificaba como “lemures” a una serie de animales cuyos restos se
hallaban tanto en Madagascar como en Malasia. Los lemures de Blavatsky eran unos seres
gigantescos, sin cerebro, de aspecto entre reptil y simiesco. La cuarta “raza matriz” fue la de los
atlantes, los primeros seres plenamente humanos. Nosotros somos la quinta. La sexta será una
evolución de la nuestra y regresará a Lemuria. Después de la séptima “raza matriz” la vida
abandonará nuestro planeta y empezará de nuevo en Mercurio››. Ahora, fue Blavatsky quien hizo la
asociación entre los Siete Rayos (o Siete Llamas) y los arcángeles; sin embargo, en este punto sus
elucubraciones sí estaban revestidas de racionalidad hasta cierto punto, siendo que fue después,
con el Movimiento YO SOY, que se introdujeron los disparates metafísicos propios de los decretos
y otras cosas asociadas al “YO SOY”, el cual es, como ya se dijo en una nota a pie de página, “el
supuesto nombre de la mónada espiritual individualizada que expresa la “presencia de Dios” en cada
persona y ser dotado de alma”
Para los metafísicos, la función primordial de Zadquiel sería la de dirigir a los Ángeles Violetas y a
los Ángeles Ceremoniales; y, principalmente, ejercer una labor de transmutación energética a través
de la propagación y ministración de la Llama Violeta.
En cuanto a sus virtudes o cualidades, estas son: libertad, compasión, misericordia, piedad, bondad,
transmutación, transformación.
Los dones espirituales que nos puede otorgar son estos: liberación espiritual, capacidad de perdonar,
compasión y misericordia, saneamiento de experiencias y recuerdos dolorosos, disolución de
energías negativas que se han anclado en nosotros, transmutación y consecuente evolución
espiritual, alegría, tolerancia y eliminación del pesimismo y el sentimiento de derrota, impotencia y
desesperanza.
Es a él a quien debemos acudir cuando no podemos encontrar esa libertad interior que día a día nos
arrebata el vacío inherente al condicionante orden del mundo, o bien cuando somos nosotros mismos
los que, guardando rencores y odios, nos oponemos al despertar de nuestra libertad interior. Así
mismo, podemos orarle si deseamos librarnos del negativismo o acelerar nuestra evolución
espiritual.
REPRESENTACIÓN
A Zadquiel casi siempre se lo retrata con ropas moradas o
violetas. Aquello representa su asociación con la Llama Violeta y por ende simboliza la transmutación
y todo lo que es inherente a la Llama Violeta; representa su vínculo con lo ceremonial y con el perdón,
ya que el púrpura es el color de la penitencia y, en una perspectiva religiosa, la penitencia comporta
el perdón pues solo hace penitencia quien ha sido perdonado o está buscando ser perdonado.
La cruz que suele portar puede interpretarse de dos formas. En la primera, es la cruz de Cristo y
representa el perdón divino, ya que teológicamente es ese el significado primordial de la crucifixión.
En la segunda, representa la apertura del hombre a la energía divina, ya que se la puede interpretar
como un hombre que, con los brazos abiertos, está recibiendo la energía de su Creador, la cual
circula en el centro de los cuatro elementos (cada una de las extremidades de la cruz), siendo cada
elemento un aspecto del espíritu humano.
Por último está la copa y puede interpretarse de las siguientes maneras. En la primera, es el elixir
de la vida eterna y por tanto una exhortación a buscar la unión con Dios para alcanzar dicha plenitud.
En la segunda, es el cáliz de la misa, cáliz que alude a la transubstanciación y por tanto, en una
perspectiva esotérica, a la transmutación (pues la transubstanciación es un tipo de transmutación).
Color: Violeta
Rayo: Violeta
Chakra: segundo chakra, séptimo según algunos
ORACIONES
‹‹Amado Arcángel Zadquiel, te invoco para que me ayudes a liberarme de la energía negativa que
guardo en mi corazón, libérame del rencor y del dolor. Ayúdeme a perdonar y a olvidar las ofensas
y la humillación. Zadquiel, purifica mi corazón y llena mi alma de amor divino. Gracias Amado Ángel
por ayudarme a perdonar. Amén››
‹‹Amado Arcángel Zadquiel, corta y libérame con tu espada de Luz Violeta, toda cosa negativa que
esté atrasando mi evolución y la de toda la Humanidad››
‹‹En nombre de la Divina Presencia ¡YO SOY! que hay en nosotros, y con la fuerza magnética del
Fuego Sagrado que reside en nuestros corazones, apelamos a vos, poderoso Arcángel Zadquiel:
encended cada célula de nuestro cerebro, de nuestros cuatro cuerpos inferiores, de nuestras auras,
chacras y conciencias con la Llama Violeta, traspasándonos con sus flameantes y purificadores
rayos, liberándonos de todas las limitaciones y dificultades que están ocultas y constituyen
obstáculos en nuestro camino hacia La Luz; transformad todo en pureza, libertad y perfección. Os
lo agradecemos››
SELLO E INVOCACIÓN
Nota: si no ve cumplida su petición, repítala todos los sábados que sean necesarios, intentando
hacerlo siempre con la mayor fe posible y en un estado de paz interior y ausencia de ira, odio, rencor
o mala voluntad hacia el prójimo.